arcangeles. doce historias de paco ignacio taibo ii

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«Son tipos que parecen habersecomido a un ángel y que alimentansus durezas de esta fibra mágica dela terquedad y la verticalidad.Personajes que no oscilan en mediode las tormentas, que no sereclinan. Personajes de gestos, queoperan en el terreno donde semandan mensajes reales, el terrenode los símbolos» De la efímeraexperiencia del sindicato depintores mexicano creado en 1922por Diego Rivera y David AlfaroSiqueiros, a las reapropiaciones deBuenaventura Durruti y Francisco

Ascaso en su periplo mexicano; dela lucha contra la oligarquíaespañola en Acapulco que dos vidasle costara a Juan Escudero, a latenaz insistencia del últimomagonista; del «estilo Hölz» en laconvulsa Alemania de 1918-1921, alas crónicas periodísticas de LarisaReisner sobre la Revolución Rusa;de Raúl Díaz Argüelles capitán delejército cubano rebelde que dejarasu vida por la independencia deAngola, a Peng Pai y su particularpersecución de la revolución agrariachina. Paco Ignacio Taibo II nosenseña la lúcida defensa del oficio

de historiador. Nos deja constanciade la memoria de las resistencias ylas derrotas que nos llevarán, una yotra vez, a volver a intentarlo, conla certeza de quienes llevan unmundo nuevo en sus corazones.

Paco Ignacio Taibo II (1949) es unextraño ejemplo de simbiosis entreescritura y política. Hijo de unafamilia de socialistas asturianos,que acabó por emigrar a Méxicopara escapar de la dura postguerraespañola, el '68 americano fue sugran escuela. Hoy es conocido por

su magistral capacidad narrativaplasmada en numerosas novelaspolicíacas, y en la célebre biografíaErnesto Guevara, también conocidocomo el Che (1998), publicada enveintiocho países. Director de laSemana Negra de Gijón, sus obrashan sido seleccionadas entre los«Libros del año» por New YorkTimes, Le Monde y Los ÁngelesTimes. Ha recibido en tresocasiones el Premio InternacionalDashiell Hammet a la mejor novelapolicíaca.

Paco Ignacio Taibo II

ArcángelesDoce historias de herejes

revolucionarios del siglo XX

ePUB v1.1

nuevosoul 18.11.11

© 1998, Francisco Ignacio Taibo Mahojo© 2011, de la edición, Traficantes deSueñosPrimera edición: Editorial Planeta,Barcelona, junio de 1998Primera edición de Traficantes de Sueños:Marzo de 2011Título: Arcángeles. Doce historias derevolucionarios herejes del siglo XXAutor: Francisco Ignacio Taibo MahojoEdición: Traficantes de SueñosISBN: 978-84-96453-59-3

Licencia Creative CommonsReconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada3.0 EspañaUsted es libre de copiar,distribuir y comunicar

públicamente la obra bajo lascondiciones siguientes:*Reconocimiento — Debereconocer los créditos de laobra de la manera especificadapor el autor o el licenciador(pero no de una manera quesugiera que tiene su apoyo oapoyan el uso que hace de suobra).*No comercial — No puedeutilizar esta obra para finescomerciales.*Sin obras derivadas — No sepuede alterar, transformar ogenerar una obra derivada apartir de esta obra.*Compartir bajo la mismalicencia — Si transforma omodifica esta obra para crear

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Nota de Traficantes deSueños

Traficantes de Sueños no es una casaeditorial, ni siquiera una editorialindependiente que contempla lapublicación de una colección variablede textos críticos. Es, por el contrario,un proyecto, en el sentido estricto de«apuesta», que se dirige a cartografiarlas líneas constituyentes de otras formasde vida. La construcción teórica ypráctica de la caja de herramientas que,con palabras propias, puede componerel ciclo de luchas de las próximas

décadas.

Sin complacencias con la arcaicasacralidad del libro, sin concesionescon el narcisismo literario, sin lealtadalguna a los usurpadores del saber, TdSadopta sin ambages la libertad deacceso al conocimiento. Queda, portanto, permitida y abierta lareproducción total o parcial de lostextos publicados, en cualquier formatoimaginable, salvo por explícita voluntaddel autor o de la autora y sólo en el casode las ediciones con ánimo de lucro.

Historia

Omnia sunt communia! o «Todo escomún» fue el grito colectivista de loscampesinos anabaptistas, alzados deigual modo contra los príncipesprotestantes y el emperador católico.Barridos de la faz de la tierra por susenemigos, su historia fue la de unposible truncado, la de una alternativa asu tiempo que quedó encallada en laguerra y la derrota, pero que en elprincipio de su exigencias permaneceprofundamente actual.

En esta colección, que recoge tantonovelas históricas como rigurosos

estudios científicos, se pretendereconstruir un mapa mínimo de estasalternativas imposibles: los rastros deviejas batallas que sin llegar a definircompletamente nuestro tiempo, nos handejado la vitalidad de un anhelo tanactual como el del grito anabaptista.

Omnia sunt communia!

Este libro está anclado en mi memoriatribal y dedicado por tanto a Ignacio

Lavilla, Benito Taibo, Adolfo Maojo yMarino Saiz, nuestros abuelos, los

patriarcas de la tribu,los que nos enseñaron todo.Siento que ya no estén aquí.

Salimos de la nada, entramosen el dominio de la voluntad.

Víctor Serge

Una revolución al fin y alcabo se hace con lo que se tiene

a mano. Hombres viejos paraconstruir jóvenes sociedades. Sitienen algo mejor que nosotros,

avisen.

Jesús Ibáñez

Nota del autor

Resulta muy difícil lidiar conpersonajes como los de este libro sintener que pasar por el profundo miedode que la literatura pueda dañarlos,debilitarlos, reblandecerlos en el mito.Así, las historias han sido contadas conla timidez narrativa del historiador quede vez en cuando era sacudido un pocopor la audacia apesadumbrada delescritor. Sobrará tiempo paraarrepentirse.

La unidad entre los personajesreunidos está más allá de sus propuestas

ideológicas, aunque todos ellos seencuentran en el amplio espacio de laizquierda y en el camino sin retorno dela revolución: Friedrich Adler fue unsocialdemócrata que llegó al magnicidiopor razones morales y Librado Riveraun anarco cuasi-gandhiano y sindicalistaque creía en el poder de la palabraescrita y en las virtudes de laintransigencia; Larisa Reisner y Joffefueron marxistas bolcheviques formadosen la izquierda socialdemócrata deprincipio del siglo XX; Sebastián SanVicente, en cambio, fue un impenitentebakuninista, en las tradiciones delanarcosindicalismo más ortodoxo; Peng

Pai fue un marxista chino (con lo queesto ya pueda tener de variante) yademás un convencido agrarista; nuncahe podido saber lo que fue PieroMalaboca, fuera de que se trataba de uninternacionalista rojo y deslenguado;pero Diego Rivera y David AlfaroSiqueiros fueron una especie decomunistas caseros, irreverentesmarxistas a ratos, ortodoxos en otros ysiempre revolucionarios pintores;Buenaventura Durruti y FranciscoAscaso fueron anarquistas de acción conuna fuerte vertiente obrerista y Juan R.Escudero un socialdemócrata firmecreyente en el valor del voto y en las

formas jurídicas, pero sobre todo en elvalor de la moral y el ejemplo; MaxHölz fue un comunista revolucionariopartidario de la acción directa, al quelos comunistas llamaban anarquista y losanarquistas censuraban por bolchevique;Raúl Díaz Argüelles fue un guevaristaen la plena tradición de la convulsiónlatinoamericana de los años sesenta.Ésta es, por tanto, una historia dehistorias más allá de las sectas.

Todos ellos buscaron la revolucióny fueron al infierno varias veces paraencontrarla. Al reunirse forman parte dela única izquierda que reconozco comoprecedente, aquélla que hace suyos

todos los proyectos populares, todas laspropuestas, todas las derrotas. Estánreunidos en su terquedad, en su fidelidadal intento de transformar radicalmente elplaneta, en su maravillosa terquedad.

Todos ellos han vivido una etapa desombra tras su muerte o los epílogos asus grandes etapas de lucha: la izquierdamarxista borró su pasado anarquista enMéxico, los muralistas se volvieronhéroes culturales nacionales siemprecon un pasado incómodo, Hölz fue unhombre de nadie, Díaz Argüelles unpersonaje secreto en una historia que noacaba de contarse, Adler unsocialdemócrata heterodoxo, Peng Pai

un estorbo a la hora de magnificar labiografía de Mao Zedong, Larisa unabolchevique censurada, etc. En estelibro de guerra hay mucho trabajo contrael territorio de las sombras.

El libro se escribió a lo largo dequince años, de manera titubeante, sintener claro qué historia se quería contarmás allá de las historias que aquí secuentan; queda excluida toda intenciónpedagógica, toda voluntad doctrinaria; alo mas, la vocación de recolector deabuelos perdidos.

A lo largo de la escritura,políticamente me he distanciado yacercado con frecuencia a los

personajes; alejado del jacobinismo delterror de Peng o del método parafinanciar la edición de enciclopediasasaltando oficinas de Durruti, acercadoal electoralismo popular de las cañas deazúcar de Escudero, o a la narrativa deLarisa, pero, más allá de las distancias yproximidades temporales, he tratado demantener las historias en su tiempo y amí mismo como tímido heredero neutral.

No hay más homenaje que elrecuerdo, no hay más culto real que lamemoria crítica; no hay más amor que lacomplicidad en sus obsesiones. Todo essueño, casi todo se vuelve pesadilla.

Paco Ignacio Taibo II1983-1998

Las dos muertes deJuan R. Escudero

Cuando descubrió que estabaen el infierno y no en el paraíso,era demasiado tarde para huir, yse dedicó a incendiarlo.

Mehmet Karim

Con prestigio de magiavence don Juan.

Jorge Guillén

Bailar descalzo

La música llega al jardín a través delas ventanas abiertas y la veranda; unaorquesta pueblerina está tocando un valsen el salón, una singular cadena detradiciones reúne a la fiesta en casa delos comerciantes ricos con los pobresque escuchan, incluso las reglas noescritas de las costumbres hacen que ladistancia sea de unos diez metros entreel porche y los mirones, acodados en losárboles, sentados bajo los mangos.

El invitado se acerca a la casonacruzando el jardín; viste un traje blancode tres piezas y botas negras de montar

sobre los pantalones. Al cruzar entre elcentenar de pueblerinos que observan,saluda a uno aquí y allá: un lanchero,una sirvienta, un estibador y sus hijos.El vals sigue sonando. El invitadocamina hacia la casa, donde en el calorfuribundo de la noche del trópico lasmujeres y los jóvenes hijos de los ricosdel pueblo bailan y sudan. Cuando está apunto de llegar a la casa, el joveninvitado duda y se detiene. Durante uninstante queda detenido entre el mundodel pueblo que mira y escucha y losricos que bailan.

Luego, se decide y camina deregreso. Se detiene ante una gorda

matrona que vende pescado en elmercado, se quita las botas y lasdeposita a su lado y le pide que bailecon él. La mujer se ríe.

Bailan en el jardín con la músicaque llega de lejos, ambos descalzos,como todos los demás que los rodean.Bailan, un poco torpes, el mismo valsque bailan en el interior de la casa.

Nunca pude saber qué vals era. Lahistoria me la contó un viejo, que habíasido uno de los niños que rodeaban a losbailarines, o que eso creía recordar, oque se la habían contado, o que se lahabía narrado alguien a quien a su vez sela habían contado; pero describía con

precisión el traje blanco de Juan, losárboles en el jardín. Y en su memoria,propia o generada en el pozo sin fondode los mitos populares, resaltaba lahistoria de las botas: «Y se quitó laspinches botas para bailar descalzo». Detal manera que la sabia memoriarescataba lo importante, no importabaque se hubiera perdido el nombre delvals.

El día en que me narraron estahistoria, Juan llevaba sesenta añosmuerto, estábamos en Acapulco y susrestos eran trasladados a la Rotonda delos Hombres Ilustres. No me atreví ausar la historia en la primera revisión

del libro que había escrito con RogelioVizcaíno, tenía un tono hollywoodianoque la hacía poco creíble. Hoy larescato mientras en el recuerdocolectivo de Juan, que hoy es también elmío, queda claro que no sólo bailó conlos pobres, sino que se quitó las botaspara bailar descalzo.

Los primeros treinta

Al niño que nació el 27 de mayo de1890 le pusieron Juan Ranulfo. El padreera un comerciante español quelevantaba familia por segunda vez,Francisco Escudero y Espronceda, decuarenta y cuatro años, nativo deTorrelavega, provincia de Santander; sumadre, doña Irene Reguera, era deOmetepec, Guerrero, y tenía catorceaños menos que su marido, perocompensaba su menor edad con unapeculiar fortaleza, una imagen dereciedumbre de la que no estaba exentoque fumara puros.

Juan Ranulfo Escudero Reguera tuvopor padrinos a dos comerciantesgachupines amigos de la familia: Rufinode Orve y Ernesto Azaola. El lugar delhecho era el puerto de Acapulco,paraíso tropical mexicano dejado de lamano de Dios y férreamente atrapadopor las manos de algunos hombres.

Juan R. creció en el seno de unafamilia acomodada que poseía terrenosen Río Grande y Las Palmeras, casas yun comercio de telas y abarrotes. Hijode uno más de los «gachupines» (añosmás tarde el padre de Juan usaría unafrase para distinguirse: «tus enemigosson gachupines, yo soy español»),

aquellos iberos de origen agrario ypocas luces intelectuales que habíanllegado con el siglo a tierras nuevaspara «hacer la América» a base de sudarabundantemente, jornada de catorcehoras de mostrador, malicia primitiva enel negocio (comprar barato y no vendermuy caro), explotación feroz deparientes y empleados, y cuyo sueño eraenriquecerse y retornar para edificar enel pueblo de origen una iglesia queperpetuara su gloria y plantar unapalmera en su mansión que recordara«la América»; personajes clánicos,racistas en casi todas las costumbresmenos las del sexo y el dinero.

Francisco Escudero, a pesar de sercomerciante, español y vivir enAcapulco, era un hombre honrado (comose verá más tarde, estas característicasno dejan de ser sorprendentes). Juan R.fue el primero de los hijos de esematrimonio al que siguieron María,Fulgencio, Francisco y Felipe.

A partir de los siete años, Juanestudió en la Escuela Real, y se dice quefue importante en su formación elhumanismo de un profesor suyo,Eduardo Mendoza.

Alejandro Martínez, biógrafo deEscudero, cuenta: «[...] acompañaba asus amigos hasta sus hogares y era en

ellos donde palpaba más la pobreza desus moradores. Veía cómo casi todosdormían sobre petates en el suelo. Losniños mal vestidos, con unaalimentación deficiente. Contemplócómo los enfermos se morían porque notenían dinero para comprar lasmedicinas necesarias».

En plena adolescencia fue enviadopor su padre a estudiar a Oakland,California; lo que no deja de serinusitado en un mundo cuyas costumbreshacían que los primogénitos no fueranobligados a estudiar más que rudimentosde contabilidad para asumir rápidamentela continuidad del negocio familiar.

Extrañamente, resultaba entonces másfácil para una familia acomodada enviara sus hijos a estudiar a la costa Oeste deEstados Unidos que a Ciudad deMéxico, con la que no habíacomunicación por carretera. Escuderoestudió secundaria y el oficio demecánico electricista en el Saint Mary’sCollege.

Los historiadores que han seguido latrayectoria del personaje discrepansobre las fechas de su estancia allí.Mientras unos lo hacen permanecer de1907 a 1910, otros dicen que regresó aMéxico en 1907 a causa de unaenfermedad.

Es difícil saber si en aquellos añosconoció personalmente a Ricardo FloresMagón, el hombre que organizaba conuna singular propuesta anarquista yagrarista la revolución contra ladictadura de Porfirio Díaz y querealizaba desde el exilio una fuertelabor de propaganda.

Bien sea por su conocimientodirecto del magonismo, o por unainfluencia indirecta de éste, Juan R.regresó a Acapulco dispuesto a rompercon su pasado de hijo de comercianteespañol y lo que esto implicaba en elpuerto.

Poco después de su llegada

construyó una lancha de motor a la quebautizó como La Adelina (en recuerdode Adelina Lopetegui, una novia quehabía tenido) y se dedicó a organizarexcursiones a la cercana isla de laRoqueta y labores en la descarga de losbarcos. En contacto con pescadores yestibadores, comenzó un trabajo deorganización que culminó hacia losprimeros meses de 1913 con lafundación de la Liga de Trabajadores aBordo de los Barcos y Tierra, quecombatió por la jornada de ocho horas,aumento de salario, descanso dominical,pago a la semana en moneda nacional yprotección contra accidentes.

Juan además chocó contra loscontratadores norteamericanos quereclutaban acapulqueños para larecolección de café en Chiapasofreciendo salarios muy bajos. Exigiósalario mínimo de tres pesos diarios,levantando un importante movimiento.

Su labor como organizador sindicallo enfrentó al monopolio comercial yéste utilizó al jefe militar de la zona,Silvestre Mariscal, quien expulsó aEscudero de Acapulco en 1915.

De 1915 a 1918 Juan R. vive la vidade un exiliado, dentro de su país perofuera de su patria chica. De Acapulcoviaja a Salina Cruz. Persigue durante

meses una entrevista con VenustianoCarranza, el caudillo triunfante en lalucha de facciones en la que habíadesembocado la Revolución mexicana.Juan había escrito un memorial en el quepedía financiamiento para que fuera elsindicato el encargado de comercializarlos alimentos de primera necesidad, yevitar que el monopolio gachupín matarade hambre a toda la población, incluidoel ejército; pedía la expropiación deterrenos para fundar una colonia obrerafuera de la ciudad y con parcelas decultivo para que los obreros se ayudarancon la agricultura, terrenos pagaderos acinco años y bajo algún título que los

hiciera inajenables, dado que hasta lascasuchas que habitaban en el puerto eranpropiedad de las casas comercialesespañolas, y con facilidad losdespojaban de ellas; pedía también unlocal social para la agrupación queademás de oficina, sirviera de escuela,teatro y cine instructivo. Nunca obtendrála entrevista.

De ahí se traslada a la capital deMéxico, donde se reúne con su hermanoFulgencio. Trabaja como inspector dejardines, establece relaciones con losanarquistas y pasa las tardes en la Casadel Obrero Mundial. Parte después aVeracruz, y ahí sostiene

correspondencia con Ricardo FloresMagón. Más tarde vive en Tehuantepec,donde es secretario del juzgado. Ahíaprende los usos legales de la época yestudia detenidamente la reciénpromulgada Constitución de 1917. Enagosto de 1918 regresa a Acapulco.

Ha sido la suya una peregrinación ala espera del retorno. Ha buscadoinfructuosamente el apoyo de losrevolucionarios triunfantes a su proyectoy ha recibido la influencia de lasorganizaciones sindicales. El paísofrece en aquellos años vertiginosossobradas posibilidades vitales para eljoven Escudero, pero éste tiene una

deuda que saldar. Cuando Juan R.vuelve al puerto aún no ha cumplidotreinta años.

Los dueños del puerto

Al iniciarse la segunda década delsiglo XX, el sometimiento de loscosteños al dominio y la explotación delos comerciantes españoles en Acapulcoes casi absoluto. Tres grandesconsorcios controlan y rigen la vidaeconómica de la ciudad y de las costasdel Pacífico cercanas al puerto: la casacomercial Alzuyeta y Compañía fundadaen 1821, paradójicamente año de laindependencia nacional; B. Fernández yCompañía, fundada entre 1824 y 1826; yFernández Hermanos (La Ciudad deOviedo), constituida en 1900. Sus

propietarios son vascos en el caso de laprimera, y asturianos (sin parentescoentre sí) en el caso de las dos siguientes.Los jefes de las casas eran MarcelinoMiaja (B. Fernández y Cía.), JesúsFernández (Fernández Hnos.) y PascualAranaga (Alzuyeta y Cía.).

A lo largo de un siglo, lo que enorigen fueron grandes casascomerciales, que controlaban la venta deproductos llevados a Acapulco desdeotras tierras y monopolizaban laexportación de productos agrícolas,llegaron a constituirse en un complejosistema monopólico que sin poseerdirectamente la totalidad de los bienes

de los costeños, controlaba férreamentela industria, el comercio, el comercio alpor menor, el transporte por tierra, eltransporte marítimo, los movimientosportuarios, la compra y venta deproductos agrícolas, la pesca y la mayorparte de los servicios, como bancos,seguros, telégrafos. Punto de partidapara ejercer el poder sobre funcionariospúblicos: alcaldes, empleadosaduanales y jefes de la zona militar.

El control gachupín del puerto seveía acompañado por un tipo dedominio aberrante que apelaba a laviolencia, el racismo, la asfixiaeconómica, el fraude, la intriga y el

crimen.El principal punto de apoyo del

monopolio se encontraba en el tremendoaislamiento del puerto. Por tierra, desdeChilpancingo, no había más que un tristecamino de brecha, que llevaba unasemana recorrer en recua de mulas, enmedio de un calor agobiante y grandespeligros; por mar, la comunicación serealizaba a través de líneas depaquebotes que hacían servicio regularentre Acapulco y Salina Cruz oManzanillo.

Las tres firmas, dueñas de la mayorparte del transporte por mulas,impidieron en incontables ocasiones la

construcción de la carretera México-Acapulco, sobornando a los ingenieros ytécnicos que el gobierno centralcomisionó para informar sobre lasposibilidades de construirla. Los barcosy rutas de navegación estaban sujetos alos intereses de los consorcios que erandueños de las pequeñas flotas. Habíandestruido toda pequeña competencia conmétodos tales como sobornar a loscapitanes de embarcaciones mexicanaspara que encallaran. En el lapso deveinte años se había construido sucontrol exclusivo del transportemarítimo destruyendo físicamente losbarcos de sus competidores como en el

caso de Humberto Vidales, a quien lefueron hundidos los navíos El Progreso ,de nueve toneladas, y La Otilia, de seis.

Acapulco será entonces puerto sinmuelle por decisión de los explotadores,únicos dueños de barcos y chalanas. Elcontrol total de la carga y descargamarítimas les permite impedir queingresen mercancías capaces decompetir con su monopolio. La descargade los barcos de pabellón extranjero quellegan a Acapulco, y de cuyas casasmatrices los gachupines sonrepresentantes, se hará por medio dechalanas, y éstas se acercan a la playadonde se realiza una segunda descarga

por trabajadores, asalariados de las trescasas, con el agua al cuello. Paraconsolidar su monopolio, retrasaban portiempo indefinido la descarga deproductos ajenos, permitiendo que sedeterioraran.

El informador del presidente ÁlvaroObregón, Isaías L. Acosta, decía en uninforme años más tarde: «Si viene algúnartículo de primera necesidad que estéescaso como maíz o harina, primerosaltan su carga, y hasta que hanrealizado una parte a buen precio, nosaltan la de los otros».

Los estibadores, que fueron el sectorque primero organizó Juan Escudero,

estaban sometidos a salarios de hambre;se pagaba igual el trabajo diurno que elnocturno, no había descanso dominicalni protección contra accidentes. Lascasas intervenían también en elcomercio al menudeo del puerto,financiando y endeudando a lospequeños comerciantes, a los queabastecían con sus productos. El controlde los almacenes y las bodegas quetenían en Pie de la Cuesta les permitíadeterminar los precios del maíz, elfrijol, la harina y la manteca. Sólo sesustraían a esta situación los aliadosmenores del triple consorcio quemantenían con ellos relaciones de

complicidad y servicio, como loshermanos Nebreda, el cónsul españolJuan Rodríguez; el gachupín y boticariodoctor Butrón; los hermanos San Millán,dueños del cine y cantina; elcomerciante Antonio Pintos, el sociomenor de B. Fernández, y el impresor yex alcalde Muñúzuri.

Asimismo, el consorcio erapropietario de algunas panaderías,tiendas de ultramarinos, la totalidad delos molinos de nixtamal, las carnicerías,algunas tiendas de telas, parte de lasimprentas y papelerías, y variascantinas.

Este dominio del pequeño comercio

se complementaba con una red deagentes en las zonas agrarias cercanas,que eran el instrumento para acapararcosechas, comprar a la baja, colocarvíveres encarecidos, cobrar deudas yenrolar jornaleros. Las casascomerciales eran propietarias dehaciendas como «San Luis y Anexas»,«Aguas Blancas», «El Mirador» y «LaTestadura», y mantenían cordialesrelaciones con otros latifundistasespañoles como los hermanos Garay,Ramón Solís, Ramón Sierra Pando, loshermanos Guillén, los hermanosNebreda y Pancho Galeana (que ademásmanejaba la construcción de casas en el

puerto).Desde principios de siglo los

comerciantes gachupines se extendierondel comercio al agro, comprandoporciones enormes de tierra en la costaChica y la costa Grande, hasta llegar aconstituirse en grandes latifundistas. Esesta una típica historia de crímenes ydespojos en la que abundan losejemplos, como el de la misteriosamuerte del rico de Copala MacarioFigueroa, o el sonado caso, en aquellosaños, del robo de la hacienda deFrancisco Rivera.

Si ésta fue la relación que entablaroncon los viejos propietarios, mucho más

envenenada fue la que mantuvieron conlos campesinos sin tierras, a los que nodejaron otra opción que trabajar comoarrendatarios.

Alejandro Martínez cuenta: «Comono podían pagar en metálico el derechode arrendamiento, entregarían alfinalizar la cosecha la mitad delproducto. Los gachupines facilitaban lasemilla, las viejas herramientas, losvíveres y todo lo necesario para elcultivo; cargando el precio a cuenta dela futura cosecha. Con este despiadadosistema, al recoger el producto […] alcampesino le quedaba menos de lacuarta parte de lo recogido».

Los campesinos eran ademásobligados a sembrar lo que convenía alas casas comerciales, forzando, comolo hicieron en la hacienda «El Arenal»,a destruir la siembra de ajonjolí parasembrar algodón.

Los pescadores estaban tambiénbajo el yugo gachupín: los cordeles,anzuelos, los comestibles de viaje yhasta las canoas eran arrendados con elcompromiso de vender al proveedortodo lo pescado. La distribución delpescado salado en rancherías ypoblados daba salida a los productosdel mar adquiridos con una mínimainversión.

Además, eran dueños de las seisfábricas de la región: El Ticui y AguasBlancas, fábricas textiles que levantaronpara aprovechar los cultivos forzadosdel algodón; La Especial, fábrica dejabón destinada a aprovechar lasextensas cantidades de copra que habíanmonopolizado, y otras tres fábricasinstaladas bajo el régimen de comandita,es decir, con dinero de españolesresidentes en la Península Ibéricaadministrado por las tres casas dueñasde Acapulco.

En el interior de las casascomerciales la situación no era mejor:los empleados trabajaban doce horas

diarias, laboraban festivos y domingos yganaban cincuenta centavos diarios, elequivalente a la mitad del salariomínimo en zonas agrarias de otras partesdel país.

En estos comportamientos dictadospor las inflexibles leyes de la barbariecapitalista, hay también rasgos de unamaldad a prueba de novela de Dickens.La voracidad de los gachupines losllevó a perseguir sangrientamente acompetidores y viejos aliados. Así,volvieron loca a la hija de su inveteradotestaferro Cecilio Cárdenas, quienhabiendo muerto intestado dejó trescasas a Vicenta, la cual no les vio ni los

cimientos gracias a la mano negra delmonopolio hispano. Lo mismo trataronde hacer con su ex socio Butrón, al quele trastocaron en oro una deuda enbilletes y pagó la devaluación del dineroque durante la revolución se hizo papelviejo; y no se tentaron el corazón paraechar a la calle a la viuda de VictorioSalinas argumentando una deuda que yahabía sido pagada.

Ilustrativa de estos comportamientospuede ser la historia de un pequeñocomerciante que, habiendo hechocamino en mula desde Michoacán conuna carga de alambre de púas, trató devenderlo en el mercado libre, sólo para

encontrar que al negarse a venderlo abajo precio a los gachupines, éstospusieron a la venta alambre almacenadoa mitad de precio, con lo cual loarruinaron.

El poder adquirido se transformabaen estilo, el dinero en despotismo, lafuerza monopólica en soberbia, racismoy usura enfermiza: lo mismo se negabana cambiar giros telegráficos,trastornando los sistemas de crédito aluso en la época, que manipulaban lascompañías de seguros de las cuales eranrepresentantes; que alteraban elcalendario de fiestas patrias haciendoque el puerto celebrara el 8 de

Septiembre, día de la asturiana Virgende Covadonga, en lugar del 16, Día dela Independencia, y que promovieran alpro español lturbide como prócer de lapatria en lugar del cura Hidalgo.Mantenían el Colegio Guadalupano,donde se impartían clases de religión, yla marcha real española sustituía alhimno nacional en las conmemoraciones.

Los testaferros de las tres casas, quea lo largo de esta historia seránconocidos como «pro gachupinistas», sealternaban en los puestos de mandomunicipal, de administración de lajusticia y de la aduana. En elayuntamiento fueron nombrados

sucesivamente por las casas comercialesel hacendado Nicolás Uruñuela, eltendero e impresor Muñúzuri, el sociode B. Fernández, Antonio Pintos, eldoctor gachupín Butrón, el peruano H.Luz. Bajo control de los españolesestuvieron también los militares jefes dela plaza, más allá de qué faccióndominara el país, lo mismo el coronelMariscal, huertista, que el carrancistaVillaseñor, que los obregonistas Floresy Crispín Sámano. No hubo cambiorevolucionario que resistiera las treintatalegas.

Para la administración de estosfondos negros los Alzuyeta y los

Fernández constituyeron el depósitobautizado como «La Calavera», quesirvió para sufragar cohechos, pagarpistoleros, asimilar gastos deoperaciones de dumping, mantener lanómina de funcionarios y financiar elcombate contra oponentes menores,como los comerciantes libaneses delpuerto.

Su control de los cargos públicosera prácticamente total, pues además dedesignar a los alcaldes y regidores,pagaban de sus nóminas a la policía delpuerto.

Sociedad cercada, aislada; con unsolo trayecto de movilidad: rumbo al

abismo, imprimiendo sobre el costeñode cada día la opresión y el racismo,junto con la imposibilidad de progreso.El horizonte del pueblo llano era unhorizonte clausurado, que enmarcabauna vida en la impotencia ante el podery el privilegio. Para el pequeñocomerciante, no había perspectiva decambio en una sociedad sometida a laarbitrariedad del monopolio; para eldependiente de comercio, no habíaascenso posible en una estructuracomercial en la que los cargos deimportancia eran ejercidos porgachupines protegidos de los amos, y lasvacantes, que se producían cuando éstos

retornaban a su tierra con una pequeñafortuna, eran cubiertas por reciéndesembarcados cuya única carta depresentación era haber nacido enEspaña. Para artesanos y trabajadores,para asalariados del campo y pequeñospropietarios agrícolas atrapados por elagiotismo, no había otro futuro que larebelión.

El día en que Juan R. Escudero llegaal puerto, a mediados de 1918, cuandola Revolución mexicana prácticamenteha terminado, no sabe que su voluntadde transformar la sociedad de la que hasido expulsado será instrumento de unafuerza social oculta y soterrada, pero no

por ello menos violenta, de la que aúnno conoce sus posibilidades y límites.El paraíso corrompido acapulqueñoencontrará en Juan R. la voz que ocuparálos espacios del silencio.

Entre Tom Mix y elayuntamiento rojo

Los testimoniantes ayudados por loshistoriadores no han podido ponerse deacuerdo en qué película se exhibía, nisiquiera se han puesto de acuerdo enquiénes eran los actores estelares; unosatribuyen el lleno que había en el cineSalón Rojo aquella noche de enero de1919 al amor de los costeños por elvaquero Tom Mix, los otros dan a EddyPolo el poder de reclamo. Todoscoinciden en que aprovechando elintermedio, Escudero, que se había

sentado en una platea, se puso en piesorpresivamente y arengó a lospresentes, llamándolos a organizarsecontra los explotadores gachupines. Parala mala suerte de Juan, los propietariosdel cine Salón Rojo eran los gachupinesMaximino y Luciano San Millán, quesintiéndose aludidos llamaron a lasfuerzas del orden. Mientras tanto, laconcurrencia aplaudía al orador que,calientes los ánimos, había llamado a laorganización de un partido político delos trabajadores.

Un primer retrato del personaje,surgido de las descripciones decontemporáneos y la única fotografía

que conozco de Juan, lo muestra comoun hombre alto para la mediaacapulqueña: un metro ochenta; bigotepoblado de guías largas, grandespatillas, pelo rizado, de un color de pielclaro amarillento a causa de unaafección palúdica y ojos brillantes, risafácil, plática más fácil aún surgiendo deuna voz metálica.

La intervención policíaca contraEscudero provocó que sus nuevospartidarios se lanzaran a protegerlo, y lafunción cinematográfica culminó enzafarrancho.

Parece ser que el mitincinematográfico fue uno de los recursos

de Juan R. Escudero en esta primeraetapa de su trabajo de organizaciónpopular, y que varias veces fue sacado aculatazos del Salón Rojo por soldadosdel cuartel vecino, que proporcionabanservilmente las autoridades militares alos dueños económicos de Acapulco.Orador sorpresivo y sin audienciapropia en esta etapa, Escuderoaprovechó también un homenaje aBenito Juárez donde se había reunidobuena parte de la población para insistiren su proyecto organizativo.

En el clima de tremendas tensionesclasistas del puerto en 1919, la arengade Escudero tocó corazones, y el 7 de

febrero de ese mismo año nació elPartido Obrero de Acapulco (POA).

Juan reunió para su arriesgadapropuesta a un grupo de hombres que notenían miedo, o que tenían menos miedoque los demás, que todo lo habíanperdido o que no tenían miedo aperderlo: sus hermanos Francisco yFelipe; los herreros Santiago Solano ySergio Romero; el ebanista MucioTellechea; y su hermano José, empleado;los hermanos Diego, estibadores; IsmaelOtero, zapatero; el funcionario deljuzgado y poeta Lamberto Chávez; elempleado Pablo Riestra, los hermanosDorantes, Camerino Rosales,

Crescenciano Ventura, Martiniano Díaz,E. Londe Benítez, Julio Barrera y JuanPérez.

Como en todas las historias que hande trasladarse al mito popular, el lugarde la reunión inicial del Partido Obrerode Acapulco ha sido situado en mil yuna direcciones: se habla de la esquinade Galeana y Cinco de Mayo, o de lacalle de Rosendo Posada número tres;algunos precisan el número veintisietede la Calle Cinco de Mayo, donde poraquellos días vivía una novia y amantede Juan, Tacha Gómez.

La base social de la nuevaagrupación estaba formada por los

estibadores de la vieja Liga deTrabajadores a Bordo de los Barcos yTierra, que Escudero había formado en1913 y que revivía al impulso de laagitación; pequeños comerciantesasfixiados por el monopolio de las casascomerciales españolas como loshermanos Amadeo y BaldomeroVidales, cuyo padre había sidoarruinado por los gachupines y queapoyaron económicamente al POA;treinta y dos empleados de las casascomerciales que sentían que no existíaposibilidad de mejora y ascenso en unaestructura donde los mejores puestoseran invariablemente cubiertos por

españoles (que iban llegando al puerto,se convertían en hombres de confianzade sus paisanos, trabajaban como burrosy se iban con un capital), artesanosindependientes, empleados públicos decargos menores en la administración yalgunos pequeños propietariosagrícolas.

El programa inicial del POA recogíasus exigencias comunes y se manteníaprácticamente dentro de los límites de larecién promulgada y ya incumplidaConstitución de 1917 (tradición, la delincumplimiento por parte del gobierno,que habría de prolongarse al menosochenta años más, si el autor de esta

historia conserva su memoria):

1. Pedir un pago justo por la jornadade trabajo.

2. Defender los derechos humanos.3. Sanear las autoridades.4. Participar en las elecciones.5. Exigir la jornada de ocho horas de

trabajo.6. Propagar la educación.7. Conseguir tierras para los

campesinos.8. Hacer las gestiones convenientes

para que se abriera la carreteraMéxico-Acapulco.

9. Emprender una campaña enérgicacontra las enfermedades.

Un programa así permitía, a la larga,unir prácticamente a todas las fuerzassociales del puerto, a excepción de losdueños de las grandes casas comercialesy sus subordinados: las autoridadesciviles y militares de Acapulco. Juan R.Escudero fue nombrado presidente delpartido y se comenzó el trabajo deorganización.

Pocos meses más tarde nacíaRegeneración, un pequeño periódico dedos hojas (cuatro a veces) que circulabalos domingos (en los momentos detensión llegó a circular jueves ydomingos) y desde el cual se atacabanviolentamente los intereses de los

grandes comerciantes e incluso suspersonas. En una población que norebasaba los seis mil habitantes, losefectos de Regeneración se dejabansentir.

El periódico, que había tomado elnombre de su hermano mayor, el órganomagonista que Juan R. Escudero habíaconocido y admirado, se manufacturabaen una pequeña imprenta de segundamano comprada por noventa dólares enEstados Unidos, porque ninguna otraimprenta del puerto, en manos de losgrandes comerciantes, lo hubieraimpreso. Entre los lemas que aparecíanen su cabecera estaban: «Por la defensa

de los derechos del pueblo», «Contralos abusos», «Labor pro pueblo, laborpro patria», «Por la verdad y lajusticia», y costaba dos centavos (luegose editó con cuatro páginas y subió acinco centavos).

La fuerza de Regeneración estaba enla violencia de sus denuncias y en elfrondoso estilo con el que se hacían,donde sobraba espacio para el insulto,la mentada de madre, la amenaza y ladiatriba; pero su magia estaba en elequipo de colaboradores que Juan R.Escudero había encontrado, un grupo deniños, recién salidos de la primaria, quehacían que el semanario llegara hasta el

último rincón de Acapulco. AlejandroGómez Maganda, uno de esos niños,recuerda: «Entre los muchachos que conél colaborábamos, desde parar los tiposde imprenta para hacer el semanario,palanquear para su impresión, recibirgacetillas y vocearlo en las calles,estábamos: Jorge Joseph, GustavoCobos Camacho, Ventura Solís, Mariode la O, Juan Matadama y el autor. Elportero de la casa era un fiel huérfanollamado Cleofás».

Regeneración, pequeño en tamaño yformato, era sin embargo múltiple ygladiador. Descubría sucias maniobras,señalaba errores, marcaba a los

prevaricadores, a los apóstatas ytránsfugas. Reclamaba justicia; atacabaa los malos militares y a los políticosque subastaban su influencia; orientandoal pueblo para el trámite elemental desus asuntos, y al darle a conocer susderechos y obligaciones, rompía lainercia del conformismo suicida y loimpulsaba a ir a las casillas electorales,para después exigir de pie elcumplimiento del voto.

«Nosotros nos desbandábamos comoparvada incontenible, y sólo seescuchaba el vibrante pregón:¡Reeeegeneración a cinco centavos! Elpueblo nos arrancaba materialmente los

ejemplares de las manos y reía con laironía del maestro, se entristecía con susadversidades y exaltábase con su gritoimplacable de pelea: ¡Reeeegeneracióna cinco centavos!». Apoyándose en tresejes: el Partido Obrero de Acapulco, laLiga de Trabajadores a Bordo de losBarcos y Tierra, y Regeneración, elproyecto escuderista fue tomando poco apoco forma y se dieron los primeroschoques entre el organizado movimientopopular y sus explotadores. Escuderoinició una campaña contra Emilio Miaja,administrador de la fábrica textil ElTicui y jefe de B. Fernández yCompañía, por el mal trato que daba a

sus obreros. El despótico gerente llegóal extremo de arrojar ácido en la orilladel canal del que se surtía la fábricapara que no pudiera tomar agua de allíla gente del pueblo. La campaña surtióefecto y Antonio Fernández Quiroz, unode los dueños de la empresa, sustituyó aMiaja en la administración.

En el curso de 1919 Escuderoorganizó la huelga en la fábrica de jabónLa Especial, en las cercanías deAcapulco. Se luchaba por el aumentodel salario diario de setenta y cincocentavos a un peso veinticinco centavos.La huelga, en una empresa que erapropiedad de las casas, duró siete días

bajo enormes presiones. Las autoridadesmilitares intentaron una intervención. Larespuesta de los trabajadores fue:«Hagan lo que quieran, pero nadie semueve hasta el 1,25». Al final de lasemana los propietarios cedieron.

El partido iba ganando en fuerza yadhesión, y Escudero se multiplicaba.Llevaba en el bolsillo un ejemplar de laConstitución de 1917 y con élpredicaba. Con un estilo bíblico llevabala palabra de un lado a otro,interrumpiendo las tertulias,apareciéndose en las playas o a la salidade las barcas. Ahí se formaban grupos yse hacían amistades. El partido seguía

creciendo lentamente y la cuota deveinticinco centavos por miembro iballegando a las maltrechas arcas de laorganización. Fortalecida la baseurbana, Juan se dirigió al campo. Superegrinación lo llevó a recorrer acaballo ambas costas, llevandomensajes de denuncia y organización alos campesinos. Sus instrumentos eranlos rudimentarios procedimientoslegales de la época adquiridos en eljuzgado de Tehuantepec. Gratuitamenteasesoraba en demandas de propiedad dela tierra, derechos colectivos, juiciospor despidos arbitrarios. Su labor hizoque fuera detenido muchas veces

acusado de sedicioso, que se leimpusieran multas y que fueraamenazado de muerte varias veces. En1920, en el acto de conmemoración delPrimero de Mayo, el POA decidió entraren la lucha electoral y postuló aEscudero como candidato a presidentemunicipal.

Juan R. Escudero se resistió aaceptar la nominación porque no queríaque se pensara que había colaborado aorganizar el POA para utilizarlo deplataforma para su lanzamiento políticopersonal, pero fue presionado por elpartido que lo reconocía como dirigenteindiscutido y sabía que sólo él podía

recoger en votos el trabajo de denuncia,agitación y organización que se habíahecho en el último año. Tomás Béjar yÁngeles sustituyó a Escudero en lapresidencia del POA y S. Solano fueelegido vicepresidente.

El inicio de la campaña electoralcoincidió con el desarrollo a escalanacional de la revuelta de Agua Prieta,el último acto armado en la historia dela Revolución mexicana: el ajuste decuentas final entre las posicionescentristas de los barones militarescontra la derecha del presidenteCarranza, todo ello con el sector másradical desactivado tras la muerte de

Zapata y la derrota y aislamiento dePancho Villa. A través deRegeneración, Escudero tomó el partidode Obregón y los militares del nortecontra Carranza. Nuevamente la medidade la realidad la daba Acapulco: si losdueños de las casas eran carrancistas, elPOA sería lo contrario.

Tras el triunfo del obregonismo, elPOA se alió con el Partido LiberalConstitucionalista Costeño (filialguerrerense del PLC obregonista) yapoyó la nominación de Rodolfo Nericomo candidato a gobernador. Enretribución, el PLC nominó y apoyó aEscudero como candidato a diputado de

la legislatura guerrerense por el distritode Acapulco y a otro miembro del POA,Tomás Béjar y Ángeles, como suplente.Ese mismo día se realizó en Acapulcouna manifestación de apoyo a Neri (unex juez democrático que simpatizaba conel POA), quien saludó desde el balcónde su casa y anunció su programabásico: instrucción pública, reducciónde impuestos, fomentar la asociaciónobrera, dotación de ejidos para lospueblos y construcción de caminos.

Durante el mes de octubre el POAimpulsó las candidaturas de Neri yEscudero, e inició a través deRegeneración una campaña

antialcohólica y de divulgación de lasleyes agrarias.

La candidatura del POA progresaba,pero las elecciones importantes desde elpunto de vista del movimiento socialeran las de la presidencia municipal deAcapulco. Poco se podría hacer desdela legislación estatal. El combate entérminos electorales estaba en destruirla administración pro gachupina ycorrupta del puerto, punto de apoyo delas casas comerciales para sudominación.

Las elecciones celebradas endiciembre de 1920 estuvieron rodeadasde una gran tensión. La campaña del

POA había tocado a numerosostrabajadores que antes no participabanen la lucha electoral, hartos ydesentendidos del voto por las burlas ymanejos del poder local, que imponíasus candidatos a través de sucesivasfarsas electorales. El presidentemunicipal de Acapulco, CelestinoCastillo, trató de imponer al candidatode las casas comerciales, Juan H. Luz,que había sido anteriormente presidentemunicipal, a pesar de ser peruano, loque lo invalidaba para el cargo, y eraenemigo personal de Escudero. Pero elmilagro se produjo: los trabajadoresiban a las urnas y con cara de malos

augurios para el poder tradicional,votaban.

La junta computadora reunida en lacasa de Matías Flores enfrentó el hechode que los candidatos del POA habíantriunfado y trató de escamotear lavictoria (el alcalde era electoindirectamente por los regidoresnombrados por voto universal)movilizando a policías y soldados. Estoprovocó la respuesta popular paradefender su triunfo. En los pueblos delas cercanías, Texca, Palma Sola y LaProvidencia, los escuderistas habíanllevado al puerto centenares de cañas deazúcar, con las que el pueblo se enfrentó

a la presión de los militares.Organizados por el POA, losacapulqueños rodearon las casillas y ellugar donde estaba instalada la juntacomputadora y obligaron a que sereconociera la victoria del candidato dela oposición.

Pero el triunfo no era suficiente;entre el día de las elecciones y la tomadel poder por el nuevo ayuntamiento,maniobras y contramaniobras sedesataron entre los testaferros de lascasas comerciales y el POA. El 11 dediciembre Escudero estuvo a punto deser detenido porque el gobernador dictócontra él una orden de aprehensión. Juan

R. se amparo y evitó la detención, y elPOA se comunicó telegráficamente conObregón pidiendo garantías contra lasautoridades militares de la zona. En sutelegrama denunciaban a loscomerciantes gachupines como el poderde hecho detrás de los intentos de«atropello».

Obregón se limitó a transcribir eltelegrama al gobernador de Guerrero yal jefe de operaciones militares de lazona y contestó al POA que no erafacultad del gobierno central interveniren asuntos electorales de los municipios.

El 15 de diciembre el presidentemunicipal Celestino Castillo, aún en

funciones, telegrafió al presidenteObregón el siguiente texto: «Tiéneseconfirmado de que por costa Grandeeste Estado han desembarcado armas yparque, por más investigaciones que hehecho no he podido descubrir dóndeencuéntranse [...] Se relacionan conbolsheviqui Juan R. Escudero».

«Bolsheviqui» era la palabramaldita. En aquellos años, la prensaconservadora del D.F. asociaba eltérmino con la «conspiración roja»originada en la URSS, y bajo esenombre cabían comunistas, agitadoressindicales, anarquistas españoles orusos, militantes socialistas radicales,

desertores izquierdistas del ejércitoestadounidense...

Culturalmente, la palabra«bolsheviqui» abarcaba a lainformación. Se estrenaban películascomo La garra bolsheviqui, había unequipo de béisbol de los redactores deprensa capitalinos llamado La NovenaSoviet, y existía un periódico Obrerollamado El Soviet. «Bolsheviquis» eranlos comunistas del D.F., losanarcocomunistas de Veracruz quehabían organizado a las putas y a los sincasa, encabezados por Herón Proal, losmilitantes de las ligas de resistencia delPartido Socialista yucateco encabezado

por Carrillo Puerto; e incluso, paraalgunos periodistas desaforadamentereaccionarios, «bolsheviquis» eranmilitares constitucionalistas francamentemoderados como Calles, Múgica,Salvador Alvarado, Filiberto Villarrealy Adalberto Tejeda.

La maniobra era tan burda que elpropio Obregón contestó un día mástarde: «Enterado su mensaje de ayerrelativo armamento que sabedesembarca en ese puerto. Siendo eldeseo de este gobierno de renovar elarmamento del ejército, seríaconveniente que aumentaran losdesembarcos de armamentos y

municiones en nuestras costas».El mismo día 15 en que el presidente

municipal había telegrafiado a Obregón,una partida de militares había rodeado yregistrado la casa de Escudero sinencontrarlo y varios miembros del POAhabían sido detenidos.

El POA telegrafió nuevamente aObregón pidiendo garantías y señalandoque en caso de que se asesinara a Juanhabría un motín en Acapulco. Obregónnuevamente se desentendió del asuntorepitiendo que no era facultad suyaintervenir en problemas electorales. Enmedio de esta guerra telegráfica yhabiendo fracasado la maniobra de

involucrar a Escudero en un complotmilitar, el ayuntamiento acapulqueñotomó posesión el primero de enero de1921. Eran regidores Ismael Otero,Gregorio Salinas, Plácido Ríos,Emigdio García, Jesús Leyva y MaurilioSerrano.

Escudero fue nombrado presidentemunicipal. La bandera rojinegra delPOA ondeó frente al ayuntamiento esedía.

Política municipal y guerrade clases

A los pocos días de haber tomadoposesión, Juan volvió a chocarfrontalmente contra los intereses de loscomerciantes gachupines.

Según su versión, pasaba por lasobras que construía el gachupín PanchoGaleana y se acercó a preguntar a lostrabajadores qué horario tenían y cuántoganaban. Sin duda estaba desplegandoargumentos constitucionales sobrejornada máxima, cuando PanchoGaleana apareció por ahí (Escudero

había tenido un serio enfrentamiento conGaleana al que había acusado enRegeneración de secuestrar a una niña)y ni tardo ni perezoso sacó la pistola alver al «alcalde bolsheviqui»organizando a sus albañiles. No seatrevió a ir más allá, probablemente porla presencia de los obreros, pero acusóa Escudero de allanamiento de morada.Escudero se presentó en el juzgado,pidió un amparo y se enfrentó con eljuez Peniche que, sobornado por losgachupines, se negó a concederlo.Escudero lo obligó a tramitar lademanda aunque eso le llevó variashoras de agria discusión.

El 30 de enero el Coronel Novoadirigió un pelotón de soldados rifle enmano en una redada contra la casa deldirigente popular; afortunadamente nopudieron localizarlo. Juan R. estabaacostumbrándose a salir por la parte deatrás de su hogar a las horas másinsospechadas.

En esos días había tenido queinterponer un nuevo amparo para evitarque se le detuviera por órdenes delgobernador, y había acusado decalumnias a éste, al jefe de armasgeneral Figueroa y al juez RamónPeniche. En un telegrama a Obregón, queéste respondió nuevamente

desentendiéndose, Escudero los llamaba«servidores de los gachupines».

Mientras tanto, Juan R. iniciaba unagestión municipal sorprendente. Segúnpalabras de uno de sus más lúcidosbiógrafos, Mario Gil: «La comunaacapulqueña no existía en realidad;había sido hasta entonces un instrumentode dominio de los gachupines; no habíanormas ni bando de policía, ni policía(pues la que existía era un grupo armadoy pagado por los españoles); losimpuestos se fijaban caprichosamente;no había tesorería; los funcionarios delayuntamiento no percibían sueldos; enfin, era un verdadero caos organizado en

beneficio de los amos del puerto. Fijósueldos de cinco pesos a los regidores yde ocho al presidente municipal; nombrópolicía pagada por el ayuntamiento;designó a su hermano Felipe tesoreromunicipal, para lo cual exigió una fianzaque garantizara sus manejos (la fianza ladio el padre de Escudero). Redujo loscobros que se hacían en el mercado, eimpuso como impuesto máximo el deveinticinco centavos; creó las juntasmunicipales para evitar a los residentesde los pueblos el hacer viajes a lacabecera para tratar sus asuntos;emprendió una batida contra lainsalubridad; exigió que todos los

propietarios barrieran el frente de suscasas…».

De los cuatro pesos de sueldoquincenal de Juan R., dos correspondíana gastos de representación; nunca quisocobrarlos, argumentando que su posiciónpersonal le permitía prescindir delsobresueldo.

Estas actividades estuvieronreglamentadas por un Bando de Policíay Buen Gobierno que se centraba en tresproblemas: servicio de policía(prohibición de que los agentes tomaranalcohol bajo amenaza de expulsión,prohibición de que el comandante delcuerpo tuviera parientes en él, respeto a

la ciudadanía, no permitir que lospoderosos desacataran a la autoridad,obligación de que los agentes supieranleer); higiene municipal (obligaciónpara los propietarios de pintar suscasas, mantener limpios los frentes,recoger la basura, impedir que perros ymarranos anduvieran sueltos), ypromoción de formas de organizacióneconómica de defensa popular(cooperativas de producción y deconsumo, estímulos a talleres queprodujeran materiales baratos, gestionespara fundar colonias agrícolas). Almismo tiempo, el ayuntamiento seproponía atacar los dos problemas

básicos del municipio: la educación, encolaboración con el poder federal, y elaislamiento, a través del apoyo a laconstrucción de la carretera que losuniera con Chilpancingo y, así, con lacapital del país. Dos elementosresultaban claves para el desarrollo deesta política: la creación de un poderarmado por primera vez independiente,e incluso antagónico a los intereses delos grandes comerciantes gachupines,representado por la policía, y elcontinuo trato cotidiano del alcalde conla gente del pueblo.

Juan R. tenía por costumbre recorrertodos los días las colonias populares

discutiendo con los vecinos, haciéndolesrecomendaciones, promoviendo laorganización o la higiene, explicando lasmedidas adoptadas por el municipio yaplicando la ley en términos humanos eigualitarios.

Es muy conocida la anécdota de que,cuando un perro mordió a la ancianaBuenaga, Juan hizo detener a su propiopadre, dueño del animal, y además deobligarlo a cubrir los costos de lacuración, le hizo pagar una multa de cienpesos, manteniendo encarcelado al viejohasta que la multa se cubrió.Curiosamente la anécdota tiene unasegunda versión, en la cual la multa a su

padre fue de cincuenta pesos y fueaplicada por acumular desperdicios decoco frente a la puerta de su casa. Elcaso es que el viejo Escudero sufrió lasvocaciones igualitarias de su hijo, y elrumor entre la población de que Juanharía cumplir la ley más allá de laspersonas se estableció.

Las elecciones para el congresolocal representaron un nuevo punto deapoyo para la política y el poder delPartido Obrero de Acapulco; tantoEscudero como Béjar triunfaron en laselecciones para diputados y Rodolfo E.Neri fue electo gobernador de Guerreroel primero de abril de 1921.

Sin embargo, esta nueva victoria nodetuvo la ofensiva de los comerciantes ysus aliados: las autoridades militares. Elmismo día en que Neri tomaba en susmanos el gobierno del estado, el mayorNicandro Villaseñor, jefe accidental delas fuerzas militares del puerto, acusabaa Escudero de haberse presentado en eljuzgado al frente de veinticinco hombresarmados para devolver la afrenta que lehabían hecho los jueces, y señalaba quela administración de Escudero vivía enel «abuso de la autoridad». Escuderotelegrafió a Obregón diciendo que erauna nueva calumnia, y que detrás de laacción de Villaseñor estaban los

hermanos españoles Iris, pero de nadasirvió. El día 2 de abril el presidente dela República telegrafió al mayorVillaseñor lo siguiente: «Sírvase ustednotificar al presidente municipal, que sicontinúa violando preceptos legales einvadiendo facultades nocorrespóndenle, tendrá que intervenirjusticia federal, para hacer respetarderechos tanto de extranjeros comodemás autoridades, y que ya consígnaseatentado cometido en oficina juzgadodistrito al procurador general justicia dela nación».

El origen de esta pequeña guerra depapel se hallaba en un encuentro que

tuvo su desenlace verbal violento entreEscudero y el juez, cuando éste amenazóal presidente municipal con una pistolaacusándolo de haberlo insultado enRegeneración y Juan R. tuvo queescaparse del juzgado, de acuerdo a suscostumbres, saltando por una ventana.En un telegrama del día 3, el propioEscudero explicaba a Neri que detrásdel asunto estaba el gachupín Butrón,cuyos intereses estaban siendo afectadospor la administración socialista delpuerto.

Tratando de obtener el apoyo delgobierno regional, el POA dirigió untelegrama a Neri, pidiendo un juez

especial para que se hiciera cargo delasunto. El día 3 de abril insistieroncelebrando una manifestación de apoyoa Escudero y Neri, en la queparticiparon trescientas personas.

Dos días más tarde, el jefe de laguarnición, emborrachado por loscomerciantes gachupines, detuvominutos antes de las dos de la mañana aJuan R.; varios miembros del POA quefueron a preguntar por qué se le habíadetenido también fueron encarcelados.El puerto se movilizó ante el temor deque fueran a matar al alcalde.Nuevamente se telegrafió al presidenteObregón, y éste contestó que la

detención se debía a órdenes del juez dedistrito y que él no se inmiscuía.

Mientras tanto, Escudero fuesustituido por Tomás Béjar y Ángeles,que mantenía una actitud ambigua antelas presiones, tratando de deslindarsedel radicalismo de Juan. Solano tomó ladefensa del dirigente, señalando que«como miembros de esta corporaciónestán obligados a defender no al c. JuanR. Escudero sino al c. presidentemunicipal que ha sufrido vejaciones sinlímite, y al no tomar medidasespecíficas se hacen cómplices delatropello iniciado y los que se sucedan,de los que el pueblo tomará estrecha

cuenta a sus representantes».Escudero fue liberado meses más

tarde (julio de 1921), gracias a unamparo. Arsenio Leyva sustituyó a Béjaren la alcaldía, y Escudero pasó a laSecretaría del POA.

Durante su estancia en la cárcel, unabuena noticia sacudió al puerto. Al finlas autoridades del centro habíandecidido iniciar las obras deconstrucción de la carreteraChilpancingo-Acapulco. Por iniciativapresidencial se otorgaba un crédito desetenta y cinco mil pesos para larealización de la obra.

Al salir de la prisión, Juan trató de

ganarse la vida montando un cine yteatro popular, donde cobraría entradasde veinticinco y cincuenta centavos a losespectadores, y para ello pidió permisopara usar la parte delantera del palaciomunicipal. Nunca podría llevar a cabosu proyecto.

A mediados del mes un par de ricosgachupines, los hermanos Jesús yEnrique Nebreda, dueños de las tierrasde la orilla del río Papagayo, fueronmuertos junto con L. Quezada yVenustiano Suástegui por las balas deuna familia campesina. El conflicto teníanegros antecedentes: las violaciones dedoncellas campesinas por parte de los

asesinados, motivo por el que tenían unjuicio pendiente, el robo de ganado delos pequeños propietarios de la zona porlos Nebreda, que lo vendían a las casasAlzuyeta y Fernández Hnos., y elasesinato de catorce campesinos por elgeneral Martínez, instigado por loshermanos gachupines. Juan habíaformulado las demandas contra losNebreda apoyando a los campesinos dela familia Guatemala (Florencio,Carmelo y Francisco), que ante laausencia de justicia terminaron matandoa tiros a los españoles.

El 28 de julio la colonia españolapublicó una carta en el periódico más

importante de la capital, El Universal, yel diario se hizo eco al día siguiente enun editorial, acusando a Juan de instigarel asesinato y de haber disparado unrevólver y haber gritado «mueran losgachupines» en un acto público.

Escudero se defendió de los cargosdiciendo que eran absolutamente falsos,pero las presiones continuaron. El 5 deagosto, El Universal publicó una cartadel gobernador Neri en la que decía quela muerte de los Nebreda se debía a susbárbaros actos contra la población, peroal mismo tiempo señalaba que Escuderono era desde hace meses presidentemunicipal y que el gobierno del estado

no se hacía solidario con su actuación.Enfrentados a Obregón y sin el

apoyo de Neri, el POA y Escudero seencontraban dependiendoexclusivamente de sus propias fuerzas.

Durante los meses de julio y agostoel ayuntamiento escuderista fuebombardeado por demandas judiciales,en particular dirigidas contra el jefe depolicía Francisco Escudero y actos de lacorporación. Incluso se dictó orden deaprehensión contra la nueva compañerade Juan, Josefa Añorve. Detrás de estasacciones estaban Uruñuela, Sutter,González y los gachupinistas al serviciode las casas.

El 6 de agosto, Villaseñor trató dedetener nuevamente a Escudero, peroéste, avisado por sus amigos entelégrafos de la orden enviada por elpropio Obregón, se amparó nuevamente.Entre el 8 y el 11 de agosto otra guerrade telegramas se desarrolló, teniendocomo destinatarios a Obregón, al propioEscudero y al mayor Villaseñor. Losempleados de telégrafos, que habíanavisado al líder acapulqueño, fueroncesados por orden presidencial, yObregón presionó para que el juez quehabía dado el amparo lo retirara; peroéste se mantuvo firme. Juan, para romperla situación que se había creado, citó al

ayuntamiento y pidió una nueva licencia;tras este acto se fue a meter a la cárcel ala espera del juicio que aclarara lasituación de una buena vez.

Pero no se entregó atado de manos;se llevó con él la pequeña imprenta enla que se producía Regeneración ysiguió haciendo el periódico desde lacelda, utilizando la propaganda paragolpear a sus enemigos y para llamar ala organización popular. Los pocosestudios que se han hecho sobreEscudero, han recogido la versión deque existía una íntima alianza entre elsocialismo local y la administraciónobregonista, en particular con el

gobernador Neri. De los hechosrelatados, se muestra claramente que talalianza nunca pasó de ser un apoyotáctico por parte del POA alobregonismo; en la medida en que lavictoria de éste golpeaba, aunque fueramínimamente, a una parte de losenemigos del movimiento acapulqueño:a los militares y los administradorespúblicos. Queda claro también que esteapoyo del POA no se tradujo en el favorde Obregón o del gobernador deGuerrero, que no sólo se deslindaron dela política de Escudero sino que inclusola agredieron apoyando (en el caso deObregón al menos) a militares y jueces

vendidos a los grandes comerciantes delpuerto.

Quizá estos elementos pesaban en lacabeza de Escudero, que una vez huboabandonado la cárcel, absuelto deljuicio que lo había obligado aencerrarse, puso un mayor empeño enlas medidas de organización económicadel pueblo al reincorporarse alayuntamiento de Acapulco.

En los últimos meses de 1921,además de sacar un nuevo periódico, ElMañana Rojo, montó en el palaciomunicipal un pequeño taller parafabricar bolsas de papel y canastas,organizó la cooperativa de pescadores,

con lo cual golpeó duramente almonopolio comercial en la venta deaperos que tenían los gachupines, montóla Casa del Pueblo, una cooperativa deconsumo que además comprabadirectamente a los campesinos losproductos de la tierra, inició unacampaña contra el analfabetismo yorganizó un comité para fundar unacolonia agrícola que pidió laexpropiación de las haciendas «ElMirador» y «La Testadura», propiedadde los comerciantes españoles.

El POA creció en esos meses yparecía que la campaña de organizaciónde la economía popular dañaba

seriamente los intereses de las casascomerciales.

En el primer año de la presidenciamunicipal, el escuderismo descubrió queel control del ayuntamiento no le ofrecíaimpunidad frente a los ataquesenemigos. Por el contrario, apoyándoseen militares y jueces venales, losgachupines lograron meter entre rejaspor tres meses a Juan R., lo obligaron endos ocasiones a pedir licencias delcargo y lo aislaron de sus posiblespuntos de apoyo en los gobiernosfederal y estatal. En cambio, el podermunicipal llevado a las calles porEscudero y la realización del programa

económico hicieron del POA, elayuntamiento y el pueblo llano deAcapulco un solo movimiento.

Ése fue el motivo de que, en laselecciones para el ayuntamiento del 5 dediciembre, una candidatura del POAencabezada por Ismael Otero ganara laselecciones por un margen abrumador.Escudero esta vez no había formadoparte del grupo de regidores de lacandidatura triunfante, y no se incorporóal ayuntamiento, aunque sí lo hicieronsus dos hermanos, convertidos entesorero municipal y jefe de policía.

Los gachupinistas trataron delegalizar un ayuntamiento fantasma

encabezado por Miguel P. Barrera yapoyado por el eterno Juan Luz desde elministerio público federal, pero lamaniobra cayó por su propio peso.

Las tensiones crecían, los rumoreshablaban de que las cosas se resolveríancon las armas en la mano. Escuderoparecía esperarlo. Gil narra que elcomerciante libanés Saad, enfrentado alos gachupines, trató de hacerle variosregalos, que Juan rechazó, aceptando tansólo una carabina 30-30 diciendo: «Conestas armas acabaremos con loscapitalistas».

La primera muerte de Juan

A la cabeza de Escudero le pusieronprecio. Los comerciantes reunieron lafantástica cantidad de dieciocho milpesos y los ofrecieron al que seatreviera a matarlo. Protegido por elrumor, Juan R. mudó su vivienda alpalacio municipal y en torno a él seestableció una estrecha vigilancia.

A principios de marzo de 1922,Cirilo Lobato, inspector del rastro ymiembro del POA, realizó undescubrimiento que había de serdecisivo en el desencadenamiento de lacrisis: Ismael Otero, uno de los hombres

de confianza de Juan R., y presidentemunicipal acapulqueño, en complicidadcon el carnicero José Osorio, evadía losimpuestos municipales permitiendo quepor cada res que se sacrificaba conpermiso, otra lo fuera clandestinamente.Tres regidores más, corrompidos por eldinero que ofrecían los comerciantes, sepasaron del lado de Otero: IgnacioAbarca, Plácido Ríos y Emigdio García.Dos veces salieron a relucir las pistolasy en las dos ocasiones, Josefina Añorve,una costeña de diecisiete años, amantede Juan y «con muchos ovarios, tiró depistola primero» y disuadió a losagresores Otero y Rebolledo.

Bajo presión de Juan, elayuntamiento escuderista hizo renunciara Otero el día 7 y Manuel Solano fuenombrado presidente municipal.

El 10 de marzo, Escudero presentóuna comparecencia ante el ayuntamientoexigiendo la detención de Otero porsacrificar ganado ilegal. El acusadonuevamente trató de matarlo, pero laintervención oportuna del policíaSevero Isidro lo impidió.

La tormentosa sesión culminó a lasnueve de la noche. A esa hora, loscuatro traidores se fueron a conferenciarcon el mayor Juan S. Flores, que estabacon los gachupines Pascual Aránaga,

Marcelino Miaja, José Jordá y ObdulioFernández. Ahí se fraguó un plan paraacabar con el ayuntamiento socialista ymatar a Juan Escudero.

A las dos de la mañana, tras unosdisparos hechos por el grupo de Oterocontra el resguardo marítimo desde lasafueras del ayuntamiento, y que habríande servir como señal y provocación, elmayor Flores, con doscientos soldados,«haciendo derroche de disparos alviento», avanzó sobre el palaciomunicipal. Juan R. trató de defenderseacompañado por siete policías armadoscon fusiles. Durante algunos minutos lossitiados resistieron el ataque de los

militares a los que se habían sumadovarios marinos y el grupo de traidoresencabezados por Otero. Juan disparabauna pistola automática desde una de lasventanas. Los presos pidieron armaspara colaborar en la defensa delayuntamiento, pero Juan esperaba que eltiroteo alertara a los miembros del POAen todo Acapulco y que éstos vinieran aapoyarlo y se negó a entregarlas; losacontecimientos se sucedieron con granrapidez. El mayor Flores, con dos latasde diecisiete litros de gasolina, que lehabía proporcionado el administradorde la aduana Juan Izábal Mendizábal,incendió las puertas del palacio

municipal. Los policías, comandadospor Pablo Riestra, pidieron a Escuderoque tratara de huir, puesto que era a él aquien querían matar, mientras que ellosintentaban una última resistencia. Juantrató de saltar una barda que daba a lapanadería de Sofía Yevale, pero unbalazo lo alcanzó rompiéndole el brazoderecho y penetrando entre las costillas.

Mientras tanto, los asaltantes habíantomado el ayuntamiento y golpeaban apolicías y presos para que dijeran dóndeestaba Juan, quien arrastrándose habíallegado hasta el cuarto que usaba dedormitorio. Allí, con la ayuda deJosefina Añorve y Gustavo Cobos

Camacho, intentó una última resistenciaponiendo un armario contra la puerta.

Inútil. El mayor Flores, siguiendolos rastros de sangre, llegó hasta elcuarto y los soldados derribaron lapuerta. Flores entró y, contemplando aEscudero tendido en el suelo, dicen queexclamó: «¡Vamos a ver si de verdadestás muerto!», y golpeó el brazo rotodel herido contra unos ladrillos.Chepina Añorve trató de intervenir, peroel mayor apuntó su pistola a la cabezade Escudero y disparó el tiro de gracia.

Resurrección

El mayor Flores tomó prisioneros alos policías municipales y abandonó elpalacio en llamas para rendir su informea los gachupines, dejando atrás lo quepensaba era el cadáver de Juan R.Escudero.

Poco a poco, miembros del POAarmados llegaron al ayuntamiento quehabían abandonado los soldados. Juntocon ellos apareció el juez Peniche, conel que Juan tantas veces se habíaenfrentado. El alcalde rojo aúnrespiraba. El juez y Josefina Añorvellevaron a Juan al hospital civil, donde

José Gómez Arroyo y el vicecónsulnorteamericano Harry Pangburn, que notenía título, pero sí ampliosconocimientos de medicina, lo operaron.Tuvieron que amputarle el brazoderecho; la herida en la cabeza era muygrave, pero las consejas popularesrecogen: «Fue tanto el miedo del dichomayor, que aunque le arrimó la pistolaen la cabeza, que únicamente fue unrozón, pero que sí le penetró algo, peroque cuando le amputaron el brazoquebrado, también le sacaron unacucharilla de sesos ahumados».

Milagrosamente, el herido resistió laoperación y tras varios días en coma

comenzó a reponerse. El balazo habíaafectado una parte del cerebro, y Juanquedaría permanentemente paralizadodel lado izquierdo del cuerpo; no podríahablar correctamente, no podría caminarni escribir. Pero estaba vivo.

Para justificar la acción del mayorFlores, se fabricó la versión de queEscudero y sus hombres habíanintentado levantarse en armas contra elgobierno. Esta versión transmitida en elinforme del mayor fue recogida ypopularizada por El Suriano, periódicode los gachupines dirigido por José O.Muñúzuri. Pero en un telegrama aObregón, días más tarde, el gobernador

Neri, que se había trasladado al puerto,señalaba que el ministerio público teníauna versión contradictoria a la del jefemilitar, y afirmaba que había ordenadoque se abriera una investigación.

Del clima imperante en el puerto enaquellos días, rinde buen testimonio unacarta del agrarista Francisco A. Camposdirigida al presidente Obregón: «Envísperas de alterarse el orden enAcapulco. Pueblo obrero contenido conla esperanza de que se le hará justicia.Persuadidos de lo contrario no alcanzarála guarnición pa´ que empiecen loscosteños de Guerrero. No quedará unespañol vivo ni un comercio que no sea

saqueado e incendiado, ni una señoritaque no sea violada […] El costeño en sutierra tiene mucho de bárbaro: es buenamigo e implacable enemigo. Todopodrá evitarse con que la guarniciónfederal que es enemiga del POA seasustituida».

El hospital estaba rodeado pormiembros del POA armados y laguarnición estaba acuartelada. En lascasas de algunos comerciantesgachupines se dieron fiestas paracelebrar la desaparición de Escudero.Los dirigentes del POA frenaron lavoluntad popular de venganza. Juan sereponía lentamente.

Al día siguiente del atentado se creóun ayuntamiento espurio del que IsmaelOtero formaba parte y que tenía comopresidente municipal a Ignacio S.Abarca, el cual pidió la detención de lospolicías «por haber resistido a fuerzasdel gobierno» e informó al gobernadorde la «detención» de Juan R. Escudero ySantiago Solano. El golpe de Estado nooperó, y tres días después, el 14, elayuntamiento volvía a manos del POAcon Manuel Solano como presidentemunicipal.

Felipe Escudero se hizo cargo deRegeneración, que volvió a salir a finesde marzo. Juan regresó a su casa a vivir

una larga convalecencia. El POAresurgió. El ayuntamiento de Acapulco,aunque las puertas estuvieran quemadas,seguía en sus manos a través de unajunta de administración civil y conFelipe Escudero como alcalde. Lainvestigación del gobernador inmovilizótemporalmente al mayor Flores.

No había pasado un mes de ocurridoel atentado cuando, el 9 de abril,Regeneración denunciaba los manejoscombinados del gachupín Sierra con eljefe militar del distrito de Galeanacontra los agraristas que se habíanorganizado en la zona, y arremetíacontra el candidato a diputado Manuel

López, por estar coludido con loshermanos Fernández, los propietariosmás grandes de la zona.

A principios de mayo, el POAimpulsado por Solano y FelipeEscudero, el hermano de Juan, lanzabacomo candidato a diputado propietariopor el segundo distrito a MartinianoDíaz, y como suplente a FranciscoEscudero, el tercer hermano de Juan, enlas elecciones para el congreso federal.El 9 de mayo Juan volvía a escribir enRegeneración, menos de dos mesesdespués de su primera muerte.

El combate del 11 de marzo habíacausado más bajas que la de Juan R. en

las filas del POA: Tomás Béjar yÁngeles había desertado, vendiéndose aloro de los gachupines y pasando aescribir en las columnas de El Suriano,pero las ausencias se cubríansobradamente con la afluencia de nuevosmiembros que acudían ante el reclamode la persistencia del POA y el «milagroEscudero».

Juan, utilizando a Alejandro GómezMaganda como secretario, dictaba losartículos desde un sillón dondeconvalecía. El muchacho, recién salidode la primaria, tecleaba furiosamente enuna vieja Oliver, y de vez en cuandolevantaba la cabeza para ver a un Juan

«vigilante y optimista desde su sillón deinválido. Pulcro como de costumbre,con bigotera de mañana y el trágicomuñón que en ocasiones me apoyaba enla cabeza tropical y desmelenada».

Con dinero de la familia, Juan fundóuna tienda, El Sindicato, donde atendía atrabajadores y amigos y proporcionabaalimentos fiados a los obreros en huelga.Auxiliado por Josefina Añorve y por suempistolada secretaria Anita Bello, asícomo por una legión de adolescentes,para los que era el héroe inolvidable,volvió a tomar el control deRegeneración y aceptó la postulacióncomo candidato suplente al congreso

nacional por el primer distrito deAcapulco, llevando como compañero defórmula a su hermano Francisco (queestaba postulado como titular por elsegundo distrito).

Mientras tanto, el congreso local deGuerrero, en manos de representantes delos latifundistas, había anulado laselecciones de enero de 1922 y pedía alayuntamiento pro gachupín del año 20que convocara nuevas elecciones.Felipe Escudero, en nombre delayuntamiento del POA, protestaba anteel gobierno federal y la prensa de lacapital.

Se nombró una comisión

interventora y el ayuntamientoescuderista se mantuvo en una soluciónconciliadora, pero sin ser reconocidopor la aduana marítima ni los militares.Mientras Regeneración volvía a salirregularmente y Juan se hacía cargo denuevo del periódico, el dirigenteacapulqueño reorganizó su economíapersonal montando una pequeñaacademia comercial donde daba clasesde mecanografía. En una convocatoriadonde exponía el contenido del curso,que costaba completo diez pesos, JuanR. dejaba sentir que enseñarmecanografía a otros era una manera derecuperar sus brazos (el derecho,

amputado, y el izquierdo, paralizado).El POA, a pesar del renacer de sus

actividades, se encontraba en unimpasse en el que no podía desarrollarsus mejores fuerzas. Derrotado en elterreno de los fusiles, incapaz dequebrar el monopolio gachupín en elcomercio, limitado a una políticamunicipal «controlada» por laintervención, había ido desplazando (yadesde el año anterior) su lucha hacia ladestrucción de los latifundios y elreparto agrario. Pero tampoco ahí larelación de fuerzas le era favorable ytenía que replegarse en los vericuetosburocráticos de una legalidad que

funcionaba en cámara lenta, cuandofuncionaba. En un artículo anónimo enRegeneración, posiblemente escrito porJuan, se hacía un llamado a la paciencia,pidiendo que «no se haga caso a losgachupinistas que dicen que van arecibir a balazos a los que quierentierras».

En estas condiciones, las eleccionesfederales del 5 de julio de 1922 paradiputados y senadores permitieron alPOA volver a movilizarse. Con lasfórmulas combinadas de los Escudero yMiguel Ortega como candidatos,desplegaron una amplia campaña en lacosta guerrerense. La posición de los

latifundistas y grandes comerciantes ysus aliados fue de repliegue. Ante laimposibilidad de ofrecer una oposiciónen el primer distrito, trataron deboicotear. En algunos casos no abrieronlas mesas que tenían a su cargo, niintentaron poner mesas electorales porsu cuenta como acostumbraban; el progachupinista Butrón ni siquiera sepresentó. En otros casos trataron dehacer algunas maniobras muy burdas,como la ocurrida en la tercera mesa deAcapulco, donde los gachupinistasSabás Múgica y Ramón Córdoba lacerraron antes de abrirla y levantaron unacta diciendo que nadie se había

presentado a votar.El POA realizó grandes

movilizaciones en Acapulco, Coyuca,Tecpan y Atoyac. En Tecpan organizóuna manifestación de trescientoscampesinos con las banderas rojinegrasdel partido al frente.

Abundaron las provocaciones.Muñúzuri, el editor de El Suriano,disparó con una pistola al dentistaGonzález Sánchez; el carro de unprominente comerciante gachupín fueapedreado por niños de Acapulco, y enTecpan los gachupinistas que apoyabana Pino y Valverde, hombres de paja dellatifundista hispano Garay, dispararon

tiros al aire para intimidar a losvotantes.

En Coyuca de Benítez trataron dearrastrar a los votantes con una banda demúsica, pero los que siguieron a labanda buscando la parranda luegovotaban contra ellos. En otros casos,enmascararon a sus candidatos Pino yAlfonso Uruñuela, haciéndolos pasarpor agraristas presentándolos conemblemas del Partido NacionalAgrarista. En el primer distrito lasmaniobras fracasaron y Juan R. y suhermano resultaron electos diputados,titular y suplente.

El partido se había consolidado en

los poblados de la costa y el triunfoconfirmó la línea electoral queRegeneración pregonaba: «Por fortunanuestro pueblo empieza a darse cuentade lo que es el derecho de votoconferido por la Constitución comomedio pacífico de nombrar a susrepresentantes».

Animados por el triunfo electoral,los miembros del POA reiniciaron suofensiva en el campo y el periódicocomenzó a publicar la Ley Agraria delestado para dar base legal a lasmovilizaciones.

De fines de julio a mediados deoctubre de 1922, no faltaron las

provocaciones en el puerto, y losenfrentamientos. Algunos de ellosresultaron chuscos, otros estuvieron apunto de trascender al terreno de latragedia. Todos ellos tuvieron en comúnel avance etílico en la sangre de los progachupinistas.

A fines de julio, mientras el POAcelebraba el triunfo electoral enAcapulco con un baile, el diputado LuisG. Martínez se presentó en el localmedianamente borracho. «Sea porque essabido que Martínez es un gachupinistao porque ha participado en la anulaciónde elecciones, o bien porque sobrabanhombres en el baile, se le dijo que no

había vacantes, dejando pasar sólo a susacompañantes. ¡Que le sirva deescarmiento!».

Un par de meses después, elborracho era el administrador deaduanas Juan B. Izábal, que despidió (enla cantina de los hermanos San Millándonde a veces instalaba su oficina) alcelador Bernáldez, después de arrojarlocontra una mesa de billar, todo porquehabía sido recomendado para el puestopor Tellechea, dirigente del POA. En laversión de Regeneración, Bernáldez seestaba sacudiendo la ropa tras habersido arrojado y tocó su pistola, lo cualfue suficiente para que se abalanzaran

sobre él, se la quitaran y lo detuvieranveinticuatro horas. En el mismo artículoIzábal era acusado por Escudero decontrabandista de pistolas, de «progachupín y de vago y huevón alcohólico,puesto que llega a las doce del día atrabajar y todavía a medias luces».

La tercera escena alcohólica laprotagonizó el eterno mayor Flores, quele echó los soldados encima a FelipeEscudero mientras se encontraba oyendouna serenata. Después de haber sidofuertemente golpeado, Felipe, que sehabía convertido en el indiscutiblesucesor de Juan en las calles del puerto,fue encerrado en los resguardos de la

aduana marítima. Juan B. Izábal, el jefede aduanas, comprado por el oro de losgrandes comerciantes, a los que servíahaciendo la vista gorda ante elcontrabando, se había convertido conFlores en el peor enemigo delescuderismo acapulqueño. Desde juliode 1922 retenía el 2 por ciento de losingresos de la aduana que por ley lecorrespondían al ayuntamiento. E.Lobato, actuando como presidentemunicipal, se quejó en octubreamargamente a Obregón en un telegrama,señalando que se buscaba estrangulareconómicamente al ayuntamiento.

Durante los últimos días de

noviembre se intercambiaron telegramasentre Lobato, Obregón y el ministro Dela Huerta (del que dependían lasaduanas), hasta que lzábal hizo explícitasu opinión en un telegrama a Obregón:«Considero a Juan y Felipe Escuderopeores enemigos del gobierno sin valorlevantarse en armas. Mismo opina jefede operaciones de ésta. Ayuntamientomanejan dichos individuos no tienepersonalidad por negación amparossuprema corte de justicia en 22Septiembre próximo pasado contra actoscongreso que desconócelos [...]Hermanos Escudero durante presenteaño pretextando temer por su vida han

pedido cuatro veces amparo contra actosde usted». El telegrama culminabapreguntando si debía hacer entrega delos fondos a Felipe Escudero, tesoreromunicipal.

Obregón se tomó un solo día pararesponder y ordenó a Izábal que noentregara los fondos.

En esos mismos días, el POA vuelvea triunfar en otra contienda electoral:Santiago Solano vence como candidatopropietario a diputado por el distritoelectoral de Acapulco al congreso local,y Juan R. Escudero, como suplente, conmás de 2.700 votos. Uno de loshermanos Vidales ganó, representando

al POA, la presidencia municipal deTecpan y el partido triunfó enTololapan, aunque un fraude organizadopor los caciques logró impedir quetomaran el poder.

Por fin, en la primera semana dediciembre se presentan las esperadaselecciones para restablecer unayuntamiento legal en Acapulco; JuanEscudero encabeza la lista de regidoresque propone el POA y asiste a los actosde su organización en silla de ruedas.Dicta sus discursos y hace que losmuchachos que lo acompañan losensayen frente a él, y luego lospronuncian en público ante su mirada

atenta.Extraña estampa bajo el sol de

invierno de Acapulco la de ese hombreparalizado del lado izquierdo, con elbrazo derecho amputado, sentado en unasilla de ruedas, con un adolescente allado, subido en un cajón, que habla porél, y a su espalda una joven costeña(Anita Bello) con una pistola automáticacalibre treinta y dos entre la falda y lablusa de encaje.

Extraña estampa, la del hombre queafirma cabeceando sus propias frases enboca de niños, que pronuncian, siemprebajo el estribillo de «Juan dice», undiscurso incendiario que promete el fin

de la injusticia en el paraísocorrompido.

Y Juan Escudero vuelve a ganar laselecciones para la presidenciamunicipal de Acapulco, derrotando alpro gachupín y traidor Martiniano Díaz.

El 7 de diciembre los militares salenpor las calles tratando de provocar a lostriunfadores. Pero la población les haceel vacío. El primer día del año 1923Escudero es nombrado presidentemunicipal. Levantando el muñónderecho y con unas frases ininteligiblesarrancadas a fuerza de emociones a lagarganta paralizada, Juan R. Escuderorinde la protesta como alcalde del

puerto. La sesión solemne se celebró alas once de la mañana en la propia casade Escudero que se convirtió en sala decabildo. El acta levantada registra: JuanR. no pudo firmar «por imposibilidadmomentánea».

En marzo de 1923 murió Francisco,padre de los Escudero, que había estadosometido a grandes tensiones a lo largode la azarosa carrera política de sushijos, presionado por sus paisanos, conlos que había tenido que romperrelaciones, y destrozado por el atentadocontra Juan y las múltiples amenazas demuerte que habían recibido Francisco yFelipe.

En los recuerdos de un viejoescuderista aparece la reseña deljuramento que Juan realizó en su mediavoz de lisiado ante la tumba de su padre:«Compañeros en la vida / compañerosen la muerte / las frases que hoy dirigemi garganta / son las frases que mi padreos vertiera / si en esta hora paranosotros santa / Dios a la vida lovolviera. / Herido el corazón nos dejacon orgullo en este suelo / dondecompartió la mitad de su vida / amandoa sus hijos / y al Dios de los cielos (eneso le dio como un vahído y nada másalcanzó a pronunciar: “Adiós, padrevenerable, / descansa en paz”, y cayó

desmayado por un ataque)».Juan R., muy afectado, tuvo que

dejar la presidencia municipal en manosde Cirilo Lobato y de Ernesto Herrera.El mayor Flores, por su parte,enfrentaba desde el inicio del año lainsurgencia campesina que se habíadesatado en la costa. El 18 de enerodesarmó a la policía de La Sabana yamenazó ir con las fuerzas de laguarnición sobre el palacio municipal deAcapulco. Cuatro días más tarde,Escudero telegrafiaba a su amigo AdolfoCienfuegos, que vivía en la capital,pidiéndole que tratara de intervenircerca del presidente de la República

para impedir una nueva agresión comola del 11 de marzo del año anterior.

Sin embargo, Flores no atacó elpalacio, sino que se desplazó hacia laszonas agrarias donde el POA tenía unanueva base de sustento. En palabras delagrarista Francisco Campos, Flores«comenzó a recoger armas y licenciasmunicipales de todos los campesinos dela región de Acapulco hasta la Unión deMontes de Oca, así como el parque queencontró. Una vez que había hecho larequisa de armas de los campesinos, seradicó en Tecpan de Galeana e,inventando un probable levantamiento,hizo prisionero en San Luis de la Loma

al señor presidente municipal deTecpan, don Amadeo Vidales […]; esteseñor es un comerciante honorable quepaga los mejores precios de ajonjolí, dealgodón y lo odian los españoles porquedicen que les ha ido a descomponer elnegocio. Dada esta explicación queda demanifiesto que el mayor Flores estápuesto en esa región para salvaguardarlos intereses españoles, pues hizo uncargo de rebelión al señor Vidales».

Flores prosiguió con sus correríasen la zona, y el 10 de marzo,acompañado de las guardias blancas delos caciques, asesinó a Lucio de losSantos Vargas, presidente del Comité

Agrarista de San Luis de la Lomadiciéndole: «¡Ten tu tierra, hijo de lachingada!», cuando pedía que no loacabara de matar. Flores actuaba endefensa de los intereses del latifundistaespañol Ramón Sierra Pando.

En el puerto, Regeneración estabasometido al acoso de multitud deperiódicos financiados por loscomerciantes gachupines. Desde laspáginas de El Suriano, dirigido porMuñúzuri; El pueblo, dirigido por H.Luz; El Rapé de Reginaldo Sutter; ElLiberal de Carlos Adame, y El Fragorde Domingo González, se bombardeabaa la administración municipal

acapulqueña y se hacían elogios a las«fuerzas vivas» de la región que habían«levantado Acapulco de la miseria».Entre las calumnias más repetidas estabala de señalar a los Escudero comopromotores de una rebelión militar enproceso de organización.

Conforme el año avanzaba, lastensiones crecían. Felipe y FranciscoEscudero esperaban en cualquiermomento que se produjera un atentadocontra alguno de ellos. Felipe, comotesorero municipal, se veía obligado arecorrer las calles del puerto, y lomismo le sucedía a Francisco, quetrabajaba en el despacho de recaudación

de rentas del distrito. Gómez Magandarecuerda: «En los últimos meses de1923, ambos recorrían el diario caminoarmados de pistolas y en la diestra unrifle calibre cuarenta y cuatro. Algunasveces, cuando Felipe iba a diligenciaruna solicitud de amparo al juzgado dedistrito, me encargaba durante esetiempo su carabina, diciéndome: “Si losenemigos vienen en plan de ataque,¡dispara! si no sientes miedo; pero encaso contrario, corre a donde estoy yentrégame el arma”».

Las provocaciones de los militareseran frecuentes. El 29 de agosto hacialas nueve de la noche, el subteniente

Castellblanch y el cabo Linares habíangolpeado y amenazado de muerte a dosmiembros del POA en el jardín Álvarez.Cuando un día más tarde el ayuntamientolos multó por estos hechos sepresentaron junto con la pandilla deOtero y estuvo a punto de armarse en elpalacio municipal un tremendozafarrancho.

Así llegó el 16 de septiembre, fechaen la que, so pretexto de la celebraciónde las fiestas patrias, Juan R. lanzabaincendiarios discursos contra el régimencolonial español aún viviente enAcapulco. El año anterior, a pesar delreciente atentado había «hablado por

boca de sus ayudantes» en un acto en elque por primera vez la comuna deAcapulco celebró las fiestas patrias sinrecibir ningún tipo de subvenciones decomerciantes. Este año era especial, yEscudero, apoyándose en su «voz»(Alejandro Gómez Maganda), lanzó undiscurso más fogoso aún que los decostumbre. Si la tensión era tremenda enel puerto, en las zonas agrarias no lo eramenos. El vicecónsul norteamericanoinformaba a Washington: «Correnrumores de que un levantamientoantiagrarista está por estallar en la costaGrande con centro en Atoyac».

El 10 de noviembre el mayor Flores,

en complicidad con el alcalde deAtoyac, había asesinado al líderagrarista Manuel Téllez, y para encubrirsu acto acusaba a Escudero ante elgobierno de estar promoviendoguerrillas armadas en la zona.

Iniciándose el mes de diciembre, losacontecimientos nacionales comenzarona eslabonarse para crear el marco en elque se produciría la tragedia deAcapulco. El día primero el generalFigueroa se levantó en Guerrerosupuestamente enfrentando algobernador Neri y no al gobiernocentral, pero actuando en realidad comopunta de lanza de un alzamiento de

generales que llevaban como bandera alcandidato a la presidencia Adolfo de laHuerta. Pocos días después siguió elgeneral Guadalupe Sánchez en Veracruz.El día 5 de diciembre, Juan R. escribióal coronel Crispín Sámano, jefe de laguarnición de Acapulco, y envió unacopia de la carta al gobierno federal. Enla misiva, informaba al militar que sabíaque los hermanos Osorio estabanarmados y rondaban el ayuntamiento yque pensaba que el traidor Ismael Oteropodía provocar un motín que sirviera depretexto para enfrentar al POA con losmilitares. Sámano ignoró la carta; pues,además de estar comprometido con la

futura rebelión, tenía nexos con loscomerciantes gachupines del puerto quepedían la cabeza de Juan R. Escudero.

La segunda muerte de JuanR. Escudero

En los primeros días del mes, losescuderistas, siguiendo la política quehabía trazado Juan R. en la carta aSámano, pidieron rifles a los militaresdel puerto para defender al gobiernoante la rebelión delahuertista. JulioDiego fue representante del POA en laentrevista en que se pidieron trescientascarabinas y abundantes municiones. Elgobernador había aprobado esta entregade armas, pero el coronel CrispínSámano se negó a la petición y tratando

de encubrir sus intenciones dijo que nolas entregaría porque serían usadascontra el propio gobierno.

El choque tenía que producirse.Poco importaba el contexto nacional, alo sumo telón de fondo delenfrentamiento clasista que se producíaen Acapulco y las regiones aledañas. Sia escala nacional se trataba de ventilarla sucesión presidencial y en torno aAdolfo de la Huerta se levantaban enarmas los militares postergados oenfrentados al obregonismo, a escalacosteña lo que se jugaba era elpredominio del POA y el agrarismocontra las casas comerciales y el

latifundismo, dueños del aparato militarde la región. Fueron los endebles nexosdel escuderismo con el poder central, ysu apoyo electoral a la campaña deCalles para la presidencia, expresado enRegeneración, más que el delahuertismode los militares de Acapulco, lo queempujó a éstos a la rebelión, y desdeluego, detrás de esta acción, estaba eloro de los comerciantes gachupines,refulgente guía de la ideología de losmilitares Crispín Sámano y Juan Flores.

Aun así, los militares dudaron antesde volcarse explícitamente en ellevantamiento. Quizá a través delcontrol del telégrafo pudieron seguir la

evolución del movimiento en Guerrerodurante las primeras semanas del mes dediciembre. Situación que estaba vedadapara los escuderistas, porque susmensajes al gobierno federal fueronbloqueados, a pesar de los intentos de latelegrafista del POA Amelia Liquidano.

Con la violencia a punto dedesencadenarse en el puerto, dirigidospor Escudero, que había transformado sucasa en cuartel general del movimiento(la «plaza roja» enfrente de la casaestaba permanentemente llena deescuderistas, algunos de ellos armados),los miembros del POA se dirigieron alos barrios y hablaron. A pesar del

bloqueo telegráfico, Escudero, artíficedesde la silla de ruedas de la resistenciapopular, logró hacer pasar un mensaje alos hermanos Vidales en Tecpan y aRosendo Cárdenas en Coyuca deBenítez. El telegrama para Cárdenas, enclave, lo invitaba a acudir armado alpuerto.

A lo largo de la semana las partesenfrentadas se observaban y la tensióncrecía. La llegada de los primerosnúcleos agraristas fue aprovechada porlos dirigentes de los estibadores paraorganizar una manifestación; grupos decampesinos y trabajadores recorrieronla ciudad dando vivas al gobierno y a

Escudero y lanzando mueras a lostraidores. No hubo enfrentamientos,porque los soldados permanecieronacuartelados. Les faltaba decisión paralanzarse abiertamente a la insurrección yenfrentar al movimiento popular.

A pesar de la debilidad política delejército, para los escuderistas era claroque se encontraban en desventajamilitar. Durante esos días, se barajabanen la cabeza de Escudero y suscompañeros dos planes: llamar a losagraristas para que vinieran al puerto ysumar sus fuerzas a las de ellos paraatacar los cuarteles, o retirarse fuera delpuerto, concentrarse y luego caer sobre

los militares.Mientras los escuderistas se

organizaban, los militares conspirabanabiertamente con los gachupines. Elcapitán Castellblanch narra una reunióncelebrada en el comedor de la casacomercial La Ciudad de Oviedo a la queasisten los militares Crispín Sámano, elcoronel Flores, el capitán FaustoMorlett y el teniente Alarcón, algunosfuncionarios federales, la plana mayordel gachupinismo (Sutter, Luz,Muñúzuri) y los jefes de las casascomerciales: Marcelino Miaja y JuanRodríguez de B. Fernández y Compañía,Jesús y Sigfrido Fernández de Fernández

Hermanos (La Ciudad de Oviedo) yPascual Aranaga y Ángel Olazo deAlzuyeta y Cía.

En esta reunión los militares prontosa sublevarse pidieron un préstamo decincuenta mil pesos para los «haberes»de la tropa.

Don Marcelino Miaja, que llevabala voz cantante de las casas, dijo que aellos les importaba una «hostia» elmovimiento delahuertista; y que siestaba metido en él era porque queríanla desaparición de Juan R. Escudero,que era una espina clavada en el costadoizquierdo.

Dicen que dijo: «Damos los

cincuenta mil que nos pide el generalSámano, en calidad de préstamo, porquetenemos fe en su palabra de soldado deque al triunfo nos los va a devolver».

Y luego de hacer una pausa en quecambió miradas con Pascual Aranaga yJesús Fernández, los otros dueños de lascasas comerciales, agregó: «Pero damosdiez mil pesos en oro, contantes ysonantes, peso sobre peso, al que mate aJuan Escudero y sus hermanos».

Pocos días antes del 15 dediciembre, Juan mandó un mensaje alpresidente municipal (que lo suplíadesde principios del año) ErnestoHerrera, para que se preparara a

abandonar el palacio municipal, soltaraa los presos y se uniera a los agraristasde Coyuca que merodeaban cerca delpuerto. Era consciente de que en cuantolos soldados se decidieran «nosecharían a patadas del palacio».

Parece ser que la decisión final fuelanzar el ataque sobre Acapulco, y sepidió al adolescente Gómez Magandaque llevara un mensaje para que losagraristas cayeran en la noche sobre elpuerto. La intervención de la madre deEscudero, diciendo que en lascondiciones de su hijo esto sería unsuicidio, impidió que el mensajepartiera. Juan en aquel momento le dijo:

«Está bien, mama, así lo haré, pero noolvides que nos costará la vida». Anteesta situación se montó un planalternativo. Los dirigentes del POAabandonarían a caballo el puerto en lanoche del 15; un grupo de hombresarmados protegería la fuga de Juan queiría en ancas con Julio Diego.

En estos momentos, la madre de JuanR., doña Irene, un personaje secundarioa lo largo de toda la historia delescuderismo, cobra un lugar fundamentalen la trama. Relacionada con el curaFlorentino Díaz, comenzó a intercambiarmensajes con los militares acuarteladosen el fuerte de San Diego. Éstos, a

través del religioso, ofrecieron garantíasa Escudero si se quedaba. Juan R.,conociendo el valor de la palabra de susenemigos, insistió en la fuga, pero sumadre amenazó con lanzarse a un pozosi él se iba. Ante la presión, el inválidodirigente acapulqueño cedió; junto conél se quedaron sus hermanos. El resto delos dirigentes del POA abandonóAcapulco.

Juan ordenó a sus hermanos quequemaran los papeles del archivo. Laquema se hizo en la parte de atrás delpatio, donde estaba enterrado el brazode Juan.

Pocas horas más tarde, una patrulla

militar mandada por el capitán Morlettllegó frente a la casa de la familiaEscudero. Juan se enfrentóviolentamente a su madre diciendo:«¿Dónde están las garantías que teofrecieron?». La mujer todavía intentóque sus hijos se entregaranpacíficamente y llamó en su auxilio alcura, al que Juan se negó a recibir. Alfin, la patrulla rompió las puertas ydetuvo a Juan, Francisco y FelipeEscudero; los tres fueron conducidos alfuerte de San Diego. Todavía hubo unintento de parte de alguno de losseguidores del POA, que se habíanquedado en el puerto, de rescatar a los

hermanos Escudero, pero nuevamentedoña Irene intervino para impedirlodiciendo que si había choques armadosmatarían a sus hijos. En este casoafortunadamente, porque la enormemayoría de los costeños que queríanlanzarse contra el fuerte estabandesarmados.

Al día siguiente, a las ocho de lanoche, los grupos de agraristas deTecpan y Atoyac acaudillados porAmadeo Vidales tomaban Pie de laCuesta y cerraban los caminos por eselado hacia el puerto. Amadeo llamaba alos habitantes al levantamiento popularcontra los «delahuertistas» de la

guarnición de Acapulco y pedía a losagraristas de costa Grande y costa Chicaque se concentraran en torno a la ciudad.

Durante cuatro días los hermanosEscudero permanecieron encerrados enel fuerte de San Diego. Mientras tantolos militares negociaban con las casascomerciales el precio de las cabezas delos dirigentes populares acapulqueños.En los libros mayores de contabilidadde las empresas aparecen registradasmisteriosas salidas de dinero. SegúnMario Gil, la colecta realizada entre losdueños de las casas comercialesascendió a treinta mil pesos (unaverdadera fortuna en aquella época)

destinados al coronel Sámano y elmayor Flores. Al capitán Morlett lehabían ofrecido la cantidad de diez milpesos de premio y Reginaldo Sutterañadía la promesa de darle la mano desu hija Ernestina, de quien estabaenamorado el pistolero.

Mientras tanto, en el fuerte de SanDiego, Felipe pasaba el rato tocando elviolín. Había convenido con su esposaque tocaría a ciertas horas para que sesupiera que estaban vivos. Una y otravez, las notas del vals Evelía, sucanción favorita, se repetían.

El día 20 de diciembre latransacción llegó a su fin y a media

noche fueron sacados los hermanosEscudero del fuerte en un camión de lafábrica La Especial, propiedad de losgachupines. Los custodiaba un grupo demilitares comandados por el capitánMorlett y los pistoleros de RosalíoRadilla y Reginaldo Sutter. En el caminoFelipe trató de rebelarse y se enfrentó apatadas a un soldado, pero fue reducido.

El camión se detuvo donde se habíaninterrumpido las obras del camino haciaChilpancingo y fueron conducidos haciael poblado de Aguacatillo; Juan erallevado en hombros por sus hermanos. Ala una de la madrugada los treshermanos Escudero fueron colocados

ante una barda y fusilados. Para que susfantasmas no retornaran de la muerte,Felipe, que tenía veintidós años, recibiócatorce tiros de rifle; Francisco, detreinta, siete impactos. Tras elfusilamiento, el capitán Morlett le pusola pistola a Juan en el nacimiento de lanariz y le dio el tiro de gracia.

Al amanecer del día 21, elcampesino Leovigildo Ávila encontrólos cuerpos. Se acercó a ellos ydescubrió que uno de los tres hermanosaún vivía: era Juan Ranulfo Escudero.Al ver al campesino le pidió quebuscara a Patricio Escobar en elpoblado de La Venta para levantar una

declaración sobre quiénes habían sidolos autores del asesinato de sushermanos. Las autoridades de La Venta,atemorizadas, se negaron a levantarlo yllevarlo a Acapulco para que fueraatendido. Tenía siete heridas de bala enel cuerpo, pero el tiro de gracia habíaresbalado sobre el hueso sin entrar alcráneo.

Cuando en Acapulco comenzó allegar el rumor de que Juan y sushermanos habían sido asesinados enAguacatillo, una enorme procesión dehombres y mujeres abandonó la ciudad.Cuando los dueños de las casascomerciales escucharon el rumor de que

Juan R. Escudero estaba vivo, no lopodían creer. Uno de ellos envió a unhombre a darle un recado al médico yvicecónsul norteamericano Pangburn,diciéndole que si trataba de curar aEscudero, de volverlo de nuevo a lavida, ellos lo iban a matar a él.

Pero Juan estaba vivo cuando amedia tarde llegaron los primerosgrupos. Poco a poco, una multitud sereunió en torno a los cuerpos deFrancisco, Felipe y Juan. Éste decía,según los hombres y mujeres que teníamás cerca y que escuchaban sus extrañosy rotos balbuceos: «Sigan adelante, quenuestra muerte no haya sido en vano».

La multitud esperaba el segundomilagro. En un camión de redilas,manejado por el Señor Ponce,concuñado de Francisco, Juan fuecargado para ser conducido a Acapulco.El pueblo avanzó detrás del camión.

A las siete de la noche, dieciochohoras después de que lo hubieran dadoel segundo tiro de gracia en su vida, enel lugar llamado El Raicero, en elcamino de Acapulco a Chilpancingo, porel que tanto había peleado, Juan RanulfoEscudero, de treinta y tres años, murióen brazos de amigos y compañeros.

¿Un acto de locura?.La transformación de

Friedrich Adle

El joven Adler

Era el hijo favorito de lasocialdemocracia europea. Resumía susmejores virtudes y sus más sanaspasiones. Había nacido en 1879 y alinicio de 1914 tenía treinta y cinco añosy era una combinación de nervios entensión, capacidad de raciocinio,vocación de servicio, voluntad deentrega, coherencia en el discurso,buena pluma. Todos lo querían. Hijo de

Víctor Adler, el dirigente másimportante del socialismo austríaco,Friedrich Fritz, era doblemente elheredero natural de unasocialdemocracia pujante, quelentamente imponía en una Europaautócrata el parlamentarismo y llevaba ala práctica proyectos socialesinnovadores: casas para trabajadores,reducción de jornadas, leyes de libertadde opinión, combate contra la miseria,leyes que atacaban la insalubridad, eltrabajo infantil. El progreso era uncaballo trotón y alegre, lento peroconsistente, sin freno. Y se daba labatalla por el sufragio universal y se

triunfaba. Sindicatos, grandes partidos,capacidad para integrar sinnacionalismos estrechos el gran mosaicode nacionalidades que era el Imperioaustrohúngaro; sorprendentes avanceselectorales.

Friedrich era, además de uno de losperiodistas favoritos de los lectores deizquierda, un reconocido físico, invitadofrecuentemente como profesor poruniversidades extranjeras y un excelenteorganizador y orador. El partidoreconocía estas virtudes y lo habíanombrado su secretario general, cargoque, en la estructura de lasocialdemocracia austríaca, estaba más

vinculado a las tareas de organizaciónque a las de la dirección política.

Había representado en lasconferencias internacionales a lossocialistas austríacos y también a lossuizos, en la etapa en la que fue profesoren Zúrich. Casado con una emigradarusa también socialdemócrata, era unpadre de familia relativamente feliz,hasta donde estas crónicas de superficiese permiten averiguar.

Y entonces, hubo un atentado enSarajevo y Austria declaró la guerra aSerbia, y el pretexto que las lógicasimperiales estaban esperando, el breveimpulso que desataba la inercia se

produjo y los sables bélicos se afilaronen toda Europa. Los socialdemócratashicieron en la Conferencia InternacionalSocialista de Bruselas un último intentopor frenar la guerra. Los Adler, padre ehijo, asistieron, y por primera vezrepresentaban dos tendencias diferentes.Mientras que Víctor eraextraordinariamente pesimista, Friedrichplanteaba la posición de principios quehabía acompañado a lasocialdemocracia desde sus orígenes: noa cualquier guerra imperial o colonial,no a las conquistas, no a la expansión delos mercados y el control territorialsobre la base de la carnicería.

La visión de Adler padre eracoincidente con la de la mayoría de losdelegados, teñida de posibilismo yfatalismo: se decía que «no podremosevitar la guerra, la guerra es popularentre la población; a lo más y con suertelimitarla, impedir la entrada en guerrade la Rusia zarista». Y se movían laspantomimas, las justificacionesideológicas, el baile de máscaras, al finy al cabo el zarismo es el gran reductoautoritario de Europa, quizá se puedalimitar el conflicto. Nadie en la mayoríade la conferencia se acordó de losprincipios, eran material negociable. Ensu pujante paso hacia el progreso la

socialdemocracia se había vuelto partedel sistema, había vendido el alma aldiablo.

La voz de la sensatez decía: no hayque romper y colocarnos en unailegalidad que sería antipopular, a lomás tratar de limitar el conflicto. Elresumen llamaba a intensificar lacampaña antibélica. La minoría de laque formaba parte Friedrich, así comolos futuros zimmerwaldianos, proponíaacciones más radicales pero noprosperó; todo era cautela, miedo aperder el espacio conseguido.

Y se miraban entre ellos, un tantoavergonzados, y opinaban. El

pragmatismo devoraba los principios.Víctor Adler votó los créditos de guerraen el Parlamento austríaco; Friedrich ledijo a su padre que eso era «unatraición».

El mundo de Friedrich Adler sedesmoronó mientras en las trincherascomenzaba la carnicería. Comosecretario del partido se negó a irse aSuiza, donde lo invitaban a participar enun periódico que mantuviera losprincipios de la Internacional y elsocialismo; retornó a Viena a tratar deimpulsar su propuesta pacifista. Se leacercaban mujeres que portaban rumoresa través de maridos heridos, cartas que

hablaban de la masacre en los camposde batalla, recibía informes de arrestospolicíacos, mujeres y hombresahorcados acusados de traición,internados en campos... todo bajo unabrutal censura. Y Friedrich escribía enlos periódicos socialistas historias quecaían mutiladas bajo el lápiz rojo delcensor, como la de un soldado socialistaque escribió un poema contra la guerra yfue condenado a la horca por traición. Ya pesar de los límites movilizaba loimposible y lograba que al soldado se lepermutara la pena por la de sólo cincoaños de trabajos forzados. Pero laeficiente maquinaria socialista que había

conocido en sus mejores momentos eraun monstruo jorobado y débil, atrapadoen una red de conciliaciones y censuras.

El atentado

Durante los dos años siguientes,Friedrich Adler sobrevivió en el interiordel partido dando una lucha permanentecontra la tendencia mayoritaria, peroestaba convencido de que la política de«paz sin anexiones» que él proponíaestaba condenada, porque la mayoría noestaba dispuesta a enfrentarsefrontalmente al Estado, y sabía que laautopreservación de lasocialdemocracia era superior entérminos de inercia a la voluntad de susprincipios.

Durante estos años barajó varias

opciones: siempre existía la posibilidadde emigrar a Suiza y organizar desde elexterior la campaña contra la guerra,pero entendía que eso era una manera deabandonar el terreno del combate.

En algún momento de la mitad de1916 comenzó a circular en su cabeza,ante la desesperación en que seencontraba, la necesidad de romper lainercia existente con un acto simbólico.

Tenía un revólver comprado en1915. Comienza a pensar en realizar unatentado. ¿Un socialdemócrata pasado alanarquismo? Él cree en la acción demasas. ¿Qué son los actos de losindividuos en la vorágine de lava de la

historia? Sí, no. No, sí.Es un hombre delgado, de larga

barba, mirada transparente, losdemonios van por dentro, sufre delcorazón y se ha vuelto extremadamentenervioso. La tensión de la guerra haacentuado estos rasgos. Elabora unalista de los hombres que eranresponsables de la carnicería bélica:

El fiscal doctor Mager, un hombremenor.El ministro de JusticiaHocherburger, un traidor, un exdemócrata reconvertido enabsolutista al que despreciaba.El Conde Berchtold, ministro de

Relaciones Exteriores, queúltimamente estaba fuera delcircuito del poder.El conde Risza, jefe del gobiernohúngaro.

La lista llegaba siempre a un mismopersonaje: el conde Stürghk.

«Era de un calibre muy superior alde aquellos que sufren su opresión, noera un pillo, sino un hombre con unpropósito definido y una voluntadindestructible, reconstruir elabsolutismo en Austria. Era unpersonaje que invitaba al respeto».

El 18 de octubre de 1916, padre ehijo se enfrentaron violentamente en una

reunión de la dirección del partidosocialdemócrata y Víctor terminódiciéndole a Friedrich: «Eres unprovocador, parece que quieras que teexpulsen del partido».

¿Cómo funciona la mente, cómo vacobrando forma la complejidad de lasrelaciones entre la voluntad y las dudas?Friedrich se compromete a dar unaconferencia en un club obrero de Vienael 22, compra entradas para ir con suesposa Katia ese mismo día a la ópera;verán Ariadne de Richard Strauss.

El día 20 de octubre un edictovolvía ilegal hablar en la prensa delrestablecimiento del régimen

parlamentario. Incluso se habíaprohibido, con intervención policíaca,un inocente debate en la universidadsobre el régimen constitucional. Lacensura impide que el diario del partido,e l Arbeiter Zeitung, informe de estasnoticias.

El 21 de octubre de 1916 FriedrichAdler se levantó una hora antes de loacostumbrado; no hubo ningún síntomavisible que permitiera pensar que habíadecidido matar a un hombre. Sedespidió de Katia y de sus hijos y se fuea la oficina del Partido Socialdemócratadel Imperio Austrohúngaro. La nocheanterior había quemado algunos

documentos en su despacho, pero nisiquiera esto era inusual. Quizá el únicoindicador externo de que las rutinas seromperían en mil pedazos es que él, denaturaleza desprolijo, se había vestidocon particular elegancia. En elportafolio llevaba su revólver; lo habíasacado de la estantería, dondedescansaba habitualmente entre loslibros. A la una salió a comer, contra sucostumbre, cogió un tranvía y se dirigióhacia el restaurante del hotel Meisel undSchadn, donde solía comer el CondeStürghk.

Un momento de miedo al llegar a lapuerta, el conde podía haber cambiado

de hábitos y decidido comer en otrolugar, los escoltas o la policía podíanimpedirle acercarse.

Stürghk estaba allí. Friedrich lo ve,sentado a una mesa; entre ambos seinterpone una mesa con una mujer.Friedrich duda, teme herirla, desconfíade su puntería, de su entereza. Pide decomer casi sin consultar el menú.Cuando los camareros se retiran, avanzahacia la mesa del conde, saca elrevólver del portafolio y dispara tresveces apuntando a la cabeza. Quieregritar, se había propuesto gritar: «Abajóel absolutismo, queremos la paz»; norecuerda si logra hacerlo, no lo

recordará. La garganta se le cierra.Probablemente lo haya dicho en vozbaja.

Son las 2.45 de la tarde. FriedrichAdler se queda inmóvil al lado delcuerpo del Conde Stürghk esperando ladetención. Pregunta si está muerto; se loconfirman.

El partido/el padre

Víctor Adler había pasado lamañana en una reunión parlamentaria,comió en su casa y luego se retiró a sudespacho para dormir la siesta. Elteléfono, para no alterarle el sueño,había sido llevado por su esposa Emmaa la sala; allí la madre de Friedrichrecibió la llamada:

«Dicen que su hijo acaba de matar alConde Stürghk».

Emma, conmocionada, no se locreyó. Friedrich era incapaz de matar auna mosca. Era pacifista. No se atrevióa darle la noticia a Víctor y llamó a

algunos amigos, dirigentes del partido,entre ellos Austerlitz. La noticia corríacomo pólvora.

Víctor, al ser despertado con lanoticia, dijo con una voz que salía de lospeores sueños: «Eso no es posible».

Tras una reunión de la dirección, loscuadros de la socialdemocraciaaustríaca decidieron que la línea centralera liberar de responsabilidades alpartido. Por la tarde, Adler fue alperiódico para fijar la línea políticapúblicamente: el partido no asumía elterrorismo, Friedrich estaba perturbadomentalmente.

Las reacciones

Vladímir Lenin, hablando conAngelika Balabánova, que habíaconocido hacía tiempo a FriedrichAdler, preguntó que qué clase de mujerera la esposa rusa de Adler, y cuando seenteró de que era una socialdemócrata,comentó sorprendido:«¿Socialdemócrata?, pensé que seríasocialista revolucionaria, terrorista yque habría influido sobre su marido.Pero, ¿por qué disparó contra Stürghk?¿No era Adler el Secretario del PSDaustríaco y no disponía por tanto de losnombres y direcciones de todos los

miembros de la organización? Sihubiese hecho imprimir un llamamientoy lo hubiese enviado clandestinamente acientos, a miles de personas, habríaactuado con más inteligencia». Lenin noentendía nada; vivía en el fetichismo dela palabra escrita y no entendía ellenguaje de los gestos de un pacifistaenloquecido.

Leo Lania, entonces un jovensoldado austríaco, registraba al conocerel atentado de Adler: «¿No habíademostrado más coraje que los soldadosque se dejaban matar siguiendo órdenesabsurdas? Tal vez mi puesto no fueseluchar en el frente. La acción de Adler

había iluminado la noche de la guerracomo un destello luminoso».

La locura

Tras la primera docena deinterrogatorios y las primeras noticiasdel exterior, el profesor de físicaFriedrich Adler sabía que la línea dedefensa que propugnaba su padre, la dela locura temporal, la insania, lademencia, podría salvarle la vida; sabíatambién que acogerse a esa línea seríacondenarse al infierno al quitarle a suacto todo el sentido.

«Luché con vehemencia durante lainvestigación para establecer el hechode que mi acto era el resultado de unadecisión tomada por un hombre en

plenas condiciones de salud mental.»Protesté contra los intentos de mi

abogado, que aunque con buenasintenciones y guiado por su concienciatrató de establecer la línea de defensabasada en la locura.

»Puede ser que sea el deber de miabogado cuidar mi cuerpo, pero el míoes defender mis convicciones, que sonmás importantes que el que se cuelgue aun hombre más en Austria durante estaguerra».

Una batalla más importante que laque se libraba entre el Estado que loquería ahorcar y Friedrich Adler quequería que lo ahorcaran, para pagar la

culpa del asesinato y devolverle así lapureza simbólica, se mantuvo entreFriedrich y su defensa (los doctoresGustav y Segismund Popper).Impulsados por su padre, los abogadosinsistieron en la «demencia temporal».Friedrich insistió en su cordura y apelóa todas las instancias posibles parademostrarla.

En Viena, la ciudad de los alienistasy los psiquiatras, una legión de hombresde las ciencias de la mente se dedicaronal caso, Friedrich fue entrevistadodecenas de veces.

Víctor y sus amigos aportaron laterrible historia familiar que hablaba de

la locura de su hermana y de lasfrecuentes depresiones de Emma, sumadre.

Un psiquiatra dictaminó queFriedrich era un fanático y que esoexplicaba sus actos; otro grupo dedoctores señaló que personajes en eseestado de perturbación habían creadograndes obras de arte en la historia de lahumanidad.

El trabajo definitivo fue un informede sesenta páginas producido por losmédicos universitarios que confirmabasu estado de salud mental. Friedrichhabía ganado la batalla.

El juicio

Si bien el atentado no produjoningún tipo de respuesta inmediata en elImperio Austrohúngaro, y la chispa queFriedrich quería provocar no encontrósu eco en ningún fuego, el juicio quehabría de celebrarse meses más tarde,en mayo del 1917, encontraría unambiente social diferente. Adler ya noera un loco, era un héroe; se habíaproducido la revolución de febrero enRusia, la guerra había destruido todooropel de gloria, se había reveladocomo imperialismo imbécil, crimenorganizado, trincheras repletas de

cadáveres en putrefacción, vendassucias, y sordera de cañones.

El gobierno decidió entoncesproceder a un juicio lo más rápidoposible y entre el 18 y el 19 de mayo seprodujo el proceso. La situación políticacambiante había influido en el ánimo delos seis jueces y en el del fiscal especialHeidt, quien negoció con Adler quepodría pronunciar un discurso de lalongitud que quisiera, que podríacriticar a la guerra y al sistemagubernamental, y sólo le pidió que noculpara a Austria de haber iniciado elconflicto.

Friedrich optó entonces por una

declaración política contra la guerraasumiendo plenamente el atentado. Eraconsciente de que lo iban a declararculpable y pedir para él la pena demuerte.

Su discurso reconocía la claraconciencia de la muerte a la vuelta delcamino. «Estoy hablando aquí ahora porúltima vez».

Durante cuatro horas explicó surepulsa a la guerra, como un acto estatalde crimen organizado; la absolutairracionalidad de ésta, la pérdida en losestados de excepción de los mecanismosdemocráticos defensivos de la sociedad,su propia impotencia, la responsabilidad

del conde Stürghk en la creación de unEstado autoritario, la necesidad de hacerun llamado desesperado a la corduracon lo que parecía un acto de locura.Defendió su salud mental, suresponsabilidad, su derecho a morir porlo que había hecho, e incluso trató dediferenciarse de los magnicidasanarquistas: «No creo en los actos deterror individual, creo en el poder de lasmasas, no soy un anarquista, sigoinsistiendo en que la acción de lasmasas es decisiva, quería establecer lascondiciones psicológicas para futurosactos de masas», y con una racionalidadpura, con frialdad, «convencido de que

me van a ahorcar», explicó sus actos.El discurso de Adler circuló por

todos lados, clandestinamente, copiadoa mano, en periódicos suizos queentraban en Austria, en todos losórganos de la socialdemocraciainfluidos por la izquierda deZimmerwald. En el propio periódico dela SD austríaca apareció la primeraparte sin cortes, aunque fue censuradoparcialmente en otros diarios. Al díasiguiente, viendo el efecto que laspalabras de Adler estaban causando enla sociedad, el gobierno censuró veintepárrafos de la segunda parte.

Friedrich Adler fue condenado a

muerte, pero en ese clima político elgobierno no se atrevió a fusilarlo,previendo una enorme reacción social, yse permutó la pena de muerte por cadenaperpetua. Aun así, la SD y sus abogadosobjetaron el fallo de los juecesseñalando que era un juicioanticonstitucional porque se habíarealizado sin jurado.

La cárcel

Adler, bajo la sorpresa de habersobrevivido, fue a dar a la cárcel deStrafaustalt Stein un der Donau.

Los días eran largos, lascomunicaciones con el exterior, pobres.Se puso a estudiar al científico ErnstMach, muerto en 1916, un personaje quedudaba de la realidad de la materia yque decía que una ley científica no lo estal, sino una manera de aproximarse apartir de un conocimiento limitado a lasolución de un problema. Producto deestas jornadas escribirá en la cárcel Laconquista del materialismo mecánico

de E. Mach y lo editará en 1918.Mientras su madre se negaba a creer

lo que su hijo había hecho, Friedrichescribía en la celda: «Vivir serio ymorir alegre es todo lo que un hombrepuede desear».

Epílogo

En enero de 1918, mientras senegociaban los acuerdos de la Paz deBrest, se produjo una oleada de huelgaspor toda Austria-Hungría. Se iniciaronen Nestadt y recorrieron el imperio: separalizaban fábricas de municiones, seiniciaban movimientos que levantabanlas banderas de pan y paz, motines delhambre ante la reducción de lasraciones. Cuarenta barcos se amotinaronen la bahía de Cattaro, los pabellonesrojos se alzaban en los buques, seprodujeron arrestos de oficiales yconsejos de marinos. Amenazados por

baterías costeras y submarinosalemanes, los marinos se rindieron y seprodujo una violenta represión. Lasocialdemocracia amenazó con unahuelga general ante los fusilamientos delos marinos. El 12 de noviembre sedeclaró la república y surgieron losconsejos obreros en Viena.

Adler quedó libre al desmoronarseel imperio y fue nombradovicepresidente del PartidoSocialdemócrata en la asamblea de lanueva república. Durante las décadas delos años veinte y treinta sería elsecretario del Buró de la SegundaInternacional. Trató de impedir el

aislamiento de la Revolución rusa acambio de que ésta permitiera elmultipartidismo. Promotor de una salidaposibilista a la crisis europea, de unsocialismo progresista y evolutivo,quedará atrapado en el periodo másterrible de la historia de Europa central.Al inicio de la guerra de España, cuandotiene cincuenta y siete años, participaactivamente y es el secretario de laSegunda Internacional, responsable delas relaciones y el apoyo solidario delos partidos socialistas con la repúblicaagredida. La anexión de Austria porHitler es el fin de una historia y tambiénde la suya propia. Vivirá la Segunda

Guerra Mundial exiliado en EstadosUnidos y morirá a los ochenta y un añosen Suiza.

El muro y el machete.Notas sobre la breve

experiencia delsindicato de pintores

mexicanos (1922-1925)

«La Creación» y «losdieguitos»

«Hace diez años yo había soñadocon pintar este mural», dice DiegoRivera a un reportero. Tiene ante sínoventa metros cuadrados de pared en elsalón de conciertos de la EscuelaNacional Preparatoria, «El generalito»,donde comienzan a aparecer lasprimeras monumentales figuras de cuatrometros de alto que formarán parte delmural La Creación.

Rivera dirá más tarde: «A pesar delesfuerzo por expresar en los personajesla belleza genuina mexicana, se resienteaún en su ejecución y aún en su mismosentido interno, de influencias europeasdemasiado fuertes».

Pero las figuras en la pared crecen, ylo que haya en este primer mural defracaso se ve desbordado por lo quetiene de victoria. Rivera ha convencidoal gobierno surgido del golpe de AguaPrieta en 1920, el que sería el últimoenfrentamiento militar de una revoluciónque ha durado diez años, de que abra susmuros a los jóvenes pintores. Elintermediario entre el poder y el pintores José Vasconcelos, ministro deInstrucción Pública desde octubre de1921.

Diego Rivera tiene treinta y seisaños, y hace uno tan sólo que regresó aMéxico tras haber pasado la mayor parte

del periodo revolucionario en Europa(desde julio de 1911), donde trabaja,convive y debate con las corrientes másrenovadoras de la literatura y la pinturamundial: Modigliani, Iliá Ehrenburg,Juan Gris, Picasso, Léger, Jean Cocteau,Ramón Gómez de la Serna, GeorgesBraque. Allí vive la desesperanza de laguerra y las nuevas esperanzas de larevolución.

El mural se inicia en marzo de 1922y progresa rápidamente. Rivera, como sile fuera la vida en ello, y ciertamente sela está jugando, pinta entre doce yquince horas diarias hasta quedarcompletamente exhausto. Colabora con

él en esta primera experiencia un grupode jóvenes pintores: Xavier Guerrero,coahuilense de veintiséis años que hatenido experiencias en muros deiglesias; Jean Charlot, un francés deveinticinco años que ha llegado aMéxico en 1921, tras haber sido oficialde artillería durante la Primera GuerraMundial, y que ha sido contratado comoayudante con la mísera cantidad de ochopesos diarios de salario; y elguatemalteco Carlos Mérida.

La Creación será una mezcla decristianismo y paganismo, en la que lassimbologías son confusas, y a la quesalva esencialmente el tremendo poder

de las dieciocho mujeres, mestizas ymexicanas, que dominan a un ángelinútil.

Y éste es sólo el primer paso.Rivera obtiene poco después un contratomonumental. Vasconcelos le ofrece, el 4de julio, 674 metros cuadrados en eledificio de la Secretaría de EducaciónPública (SEP), que se inaugurará cincodías más tarde. La temática, segúnVasconcelos informa a la prensa, porqueson los ministros los que cuentan losmurales y no los pintores, será lasiguiente: «Paneles con mujeres,vestidas típicamente y para la escalera[…] un friso ascendente que parte del

nivel del mar con su vegetación tropical,y se transforma después en paisaje dealtiplanicie para terminar con losvolcanes».

La decisión de darle a Diego unaobra de estas dimensiones vaacompañada de contratos menores parael grupo de pintores que se ha reunidoen torno a La Creación: al francésCharlot le dan un muro donde sepropone realizar una estampa de laguerra de conquista española contra losaztecas, la Matanza en el templo mayor;Ramón Alva de la Canal obtiene el suyo,donde se propone pintar algo que sellamará La Cruz en el nuevo mundo, y

que verá la entrada de la religióncatólica en América como tragedia;Fermín Revueltas, un joven de Durangoque tiene diecinueve años, miembro deuna familia notable de escritores,músicos y actrices, y que ha estudiadopintura en Chicago, hará otro, al igualque Emilio García Cabero y FernandoLeal, un estudiante de pintura deveintiún años, nacido en el D.F., quienrealizará en una escalera de lapreparatoria un mural sobre losdanzantes de Chalma.

Los cinco jóvenes, a los que laopinión pública bautizará como «losdieguitos», se enfrentan a sus

monumentales paredes con una mezclade miedo y ansia. Les han ofrecidocuatrocientos pesos por cada mural, y seproponen ir más lejos que Diego en elenfoque nacionalista de su pintura. Estohace que Revueltas, a pesar de ser ateo,elija como tema a la Virgen deGuadalupe, indígena y morena, rodeadade prostitutas, y vestida con tonos pastelabsolutamente mexicanos, y que losotros trabajen sobre materialesindiscutiblemente nacionales.

Mientras Rivera avanza en LaCreación, «los dieguitos» comienzan apintar sus muros, entre junio y octubrede 1922, y lo tienen que hacer al aire

libre. Así se inicia una tormentosarelación entre los muralistas y losestudiantes, bastante conservadores ymojigatos, que durará dos años. Michel,un crítico norteamericano, reseña:

«El nuevo movimiento comenzóhostigado por el escarnio y los silbidos,el sarcasmo y el desprecio. Losproyectiles comenzaron a volar; papelesmascados, chicle, escupitajos, cayeronsobre los murales, mientras descendíande los andamios las maldiciones, ybrochas cubiertas de pintura ondeabanamenazadoras. Hubo actos devandalismo. Intrusos abalanzándose enrepentinos ataques, trepando a los

frescos, pintando en los círculos quemarcaban el lugar donde se pintarían lascabezas narices grotescas y cómicosojos. Los acosados alzaron robustasbarricadas, pero éstas fueron inútilespara detener a los atacantes. Lospintores fortificaron los pasamanos y lasescaleras con maderas y clavos, y traseste escenario continuaron con susgrandes decoraciones».

El escultor Ignacio Asúnsolo, quehabía combatido en la revolución,decidió tomar cartas en el asunto y unbuen día entró a la preparatoria con ungrupo de campesinos armados ypersiguió a tiros a los estudiantes que

querían linchar a los muralistas.

Imágenes: las pirámides

«— ¿Llamas arte a eso? —preguntóun estudiante a su compañero mientrasestaban de pie contemplando a Diego,que se encontraba en su andamiopintando su primer mural en lapreparatoria—. ¡Mira aquella mujerdesnuda! —continuó el estudianterefiriéndose al desnudo de la parteizquierda inferior— ¿Te agradaríacasarte con una mujer como ésa?»

— Joven —dijo Diegoinesperadamente, mirando hacia abajopor encima del hombro desde suencaramada posición—, nadie exigiría

de usted que se casara con una pirámide,pero una pirámide también es arte. —Ycontinuó pintando tranquilamente».

Incorporaciones y luna conhoz y martillo

En septiembre de 1922 se producendos nuevas incorporaciones al grupo depintores muralistas. David AlfaroSiqueiros llega a Veracruz en la terceraclase de un barco. Chihuahuense deorigen, tiene veintiséis años, haestudiado pintura en San Carlos, ha sidomilitar en el ejército constitucionalista,y desde 1919 se encuentra en Europacombinando un cargo diplomático conuna beca de estudios que le dioVasconcelos, y que le fue cortada en

agosto para que regresara a México apintar. Es amigo de Rivera y con él hadebatido muchas veces la posibilidad deconseguir un muro en Ciudad de México.Ahora, la posibilidad está abierta, conun salario de 3,30 diarios; es el octavo«maestro de dibujo» contratado porVasconcelos para que trabaje en lapreparatoria. Su primer proyecto, unaobra monumental, un «muro de verdad»,donde pintará El espíritu de Occidente.

En ese mismo mes aparece enCiudad de México el pintor jaliscienseAmado de la Cueva, que a sus treinta yun años también regresa de Europa y seincorpora al grupo de ayudantes de

Rivera.Años más tarde sus nombres

formarán parte de un mito que recorreráel planeta.

El grupo se va amalgamando, nosólo por su carácter de asalariados de laSecretaría de Educación Pública (porcierto mal pagados) y el uso común delas paredes de la Escuela NacionalPreparatoria, también por las continuasconversaciones sobre la técnica parapintar murales y los contenidosnacionalistas de su pintura. A fines de1922, un nuevo elemento vincula másaún entre sí a los pintores: laparticipación política, en un país que

tras una sangrienta revolución comienzaa reactivarse bajo la sensación de quetodo ha ido a medias, que algo se le haescamoteado.

Rivera se había ligado durante losprimeros meses de 1922 a un grupo deintelectuales encabezado por VicenteLombardo Toledano, director de laEscuela Nacional Preparatoria, que conel membrete «Grupo Solidario delMovimiento Obrero», manteníaestrechas relaciones con la CROM[Confederación Regional ObreraMexicana], la central sindical moderadade la década de los veinte. Enseptiembre, el pintor asistió como

delegado a la IV Convención Nacionalde la CROM.

Desengañado por los crecientescompromisos de la CROM con elgobierno y el conservadurismo de susdirigentes, Rivera busca una opciónpolítica más a su izquierda.Probablemente el motín del aguaprovocado por la CROM en noviembrede 1922 para derrocar al ayuntamientode Ciudad de México, que terminó en unenfrentamiento entre manifestantes ysoldados con varios muertos y heridos,en el que estuvieron presentes Rivera,Siqueiros y Revueltas (el ayuntamientose encontraba a pocos pasos de la

Escuela Nacional Preparatoria dondelos tres estaban pintando), haya acabadode confirmar a los pintores en labúsqueda de una opción más radical enmateria política. Muy pronto habrán deencontrarla.

Un texto de Diego de aquellos mesesmuestra el sujeto de su hallazgo político:« […] en la pizarra negra del cielo deMéxico una estrella grande que luce rojacon cinco picos en ella, como en lasfacciones de la cara de la luna puedenadivinarse un martillo y una hoz. Y unosemisarios han venido diciendo que espresagio del nacimiento de un nuevoorden y una nueva ley».

Es el comunismo, con la aureola dela Revolución Soviética. Diego ingresaentonces en el Partido ComunistaMexicano y es inscrito con la credencialnúmero 992. El PCM se encuentraentonces en un mal momento. Tras laderrota de la gran huelga inquilinariaque dirigió en Ciudad de México en1922 y la separación de un grupoimportante de sus dirigentes, con lasalida forzada del país de los cuadrosde la Internacional Comunista que lodirigían, se encuentra reducido a unpuñado de militantes y en una profundacrisis política. Pero Diego poco le pideal partido; concentrado en los murales,

dedicando quince o dieciséis horas altrabajo en el andamio de la EscuelaNacional Preparatoria, poco puedepercibir de esta crisis y su militanciaesos meses sólo habrá de expresarsehacia el interior de su mundo de trabajo,el círculo de muralistas. Pero ahí, susideas y las de Siqueiros harán germinarun proyecto: «El sindicato».

Pintores y «gremiossimilares»

El sindicato nació entre los últimosdías de noviembre y finales dediciembre de 1922, entreconversaciones mientras se pintaba,pláticas callejeras y reuniones en la casade Diego Rivera. Sus fundadores fueronlos nueve muralistas con contratos en lapreparatoria (Diego, Siqueiros, Charlot,Revueltas, Alva de la Canal, EmilioGarcía Cabero, Carlos Mérida, XavierGuerrero y Fernando Leal) y algunos desus ayudantes: Máximo Pacheco (que

trabajaba con Revueltas) y RobertoReyes Pérez (que trabajaba conSiqueiros). Al grupo se adhirió el pintorjalisciense, José Clemente Orozco, quevolvía de Estados Unidos, donde sehabía cruzado con Siqueiros. Orozcotenía treinta y nueve años, habíaestudiado en San Carlos y trabajadocomo ilustrador en varias revistas; autorde caricaturas mordaces, un tantonihilista y escéptico, Orozco, solitario ymuy áspero en las relaciones, no diodemasiada importancia ni tiempo almovimiento, aunque se sintió obligado asumarse a la iniciativa.

La reunión constitutiva se celebró en

la casa de Diego Rivera y se acordónombrar a la organización UniónRevolucionaria de Obreros Técnicos,Pintores, Escultores y GremiosSimilares, aunque más tarde se adoptódefinitivamente el de Sindicato deObreros Técnicos, Pintores yEscultores, con el que firmó todos susdocumentos y comunicados.

La naciente organización produjouna declaración de principios que nuncase publicó, pero en la que seconsumieron varios días discutiendo. Delos testimonios de Siqueiros, Charlot,Orozco y Rivera, puede obtenerse unabuena aproximación a las ideas

centrales del texto, que iba mucho másallá que una propuesta gremial:

a. Una definición antiimperialista yrevolucionaria.

b. Adhesión a la TerceraInternacional y a sus principios:abolición del capitalismo ydictadura del proletariado.

c. Una concepción del trabajoartístico como producciónartesanal, realizada portrabajadores del andamio y labrocha, «obreros del arte».

d. Una concepción del trabajoartístico como un reflejo de lasociedad en que se vive y como unatoma de posición frente a ésta.

e. La proposición de un desarrollodel arte por un camino social,nacionalista y «conectadoíntimamente con las corrientesinternacionales del arte moderno».

f. Establecimiento del sentido de la«utilidad» de sus pinturas para lasclases desposeídas. Vincularlas ala lucha de clases. «Socializacióndel arte».

g. Prioridad al trabajo mural ante lapintura de caballete. «Obrasmonumentales de dominiopúblico».

h. Aprendizaje en el proceso detrabajo.

i. Promoción del trabajo colectivo.«Destrucción del egocentrismo,

reemplazándolo por el trabajodisciplinado de grupo».

j. Creación de la CooperativaFrancisco Tresguerras, para buscarnuevos trabajos y administrarfinancieramente los resultados.

La declaración de principios era elresultado, más que de la evoluciónpolítica del grupo, de las proposicionesmás radicales de algunos de susmiembros. Las posiciones de Rivera, enaquel entonces miembro nominal delpartido comunista; de David AlfaroSiqueiros, que se había formadopolíticamente en los agitados ambientespolíticos anarquistas y comunistas de la

España y Francia de la posguerra; elradicalismo de Fermín Revueltas y deAmado de la Cueva, incluso elizquierdismo católico de Charlot, seimponían a la apatía de algunos o alconservadurismo de otros. Pesaba lajuventud del grupo, su adhesión a lapintura mural, la idea de que seencontraban ante una revolución que losllevaba hacia una pintura apreciable porlas grandes masas y su condición laboral(trabajaban mucho más de diez horasdiarias de promedio, trepados enandamios, en contacto con el yeso, labrocha, la espátula, con salariosmezquinos y en estrecha armonía con los

albañiles, de cuya eficacia dependía laconsecución del fresco). Éstos eran lospuntos de apoyo de la nacienteorganización. La individualidad deltrabajo de creación, las manías de unmontón de apasionados genios, su peorenemigo. Y todo esto en medio de uninteresante cóctel ideológico en el quelas definiciones de radicalismo formaliban acompañadas de un indigenismoprecursor. Siqueiros resumirá más tarde:«Mezclaba mis sueños políticos conideas cosmogónicas y con teorías decerebralismo puro sobre equivalenciasplásticas de la geografía y laetnografía». El primer comité estuvo

formado por Siqueiros como secretariogeneral, Diego Rivera y XavierGuerrero como primer y segundo vocal,y Fermín Revueltas, Ramón Alva,Orozco, Carlos Mérida y Germán Cueto.Algunos testimonios incluyen aFernando Leal como tesorero.

Una de las primeras tareas delsindicato fue entrevistarse conVasconcelos para que le diera un muro aJosé Clemente Orozco, pero el ministro,al que no le gustaban las caricaturas delpintor jalisciense ni sus dibujos delmundo marginal, se negó enérgicamente.Orozco reaccionó diciendo: «Ya leshabía dicho que el sindicato era una

pendejada».Éste no fue el único enfrentamiento

de los pintores con su contratador yprimer, aunque mezquino, mecenas. Ensus memorias, Vasconcelos reseña deforma muy dudosa una entrevista conSiqueiros al fundarse el sindicato, en laque se negó a tratar colectivamente conel grupo un aumento salarial,despidiendo a los representantes y luegoreadmitiéndolos de inmediato tras«darles una lección»; y Reyes Pérezrecuerda que el ministro suspendió elpago del salario de Fermín Revueltasporque un día pasó frente al mural enque éste trabajaba y encontró laborando

a su ayudante y ausente al maestro.Vasconcelos decidió retirarle el pago aRevueltas y darle el sueldo íntegro en sulugar a Máximo Pacheco. La historia sehizo más complicada cuandoVasconcelos descubrió que Pachecocobraba, pero le reintegraba el salario aRevueltas, que seguía pintando suenorme Virgen de Guadalupe. Elministro suspendió entonces el sueldo deambos. El principio de autoridadatacaba a la Virgen de Guadalupe demantos lilas y rojos cálidos.

Imágenes. Fermín ensolitario

Siqueiros cuenta: «Al llegar en unaocasión a la Escuela NacionalPreparatoria por el lado de SanIldefonso me encontré con una enormemultitud de alumnos y maestros de lapropia escuela […] ¿Qué había pasado?¿Quién había ordenado que se cerrarantodas las puertas de la preparatoria?¿Quién había ordenado que se colocaraaquella bandera roja en lo alto deledificio? […] Vasconcelos me llamabacon urgencia. Me lo encontré en un

estado de indignación inenarrable. Loque ustedes, su famoso sindicato depintores, están haciendo esverdaderamente increíble y yo ya no voya seguir tolerándolo […] Ese loco deRevueltas, por sus propias pistolas y enperfecto estado de ebriedad, llegó estamañana muy temprano a la escuela y apunta de pistola sacó al prefecto y atodos los mozos y se ha encerradoadentro alegando que no le abre hastaque le paguen lo que le deben […] Lahuelga de un solo hombre contra todoslos demás. En el primer momento quiseordenar que la policía o los soldadosdel cuartel de enfrente lo sacaran por la

fuerza, inclusive sabiendo que esemuchacho es un atrabiliario y se hubieradefendido a balazos […] ¿Qué creeusted que debemos hacer en su carácterde secretario general del sindicato?

»Sin abandonar la sonrisa irónica, ledije: Licenciado, pues a mí me pareceque la solución es muy sencilla: ordeneque le paguen.

»Avanzando entre la multitud legritaba yo a Revueltas desde abajo:¡Fermín, Fermín, ya ganamos!, a la vezque le mostraba la bolsa con los dinerosde la victoria. ¿Qué, qué?, me decía éldesde arriba con unos ojos ambulantesde borracho, aquellos inmensos ojos

negros de Fermín, en ese momentoenloquecidos, más que nunca. Mispalabras provocaron un verdaderoentusiasmo en la multitud, que comenzóa vitorearnos a él y a mí. Entonces leindiqué a Revueltas que bajara y conmuchas precauciones; él, aún con lapistola en la mano, entreabrió la puerta yno se resolvió a dejarme entrar sinocuando tocó la plata».

Los patios de la SEP y lasmuchachas de la Lerdo

Rivera terminó definitivamente LaCreación en enero de 1923 y pasó aplanear la realización del contrato quetenía con Vasconcelos para decorar laSEP. Lo acompañaban Guerrero, Amadode la Cueva y Charlot, que habíaterminado su Masacre en el templomayor: un mural apasionante en surenarración de la conquista de México,donde los caballeros españolesdominaban gracias al hierro y alcaballo.

El 20 de marzo de 1923, los pintoreshicieron una fiesta en el taller de laCooperativa Tresguerras para celebrarel fin del primer mural de Rivera, a laque invitaron a Vasconcelos y aLombardo Toledano. En la invitación sepedía a todos los asistentes, incluso alos celebrados, que llevaran sus cincopesos para pagar la comida.

Tres días después, Rivera se lanzófebrilmente a decorar los 124 muros dela secretaría.

Durante los últimos meses, Diegohabía modificado el proyecto inicialpara la decoración de la SEP del quehabía hablado Vasconcelos. Una nueva

idea había tomado forma en su cabeza.Mientras su biógrafo B. Wolfe sugiereque La Creación había sido un inicio enfalso, y que sus grandes desnudosviolentamente mexicanos le indicaron elcamino a seguir, Jean Charlot atribuye laevolución de Diego Rivera a lainfluencia que sobre él desarrollaron losjóvenes pintores que trabajaron en lapreparatoria; la Virgen de coloresaudaces de Revueltas, los peregrinos deChalma de Leal, o los robóticoscaballeros acorazados del propioCharlot.

Fuera por una u otra razón, o ambascombinadas, Rivera no sólo mexicanizó

absolutamente sus temas como ya habíaindicado en la propuesta queVasconcelos reseñó en julio del añoanterior, sino que, siguiendo losalineamientos del manifiesto delsindicato, los politizó.

Mientras dejaba que sus compañerosCharlot y Amado trabajaran en un patioal que llamó «de las fiestas», donde serecogería el folklore popular, el color ylos paisajes humanos mexicanos, él sesumergió en el «patio del trabajo».Laborando durante todas las horas de luzhasta que quedaba totalmente agotado,Rivera, ayudado por Xavier Guerrero,comenzó a llevar a los muros historias

de obreros y campesinos, luchas ylabores, empezando, consciente yobsesionado, enloquecido y ansioso, unade las historias inmortales de México,una de las narrativas paralelas a lahistoria oficial, en la que, muchos añosdespués, los mexicanos aún nosreconocemos...

Ahí lo encuentra Bertram Wolfe, unbrillante periodista y comunistanorteamericano recién llegado aMéxico, que trabajaba como profesor deinglés para la Secretaria de Educación.De este primer encuentro nace elsiguiente retrato:

«Un hombre de rostro de rana, de

inmenso volumen, genial, demovimientos lentos, vestido con unoverol gastado por el uso, un inmensosombrero Stetson, bien provisto cinturónde cartucheras, gran pistola al cinto,amplios zapatos manchados con pinturay yeso. Todo lo suyo parecía pesado,lento, tosco, excepto la vívida ybrillante inteligencia, los alertassentidos prensiles, las pequeñas manosregordetas, sensitivas, ágiles,inesperadamente pequeñas para estehombre monumental, y que terminaban, apesar de su gordura, en dedos casiesbeltos».

En los primeros días de abril, Diego

se permitió una pausa en su trabajo yasistió como delegado del sindicato depintores al II Congreso del PCM. En él,el partido trató de reorganizar susmermadas fuerzas y reconstruyó suComité Ejecutivo Nacionalincorporando a Diego Rivera al equipodirigido por Manuel Díaz Ramírez yRosendo Gómez Lorenzo. Sin dudainfluyó en esta decisión el que, porprimera vez en su historia y gracias alsindicato de pintores, el PCM tenía uncierto eco entre los intelectuales.

Tras este breve intervalo, Riveravolvió a sus muros. En rápida secuenciapintó un mural sobre una fábrica textil,

se introdujo en el mundo de los mineros,narró gráficamente el interior de unafundición, donde el ritmo del trabajoestá marcado por un tosco ballet, se fueal campo a contar el corte de la caña, yal fin, en el mural Salida de la mina,donde se ve a un minero registrado porlos capataces, para hacer más explícitoel mensaje pintó unas frases del poemade su amigo Carlos Gutiérrez Cruz quedecían:

Compañero minero,doblado por el peso de la tierra

tu mano yerracuando saca metal para el

dinero. Haz puñales

con todos los metales, y asíverás que los metales después

son para ti.Uno de los ministros del gobierno,

Pani, se quejó al presidente Obregón yéste a Vasconcelos. La prensa, siempreatenta a los retos del muralismo, yrepentinamente hostil, cargó contraDiego.

Vasconcelos presionó a Rivera paraque borrara el poema. Los miembros delsindicato se reunieron urgentemente y seprodujeron acaloradas discusiones.Finalmente se decidió ceder, pero sóloen este caso, ¿eh?, y salvar los murales acosta de los versos, y Rivera accedió a

borrarlos. En cambio, pintó un nuevocuadro: El abrazo, donde un obrero y uncampesino se estrechan, y en él escribióotros versos menos explícitos deGutiérrez Cruz. Las protestas volvierona hacerse oír, pero Rivera no cedió. Losmedios tampoco.

La campaña de prensa arreciaba y enjunio del 23 llegó a su punto más alto. ElHeraldo acusó a Vasconcelos de estardilapidando grandes sumas; habló de«precios fabulosos, ganancias pingües,con gran derroche». El sindicatorespondió con un manifiesto dos díasmás tarde en que invitaba a que sehicieran públicos los contratos, porque

en ellos se demostraba que losmuralistas no ganaban más que un pintorde brocha gorda, y acusaba a susdetractores de «retardatariosignorantes» y de «fracasados envidiososde los artistas que trabajan de acuerdocon el sentir del pueblo».

Pero la cosa no se detenía allí; laprensa estaba fabricando un malambiente para el naciente muralismomexicano, la batalla política seconvertía en batalla estética. ¿O no eralo mismo? En el teatro Lírico, un teatrode variedades y comedia, los cómicoscantaban:

Las muchachas de Lerdo

toman baños de regaderapa´ que no parezcanmonos de Diego Rivera

El Universal decía: «Las niñas dealgunos ministerios escribiendo en lamáquina, vestidas a lo Tutankamen, conuna falda abierta en el costado yluciendo en la pierna una guirnalda o unnuevo decorado entre egipcio ymoderno, cual si fuera un fresco deCharlot o de Rivera».

Y El Demócrata añadía, hablandode los murales: «La mayoría losconsidera una broma de mal gusto ofruto de una aberración estética».

Si bien el debate estético les

importaba un bledo, porqueconsideraban a sus detractoresanalfabetos en materia de plástica, losmuralistas estaban inquietos por lacampaña sobre «el derroche» quesignificaban sus muros. Bertram Wolferespondió por Diego en The Nation:«Mientras que Manuel Lourdes, unpintor burgués, cobra ocho mil pesospor un retrato de Horacio Casasús,Diego gana doce pesos diariostrabajando doce o catorce horas».

Y Diego, al comparar su salario conel de un obrero, para reenfocar lapolémica, declaró con grandeza:«Trabaja más duro que yo. A él no le

gusta su trabajo. Yo amo el mío.Debería estar mejor pagado que yo».

Mariguaneros

Un día, Rivera, en una de lasmúltiples asambleas que el sindicatorealizaba lanzó la siguiente aventuradahipótesis: «Lo excepcional de lacreación artística prehispánica se debe aque se realizaba bajo los influjos de lacannabis indica, la mariguana».

El asunto fue discutido y logró launanimidad, incluso la del retorcidoOrozco, que en una nota se adhirió: «Porprincipio, toda proposición del farolónRivera debería ser desechada, pero eneste caso, como sucede con la adhesióna una religión que garantice la

posibilidad del paraíso en el más allá,en caso de confesión premortum, yo meadhiero a la experiencia, por las dudas».

Rivera consiguió a un introductorllamado enigmáticamente Chema. En laprimera sesión, el personaje declaró:«Aquí, dentro de esta maleta, hay arte,hay ciencia, hay política; está todo loque necesitamos no solamente para queustedes hagan ese arte gigantesco quequieren construir, sino para la salvaciónde nuestra patria».

La experiencia se desarrolló a lolargo de varios días hasta que Siqueirosy su ayudante Reyes Pérez, por pasarsede fumada, se cayeron de un andamio de

siete metros y casi se electrocutan.Finalmente los miembros del

sindicato llegaron a la conclusión de queya eran de naturaleza mariguaneros yque el consumo de la droga no los hacíamás inteligentes, sino más lentos, ydecidieron abandonar la experiencia.

Orozco pinta, Rivera sepelea y estalla una rebelión

Al fin, la persistencia del sindicatohizo su efecto ante Vasconcelos y JoséClemente Orozco fue contratado parapintar en la Escuela NacionalPreparatoria. El 7 de julio, tras un parde meses de preparación, comenzó atrazar el mural Los presentes delhombre.

Orozco, al igual que suscompañeros, se debatía en sus inicios enla búsqueda formal, donde el clasicismollegaba hasta el Renacimiento

(Maternidad) y los demonios quellevaba dentro y que poco a poco fuesoltando (como en El padre eterno, unmural en boceto dominado por un diosbobalicón, autoritario y arbitrario condiablillos en el lado derechomartirizando al pueblo y una burguesíade híbridos de oligarcas y niñoschismosos); pero lo esencial, lodominante, era aprender a hacer delmuro como narrativa, en el caso deOrozco con un cierto tremendismo que aveces amortigua con sus virtudes decaricaturista.

Su trabajo pronto fue combatido porla prensa hostil y un joven poeta

relamido, Salvador Novo, calificó susfiguras como «repulsivas». Orozco se locobraría más tarde con una cruelcaricatura donde se alude a lahomosexualidad de Novo y algunosmiembros de su joven grupo deintelectuales, en que los personajes seencuentran tocándose las nalgasembutidas en femeninos y ajustadospantalones.

Orozco, más allá de las críticas, yenfrentado más bien a sus demoniospersonales, avanzó en un proyecto dondemezclaba la pintura de una Virgenitalianizante con la aparición decuerpos, deformados y agresivos, pero

temáticamente se mantuvo dentro de lalínea oscura que caracteriza todo eltrabajo inicial de los muralistas: Cristodestruye su cruz, Maternidad y Hombrematando a un gorila fueron las primerasobras, apasionantes, dotadas de unacapacidad narrativa extraña, llenas dealegorías inquietantes. Orozco y susmurales, en ángulos de la escuelaoscuros y un tanto tétricos, mantenían aVasconcelos a distancia, que recuerda:«Al edificio principal de la preparatoriame presentaba rara vez; Orozco mehacía mala cara cada vez que measomaba a ver sus frescos».

Temáticamente, también Siqueiros,

que pintaba en otra parte de la escuela(el patio chico), andaba en las mismas, yde su brocha surgía la fuerza de lasfiguras aladas que se desprenden deltecho, y propuestas extrañas, de enormesfuerza y belleza.

Sin duda los choques entre elgobierno y Rivera a raíz del texto deGutiérrez Cruz en Saliendo de la minainvitaron a la reflexión a los doscreadores, porque una nueva temáticaapareció en las paredes realizada porSiqueiros y Orozco. El primero pintó Larevolución desencadenada, y hacia losúltimos meses del año 1923 pintaría elEntierro del minero , en cuyo féretro

aparecen claramente grabados una hoz yun martillo, En esos mismos días Orozcocomenzaría a trabajar en la Trinidadrevolucionaria.

Parecía que el sindicato en suconjunto buscaba endurecer social ypolíticamente los temas narrados en lasparedes de una manera explícita,mientras se consolidaban los estilos.Los golpes unían a los creadores. Peroen junio de 1923 se presentó la primerafisura.

Mientras Diego terminaba el «patiodel trabajo» en la Secretaría deEducación Pública, Charlot y Amado dela Cueva habían culminado cinco

murales en el «patio de las fiestas».Rivera se dirigió hacia el trabajo de suscompañeros dispuesto a tomarlo en susmanos. Supuestamente los dos pintorestenían que haber pintado veinticuatromurales y Vasconcelos, apremiado porla opinión pública, los presionaba.Fuera esto, o el que Diego se sentíaresponsable del conjunto de la obra yquería intervenir en su realización, de laque no estaba muy contento, el caso esque chocó con Charlot y Amado ydecidió continuar el solo el trabajo conla ayuda de Guerrero, e incluso borraruno de los tres paneles que habíarealizado Charlot. Siqueiros, como

secretario general del sindicato,intervino apoyado por Fermín Revueltasy Diego accedió a readmitir a los dospintores, pero subordinándolos. Con lasrelaciones viciadas, la ruptura no tardóen producirse y el 10 de agosto Charlotabatido abandonó la SEP y se fue atrabajar como ayudante de Siqueiros enla preparatoria; dos meses después, el16 de octubre, Amado de la Cuevarenunció y partió para Guadalajara.

Tampoco en la preparatoria lascosas iban mejor entre los pintores:Revueltas estaba sin trabajo propio y selimitaba a ayudar a alguno de los otros;Fernando Leal se había peleado con

Charlot y Siqueiros por una mezcla deenvidias, motivos políticos (sin dudaLeal era el más conservador del grupo)y roces personales, y Orozco no queríasaber nada de nadie y pintaba ensolitario.

Un acontecimiento exterior vino arestablecer la unidad del sindicato y adarle un lugar importante dentro de lapolítica de la izquierda y en particulardel partido comunista.

El partido se había movido a lolargo de 1923 como barco a la derivabuscando un espacio propio en elmovimiento popular. Cercado por loscromistas por su derecha y los

anarcosindicalistas de la CGT por laizquierda, se encontraba desplazadototalmente del movimiento obrero. Susexperiencias en la huelga inquilinaria de1922 habían terminado con derrotas.Había acordado abandonar elabstencionismo y promovía laintervención electoral, pero no teníafuerza para desarrollarla; y apenasbrillaban en su horizonte los trabajos enel movimiento campesino iniciados porlas secciones de Morelia y de Veracruz.En julio se había reorganizado el ComitéEjecutivo Nacional y Rivera habíapermanecido formalmente dentro de él,aunque no asistía a las reuniones. Pero

en diciembre una parte de los generalesde la facción revolucionaria triunfantese alzaron en armas contra la voluntaddel presidente Álvaro Obregón deimponer a su sucesor en la presidencia,Plutarco Elías Calles. La revuelta abrióun espacio por donde los comunistastrataron de meterse.

El 7 de diciembre, el sindicato depintores se manifestó contra la rebelióncalificándola de fascista, y el 9 publicóun manifiesto contra el Cuartelazo. Losmás militantes del grupo, Revueltas,Siqueiros, Rivera y Guerrero se fueronhacia los frentes de combate, aunque notuvieron participación en los

enfrentamientos (Siqueiros estuvo enPuebla y Diego en Guanajuato).

La caracterización del partido que seprodujo días más tarde, bajo presión deB. Wolfe, resultaba muy superficial, y elsindicato de pintores la habíaimpulsado. Si bien es cierto que entrelos alzados se encontraban algunos delos generales más reaccionarios y quehabían tenido largos enfrentamientos conel movimiento obrero y el agrarismo,entre las fuerzas gubernamentales seencontraban ese mismo tipo depersonajes. Definiéndose contra larebelión delahuertista (llamada asíporque el candidato de los alzados era

Adolfo de la Huerta) se pasaba a unasolidaridad acrítica hacia el bloquegubernamental. Un año después, elinforme del III Congreso del PCMacusaba al Comité Ejecutivo Nacional yen particular a Díaz Ramírez y Rivera,aunque sin mencionar sus nombres, dehaber llevado al partido a un «callismono menos burdo y anticomunista».

La rebelión, que terminó con la totalderrota militar de los sublevados, tuvoun epilogo que resultó muy peligrosopara los pintores. A raíz del asesinatopor la CROM del senador oposicionistaFidel Jurado, Vasconcelos presentó surenuncia al gobierno. Aunque Obregón

no la aceptó, señalando que el gobiernono era solidario con el asesinato, laposición de Vasconcelos se viodebilitada, lo que aprovecharon losestudiantes conservadores de lapreparatoria, eternos enemigos de losmuralistas, para hostigar a los pintores.En los primeros meses de 1924 (enero-febrero) los choques se multiplicaron yfueron dirigidos principalmente contraOrozco y Siqueiros. Insultos, ataques enla prensa, e incluso agresiones; críticassolapadas de funcionarios, desprecios,ninguneos. En marzo, Rivera tuvo quesalir públicamente a la defensa deOrozco declarando lo que era una gran

verdad: «José Clemente no nació paraser un pintor al gusto de los burócratas».

Imágenes: guerras estéticas

Siqueiros cuenta: «Tan grave fue lasituación que los pintores tuvimos quedefendernos a balazos de los disparosque con frecuencia lanzaban losestudiantes, sin duda alguna más contranuestras obras que contra nosotrosmismos […] Hacían funcionar lafonética mediante un incesante golpearcontra las bardas de madera quehabíamos nosotros colocado paraproteger nuestros trabajos en desarrollo[…] El choque más grave con losestudiantes se produjo de la manerasiguiente: empezaron los alumnos de la

preparatoria provocando a quien yadesde entonces era más susceptible a laprovocación, o sea a mí; y suprovocación consistió en el uso decerbatanas para lanzar en contra de lapintura […] una ininterrumpida sucesiónde plastas de papel masticado. Ydespués, ante mis respuestas de punteríafamiliar muy directa, alguno de ellosllevó una pistola de pequeño calibre[…] a lo cual yo contesté haciendo unruido horrible con mi cuarenta y cuatro.Entonces ellos, en formación cerrada,pretendían arrebatar la justiciera armaofensiva. Felizmente las detonaciones demi casi arcabuz llegaron hasta el primer

patio y de esa manera todos losflamantes muralistas acudieronrápidamente en mi auxilio. Juntos todosnosotros y con nuestros ayudantes,hacíamos un número muy próximo al detreinta [...] Hasta ese momento tantonuestros disparos como los de losestudiantes tenían una finalidad máspsicológica que real, pero las cosasempezaban a tomar un sesgo en extremopeligroso. Una bala de las nuestras, alrebotar, le pegó en la cara a uno de losestudiantes, con lo cual la mayor partede ellos creyó que había recibido undisparo directo y empezaron a tratar deatinarnos en lo que nos veían de las

cabezas. El escándalo crecía cada vezmás en sus proporciones, haciéndolollegar hasta el edificio que habíaocupado antes la escuela de leyes,entonces ocupada por un batallón deindios yaquis. Creo que alguno de losnuestros […] fue hasta aquel lugar paraexplicarles a los soldados la finalidadde nuestra pintura “estrechamente ligadaa la revolución” y por tanto a ellos queeran los artífices de la misma. Lossoldados yaquis comprendieronperfectamente las palabras de nuestroagitador furtivo y llegaron para imponerel orden con toda energía. Después sequedaron viendo lo que habían

defendido y me parece que no estuvieronmuy seguros de haber procedidoadecuadamente».

«El Machete»: «Parahumillar la soberbia de los

ricos impíos»

La rebelión delahuertista dejó alPCM más débil de lo que había estadoanteriormente. En Veracruz, losrebeldes, dirigidos por el generalSánchez y al servicio de loslatifundistas, mataron a varios de losmilitantes del partido. En Michoacán,los agraristas del PCM se vieroncolocados entre los dos bandos, que aescala local pactaron con los caciques ylas guardias blancas. Su apoyo al

gobierno de Obregón, aunquecondicionado en una segunda instanciapor el manifiesto «Hacia un gobiernoobrero y campesino», había sidorepudiado en los apolíticos medios delradicalismo sindical, y el ComitéEjecutivo Nacional había fracasado alintentar mantener cohesionadas a lasorganizaciones locales. Al llegar al mesde marzo de 1924, el partido estabaformado por «no más de un centenar depersonas en todo el país».

Paradójicamente, la respuesta de lospintores a la revuelta los habíafortalecido políticamente y su posición,equivocada, pero coherente, era la única

definida entre las tendencias de ladirección nacional del PCM. Estoinfluyó indudablemente en que elsindicato tomara la iniciativa de realizarun periódico, en un momento en que laprensa del partido estaba prácticamentemuerta en el país (su último órgano,Frente Único de Veracruz habíafallecido en junio de 1923).

El Machete , dirigidocolectivamente por Rivera, Siqueiros yXavier Guerrero, salió a la calle en laprimera quincena de marzo de 1924.Había sido financiado por el sindicato,fundamentalmente por Diego, que era elque ganaba un mayor sueldo. Graciela

Amador, esposa de Siqueiros y tesoreradel grupo, había compuesto un versopara los contribuyentes: «El que quierasu rojo celeste, que le cueste». De ellatambién era la versión final de lacuarteta que lucía el diario en sucabecera y que justificaba el título (unabrillante nacionalización de lasobligadas hoz y martillo): «El machetesirve para cortar la caña, para abrir lasveredas en los bosques umbríos,decapitar culebras, tronchar toda cizañay humillar la soberbia de los ricosimpíos».

En el editorial, firmado por XavierGuerrero, se atacaba con igual devoción

a los intelectuales europeizantes yreaccionarios y a la burguesía nacional yel imperialismo. El periódico mostrababien a las claras su voluntad decombinar la divulgación ideológica, lasexpresiones del sindicato de pintores yla difusión del trabajo del PCM y suprograma. Curiosamente su primernúmero no tenía más que unas pocasilustraciones (entre ellas la cabeceradebida a Guerrero) y aún no sedesplegaban los trabajos gráficos quehabían de hacerlo famoso. Además delos citados, en el equipo decolaboradores se encontraban BertramWolfe, miembro entonces de la

dirección en el D.F. del partido, elprofesor universitario marxista AlfonsoGoldschmidt, el periodista canariodirigente del PCM Rosendo GómezLorenzo y el joven periodista Jorge PiñóSandoval.

Rivera no dibujó en El Machete; encambio, en los primeros tres númerosescribió invariablemente su art un culo,al igual que Siqueiros y Guerrero. Laparte gráfica en las diez primerasediciones del quincenario quedó enmanos de Guerrero, apoyado porSiqueiros.

A pesar de la constancia de lapublicación y el aumento de la calidad

gráfica, los números de marzo, abril ymayo hicieron patente su debilidad, elalejamiento del sindicato de pintores ysus animadores de las luchas obreras ycampesinas, que era suplido por laabundancia de artículos editorializantesy materiales teóricos del PCM, en suenorme mayoría debidos a las plumas deWolfe, Goldschmidt y Rafael Mallén.

Imágenes: trabajo completo

Cuenta Xavier Guerrero:«Escribíamos los artículos, dibujábamoslas ilustraciones, grabábamos la madera;imprimíamos y doblábamos elperiódico, lo entregábamos y pagábamosel costo. El gobierno estaba contranosotros y trabajábamos en secreto. Alas cuatro de la mañana, las lucescallejeras se extinguían y quedaba unbreve tiempo antes del amanecer.Entonces, actuábamos Siqueiros y yo,cargados con papeles, brochas y un botede cemento. En la oscuridad nosapresurábamos para pegar El Machete

en paredes estratégicas y retirarnosantes del amanecer.

»Sufrimos colectivamente por lacausa del periódico. A Siqueiros lesuspendieron su salario en la SEP por undibujo que yo hice, uno muy fuertecontra el imperialismo; y yo fuidespedido de mi empleo en elMinisterio de Agricultura por un dibujode Orozco contra el presidenteObregón…»

Presiones contra los«macheteros». Ofensivafinal contra los murales

En abril de 1924, el PCM comisionóa Diego Rivera para que tuviera unaentrevista con el candidato presidencialPlutarco Elías Calles y le ofreciera elapoyo condicionado del partido. Rivera,que creía posible una alianza con elgrupo en el poder, cumplió su cometido.Sin embargo, su posición en el interiordel PCM se estaba debilitando,enfrentada con una propuesta másradical, y en la conferencia del 25 de

abril fue cesado en su puesto en elComité Ejecutivo Nacional junto conDíaz Ramírez.

Mientras tanto, los pintoresmiembros de El Machete recibíanpresiones y amenazas del gobierno porsu intervención en el quincenario,transmitidas a través de Vasconcelos. Yen junio, los estudiantes conservadoresde la preparatoria, eternos enemigos delos muralistas, pasaron a la ofensivajunto con la prensa.

Todo comenzó con una campaña deEl Heraldo contra los murales de Diegovolviendo al argumento de lasexorbitantes ganancias de los pintores.

El sindicato respondió el 22 de junioseñalando que el pintor que más ganabalo hacía tanto como un artesano quepintara paredes por metro cuadrado. Elpúblico podía comprobarlo viendo loscontratos.

A pesar de las presiones, el 23 dejunio, Vasconcelos amplió el contrato deDiego, ahora para pintar la escalera dela SEP a seis pesos el metro cuadrado.

Un día más tarde, el 24, losestudiantes mutilaron los frescos deOrozco y de Siqueiros en lapreparatoria. Navajazos, pedradas,palos, raspones…

El fresco de Orozco El rico arrasa

la cara del pobre quedó absolutamentedestruido, al igual que Monarquía ydemocracia de Siqueiros. Los pintoresfueron arrojados a la calle. En medio deuna huelga estudiantil,

el día 25 Vasconcelos accedió asuspender los trabajos en la escuela, apetición de los estudiantes.

El 2 de julio, el sindicato respondióviolentamente advirtiendo a losestudiantes y a los profesoresreaccionarios que el asunto sería de«ojo por ojo y diente por diente».

Un día después, Vasconcelospresentó su renuncia definitiva; se iba ahacer campaña para la gobernación de

Oaxaca. Los pintores le agradecieron eldía 4 el apoyo, ya que les habíapermitido trabajar «a pesar de losimbéciles que lo rodean» y se reunieronen sesión. Una parte del sindicatopropuso que se respondiera a lasagresiones con el boicot a los muralesde la SEP, en los que en esos momentostrabajaba Rivera ayudado por Guerrero.Rivera se declaró en contra. Había queseguir pintando si se podía. El sindicatovotó por el boicot. Rivera se negó aacatarlo y se le expulsó.

Las mutilaciones prosiguieronreduciendo algunos de los murales aviles restos y el sindicato, impotente,

protestó a través de volantes.Mientras tanto, Bernardo Gastélum

se había hecho cargo de la SEP y el 15de julio despidió a Siqueiros y Orozco.Rivera hizo pública su renunciaseñalando que estaba en contra delllamado boicot que proponía elsindicato. De cualquier manera suposición fue inútil. El 23 de julio de1924 el decreto presidencial 1200, apetición del secretario de Educación,cancelaba todos los contratos que Diegotenía pendientes con la SEP y ademássuspendía contratos futuros para pintarmurales en el Estadio Nacional y en laescuela Gabriela Mistral.

Rivera siguió pintando a pesar detener suspendidos los sueldos y por esosdías realizó el mural Afilando elmachete, donde un indígena acuclilladoafilando un machete fue acompañado dealgunos de los versos del periódico. Sepodía morir, pero los muralistas estabandispuestos a morir al pie del andamio.

Con Rivera fuera del equipo y losmiembros del sindicato despedidos,Graciela Amador se hizo cargo de laadministración del periódico. GómezLorenzo sustituyó a Rivera en ladirección colectiva y Orozco inició suscolaboraciones con una serie deviolentísimos dibujos, que mostraban la

sana furia que tenía contra el Estadomexicano.

En el número extra del 10 de agosto,los muralistas desempleados declarabanpor boca de su secretario general DavidAlfaro Siqueiros: «A nadie puedeocultársele la fuerza de la gráficasatírica o simplemente de la plásticacomo arma social. Los miembros delsindicato de pintores y escultores quehemos sido arrojados por losreaccionarios colados en laadministración pública, y los que susintrigas jesuíticas sigan arrojando,colaboraremos en El Machete.Cambiaremos los muros de los edificios

públicos por las columnas de esteperiódico revolucionario». El 3 deseptiembre de 1924, uno de los muralesde Rivera en la SEP fue dañado pormano desconocida y el sindicatoprotestó por el hecho, haciendo públicoque Rivera había abandonado laorganización desde julio.

Sólo quedaba la posibilidad de queal entrar Calles al poder el primero dediciembre reconsiderara la actitud deGastélum y la administración deObregón. Mientras tanto, Guerrero ySiqueiros fueron incorporados, el 16 deseptiembre, al Comité EjecutivoNacional del PCM por cooptación y el

periódico se volvió el eje de la políticadel partido, incorporando cada vez másla información sobre las luchaspopulares, sindicales y agrarias.

Epílogo al Sindicato

La experiencia muralista seencontraba en el final de su primeraetapa. Cuando Edward Weston tomó el24 de noviembre la foto de Rivera, quemás tarde éste utilizaría para suautorretrato, se descubría en el rostro yla actitud del pintor un tremendocansancio, una absoluta desesperanzarespecto al destino de su obra en manosde los futuros funcionarios. Los rumoresde que las pinturas serían borradasabundaban. Muchos burócratas delpróximo equipo de Calles alardeaban,ante todo el que quisiera oír, de que la

primera medida de Puig Casauranc,futuro ministro de Educación, sería«borrar esos horribles monos deRivera».

No sirvió de consuelo que uno delos primeros actos de Calles fueraperdonarle por decreto presidencial aSiqueiros los 101 pesos con 29 centavosque este había recibido como adelantopor los murales en la preparatoria.

La política inicial del nuevoministro de Educación quedó bienreflejada en el contenido de la entrevistaque tuvo con Máximo Pacheco, el másjoven de los muralistas, a quien pidióque pintara un fresco en el que se viera a

un niño rico y otro pobre tomados de lamano camino de la escuela.

Rivera se fue a pintar a Chapingo ypidió durante el III Congreso del PCMque se le permitiera renunciar al partidoy ser considerado como simpatizante, loque un mes después se acordó; Siqueirosterminó en Jalisco pintando yorganizando sindicatos mineros;Guerrero permaneció en la dirección delPCM y realizó decenas de grabadosp a r a El Machete; Orozco subsistiódibujando viñetas para libros; Revueltasse fue también a la provincia.

En abril de 1925, cuando el PCM sereunió en su III Congreso, las actas

dejaron constancia de la desaparicióndel sindicato de pintores y escultores.

La experiencia había durado treintay dos meses. Cientos de metros de paredque habían de maravillar al mundoquedaban como huella, eco, propuesta,magia, talento y descripción de lo mejorde México.

Poco después, Orozco volvió a lapreparatoria y sustituyó los muralesdañados por otros más radicales en latemática y en la expresión gráfica (Latrinchera, pintado en 1926, es quizá elmural más brutal y potente de su trabajo:sobre unas masas que vagamentesemejan restos industriales se produce

una singular crucifixión, tres indios sinrostro de torsos desnudos y descalzoshan sido inmolados); y Rivera regresó alos patios de la SEP para culminar suobra. Pero esto es parte de otra historia.

También es parte de otra historiaque el autor tenía dieciséis años en 1965cuando llegó a la Escuela NacionalPreparatoria para estudiar subachillerato, enamorarse, organizar suprimer grupo político clandestino, jugaral ajedrez, leer un libro diario, estudiarhistoria y matemáticas y pasear enmedio de aquellos murales. Losestudiantes de mi generaciónapreciábamos profundamente el orgullo

de que se nos permitiera estudiar enmedio de aquella visión del país,aquellos ecos de palabras que estabanpasadas de moda como: «patria»,«pasión», «orgullo». Todavía lesagradezco, desde el más profundoreducto de mi alma de ateo, a Diego,Orozco, Revueltas, Siqueiros, Charlot,Guerrero, Pacheco, Leal, la experienciade crecer entre sus muros.

He retornado frecuentemente.

Larisa, las historiasque cuentas, lashistorias que megustaría contar

Mira alrededor, ¿cuál denosotros no estaba hecho deescamas y reservas nebulosas?

Boris Pasternak (en unpoema dedicado a Larisa)

No es nuestro propósito, nimucho menos, negar laimportancia que lo personaltiene en la mecánica del procesohistórico ni la influencia delfactor fortuito en lo personal.

León Trotski

I

La versión que me gustaría escribirdiría que siendo hija de un profesor, unacadémico socialdemócrata, la niñanació un primero de mayo impidiendo asus padres asistir a las demostracionescallejeras que acababan en cargas decaballería de los cosacos contra losobreros. Fue en Lublin, en la Poloniarusa, en 1892. Pero el profesor MijaílReisner, maestro en la Academia deAgricultura de Pulawy, abogado de

origen germano-báltico, en esa época noera socialdemócrata, sinocivilizadamente conservador, ymonárquico por ende.

Me hubiera gustado decir que fueniña de exilios, maletas y baúles,cambios de geografía, interminablesreuniones nocturnas con café, té y humo,educada en colegios cambiantes, entreapasionadas discusiones que se comíanel fin de siglo donde todo habría decambiar; pero la versión que más seajusta a la realidad fue que los viajes,que sí existieron, y muchos, y que lallevaron de niña por Alemania yFrancia, obedecían a movimientos de su

padre en negocios.¿En qué momento el profesor

Reisner recibió el impacto de la luz?¿Cuándo dejó su adhesión monárquica yse tornó republicano? ¿Cuándo suconservadurismo se convirtió ensocialismo?

El caso es que en la vida de la niñaentraron los abuelitos rojos de todaaquella generación de socialistas quepensaban que el siglo XX sería el siglode la iluminación y el progreso, yconoció al abuelito Bebel, que habíasido amigo de Marx, y a KarlLiebknecht, y por lo tanto contempló elfin de siglo con cantos proletarios, luces

de bengala, fogosos llamados a poner elmundo bocarriba y de los que ahora esnada, todo será y también convillancicos y pasteles entre el zoológicode Berlín y la Universidad deHeidelberg, estudiando entre hijos deobreros en Zehlendorf.

Esta nueva vida llena de reunionesnocturnas, viajes, susurros, apasionadasconspiraciones, la llevó con sus padresa París y Larisa descubrió los 320maravillosos metros de ese portentosojuego para adultos, ese homenaje alacero y a los que lo observamos, que esla torre Eiffel.

Y luego de nuevo Rusia era una

realidad más amplia que los sueños delexiliado, se hablaba de gobiernoconstitucional, estallaba el movimiento,soplaban buenos vientos, y nacía lahuelga general y la palabra soviet; era elinicio del breve intervalorevolucionario de 1905.

Me hubiera gustado contar queLarisa transportó propaganda en sucochecito infantil entre las sábanas y lasmantas antes de aprender a leer, abriócorrespondencia dirigida a su padre porerror y se trataba de cartas contando elascenso revolucionario de un tal N.Lenin y escuchó hablar de Marx como«el viejo Karl» antes de enamorarse por

primera vez. Las últimas aseveracionesson ciertas, las cartas de Leninexistieron y fueron mostradasorgullosamente por la familia años mástarde; la primera, la de la propaganda enel cochecito infantil, es difícilmentecomprobable; la revolución de 1905encuentra a Larisa con trece añoscuando sus padres abandonan el exilio yregresan a San Petersburgo.

Y el profesor Reisner se integra a launiversidad, abogado y marxista enterritorio, en el mejor de los casos, deliberales complacientes. Y comienza acircular el rumor de que ha trabajadopara los servicios zaristas. Algunos

intelectuales de izquierda comoPlejánov y Burtsev se hacen eco delrumor. Repentinamente las tertulias sedisuelven, los amigos desaparecen, elprofesor Reisner camina por el pasillocon la mirada perdida. ¿Tiene algúnsustento la calumnia? ¿Cómo se peleacon un enemigo que surge de los amigosy que no tiene rostro? ¿Quién puededemostrar que es falso lo que nunca hasido verdadero? ¿Negar con énfasis noequivale a despertar nuevas sospechas?

El mundo de la conspiración políticatiene una clave paranoica. En la Rusiazarista sólo se sobrevive dudando, y aunasí, los provocadores y los soplones se

infiltran, ascienden en la organización,de repente venden células enteras, ponenen la cárcel y la tortura a su mejoramigo, ¿es por tanto la paranoianecesaria? La fuerza del veneno esterrible. Un socialista sólo tiene comoinstrumentos su honra, su prestigio, susideas. Karl Rádek dirá años más tarde:«La amargura y la desesperación seapoderan del hogar». El profesor sealeja de la política. Larisa entiende lagravedad de lo que sucede aunque nopuede explicarlo; resiente la falta decalor en la casa, los silencios que ladominan, el alejamiento de los amigos,la profunda tristeza de su padre.

El compañero de los últimos días desu vida contaría que su paso por lasecundaria fue «una verdadera agonía».¿Qué cruza la cabeza de esta muchachaparticularmente sensible e irritable?¿Dónde está el diario de aquellaadolescente que parecía ya haberaprendido que escribir era la vida? Quese escribía no sólo para contar sino paraentender; que contar era de algunamanera reordenar la injusticia exterior,ajustarle cuentas, purificar.

A los diecisiete años, en 1909,Larisa escribe una obra teatral cargadade ensayo, o un ensayo que intentabadisfrazarse de teatro llamado Atlántida

y que los que lo leyeron llamaron «unametáfora social», en la que, segúnRádek, un hombre ofrenda su vida parasalvar a la humanidad.

Me gustaría contar que, en una vidaasí, los papeles suelen perderse con tanabsoluta frecuencia y falta de respeto yque eso sucedió con el manuscrito deAtlántida y que la muchacha no lloró suprimera obra, porque no se lloran losexperimentos y porque la vida es larga yse escribirá tanto de ella y existirántantas cuartillas escritas con unaplumilla fina y letra nerviosa, porque latensión debe pasar al papel y laAtlántida, ese continente perdido que

inventó Platón jugando, no existe, perolos arqueólogos y los bibliotecariospodrían desmentirme. La obra fuepublicada en 1913 por Shipovik y aquelque tenga la paciencia y los amigosrusos puede encontrarla.

II

En 1914 estalla la guerra y todo sepuede consumir en el holocausto,incluida la buena voluntad de lasocialdemocracia, voluntad de cambioevolutivo. La guerra es, en más de unsentido, la muerte, el retorno, o el

dominio de la barbarie, ya incluida en elzarismo.

Su padre sale del ostracismo de lacalumnia, es demasiado grande elcompromiso moral para dedicarse a laabstención. Y se alinea con la izquierdasocialdemócrata, los que no hansucumbido al patriotismo bélico, los quecreen que la guerra imperial no tienemás dios que el poder, los mercados, elcontrol del mundo.

Y Larisa Mijailova emprende latarea con furor. Junto con su padre funday edita una revista llamada Rudin queexpresa las posiciones del socialismoantibelicista. Para poder hacerla, la

familia se mete en un sinfín decompromisos económicos que pronto sevuelven deudas. Larisa actúa como lamás fiel de las secretarias de redacción,escribe poemas, artículos, contesta lacorrespondencia, entra en debates consocialdemócratas que han sucumbido alpatrioterismo guerrero, lleva lacontabilidad, pone los paquetes en elcorreo, anima, agita. La revista esinicialmente aceptada con reservas porla policía, a la que, dado el aislamientopolítico de los Reisner, no le preocupademasiado; luego será censurada. Trashaber pasado varias veces por la casade empeño, los Reisner se ven

obligados a culminar la aventuraeditorial.

Pero cuidado, la imagen esincompleta, no basta reseñar las horasen la revista, los crecientes artículosdenunciando el retorno a la barbarie,también hay que observarcuidadosamente a la mujer de veintidósaños, muy blanca, de nariz afilada,peinada con rodetes para que no leestorbe la cabellera de pelo muy fino,vestida con la holgada blusa de loscampesinos sobre faldas de vuelo muyancho y colores pastel, fumando ya, quede vez en cuando se escapa de lasjornadas interminables de la redacción y

desaparece.Sklovski la encuentra patinando,

haciendo figuras en la pista de hielo,dejándose mirar y querer por lossoldados heridos que la observan.

Mientras dibuja figuras que sóloexisten en su cabeza, crea la ilusión dela inocencia, pero la ilusión de lainocencia es absurda, ya no quedainocencia, ya no quedan inocentes. Espeligrosa la ilusión de la inocencia. Lajoven comienza a trabajar en loscírculos obreros de las organizacionesde la izquierda socialdemócrata; abordo de un tranvía cruza SanPetersburgo, «Peter» para los

republicanos y los ateos, rumbo a losbarrios negros y sucios.

Esa jovencita rodeada de papeles yde cartas, de personajes que estaban enla cresta de la sociedad porque eranpoetas y su palabra calentaba en braserolos corazones, es también unaorganizadora animosa, que imponerespeto cuando mira fijamente. El mundode la socialdemocracia es el mundo dela palabra escrita, de la obsesión delperiódico clandestino, de los pequeñoscírculos de estudio del marxismo, de laagit-prop, y Larisa se mueve en eseambiente como en una gran casa, pasadel experimento fracasado de Rudin a

colaborar en Novaya Zhin, que dirigeMáximo Gorki.

Y de repente, en las celebracionesdel Día Internacional de la Mujerpromovido por la socialdemocracia,comienzan las huelgas. ¿Es esto larevolución? No, tan sólo un pequeñomovimiento que el 23 de febrero de1917 nace en la barriada de Viborg enSan Petersburgo. Me gustaría decir quela joven Larisa intuye que más allá delas huelgas está el inicio de la sacudidasocial más potente del inicio del sigloXX, pero no conozco ninguno de susartículos, y lo más probable es que hayavisto en las primeras huelgas lo mismo

que el resto de la socialdemocraciaradical: una expresión del crecientehartazgo de la sociedad hacia laspenurias de la guerra, pero ahí estánesas banderas rojas en las marchasobreras y las reiteradas demandas de«pan, paz, libertad».

El 24 creció el movimiento, cuandotodos esperaban que decreciera, loscosacos no lo reprimieron. Para el 25 yahay doscientos cincuenta mil obreros enhuelga y a lo largo del día se suman losestudiantes, se producen choques con lapolicía, desarme de gendarmes. Elgobierno reacciona y ordena una redadade militantes de los partidos obreros. Se

producen detenciones en la noche;corren rumores de que se ha sublevadoun regimiento negándose a dispararcontra los obreros. El día 26, domingo,con el ejército en la calle la huelgaduda. El 27 las asambleas la ratificanante el desconcierto de los partidos deizquierda. Los obreros marchan hacialos cuarteles, comienzan lasinsurrecciones militares, son liberadoslos presos.

¿Dónde estaba Larisa en lasjornadas de febrero? Rastreo decenas denarraciones sobre la revolución defebrero sin encontrar su nombre;finalmente, hallo una breve frase de

Viktor Sklovski que dice: «Larisa estabaentre los que tomaron la fortaleza de SanPedro y San Pablo. No fue un asaltodifícil pero había que estar allí,acercarse a la fortaleza, confiar en quelas puertas se abrirían». ¿Se refiere a lasjornadas de febrero o habla de la mismaacción meses más tarde, en octubre?

Suenan tiros en toda SanPetersburgo. Cae la fortaleza zarista, ladictadura se desmorona. Nacen lospoderes paralelos, la Duma liberal yburguesa, los soviets de obreros ysoldados. ¿Es eso la revolución? Esasasambleas de hombres armados que sequedan dormidos de agotamiento a mitad

de una frase; esos personajes salidos dela nada, que adquieren popularidad enun día cuando se revela que tras susseudónimos se esconde el mitosubterráneo que sólo la Ojranka y losenterados saben, aquel que es miembrodel Comité Central de lossocialdemócratas mencheviques desde1908, aquel que fue miembro de ladirección del soviet de 1905, aquel queinsurreccionó a los obreros del míticobarrio de Viborg.

Y Larisa reencuentra el poder de lapalabra. Escribe sobre los clubesobreros y sus debates, sobre la culturafabril, sobre los torpes intentos de

construir teatros en las fábricas, sobrelas fuerzas que la revolución haliberado.

Colabora con la revista Létopis deGorki, y luego rompe con él a causa deun violento artículo contra Kerenski. Sevincula a lo más duro y rasposo de laizquierda armada, a los grupos de losmarinos de Kronstadt, y allí establece uncírculo de estudios.

Descubre a los bolcheviques y seacerca a ellos. Sus amigos de lasocialdemocracia moderada y culta lamiran sorprendidos. ¿Qué haces conesos tipos? Son una secta. Son unosaventureros.

La Revolución Rusa ya no tieneencanto a fines de este milenio, cuandoescribo sobre esta jovencita, estepersonaje del idealismo de acero. LaRevolución Rusa en términos de mito hasido devorada por su autoritarismo,destruida por el monstruo delestalinismo cuyos ecos justamentesuenan a antropofagia, tiros en la nucaen sótanos helados, campos deconcentración siberianos y abuso en elreino del doble lenguaje de aparienciaigualitaria y de realidad autocrática. Sutriste destino al ser vomitada en un actofinal por la burocracia travestiyeltsiniana no ayuda demasiado, tomará

tiempo a la historia volver a ser historia.Ya no hay magia, sino una sombra deduda en evocar al terco N. Lenin y albrillante León Trotski. Pero Larisa sigueallí y camina por la Perspectiva Nevskicon sus ajados cuadernillos y folletosrumbo al tranvía que la llevará a la basenaval a trabajar con marinos yfogoneros, y a descubrir el métodoinfalible para pensar la revolución.

Larisa no escribió su versión de laRevolución de Octubre,lamentablemente no narró aquel par desemanas, y su libro inexistente no está enmi estantería acompañando a Reed, aTrotski, a Volin, y tapando los manuales

de la Academia de Ciencias de laURSS.

Años más tarde una imagen quedaráfijada y aparecerá en otras de suscrónicas, la manera como sonaban lascampanas del carrillón de la fortaleza deSan Pedro y San Pablo; esas campanassuenan dentro de Larisa para darle unade sus claves a la Revoluciónbolchevique.

III

Larisa trabaja en el Departamento deBienes Culturales, organiza la

protección de los museos, catalogatesoros, recupera el patrimonio artísticoque tratan de sacar de Rusia, defiendeante el descuido, la violencia o labarbarie las obras de arte del viejorégimen.

Liev Sosnovski cuenta: «En loscírculos de nuestro partido, que habíasalido de la organización clandestinamedio raído, rasgado y poco versado enlas elementales convenciones de la vidacivilizada, era extraña la figura de unapersona cabalmente bella, refinada depies a cabeza en apariencia, palabras yhechos. Nos habían defraudado tantasveces aquellos a los que nos habíamos

acercado que era difícil que nosarriesgáramos a la decepción una vezmás; de modo que a Larisa Reisner se leentabló un proceso silencioso einterminablemente repetido que fuetransformándose extrañamente a símismo. Yo tengo todavía más razonespara hablar de esto ya que en numerosasocasiones me sorprendí poniéndola aprueba».

Las ocasiones de las que Sosnovskihabla se sitúan en el inicio de la guerracivil cuando Larisa, recién afiliada alpartido bolchevique, trabaja en elDepartamento de Propaganda con Rádeky Sosnovski, a los que termina

fascinando.Pero esto a Larisa le parece poco y

en 1918 se incorpora al ejército rojo.Se ha casado con el que será su

compañero de armas, FiódorRaskólnikov, un personaje singular,apenas unos meses mayor que ella,estudiante pobre nacido en las afuerasde San Petersburgo, formado eninternados siniestros en lucha contrapopes que lo castigaban, peleando conel hambre, sostenido por una madreviuda, rebelde natural, ligado desde muytemprano a la socialdemocracia rusa,amante de las novelas y poco amigo delos textos teóricos; ha pasado por las

cárceles zaristas y las clandestinidades.En la Revolución de Febrero fue elorganizador del soviet de los marinerosde Kronstadt. Al iniciarse la GuerraCivil, Raskólnikov enfrenta a losejércitos de la contrarrevolución enPulkovo y más tarde es nombradocomisario del Estado Mayor General dela Marina.

El ejército rojo se bate en una mediadocena de frentes, entre ellos unointerno no menos grave, al haber rotocon los socialrevolucionarios a causa dela Paz de Brest-Litovsk. Los aliados handesembarcado en el nórdico puerto deArjánguelsk, los japoneses han tomado

Vladivostok, los alemanes ocupanCrimea, Ucrania, Estonia, Lituania yCurlandia, los aliados handesembarcado en Múrmansk; por laretaguardia amenazan las tropas delmonárquico Kappel y hay bandasblancas en todo el inmenso país, queluego se convertirán en ejércitos.

Pero curiosamente el peligro másgrave que afecta a la república rojaviene de la Legión Checa, un cuerpoextranjero encuadrado dentro delejército zarista que en retirada haciaSiberia, donde debería ser enviado denuevo a Europa para combatir contra elImperio Austrohúngaro, se ha rebelado.

Veintidós mil soldados bien organizadoscontrolan el ferrocarril hacia Siberia ycortan en dos Rusia desde fines demayo; en agosto toman Kazán y avanzanhacia el Oeste.

IV

Me gustaría reconstruir lo que pasóen Sviansk con las palabras de Larisa,pero no conozco más que fragmentos deEn el frente, el pequeño libro de relatosde la guerra que habría de escribir mástarde, y entre ellos se encuentran brevesnoticias de lo sucedido entre el 8 de

agosto y el 10 de septiembre de 1918 enaquel apeadero de tren, a muy pocoskilómetros de Kazán.

La historia que se integra al mitorevolucionario cuenta cómo en la nochedel 7 al 8 de agosto se prepara enMoscú un singular tren con doslocomotoras; entre las adaptaciones quea toda velocidad se hacen al tren, seencuentra dotarlo de una pequeñabiblioteca, un garaje y vagones queportan media docena de coches, una saladonde se crea una pequeña imprenta, unapotente estación radiotelegráfica y otratelegráfica, con capacidad y materialespara reparar líneas. En la noche del 8

suben al tren el presidente del ConsejoMilitar Revolucionario de la RepúblicaSoviética, León Trotski, Iván Smírnov,Arkadi Rosengolz y los miembros de untribunal revolucionario encabezado porGusiev. Los acompañan además LarisaReisner y cuarenta jóvenesseleccionados del partido.

Cuando el tren parte hacia Kazán,tomada por los checos, la situación estrágica, el ejército de los Urales sedesmorona. Trotski anota: «Lo único enque coincidían todos era en el deseo debatirse en retirada». Sólo se sostiene ladivisión de tiradores letones,bolcheviques del viejo ejército

dirigidos por Vazetis. Ese mismo día,mientras las calderas de las máquinasenrojecen y surgen los primeros hilos devapor blanco en la máquina delanteradel tren, se ha decretado la creación decampos de concentración para militaresconservadores. Trotski se justificaba:«La situación terrible del país nosobliga a tomar medidas draconianas».

El tren se detiene en Sviansk y desdeahí comienza la reconstrucción delfrente, Trotski sigue instrumentandomedidas terribles. La orden del 15 deagosto dice: «Todo el que colabore conel poder de los checoslovacos yguardias blancos durante su dominación

será fusilado». Junto a esto comienza asalir el periódico, los activistas semueven en las filas de las tropas rojasreconstruyendo la moral. No seretrocederá. El tren está ahí paramostrarlo.

El 17 llega la flota de torpederos delVolga a través de una red de canales:cuatro pequeños torpederos, aún con losnombres zaristas en su costado y unascuantas lanchas fluviales artilladas y conametralladoras.

El 18 se revisa la flota, que está enun estado desastroso, pero la moral delos hombres de Raskólnikov es alta. Esamisma noche Trotski participa en una

incursión hacia Kazán; Larisa va en elpuente de uno de los torpederos. En uncombate fluvial los rojos ganan suprimera batalla y Trotski habrá deescribir en sus memorias una de susmejores páginas narrando el combatenocturno contra la flotilla de losblancos.

Larisa trabajará primero en lasección de espionaje del V Ejército yluego se sumará permanentemente a laflota. De su primera labor quedará unabreve historia: «Se dirigió vestida dealdeana a espiar en las filas enemigas.Pero en su aspecto había algo deextraordinario que la delató. Un oficial

japonés de espionaje le tomódeclaración. Aprovechándose de undescuido, se lanzó a la puerta que estabamal guardada y desapareció».

Más tarde Larisa registrará en En elfrente algunas de estas historias, no laspropias. No contará sus incursiones traslas líneas enemigas para enlazar a laflota del Volga con el tren de Trotski, nilas misiones de reconocimiento que lahacen montar sin parar ochenta verstas acaballo; no contará que fue combatientecomo uno más, que disparó, vivió laguerra en la trinchera, un pedazo de pansucio por todo alimento al día, elcompañero que se desangra al lado.

Pero podemos leer a un narrador por loque cuenta, por lo que ve y como lo vensus ojos, por lo que descubre, lo queregistra, lo que selecciona, aquello quele interesa, por lo que deja de lado, porel matiz que la primera persona delcronista deja en el texto, por los gestosde admiración, los adjetivos. Podemosleer al narrador en lo narrado, y es otrooficio este de leer en las líneas al quecuenta y no lo que cuenta. En loscombates bélicos, Larisa no deja delado los paisajes, pero trata de armar lashistorias de los personajes de la segundafila, esos marinos que se han tragadomillares de millas náuticas sin apenas

comida, y sin embargo se vuelve centralen la narración la manera como unmarinero, los gestos rutinarios, le quitala funda a su cañón, en una mecánica quepor habitual no deja de estar cargada detensión.

Larisa vivirá entonces y escribirámás tarde: «¿Tiene o no belleza aquelcuadro cuando una batería emboscada ados pasos, en la orilla, abre fuego sobreel barco, y el comandante a gritosimpone el orden a su gente de la que seha apoderado un pánico salvaje y de talmodo les grita que todos despegan suscuerpos de la cubierta y de un salto seabalanzan sobre los cañones?».

En el frente , su futuro libro,contiene una batalla con el lenguaje, yLarisa la combatirá y se reirá de símisma y «¿quién se atrevería a asomarhoy a los labios frases tan cursis yanticuadas como esas de heroísmo,fraternidad de los pueblos, sacrificioadmirable, morir luchando?».

Y sin embargo, cómo contarhistorias maravillosas y terribles. En unresumen muy apretado de las peripeciasde la flota de Kronstadt escribirá:«Imaginaos un puñado de barcos, comouna docena de remolcadores y vaporesblindados, unos dos mil marineros delas divisiones de Kronstadt y el mar

Negro, que forman su tripulación.Imaginaos tres años seguidos;marchando fusil en mano miles dekilómetros, desde el Báltico a lafrontera persa; comiendo pan amasadocon paja, pudriéndose en un suciocamarote; consumiéndose en un míserolazareto lleno de piojos; venciendo,triunfando finalmente contra un enemigotres veces más fuerte y mejor armado;luchando con cañones reventados y conviejos aeroplanos fuera de uso, que nopasaba un día sin que se estrellaran porla mala calidad de la gasolina, ysiempre recibiendo de los que sequedaron en casa cartas llenas de quejas

irritadas y hambrientas. ¿Cómoexplicarse todo esto? Por fuerza hay queinventar palabras que se sobrepongan ala inevitable, innata cobardía de lacarne».

Y Larisa tratará de contar la guerraen su brutalidad, y narrar la guerrarevolucionaria como ella la está viendodesde su puesto en el combate, llena deadmiración por personajes que sesobreponen a los miedos, porque estánconstruyendo algo que ni siquiera cabeen la imaginación, un mundo tanextraordinariamente diferente a todoslos conocidos que, sólo de pensarlo, setiembla con el dedo en el gatillo de la

ametralladora. Y se solaza ante lamaravillosa historia del rescate de los420 prisioneros de los blancos queestaban a punto de ser masacrados. Yreconstruye la historia de los hermanosK que fueron pasados por la bayoneta; yreseña héroes populares que no puedenquedar en el olvido.

La edición que ha llegado a mismanos de En el frente es una versiónpurgada por el estalinismo; lasmenciones al jefe del V Ejército, I. N.Smírnov, un personaje que Larisaadmiraba profundamente, handesaparecido; los capítulos dondeTrotski es personaje central desaparecen

y en esta edición se omite el prólogooriginal en el que Larisa escribeintentando un resumen de aquellosterribles años de guerra: «La revoluciónmaltrata a sus servidores de un modocruel. Es un patrón inflexible con el queno hay que hablar de la jornada de ochohoras, de la protección a la maternidad ola subida de salarios. Este déspota loacapara todo: cerebro y voluntad, nervioy vida. Hiere, agota, chupa la sangre degeneraciones enteras para luegoarrojarlas al estercolero y alzar nuevaslevas, llenas de vigor y de entusiasmo,de las reservas inagotables que lebrindan las masas del pueblo».

El texto se fumiga, arde el papel enla vorágine censora de lacontrarrevolución soviética, losburócratas temen la metáfora, la alusiónque no existe, la falta de respeto; adoranlas inexistentes frases que hacen de larevolución un ritual de oración que hacetiempo ha perdido su contenido; lairreverencia que puede darse en aquelque vive la historia y ha ganado elderecho de reírse, pero no florece en elescritorio del censor, donde seestablecen las historias oficiales y porlo tanto el episodio de Svianskdesaparece de la historia soviética.

Pero eso será entonces; ahora Larisa

está furiosa con la Europa que no sabede la barbarie de la guerra civil y queignora las matanzas de los trabajadoresen el territorio Oriental controlado porlos blancos; una Europa sometida albombardeo noticioso de las agencias delgran capital. En sus retinas quedan lashistorias que algún día contará. En sumemoria, la idea eterna de que es tristemorir, y que aquí no queda tiempo parala muerte, apenas irte: «Sin dios y sin eldiablo, espantados ambos por larevolución, con el tiempo justo paradecir: Puedes quedarte con las botas».

Esta primera campaña es terrible, yal mismo tiempo, a los ojos de Larisa,

tiene la belleza de lo imposible. Lacaída de Kazán destruye la amenaza dela Legión Checa y permite a la repúblicabolchevique concentrar su poder enotros frentes.

Un serio historiador francés, J. J.Marie, no puede escaparse de la imagenal mirar con los ojos de la historia aRaskólnikov-Larisa: «Formaban unapareja de cine». Un contemporáneo dejala siguiente descripción de Raskólnikov:«Hermoso, de ojos azules, muy afeitado,tenía aspecto de ser un estudiante inglés,no un bolchevique ruso». Las fotografíasmuestran que en ese año Larisa tienemucho pelo y tiende a tratar de

esconderlo recogiéndolo en la cabeza,como si la larga melena le estorbarapara ser mujer-cronista, testigo que tieneque pasar desapercibido para no serpersonaje en la historia que otros haceny ella cuenta. Enmascara pues la melenacon rodetes. Bajo el pelo, una miradamaravillosa de ojos cercanos y una narizafilada sobre labios ligeramenteechados para adelante. Poco a poco seha cambiado la blusa campesina rusapor la blusa blanca proletaria, lospantalones holgados de pernera ancha yel capote de marino. Trotski, que tieneuna pluma hiriente, no ahorrará elogiosen sus memorias para la joven Larisa:

«maravillosa mujer», «figura de diosaolímpica», «fina inteligencia aguzada deironía y la bravura de un guerrero». Yasí debe de haber sido vista por los dosmil marineros de la flota que laadoraban.

V

El invierno hace que la flota serepliegue a su base en Nizhni Nóvgorod.Larisa continúa trabajando conRaskólnikov, con los comisariospolíticos de la flota, hasta que el 18 dediciembre de 1918, en una incursión

desde la base de Kronstadt a bordo delSpartak, Fiódor Raskólnikov topa conuna escuadra de cinco cruceros inglesesligeros; al huir se destruye la hélice deltorpedero cuando choca con unosarrecifes y los británicos lo capturanfrente a Revel.

Larisa, desesperada, trata junto conSklovski de montar un golpe de manopara liberarlo utilizando carrosblindados, porque piensa que losingleses lo van a fusilar. Está en ellocuando los británicos hacen desaparecera Raskólnikov, luego se enterará de queha sido llevado a Inglaterra. Larisa tieneveintiséis años, ha vivido el inicio de

una guerra que parece interminable, y seha quedado sin su compañero. ¿Cómoson esos meses en estas nuevas angustiasy desvelos? ¿Cómo se vive pensandoque van a fusilar al hombre del que estásenamorada? ¿Lloran los comisariospolíticos en la soledad de la noche?

Encerrado en la prisión deBrickstone, en Londres, Raskólnikovpasará allí cinco meses, hasta que escanjeado por prisioneros ingleses enmayo de 1919.

Larisa trabaja en el comisariado dela marina de guerra; tiene la delicadatarea de actuar con los ex almiranteszaristas que han aceptado colaborar con

el ejército rojo.A su salida de la cárcel,

Raskólnikov se hace cargo de la flotadel Volga y emprende de inmediato lasegunda campaña contra Denikin. Larisasube de nuevo a la cubierta de lascañoneras. Viajan combatiendo con laflota desde Astraján hasta lograr laliberación de Enzeli.

VI

Al final de la guerra civil, la pareja«de cine» es enviada a cumplir unadelicada misión diplomática en

Afganistán, donde una guerrasubterránea se libra entre los soviets yel imperio británico, que ya haenfrentado tres guerras en territorioafgano para controlar a las tribus y queahora vigila con desconfianza a un emircon veleidades antiimperialistas quecoquetea con los rusos.

¿Qué guardan los archivos delForeign Office inglés sobre el paso deLarisa y Raskólnikov por Kabul? ¿Quémezcla de chismes palaciegos, informesde sirvientes, diplomáticos quevendieron el alma, rumores, recogen losinformes confidenciales?

Larisa dirá, con un tono en el que

por abajo asoma la burla, que una de sustareas era influir en las varias esposasdel emir.

Comienza a escribir. Primero unaserie de crónicas de color que sereunirán en un pequeño volumen quehabrá de llamarse Afganistán: viñetas,reportajes, parodias, algunas crónicaspintorescas, de costumbres, de usos.Habrá en el libro una doble voz, la de lanarradora y la de la narradora que serevela a través de lo narrado. En unanota de color sobre una fábrica llamada«la casa de las máquinas», no sólodescribe las penurias y miserias de laindustrialización del atraso, el

capitalismo mezclado con la barbarie,«por mitades feudal y europeo»; tambiénincluye una sorprendente visión sobre«el Oriente, que es todo él, una tierramuda […] huidizo y mutable, peroinmóvil en el movimiento, sí, quietocomo la muerte». ¿De qué habla Larisa?¿Del país, del paisaje, de su estado deánimo?

En otra de sus crónicas dice: «Yaestaba una harta de tanto funcionarioafgano y de tanto extranjero cortés yamable, de tanto correcto inglés con lasonrisa siempre a mano», y se ríe de las«nubes de espías que pasan zumbandoen todas direcciones», y se ríe de nuevo

del emir, que es un vicioso de lasapuestas y que llevará el vicio a apostarcuándo se caerá una copa, cuántosciclistas vendrán en esa comitiva…

Larisa estaba hastiada; no se pasafácilmente de las situaciones límite de laguerra civil al lento mundo delespionaje y la diplomacia en un paísclavado en el pasado. La historia seestaba haciendo en otra parte, con otroshombres, pero las danzas guerreras lefascinaban; quizá el único tema quearranca el calor en sus artículos escuando reseña los bailes guerreros deafridis y vasirios, que danzanincendiando, combatiendo sombras,

peleando contra los fantasmas de losingleses muertos en las tres guerrasafganas; entonces Larisa vibra con ellos.

En esos días de aparente calma escuando Larisa encuentra el tiemponecesario para revisar sus vivencias dela guerra y escribe no sólo las notas deAfganistán, también las memorias de laguerra en la flota del Volga que habránde reunirse en un libro: En el frente.

Y su vida con Raskólnikov es undesastre. Un anónimo bolcheviquehabría de registrar en su diario: «Susamoríos con un príncipe afgano sehabían hecho públicos en todo el mundoy habían colocado al embajador

soviético en Afganistán en una posiciónembarazosa». Incluso su amiga ElizabethK. Poretski se hacía eco de la historia:«Corría el rumor de que durante supermanencia en Bujara [era en Kabul]había tenido numerosas aventuras conoficiales británicos, a los que iba avisitar a su acuartelamiento, desnudabajo un abrigo de pieles».

Hasta una sociedad tan liberal comola nueva sociedad soviética, donde labúsqueda de los caminos para romperlos viejos modelos de la vida seampliaban liberalmente al mundo delsexo y desde luego del matrimonio, noestaba exenta de puritanismo y desde

luego de amor por el chisme. Lashistorias más fantásticas han deperseguir a Larisa en la URSS. Lacalumnia vuelve a encontrarse en elcentro de su vida como cuando su padrehabía sido acusado de colaborador de lapolicía.

Larisa aclarara luego a suscompañeros que «el autor de esosrumores era Raskólnikov, cuyos celoseran de una violencia sin límites. Memostró una cicatriz en la espalda, que lehabvenca quedado de un latigazo que élle había dado».

Haya elementos de verdad en una uotra versión (y lo siento, Larisa, la

distancia y la desinformación no sonbuenos compañeros para la precisiónnarrativa, y además no me molesta quete hayas llevado a la cama a todos lospríncipes afganos y a todos loscaballeros británicos que se hayancruzado en tu vida), la realidad es queestas historias han de perseguirla comouna sombra. Y me hubiera gustado queestas historias las hubiera puesto en elpapel, y hubiera contado cómo el calor yel polvo desgastan a una pareja «decine», y el aburrimiento destruye losamores. Pero habrá que quedarse conrumores, desmentidos y calumnias y quepuritanos y licenciosos adopten sus

versiones. El caso es que rompe conRaskólnikov y regresa a la URSSrodeada de rumores de que lo ha hechobajo una amenaza de expulsióndiplomática.

VII

Se publican los libros. Larisamuestra una visión propia y nadahagiográfica de la revolución y suslíderes; el mismo Lenin es tratado comoigual entre iguales en una de lasparodias que hace de sus contactos conun financiero norteamericano: «El

gnomo riéndose de las quimeras de loshombres». Hay cariño, pero una ciertairreverencia, cuando lo retrata: «Losojos tártaros y un poco oblicuos».

En su retorno a la URSS sientecambios que no entiende claramente, seha abandonado el comunismo de guerray se ha instaurado la nueva políticaeconómica que protege a los campesinosmedios; descubre fenómenos deintransigencia, corrupción y abuso delpoder. Rádek cuenta: «Todo el veranoestá inquieta y mira a su alrededor conuna íntima aprehensión», y luego sepregunta en su nombre: «¿Alcanzará lapodredumbre al organismo del partido?»

Su padre tiene problemas: habíasido redactor de la Constituciónsoviética y publicó artículos sobre lospeligros de la concentración del poderen un partido único. Retornan las viejascalumnias de que había sidocolaborador de la Ojranka zarista. Susartículos han provocado malestar y se lesanciona por «conducta indigna de unmiembro del partido».

En septiembre de 1923 Larisa seentrevista con Karl Rádek y le pide quela envíe a Alemania, donde se encuentraen estos momentos el centro de larevolución mundial. Los rumores enMoscú dicen que Rádek se ha

enamorado locamente de ella y lapersigue con tesón. Un nuevo chismealimenta las calderas del rumor de laciudad que no por revolucionaria dejade ser pequeñamente provinciana.

Karl Rádek tiene treinta y ocho añoscuando se encuentran. Es un personajeque suma todas las contradicciones:judío polaco formado en el catolicismoy en el nacionalismo polaco, pero unode los precursores del internacionalismoantibélico zimmerwaldiano; organizadordel movimiento obrero desde laadolescencia, ligado al PartidoComunista polaco, al alemán y al ruso.Un hombre de choques y contrastes, de

izquierda radical, pero dado a lanegociación de los principios,ambivalente; directo y dado al ejemplovulgar, pero enciclopédico. Unadescripción de la época precisa: «teníala apariencia de un extraño cruce deprofesor con bandido»; feo, cabezón, debarba rojiza, dientes amarillentos porlos puros o la pipa que fumaconstantemente, vestido habitualmentecon traje de paño marrón y polainas, queha hecho su uniforme, en el 23 es eldirigente de la Internacional Comunistay responsable en buena medida desectarismos, aventuras, virajes políticos,delirios insurreccionales y sensatas

desesperaciones.

VIII

No sé si la relación entre Larisa yRádek, este extraordinario personajeque bien se merece una novela, seorigina en Moscú o en Alemania, peroen los próximos años han de vivir juntoscomo pareja. El hecho es que ambos seencontrarán en los próximos meses enBerlín, Rádek estimulando un procesoinsurreccional cuyos primeros actosLarisa descubre en Dresde cuandoarriba el 21 de octubre de 1923, justo en

el momento en que las tropas de loscuerpos francos, los restos delmilitarismo, dirigidos por Müller,destruyen la huelga general en Sajonia.

Cuando el 24 de octubre se inicia lainsurrección de Hamburgo, Larisaquiere marchar de inmediato hacia allá.Rádek se lo impide; no sólo esextranjera, sino soviética y se encuentrailegal en el país. Larisa en Berlín llevavida clandestina, se mueve un poco másen la calle que Rádek, obligado a lareclusión, pero se ve forzada a rehuir ala organización comunista que seencuentra en la clandestinidad. Camina,observa, visita el Reichstag, se ríe de

los parlamentarios conservadores, haceun retrato desesperado de la miseriaurbana, la brutal inflación, las muertesde hambre, el desempleo. Asiste amítines y manifestaciones, incluso narrala vida de la hija de unos obrerosacomodados y su paseo por elzoológico.

Producto de este mes, surgen cuatroreportajes que cobrarán más tarde laforma de un folleto, Berlín, octubre de1923. Su prosa se afina, combina elanálisis político muy a la manera deTrotski con las habilidades de ladescripción naturalista de Zola, elsentido del humor, la creación de

micropersonajes, la revelación deatmósferas; y es dura, ortodoxamentedura: la socialdemocracia conciliadoraes el obstáculo fundamental para larevolución alemana; la revoluciónsocialista es la única salida para un paísdestruido por las cargas de la posguerray la crisis económica.

Finalmente, Larisa no resiste y viajahacia Hamburgo a la búsqueda del mitode la reciente revolución de sesentahoras que dio a los obreros comunistasel control de la ciudad.

Camina por las calles, observa elmundo industrial, visita a los obrerosescondidos, asiste a los juicios,

entrevista a las esposas de losdetenidos. Al principio le cuesta trabajoentrar; en cuanto se rompe ladesconfianza accede a conversaciones ymateriales. Llena cuadernos de notas,llena la cabeza de humo, reconstruye,toma partido. Regresa a la UniónSoviética y se entrevista con HansKippenberger, uno de los dirigentes dela revolución que ha logrado fugarse.Compara sus notas con la memoria delmilitante, revisa, escribe.

Surge Hamburgo en las barricadas,el que habría de ser su libro másimportante. Una narración de lainsurrección, que no desprecia un largo

prólogo donde las cicatrices en losedificios hanseáticos, las gigantescasgrúas de los astilleros, las calles de lasputas, los barrios obreros, los bares, lostranvías, los horarios, las mujeres, lasfrases en dialecto, van construyendo elmarco de la aventura del partidocomunista, con una clase obrera cadavez más irritada, más agresiva y rabiosa.

Larisa no sólo se enamora de loshombres de la insurrección, y de lainsurrección en sí misma, a pesar delfracaso; también se enamora del mundoindustrial, del ambiente portuario, delolor a arenque y a queso; en medio deesta historia y de los obreros que la

protagonizaron está en casa. Y comosiempre, contar es fijar en la memoria,construir lo que se niega, lo que seolvida: «Dos o tres días, o dos o tressemanas después, junto con losperiódicos hechos jirones y los carteleshechos guiñapos, arrancados a punta debayoneta o deslavados por sucioschorros de lluvia, el breve recuerdo delas batallas callejeras, las revueltasavenidas y los árboles lanzados comopuentes a través de calles como ríos ycallejones como arroyos, también sediluye. Las puertas de la cárcel secierran tras los convictos en tanto queotros compañeros de lucha, expulsados

de las fábricas, se ven obligados abuscar trabajo en otra ciudad o en undistrito lejano; los que estándesempleados después de la derrota serefugian en los escondrijos más distantesy anónimos, las mujeres permanecencalladas y los niños, precavidos ante laspreguntas zalameras de la policíasecreta, lo niegan todo. Así pues, laleyenda de los días del levantamiento seesfuma».

El trabajo se editafragmentariamente en revistas, y en unlibro finalmente a lo largo del año 1924.

IX

De nuevo en la Unión Soviética,trabaja con Trotski en la comisión parael mejoramiento de los productosindustriales. Pero necesita volver a loscaminos, la sangre caliente del reporterola domina.

¿Dónde se gesta la revolución?¿Dónde están los cambios? En el mundoindustrial, en las fábricas y las minas,lejos de la burocracia de Petrogrado yMoscú. Durante meses viaja a losUrales, a la cuenca carbonífera delDonetz, a las minas de platino deKytlym, a las fundiciones, a las

textileras de Ivanovo; duerme en trenes,en las minas, en los locales sindicales,van saliendo reportajes que luegocobrarán cuerpo en Carbón, hierro yseres humanos.

Es una visión sorprendente, lejos dela propaganda, de la que no estánexentas las leyendas populares, lasviejas historias, las críticas brutales a lamanera de vivir de los trabajadores, o lafalta de cuidado contra los incendiosforestales; cuenta epidemias, erroresburocráticos, hazañas casi imposibles.Narra un mundo que en apariencia puedeparecer árido y bajo su pluma se vuelveapasionante. Habla de fundidores con

nostalgias agrarias que odian al partidocomunista, y de cuadros del partidocastigados por error que siguen en laprimera línea. Construye personajessecundarios inolvidables, hombresimposibles que juegan con fuego, que sequejan amargamente de que entre elsoviet y la mina han acabado con su vidaa los cincuenta y tres años, pero quepermanecen en el centro de la voráginepor un sentido del deber difícil deexplicar. Habla de logros industriales ytambién de fracasos y vuelve a sufascinación por el mundo industrial,compone páginas maravillosas donde elhierro es personaje de la narración y

goza la descripción de los martillosgigantes de las laminadoras.

Y la pluma no tiembla cuando criticala política del avance a saltos, mientrasse descuidan las condiciones de vida delos trabajadores. Cuenta desde dentro,sin dudar al tomar partido, pero sabeque la adulación y la propaganda sonmalos sustitutos de la verdad delreportaje.

El libro será escrito en Leningrado,donde vive con Rádek, que ha sidoexcluido de la dirección de laInternacional Comunistaresponsabilizado por el fracaso de larevolución alemana.

X

A mediados del 24 retorna a Moscú,luego viajará nuevamente a Alemania yescribirá En el país de Hindenburg, unareseña de color del capitalismo, con unavisión esperpéntica, tocada a veces desurrealismo. Empieza describiendo losmonopolios de la prensa, luego revisa elmundo industrial a través de la historiade Junkers y sus empresas bélicasreformadas. Larisa no puede esconder sufascinación por la técnica, su amor porlas máquinas, aunque sean bélicas. Y sutono burlón se filtra a veces de encantoen la descripción. Pero estas notas son

fundamentalmente material depropaganda y retoma el aliento paramaldecir el capitalismo salvaje delrenacimiento alemán con su mejor prosa.

En el país de Hindenburg se editaen 1925, primero en revistas y luegocomo pequeño libro.

Apenas ha terminado el trabajocuando comienza a laborar en un librosobre los decembristas y una serie deconferencias sobre la revolución de1905; así como una serie de retratossobre Tomás Moro, Babeuf, Münzer,Blanqui.

En 1926 cae enferma de tifus, sucondición física no es buena, está

minada por las viejas fiebres de malariaque había adquirido en Afganistán.

Su enfermedad se produce en elmomento del ascenso de la derecha en elpartido. Stalin y Bujarin comienzan aconstruir el aparato burocrático que seconvertirá poco después en elinstrumento de la represión contra supropio partido. La república de lossoviets y de los bolcheviques, que haexcluido en los últimos años amencheviques, a socialrevolucionariosde derecha, de izquierda, a losanarquistas, camina hacia la dictaduraunipersonal de Stalin. Larisa seencuentra capturada entre la enfermedad

y el exilio de todos los exilios, el exiliointerior.

La enfermedad parece ceder,comienza a reponerse, pero las fiebresretornan. Rádek cuenta: «Hizo el voto deluchar por la vida hasta el final y sóloabandonó esta lucha cuando finalmentequedó inconsciente». Muere en elsanatorio del Kremlin el 9 de noviembrede 1926, cuando tenía treinta y cuatroaños.

Sosnovski resume en la hora de sumuerte lo que veían en ella suscontemporáneos: «Una pasión salvajepor la vida».

Pero quizá su salida del escenario

político haya sido una bendición, susamigos y personajes, sus esposos ycamaradas habrán de desaparecer en lospróximos años tragados por la vorágineestalinista:

Trotski será asesinado en su exilioen México; Liev Sosnovskidesaparecerá en los campos deconcentración; Raskólnikov, el mismoaño de la muerte de Larisa, seráseparado de sus actividades dentro de laInternacional Comunista, y aunque en lalucha interna se alinea con Stalin, en el37 sus libros pasan a la lista deprohibidos, estando en Francia noretorna a Rusia y envía una carta abierta

a Stalin acusándolo de haber traicionadola revolución española. Muere en Nizael 39, de una manera muy extraña.

Como recuerda Richard Chappell ensus notas a Hamburgo en lasbarricadas, los seis hombres queportaron el ataúd de Larisa habrían decaer de una u otra manera víctimas delas purgas: Rádek, asesinado después delos procesos del 37; Lashevich moriráen un accidente en Siberia tras habersido expulsarlo del partido; I. N.Smírnov será fusilado tras los procesosde Moscú; Enukidzé será fusilado trasun proceso secreto en el 37; mejorsuerte corrieron Boris Volin y Boris

Pilniak.Remmelé, el líder del partido

comunista alemán que protagonizaBerlín, octubre 1923, y Karajan, eldiplomático que es figura central en elartículo «Krupp y Essen», cayerontambién en la matanza estalinista; HansKippenberger, el dirigente de larevolución de Hamburgo, fue detenidoen el 36 al descender de un tren enMoscú y ejecutado.

Larisa no estuvo allí para contarlo ypara correr la suerte de sus amigos ycompañeros.

Sebastián San Vicente,Un nombre sin calle

(una versiónmaileriana)

I

La historia como novela: en 1981reuní los escuetos datos que habíaconseguido sobre un singular militante

español que había intervenido en laformación de la izquierda mexicana delos años veinte; era un materialfrancamente escaso, que no dio para másque para una breve biografía de seiscuartillas. Es ésta:

El 15 de febrero de 1921, en unambiente festivo, se inauguró en elauditorio del Museo de Antropología deCiudad de México el congreso de lossindicalistas rojos, que habría de darnacimiento a la Confederación Generalde Trabajadores (CGT), la centralobrera en que se sumaban voluntades detodos aquellos que no creían en laconciliación ni en el perdón, que creían

que entre las clases sociales opuestassólo podía haber guerra y que pensabanque la Revolución mexicana, cuyosúltimos efectos militares se habíanproducido unos meses antes con el golpede los caudillos militares norteñoscontra el presidente Carranza, se habíaquedado huérfana de programa social,estaba muerta, difunta y enterrada.

En el museo se reunían delegados depequeños grupos comunistas,anarcosindicalistas y sindicalistasrevolucionarios, que pretendían crearuna organización de choque ante elsindicalismo domesticado y prohijadopor el nuevo gobierno bajo las siglas de

la CROM [Confederación RegionalObrera Mexicana].

Terminaba la revolución agraria,pero el mundo enviaba señales de otrotipo de revoluciones, aquellas delprograma maximalista, de todo el podera los trabajadores; se vivía la era de laRevolución soviética, de la revueltaalemana, de los consejos obreros deTurín, de la guerra social española.Todo parecía posible. Entre losdelegados, un español de ceja espesa ynariz prominente destacaba por feo, porfuerte, por necio. Representaba a loscomunistas de Tampico, a pesar de queera un declarado anarquista. Sus

intervenciones en el congreso ibandesde la pedagogía: «Todas las cosas enla naturaleza están sujetas a una leyirrefutable, que es la siguiente: todonace, crece, se desarrolla y muere, perola materia nunca desaparece», hasta lapoética del tremendismo social: «Laúnica patria es el suelo que uno pisa y lagente que a uno lo acoge paraincendiarlo». Entre estas dos retóricasse movía San Vicente.

Uno de los pocos narradores quedejaron constancia del congreso, José C.Valadés, lo describe de la siguientemanera en dos líneas: «Se golpeaba a símismo con el espíritu de violencia,

aunque había en él tolerancia en el ordende las ideas. Era anarquista, perocontemporizaba con los comunistas».

Al final del congreso, San Vicentefue electo subsecretario de la CGT ypartió a Tampico a dar noticia a susrepresentados de lo que había sucedido,para después reintegrarse al comité enCiudad de México.

Reconstruir su biografía previa noera fácil. A los veinticinco años,Sebastián San Vicente había rodadomundo de una manera muy peculiar.Parece ser que era originario deGuernica, en el País Vasco español;parece ser que se decía que era hijo de

una familia acomodada y que de algunamanera había roto con ella. Se habíatornado un vagabundo, y lo había hechoa la manera anarquista, sembrandoideas, llevando motines, participando enlos enfrentamientos de clase dondequiera que los encontró. De lo poco quealguna vez contó y de lo que los papelesde la policía, muchas veces llenos deexageraciones, contaban, se podíareconstruir una parte de su historiapolítica:

En algún momento de su juventud sehizo mecánico naval, tras haber sidomarino y fogonero. Además del españoly el vasco hablaba inglés y francés.

Navegó por la costa Este de EstadosUnidos y vivió un tiempo en NuevaYork. Militó en los campos anarquistasy con los Industrial Workers of theWorld (IWW). Fue acusado de habertratado de dinamitar el Mayflower en elque el presidente Wilson regresaba deEuropa. De la lectura de los archivosdel naciente grupo de Edgar Hoover enel Departamento de Estado, que luegosería el FBI, se deducía que lainformación sobre San Vicente era unamezcla de paranoia estatalista conmontaje propagandístico.

Cuando trataron de arrestarlo se fugóa Cuba oculto en un vapor. De su

estancia en Cuba se sabe muy poco, quese dedicó a la propaganda y viajó comoorganizador de un grupo clandestinoconocido como «Los soviets», queestuvo implicado en actos de sabotajecontra barcos mercantes y que dejó unproceso judicial pendiente en Cárdenasporque se le escapó a la policía. Quedanvagas noticias de que fundó la filial delos IWW en Matanzas, que habría detener vida efímera. Al fin, cuando elcerco se cerraba sobre él, viajó depolizón en un barco petrolero y entróilegalmente a México por Tampico afines de 1920.

Después de su labor en Tampico y

de su paso por el congreso de la CGT,regresó a Ciudad de México y colaboróen la integración de la InternacionalSindical Roja con militantes de otrastendencias, como el ala izquierda de laCROM, la juventud comunista y losIWW; fue una labor efímera porque apesar de los buenos esfuerzos de estegrupo de militantes, las diferencias entrelas corrientes provocaron la ruptura.

Como subsecretario de la CGT sededicó a apoyar a la organización en lazona textil de Atlixco. Escasean lasnoticias sobre sus intervenciones enparticular, aunque abundan las noticiasde un movimiento con el que combatió

el desempleo pistola en mano, tomóhaciendas y enfrentó violentamente a losgrupos de esquiroles organizados por lapatronal y la Iglesia.

No duró mucho su actividad. El 17de mayo el gobierno del generalObregón, con un pretexto cualquiera,arrestó a doce militantes extranjeros dela dirección de la CGT, el PCM y losIWW y anunció su deportación.

San Vicente fue detenido junto con elnorteamericano Frank Seaman(representante de la InternacionalComunista en México) y gracias a laspresiones de algunos sindicatos fuerondeportados hacia el sur, en lugar de

hacia Estados Unidos, donde ambostenían procesos pendientes: San Vicentepor el mítico intento de atentado contraWilson y Seaman por estar prófugo delservicio militar.

Enviados a Guatemala por mar, víaManzanillo, Seaman y San Vicente sededicaron en cuanto llegaron al trabajode organización; participaron enreuniones de sindicatos de panaderos,estimularon redes de distribución deprensa y los enlaces de los grupos deizquierda con las organizacionesmexicanas. Un par de meses después,cruzaron clandestinamente la frontera apie y regresaron a Ciudad de México.

A partir de ese momento, SanVicente tomó el nombre de PedroSánchez, el Tampiqueño.

Bajo ese seudónimo se supone queactuó en los enfrentamientos contrapolicías y bomberos en la huelga de lostalleres de un centro comercial, ElPalacio de Hierro, y en la gran huelgatranviaria de 1922, pero no hay datosconcretos que permitan confirmarlo.

En agosto de ese año, la CGTacusaba al Partido Comunista de haberrevelado su situación a la policía.Parece ser que en medio de un violentoconflicto ideológico que terminó con laescisión del sindicato panadero de la

CGT, la prensa comunista reveló laparticipación de San Vicente en eldebate. El hecho es que San Vicentetuvo que pasar de nuevo a laclandestinidad.

En enero y febrero de 1923, lafederación tranviaria del D. F. dirigió unviolento movimiento huelguístico contrala compañía de tranvías. El gobernadordel D. F., el cromista Gasca, lanzócontra los tranviarios no sólo a lasfuerzas policíacas y al ejército, sino quetambién impulsó el surgimiento de ungrupo de esquiroles. Los choquesabundaron. El primero de febrero, lasautoridades trataron de poner los

tranvías nuevamente en la calle, ycuando uno de ellos manejado poresquiroles y con escolta militar pasabapor la calle de Uruguay, donde estaba ellocal de la CGT, los rojos bloquearon eltráfico y comenzaron los disparos. Pocodespués el ejército interveníaampliamente, y los cegetistas (pocos deellos armados) levantaban barricadas yse defendían en su edificio sindical.Tras una hora de tiroteo contradoscientos soldados armados con rifles,los huelguistas se vieron obligados arendirse y un par de centenares de ellosfueron detenidos.

Entre los detenidos se encontraba

San Vicente, al que la policía noidentificó, oculto bajo el seudónimo dePedro Sánchez y con mono de tranviario.

Por mediación del ministro deHacienda Adolfo de la Huerta, losdetenidos fueron liberados un día mástarde.

Cuando la policía se enteró por unadelación de que había tenido a SanVicente en sus manos, comenzó unabúsqueda que tuvo su momento máschusco el 4 de abril, cuando cuarentapolicías entraron en el local de la CGTpara detenerlo y, mientras los obreros seenfrentaban con ellos y los desarmaban,San Vicente huía por la ventana de un

baño.Había constancia de sus dos fugas

milagrosas, pero sin embargo sólo unalínea perdida en los diarios daba noticiade que finalmente San Vicente habíasido capturado a principios de julio, yllevado en secreto a Veracruz. El día 15un grupo de trabajadores de la CGT enel puerto descubrió a San Vicenteencarcelado y comenzó a prepararse unamovilización para intentar liberarlo,pero las autoridades se adelantaron.

El 16 de julio de 1923, SebastiánSan Vicente fue expulsado de México ysubido encadenado a un vapor que partíacon destino a La Coruña, España.

La prensa Obrera mexicana rindiótributo a su compañero deportado. EnGuillotina, órgano de los inquilinos delpuerto, y en Nuestra Palabra, de lafederación tranviaria del D. F., sepublicaron protestas.

En julio de 1924, el anarquistapoblano Antonio Bruschetta pedía datossobre San Vicente a todos los miembrosde las realidades ácratas de la prensa.Informaba de que hacía un año que notenía noticias suyas, que lo último quesupo es que había llegado bien a LaCoruña, desde donde le había mandadouna foto a la que siguió una postalenviada desde Burdeos.

Ésta fue la última información que serecibió en México del anarquista vasco.Muchos años después, en 1938, corrióel rumor entre los viejos conocidos deque había muerto en España,combatiendo en los alrededores deBilbao como miliciano en un batallón dela CNT.

Esto es todo lo que el que estoescribe puede contar. Supongo que essuficiente para explicar por quéSebastián San Vicente no tiene una calleque ostente su nombre, y no aparece enlos libros de texto.

II

La novela como historia: ¿por qué teresulta particularmente interesante estepersonaje del que casi nada se sabe?

Nuevamente son las mismashistorias. Son estos tipos que parecenhaberse comido a un ángel y quealimentan sus durezas de esta fibramágica de la terquedad y la verticalidad.Personajes que no oscilan en medio delas tormentas, que no se reclinan.Personajes de gestos, que operan en elterreno donde se mandan mensajesreales, el terreno de los símbolos.

Puede ser que cuando se trata de un

fenómeno de masas «la revolución esuna aventura del corazón», como diceRyszard Kapuscinski, pero, cuando lahistoria se transfiere a lo personal y elambiente no anda como para grandesvictorias sociales, la revolución, sinduda, se transforma en una aventura dela obsesión.

Conforme los tiempos pasan te vasfabricando un entramado de asiderosideológicos que te permiten despertarpensando que estás del lado de la rejaque separa al poder del abuso y la granmaldad del territorio de los parias de latierra, y te permiten acostarte con labuena conciencia de que has resistido al

sistema un día más. Una de las lianas deesa trama está formada por la terquedad;esa irracional virtud que poseen losadolescentes y que impide que la lógicade los adultos, que la lógica del poder,los engañe; que el enemigo, en nombrede «lo racional y lo posible, lo sensato ylo adecuado», les ocupe su espacio vitalhasta expulsarlos.

Es por eso que terminarásescribiendo la historia del «ÁngelNegro», aunque es una historia de mássombras que luces y en la que encuentrasdemasiadas cosas que no acaban degustarte.

Pero, ¡ah, maldición! (como dirían

en una de esas novelas de Salgari queSan Vicente debe de haber leído aescondidas), esa terquedad, esamaravillosa terquedad, esa tenacidad,ese antídoto para nuestras noches dedebilidad situados ante un televisor quepuede que quizá ya no nos engañe, peroque sin duda menta nuestros miedos; esaterquedad, pues, se construye. No nace,se hace.

Evidentemente, nadie sabe de dóndesalió; como todo buen personaje denovela, aparece de repente, con unsonido de pssshhh que brota del aire yviene dotado de alias y seudónimos, defalsos pasaportes y de falsas historias,

de leyendas y de mitomanías paranoicaspolicíacas.

O sea, que de entrada, él no era él.En algún lugar lees que lo llamaban

«el Ángel Negro Exterminador», en otroque leía a Leopardi. Comienzas atrabajar sobre esos dos escasosmateriales. ¿Quién era Leopardi? ¿Dedónde sale el bíblico y resonantenombre del Ángel Negro Exterminador?

Leopardi, muy mal conocido enMéxico, el Conde Giacomo, 1798-1837, poeta de la angustia, el titubeo, ladesesperación, la desesperanza, fue elhombre que en medio de una generaciónde poetas románticos y patrioteros se

dedicó al cultivo del pesimismo comofuente de inspiración y tema central desu poesía, una defensa tan buena comocualquier otra. Probablemente hayatenido que ver en la sordidez de suspoemas el que desde muy niño eratullido, contrahecho y, por si esto fuerapoco, fue un noble miserable, unaristócrata empobrecido.

Para muestra, un par de botones: «Enesta inmensidad / anego el pensamiento /y el naufragar me es dulce», o«Aburrimiento y amargura / tan sólo esnuestra vida / y fango el mundo».

Curiosa inspiración para unanarquista. Comienzas a leer a Leopardi

gracias a una antología bilingüe de laUniversidad de Guadalajara rescatadade la estantería de los volúmenes quenunca pensabas leer.

Si los poemas de Leopardi y unabreve nota biográfica aparecieron en esaantología del pesimismo poético,editada cincuenta años después del pasopor México de San Vicente, la dudasobre el Ángel Negro Exterminador te ladisipa una Biblia protestante que tecolocó a güevo hace unos años unvendedor de puerta a puerta que te pescódormido. En el Apocalipsis, 9 apareceun personaje que se llama Apolión,también conocido como Abbadón

(nuevamente esto de los alias y losseudónimos), quien resulta un ángelnegro, vencido, venido del abismo,ángel derrotado, luciferoso. Su misión,tal como la describe el Apocalipsis, esconducir un ejército de langostas quetorturarían durante cinco días al génerohumano. Esta relación nada franciscanacon los insectos te fascina.

Tienes los mitos del FBI sumados alas tristezas de Leopardi y a los deliriosviejos y testamentistas de la Bibliaprotestante. El personaje aún no existe,es una sombra.

Buscas la ciudad que lo conoció ycuyo desastroso eco es hoy tu ciudad,

Ciudad de México. En los primerosmeses de 1921, no solo iba lentamentereemplazando al caballo por el Packardy al alumbrado de gas por la luzeléctrica; no solo se fumaba mejortabaco y se bebía aguardiente más puro,también se vivían las tensiones de lareorganización industrial post-revolucionaria, los ajustes de cuentasentre los generales triunfantes del Plande Agua Prieta que habían derrocado aCarranza, y un importante ascenso en lasluchas obreras; un movimiento que, trashaber naufragado en sus intervencionesdurante la etapa armada de laRevolución Mexicana, sentía que había

llegado su hora.Vas al contexto político y al

sindicalismo. Al lado de los rojos de laCGT estaban los sindicalistas corruptos.Morones, su jefe, era un personaje decaricatura francamente apasionante,merecedor, si la dispersión no fuera unvicio, de aparecer al lado de Abbadón yde Giacomo Leopardi en esta crónicainsensata. Habría de llegar a serministro de Industria y recibiría losapodos, por su gordura, de la Marranay la Matildona, visitaría prostíbuloscomo si éstos fueran su segundo localsindical y usaría tres anillos dediamantes en la mano izquierda.

Mexicanidad prepriísta, en suma.Rastreas las posibles lecturas de San

Vicente gracias a un documento ajadoque reseña los libros de la bibliotecadel sindicato de panaderos donde elpersonaje solía dormir sobre una banca.Entiendes así su anarquismo principesco(de rígidos principios, nonecesariamente de los del príncipeKropotkin), en nada colaboracionista,muy dado a hacer llamadas al todo onada, y bastante elemental. Nutrido de lainformación que podía proporcionarReclús (Eliseo) en la edición de seistomos de El hombre y la tierra, sobregeografía, humanidad, historia;

alimentado con la frase incendiaria deBakunin y el sentido común e inclusoromántico del anarquismo de Malatesta;obrerista, porque Sebastián habría dever el mundo desde el lado de los que lotrabajan con sus manos.

Podía haber leído, seguro que leía,Las doce pruebas de la inexistencia dedios de Sebastián Faure, editadas en unfolleto que costaba diez centavos por elGrupo Cultura Racional deAguascalientes; leía los artículos sobrela esclavitud de la mujer, la higienesexual y la relación depredadora delhombre con la naturaleza de FedericoUrales en la Revista blanca de

Barcelona, porque la tomaba prestadadel local del sindicato de tranviariosdonde tenían una suscripción; leía lasnovelas de Víctor Hugo, en particularLos miserables, que la prensa ácratahabía puesto de moda; leía horriblespoemas del colombiano Moncaleano yLa conquista del pan del patriarcaKropotkin, quien había muerto el añoanterior en Rusia; leía artículos sueltosde Gori y Mella publicados en Cataluñaen viejas ediciones de la Soli, Fructidoro El Productor, y se fascinaba con lahistoria de Espartaco o la geografía delos Balcanes. Leía opúsculos de FerrerGuardia sobre la escuela moderna y las

virtudes de la escuela racional. Sabía deFlores Magón, pero aún no habíacomenzado la fiebre editorial magonistaque colaboró a la educación política dela CGT durante los siguientes años.Cuando terminas de leer todo lo que SanVicente podía haber leído, si se excluyela mala poesía, tu educación sentimentalha mejorado.

Él leía también El Demócrata y ElHeraldo de México, incluso ElUniversal, para enterarse de que laprensa burguesa daba por difunta a laCGT, después de la primera gran cadenade escisiones, deportaciones yrepresalias. Pero el enemigo se

equivocaba y Bakunin desde su tumba enBerna acertaba cuando decía que lafuerza de los anarquistas estaba en«organizar la pasión». Porque la pasiónvolvía a darle cuerpo a la organizacióndesarticulada por falta de coordinación.

Y Sebastián San Vicente existíaporque el personaje dejaba huellas yecos en otros. Ecos con los quedifícilmente se hace historia, pero quepermitían ir adivinando, o inventando(que es una manera de adivinar) suspasos.

Encuentras narraciones de lossoviets de Puebla, cuando San Vicenteera el principal organizador de la zona,

trabajadores que organizan huelgas,patrones que cierran fábricas, obrerosarmados que en venganza van hacia lashaciendas de sus empleadores y lastoman al grito de «¡Viva Lenin! ¡Viva laVirgen de Guadalupe!». Lees crónicasmaravillosas que cuentan que sacaron alpatio de una hacienda un piano y alguientocaba a Chopin para aquellos obrerosdescalzos armados con machetes.

San Vicente se perfila. Encuentrasuna breve referencia sobre su cariño porlas putas y su batalla por dignificarlassin cambiarlas de oficio. El personaje seprecisa.

Descubres que uno no es uno, sino

sus ecos. Que la única manera decapturarlo es precisar las decenas deecos que deja tras de sí.

Amalgamas historias, de él y deotros. Construyes personajessecundarios que con su fuerza permitenpotenciar el eco del personaje central.

Estás escribiendo una novela bajo lacerteza de que la literatura logra lo quela historia no habrá de lograr, que esreconstruir la historia, el sentido de lahistoria; escribes feliz sintiendo que elpersonaje que la historia niega en laneblina, la literatura lo rescata usandolas virtudes de la propia neblina comomaterial de fondo.

Revisas la lista de teléfonos deCiudad de México a la búsqueda de losSan Vicentes posibles. Una experienciadivertida el tener que explicar a loshijos de un empresario de pompasfúnebres que andas rastreando lashuellas de medio siglo de un anarquistaespañol. No has de encontrar nada, perola experiencia se integra en la novela.

Vuelves a los archivos de la policíapolítica norteamericana y de la policíamexicana, pero ya no a la búsqueda deinformación, sino a la captura del estilonarrador de los chicos de la ley y elorden. Descubrimientos apasionantes enel lenguaje burocrático; es una delicia la

explicación que dan los gendarmes decómo «fue que fueron» a detener a SanVicente y los obreros los detuvieron aellos y los desarmaron.

Ángulos, planos, canciones,palmeras en Tampico, marcas demedicinas contra la gonorrea, tranvíasde mulas en Ciudad de México.

Ejercicios de imaginación: ¿cómoera la postal que San Vicente envíadesde La Coruña? ¿Cómo el sombreroque usaba en Atlixco, Puebla, los díasde sol? ¿Cómo eran los días de lluviatropical vistos por un vasco que adorabael chipi chipi de la lluvia calabobos delCantábrico? ¿Qué medicina usaban sus

amigas putas contra la sífilis? ¿Quiénera el médico que las atendía?

Ejercicios de invención. Narrar esreinventar, recrear, poner en pie lascosas que ya no existen. ¿A quién carajole importa la realidad? Lo que interesaes la sensación de realidad.

La novela se llamó De paso y sepublicó en 1987. Terminaba o deberíahaber terminado, o creo que en algúnmomento la debiste terminar colocandoal final la frase del ensayo que teparecía el epitafio justo del personaje:

«Sebastián San Vicente no tiene unacalle que ostente su nombre, y noaparece en los libros de texto».

III

La vida como novela de la historia:en el 96 llegué a San Sebastián para daruna conferencia convocado por Pedro,que es el único lector que conozco queno sólo se ha leído todos mis libros,sino que además me corrige lasinexactitudes.

Llovía en San Sebastián y yo teníafrío, pero el público puso el calor en laconferencia y yo volví a ser una personay no un conferenciante.

Al final de la charla, Pedro mepresentó a una muchacha, Socorro,Soko, en medio vasco, que dirigía el

Museo de la Marina. Estábamos en unparque, rumbo a uno de los muchospequeños bares donde se bebe vino y setapea, en esa ronda interminable ybastante infernal tan a gusto de losvascos. La muchacha me tendió una foto.

«—Es la San Vicente —dijo».Contemplé la foto de una lancha

pesquera de unos diez metros, con unarudimentaria caldera en el centro;llevaba como toda identificación elnúmero de matrícula SSF 898, y para lafoto dos marineros tristes contemplan ala cámara sentados sobre la lancha, quesin duda está en puerto. Un pie de fotoregistra que estamos en 1940.

«—¿Y esto?»—La hemos rescatado para el

museo, y como no tenía nombre, loscompañeros, que habíamos leído tunovela, decidimos bautizarla como laSan Vicente . No tendrá nombre de calleni de plaza, pero tiene nombre de barcaen un museo vasco».

Y la muchacha sonrió abiertamente.Debe de ser que ella también cree en

estas formas literarias de hacer justicia.

Más vale hacerlodemasiado pronto

Imágenes para un programa de televisiónque nunca fue realizado sobre el

suicidio de Adolf Abrámovich Joffe.

1. Todo es de un blanco intenso yviolento. Hay nieve cubriendo la calle.Está sucia. Los hombres golpean lasbotas contra el suelo para calentarse.Entramos al edificio del Comisariado deAsuntos Extranjeros. Nos abrimos pasoa través de una pequeña multitud que

bloquea las escaleras, los pasillos.Algunos rostros resultarán vagamenteconocidos para el que haya visto fotosde personajes clave de la Revoluciónsoviética; pero esos rostros sólo seránregistrados al paso: tensos,ensimismados; tal vez algunos conversanentre sí; otros fuman solitarios: allíestarán Trotski, Rádek, Rakovski, VíctorSerge, Smírnov, Sapronov.

Nuestra mirada y las suyas se cruzana veces. Desaire, abstracción, pequeñosbichitos les roen las entrañas. Algunosrumores llegan hasta nosotros. Al finalde un largo pasillo, también saturado deindividuos, se encuentra un ataúd negro

colocado sobre una gran mesa.Es un incómodo personaje más en la

historia, centro de ella, incluso. Por esolas miradas van y vuelven a este féretrosolitario.

Alguien, en medio de los rumores,dice con claridad: «El Comité Centralfijó para las dos de la tarde la salida delcortejo». Alguien responde con vozairada: «No marcharemos mientras nolleguen los trabajadores, la salida de lasfábricas es mucho más tarde».

Una luz mortecina entra por laventana iluminando apenas el ataúd.

Alguien debería decir que estamosen noviembre de 1927; como no

encuentro manera de introducirindirectamente esta información me veréobligado a superponer un letrero sobrela imagen del féretro solitario donde selea: 18 de noviembre de 1927.

Un hombre arroja una colilla alsuelo y la pisa. Un nuevo grupo seacerca a los que discuten en lasproximidades del ataúd; tienen noticias.

2. Suena un disparo. Sobre laalmohada cae lentamente, muylentamente, la cabeza de AdolfAbrámovich Joffe. Desfigurado por lamuerte, los lentes ladeándose, la sangre

brotando de la herida en la sien. Sangreque va manchando lentamente laalmohada. Sobre la imagen nuevamenteel recurso del letrero que dice: 16 denoviembre de 1927 y que nos permiterelacionar esta muerte sucedida dos díasantes con el féretro.

3. El hombre nos mira, parece notener prisa, parece esperar una señal queno llega. Lo hemos visto morir haceunos segundos, bizquea, tiene unapotente barba rizada. Finalmente noscuenta, en un tono de voz un tantomonótono, casi sin distracciones, a una

cámara fijada en el trípode que novacila ni busca el contexto, tan sólo elrostro y las palabras, que al ser dichasen ruso, obligan a unos subtítulos que lastraduzcan; nada de música ni tonterías,nada que distraiga ni enfatice la historiasin adornos:

«Me llamo Adolf. Nací el 10 deoctubre de 1883 en Simferópol(Crimea), hijo de mercaderes ricos.Estaba aún en el instituto cuando en losúltimos años del siglo se desarrolló enRusia el movimiento obrero,manifestándose particularmente en laorganización de huelgas, con lo quecomenzaron las famosas persecuciones

de estudiantes. Entré entonces en elmovimiento revolucionario y me adheríal Partido Obrero Socialdemócrata ruso.Por eso, al salir del instituto en 1903,estaba considerado como políticamentesospechoso y ya no pude entrar enninguna universidad rusa. Partí paraBerlín…».

4. Exterior del Comisariado deAsuntos Extranjeros. Sobre la nieve,invadiendo la calle, comienza aformarse un grupo. Muchos hombres ymujeres van saliendo del edificio.Muchos más se acercan y confluyen en

el centro de la calle. Un hombre sacauna bandera roja del interior del abrigo.Otro ata las cintas de bandera a un largopalo. Trotski, que va adquiriendo elcentro que las miradas de otros leotorgan, se sube el cuello del delgadoabrigo negro. Lleva además un gorro depiel. El ataúd sale del ministerio enhombros de cuatro personas. Al menosun par de millares de hombres y mujeresse han concentrado en la calle. En mediode una luz grisácea y la blancura de lanieve, el ataúd se abre paso entre ellos,como si flotara.

En las primeras filas de la columnaque se organiza esta Kristián Rakovski,

calvo, de rasgos muy marcados,transmitiendo tensiones; a su ladocontrasta Iván Nikitich Smírnov, flaco,rubio, desgarbado. Un grupo demilitantes georgianos, de abrigos azules,los flanquea. El ataúd pasa ante ellos.Rostros graves, una cierta tensión,incomodidad, frío, rabia contenida.Rakovski nos mira directamente. Tienecincuenta y cuatro años. Una manoanónima le pasa un micrófono. Noshabla:

«Soy Kristián Rakovski. Hace dosdías los camaradas Trotski y Zinóvievfueron expulsados del partido. Yomismo, Kámenev, Smilgá y varios más

lo fuimos del Comité Central.Centenares de militantes más lo fueronde sus organizaciones de base. Elsuicidio de Joffe es una forma deprotesta contra la manera como sepisotea la democracia bolchevique…Algunas funciones desempeñadas antespor el partido en su conjunto, por laclase en su conjunto, se han convertidoahora en atribuciones del poder, esdecir, de tan sólo un cierto número depersonas de ese partido y de esa clase...Nos encontramos ante los peligrosprofesionales del poder... No exagero aldecir que el militante de 1917difícilmente se reconocería en el

militante de 1927. Se ha producido uncambio profundo en la anatomía y lafisiología de la clase obrera».

5. La cámara gira velozmente. Sepierde en un abeto nevado, retoma anteel rostro compungido de Víctor Sergeque dice: «Tenía un rostro de asiriobarbado, de labios poderosos, demirada desarmante a causa de un duroestrabismo».

6. Joffe se encuentra sentado ante unescritorio. Está en pijama, lleva una

bufanda, se mueve con dificultad,escribe. Su despacho está integrado poruna gran mesa sobre la que hay uncuadro de Lenin, estanterías, una camaen una esquina y cerca de la ventana.

Una mano anónima le tiende unmicrófono. Nos mira sorprendido, noslee la carta que ha estado escribiendo.Hay una cierta melancolía en su tono:

«Siempre he creído que el políticodebe saber retirarse a su debido tiempo,como el actor que abandona la escena, yque más vale hacerlo demasiado prontoque demasiado tarde».

Se detiene, enciende un cigarrillo; lamano le tiembla.

«Hace más de treinta años me adhería la teoría de que la vida humanasolamente tiene sentido en la medida enque se vive y en tanto se viva al serviciode algo infinito. Para nosotros lahumanidad es infinita... En esto, y sóloen esto, he visto el sentido de la vida...Creo poder afirmar que ni un solo día demi vida ha carecido de sentido... Peroahora parece ser que llega el momentoen que mi vida pierde todo su valor, ypor consiguiente, me considero obligadoa abandonarla, a ponerle fin… El añopasado, como usted sabe, el Politburóme eliminó por completo, comooposicionista, de toda labor política. Mi

salud ha seguido empeorando…»Joffe se levanta. Titubea al moverse

como si no controlara sus movimientos.Se lleva las manos a la sien como si ledoliera. Va hacia la ventana, un farolhiere suavemente las sombras. Alacompañarlo en sus pasos no hemospodido dejar de ver la pistola sobre lamesa en la que ha estado escribiendo. Esun pequeño revólver Browning de seistiros.

7. Son las cuatro de la tarde. Sobrela nieve avanza el cortejo. Deben de serunas tres mil personas, hay algunas

banderas rojas desplegadas. La comitivadesciende por el Gran Teatro y toma laCalle Kropotkin. Se van uniendotrabajadores. Con gravedad, loshombres de la cabeza de la columnacomienzan a entonar La Internacional.

Serge nos lo describe mientrascamina reiterando en cierta manera lovisto:

«Es un cortejo gris y pobre, sinaparato, pero cuya alma está tensa ycuyos cantos tienen una resonancia dedesafío».

La multitud se desvanece por unefecto fotográfico, nos quedamos con losecos de La Internacional.

8. Joffe cuenta su biografía, unplano americano, apenas si gesticula,sólo fuma:

«En 1904, por mandato del ComitéCentral del Partido ObreroSocialdemócrata ruso, partí para Bakú,llevando las publicaciones ilegales delpartido a fin de hacer un trabajo depropagandista.

»En Bakú milité en la organizaciónbolchevique, pero en el curso de esemismo año, para evitar la detención,tuve que dejar el Cáucaso por Moscú afin de efectuar las mismas tareas. Enesta ciudad me vi muy pronto amenazado

de detención y hube de partir aesconderme en el extranjero, dondepermanecí hasta los acontecimientos de1905. Regresé inmediatamente a Rusia yparticipé en la revolución en diferentesciudades, primero en el norte del país yluego en el sur. En el momento de larebelión del acorazado Potemkín meencontraba en Crimea y organicé enseguida la evasión de K. Feldman, unode los dirigentes en el motín, de laprisión militar de Sebastopol. Despuésde eso tuve que refugiarme de nuevo enel extranjero. En Berlín, tras elCongreso de unificación del POSDR[Partido Obrero Socialdemócrata de

Rusia] de Estocolmo, se me nombrócomo uno de los cuatro miembros delprimer buró en el extranjero del ComitéCentral.

»En mayo de 1906, por decreto delcanciller del imperio alemán, VonBülow, fui expulsado de Alemania comoextranjero indeseable y partí de nuevopara Moscú, donde fui perseguido por lapolicía y me vi de nuevo obligado arefugiarme en el extranjero. Partí paraZúrich...»

9. La comitiva se acerca alcementerio del monasterio de

Novodevichy. En estos momentos rebasalos seis mil hombres y mujeres. Ante elcementerio, una valla de policías ygrupos de la GPU bloquean la entrada.Trataran de impedir con empujones quefilmemos.

Sapronov, cuarenta años, pelo largoy blanco al viento, recorre las filas:«Calma, camaradas, no nos dejemosprovocar. Romperemos la barrera».

Un grupo de policías se adelanta aconferenciar con los hombres queencabezan la comitiva.

La gente se revuelve inquieta en suslugares.

Un policía dice: «Tenemos

instrucciones de que sólo pasen alcementerio veinte personas».

Trotski responde airado: «Entoncestampoco pasará el féretro y losdiscursos se pronunciarán en lacalzada».

Un funcionario del Comité Centralse acerca. Ignorándolo, Trotski, Smírnovy Rakovski se reintegran a la cabeza dela manifestación que inmediatamenteavanza hacia la reja. Cuando pareceinevitable el choque, la policía, tras untitubeo, abre sus filas. La manifestaciónpenetra en el cementerio, el ataúdflotando sobre la multitud, rodeado porlas banderas. No hay sonrisas ni gestos

de victoria tras este triste triunfo.Una mano detiene a Trotski que pasa

ante nosotros, otra mano anónima letiende el micrófono. Habla mientrascontempla el paso de los manifestantesque desfilan.

«Nos habéis expulsado del ComitéCentral y del partido, y hemos dereconocer que este paso está decompleto acuerdo con la política actualen la presente fase de su desarrollo, omejor dicho de su degeneración. Estegrupo gobernante que está expulsandodel partido a centenares y miles de susmejores miembros, a los más fielesbolcheviques; esta camarilla de

burócratas que se atreve a expulsar abolcheviques como Mrashkovski,Serebriakov, Preobrazhenski, Sharov ySarkis; camaradas que se bastarían porsí solos para crear un secretariado delpartido infinitamente más capacitado ysolvente, más leninista que nuestrosecretariado actual; esta camarillaStalin-Bujarin que ha encerrado en lasprisiones más herméticas de la GPU ahombres abnegados y admirables comoNetchaev, Shtilkold, Vasilev, Schmidt,Fishelev y otros muchos, este grupo defuncionarios que retienen su puesto en lacima del partido por la violencia y laestrangulación de las ideas…».

Ha iniciado su intervención frío,apacible, incluso con una media sonrisaque de vez en cuando interrumpe ungesto amargo; pero se ha idotransfigurando, de sus ojos salenchispas, la voz raspa y hiere, el pelo selevanta por el viento que sopla. A suespalda pasan silenciosos losmanifestantes hacia el interior delcementerio, pero sus pasos, marcadoscon fuerza, hacen temblar levemente lacámara.

«[…] Estos métodos fascistas no sonotra cosa que la ejecución inconsciente yciega de los designios de otras clases.El fin que se persigue es suprimir a la

oposición y destruirla físicamente. Yahay voces preparadas para gritar:Expulsemos a mil y fusilemos a uncentenar para que reine la paz en elpartido. Estas voces proceden dehombres aterrados y dignos de lástima,aunque también diabólicamente ciegos.Es la voz de Thermidor. Los peoreselementos, corrompidos por el poder,cegados por el odio burocrático, estánpreparando el Thermidor con todas susenergías...».

10. De nuevo en el despacho deJoffe. Sigue escribiendo la carta de

despedida. Parece ignorarnos. Alterminar de escribir firma y se pone depie; tiene que apoyarse en la silla.Camina hacia la ventana. Aparece unmicrófono ofrecido por una manoanónima. Toma la carta que haterminado de escribir y la lee a lacámara, como pidiendo perdón por sutorpeza. Nosotros nos sentimosincómodos por haber violado laintimidad, quizá también losespectadores; él, al parecer, está másallá de todo esto.

«Hacia el 20 de setiembre, laComisión Médica del Comité Centralme sometió a un reconocimiento de

especialistas, los cuales me informaroncategóricamente de que mi estado desalud era mucho peor de lo que yo meimaginaba y que no debía permanecer undía más en Moscú sin hacer nada, nicontinuar una hora más sin tratamiento,sino que debería marcharmeinmediatamente al extranjero e ingresaren un sanatorio adecuado.

»Durante el espacio de dos meses, laComisión Médica del Comité Central nohizo ninguna gestión conducente a miviaje al extranjero o para mi tratamientoaquí. Al contrario, la farmacia delKremlin, que siempre me habíafacilitado los medicamentos por

prescripción facultativa, recibió laorden de no hacerlo.

»Parece que esto acaeció cuando elgrupo gobernante empezó a ensayar conlos camaradas de la oposición supolítica de “herir a la oposición en elvientre”.

»Desde hace nueve días tengo queguardar cama definitivamente a causa dela agudización y el agravamiento detodas mis dolencias crónicas y enparticular de la más terrible, miinveterada polineuritis, que ha vuelto aagudizarse, obligándome a sufrir doloresinsoportables e impidiéndome inclusoandar. Durante estos nueve días he

permanecido sin ningún tratamiento y lacuestión de mi viaje al extranjero no hasido decidida.

»Por la tarde, el médico del ComitéCentral, camarada Potemkín, le hanotificado a mi esposa que la ComisiónMédica del CC había decidido noenviarme al extranjero. El motivo eraque los especialistas insistían en unprolongado tratamiento y que el CC sóloconcedería para mi curación mil dólarescomo máximo.

»Por esa razón digo que ha llegadoel momento en que es necesario ponertérmino a esta vida. Bien sé que laopinión predominante del partido es

contraria al suicidio; pero creo quenadie que comprenda mi situación puedecensurarme por ello. Si me encontraraen buen estado de salud, tendría fuerzas;pero en el estado en que me encuentrono puedo tolerar una situación en que elpartido presta su mudo consentimiento ala exclusión de usted de sus filas. Eneste sentido, mi muerte es una protestacontra los que han conducido al partidoa tal situación que no puede reaccionarde ningún modo contra el oprobio».

Deja de leer. Arroja la carta sobrela mesa. Camina de nuevo a la ventana.Vuelve al escritorio. Suena el teléfono.

11 . Es el otro Joffe, aquel vestidode negro que nos cuenta su biografía, enun tono monorrítmico, casi sin darleimportancia a las historias que vaengranando:

«En 1907, dejé Suiza para regresar aRusia, pero en 1908 me vi obligado aretornar al extranjero. Me instale enViena, donde, con Trotski, comencé lapublicación de Pravda. Comisionadopor la redacción de este periódico,recorrí todas las organizaciones delpartido en Rusia. Repetí esta operaciónen 1911 y 1912.

»Durante mi estadía en Odessa, en1912, fui detenido al mismo tiempo que

toda la organización local del partido.»No habiendo pruebas para

condenarme, después de diez meses deprisión fui deportado al extremo nortede la gobernación de Tobolsk, enSiberia.

»Fui detenido de nuevo en 1913 enSiberia y procesado por el asunto de launión de marinos del mar Negro. Ante eltribunal reconocí mi afiliación al partidoy se me condenó a la privación de misderechos civiles y a la deportación depor vida a Siberia […] Fui incorporadoa un batallón disciplinario y sometido aun régimen de trabajos forzados. En1916 se me juzgó por segunda vez y fui

condenado de nuevo a la deportación enuna colonia de Siberia. Ahí continuécolaborando con diferentes órganosilegales. Cuando llegaron a mí losrumores de la revolución, dejé las minasy, tras una breve estancia en Kansk paraorganizar allí las actividadesrevolucionarias, salí para Petrogrado».

12. En el interior del cementerio, elataúd es transportado de mano en mano,vuela, se eleva, desciende, se ladea,parece repentinamente estar dotado devida, llega hasta la fosa abierta. Elfuncionario del CC al que hemos visto

antes negociando la entrada de lamanifestación intenta tomar la palabrasubido en una pequeña loma. Abucheos,gritos de «¡Que se calle!».

Sobre el féretro alguien ha arrojadouna bandera roja. Rakovski desplaza alburócrata a un lado y toma la palabra:

Esta banderala seguiremoscomo túhasta el finallo juramossobre la tumba.

Su voz domina la multitud.Ha pronunciado las palabras de dos

en dos, con pausas, sin prisa, con un

dramatismo que de alguna manera eludeel drama. La nieve que sus frases hanagitado en la rama de un árbol caelentamente sobre su cabeza.

13. Joffe, en su despacho, dice alteléfono:

«Liev Davídovich, quisiera quepasaras a verme...».

Escucha la respuesta, cuelga. Tienela mirada turbia. Camina hasta la cama,se recuesta. Está amaneciendo.

14. Retomamos a la visión previa

de Joffe contando su vida; a mitad de lanarración una mano anónima entrará encuadro y le pasará un vaso de agua, nosabrá qué hacer con él, beberáfinalmente produciendo una pausa. Diráal principio:

«Con Trotski y otros camaradaspubliqué el periódico Vperiod. Luegorepresenté sucesivamente a losbolcheviques en la Duma municipal dePetrogrado, en el Comité EjecutivoCentral de los soviets de Rusia […] Enel VI Congreso del partido (julio de1917) fui elegido miembro del CC delPOSDR (b) [Partido ObreroSocialdemócrata de Rusia

(bolchevique)]. En el momento de laRevolución de Octubre era presidentedel comité militar revolucionario...

»Fui enviado a Brest-Litovsk, comopresidente de la delegación rusa de paz.Pero tras el ultimátum alemán me neguéa firmar el tratado, declarando que no setrataba de un convenio de paz, sino deuna paz impuesta...

»Fui comisario de RelacionesExteriores y de Seguridad Social, siendoluego enviado como embajador aBerlín...

»Tomé parte activa en lospreparativos de la revolución alemana y,tres días antes de la insurrección del 3

de noviembre de 1918, se me expulsó deAlemania con toda la embajada».

15. Es de día en el pequeñodespacho de Joffe. Continúa tendido enla estrecha cama, con el cuerpo estirado,las manos a los costados, tocándose lascosturas del pantalón del pijama. Sumujer, María, habla con él. La reacciónde Joffe sólo podrá medirse por losdientes que se clavan en su labioinferior. Sobre el escritorio reposa lacarta que escribió durante la noche.María dice:

«Me respondieron que una estancia

breve en el extranjero seríacompletamente inútil. Me dijeron que laComisión Médica había decididotrasladarte de inmediato al hospital delKremlin, aunque reconocen que notienen los recursos y que no servirá denada».

16. Tomamos el último fragmentode su narración biográfica. Enumeraráfríamente los países y las ciudades,como quien repasa una leccióngeográfica. Nosotros subrayaremos esorecortando el final de algunas de susfrases, haciendo síntesis, elipsis.

«Fui enviado a Lituania paracontribuir a organizar el trabajo delpartido...

»Al poco tiempo me enviaron aUcrania...

»Fui enviado a Turquestán comopresidente de la comisión...

»Fui enviado a Génova comomiembro del Presidium de la delegaciónSoviética.

»Me enviaron al Extremo Orientecomo embajador extraordinario enChina.

»En 1924 caí gravemente enfermo.Una vez restablecido, fui a Londres. »Acontinuación me nombraron

representante plenipotenciario enViena...».

17. Cementerio. Trotski ocupa ellugar de Rádek. Su voz recorre lamultitud; tiene una cualidad eléctrica. Enel fondo se siente culpable porque a suvez culpa a Joffe de cobardía, deabandono, y esto lo enfurece:

«Joffe nos dejó no porque nodeseara luchar, sino porque ya carecíade la fuerza física necesaria para lalucha. Temió convertirse en una cargapara quienes están enfrascados en elcombate. Su vida, no su suicidio, debe

servir de modelo a quienes quedan trasél. La lucha continúa. ¡Que todospermanezcan en su puesto! ¡Que nadie loabandone!».

18. Joffe se levanta de la cama.Camina hasta el escritorio. Se sienta yescribe al final de la carta una posdata.Cierra el sobre. Rotula en el exterior:Liev Davídovich Trotski . Lo depositasobre la mesa. Saca del cajón delescritorio un revólver. Lo lleva en lamano. Es el pequeño Browning quehemos visto antes. Se acerca al lecho yse acuesta en la misma posición en la

que se encontraba. El revólver descansaa su lado, asido firmemente por unamano crispada.

19. La multitud se desplaza haciaTrotski y cierra filas en torno a él.Algunos aplauden. Grupos de jóveneshacen una valla para permitir su salidadel cementerio. Antes de empezar acaminar, Trotski duda y retoma paraquedarse mirando la tumba abierta deJoffe.

20. Joffe se lleva el revólver a la

sien, alza ligeramente la cabeza de laalmohada en una posición forzada,dispara. La sangre brota de la herida, lacabeza cae y reposa en la almohada.Sobre su rostro, mientras la sangre vamanchando de rojo las sábanas, apareceuna fecha en superposición: 16 denoviembre de 1927.

21. La casa de Beloborodov estáinusualmente iluminada. Trotski viveallí y se encuentra reunido en la cocinacon un grupo de seis jóvenes obreros.Discuten animadamente. En el pasillo unpar de hombres fuman mientras esperan.

Natalia Sedova pasa con un niño cogidode la mano. Alguien dice:

«Liev Davídovich, le llaman porteléfono».

Trotski se levanta, avanza por elpasillo hacia el sitio donde se encuentrael teléfono, cortando el humo decigarrillos que invade la casa. Coge elauricular. Escucha y escuchamos unavoz que dice:

«Adolf Abrámovich se ha pegado untiro. Encima de la mesa ha dejado unacarta para usted».

Trotski se queda inmóvil con elteléfono colgando de la mano,ligeramente caída. No se permite el

gesto de rabia que quisiera.

22. Es de noche. Al fondo, eldespacho de Joffe. Hay muchas personasen la casa, diez o doce al menos, entrelas que destacan Rakovski y la mujer deJoffe, María. En la puerta que da alpasillo se encuentra Trotski, una de susbotas apoyada sobre el arco de lapuerta. Una mano anónima le alcanza unmicrófono. Narra, se distrae, mira aveces a los obreros que pasan ante él yentran al despacho y salen tras habercontemplado el cadáver. La cámara, conla narración de Trotski siempre

presente, también se mueve, a vecespara contemplar el continuo movimientode los militantes de la oposición queentran al despacho, a veces se ve elcamastro sobre el que descansa elmuerto, Trotski dice:

«Nos trasladamos a toda velocidad ala casa de Joffe. Llamamos al timbre,golpeamos la puerta y al cabo, despuésde pedirnos el nombre, nos abrieron,pero no sin que pasase un rato. Sobre lasalmohadas cubiertas de sangre serecortaba el rostro sereno de AdolfAbrámovich, iluminado por una granbondad interior. “B”, vocal de la GPU[Directorio Político Estatal o Cheká,

policía secreta], revolvía en su mesa detrabajo. No había manera de encontrarcarta alguna. Sabiendo que me habíadirigido un mensaje, pedí que me loentregasen inmediatamente. “B” gruñódiciendo que allí no había ningúnmensaje ni nada parecido. Su talante ytono de voz no dejaban lugar a dudas:mentía. Pasados algunos minutoscomenzaron a concentrarse en la casadel muerto los amigos que acudían detodas partes de la ciudad. Los agentesoficiales del Comisariado de RelacionesExteriores y de las instituciones delpartido se sentían solos en medio deaquella muchedumbre de militantes de la

oposición. A lo largo de toda la nochedesfilaron por aquí millares depersonas. La noticia de que había sidorobada la carta se extendió por toda laciudad. Los periodistas extranjeros hantransmitido la noticia. Hace algunosminutos le han entregado a Rakovski unacopia fotográfica de la carta de Joffe».

Entrega el micrófono, gira,desaparece. La cámara avanza hacia elcuarto donde se está velando el cadáver.El ataúd se encuentra en el centro delcuarto. Serge está fumando en laventana, mira a la cámara y habla,mientras la cámara prosigue elmovimiento hasta ver en el interior del

ataúd el rostro del muerto. Vemos yoímos lo que Serge nos cuenta:

«Duerme. Con las manos juntas, lafrente despejada, la barba entrecana estábien peinada. Sus párpados sonazulosos, los labios ensombrecidos. Esepequeño agujero en la sien ha sidocubierto por un tapón de guata».

Buenaventura Durrutien México. Una

historia dedesinformación

Desde que se comprobó quela propiedad privada es un robo,no hay más ladrones aquí que lospropietarios.

Rodolfo González Pacheco(de un artículo publicado en LaAntorcha, mayo de 1921, endefensa de los anarquistasexpropiadores)

Algo así como la versión delcronista policial de «El Demócrata»

¿Y quién era el hombre de cara

cuadrada, rostro amenazante, enfundadoen un traje negro mal cortado, sin dudamal cortado, excesivamente anchas lassolapas, y los bajos del pantalón, losdobladillos desiguales; deforme el torsoa causa de las dos pistolas en losbolsillos que sus dedos acariciaban?; ybien, ¿quién era el hombre quedescendió del Packard cubriendo susojos del sol con unos lentes oscuros?

¿Quién el que lo seguía a unos pasosde distancia, más bien alto que bajo,ojos de mirar frío, rubio el cabello, untanto deslavado, como de un obrero queha sufrido en la vida, cuando el coche sedetuvo en la esquina de Uruguay e Isabel

la Católica?¿Quiénes los hombres armados que

avanzaban unos metros atrás? ¿Por quéentraban a las 3.45 de la tarde aquel 23de abril de 1925 en las oficinas de lafábrica textil (prestigiosa por sus bellastelas y finos hilados) La Carolina?

Los Errantes

A finales de 1924, el propietario deuna hacienda cañera situada entre Crucey Palmira en la provincia de SantaClara, en Cuba, amaneció apuñalado.Sobre su cuerpo, una nota decía: «Lajusticia de Los Errantes».

El propietario había roto el día

anterior una huelga de cortadores decaña, ordenando a la guardia rural queapaleara a los organizadores. Entre lostrabajadores de Santa Clara, como unrelámpago corrió el rumor: una banda deanarquistas españoles que se hacíanllamar «Los Errantes» había llegado aCuba para matar a los propietarios quemaltrataran a los trabajadores. Justiciapura.

Mientras la policía iniciaba labúsqueda de los autores delajusticiamiento, un capataz conocido porsu despotismo contra los cañerosapareció muerto en el distrito deHolguín, a muchos kilómetros del punto

inicial con una nueva nota de LosErrantes.

Algo así como la versión delcronista policial de «El Demócrata»

No podía ser otra cosa que unabanda profesional de asaltantesperfectamente organizados el grupo dehombres que ayer 23 de abril, siendo las3.45 de la tarde en la céntrica calle deIsabel la Católica, número cincuenta, enel casco urbano de Ciudad de México,ha sido protagonista de una de las másescandalosas acciones que se recuerdeen la capital en estos dos últimos años.

Horas más tarde del acontecimiento,

este reportero, en medio de una molestanube de agentes de los cuerpospoliciales, que hacen más ruido quecascan nueces y que con su presenciazumbona se limitan a embrollar laspruebas y estorbar a los informadores,se personó en el terreno de los hechos ypudo realizar una reconstrucción de lossucesos.

El despacho es amplio, mide más deveinte metros de ancho por cinco delargo. Las puertas se abren a las tres dela tarde. A esa hora precisamente sehace la reconcentración del dinero delos numerosos cobradores que llegancon sus talegas; por ese motivo, la

oficina cuenta con cuatro cajas fuertesde regulares dimensiones.

Siendo las tres con cuarenta y cincominutos, se encontraban en el interiordel despacho de la prestigiada empresatextil el cajero Ángel García Moreno ylos empleados Felipe Quintana, ManuelAbascal y Antonio Saro. Quintana sehallaba entregando una cantidad quefluctuaba entre los dos mil y tres milpesos, producto de las cobranzas de laempresa. Al fondo de la oficina seencontraba el gerente Manuel Garay. Ala hora indicada hicieron su entrada enlas oficinas seis individuos armados.Los encabezaba el mencionado hombre

vestido de negro con inconfundibleaspecto de extranjero, que tenía en lasmanos dos pistolas automáticas. Tras él,un segundo individuo de cara afilada,rubio, que encañonó a Abascal.

El joven Quintana, cobrador de laempresa, amedrentado ante la súbitaaparición de los malhechores, trató dehuir y se le hizo un disparo al aire.Aprovechando esta circunstancia, elcajero, Ángel García Moreno, intentóevadirse por la puerta posterior y fuedescubierto y alcanzado por un disparodel hombre de negro. La herida mortalno impidió que se arrastrara hasta lapuerta que da al patio posterior; ahí

culminó su esfuerzo quedando difunto yculminando una vida de pocas pasiones,que no merecía haber perdido.

Los seis asaltantes, que lucíanfieramente sendas pistolas en las manos,desvalijaron la caja grande que seencontraba abierta y salieron conrapidez de la oficina sin tratar de abrirlas otras tres. Lo cual demostraba queconocían las rutinas de la empresa,porque aparecieron en el momento de lacobranza pero que no sabían de ladisposición de las cajas fuertes; o sea,como quien dice, un trabajo que luceinterno y externo al mismo tiempo.

Se calcula el monto de lo robado en

una cantidad entre cuatro mil y cinco milpesos.

Los testigos insisten en señalar comolos dirigentes del grupo a los dosindividuos que hicieron disparos, ambosindudablemente españoles. Preguntadoslos testigos por qué esta seguridad en lanacionalidad de los extranjeros, sedebatieron en un mar de contradiccionessin poder salir a flote. Demos por hechoque lo son porque eran de ceja grande.

Los Errantes

Al finalizar el año 1924, la parejade anarquistas españoles conocidoscomo Los Errantes había logrado evadir

el cerco policíaco y llegar hasta LaHabana, donde secuestraron a punta depistola una pequeña lancha que los llevóhasta un pesquero en alta mar; allí,utilizando el mismo método,convencieron a los pescadores para quelos transportaran hasta las costasmexicanas de la península de Yucatán,donde desembarcaron. Detenidos poragentes aduanales mexicanos que loscreían contrabandistas, lograron evitarla aprehensión sobornándolos con pocodinero, y sus captores los encaminaron aProgreso, vía Mérida. En aquel puertotomaron un vapor a Veracruz.

En el puerto jarocho los esperaba un

anarquista español llamado Jesús Miño.Los tres hombres viajaron nuevamente,esta vez a la capital de la república,donde los estaba esperando el viejoanarcosindicalista Rafael Quintero,quien los ocultó en el local de suimprenta en el número trece de la plazade Miravalle.

Los Errantes se llamabanBuenaventura Durruti y FranciscoAscaso.

Algo así como la versión delcronista policial de «El Demócrata»

Cuando ayer, o sea un día despuésde los sucesos que hemos recogido en

anteriores ediciones, arribamos a lasoficinas de La Carolina, una multitud decuriosos se agolpaba ante la puerta.Todo el patio y parte de la casa dondeestaba instalada la cámara mortuoria sehallaban materialmente recubiertos decoronas fúnebres. Altas personalidadesde la colonia española habían acudidoal lugar.

El gerente de la empresa, señorManuel Garay nos dijo que había sidouna demostración que mucho locomplacía, pues todos los presidentesde los centros españoles y de las casascomerciales de importancia de todas lasnacionalidades se habían apresurado a

manifestar su pena por tan deplorableincidente.

Entre los empleados recogimos estacuriosa confidencia: ayer, 23 de abril,hacía precisamente diez años justos quehabía fallecido la esposa del hoy veladoÁngel García Moreno, siendo másnotable la coincidencia si se puede aún,puesto que la señora murió a las cuatrode la tarde, aproximadamente la mismahora en que el cajero caía víctima de lasbalas de los facinerosos.

El señor coronel inspector depolicía, en entrevista que celebramosayer, refiriéndose al asunto de LaCarolina nos dijo que había dado

órdenes de que se trabajara activamentey sin descanso; que tiene ya muchaspruebas presunciales sobre quiénespueden ser los bandidos, pero que sedesea recoger pruebas decomprobación.

Hablando con uno de los encargadosdel caso pudimos confirmar nuestraimpresión de que las fuerzas del ordense encontraban en blanco, no sabiendopor dónde iniciar las investigaciones.Esperamos equivocarnos esta vez, peromucho me temo que mostraránnuevamente su habitual ineficiencia.

Los Errantes

América, para el metalúrgico leonésde veintinueve años BuenaventuraDurruti, era un peldaño más en unaescalera de búsquedas y desencuentroscon la revolución social. Tras el fracasodel levantamiento anarcosindicalistacontra la Dictadura de Primo de Riveraen septiembre de 1924, junto con elcamarero aragonés Francisco Ascaso,había decidido cruzar el Atlántico pararecabar fondos que se destinarían a larevolución.

Los dos españoles eran hombres deviolencia, afincada en sus vidas durantela etapa de enfrentamientos armados quecubrió de sangre, de 1918 a 1923, el

territorio español y especialmenteCataluña: choques contra la policía,tiroteos con las bandas patronales,bombazos en empresas que cerraban suspuertas, choques contra esquiroles, tiroscontra las bandas armadas del Sindicato«Libre» apoyado por Martínez Anido, elsangriento gobernador de Barcelona;atentados personales contra patrones,jerarquías de la Iglesia, altasautoridades civiles y militares, asaltosbancarios... Una larga lista de accionesviolentas que se combinaban con lalucha sindical.

Ésta era su trayectoria, que se habíamultiplicado en el paso por Cuba.

Algo así como la versión delcronista policial de «El Demócrata»

Tres días después de los trágicossucesos de La Carolina, confirmando laspeores previsiones de este reportero, tansólo un testimonio importante ha podidoser incorporado al expediente del caso.

El jovencito Manuel Cortés, testigode la fuga, hábilmente interrogado porun agente de la reservada, informó conprecisión que el automóvil que usaronlos asaltantes (uno de ellos al menos)era un Packard azul placas 19652.

Como dato curioso, habría queañadir que el fruto del robo apenasalcanzó la cantidad de cuatro mil pesos,

pues los asaltantes se llevaron talegosde morralla, creyendo que se trataba demonedas de plata y dejaron en la partede arriba de la caja cerca de treinta milpesos en centenarios, pues no los vieronen su apresuramiento.

Los retratos de delincuentesconocidos fueron mostrados a losempleados de La Carolina y al nuevotestigo de la huida, pero en principio noreconocieron a nadie.

Por otro lado parece ser, segúnimpresiones recogidas en mediospolicíacos, que la detención de AntonioFrancia, conocido apache, puede estarvinculada al caso y aportar una luz

definitiva.Francia, miembro de una banda de

ladrones de cajas fuertes, es acusado delasesinato del chófer Ignacio Maya,efectuado el mismo día del asalto en lascalles de Dos de Abril y Santa Veracruz.El presunto autor del crimen fuedetenido casualmente por los agentes795 y 796 cuando huía del automóvildonde yacía muerto Ignacio Maya condos balazos en el cuerpo. Francia teníalas ropas manchadas de sangre. Lasuposición de su intervención en elasalto de La Carolina surge de lacercanía del lugar de los hechos y lasautoridades suponen que se trató de una

posterior disputa por el botín.

Los Errantes

Días después de su llegada aMéxico, Durruti y Ascaso, acompañadospor Quintero, fueron a los locales de laConfederación General del Trabajo, lacentral anarcosindicalista mexicana. Sediscutían ese día las penuriaseconómicas por las que estaba pasandoNuestra Palabra, órgano de laconfederación. Los dos españoles, sincruzar palabra con los asistentes,hicieron una donación de cuarentapesos.

El ambiente sindical mexicano debió

resultarles sorprendente a losanarcosindicalistas españoles. La líneade acción directa y violencia individualhabía sido derrotada en el seno de laCGT en 1920 y la central había optadopor la acción de masas, en la que seencontraba profundamente involucradaen 1925: luchas en el sector textil, encampos petroleros, organización de uncongreso agrario.

Los Errantes, tratando de ser útiles,propusieron a través de las páginas deNuestra Palabra la realización de uncongreso regional anarquista y sehicieron cargo de la edición de RusiaTrágica, un pequeño periódico mensual

que denunciaba la persecución de losanarquistas en la Unión Soviética amanos de los bolcheviques.

Ambas acciones encontraron débileco en el ambiente sindical.

A fines de marzo, dos nuevosmilitantes anarquistas españolesllegaron a México para incorporarse algrupo: Alejandro Ascaso y GregorioJover, miembros del grupo LosSolidarios y compañeros de andanzassindicales y tiroteos de Durruti yFrancisco Ascaso en Barcelona.

Una vez reunidos, a iniciativa deQuintero, se trasladaron a vivir aTicomán, en una granja propiedad de

Román Delgado, miembro de laJuventud Comunista Anárquica. Ahí seintegró el grupo que asaltaría lasoficinas de La Carolina con los cuatroespañoles: Román Delgado, el peruanoAlejandro Montoya (nacido VíctorRecoba), dirigente destacado de laCGT, y un séptimo personaje, mexicanoy miembro de la confederación, cuyonombre no se ha registrado.

Algo así como la versión delcronista policial de «El Demócrata»

Obtenida a partir de filtraciones enlos medios policíacos, este informadorpuede establecer, sin lugar a dudas, la

lista de los delincuentes buscados por elasalto a La Carolina ocurrido hace unasemana. Se tiene la casi absolutacertidumbre de que intervinieron en elatraco los siguientes maleantes: ManuelLópez San Tirso, de nacionalidadespañola; Mario Fernández Frank, denacionalidad española; y un cubano, hijode españoles, conocido en los bajosfondos por el apodo el Kewpie; pareceindiscutible además por el modusoperandi la presencia en el asalto de losdos miembros de la banda de los«texanos». Este informador quisierahacer una aportación a las pesquisaspoliciales y añadir a la lista que la

policía está investigando los nombres deCeferino Vázquez y de los integrantes dela banda de Pollán. Por último, unanónimo llegado a nuestra redacciónseñala como posible chófer del Packarden que se efectuó el asalto al francésPedro Laney.

Luis Lenormand (alias AntonioFrancia), detenido por el asesinato de unchófer y acusado de haber participadoen el robo, ha tenido que ser liberado desospechas por la policía, puesto que nofue reconocido por los empleados de LaCarolina; permanecerá encarcelado porel asesinato del chófer Ignacio Maya.

La investigación ha quedado a cargo

de Luis Mazcorro, jefe de lasComisiones de Seguridad, y bajo sumando no menos de ciento sesentaagentes se encuentran laborando, osimulando que laboran, lo cual espráctica habitual entre nuestras fuerzasdel orden. Mucho trabajo han de tenercon tan larga lista de sospechosos.

Los Errantes

Es muy probable que la decisión deasaltar La Carolina haya surgido deMontoya, quien como dirigente sindicalhabía vivido los sucios manejos de lapatronal a lo largo de todo el año, encomplicidad con la CROM, para

destruir el sindicato anarcosindicalistaque se había levantado en la empresatextil.

La acción se realizó al margen de laorganización, que no tuvo conocimientode los hechos. Montoya se encontraba enesos momentos sin posibilidades deactuar abiertamente y pesaban sobre sucabeza dos órdenes de expulsión delpaís por sus acciones en México yTampico como dirigente sindical; era elmismo caso de Román, cuyaorganización, la Juventud ComunistaAnárquica, había sido reprimida por elejército y la policía años antes.

Durante el asalto, Durruti fue el

autor del disparo contra el empleadoque intentaba huir y Francisco Ascasohizo un tiro al aire.

Tras la acción, los miembros delgrupo se reunieron en la casa deDelgado para discutir el destino de losexiguos fondos obtenidos, y tras unabreve discusión optaron por destinarlo acolaborar con la fundación de unaescuela racionalista que la CGT estabapromoviendo, y ceder una parte menorpara la publicación de Nuestra Palabra.

Durruti y Francisco Ascaso sepresentaron en una reunión del ComitéConfederal de la CGT e hicieron entregadel dinero. Como su presencia y el

origen de los fondos provocó un ciertorecelo, Durruti mostró una carta delpatriarca anarquista Sebastián Fauredonde éste le rendía recibo de fondosentregados a la Biblioteca Social.

La misiva disipó las dudas y seaceptó el dinero que había sido robadode las oficinas de La Carolina, sin quelos dirigentes cegetistas supieran suorigen exacto, aunque suponiendo quehabía surgido de una acción violenta.

Algo así como la versión delcronista policial de «El Demócrata»

Mientras un grupo de la venerablecolonia española ha reunido veinte mil

pesos (ofendidos porque los autores delatraco fueron paisanos suyos) comorecompensa a aquellos que den pistas odetengan a los asaltantes de La Carolina,las tensiones siguen creciendo dentro delos cuerpos policíacos a causa de lalentitud con la que progresa unainvestigación que en apariencia noofrece dificultad; ayer fueron cesadosseis agentes de la reservada por suineficacia.

Las pesquisas realizadaspersonalmente por este reportero almargen de las instituciones policialestienden a vincular al grupo de LaCarolina con el reciente asalto

perpetrado en la persona del generalFrancisco Romero, al que le sustrajeronveinte mil pesos tras quemarle los piespara obligarlo a dar noticia de laexistencia de esos fondos en su cajafuerte. Los que cometieron con elgeneral Romero tan bestial atentadofueron tres enmascarados cuyadescripción física coincide al menos condos de los dirigentes del caso de LaCarolina.

Luis Mazcorro, jefe de lasComisiones de Seguridad, tiene surenuncia pendiente de un hilo; las pistasque siguen sus huestes no van a ningunaparte. Ayer mismo se realizó una redada

en los billares del teatro Colón en la quefueron detenidos treinta y cincoespañoles, los cuales en su totalidadtuvieron que ser liberados por falta depruebas a las nueve de la noche.

La persecución de Fernández Franky del Kewpie se ha desplazado ahora alpuerto de Veracruz y un nuevo nombrese ha añadido a la lista de los buscadospor la policía: Leandro Alonso.

Los Errantes

Durruti dijo a los miembros delComité Confederal de la CGT: «Estospesos los tomé de la burguesía… No eralógico pensar que me los diera por

simple demanda».La suma robada ascendía a cuatro

mil pesos, los mismos que fueronentregados a la Confederación.

Algo así como la versión delcronista policial de «El Demócrata»

Tras diez días de suspenso, unasorpresiva acción de la policía haproducido un arresto que saca del atascola investigación en torno al robo de LaCarolina y aporta sensacionalesinformes.

Ayer, en una casa de la calleRepública de Cuba, fueron detenidosJosé Greco y Carlos Pavía, el primero

de nacionalidad argentina y el segundofrancés. Aunque no fueron identificadosen rueda de presos, no se duda de suculpabilidad.

Se habla también de la próximadetención de Sansan, compañero deLenormand en el asesinato del chófer yque es sin lugar a dudas el hombre quepuede vincular el asesinato con el asaltoa las oficinas de La Carolina. Sus ropasensangrentadas han sido encontradasdurante el registro realizado en la casa18 del Callejón de Medinas.

Por último quiero reseñar que estafebril actividad policíaca ha producidootro arresto sensacional el de Manuel

López San Tirso, de nacionalidadespañola, temible delincuente que fuearrestado en el hotel Juárez de Veracruz.

Los Errantes

Durruti y Ascaso, tras el asalto, serefugiaron en el hotel Regis. Allí durantealgunos días leyeron con sorpresa laprensa capitalina y siguieron azorados lainformación sobre los múltiples arrestosque se iban produciendo. Encubiertospor la falsa personalidad de un par deperuanos de apellido Mendoza, dueñosde minas, no fueron molestados. Elatraco había resultado un fracasorelativo, pero lo que dificultaba futuros

planes es que no encontraban en elmedio mexicano un grupo de apoyo. Laacción de los anarquistas mexicanosestaba volcada en el trabajo sindical yla acción directa de masas y resultabadifícil organizar un grupo de anarquistasexpropiadores, volviéndose muypeligroso actuar por cuenta propia sintener un grupo de apoyo nacional. Poreso, a fines de mayo, Los Errantesdecidieron continuar su viaje porAmérica.

Algo así como la versión delcronista policial de «El Demócrata»

Manuel López San Tirso, conocido

como el Gorra Prieta o el GallegoGrande, de cuarenta y nueve años, fuereconocido por el jovencito que lo viosalir de las oficinas de La Carolina conlas bolsas de dinero.

«—¡Fíjate bien! —gritó San Tirsomontando en cólera. »—Sí, señor, ustedera».

Con esta dramática escenaculminaba exitosamente la primeradetención realizada en firme por lapolicía. Mientras tanto, en Pachuca,cayó Francisco Rojas, probablementeuno de los chóferes del asalto, y al fin,sí, digo bien, al fin, tras una pista falsaque lo había conducido a Teziutlán, el

señor Mazcorro vio colmados susanhelos y puso las manos sobre MarioFernández Frank, Nicolás Elosague elKewpie, Antonio el cubano y LuisSansan, que fueron detenidos en Nautla,Veracruz, y que fueron conducidos al D.F. por cincuenta dragones a caballo.

Epílogo

Los cuatro españoles continuaron superiplo expropiador tras vender elcoche que habían utilizado en el asalto ypasaron por Chile, donde robaron otrobanco, y la Argentina antes de volver aEuropa a reencontrarse con su proyectorevolucionario.

Los inocentes maleantes detenidossufrieron penas variadas de prisión yuno de ellos, Mario Fernández Frank,quien a juicio de sus aprehensores seencontraba «notablemente enloquecido»,se suicidó en la cárcel. El señorMazcorro fue ascendido. La escuelaracionalista de la CGT sobreviviódurante un par de años.

El regreso del últimomagonero

El viejo miró hacia el suelo como

queriendo confirmar que tenía los piessobre territorio mexicano, y luegodirigió la vista hacia atrás, a los dosagentes norteamericanos que lo habíantraído esposado desde Fort Leavenworthy que ahora volvían a internarse enEstados Unidos de Norteamérica. Habíaganado una guerra. Suspiró y sonrió. Fueuna pequeña guerra, personal, terca. Unamínima satisfacción dentro de la enormederrota.

En la cabeza, compuso su primermanifiesto en territorio mexicano:Manifiesto a los trabajadores del mundodos puntos y aparte Soy el felónpresidiario de Leavenworth punto y

seguido Soy el insoportable coma eltrastornador del orden puntossuspensivos Vengo deportado para novolver jamás Interrogación (porqueahora las máquinas de escribir tendríaninterrogación de apertura, ¿o no latendrían?) Y qué se cierra interrogaciónEso también me honra ante vosotrospunto Admiraciones ¡A la luchahermanos! Vengo dispuesto a ayudarosen la continuación de la obrainterrumpida...

Porque de eso se trataba, dereanudar, de volver a la guerra social.Ese pensamiento lo había salvado demorir de tristeza cuando asesinaron a

Ricardo. Ese pensamiento lo habíamantenido en pie.

El viejo (¿es un viejo este hombreque ha cumplido hace un par de mesestan sólo cincuenta y nueve años?) sabeque tiene que abandonar las antiguashistorias. No son malas historias, porcierto, pero hay que abandonarlas,dejarlas reposar en las noches de sueñosde gloria y pesadillas. «Seríalamentable gastar la poca vida que mesobra en contemplaciones ylamentaciones», se dice.

Yo tampoco voy a volver sobre esasviejas historias para contarlas, ya lohizo en su día James D. Cockroft y lo

hará pronto mi amigo Jacinto Barrera. Elviejo y yo estamos hoy, setenta añosdespués, aquí, reunidos sobre lospapeles, para contar una historia queempieza cuando a un hombre decincuenta y nueve años, desdentado,mermado por la enfermedad («salgohecho un harapo humano; enfermo, viejoy ya sin dientes»), dos agentes policialesgringos le quitan las esposas y lo dejanen la línea fronteriza. La historiaempieza cuando Librado Rivera regresaa México tras dieciocho años de exilio,de los cuales ha pasado once y medio enlas cárceles norteamericanas; cuandoLibrado regresa a su país a vivir su

última gran aventura, a darle forma ycontenido a la alucinante saga de la queserá protagonista en los próximos nueveaños.

Por tanto, esta historia se inicia afines de octubre de 1923, cuando elúltimo magonero cruza la frontera.Aunque quizá haya que retrocederbrevemente, cinco años quizá, paraofrecer un resumen apretadísimo de losorígenes de su detención y de la guerraprivada y pública que ha permitido queLibrado esté hoy pisando tierramexicana.

En agosto de 1918, Librado Rivera yRicardo Flores Magón fueron

sentenciados a quince años de prisiónpor delitos de prensa en Estados Unidos.Su «Manifiesto a los trabajadores delmundo» fue pretexto para que en mediode una tremenda oleada represiva, queafectó a toda la izquierda radicalnorteamericana, los mexicanos fuerandetenidos y el periódico Regeneraciónclausurado. Su detención marginaba muyoportunamente al ala más radical de laizquierda revolucionaria mexicana.Cuatro años más tarde, derrotadoPancho Villa, asesinado EmilianoZapata, triunfantes los sectoresmoderados, la revolución en proceso deinstitucionalización, los congresos de

los estados se hicieron eco de lasdemandas obreras y presionaron algobierno de Estados Unidos para queliberara a los magonistas presos. Enabril de 1922, la legislatura yucatecahizo su solicitud a las autoridadesnorteamericanas y en los siguientesmeses se pronunciaron en el mismosentido los congresos de San LuisPotosí, Durango, Sonora, Coahuila,Querétaro, Hidalgo, Aguascalientes yMéxico. A la iniciativa oficial sesumaron miles de cartas deorganizaciones sindicales, acompañadasfrecuentemente por movilizaciones,paros y manifestaciones ante los

consulados norteamericanos en México.La presión no fue suficiente. Presosestaban y por ahora presos se quedarían.¿Sólo presos? El 16 de noviembre de1922 muere Ricardo Flores Magón encircunstancias muy extrañas. El médicode la prisión extiende un certificadoatribuyendo la muerte a una angina depecho. Librado Rivera es obligado acomunicar la noticia al exterior sinexpresar sus dudas. Que ha muerto acausa de la falta de atención médica esevidente, pero ¿ha habido algo más? Enla cárcel circulan rumores de que fueestrangulado por un celador. Díasdespués, un preso mexicano mata al

supuesto asesino. Todo queda entresombras. A Librado se le impide no sóloinvestigar, también informar al exterior(«lamento no poder mencionarte nadaque se refiera a nuestro común hermano,no tengo la libertad para hacerlo»).

Durante un par de meses, el viejocae en una tremenda depresión ypostración nerviosa en su celda, de laque sólo lo sacan las noticias sobre larecepción que se da en México alcuerpo de Ricardo: «Esasmanifestaciones de cariño por parte denuestros compañeros los esclavos delsalario me hacen mucho alivio ytranquilidad a la mente».

Después de todo, la muerte no es elanonimato, la soledad final. Los «otros»,que han sido sólo imágenes en losúltimos días del magonismo, existen.Son obreros, campesinos, comunidadesagrarias, sindicatos, banderas rojas ynegras en las estaciones del tren, gritosde «Viva Tierra y Libertad», rumor demultitudes.

Librado Rivera se estremecesacudido por el grito o por el silenciode los grupos de trabajadores que velanel cuerpo de Ricardo al otro lado de lafrontera. El último magonero vibra conel homenaje y se apresta para elpróximo combate que se dará cuando

cruce el río Bravo.En abril de 1923 la Cámara de

Diputados de San Luis Potosí apruebauna pensión de cinco pesos diarios paraLibrado Rivera mientras se encuentre enprisión; él la rechaza: «No quiero nadadel Estado», dice. Ese mismo mes,reafirmando su anarquismo, escribe: «Seme exige obedecer a la ley, ¿y qué leyestá hecha para ayudar al pobre? Todaslas leyes están hechas para proteger alrico, y la más inicua de todas es la leyque considera como sagrado el derechode propiedad privada, base de todas lasdesigualdades sociales y de todas lasinjusticias […] Si esa ley no existiera,

las dificultades se arreglarían fácil ysatisfactoriamente en bien de todos [...]Mis sentimientos y mi amor a lahumanidad están muy por encima de todaley».

Las movilizaciones en México, lamuerte de Ricardo, el carácter de«precursores de la revolución» (de«esa» revolución, que hoy es poder) conel que el gobierno quiereinstitucionalizar a los magonistas parasacarlos de la lucha diaria y colocarlosen los libros de historia, permite que secree un frente amplísimo por la libertadde Rivera. Desde losanarcosindicalistas de la CGT y los

sindicalistas ferroviarios, hasta ladirección corrupta de los sindicatosoficiales de la CROM, desde los exmagonistas que integran el ala izquierdadel gobierno como Díaz Soto y Gama oVillarreal, hasta el propio presidenteObregón o el ex presidente De laHuerta, se movilizan en mayor o menor agrado y presionan a losnorteamericanos.

A principios de mayo de 1923, elembajador mexicano en Washingtoninterviene ante el Departamento deEstado pidiendo el indulto para Rivera.El Departamento de Estado pospone surespuesta, hasta que sus enviados

sondeen al viejo en la prisión deLeavenworth. El día 9 se le ofrece lalibertad bajo palabra, y se niega aaceptarla. No se reconoce culpable, noreconoce el delito por el que ha sidoencarcelado («no es un acto criminalsino un laudable acto de justicia»). Eldía 27 las autoridades insisten en queacepte un indulto condicionado alreconocimiento del delito y sólo lograndel viejo la siguiente respuesta: «Lejosestá de mi mente la idea de abandonar lalucha emprendida desde hace tantosaños en favor del pobre. Las amenazas ycastigos no me acobardan ni desaniman;mucho menos me convencerán de que he

obrado mal. Estas tácticas produciránbellos resultados sobre chiquillos […]no doblaré la cerviz, nunca mearrepentiré».

El Departamento de Estado decidepor tanto no conceder el indulto queRivera se niega a aceptar y lo informaen junio a la embajada mexicana. Perolas presiones siguen. Al fin, el 6 deoctubre, las autoridadesnorteamericanas, bastante hartas del«caso Rivera», deciden conmutar lasentencia de quince años por ladeportación. Librado ha vencido. Laembajada mexicana le ofrece, a travésdel cónsul de México en Kansas City, el

pago de los gastos de transporte hasta elpunto de México que él elija.

Librado contesta: «No estoydispuesto a aceptarlo, a pesar de mipobreza y los escasos fondos con quecuento»; y más tarde le escribirá a uncompañero: «Preferí venir preso eincomunicado como me trajeron losesbirros de aquel país, hasta que meentregaron en manos de las autoridadesmexicanas en la línea fronteriza».

En la frontera, el último magonero seencuentra sin dinero, enfermo, sinplanes; a no ser que se pueda llamarplan a la intención de ir a San LuisPotosí a ver a su anciana madre («temo

que ya no me reconozca la pobrecita»).Su esposa ha muerto durante la etapa deprisión en Estados Unidos y sus hijos sehan quedado del otro lado de la frontera;sus compañeros de lucha han caído encombate en infinitos levantamientos yenfrentamientos armados en los últimosveinte años, y los que no, se han rendidoante el realismo cínico de la revolucióna medias. Pero Librado, hombrerodeado de derrotas y muertos, veladorde principios y de cadáveresentrañables, no se ha rendido. Cualquierobservador imparcial podría detectar unbrillo en los ojos del rostro moreno yanguloso, una fuerza que irradia la cara

rematada por una mata de pelo crespoaborregado que tiene ya bastantes canas,y el cuerpo cubierto con un traje queparece estar en la percha equivocada.Librado dirá en una carta a uncompañero al referirse a su situación:«No importa, hermano, energías tengode sobra para seguir en la brega».

Nicolás T. Bernal, el hombreorquesta del comité pro presos de laCGT, a la desesperada, ofrece librosgratis a los que le envíen una pequeñaayuda económica a Librado. Parece serque el plan funciona porque Rivera setraslada a San Luis Potosí, y se instalaen la casa familiar, en la tercera de

Vallejo número 16. Casi de inmediatopronuncia en un club obrero un discursosobre los presos de Texas, losmagonistas aún detenidos, y edita un«Manifiesto a los trabajadores delmundo», donde después de declararselisto para proseguir la lucha, informaque se encuentra trabajando en un textosobre la muerte de Ricardo FloresMagón, pero que las enfermedades y lafalta de recursos le han impedidoterminarlo.

Parece ser que en esta primera etapase dedica a retomar relacionesepistolares con los grupos anarquistasregados por el país y con sus viejos

amigos norteamericanos y europeos,recobrar fuerzas y colocarse en elpanorama nacional. Las cosas se ven deuna manera harto diferente cuando lasrejas y la distancia no alteran ydeforman la visión del país lejano: estáObregón y sus ex magonistas en elpoder, está la revolución de mentiras,está la oposición obreraanarcosindicalista, la CGT, a la queobservó con cuidado, porque sin dudahay afinidades; pero Librado viene demuchos años de vida sectaria en elviolado santuario magoneronorteamericano, y no es cosa deasociarse con el primer advenedizo. Los

proyectos varían, los nombres cambian;está el sindicalismo amarillo, al quedesde la cárcel Flores Magón y élconsideraron un aliado potencial por losapoyos que daba a la causa de lospresos, pero la CROM vista desde cercamás bien le parece un nido de ratas queha usado y abusado del prestigio deRicardo para sus fines de crear unsindicalismo aliado al gobierno; estánlos grupos autónomos sindicales enferrocarriles, está el aborto delagrarismo domesticado de Soto y Gama;y, por último, están los grupos, sobretodo Nicolas T. Bernal y su trabajo dedivulgación del pensamiento magonista;

y está Enrique Flores Magón, elhermano del patriarca, el últimodesertor, al que hay que vigilarcuidadosamente, sobre todo ahora quese ha embarcado en una gira depropaganda por la república, que le haproducido, si no éxitos, si abundante ecopublicitario.

Todo esto hay que verlo con cuidadoantes de tomar decisiones, piensa elviejo Librado, mientras el aire de SanLuis y la comida lo van revitalizando.

El «enemigo» se acerca al viejo,coquetea con él. La operación deinstitucionalización de los«precursores» se le aproxima, Obregón

practica un método que sus herederosinstitucionalizarán en México durantedécadas:

«Durante mi estancia en San LuisPotosí se me ofreció una curul parasenador, otra para diputado y, porúltimo, un alumno mío, actual directorde la Escuela Normal para profesoresde aquella misma ciudad, me ofreció lasCátedras de Filosofía y Pedagogía,ganando un sueldo regular. Pero nada deeso acepté a pesar de la miseria en quesiempre he vivido».

¿Qué busca Librado mientras serepone físicamente? Una continuidad delproyecto magonista. ¿Y esa continuidad,

por dónde pasa? ¿Qué puede ser elmagonismo sin su original razón de ser,el combate a la dictadura de PorfirioDíaz? ¿El enfrentamiento al gobiernoreaccionario de Carranza y su piel deoveja? ¿Cuáles son los caminos de lapróxima revolución, la que destruirá elEstado, la propiedad privada, traerá elreino de la solidaridad a la tierra?

Algunos amigos lo animan a buscarun entendimiento con Enrique FloresMagón, que durante todo 1923 recorrióel país en una gira de agitaciónpromoviendo el relanzamiento deRegeneración. Le sugieren incluso laposibilidad de animar una Federación

de Grupos Anarquistas Mexicanos,reunir las dos docenas de grupos en quese refugian los restos del movimientomagonista y los nuevos hombres quesurgen al calor del sindicalismo ácratade la CGT y que lo proponen como unode sus tutores ideológicos. Librado semuestra reacio a estas proposiciones.Parece que no cree en lasorganizaciones centralizadas, por tantose niega a impulsar una federación.Viene convencido, sin embargo, de lasvirtudes de la propagación de la idea, delas magias de la palabra escrita.Simpatiza con la CGT, pero no se une aella. Las tensiones entre el pasado y el

presente son muy grandes.Hacia fines de junio, su amigo Pierre

comprueba que el viejo esta «mejor desalud y el equilibrio vital se vaoperando poco a poco en su quebrantadoorganismo por el largo cautiverio enLeavenworth».

Un mes después, Librado participaen la organización del grupo anarquistaTierra y Libertad en la ciudad de SanLuis Potosí, cuya función esencial seráhacer «propaganda revolucionaria entrelos campesinos», y del que forman partequince jóvenes militantes.

La hora de volver a la brega seacerca. San Luis Potosí es un escenario

limitado para las próximas acciones.Librado, además, en el hogar familiar,se encuentra muy presionado por suanciana madre, que en una crisis desenilidad trata de que su anarquista hijoregrese al seno de la religión. Lacoyuntura para dejar la ciudad sepresenta cuando José C. Valadés,dirigente de la CGT, pasa por San LuisPotosí de regreso de Tampico y rumbo ala capital. El puerto petrolero seencuentra en plena efervescencia a causadel sindicalismo revolucionario, y no esdifícil reconstruir los argumentos deValadés; Tampico es un verdaderobaluarte de la confederación, no importa

el número de adherentes (cerca de docemil) sino su valor moral. En primerlugar, está su fuerte y valeroso elementoanarquista (es la única parte del paísdonde hay camaradas de diversas partesdel mundo, hasta asiáticos); y ensegundo, que la organización obrera enTampico afecta los grandes intereses deWall Street.

El principal obstáculo, eleconómico, parece resolverse con unainvitación del floreciente sindicatoanarcosindicalista del petróleo para queLibrado vaya a Tampico y comience adar conferencias en las diferentessecciones de la organización. Librado

no duda y tras su conversación conValadés (segunda semana de septiembrede 1924) hace las maletas y se va alcorazón de la guerra social: ¡Tampico!

Ciertamente, el puerto y su ciudadgemela, Villa Cecilia, son el corazón nosólo de la zona petrolera y portuaria, loson también de un ascenso de las luchasobreras. Los anarquistas disputanacremente la dirección ideológica delmovimiento con otras cuatro tendencias.Un fenómeno sólo visto en esa región,mientras que en otras partes del país lalucha tiende a producirse entre tresfuerzas: amarillos cromistas, blancospatronales y rojos (anarquistas,

comunistas o woblies). En Tampico todoes complejo: hay amarillos cromistasque utilizan sus relaciones con elgobierno central para crearse un espaciode maniobra. Librado aún no los conocebien; su radicalismo declarativo, sushomenajes a los próceres magonistas loconfunden, no los entiende todavía comolo que son: parte del procesoinstitucionalizador de los «precursores»,en el que se quedan apariencias ypalabras, pero no compromiso con lasideas y los actos. El centrismo,conocido en Tampico comoautonomismo, tiene su punto de apoyo enla gran organización de los alijadores,

de relaciones no muy transparentes conla gran figura política local, EmilioPortes Gil. En torno a ellos y a su poder,múltiples sindicatos se organizan. Elpartido comunista ha colocado unapequeña cuña en el movimiento a travésde su organización local, en la quemilitan algunos cuadros destacados delsindicalismo petrolero. Además existeen el puerto una tendencia de los IWW.

En el campo anarquista, dos gruposbrillan por encima de los demás: losHermanos Rojos, de Villa Cecilia, ungrupo dedicado a labores depropaganda, que ha mostrado suconstancia editando primero El Pequeño

Grande y luego Sagitario; y Los Iguales,dedicado de lleno a la organización dela federación local de la CGT, que en elúltimo año ha logrado, tras dos luchastremendas (las huelgas de lostrabajadores de aguas minerales y de lospetroleros de la Huasteca), levantar laorganización anarcosindicalista.

Curiosamente, Librado opta porincorporarse a los Hermanos Rojos. Lalabor de propaganda está más cerca desu experiencia, de su entendimiento.Pero al mismo tiempo que se suma alanarquismo más cerrado, más de grupo ymenos «línea de masas», le inyectanuevos aires.

Un informe del Secretario de la CGTa la Internacional Anarcosindicalista (laAIT), registra en sólo un mes el cambioque se ha producido: «Los compañerosque en Tampico editan Sagitario, porejemplo, encerrados en su grupismo,tenían completamente abandonado almovimiento obrero, ahora hancomprendido su error. El último númerode Sagitario muestra el cambio».

Librado, auxiliado por el pequeñogrupo de Sagitario, en el que destacaPedro Gudiño, se ve de repente en elcentro del movimiento sindicalantigubernamental del país. Reciénllegado, un acontecimiento habría de

conmoverlo profundamente, y al mismotiempo mostrar que el viejo estaba en sumejor forma, dispuesto a pasar a laacción y comprometer su voz en lalucha. El primero de octubre, fuerzas delejército disparan contra unamanifestación de trabajadores de laMexican Gulf que se encuentran enhuelga. La represión se realiza contra elsegundo gran sindicato petrolero que hanorganizado los anarquistas. Libradopublica, en quince días, tres artículossobre la matanza que sacan chispas,denunciando minuciosamente que lostiroteados (que sufren un muerto y variosheridos, además de posteriores

detenciones) iban desarmados en elmomento del choque. Su lenguaje no haperdido fuerza («protestamos contra lamaldita soldadesca asesina») y su estilorompe con la tradición de Sagitario dehacer un periodismo de ideas, parahacer un periodismo de denuncia einformación.

La sangre vuelve a correr por lasvenas del viejo.

En sus circulares aparece unadirección en Villa Cecilia. Se trata de uncuarto redondo, sofocante. Tenía porcama un jergón de paja cubierta con unapiel de res. Allí también estaba laimprenta. Un peinazo con cinco o seis

cajas de tipos y una prensita de pedal.Rivera y Gudiño escribían. Aquélcomponía y formaba las planas; éste,tras su jornada de trabajo, pedaleaba laprensa.

Así se gestaba Sagitario, con suscinco mil ejemplares que luego erandistribuidos a los grupos anarquistas delpaís y militantes extranjeros, ¿De quévivía Librado? Parece ser que apartabauna pequeña parte de los ingresos delperiódico por su labor de tipógrafo,pero ésta era insuficiente hasta paracubrir los mínimos gastos de la vidamiserable que llevaba. Otros pocoscentavos salían de la venta de materiales

del Grupo Ricardo Flores Magón, queNicolás T. Bernal le hacía llegar desdeCiudad de México. A sus sesenta años,Librado vendía, ambulantemente, en laspuertas de fábricas y talleres, en lasbarcas que cruzaban el río para llevar alos obreros a las refinerías, textos deMagón, de Reclús, de PráxedisGuerrero, biografías de Bakunin...

La imagen del viejo anarquistaempezó a hacerse popular en asambleas,huelgas, mítines y actos culturales.

Sus artículos, dos o tres en cadanúmero, eran publicados en las páginasd e Sagitario y Alba Anárquica deMonterrey, Horizonte libertario de

Aguascalientes y Nuestra Palabra oVerbo Rojo, que se editaban en el D. F.

Aunque concentrado en estas tareasperiodísticas, Librado encontró tiempopara pagar deudas emocionales yorganizó el comité de defensa de losmagonistas presos en Texas, que seencargó de la difusión de los motivospor los que Rangel y sus compañeros seencontraban encarcelados, y depeticiones de libertad y colectaseconómicas.

Al mismo tiempo, en torno a él, en lazona petrolera veracruzana ytamaulipeca, cuyo centro estaba enTampico, se producían grandes

movimientos. La huelga de la MexicanGulf fue derrotada, pero casiinmediatamente surgió la de la HuastecaPetroleum (febrero de 1925),encabezada también por los anarquistas,y luego hubo movimientos en los camposde la Corona y la Transcontinentaldonde había una previa organización deIWW. Librado fue afinando susposiciones ante el movimiento sindical ycomenzó a denunciar los juegos suciosde la CROM, sus alianzas con elgobierno y los capitalistas para hacersecon la dirección del movimiento.

En febrero de 1925, el viejoanarquista se involucró profundamente

en el movimiento de los profesores deenseñanza básica de Villa Cecilia, quedirigía la federación local de la CGT.

Durante los seis primeros meses de1925, la cuestión de qué fuerza sindicalsería determinante en la región petrolerapermaneció sin respuesta. Librado pusosu granito de arena para apoyar a losanarcosindicalistas con su máquina deescribir y con Sagitario. En ocho meseseditó once números del periódico encolaboración con Pedro Gudiño yescribió veintiséis artículos. No fuesuficiente. Ni la tenacidad publicitariade Librado, ni la labor de los cuadros dela CGT, Ríos, Valadés y Antonio

Pacheco que permanecieron en Tampicovarios meses tratando de afianzar elmovimiento, ni las tremendas huelgas delos trabajadores de las dragas, losmaestros, los estableros y lospetroleros. Sometidos a la represión,atacados por los sindicatos blancos, laCROM y los autónomos, presionadospor las compañías y el gobierno, losanarcosindicalistas fueron derrotados enesta oleada. Para agosto de 1925, elmovimiento estaba reducido a su mínimaexpresión. Librado y el grupo HermanosRojos permanecían en pie y seguíasaliendo Sagitario, aunque con menosregularidad y con menos fuerza tras de

sí.En mayo de 1925, Librado advertía

que la llegada de Plutarco Elías Calles ala presidencia de la repúblicasignificaría, tanto para el movimientoobrero y campesino como para sucorriente más radical, una negra etapa.En un artículo significativamentetitulado «Abajo todo gobierno»,comentaba: «Estamos en plenodespotismo. Entramos en el períodoálgido de la tiranía». Y comparando alnuevo presidente con su viejo opositor,decía: «Díaz no se hacía llamarrevolucionario ni amigo de lostrabajadores».

La crisis del sindicalismo rojo en lazona petrolera no desanimó al viejomagonero, que en materia de derrotashabía reunido mucha sabiduría sobre susespaldas. Durante 1925 y 1926 hizosuyas varias campañas. Quizá la másimportante fue la que emprendió por laliberación de Nicola Sacco yBartolomeo Vanzetti, que sólo habría determinar después de la ejecución de losdos anarquistas italoamericanos en1927. Conectado con ellos a través de lared de publicaciones ácratas existentesen Estados Unidos, Librado intercambiócon los dos detenidos correspondenciapersonal, fragmentos de la cual fueron

publicados como parte de la campaña.Vanzetti le escribía a Librado, a

mediados de 1925, una carta en queagradecía la labor de los grupos deTampico y Villa Cecilia, se preocupabapor la suerte de los presos de Texas yterminaba: «Deposita en mi nombre unaflor roja en la tumba de nuestroinolvidable Ricardo». ProbablementeLibrado nunca llevó a Ciudad deMéxico la flor que le pedía BartolomeoVanzetti, pero lo que sin duda no olvidófue a los dos anarquistas italianos. Lacampaña de Sagitario, a la que sesumaron otros periódicos anarquistasmexicanos, sensibilizó a los sindicatos

rojos.En enero de 1926 se produjeron

manifestaciones obreras en Puebla,frente al consulado norteamericano. Enmayo de ese mismo año, Vanzetti leescribía a Rivera y éste reproducía enSagitario:

«Mi querido camarada Rivera: hoytodo el tribunal de la Suprema Corte delestado de Massachusetts negó nuestraapelación para un nuevo jurado. Estasnoticias llegarán y sorprenderán comoun rayo en cielo raso. Tú conoces a estepaís demasiado bien para nocomprender lo que la negación significa.¡No hay que forjarse ilusiones!

Solamente los trabajadores del mundo ytodos ustedes, camaradas nuestros,pueden salvarnos de la silla eléctrica ydarnos libertad. Ánimo, camaradaRivera, y que nuestra suerte no teentristezca. Sabremos ser hombres hastala muerte. Nuestro lema todavía es yserá: dadnos la libertad o dadnos lamuerte. Con recuerdos fraternales atodos los trabajadores de México».

El llamado desesperado de Vanzettiy la campaña de Librado promovieronun acuerdo de la sección local de laCGT de Tampico para que los obrerosboicotearan las mercancíasnorteamericanas, y un acuerdo del

congreso cegetista de julio de 1926 paraintensificar la campaña solidaria conSacco y Vanzetti. Hubo manifestacionesde los IWW y una amplia intervencióndel PCM en el asunto a través de su Ligainternacional Pro LuchadoresPerseguidos. A pesar de la movilizacióninternacional, de la que los actosmexicanos representaban una mínimaparte, la hora del «asesinato legal» seacercaba. En mayo, Vanzetti y Saccodirigieron una nueva carta a losanarquistas mexicanos: «Se ha fijado eldía 10 de julio para ejecutarnos: elenemigo no nos ha dejado más que unospocos días de vida [...] Llevaremos

vuestro recuerdo al fondo de nuestrassepulturas. Pero permitidnos quetambién os hablemos de la vida.Camaradas y amigos: vivid alegres yaltivos. No hay que doblegarse odetenerse ante el dolor o la derrota [...]el enemigo no puede destruir ideas,derechos, verdades o causas».

La respuesta de la CGT fue unahuelga de un día, el 15 de junio de 1927,con movilizaciones frente a losconsulados norteamericanos, y envío demensajes y telegramas. La huelga serepitió el 10 de agosto (doce días antesde la ejecución) y en ella participaronincluso sindicatos cromistas.

Los últimos meses de 1925 y el año1926, con el movimiento sindicalistarevolucionario de la región petrolera encrisis, vieron a Librado concentrarse enlabores de propaganda ideológica. A lolargo de esos quince meses, produjoartículos sobre la «farsa de larepartición de las tierras», fijando unaposición antipolítica, cooperativista yanarquista ante el problema de ladistribución de la tierra y llamando a ladefensa armada de los campesinoscontra las agresiones de los militares yde las bandas armadas de losterratenientes. Polemizó contra loscomunistas con gran violencia y

defendió a los indios yaquis, en guerracontra el gobierno central.

En esa etapa, la represión callistacomenzó a golpear a los gruposanarquistas de la región, pero dejandoen paz a los «viejitos» de Sagitario. Enoctubre de 1925, un mitin del grupoAfinidad fue atacado por la policía yhubo abundantes disparos, tras los quefueron detenidos tres de losorganizadores y un repartidor deSagitario. En enero de 1926 fuedetenido Román González, repartidor depropaganda anarquista de los gruposAfinidad y Luz al Esclavo; finalmente, el31 de marzo de 1927 la policía cayó

sobre Florentino Ibarra, uno de losdistribuidores de Sagitario.

En ese periodo, Librado habíaproducido trece números de Sagitario elúltimo, del 26 de marzo, estabaencabezado por un virulento ataquefirmado por él contra la políticagubernamental de llevar la guerra a losindios yaquis en Sonora.

El primero de abril de 1927, unviejo flaco y con un traje astroso sepresentó en la oficina del jefe de policíade Tampico; ante él, «un individuo demuy baja estatura, cara redonda, coloramarillento de la piel». Era el coronelRivadeneira.

Librado le preguntó: «Deseo saberla causa de la detención del obreroFlorentino Ibarra». El coronel dijo quelo ignoraba y mandó al viejo aentrevistarse con el preso. Ibarra, en larejilla, contó que fue arrestado cuandoestaba vendiendo Sagitario. Librado noquedó satisfecho y de nuevo fue a ver alcoronel. Le respondieron que el jefe depolicía no podía tener en la memoria lascausas de la detención de un preso y queaquello no era una agencia deinformación pública. Los policíaspresentes trataron de acallar al viejo,que continuó reclamándoles. Librado lesrespondió: «Esbirros desgraciados». Lo

detuvieron por insultos a la policía.Librado les preguntó: «¿Qué se trata dehacer conmigo?». Se hizo un largosilencio. «Puede retirarse», dijo uno deellos. Pero el viejo no se quedó ahí. Fuea visitar al juez de distrito, quien dijo nosaber nada; regresó con la policíanuevamente y ésta es la narración quedejó de los hechos:

«Volví a ver al jefe de policía, aquien le referí lo dicho por el juez dedistrito.

»—Bueno —me dijo—, ¿es usted elque escribe este periódico?

»—Sí, yo soy quien lo escribe. Sihay algo malo en él, yo soy el único

responsable de todo; deseo que ponga encompleta libertad a Ibarra.

»—Que se detenga a este hombre,por orden del juzgado del distrito.

»—El juzgado de distrito no sabenada de este asunto —aclaré yo—, ¿oson ustedes los que van a ordenar al juezde distrito?

»—Nosotros somos la autoridad y laautoridad manda».

Librado es enviado a la prisión deAndonegui. El día 3 de abril, compareceante el agente del ministerio público. Sepresenta en esos momentos una comisiónde la Liga Internacional Pro LuchadoresPerseguidos a pedir la libertad de los

dos detenidos. El agente, paraamedrentarlos, les pregunta si comulgancon las ideas de Sagitario. Uno de loscomisionados, Francisco Flores,contesta que sí y es detenido deinmediato; otros dos evaden la respuestadiciendo que defienden la libertad deexpresión y a los trabajadores.

A partir de ese momento se inicia unduelo entre el agente del ministeriopúblico y el viejo anarquista, que resultacautivador:

«—¿Conoce usted este periódico,señor Rivera?

»—Sí, lo conozco, puesto que yo lohice, y aunque hay artículos que no están

firmados también fueron escritos por mí,por un olvido no les puse mi nombre.

»—El primer artículo, “Por la razóno la fuerza”, así como el segundo traenfrases calumniosas para el señorpresidente, especialmente en donde diceque es asesino.

»—Asesino es toda persona quemata a otra con toda premeditación,alevosía y ventaja. Actualmente haordenado Calles el asesinato yexterminio de los yaquis, y aunque él nolo haga personalmente, es el cómpliceprimero de ese crimen.

»—La pretensión de usted de negarla necesidad de gobierno se encuentra en

completa contradicción con los hechos.El hombre nunca ha dejado de tenergobierno.

»—No es cierto eso, porque elhombre primitivo no tuvo gobierno;nació libre, completamente libre en lasselvas y en los bosques de las montañas.¿O cuál fue ese gobierno? ¡Si lo sabe,dígamelo usted!

»—Yo juzgo indispensable ordenarla detención de usted, señor Rivera,porque considero a usted un embaucadory un explotador de los trabajadores, aquienes engaña pidiéndoles dinero ousándolos para que le vendan elperiódico como acontece a ese pobre

obrero Florentino Ibarra que está aquísufriendo por causa suya. Tambiénfiguran aquí en la administración delperiódico cantidades de dinero, comoManuel Rizo, envió dos pesos...

»—¿Y cuánto de ese dinero recibidoes para mí? ¿Puede usted decírmelo?

»—Siendo usted enemigo delasesinato, ustedes lo autorizaban paravenir a matar gente. ¿Cómo me explicaesa contradicción manifiesta en su modode pensar?

»—Nosotros los anarquistas estamosde acuerdo con hacer uso de la fuerzaarmada para derrocar a la fuerzaorganizada del gobierno. Sin el ejército

y sin esa esbirrada que se llama policía,los gobiernos caerían en menos deveinticuatro horas sin necesidad dehacer uso de la fuerza.

»—Yo lo considero a usted undesviado de su cerebro, un extravagantey un vividor del sudor de los ignorantestrabajadores que llega usted asugestionar predicándoles la igualdad,etcétera. Si usted aconseja esas teorías,¿por qué no empieza usted a practicarlascon sus mismos compañeros? Veo austed con corbata y no se la pasa a sucompañero que no la trae; la camisatambién se la debería dar. ¡Vamos! ¿Porqué no lo hace usted que ama tanto la

igualdad?»—Porque con esa repartición no

conseguiría yo nada más que elbeneficio de otro compañero. Las cosascontinuarían como están y la humanidadde hambrientos y necesitadoscontinuaría en las mismísimassituaciones de antes. Nuestra lucha notiende a remediar las condicionesmiserables de unos pocos. Sino las detodos los habitantes de la Tierra [...] Uncambio completo […] un mundo sinfronteras y sin patrias [...] cuyosrepresentantes son los gobiernos, de losque usted, señor agente del ministeriopúblico, es uno de sus puntales y uno de

los parásitos sociales que vivenchupando la sangre de los que trabajan.

»—¿Ha terminado usted con susinsultos, señor Rivera?

»—Sí, he terminado, aunque noconsidero como insultos las verdadesque estoy refiriendo».

El día 8 se declaró la formal prisiónde Rivera. Y casi inmediatamentecomenzaron a producirse protestas en laprensa obrera y la prensa anarquistainternacional, así como movilizacionespara su liberación.

Los cargos de «injurias al primermagistrado de la república» no eransuficientes para mantenerlo en prisión, y

el juez se declaró incompetente, con loque se turnó el caso a jueces de ordencomún manteniéndose a los detenidos enla penitenciaría de Andonegui.

El gobierno de Calles estabadispuesto a pagar el costo deldesprestigio que la detención del viejoluchador social representaba, a cambiode sentar el precedente de que la guerradel Yaqui era sagrada.

El siguiente número de Sagitariosalió repitiendo los artículos por los queLibrado había sido detenido y con PedroGudiño oculto. Un número más vio laluz en mayo conteniendo las múltiplesprotestas de los sindicatos nacionales y

una reafirmación de fe de Librado:«No quito ni una sola letra a lo

expuesto en los artículos denunciados,que no contienen calumnias de ningúngénero, sino el mérito de exponerverdades que han lastimado lasusceptibilidad del actual mandatario, aquien sólo rodea una colmena deserviles aduladores».

De abril a noviembre de 1927,Librado permaneció en una húmedacelda de la prisión de Andonegui. Denada sirvieron las movilizaciones ycartas enviadas a Calles pororganizaciones mexicanas y extranjeras.

Su mayor dolor era no poder

empujar la campaña por la libertad deSacco y Vanzetti que en esos mesesllegaba a su punto más alto con lashuelgas generales. Librado estaba en lacárcel cuando se produjo la ejecución.

En junio salió el último número deSagitario. El grupo, con buena parte desus miembros encarcelados y el restoperseguidos, ahogado económicamente,no pudo sostener la tarea editorial.Librado encontró un nuevo espacio,aunque poco efectivo, para transmitir sumensaje a los trabajadores mexicanos yescribió algunos artículos en CulturaProletaria de Nueva York, desde lacárcel. En uno de ellos decía: «Las

verdades que lanzaba en la cátedracontra la dictadura de entonces, hoy laslanzo desde el presidio contra ladictadura de hoy y las seguiré lanzandomientras no me acorten el resuello ensus calabozos regeneradores».

Tras siete meses de prisión, el 4 denoviembre, Librado Rivera salió enlibertad. En vista de que se habíanegado a aceptar la libertad condicionaltuvieron que decretar el «sobreseimientode la causa». En la cárcel habíacumplido los sesenta y tres años.

Un día antes de la salida de Libradode la cárcel, un proyecto periodísticoestimulado por él nació en Monterrey.

El nuevo periódico, bautizado Avante,incluyó en su primer número dos largosartículos del magonista: uno, lareproducción de un discurso quepronunció en la prisión el 16 deseptiembre, donde establecía su singularversión de la independencia de México,y el otro, dedicado a probar unparalelismo entre su primerencarcelamiento en 1902 y el actual.Detrás del diario se encontraba elsindicato metalúrgico de la ciudad, peroduró tan sólo tres números. En febrerode 1928, renació ya en Villa Cecilia,iniciando de nuevo su numeración y yacon Librado Rivera como director. Ahí

arranca una trayectoria similar a la deSagitario. Un poema a la terquedad y lairreductibilidad.

Avante asume la labor depropaganda, la difusión de la idea:circulares de grupos anarquistas,campañas por la libertad de presos,textos «clásicos». Formalmente es unperiódico superior a Sagitario, decuatro páginas apenas, pero de mayoresdimensiones. Pero Librado no debe deestar demasiado orgulloso de su nuevohijo. Ya no es un órgano de combate, estan sólo un órgano de propaganda de lasideas, de denuncias aisladas, deresistencia. La CGT, ante la continua

ofensiva de los gobiernos de Obregón yCalles, se ha replegado; formalmentemantiene su línea de absolutaindependencia respecto al poder centraly de acción ofensiva permanente contrael capital, pero la organización seencuentra desgastada. Muchos de susmejores cuadros la han abandonado, sussindicatos están mermados por decenasde luchas, despidos, cierres constantesen la industria. La crisis de la CROM lahará revivir temporalmente, pero noencontrará la continuidad de su viejalínea.

Librado persiste. Los ritmos delmovimiento no son los suyos. Él sólo

tiene un ritmo: continuo y pa´ delante.A la muerte de Obregón, el 17 de

julio de 1928, Librado responde con unartículo titulado «La muerte de ÁlvaroObregón», en el que declara: «Lahumanidad de los oprimidos está depláceres, ha desaparecido un tirano».Sus amigos distantes de Verbo Rojo enel D. F. siguen su ejemplo y publican«Un tirano menos», con lo que losautores van a dar a la cárcel. Suenapremonitorio de lo que va a suceder.Dejemos que Librado lo narre:

«Como a la una de la tarde del día22, se presentó en mi modesta ofi cinauna persona de aspecto obrero, con un

recado verbal de que me llamabanurgentemente los compañeros a laimprenta.

»Algo extraordinario ocurre, medije, porque los compañeros nunca memandan llamar [...] Pero ya en micamino noté la presencia de variosesbirros: apostados en las esquinas de lacuadra. Uno de ellos, al verme voltear laesquina se dirigió hacia mí yhablándome por mi nombre me detuvopresentándome una orden de arresto [...]Al llegar a la jefatura de policía deCecilia […] la persona que me leyó laorden del general Benignos, jefe de lasoperaciones militares en el puerto, me

indicó que me quitara el sombrero.»—No acostumbro hacerlo cuando

alguien me lo ordena —le dije—, sinocuando yo quiero. Además, ¿no estánustedes luchando por establecer enMéxico una democracia?

»—Está bien —me contestó.»—Entonces sí, ahora me lo quito,

por pura cortesía.»—Después de leerme la orden que

tenía en sus manos fui conducido porcuatro o cinco esbirros que me llevaronal Cuartel de la jefatura de operacionesde Tampico, en donde fui encerrado enun calabozo custodiado por guardiasarmados hasta los dientes, como si se

tratara de un asesino feroz.»Cinco horas más tarde me llevaron

a la ofi cina del general quien a la sazónleía Avante. En la primera plana ya seveían marcados con tinta roja losartículos “La muerte de ÁlvaroObregón” y “El desbarajuste político”.

»—¿Usted publica este periódico?»—Sí —contesté yo.»—En él calumnia usted al general

Obregón, ¿por qué lo hace usted?»—No lo calumnio, lo que digo es la

pura verdad.»—Siendo usted uno de los

precursores de la revolución hoy hechagobierno, respete usted las leyes

emanadas de esa revolución.»—Allí está el error —le repliqué

—, en creer que nosotros iniciamos larevolución para quitar del gobierno aPorfirio Díaz y poner otro igual en sulugar».

El general Benignos, tras otro par dediscusiones similares que Riverasostuvo con dos de sus subordinados, leinformó que quedaba detenido. Sinembargo, poco tiempo después losacaron del calabozo y le dijeron queestaba libre. Ocho días más tardenarraba la historia en el número 13 deAvante.

Librado continuó su labor editorial.

A lo largo de 1928 editó veinte númerosd e Avante y un extra; inició campañascontra la política de Calles ante elconflicto religioso y denunció lasrepresiones locales contra losanarquistas de los grupos.

Muy ilustrativo de su posición enesos momentos fue el debate en queintervino en torno a la posibilidad decrear una Federación de GruposAnarquistas en México. Respondiendo ala iniciativa de Verbo Rojo , Avante sepronunció contra la federación, «por seresencialmente una idea antianarquista».Volvían los viejos tiempos de lapropaganda, no los tiempos de la

organización.Desde diciembre de 1928, ocupaba

el poder interinamente, por la muerte deÁlvaro Obregón, un hombre que conocíabien a Librado, Emilio Portes Gil,fundador del Partido SocialistaFronterizo de Tamaulipas, gobernadordel estado, abogado de sindicatos en laépoca carrancista, padrino de latendencia sindical neutra contra la quehabían chocado violentamente la CGT ylos grupos anarquistas. Si en el resto delpaís su política laboral inicial permitióun amplio espacio de movimiento a lascorrientes de izquierda (en aquellaépoca el ejecutivo estaba liberándose de

la CROM) e incluso trató de atraerlas,en Tamaulipas la ofensiva contra laizquierda fue más lejos de lo que habíaido anteriormente.

El ejecutor había de ser el generalEulogio Ortiz, jefe de la zona militar.Librado cuenta:

«Fui arrestado el 19 de febrero; seme sacó en la noche de mi calabozo paraser conducido a las ofi cinas del generalEulogio Ortiz, jefe de la guarniciónmilitar del puerto de Tampico; se mehizo despóticamente la preguntasiguiente:

»—¿Conque usted es enemigo delgobierno?

»—De todos los gobiernos —lecontesté.

»Dirigiéndose luego a su secretario,le ordenó en términos enérgicos:

»—Mañana me levanta usted un actabien detallada sobre la declaración quedé este viejo cabrón [...].

»—En la mañana del 20 fui llevadonuevamente a la oficina del generalEulogio Ortiz, quien se paseaba en elsalón con Avante en las manos. Se mepuso un asiento y comenzó elinterrogatorio.

»—¿Quién escribió este artículo“Atentado dinamitero”?

»—Yo lo escribí.

»—Léalo usted para que recuerdebien lo que dice.

»Como me negué a hacerlo, por estarseguro de su contenido, el general,enfurecido y colérico, se arrojó sobremí, diciéndome:

»—¡Mire, viejo cabrón; usted me vaa decir aquí toda la verdad!

»—Siempre que he convenidodecirla, la he dicho y la diré, aunque pordecirla me cueste la vida.

»Esta contestación terminó con dosformidables puñetazos en mi cara ytomando en seguida un cinturón de cuerose puso en actitud amenazadora.

»—¿Por qué hijos de la chingada

llama usted parásito al presidente de larepública, viejo cabrón?

»La pregunta fue acompañada defuertes correazos en la cabeza.

»—Juzgo que mi criterio en el usode esa palabra es muy distinto al suyo.Yo llamo parásito al que vive deltrabajo ajeno —contesté.

»—¡Entonces usted también es unparásito porque vive de los que lemandan dinero para publicar superiódico! —arguyó el esbirro.

»—Usted no encontrará en elperiódico cantidad alguna destinadapara mí. Los trabajadores que mandandinero para publicar su periódico lo

hacen por amor a las ideas y con el finde contribuir a la ilustración del pueblopara propagar y llevar la luz al cerebrode sus compañeros explotados.

»—A ver, tráiganme el fuete paraarreglar a este viejo loco cabrón —dijoOrtiz a los que le rodeaban.

»Se presenta en seguida un ayudantetrayendo un diccionario:

»—Anarquía —dice— es la falta detodo gobierno; desorden y confusión porfalta de autoridad.

»—Esa definición es la propagadapor los escritores burgueses, y no laanarquía que yo propago en Avante, endonde se ve la acción violenta de los

gobiernos confirmada en los hechos.Entretanto, deseo saber el nombre deusted, que me ha ultrajado taninfamemente —increpé al general Ortiz.

»—Su padre, cabrón —contestó elesbirro.

»—Mi padre no era tan bestia.»—¿Qué dice usted?»Y se arrojó sobre mí propinándome

varios fuetazos acompañados de nuevosinsultos.

»—¿Y qué opinión tiene delejército? —me preguntó.

»—El ejército sirve para sostener alos gobiernos en el poder.

»—El ejército sirve para defender a

la patria, a sus instituciones —dijoOrtiz.

»—El ejército es además el pedestalen el que descansan todas las tiranías yconsidero que los jueces que me juzganen este momento son mis más ferocesenemigos.

»Y como sentí que la sangre mechorreaba por las sienes, me paréindignado pidiendo a mi verdugo que mematara de un balazo, pero que no megolpeara tan cobardemente. Y en unmomento de distracción mía, elmonstruo aquel sacó su revólver ydisparó un balazo sobre mí. Creí por unmomento estar herido en la cabeza

porque, debido al adormecimientocausado por la sordera, nada sentía.Pero pasados unos segundos, comprendíque sólo se trataba de torturarme paraproducir en mí algún síntoma decobardía o arrepentimiento.

»Ortiz y sus ayudantes seapresuraron a buscar la bala y porhaberse aplastado dijeron que habíapegado en parte dura. Mientras a miespalda esto acontecía, me quedé tanfirme y sereno como si nada hubierasucedido. La noble causa que siento yamo de corazón me hacía estar muy porencima de aquellos lobos.

»—Le voy a leer el acta para que la

firme —me dijo el secretario.»—Yo mismo deseo leerla para

informarme de su contenido —lecontesté. Y como la redacción de aqueldocumento estaba confeccionada de talforma que yo mismo me considerabaculpable, me negué de plano a firmarla,aunque firmé dos que yo escribí con mipuño y letra.

»Vuelto a mi calabozo, pasé ese díatorturado por el insomnio que produceuna pesadilla. Al siguiente día fuimossacados del cuartel, el compañeroSantiago Vega y yo, en medio de unafuerte escolta rumbo a la playa. Nospareció al principio que ésa iba a ser

nuestra última morada; pero se nos llevóa un tren de pasajeros rumbo aMonterrey».

Los rumores de que Librado habíasido detenido y golpeado por losmilitares salieron de Tampico yrecorrieron el país. En Ciudad deMéxico, el Consejo federal de la CGTse reunió el 26 de febrero y discutió laposibilidad de decretar una huelgageneral. «¡Se habían atrevido a golpearal viejo!», decía la voz anónima en elinterior de un movimiento sindical queaunque se encontraba a la defensiva aúnno había perdido toda su fuerza anterior.

¿Dónde estaba Librado? El

presidente Portes Gil señaló quedesconocía el paradero, aunque él habíadado instrucciones al general Ortiz parala detención. La imprenta de Avantehabía sido confiscada por el ejército,los grupos de Tampico y Cecilia eranperseguidos. La pregunta seguía siendo:¿dónde estaba Librado?

El viejo había sido conducido a unahacienda propiedad de Calles, llamada«El Limón» y de ahí a una segundapropiedad del ex presidente, llamada«La Aguja», mientras los militaresdecidían que hacer con él. Libradocuenta:

«Se encuentra allí un campamento

militar en donde se nos tuvosecuestrados ocho días; en cuyo tiempolos soldados o sus mujeres nos daban decomer; pero los que mejor se portaron,facilitándonos alimentos, fueron unoschinos. Volvimos a la hacienda “ElLimón”, donde se nos hicieronproposiciones de libertad con lacondición de que abandonáramos elestado de Tamaulipas; pero como menegué a aceptar la libertad en esascondiciones, se nos dejó libres al díasiguiente, ya sin ninguna condición.

»Nos sentíamos orgullosos denuestro inesperado triunfo […]abandonados en aquellos campos y sin

dinero; tuvimos la suerte de encontrarallí mismo buenos amigos que nosfacilitaron dinero para nuestro regreso».

Excarcelado el primero de marzo,llegó a su hogar sólo para encontrar quela imprenta de Avante ya no existía. Unmes más tarde, el primero de abril, fuedetenido nuevamente por unas breveshoras. Pero estaban locos si creían quepodían impedir su trabajo. El 15 deabril, elaborado en una imprenta sacadade quién sabe dónde, aparecía un nuevonúmero de Avante, donde se dabainformación sobre lo sucedido, en unartículo firmado por el propio Librado,escrito con su prolijo estilo informativo.

Mientras tanto las protestas de losgrupos anarquistas se producían a lolargo del país y las autoridades eraninundadas por cartas en las que se pedíala devolución de la imprenta a LibradoRivera. La policía de Cecilia y Tampicoy el ejército se dedicaron a perseguir alequipo editor y a otros militantes de losgrupos: así cayó encarcelado Emeteriode la O, quien fue deportado al D. F. ypuesto a disposición de las autoridadesmilitares.

La muerte del líder amarillo IsauroAlfaro, a manos del alijador rojoEsteban Hernández, el 14 de abril, enmedio de una pelea callejera al finalizar

una asamblea, dio el pretexto para ladetención de Leandro Porras, que fueapaleado y quedó al borde de la muerte,y aunque Hernández reconoció en sudeclaración que el suyo había sido unacto individual y en defensa propia,fueron detenidos cuarenta miembros másde los grupos, once de los cuales fueronenviados a Ciudad de México.

El clandestino Avante siguió dandoinformación sobre estos acontecimientosen sus números del 15 de mayo y 10 dejunio, lo que motivó que Librado fueradenunciado por los dirigentes amarillosSerapio Venegas y Nicolás González ydetenido de nuevo el 11 de junio.

La CGT levantó de nuevo suprotesta, y organizaciones sindicales,comunidades campesinas y gruposanarquistas de todo el país realizaronactos por la liberación del viejoanarquista.

Librado salió muy pronto en libertadde su tercera detención en los últimoscuatro meses, pero no había de durarmucho tiempo fuera. La continuidad deAvante era sentida por las autoridadesmilitares como una ofensa. El 14 dejulio, a las once de la mañana, Libradofue detenido y llevado a los sótanos dela jefatura militar de Tampico. Ahí lomantuvieron sin alimentos y sin agua

durante cuatro días. Como se negaba adar información sobre la imprenta en laque se estaba confeccionando elperiódico, tras cuatro días de tortura, losmilitares lo enviaron, bajo custodia aCerritos, San Luis Potosí, y lo dejaronabandonado sin dinero.

El día 20 fue arrestado EstebanMéndez, que repartía propaganda de losgrupos anarquistas contra la detenciónde Rivera. Se le encerró en un calabozojunto con su hijo de ocho años, que loacompañaba en el momento de ladetención.

El día 21, el general Ortiz lo torturópersonalmente, produciéndole varias

heridas en la espalda con su sableporque se negó a informar de laubicación de la imprenta. Ese día losgrupos realizaron un mitin en la plaza dela Libertad denunciando ambasdetenciones. Nuevamente intervino lafuerza pública y encarceló a Inés Mena.Los interrogatorios no dieron resultado;en cambio, los arrestos produjeron unareacción masiva de los sindicatos delpuerto, provocando que hasta lasasambleas de las organizaciones másblandas se pronunciaran por la libertadde los detenidos. Librado consiguiódinero prestado y regresó a Tampico el22 de julio. Un día después fueron

liberados los restantes detenidos.Menos de un mes más tarde,

circulaba el número 29 de Avante conuna extensa narración de los hechos.

El viejo había derrotado de nuevo alos militares.

En octubre de 1929, Librado Riverapublicó un artículo en su periódicodenunciando la ofensiva del gobiernocontra la prensa roja. Un mes antes, el13 de septiembre, se había prohibido lacirculación de Sembrando Ideas, deBaja California, y el 19 había sidodesmantelada y confi scada la imprentad e Defensa Proletaria en el D. F.Librado, comentando estos hechos,

escribía: «Ya en México vivimos enpaz. Pero no en esa paz que deseamostodos los revolucionarios de verdad[…], sino la paz seria y monótona de losmuertos».

El 5 de febrero de 1930 se hacecargo de la presidencia Pascual OrtizRubio, y su ministro de Gobernación esEmilio Portes Gil. El mismo día, elflamante presidente es objeto de unatentado y sin que venga a cuento, puestoque el detenido pertenecía a unaorganización conservadora, cae sobre laizquierda radical una nueva ola depersecuciones. El 11 de febrero seprohíbe la circulación de Avante (que

había llegado a su número 33 endiciembre), de dos periódicos de laJuventud Comunista y de toda la prensaácrata en español que se distribuía enMéxico, sobre todo la argentina y lauruguaya. «Por si esto fuera poco, seallanó mi hogar por la policía —cuentaLibrado—, arrasando con todo cuanto seencontró en mi domicilio, en donde yotenía una biblioteca con más de dos milquinientos volúmenes, siendo a la vezlas Oficinas de Avante [...] Dinero(cerca de quinientos pesos), ropa ydemás objetos de mi uso personalfueron decomisados, sin dejarme otracosa con que abrigar mi cuerpo que la

ropa que traía [...] y fui conducido alcuartel de la jefatura de la guarnicióncoronando el atropello con el despojode anteojos y el poco dinero yestampillas que llevaba en el bolsillo,tomando de este dinero (contra miprotesta) los gastos del automóvil quenos condujo a la jefatura de Tampico».

En la oscuridad del calabozo,Librado trata de hacer un recuento de losdaños sufridos por el saqueo policíaco.Se ha perdido una colección invaluablede Regeneración y otra de Revolución,varios diccionarios, sus dos pares delentes...

El viejo se tira de los cabellos. Vaya

que la pelea que ha entablado contra elEstado es desigual.

Simultáneamente son detenidosPedro Gudiño, Ángel Flores y OsvaldoManrique; lo que quedaba del grupoAvante ha sido desmantelado. Pero noterminarán aquí las represalias. Elprimero de marzo, una escolta deveinticinco soldados se hace cargo delviejo y lo saca de la prisión con destinodesconocido, lo acompañan sieteobreros del partido comunista, tambiéndetenidos. Son llevados a la estación deferrocarril y metidos en un vagón decarga que horas después será arrastradolejos de la zona petrolera.

Un día después, Librado aparece enla penitenciaría de Ciudad de México.Se dice que será enviado a las islasMarías.

«A ninguno de nosotros se noscomunicó en Tampico la causa delarresto ni aquí tampoco se nos comunicójamás. Sencillamente, a nuestra llegadase nos alojó en la jefatura de laguarnición de esta capital y de allí a lapenitenciaria del distrito, ingresando yadirectamente en el hospital de la prisiónpor haber llegado bastante delicado desalud».

La CGT interviene ante el presidentede la república para que se libere al

viejo. El 5 de marzo se entrevistan conel secretario de Ortiz Rubio, quien lesdice que nada se puede hacer por elmomento; que el secretario deGobernación, Portes Gil, está muyindignado a causa de un artículo deLibrado en que lo acusa de habersevendido a una compañía extranjera deagua potable cuando fue presidente. Tresdías después una comisión visita lapenitenciaria pero hay consigna delsecretario de Gobernación de queLibrado Rivera permanezcaincomunicado.

El 20 de marzo «fui puesto enlibertad dizque porque en las

investigaciones que se hicieron no seencontraron datos que justificaran midetención. Estoy aquí sin dinero y sinotros medios de vida, dada mi avanzadaedad, buscando alojamiento en las casasde mis amigos, los que por fortunasiempre encuentro dispuestosadondequiera que voy.

Se me quiere someter por hambre yaque las cárceles han sido impotente paraconvencerme de que estoy en un error yde cambiar el firme convencimiento quetengo de que ningún gobierno podráresolver el problema de la miseria».

A partir del 20 de marzo, corre elrumor en la prensa del norte del país de

que Librado Rivera ha desaparecido enel Distrito Federal. Varios periódicos sehacen eco de la noticia: «Hadesaparecido sin dejar huella de suparadero». Los rumores señalan queposiblemente ha sido deportado a lasislas Marías. Manuel del Río, elcoordinador de los grupos anarquistasde la zona petrolera, escribe: «No sabenestos imbéciles que Rivera muerto esmás terrible y un peligro más inminentepara la estabilidad».

Pero Librado está bien y a salvo. EnCiudad de México, un tranviario deapellido Vega lo ha llevado a la casa deNicolás Bernal, que le cede un cuartito

para que viva.Un mes y días más tarde da de nuevo

señales de vida al publicar un artículoe n Verbo Rojo titulado «Venganzasruines», en el que dice: «Las amenazas ypersecuciones de nuestros enemigos,lejos de amedrentarnos, nos sirven dealiento, porque ello nos indica que nosomos tan insignificantes».

¿Qué sigue?, se pregunta LibradoRivera en agosto de 1930 al cumplir lossesenta y seis años. Vive arrumbado enun pequeño espacio que le cede Bernalen medio de los amados libros deRicardo Flores Magón, que Nicolássigue distribuyendo a un movimiento

sindical cada vez más mermado. Vendegrasa para zapatos como única manerade sobrevivir, intenta recuperar laimprenta de Avante para seguir la laborperiodística, pero las autoridades sólola ofrecen de regreso en caso de que«No se use para hacer laborsubversiva». Se niega a recobrarla y enesas condiciones la imprenta es vendidaen subasta pública en Cecilia. ¿Hallegado la hora de la rendición? Libradorecorre los ambientes sindicales rojosdel D. F. En la CGT se manifiestanfuertes tendencias conciliadoras, losradicales están aislados. Aun así, haymilitancia, hay luchas. Librado se

propone sacar un nuevo periódico.La tarea le lleva un año. Un año

completo. El primero de mayo de 1931aparece en Ciudad de México Paso! .Librado va a cumplir sesenta y sieteaños, en los últimos cuatro ha vivido270 días en la cárcel; no tiene empleofijo ni recurso económico alguno; nisiquiera tiene su biblioteca, que haquedado en manos de los policías enTampico. Pero ahí está de nuevo, ahoracon Paso! . Al principio es un periódicoaislado de las luchas sociales, con unamplio espacio para el recuerdomagonero (¿se vuelve la vista al pasadoen estos últimos años?), expresado en

largos artículos con el sugerente títulode «Aclarando hechos de hace treintaaños», donde Ricardo y Enrique FloresMagón, Práxedis y Saravia vuelven acabalgar con Librado Rivera, vuelven aconspirar, a editar periódicos, a trenzarla red que derribaría la dictaduraporfirista. Junto a éstos, hay informes deventas de folletos, de comités pro-presos, y artículos ideológicos quehablan del carácter de los niños, de laintrínseca malevolencia del Estado...

Pero no se quedará ahí. Pronto Paso!comienza a intervenir en la polémicasobre la situación de la CGT, apoyandoal grupo anarquista; da noticia de luchas

y represiones de obreros de BajaCalifornia, maestros de San Luis Potosíy militantes anarquistas de la federacióndel D.F., que se escinde de la CGT. Apartir del número 8, en diciembre de1931, el periódico dirigido por Librado,se vuelve el órgano del grupo anarquistamás ligado al movimiento sindical, elgrupo Ideas y Acción.

En ese mismo mes, sin advertenciaprevia, el gobierno retira la fran-quiciapostal de Paso! . El número 9, de enerode 1932, es prohibido y ya no puedecircular por correo. Librado imprime unvolante, que se anexa al ejemplar, en elque cuenta el fin del proyecto, ahogado

por la censura y por «lo que más nosaflige, nuestra escasez pecuniaria».

Y ahora, ¿qué? ¿Qué sigue? ¿Quénuevo proyecto? Librado salecaminando el 19 de febrero de 1932 dela zona textil del sur de Ciudad deMéxico, donde está recaudando fondospara un nuevo proyecto periodístico. Unautomóvil conducido imprudentementelo atropella al cruzar la avenida SanÁngel. Lo llevan al hospital Juárez. Unviejo compañero, el general Juan JoséRíos, ordena su traslado al hospital deFabriles y Militares en La Ciudadela.Sus amigos quieren que demande alchófer que lo atropelló. Librado se

niega; dice que nada ganaría conperjudicar a un trabajador que quizátenía familia y en el informe policíacodel accidente se declara culpable.Durante dos semanas padece gravesdolores. Un médico, amigo del generalVillarreal, lo visita y denuncia que porfalta de atención médica ha contraído eltétanos. Los doctores disimulan, ya estarde para resolverlo. Una tarde, laenfermera que lo cuida trata de cubrirleel rostro para evitar que las moscas lomolesten; Librado le retira el brazo deun manotazo: «¿Conque luchando aún,compañero?», «Siempre luché contra lasinjusticias sociales de los fuertes».

Pocas horas más tarde entra enagonía.

El primero de marzo de 1932Librado Rivera muere.

Tras nueve años de una alucinanteguerra personal contra el Estado, unaguerra vivida muchas veces en solitario,en el interior de un calabozo, una guerraen la que la terquedad y el estilosiempre fueron sus mejores armas,Librado Rivera descansa.

El 3 de marzo sale el último númerod e Paso!. Impreso anónimamente, aúnconserva en el cabezal el crédito:«Director Librado Rivera» y el númerode su apartado postal en el D. F., el

1563. El periódico sólo tiene unartículo: «Librado Rivera ha muerto», yllama a que los obreros de Ciudad deMéxico acompañen el cadáver desde ellocal de la Federación de Trabajadores,último reducto del anarcosindicalismo,hasta el panteón de Dolores. El artículotermina con una frase muy al tono de lalírica roja de la época: «Que caigasobre su tumba una lluvia interminablede flores rojas».

El último magonero se retira de laescena.

El vacío perdura.Ya no se hacen hombres así. Los

mejores de nosotros somos pálidas

sombras al lado del viejo Rivera.Por lo menos, deberíamos cubrir esa

tumba, hoy desaparecida, esa inexistentetumba, con una interminable lluvia deflores rojas.

Menos mal que queda la historia.Menos mal que queda la memoria.

El estilo Hölz

I

Hay personajes que nacieron para laficción, pero como tienen que moverseen las miserias de lo cotidiano paraencontrar un hueco en la historia, seinventan, se rehacen para la luz de lapantalla de cine, para la más alucinantepágina de la novela; para la más irreal,contradictoria y apasionada canción degesta. Personajes a los que quedancortos los escritos biográficos, todas lasnotas de pie de página, y por tanto sedeslizan por sí mismos y sus tiemposhasta ganar el derecho a ser hoja decalendario mal impreso colocado sobre

el fogón en hogar proletario, héroe depelícula muda que nunca será filmada,tema de conversación a lafantasmagórica luz del alto horno.

Max Hölz es, sin duda, uno de estospersonajes, y como tal, no tiene pasadoantes de su aparición en la página uno deuna novela histórica. Nada hay sobreHölz antes de 1918 que invite a creerque la infancia es el lugar donde loshéroes se cultivan en macetas demiserias y sueños.

Nació en 1889 en Moritz (inútilbuscar en el mapa), cerca de Riesa(tampoco el mapa resuelve), en laSajonia alemana, hijo de una familia de

obreros agrícolas que trabajaban en unmolino. Max Hölz fue otro de losjóvenes alemanes que entraron con el finde siglo en un mundo agrario y trataronde huir de él, sólo para ser atrapadospor la sociedad industrial que pretendiómoldearlos a golpes de martillo.

A los dos años, la familia, cargandocon el joven vástago, se mudó aHirchstein a la búsqueda de airesnuevos y sólo encontró aires másrancios, y trabajo de peones en lastierras de un latifundista. A los catorceaños, Max celebró el arribo a laadolescencia con una fuga del hogar queduró poco. Al mes regresó a la casa

familiar gravemente enfermo, con unenvenenamiento en la sangre que casiprovoca que le tengan que amputar unbrazo. Sin embargo, esta fuga inicial lerevela su vocación de tránsfuga, MaxHölz ya no podrá detenerse. Sus años dejuventud hacen historias que puedencontarse sin dificultad y en las que nohay tragedia ni encanto, sólovagabundeo constante. Un ir y venir porlos empleos, las ciudades, los oficios,los destinos truncados. La supervivenciacomo sentido de la vida. Ni siquierapuede hacerse de una profesión.

Trabaja como sirviente en varioslugares de Sajonia. No hace el servicio

militar por estar tuberculoso. Va a dar aFalkenstein, una villa industrial en elVogtland que años después seráescenario de sus mejores hazañas, peroque hoy se le presenta como uncementerio. Trabaja por las noches enun cine (¿ahí se fabrican los futurossueños?). Más tarde será aprendiz dechófer. Luego, para seguir moviéndose,aceptará una proposición que terminallevándolo a Inglaterra. Todo es huir,cambiar de empleo sin encontrar oficio,cambiar de vida sin encontrarla. EnInglaterra se hace evangelista,probablemente por motivosestrictamente económicos. Se queda sin

empleo fijo. Con un poco de suerteencuentra pequeños trabajos temporalesen los que pule suelos y lava ventanas.Finalmente encuentra trabajo en unaempresa de construcción de piezas deferrocarril. En Chelsea asiste comoestudiante externo a unos cursos deeducación técnica para obreros. No lostermina. El tiempo va pasando junto a él.En diez años ha huido de todas partes,ha tenido veinte empleos, ha paseado sumiseria por dos países. Ya no haysueños. Poco antes de iniciarse la guerramundial, Max regresa a Sajonia. Seestablece en Falkenstein y se casa conClara. Tiene veinticinco años. Cuando

en 1914 se inicia la contienda, es unexcelente candidato para ser ocupantede una más de las anónimas tumbas quehabrán de ser cavadas en Francia alborde de una trinchera.

Los mismos que lo declararon ineptopara el servicio militar por latuberculosis, hoy lo reclutan deinmediato. La guerra traga todo,consume seres humanos, cosechas detrigo, toneladas de acero. Engulle todolo que le permite mantener en activo lacarnicería.

Max tiene veintiocho años cuando en1917 es destinado al frente occidental.Una buena edad para morir.

Como se ha visto, no hay biografíaprevia. No hay indicios de dónde saldrála sobrehumana audacia, la habilidadpara burlar la muerte jugando alescondite, la terquedad y la tozudez.Sólo los niños de la aristocracia y lapequeña burguesía ilustrada, y porrazones diferentes, obtienen biógrafosque narren las hazañas de la infancia. Enel mundo proletario no hay recuento deamores infantiles, de primeras locuras,de masturbaciones precoces o señas deheroísmo. No hay ni siquiera reloj queindique cómo el adolescente Hölzaprendió en la infancia el arte de lapuntualidad en el encuentro con la

revolución.La historia empieza a los veintiocho

años.La rutina de la masacre se rompe un

día. Un oficial le ordena al soldadoHölz que mantenga bajo vigilancia, perosin dirigirle la palabra, a un «traidor»;ese tipo que ha sido enviado al frentecomo prisionero porque se opone a laguerra. Max incumple la orden. Unasprimeras palabras con Georg Schumanny la conversación ya no puede detenerse.Georg es un socialista, editor de laLeipziger Volkszeitung , ansioso deromper el infierno de silencio al que hasido condenado. Hölz lo coloca ante su

pasado, Schumann lo reexplica, lodesenvuelve, le habla de leyes sociales,de clases, rompe con la buena y la malasuerte. Reinterpretada por Schumann, lahistoria de Hölz se vuelve parte de unpaisaje público de explotación einjusticia social; la historia privada sevincula con la historia de los otros, conla gran historia de Alemania, con losaccidentales desastres de la historia delvecino, con los fríos del compañero deturno, con las angustias del camaradaque viaja con uno en el tranvía. Max seve bombardeado por un alud de nuevasideas.

Mientras tanto, en el frente oriental

se producen acontecimientos que van atransformar la vida del soldado Hölz. EnRusia estalla la revolución. Febrero,octubre, soviets, obreros armados(¿cómo son las calles de Petrogrado?¿Trotski tiene barba? ¿Qué diceexactamente el decreto sobre la guerra?¿Van a tener capataces en las fábricas?¿Son necesarios los chóferes en elsocialismo? ¿Los porteros de loscines?). Schumann se las arregla paramantenerse informado y comparte conMax las gloriosas nuevas.

Cuando la comprensión del mundoen que ha vivido se está reordenando enla cabeza de Max, el mundo exterior se

vuelve loco. Se inicia la ofensiva delotoño del 18. Toneladas de obuses caensobre las trincheras. Los cadáverespasan ante él arrastrados por camillerossonámbulos que chapotean en el lodo.Hölz es afortunadamente alcanzado poruna bala que lo hiere en un pie, y laherida permite que lo saquen de lacarnicería y su evacuación a un hospitalen el sur de Alemania. Quedaincapacitado para luchar, Max piensaque ha terminado su vida de soldado. Noanticipa que esa incapacidad no leimpedirá combatir militarmente otraguerra de carácter radicalmentediferente, que se iniciará en los

siguientes años. Le dan una pensión decuarenta marcos y lo envían a casa.

II

Su regreso de Alsacia hacia Sajoniacoincide con el desmoronamiento de lamonarquía alemana. El 4 de noviembrese inicia la revuelta de los marinos deKiel, el 9 abdica el káiser. Entre estasdos fechas que señalan el comienzo dela revolución alemana de 1918, Hölzinicia el regreso al hogar. Viaja en untren que es ocupado por millares dedesertores. Tiene que meterse en el bañojunto con otros compañeros paraencontrar un lugar donde dormir y pasarlas horas. El espectáculo en cadaestación de los militares insurrectos lo

va llenando de júbilo:«Comencé a sentir el enorme poder

de la multitud, que era capaz de marcharhacia adelante y actuar sin oficiales»,escribiría años después.

Quiere detenerse y compartir lastareas de derribar al viejo régimen, perosabe que su esposa Clara se encuentraenferma y le urge llegar a Falkenstein.En las estaciones donde el tren sedetiene, Hölz ve formarse los primerosConsejos de soldados: Frankfurt,Kassel, Halle...

Un Max Hölz derrengado yenfebrecido llega a Falkenstein el 9 denoviembre de 1918 para dar inicio a una

nueva historia. Antes de ir a su casa, enla estación del tren, pregunta si existe yaun consejo de obreros y soldados. Poresos rumbos nadie ha oído hablar de talcosa. Sin perder tiempo, Max hacecarteles a mano convocando a unareunión para formar el consejo, los pegaen la estación y en el ayuntamiento.Luego marcha a ver a Clara.

En la tarde, respondiendo a sullamado, treinta soldados se reúnen;entre ellos el dirigente local del PartidoSocialdemócrata Independiente Alemán(USPD), Storl. El consejo se integra,pero Max y Storl se enfrentan; ambosreclaman la iniciativa. Max por haber

convocado al consejo, Storl por ser elpresidente local del USPD. La reuniónconcilia y los nombra a ambospresidentes del Consejo de Obreros ySoldados. Exigen y obtienen una oficinaen el ayuntamiento. Hölz se traslada aLeipzig con un grupo de hombres paraconseguir armas. Obtiene de losmiembros del Consejo local algunosrifles. Cuando regresa a Falkenstein, hasido destituido por su copresidente.Pero Hölz es ya un nuevo personaje, deesos que, como dice Nazim Hikmet, hansido arrojados a la superficie desde elfondo del océano por la tormenta. Todasu energía tiene un sentido: la

revolución. Si no lo quieren en elConsejo de Obreros y Soldados, hayotras muchas cosas que hacer. Se pone adisposición del diario del USPD, elVogtländishche Volkszeitung . Sutrabajo es conseguir suscripciones. Delas que obtiene se le paga un míserosueldo. Se traslada a Plauen, se afilia alUSPD. Organiza mítines para lacampaña electoral. Organiza seccionesen los pueblos de la comarca. Trabajapara una revolución que ha dejado deserlo. La revolución de los consejos seha convertido en una democraciaparlamentaria que negocia con elcapital, pero no por eso hay que

rendirse. Aunque la revolución seescurra, se le esté escabullendo,ocultando, escapando de las manos,como una esperanza hecha agua. Lossocialistas mayoritarios (SPD) la estánescamoteando. Los consejos que elloscontrolan ceden el poder a una repúblicaburguesa. En enero de 1919 se produceel primer gran enfrentamiento. El alamás radical del movimiento obrero selevanta en armas en Berlín. Losespartaquistas declaran la insurrección.Hölz se maldice, debería estar en Berlíny no en Sajonia. La revolución fracasa,Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht sonasesinados. Hölz se enfurece, se enfrenta

con los dirigentes locales del SPD, ladiscusión termina a golpes. No haydebate más convincente. De poco sirve:la revolución se ha perdido. Unsocialista mayoritario, Ebert, es electoel 11 de febrero presidente del Reich,los socialistas son los cancerberos (losperros de caseta, si uno no es adepto alas fórmulas mitológicas tan en boga enesos días) de la república burguesa. Lossocialistas independientes no se atrevena romper con ellos.

Hölz busca desesperadamente unpunto de apoyo. Le escribe a su amigoGeorg Schumann, que se ha convertidoen espartaquista; le pide que venga a

Sajonia a hacer mítines. Quiere que leexplique a la gente lo que él no puedeexplicar con claridad: que eso, esto, loque hoy existe, tiene que ser destruidopara dar paso a una república detrabajadores. No es el único que piensaasí. En abril y mayo, comunistas,anarquistas, socialistas independientes,declaran la república de los consejos enel sur de Alemania, en Baviera. Pero esarevolución también muere ante lasbayonetas de los ejércitos blancos y lacomplicidad del gobierno del SPD.

III

En la primavera de 1919, un MaxHölz buscando cada vez más unproyecto propio funda la sección localdel Partido Comunista de Alemania(KPD) en Falkenstein. El KPD habíanacido en los últimos días de 1918fusionando a los espartaquistas y a losnuevos seguidores de la Revoluciónrusa. No es suficiente. Hölz sedesespera, el KPD de Falkenstein tieneque actuar.

Max Hölz vuelve la vista en torno así. Contempla una zona industrialdestruida, en quiebra, millares de

obreros desocupados. En la región, treso cuatro mil al menos. Es invitado aintervenir en un mitin de trabajadoresdespedidos. El ambiente es tenso. Enese invierno han muerto obreros dehambre y frío. Max invita a la accióndirecta, a pasar al combate, al lenguajede los actos. De la palabravertiginosamente transita a laorganización de una manifestación en laspuertas del salón donde se celebraba elacto. La marcha avanza sobre elayuntamiento y lo toma. Se crea elConsejo de Trabajadores Desempleadosde Falkenstein. Se exige carbón, comida.Y se exige amenazando con tomarlos. El

alcalde reacciona y pide ayuda militar aDresde. Hölz es acusado de incitar almotín. Años más tarde diría: «Me viobligado a intervenir más emocional queradicalmente en acciones que estabanbastante alejadas de las tradicionesburguesas». No hay tal cosa; en esosllamados incendiarios, en anteponer laacción, se encuentra el nacimiento del«estilo Hölz».

El ejército impone el estado de sitio,toma la ciudad, son detenidos variosmiembros del Consejo deDesempleados. Hölz se escabulle, perono se aleja demasiado. Nuevamente el«estilo Hölz». Siempre hay que estar

cerca de donde la acción puede resurgir,en la huida siempre hay que mantener lavista y la distancia corta, no hay quealejarse de los compañeros, aunque síde la policía. Toda una teoría de lasdistancias en esto de la lucha social.

Las autoridades fijan unarecompensa de dos mil marcos por lacaptura de Hölz. Max decide pasar alcontraataque; a la cabeza de un grupo dedesempleados que ha reunidoprecipitadamente, avanza cantandosobre el ayuntamiento que ha puestoprecio a su libertad. En la puerta lossoldados han montado un par deametralladoras. Actuando como si el

poder se encontrara en sus manos, Maxle pide aclaraciones al oficial a cargodel estado de sitio, acusa al alcalde dehaber inventado lo del motín, exige alejército que abandone el pueblo, no hayrazones para que Falkenstein seencuentre ocupado militarmente. Eloficial desconcertado solicita dos horaspara poder consultar con sus superiores.La multitud se ha reunido mientras tantoy ha cercado el ayuntamiento. Hölzdirige un asalto que mucho tiene deoperístico. Los obreros tiran al suelo lasametralladoras, fraternizan con lossoldados, los rodean, y a varios lesquitan los fusiles (¿de buena manera?,

¿sonriendo?, ¿haciendo válida lamáxima de que la muchedumbre essabia?, ¿o dando con el codo yenseñando la culata de la pistola en elbolsillo?). El ejército se retira, elpueblo amotinado detiene al alcalde. Seexige la liberación de los miembros delconsejo de desempleados, el alcalde esrehén de la petición. Desde las ocho dela mañana en que se produce laocupación del ayuntamiento hasta lasseis de la tarde en que liberan a lospresos, los obreros son dueños de laciudad. Se produce un empate y con éluna tregua. El consejo se hace cargo dela distribución gratuita de carbón y

comida a los desempleados, encolaboración forzosa con elayuntamiento. Luego seguirán variassemanas de paz. Pero Hölz y susmuchachos van más allá y confiscancomida en los hogares de los patronespara distribuirla en las casas de losmiserables. No basta. Hölz y losmilitantes del consejo comienzan allevar la organización hacia los pueblosvecinos. Durante un mitin en Treuen, unviejo granjero se acerca titubeando a losoradores para pedir ayuda. Lo invitan asubir al estrado. Narra que elpropietario de la granja donde trabaja lerebajó el salario. Cuando protestó, el

patrón contestó: «¡Ve y pídele a Hölz eldinero!».

Max disfruta la respuesta delburgués. Esa misma noche le escribe unacarta al terrateniente diciéndole que leentregue instantáneamente al mensajerodiez mil marcos, dinero que será usadopara aumentar el salario de sus peones;«le escribí que si desobedecía nuestrasórdenes sacaríamos sus caballos de losestablos, los venderíamos y usaríamosel dinero para pagar a sus peones. Ellatifundista envió el dinero deinmediato».

A partir de esta experienciadeliciosa, Hölz y sus hombres

comienzan a multar a los capitalistas dela región con la amenaza de aplicarles laacción directa si no pagan. Con eldinero obtenido se financia el reparto decomida para los desocupados. Lascocinas colectivas florecen en la regiónde Vogtland. Grupos de revolucionariosrecorren las casas de los obrerosdespedidos entregando dinero, carbón,ropa y comida. Se reparten cerca de unmillón de marcos obtenidos de lasmultas al capital.

La experiencia libertaria, el doblepoder, llega a su fin. El 3 de julio de1919 un regimiento del ejército invadeFalkenstein. Con el pretexto de que al

entrar en la ciudad se ha disparadocontra ellos, registran las casas de loscomunistas. El blanco de la operación esMax Hölz, el dirigente del consejo. Ciensoldados cercan su casa, tiran bombasde mano en el jardín, ametrallan lachimenea. Max los observa desde unaloma cercana. Sin sonreír, pero sinangustia. Es mucho mejor que seametralle una chimenea que a unhombre.

Durante varias semanas se desatacontra él una tremenda persecuciónpolicíaca. Permanece clandestino en lazona, cambiando de casaconstantemente, viviendo en los hogares

de sus amigos, obreros sin trabajo.Habla en mítines en otras poblacionesde la Alemania Central utilizando unnombre falso. Cuando se encuentra enFalkenstein o en sus inmediacionesevade fácilmente al ejército.

Pasa ante los soldados, que no loconocen, con la complicidad del pueblo.Es un fantasma ante cientos de ojos quesimulan ceguera (¿el pez en el agua?, ¿elnuevo rey mago que reparte billetesentre sus súbditos?). Tiene un rostrovulgar, sin distintivos. Es un obrero queparece obrero. Cara tosca, bigote que sedeja y quita, pero hirsuto, cubierto poruna gorra, una boina bajo la cual sólo de

vez en cuando la cara anodina muestrauna sonrisa; rasgos fuertes, cuadrado deestampa, levemente encorvado de tantobarrer suelos, meterse de cabeza en lastrincheras, palear nieve.

El 21 de julio el ejército abandonaFalkenstein tras haber fracasado en suocupación de tres semanas. Menostardan los camiones militares en irse queMax en movilizarse. Al atardecer, MaxHölz se presenta en el ayuntamiento conun grupo de amigos, minutos después secelebra un mitin con cientos dedesempleados.

El «estilo Hölz» se precisa: susmayores cualidades, la velocidad con la

que reacciona frente a los sucesos, suconocimiento del pueblo y del terreno,su increíble audacia. La milicia local,integrada por la pequeña burguesía de laciudad, comete el error de atacar elmitin, y es derrotada por los obreros ylos desempleados que no sólo los hacencorrer, sino que les quitan las armas.

Se abren conversaciones. Elgobierno exige que se disuelva elConsejo de Desempleados o amenazacon dejar permanentemente enFalkenstein un destacamento del ejércitoy perpetuar el estado de sitio. Max pecade inexperiencia, descuida la espaldamientras negocia. Cuando las

comisiones están discutiendo en elayuntamiento, las tropas entrannuevamente en la ciudad y cercan laplaza Mayor. Se proclama la leymarcial. Los soldados bajan de lostransportes fusil en mano y entran en elayuntamiento para arrestar a Max Hölz.Los obreros salen al encuentro, se llegaal cuerpo a cuerpo. No hay disparos, porahora sólo empujones, discusionesagrias, forcejeos; los obreros presionana los soldados. Hölz es arrestado, lamultitud lo libera. Como si la lucha declases se hubiera trocado en unacomedia de Laurel y Hardy, semultiplican los equívocos: idas y

vueltas, manifestaciones, negociaciones,abundantes forcejeos, conatos deviolencia, pistolas que salen a relucirpero no se disparan. Max es rescatado yen medio de la multitud sacado delcentro de la ciudad. Tiene que huir.

IV

Han pasado apenas ocho mesesdesde que Max Hölz se bajó del tren enFalkenstein, cojeando por una herida enel pie y vestido con el uniforme de unejército que se trocaba en una fuerza dela revolución. Tan sólo ocho meses.¿Cuál es el balance? ¿Cuentan más lasvictorias que las derrotas? ¿En lashistorias de los eternos derrotados, losmomentos de gloria valen doble? ¿Quiénpuede quitar la memoria a los que laadquirieron? ¿Se huele aún la sopa deaquellas cocinas colectivas? Por ahorahay que tomar distancia. Primero varias

semanas en la cercana localidad deAuerbach. Tiene que volver a huir. Lapolicía y el ejército se acercandemasiado. El nuevo destino es laciudad de Hof en la Baviera del sur deAlemania, donde aún están frescas lashuellas de la matanza que acabó con larepública de los consejos. Max, en elanonimato, busca un empleo, enlaza conalgunos camaradas, ronda comosonámbulo por la ciudad. No resistemucho tiempo encerrado en la soledad,busca a la multitud como se busca a latribu, la familia. Asiste a un mitin de lossocialistas independientes; deberíaquedarse callado, pero lo suyo no es el

silencio, toma la palabra y propone quese boicotee a las empresas mineras delRuhr, en la zona de ocupación francesa.Los desempleados no deben acudir alláa trabajar en las minas cuando la zonahierve de desempleo; y si van, no debenaceptar salarios inferiores a las tarifasfijadas por los sindicatos locales. Ydesde luego ofrece una respuesta aldesempleo: no buscar trabajo en otraspartes de Alemania; algo más simple,organizar a los desempleados y pasar ala acción directa. Los socialistas delUSPD lo acusan de provocadorpolicíaco, lo denuncian. Es un agente alservicio del capital. Revelan su

identidad al descubrirlo: ¡Es Max Hölz!La cobertura que lo mantieneclandestino vuela hecha pedazos. Unahora más tarde la policía lo detiene.Para su fortuna, en el lugar donde estácenando hay varios obreros que loreconocen y lo rescatan de manos de losagentes, le cubren las espaldas mientrascorre por las calles de Hof.

Una nueva lección. Si va a abrir laboca en un mitin debe tener garantizadala salida, o la fuerza de las pistolas,para sostener sus palabras. Una variantede la lección: no se te ocurra ir a comera restaurantes de clase media, allí nohabrá obreros que te rescaten.

Poco después, en Hof hay eleccionespara el consejo obrero local. Loscomunistas derrotan por 1303 votos dedelegados al USP, que sólo tiene 264, ya los socialistas mayoritarios del SPD,que se quedan con 209. Hölz no puederegresar a gozar esta victoria indirecta;está vigente la recompensa de dos milmarcos que ha ofrecido el gobierno deSajonia, y los policías de Bavieraquieren cobrarla.

Hölz va a dar al pueblo deOberhotzau, ahí se esconde. Cuando estáa punto de volverse loco a causa de lasoledad y el aislamiento, de la inacción,aparece como una bendición su gran

amigo de Falkenstein: Paul Popp, uno delos mejores combatientes del Consejode Desempleados; viene comisionadopor el KPD con papeles falsos paraMax, que le ofrecen dos nuevaspersonalidades: puede ser Werner oSturm (todo un lujo ese doble juego dedocumentación ilegal). Con los nuevospapeles, Max recorre la Alemaniacentral dando mítines para el KDP.Pronto es desenmascarado por lossocialistas del SPD y señalado el falsoSturm como Max Hölz. En Leuna,durante uno de esos actos, la policíaintenta arrestarlo. Cuando siente sobresu brazo la mano de uno de los agentes

se suelta, sube a un banco y grita:«¡Trabajadores! ¿Van a permitir que

me arresten?».En el motín que se organiza a

continuación, se fuga.Vieja lección reaprendida: nunca se

está solo. La multitud no está formadapor rostros anónimos vistos desde unestrado. Son tipos como uno, listos aintervenir y a pasar de espectadores aactores.

Se acaba la tregua, hay que volver aocultarse. Tiene que abandonar laAlemania central. En Halle se entrevistacon el dirigente comunista Otto Rühle,miembro del ala izquierda del KPD,

quien le ordena se tome unas«vacaciones teóricas». Max, el hombrede acción, tiene que aprender la teoríaluminosa de la revolución. El partido loincorpora a un curso de formación paramilitantes comunistas que se realiza enel pueblo de Walsrode, impartido por elpropio Rühle. Durante seis semanas,Hölz disfruta (¿goza o se le impone?) deuna extraña paz. Mientras tanto, aumentade precio: en el Vogtland y la AlemaniaCentral la recompensa por su detenciónha aumentado a cinco mil marcos.

Al fin el curso termina. Max nohablará mucho en sus memorias (másbien nada) del rollo teórico recibido en

esos días. No hay recuerdos de Marx,Engels o Lenin, no hay reflexiones sobreplusvalía o imperialismo; no hayregistro de la teoría del valor o lanegación hegeliana.

Decide prolongar las vacaciones yvisita a su familia en Ilten, pero unaindiscreción de su esposa Clara conducea la policía hasta el domicilio. Lodetienen. No hay nadie ahora a quienapelar.

Max es encerrado en la prisión deBurgdorf cerca de Hannover, a la esperade ser trasladado a Plauen, donde serájuzgado. Un descuido de los carcelerosle permite enviar una carta a sus amigos

en el Vogtland. Los amigos, comosiempre en la agitada biografía de MaxHölz, no tardan en llegar.

«Puntuales, en el minuto exacto,cinco hombres arriesgados llegaron aBurgdorf. Uno de ellos era un cazadorfurtivo famoso por no saber lo que era elmiedo», diría Max en su futurabiografía.

Los amigos actúan bajo un planconcebido por el propio Hölz desde lacelda: el grupo simularía estarentregando un prisionero y cuando losguardias abrieran las puertas irrumpiríanen la cárcel a punta de pistola.

Max había esperado todo el día muy

inquieto. De repente, oye ruidos y temeque sus compañeros hayan modificadoel plan y estén tratando de aserrar losbarrotes de la celda que dan a la calle.

«Repentinamente hubo un ruidoterrible. Oí gritos, puertas que erandestrozadas, ventanas que se rompían,incluso tiros, La puerta de mi celda seabrió abruptamente. Mis camaradasgritaron: “¡Max, estás libre!”».

Los amigos cumplen.En medio del tiroteo el grupo se

escabulle por las apacibles calles de lavilla de Burgdorf; entre parejas deenamorados clandestinos y bebedoresnocturnos.

Después de esta escapatoriamilagrosa, Max sigue tentando a lasuerte (¿o no existe tal cosa llamadatentación, sino que es la suerte la que lotienta a uno?; ¿o no se trata de suerte,sino de un método irracional decolocarse en los lugares donde no sedebería estar, de violentar el sentidocomún y la racionalidad policíaca?) einterviene en un mitin en Hannover, díasdespués en Leuna, donde la policíahabía intentado detenerlo dos mesesantes.

V

No dura demasiado el vagabundeo, yMax regresa a la zona del Vogtland enSajonia. Su corazón no le permitealejarse demasiado de la región deFalkenstein. Max es un comunistasentimental, un revolucionario de patriachica. Lo suyo no es huir, aunquetampoco puede permanecer a la luz oserá detenido. «¿No puedo?», sepregunta.

Encuentra un escondrijo, comienza aleer más regularmente textos políticos.No habrá registro en su futuraautobiografía de esas lecturas. No deben

de haberle interesado en exceso. Maxsólo estudia teoría política cuando nopuede hacer otras cosas. Frecuentementese dan noticias en la prensa y la radio desu detención. Sus familiares recibentelegramas de condolencia y solidaridadque Max lee con gran placer. Pero lacacería no lo inmoviliza. Varias vecesinterviene en mítines en poblaciones delVogtland; varias veces está a punto deser detenido.

El 22 de Octubre de 1919 (¿esposible que no haya pasado ni siquieraun año todavía desde su regreso aFalkenstein?) se celebra un mitin delConsejo de Desempleados.

Conociéndolo bien, sus camaradasle prohíben asistir. El propio Max estáconvencido de que no debe presentarseen el acto, que no hay motivos para elsuicidio, ni para forzar en exceso lafortuna. A las ocho de la noche uncompañero le lleva el periódico a suescondite. Las autoridades parecenintuir algo, la recompensa por su cabezaha sido aumentada. «Eso me estimuló acausarle un poco de excitación a losburgueses, a los espías y a los policíasde Falkenstein».

El archiperseguido Max Hölz hacesu teatral aparición en el mitin entrandodesde el jardín por una ventana abierta.

En medio de la sorpresa pronuncia unbreve discurso ante millares de rostrosen los que se mezcla el placer y eldesconcierto. Cuando en el aire aúnqueda el eco de su última palabra yapenas comienzan a juntarse las palmasde las manos de los obreros para elprimer aplauso, Max se arroja de nuevopor la ventana, rueda por la hierba y sealeja del local.

«Caminé en silencio por las calles.Los paseantes se detenían y se quedabansorprendidos. Fui hacia la estación depolicía en el ayuntamiento; estaba llenade agentes. Grité con fuerza: “¡Buenosdías! ¿Está todo bien?” Fue un momento

fantástico. Los oficiales estaban tansorprendidos que no se movieron de suslugares».

Paseando por Falkenstein, Max seencuentra con su amigo Paul Popp. Elfamoso Paul, el amigo de los amigos.Alguien con quien contar en estosúltimos vertiginosos diez meses. Hölzatrae a gente así como un enorme imán;los descubre silenciosos en la multitud,los lanza a la guerra con él. Paul esquizá el mejor de los compañeros deMax, el que tiene como Max un estilopropio. El mes anterior, fue Paul el quesalvó a Max de un cerco policiacocuando estaba hablando en un mitin.

Paul rompió las luces del salón abastonazos provocando un cortocircuitoy en la oscuridad, sólo quebrada por losrelámpagos de los disparos del revólverque llevaba en la mano, sacó a Maxtomado del brazo e indemne.

Ahora, los dos compadres seabrazan en mitad de la calle. La policía,que se dedica regularmente a impedirtoda muestra de efusividad proletaria, seacerca bajo la forma de un par deagentes que intentan detenerlos. Poppsaca del interior de su abrigo un garrotey con sólo mostrarlo y mostrarles losdientes los hace huir. Los policíascorren a buscar refuerzos mientras los

dos alegres compinches se retiran acelebrar el encuentro en la noche deFalkenstein.

Dos semanas después Popp esdetenido. Días más tarde, un par decamaradas pistola en mano entran en laprisión y lo liberan. El juez Reitschel,enemigo personal de los obreros rojos,encarcela a la esposa de Paul, a pesarde que la mujer está embarazada yenferma.

Hölz, en ausencia de Paul, decidehacer justicia. Junto con otro camaradalocaliza al juez Rietschel y en una nochenevada lo apalea sin misericordia,enviándolo al hospital por varias

semanas.Se impone un reposo. Max Hölz se

oculta de nuevo. Se inicia 1920.

VI

En el último año, Max ha sido unhombre clave en la zona del Vogtlandpara el trabajo comunista; ha realizadoademás decenas de tareas de agitaciónen toda la Alemania central. Pero no haparticipado en la vida interna del KPD;con excepción del breve curso deformación política, ha estado al margende los debates del partido. Hölz escomunista porque los comunistasquieren hacer la revolución y todos losdemás no. Se ha quedado a un lado dediscusiones internas y escisiones. No esde extrañar por tanto que le pase

desapercibido el III Congreso del KPDen febrero de 1920. El partido seencuentra en una profunda crisis.Siguiendo la tónica de la InternacionalComunista, margina a su ala izquierda yajusta su proyecto al esquemasimplificado de lo que fue el partidobolchevique: partido muy centralizado,parlamentarismo de denuncia,intervención en sindicatosconservadores. El viraje a la derechapospone la tan anunciada etapainsurreccional. Todo por el partido demasas. Nadie discute con Max estasorientaciones. Sus amigos Schumann yRühle han quedado separados de la

dirección. El KDP de febrero de 1920no le gustaría demasiado a Max situviera tiempo de observarlo.

Pero Hölz, si bien puede estar almargen de la vida interna del KDP, nose encuentra al margen de su vidaexterna. Incapacitado temporalmentepara hacer trabajo de masas o para ir aFalkenstein a romperles la boca aburgueses y policías, que es lo queverdaderamente le resulta atractivo,adopta una nueva personalidad. Se hacellamar, con todo y papeles falsos que locomprueban, profesor Lermontov. Conese sugestivo nombre interviene en losprimeros meses de 1920 en trabajos

organizativos en las zonas obreras deBaviera y en el Vogtland. No faltan enesos días abundantes persecuciones yventurosas huidas «por los pelos», comola que protagoniza el 19 de marzo enSelb, Baviera, cuando escapa de lapolicía saliendo de un mitin por unaventana, utilizando una escalera decuerda, de cuyo último peldaño resbalalesionándose la rodilla.

Ese mismo día se traslada aOberkotzau, uno de los muchos lugaresdonde tiene una base de operaciones.Ahí se reúne con un grupo de camaradas(otra vez los «camaradas», los amigos,la red personal de hombres y mujeres de

confianza, que ha ido construyendo en elcentro y sur de Alemania). En la reuniónle cuentan detalladamente losacontecimientos que están conmoviendoal país.

El 12 de marzo de 1920, pocos díasantes de que Hölz se haya refugiado enOberkotzau, los soldados de losreaccionarios «cuerpos francos» se hanlevantado en armas a su regreso deRusia por temor a ser desmovilizados.El putsch está encabezado por WolfgangKapp, a la cabeza de un grupo demilitares blancos de la derechamonárquica. El día 13 los militares enarmas prácticamente han tomado Berlín,

y el gobierno de los socialistasmayoritarios ha tenido que abandonar lacapital y huir hacía Dresde. Los trespartidos obreros, por primera vez deacuerdo, han decretado la huelga generalcontra el golpe, secundados por lascentrales sindicales. Berlín se encuentratotalmente paralizada. Pero losacontecimientos rebasan la situación dela capital: en el Ruhr los obreros hanatacado a las bandas militares deLützow, han ocupado Dortmund el 17 yluego Essen.

En otras partes de Alemania, losobreros, armas en mano, combatencontra los grupos militares. En el mismo

Berlín los golpistas se tambalean ante launanimidad de la huelga general.

Hölz, que había venido recibiendovagas noticias de todo esto, ante lainformación que le da idea de lamagnitud de la situación, decide que hayque utilizar el golpe reaccionario paradesatar el contragolpe obrero. Esamisma tarde toma un tren rumbo a Hof.No va a ser un viaje tranquilo. Unpolicía lo reconoce y da la señal dealarma. Los agentes rodean elcompartimento del tren en que seencuentra. Max, con lo que ya se vaconvirtiendo en habitual sangre fría,saca del bolsillo del abrigo una granada

y le quita el seguro. Los policías y lospasajeros huyen despavoridos, correnpor los pasillos del tren. Hölz salta delvagón en marcha. La rodilla que teníalesionada se resiente, se le vahinchando. Así, arriba a Hof caminando,aunque sufriendo grandes dolores. Noencuentra un automóvil para llegar alVogtland, de manera que decidecontinuar a pie; los transportes públicosno le ofrecen seguridad, el policía deltren debe de haber alertado a todas lasfuerzas de la región. Camina. Variasveces se desmaya por el dolor. Cincohoras de sufrimiento. Al fin detiene elautomóvil de un tabernero y consigue, a

cambio de un puñado de billetes, que lolleve hasta Ölsnitz en el Vogtland. Porteléfono avisa a sus amigos enFalkenstein. Acuden, pero se niegan allevarlo a la ciudad cuando ven elestado en que se encuentra. Se lesescapa, en el riesgo ni siquiera elconsejo de los amigos es bueno;nuevamente compra a un chófer que lolleva hasta Falkenstein.

La ciudad se encuentra en manos delejército, pero hay gran agitación entrelos trabajadores. Max no pierde eltiempo y a través de sus compañerosconvoca un mitin. El objetivo: desarmara los militares, organizar las milicias

obreras. Mientras Max espera elresultado de su convocatoria, el ejércitoabandona la ciudad para ir a apoyar aotro destacamento militar que se bate enTuringia contra los trabajadores.

Hölz está enfadado. La oportunidadde hacerse con armas se le escapa. Conseis camaradas ataca, ante el hotelprincipal, a un grupo de soldados que sehabían quedado rezagados y losdesarma. Su escuadra confisca variostanques de petróleo. Están haciendobombas cuando los militares alertadosregresan a la ciudad. Hölz y su pequeñogrupo intercambian disparos con elejército. Las armas no son suficientes, el

grupo es muy pequeño. El miniejércitoproletario de Max se repliega.Curiosamente su rodilla ha mejorado, yano le molesta. Max constata el hecho consorpresa. Sin duda la revolución tieneuna magia peculiar, capaz de hacer sanarrodillas luxadas. La naturaleza trabajapara la revolución, se dice, flexionandola rodilla mientras camina por lacarretera para abandonar Falkenstein.

En Auerbach, adonde han llegado amitad de la tarde, Hölz organiza unmitin. En esa ciudad el consejo obrerolocal ha decretado la huelga. Pero Maxen el mitin va más allá: ya no se trata dehuelga general, se trata de insurrección.

Los militares reaccionarios se alzaronen armas, ahora les toca a los obrerosdevolver el golpe y hacer la revolución.El argumento ya está dado. Max invita alos presentes a marchar sobre laestación de policía, armarse y destruir alos soldados en Falkenstein.Sorprendente. Los trabajadores sabenque Hölz habla en serio. Coinciden conél. Dos mil de ellos con Max a la cabezaavanzan sobre el cuartel policíaco. Entrela decisión y la acción no haymediaciones. Las puertas son derribadasa hachazos. Algunos policías caenheridos en la refriega cuerpo a cuerpo,no han tenido tiempo de reaccionar, la

mayoría entrega sus armas sinresistencia. El botín, a los ojos de Max,es monumental: varios rifles, algunasametralladoras, varias cajas degranadas. Se frota las manos: ¡Con estosí se puede iniciar una revolución!

Cuando sale a la calle a repartir lasarmas, las guardias rojas estánformadas, grupos con un jefe electo.Max envía un mensajero al ejército enFalkenstein ordenándoles a los soldadosque entreguen las armas si no quierenque los obreros de los pueblos próximoslos cerquen y los masacren.

El oficial a cargo de la guarniciónde Falkenstein no cree en amenazas, no

tiene muy clara idea de quién es eseMax Hölz; detiene a los emisarios yenvía sus tropas contra las guardiasrojas que supuestamente están enAuerbach.

Max y sus huestes están a la espera.Una lluvia de luces de bengala cae sobrelos desconcertados militares, luego,todo el poder de fuego de lostrabajadores armados; luego, los tiroscruzados de las ametralladoras. Losobreros han aprendido algunas cosasdurante la pasada guerra. La noche seilumina como si la carretera entreAuerbach y Falkenstein fuera elescenario de una fiesta de fuego. El

ejército se retira derrotado y seconcentra en Plauen.

Las milicias obreras tomanFalkenstein.

Max recibe información sobre lasituación del golpe militar en Alemania.Las noticias son ahora más precisas: sesabe que la huelga general en la capitalha derrotado el putsch de Kapp, que losmilitares han huido de Berlín y elgobierno socialdemócrata ha tomado elcontrol. Sin embargo, en el Ruhr losobreros armados continúan combatiendoa las bandas militares.

Hölz lleva la información a unaasamblea de las milicias obreras. No

hay demasiado debate, no hay excesivasdudas. El pequeño ejército rojo decidetransformarse en un gran ejército rojo yseguir adelante. Se abren centros dereclutamiento en toda la región delVogtland. El financiamiento de laoperación se realiza de la manera mássimple: se expropian cuarenta y cincomil marcos a los capitalistas locales,con los cuales se pagara al ejército rojosu salario semanal. A la semanasiguiente, como el ejército ha crecido, lacuota aumentará a cien mil marcos.

No hay indisciplina. Un mínimointento de convertir el poder obrero endesmán es frenado en seco. Hölz

personalmente interviene paraimpedirlo. En toda la zona industrial lostrabajadores se arman. La guardia rojaderrota a las milicias burguesas localesen Markenkirchen.

Ahora se trata de la gran operación.El siguiente objetivo es Plauen, unaciudad de ciento treinta mil habitantes enla que, además de encontrarse elejército, se hallan los presos políticosde Falkenstein, los veinticuatro obrerosque fueron detenidos desde la primaverade 1919 y que llevan diecinueve mesesen prisión.

Hölz le da vueltas a muchas ideas enla cabeza. No quiere arriesgar su

flamante ejército rojo en un combatefrontal que puede ser sangriento. Decideactuar con un pequeño grupo. De laforma en que habitualmente lo ha hechoy como se siente agusto, apostando a lasorpresa y a la audacia y no a lacapacidad de fuego.

Se forma una unidad de cincohombres muy bien armada, con tresametralladoras, fusiles, pistolas ygranadas. Max los encabeza, ¿cómo ibaa perdérselo?

El asalto a la prisión de Plauen esexitoso. Toman por sorpresa a laguarnición. La única dificultad: una granreja de hierro que se les resiste varios

minutos, aunque con las granadas acabasaltando. No sólo liberan a los cautivos,también roban el archivo judicial dePlauen. La brigada suicida regresa aFalkenstein con los presos. Las familiasde los detenidos y el ejército rojo losreciben en triunfo. «Fue el día más felizde mi vida», dirá Max Hölz. De pasadase ha traído secuestrado al fiscal, paraque les proporcione información sobrelos delatores que existían en elmovimiento obrero de la región. Elhombre, aterrorizado, da toda lainformación que posee. Así se conoceque la policía tenía a sueldo a dosmiembros del KPD.

Para hacer más feliz esta hora, Maxy sus «muchachos», grandes artesanosde la revolución, deciden quemar losdocumentos judiciales de Falkenstein:actas de propiedad, juicios pendientes,deudas de trabajadores, hipotecas. Lahoguera del pasado injusto arde durantetres días y sus noches.

¿Esto es la revolución? ¿Unahoguera del pasado?

El Vogtland está en armas. A lacabeza del ejército rojo, Hölz no tienemuy claro contra quién y cómo hay queproseguir la revolución iniciada.Mientras tanto, el gobiernosocialdemócrata ha pactado con el

ejército el 25 de marzo. Mutuasconcesiones: no disolver las unidadesmilitares, reconocimiento de lalegalidad republicana, reconocimientomutuo de poderes, descubrimiento ysonrisas de ambos como fuerzas delorden. Los militares pasan alcontraataque contra los obrerosinsurrectos que en el Ruhr habíanlogrado levantar un ejército de ochentamil hombres. La entrada de la miliciablanca en la zona desmilitarizada,acordada por el Tratado de Versalles,provoca la intervención francesa. Elejército francés ocupa Hamburgo yFrankfurt. Acosados por las guardias

blancas y el ejército regular, con laretaguardia bloqueada por los franceses,los obreros son derrotados en el Ruhr.

Max Hölz, encerrado y sin mayorinformación en su pequeño territoriorojo en Sajonia, recibe la confidencia deque sólo un capitán y cincuenta soldadoscustodian el depósito de armas deFrankenburg, y que el consejo obrero dela localidad ha ofrecido las armas a losobreros de la ciudad industrial deChemnitz, quienes no las aceptaron.Hölz imagina el depósito durante unosminutos y con treinta hombres sale paraFrankenburg.

Al llegar a Zwickau tiene un

enfrentamiento con el consejo obrerolocal, dirigido por los socialistasindependientes (USPD). En Chemnitz, elvagón en que viaja la escuadra de Hölzes rodeado por la policía. La cabeza deMax tiene un nuevo precio: treinta milmarcos. Tan sólo con la advertencia deque van a comenzar a lanzar granadaspor las ventanillas del tren, los policíasse retiran. Al fin llegan a Frankenburg,donde los recibe el consejo obrero quedeclara que se encuentran bajo suprotección.

Hölz se entrevista con HeinrichBrandler, dirigente del consejo obrerode Chemnitz y miembro destacado del

partido comunista. Brandler le davueltas al jefe del ejército rojo. Le pideque hable ante el Consejo en el que haysocialistas de las dos tendencias ycomunistas, pero que no diga nada sobrela historia de las armas, que no lomencione; que se limite a decir que haido hasta allí con su escuadra porvíveres y ropa. En Chemnitz, segúnBrandler, todo es confuso; por un lado elconsejo obrero ha desarmado a lasmilicias burguesas, y los trabajadores seencuentran listos para defender laciudad, pero están en contra de tomarmedidas ofensivas. Brandler teme queHölz y sus «locos» rompan el inestable

equilibrio de fuerzas y los embarquen enuna aventura. Max apenas si se toma lamolestia de discutir con su compañerode partido. Lo manda al diablo, toman eldepósito de armas y con ellas en lasmanos regresan a Falkenstein.

El KDP, que se ha unido a laposición de socialistas y socialistasindependientes de acabar con elmovimiento armado rojo a cambio delcastigo a los militares golpistas, alreplegarse políticamente y conociendola situación del Vogtland, emite uncomunicado:

«Declaramos solemnemente querechazamos las actividades de Hölz,

quien ha intentado sustituir la acción demasas con su actividad personal. Conestas actividades, Hölz y suscompañeros se han puesto al margen delpartido, el partido sólo puede existircuando todos sus miembros se adhierena su programa».

Max no se entera de que ha sidoexpulsado del partido comunista y,cuando lo sabe, poco caso habrá dehacer a la noticia. Tiene cosas másimportantes de que ocuparse.

El ejército avanza sobre Sajonia.Las milicias rojas y locas de Max Hölzson el último reducto de la revoluciónsocial que respondió al golpe de Kapp.

Cincuenta mil soldados estánpreparados para entrar a sangre ybayoneta en el Vogtland. A punto de sercercados en Falkenstein, los rojos serepliegan hacia Klingenthal, cerca de lafrontera. Un grupo de comisionados seentrevista con las autoridadeschecoslovacas. Se ha decidido que, encaso de que el cerco se estreche, lasmilicias se internarán enChecoslovaquia entregando las armas.

En los primeros días de abril de1920, en la carreteraKlingenthalGeorgenthal un millar deobreros armados, los restos de lasmilicias rojas, celebran un mitin en la

arboleda que flanquea el camino. Sepreguntan si la revolución ha terminado.Los soldados los tienen cercados, Hölzestá inquieto: al abandonar Falkenstein,contra sus órdenes, fueron incendiadasalgunas casas de industriales. Puedehaber represalias brutales.

El ejército rojo opta por ladispersión. Sólo entonces los militaresavanzan.

Hölz se oculta en un pajar. Lossoldados entran y rastrean entre la paja;uno de ellos clava varias veces subayoneta para buscar a losrevolucionarios en el heno. Una de esasveces, la bayoneta hiere la pierna de

Hölz que a duras penas puede contenerel grito. Cuando los militares abandonanla granja, Max se arrastra sangrando porlos alrededores. Busca por el campo aalguno de sus compañeros. Oculto entrelos árboles, contempla escenashorribles: los soldados asesinan conbayonetas a los detenidos.

Con otros cinco prófugos, Hölzcruza la frontera esa noche. En Egen esdetenido por la policía checa. Su famaha traspasado las fronteras, los policíasno se acercan hasta que él no depositeen mitad de la calle un par de granadas.La revolución del contragolpe haterminado para él.

VII

Max pasa los siguientes cuatromeses de su vida en la prisión deKorthaus en compañía de otrosveinticuatro revolucionarios alemanes.Su comentario sobre esa estancia esparco: «La comida no era mala, pero erainsuficiente».

A los cuatro meses, harto de laforzosa inacción, comienza una huelgade hambre exigiendo a las autoridadeschecoslovacas que le concedan lalibertad y asilo político.Simultáneamente se comunica con susamigos en Alemania para conseguir

fondos para la defensa de los detenidos.Al culminar la intentona revolucionaria,Hölz y su grupo habían dejado ocultosen Sajonia 750.000 marcos, producto delas expropiaciones. Con una parte de esefondo «enterrado», Hölz planeaorganizar una fuerte campañapublicitaria y contratar abogados. Notiene problemas para que el dinerollegue a Checoslovaquia, pero elabogado que organiza la campaña losestafa y roba parte del dinero sinhacerse cargo de la defensa. Max tieneuna tormentosa entrevista con el turbiopersonaje, lo amenaza de muerte y lodespide. La huelga continúa. Sólo hay un

consuelo en esos días de encierro: lascanciones checas que escucha desde laventana enrejada «son las más bellas delmundo».

La presión de la huelga de hambreda resultado. Tras catorce días lasautoridades le piden que la levante. Enagosto de 1920 Max Hölz y suscompañeros están libres.

Max sale a la calle y se encuentracon la realidad del exiliado. Está enChecoslovaquia, no en Alemania, no enSajonia. Es un exiliado político, fuerade su tierra y sus recursos, lejos de susamigos. La realidad le confirma susituación. El tren que lo lleva a Praga es

apedreado por nacionalistas checos. Porprimera vez en dos años, Hölz estádesarmado. Al llegar a la capital tieneque ingresar en un hospital privado parareponerse de la huelga de hambre; dosagentes secretos de la policía checa seturnan para vigilarlo las veinticuatrohoras. Además de soportarlos tiene quepagarles sus gastos. Hölz se indigna. Eldinero sagrado de las expropiaciones nopuede servir para pagar policías, aunquesean checos. Los nacionalistas inicianuna campaña de propaganda para que elgobierno acepte la petición deextradición que las autoridadesalemanas han extendido contra él, Hölz

no duda, pide permiso al gobierno checoy en octubre de 1920 cruza la frontera yse interna en Austria.

Paralelamente, en Alemania se hanproducido algunos cambios que sin dudatendrán que afectar los próximosmovimientos del revolucionarioemigrado. En abril de 1920 un nuevopartido comunista a la izquierda delKPD ha surgido, el Partido ComunistaObrero Alemán (KAPD), en el que sereúnen algunos de los amigos de Hölzexpulsados del KPD (Gorter, OttoRühle). El nuevo grupo se proclama «unpartido de masas, no un partido dejefes». Pero éste no es el único cambio.

En los mismos días en que Max Hölzarriba a Viena, la mayoría de lossocialistas independientes (USPD)deciden incorporarse a la InternacionalComunista en el congreso de Halle.Poco después, el 5 de diciembre, elKPD y la mayoría del USPD se fusionanpara formar el nuevo Partido ComunistaUnificado (VKPD). Un partido quereúne cuatrocientos mil afiliados.

Estos cambios en la organización dela izquierda alemana, de los que sinduda ha debido tener noticias, no ocupanlos pensamientos de Max, quien sedebate entre la paz forzada de Viena y laviolencia de sus recuerdos.

Recibe una invitación para viajar ala Unión Soviética, pero la tentación deconocer en vivo la primera revoluciónsocialista del mundo coincide con elarribo de noticias sobre el inicio deljuicio en Dresde y Plauen contra loscamaradas con los que combatió haceunos pocos meses en el levantamientocontra el putsch de Kapp. El tiempo deduda es breve. En diciembre de 1920decide cruzar ilegalmente la fronteraalemana. Consigue un pasaporte falso anombre de Alexander Matiasek. Unanueva personalidad («otra más», se diceel señor Hölz que ha sido en los últimosaños el señor Werner, el señor Sturm, el

señor Lermontov). Pero Hölz no sedisuelve tras sus máscaras. Sonaccidentales, pasajeras (o al menos esonos parecen a nosotros ahora): bigoteafeitado, corte de pelo y lentes sinaumento.

«Debo confesar que estaba un poconervioso cuando la policía fronteriza meinspeccionaba». No más que eso. MaxHölz está de nuevo en Alemania.

VIII

Max llega a Hof antes de la Navidadde 1920. Sorprende a sus amigos. ¿Quéredes va a utilizar ahora? ¿Sus amigosestán en el VKPD o en el radicalKAPD? Qué importa, son los «amigosde Hölz», sus redes, absolutamentepersonales, absolutamente fraternales.¿A quién le importa en qué partido estáscuando se trata de hacer la revolución?

Pero sus contactos lo miran de unamanera extraña. Hölz siente que haysuspicacia. En Viena se vestía bien(¿mejor?, ¿un poco mejor?, ¿usabaabrigo?, ¿llevaba chaleco?, ¿una corbata

sin manchas de grasa?), le gustaba laópera (¿es eso serio y proletario?). Hölzse siente y se confiesa contaminado porla vida de clase media que llevó en lacapital de Austria durante un par demeses (¿vida de inactividad?). Seencuentra enfadado consigo mismo porsu cambio de apariencia; el disfraz haceque no se sienta el mismo (¿qué es esode usar lentes que ni siquiera sirven?).Así se explica de sobra la mirada deextrañeza que a veces sus amigos ledirigen (¿existe tal o Hölz se lainventa?). «Tenía que volver a ser comoellos», se dice en aquella Navidad de1920.

«Ser como ellos» es, según lafilosofía de la vida de Max Hölz,compartir la explotación en la mismamina, en la misma fábrica o taller; eso, oser perseguido. La condición deprófugo, la condición de ilegal es paraMarx la esencia proletaria. Vuelve aponerse en movimiento, la policíasecreta alemana detecta la presencia delbuscado Max Hölz (¿cómo la detecta?,¿es un especie de niebla roja y difusaque se escurre bajo las puertas?,¿rumores?, ¿noticias de un fantasma?).Con la policía en los talones viaja aHannover para ver a su esposa Clara.Logra escapar de un cerco policíaco. Se

oculta en Brunswick y establece unabase de operaciones.

A fines de diciembre se traslada aBerlín. Quiere discutir con sus amigos(Max tiene «amigos» por todos lados)un gran plan para liberar a los detenidosde Plauen, Hof y Dresde. Tiene variasreuniones con la dirección nacional delKAPD, no encuentra entre los dirigentesde la izquierda comunista buenarecepción; las discusiones no llegan afinal feliz. Parece como si hablaran doslenguajes.

Hölz decide construir su propiaorganización y apela para ello amilitantes del KAPD, del VKPD,

anarquistas y hombres sin partido. Losque puede encontrar, los que quierenacción y no palabras. Parece ser queeste tipo de militantes abunda, porque enunas semanas organiza a cincuentahombres en tres grupos (Berlín,Brunswick y Sajonia). Con los fondossecretos de las viejas expropiacionescompra armas y bicicletas (comprar unautomóvil hubiera sido poco proletario).Para que los fondos no se mermen enexceso, porque además se utilizanregularmente para enviar ayudaeconómica a las familias de losdetenidos, se organizan nuevasexpropiaciones. Robos en bancos y

oficinas de correo. Parte del dinero seentrega a la dirección del KAPD. Hölzmismo planea intervenir en el asalto auna oficina de correos en Berlín que nose realizará por «problemas técnicos».

En esos días, Max protagoniza unade las más extrañas aventuras de suaccidentada vida, que aún hoy no hapodido ser aclarada. En su autobiografíanarra que entró en contacto con unpersonaje singular conocido como«Ferry», un hombre que tiene comoobjeto en la vida volar la Columna de laVictoria en Berlín, el símbolo deltriunfo militar prusiano en la guerracontra Francia, una columna situada en

el Tiergarten que es conocidapopularmente como «Else de oro». ParaFerry, «Else» es el Símbolo delmilitarismo alemán, y como tal tiene quevolar en mil pedazos. Hölz cuenta queFerry (también conocido con elseudónimo de Hering) le ofrece armas ybombas a cambio de la dinamitanecesaria. Se produce el intercambio. Lahistoria no terminará ahí. La dinamita laha obtenido el grupo de Hölz de unaserie de asaltos a depósitos en la zonaminera del Ruhr y en otros puntos de laAlemania central; el grupo queríautilizarla para la liberación de lospresos y para volar varios juzgados. La

primera gran explosión habría de ocurriren Falkenstein (¡Vaya regreso a la tierranativa! ¡Vaya fiesta de fuego en el hogaroriginal!), pero el plan ha ido variandosin que Max se dé cuenta. Al principiose trataba de liberar a los presos, ahora:«La explosión y los detonantes queplaneábamos distribuir eran para atraera los trabajadores y la atención de laburguesía al hecho de que loscomunistas estábamos aún vivos, aunquefuéramos perseguidos por la policía.Queríamos también que supieran que nohabíamos olvidado a nuestroscamaradas que estaban en la prisión».

Es curioso, Hölz habla de que se

quería hacer sentir que «los comunistasestaban vivos», pero en esos momentosel partido comunista oficial (VKPD)tenía en Alemania medio millón demiembros, gozaba de una notablepresencia en el Parlamento y engobiernos regionales, tenía una potenteprensa y se encontraba inmerso en undebate sobre la viabilidad de unainsurrección obrera. Del viraje a laderecha en 1920, aparentementefortalecido por el ingreso en sus filas dela izquierda socialista, pendularmente elVKPD se ha movido hacia la extremaizquierda con el impulso de laInternacional Comunista. Los que

frenaron la respuesta violenta de losobreros al putsch de Kapp, hoy quierendesarrollar su propio golpe de estado.

¿De qué comunistas habla Hölz? Elpartido comunista disidente, el KAPD,aunque sus fuerzas son mucho menores(puesto que sólo cuenta con cuarenta milmiembros), están colocadasestratégicamente en los sectores máscombativos del movimiento obrero, ytambién se encuentra en una posicióninsurreccionalista.

¿Entonces? ¿A qué comunistas sereferirá más tarde Hölz en susMemorias cuando justifica su plan deacción? ¿A él mismo y sus amigos? A

los únicos tipos que se toman en serioeso de hacer la revolución. En febrerode 1921 la dirección del VKPD, con lapresencia de un delegado de laInternacional, el húngaro Béla Kun,discute un plan insurreccional paradespués de la Pascua. ¿Lo sabe Hölz?No, no puede saberlo el expulsado Max,no tiene acceso ni remotamente a esosniveles de decisión. No puede saber,por tanto, que curiosamente laInternacional Comunista ha elegidocomo foco para detonar la revolución lazona de correrías del propio Max:Alemania central y en particularSajonia.

No paran ahí las coincidencias. Ladirección del VKPD ha desarrollado su«propio plan dinamitero» para comenzara «calentar los ánimos». Un plan muysimilar al que Hölz tiene en mente,aunque el hombre que estará a cargo dela operación por el partido comunistaserá Hugo Eberlein, conocido comoHugo el de la mecha por los militantesde base del VKPD; un singular dirigenteque no rehúye los riesgos de la accióndirecta. Max, sin duda, se encuentraajeno a los planes del partido.¿Conocerá el VKPD los planes de Max?

El 6 de marzo de 1921, ignorante deque el VKPD pretende usurparles su

proyecto y por tanto actuando por libre,Hölz y sus muchachos llegan aFalkenstein. Sin dudarlo demasiadoatacan la estación de policía.

«Loose tenía que arrojar una granadade mano tan pronto como yo hubierapuesto la bomba en el interior de laestación; en caso de que la mecha nofuncionara, la granada la haría explotar.Mientras ponía la mano en el picaportede la puerta de la estación de policía,encendí la mecha con el cigarrillo. Encuatro segundos la bomba explotaría. Elcamarada Loose le había quitado elseguro a la granada. Entonces me dicuenta horrorizado de que la puerta

estaba cerrada. Estábamos perdidos.»Sostenía la bomba encendida en la

mano mientras que Loose sostenía sugranada. Las arrojamos instantáneamentehacia la esquina. La granada explotó».

La explosión deja a Max casi ciego,Richard Loose, uno de los eternoscamaradas de Hölz, lo coge del brazo ylo saca del maremágnum que se haarmado en torno a él. Suenan las ráfagasde ametralladora, los hombres del grupode Hölz lanzan granadas como quienreparte dulces por toda la ciudad. Max,conducido por su lazarillo, decide dejarun recuerdo de despedida y ordena quecon seis granadas sea volada la casa del

comandante de las milicias burguesas.Huyen en bicicleta. Espectáculoalucinado el de Max Hölz pedaleandocomo un hombre poseído por eldemonio; el rostro ensangrentado, mediociego; a sus espaldas la ciudadardiendo, mientras la bicicleta vuela porla carretera. Hölz se recupera de lasheridas en Berlín. Su grupo ataca losjuzgados de Friburgo, Dresde y Leipzigcon éxito. «Estaba satisfecho con laconfusión que había causado; no con elresultado». Max ha creado una bandaterrorista que tiene en jaque a la policíaalemana, pero su proyectorevolucionario no avanza, los presos

siguen tan presos como siempre, elmovimiento obrero se ha vueltoespectador de los actos de su grupo, noparticipante.

Mientras tanto, el proyectoinsurreccional del VKPD toma forma. Elpretexto para iniciarlo será lamovilización policial que el gobierno hadecretado en la zona minera de Sajonia.Fuerzas paramilitares de la policía deseguridad, conocida en los mediosobreros como «sipos», se internarán enla región con la consigna de desarmar alos obreros de las guardias rojas eimpedir los robos de dinamita. «Lasfuerzas policiales tratarán con igual

firmeza a los criminales y a los queintenten evitar que las fuerzas lleven acabo su deber», declara el ministro delInterior.

En estos momentos de tensión unatentado fallido va a capturar la atenciónde la prensa mundial y a calentar más elambiente: el 13 de marzo, una carga dedinamita colocada en la Columna de laVictoria en Berlín no explota a causa deuna mecha defectuosa. La carga, que porsu abundancia hubiera pulverizado elmonumento, es retirada por la policía,«Else» se salva de milagro. Se sucedenoleadas de arrestos. Muchos detenidosson trabajadores del KAPD. Entre los

detenidos, varios confiesan suintervención en el atentado fallido. Alser interrogados reconocen al dirigentede la acción (Ferry, alias Hering) en unafoto que les muestran de Max Hölz.¿Hölz y Ferry son el mismo hombre?¿Ha existido realmente el tal Ferry?¿Para qué quería Hölz volar elmonumento de la guerra franco-prusiana?

El único testimonio (y que permitedudar de su veracidad) de que Ferryexiste como una persona diferente loproporcionará años más tarde Max en suautobiografía. Todo el mundo piensa queHölz es el dirigente del atentado. La

policía está convencida. Así lodenuncian en los periódicos. Larecompensa por la cabeza de Maxasciende a cincuenta y cinco mil marcos.

El día 20 comienza la ocupaciónpolicíaca de la zona minera de Alemaniacentral. Bandera Roja, el diario delVKPD, llama a los trabajadores a tomarlas armas. En los dos días anteriores, lacentral del VKPD ha hecho circular deuna manera singularmente confusa laorden insurreccional. El diariosocialista Vorwärts advierte de que setrata de una provocación comunista y daórdenes de no secundar ni siquiera lahuelga convocada por los comunistas

del distrito de Mansfeld que lentamentecomienza a extenderse. El 21 de marzo,en la zona industrial de Leuna, se realizaun mitin contra la ocupación policíacaen el que participan dieciocho mil de losveinte mil trabajadores de la región.

El 21 de marzo de 1921, en suescondite, Max Hölz toma en sus manosel periódico. Es un hombre de treinta ydos años que lleva los tres últimos de suvida envuelto en la vorágine de larevolución, alimentándose de ella,inventándola cuando se esconde orehúye, encontrándola cuando salta y sehace clamor de masas armadas. Ha sidoun amor profundo, lleno de ramos de

rosas en los amaneceres. Un recorridoen bicicleta por una carretera llena debaches, pero sin desvío. ¿Por lo menoshasta los últimos meses? Los últimosmeses en que Max ha perdido el pulsode los trabajadores y se ha dedicado alterror en solitario.

El periódico le cuenta que la huelgageneral ha estallado en Alemaniacentral. Las letras pasan por sus ojosmás rápido que de costumbre, no haytentación, hay reencuentro, «Decidí irallá y estudiar la situación de primeramano», dirá años más tarde Max Hölz ensu parca narración.

Como siempre, el estilo Hölz

caracteriza la forma como organiza su«viaje de estudios» a la Alemaniacentral: con cinco camaradas armadoscon pistolas y granadas y evadiendo lapersecución policíaca, inicia el viaje.

El tren se detiene en Kloster-Mansfeld. Hölz se puede mover concierta libertad en esa ciudad. No se leconoce en Mansfeld por su verdaderonombre, allí es Sturm, el hombre querecorrió la región realizando actos depropaganda en 1919. Bajo eseseudónimo interviene en la noche en unmitin convocado por las organizacionesobreras locales. Según el testimonio dealguno de sus oyentes, Hölz hace un

llamado a generalizar la huelga, armarsey combatir a las patrullas policiales.

Al día siguiente, el 22, interviene enotros mítines en Hettstedt, Mansfeld yEisleben. Ese mismo día se presentaHugo Eberlein en Halle, el hombredesignado por el VKPD para dirigir lainsurrección.

Hölz se encuentra en pleno delirio.Mitin tras mitin, asamblea trasasamblea; no importa si las convoca elVKP, el KAPD, los socialistas delUSPD o los sindicalistasrevolucionarios de la AU, Maxinterviene presentándose como unperseguido político, y manteniendo su

posición: huelga general, organizaciónde la insurrección. Las asambleas vanaprobando acuerdos de huelga generalcontra la intervención policíaca enSajonia.

Max colabora en el crecientemovimiento formando brigadas dechoque que recorren la zona Kloster-Mansfeld para organizar la huelga eimpedir la entrada de los esquiroles alas fábricas. Han pasado sólo dos días.A las siete de la tarde del 22, Hölz,acompañado de su amigo RichardLoose, parte hacia Eisleben, donde se vaa realizar un mitin importante. Formanparte de una brigada de ciclistas. En la

carretera se encuentran con la policíaarmada, los «sipos» que el gobierno haenviado a Sajonia. Hölz apela a susangre fría y dirige su bicicleta haciaellos.

«Terminen con toda esa agitación,basta ya de basura comunista», le dice aloficial que responde absolutamentedesconcertado con una sonrisabobalicona. Max y sus ciclistas cruzansin problemas el bloqueo de lacarretera.

En Eisleben interviene en el mitin,donde se decide continuar la huelga. Ahíconoce a Josef Schneider, dirigentelocal del VKPD y editor del periódico

obrero de la región. Gracias a él, Maxse entera del proyecto del partidocomunista de provocar un choquearmado que conduzca a la insurrección.

Durante esa noche, en toda la regiónfabril, la policía entra en las casas delos trabajadores y se practican arrestos.Los comités obreros, alertados, dan laalarma. Grupos de trabajadores intentanrescatar a los detenidos. La consigna deMax Hölz prende durante esas horasnocturnas: «¡Armarse! Atacar a laspatrullas policiales y mejorar elarmamento».

Hay en la región de Mansfeld cientoveinte mil huelguistas.

Al amanecer del día 23 de marzo,Hölz se quita la careta ante losasistentes a un mitin. El rumor haprecedido la identificación: «¡Hölz yaestá aquí!». Y Max comienza a darleforma a los grupos de combate en lasafueras de Eisleben. Forma unacompañía de cincuenta hombres confusiles y tres ametralladoras. Envíaenlaces a Berlín, Hannover, Brunswicky Halle (sin saber que en este lugar seencuentra Eberlein, el hombre delVKPD) pidiendo instrucciones y apoyo.

«Tenía una revolución en las manos.¿La hacíamos?». Poco dura la duda.Hölz no espera el regreso de los enlaces

con la respuesta. «Comencé a organizara los trabajadores en grupos decombate». No descuida tampoco elfinanciamiento de la revolución yencarga a «cuatro hombresresponsables», los que lo hanacompañado desde Berlín, la obtenciónde fondos. Se producen los primerosasaltos a bancos, establecimientoscomerciales y oficinas gubernamentales.Hölz recuerda que una buena revoluciónnecesita buenas expropiaciones.

A pesar de que se ha coordinado conel VKPD, Max no renuncia a su independencia y a una relación abierta contodos los que están por la revolución, y

entrega parte de los fondos a ladirección local del KAPD, paraperiódicos y propaganda.

Hacia las tres de la tarde los obreroschocan contra la policía en Eisleben. Elejército de Max se compone en esosmomentos de noventa hombres armadoscon rifles. Se decide pasar a la ofensiva.Actuarán dos grupos. Uno atacara elseminario y otro el hospital, los dospuntos donde se han establecido loscuarteles de la policía armada. Hölz sepone a la cabeza del segundo grupo. Enla ciudad hay cuatrocientos «sipos» paraenfrentar a los noventa obreros.

Max actúa como de costumbre,

enviando primero un ultimátumtremendista. Sus mensajeros informan aljefe de la policía de que si no abandonael pueblo, éste será incendiado. Paraenfatizar la amenaza, Hölz pone enllamas un edificio en las cercanías delhospital. Además, un grupo detrabajadores recorre las calles elegantesde la ciudad destruyendo las cristalerasde las tiendas para obligar a los policíasa que abandonen su refugio y salgan aproteger los sacrosantos derechos de lapropiedad. La maniobra fracasa ante lapasividad policíaca. Hölz se veobligado a ordenar que apaguen eledificio en llamas.

El miniejército rojo desiste delataque y planta sus cuarteles en Helbra.Allí la policía había atacado los localesde los huelguistas y matado a dos deellos que se encontraban desarmados;uno era un joven de dieciséis años. Lallegada de Hölz hace huir a los «sipos».

La región entera está movilizada.Cientos de hechos aislados se producen;los «sipos» están a la defensiva.

Corre el rumor de que Max Hölz hasido detenido. El origen de la falsainformación se encuentra en que uno delos hombres que participaron en lasexpropiaciones, y a quien Max haenviado fuera de la zona de combates

con el dinero y con su sello personalcomo identificación, ha sido capturado.La policía piensa que se trata de Max yel detenido no lo desmiente, pensandoque así protege al jefe del movimiento.

Por la noche, desde los cuartelesgenerales del miniejército rojo, se envíaa un grupo por dinamita a Leimbach. Lasituación fuera de la zona de combateses incierta. Tanto el VKPD como elKAPD han llamado a la huelga generalnacional con la oposición desocialdemócratas y los restos del USPpero la huelga no ha sido secundada.Apenas hay unos ochenta mil huelguistasen otras partes de Alemania, incluso

dentro del VKPD una facción boicoteala convocatoria con el argumento de quese trata de una aventura militar. En lazona de Leuna dos mil hombres seencierran en el complejo industrial, selevantan las barricadas. La orden deinsurrección no se aprueba y elmovimiento mayoritariamente dirigidopor el KAPD permanece a la defensiva.En Hamburgo hay algunos choquesoriginados por problemas laboraleslocales. En Halle, donde se encuentraEberlein, se llama a la insurrección sinque haya respuesta entre lostrabajadores. En Berlín hay pequeñasmanifestaciones organizadas por los dos

partidos comunistas. Sólo en Hamburgo,tras el primer día, el movimiento crece yhay algunos mítines masivos y tomas delos astilleros por los trabajadores.

¿Podrán los partidos comunistasextender la insurrección que se estágestando en la Alemania central? Allí,en la zona donde opera Hölz y en otrosmuchos centros industriales, sólo hacenfalta las armas. El gobierno decidemantener al ejército en reserva y tratarde contener el brote insurreccional conlos «sipos».

Al amanecer del jueves 24 de marzo,los grupos de Hölz, que han aumentadohasta llegar a cuatrocientos obreros

armados con rifles, pistolas, granadas yseis ametralladoras, pasan a la ofensiva.Atacan primero Eisleben, donde los«sipos», con la moral muy baja por losacontecimientos del día anterior, seretiran dejando sus armas a lostrabajadores.

Hölz, años más tarde, recordaría laclave de su liderazgo: «Los trabajosdifíciles los hice yo».

Por la tarde se combate en Hettstedt.Los grupos de obreros armados vancercando la población, combaten enpequeñas guerrillas muy agresivas quevan forzando a los «sipos» a encerrarseen el casco central de la ciudad. La

lucha se prolonga hasta que anochece.Los «sipos» lanzan un tren armadocontra los rebeldes. Estos no dudan y lovuelan. El ejército rojo comandado porHölz inicia a altas horas de la noche unaúltima ofensiva. Se organiza un pequeñogrupo de combate para entrar en elcentro de Hettstedt. Avanzan sobre elcuartel policíaco volando los edificiosque tienen enfrente y cubriéndose en losescombros. Al cuarto edificio volado,en medio del estruendo (porque elminiejército rojo no desprecia el ruidocomo arma psicológica en su avance), lapolicía armada se aterra y huye.

Más armas para las milicias rojas se

obtienen en la toma del cuartel. Algunosprisioneros informan a Hölz de quevienen refuerzos policíacos deSangershausen. Son las cuatro de lamadrugada. El ejército rojo se retira aHelbra.

«Nadie sabe nunca qué vamos ahacer», comenta Hölz. Ésa es la clavedel éxito. Movilidad y respuestainesperada. Pero no sólo la policíaarmada desconoce por dónde apareceránlos revolucionarios, también ellosmismos lo desconocen. No hay plan, ano ser que golpear, retirarse, volver agolpear sea un plan. Si lo es, está dandoresultados. Con las armas tomadas se

ponen en pie de lucha nuevas escuadrasde combate. Hölz continúa asaltandobancos y comercios. En una fábricareparte a los trabajadores el dineroencontrado en la caja fuerte.

Ese día se produce la únicacomunicación que existió entre Halle yel movimiento. Es un mensaje conjuntodel VKPD y el KAPD dirigido a Hölz,en el que le informan que aprueban susactos y le piden que se mantenga. Será laúnica relación que el miniejército rojotenga con los partidos que handesencadenado la insurrección.

El gobierno declara la ley marcialen Berlín. Los dos partidos comunistas

llaman a la huelga general. Nuevamentesin eco. De la Alemania Central llegannoticias confusas a las direccionespartidarias. Hay un ejército rojo allíoperando. ¿Quién lo dirige? Max Hölz.¿En nombre de quién? De la revoluciónalemana. Pero, ¿de qué partido? No, esono se sabe... En el Ruhr hay unarespuesta más amplia, en cambio enHamburgo se va apagando elmovimiento. ¿Quién preparó lainsurrección? ¿Cuál insurrección?

El 25 de marzo, al atardecer, elejército rojo ataca Eisleben nuevamente.Ahora si la ofensiva desmorona lasdefensas de la policía. Se ocupa el

ayuntamiento. Vuelan la casa delalmirante Ever. Encuentran en ellaarmas en abundancia y documentos delas organizaciones paramilitares dederecha. Se lo llevan de rehén. Elejército rojo se retira a Wimmelburg.Ahí se concentran algunos grupos deobreros de otras zonas, incluso algunosenviados por Eberlein desde Halle.Hölz tiene bajo su mando 2.500 obrerosarmados.

La movilidad, siempre la movilidad.Un par de horas después de haberseconcentrado en Wimmelburg, se muevenhacia Tautschental, donde Hölz pretendeconcentrar su ejército y unirlo al de los

trabajadores de Leuna.Los «sipos» entran en Wiinmelburg

a sangre y fuego una vez que los rojoshan abandonado la ciudad. Se asesinanobreros indefensos.

Los «sipos» controlan Eisleben,Hettstedt. ¿Sirve esto de algo? No hayguerra de posiciones, toda la región esescenario de combates. No sólo actúa elejército rojo de Hölz, también brigadassueltas de huelguistas que se han armadoy un pequeño ejército rojo dirigido porun «amigo de Max», Torgler. Si losobreros de Leuna abandonan laconcepción defensiva en la que seencuentran, la insurrección puede crecer

enormemente. En Halle el VKPD haceesfuerzos enormes para extender elmovimiento, pero siguen siendoacciones minoritarias: se vuelcantranvías, se producen algunasexplosiones.

El sábado 26 de marzo, al cuarto díade combates, nadie es capaz de explicarla situación. Los «sipos» han tomadoMansfeld, pero la clave no es dominarterreno sino poner al enemigo a ladefensiva. Para la policía, el controlaruna ciudad obrera la obliga a destacaren ella fuerzas y mantener vigilados alos trabajadores. Para el miniejércitorojo, tomar una zona obrera es un acto

de propaganda, una forma de obtenerrecursos económicos, más fusiles de lospolicías derrotados con los que armar alos obreros de las fábricas locales, unpunto de apoyo.

Ese día se avanza sobreSangershausen. Tienen pensado comerallí. Media hora después aparece un trencon soldados. Se producen duroscombates en la estación, Hölz y sushombres se ven obligados a contener suataque por miedo a quedarse sinmunición. Los soldados son derrotados ydejan en manos de los rebeldes rifles yuna ametralladora. El tren abandonaSangershausen. Esa misma noche el

ejército rojo hace lo mismo.El gobierno socialdemócrata declara

en Berlín: «No se negocia con obrerosarmados».

Otros grupos obreros enviados porel VKPD combaten y toman Tautschentaldirigidos por los comunistas Lembke yBowitzki. Se encuentran desconectadosde la organización, no saben dónde estáel ejército de Hölz. El domingo 27 elejército de Hölz se encuentradescansando en Schraplau. Ahí, con todaformalidad, se paga a las tropas obrerasun pequeño salario.

Al final del domingo, después delprimer día sin combates en una semana,

se decide ponerse en movimiento. Elejército rojo se encuentra desde elprimer día motorizado. Camiones conbanderas rojas y ametralladoras.

En la noche se avanza haciaAmmendorf. Se trata de concentrar algrueso de las partidas de obreros enarmas que existen en la región y de quese les incorporen ahí los obreros deLeuna. Con esto se podría levantar unejército rojo de más de quince miltrabajadores. El complemento será laobtención de la artillería que seencuentra en Halle. Esos cañonespodrían ser rescatados mediante unataque sorpresa. Ambas operaciones se

deciden antes de la marcha nocturna. Eldía 28 será la jornada clave de lainsurrección en la Alemania central.

En la mañana del 28 se esperaansiosamente a los hombres de Leunaque traerá Lembke. Sobre todo lasmuniciones que deben llegar, y queescasean entre los obreros. Se decideiniciar la operación sobre Halle, noperder el factor sorpresa.

Dos mil soldados rojos avanzan enun inmenso abanico sobre la ciudad deHalle en un frente de más de treskilómetros. Un par de kilómetros antesde llegar a las afueras de la ciudad seproducen los primeros choques con los

«sipos», Hölz ordena que se rehúya elcombate a la espera de las municiones ylos refuerzos. Los «sipos» van cercandoa los trabajadores. Cuando al finaparece Lembke con las municiones nohay tiempo de repartirlas. Hölz se dirigea la vanguardia para dar el aviso.Comienza el combate. Su presenciaimpide que se produzca una desbandada.Cuando regresa a la posición donde estála dirección del pequeño ejército, casicae en manos de los «sipos». Unosmineros lo ocultan medio desmayado enuna bocamina de carbón. Cuando al finsale, ya repuesto, busca a sus hombrescerca de Groebers. No los encuentra. Se

da de narices en cambio con el grupo decombate de Gerhard Tiemann, uncomunista de Werdau que dirige obrerosde Bitterfeld y Holzweisig. Acaban dederrotar en Groebers a los «sipos».Anochece el día 28.

A lo largo del martes, Hölz trata derecuperar contacto con el ejército rojoacaudillando la partida de Tiemann. Seencuentra al financiero de la revoluciónJosef Schneider y distribuyen grandescantidades de dinero entre los obrerosde los pueblos por los que pasan. Sedice que el ejército de Hölz se encuentraen Mansfeld. Hacia allá se dirigen. Sinque Hölz lo sepa, ese mismo día la

policía asalta el complejo industrial deLeuna donde los obreros habíanpermanecido a la defensiva con lasfábricas ocupadas. Hay cuarentatrabajadores muertos. En Berlín tambiénse producen otros acontecimientostrascendentes para el movimiento: elComité Central del VKPD discute sidebe continuar el llamado a la huelgageneral o impulsar la rebelión. Sedecide darle dos o tres días más a laacción y luego, si no hay cambios, tratarde levantar el movimientoordenadamente. ¿Cuál movimiento? Lasfuerzas movilizadas están fuera de sucontrol.

El grupo de Hölz continúa vagandopor los pueblos industriales. Es un granespectáculo: banderas rojas, camionescon obreros armados de fusiles. Unvehículo blindado al frente conametralladoras en el que viajan Hölz ysu financiero. Asaltos a las fábricas, alas pequeñas estaciones de policía. Ladinamita abre las cajas fuertes de lasempresas; asaltos a oficinas de correos,bancos, comercios, casas de grandesburgueses, confiscación y reparto devíveres. Eso es sin lugar a dudas el findel mundo, la revolución. Robin Hoodha llegado. El grupo de Hölz crece. Eldía 30 combate en Wittin contra la

milicia, los derrota. Reparte entre lostrabajadores treinta mil marcos. Al díasiguiente atacan y toman Besenstedt. Sereparten alimentos y ropa confiscadosde la mansión de un terrateniente.

Se llega así al viernes primero deabril. Esa mañana el VKPD llama alevantar la huelga general. Hay siete mildetenidos en la Alemania central ytodavía más de tres mil trabajadores enarmas fragmentados en pequeños grupos.La labor de los «sipos», reforzados porunidades militares que han llegado delsur de Alemania, es impedir que lospequeños grupos vuelvan a reunirse ylevanten de nuevo un ejército.

El plan de Hölz, que dirige un grupode unos cien hombres, era llegar hasta eldistrito de Mansfeld y, si no habíanoticias de los partidos comunistas,desbandarse tratando de ocultar lasarmas. Schneider se había fugado en lanoche anterior con los fondos productode las expropiaciones. No ha podidoobtener noticias de dónde se encuentrala fuerza más importante del ejércitorojo. ¿Sigue en pie? ¿Ha sido derrotada?

A mediodía la escuadra armada salede Eiesenstedt. A cinco kilómetros deellos hay un gran cordón policíaco. Losrevolucionarios montan susametralladoras. Faltan municiones.

Comienza el tiroteo. «Ni uno denosotros pensó en salir vivo de esabatalla». Veinte hombres del grupo deHölz caen muertos en el enfrentamiento.Algunos logran cruzar a nado el ríoSaale; Hölz y Tiemann entre ellos. Todoel campo está lleno de patrullas de lapolicía. Ocultan sus armas y tratan deromper el cerco. En Koernern sondetenidos por milicias blancas. Hölzdice llamarse Reinhold König. En mediodel caos, Max queda detenido concientos de trabajadores más.

Nuevamente la revolución se haescapado de sus manos. Hölz piensa enlos escasos días de gloria, mientras la

policía apalea a sus compañeros en lasceldas vecinas. Otra vez fracasó larevolución. «Será la próxima», se diceMax.

«¿Dónde está Max Hölz?»,preguntan los policías a los trabajadoresmientras los torturan. Nadie lo delata apesar de las palizas. Cientos de hombressaben que él es Max Hölz y ese secretocompartido no se filtra a los policías.Nuevamente el pez en el agua, aunquesea agua encarcelada. El propio Maxresponde a la pregunta sobre el paraderode Max Hölz. Dice simplemente: «No losé». Exige que lo juzguen, él no hacombatido. Tiemann es apaleado por los

policías, Max interviene para impedirloy recibe varios culatazos. El 3 de abrilMax es liberado. No hay cargos contrael tal König. En la confusión, abandonala cárcel, huye de la región y llega aBerlín. El precio por su cabeza es enesos días de 185.000 marcos.

IX

Max no cree en la suerte. Todos losque lo conocen creen en la magia.Comienza a correr el rumor en laAlemania central de que Max Hölz se leha ido de entre las manos a la policía.Sin embargo, las cosas no son fácilespara él. Pasa su primera noche en Berlíncaminando por las calles, no encuentra anadie que quiera ocultarlo, tiene quedormir al aire libre.

El hombre que siempre ha tenidoamigos, ahora no los encuentra. Susredes están quemadas. Tras el atentadocontra la estatua en Berlín de hace dos

semanas (¿sólo dos semanas?), elespacio militante ha desaparecido bajolos pies de Hölz. Sus relaciones con elKAPD y el VKPD son las de unextranjero que los encuentra en elcamino, no puede utilizar su aparato.

En la segunda noche,milagrosamente enlaza con una pareja decamaradas que aceptan ocultarlo. Lapolicía de toda Alemania lo busca. Nosaben aún que lo tuvieron detenido y lolibraron por error. Hölz comienza ameditar en cuáles serán sus próximasacciones.

El VKPD hace su primer balance delmovimiento derrotado: «La dirección

militar no ha actuado en concordanciacon la dirección política». Max Hölz nopuede reprimir las carcajadas ¿Cuáldirección política? ¿De qué estánhablando?

Comienza a rehacer sus redesinformativas. Le cuentan que durante elmovimiento, en Leipzig se hicieronexpropiaciones utilizando su nombre,incluso se entregaron recibos firmadospor Max Hölz. Max sabe quiénes fueron.Localiza en Berlín al grupo y les exigeque entreguen el dinero al KAPD paralabores de propaganda y para la defensay apoyo a los presos. Se cita con un talHenke, que ha estado vinculado a estas

acciones, en la Rankeplatz de Berlín.Henke no aparece, en cambio sí lo hacela policía.

«¡Alza las manos!», le grita unpolicía mostrándole el revólver. Maxprotagoniza su último acto deresistencia. No levanta las manos,tampoco huye. No alzó las manos en sudía en Koerners o Sangershausen, no, nolo va a hacer ahora.

«Mi arresto no fue una sorpresa. Loesperaba cada día».

X

Durante las siguientes cuarenta yocho horas la policía lo tortura. Lasuerte se ha terminado. Max Hölz la haestirado tanto como ha podido. Ya no damás de sí. La prensa celebra la caída deldirigente revolucionario.

Hasta el día de la audiencia se niegaa hacer declaraciones públicas. Lopresentan ante un tribunal especial. Él esuno más de los cinco mil obreros quehan sido juzgados en Berlín y en laAlemania central. Se le acusa de robo,alta traición, secuestro, incendio,asesinato de un terrateniente,

destrucción de un ferrocarril. Todos lostestigos que pretenden declarar a favorde Hölz son enviados junto con él albanquillo de los acusados. El KAPD leconsigue un abogado y organiza sudefensa. El VKPD en cambio, abandonaa Hölz en el tribunal; el presidente delpartido comunista mayoritario declaraque Max no es miembro del partido, yque su organización repudia la violenciaindividual, que es inaceptable.

La fiscalía utiliza esta declaraciónpara acusar a Hölz de gangsterismo.

Max se defiende: «La violencia esun recurso social, no es un fin en símisma». Acepta todos los cargos menos

el haber asesinado al terrateniente Hess,capitán de guardias blancas. Afirma queél ordenó que no lo fusilaran. Que él nisiquiera fue testigo de los hechos.

El tribunal lo condena a cadenaperpetua. Hölz tiene su últimaposibilidad de hablar en público, laaprovecha para gritarle a los jueces:«Vendrá el día de la libertad y lavenganza. Entonces nosotros seremoslos jueces. ¡La justicia es una puta yustedes son sus chulos!»

Max Hölz sale del edificio deltribunal empujado por las culatas de losfusiles de los «sipos».

XI

Poco después del juicio, una vezsalvadas las responsabilidades delVKPD, la Internacional Comunista, en suIII Congreso (junio de 1921), emite unadeclaración pública sobre Max Hölz.No se avalan sus actos en lainsurrección de marzo, pero se trata decapitalizar propagandísticamente sufigura:

«La IC es adversa al terror y a losactos de sabotaje individual que noayudan directamente a los objetivos decombate de la guerra civil y condena laguerra de francotiradores llevada a cabo

al margen de la dirección política delproletariado revolucionario. Pero la ICconsidera a Max Hölz como uno de losmás valientes rebeldes que se alzancontra la sociedad capitalista […] Elcongreso dirige por tanto sus saludosfraternales a Max Hölz, lo recomienda ala protección del proletariado alemán yexpresa su esperanza de verlo luchar enlas filas del partido comunista por lacausa de la liberación de los obreros, eldía en que los proletarios alemanesderriben las puertas de su prisión».

Notable documento. Max es acusadode haber actuado en forma muy similar ala del VKPD dirigido durante marzo en

Alemania Central por Hugo Eberlein.Pero no ha de ser esta declaración la

que preocupa a Max Hölz en la prisiónmientras comienza a sufrir un encierropara la eternidad. Los primeros meses,sigue siendo el proletario rabioso desiempre, con la violencia a flor de piel.Un día se indigna ante una respuestacínica que le da el director del penal deSonneburg donde se encuentraencarcelado y le escupe después deabofetearlo. La agresión le cuesta cuatrosemanas de confinamiento en solitario.Y no será ésa la única vez en que escupaa un guardián de prisiones.

Para millares de trabajadores, Max

es la figura, el hombre que representasus mejores sueños, el gran vengador detodas las injusticias. A la prisión deSonneburg comienzan a llegar visitasdesde todos los lugares de Alemania,llegan cartas y paquetes en talescantidades que la administración postallocal está desbordada.

El partido comunista se hace cargode su defensa y organiza un comité deintelectuales en el que participanThomas Mann y Ernst Toller, queinfructuosamente tratan de que se reviseel proceso.

Poco consuelo es para Max. Laprisión lo enerva, lo destruye. La

inacción lo consume. Se va debilitando,ablandando. Tras los primeros cincoaños de cárcel comienza a escribircartas al gobierno solicitando laamnistía, chantajea al KAPDrecordándole que una parte de losfondos expropiados fue a dar a las arcasdel partido y les pide que se muevanpara sacarlo de la cárcel. Max necesitael aire libre, ¿Para qué sirve unrevolucionario sin revolución? En lacárcel él no es Max Hölz, es otrohombre débil e inútil, una sombra quecamina un recorrido sin fin consumiendoel suelo de la celda.

Así se suceden siete penosos años.

A diferencia de otros revolucionariosradicales, el paso por la prisión no le haservido para cultivarse políticamente.En la cárcel apenas si lee y se limita aejercitarse físicamente y a dar largospaseos. Tiene todo el tiempo del mundopara recordar los agitados meses decombates que transcurrieron denoviembre de 1918 a marzo de 1921.Siete interminables años recordando.

XII

Al fin, el 14 de julio de 1928, elgobierno alemán concede una amnistía alos presos políticos. Max Hölz vuelve ala calle. Le faltan tres meses paracumplir los treinta y nueve años.

Su liberación se vuelve una granfiesta. El KPD (las siglas partidariasque vuelve a adoptar el movimientocomunista en Alemania y donde se hanreagrupado la mayoría de los militantesque siguen las directrices de Moscú)pasea a su héroe, se suceden los mítines,los festivales, los agasajos.

Max se encuentra en la calle, pero

no en la calle conspirativa de antes, noen la preparación de las nuevasacciones. Es más bien el gran elefantede un circo propagandístico.

«Durante un año el KPD lo utilizócomo cartel publicitario, paseándolo engiras de conferencias donde relataba suvida […] Dejó de constituir unasensación cuando su fuerza de atraccióncomenzó a declinar, a la mismavelocidad que aumentaba su espíritu deindependencia», recordará más tardeuna militante del aparato del KPD.

Los tiempos son otros. El KPD hacrecido enormemente, se ha convertidoen un gran aparato, una gran fuerza

electoral. El partido tiene unaorganización de choque, el Frente Rojo,que combate regularmente a los gruposnacionalistas, en particular a los nazis,en un país que comienza a ser azotadopor una brutal crisis económica.

En ese año Max escribe suautobiografía, pero no encuentra suespacio político en las nuevassituaciones, y le falta vigor para iniciardesde la base, escindirse del KPD ycomenzar a preparar la próximarevolución, tan necesaria como siempre.Ha sido un revolucionario profesional,luego ha estado siete años desconectadode la vida diaria de su clase viendo el

mundo o dejando de verlo desde unacelda en la prisión, y luego un año defestejos y gloria barata. Las bases delFrente Rojo lo consideran su héroe, perola dirección no le permite unirse a laorganización paramilitar en el trabajodiario. Para el KPD, Hölz es una buenaleyenda cuya mayor virtud es que no seinmiscuya en el funcional aparatopartidario, que no estorbe. En el fondono se le tiene aprecio, su historial de1918-1921 hace desconfiar a losjerarcas de la disciplinada organización.Hölz es cada vez más un héroe dejuguete, «un héroe corrompido» (comolo llamará su biógrafo Phillip). Max

busca salidas en los espaciospersonales, se vuelve un mujeriego queutiliza su gloria para hacer conquistasfáciles al final de los mítines y acostarsecon sus admiradoras. Se divorcia deClara y se une a Ada, ex esposa de unperiodista de un diario de derecha. Setorna irascible, todo lo enfada y noencuentra con quién pelear.

Si Max Hölz se viera con los ojos de1921, diría que este hombre «ya no esde los nuestros».

El KPD resuelve el problema delhéroe incómodo y lo envía a Moscú. AhíHölz se entierra vivo en las labores deun burócrata partidario, vive en el hotel

Lux, donde se encuentran losfuncionarios de la InternacionalComunista, y acepta la asignación derutinarias tareas menores. Se hunde en elautodesprecio. Ya no es más, aunque asíhablen de él, un «revolucionarioproletario».

En 1932 sale de la crisis depresivaen la que se encuentra y parece recobrarel gusto por la vida. Juega a fútbol conun equipo de obreros en una ligaindustrial en Moscú (¿en qué posición?,¿portero?, ¿delantero? Es difícilimaginar a Max como defensa). Llevauna doble vida sentimental. Durante eldía, la fiesta y las múltiples relaciones

con mujeres; en los atardeceres, unesposo amante que hace vida hogareñacon Ada.

En el verano del 33 Max esconvocado a una reunión por un altofuncionario del KPD en Moscú. Max sepreocupa. Tiene razón. Lo critican porel modo de vida que ha llevado, su«falta de disciplina partidaria». Hölz lespide que lo envíen a Alemania parahacer trabajo clandestino; no le hacencaso. Hölz apela a las más altasautoridades de la InternacionalComunista. Se entrevista con Manuilski,que le comunica que la IC le haautorizado el regreso a Alemania para

hacer trabajo militar clandestino contrael ascenso del nazismo. Max llora deemoción. Volverá a la lucha. Manuilskile pide que entregue su pasaporte. Maxlo hace. El tiempo pasa, el trabajoprometido no llega.

En Alemania los nazis están en elpoder. Arde el Reichstag; es el pretextopara la cacería de los militantes delKPD, los socialistas y los sindicalistas.El Frente Rojo se derrumba. Ya estarde.

Hölz se avergüenza ante suscompañeros de la inactividad en la quese encuentra. Para los emigradosalemanes, para los resistentes en la

clandestinidad, Hölz es el futuro generalrevolucionario de Alemania, ¿por quéno está en la línea de fuego? Hölz sesiente obligado a actuar. Su pasado loarrastra, ¿hacia dónde? Vuelve asolicitar oficialmente a la Kominternque lo envíe a Alemania para realizartrabajo clandestino contra los nazis. ElKPD contesta que Hölz no es elindicado, es demasiado conocido y muypopular, lo descubrirían rápidamente.Hölz tiene una entrevista muy violentacon Heckert, dirigente del KPD enMoscú:

«—¿Soy entonces prisionero en laUnión Soviética?

»—Sin permiso oficial, tú puedeshacer lo que quieras.

»—Pero no tengo pasaporte.»—Eso es cosa tuya».¿Por qué no le permiten ir a

Alemania? La dirección del KPD tienemiedo de que Max logre reorganizar laresistencia comunista en el interior deAlemania y ésta escape al control de laburocracia emigrada. Lo prefieren inútily cerca de ellos.

Max, absolutamente desquiciado, sedirige a la embajada alemana en Moscú.Pide una entrevista con el embajadornazi Pfeiffer, quien lo conoce vagamentey está al tanto de su fama, y pide que lo

envíen a Alemania, quiere repatriarse.Los nazis piensan que se trata de unaprovocación. Pfeiffer le pregunta: «¿Esusted judío?», Hölz responde: «Cuandome preguntan con ese tono si soy judío,me siento judío; por lo demás soy ario».El embajador responde formalmente a lapetición diciéndole que tiene quecursarla por los canales burocráticos.Hölz abandona la embajada.

Durante los siguientes días se sientevigilado, perseguido. Llega a un estadocercano a la paranoia. Sus amigos ledicen que no haga más tonterías. Elclima político en la URSS no es bueno.La policía política es ama y señora de

las vidas diarias de rusos y emigrados.La oposición ha sido encarcelada ydesterrada. Max decide sincerarse conManuilski, pide una nueva entrevista, lecuenta al dirigente de la IC lo que hizoen la embajada alemana. Asegura que lohizo para poder volver a Alemania ycombatir a los nazis, insiste en que es lapasividad la que lo ha desquiciado,vuelve a insistir en que reclama undestino en el trabajo clandestino.Manuilski le responde pidiéndoletiempo. Días después le comunica que elKPD y la Internacional han decidido quese quede en la Unión Soviética. Leofrecen un empleo como director de una

empresa constructora estatal, tiempocompleto, buen salario; pero no elregreso a Alemania.

Max quiere congraciarse con laInternacional Comunista, y aunque noacepta el empleo, se acerca a ladirección del KPD para denunciar aamigos suyos que han hecho críticas a lapolítica del partido. Algunos de suscamaradas son desterrados oencarcelados a causa de sus denuncias,pero la GPU no se contenta con eso.Comienza a cercarlo. Detienen alyugoslavo Olrom, uno de los pocosamigos que le quedan y que ya había idoa dar con sus huesos a la Lubianka por

defender a Hölz. Max trata de salvarlo,escribe una carta a Stalin exigiendo suliberación y que a él lo envíen aAlemania para combatir a los nazis;termina la carta advirtiendo que si lascosas siguen igual se encerrará en sucuarto de hotel con un revólver, resistiráa la policía política mientras quede unabala y la última la utilizará para «ponerfin a su despreciable vida».

Mientras espera respuesta a su carta,tiene un enfrentamiento terrible en el barde un hotel con un grupo de periodistasextranjeros que hacen críticas a la UniónSoviética. A gritos les advierte que losmatara, muestra el revólver. La GPU lo

obliga a entregar su pistola. Hölz lohace. Ya no tiene pasaporte, ya no tienepartido, ya no tiene revólver.

Para el KPD ha llegado el momentode liquidarlo. Heckert lo cita y lemuestra un dossier secreto sobre él. Enese expediente hay copias de cartas deMax al gobierno alemán pidiendo laamnistía, críticas al partido en cartas asus amigos, correspondencia dondechantajea al KPD exigiendo que actúepara sacarlo de la cárcel o hará públicashistorias sobre las acciones de marzodel 21, que el partido preferiría que nose conocieran; denuncias hechas a laGPU por contrabando; denuncias contra

él por cohecho de empleados, denunciaspolicíacas sobre abusos cometidos porMax utilizando su inmunidadrevolucionaria.

Max Hölz, el hombre que dirigió larevolución en Alemania central en 1921,se desploma. Le ponen enfrente unacarta en la que avala la política del KPDen los últimos años. Hölz, sin mirarla, lafirma. En los próximos meses centenaresde militantes y funcionarios partidariosse verán obligados a firmar la mismacarta.

Max pide que le permitan lavar susculpas en la lucha clandestina enAlemania. Los burócratas del KPD le

informan que ha sido destinado a unpueblo cerca de Gorki para realizar untrabajo administrativo en una industriasoviética. Max baja la cabeza. Ha sidoderrotado. Por primera vez, ha sidototalmente derrotado.

XIII

En los primeros días de septiembrede 1933, unos niños descubrenasombrados un cadáver flotando en lasaguas del río Oka. Se trata de un hombrefornido, de entre cuarenta y cincuentaaños; su rostro esta desfigurado por losgolpes. Los niños avisan a losmilicianos de la cercana ciudad deGorki y éstos rescatan al muerto.

El cuerpo es identificado como el deMax Hölz.

La prensa soviética informa de que«el gran revolucionario alemán MaxHölz se ha ahogado en las cercanías de

Gorki de manera accidental». En laversión oficial se decía que Max habíaestado con unos amigos hasta las diez dela noche y que de su cuaderno de notasse desprendía que tenía una cita con unatrabajadora en la estación eléctrica deGorki. Para cortar camino había tratadode cruzar el Oka, un pequeño afluentedel Volga, en un bote, y que al sersorprendido por una tormenta, la barcase había volcado y él se había ahogado.

Pero en medio de la versión oficial,el rumor se abrió paso.

Días antes de su muerte, Max Hölzhabía confesado a un grupo de amigosque tenía miedo, que sabía que pronto

iban a intentar matarlo. En ese momentosus amigos lo atribuyeron al terribleestado nervioso en que Hölz seencontraba. Ahora lo recordaban. Peroeste era un dato menor. Pronto se supoque, horas antes de que el cuerpoapareciera en el Oka, un par de agentesde la GPU, ayudantes personales deYagoda, habían entrado en el hotelMetropol, registrado el cuarto de Max,recogido sus papeles personales ysellado su maleta. A las preguntas delencargado, respondieron con un: «Hölzsale de viaje por un tiempo, guárdele lamaleta».

En los círculos de la militancia

comunista europea en Moscúcomenzaron a circular nuevasinformaciones que ponían en ridículo lainformación oficial: Hölz nunca habíatenido cuaderno de notas. Esa noche nohabía habido tormenta alguna en el Oka.Nadie dejaba su bote en la ribera del ríopara que el primero que pasase locogiera y, por último, Max era unexcelente nadador.

El KPD y la IC hicieron circular unanueva versión: Hölz se había ahogadocon otras cuatro personas en unnaufragio accidental. Ésta fue peor quela anterior. Trabajadores alemanes quevivían en Gorki reafirmaron que la

noche de la muerte de Max, el Oka eraun riachuelo apacible; este rumor corriócomo reguero de pólvora.

Una explicación médica oficial tratóde acallar los rumores sobre las heridasen el rostro de Hölz diciendo que laspiedras del fondo del río lo habíangolpeado después de muerto. Dosmédicos del KPD hicieron circular unacontraversión subterráneamente: Hölztenía el cuero cabelludo muy grueso, nohabía fractura y cuando un cadáverrecibe golpes en la piel, laslaceraciones no aparecen hasta que seinicia el proceso de descomposición.Por lo tanto: Hölz había recibido los

golpes antes de ahogarse.Para nadie quedaron dudas. El triste

presentimiento de Max se habíacumplido: la GPU lo había asesinado.

La forma en que Max Hölz encontróla muerte no impidió que laInternacional Comunista organizara unaparatoso entierro el 9 de septiembre de1933 para despedir al «granrevolucionario alemán».

Buena parte de los asistentesdesfilaron en silencio ante el féretro.Negras nubes sobre sus cabezas. Variosde ellos serían «purgados» en lospróximos cuatro años.

XIV

En el futuro inmediato, Max Hölz fueconsiderado por los socialdemócratasun aventurero peligroso, por loscomunistas oficiales un irresponsable yun traidor, por la izquierda comunista unanarquista y por los anarquistas unleninista. Los que combatieron a su ladofueron masacrados por el nazismo y loscampos de concentración estalinistas. Sunombre y sus historias se perdieron en elolvido.

XV

En la década de los ochenta, laburocracia postestalinista de Alemaniaoriental decidió realizar un rescatedescafeinado de Max Hölz y en laciudad de Hettstedt, territorio de suscorrerías, colocó una estatua delpersonaje en una de las plazas. En marzodel 90 triunfaron los conservadores dela CDU, tras las primeras eleccionesdespués de la caída del Muro de Berlín,y una de sus primeras acciones fue laretirada de la estatua para depositarla enel sótano del museo. Una pequeña notaapareció en la prensa nacional. Ungrupo, aún hoy anónimo, viajó hastaHettstedt y en una operación relámpago

nocturna «liberó» la estatua. Lasleyendas dicen que fue encontrada mástarde en una casa ocupada de Halle,pero el hecho es que la estatua fantasmalhasta hoy está desaparecida.

Miriam Lang me cuenta que en esemismo año, 1990, en la Mainzerstrasse,en Berlín, en una zona de casasocupadas por el movimiento, se creó unalibrería de viejos, la Max Hölz, y quedurante una intervención policíaca quedesalojó a los ocupantes, tras un saldode tres días de combates callejeros yque produjo trescientos detenidos,terminaron tomando la librería.

Los policías entraron en la Max

Hölz y comenzaron a tirar al suelo lasestanterías, patearon novelas deaventuras y ensayos sobre la anarquía,destruyeron folletos de poesía ymanuales de contraconcepción ybiografías, pisotearon ensayos y revistasy finalmente organizaron concurso detiro y comenzaron a disparar sobre loslibros.

Max hubiera sonreído ante talhazaña.

Es más, desde las páginas de unfolleto donde se cuentan sus hazañas,perforado ahora por las balas, Max Hölznos sonríe.

El hombre que inventóel Maoísmo. Peng Pai

y la revoluciónproletaria que venía

del campo (Unaautobiografía

apócrifa).

I

Mi historia personal es la de uneterno combate contra los dragones quedevoraban las cosechas, esclavizaban aniños de cinco años, consumían a loshombres hasta llevarlos a un estadopróximo a la total imbecilidad ydestruían la chispa de la vida en susojos; para derrotarlos crecí y me cubrícon su sangre, que en cierta medida erala mía.

Nací el 22 octubre de 1896 enHaifeng, a menos de doscientoskilómetros al este de Cantón, en laprovincia de Kwantung, al sur de China.Me habré de llamar Peng Pai aunquenací con el nombre de Peng Han Yu, quecambiaré en mi adolescencia. A lamuerte de mi padre, sucedida cuandotenía diez años, mi abuelo tomó elcontrol de mi vida y mi crianza, merodeó de maestros, tutores y vigilantes;decidió que yo era inteligente y quedebería serlo más.

Mi abuelo era el dueño de la vida,del destino, del futuro y sobre todo delpresente, de mil quinientos campesinos

pobres y sus familias. Él decidía dóndevivían, si se podían casar, cuándosembraban y qué, cuándo podían hacerfiestas y cuándo era el sol el quedeterminaba el fin de la jornada. Miabuelo pensaba que éste era el ordennatural de las cosas. A mí me llevaráalgunos años comprender el significadode estas historias, y varios másrebelarme frontalmente contra laesclavitud agraria. Hacer de esarebelión destino.

En 1912, a los dieciséis años,siguiendo las tradiciones feudales, mifamilia decidió casarme con unaadolescente de la burguesía local, Tsai

Su-ping. Poco después del matrimoniose produjo el primer choque serio conmi familia, lo habitual habían sido losnaturales enfrentamientos de un jovenrebelde con un mundo conservador ycerrado, que negaba respuesta a laspreguntas y que imponía como soluciónla fuerza de la costumbre. Me negué aque Su-ping siguiera la tradición ydeformara sus pies con vendas,convirtiéndose en una inválida. Loscampesinos no lo hacían, sus mujereseran compañeras de trabajo en elcampo, entre los Haka no existía tanabsurda costumbre. Me opusefirmemente y lo logré; no sólo eso, sino

que, tras quitarle las vendas, nosmostramos frecuentemente en público enlas calles de la aldea tomados de lamano y comencé a enseñarle a leer. Noquería por compañera a una esclava delujo. Nuestra actitud causó escándalo,sensación y molestia entre la oligarquíaagraria.

Crecí en un país en revolución en elque el viejo régimen feudal saltaba enpedazos en lo político pero sepreservaba en lo económico y seanclaba fieramente en el pasado en lascostumbres; un régimen que se negaba amorir y que conservaba y conservaríadurante muchos años los tristes lazos

coloniales del pasado. Crecí en unmundo dominado por noticias lejanas detriunfos y reveses de señores de laguerra que dominaban provinciasenteras, en un país que aparentementeera infinito y cuyos males parecíanincorregibles.

Mis rebeliones se limitaron enaquellos primeros años a combatir lossímbolos. Me negué a dejar de pensar yun día destruí con un cincel la estatuaque querían inaugurar en Haifeng de uncaudillo militar al que yo no teníaningún respeto.

En 1917, a los veintiún años, fui aTokio a estudiar un año en la academia

Seijo; luego estudiaría economíapolítica en la Universidad de Waseda.Lo hice con una beca del gobierno delseñor de la guerra local, Chen Chiu-ming, que daba mucha importancia a laeducación de los hijos de las clasessuperiores, porque veía en ello la clavede la modernización de China. Mifamilia se opuso y se negó a colaboraren los gastos, de manera que en Tokiollevé la vida de un estudiante pobre.

En el mundo estudiantil japonéshabía una cierta efervescencia ysimpaticé con grupos socialistas yagraristas que veían en la destruccióndel feudalismo japonés la clave del

cambio y desarrollo de su país. Entre encontacto con una sociedad mucho másmoderna y al mismo tiempo tanpeligrosa como la nuestra en materia detradiciones conservadoras, perorodeado de jóvenes que creían en elfuturo y que tenían una concienciapolítica que a mí me faltaba. Con miscompañeros oí hablar por primera vezde sindicatos campesinos y comunasagrarias. El 4 de mayo de 1919 fue eldía en que se inició el nacimiento de lanueva China cuando en la zona másdesarrollada del país, los puertos delsur, se desarrollaron potentesmovilizaciones y huelgas estudiantiles

en protesta contra el Tratado deVersalles, que cedía las concesionesalemanas, verdaderos reductoscoloniales extranacionales en nuestrospuertos, a los japoneses, sinconsiderarnos ni tomarnos en cuenta alos chinos. Esta oleada de huelgas ymanifestaciones estudiantiles, quearrastraron a trabajadores y pequeñoscomerciantes fue, en cierta medida, elnacimiento de la conciencia de lanación.

En Japón, los estudiantes chinos quenos encontrábamos estudiando allásalimos a la calle y el 7 mayo fui heridopor la policía en la cabeza y las

costillas cuando participaba en unademostración. Un centenar decompatriotas resultaron heridos por losjaponeses ese día.

En julio de 1921 me gradué y retornéa China. Viajé a Cantón, dondecasualmente entre en contacto con ChenTu-hsiu, quien había participado hacíamuy poco en la formación del PartidoComunista chino, creado al calor de laRevolución soviética por una docena deestudiantes y profesores de Shanghai yPekín, y que me ofreció un porvenirluminoso de compromisos y sufrimientosal servicio de la causa de los pobres. Enaquellos momentos yo estaba listo para

poner mi vida en juego, sólo necesitabaque la causa valiera la pena.Concordamos en que mi militancia seríaclandestina y que debería promover enHaifeng el estudio del marxismo, conalgunos de cuyos textos ya había tomadocontacto en Japón.

Un par de meses más tarde habíacreado en mi tierra natal un pequeñogrupo de estudiantes organizados en la«Sociedad para el estudio delsocialismo» y publique en el periódicoNueva Haifeng un artículo, «Llamado atodos mis conciudadanos», en el que demanera muy general señalaba lasvirtudes de una sociedad que aboliera la

propiedad privada, la ley, el gobierno,el Estado.

El primero de octubre de 1921 ChenChiu-ming, el señor de la guerra local,me nombró director de la oficina deeducación de Haifeng.

Conociendo el mundo agrario comolo conocía, sabía, aunque de una maneramuy inocente, que la educación podíaromper la primera cadena que nos atabaa la esclavitud, a los campesinos y a losjóvenes hijos de los terratenientes. Estetrabajo con el señor de la guerra no eracontradictorio con mi reciente posiciónpolítica. En mis primeros días de laborno me limité a impulsar el desarrollo de

las escuelas y a vigilar la calidad deenseñanza, también incorporé a losestudios la gimnasia, la ópera y lasdanzas tradicionales.

Mientras tanto impulsé con algunoscompañeros una revista llamada ElCorazón Sincero que se autoproclamóvoz de obreros y campesinos, aunqueestaba manufacturada solamente porestudiantes, y no había obreros ycampesinos en Haifeng que supieranleer. Nuestra revista se enfrentóacremente al periódico oficial.

El primero de mayo de 1922organicé una obra de teatro y un grandesfile con los adolescentes de la

escuela secundaria. La marcha ibaprecedida de una bandera roja ypancartas a favor del bolchevismo,címbalos, tambores y cohetes. Nologramos que nos acompañara ningúnobrero o campesino. Fue muy infantil ysólo logró que se creara una fuertereacción contra mi persona.

Pocos días más tarde losterratenientes presionaron, comenzaron acorrer el rumor de que mis objetivoseran la introducción del comunismo y lanacionalización de las mujeres. Unadelegación tras otra se acercó a ChenChiu-ming con quejas. A causa de estofui despedido el 9 de mayo. Había

durado siete meses en mi cargo. Encierto sentido, me sentía liberado.

II

El partido entonces propugnaba quesus militantes promovieran círculos deestudio y se uniera a los obrerosestimulando el surgimiento desindicatos, pero yo intuía que larevolución nunca podría desarrollarseen China, y mucho menos en Haifeng, sino destruía la esclavitud agraria. Decidíentonces salir a trabajar al campo.

«Es una pérdida de tiempo y energía—me dijeron mis amigos de Haifeng—.Los campesinos están asustados y nopueden ser organizados. Además son tantímidos que no se puede hacer

propaganda entre ellos».Me quedé solo, aquellos socialistas

primerizos no creían en los campesinos.Cuando se dieron cuenta en mi casa deque pretendía organizar un movimientocampesino, todos los miembros de mifamilia, hombres, mujeres, viejos yjóvenes, con la excepción de doshermanos, que se negaron a dar suopinión por el momento, me odiaron conviolencia. Mi hermano mayor parecióque iba a matarme. Pero no le hice caso.

A fines de mayo decidí realizar miprimer intento y me detuve en las afuerasde una villa en el distrito de Chishan.Estaba usando un traje de estilo

extranjero, del tipo que usualmentellevan los estudiantes, y un sombreroredondo de paja. La primera personaque encontré fue un campesino de unostreinta años que estaba murmurandocerca de un montón de estiércol.

«—Siéntese, señor —dijo sin dejarde trabajar—. Ha venido por losimpuestos, supongo, porque aquí notenemos teatro.

»Me apresure a responderle.»—No vengo por los impuestos.

Sólo quiero hacerme amigo de loscampesinos. Sé qué dura es la vida paraustedes. De manera que pensé... bueno,podríamos hablar de cosas.

»—Oh, sí, es muy dura, pero ése esnuestro destino. Tome una taza de té,señor, por favor, pero no tenemostiempo para hablar. No se enfade connosotros, por favor.

»Y con estas palabras el campesinose fue.

»Después de un rato, un joven deveinte años se acercó. Parecía másbrillante que el anterior, comenzó ahacerme preguntas.

»—¿A qué batallón pertenece? ¿Enqué trabaja? ¿A qué ha venido aquí?

»—No soy oficial ni empleadopúblico —repliqué—. Soy unestudiante, sólo he salido para dar un

paseo y conocer a alguno de ustedes.»El joven se rió.»—Oh, no somos buenos, muy mala

compañía para un caballero de cualquiermodo. ¿Quizá quiera tomar una taza deté?

»Y él también, como el primercampesino, huyó sin mirar alrededor.Quise decir algo más, pero no podríaoírme».

Estaba muy enfadado, recordaba loque me habían dicho mis compañeros ymi ira crecía aún más. Me fui alsiguiente pueblo. Ahí fui recibido por elladrido de los perros. Me mostraron losdientes, rugieron, una demostración

suficientemente hostil, pero,equivocado, lo tomé por una bienveniday seguí con obstinación mi camino.

Las puertas estaban todas cerradas yno había alma viviente en la villa.Algunos habían ido a trabajar al campo,otros al mercado. Fui a un tercer pueblo.El sol se estaba hundiendo en elhorizonte. Estaba oscureciendo, demanera que decidí no entrar en el puebloporque tenía miedo de levantar lassospechas de los campesinos, de maneraque me fui a casa.

En mi hogar me trataron como a unenemigo. Nadie me quería hablar, yatodos habían comido y sólo me habían

dejado un poco de sopa. La comí y mefui a mi cuarto. Abrí mi diario, pensandoen escribir los resultados de mi primerdía de trabajo, pero no había resultados.Me arrojé sobre la cama y di vueltastoda la noche pensando en varios planes.Tan pronto como vi la luz me levanté.Tomé algo para desayunar y volví a lavilla que había visitado el día anterior.

«—¿Ha venido a cobrar lo que ledeben, señor? —me preguntó uncampesino viejo.

»—No, no —protesté—. Alcontrario, he venido a ayudarlos a quecobren ustedes sus deudas. Se les debemucho, ¿saben? Quizá lo han olvidado.

Pero yo he decidido ayudarlos para quelo recuerden.

»—Estaría bueno que no ledebiéramos dinero a otros, pero, ¿quiénle debería dinero a gente comonosotros?»—¿Cómo? ¿No lo saben? Losterratenientes les deben un montón.Desperdician su tiempo año tras añomientras ustedes se doblan de tantotrabajo. ¡Y luego son ustedes los quetienen que pagar la renta! Un mow detierra (un sexto de acre) les costó a losterratenientes no más de cien dólares. Yustedes, campesinos, tienen que trabajare s te mow cientos de años. Traté de

calcular cuánto les roban en todos estosaños. Hemos decidido que eso no esjusto, de manera que he venido adiscutirlo con ustedes y ver cómo seríaposible recobrar lo que losterratenientes les deben.

»El campesino se rió.»—Es demasiado bueno para ser

verdad. Si tan sólo les debes un shengde arroz, te apalean y te llevan a lacárcel. Pero así es como lo quiere eldestino. Unos cultivan arroz y otros se locomen. Perdóneme, señor, debo ir almercado ahora.

»—¿Cuál es tu nombre? —pregunté.»—Oh, yo soy de esta villa. Venga

cuando tenga tiempo un día».Vi que no quería darme su nombre y

no lo presione.Sólo habían quedado las mujeres en

el pueblo. Los hombres trabajaban enlos campos. Sería inconveniente para míque me vieran hablando con las mujeres.Me quedé indeciso un buen rato y luegocaminé hacia otro pueblo. De hechorecorrí varios ese día pero con tanpocos resultados como el anterior. Pocopude poner en mi diario.

Por la noche se me ocurrió quecuando hablamos con los campesinosusamos expresiones complejas.Probablemente una buena parte de

nuestros discursos son incomprensibles.Tomé una serie de expresionesabstractas y términos librescos y traté deponerlos en lenguaje llano. Luego ideéun nuevo plan de acción. Decidí noentrar en los pueblos sino pescar lo quepudiera de la vida en un cruce decaminos e iniciar mi propaganda ahí.Eso hice.

Por la mañana caminé hasta eltemplo de Lun-shan. Los principalescaminos de varios distritos cruzabaneste punto. Los campesinos que tomabanestos caminos solían detenerse ante eltemplo para descansar. Comencé ahablarles sobre sus condiciones de vida.

Hablé sobre las causas de su pobreza ycómo librarse de la opresión. Diejemplos de cómo los explotaban losterratenientes y expliqué la necesidad dela organización. Al principio hablé sólocon dos o tres campesinos, luego elcírculo gradualmente se ensanchó. Seprodujo un pequeño mitin. Escuchaban amedias dudando, a medias creyendo. Nomás de cuatro o cinco se unieron a laconversación. Cerca de diez se limitarona escuchar. Pero aun esto no era untriunfo pequeño. Traté de explicar porqué los campesinos deberíanorganizarse.

«—Si los campesinos se unen

pueden asegurar un descenso de lasrentas. Los terratenientes propietarios nopodrán enfrentarlos. Los impuestosilegales y todo tipo de opresión debencesar. Los propietarios no podrán seguirtomando la ley en sus manos.

»—¿Qué estás parloteando? —gritóun campesino viejo enfadado—. Mejordeberías pedir a Ming-ho que no andecobrando las rentas atrasadas. Entoncesquizá crea que no estás burlándote denosotros.

»Ming-ho era un pariente mío,mercader y propietario. Iba a replicarcuando repentinamente, un joven sentadodetrás de mí saltó: »—Esa no es manera

de hablar —amonestó a mi oponente—.Tú trabajas en tierras de Ming-ho. SiMing-ho reduce la renta, tú vas a ser elúnico que recibirías algún beneficio. ¿Yqué conmigo? Yo no le pago rentas a él.El asunto no es pedirle algo a alguien,sino descubrir si nos podemosorganizar. No tiene que ver sólo contigo,tiene que ver con todos».

Yo estaba fascinado al oír esarespuesta. Averigüé el nombre del quehabía hablado y le pedí que me fuera abuscar por la noche. Vino y tuvimos unalarga conversación en la que me contóque había un grupo de campesinos queapoyaban lo que decía, pero que los

demás tenían miedo. Le pedí que trajeraal grupo de los creyentes. Mientras tantocomencé a preparar té. El agua estabaempezando a hervir cuando volvióChang Ma-an con sus amigos. Erantodos jóvenes campesinos, ninguno demenos de treinta años, pero a juzgar porsus modales y su conversación, todosellos muy despiertos. Comencé a hablardel movimiento campesino, lo que meparecía la cosa más urgente.

«—Salgo todos los días a hacerpropaganda y los campesinos no mehacen caso y no quieren hablar conmigo.¿Qué debo hacer? —les pregunté.

»—Una razón es que los campesinos

no tienen tiempo que perder —dijoLeng-pei—. La otra es que tus discursosson muy complicados. Yo, hay vecesque no los entiendo. Además, es que notienes amigos entre los campesinos. Lomejor es que fuéramos juntos a la villauna tarde hacia las siete o las ocho. Aesa hora se ha terminado el trabajo. Yque trataras de hablar simplemente.

»—Y recuerda, cuando hables en lavilla deja de lado el asunto de losdioses y los santos».

No puse objeciones. Cuando misvisitantes se fueron escribí en mi diario:«El éxito no está muy lejos».

III

Comencé a entrar en las casas de loscampesinos introducido por mis nuevoscompañeros y pronto pudimos celebrarun mitin en el distrito de Chishan.Trabajé con el sistema de preguntas yrespuestas y hablé de la esclavitud delcampo, de la crueldad de loslatifundistas y de los caminos para laliberación. Fue un éxito; me pidieronque en el siguiente mitin llevara ungramófono y pusiera música.

Siguieron otros pueblos y todofuncionaba muy bien; peroencontrábamos una traba, en el momento

en que les proponíamos que se unieran ala asociación, los campesinoscontestaban:

«—Todo está muy bien, si los otrosse unen yo lo haré. »—Si van a esperarque otros lo hagan pasarán mil añosantes de que alguien se decida a dar elprimer paso. Supongan que muchoscampesinos están esperando para cruzarel río por un vado, pero todos tienenmiedo y nadie se decide a dar el primerpaso. Ninguno podrá cruzar el río.Tenemos que cogernos de las manos yempezar a cruzar. Si uno duda, si uno esarrastrado por la corriente, los otrospodrán sostenerlo».

El ejemplo funcionó. Les pedía susnombres y varios aceptaron darlos;comencé a anotar en un pequeñocuaderno. Pero esto provocó recelo.Resolví no anotar nada. El reclutamientofue de todas maneras muy lento; aunquela propaganda era eficaz, en un mes nohabíamos incorporado a la unión a másde treinta miembros.

Un hecho extraño rompió la inerciadel proceso. Actuamos en un conflictoentre dos familias que estaban a puntode acuchillarse porque se acusaban de lamuerte de una niña. La intervención denuestro grupo impidió que la cosa fueraa mayores y al mismo tiempo nos

enfrentamos al delegado de loslatifundistas que quería intervenirsacándole dinero a ambas familias ycasi lo apaleamos. Eso hizo que nuestroprestigio creciera enormemente ycomenzaron a adherirse nuevosmiembros.

Hicimos nuestras primeras reglas.Ninguno de los miembros de nuestraunión podría tomar en renta la tierra queantes tenía otro campesino, aunque asínos lo propusieran los latifundistas;aquel que cometiera este error seríagravemente multado. Los miembros dela unión frenaban el aumento de rentas yconseguían nuevas tierras a aquellos que

eran desplazados. Nuestras accionesimpidieron en varios distritos elaumento de las rentas, al evitar lacompetencia entre los propioscampesinos.

No había día o noche en que norealizáramos un mitin en alguna aldea ycomenzaron a incorporarse campesinosa la asociación a razón de dos decenaspor día; abrimos un dispensario médicoen Haifeng y conseguimos que un doctorque simpatizaba con nuestra causa loatendiera. Creamos una escuelacampesina. En principio enseñábamos alos niños rudimentos de aritmética, paraque los latifundistas no los engañaran, y

los caracteres básicos que dabannombre a cereales e instrumentos delabranza. La escuela tenía su propiosembradío, que los padres de losalumnos aportaban y que era trabajadopor los alumnos, sacando de ello para lasubsistencia del maestro. Comenzamoscon una y pronto había diez escuelas ennuestro territorio.

Además, la unión decidió poner enmarcha un programa de reforestación;hubo resistencia entre los campesinos,diciendo que lo único que hacíamos erabeneficiar a los propietarios, peropronto se convencieron de que era enbeneficio de los que realmente

trabajaban la tierra.El primero de enero de 1923

fundamos la Asociación de Campesinosde Haifeng con casi cien mil miembros.Asistieron sesenta delegados querepresentaban a veinte mil familias. Fuielegido presidente en medio debanquetes de pobres (mucho arroz ypoco más), sonaban los tambores ycímbalos y ondeaba la bandera de laasociación de cuadros rojos y negros.

El centro del congreso estaba en losproblemas de organización y dedicamosmucho tiempo a discutir cómo arbitrarlos conflictos, cómo hacer que laasociación interviniera justamente

amparando a los campesinos en losenfrentamientos con los latifundistas ycómo debía participar en las disputasentre los propios campesinos regulandode la manera más justa las diferencias.Le dimos una gran fuerza aldepartamento de propaganda y a lasescuelas campesinas, gracias al apoyode los estudiantes.

Sentimos que a pesar del enormecrecimiento no teníamos aún la fuerzapara impulsar la demanda que más nosimportaba y que hubiera llevado a unaguerra abierta con los latifundistas: lareducción de rentas; de manera que seacordó aplazar la demanda por cinco

años. Algo había aprendido en esteúltimo año, a moverme con cautela. Perola presión era muy grande y siempreaplicada por latifundistas absentistasque ejercían su poder a través de juecescorruptos, extorsiones, matonesalquilados. Levantamos por tanto lademanda de «alto a la corrupción» ydecidimos no pagar coimas a policías yfuncionarios.

Organizamos un gran festival del añonuevo y prometimos que se haría unaDanza del Dragón nunca vista. Cerca dediez mil campesinos se concentraron enuna gran explanada frente al templo deLing Tsu. Tras la música, la danza y el

discurso, gritamos: ¡Vivan loscampesinos! Un grito simple, pero queno había cruzado los aires de esa regiónen toda la eternidad, y miles de vocesrespondieron a mi voz. Habíamosconstruido un poder.

En febrero de 1923 los latifundistaspasaron a la acción. De alguna manerala actitud prudente del magistrado deHaifeng, que había mantenido unaposición neutral, permitió el crecimientode la organización. Pero más tarde omás temprano habría de suceder, porquenuestra organización crecía sumándosecentenares de campesinos todos losdías, y nuestra influencia llegaba hasta

la región vecina de Lufeng.Chu Mo era un latifundista que vivía

en una casa suntuosa en la ciudad y sinque hubiera razones exigió aumento derentas. Uno de sus campesinos se negó apagarlas, influido por las acciones denuestra asociación. Chu mandócobradores que amenazaron y golpearonal campesino. Éste apeló a laasociación. No podíamos permitirlo,teníamos que actuar. Me reuní con cincofamilias que pagaban rentas a Chu y lasconvencimos de que abandonaran lastierras. Chu las llevó a juicio. Pero eljuez era un viejo compañero de colegiomío que además le debía favores a las

asociaciones y excepcionalmente nohizo caso de las demandas dellatifundista.

Chu convocó a los terratenientes;quinientos se reunieron en un mitin. Mástarde me enteré de esta reunión y de losargumentos que usaron: «Hemoscomprado nuestra tierra con buen dineroy pagamos nuestros impuestos algobierno y ahora estos criminales de lasasociaciones campesinas quieren nuestratierra y nuestras mujeres y hancomenzado a comprar a los jueces paraque maltraten a los terratenientes. Si aese vándalo local de Peng Pai no se lepone en su lugar, sufriremos grandes

pérdidas y también el gobierno».Se formó una sociedad de

propietarios llamada SociedadProtectora de la Industria de Granos.Reunieron cien mil dólares y apelaronen el caso de Mo. El juez se asustó antelas presiones y encerró a los seiscompañeros de la asociación.Esperábamos ese movimiento yconvocamos de inmediato a las masas.Los activistas de la asociaciónrecorrieron los pueblos y al díasiguiente legiones de harapientoscampesinos comenzaron a entrar en laciudad concentrándose en el interior.Tomé la palabra en el mitin subido a un

carro de hierba. Dije cosas muysimples: que los seis detenidos eraninocentes y que si no los liberábamosnos estábamos condenando a sufrir sumismo destino. Ofrecí mi vida y mipersona por la de los detenidos, y dijeque lo haría gustoso. Era miresponsabilidad y debía asumirla. Otrosoradores denunciaron que el dinero delos latifundistas venía de los granos queellos cosechaban y llamaron a unahuelga de rentas. Incluso hubocompañeros que levantaron la vozhablando del reparto de las tierras.

Fui a ver al juez como presidente dela asociación. Estaba muy asustado,

atrapado entre dos fuegos, no sabíadónde esconderse. Llovía cuando salí dela casa del juez. Lo había amenazadocon quemar las cosechas si no se hacíajusticia. Cedió. Poco podía hacer paraenfrentarnos contando sólo con unadocena de policías mal armados, sobretodo ante aquellas masas que estabanenardecidas. Soltó a los presos. Cuandolos detenidos salieron se armó una granfiesta, comenzaron a volar cohetes porel cielo y la ciudad retumbaba. Loschinos con el ruido asustamos a losdemonios del miedo que llevamosdentro. Por eso nuestro pueblo inventóla pólvora.

Le pedí a la multitud que dijeraquién era el responsable de la victoria.Unos gritaron mi nombre, otros dijeronque la asociación, otros que lostrabajadores. Les dije que sin los seismil campesinos que estaban allí pocopodía hacer un Peng Pai.

IV

Tras la victoria, la asociación seextendió a las regiones de Chao-chou,Puning y Huilai en dos meses. Al iniciodel verano de 1923 la asociaciónllegaba a seis condados y contaba conciento treinta mil miembros. La oficinacentral tenía diez cuartos, hacíamosnuestras propias publicaciones, serealizaron estadísticas e investigaciones.Habíamos logrado incluso milagros: através de las asociaciones neutralizamosa los bandidos locales, que dejaron derobar a los campesinos pobres.

Y entonces un tifón arrasó las costas

y las tierras del sur del mar de China.Cuando la inundación cedió, loscuarteles generales de la asociaciónestaban repletos de un mar humano dedolientes cuerpos. Millares llegaban aldía mendigando o narrando horrores.

Hubo una reunión de los cuadros dela asociación. Se tenía miedo de que sise pedía la reducción de rentas, losterratenientes contraatacaran y notuviéramos fuerza para derrotarlos. Unsector opinaba que se podía pedir lareducción de rentas sólo en los casosextremos en los que las familiashubieran perdido todo, pero se tratabade una proposición absurda; la enorme

mayoría de los campesinos habían sidogravemente afectados por lasinundaciones. Acordamos levantar lademanda del 30 por ciento de reducciónde las rentas, y tuve que poner miprestigio sobre la mesa para que lademanda no fuera más alta, porquesentía que ir más allá nos llevaría a unaconfrontación a muerte con loslatifundistas. Escribí a Chen, el señor dela guerra de la región, explicándole laterrible situación que se vivía en lasaldeas, donde se moría de hambre yenfermedad, y pidiéndole que no creyeraen los rumores. Mientras tanto loslatifundistas atizaban el fuego.

Hicimos una enorme propaganda eimpedimos la recaudación de las rentasen algunas zonas. Los cuadros másdébiles se retiraban de la asociación,entre ellos varios estudiantes hijos delatifundistas, como nuestro secretario deeducación.

La reacción no se hizo esperar; el 15de agosto, bajo presión de los podereslatifundistas, el magistrado Wangdeclaró: «El jefe de los bandidos, PengPai, está planeando una revuelta», yordenó a la policía detener a loscampesinos en las calles.

La reacción de nuestra gente fueunánime: los campesinos con palos y

piedras dispersaron a la policía yrompieron en las calles la declaraciónde Wang. El juez pidió refuerzos, seencerró con la policía en el cuartel ycomenzó a fortificarlo. Nuestra victoriafue efímera, hasta la noche controlamosla ciudad, veinte mil campesinos sereunieron en un mitin que provocó ungran entusiasmo, pero las tropas de Chenentraron esa noche en la ciudad.

Al día siguiente pasaron a laofensiva. Las tropas, las bandas de loslatifundistas y la policía de Wangatacaron los cuarteles generales de laorganización y arrestaron a veinticincode sus cuadros, incluido el presidente

Yang Chi-shan. Tuve que huir saltandopor los techos. Esa misma nochepropuse que armáramos a loscampesinos, pero otros miembros de laasociación me convencieron de quesería un suicidio, que debería hablar conel señor de la guerra y ganar tiempo.

Viaje a Laolung y me entrevisté conChen Chiu-ming. Le hice tres peticiones:que se liberaran los presos, que sepermitiera la reorganización de las ligasy que se redujeran las rentas mientrasexistiera esa situación de desastrecausada por el tifón. El señor de laguerra aceptó devolver la legalidad a laasociación y la reducción de rentas,

pero dijo que los presos deberían serjuzgados.

Regresé clandestinamente a Haifengy me entrevisté con los dirigentes de laasociación. La situación de nuestrospresos era terrible; les confiscaban en lacárcel los paquetes de comida, habíandestruido nuestro dispensario y no sepodía ayudar a los heridos. El ambientepara una insurrección se respiraba, perono podíamos avanzar solos. Se decidióque viajara a las ciudades paraconseguir fondos de apoyo a los presos.

Hice alguna labor en Hong Kongvinculado al partido comunista, pero lamayor parte de mi tiempo la dedique a

la causa de los presos. En una de lastantas visitas al Cuartel de Chen parareiterar nuestras peticiones, vi en laantesala de su despacho a loscampesinos ricos, los terratenientes, loscapitalistas, los funcionarios, loscompradores: me di cuenta de que nadatenía que hacer allí. Un montón de tiposcon caras redondas, monstruos gordosaullando alrededor de Chen comomoscas. Herví de ira. Quise tener unaametralladora en las manos para acabarcon ellos. Me fui de Huichow.

Comencé a trabajar en los condadosdel este de Cantón organizandoasociaciones campesinas; me hacía

pasar como funcionario de Chen einstalé unas oficinas en Swatow. Allí meenamoré de una joven estudiante, HsuYu-ching, de la que poco más tarde tuveuna hija. Más tarde, la vida es extraña,viviríamos juntos con mi primera esposay nuestros hijos.

Chen Chiu-ming intentó reclutarme yme ofreció un puesto en su estadomayor; aprendí de su ambigüedad antelas demandas campesinas y no lerespondí en ningún sentido, manteniendoasí una cierta cercanía con él parapresionar por las demandas de laasociación. Viajé en esta extrañasituación de nuevo a Haifeng. Los

propietarios no se atrevieron aenfrentarme porque parecía que yo teníala gracia de Chen y esa confusión meprotegía. Hablé con la gente y le llevé amuchos el mensaje de que mantuvieranla organización, que ya vendrían tiemposmejores. Comencé a organizarclandestinamente y se creó una oficinacon una tapadera cualquiera. En una delas visitas de Chen le organicé unarecepción, para presionar y que vieranuestro punto de vista, pero loscampesinos en su sabiduría no quisieronparticipar. No reunimos más decincuenta personas. Uno de nuestrosdirigentes que había salido de la cárcel

le preguntó a Chen por qué si losobreros y los estudiantes podíanorganizarse, los campesinos no podían.No logró una respuesta. La situación eraambigua de nuevo. Intenté reconstruir lasasociaciones, la primera fue la deChiesheng en la costa.

En marzo de 1924, Chen Chiu-mingregresó a Haifeng y fue persuadido porlos terratenientes locales de que locorrecto era desbandar a las ligascampesinas por su proximidad políticacon el gobierno pro comunista de SunYat sen en Cantón. Chen me convocó auna reunión en la que se encontraban eljuez y algunos terratenientes.

«—El profesor Peng es un buenhombre pero sus acciones sonextremistas, como proponer la reducciónde la renta y hacer llamados a laviolencia —dijo el juez Wang.

»—La cuestión de mi carácter noviene al caso aquí, lo que está endiscusión es el cargo de extremismo. Sialgo hemos sido es excesivamentemoderados. Son los propietarios los quehan sido extremistas en un año dedesastres. ¿No ha reducido la asociaciónvoluntariamente sus demandas al 30 porciento? El general no les cree, no creeen sus absurdos cargos de que estamospreparando una rebelión campesina. Él

cree que el verdadero extremismoconsiste en destruir la asociación yarrojar a sus dirigentes a la cárcel».

Chen asintió con beneplácito a estaspalabras. A partir de ese momentoavancé acusando a Wang y a su primoque se estaban metiendo en el bolsillo eldinero que enviábamos a los presos.Chen pareció indignado. Loslatifundistas reaccionaron y me acusaronde haber estado reuniendo dinero paracomprar armas. Wang intentó suavizartodo recordando nuestras relacionesfamiliares. Le conteste que aunque fuerami padre o mi madre no le perdonaríalos crímenes que había cometido contra

el pueblo.La reunión se disolvió, quedé solo

en la sala con uno de los guardaespaldasde Chen. Cuando todos se hubieron ido,el hombre me dijo que solicitabahumildemente afiliarse a una de nuestrasuniones campesinas.

Aprovechando la situación organicéentonces un festival de tres días enHaifeng y bajo él, encubierto, uncongreso campesino. Chen me mandó unmensaje pidiendo que no hiciéramosrepresentaciones de ópera popular;parecían tenerle más miedo a nuestrasalegorías, a nuestras batallas simbólicasde campesinos y dragones, que a la

propaganda directa.La presión creció y el 17 de marzo

aparecieron en los muros de la ciudadcarteles que decían: «Peng y laasociación favorecen la propiedadcomún de bienes y mujeres, inventanmentiras para confundir a las masas. Elmagistrado ya ha ordenado una vez sudisolución, si desobedecen de nuevoserán duramente castigados. Que todoslos aldeanos estén advertidos».

Tuvimos una reunión y decidimospasar la organización a laclandestinidad; nuestra hora todavía nohabía llegado. Mi hermano y el editordel periódico se quedaron a cargo y dejé

Haifeng rumbo a Cantón.

V

Cantón no era la misma ciudad y elpartido comunista no era el mismo.Éramos los hijos bastardos y sinembargo privilegiados de una alianzaentre el nacionalismo progresista de SunYat-sen, encarnado en el Kuomintang(KMT), y la Unión Soviética. Comotales, los comunistas integrábamos el alaextrema izquierda del KMT y nosavalaba no sólo nuestra crecienteorganización entre los obreros de lasciudades del sur de China y Pekín, sinolos asesores soviéticos y los pertrechosque llegaban para el ejército

nacionalista.La revolución nacional, al derrotar a

los señores de la guerra y el feudalismoque los sustentaba, abriría las puertas dela revolución social. En ese contexto elpartido había definido la lucha agrariacomo subordinada a la lucha militar. Elcentro político se establecía en laliberación militar de las regiones en elnorte y el este para inducir la luchaagraria y no a la inversa; la liberaciónmilitar era condición para poderdesarrollar el agrarismo dentro de lasgarantías de una democracia burguesa.

Esto no implicaba que en las zonasbajo control de la provincia de

Kwantung, donde dominaba el KMT, nopudiera desarrollarse un ampliomovimiento agrario, y como todapropuesta política era susceptible deinterpretación por las propias masas yen los márgenes por los activistas delpartido.

El partido me comisionó para laorganización agraria en las afueras deCantón. Di conferencias y mítines y subíla afiliación a las ligas campesinas endos semanas de cuatro mil a siete milhombres, me enfrenté a los jefesmilitares de la zona y logre el apoyo delgobierno local del KMT. El partidocomunista y el ala izquierda del KMT

habían decidido crear un instituto paracuadros campesinos, formador deorganizadores y militantes, y lograron elacuerdo del Comité Ejecutivo del KMT.Mis acciones en Haifeng y mi últimotrabajo me avalaban y fui nombradodirector del Instituto del MovimientoCampesino que nació el 30 de junio de1924. Lo iniciamos con un curso de unmes con treinta y tres alumnos. Losparticipantes del primer curso eranmayormente activistas conscientes,estudiantes que se habían unido duranteel movimiento del 4 de mayo y deseabanir hacia el pueblo y organizarlo. Muypocos de ellos eran campesinos, y casi

todos miembros del partido comunista osimpatizantes.

Los estudiantes deberían evitarofender el pensamiento mágico oreligioso de los campesinos. Evitarhablar abiertamente de revolución obaños de sangre. Había una grancantidad de actividad práctica yentrenamiento sobre el terreno. Yo sabíaque organizar campesinos no era tareade un aula. Cada domingo los guiaba alcampo a realizar labores deorganización. El entrenamiento incluíamarchas, viajes a caballo y laorganización de grandes mítines.

Hacia fines de julio la escuela no

sólo estaba creando cuadros, sino quefortalecía a las ligas agrarias en laprovincia. El 28 de julio organizamos ungran mitin campesino en la Universidadde Kwantung donde habló Sun Yat-sen,al que acudieron dos mil hombres. SunYat-sen promovía una política blanda enmateria agraria y llamaba a lamoderación, a poner en el centro larevolución nacional: llegaba incluso adecir que deberíamos ganar para nuestracausa incluso a los terratenientes. Sedecía que tenía simpatías por loscampesinos, pero que este discursomoderado tenía como objeto balancearla influencia de los comunistas. En

resumen pedía que buscáramos unasolución pacífica a los problemas de latierra. Los terratenientes no lo entendíanasí.

Trabajé con mis estudiantes en unanueva línea que no sólo incluía lahabilidad para moverse en las aldeas yla sensibilidad hacia las demandas delos campesinos y organicé que nos dieraentrenamiento militar la policía deCantón. Luego pasamos a formarmilicias de autodefensa en las comunas.Se trataba de organizar fuerzas de apoyopara las futuras batallas contra losseñores de la guerra, pero también defortalecer el poder de los campesinos.

Fui nombrado comandante de lasmilicias agrarias.

Hacia finales de agosto se graduó laprimera generación de militantes delinstituto y entró la segunda. Comencé acolaborar como secretario con la oficinacampesina del KMT que trabajaba en loque había sido una vieja fábrica decemento en las afueras de Cantón. Enseptiembre se nos asignaron recursoseconómicos para propaganda. Nuestrasactividades y las del instituto chocaronmuchas veces en la región cercana aCantón con la ausencia de políticaagraria real del KMT, con susnegociaciones y conciliaciones.

Durante los últimos meses del añoviví una verdadera guerra contra loslatifundistas locales mientras lasasociaciones crecían vertiginosamente,pero cada vez que los poníamos ante elborde del precipicio, el ejército delKMT intervenía y negociaba unasolución de conciliación. Las demandasde los campesinos se contenían y loslatifundistas absentistas se llenaban latripa en Hong Kong del hambre popular.

Al iniciarse 1925 el KMT lanzó sutan anunciada ofensiva, la campaña deleste. Se trataba de limpiar la región deseñores de la guerra y el objetivo deesta primera acción era mi conocido

Chen Chiu-ming. Le pedimos alcomandante del ejército Chang Kai-shekque no se abasteciera de grano en ruta,que no reclutara cargadores yporteadores forzados y que no usaracasas particulares como cuartel. Acambio pusimos a disposición delejército del KMT a las ligas agrarias y anuestros organizadores.

Avancé por delante del ejércitoorganizando la insurrección agraria, concuatro o cinco días de ventaja. Cuandollegó la división de vanguardia delKMT a Haifeng habíamos dado ungolpe, y una multitud de treinta milcampesinos recibió a los soldados con

música y fiesta; las escuadrascampesinas armadas con lanzas ycuchillos habían liberado la región.

En los enfrentamientos en Taipuestuve a punto de morir cuando colocabauna mina en las afueras de la fortaleza.Fue mi discutible estreno comocombatiente. Mucho más interesante fuela manera como aprovechamos elavance del ejército nacionalistapromoviendo entre los campesinos lareducción de las rentas en un 25 porciento y la organización de las milicias.Hacia abril de 1925 había en losalrededores de Cantón ciento sesentaorganizaciones campesinas con casi

doscientos mil miembros.La muerte de Sun Yat-sen durante la

expedición exacerbó aún más lascontradicciones entre el ala derecha delKMT y su ala izquierda, en la que nosapoyábamos para sostener la alianza.Una facción de la derecha se rebeló enCantón, pero fue derrotada.

En mayo de 1925 se celebró elcongreso agrario del KMT, impulsadofundamentalmente por fuerzasorganizadas por los comunistas; perobajo los ojos de la alianza con el KMT,a pesar de que éramos los propulsoresde la gran lucha agraria, los comunistasseguimos la línea oficial de

subordinación del movimientocampesino a la lucha política y a lasciudades. La dirección de nuestropartido no entendía dónde se encontrabael corazón de la Revolución china, pormás muestras que los campesinoshubieran dado de su voluntad y entrega.En parte se debía a que el partido habíacrecido enormemente en las ciudadespero sólo el 5 por ciento de sumilitancia era campesina. Y estodominaba su visión, por más que tresmeses antes el V Pleno de laInternacional Comunista había declaradopor boca de Bujarin que el campesinadose había tornado en una fuerza

consistente y fundamental en laRevolución china. Por lo tanto, en elCongreso no se apoyó la reducción del25 por ciento en las rentas que se habíalogrado de hecho en Haifeng y el distritocercano de Lufeng. Sin embargo elmovimiento avanzaba y las medidasorganizativas lo fortalecían.

En octubre de 1925 se produce lasegunda expedición al este. El ejércitodel KMT liberó Haifeng y llegó hastaSwatow. Con el paso del ejército, la olade la movilización agraria se desató.Llamé a la reducción de rentas en milmítines. Mi viejo empleador, ChenChiu-ming, huyó a Hong Kong, pero no

sacábamos partido de la derrota de loslatifundistas. El KMT obligaba amoderar las alternativas agrarias. Y enHaifeng decidimos avanzar, llamandoprimero a una reducción de las rentas enun 49 por ciento y más tarde en un 64por ciento y golpeando fuertemente a loslatifundistas que en el último año habíandestruido aldeas, quemado vivos a loscampesinos que se habían organizado yasesinado a cuarenta y ocho de nuestrosdirigentes. Éramos la más radical de lastres tendencias del movimiento.Mientras nosotros en Kwantungavanzábamos en guerra contra loslatifundistas, la izquierda del KMT

quería un movimiento lento y pasivo queapoyara el esfuerzo militar, y la líneadominante en el PCCH era conciliar conel KMT y frenaba la extensión denuestras propuestas a otras regionespara asegurar la alianza nacionalista-comunista.

En mayo de 1926 se produjo el IICongreso de los campesinos deKwantung. Hablé con las ideas y elcorazón. A veces la voz se me escapabay se volvía un graznido cuando narrabalos horrores que los latifundistas, losjueces y las milicias de los señores dela guerra cometían contra lasasociaciones campesinas y las aldeas;

hable de que hay límites en la historia yen los comportamientos de los hombresy que estos límites en el horror se habíanrebasado; no podíamos frenar la justademanda de los campesinos por lareducción de las rentas, ni siquieraestábamos, a pesar de las voces quecada vez se escuchaban másintensamente, proponiendo un repartoagrario, tan sólo la moderación de losexcesos de los latifundistas. Meavergonzaban las felicitaciones que medirigían por el profundo avance delmovimiento en mi tierra natal, enHaifeng, al que por aquella épocallamaban el «pequeño Moscú», cuando

no éramos capaces de extender suejemplo. Obtuve la conclusión de que larevuelta agraria avanzaba a pesar de lasituación.

En junio de 1926 se produjo laexpedición al norte del ejército delKMT. Aunque en principio me quede enKwantung como jefe de la oficina,terminé dirigiendo una tropa deseiscientos milicianos campesinos quellegó con el ejército hasta Hankow afinales del año.

En el intermedio actué comomediador de los conflictos de Hua. Enagosto de 1926 las guardias blancas delos latifundistas hicieron estragos en esa

región, cincuenta kilómetros al norte deCantón: veinticinco aldeas fueronquemadas y sus habitantes asesinados; elComité Central del partido me envió ylogré movilizar a las miliciascampesinas y el apoyo del ejército paradestruir a las guardias blancas de loslatifundistas, un ejército irregular deasesinos y saqueadores. Militarmentepudimos aislarlos, pero la red deconciliaciones que existía impidió queliquidáramos una fuerza que era devotaa los latifundistas. Aunque fuimosrecibidos en Cantón como triunfantes el14 de septiembre, un día más tarde seproducía un nuevo ataque en Hua que

culminó con una masacre y varias villascampesinas ardieron hasta los cimientos,la represión prosiguió y un día más tardefueron fusilados varios dirigentes; seprodujeron secuestros, saqueos eincendios que prosiguieron en lossiguientes días en todo el condado.

¿En nombre de qué pacto podríapermitirse esto? La fuerza delmovimiento campesino era nuestrafuerza. Sus demandas eran justas y no sepodía permitir que en territorioscontrolados por el KMT los latifundistasmasacraran a los aldeanos. En nuestropartido, mientras tanto, predominaba unade las líneas más conservadoras que

habíamos tenido, aquella queconciliando con el KMT llamaba a dejarentrar en las organizaciones a «loslatifundistas buenos». Esta situaciónestaba generando un fuerte debate. Losconsejeros de la InternacionalComunista en China, encabezados porBorodin, llamaron en noviembre a unaconferencia a la dirección del partido enShanghai y se aprobó un plan másradical que los anteriores: incluía lademanda de confiscación de la tierra alos latifundistas «malvados», losshenshi malvados que estaban aliadoscon los militares reaccionarios, ytambién confiscar las tierras de

monasterios y templos; se hablaba porfin de la creación de las miliciascampesinas. De cualquier manera elacuerdo fue papel mojado y no circulópor el partido. Donde la organizaciónagraria existía, avanzaba, pero no sepromovía su crecimiento. Llegó adecirse en un pleno del PCCH que lademanda del reparto agrario erainfantilismo.

Al inicio de 1927, la vanguardia delagrarismo revolucionario estaba en laescuela de cuadros de Cantón, quedirigía un hunanés, el camarada MaoZedong, con el que yo colaboraba.Estábamos formando a la sexta

generación; la quinta, graduada elpasado octubre, había aportado almovimiento 318 cuadros, entre ellosvarios que habían nacido en las aldeas.Mao había escrito varios informes enque apoyaba la línea de impulsar larevuelta agraria, pero no habían tenidoeco en la dirección partidaria.

Mientras tanto, las tensiones entre elala derecha del KMT y el partidoexplotaron; desde la muerte de Sun Yat-sen se habían venido recrudeciendo. ElKMT podría querer la unificaciónrepublicana de China y su modernidad,pero su idea de la nueva China incluíacomo actores principales a los grandes

comerciantes que estaban en contra de laorganización obrera y a los latifundistasque odiaban al movimiento agrario.

El instrumento de lacontrarrevolución fue el general ChangKaishek y su golpe fue dirigido contralos comunistas y las organizacionespopulares. La sangre corrió por lascalles en Shanghai y Cantón. Nuestrosmilitantes fueron fusilados sin juicioalguno, arrojados los mejores cuadrosdel movimiento obrero a las calderashirviendo de las locomotoras,acuchillados por cientos con los sablesde los verdugos los sindicalistas y lossoldados progresistas. El 12 de abril

comenzó la reacción. Y es cierto, loesperábamos, sabíamos de las tensiones,pero creímos que conciliandopodríamos evitar la ruptura, y lo únicoque hicimos fue fortalecerlos. Creíamoslo que queríamos creer. Millares demilitantes pagaron con sus vidas laingenuidad del partido. Los mejoreshijos de China fueron arrojados con lacabeza cortada o el cuerpo lleno debalas por las calles. El partido quedódestruido en las ciudades del sur.

El Comité Central propuso una líneade reorganización tratando de mantenerla alianza con los restos de la izquierdadel KMT y el 27 abril se celebró el V

Congreso del PCCH en Wuhan. Losagraristas, Mao y yo propusimos unalínea de alzamientos campesinos, crearun ejército rojo, radicalizar lasdemandas agrarias. Persistía la alianzacon la izquierda del KMT donde éstaexistía. Había un estado general deconfusión y caos. La derecha del KMT,con el ejército que ayudaron a entrenarlos soviéticos, prosiguió la cacería.

¿Deberíamos replegarnos? Unpartido de cuadros puede pasar a laclandestinidad, pero ¿cómo se replieganlas organizaciones de masas? La trampaestaba creada, retrocedimos avanzando.Se produjeron alzamientos coordinados

y más o menos espontáneos. El primerode mayo se levantaron los campesinosde Haifeng como reacción al golpe.Estaban dirigidos por mi hermano HaiYuan. Nueve días duró la comuna deHaifeng, luego los hombres se tuvieronque replegar a las montañas dejandodetrás una base campesina que sufriríala represión.

Pero nuestro proyecto seguía siendoincoherente y contradictorio. Elcongreso aprobó contra nuestra opiniónun programa agrario moderado paraintentar mantener los restos de larelación con la izquierda del KMT,cuando ésta era irrelevante y la mayoría

del KMT sólo quería poner los dientesde la fiera en nuestra yugular.

La política de los levantamientos fueun fracaso y desgastamos en ellanuestras mejores fuerzas. Nos alzamosen Nanchang el primero de agosto y apartir del 8 de septiembre se produjeronlos levantamientos de la Cosecha deOtoño, descoordinados entre sí, repletosde heroísmo, pero inútiles. Tras lasprimeras efímeras victorias se producíala brutal reacción del ejército. Dentro deestos alzamientos nos volvimos alevantar en armas: palos, picas, lanzas ypiedras en Haifeng con una victoriaparcial y una nueva represión.

El partido me envió a Hong Kong,donde me establecí clandestinamentepara crear una red de apoyo conemigrados de Cantón y Shanghai yreconstruir el partido.

VI

La línea de las insurrecciones a todacosta dominaba a un partido disgregado,obligado a la clandestinidad, aisladassus fuerzas entre sí, ferozmenteperseguido.

Así, fui comisionado por ladirección del partido en noviembre de1927 para preparar un nuevolevantamiento en la zona de Haifeng yLufeng. Al menos la directriz partidariapermitía llevar a su límite las demandasde los campesinos.

Tras un breve trabajo deorganización, por tercera vez se alzaron

las asociaciones. Con un rápido golpede mano destruimos la pequeña basemilitar del KMT. Pero lo sorprendentefue la iniciativa de las masas agrariasdispuestas a liberarse. Por iniciativapropia, los campesinos se levantaron enarmas en toda la zona de Haifeng yLufeng. Nacieron catorce soviets enotros tantos departamentos de la región.Quedé a la cabeza del gobiernosoviético, cuya sede establecimos en untemplo budista en las afueras deHaifeng.

El 18 de noviembre, con unainmensa región liberada a nuestrasespaldas y bajo los eternos sonidos de

los instrumentos de música campesinosy los grandes gongs robados a lostemplos, iniciamos las sesionesconstitutivas del soviet de Hai-Lufeng.

Y entonces, en la primera sesión delsoviet, a los cientos de delegadoscampesinos, les conté el mundo. Unmundo que ellos nunca verían y que yono habría de conocer. Les hablé de losdemonios blancos ingleses, pero no enHong Kong, en la lejana Inglaterra, y deaquellas máquinas de cosechar quedejaban a los campesinos sin trabajo yde los demonios amarillos japoneses ylos enormes barcos de guerra de acero,y de un cine en una ciudad que se

llamaba París y de Marx y su discípulo ybuen amigo Lenin, y de la red detelaraña del ejército rojo que nacía enMoscú y llegaba hasta nuestrasmontañas.

Y conseguimos las primerasvictorias militares y pusimos a losprisioneros ante la multitud y lepreguntamos qué castigo deberíamosdarles a los que atentan contra lasagrada propiedad comunal de lastierras. La multitud respondió que lescortáramos las cabezas, y el campesinoduda permanentemente de su fuerza, desu habilidad y su destino y, por tanto, lescortamos las cabezas a todos, y la

sangre nunca ha sido buena, pero larevolución es también un joven dragónfurioso y terrible que en nombre delfuturo se come el presente.

Discutíamos con hombres y mujeresque, titubeantes, de manera torpe,estaban ensayando el destino y sepreguntaban con nosotros: ¿la tierraconfiscada debería repartirse otrabajarse en colectivo? ¿Y los quehabían apoyado a las ligas agrariasdesde su origen no tenían prioridad en elreparto? ¿Y los que tenían tierra que nopodían cultivar no debían ceder esaparte a otros para que la cultivaran? ¿Ylas familias que crecían o disminuían no

obligaban a una constante redistribuciónde la tierra? ¿Qué parte de las gananciasde las cosechas debería dedicarse apagar a jueces, funcionarios,administradores, a los hombres delsoviet? ¿Y la tierra no debería medirsepor su fertilidad y no por su tamaño? ¿Yno era cierto que un campesino hábilhacía la tierra más fértil?

Y teníamos que organizar la vida ytomamos decisiones sobre las viudas delos enemigos y cómo el soviet deberíaencontrarles marido y mejoramos lascondiciones del ejército rojo, al quehabía que conseguirle no sólo armas,sino calzado, y decretamos el derecho al

divorcio con la oposición de muchoshombres y el apoyo de las nuevasorganizaciones de mujeres, y si cuandolos latifundistas quemaban las aldeascon los campesinos dentro de las casas,las mujeres morían igual que loshombres, ¿por qué no iban a podercombatir? Y se formó una brigadafemenina de trescientas combatientes. Ypusimos nuestro sello a los billetes yorganizamos el contrabando de nuestramayor producción industrial, la sal, através de las líneas enemigas.Establecimos la jornada de diez horasen el campo y de ocho para mujeres yniños y se procedió al reparto de las

tierras y la entrega de tierras colectivaspara el trabajo.

En materia de organización traté desimplificar al máximo la administración,centralizando al máximo las decisionesen esta etapa de guerra. Todo ellobasado en la democracia de lasasambleas.

Fue una época en la que apenassonreía. Supe por los camaradas delpartido que mi esposa había sido muertapor el KMT y mis hijos estabandesaparecidos; no conocía el destino demi hija con Hsiao. Estaba unido consangre a los campesinos a los querepresentaba.

Levantamos un hospital y unapequeña armería que sólo podía repararviejos fusiles y organizamos el terrorrojo. Los campesinos eran menoscrueles que los latifundistas, peroteníamos que eliminar la base de losterratenientes para que no pudieranvolver a levantar cabeza. Los jóvenessocialistas iniciaron una campaña contrala religión, pero fueron moderados porlos campesinos, que se negaron a que sedestruyeran templos venerados por lasaldeas; aunque no pusieroninconvenientes en que se destruyeran losídolos de monasterios o templos delatifundistas. Esta sabiduría de las

comunidades campesinas fue apoyadapor el soviet.

A fines de enero se produjo laprimera ofensiva militar del KMTcontra la zona soviética. Nuestrasmilicias mal armadas pudieronderrotarlos, pero el aislamiento crecía yno había manera de mantener unarelación con otras zonas donde elpartido era fuerte o reagrupar los restosde los ejércitos rojos de lasinsurrecciones del otoño pasado, hoydesmembrados y destruidos.

Nuestra suerte estaba sellada pordestinos incontrolables. En febrero elejército avanzó y sus cañones

destruyeron a nuestras milicias. Elsoviet se hundió en nuestra sangre.

Pude huir a Shanghai. Allí, ennoches terribles de soledad clandestina,cambiando de nombre y de sentimientos,pude escribir un pequeño libro en querecogía aquellos meses de libertadagraria. Y me entere de que en el VICongreso había sido nombrado miembrodel Comité Central del partido enausencia.

Regresé clandestinamente a la zonasoviética de Hai-Lufeng en 1929 y tratéde reorganizar las bases, pero eraprácticamente imposible en el clima deterror existente.

VII

Desde el primero de agosto sehabían sucedido mítines paraconmemorar el alzamiento de Nanchangen Shanghai y los blancos estaban muyinquietos. El 26 de agosto, a causa deuna delación, se produjo un raidpolicíaco en la concesión francesa deShanghai y fuimos detenidos losmiembros del Comité militar. Caí juntoa Yang Yin, el dirigente del alzamientode Cantón.

Fuimos llevados a la oficina deseguridad pública y el 28 a los cuartelespolicíacos de Lunghua. Traté de ocultar

mi verdadera personalidad con el aliasWang Tzu-an, pero fui descubierto porun soplón. La prensa se alegró de micaptura. El demonio rojo de Haifengestaba en sus manos.

Tenía esperanzas de que el partidopreparara un golpe de mano paraliberarnos, pero las esperanzas se ibandesvaneciendo conforme pasaban lashoras. No sabía que un grupo especialde combate había sido enviado por ZhouEnlai a rescatarnos.

El grupo logró introducirse enShanghai y tuvieron acceso a undepósito de armas oculto en lascercanías de la puerta norte. Las armas

estaban cubiertas de parafina parapreservarlas; mientras las limpiaban seperdieron unas horas decisivas.

Descubierto, no tenía sentidosimular desconocimiento y no iba adarles el placer de mostrararrepentimiento. Se vive por lo que semuere. Utilicé el juicio para señalar queel futuro caminaba de la mano delpartido comunista, que nuestros muertosserían vengados y nuestras demandassociales reinarían sobre China. Terminédiciendo que en Hai-Lufeng habíamosllevado ante el sable del verdugo amuchos jueces como los que ahora nosjuzgaban, que no tenía caso seguirme

interrogando, era una pérdida de tiempo,que me sacaran fuera y me fusilaran deuna vez.

El 30 de agosto fui torturado durantecinco horas. Los interrogadores eranmuy torpes y no sabían exactamente quéera lo que estaban buscando.

En la soledad de la celda y ayudadopor uno de los carceleros pude escribiruna nota para Zhou Enlai: «No podemossalvarnos del terror blanco esta vez.Tres de nosotros hemos admitidoabiertamente nuestra identidad y hemoshecho el mejor trabajo de propagandaque hemos podido entre los soldados».

Ese mismo día fui sacado al patio

del cuartel de policía de Lunghua; dossoldados me llevaban casi cargandoporque no podía caminar. Me colocaronde espaldas a una pared blanca. Hacíacalor. Hablé con los soldados que iban afusilarme, les dije que antes de apretarel gatillo pensaran bien lo que estabanhaciendo, que ellos eran campesinos. Eloficial dio la orden de fuego y lossoldados no dispararon. Entonces eloficial le quitó un fusil a uno de lossoldados y me apuntó. Traté de gritar«¡Viva la revolución!», pero fue másveloz la bala y la frase quedóincompleta.

Los hombres que se preparaban para

asaltar el cuartel, cuando finalmentelograron poner las armas a punto,supieron que yo ya había sido fusilado.El hombre que me delató, Pai Hsin, fueajusticiado de un tiro por un comunistaen las calles de Shanghai días más tarde.

Tiraron mi cadáver en una fosa sinnombre junto al de mis compañeros. Nopodía aspirar a mejor compañía.

Ésta es mi historia.

De italianos ymemorias

I

El padre del padre del padre de mimadre era italiano. Sólo sé de él que eramarino. A mediados del siglo pasado

naufragó en las costas del marCantábrico en el norte de España,enamoró a una mujer, la dejóembarazada y desapareció. Su hijo, añosmás tarde, embarazó a otra mujer y huyótambién. Esta segunda mujer murió en elparto y su hijo Adolfo, mi abuelo, crecióen un hospicio, del que salió en lajuventud para ser marinero.

Mi madre se cambió el apellidopaterno durante la adolescenciaintercalando una h, convirtiendo elMaojo en Mahojo.

No era la primera vez que elapellido cambiaba; antes de ser Maojo,había sido Malochio. Mi bisabuelo

había sido el hijo sin padre de un talMalochio, «mal de ojo», el apodo delitaliano original.

Mi madre fue contrabandista de ropainfantil en los años sesenta, oficio delque siempre me sentí muy orgulloso yque años más tarde descubrí que habíaheredado de su padre, quien a su vez lohabía heredado de su abuelo, el italiano.Adolfo, mi abuelo, siendo capitán demarina mercante en la década de lostreinta se dedicaba al contrabando deencajes de Brujas y Malinas, azúcar decaña refinada y licores. Una vez escuchéa un viejo marinero, en el barrio gijonésde Cimadevilla, contar admirado una de

sus hazañas: aquella en la que el capitáncontrabandista Adolfo Maojo, cuando apunto de ser capturado por loscarabineros con una carga de azúcar enlas cercanías de la costa (en aquellaépoca el gobierno español protegíaimpositivamente el azúcar local hechode remolacha, de más baja calidad ymás caro que el de caña de azúcar),comenzó a alimentar las calderas de subarco con el polvo blanco, y losfogoneros palada va palada viene a lascalderas, dejando el vapor tras de sí unpotente penacho de humo negro con olora melaza y caramelo, con el que entróorgullosamente en el puerto de Gijón

burlando a los guardianes del Estado yhaciendo las delicias de los niños.

En 1934 mi abuelo Adolfo se dedicóal contrabando de pistolas belgas paralos grupos de la juventudanarcosindicalista que preparaban larevolución. Fue descubierto y detenidocuando, en un registro domiciliario, lapolicía encontró decenas de pistolas enla caja donde se enrollaba una granpersiana de madera. En el cuartel de laGuardia Civil fue torturado para queconfesara a quién iban destinadas lasarmas. Durante una semana lo ataron auna mesa, lo descalzaron y le apalearonlas plantas de los pies. Se declaró

contrabandista de armas, pero según lasactas, jamás dijo a quién ibandestinadas. Tuvo que ser llevado enbrazos a su casa días más tarde. Era uncontrabandista con principios y por éljamás habría de saberse el nombre desus clientes.

Durante la guerra civil se incorporóa la marina de guerra roja y tripuló unp e q u e ñ o bou, un pesquero deveinticinco metros artillado, el JoséMaría Martínez, que hacía incursionesen la costa gallega para romper elbloqueo del ejército franquista,dedicándose fundamentalmente ainfiltrar guerrilleros y robar vacas para

mejorar la alimentación del ejércitomiliciano. En una de esas incursiones,una noche de enero, su buque fueatacado por un destructor y hundido.

Mi madre conserva de su padre unasola foto, en la que mi abuelo sonríe, ytambién recuerda que una vez le trajo deregalo de Reyes unas botas de plásticocuando el plástico no existía, y unamuñeca rusa.

Yo reconstruyo la historia familiarrepleto de amores por los míos, y comosiempre ya no sé cuánto es verdad ycuánto leyenda familiar, material del quese construyen las tribus como la nuestra.Y retorno al marino Malochio, el

contrabandista original, mientras en elrecuerdo se me mezcla con la historia deotro italiano: Malalengua o Malaboca,lo llamaban.

II

Hubo una guerra en España.Siempre me la contaron, siempre la

he leído como nuestra guerra. Suscanciones cruzaron generaciones ysesenta años después del cerco deMadrid mi hija las canta con su abuelo ylas cantamos cuando la tribu se reúne, ycon el quinto quinto quinto, con el quintoregimiento, aúlla Sepúlveda y el Arpaía;y Laura Grimaldi y Tropea se saben laletra de la fonda donde se repartemetralla, y los cuatro generales que sehan alzado que se han alzado muy seriocanta el Gordo Chavarría. Y Paloma

recuerda que con las bombas se hacen,mamita mía, tirabuzones, las madrileñas.

Fue la guerra de los libres contratodo lo demás: latifundistas, clerooscurantista, generales, tropasprofesionales, aviones de Hitler,blindados de Mussolini, falangistas yrequetés.

Y los nuestros eran los ejércitospopulares, y el frente, el último frenteantifascista. Luego habríamos deconocer la complejidad de las historias,los matices; pero aun así seguiría siendonuestra guerra.

En julio de 1936 se alzaron losgenerales y tras una semana de

retorcidos engaños y maniobras,combates callejeros, indecisiones ydefiniciones, se podía establecer unmapa político del país: las grandescapitales, Madrid, Barcelona, Valencia,estaban en poder de la República, queconservaba Aragón, el País Vasco, lacosta de Levante y Asturias con laexcepción de Oviedo. Galicia, Navarra,parte de Andalucía, Extremadura, partede Castilla y el territorio de Marruecosdonde se aposentaba el viejo ejércitocolonial, estaban en manos de losmilitares.

A fines del 36, Madrid, su defensa osu conquista, se había vuelto el centro

de la guerra. Una intervención alemanamínimamente enmascarada y una potenteintervención italiana daban a losmilitares sublevados la ventaja; elfascismo se la jugaba en el gran tablerode ajedrez europeo. La Repúblicacontaba con un limitado apoyo defranceses y soviéticos y con lasBrigadas Internacionales constituidaspor voluntarios antifascistas del mundoentero. En diciembre se dio la primerabatalla por la defensa de Madrid, luegola batalla del Jarama y más tarde la tomade Málaga por los fascistas, en la queintervino un potente cuerpoexpedicionario italiano.

III

En junio de 1965 mi madre se fue alSanatorio Español de Ciudad de Méxicopara tener a su tercer hijo. Los trabajosdel parto se adelantaron durante más deun mes porque se le había roto la bolsadel agua y se vio obligada a permaneceren reposo en el pabellón de maternidad,a la espera del nacimiento del que seríami hermano Carlos.

El Sanatorio Español es una extrañaisla en medio de una ciudad alucinada,incluso en aquellos años más apacibles;en las estribaciones de la coloniaPolanco, un barrio de clases altas y

dineros surgidos del comercio y lausura, por un lado, y haciendo fronteracon una zona industrial de armadoras deautomóviles y empresas cerveceras.Está rodeado de una enorme barda deladrillos y tiene en su interior,desperdigados en medio de un enormejardín, muchos pabellones aislados entresí. La vida tiende a volverlos islas, y aignorar que a treinta metros del alborozode la maternidad, está el pabellón de losenfermos terminales.

Yo tenía quince años y muchoslibros aún por devorar, y aprovechabalas largas tardes a la espera de que mihermano naciera para pasear por los

parques, leer y fumar en pipa, un viciomedio pendejo, pero interesante enmateria de estética, e incluso del olordel tabaco que dejabas a tu espalda. Yopensaba que fumar en pipa me daba eltan importante aire de futuro escritor queen aquella época, a falta de escribir,necesitaba.

Vagando encontré a EusebioCarranza, que se escapaba de unasmonjas, y que a pesar de que tenía unatuberculosis muy avanzada quería morirfumando. Carranza debería de tenerentonces cerca de los sesenta y cincoaños. Yo le suministraba cigarrillos aescondidas y él me daba algo mucho

más importante, me contaba historias.Pequeño, con una bata gris con cuyocinturón suelto siempre tropezaba y unpijama azul claro mal abotonado, teníauna mirada terrible, que cuando se fijabaen ti asustaba, hasta volverse lentamenteuna mirada cariñosa, conforme se le ibadebilitando el foco y pasabas de ser elenemigo a ser aliado borroso. Era unode esos narradores esenciales, que soncapaces de poner el adjetivo clave enmedio de los recuerdos, la metáfora quese queda en la cabeza muchos años mástarde y retorna a explicar muchas cosas;fumábamos, jugábamos al ajedrez y mecontaba historias. Yo debería ser el

único interlocutor interesante que teníapor ahí, porque sus hijos no lo visitaban(había una extraña historia de terribles,verdaderamente terribles, rupturasfamiliares que lo habían dejado aisladoy de la que nunca me explicó gran cosa).Eusebio, tras cerciorarse de que yo erade izquierda, después de un agotadorinterrogatorio en el que tuve queconfesar que creía en las virtudes delsocialismo y que certificaba laexistencia de la lucha de clases, mecontó la batalla de Guadalajara.

IV

A sesenta y cinco kilómetros deMadrid, sobre la carretera del noresteque iba de Zaragoza a Francia, el sectordel frente de Guadalajara había sidomuy pasivo en los últimos meses; apenassi se habían producido algunasescaramuzas en diciembre del 36,cuando la primera gran ofensiva contraMadrid. Era tan tranquilo que entre laslíneas enemigas se canjeaban periódicosy cigarrillos.

La batalla del Jarama había dejadoextenuadas a las fuerza republicanas yalgunas brigadas, que con un 50 por

ciento de bajas se reponían en pueblosentre Alcalá de Henares y Madrid, noesperaban ser las protagonistas de lafutura historia; entre ellas estaba la XIIBrigada Internacional dirigida por unhúngaro que había combatido en laRevolución de Octubre, el míticogeneral Lukács, y cuyo comisariopolítico, el alemán Gustav Regler, habíade mostrarse como un soberbio escritor.Estaba integrada fundamentalmente porel Batallón Garibaldi, que reunía a lositalianos antifascistas de las brigadas yun grupo internacional de caballeríaeslavo; para la futura batalla deberíananexarse dos batallones españoles al

Garibaldi. Los italianos de la XII veníande todos los rincones del planeta, unexilio nutrido por la persecución quehabía producido la dictadura deMussolini. El exilio antifascista habíaaportado a sus hombres desde París yBruselas, pero también de Los Ángeles yNueva York, de Argentina, África yAustralia.

El día 8 de marzo la aviaciónrepublicana detectó un sorprendenteavance en un amplio frente por lacarretera de Sigüenza a Guadalajara, unaltiplano con un espeso bosque a mitadde camino. Tres columnas motorizadascon tanques y camiones progresaban en

abanico. Los rumores habían estadohablando de una potente concentracióndel cuerpo expedicionario italiano, elCTV, que había intervenido con éxitoapoyando a Franco y a los generales enla reciente batalla de Málaga.Efectivamente, Mussolini quiere ganarla guerra de España. Si Franco y sustropas de élite se estrellan contraMadrid, estrategia a la distancia, con elejército fascista italiano que se haprobado en las guerras coloniales, podráromper el empate.

A mediados de febrero el CTVitaliano dejó las posiciones de Málaga areservas españolas y se movilizó para lo

que habría de ser su operación gloriosa,la ruptura del frente al noreste deMadrid y la toma de la capital. Losexpedicionarios italianos contaban concuatro divisiones blindadas y dos mixtasbajo el mando del general Roatta; 250tanquetas Fiat Ansaldo, 1.300 camiones.

El trabajo de reorganización ha sidomuy serio, pero abunda el exceso deconfianza. La línea de frente queatacarán y que forma parte de la defensaglobal de Madrid está cubierta porposiciones fijas bastante pobres, conalgunos nidos de ametralladoras. Elavance italiano anticipa una ruptura delfrente en Mirabueno y un despliegue por

carreteras y caminos secundarios paraabrirse paso hacia Guadalajara. Dosdivisiones y los cuerpos de artilleríaintervendrán en la acción y se mantienenotras dos en reserva para un segundoempujón; noventa aviones con la misiónde obstaculizar la llegada de refuerzosrepublicanos van a participar en laoperación. La orden del día de Roatta esen extremo eufórica: «Domani aGuadalajara, dopo domani a Alcalá deHenares e tra due giorni a Madrid».

Durante cuarenta minutos un ataquede artillería señala el inicio de laofensiva que se produce en un terrenoenfangado y bajo un frío extremo.

Sorprendentemente, el día 8 fracasala ruptura del frente; las fuerzasrepublicanas se quedan sin municiones yen algunos sectores contraatacan a labayoneta. Se producen repliegues, peroordenados. Pero la presión de la fuerzafascista es tremenda, el segundo día elfrente se rompe. La situación para laRepública es terrible, los refuerzos quese pueden enviar ponen la situación endiez mil contra cincuenta mil.

El mando republicano, que sabe queen esta operación se juega el destinoinmediato de la guerra, envía a susmejores tropas, a las XI y XII BrigadasInternacionales y las divisiones de

Líster, Mera, Galán y Nanetti. Sonfuerzas que se estaban reponiendo decombates, en proceso de reorganizacióny que avanzan por carreteras, bajo lalluvia, la nieve y los bombardeos.

Pese a lo que dice el mito, mi mito,nuestro mito, los internacionales no eraninmunes al desaliento; en los primerosdías del 37, tres docenas de ellos sefueron a Francia. No tenían en España nifamilia, ni cartas, ni nombre, niretaguardia, ni hijos, ni pasado. Sóloseudónimos y los recuerdos de unaguerra terrible que ya no parecía tanromántica como en las primerassemanas.

El día 9 los refuerzos republicanosbuscan el contacto en medio de un fríoterrible, una nieve enfangada. Lukács, almando de los internacionales, ha tenidouna extraña conversación con AldoBarontini, que dirige provisionalmenteel Batallón Garibaldi ante la ausencia desu jefe: ¿Combatirán contra italianos?Desde luego, estamos ansiosos decombatir contra los fascistas.¿Respetarán a los prisioneros? Claro, esmás, los recuperaremos y los uniremosal Garibaldi.

El encuentro se produce en la tardedel 9 en que la XI Brigada Internacionaldesarrolla pequeños ataques para frenar

la velocidad del ataque italiano. GustavRegler escribe: «Todas nuestras batallashabían comenzado de la misma manera,en el caos». La división fascista FiammeNere llega hasta el palacio Ibarra, unaserie de edificaciones en medio delbosque, restos de una posesiónaristocrática y señorial. Bajo su presiónlos alemanes internacionales delbatallón Thaelman se repliegan. En lamañana del 10, en las afueras deBrihuega, los garibaldinos chocan contrala vanguardia de los italianos y hacensus primeros prisioneros.

Está nevando nuevamente en lamañana del 11 de marzo. Por primera

vez en la guerra, la República tienecontrol en el aire, los campos deaviación de los fascistas estáninutilizados por el barro, losrepublicanos que salen de las afueras deMadrid y de Alcalá de Henares puedendespegar sus aviones y hostigar elavance de las columnas blindadasitalianas. El ataque central entreTrijueque y Torija es detenido. El 12 lointentan de nuevo y nuevamente sonfrenados por las tropas republicanas.Hans Beimler señalaba que «entre laderrota y el clima, los estamosdesmoralizando».

Herbert Mathews, el periodista

norteamericano, había visto muchasguerras, y sin embargo no le sorprendióla forma ordenada en que habíancolocado los cadáveres de los soldadositalianos; había un cierto respeto por lamuerte en la manera como estabanapilados frente a la catedral del pueblo.Los obuses de mortero caían con unaregularidad asombrosa, cada mediominuto, el oficial italiano que estabadirigiendo esa batería era de unaprecisión pasmosa, cada treintasegundos. El primer contraataquerepublicano había sido un éxito. ¿Irían aexplotarlo los mandos? En los siguientesdías Mathews vio cómo se detenía la

ofensiva, pensó que era un error, porquepermitía a los desmoralizados italianoscavar trincheras y consolidarposiciones; luego se dio cuenta de queotras dos guerras se estabandesarrollando, una en la que por primeravez en España la Repúblicaaprovechaba la superioridad aérea ydescargaba sobre las cercanías deBrihuega 880 bombas de 250 kilos; yotra más extraña aún, una guerra depalabras.

V

Creo recordar que en aquellastardes, sentados bajo los árboles delSanatorio Español, Carranza me explicóqué estaba haciendo él en el frente deGuadalajara: era algo así como unenlace entre los batallones españoles dela XII Brigada y el Batallón Garibaldi,un enlace que también servía de guíaporque de alguna manera conocía elterreno. Nunca supe muy bien por qué,recuerdo que Carranza no me parecíacastellano sino más bien andaluz, peroel caso es que conocía el territorio, ybuscaba emplazamiento para una batería

skoda cuando vio por primera vez aMalaboca.

Era un italiano pequeño, que parecíauna especie de gnomo, siempre con fríoy que sabía mucho de fútbol. Y, segúnCarranza, tenía un tremendo poder en lalengua, insultaba como nadie, eraincapaz de decir media docena debuenas palabras sin una mala en medio.Tanto es así, que sus compañeros lollamaban Malaboca.

Creo recordar que en los recuerdosde Carranza el pequeño italiano eraapodado Malaboca o Malalengua, quizáporque usó indistintamente los dosnombres. Intento una explicación:

Malaboca por los italianos, Malalenguapor los españoles. Creo recordar que enlos recuerdos de Carranza el italiano sellamaba Piero, era veneciano (y lo séporque Carranza me contó Venecia talcomo habría de verla yo años más tarde,y tal como se la había contadoMalaboca), era zapatero y era o habíasido locutor de radio hasta que losfascistas lo echaron a patadas de unaemisora. Pasó un tiempo en la cárcel yluego se escapó a Suiza, donde viviócon una cantante de coro de operetaespañola, a la que odiabaprofundamente.

¿Cómo sabía todas esas cosas

Carranza de Malaboca, un hombre alque sólo había de conocer durante losdoce días de la batalla de Guadalajara?¿Cómo sabía todas esas cosas y otrasmás que me contó y otras tantas quehabrá olvidado o que yo he perdido enmi triste memoria? Malaboca cantabacuando dormía. Afortunadamente dormíapoco y cantaba muy bajo. Fumaba unospuros horribles que se deshacían almirarlos de tan secos, aunque la lluvia yla humedad inundaban el bosque.Malaboca comía con desesperación y seexplicaba: «Come siempre como sifuera la última vez».

Estaba sentado en un corro exterior

mientras el comisario del batallóninterrogaba a los primeros prisionerosfascistas. Ahí lo vio Carranza. Y luegojuntos se movieron entre los prisionerosy Malaboca sacó de ellos todas lasinformaciones aparentemente inútilesque pudo: el nombre de la madre delcapitán de la segunda compañía, la calleen que vivía el comandante...

Todo eso habría de usarlo en laguerra de palabras.

Detenida la primera ofensiva de lasdivisiones fascistas, con un climaimposible en marzo, pero que produjovarios muertos congelados en lasguardias, entre el 13 y el 18, la

dirección de las BrigadasInternacionales puso en marcha sumaquinaria de propaganda. Luigi Gallo,Teresa Noce, auxiliados por elperiodista y novelista ruso IlyaEhrenburg, y Camen (el periodistaitaliano Giuliano Pajetta) comienzan aproducir folletos, que se imprimían enMadrid y Alcalá de Henares y que alprincipio eran arrojados por los avionesjunto con las bombas.

Regler, que había colaborado en lapropaganda, describiría el cuadrocuando llegaron los primerosmegáfonos. Alguien leía en italiano. Caela nieve, el mensaje en el aire frío, los

polacos a la izquierda del palacete deIbarra instalando las ametralladoras, losfascistas dentro, a la izquierda losgaribaldinos.

«El odio de España caerá sobreustedes. Hermanos italianos, el pueblode España lucha por su libertad.Deserten. Vengan a nosotros, losrecibiremos como a camaradas,nosotros, los hombres del BatallónGaribaldi».

Una bala sacó pedazos de la pared aunos metros de donde estaba Regler.«No está mal como respuesta», se dijo.Un brigadista francés propuso que sedejaran de historias y que se contestara

el fuego. Varios italianos lo acallaron,que siga la propaganda. Lo dicen con uncierto júbilo. Gustav Regler trata deentender este sentimiento. «Habíalágrimas, pero de felicidad, el idioma delos exiliados retornaba, volvían a hablarcon los que no habían querido oírlosaños antes».

Todo sirvió en aquellos primerosdías: panfletos enrollados en torno a unapiedra y arrojados como granadas demano, altavoces, bombardeos aéreos.Llegaron de Alcalá de Henares dosaltavoces y un micrófono; por ellos seleían los comunicados, se reunían corosimprovisados que entonaban La

Internacional o Fratelli nostri.Giuliano Pajetta, en España

conocido como Camen, que terminó sulargo periplo europeo en Mathausen ysobrevivió, era el encargado de losaltavoces; pero ésta era la voz oficial,que leel ma los comunicados enviadospor la sede de las brigadas. Y entoncesentró en acción Malaboca.

A mitad de la noche se habíanacercado las bocinas en todo el frente yde repente, de súbito, comenzó a oírse laBandiera Rossa. Desde Madrid habíallegado una camioneta con dos grandesaltoparlantes en el techo que antes sededicaba a hacer propaganda de un

circo, el coche venía con todo y elanunciante que conservaba el estilo...diez magníficos elefantes, diez... cuandole enseñó a los italianos a usar elsistema.

Malaboca se acercó al comisario yle pidió que le dejara trabajar, que élhabía sido locutor de radio. Durante unrato leyó los comunicados. Luego,comenzó a improvisar.

«—Ríndete, Mariani. Tu mujer es unpoco puta, y no te espera, ya te puso loscuernos con Alfredo el boticario...Leone, maricón, serás capitán, peroabusas de los reclutas… Soldados de lasegunda compañía, si sentís frío no os

preocupéis, el Capitán Barone con gustoos meterá el dedo en el culo, ya lo haceen la retaguardia. Roselli, ¿estás ahí?,¿sigues teniendo pesadillas? Ladrón,marrano, que en el pueblo pesabas demenos la carne. Fascista de mierda,nadie te quiere».

Y estaba desatado, parecía saber losnombres de todos los oficiales ysoldados que estaban en las líneasenemigas, parecía conocer de cada unouna historia terrible. El comisarioBarontini, después de haber asistidodivertido durante un cuarto de hora, seacercó y sugirió con tono de orden.

«Malaboca, lee el comunicado, deja

de insultarlos. Sí sigues así vamos atener que matarlos a todos antes de quese rindan».

Y Piero volverá durante unosminutos a ceñirse al texto, pero habíaalgo más fuerte que él:

«Capitán Pierini, eres un guarro, note lavas nunca. ¿Ése es el ejemplo queos pone Mussolini? Leoni, te llamas a timismo oficial y te sacas los mocos conel dedo enfrente de tus soldados. ¿Tellamas oficial, maricón, y corres cuandote bombardeamos?».

La aparición de Barontini terminócon la fiesta. Al día siguiente seprobarían las defensas fascistas.

«—Piero, vamos a dormir.»—Nosotros, los verdaderos

italianos, los hombres del BatallónGaribaldi, nos despedimos por ahora.Dentro de un rato iremos a verospersonalmente. Y recuerden, perrosfascistas, el capitán Aldo roba las latasde comida», dijo Malaboca; eso o algoasí antes de permitir que un disco quealguien milagrosamente habíaconseguido con La Internacionalcantada en italiano inundara el airehelado del bosque.

Horas más tarde, un comisariopolítico italiano, venido de otra seccióndel frente, le leyó la cartilla a Piero.

VI

El 14 la XI Brigada conquistóTrijueque y obtuvo un enorme botín deguerra. Ese mismo día en la zona delGaribaldi se produjo el primer ataque alpalacio de Ibarra.

Regler, el comisario político de laXII Brigada, estaba preocupado; cuandolas tropas iban a tomar posición en laslíneas de arranque, uno de los abisiniosdel batallón Garibaldi le había hecho elgesto de la cabeza cortada, ese gestouniversal de un dedo extendido querecorre lentamente la garganta. Reglerhabló con el hombre utilizando un

intérprete:«Hay que respetar a los heridos, a

los prisioneros, nada de brutalidad.Nosotros no somos como ellos». Eljoven abisinio asintió.

Cuando empezaron a sonar losacordes de La Internacional en elcamión de los altavoces, los polacoscalaron la bayoneta. Barontini se quejóde la teatralidad del asunto a sucomisario político: «¿Qué es esto, unasesinato con acompañamientomusical?». Regler medió en ladiscusión: «¿Por qué no vamos acombatir con himnos? Si vamos a morirque sea con música». Barontini sugirió

que pusieran a Verdi. Regler le dijo quecomo comisario político estaba deacuerdo, pero que no tenía el disco.

El primer choque es terrible;primero se combate en el bosque, árboltras árbol, avanzando por metros; losfascistas se van replegando lentamente,se llega hasta los edificios; losgaribaldinos van acompañados detanques. La primera ofensiva obliga alos camisas negras a refugiarse en lasedificaciones del palacio.

Por la noche un asturiano lograinfiltrarse y arrojar dentro del palacioun paquete de cartuchos que provoca unatremenda explosión.

Los ecos no han acabado dedisiparse cuando del interior del palaciosurgen los tan oídos a lo largo de estosdías acordes de La Internacional. Noestá nada claro, prosiguen los disparospero el canto continúa. ¿Están cantandolos fascistas? ¿Es una broma? Ladirección del Garibaldi envía a unacomisión a parlamentar encabezada porNunzio Guerrini; cuando se encuentra aunos metros del palacio, un oficial learroja una granada y lo mata. El fascistatrata de huir y lo caza la ametralladoradel tanque que apoyaba a loscomisionados. Los garibaldinos entranen el palacio: están cara a cara con los

fascistas bajo una tremenda tensión. Losdedos en el gatillo, nadie baja las armas,Brignoli interviene, da órdenes a losgaribaldinos de no disparar y a losfascistas de arrojar al suelo las armas.En ese instante la artillería republicana,que no sabe que sus tropas ya estándentro del Ibarra, suelta una salva. Loscañonazos acaban con las indecisiones,los fascistas arrojan al suelo fusiles yametralladoras y son llevados a laretaguardia, los encabeza el cadáver deGuerrini sobre una camilla.

Regler verá pasar a su abisinio, quetrae tres prisioneros atados con unacuerda y se los muestra gozoso.

VII

Entre los días 15 y 18, el frente deGuadalajara se estabilizó, se habíanquemado brutalmente las primerasenergías en la ofensiva y el contragolpe.El empate era una victoria para laRepública, para los internacionales y enparticular para los garibaldinos.

Los medios de prensa de todo elmundo así lo destacaban. Un documentodel alto mando fascista decía: «Hastalas mejores y más valientes tropas tienenalgún cobarde entre ellos. Por lo tantono debemos sorprendernos si haytambién alguno entre nosotros. Pero nos

libraremos de ellos».Roman Karmen, el cineasta

soviético, captura con su cámara a lossoldados del Batallón Líster quitandolas pintadas de «Viva Mussolini» de lasparedes de la aldea de Brihuega. Lossoldados españoles raspancuidadosamente la cal de las paredesblancas.

Ése fue el momento clave de laguerra de palabras.

Y Malaboca leyó durante aquellosdías comunicados oficiales, llamados ala rendición, ofertas de cien pesetas acada desertor y la promesa deincorporarlo si quería al ejército

republicano, llamados a la condición declase de los soldados de las divisionesfascistas; pero cada vez que podía, suáspera lengua tomaba la ofensiva. Lainformación de los prisioneros delIbarra le resultó invaluable. Narró lahistoria de un capitán enemigo que sehabía cagado durante un bombardeo, lasenfermedades venéreas de un oficial desanitarios, los robos de intendencia, lasintimidades de un teniente que no selavaba los pies y tenía un pito de uncentímetro, incluso las historias de unfascista genovés que había venidodirectamente al frente desde la cárcel,donde estaba detenido por ladrón. Lo

suyo era la maledicencia, el chisme y elinsulto. Y era potente. Carranzarecordaba que una vez Malaboca logróarmar un insulto de diez palabras, algoasí como «hijo de tu rastrera, puta,sifilítica, triste y apenada pobre madre».

Carranza creía recordar que en algúnmomento le prohibieron que siguierausando el micrófono del camión delcirco, o que en uno de losdesplazamientos de la compañíagaribaldina el camión se quedó atrás.

VIII

El 18 de marzo se produce laofensiva tan esperada. Es el aniversariode la Comuna de París, los batallonesrepublicanos atacan en todo el frente aunos desmoralizados italianos. La tomade Brihuega por la Brigada delCampesino y el Batallón Comuna deParís de los internacionales es elmomento culminante de lacontraofensiva. Doscientos italianos delejército fascista son capturados.

Se prosigue en un ataque en todo elfrente usando la carretera de Aragóncomo eje. Cuatro o cinco días más tarde

el frente se estabilizará. La batalla deGuadalajara ha terminado con un triunfopara la República.

Mathews encuentra a un grupo deniños muy contentos en Brihuega cuandorevisa las cosas que los italianos hanabandonado, les pregunta que cómoestán:

«Muy contentos, los avionesdestruyeron la escuela».

Carranza contaba que después de labatalla su batallón se incorporó a lasfuerzas de Mera y no volvió a ver aPiero.

IX

¿Existía Malaboca, o era una de esasinvenciones benévolas que el paso deltiempo fragua en la cabeza del queescucha y el que narra? Él, EusebioCarranza, creía recordarlo así y yo lorecuerdo como él lo recordaba. Hecontado varias veces esta historia y deandarla contando, mejorando, afinando,artes de narrador oral, recursos dehistoriador que reencuentra en lecturaselementos que van dando atmósfera, lahistoria se ha armado tal como se hacontado unos párrafos antes.

En el 74, decidí buscar a Carranza y

escribir la historia de Malaboca, peroEusebio Carranza había desaparecido.No lo había vuelto a ver después delnacimiento de mi hermano. Creo quetodo se reunió en la memoria, las ganasde contar y el deseo de encontrarlo,cuando se produjo el nacimiento de mihija Marina y aproveché para hurgar enlos archivos durante una maravillosaestancia en aquellos pabellones, cuandoPaloma y yo íbamos todos los días a vera nuestra hija a la sala de incubadoras.No fue tarea fácil a pesar de que yomantenía buenas relaciones con elsindicato de trabajadores del sanatorio,del que había sido colaborador.

Carranza, Eusebio, no existía. Noaparecía su nombre ni su ficha ni suenfermedad. Nadie sabía si habíamuerto, se había fugado, se habíacurado. Finalmente encontré unexpediente en el archivo central queparecía coincidir: un hombre llamadoArturo Carranza se había tratado de unatuberculosis profunda durante el 65, dejunio a septiembre y no más. Ni siquieraestaba claro por qué lo habían dado dealta.

Años más tarde, suponiendo queCarranza había sido comunista, preguntépor él a mi viejo amigo Juan Ambou. Elmundo del exilio español en México es

enorme y diminuto; una especie defamilia de amores y de enconos, en laque todos saben las pequeñas y lasgrandes historias y casi todos seconocen aunque pretenden que no.Curiosamente Ambou no sabía nada. Mesugirió que preguntara a los anarquistas,que a lo mejor era un hombre de labrigada de Cipriano Mera. Seguíindagando de esa manera descuidadacon que los libros se van haciendocamino. Nada.

En el 88, Silverio Cañada, que mequiere mucho, me mandó desde Españala excelente obra de García Durán sobrelas fuentes para el estudio de la Guerra

Civil Española. Me abrió una serie denuevas puertas.

El archivo del centro de estudiosPiero Gobetti en Turín había estadorealizando hacia mitad de los añossetenta una serie de entrevistas concombatientes italianos de las brigadas,en particular garibaldinos, y con otrosantifascistas que habían combatido enEspaña dentro de formacionesanarquistas en batallones de línearepublicanos. Mi padre recogió para míun resumen de estas primeras entrevistasen el 76, cuando asistió en Italia a laBienal de Venecia. Revisecuidadosamente el material. Ni

Malaboca, ni Malalengua, como lollamaban los españoles, ni ningún Pieroveneciano y zapatero.

Probé en el Archivo Histórico deSalamanca, pero no existía ningunanómina del Batallón Garibaldi. Revisela amplia bibliografía que existe sobrela batalla y encontré registros de laguerra de las bocinas y los megáfonos,pero nada respecto a la soez lengua dePiero. Renuncié durante un tiempo,

Años más tarde, durante una estanciaen Roma me presenté en la AssociazioneItaliana Combatenti VolontariAntifascisti di Spagna, donde tienen unimportante archivo de notas biográficas

de combatientes. Revisé algunas con mipobre italiano de turista turco sinresultado.

La única clave la encontré años mástarde en unos metros de película en elarchivo Gaumont en París. Se trata detreinta y siete metros de material,enlistado erróneamente como Sur leFront de Madrid y que contiene un parde escenas de combates durante laofensiva de Guadalajara. Hacia el final,se puede ver un camión con dos grandesaltavoces en el techo, casi clavado enuna trinchera. Un hombre de narizafilada, pequeño, pelo escaso y rizado ysonrisa maligna, habla. Está vestido con

una chaqueta forrada y tiene las pernerasdel pantalón envueltas en trapos, comosi hubiera fabricado unas polainas. Hiceque me pasaran el fragmento mediadocena de veces. Estaba seguro de quese trataba de Malaboca. Sostenía elmicrófono como sin darle importancia,como si estuviera habituado a ello, y nocon la fuerza del que no sabe hacerlo ynecesita de los gestos para el discurso,porque tiene que concentrarse para ver asus supuestos oyentes. Era él.

Han pasado sesenta años desde quemi abuelo Adolfo Maojo murió en elmar y un poco más desde que se produjola batalla de Guadalajara, y treinta y dos

desde que Eusebio me contó por primeravez la historia de Piero Malaboca.Antes de ponerme a escribir dudo porencima de lo habitual, más allá de laduda de la costumbre. Arcángeles habráde ser un libro de historias de lahistoria, y ésta suena en exceso afantasía. Sin embargo, me siento alordenador y tecleo, reúno a Malochio yMalaboca, mis italianos fundacionales,de los que he heredado el amor por elcontrabando y las malas palabras. Narrosus historias, que son las mías.

Lo que aquí se cuenta es muy bellopara ser mentira.

El hombre de loslentes oscuros que

mira al cielo se llamaDomingo y se llama

Raúl

Porque una revolución es unaenorme experiencia, unaaventura del corazón.

Ryszard Kapuscinski

I

Hay una imagen muy peculiar queilustra casi todos los artículos que hevisto publicados en Cuba sobre RaúlDíaz Argüelles; una fotografía que reúne

un doble encanto: por un lado resultafiel a la dureza del personaje y de lostiempos que estaba viviendo, por otroparece recoger un cierto candor en elrostro, que, contradictoriamente, tienerigurosamente cubiertos los ojos y lascejas por unos lentes oscuros. El hombrese encuentra a medio camino de estarretando el aire que respira y estaragradeciendo al destino por encontrarseen ese lugar y en ese preciso momento.Pero su gesto parece ir más allá delaeropuerto en que lo sabemos, parapercibir los aromas de la selva, losolores de la guerra.

Existe una segunda versión de la

fotografía, de la que la primera es sólouna ampliación, en la que se descubrenjunto al coronel Díaz Argüelles otrosdos oficiales del ejército cubano. Lostres están armados con riflesautomáticos, visten uniforme decamuflaje y miran algo que se encuentraarriba y a la izquierda del fotógrafo;parecen estar de buen humor, como sipuntualmente se estuviera cumpliendouna cita.

Yo a mi vez estoy tratando de iniciaruna cita con ellos, especialmente con elhombre de los lentes oscuros, al que envida nunca conocí. Una cita que tieneque ver con la curiosidad, con mis

obsesiones por la historia, con unaexploración sobre la cualidad de loshéroes.

Durante treinta y un meses he estadopersiguiendo a Raúl Díaz Argüelles enrecortes de artículos de periódico, enfotocopias deslavadas, en escondrijosdonde se ha ocultado dentro de libroscasi inconseguibles. Una historia comola suya debería dejar inevitablemente unrastro de papeles, un sendero de letrasimpresas públicas; pero en este caso losvelos de los misterios de Estado, de laactividad clandestina, de los viajes conpasaporte falso y destino cambiado,hacen que la huella de Díaz Argüelles se

vuelva un reto para el mejor rastreadorapache.

Es cierto, aparecen aquí y allámateriales donde se recogen pedazos deuna aventura vital y política que lo llevódel seno de una familia acomodada quevivía en los alrededores de La Habanaen la década de los años cincuenta,durante los días previos a la Revolucióncubana, a un camino en medio de laselva, a unos pocos kilómetros delpoblado de Evo, en Angola, donde ahorase desangra con las piernas cortadas porlas esquirlas metálicas que arrojó laexplosión de una mina.

Seguir este camino no ha sido fácil.

Obviamente no para él. Fácil hubierasido terminar la carrera de ingeniero,entrar y salir todos los días delanonimato, vivir en Connecticut casadocon una gringa. Para mí ha sido unapequeña e intranscendente carrera deobstáculos, en la que se me cruzaron: undespido de la revista que dirigía, unanovela policíaca, la boda de unhermano, la respuesta popular ante elenésimo fraude electoral del PRI, unamicroguerra contra la burocraciauniversitaria, un viaje, centenares dedudas.

Ahora tengo sobre la mesa los datosmás o menos escuetos con los que

reconstruir una biografía: fechas,lugares, anécdotas sueltas, algunas fotos,referencias cruzadas contradictorias,nombres de amigos, compañeros,enemigos; historias chiquitas(chiquiticas, como dirían los cubanos)dentro de las grandes historias de losúltimos treinta años; historias de su hija,recuerdos de otros, rumores recogidospor colegas, todo un arsenal que nopuedo acabar de hacer mío.

Y me pongo a escribir bajo elembrujo de la foto del hombre de loslentes oscuros, convencido de que nolograré arrancar al personaje del aire,del sutil aire del rumor y la leyenda

popular en que se encuentra, paraponerlo en el papel

La Revolución cubana lanzó a losaires del siglo XX la tremenda novelasin ficción del Che Guevara, pero allado del Che decenas de nuevospersonajes recorrieron caminossimilares, casi paralelos, buscandoremodelar el planeta a ritmo deametralladora. Raúl Díaz Argüelles,quien a lo largo de varios momentos desu historia se llamará Domingos daSilva, es uno de ellos, y esta historia,que va a tratar de ser contada a través deun laberinto, pretende ser su historia.

II

Se moría muy fácil en La Habana en1956, los cuerpos quedaban en la calletendidos, desgarrados; como muestra delo que a los otros, a los supervivientesopositores clandestinos, les podíasuceder. Ahí se quedaban eternamenteatrapados en la fotografía los rostrosdesencajados, deshumanizados,endiabladamente jóvenes de losmuertos; mirando a ninguna parte, consus camisas de mangas cortas a cuadrosperforadas, sus bigotes apenasesbozados manchados de sangre, losrostros desfigurados, la carne partida.

La dictadura de Batista no sóloasesinaba, quería dejar la huella, laseñal de aviso en el cadáver arrojado albasurero, en el muerto aparecido en elMalecón o en el parque; pero la sangretenía una sorprendente capacidad deconvocatoria. Los huecos de los jóvenesdesaparecidos se rellenaban con otrosmuchachos aún más jóvenes. Mientras elMovimiento 26 de julio cocinaba en elexilio la invasión, desde la Universidadde La Habana el DirectorioRevolucionario estaba organizando unaguerra urbana paralela contra ladictadura. Cuando se repasan laspáginas de la mejor crónica de 1956,

Sucedió hace 20 años de Rolando PérezBetancourt, las historias de losmuchachos muertos se mezclan con lasimágenes de las manifestaciones quesalen de la universidad a encontrarserostro a rostro con la policía; lashistorias que evocan el humo de lasperseguidoras (las patrullas policíacas)ardiendo se cruzan con las noticias defraudes electorales; las crónicas de lasagrias discusiones sobre lo ofensiva queresultaba para Cuba la películaSantiago de la Warner Brothers semezclan con historias blancas decantantes negros de boleros. Música defondo para la guerra por venir.

Un año antes del desembarco delGranma y el inicio de la revolucióndeclarada desde las montañas, unadolescente de cejas espesas y caracuadrada, tez muy blanca y constituciónrobusta, se suma a los gruposestudiantiles que están haciendo laoposición callejera contra Batista. Sesabe que su familia tiene dinero y queantes de ingresar a la Universidad de LaHabana estudió en Tennessee, en laRiverside Military Academy. Pareceque poco daño pudo hacer en sus ideasla influencia de una formaciónmilitarista e imperial, contrapesada porlas ideas de sus padres, Raúl y María,

que estuvieron activos en la revoluciónantimachadista del 33. Peroposiblemente, mucho más que lainfluencia familiar, lo que pesa sobre eladolescente Raúl es el país. Y le pesaen el lado bueno de la espalda. Larebelión moral de la juventud contra elfraude, el cinismo, el abuso de poder, lacorrupción.

A los dieciocho años, Raúl sevincula a un grupo de dirigentesestudiantiles encabezado por JoséAntonio Echeverría y FructuosoRodríguez, quienes son las figurascentrales de la rebelión juvenil.Valientes, osados; jóvenes de gestos

sorprendentes que avanzan hacia loscercos policíacos caminando y con unacorona de flores en las manos por todaarma, oradores trepidantes en la colinauniversitaria; jóvenes que muestranorgullosos sus heridas de bala (JoséAntonio Echeverría tres veces en unaño, y aún así va el primero caminandoen las manifestaciones) y responden conuna retórica moral de cristianosprimitivos. Raúl se contagia del airemágico que rodea a los cuadros de laFederación Estudiantil Universitaria yse une a ellos. En agosto de 1955interviene en la preparación de unfrustrado ataque al palacio Presidencial

que culmina con el descubrimiento porla policía de un arsenal en Santa Marta yLindero. Una aventura queafortunadamente no tiene consecuenciaspara él, aunque le cuesta sus primerosdías de angustioso encierro clandestinoa la espera de la orden de acción que nollega.

En los últimos días de noviembre ylos primeros de diciembre de 1955, losdirigentes de la FEU dan nacimiento alDirectorio Revolucionario. Raúl es unode los miembros del grupo.Paralelamente se matricula en launiversidad en la carrera de ingenieríacivil; forma parte de un grupo conocido

en el ambiente universitario como «loscomecandelas». El 2 de diciembreparticipa en un tiroteo entre estudiantesy policías, tira plomo, pone bombas enel cuartel de la Lisa e incluso se diceque participa en un atentado frustradocontra Batista en Avenida 31 y Calle 30,en Marianao, del que apenas si haynoticias.

Raúl Díaz Argüelles llega al añomágico, 1956, con la inercia delcombate callejero estudiantil, la rabiade los primeros compañeros muertos, laeuforia de la calle, la tristeza de losentierros. Es hijo de una época caliente,ciudadano de una capital donde se

muere fácilmente, joven.La policía pronto identificará a este

joven de diecinueve años (nacido el 14de septiembre de 1936), al que detienevarias veces. En diciembre de 1956 selibra una orden de captura contra élacusándolo (falsamente, lástima, tanorgulloso que se hubiera sentido Raúl deser cierta la acusación) de haberparticipado en el atentado en el quepierde la vida un coronel torturador dela policía llamado Blanco Rico.

Existe una ficha policíaca de juniode ese año en la que bajo el número20234 aparece un jovencito muy orejón,del que se dice mide 1,76, de cejas muy

pobladas, mirada apacible, ni siquieraretadora, sólo tranquila. Ésa es lamaldición de los retratos de fines de losaños cincuenta, que parece que larevolución sea un proyecto de jóvenesorejones. La moda, los cortes de peloque no respetan patillas y que se elevanhaciendo arco en la sien uniforman a losrebeldes, con esos rostros cándidos,persistentemente adolescentes. Prontobarbas y melenas serranas cambiarán laapariencia.

Una brevísima trayectoria deestudiante y de revolucionario se trunca.Bajo persecución de la policía, RaúlDíaz Argüelles se ve obligado a partir

al exilio, en los mismos días en que elGranma, haciendo el camino inverso,desembarca en las costas de Oriente conochenta y dos jóvenes dirigidos por unjoven abogado llamado Fidel Castro yentre los que se encuentran un aprendizde sastre llamado Camilo Cienfuegos yun joven médico argentino llamadoErnesto Guevara, y se inicia la etapaguerrillera de la revolución.

En aquellos meses, para todos estosjóvenes revolucionarios profesionales,el exilio en Estados Unidos es un brevemomento de paso, en el que semalcomen hamburguesas de segunda, seduerme en el suelo en casas

sobrepobladas de amigos y conocidosocasionales, se medita en los parques encompañía de borrachos sin nombre,mientras se realizan labores para laorganización, levantando colectas,comprando armas, entrenandomilitarmente, reclutando nuevosmilitantes en las colonias cubanas deNueva York, Tampa o Miami, se duermepoco y se sueña mucho.

Las crónicas de años posterioressitúan a Díaz Argüelles en Cuba amediados del 57. Ya se han producidolos combates del Uvero en la sierraMaestra y la guerrilla de Fidel seconsolida, el Directorio ha fracasado en

el asalto a palacio donde se pretendíaejecutar a Batista y ha perdido, en loscombates y la represión posterior, amuchos de sus mejores cuadros (entreellos a Echeverría y Fructuoso). El pesosobre la espalda crece para estemuchacho que todavía no ha cumplidoveintiún años. Se dice que él es el autordel atentado que se produce en el CanalCuatro de televisión en el mes de julio,cuando un joven penetra pistola en manoen los estudios y dispara contra ellocutor batistiano Luis Martínez.

Otras narraciones cuentan laincreíble hazaña del aterrizaje en la víaMonumental de un avión cargado de

armas procedente de Miami. Unahistoria que corre por La Habanamovida por la mejor cadena informativaen época de censura, el rumor popular, yque dice que el joven Díaz Argüelles hatraído desde el extranjero un cargamentode fusiles y que al tener que aterrizar deemergencia, qué bárbaro, lo hizo en lacarretera, qué salvaje, y al verserodeado por la policía, se vio obligadoa incendiar el avión para que no cayeraen manos de la dictadura, pero que anteslas armas habían sido repartidas entrelos militantes del Directorio.

Tras el escándalo del aterrizaje, lapolicía enloquecida detiene a muchas

personas. Díaz Argüelles no está entrelos capturados. Nadie podrá contarmecómo se fugó; pero sé que primero seesconde en el poblado de Jamaica, yluego pasa un mes en la capital tratandode contactar infructuosamente con losrestos de la organización. Al fin,desesperado, se da por vencido yembarca clandestinamente en elVeramar, un carguero, que lo conducenuevamente a Estados Unidos.

En enero de 1958 el Directorioculmina un proceso de reorganizacióndesde el exilio; el Movimiento 26 deJulio, a su vez, inicia la organización desu segundo frente guerrillero en la

provincia de Oriente, la dictadura haperdido la iniciativa militar. Raúl seencuentra en Miami colaborando en lapreparación de una nueva expedición,esta vez por mar, en la que viajarán ungrupo de combatientes claves del DR(buena parte de su dirección nacional) yuna importante cantidad de armas. Eldestino de los expedicionarios y sucarga es doble: abrir un nuevo frenteguerrillero en la sierra del Escambray,en el centro de la isla, y fortalecer laorganización clandestina en La Habana.En la última noche de enero del 58,dieciséis militantes del Directorio searracimaron en el yate Scapade junto

con una considerable cantidad defusiles. Los acompañaban un marino queejercía de capitán y una muchacha quetendría que aparecer en la cubierta parasimular un viaje de placer.

Con el timón averiado a las pocashoras de travesía, una parte de losexpedicionarios enfermos y teniendo quedormir a la intemperie, el viaje se iniciócon malos augurios. Los combatientesdel DR se encontraban angustiados porlos registros que la policíanorteamericana había hecho en losúltimos días y en los que habían caídodetenidos algunos compañeros ypensaban que los gringos podían haber

advertido a la dictadura. En esasdeplorables condiciones, losexpedicionarios del Scapade llegaron ala isla Andros, una posesión inglesa enel Caribe, donde trataron de conseguircombustible. Tras haber sufrido unainspección de funcionarios británicosque no descubrió las armas, partieron loantes posible y pasaron días a la derivahasta encontrar su supuesto punto de citaen el Cayo Racoon, dondeaparentemente no los estaban esperando.Agotados, sin comida y sin agua,pasaron un par de días hasta quemágicamente apareció en el cayo elenlace del DR, Gustavo Machín, un

hombre cuyo destino habría de quedaremparentado desde entonces con el deRaúl Díaz Argüelles.

Machín llevó a los expedicionariosen la goleta San Rafael hasta el cayo deBallenato Grande, donde nuevamentetransbordaron, esta vez a un yate queportaba el premonitorio nombre de Ya loven, que los llevó a la costa cubana paradesembarcar en Nuevitas, donde losmilitantes del DR se separaron. Ungrupo cruzó la isla y subió hacia elEscambray; el otro, en el que viajabaRaúl Díaz Argüelles con Alberto Moray Julio García Oliveras, se dirigió conlas armas restantes hacia La Habana.

Era el 8 de febrero de 1958.

III

¿A qué velocidad puede envejecerun joven de veintiún años mientras susamigos mueren a su lado? ¿Cómo sedesarrolla la imaginación bajo laconstante presencia del miedo? ¿Cuál esla frontera entre el valor y la locura?¿Cómo se impide que la continuapresencia de la muerte no se vuelva unainvitación a acompañarladefinitivamente? ¿Cómo puede estar unoenamorado de una ciudad que es almismo tiempo tu cobijo y tu apoyo, tuhermana y compañera; pero que tambiénes la trampa que se cierra en torno a tu

cuello?Durante esos meses del inicio de

1958 en que Raúl actúa en La Habana,se produce la derrota de la huelgageneral de abril y la gran contraofensivabatistiana contra la sierra Maestra, quehabrá de acabar en una debacle para elejército de la dictadura. Raúl participaactivamente en los combates callejerosde la huelga de abril; sorprendido en lacalle Santa Catalina en uno de los díasdel movimiento huelguístico por fuerzasde la policía y el SIM, protagoniza unespectacular escape en un coche.

El costo de la lucha urbana enaquellos meses es muy alto para los

cuadros del Movimiento 26 de julio y elDirectorio Revolucionario, decenas demuertos y detenidos. Los que sobrevivensienten que les están pisando la sombra.El 23 de junio de 1958 Eduardo GarcíaLavanderos, uno de los dirigentes delDirectorio y jefe de las acciones en lacapital, es descubierto en La Habana ycae muerto en una tintorería mientrascombate contra agentes del Servicio deInteligencia Militar. Raúl DíazArgüelles es nombrado en su sustituciónjefe de acción del DR en la capital.

Un jefe de acción es un hombre quedecide cómo y dónde se golpea alenemigo, alguien que pone el ejemplo en

el combate callejero, que ordena que sedispare al policía o se pongan lasbombas, se incendien los automóviles ose sabotee la instalación eléctrica; es unhombre que cree que lo que estáhaciendo justifica plenamente las viudasy los huérfanos que la lucha va creando,que es válido mandar al combate, y porlo tanto a veces a la muerte, la cárcel ola tortura, a jóvenes como él en nombrede la sagrada causa que profesa. Bajoesas tres palabras, jefe de acción, seoculta no sólo la obligación de apelar alos más recónditos recursos de arrojoescondidos en el fondo de su alma, sinotambién la necesidad de asimilar la

tremenda responsabilidad de enviar aotros a morir. En aquellos días, en LaHabana, se duerme poco; los sueños aveces se vuelven pesadillas.

Y es precisamente durante esosmeses que se construye una amistadprofunda entre Díaz Argüelles y MachínHoed, quienes conviven estrechamenteen las difíciles condiciones de laclandestinidad. El 13 de junio del 58,mientras se encuentra reunida ladirección del Directorio en las calles 19y 24 del barrio de El Vedado, losjóvenes son informados de que elsenador batistiano Santiago Rey, exministro del Interior de la dictadura,

visitará pocas horas después unconsultorio médico situado en L y 25.Sin pensarlo demasiado, Gustavo y Raúlabandonan la reunión y se van a lacacería, lo encuentran y abren fuego.Rey es alcanzado por las balas, pero tansólo queda herido.

Un pequeño éxito, pero los cuadrosdel Directorio en La Habana han sidoatrapados en la vorágine del combatedesesperanzado. Con la organizaciónmermada por la represión, con buenaparte de su base social desarticulada, seniegan a replegarse. Hay un mucho delocura entre los cuadros del DR tras laderrota del asalto a palacio, una buena

dosis de pensamiento suicida, deimposibilidad de detenerse, porquesobre sus espaldas pesa la memoria delos amigos muertos.

Entre acción y acción suicida,interminables horas de encierro en casasprestadas, dependiendo de la fidelidad yla resistencia a la tortura de loscontactos periféricos, los aliadoscasuales, los amigos. Ahí se viven todoslos riesgos. No se tiene la guerra abiertaque goza el guerrillero de la sierra, nose cuenta con los grandes espaciosurbanos del dirigente de masas, ni laprotección de los movimientos sociales.Hace falta una muy especial fibra

humana para resistir la tensión, Raúl,con sus veintidós años, parece tenerla.Cuando los recursos ideológicos seacaban apela a «un sentido del humormuy negro». A través de la broma cuidade la moral de todo el grupo.

Siguen días de persecuciones, decasas a las que ya no se puede ir adormir, porque sus habitantes han sidocapturados y torturados, de solidaridadpopular que salva en el último instanteal combatiente en fuga, de noches sindescanso, de reuniones suspendidasabruptamente, de citas que a veces unade las partes no puede cumplir. Deatentados fallidos por falta de

infraestructura o preparación, como elque Gustavo y Raúl intentan contra elsenador Amadeo López Castro.

En estas condiciones, ambosmilitantes son llamados por la direccióndel DR-13 para que suban alEscambray. Por un lado están muyquemados, y las condiciones de laacción clandestina en La Habana sonmuy peligrosas para ambos; por otro elDR está reconstruyéndose en la sierra ytratando de superar el fraccionalismo deuno de sus sectores que se hasubordinado a grupos politiqueros delexilio.

El 10 de julio Raúl Díaz Argüelles

asiste a una cita en las calles 21 y B enel barrio de El Vedado. Va aentrevistarse con Pedro Martínez Brito yTato Rodríguez. La policía tienevigilada la zona. Para escaparse delcerco, Raúl Díaz Argüelles tiene quelanzarse desde un tercer piso y sefractura un tobillo. Un policía le disparadesde arriba, se reincorpora y se escapaen medio de los balazos ante el asombrode los vecinos. En 19 y C coge un taxi yse escabulle. La casualidad es lacondición de la supervivencia.

Imposible subir a la sierra en estascondiciones. Gustavo lo cuida y loayuda a refugiarse en la embajada de

Brasil, el 20 de julio; donde solicitatemporalmente asilo. La herida de lapierna empeora. Se toma la decisión deoperarlo. El doctor Willy Barrientos lohace. La operación tiene que realizarsesin recursos técnicos, con el agravantede que la anestesia no actúa comodebiera.

Díaz Argüelles obtendría de aquellaexperiencia dos cosas, una cojerapermanente que lo acompañaría losrestantes años de su vida y una novia,Mariana Ramírez Corría, hija de unneurocirujano y amiga de infancia deMachín Hoed, la que se suma en esosdías al Directorio.

Los jóvenes abandonan la embajaday se hunden en la clandestinidadhabanera. Mucho sudor helado en laespalda, muchos miedos terribles;mucha sangre fría para combatir en unaciudad enemiga, donde el coche quepasa puede esconder al torturador y elhombre que sonríe al delator; donde lavuelta a la esquina puede ser el prólogode un viaje a la nada. El reducido grupode acción del Directorio continúahostigando a las fuerzas policíacas de ladictadura en la capital. Desde la sierraMaestra se despliega la lucha armada,son ahora muchos los frentesguerrilleros y el ejército batistiano se

encuentra a la defensiva. El dictadortrata de legitimar su situación con laselecciones de noviembre, RadioRebelde llama al boicot. Raúl yGustavo, rebautizados como comandonúmero 1 del DR en La Habana,preparan un ataque contra la estación depolicía número 15, haciéndolo coincidircon las elecciones, pero tienen queaplazarlo porque los policías estánacuartelados.

Armados con ametralladorasThompson y desde un automóvil, el 7 denoviembre a las seis de la tarde atacanla estación. Al paso del coche, lasráfagas de la Thompson saliendo de la

ventanilla ametrallan a los policías quese encuentran ante la puerta de laestación. Quedan siete policías muertosy cuatro heridos. Sobre los cadáveres,Raúl y Gustavo arrojan un cartelfirmado por el recién nacido a la sangrecomando número 1; luego huyenpeliculescamente por las calles de LaHabana.

A escondidas, ese jovencito al queapenas le sale un bigote decente le cantaa Mariana una canción prohibida por ladictadura. Una inocente canciónranchera mexicana de Cuco Sánchez, Lacama de piedra. Una canción que entreotras muchas cosas dice: «El día en que

a mí me maten que sea de cinco balazos,y estar cerquita de ti, para morir en tusbrazos». Y que redice: «Por caja quieroun sarape, por cruz mis dobles cananas,y escriban sobre mi tumba, mi últimoadiós con mis balas». Se moría muchoen aquellos días en La Habana, y losjóvenes revolucionarios seemparentaban con las viejas cancionesmexicanas en el culto de la muertesonriente.

La dirección del DR los invitanuevamente a subir a la sierra. Lallegada de las fuerzas de la columna 8del ejército rebelde comandada por elChe Guevara al Escambray parece abrir

una coyuntura de aceleradas operacionesmilitares. Faure Chomón, al mando delas fuerzas del Directorio en la sierra,quiere tener a sus mejores cuadrosmilitares en las montañas. Raúl yGustavo preparan una vía de ascenso ala base guerrillera del Escambray,viajan de La Habana al sanatorio deenfermos mentales de El Cotorro dondeserían recogidos un día después para serllevados a la sierra. La operación estádiseñada de tal manera que uno de ellostiene que hacerse pasar por loco.

Díaz Argüelles, en versión delperiodista Reyes Trejo, cuenta su difícilpaso por la locura: «Lo del sanatorio

estaba hablado ya y Tavo era el loqueromío. Pero allá entre los locos tuveproblemas. La enfermera entra en elcuarto en el que estoy y me pregunta minombre, pero yo no sabía el nombre queestaba usando, el que lo sabía era Tavo.Entonces ella comienza a hablarme y seacerca a una funda de violín quehabíamos llevado donde traíamos unaametralladora y dice: Mira qué buenoque sabe tocar el violín y todo, y se tiraa coger la caja aquella y yo doy un saltotremendo y me le interpongo. Laenfermera pensó que yo estaba loco deverdad. Pero yo tuve problemas con loslocos de verdad y le dije a Tavo: Mira,

yo no hago más de loco, ahora te toca ati».

Salen del sanatorio y se venobligados a volver a La Habana, dondese vuelve a montar la operación.Finalmente disfrazados de chóferesllegan hasta el Escambray.

IV

El aire de las montañas no es comoel de La Habana, aquí los frentes estánrelativamente definidos, la hamacadonde uno duerme se balancea en labrisa y aunque puede venir un avión abombardear, hiriendo a una vaca,cubriendo de metralla las palmeras,perforando la olla en la que se estabahaciendo la comida o destrozándote unapierna con una bala explosiva, aun asíhay una propiedad del territorio, un estarentre fusiles amigos, una sensacióncreciente de poder, que los callejonesde La Habana vieja ya no ofrecen. Puede

ser que se despierte en sobresalto, quelas manos suden, que la piel se erice porel miedo, pero más tendrá que ver con lamemoria, con los miedos de la luchaclandestina ocultos en la columnavertebral, con los permanentes temores ala captura, la tortura y la muerte.

Díaz Argüelles se encuentra unasierra del Escambray en manos de losrebeldes. El último ataque batistiano ala zona liberada a principios dediciembre ha culminado en desastre parael ejército, el Che Guevara y sus aliadosplanean ahora la próxima ofensiva,coincidente con el ataque sobre lacapital oriental que Fidel organiza desde

la Sierra Maestra. La alianza entre lasfuerzas del 26 de julio y la guerrilla delDirectorio ha culminado en el Pacto delPedrero, un proyecto de acción conjuntaque se respeta fielmente por ambaspartes, y los rebeldes tienen los ánimosen el cielo y están dispuestos a comerseentera a la provincia de Las Villas.

El 10 de diciembre de 1958 lasfuerzas del Directorio reciben delmando conjunto que ejerce el CheGuevara la orden de tomar la poblaciónde Báez en las estribaciones delEscambray, en una acción que formaparte del hostigamiento sobre lacarretera central y las guarniciones que

rodean la ciudad de Santa Clara. Ésteserá el primer combate en que intervieneDíaz Argüelles. El ataque no essangriento, la guarnición se encierra enel cuartel mientras los rebeldes ocupanla ciudad.

Cinco días más tarde el Che inicia laofensiva final sobre Santa Clara con elataque a la ciudad de Fomento y sesentay una horas después de la rendición deesa guarnición y ante la pasividad de losmandos batistianos, que no se atreven acombatir a los rebeldes al descubierto,ordena una doble acción sobre laspoblaciones de Cabaiguán y Guayos, aun poco más de sesenta kilómetros al

este de Santa Clara. Cinco de suspelotones intervienen en el combate,entre ellos uno de las fuerzas delDirectorio en que se encuentra RaúlDíaz Argüelles. En el combate deCabaiguán el Che resulta herido al saltarde una azotea. El ejército sufre variasbajas y noventa soldados caenprisioneros. La velocidad de la ofensivade los rebeldes es tremenda, ya no seopera como en las viejas condiciones dela sierra, en las que se atacaba alenemigo y la guerrilla se replegaba. Elejército rebelde desarrolla una guerra develoces movimientos atacando lasposiciones enemigas una por una y sin

darles tiempo a reponerse. A pesar de ladiferencia numérica, ampliamentefavorable a las fuerzas batistianas, arazón de ocho a uno, son los rebeldeslos que mantienen la ofensiva, decidendónde y cuándo golpear, dominan elterritorio. El principio del fin seencuentra cerca.

Dos horas después de la toma deCabaiguán, las fuerzas del Che inician laguerra en la ciudad de Placetas, elúltimo obstáculo sobre la carreteracentral que los separa de Santa Clara.En el ataque, que se realiza conpelotones de combatientes que no hantenido descanso en tres días, interviene

la fuerza del Directorio que dirige FaureChomón y en la que participa DíazArgüelles. Unos ciento cincuentasoldados se encuentran acuartelados enla población, los rebeldes no son más deun centenar pero con un fuerte apoyopopular volcado en las calles. Elenfrentamiento se inicia a las cuatro dela madrugada y horas más tarde laguarnición se rinde. Cinco días mástarde se inicia la batalla por SantaClara. Díaz Argüelles no participa enella. Se ha unido a una de las columnasdel DR que simultáneamente al ataquesobre Santa Clara se ocupará de tomarla pequeña ciudad de Trinidad.

Setenta y ocho hombres tiene FaureChomón para combatir a los 329soldados que custodian Trinidad. Losrebeldes pelean a cuerpo descubierto yobligan a los soldados a replegarse a loscuarteles aunque a costa de perder acuatro de sus combatientes. En horas, laciudad está en manos de losrevolucionarios.

El 2 de enero de 1959, Raúl DíazArgüelles, estrenando el grado decapitán del ejército rebelde, marcha a lacabeza de una columna del DR queavanza sobre La Habana. La dictadurabatistiana se ha desmoronado.

V

¿Qué piensa este capitán deveintidós años mientras el júbilopopular lo desborda, lo zarandea, loenloquece, lo persigue? ¿Hasta quépunto entiende los alcances de larevolución que él y otros como él hanhecho y que ahora verdaderamente seestá iniciando? ¿Con quién se encuentracomprometido? ¿Qué va más allá de loslazos de sangre que ha creado con sugeneración de estudiantes en la luchacontra Batista? ¿Dónde y cómo se haformado su pensamiento social? ¿Quéimágenes se le han quedado para

siempre en la retina? ¿Qué frases se lehan grabado en la cabeza para nunca irsedel pensamiento? ¿Sabe que larevolución apenas está empezando y quese aproximan meses de una tremendaguerra política, de desgarramientosinternos, de agresiones norteamericanas,de penurias económicas? ¿Qué piensaeste muchacho mientras la fiesta de laliberación lo emborracha y las mujereslo besan, y los viejos le palmean laespalda y los niños rodean el jeep queavanza hacia La Habana?

Poco material escrito ha circuladosobre la biografía pública de Raúl DíazArgüelles en los primeros años de la

Revolución cubana. Se sabe que trabajócomo jefe del recién creadoDepartamento Técnico deInvestigaciones de la Policía NacionalRevolucionaria desde muy temprano, enel año 1959. ¿Qué sabe él del trabajopolicíaco? ¿Se encuentra listo paraenfrentar una de las ciudadessubterráneas más duras del mundo? ¿Unambiente criminal que permaneceprácticamente intocado por el procesorevolucionario? Millares de prostitutas,juego organizado, mafia de la droga,gangsterismo, bandas de ladrones... A laoficina donde trabaja y duerme lleganextraños personajes con trajes blancos

de tres piezas y sobres con dinero,ofertas de cocaína, promesas desobresueldos, mujeres gratis. Elsubmundo habanero está acostumbrado anegociar con la policía, ¿por qué habríade dejar de hacerlo? ¿Quiénes son estosmuchachos imberbes que rechazancoimas, no cobran salario porque aún sudepartamento no se ha organizado y learrojan al ganstercillo el sobre condinero a la cara? ¿De dónde han salido?El Departamento Técnico adquiere famade implacable, desmontaorganizaciones, detiene en redadascontinuas a jugadores y dueños deburdeles, desmonta las redes de los

narcotraficantes. Y esto lo hace un grupode muchachos obligados a jornadasinsomnes que parecían no tener fin, aenfrentamientos en absoluta desventaja,sin recursos técnicos ni humanos.

En diciembre del 59, Raúl DíazArgüelles asiste al congreso de laInterpol en Alemania Occidental.Extraño personaje debió de resultar eljoven de rala barba y veintitrés años,mezclado con tipos que más bien separecían a los que lo habían estadopersiguiendo con saña en La Habana unaño antes.

A su regreso, pasa a colaborar en elestado mayor del ejército en Occidente.

Un testimonio del general Chui Beltránlo describe de la siguiente manera: «Eraun pincho, siempre echaba palante, nohabía quien lo sorprendiera». Luegopasa al ejército central; y en 1961, segúnalgunos testimonios, se encuentraparticipando en la lucha contra losalzados de la contrarrevolución en laprovincia de Matanzas. En abril de 1961órdenes superiores le impiden que selance hacia Playa Girón, para combatirla invasión organizada por la CIA conemigrados cubanos, «por ser más útil enotras tareas». Trabaja en el desmonte delas redes de la contra en La Habana. En1963 es nombrado jefe artillero del

ejército y en 1966 se convierte enmiembro del estado mayor del Cuerpode Ejército Independiente en Matanzas.Organiza por tanto la intervenciónmilitar en la zafra. Soldados cortandocaña, organizando la enormeinfraestructura del transporte,levantando escuelas, organizandotalleres mecánicos.

Una biografía sin aparentesatractivos. Muchas horas de labor,mucho trabajo gris, y sin embargo hayabundancia del heroísmo de las historiascotidianas, del estilo igualitario ante lascarencias, del esfuerzo más allá de laobligación, del ejemplo.

Los que lo conocen en aquellos añoshablan de él como un hombredicharachero, muy cubano, de sonrisafranca. Es un oficial de nuevo tipo,cuyas relaciones con los soldados estánmarcadas por su estilo, esa nuevacualidad de mando que surge de laexperiencia serrana y que fuera de Cubase identifica con el proyecto igualitariodel Che. Me cuentan anécdotas por aquíy por allá: comía con la tropa, dormía enun catre al lado de los soldados; sequitaba los galones del uniforme parapasear sin despertar subordinación, sinobligar la relación jerárquica. Durantelos cortes de caña del 66, se corta con el

machete en una pierna, acude deemergencia a un hospital, le dan cincopuntos y antes de que terminen decurarlo ya se está poniendo el capotepara marchar de nuevo al corte. No es laprimera vez que visita el hospital,frecuentemente acude por dolores en eltobillo roto en La Habana ocho añosantes. El recuerdo de aquel salto mortalhuyendo de la policía del quemilagrosamente aún sigue vivo.

En 1967 Raúl Díaz Argüellesconocerá junto con millones decompatriotas el destino del Che y de laguerrilla boliviana. Sabrá de la muertedel que fue su comandante durante el

mes de la ofensiva final en Las Villas.Junto al Che había caído muerto sumejor amigo, el comandante GustavoMachín Hoed, conocido en Boliviacomo «Alejandro».

Una vieja fotografía queda por ahí,con Raúl y Gustavo reunidos parasiempre por la fidelidad de la imagen.Ambos miran a la cámara, hace unospocos días que el ejército rebelde haentrado en La Habana, las barbas sonincipientes, el bigote de Raúl florecemás que el de Gustavo, pero la barba deéste luce mejor. Tienen una terribleseriedad, y quizá un leve dejo de tristezaen las miradas. La vida se ha vuelto

endiabladamente seria para estos dosjovencísimos héroes popularesescapados de la adolescencia y de lamuerte.

Ahora, en 1967, Gustavo se ha ido.Y se ha ido, debe de pensar Raúl, de lamejor manera posible. Tratando dellevar la revolución a otros paisajes, aotras geografías, siguiendo el llamadodel Che y su particular camino tumbadorde fronteras; pero se ha ido también dela manera más cruel, más terrible,dejando un enorme hueco a su espalda;dejando a los supervivientes la carga dela inexistente culpa, la sensación de quese ha creado un vacío y una deuda; de

que todos han disminuido en tamaño antelos muertos: Gustavo, San Luis, CarlosCoello, Vilo Acuña, Papi, ManuelHernández, Olo Pantoja, Suárez Gayol,Pinares, el Che...

¿Dónde ir ahora que no lo persigan auno los amigos muertos, los héroesmuertos, los compañeros muertos?¿Quién les dio permiso para morirse?¿Vale uno menos que ellos? ¿Por qué elChe no me llevó a mí a Bolivia?

En el 71, el comandante DíazArgüelles viaja a Chile acompañando aFidel, quien ha sido invitado porSalvador Allende. En el 72 un nuevoviaje, esta vez dentro de la gira africana

de Fidel. En esos momentos DíazArgüelles trabaja en la UM14-15,décima dirección del MINFAR, elaparato militar cubano que se encarga dela colaboración militar con otros paísesy fuerzas guerrilleras irregulares. Puedesuponerse fácilmente su función dentrode la gira.

Sin embargo, Díaz Argüelles aún nosabe que su destino estará ligado alcontinente africano. Al poco tiempo desu regreso, muy pocos meses después dela gira africana y tan sólo cuatro añosmás tarde de la muerte del Che, RaúlDíaz Argüelles, coronel del ejércitorevolucionario cubano, inicia su propio

viaje hacia la revolución internacional,ese territorio donde los sueños y losviejos amigos se encuentran y la muerteronda. Su destino es la colonia deGuinea-Bissau, y la guerra popularcontra el ejército colonial portugués.

Poco ha sido hecho público de laintervención de Díaz Argüelles en laRevolución guineana. Por ahí hay unafoto que lo muestra sentado a la derechade Amílcar Cabral durante unaconferencia de prensa. El pelo corto, sinbigote, un cierto cansancio en el gesto ymedia sonrisa en la boca. Por ahí debede existir una condecoración, la ordennacional, otorgada por el gobierno de

Guinea-Bissau tras la independencia dePortugal.

Quizá lo más significativo es que, enalguno de los reportajes biográficos quese le han dedicado, se habla de lasbrillantes y terribles operacionesmilitares de Guillaje y Gadamas quedirigió comandando a la guerrilla delPAIGC [Partido Africano por laIndependencia de Guinea y CaboVerde]. También se habla de la granofensiva que se produjo a la muerte deAmílcar Cabral contra fuerzasportuguesas muy superiores en medios yen número, cuando se tomaron varioscuarteles militares en la franja fronteriza

con Senegal. Poco más que eso. Hasta1974, la vida de Díaz Argüelles estávinculada a la Revolución guineana ytambién al mito silencioso, a la historiaque no se cuenta más que en susurros.

VI

Hay viajes y hay regresos. Se tejenleyendas. Muchos años después, su hijatrata de desentrañar la trama. Yo lepregunto en el vestíbulo de un hotel deLa Habana: «¿Cuál de los dos era tupadre?». Y le enseño las dos fotos: unade ellas, la que inicia esta historia; laotra, una foto suave, que muestra a unhombre distendido, con una miradasonriente, plácida incluso. Ella sindudar señala la foto más blanda. Medice: «Una vez, cuando él llegó deGuinea, llegaba como el otro, el de laotra foto, y le dije, papa, quítate el

bigote o no te beso. Yo tenía catorceaños».

Habría que bordar finamente entorno a estas dos fotografías, a estos dospersonajes que sin duda son el mismo.¿Y por qué dos? Sin duda muchos más.No hay hombre que no esconda amuchos otros dentro de sí mismo.

Díaz Argüelles estaba en África, enGuinea. Pero sobre su persona avanzatambién la leyenda. Se dice que estuvoen Oriente Medio durante la guerra delos Seis Días, en las cumbres del Golán,comandando una pequeña unidad cubanaque nunca ha existido oficialmente, allado del ejército sirio, y que él y sus

tanquistas invisibles, que días anteshabían desembarcado en Latakia,pararon a los supuestamente invenciblesblindados israelíes.

¿De ahí salió el gorrito árabe que letrajo a su familia en uno de sus retornosde África?

¿Historias y leyendas no son partede una misma fuente? La historiapopular que hace y deshace conpedacitos de información un mito. Losrumores que hacen leyendas que algúndía un periodista recoge y se vuelvenhistorias.

VII

El 25 de abril de 1974, de lasentrañas de la dictadura portuguesa deSalazar surge la revolución. Lasfotografías recorren el mundo llenandolas primeras páginas de los periódicosde marineros barbudos con un clavel enel cañón del fusil. Las fuerzasguerrilleras independentistas que hanestado actuando en Guinea, Angola yMozambique asisten triunfantes alsubsiguiente desplome de la estructuracolonial. En enero del 75, los Tratadosde Alvor crean un gobierno provisionalen Angola con la participación de las

tres organizaciones guerrilleras queestaban actuando en el país y unarepresentación de los portugueses. Elgobierno se hace cargo del territorioquince días más tarde y fija el día 11 denoviembre como la fecha para ladeclaración de la independencia deAngola. La situación, sin embargo, esaltamente inestable. Dos de estasorganizaciones abanderan un proyectodescolonizador íntimamente vinculadocon las potencias imperiales: el FNLA[Frente Nacional para la Liberación deAngola], dirigido por Holden Roberto,agente de la CIA desde años atrás,mantiene muy explicables relaciones de

confianza con los norteamericanos y conel gobierno dictatorial de Zaire; y laUNITA [Unión Nacional para laIndependencia Total de Angola],dirigida por Jonás Savimbi, sostienesospechosas relaciones con los colonosblancos portugueses e incluso con lossudafricanos; además ambasorganizaciones han desarrollado unabase de apoyo sobre una políticatribalista, que favorece elenfrentamiento interétnico. El MPLA[Movimiento Popular por la Liberaciónde Angola], dirigido por AgostinhoNeto, aparece como la única fuerza deizquierda y radical en el proyecto

independiente. Los meses de transiciónhasta la declaración de independencia seprevén como tormentosos. En marzo,tropas regulares de Zaire apoyando ungobierno fantasma de Holden Robertocreado en la ciudad de Carmona,invaden Angola, y en agosto el ejércitode la racista Sudáfrica invade el paísdesde el sur con el pretexto de protegerlas presas de Raucana. El MPLAcontrola la capital después de unasemana de sangrientos combates en losque ha derrotado a los mercenarios y alas tropas del FNLA, que habían tratadode destruir a las milicias y lossindicatos afines a la izquierda.

En la primera semana de agosto de1975 llega a Luanda un militar cubanocumpliendo una misión personal deFidel Castro ante Agostinho Neto. Conél viene una muy concreta oferta desolidaridad y los mecanismos de enlaceentre las fuerzas revolucionariasangoleñas y la Revolución cubana. Elcoronel cubano adopta el seudónimoportugués de Domingos da Silva. No esajeno a los revolucionarios angoleños.Ha entrenado a muchos de ellos enGuinea-Bissau y conoce a varios de suscuadros de mando por sus frecuentesvisitas al África occidental. Mascullapalabras en portugués, conoce bien a los

soldados coloniales. Cojea un poco. Nole molesta el calor. Se mueve por laselva con la habilidad del habituado; esun hombre de guerra, no de escritorio.La oferta de solidaridad de los cubanoses muy concreta: hombres y armas,cuadros y fusiles; entrenamiento yexperiencia de combate. Lopo doNascimento, comisario del MPLA,relatará este primer contacto con elcubano de nombre portugués, hablará dela emoción que les causa la oferta. Es eloxígeno al moribundo.

¿Cómo ve Raúl Díaz Argüelles,conocido en Angola como Domingos daSilva, ese nuevo destino? ¿Cómo pasea

por las calles de Luanda, una ciudadfantasma maravillosamente retratada porRyszard Kapuscinsky como llena demaletas, arcones, baúles, cajas deembalar donde los colonos portuguesesempaquetan sus pertenencias paraembarcarlas en los días siguientes?¿Cómo percibe las sensaciones deciudad provisional, cercada, llena aúnde soldados coloniales, cuyos habitantestienen un promedio de vida de treinta ycinco años y son en un 90 por cientoanalfabetos? África no puededesconcertarlo, en los últimos años haestado muy cerca de sus brutalesrealidades, pero la sensación de

inestabilidad de la Revoluciónangoleña, su fragilidad, sus debilidadesmilitares ante la potencia de la alianzaque han creado sus enemigos, debe deangustiarlo. El MPLA cuenta conamplios recursos políticos, pero la luchase ha colocado ya en el terreno militar, yno precisamente en un terrenoguerrillero. Ya no se trata de hostigar unejército de ocupación mientras seconstruyen zonas liberadas; laRevolución angoleña se encuentra anteejércitos profesionales y fuerzasguerrilleras apoyadas técnicamente pornorteamericanos, sudafricanos,mercenarios portugueses, mercenarios

británicos, los soldados zaireños deMobutu y los chinos. ¿Qué siente DíazArgüelles ante la tarea imposible?

El 8 de agosto Díaz Argüellesregresa a Cuba a informar. La situaciónen esos momentos es muy difícil para elMPLA: en el norte las fuerzas de HoldenRoberto, apoyadas por mercenariosportugueses y por soldados regulares deZaire, preparan la ofensiva; en el sur elejército sudafricano ha realizado nuevaspenetraciones en el territorio angoleño yestá operando una alianza entre losmilitares racistas y las fuerzas deSavimbi. El MPLA controla la capital, yha logrado crear una cierta estructura

política que amplía sus bases, pero noha podido convertir a sus fuerzasguerrilleras en un ejército regular capazde enfrentar la amenaza. Agostinho Netohabía solicitado, respondiendo a laoferta cubana y a través de DíazArgüelles, el envío de un grupo deespecialistas que colaboraran en elentrenamiento del ejército popular.

Díaz Argüelles vuelve con el sí deFidel hacia fines de agosto. Untestimonio anónimo dice que en aquellosdías andaba en todas partes al mismotiempo: Cabinda, Quifandongo,Kimbala, Luanda. Lo vieron en unmismo día en más de dos lugares

diferentes. El rumor fabrica al cubanofantasma, el «questáentodoslados», elque todo lo mira, el que apunta sin rifle.Viajaba en una avioneta Piper azteca, enjeeps; se deslizaba en la selva...

La respuesta no se hace esperar,entre el 4 y el 7 de Octubre arriban aPuerto Amboim dos barcos cubanos, elVietnam Heroico y el Coral Island;cuatro días más tarde llega a PuntaNegra otro más, el carguero La Plata. Abordo se encuentran cuatrocientosochenta especialistas militares cubanosy una brigada médica, quienes tienen lamisión de organizar en los próximos seismeses dieciséis batallones de infantería

de la República Popular de Angola. Elcoronel Domingos da Silva está almando de la operación que se hamontado en la más sigilosaclandestinidad, para evitar una campañade prensa internacional que dieracobertura política a la intervención enAngola de Sudáfrica y Zaire que ya seencuentra en marcha. Se acondicionancuatro escuelas para los nuevos reclutas,una en Dalantado, a trescientoskilómetros al este de Luanda; unasegunda cerca del puerto de Benguela enel centro del país, la tercera en elenclave norteño de Cabinda, donde laintervención de mercenarios franceses y

colonos portugueses racistas hacepeligrar la situación; y una cuarta enSaurimo, en el oriente del país.

Los instructores cubanos no tienentiempo para organizar las mínimascondiciones de sus bases. El 23 deoctubre la agresión se convierte enguerra abierta: una brigada mecanizadasudafricana entra en Angola desdeNamibia y ocupa Sa da Bandeira yMocamedes. En una semana lossudafricanos acompañados por fuerzasde la UNITA avanzan seiscientoskilómetros de sur a norte en el interiordel territorio angoleño masacrando a lapoblación civil. Ese mismo día atacan

las fuerzas de Holden Robertoabastecidas y con la retaguardia cubiertapor el ejército de Zaire. Se trata de unaoperación combinada para atenazar a laRevolución angoleña.

No hay estrategia posible a medianoplazo. Tan sólo conservar la capitalliberada hasta la declaración deindependencia, si acaso preservarterritorio, ganar tiempo, hacerimposibles. Detener la doble invasiónmientras se construye un ejércitopopular y la ayuda cubana fluya. DíazArgüelles se multiplica entre losasesores cubanos; pocas consignas,ideas muy precisas: «Al enemigo había

que combatirlo en todas las formas,enfrentándolo cara a cara ycombatiéndolo en su retaguardia,agotarlo, vencerlo de día y de noche,dominar todos los medios, utilizar todoslos recursos». ¿En concreto? Pegarlepara detenerlo. Frenarlo. Romper laidea que le han metido en la cabeza asus soldados de que la guerra es unpaseo triunfal que termina en Luanda.

En Quifangondo, un pequeño grupode guerrilleros de las fuerzas armadasdel MPLA y los asesores cubanosdirigidos por Díaz Argüelles detienencon artillería improvisada a las tropasdel FNLA, que vienen acompañadas de

mercenarios portugueses y más de unmillar de soldados del ejército regularde Zaire. Los combates se producen atan sólo treinta kilómetros de la capital.Holden Roberto ha prometido a suspatrones y a sus hombres que declararála independencia de Angola desde elhotel Trópico en el centro de Luanda eldía 11 de noviembre. Incluso en losbolsillos de algunos de los caídos hayinvitaciones formales para el acto. Porahora no habrá recepción en ese hotel,han sido frenados.

Durante los últimos días de octubrela tensión en la capital es tremenda. Nilos más optimistas estrategas apuestan

por la supervivencia de la Revoluciónangoleña. El periodista polaco RyszardKapuscinski, uno de los más agudosobservadores del fenómeno, agotado,desconcertado, anota: «En el frente nortereina la calma. Esperan a que los del surse acerquen más. Entonces golpearándesde ambos lados a la vez. Puede seresta semana, tal vez mañana [...] laciudad está cercada, nadie puede llegara ella ni por mar ni por aire […] ¿Quiénentra primero los del sur o el FNLA?Los del FNLA son un ejército feroz, soncaníbales. No lo creía. Pero hace unasemana fui con un grupo de periodistaslocales a Lucala, a cuatrocientos

kilómetros al este de Luanda [...] ElFNLA retirándose destruía en el caminocualquier rastro de vida, cabezas demujeres tiradas en la hierba, al lado dela carretera. Los cadáveres con elcorazón y el hígado arrancados».

En los primeros días de noviembre,los alumnos de la escuela de Benguelacon sus instructores cubanos al frente,dirigidos por Díaz Argüelles, seenfrentan a los sudafricanos.

El mayor Faceiras, uno de losguerrilleros históricos del MPLA quedurante años ha combatido a losportugueses, cuenta que Díaz Argüellesllegó al frente sur durante los días en

que el enemigo avanzaba desdeBenguela-Lobito hacia Zumbe ypersonalmente decidió la voladura delos puentes entre Puerto Amboim yZumbe. Buscaba crear una líneadefensiva natural para obligar alenemigo a utilizar una dirección deataque diferente. Los blindadossudafricanos abandonando la costa,perdían apoyo logístico. «Si logramosesto —dijo— hemos ganado la guerra».

Y lo logró. Las incursionesguerrilleras, la voladura de los puentes,la resistencia suicida, ganan un tiempode respiro para la revolución, perocuestan las vidas del oficial cubano

Balsinde Arteaga y de variosguerrilleros del MPLA.

Dos días después, el CC del PCcubano decide el apoyo incondicional ala Revolución angoleña y seinstrumentan operaciones deemergencia. El 7 de noviembre seproduce un nuevo encuentro enQuifangondo. La artillería lleva lainiciativa, el ruido de los cañones seescucha perfectamente en la capital.Nuevamente son detenidas las fuerzasdel FNLA y los regulares de Zaire. Sehan ganado nuevas horas de respiro.

Al día siguiente, 8 de noviembre,faltando tres días para la declaración de

independencia y la retirada de lossoldados portugueses, el comandante delMPLA Xieto negocia con el altocomisionado portugués el permiso paraque un par de aviones de origendesconocido aterricen en el aeropuertode Luanda, aún bajo control de lastropas coloniales. Lo consigue. Aprimeras horas de la noche, bajo lallovizna, desembarca de un Britania deCubana de Aviación el primercontingente de tropas especiales delMinisterio del Interior cubano, lastropas de élite de la revolución, ochentay dos hombres (simbólicamente elmismo número de los invasores del

Granma un poco menos de veinte añosantes) encabezados por el comandanteMartínez Gil. Éste se abraza a DíazArgüelles, ahora el coronel Domingosda Silva, que lo recibe en la escalerilladel avión. Los hombres traen lasametralladoras en los portafolios. Deldepartamento de equipaje salen trescañones de setenta y cinco milímetros ytres morteros. Poco después un segundoavión aterriza. Los militares cubanosvan directamente del aeropuerto hacialos frentes de combate.

El mítico Domingos da Silva seencuentra en su mejor momento, anteimposibles, y se da el lujo de recordar a

los vivos y a los muertos. Al Che lehubiera gustado estar aquí. La deudaestá saldada. Uno de sus amigos mecuenta: «En medio del calor terrible,había dejado de sudar, no desperdiciabani una gota de agua».

El día 10 las fuerzas de HoldenRoberto avanzan sobre Luanda con másde dos docenas de blindados Panhard yAML 90 al frente. Los cubanos los estánesperando con cinco lanza cohetes BM-21 que han desembarcadoclandestinamente el día anterior enLuanda; sus operadores arribaron enavión el mismo día desde La Habana;junto a ellos los morteros de 120 y las

ametralladoras AK en manos deguerrilleros angoleños y combatientesde las tropas especiales cubanas. DíazArgüelles se encuentra allí. Al recibir auna compañía del batallón de tropasespeciales ha tenido el desplante dedecirles: primero les pegamos «a estosdel FNLA y luego vamos al sur afajarnos con los sudafricanos».

El combate dura algunas horas, elrugido de los lanzacohetes hace vibrarla selva. Las fuerzas de Holden Robertohuyen en estampida. En la huidamasacran a cincuenta habitantes de unaaldea. Dejan tras de sí blindadosdestrozados, 345 muertos, uniformes y

armas.Pocas horas después de la batalla,

sin tiempo para celebrar la victoria,Díaz Argüelles parte rumbo al sur con laprimera compañía de las tropasespeciales para frenar a lossudafricanos. Van a tratar de detener losblindados y obligar a la ofensivaenemiga a abandonar la carretera de lacosta y girar hacia el este, haciendo máslento su avance y obligando a un mayordesgaste de recursos. La Revoluciónangoleña combate también contra eltiempo.

Mientras el coronel Domingos daSilva avanza hacia Benguela,

encabezando una pequeña columna decombatientes cubanos (que habíandescendido del avión cuatro horas antes)y guerrilleros de las FLAPA [FuerzasArmadas Populares para la Liberaciónde Angola], Agostinho Neto proclama laindependencia de Angola en un discursopúblico. Un discurso escuetopronunciado apenas se inicia el día 11,por la noche, bajo escasas luces, porquese teme que se pueda bombardear a laconcentración civil. Tras los aplausos,el eco de los tiros al aire de los pocossoldados que se encuentran en laguarnición de la capital.

El 13 noviembre por la tarde, el

escritor angoleño Pepetela1 y Casano,comisario político del MPLA, seencuentran en Zumbe tratando de frenara los sudafricanos, resistiendo una fuertepresión. «No podíamos abandonar a lapoblación, porque habíamos dicho queno retrocederíamos». Armados conrifles automáticos, los dos cuadrosdeciden quedarse ahí para dejarsematar; Pepetela está muy débil porquese encuentra enfermo de hepatitis. Enesos momentos aparece un oficialcubano en jeep. Les ordena retirarse, losangoleños no le hacen caso. Zumban lasgranadas de mortero a su alrededor y lostres personajes se lían en una discusión

sobre el romanticismo y el realismo, lateoría de la eficacia: cómo a veces hayque saber irse para volver; como lasrevoluciones tienen más héroes muertosde los que necesitan y comoconstantemente están exiguas decombatientes vivos. Años despuésPepetela recordaría aquellos cincominutos con Raúl Díaz Argüelles. Elcubano los convence. Qué lejos seencuentra de sus días de locurahabanera. Ahora piensa en salvar unarevolución, no en morir en una «cama depiedra». Pepetela sobrevivirá tras seratendido en un hospital de Luanda,Casano muere al día siguiente en

combate.El 13 de noviembre Diaz Argüelles

se encuentra en Puerto Amboim.Agotado, tenso, pero victorioso. Se hanproducido combates en Novo Redondo yLobito. La velocidad de la ofensivasudafricana ha descendido. Actúan juntoa los cubanos las guerrillas delcomandante de las FAPLA, Faseiras. Seproducen continuas infiltraciones en elfrente enemigo, se siembran de minasantitanque los caminos, se hostiga conemboscadas a las vanguardias.

El 20 de noviembre los sudafricanosy las fuerzas de la UNITA se venobligados a dejar la costa y a tratar de

penetrar por el interior hacia el norte. Elobjetivo estratégico de la resistencia seha logrado. Díaz Argüelles mandapersonalmente una de las columnas delfrente. A las siete de la mañana del 23de noviembre, en la misma fecha queDíaz Argüelles había previsto, se iniciala batalla de Evo en la dirección en laque se encuentran sus fuerzas. Ya no setrata de escaramuzas o combatesaislados, los sudafricanos lanzan a susblindados frontalmente contra lasdébiles defensas de las FAPLA y loscubanos, que cuentan tan sólo con doscompañías mixtas y una de las escuadrasde asesores para detener el golpe

principal. Los defensores hacenmilagros para frenar la ofensiva de losblindados sudafricanos. La coheteríajuega un papel esencial. Al cabo del díalos sudafricanos se retiran dejandosobre el campo de combate diezblindados MN90 destruidos y decenasde muertos. En su retirada recogen loscadáveres de los soldados blancos, perono los de los hombres de la UNITA. Elracismo no reconoce alianzastemporales. En materia de muertos elracismo pervive. No todos loscadáveres son iguales.Domingos da Silva ha estado en todoslados. Dirigiendo el combate,

disparando, corriendo por las trincherasrepartiendo municiones a loscombatientes. Al día siguiente dirige elfuego contra un avión dereconocimiento, que se desploma atrásde la línea de contención. Lossudafricanos pierden a dos altosoficiales.

Las crónicas coinciden en señalarque la revolución se salvó en loscombates de Evo.

El 27 de noviembre comienzan allegar a Angola por barco los refuerzosregulares del ejército cubano: unregimiento de artillería, un batallón detropas mecanizadas. Un par de semanas

más tarde las FAPLA y los cubanospasan a la ofensiva en todos los frentes.En el sur los sudafricanos han sufridovarias derrotas en sus intentos depenetrar la línea defensiva. DíazArgüelles, en esos momentos ellegendario coronel Domingos da Silva,dirige la Columna 26 de Julio, una delas tres agrupaciones de la ofensivarevolucionaria, que parte el 9 dediciembre al contraataque. Lossudafricanos resisten, frenan el avancedel flanco izquierdo utilizando suartillería; Argüelles decide utilizar sucolumna para envolverlos. El día 10 porla noche, se movilizan dos pelotones

hacia el pueblo de Galengo. El oficialde tropas especiales Estevanell, quientambién moriría en Angola, recibe laorden de avanzar.

El periodista Julio Martí describe lamadrugada de aquel 11 de diciembre de1975: Díaz Argüelles «fue el primero enponerse de pie en su puesto de mando enHengo. Había un silencio interrumpidosólo por el lejano rugir de alguna fierahambrienta, el largo chillido deadvertencia de los elefantes y losaullidos de alarma de los monos; peroera un amanecer gélido con una nieblaque invitaba al sueño y se extendía porla llanura hasta más allá de los morros

distantes [...] un oficial de estado mayortuvo la ocurrencia de decir acurrucadodesde debajo de su manta: “Con estaneblina el día no está para combates”.Entonces se levantó la voz de Domingosda Silva para recordar que estaban enguerra».

Nada de bromas. Las bromas tansólo para abrir la puerta de la guerra, nopara salirse al jardín a pasear.

La pequeña columna de blindadosdebería avanzar desde el campamentode Hengo hacia la aldea de Galengopara tratar de atacar a los sudafricanosdesde el flanco. Al llegar a éstadescubrieron que el enemigo se había

replegado. La columna continuó suavance hasta encontrarse con territoriominado. Díaz Argüelles viajaba en elcuarto blindado. Casualmente los tresanteriores habían pasado sobre una minaantitanque sin hacerla explotar. En elmomento de reiniciar la marcha, elartefacto hizo explosión dañando a losoficiales que ocupaban el vehículo. Lasesquirlas metálicas hirieron en ambaspiernas y cortaron la femoral de DíazArgüelles. La columna se puso a ladefensiva y se inició una desesperadaoperación para tratar de salvar a losheridos.

VIII

El registro de las palabras de losmoribundos suele ser terreno fácil parala elaboración fraudulenta, para laheromanía barata, porque se ignora queel héroe es, en esos momentos, unhombre que se encuentra dándosebrutalmente un beso con la muerte.Desconfío habitualmente de estas frasesque vienen recorriendo los tortuososcaminos de registros imprecisos,artículos escritos años más tarde,memorias retocadas por el tiempo. Peroen este caso, el instinto me dice que escierto que Raúl Díaz Argüelles, coronel

cubano de treinta y nueve años,conocido en esas tierras comoDomingos da Silva, mientras recorre lacarretera en medio de la selva,sostenido por los brazos de suscompañeros sobre la parte delantera deun transporte militar y desangrándose,pidió a sus camaradas: «Cuenten lo quehemos hecho». Sabía que en esos díashabía formado parte de una historiaimposible, no quería que fuera olvidada.

Díaz Argüelles, a pesar de losesfuerzos de sus compañeros, falleció enuna pequeña carretera rural al sur dePuerto Amboim cuando trataban dellevarlo a un hospital de campaña.

Se cuenta que el rumor de su muerterecorrió el frente y que en varias zonasde combate los oficiales se vieronobligados a frenar a las tropas quequerían salir a vengar al legendariocoronel muerto. En su mochila había unabiografía de Maceo, un libroensangrentado que llegó dando mediavuelta al mundo, semanas más tarde,hasta su casa en La Habana. Ésa sería laúnica herencia material, tangible, quevolvió desde Angola.

Todo se encuentra demasiado cerca;la historia, cuando se aproximademasiado al historiador, trae una cargade emociones que bailan vertiginosas en

las teclas de la máquina; los héroes soncomo nosotros y sin embargoinatrapables; hacerles justicia es unaforma de deshumanizarlos, de hacerlesinjusticia, de recordar el momento claveque aparecerá en los artículos, losrecuerdos y los libros y de olvidar cómotomaban un café cubriendo la taza ydejando salir el humo entre los dedos; olas dificultades que tenían para hacerseel nudo de la corbata (por cierto, nuncavi una foto de Díaz Argüelles concorbata), la forma como acariciaban a sumujer o la novela que los fascinaba en lalectura nocturna; las ocultas pasionespor los caballitos de la feria, el amor

por los paseos nocturnos en el Malecónhabanero...

Los historiadores no tenemosposibilidad de contar historias comoéstas, es cosa sabida que son cuentosque nos desbordan, que les quitamos lavida al narrarlas, que el único lugarpreciso, exacto, el reducto que lespertenece, es esa vaga cosa que nopodemos definir, pero que todossabemos que existe y a la que llamamosla memoria colectiva de los pueblos.Ése es su lugar, a él pertenecen.

Notas finales

Sobre las fuentes yagradecimientos a los

informadores y amigos

Escudero

El periodista mexicano Mario Gilfue el primero en descubrir la historiadel escuderismo en los tiemposmodernos y publicó un largo artículotitulado «Los Escudero de Acapulco»,que reescribió más tarde como «El

Movimiento Escuderista en Acapulco».Rogelio Vizcaíno y yo pudimos vermuchos de los documentos originales yconsultar sus notas en su archivopersonal gracias a la generosacolaboración de su hermosa compañeraBenita Galeana. Gil volvió sobre eltema en el libro México y revolución deOctubre.

El otro estudio contemporáneo devalor es el de Renato Ravelo: Juan R.Escudero, biografía política. Renatocompartió con nosotros varios de susarchivos.

Hay algún otro material interesanteen la biografía de Alejandro Martínez

Carvajal: Juan Escudero y AmadeoVidales y en el libro de GómezMaganda: Acapulco en mi vida y mitiempo.

Los documentos esenciales seencuentran en la colección deRegeneración, así como en ladocumentación que se encuentra en elArchivo Municipal de Acapulco (unfondo del que se decía frecuentementeen los medios de la historia regionalguerrerense que había desaparecido ycuyo acceso nos abrió Marisela RuizMassieu), en particular en las actas decabildo del período; en los informesconsulares norteamericanos al

Departamento de Estado, localizable enlos Archivos Nacionales de Washingtony en el Archivo General de la Nación,ramo Presidentes, Obregón/Calles, enparticular en los expedientes: 811-E-7,202-A82, 701-A-5, 24l-G-D-26, 428-A-6, 707-A-16, 701-G-4, 818-A-88 y 826-E-20.

Hay otras informaciones menores enlos libros de Castellblanch: Memoriasde un delahuertista, y en la antología deRicardo Flores Magón: Epistolariorevolucionario e íntimo.

La prensa mexicana de la épocaapenas si recoge las historias delescuderismo, a lo más unos cuantos

artículos en el que era el periódico másconservador de la capital, El Universal.

Adler

El propio Friedrich Adler en sudefensa ( J acuse ) aclara muy bien losmotivos del atentado; el texto fuepublicado en Nueva York en 1917,donde lo encontré editado por laSocialist Public Society; en él está elorigen de mi interés por la historia. Misamigos alemanes me hicieron llegar dostrabajos muy importantes, el de JuliusBraunthal: Victor und Friedrich Adler,zwei generationen arbeiter bewegun,editado en Viena en el 65, y la antología

de Benedikt: Geschichte der republickOestrreichs, editada en Munich en l954,que me tradujo en sesiones muydivertidas don Guillermo Pohorrille,aportando además sus recuerdospersonales sobre la Viena de la primeraguerra.

El contexto está muy bien narrado enl a Historia del pensamiento socialistade G. D. H. Cole, y los ecos delatentado en el Lenin de Schub, lasmemorias de Leo Lania, Todos somoshermanos; y el artículo «FedericoAdler» de Joan Salvat en Humo defábrica.

Los muralistas

La historia del nacimiento delmuralismo mexicano se encuentrafundamentalmente narrada en lasmemorias de los protagonistas, pero deuna manera caótica, de tal forma que sepierde la secuencia de losacontecimientos. Para rearmar estasecuencia, el autor utilizó la prensa de laépoca (Universal, Heraldo, Demócrata,Excelsior) junto con los textos delPartido Comunista (Memorias del IIICongreso, Constitución electoral delpartido, colección de El Machete que seencuentra en el archivo de la ENAH).Fueron además materiales de apoyo losestudios de Margarita Nelken, Raquel

Tibol y Luis Cardoza y Aragón, asícomo cronologías y libros dereproducciones, en particular laexcelente muestra de la pintura deRivera en los patios de la SEP, editadaen 1980 por la SEP, el catálogo de laretrospectiva de Rivera editado por elMuseo Reina Sofía y el catálogo de lamuestra antológica de Fermín Revueltas.

Respecto a los materialestestimoniales citados, he encontradoparticularmente útiles los referidos aSiqueiros (su autobiografía: Mellamaban coronel y La piel y la entrañade Julio Scherer), Rivera (Confesionesde Diego Rivera, de Luis Suárez, Arte y

política, Mi arte y mi vida, de GladysMarch, Memoria y razones de DiegoRivera, de Loló de la Torriente), Orozco(Autobiografía), Bertram Wolfe ( DiegoRivera y A life in two centuries ) y JeanCharlot ( The mexican muralrenaissance ).

Fueron también utilizados losartículos de Xavier Guerrero, BertramWolfe y Frederic Leighton aparecidosen la prensa radical mexicana ynorteamericana.

Habría que añadir que la mayorparte de los murales de los que aquí sehabla (salvo los que fueron repintados odestruidos) se encuentran en San

lldefonso 43 (local de la antiguapreparatoria) y en el edificio central dela Secretaría de Educación Pública enlas calles de Argentina, en el centro deCiudad de México. Y que sigo pensandoque es maravilloso pasear entre ellos.

Larisa

Los escritos de Larisa Reisner hansido publicados en español en dosantologías, la de Cenit en Madrid en1929 (Hombres y máquinas ) y la deEra en México en 1977 ( Hamburgo enlas barricadas ); hay además traducidosfragmentos de En el frente en diferentesantologías editadas en español en la

primitiva URSS.No conozco una biografía dedicada

al personaje, pero sí en cambio unaexcelente dedicada a Rádek, la deWarren Lerner, Karl Radek, the lastinternacionalist y un texto del propioRádek sobre Larisa: «Portraits andpamphlets», así como el artículo queescribió sobre Larisa después de sumuerte para la enciclopedia Granat,reproducido en Los bolcheviques, deMarie y Haupt, libro del que tambiénusé las autobiografías de Rádek y deRaskólnikov.

Resultan muy interesantes los librosde Viktor Sklovski, Viaje sentimental ;

Elizabeth K. Poretski, Nuestra propiagente, Werner T. Angress, Stillbornrevolution; Julio Álvarez del Vayo, Lasenda roja; las Memorias de unblochevique leninista, editadas ensamizdat y los libros de Trostski, enparticular Mi vida, la Historia de laRevolución Rusa y sus Escritosmilitares (en la edición de dos tomos deRuedo Ibérico), así como el texto deVíctor Serge, Vida y muerte de LeónTrotski.

San Vicente

Los materiales para la primeraversión de la nota biográfica sobre

Sebastián San Vicente formaban parte deuna investigación sobre los orígenes dela izquierda mexicana después de larevolución, que recogí en un ampliovolumen titulado Bolsheviquis. Remito alos interesados a la lista de fuentesinformativas y bibliografía de estaúltima obra.

Resultan particularmenteinteresantes los documentos delDepartamento de Estadonorteamericano, las memorias de JoséC. Valadés y la gran colección de prensaácrata mexicana que pude consultar en elInstituto de Investigaciones Sociales deAmsterdam.

De paso apareció publicado comonovela en 1986.

Joffe

La autobiografía de Joffe fue escritapara la enciclopedia Granat y recogidaen el libro de Marie y Haupt: Losbolcheviques; la historia de su suicidioy entierro se encuentra minuciosamentenarrada en las memorias de Trotski, Mivida, y Serge, Memorias de unrevolucionario y en El profetadesarmado, de Isaac Deutscher. Laúltima carta de Joffe ha sido recogida enla antología La oposición de izquierdaen la URSS. Han sido muy útiles los

Selected writings on the oposition inthe URSS, de Rakovski; las Memoriasde un bolchevique leninista publicadasen samizdat; y Men and politics, de L.Fisher.

Durruti en México

La mejor narración sobre el paso deDurruti y Ascaso por México seencuentra en el excelente libro de AbelPaz, Durruti, el proletariado en armas;José C. Valadés dedica un capítulo de subiografía Memorias de un joven rebeldea estos acontecimientos, y hay algunasinformaciones sueltas en el órgano de laCGT, Nuestra palabra.

La versión del cronista policial esuna reconstrucción a partir de losreportajes que se publicaron en marzo-abril de 1925 en El Demócrata,Excélsior y El Universal, diarios deCiudad de México.

Librado

La biografía «desconocida» deLibrado Rivera puede ser reconstruida apartir esencialmente de las coleccionesde los periódicos anarquistas en los quecolaboró. He podido reunir coleccionescompletas de estos diarios combinandolas existentes en el archivo del IIES enAmsterdam, el archivo privado de José

C. Valadés y algunos ejemplares sueltosdel archivo que comparto con RogelioVizcaíno y Paloma Saiz. Leyendoapasionadamente las colecciones deSagitario, Avante, y ¡Paso! puedentrazarse a grandes rasgos los actos deRivera en esos años. Este material fuecomplementado con colecciones deotros periódicos anarcosindicalistasc o m o Horizonte Libertario, VerboRojo, Nuestra Palabra y AlbaAnárquica. Donde la prensa anarquistadejaba huecos fui a las colecciones dediarios tradicionales de la HemerotecaNacional de México.

La segunda fuente en importancia fue

el propio archivo de Librado Rivera,consistente en un par de centenares decartas y notas. Este archivo pasó demanos de Nicolás T. Bernal al archivode José C. Valadés, donde lo localicé.Tengo que agradecer a su hijo Diego elacceso ilimitado a estos fondos.

En el Archivo General de la Naciónse encuentran escasos aunqueinteresantes materiales en el ramoPresidentes, tanto en loscorrespondientes a Obregón/Callescomo en el de Portes Gil.

Sólo dos libros fueron utilizados eneste trabajo; la autobiografía de NicolásT. Bernal (escrita en colaboración con

José Esteves), de la que usé elmanuscrito original y no la versión másresumida que publicó el CEHSMO, y laexcelente antología de relatosperiodísticos de Librado realizada porChantal López y Omar Cortes y editadapor Ediciones Antorcha en 1980 (¡Vivatierra y libertad! ).

Hölz

La investigación se inició en 1981 apartir de una nota de pie de páginaencontrada accidentalmente en Hammeror Anvil, el libro de Evelyn Andersonsobre la revolución alemana, editado enLondres en 1945, y pudo proseguir

cuando un año más tarde localicé laautobiografía de Hölz: From whitecross to red flag (J. Cape, Londres,1930) en la biblioteca pública de NuevaYork. A partir de este momento, sólopude desarrollar el trabajo gracias a lacolaboración desinteresada de mediadocena de amigos y colegas. GerardoBaumruker me consiguió el excelentetrabajo de Rudolf Phillip: «Max Hölz,der letzte deutsche Revolutionär»(Zurich, 1936) en la biblioteca públicade Múnich. Un año más tarde localicé yfotocopié en Nueva York y Berlín unaserie de folletos claves para estetrabajo; los de Erich Mühsam:

«Gerechtigkeit für Max Hoelz», Berlín,1926; Egon Erwin Kisch, «Sieben JahreJustizskandal», Berlín, 1928, y delmismo periodista checo: «Max Hoelz,Briefe aus dem Zuchthaus», Berlín,1927, y un folleto anónimo más;«Hoelz’s Anklagerede gegen diebürgerliche Gesellschaft», Leipzig,1921. El material básico lo completécuando en una librería anarquista enAlemania localicé el folleto biográfico«Max Hölz», de Ludwig Bergmann. Nohubiera podido avanzar si no hubierasido por la enorme ayuda que me dieronGuillermo Pohorrille y Carlos Mayatraduciendo los textos del alemán,

idioma que desconozco. Tres trabajospusieron en perspectiva las acciones deHölz: Stillborn revolution, de WernerT. Angress (cuya fotocopia me consiguióLeo Durañona de la biblioteca de laHofstra University), La izquierdacomunista en Alemania, de Jean Barroty Denis Authier (que me regalo ChemaCimadevilla en Gijón), y los artículosde Hermann Remmele, «The proletarianstruggle for power in Germany»,editados en las nuevas series deComunist International, núms. 2 y 3. En1983, en plena cacería de la historia deHölz, encontré en la Biblioteca delCongreso de Washington el capítulo que

le dedica J. Book en su libro Furstaroch rebeller (Estocolmo, 1930), pero depoco me hubiera servido sin la ayuda deRaquel Settels, quien me lo tradujo delsueco. Tres libros fueron útiles paraproporcionar pequeños detalles: laHistoria de la AlemaniaContemporánea, de Gilbert Badia, eltomo I de la Revolución en Alemania,de Pierre Broué, y la Historia delKomitern, de Margarette Buber-Neumann. Por último, la declaraciónsobre Hölz de la IC se encuentra en lasactas del III Congreso, reproducidas enLos cuatro primeros congresos de la IC(Pasado y presente).

La historia de la estatuadesaparecida me la contó Malte.

Como puede verse, si hubo algunavirtud en este trabajo, estaba inspiradaen la enseñanza del estilo Hölz: muchaterquedad y muy buenos amigos.

Peng Pai

La historia de Peng Pai tiene suorigen en el descubrimiento de sus notasautobiográficas, cuando rastreaba otrashistorias de la izquierda radical de losaños treinta, en «The living Age» deabril del 33. Es curioso que las fuenteschinas en plena etapa postrevolucionariano le hayan dado demasiada

importancia, como si no quisieran que sufigura se enfrentara a la de Mao;encontré muy poco material interesante,quizá lo mejor el artículo de Pel-pangYoung: «Peng Pai, from landlord torevolutionary», en Modern China dejulio de 1975. Un trabajo en el boletínde la Imprecor de junio de 1927 resultóenormemente útil: Ting Sia: «Thepeasant movement in China», Imprecor#36, 23 junio 1927. Algunos otros librosy artículos claves: Jean Chesnaux,Movimientos campesinos en China(1840-1949); Tse-Tsung Chow, The may4th movement; Anne Clark y DonaldK l e i n , Biographical dictionary of

chinese communism; Shinkichi Eto,«Hai-lu-feng. The first chinese sovietgoverment», en el China Quarterly deoctubre-diciembre de 1961 y enero-marzo de 1962. Desde el 84, en quecomencé a trabajar en estas notas,localicé algunos libros y tesisuniversitarias apasionantes escritas poracadémicos norteamericanos: labiografía escrita por Fernando Galbiatti,Peng pai and the Hai-Lu feng soviet;Roy Hofheinz, The broken wave; DonaldHoloch, Seeds of a peasant revolution:Report on the Haifeng peasantmovement.

Además se puede apelar a los

trabajos de Harold Isaacs, The tragedyof the Chinese revolution; MartinWilbur y Julie How Lien-Ying,Documents on communism, nacionalistand soviet advisers in China: 1918-1927. Referencias generales en lostrabajos de Victor Serge, La revoluciónchina. 1926-1928; Agnes Smedley, Thegreat road. The life and times of ChuTeh; y Edgar Snow, Red star overChina.

Para la elaboración de una«biografía apócrifa» utilicé cuando pudelos textos del propio Peng, sobre todopara la etapa que llega hasta 1923 yreconstruí con absoluta libertad el resto.

La figura del personaje narrado fueduramente enfrentada en el proceso de lallamada «Revolución Cultural» enChina, básicamente en un intento derevisión de la historia tendente a dejar aMao en solitario como la figuraagrarista única, se suprimieron de lacirculación textos, se cambiaronprólogos y desaparecieron los nombresde calles dedicadas a Peng en Hailufeng.

Batalla de Guadalajara

Para la reconstrucción de la batallausé las memorias de Gustav Regler, Theowl of Minerva; las de Pietro Nenni, Laguerra de España; las de Herbert

Mathews, Two wars and more to come ;las de A. Rodintsev, Bajo el cielo deEspaña; las de Luigi Longo, LaBrigadas Internacionales en España; elNo pasarán, de Roman Karmen; elDiario de la guerra de España, deMijail Koltsov; la autobiografía deIgnacio Hidalgo de Cisneros, Cambio derumbo; la biografía de Cipriano Meraescrita por Joan Larch; el ensayo deVicente Rojo, Así fue la defensa deMadrid; y dos excelentes estudios sobrelas Brigadas Internacionales, el deJacques Delperrie y el de A. Castells.

Años más tarde de misconversaciones con Carranza, leí el

texto Polémica con el enemigo, delcubano Pablo de la Torriente, queconfirma cómo las guerras son, también,guerras de palabras, de gritos a travésde las trincheras.

Díaz Argüelles

Tras haber trabajado una primeraversión de esta historia sobre fuentesperiodísticas, y después de su primeraedición en la revista Bohemia de LaHabana, pude conectarme con la hija delpersonaje, Natasha Díaz Argüelles,quien de una manera absolutamentedesinteresada compartió las notas y losrecuerdos que había reunido para la

realización de una biografía de su padre.Todo mi agradecimiento resultainsuficiente. También recibí tres cartasproporcionándome nuevos datos, una deellas del doctor Humberto Ballesteros,otra del militar e historiador SantiagoGutiérrez Oceguera y la última deMariana Ramírez Corría, viuda de DíazArgüelles, que me estimulótremendamente. Estas informaciones ynuevos artículos periodísticos y rumoresrecogidos en conversaciones con amigosy colegas se añadieron a la presenteversión.

Una reseña muy sintética de lasfuentes utilizadas, que excluyera

historias generales sobre la Cubacontemporánea, incluiría los siguienteselementos: tres artículos que recogen demanera resumida la biografía de RaúlDíaz Argüelles, el de Julio A. Martí,«Réquiem para un soldado», el de PedroPrada, «Cuenten lo que hemos hecho», yel de Ángel Rodríguez Álvarez, «DeDíaz Argüelles a Domingos Da Silva».Para la historia previa a la actuación enAngola, los libros y artículos de JulioGarcía Oliveras, José Antonio; EnriqueSanz Fals, «La expedición de Nuevitas»;Alfredo Reyes Trejo: «Gustavo MachínHoed»; y Enrique Rodríguez Loeches,Bajando del Escambray.

La etapa angoleña en: Pedro PabloAguilera, «Argüelles, el comandante DaSilva, una leyenda que pierde en fantasíay gana en realidad»; Gabriel GarcíaMárquez, «Cuba en Angola. OperaciónCarlota»; Hugo Rius, Angola, crónicasde la esperanza y la victoria; EloyConcepción, «Por qué somosinternacionalistas»; RyszardKapuscinski, La guerra de Angola; JoséMaría Ortiz García, Angola: un abrilcomo Girón; Arnoldo Tauler, La sangrederramada; y Juan Carlos Rodríguez,Ellos merecen la victoria.

Sobre el origen de los textos

Primeras versiones de algunos deestos trabajos fueron publicadas conanterioridad en revistas. La historia deJoffe en el suplemento de la revistaSiempre! (antes de que me despidieranen 1988 junto con todo el equipo que lomanufacturaba); la de Díaz Argüelles enlas revistas Bohemia de La Habana, ycomo folletín en El Universal de Ciudadde México; luego salió editada en unminilibro por la Editora Política en LaHabana. Una primera versión de lahistoria de San Vicente apareció en elsuplemento «Sábado» del UnomásUno,

y fue recogida en un volumen escrito encoautoría con Rogelio Vizcaíno tituladoMemoria roja.

La nueva versión de la historia deJuan R. Escudero es la tercera; las dosprimeras las realicé con RogelioVizcaíno y se publicaron comopequeños libros bajo los títulos Elsocialismo en un solo pueblo y Las dosmuertes de Juan R. Escudero. Apenas sihay nuevas fuentes respecto a aquellasediciones y el texto tiene la lógica de seruna canibalización de las versionesanteriores.

Una primera versión de «Laspenurias de Librado Rivera» apareció

en la revista Brecha, la de Max Hölz enel suplemento cultural de Siempre!, lade Durruti en el suplemento cultural delUnomásUno y la del sindicato depintores en la revista InformaciónObrera. Las cuatro historias fueronrecogidas en un pequeño volumentitulado igual que éste que tuvo unaapacible vida, se agotó al pasar un parde años y no fue reeditado.

Las restantes historias se publicanaquí por primera vez. Todas lasredacciones originales han sidoretocadas.

Notas

[1] De este escritor angoleño, ArturPestana, más conocido por su seudónimoPepetela, están traducidas al castellanosus obras La generación de la utopía yMayombe, publicadas por la EditorialTxalaparta.