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ARGUMENTACIÓN Y HABILIDADES INVESTIGATIVAS DE
LOS ESTUDIANTES DE UNA ESCUELA NORMAL
Suemy Leticia Rivero González [email protected] Zuleima Olguín Velasco [email protected] Benemérito Instituto Normal del Estado de Puebla “Juan Crisóstomo Bonilla”.
RESUMEN
Este trabajo partió de la inquietud de descubrir si es posible favorecer las habilidades investigativas de los estudiantes normalistas al intervenir en el desarrollo de su habilidad argumentativa; para ello fue necesario conocer la percepción que tienen los estudiantes sobre sus propias destrezas de investigación. La investigación fue de tipo exploratoria con un método mixto, previo a la intervención se aplicó un test para diagnosticar a los participantes; durante la intervención se aplicaron entrevistas indirectas a los profesores de los estudiantes y se llevaron bitácoras de observación. Participaron 18 estudiantes de sexto semestre de la Licenciatura en Educación Primaria Plan 2012, de una Escuela Normal del Estado de Puebla. La intervención consistió en el diseño y aplicación de un curso de 40 horas; durante la aplicación se presentaron una serie de complicaciones de logística ajenas a las investigadoras, por lo que se ajustó el diseño inicial del curso, finalmente se logró impartir en modalidad semi-presencial. Los principales hallazgos son la dificultad que tienen los estudiantes para realizar actividades que requieran pensamiento crítico y autonomía en la redacción y la fuerte influencia que tienen las actividades administrativas de la escuela en el aprendizaje de los estudiantes.
Palabras clave
Habilidades investigativas, habilidad argumentativa, educación normalista, educación superior.
Planteamiento del problema
Cuando el estudiante normalista llega a su último año de formación se enfrenta ante dos
situaciones: el inicio de su práctica profesional y la culminación de una carrera a través de
un trabajo de titulación. En ambos escenarios los estudiantes están acompañados, ya sea
por docentes de educación básica (prácticas profesionales) o por sus profesores
normalistas, la finalidad es guiar al docente en formación hacia la culminación adecuada
de este proceso de enseñanza - aprendizaje.
En condiciones reales de trabajo se ha observado que el estudiante normalista organiza
y conduce sus prácticas profesionales con sus propios conocimientos, consejos del
docente de grupo y seguimiento de sus asesores en la escuela normal; el docente en
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formación en teoría sabe qué hacer al estar frente a un grupo porque para eso se ha
formado desde el primer semestre de su educación normal, sin embargo se estresa en la
elaboración de un trabajo de titulación porque para éste proceso pareciera no estar
preparado.
Existen diversos trabajos que indagan sobre la necesidad e importancia de formar
docentes con habilidades de investigación. Trigos y Lopera (2010) concluyeron que “la
mayoría de los aprendices ingresan al nivel de educación superior con un nivel muy inferior
al que deberían tener para lograr un óptimo desempeño académico” (Trigos y Lopera,
2010:20), lo que dificultaba su actuación en las demás asignaturas en las cuales los
estudiantes debían leer y escribir textos. Los autores sostenían que “las habilidades
básicas en lectura y escritura son fundamentales para el desarrollo de los procesos
académicos y de investigación” (Trigos y Lopera, 2010:1).
Olvera, Gutiérrez y Aguilar (2010), hicieron hincapié en la importancia que tiene el
acompañamiento puntual de los asesores de tesis para incidir favorablemente en el
producto final. Los autores coinciden con Trigos y Lopera (2010), sobre el desarrollo del
pensamiento complejo: los sujetos de estudio (en México: estudiantes normalistas, en
Colombia: estudiantes universitarios) tuvieron miedo a escribir, miedo producido por su
poca desarrollada capacidad de argumentar; los autores detectaron “como un recurrente,
la duda que tienen los estudiantes sobre su capacidad para defender sus ideas, el miedo
de no ser aprobados por la mirada del asesor, de ser descalificados.” (Olvera, Gutiérrez y
Aguilar, 2010:7)
Por otra parte, Moreno (2013) evidenció la importancia que tiene que el docente en
formación sea capaz de elaborar un documento de titulación conectando la intervención
hecha a partir de sus prácticas profesionales con sus conocimientos y habilidades
adquiridas a lo largo de su proceso formativo. Con la culminación de este documento tanto
el estudiante normalista como su asesor son capaces de:
(…) identificar la gama de competencias del futuro docente sobre todo en sus habilidades
intelectuales al momento de escribir una serie de conexiones en base a su intervención docente
y se van reflejando en el proceso sistemático que tiene al momento de plasmarlo en su diario
de práctica (Moreno, 2013:1)
En el estudio se hace evidente que cuando los docentes en formación llevan a cabo
una práctica profesional reflexiva, apoyándose elementos como diarios de campo,
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expedientes de alumnos, grabaciones de sus prácticas y consultas de autores o
investigaciones que sostengan su intervención docente, les permite desarrollar sus
habilidades intelectuales adecuadamente y articular su práctica educativa con su
documento recepcional.
Los investigadores mexicanos Nájera, Murillo y Salinas (2014), ahondaron sobre la
producción de textos y artículos académicos en la formación de docentes y develaron en
cuanto a la redacción que los estudiantes sujetos de estudio “cuentan con un léxico
reducido; el lenguaje es confuso, extraño e ininteligible, con ideas poco claras” (Nájera,
Murillo y Salinas, 2014:121). Los textos elaborados presentaban dificultades a nivel
gramatical, y resulto complicado atender a la sintaxis ya que los estudiantes no utilizaron
las reglas para la forma correcta de las oraciones. En la investigación se mencionan
diversos aspectos en donde hay deficiencias profundas en la producción de textos.
Bringas, Pérez y Vázquez (2015), brindaron una explicación sobre la política educativa
que se implementó en las Escuelas Normales Mexicanas para promover la generación y
aplicación del conocimiento, tal investigación dio como resultado conclusiones poco
alentadoras, ahondando en que los estudiantes normalistas no tienen las bases para
realizar la investigación y que aunque la realice, no existe una relación entre los
investigadores y los ejecutores de la puesta en marcha de las políticas educativas, esta
disociación no ha permitido que propuestas bastante viables puedan ser aplicadas en el
sector educativo nacional.
Marco Teórico
La propia experiencia nos lleva a catalogar a las habilidades como una disposición que
tanto personas como animales son capaces de adquirir en un área determinada de su
comportamiento. Sin embargo, y a diferencia de los animales, cuando el ser humano
desarrolla una habilidad, también se está capacitando a nivel intelectual.
Retomando a González, Cabrera, González y García (2011) se pueden conceptualizar
algunos elementos importantes para comprender el papel de la habilidad en el proceso de
asimilación de los conocimientos:
La habilidad tiene su base en la actividad y esta se convierte en su esencia.
Toda habilidad se adquiere en función de actuar con un determinado conocimiento; por
lo que este se encuentra en la base de su formación.
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El proceso de adquisición de la habilidad se realiza mediante la regulación consciente
de la persona que aprende.
Se identifica a la habilidad como un conjunto de acciones psíquicas y prácticas que
debe realizar el sujeto (alumno).
Tomando en cuenta todo lo anterior, la habilidad constituye la posibilidad de que el
estudiante (sujeto) pueda realizar determinadas acciones y de esta forma llevar a cabo
determinadas actividades, es decir, la posibilidad de poder hacer.
El estudiante que puede hacer se siente capacitado para plantearse a sí mismo qué
sabe hacer. Es necesario destacar que la efectividad del conocimiento y su existencia real,
está dada en la medida que sea susceptible a ser aplicado en una actividad, de ser utilizado en
la resolución de tareas determinadas y en la manera en que ocurra así, es ya un saber hacer,
una habilidad (González, et. al. 2011:71).
Para delimitar el término de habilidades investigativas, diversos autores permiten su
comprensión. Pérez y López (1999) las definen como:
Dominio de acciones (psíquicas y prácticas) que permiten la regulación racional de la
actividad, con ayuda de los conocimientos y hábitos que el sujeto posee para ir a la
búsqueda del problema y a la solución del mismo por la vía de la investigación científica
(p.22).
Bajo el concepto de “habilidades científico investigativas” Chirino (2012) la definió como
el “dominio de las acciones generalizadoras del método científico que potencian al
individuo para la problematización, teorización y comprobación de su realidad profesional,
lo que contribuye a su transformación sobre bases científicas” (Chirino, M.V., 2012:20)
Como parte de su línea de investigación, Moreno (2005) y su equipo de colaboradores
se proponen la construcción de un perfil de habilidades investigativas, trabajo en el que
definen el término al que aludimos:
Con la expresión habilidades investigativas se hace referencia a un conjunto de habilidades de
diversa naturaleza que empiezan a desarrollarse desde antes de que el individuo tenga acceso
a procesos sistemáticos de formación para la investigación, que en su mayoría no se
desarrollan sólo para posibilitar la realización de las tareas propias de la investigación, pero
que han sido detectadas por los formadores como habilidades cuyo desarrollo, en el
investigador en formación o en funciones, es una contribución fundamental para potenciar que
éste pueda realizar investigación de buena calidad (Moreno, 2005: 527)
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Finalmente, Machado, Montes de Oca y Mena (2008) definen la habilidad investigativa
como: “el dominio de la acción que se despliega para solucionar tareas investigativas en
el ámbito docente, laboral y propiamente investigativo con los recursos de la metodología
de la ciencia” (Machado, et. al. 2008:164)
Los diversos aportes de estos autores permiten abstraer que las habilidades
investigativas:
Incorporan un dominio de acciones para la regulación de la actividad investigativa;
Constituyen un conjunto de habilidades que permiten la organización del pensamiento;
Significan un conocimiento del sistema de hábitos, valores y actitudes de la cultura
investigativa.
¿Y qué importancia adquiere la habilidad argumentativa en las habilidades de
investigación? Bien, en el inventario de “Habilidades y Competencias en Investigación”,
elaborado por Rivera y colaboradores en 2010 se menciona como una competencia la
“Comunicación Oral y escrita” que se subdivide en “Básica” y “Especializada”, en la
primera se describen las habilidades que deben poseer los investigadores que son: La
comprensión de la lectura en español, Ortografía y redacción en español y la Interpretación
de códigos y gráficas. La segunda división de tipo especializada, se menciona la
Redacción de un artículo o tesis con sus respectivas indicaciones para poder realizarlos y
publicarlos.
Si bien la autora no menciona de forma directa el concepto de argumentación, si expone
la necesidad de que el investigador sea capaz de comprender lecturas y tenga la habilidad
de redactar artículos o tesis, lo cual conlleva a que éste sea capaz de entender puntos de
vista diferentes a los suyos y de ofrecer razones en sus escritos del porqué sostiene
alguna tesis y esta habilidad, de acuerdo a Zubiria (2006), es argumentar. Un argumento
es una idea para rectificar lo dicho y sustentar lo afirmado con el objeto de convencer a
quien lo escucha (Zubiria, 2006) por lo tanto las ideas hay que argumentarlas, razonarlas
o de lo contrario serian sólo opiniones, también lo afirmó Rodríguez (2004) al explicar que
la argumentación implica razonamiento.
En el mismo sentido, Weston establece que dar un argumento significa “ofrecer una
serie de razones o de pruebas en apoyo de una conclusión” (Weston, 2013:13), afirmando
que un argumento es un medio para “indagar” y para “informarse”, características propias
del proceso investigativo.
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Se parte de la idea de que un investigador debe ser capaz de argumentar cualquier
tesis que origine un proceso de investigación en cual invierte tiempo y dinero, quien
argumenta una idea es porque ha investigado al respecto.
La argumentación requiere en el individuo un proceso del pensamiento complejo, es
decir que el sujeto “sea consciente de sus propios supuestos e implicaciones, así como
de las razones y evidencias en las que se apoyan sus conclusiones” (Limpan, 1998, citado
en Cely y Villamil, 2011, p.14).
De acuerdo con la RAE (Real Academia Española) el argumento es un
“razonamiento para probar o demostrar una proposición, o para convencer de lo que se
afirma o se niega”, por lo tanto, argumentar no es una mera exposición de información,
tampoco se limita a comunicar un punto de vista, quien argumenta también sustenta,
explica y defiende su punto de vista o tesis sobre un tema. Por lo tanto, la argumentación
más que ser un proceso arbitrario (en un sentido de parcialidad) tiene un propósito
específico que es demostrar una opinión.
Sin embargo, como dice Weston “muchos estudiantes (…) transcriben elaboradas
afirmaciones de sus opiniones, pero no ofrecen ninguna autentica razón para pensar que
sus propias opiniones con las correctas. Escriben un ensayo, pero no un argumento.”
(Weston, 2013:13)
Ofrecer argumentos es esencial, una vez que se llega a una conclusión que esté bien
cimentada, la explicamos y defendemos, le da al otro la posibilidad de juzgar nuestros
argumentos, y posiblemente lo convenceremos de que nuestra idea es adecuada. La
argumentación tiene beneficios colaterales, ya que la mente se vuelve más flexible y con
menos prejuicios, más despierta pero también más crítica (Weston, 2013).
Metodología
La investigación fue de tipo exploratoria y mixta. Se utilizaron bitácoras de observación
durante la aplicación de la intervención educativa y se entrevistó a los docentes de los
estudiantes. Por otra parte, se utilizaron dos instrumentos diseñados por otros autores.
El primer instrumento pretende que el alumno adquiera conciencia de los prejuicios,
juicios y preparación que tiene para la argumentación, es una encuesta inicial y fue
desarrollada con la coordinación de Agustín Palomar, Amparo Cuevas, Manuel Aparicio y
Juana Teruel en el periodo de 2002 al 2004, como parte del libro Aprendiendo a
argumentar. El instrumento fue elaborado y validado en España, sin que hasta el momento
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se cuente con evidencias documentadas de su aplicación/validación en México, por lo que
fue validado con un pequeño grupo con características similares a las de los participantes.
A decir de los autores “el objetivo de la encuesta es enseñar al alumno a autoevaluarse
acerca de su capacidad para abordar esta fase de pre-argumentación, con el objetivo de
mejorar esta fase preparatoria, pero no por ello menos decisiva.” (Palomar, A., Cueva, A.,
Aparicio, M., y Teruel, J., 2004:39).
El segundo instrumento es un test llamado “Autoevaluación de habilidades de
investigación” (Rivera, Torres, García Gil de Muñoz, Salgado, Arango, Caña y Valentín,
2005). Se trata de un instrumento de auto-reporte conformado por 59 reactivos, en donde
cada participante realiza una evaluación de sus habilidades de investigación de acuerdo
a su percepción. Para la construcción de este instrumento en un primer momento los
autores analizaron las actitudes, habilidades, destrezas y conocimientos que pueden
indicar que una persona cuenta con competencias en investigación y determinaron un
listado de las mismas el cual se adaptó a manera de escala de evaluación en la que el
puntaje mínimo es 1 y el máximo es 10. El instrumento fue utilizado por las autoras en
México, por lo que no fue necesaria una validación previa.
A decir de las autoras el instrumento puede utilizarse como un recurso didáctico para
que el docente los utilice a manera de pre-test / post-test, después de hacer una
intervención sobre el desarrollo de habilidades investigación en su asignatura, por lo que
su uso en esta investigación es pertinente.
Los resultados de esta investigación no pueden ser generalizables a todo el sistema de
Escuelas Normales del país, dado los diversos contextos situacionales y relacionales.
Desarrollo y discusión
Durante el desarrollo de la investigación/intervención, fueron 18 participantes los que
asistieron de forma constante al curso - taller, por lo que se consideró la deserción de 3
estudiantes, quienes no manifestaron de forma abierta el motivo de sus inasistencias, sin
embargo, es posible inferir que se deba a una serie de factores que surgieron de forma
imprevista: exceso de trabajo académico, stress y/o falta de interés.
A los 18 participantes constantes del curso se les aplicó el instrumento Autoevaluación
de las habilidades de investigación (Heredia, M., 2010), el instrumento registra la
percepción que los propios estudiantes tienen sobre sus habilidades investigativas, lo
interesante es que se plantea la posibilidad de que sea el propio alumno quien identifique
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estas habilidades dentro de sus competencias genéricas y que sean capaces de auto
asignarse una calificación.
Se logró detectar un aparente “miedo” de los participantes por realizar una
argumentación oral, ya que cuando las investigadoras explicaron el contenido del curso y
los productos de este, la reacción de los participantes para presentar su ensayo
argumentado a través de una disertación al grupo y docentes de la institución fue negativa,
con expresiones como “mejor eso no”, “¿en serio?” y manifestando corporalmente un
rechazo a la actividad final.
En el desarrollo de las sesiones se observó que los estudiantes tenian poco interes para
manifestar sus propios puntos de vista, ya que de manera constante las facilitadoras del
curso debieron hacer preguntas directas a determinados participantes con el fin de obtener
alguna de participación u opinión.
Durante la segunda semana de aplicación, inició el periodo de observación y práctica
profesional, lo que representó una significativa modificación al contenido de la intervención
dado que estas actividades no estaban consideradas en la planeación inicial del curso
debido a que la propia academia de la institución tampoco las tenía calendarizadas.
Después de esta adecuación de contenidos, el curso se organizó en 31 horas distribuidas
en 15 sesiones del curso y 2 sesiones para evaluación.
La participación bajó de forma considerable, los estudiantes se notaban claramente
agotados y se encontraban más preocupados por el inicio de su periodo de observación y
practicas docentes. Las siguientes sesiones de esta segunda semana se desarrollaron
bajo la modalidad “en línea”, donde se evidenció la poca capacidad de trabajo autonómo
de los estudiantes, así como la escasa disposición por realizar trabajo extra al que tienen
en clase, ya que sólo el 4.7% cumplió de manera parcial con los ejercicios.
En la cuarta semana se realizó un trabajo intensivo, era claro que existía disposición en
algunos estudiantes, así como un aprendizaje adquirido sobre el proceso de la
argumentación, sin embargo la inesperada calendarización del periodo de prácticas
profesionales provocó en ellos un exceso de trabajo en un corto periodo de tiempo y se
estresaron ante la falta de conocimiento sobre cómo realizar las tareas propias de su
práctica profesional: una observación de grupo y una planeación de trabajo.
Al final de la propuesta de intervención podemos destacar las siguientes características:
A pesar de ofrecerles el material y las indicaciones, las citas están mal insertadas en
el texto y no cumplen con las reglas APA.
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Las conclusiones son vagas y no ofrecen un cierre satisfactorio en el texto, dejando
ideas abiertas.
Redactan en primera persona y ofrecen generalizaciones, es decir, dan por sentado
ideas propias en las cuales no se ofrece fuente de información.
Dentro del cuerpo argumentativo presentan redundancias.
Se observan faltas ortográficas en los signos de puntuación y en la distribución del
texto.
Aunado a estos resultados, el profesorado entrevistado expresó que los estudiantes:
“tienen problemas para redactar de manera coherente”, “tienen deficiencias en la
estructura, coherencia y ortografía”, la mayoría de los docentes coindicen en que los
estudiantes tienen un “discurso pobre” y que se presentan “nerviosos y angustiados” al
momento de hablar. Con respecto a los motivos de stress estudiantil, los docentes
reconocen que “no existe una organización académica que permita (a los estudiantes)
balancear su formación docente”.
Los docentes tienen clara la importancia de la argumentación y el proceso que este
debe seguir, por lo que resulta interesante que el 52.17% de sus estudiantes hayan
manifestado una carencia en el conocimiento del proceso argumentativo al momento de
aplicar el instrumento “Encuesta inicial”.
Por otra parte, aunque los docentes definen la actitud de sus estudiantes como positiva,
también expresan una contradicción en este aspecto, ya que si bien los estudiantes
quieren ser docentes, demuestran falta de disposición cuando es necesario que hagan
más trabajo del normal o bien cuando es necesario que den más de sí mismos en el
desarrollo de sus materias, lo que coincide con lo sucedido durante la aplicación de la
intervención educativa.
Pese a los diversos imprevistos presentados, los estudiantes manifestaron interés en
el contenido del curso, manifestando al final que lograron un nuevo aprendizaje y
expresando que el curso fue de su agrado.
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Resultados y conclusiones
Antes de la apliación del curso el 5% de los sujetos de estudio percibía que debía revisar
la preparación de su argumentación y el 67% decía tener una preparación adecuada, pero
mejorable; después de la aplicación del curso el avance fue significativo, ya que ninguno
de los participantes de la muestra deben “revisar su argumentación”, el porcentaje de los
sujetos de estudio que deben mejorar su preparación bajo en 34 puntos y el 67% de la
muestra manifestó tener una “buena preparación” para la argumentación, al término del
curso.
Gráfica 1. Comparativa de Encuesta inicial, antes y después de la intervención. Fuente: Elaboración propia.
Por otra parte, en cuanto al segundo instrumento, la comparación entre los dos
momentos de aplicación para medir las habilidades de investigación, evidencian un mejor
promedio grupal en los 13 dominios, como se puede ver en la siguiente gráfica. En
promedio, los 13 dominios del instrumento se elevaron un punto. Lo interesante en este
último dato es que, pese a que en el curso no se abordaron todos los dominios del test,
los estudiantes expresaron tener más experiencia en todos los ámbitos, al parecer el curso
les generó una mejor percepción sobre el dominio de los temas.
5%
67%
29%
0%
33%
67%
0%
10%
20%
30%
40%
50%
60%
70%
Debe revisar la preparación Preparación adecuada, aunquemejorable
Buena preparación
Gráfica 1: Encuesta inicial
Antes Después
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Gráfica 2. Comparativa de los promedios por dominio de la autoevaluación de las habilidades de investigación. Fuente: Elaboración propia.
El desarrollo de esta investigación encerró factores que no fueron considerados al
momento de la elaboración del proyecto, sin embargo el surgimiento de estas situaciones
no previstas permitieron sentar un precedente sobre las diversas situaciones emergentes
a las que los estudiantes normalistas, e incluso sus propios docentes, están expuestos:
cronogramas sujetos al cumplimiento del contenido de una materia y no al aprendizaje
holístico de los estudiantes, actividades encomendadas a los estudiantes, sin cerciorarse
que estos tengan el aprendizaje requerido para su elaboración (observaciones de clase y
planeaciones didácticas) la falta de una planeación integral que considere el aprendizaje
y el tiempo de los alumnos, así como desarrollo de los demás cursos.
Como bien lo mencionan Aguilar, Gutiérrez y Olvera (2010), los sujetos tuvieron miedo
a escribir, miedo producido por su poca desarrollada capacidad de argumentar y ese
miedo también estuvo latente en nuestro grupo muestra, por lo cual fue necesario aplicar
a los sujetos de estudio un nivel alto de motivación externa para la realización de
actividades que implicaba la escritura de textos autónomos.
Los procesos de escritos académicos constituyeron un verdadero reto para los
estudiantes, se comprobó sesión tras sesión la dificultad presentada cuando se solicitó la
escritura de un texto libre, los estudiantes no saben por dónde empezar y cómo hacerlo,
fue necesario guiarlos metódicamente para realizarlo y de la motivación externa
D3:Dominiobásico
deherrami
entascomputacionale
s
D1:Valores
yactitude
s
D2:Habilida
descognitiv
as
D5:Comunicaciónoral yescritabásica
D10:Dominiotécnicoespecial
izado(resulta
dos)
D11:Dominiotécnicoespecial
izado(discusi
ón)
D7:Dominiotécnicobásico
D9:Dominiotécnicoespecial
izado(metodología)
D4:Dominioespecializado deherrami
entascomputacionale
s
D8:Dominiotécnicoespecial
izado(marcoteórico)
D12:Dominiotécnicoespecial
izado(referen
cia)
D6:Comunicaciónoral yescrita
especializado
D13:Dominiotécnicoespecial
izado(experiencias eninvestigación)
Antes 8.9 8.3 7.4 7.4 7.3 7.1 7.1 7 6.9 6.5 5.6 4.6 4.4
Después 9 8.6 8.6 8.2 8 8.2 8 8 7.7 7.7 7.5 6.2 6.9
0
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
Pro
med
io g
rup
alGráfica 2: Autoevaluación de habilidades de investigación
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mencionada anteriormente. Muy pocos participantes lograron culminar el curso,
demostrando que había individuos cuya motivación interna pesa más que los factores
externos ya que su nivel de compromiso es mayor al de sus compañeros.
Fue posible confirmar que en los estudiantes hay un uso constante de redundancias,
gerundios y metáforas, equivocación en los tiempos verbales y el manejo constante de
expresiones como: “pues”, “más bien”, “mejor dicho”, etc., entre otros signos de
deficiencias en la producción de textos.
Muchos estudiantes transcriben elaboradas afirmaciones de sus opiniones, pero no
ofrecieron ninguna autentica razón para pensar que sus propias opiniones son las
correctas. Es decir, fueron capaces de escribir un ensayo, pero no un argumento. Es
posible inferir que una de las causas de que los estudiantes no ofrezcan razones para
pensar que sus propias opiniones son las correctas y de que revisen sus textos de forma
superficial, sean las pocas oportunidades que tienen de enfrentarse a la elaboración de
tareas autónomas, en que las se requieran niveles más altos de elaboración, en donde se
les incite (y hasta cierto punto, se les obligue) a generar una propia opinión, a indagar
sobre lo que otros autores reconocidos piensan al respecto e integrarlo en una producción
escrita de forma autónoma.
En este punto en necesario aclarar que, aunque los textos argumentativos realizados
por los participantes presentaron las deficiencias mencionadas, hubo un avance
significativo en el aprendizaje del proceso argumentativo, el conocimiento de los sujetos
de estudio sobre la argumentación paso de ser mejorable a bueno.
Lo sucedido durante las sesiones en línea de esta intervención, devela la necesidad de
fomentar el trabajo autónomo en los estudiantes. De igual forma es necesario motivar y
resaltar la importancia del desarrollo de las habilidades investigativas y de argumentación
en los estudiantes ya que pareciera que entienden la importancia, sin embargo, no se
comprometen el desarrollo de las mismas.
Una recomendación hacia el área docente de la institución es que puedan desarrollar
desde sus materias el proceso argumentativo, si bien el tema no es propio del Plan de
estudios, es evidente que al desarrollar la capacidad de argumentar en los alumnos se
incide en la adquisición de las competencias genéricas y profesionales marcadas en el
Plan de estudios. La transversalidad de la argumentación permite su aplicación en
cualquier materia.
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