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Año1, número 2, junio - noviembre 2017

REVISTA SEMESTRAL DE LOS COLEGIOS DE ARTE DRAMÁTICO, DANZA Y MÚSICA

FACULTAD DE ARTES-BUAP

DIRECTORIO

Dirección y editora responsable Dra. Fuensanta Fernández de Velazco

Revisores de estilo

Mtra. Adriana Rojas Córdoba

Encargados de Relaciones Públicas Dra. Jaesy A. Corona Zapata

Mtra. Myrna D. Rodríguez Vidal Mtro. Pablo Acuahuitl Asomoza

Revisores

Dr. Eduardo Carpinteyro Lara Dr. Saúl Rodríguez Luna

Dra. Jaesy A. Corona Zapata Mtra. Myrna D. Rodríguez Vidal Mtro. Pablo Acuahuitl Asomoza

Mtra. Adriana Rojas Córdoba

Diseño Claudia Balcázar Ávila, coordinadora

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BENEMÉRITA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE PUEBLA Dr. José Alfonso Esparza Ortiz

Rector Dr. Jaime Vázquez López

Secretario General FACULTAD DE ARTES

Mtro. Alberto Mendiola Olazagasti Director

Mtro. José Gabriel García Galicia Secretario Académico

Mtra. Porfiria Gutiérrez Vázquez Secretaria Administrativa

Mtra. Nakú Magdalena Díaz González Santillán Secretaria de Investigación y Estudios de Posgrado

Mtra. Sareli Sánchez Gallardo Coordinadora de la Licenciatura en Arte Dramático

Dra. Jaesy Alhelí Corona Zapata Coordinadora de la Licenciatura en Danza

Mtro. José Luis Sagredo Castillo Coordinador de la Licenciatura en Etnocoreología

Mtra. Dilia Cornish Becerra Coordinadora de la Licenciatura en Música

ARTE: Inter y transdiciplinariedad, Año 1, No. 2, junio – noviembre de 2017, es una publicación semestral editada por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, con domicilio en 4 sur No. 104, Col. Centro, C.P. 72000, Puebla Pue., y distribuida a través de la Facultad de Artes, con domicilio en 8 oriente No. 409 Col. Centro, C.P. 72000, Puebla Pue., Tel. (52) (222) 2295500 ext. 5850, 5857, Editor Responsable Dra. Fuensanta Fernández de Velazco, [email protected] Reserva de Derechos al uso exclusivo 04-2016-111713400400-102. ISSN: (en trámite), ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor de la Secretaría de Cultura. Con Número de Certificado de Licitud de Título y Contenido: (en trámite), otorgado por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Impresa por tresdiseño, Daniel Cabrera Moncada, 13 Poniente 502-B, Col. Centro Histórico, Puebla, Pue., C.P. 72000, Tels. 01(222) 242 02 67. Este número se terminó de imprimir en noviembre de 2017 con un tiraje de 500 ejemplares. Ejemplar Gratuito. Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del editor de la publicación. Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

ARTE: Inter y transdisciplinariedad Revista editada por la Facultad de Artes de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla

Hecho e impreso en México Made and printed in Mexico

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Presentación

Dra. Fuensanta Fernández de Velazco

5

Artículos Notas desde la “otra mirada”: El papel de la mujer mexicana como directora de cine Notes from "another look": The role of Mexican women as a film director Emilia Tlanesi Cortés Hernández

11

Entre 3 líneas: el antes, el después y la teoría Between 3 lines: the before, the after and the theory Ana Lucía Piñán Elizondo

21

Análisis del parlamento dramático Analysis of the dramatic parliament Mario Valenzuela

33

No te engañes corazón, una breve mirada a Cantinflas Do not fool yourself heart, a brief look at Cantinflas Daniel Huicochea Cruz ¿A dónde ha de ir el buey que no are? Where should the ox go that does not plow? Adriana Rojas Córdoba

43 53

Partituras “Coral para cuatro saxofones” “Coral for four saxophones " Javier Montiel

65

Obra pictórica “Elementos visuales” "Visual elements" Myrna Dalia Rodríguez Vidal

75

Colaboradores

79

Instrucciones para colaboradores 81

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Presentación

ARTE: Inter y transdisciplinariedad es una revista semestral creada desde la Facultad de Artes con miras a la

investigación inter y transdisciplinaria de las artes. Como foro dedicado a explorar y transitar en el arte

mediante procesos de investigación que relacionan distintas disciplinas, tiene como objetivo publicar artículos

académico-investigativos desde sus correspondientes áreas del saber, acogiendo formas experimentales y

alternativas de representar el trabajo creativo. A la vez sirve como plataforma para escritores, docentes,

investigadores y artistas, entre otros, que no formen parte de nuestra comunidad académica y que deseen

compartir su creatividad y presentar sus investigaciones relacionadas con el arte.

El segundo número de la revista ARTE: Inter y transdisciplinariedad reúne una serie de artículos a

partir de diversos espacios de análisis, de crítica y de confrontación de saberes en, con y a través del arte, desde

diferentes perspectivas.

El texto de Emilia Tlanesi Cortés Hernández pretende entender cuáles han sido las circunstancias en

las que algunas mujeres han participado en el llamado “séptimo arte”. Con esto ella nos presenta un panorama

sobre la presencia femenina, constante detrás de la cámara desde el “nacimiento” del cine nacional, pero a la

cual no se le ha otorgado el valor que merece. El objetivo del artículo no es subrayar la existencia de un “cine

femenino”, sino de señalar un recorrido histórico y hacer un análisis crítico y reflexivo en torno a las mujeres

cineastas. Ellas muestran “otro cine”, con temáticas en sus películas desde un punto de vista muy particular.

Para Emilia Tlanesi es importante conocer la historia de estas mujeres que nos ofrecen una idea de cómo eran

las cosas, qué tanto se ha luchado y qué cosas han cambiado en la industria a través de los años.

Un segundo texto de Ana Lucía Piñán Elizondo nos ofrece un espacio de análisis el cual parte de los

postulados de Luis Camnitzer que se exponen en Reflexiones para un antifraude, que corresponden a la

primeraparte de un tríptico del cual forma parte el presente artículo. Piñán Elizondo se enfrenta a

cuestionamientos respecto al ético desarrollo docente en las artes, y proporciona pistas respecto a lo que debería

resultar primordial en la formación de los licenciados en danza. Se pregunta si el uso, desuso y/o abuso de los

conceptos: ética, estética, técnica, disciplina durante la formación del alumno, corresponden con las demandas

artísticas de la época. Para Piñán Elizondo esta reflexión podría, entonces, alumbrar carencias, excesos, acentos

innecesarios, rutas, etc., en la formación de los estudiantes y egresados. Pretende entonces que el tránsito y

diálogo entre lo que llega a los estudiantes en formación (antes de graduarse), lo que les resulta necesario ya en

el ejercicio profesional (después de egresar) y lo que propone el mundo o mercado del arte (la teoría), permita

un acercamiento a nuevas prácticas docentes y líneas formativas para la construcción de profesionales de la

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danza capaces, no sólo de insertarse, sino de crear un mercado laboral en pro de un proyecto propio, que camine

de la mano con un desarrollo de la sensibilidad social en la comunidad que le rodea.

El tercer texto de Mario Valenzuela presenta la manera de cómo se puede iniciar un acercamiento de

parte del actor hacia el texto dramático. Mario Valenzuela se basa en la introducción realizada por David

Magarschack en el libro “El arte escénico” de Konstantin Stanislavski, que considera un buen compendio de

las investigaciones de Stanislavski. Analiza de forma extensiva tres ideas principales: 1) el problema creador,

que pertenece al trabajo propiamente del actor; 2) los fragmentos, que parten del problema dramático escrito;

3) el fragmento, que equivale a un problema dramático, el cuál surge de manera lógica de otro problema.

Daniel Huicochea Cruz nos ofrece en su artículo un análisis de la figura de Cantinflas desde su primera

incursión cinematográfica, enfrentándose con el problema de conseguir información, debido a que Mario

Moreno Reyes casi era un actor anónimo. Era el actor de las carpas que sólo existía como un cómico más en el

ámbito del espectáculo popular de aquellos días, y no como el mítico Cantinflas de años después. No te engañes

corazón fue la primera película en la que apareció Cantinflas sin embargo, en ella trabaja intentando trasladar

a la pantalla, algunos momentos de los números de carpa que le habían dado éxito.

La sección de artículos cierra con un texto de Adriana Rojas Córdoba en el que la autora da seguimiento

al uso de la palabra güey, probando en diferentes situaciones comunicativas. Ella llega a la conclusión de que

este vocablo responde a una necesidad social vivencial, en la cual la palabra güey funciona como un comodín

entre los hablantes. Adriana Rojas expone que generalmente son los jóvenes los que utilizan esta palabra, como

una voz emergente unificadora que llena el vacío como producto del enojo, la impotencia y el dolor de

humanidad posmoderna en que vivimos.

Uno de los propósitos de la revista ARTE: Inter y transdisciplinariedad es la difusión de obras

artísticas, sean estas musicales, pictóricas, fotográficas, escultóricas, dancísticas, teatrales, etc.

El segundo número de esta revista cuenta con la participación del compositor Javier Montiel. Su obra

Coral es una propuesta para cuarteto de saxofones compuesta en el año 2000. En ella el compositor explota todo

el rango de posibilidades interpretativas y expresivas del saxofón, desde las notas largas y sostenidas, hasta las

notas de gran rapidez y virtuosismo. Además, utiliza el cromatismo a través de toda la obra y emplea la voz

humana como elemento de percusión, creando un ambiente jocoso y divertido.

Myrna Dalia Rodríguez Vidal presenta algunas de sus obras pictóricas de la colección Elementos

visuales, que como su nombre lo indica, están compuestas por elementos como el punto, la línea y lo textural,

como tema principal. La utilización de colores cálidos y fríos se encuentran fusionados con técnicas como el

óleo y acrílico, así como con texturas de polvo de mármol y cera de Campeche, creando la cualidad visual y

táctil de la obra.

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Finalmente, la invitación queda abierta para que los interesados en hacer contribuciones en esta revista

y envíen textos de su autoría, mismos que generen discusiones académicas que lleven hacia un panorama más

amplio del estudio de las artes.

Dra. Fuensanta Fernández de Velazco

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Renacer/ Acrílico - Madera

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ARTE: Inter y transdisciplinariedad

Año 1, No. 2, junio - noviembre de 2017, pp. 11 -18

Notas desde la “otra mirada”:

El papel de la mujer mexicana como directora de cine Notes from "another look":

The role of Mexican women as a film director

Emilia Tlanesi Cortés Hernández∗

Resumen A lo largo de los años hemos conocido un cine que proviene de los ojos masculinos y que nos muestran su peculiar visión del mundo a través de la cámara, pero, ¿qué pasa con la visión femenina? Por años, las mujeres lucharon para ganarse un lugar en la industria cinematográfica, teniendo que pasar por varios obstáculos para finalmente poder producir y mostrar su trabajo, haciendo que éste rompiera con ciertos aspectos del cine convencional. Mostramos la lucha de mujeres mexicanas, que hicieron lo imposible por ver que sus propias historias llegaran a la pantalla grande. Palabras clave: industria cinematográfica, cine mexicano, industria del arte y entretenimiento. Abstract Through the years, we have known a cinema that comes from the eyes of male directors that show us his particular vision of the world through the camera, but what happen with the female vision? For years, women fought to get a place in the film industry, having to pass for many obstacles, to finally produce and show their work, breaking with some aspects of the convectional films. Here, we show the fight of Mexican women that tried the impossible to get their own stories in the big screen. Keywords: film industry, Mexican cinema, art industry and entertainment

∗ Egresada del Colegio de Arte Dramático Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. [email protected]

La profesión de contar historias en el cine mexicano

ha cambiado en los últimos años. Una de sus

características es que muchas películas nacionales

nos han mostrado sólo una cara en particular: la del

lado masculino. La industria del arte y

entretenimiento, en buena medida, nos han traído

historias, imágenes y personajes que han sido

creados desde una perspectiva. Es aquí cuando nos

preguntamos, ¿en dónde queda la visión femenina?

¿Qué papel juega la mujer en la creación de historias

y la construcción de personajes en esta rama

artística? ¿Hace una diferencia sustancial incluir una

perspectiva femenina al contar una historia?

Las siguientes líneas son algunos apuntes

de la historia de la mujer atrás de la cámara de cine.

El objetivo del artículo no es subrayar la existencia

de un “cine femenino”, sino de entender cuáles han

sido las circunstancias bajo las cuales varias mujeres

han participado en el llamado “séptimo arte”,

recordar algunos de sus nombres y trabajos. Con

esto podremos ver que, si bien la presencia

femenina ha sido una constante detrás de la cámara

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desde el “nacimiento” del cine nacional, ésta tiene

una trayectoria desigual.

Nunca hubo problema con el hecho de que

la mujer ocupara su papel como actriz en la industria

cinematográfica, pero que se dedicara a otra cosa

fuera de su espacio natural fue lo que llegó a

incomodar a muchos en algunos momentos. Un

ejemplo es el caso de las hermanas Adriana y

Dolores Elhers, las cuales que tuvieron que

enfrentarse a varios prejuicios por realizar su trabajo

como directoras.

En principio resulta significativo que

estudiar este tema es relativamente nuevo pues no se

encuentra mucha información. Uno de los primeros

libros que explora esta temática es Derivas de un

cine en femenino (1999), de Márgara Millán, en

donde la autora –a partir de la teoría feminista–

realiza una reflexión sobre la representación de la

mujer en el cine. La segunda parte del libro se

enfoca en realizadoras mexicanas cuyas películas,

en la década de los noventas, permitió visibilizar

más su trabajo no solo como directoras, sino

también su mirada a temáticas poco o nada tratadas

en el cine mexicano. Este cuestionamiento a los

códigos masculinos, hegemónicos, permite

desarrollar personajes lejos de los papeles

habituales, de los estereotipos, y diversificar las

narrativas (39).

Otra referencia bibliográfica es Mujeres

Cineastas en México, escrito por Elisa J. Rashkin,

en el 2015. Este trabajo, de lo último que se ha

editado sobre el tema, destaca la investigación

histórica de varios nombres de mujeres que, por

diversas razones, se han olvidado o son poco

recordados por las nuevas generaciones.

Desde la academia se han escrito varias

tesis sobre las directoras de cine; sin embargo, son

trabajos muchas veces poco sólidos, muy generales,

realizados con más entusiasmo que con rigor. No

por eso dejan de ser interesantes o importantes pues

hablan de cómo el tema ha ido ganando terreno.

Incluso prestigiadas revistas como Sight and Sound

que dedicó un artículo al cine documental hecho por

mujeres (junio, 2016) y el propio Festival

Internacional de Cine de Morelia, en su página de

internet, tiene biografías de varias directoras. Todo

este material, bueno o irregular, no está desligado de

su propio contexto. La preocupación por conocer

esas voces marginadas, silenciadas, tiene varios

motivos: históricos, profesionales, académicos,

intelectuales, etc. Conocer el trayecto que tiene una

profesión, la de cineasta, y su contribución a la

cultura nacional, permitiría hacer una serie de

reflexiones sobre lo que ha sido y los obstáculos que

siguen pendientes por vencer.

Espero que este recuento permita observar

lo compleja que puede ser dicha temática. Como se

dijo al principio, no se trata de una versión

“femenina” versus “masculina”. Hay directores

quienes pueden contar muy bien historias sobre

mujeres, directoras que reproducen la mirada

masculina y sus códigos de representación (de

forma consciente o inconsciente) pero lo que más

nos interesa aquí es señalar un recorrido histórico y

hacer una reflexión.

Primera etapa: 1896 - 1930

¿Cómo inicia esta travesía para llegar hasta

aquí? Situémonos en el año de 1896 con la llegada

del cinematógrafo a México, y la fascinación que el

presidente de aquel entonces, Porfirio Díaz, sintió

por él. Los enviados de los hermanos Lumiere

buscaban proyectar películas entre la élite mexicana

con el objetivo de vender el nuevo invento. Esas

películas eran muy diferentes a las de hoy. En aquel

entonces eran simples fragmentos de la vida

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cotidiana, de corta duración, pero que fascinaban al

público porque eran imágenes en movimiento. El

presidente Díaz permitió que lo filmaran en actos

públicos, dando un paseo en Chapultepec, entre

otras actividades. El cine nacional había nacido.

Para 1906 el cinematógrafo ya era un éxito

en México; hubo varias salas en dónde se

proyectaban películas que tenían una estructura y

una línea de acción concreta. Muchas de esas

películas, hoy desaparecidas, formaron una nueva

sensibilidad entre la población. El público no sólo

se “entretenía”, también aprendía cómo era el

mundo exterior. No es exagerado decir que el nuevo

invento llevó la modernidad a los locales y/o

rancherías donde las personas, ávidas de nuevas

historias, pagaban por ver esas imágenes una y otra

vez.

En 1917, casi al final de la fase armada de

la Revolución Mexicana, la actriz de teatro Mimí

Derba, creó una casa productora con ayuda de su

amigo, el camarógrafo Enrique Rosas, y el que en

aquel entonces era su amante, el general, Pablo

González, llamando a su empresa, Azteca Films. Es

aquí cuando podemos decir que Mimí Derba, fue la

primera mujer en incursionar en el ámbito de la

producción cinematográfica en México.

El objetivo principal de Azteca Films,

como se llamó su empresa, era mostrar temas

nacionalistas para poder posicionar a México en el

extranjero. Durante ese año se hicieron cinco

películas, Alma de sacrificio, En defensa propia, La

soñadora, En la sombra y La tigresa, actuada y

dirigida (probablemente) por Derba. La mayoría de

estos filmes, se basaban principalmente en la

imitación de los melodramas italianos, los cuales

eran muy populares en ese entonces. Derba escribió,

produjo y actuó en esas películas lo cual no era del

todo insólito. En otros países, como Estados Unidos,

la naciente industria cinematográfica empleaba a

muchísimas mujeres quienes no sólo actuaban,

también escribían, dirigían, producían, editaban, etc.

En el caso de esta actriz mexicana, se cree, que llegó

a dirigir a los actores de la película La tigresa,

aunque Enrique Rosas estuvo a cargo de la cámara.

Si bien en este trabajo no se le reconoce como

directora, sí dejó un antecedente importante por los

múltiples cargos que desempeñó.

Como actriz de teatro y de carpas (los

cuales eran el entretenimiento de las clases

populares) Mimí Derba se aventuró en el cine para

ampliar su fama. Por desgracia, poco tiempo

después, la compañía se fue a la quiebra, haciendo

que Mimí Derba optara por seguir con su fructífera

carrera de actriz.

Otras mujeres quienes tuvieron la

oportunidad de trabajar y ser reconocidas como

directoras de cine fueron las ya mencionadas

hermanas Adriana y Dolores Ehlers. Ellas

manejaban un estudio fotográfico en Veracruz, el

cual era bastante popular entre el público femenino.

Tal vez ese carácter emprendedor, propio de ellas,

venía desde la crianza que recibieron en su hogar al

ser atendidas únicamente por su madre, viéndose en

la necesidad de ser el sostén de su casa.

Posteriormente tuvieron la suerte de que el

entonces presidente, Venustiano Carranza, las

conociera y pudiera otorgarles una beca para

estudiar en el extranjero. Viajaron a Boston en

donde conocieron a personas que se dedicaban a

filmar en los hospitales a los soldados heridos de la

Primera Guerra Mundial. Durante su estancia allá

también aprendieron técnicas de iluminación y

manejo de la cámara, para finalmente regresar a

México en 1919.

A su regreso, ambas son contratadas en la

naciente industria. Adriana fue jefa del

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departamento de censura cinematográfica y Dolores

jefa del departamento cinematográfico. Ambas

tuvieron que superar varios obstáculos, para poder

desarrollar su trabajo, uno de ellos era que los otros

trabajadores de la industria pasaban por alto sus

órdenes a pesar de que ninguno de ellos estuviera

familiarizado con el cine. “Bastaba solamente con

ser hombres caballeros honorables para estar ahí.”

(Rashkin, 2015)

Al volver a Veracruz, ellas son las

encargadas de filmar y proyectar los primeros

noticieros cinematográficos, llamados Revistas

Elhers los cuales abarcaron de 1921 a 1929. Adriana

y Dolores Elhers son consideradas como las

primeras mujeres documentalistas de la época.

Ellas, junto a Mimí Derba, son dos de los casos más

emblemáticos de mujeres en el periodo silente del

cine mexicano junto con la siguiente mujer: Cándida

Beltrán Rendón.

En 1928 Cándida Beltrán estrena Los

secretos de la abuela que nos narra la historia de

Mosquita, una niña huérfana que tiene que cuidar de

su abuela ciega. Tanto el guión como la dirección y

producción fueron llevados a cabo por la misma

Beltrán. De acuerdo con el sitio en internet Cine

Silente Mexicano, con esta cineasta comenzó lo que

hoy llamaríamos el cine independiente en México.

El proyecto enfrentó numerosos obstáculos, pero al

final se pudo estrenar, sin embargo, la inversión no

la pudo recuperar, lo cual la obligó a Cándida

Beltrán, a regresar a Yucatán en donde se dedicó a

componer canciones. Hoy en día la película está

extraviada y solo se tienen comentarios elogiosos

aparecidos en periódicos de la época.

En estos años la Revolución Mexicana no

permitió un desarrollo de la industria, aunque

ofreció muchas temáticas que se fueron integrando

poco a poco en las primeras películas de ficción y

documentales. Por otra parte, la inestabilidad social

hizo que varias interesadas en el cine se fueran a

Hollywood a probar suerte como actrices, por

ejemplo, Dolores del Río, además, el público

mexicano veía más cine norteamericano el cual

ocupaba casi todas las salas comerciales. La década

de los veinte, por tanto, fue de transición. El cine

sonoro comenzó a desarrollarse, el país dejó atrás la

fase armada y comenzó la reconstrucción del estado

mexicano. Una nueva fase inició y con ella la

reconfiguración de los papeles de género en el cine

nacional.

Segunda etapa: 1930-1970

En 1931 la película Santa, del director

Antonio Moreno se encargó de marcar la división

del cine mudo al cine sonoro. Aquí es cuando

empieza a notarse un gran despegue de la industria

cinematográfica mexicana. En esa década surge un

fuerte movimiento nacionalista y así es como poco

a poco vamos llegando a la llamada Época de Oro

del cine nacional. Dos años después de que el

presidente Lázaro Cárdenas tomara el poder, la

producción de películas comenzó su auge. Para

1936 ya se habían producido 25 películas, que

incrementarían al doble durante 1937 y finalmente

llagarían a ser 124 producciones durante los años

50’s.

Adela Sequeyro, periodista y actriz,

comenzó a interesarse por el cine, pero debido a que

no podía afiliarse a un sindicato decidió fundar en

1935 su compañía Carola Producciones. En ella

dirigió películas como Más allá de la muerte, en

donde escribió, produjo y codirigió La mujer de

nadie, película que según Elissa J, Rashkin: Fue un reto a la idealización dominante en el cine de los valores de la familia rural. El título mismo refuerza este cuestionamiento, pues como lo han señalado muchos comentaristas, las

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mujeres del cine clásico mexicano siempre pertenecieron a alguien, ya sea como hijas, madres, esposas o prostitutas. (p. 80)

Otra película suya fue Diablillos de

Arrabal, estrenada en 1938. Ésta última, un fracaso

en taquilla, llevó a Adela a cerrar su compañía,

decidiendo poner sus ojos nuevamente en el

periodismo, escribiendo críticas y reseñas sobre

películas, las cuales, en ocasiones firmaba bajo el

seudónimo de Perlita.

También es en este periodo cuando se

construyen los estudios cinematográficos, se

conforma la Unión de Trabajadores de Estudios

Cinematográficos y la Asociación Nacional de

Actores. México, por fin, cuenta con una industria

de cine la cual tenía dos objetivos: realizar un cine

nacionalista y dar batalla al cine norteamericano. En

1939 se fundó la Cámara Nacional de la Industria

Cinematográfica y tres años después su reglamento

cambió. En un contexto mucho más conservador (el

gobierno de Manuel Ávila Camacho) el reglamento

indicaba la prohibición de que una mujer se pudiera

volver técnico de cine lo cual frenaba las

aspiraciones de varias mujeres por seguir haciendo

una carrera profesional en el cine. Una de ellas fue

Matilde Landeta.

En 1933 Landeta inició su carrera en el

mundo del cine como una anotadora, era eso o la

opción de trabajar como maquillista, así que pensó

que la mejor opción para llegar a su objetivo

principal, que era ser directora, sería aceptando el

puesto como anotadora. Landeta tuvo que

enfrentarse a la gran desigualdad que había. Se

trataba de una industria en la que los hombres

predominaban, así que tuvo que luchar para poderse

abrir camino y conseguir un lugar.

Landeta llegó a decir sobre aquellos años y su papel

en la industria mexicana: “las dos posibilidades para

una muchacha en esa época eran el matrimonio y la

prostitución y ninguna de las dos cosas me atraía”.

En 1945 comenzó a ser asistente de

dirección de directores como Julio Bracho, Agustín

Delgado, Emilio Indio Fernández, entre otros. En

1948 dirige su primera película, Lola Casanova,

para la cual tuvo que hipotecar su casa pues ninguna

productora confiaba en ella. A diferencia de otras

directoras de cine, Landeta hizo películas mucho

más profesionales y tiene más de un título en su

trayectoria. Su segunda película, La negra

angustias, tampoco corrió con suerte. En su opinión

el problema no eran sus compañeros directores, sino

los productores quienes no concebían que una mujer

pudiera realizar una película.

Sus películas sufrieron boicot: tenían

pésima distribución, se estrenaban en fechas con

poca asistencia del público y en cines de segunda.

Ella consideraba que la propuesta de presentar una

visión femenina en sus películas, historias reales de

mujeres, iba en contra de la mentalidad misógina de

los productores. En 1956 quiso dirigir un guion

escrito por ella, Tribunal de menores, terminado en

1937. El Banco Cinematográfico le propuso

comprarle el guion y ella accedió con la condición

de hacer algunos ajustes para presentar la película

con otro director más joven y sin experiencia, con el

título Los caminos de la vida. Al final a ella la

excluyeron de los créditos (Rashkin, p. 88). Landeta

terminó por demandarlos y no sólo eso, sino que

logró obtener el crédito que merecía, pero por esa

causa, se le prohibió volver a trabajar en la industria

del cine en México. Su última película fue Nocturno

a Rosario en 1991.

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Tercera etapa, 1960 - 1990

En esta tercera etapa se fundó la que sería

la escuela más antigua de cine en el país, el Centro

Universitario de Estudios Cinematográficos, mejor

conocido como el CUEC (1963). Aquí se podía

estudiar para realizar películas de manera

profesional. A diferencia de etapas anteriores en

donde el oficio se aprendía en la práctica y

comenzando por desempeñar oficios como el de

maquillista, apuntador, etc., hasta llegar a director,

la creación del CUEC significó un enorme avance

en la igualdad de oportunidades para quienes

quisieran dedicarse al cine. De la primera

generación de esta institución que va de 1964 a

1968, tenemos a Marcela Fernández Violante.

En 1972 Violante realizó un documental

sobre Frida Kahlo, en el cual muestra aspectos de la

obra de la pintora, siendo en aquella época, la

primera mujer en abordar el tema de Frida Kahlo.

Su segundo rodaje titulado De todos modos Juan te

llamas, en 1974, fue el primer largometraje

producido por la UNAM, donde abordó el tema de

la Guerra Cristera. Tres años después dirigió

Cananea, basándose en la primera huelga que tuvo

México en el año de 1906 y la represión a la que

eran sometidos los trabajadores mexicanos.

Con todo esto, el trabajo de María

Fernández Violante, nos deja ver el contenido

político que mantienen sus películas, tocando

temáticas de hechos importantes que se

desarrollaron en el país. Además de cineasta,

Fernández Violante se ha dedicado a la docencia en

el propio CUEC. Cuando ella entró a estudiar las

mujeres eran el 12% del alumnado y ninguna mujer

impartía clase. Como egresada y con películas en su

trayectoria, Fernández Violante se convirtió en la

primera profesora de dicha institución.

Otra directora es María Carmen Lara,

también egresada del CUEC (1983). Ella se ha

dedicado más a la realización de documentales,

como Viaje a la luna (también conocido como No

les pedimos un viaje a la luna) en el cual nos

muestra la forma de explotación a la que estaban

sometidas las trabajadoras de la costura en México,

hasta la formación de su sindicato, el 19 de

septiembre de 1985. Su cine se centra en cuestiones

de género y derechos sexuales femeninos con lo cual

les da voz para ser escuchadas. Al igual que otras

mujeres cineastas, los problemas políticos están en

el centro de sus películas, las cuales han sido

reconocidos en festivales internacionales lo que

permitió que ellas siguieran trabajando. En 1994

estrena Nosotras también donde toca el tema del

VIH, donde expuso que la mayor parte de las

mujeres infectadas por este virus, son amas de casa.

Su opera prima En el país de no pasa nada,

estrenada en el año 2000, expone las condiciones en

las cuales viven muchas mujeres en México. Obtuvo

reconocimientos en varios festivales como el del

Cine de Guadalajara y el festival de Rotterdam.

Rosa Martha Fernández, también radica en

la lista de egresadas del CUEC, dedicándose a la

dirección, a la producción y edición de cine.

Algunas de sus obras son documentales, y entre los

más destacados se encuentran Cosas de mujeres

estrenado en 1978 y la cual fue nominada a un Ariel

a mejor cortometraje documental. Rompiendo el

silencio en 1979 tiene la misma fortuna de estar

nominado a un Ariel, exactamente en la misma

categoría, y algo que hay que añadir sobre ella es

que también tiene ciertos trabajos conectados al

ambiente dancístico, como Danza Picnic, estrenada

en el año 2002, y Entre paredes de agua, en el 2010.

Otra cineasta importante es Busi Cortés,

egresada del Centro de Capacitación

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Cinematográfico (CCC) en 1981. Durante su

estancia en el CCC, Cortés dirigió varios

cortometrajes: Los Buen Romero, en 1978 y un año

más tarde, estrena Un frágil retorno. En 1983

estrena su cortometraje El lugar del corazón el cual

es producido por la Universidad Iberoamericana

(UIA) y el CUEC. Este recibe mención honorífica

en el Festival de Televisión Universitario de Lima,

Perú. En 1988 estrena su Primer largometraje,

basado en el cuento de Rosario Castellanos titulado

El secreto de Romelia con el cual recibe el Ariel a

mejor Ópera Prima.

Esta generación de cineastas se convirtió

en portavoz de movimientos sociales de las décadas

de los setenta y ochenta. A diferencia de la época de

oro, el cine mexicano tomó diversos caminos que

comenzaron a ser explorados en formatos distintos

al largometraje de ficción (documentales,

cortometrajes, mediometrajes). Su

profesionalización les permitió, en algunos casos,

ser exhibidas en otros países. El avance tecnológico

también fue importante porque permitió que los

formatos rebajaran los costos de producción. Estos

cineastas, hombres y mujeres, mostraron otras

historias, otras caras de la sociedad mexicana y son

responsables de una imagen mucho más

heterogénea de lo que en realidad es este país.

Lo anterior no significa que muchos

problemas para las directoras de cine hayan sido

superados. México sigue siendo un país peligroso

para las mujeres. La misoginia, la falta de apoyo por

parte del gobierno para seguir levantando proyectos,

además de una terrible distribución (muchas

películas son estrenadas años después de su

realización o siguen enlatadas) han hecho que sea un

acto de resistencia seguir creyendo en un cine

diferente.

Reflexiones finales

La aportación de las cineastas es encontrar

caminos de expresión artísticos y ofrecer una mirada

distinta a los mismos problemas que todos

padecemos. En los últimos años el número de

mujeres detrás de la cámara ha aumentado (de un

10% a un 20% en el año 2014). Esta visibilidad se

da en un momento en el cual palabras como

machismo, feminicidio, feminismo, etc., ocupan un

lugar especial en el discurso público.

No ha sido un camino fácil de recorrer,

siempre teniendo que enfrentarse a varios

obstáculos, incluso yo, como alumna de dirección

escénica, me llego a preguntar, ¿qué tan difícil

puede ser la situación en el mundo laboral? ¿Cómo

serán las cosas en un futuro? ¿Seguiremos teniendo

un retroceso equivalente a nuestro avance? ¿Acaso

las trabas y obstáculos serán más fuertes que los

anteriores?

Las mujeres cineastas nos muestran “el

otro cine”, haciendo que las temáticas de sus

películas nos den un punto de vista muy particular,

la imagen que tienen de la mujer y del hombre, en

algunos mundos, en algunas situaciones creadas y

vistas por ellas. Es importante conocer la historia de

estas mujeres para darnos una idea de cómo eran las

cosas, qué tanto se ha luchado y qué cosas han

cambiado en la industria a través de los años.

El futuro se muestra incierto. Con noticias

cotidianas de chicas desaparecidas, asesinadas, el

trabajo de las cineastas sigue siendo una poderosa

manera de sensibilizar a las personas. Quienes nos

dedicamos a las artes, cine o teatro, nos damos

cuenta que todavía queda mucho camino por

recorrer y que nuestro trabajo en algo contribuye a

mirar el mundo de una manera distinta para quienes

se empeñan en verlo igual o peor. Este artículo sirva

pues como un recordatorio de todo eso.

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Referencias bibliográficas Cine silente mexicano / Mexican silent cinema. En línea https://cinesilentemexicano.wordpress.com/ [Consultado el 7 de mayo de 2017] Millán, M. (1999). Derivas de un cine en femenino. UNAM, PUEG, Miguel Angel Porrúa. Rashkin, E. (2015). Mujeres Cineastas en México. México: Universidad Veracruzana. Young, N (2016). The rise of female documentary makers in Mexico. Sight & Sound June. En línea http://www.bfi.org.uk/news-opinion/sight-sound-magazine/comment/festivals/rise-female-documentary-makers-mexico [Consultado el 27 de marzo de 2017]

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Intervención impuesta / Óleo-Madera

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ARTE: Inter y transdisciplinariedad

Año 1, No. 2, junio - noviembre de 2017, pp. 21 -29

Entre tres líneas: el antes, el después y la teoría

Between 3 lines: the before, the after and the theory

Ana Lucía Piñán Elizondo∗

Resumen

Entre tres líneas: el antes, el después y la teoría, parte de los postulados de Luis Camnitzer que se exponen en Reflexiones para un antifraude (1a parte del tríptico del que forma parte esta publicación), trayendo algunos de los cuestionamientos respecto al ético desarrollo docente en las artes. De Ética, estética, técnica, disciplina y otros temas sin importancia (segunda parte) se retoma el sondeo realizado a estudiantes y que cimienta dicho texto, exponiendo la importancia que se da a los conceptos que lo titulan durante la carrera en danza para, finalmente, en esta última parte, aplicar un sondeo a partir de las mismas ideas, pero aplicándolo esta vez a egresados de diferentes instituciones y generaciones. A los resultados contrastados de ambos sondeos se suman características de lo que, según algunos teóricos del arte, debería estar sucediendo en el ámbito profesional de la danza, en aquel nicho de lo llamado contemporáneo en la danza, apoyándose principalmente en textos de Marcelo Isse Moyano, teórico argentino, quien al mismo tiempo parte de importantes autores como Danto, Gadamer, Sally Banes, entre otros y que proporciona pistas respecto a lo que debería resultar primordial en la formación de licenciados en danza, permitiendo un cuestionamiento respecto a si el uso, desuso y/o abuso de los conceptos citados (ética, estética, técnica, disciplina) durante la formación se corresponden con las demandas artísticas de la época. Esta reflexión podría, entonces, alumbrar carencias, excesos, acentos innecesarios, rutas, etcétera, en la formación y por lo tanto en los egresados que, por evidentes, se convierten en omisiones. Se pretende entonces que el tránsito y diálogo entre lo que llega a los estudiantes en formación (antes de graduarse), lo que les resulta necesario ya en el ejercicio profesional (después de egresar) y lo que propone el mundo o mercado del arte (la teoría), permita un acercamiento a

∗ Estudiante de Doctorado en Arte: Producción e Investigación en la Universidad Politécnica de Valencia, España [email protected]

nuevas prácticas docentes y líneas formativas que permitan la construcción de profesionales de la danza capaces, no sólo de insertarse sino, de crear un mercado laboral en pro de un proyecto propio que camine de la mano con un desarrollo de la sensibilidad social en la comunidad que le rodea. Palabras clave: ética, estética, técnica, disciplina, contemporánea.

Abstract Between three lines: before, after and theory, part of the postulates of Luis Camnitzer that are exposed in Reflections for an antifraud (part of the triptych of which this publication is part), bringing some of the questions regarding the ethical development teacher in the arts. Ethics, aesthetics, technique, discipline and other unimportant topics (part 2). These has taken up by the survey carried out on students and the basis for this text, explaining the importance given to the concepts that title it, during the dance career. Finally, in this last part, apply a survey based on the same ideas, but applying it this time to graduates of different institutions and generations. To the contrasted results of both surveys are added characteristics of what, according to some art theorists, should be happening in the professional field of dance. In that niche of the so-called contemporary in dance, relying mainly on texts by Marcelo Isse Moyano, Argentine theorist, who at the same time part of important authors such as Danto, Gadamer, Sally Banes, among others. That provides clues about what should be paramount in the training of dance graduates, allowing a question about whether the use, disuse and / or abuse of the concepts cited (ethics, aesthetics, technique, discipline) during the training correspond to the artistic demands of the time. This reflection could, then, illuminate deficiencies, excesses, unnecessary accents, routes, etc.,

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in the formation and therefore in the graduates that, by evident, become omissions. It is then intended that the transit and dialogue between what reaches students in training (before graduation). What is necessary already in the professional practice (after graduation) and what the world or art market (the theory), allow an approach to new teaching practices and training lines that allow the construction of capable dance professionals. Not only to insert themselves, but also to create a labor market in favor of a project of their own that goes hand in hand with a development of the social sensitivity in the community that surrounds him. Keywords: ethics, aesthetics, technique, discipline, contemporary.

Con esta publicación termina un tríptico de

ponencias que nunca fueron un propósito como tal.

La primera, Reflexiones para un antifraude,

pretendía ser un cuestionamiento respecto a la

práctica diaria para todos los docentes, sin

excepción; una reflexión fundamentada en

postulados de Luis Camnitzer y presentada como

ponencia en el primer congreso de investigación en

danza de la BUAP. La segunda, Ética, estética,

técnica, disciplina y otros temas sin importancia,

aspira ver la luz en la próxima edición electrónica

del cuerpo académico Integración Artística de la

BUAP, presentada a forma de silogismo lógico y

partiendo de la importancia que se le da a los

términos que conforman su título en la práctica

diaria docente y cómo se posicionan en la mente de

los estudiantes. La tercera, Entre 3 líneas: el antes,

el después y la teoría, pretende regresar a las

problemáticas identificadas en lasdos anteriores y

sumar la voz de egresados de distintas instituciones

y generaciones, contrastándola con lo que dice la

filosofía del arte y la teoría de la danza.

Dada la parte triste de la primera

experiencia, en la que resultó una ponencia

escuchada sólo por las personalidades invitadas de

fuera del estado y dada la ausencia de docentes de la

misma institución, quedó claro que de fraudes y

búsquedas de sentido de o en la docencia no se

quería hablar. ¿Cuáles eran entonces los temas que

interesaban a aquellos que no quisieron estar? ¿De

qué les interesa hablar? De danza, pero, ¿desde

dónde? Estas fueron las preguntas básicas que

dieron paso a la segunda parte. Hablar de técnica y

disciplina parecía, con oídos superficiales, ser el

tema más abordado. Como en aquel momento y con

la misma intención de incomodar, se asumirá que,

aunque son términos ya bastante manoseados en el

lenguaje de los docentes en danza, frente a los que

casi cualquiera tiene una definición y/o una postura,

lo que importa en este caso es la vinculación de estos

con la vida del ya egresado y con su práctica como

artista. Como aquella vez, se incluyen términos que

resultan (tristemente) menos cotidianos en los

pasillos y las aulas de la Universidad pero que son

las que dan marco a nuevas reflexiones: ética y

estética.

Si bien la inserción de estos términos en

aquella segunda parte resultaba arbitraria hasta

cierto punto, ambos respondiendo a la lógica de

quien escribe estas palabras, aunque en diferentes

niveles de lógica, hoy suman para un posible

contraste con lo que enfrentan los egresados de

danza contemporánea (en particular) en el mundo

laboral.

Por una parte, la ética pareciera una parte

fundamental para llamarse profesionista, en

cualquier área, pero se trata de subrayar su

naturaleza como indispensable en un contexto en el

que se trabaja con el cuerpo, con la mente, con la

sensibilidad y con la psique.

La estética por su parte, aparece como

inherente a la naturaleza artística, superando los

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gustos, las categorías, los géneros, lo feo, lo

grotesco, lo bello, etc. El arte siempre guarda en su

núcleo la aspiración de resultar estético y aquí este

concepto se aleja todo lo posible de la idea de

estética o estético como sinónimo de bello,

pensando más bien en la estética contemporánea. Se

antojan mucho más indispensables así la ética y la

estética para construir la danza -el arte- que la

técnica y la disciplina; se antoja aún más que las

cuatro son cosas sin importancia si no encuentran su

correcta relación con las demás. Pero hasta aquí no

resultan más que eso, un mero antojo de autor que,

a través de las siguientes palabras, se intentará

acreditar como cierto en base a sondeos rápidos y

una revisión no tan superficial de los postulados que

el teórico argentino Marcelo Isse Moyano hace

desde la teoría y la filosofía del arte.

Se trata entonces de cuestionar la ética, la

estética, la técnica, la disciplina, su importancia, su

práctica, su recurrencia, su uso y frecuencia en este

intento de volver pertinente la danza en el mundo de

las Universidades. ¿Es que alguna de estas palabras

vuelve verdaderamente licenciado al alumno? ¿Si se

quita alguna de ellas ya sólo serían “simples

bailarines” y no licenciados? Preguntas que surgen

porque, finalmente, de eso se trata, o debería

tratarse, de la continua pertinencia en estos centros

de estudio, de dotar de herramientas y estrategias

que le permitan al egresado una actitud más íntegra

-completa- frente al hecho dancístico y/o artístico.

Para la tercera y última parte de estas

reflexiones, se partió del mismo estudio que dio vida

a la segunda. En un sondeo rápido realizado a 44

alumnos (de un total de 212) de todos los semestres

de la Licenciatura en Danza de la BUAP, en el que

se les pedía escogieran las dos palabras que más

escuchaban en la escuela, de entre técnica,

disciplina, ética y estética, el 100% mencionó la

palabra técnica, el 86% optó también por la palabra

disciplina, contra un 13.6% para estética y un muy

triste 4.5% para ética, correspondiendo este último

porcentaje a sólo dos alumnos. A este ejercicio se

sumó, para esta “re-edición”, un sondeo realizado a

través de redes sociales a egresados de distintas

instituciones y de diferentes generaciones (de 1999

a 2012), preguntándole a veinte profesionales de la

danza cuáles de las cuatro palabras (técnica,

disciplina, ética y estética) consideraban más

necesarias e importantes en su vida profesional,

teniendo que escoger dos de entre las cuatro dadas.

El 87% coincidieron en ética y en disciplina, contra

un 7% para técnica y estética.

Estudiantes Egresados Teoría

Técnica 100% 7%

Disciplina 86% 87%

Ética 5% 87%

Estética 14% 7%

En una vista rápida de los resultados, eso

que parecía ser lo más importante como estudiantes,

resulta casi intrascendente ya que están afuera. La

disciplina aparece como ese elemento necesario

tanto antes como después. La ética, eso de lo que

aparentemente nadie habla durante la formación,

resulta ser tan importante como la disciplina. Y la

estética, con todo lo inherente que se pueda alegar

que le es al arte, pasa inadvertida un poco más fuera

de las aulas que durante el periodo formativo.

Al parecer, el uso desmedido que aparece

de la palabra técnica entre las cuatro paredes

llamadas escuela, la presenta como algo que debe

ser perseguido incansablemente, incluso si se trata

de practicar con dolor, lágrimas y sangre, incluso

haciéndolo pasar por un estado normalizado del

cuerpo. ¿De verdad resulta tan importante? Y sin

ánimo de demeritarla, ¿es de lo que se debe hablar

en una facultad de arte?, ¿es el tema que más debe

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ocupar al artista? Y otorgándoles el privilegio de la

duda a todos los que pudieron contestar que sí a las

dos preguntas anteriores: ¿de qué técnicas se estaría

hablando? ¿qué pasa con todos estos cuerpos que

son atravesados durante cinco años por la insistencia

de la palabra técnica?, ¿la olvidan una vez que se

comienzan a desarrollarse como profesionales fuera

de la escuela? O, ¿acaso es que los cinco años de

formación técnica, lo que dura en promedio una

carrera universitaria, son suficientes para después

olvidarla? Frente a todos estos cuestionamientos

solo se tienen dos certezas: que la presente

argumentación no se basta a sí misma para

responder todas las cuestiones anteriores, aunque

abre interesantes canales de búsqueda y, que una vez

egresados de la escuela, la palabra técnica pierde

importancia al 93%, literalmente.

¿Hacia dónde se está encaminando

entonces esa otra palabra tan popular, la disciplina?

¿qué o cuál disciplina? Si toda la formación superior

se vuelca sobre estas dos palabras, pareciera que

durante la formación lo que está en juego es preparar

a técnicos disciplinados (o disciplinados

tecnificados, en el peor de los casos). Si este

binomio resulta tan inseparable, ¿por qué se olvida

uno de sus factores al terminar los estudios? ¿Por

qué es sustituido por la palabra ética? Y, ¿qué es lo

que estos profesionales están entendiendo por ética

si nunca se puso ningún interés en ella?

Sólo como posible respuesta, el remplazo

podría provenir de pensar que ya es momento de

hacer éticamente aquello que fue aprendido durante

su formación, es decir, de “hacer bien” la técnica,

tornándose mucho más importante el cómo que el

qué, pero finalmente refiriéndose a lo mismo. Si se

toma por cierto esto, se seguiría postulando a un

1 El apóstrofe sustituye las comillas del autor.

técnico disciplinado. El tema aquí es que no se habla

de escuelas o de formaciones técnicas en danza sino,

de universidades e instituciones de educación

superior que deberían ofrecer o contar con un valor

agregado a sus estudiantes, superando de alguna

manera la formación técnica disciplinar o

disciplinada. ¿Qué se está enseñando entonces?

Arte, danza contemporánea. Pero, ¿cuándo es que

realmente se habla de enseñanza de Danza

Contemporánea?

Para hablar de dicho valor se vuelve útil

llenar la línea vacía de la tabla presentada

anteriormente y que corresponde a la Teoría. ¿Qué

demandas encontramos en la teoría y la filosofía del

arte que no están logrando ser satisfechas por la

fórmula técnica-disciplina-ética? Así, con la

disciplina en el centro.

Camintzer plantea la base del problema de

la enseñanza de las artes en la definición de arte, el

momento en que se dijo {esto es arte}, “de esa

manera lo que inicialmente había sido 'arte como

una actitud' pasó a ser 'arte como una disciplina', y

peor aún, 'arte como una forma de producción'”1

(2012). Y no debemos tomar a la ligera esto último:

'arte como una forma de producción'; como una

única forma de producción. Si es cierto que “la

forma, que inicialmente había sido una

consecuencia de la necesidad de empacar una

experiencia, ahora pasó a ocupar el lugar del

producto” (Ibidem, 2012), se estaría hablando una

única forma de producto, así es como la enseñanza

del arte “se dedica fundamentalmente a la enseñanza

sobre cómo hacer productos y como funcionar como

artista, en lugar de como revelar cosas”. (Op. Cit)

El hecho de que la técnica aparezca como

centro en torno al que se construye el saber artístico

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da la razón al autor cuando dice que “enfatizamos la

caligrafía por encima de los temas sobre los cuales

queremos escribir” (Camintzer, 2012). La caligrafía

es la tan nombrada técnica, cualquiera, pero

parecería que el énfasis no es ahí donde debe

ponerse ¿Por qué sigue siendo la palabra más

escuchada en la escuela pese a que autores, desde

diferentes ramas, plantean como un error el que “la

educación formal del artista sufr[a] de las mismas

nociones que imperan en las otras disciplinas: que la

información técnica sirve para formar al profesional

(...)”? (Op. Cit. 2012).

Pero la idea de arte como una forma de

producción podría encerrar algunos otros

inconvenientes en la enseñanza de la danza

contemporánea específicamente. Siguiendo a

Marcelo Isse Moyano, lo contemporáneo de las

producciones de danza corresponde justamente a

nuevos modelos de producción, lejos de entender

esto como una forma de producción contemporánea,

ya que no “alcanza con la nueva producción del

momento sin pararse a reflexionar sobre la

complejidad de lo contemporáneo en la danza y su

significación real” (Isse Moyano, 2013). ¿No sería

una aproximación a dicha reflexión lo que se tendría

que escuchar en los pasillos de las escuelas de

danza? Si lo que define lo contemporáneo de la

danza son sus nuevos contextos de producción

referidos a las características de los nuevos tiempos

¿no tendría que estar puesto ahí en énfasis y no en la

palabra técnica? ¿La disciplina no tendría que

encaminarse a nunca dejar de realizar dicha

reflexión y a una continua búsqueda de nuevas

formas de producción? ¿La ética no tendría que ver

con ser honesto consigo mismo en esta reflexión y

búsqueda?

Si atribuimos a la época contemporánea

aquellas características que Lyotard asigna a la

posmodernidad (aunque posteriormente Arthur

Danto plantee lo posmoderno como subconjunto de

lo contemporáneo), resultaría que el arte

contemporáneo “deja de ser una mera ruptura

estética o un cambio epistemológico para

convertirse en señal cultural de un nuevo estadio de

la historia del modo de producción dominante”

(Lyotard, 1995) y aquí se tendrá que poner una muy

especial atención respecto a si la manera de enseñar

el arte, la idea que se tiene de él y la manera, por

tanto, en que es producido dentro y fuera de las

escuelas de danza por los egresados, no corresponde

más al anterior estadio de la historia y a aquel modo

de producción dominante. Si como dice Isse

Moyano, “el denominado 'arte contemporáneo' nace

en un terreno preparado desde mucho tiempo atrás

por la descomposición de los sistemas de

referencia” (Isse Moyano, 2013: 129) ¿La técnica

que se debería enseñar no tendría que ser aquella que

ayude a los alumnos-egresados a decir adiós a los

grandes relatos legitimadores y sustituirlos por

millares de historias, pequeñas o no tan pequeñas?

Si cada día aparece con mayor claridad que “la

cuestión (...) ya no es tanto la de las fronteras o los

límites asignables a la creación, sino la de la

inadecuación de los conceptos tradicionales -arte,

obra, artista, etc.- a realidades que, al parecer, ya no

se corresponden con esos conceptos” (Isse Moyano,

2013), se está enseñando técnica y disciplina, ¿para

qué?

La encrucijada de las preguntas anteriores

es abordada por Camintzer, quien hace recaer gran

parte de la culpa en la falacia que algunos

argumentan como la imposibilidad de enseñar el

cómo tener ideas:

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Si el alumno no tiene ideas, es culpa del alumno. Esta negación y culpabilización solamente es posible si uno clasifica a la gente en dos categorías: en genios y en imbéciles. Se elimina la categoría de 'normal' (...). Enseñar a tener ideas ciertamente requiere bastante más que transmitir información. El profesor tiene que reubicarse y abandonar el monopolio del conocimiento para actuar como estímulo y catalizador, y tiene que poder escuchar y adaptarse a lo que escucha.” (Camintzer, 2012)

Sigue rodando la pregunta ¿qué técnica se está

enseñando? ¿Cuál debería ser enseñada? ¿Cómo

debería ser enseñada? ¿Cuál es la exigencia

disciplinaria para enseñarla y aplicarla

posteriormente? ¿Cómo estaría éticamente

implementada esta técnica? ¿Para qué se enseña

todo esto? ¿Por qué tendría que ser necesario todo

esto?

Camintzer ya lo argumentó de manera brillante.

El único argumento que hoy se puede hacer a favor de un arte que tenga su propio espacio como disciplina es el hecho que el arte puede ser utilizado como un territorio de libertad, un lugar en el cual se puede ejercer la omnipotencia sin el peligro de ocasionar daños irreparables. Es, por lo tanto, una zona en la cual podemos experimentar y analizar los procesos de la toma de decisiones. (Camintzer, 2012)

Libertad, omnipotencia, sin peligro, experimentar,

analizar los procesos, toma de decisiones,

parecieran ser las palabras claves para un

acercamiento real que permita dilucidar en lugar

correcto del énfasis de la enseñanza. Pero antes de

ese acercamiento se vuelve imprescindible entender,

desde Camintzer, la diferencia entre la percepción

funcional y la percepción estética, que es otra

manera de ver las diferencias en la toma y propiedad

de las decisiones:

La percepción funcional lubrica nuestras interacciones con otra gente, aquella gente que se mueve en las mismas convenciones y se comporta de acuerdo a decisiones preexistentes y reguladas. Es el sistema que nos mantiene firmemente encerrados dentro de las fronteras de lo conocido y lo predecible. En cambio, idealmente, la percepción estética es posible gracias a una distancia crítica de la percepción funcional. Con la percepción estética podemos ver las cosas como si fuera por primera vez y decidir por nosotros mismos. (Camintzer, 2012)

Si, como argumentan Lyotard e Isse

Moyano, lo contemporáneo en el arte, y por lo tanto

en la danza, se corresponde con la búsqueda de

nuevos modos de producción, ¿no es la percepción

estética a la que debería ir encaminada toda

formación en el mundo del arte? Es decir, pareciera

que, a partir de la cita anterior, alumnos y egresados

tendrían que volcarse en una búsqueda que les

permita el desarrollo de la percepción estética,

crítica; aquella que les permita decidir por sí mismos

y que los ayude a re-descubrir el mundo como si

fuera la primera vez. ¿Por qué entonces nadie habla

de estética? ¿Por qué aparece como algo tan

remotamente importante?

Y de nuevo deberá aparecer la cautela, la

estética no se trata de lo bello o de lo agradable a los

sentidos. Si bien no lo excluye, la percepción

estética a la que apela el autor es aquella que se

corresponde al arte que resulta “un lugar en donde

se pueden pensar cosas que no son pensables en

otros lugares” (Camintzer, 2012). Esta percepción

estética se aleja, por mucho, de la creencia de que la

obra se agota mirando el envoltorio. De nuevo, la

percepción estética no excluye al llamado envoltorio

(que quizá tiene que ver de alguna manera con la

técnica) pero involucra de manera protagónica a los

problemas que dan vida a la obra y las soluciones

que se ofrecen frente a este problema. El quedarse

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al nivel del empaque, en palabras de Camintzer, “es

la actitud simplista y enternecedora del niño de dos

años que en lugar de abrir el regalo juega con el

paquete.” (Camintzer, 2012)

La percepción estética, aquella que busca y

permite ver las cosas como por vez primera, articula

la posibilidad de que un buen problema artístico no

es agotable, que una buena solución tiene

reverberaciones, y esta tendría que ser realmente la

materia prima del arte contemporáneo, de estas

posibilidades es de donde se desprenden los

llamados nuevos procesos de producción. Son estas

mismas posibilidades las que hacen que, para

Camintzer, el qué hacer y el para quién hacer

vengan primero, dejando muy por detrás el cómo,

siendo este el que corresponde a la técnica, y siendo

la base de la enseñanza artesanal pero no de la

artística.

Se vuelve cierto así, también para la danza,

que “ningún arte (danza)2 está ya históricamente

enfrentado contra ningún otro arte (danza). Ningún

arte es más verdadero que otro, ni más falso

históricamente que otro” (Danto, 2006: 49), porque

lo que importa ya no es cómo se ve el arte sino las

decisiones que se tomaron para llegar a él, para su

construcción.

Lepecki, por su parte, también pone un

acento importante en la estética al decir que

“cualquier danza que ponga a prueba y complique

su acto de presencia y el lugar donde establecer el

terreno de su ser, sugiere para los estudios críticos

de la danza la necesidad de establecer un diálogo

renovado con la filosofía contemporánea” (Lepecki,

2 Los paréntesis son nuestros.

2008:20) y que mejor campo de la filosofía para

dialogar con el arte que la estética.

En la anterior afirmación de Lepecki

(2008) se dejan entrever también, tanto la propuesta

de Camintzer respecto a la necesidad de toma de

decisiones a partir de una percepción estética, como

la necesidad planteada por Lyotard de múltiples y

pequeños relatos que se postulen contra todo

metarrelato legitimador.

La exclusión de la palabra estética podría

corresponder entonces a la dificultad que representa

su complejidad ya que, como afirma Isse Moyano,

“el arte ya no carga con la responsabilidad de su

propia definición filosófica; tarea que pasa ahora a

los filósofos del arte” (Isse Moyano, 2013: 47) y

especificando que una definición filosófica debe

capturar todo sin excluir nada.

Pero no por esto resulta eludible, aparece

como trabajo del artista y del arte la consciencia de

esto, el conocimiento de que “también las

normativas que han atravesado la historia de la

danza se han extinguido, [de que] los límites entre

la danza y la cotidianeidad, entre el profesional y el

público, entre el arte y la vida, se [han] vuelto

difusos.” (Isse Moyano, 2013: 51)

Si la Danza Contemporánea “se pone al

frente en la tarea de desmantelar una idea de la

danza, la idea que la asocia con el flujo y

continuidad de movimientos” (Isse Moyano, 2013),

no se puede pretender enseñarla o practicarla

obviando el concepto de estética. A partir de

Lepecki, de Danto, de Isse Moyano, la danza

contemporánea podría parecerse bastante a

cualquier acción cotidiana (¿qué técnica enseñar

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frente a esto?), y si cualquier movimiento resulta

susceptible de ser danza, resultaría la llamada por

Danto transfiguración del lugar común, la parte que

deben aprender los artistas y claro, lo que se les debe

enseñar y es que, parafraseando al mismo autor, la

obra de danza se diferencia de las demás acciones

cotidianas cuando, a pesar de tener las mismas

cualidades físicas, resulta transfigurada.

Isse Moyano explica que al ver la obra se

debe producir en el espectador la transfiguración

del lugar común, al entender que la obra exterioriza

una forma de ver el mundo y, mientras esta forma

de ver el mundo tiene que corresponderse a aquella

primera vez a la que aspira Camintzer, la

transfiguración debe dialogar con la filosofía

contemporánea desde la postura de Lepecki.

Estudiantes Egresados Teoría

Técnica 100% 7% 5%

Disciplina 86% 87% 15%

Ética 5% 87% 30%

Estética 14% 7% 50%

Parece entonces que el primer ejercicio

ético a realizar es una revisión de la terminología

usada en el ámbito de enseñanza-aprendizaje. Sí,

hay que enseñar bien a hacer bien, esto es lo que

deberá repetirse disciplinadamente en el ejercicio

profesional de los egresados. La técnica tendría que

estar enfocada a desarrollar la propia capacidad de

re-descubrimiento cotidiano del mundo; a distintos

modos de percibir estéticamente corresponderán

nuevos modelos de producción de la danza y dejará

de importar si la “técnica” se llama ballet, Graham,

jazz, yoga, karate, etc., porque, al igual que en las

otras artes, no será esto lo que defina la

contemporaneidad ni el valor artístico de una obra

sino su capacidad de transfiguración del lugar

común y de diálogo con la filosofía y el mundo

contemporáneo.

Aparece como urgente el abandono de la

idea de formar técnicos disciplinados. Técnica y

disciplina dejan de ser protagónicas en la enseñanza

diaria, y no es una apuesta por la supresión de estas

en el diccionario, sólo es una argumentación para

lograr darles su justo valor. Una técnica perfecta y

una gran disciplina por sí mismas, como se

entienden en el cotidiano dancístico, dan como

resultado a un gran repetidor de pasos. La

Educación superior en las artes debería estar

enfocada a la formación de individuos capaces de

explorar y generar su propia estética, su propio

modo de producción, su propio estilo, su propio

hacer bien eso que quieren hacer, y ahí ya está

implícita su propia disciplina.

Al final, técnica, disciplina, ética son sólo palabras

sin importancia, la propuesta es que, hasta que no

dimensionemos la importancia de esa cuarta

palabra: estética, ninguna otra, en la enseñanza de

las artes a nivel superior, cobrará sentido. Temas

todos sin importancia pero que, al final, son los que

siguen sometidos a debate y riña en algunos

espacios universitarios.

Referencias bibliográficas

Camintzer, L. (2012). La enseñanza del arte como fraude, Esfera Pública, Recuperado de: http://esferapublica.org/nfblog/la-ensenanza-del-arte-como-fraude/ https://issuu.com/interdanza/docs/rev._interdanza_n__m.38__issuu_ Moyano, I, M. (2013). La danza en el marco del arte moderno/contemporáneo: los nuevos modelos de producción. 1a ed., Buenos Aires.

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Danto, C. (2006). Después del fin del arte. El arte contemporáneo y el linde de la historia. Buenos Aires. Paidós. Danto, C. (2004). La transfiguración del lugar común. Buenos Aires: Paidós Lepecki, A. (2008). Agotar la danza. Performance y política del movimiento. España: Centro Coreográfico Galego, Mercat de les Flors, Universidad de Alcalá. Lyotard, Jean-Francios. (1995). La condición posmoderna. Buenos Aires: Ed. R.E.I.

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Sin título / Óleo - Madera

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ARTE: Inter y transdisciplinariedad

Año 1, No. 2, junio 2017 a noviembre de 2017, pp. 33- 40

ANÁLISIS DEL PARLAMENTO DRAMATICO

Analysis of the dramatic parliament

Mario Valenzuela∗

Resumen “Piezas y problemas”, uno de los diez elementos psicotécnicos del “sistema” de Konstantin Stanislavski, representa el inicio del acercamiento del actor al texto dramático. En mi experiencia profesional, encontré dificultades en la aplicación de las sugerencias escritas por Stanislavski cuando enfrentaba al análisis del texto. Con la práctica y estudio, he podido despejar algunas dudas que me obstaculizaban la comprensión de su enseñanza y ahora las comparto en este artículo. Para ello, me baso en la introducción realizada por David Magarschack al libro “El arte escénico” de Konstantin Stanislavski, que considero un buen compendio de las investigaciones de Stanislavski. Así mismo, en apuntes de Sergei Eisenstein, Sigmund Freud y Jacques Lacan: Piezas (fragmentos) y problemas. Palabras clave: problema creador, problema dramático escrito, análisis del texto. Abstract "Pieces and problems", one of the ten psycho-technical elements of the "system" of Konstantin Stanislavski, represents the beginning of the approach of the actor to the dramatic text. In my professional experience, I found difficulties in applying the suggestions written by Stanislavski when faced with the analysis of the text. With practice and study, I have been able to clear up some doubts that hindered my understanding of their teaching and now I share them in this article. For this, I rely on the introduction by David Magarschack to the book "The scenic art" by Konstantin Stanislavski, which I consider a good summary of Stanislavski's research. Also, in notes of Sergei Eisenstein, Sigmund Freud and Jacques Lacan: Pieces (fragments) and problems. Keywords: creative problem, dramatic written problem, text analysis.

∗ Docente de Arte Dramático de la Facultad de Artes, de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

David Magarshack observa que Stanislavski divide

el papel (la obra escrita) en fragmentos para facilitar

el análisis y su estudio:

• “cada fragmento contiene su propio

problema creador”, (Stanislavski 50)

• Cada problema “... engendra o es engendrado

por cada fragmento” (50)

• Un problema es igual a un fragmento. Un

problema constituye un fragmento.

• “Todos los problemas como los fragmentos

deben surgir unos de otros de una manera

lógica y estable.” (50) Es decir, un problema

surge de otro problema, o un problema te

lleva a otro.

En resumen, hay tres ideas:

1) El problema creador que pertenece al trabajo

propiamente del actor. El término problema creador

hace referencia a que ante cualquier dificultad que

el actor enfrenta, éste deberá de ser creativo para

resolver. Sea el problema sobre el texto, el

personaje, la idea del dramaturgo, del director, o

cualquier otro. El problema creador es la

oportunidad del actor de crear ante cualquier

estímulo, partiendo de la resolución de problemas

(entiéndase el término “problema” al igual que se

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resuelven los problemas matemáticos, físicos o

químicos a estudiar)

2) Los fragmentos parten del problema dramático

escrito. Comenzar por el análisis del parlamento.

3) Un fragmento equivale a un problema dramático,

y un problema surge de manera lógica de otro.

Esta idea de relación lógica de Konstantin

Stanislavski (1863 – 1938) puede ser despejada de

su posible error de interpretación, con el

descubrimiento obtenido por el cineasta ruso Sergei

Einsenstein (1898 – 1948) (Ver sus libros escritos

1932-3 pero aparece como libro hasta 1942: Film

Form y Film sense). Este observó que, en la edición

de imágenes, la yuxtaposición de imágenes que no

tienen una supuesta relación es investida de

significado por la audiencia. Este descubrimiento

hace que la estricta lógica racional se libere de su

estrechez y se entre en una etapa creativa donde lo

inconsciente y las reglas del lenguaje hacen que un

collage, como método, pueda evocar significaciones

para quien mira dicho montaje de imágenes visuales

(pinturas y gestos) y de imágenes auditivas

(palabras). Encontramos la misma idea en Jacques

Lacan cuando señala que un significante no tiene

sentido sino en relación a otro significante, es decir,

una palabra no tiene valor sino en relación a otra (J.

Lacan, La insctancia de la letra en el inconsciente, o

la razón desde Freud.). En cine el público encuentra

significación, es decir, lógica, cuando relaciona un

cuadro fotográfico con otro cuadro fotográfico. Así,

entre dos fotografías, la lógica constitutiva de un

posible mensaje está basada en el impulso de

encontrar significado al relacionar dos significantes

del lenguaje (relacionar una imagen con otra, una

palabra con otra, o bien, una imagen con una

palabra). En conclusión, la relación lógica de un

problema con otro, no es exclusiva de la

racionalidad consciente. También existe una lógica

inconsciente o, aparentemente, desconocida, entre

dos elementos relacionados en continuidad, es decir,

entre dos significantes que provocan una

interpretación, sentido, o significación no unívoca.

Problemas Creadores

Ahora, volvamos al escrito de David Magarshack:

“Hay muchas variedades de problemas escénicos en

el papel de cualquier obra, y no todos son necesarios

o útiles.” (Ctdo. Stanislavski 51) Los problemas

útiles son llamados “problemas creadores” por su

fuerza creativa en el actor.

1) Problemas del lado del escenario y no del

público, que corresponden al actor.

2) “... problemas del actor mismo como ser

humano, que son semejantes a los de su

papel...”

3) Problemas que contribuyen a la creación y

comunicación artística de la “vida del

espíritu humano del papel”

4) “... problemas humanos reales, con vida y

activos, que mantienen el papel en un estado

de movimiento continuo. . .” [alcance de

objetivos], y no aquellos para divertir a los

espectadores.

5) “... problemas en los que el actor mismo, su

compañero y el espectador pueden creer...”

6) Problemas “... capaces de estimular el

proceso de penetración en los sentimientos

del papel...” Considero que Stanislavski, en

este punto, se refiere a los problemas que

ayudan a penetrar en la manifestación de

aquello que genera el dolor, la falta, la

carencia, el vacío; problemas que colaboran

para expresar la lucha por llenar, cubrir,

satisfacer aquello que al personaje hizo

desear. Problemas que muestren no solo por

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qué –causa-, sino también para qué –

objetivo- lucha el personaje.

7) Problemas típicos del papel conectados con

la idea principal de la obra.

8) “... problemas que corresponden a la

naturaleza interna del papel...” (Stanislavski

51)

Asumo que Stanislavski llama “naturaleza interna”

a la forma característica en que el papel (personaje)

interpreta como “la realidad o las relaciones

sociales” capaces de generar en él la falta que lo

provoca a desear, así como a la forma en que

reacciona ante ella y elabora la demanda hacia el

Gran Otro (cultura) o al otro (al semejante). Es decir,

el personaje demanda satisfacción de sus

necesidades, ya sea como un reclamo a su entorno

socio-económico-político-cultural-religioso, o

específicamente a una persona.

Todos los problemas son tanto físicos (mecánicos)

como psicológicos, escribe Magarshack sobre

Stanislavski. La frontera entre ellos no es muy

distinguible, por lo que se debe hacer hincapié

siempre en su aspecto físico.

Fragmentos

Se entiende que la tarea fundamental con la que se

inicia el proceso de estudio del papel es aquella de

dividir el texto en fragmentos y separarlos. La

experiencia profesional demuestra que en el análisis

del texto se observa división a partir de los cambios

en la argumentación sobre el tema eje del conflicto

dramático (argumentos sobre ideales del yo, es

decir, valores, ideologías, formas de ver o concebir

el mundo, las concepciones humanas de las

relaciones sociales). Un cambio de argumento surge

cuando el primer argumento no alcanza a convencer

a aquel a quien va dirigida la demanda, pues,

siempre es el otro, el que escucha, quien acepta o

rechaza la argumentación. Lacan observa que “el

momento simbólico ideal primordial, que es del

todo inexistente” es el momento de la demanda

satisfecha. (J. Lacan 152). Y el Otro que escucha el

mensaje como fracasado (“el fracaso de la

comunicación del deseo por la vía del significante”)

interviene como sujeto en el nivel de quien

constituye la ley (un Otro del Otro, el que autentifica

la palabra) por tener la función de admitir la

ocurrencia más allá del mensaje que el emisor no

puedes significar (J. Lacan 154). Debido a que el

deseo se refracta (cambia de dirección) al pasar por

el significante. Y por la refracción del deseo por el

significante, ni el emisor ni el otro que escucha

jamás podrán captar la originalidad del deseo. En el

traspié del significante (en su fracaso de decir un

significado exacto y univoco) es donde halla

satisfacción el deseo cuando el Otro reconoce, en

ese fracaso, esa dimensión más allá del mensaje

donde, para el Otro, se revelará la agudeza de ese

mensaje. Es un encuentro en el reconocimiento del

deseo en el más allá de las palabras del mensaje

permitido por el fracaso del significante para

significarlo.

La fragmentación del texto literario se puede

conseguir también mediante la selección de hechos

o de sucesos sin los cuales se perdería la estructura

de la obra. Como recomendaba Yury Varisevich

Iliashevsky, profesor de actuación en el Instituto

Nacional de Cinematografía de Rusia: Elimine todas

las palabras prescindibles hasta que queden sólo

aquellas que hablen de los hechos sin los cuales no

se podría contar la historia. Así se devela el

canovaccio, el esquema, esqueleto, estructura

dramática de la obra.

Hay que concretar el orden de los sucesos o hechos

acontecidos en la obra, a los que se suman también

los que sólo son narrados; con todos ellos se logra

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descubrir una secuencia. Una secuencia no puede

ser solo un orden de acontecimientos, sino como en

todo acto dramático o de conflicto, siempre el

movimiento dramático (conflicto) tiene una

evolución e intensidad en aumento o en

disminución, hasta que alcanza cierta resolución.

Por lo consiguiente, la secuencia progresa cual

escalones de una escalera que nos lleva de un lugar

a otro; cuando es de larga dimensión, tendrá que

tener espacios de descanso que da la sensación de

que la gran escalera está dividida en trozos o

agrupaciones de escalones.

Haciendo una analogía con el drama, cada descanso

es el fin de una argumentación o resolución parcial

del problema; a su vez, representa el inicio de un

nuevo trozo de la escalada en la que se requiere

reunir fuerzas para avanzar hacia la meta. En el

nuevo trozo de la escalera se enfrentará otro suceso,

hecho, o un nuevo argumento. El objetivo es

alcanzar el fin de la escalada, es decir, la finalidad

del esfuerzo. La fuerza que impulsa avanzar se

genera debido a que la causa (por qué) de la travesía

es tan poderosa en argumentos, como de estimulante

es la finalidad (para qué), así como de peligrosos los

sucesos (los obstáculos, es decir, el qué, cómo,

dónde, cuándo), e ingeniosos los recursos de

resolución.

Verbo Después de dividir la obra en fragmentos o

problemas, trasladamos estos términos a la analogía

de escalones y trozos de una escalera, para facilitar

la delimitación de las partes del texto escrito, y

acotar, de este modo, uno de los “problemas” de

análisis planteados por Stanislavski.

Inmediatamente se procede a encontrar la forma de

nombrar los trozos. El nombrarlos tiene un proceso

muy especial y requiere saber hacer, siguiendo los

pasos precisos como si fuera una misteriosa fórmula

secreta.

David Magarshack resume de los escritos de

Stanislavski: Estos son llamados por Stanislavski problemas creadores, y, señala, debe estar dentro de la capacidad del actor resolver cada uno de ellos. En cuanto al método para extraer estos problemas de los fragmentos en los que ha sido dividida la obra, Stanislavski recomienda que hay que inventar nombres correspondientes para cada fragmento; esto revelara’ el problema inherente a cada uno de ellos. Los problemas –y esto es un punto bastante importante- deben ser también definidos por un verbo, porque éste siempre supone acción –y el mejor verbo para ese fin es ‘yo quiero’. En efecto, el ‘yo quiero’ tiene, en el ‘sistema’ Stanislavski, casi la misma cualidad mágica que el ‘si’. (Stanislavski 52)

En síntesis, las características que deben incluir los

nombres de los trozos son:

- Inventar nombres correspondientes para

cada fragmento.

- El nombre debe revelar el problema

inherente a cada uno de los trozos.

- Definir el nombre con un verbo.

- El mejor verbo es el “yo quiero”.

La dificultad que en mi práctica profesional he

encontrado en la enunciación del nombre del

problema en cada fragmento (trozo) es el haber sido

reducido a la primera persona del singular: “yo

quiero”, pues ello implica ver el problema desde mi

vivencia que es muy diferente a la del personaje.

¿Cómo encontrar el común denominador entre mi

experiencia de vida y la del personaje? Para analizar

el problema dramático de la obra se requiere una

combinación de distanciamiento y, a su vez, de

prestarle la voz a la demanda que hace el personaje.

Distanciamiento y posicionamiento del texto es

exigido a mi como actor, porque las palabras

escritas pertenecen a una acción o circunstancia en

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la que yo estoy fuera de alcance de cualquier juicio

vivencial; puesto que no son mis palabras sino la de

‘la tercera persona del singular’ (él) quien dirige su

demanda hacia un segundo (tú). Yo, como actor solo

presto la intención de “querer algo”, aunque no sepa

qué es ese “algo”. En consecuencia, el trabajo del

actor consiste en develar qué es lo que él (personaje)

demanda al otro. La develación del qué demanda el

personaje al otro va más allá de una explicación

racional, y esa es la dificultad mayor, pues la

experiencia vivencial del actor está alejada de la del

personaje. El error consiste en darle énfasis a la

experiencia de ambos, pues nunca vivirán la misma,

aunque estuvieran en la misma situación; lo más

probable es que reaccionaran de diferentes maneras

como sucede en un acontecimiento de la vida real.

Pues bien, el actor dirige las palabras del autor hacia

un otro con la intención de responder a la pregunta

¿estas palabras qué quieren del otro? –y no “qué

quiero yo” como indica Stanslavski, con el

propósito de enganchar el sentimiento del actor con

el objetivo del papel. Creo que es mejor camino

metodológico que el actor observe en la emisión de

las palabras hacia un otro, cómo éstas demandan un

cambio en el otro, con la pretensión de recibir, de

ese otro, una respuesta que satisfaga dicha demanda.

Y en vez de decir, “yo quiero…”, dirá “lo que

quieren estas palabras del otro es…”. Y la respuesta

no debe ser enunciada en el infinitivo “matar”, sino

en una frase más activa, demandante, dichas en

imperativo categórico, por ejemplo: “muere,

maldito” o “ámame ahora”. Es más, ni siquiera

puedo establecer una regla general para todos los

actores sobre la forma que debería tener la frase, ya

que la enunciación de la “frase activa” por parte del

actor debe surgir bajo las siguientes condicionantes:

1era. A partir de dirigir la demanda a un otro se

produzca una atmósfera de búsqueda, porque la

“palabra-demanda” (es decir, lo que la palabra

demanda al otro) contiene un misterio que al actor-

lector le impele a develar.

2da. La frase debe tener la cualidad de impulsar la

intención del actor hacia la acción del personaje, y

cada sujeto la elabora de acuerdo a sus propias

articulaciones alrededor de su “falta que lo hace

desear”, hasta que encuentra la frase que más lo

impulsa a accionar.

Estimulado por la dirección de la palabra al otro, la

emisión de lo que surge en mí (actor), evoca en mi

inconsciente “yo”, la demanda de “él hacia tú”.

Entonces, es una identificación que procede de

estimular los “ideales del yo de la cultura” y que

contacta con las faltas del sujeto-actor en aquello

que no ha alcanzado según lo que quisiera o debería

ser alcanzado. Así pues, no es una identificación

primaria del “yo ideal del sujeto-actor”, sino que el

actor observa la falla del personaje, es decir, lo que

el “yo-ideal del personaje” no posee en comparación

con lo que debería tener, es decir, el personaje

quisiera que su persona se identificara con ciertos

“ideales del yo del sujeto-personaje de la cultura”.

Lo que el personaje (él) demanda es evocado en la

imagen de un conflicto moral social. Lo que le falta

al personaje para tener una identificación completa

con los “ideales del yo de la cultura” consiste en una

imagen de una falta. Como una fotografía que

tendría que alcanzar la belleza de una segunda, y le

faltara algunos precisos detalles para lograrlo. Lo

que falta para igualar el “yo ideal” (imagen del

sujeto-personaje) con el “ideal del yo” (imagen

generada por la cultura) es un vacío, una distancia

que no logra cubrir ningún ser humano. La falta es

lo que tienen en común todos los seres humanos.

Este vacío, esta falta verbalizada en los argumentos

del problema tratado en la obra de teatro, estimula

el despertar de alguna huella mnémica del actor, es

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decir, algo que marca “la falta”, aquello que falta y

hace desear, pues sólo se desea aquello que hace

falta. Así pues, a partir de direccionar “la palabra-la

demanda” hacia un otro para que éste cubra la falta,

llene el vacío, el actor debe reconocer y recoger la

estafeta del personaje y correr hacia el objetivo final

según los argumentos dados en la obra, saltando los

obstáculos parciales, y eso implica involucrar al

cuerpo (lo real), la historia o argumentación de la

obra (lo imaginario), así como la enunciación

metafórica (lo simbólico) de la intención de resolver

el problema del papel (que siempre es una falta), es

decir, aquella enunciación significante (palabras)

hace al actor evocar el problema-conflicto-la falta

que hace desear.

Lo simbólico tiene que ver con aquella impresión

que “la historia y el problema del que se habla en la

obra” hace meya, hendidura, hueco, marca al sujeto,

pero no en el “yo ideal” del actor, sino en lo que

representa o inviste de un “ideal del yo” cultural al

sujeto-personaje. Considérese que un “ideal del yo”

es una atadura a lo que “debería haber” y no hay

(debería haber cierto “ser o tener o saber o hacer”).

A todo personaje la cultura le demanda “ser o tener

o saber o hacer”. El personaje falla, no alcanza a

cubrir lo demandado, le falta algo para lograrlo, por

ello pide ayuda, dirige su propia demanda a un otro,

y cuando lo logra, el cuento termina con la frase: y

vivieron felices para siempre. Tal vez, en eso

consiste la diferencia entre el arte del actor y la

neurosis manifestada en un síntoma, pues en ésta

última, siempre hay algo que le falta al sujeto, y por

ello se enjuicia al “yo ideal”, es decir, se juzgan las

investiduras que el sujeto cree que lo conforman.

Cuando el deseo que es prohibido busca ser

satisfecho, la imagen del sujeto que proyecta el

espejo social que lo juzga se desdibuja del “ideal”;

su “Ideal del yo social – moral” se aleja del “yo ideal

del sujeto – ético”. En cambio, en el actor, la imagen

de su yo, su yo ideal, no tendría que estar en juicio

cuando representa a un él (personaje), es decir,

cuando representa a un otro, a un semejante.

Cuando alguien cuenta un chiste a otro, dirige las

palabras de un personaje representándolo

histriónicamente, y dice: Yo quiero lo que no se debe, lo que no se puede… “tener, ser, saber, hacer”, y para ello requiero que el otro me dé su autorización, o me otorgue el don, o me de aquello que yo “no tengo, no soy, no sé, no hago”. Puesto que el otro no puede o no quiere dármelo, entonces yo lo convenzo con este recurso novedoso.

Obsérvese que el cuentista no tendría por qué tener

la misma vivencia que el personaje. El asunto es que

sólo representa a un personaje en falta que demanda

a otro, es decir, le cubra algo que dice que es vital

para estar en completud. Lo que sí sabe el cuentista

es que todo ser hablante está en falta, como él mismo

lo está y le es gracioso que alguien quiera cubrir por

completo la falta.

En un actor profesional, no se trata de una impresión

en el “yo ideal”, pues si fuera así, el actor

consideraría que es su persona la que está en juego

en la ficción del drama, entonces éticamente no

podría ejecutar esas acciones malvadas que tienen

ciertos personajes. Si el actor se creyera Napoleón

tendría que estar en el manicomio, debido a que ese

actor no entendió que tenía que representar las

identificaciones del ideal del yo del personaje y sus

fallas, y no ser él mismo. El “ideal del yo”, aquello

que se identifica como un sujeto social, “lo que

debería de ser el sujeto social” es lo que el actor va

a representar, es decir, el conflicto entre lo ético

individual y lo moral social.

El dramaturgo ha dibujado ciertas investiduras para

recrear un sujeto ético y su posible conflicto con el

ideal social-moral; el dramaturgo reconstruye cierto

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tipo de sujeto por medio de la palabra escrita. Es

decir, que lo que está en juicio en el drama, es la

contradicción entre investiduras culturales. Así

observamos que el problema es el “debería haber”

donde el sujeto encuentra que “no hay”; el sujeto

reclama a Otro, lo que el Otro le demanda al sujeto3.

Es interesante contemplar que la demanda del sujeto

es, prácticamente, una contrademanda al Otro. Hay

que reconocer que primero es el Otro el que

demanda al sujeto, y éste último,

contrademandando, realiza un esfuerzo de voluntad

consciente, lucha.

En este punto de análisis, Freud clasifica, en cinco

tipos, las diversas luchas dramáticas escritas en la

literatura teatral universal: 1) Tragedia sublevada:

el esfuerzo de voluntad consciente lucha contra los

dioses. 2) Tragedia burguesa: el esfuerzo de

voluntad consciente lucha contra la comunidad

humana, social, sociedad burguesa. 3) Tragedia de

caracteres: el esfuerzo de voluntad consciente lucha

contra otro personaje de igual carácter sobresaliente.

4) Drama psicológico: el esfuerzo de voluntad

consciente lucha contra una segunda moción en el

alma del héroe, dotada de un grado de consciencia

aproximadamente igual a la primera. 5) Drama

psicopatológico: el esfuerzo de voluntad consciente

lucha contra una moción inconsciente (por ejemplo

en Hamlet) (Freud 279)

De la clasificación dada por Sigmund Freud

podemos argüir que el esfuerzo de voluntad

consciente que impulsa al personaje a luchar es en

su base inconsciente en cuanto está impulsado por

el deseo. El deseo infantil es el deseo del deseo del

3 (…) “deseo infantil, el deseo esencial, que es el deseo del deseo del Otro, o el deseo de ser deseado.” (…) “lo que se ha estructurado en el sujeto pasa siempre por la mediación de aquel mecanismo por el cual su deseo ya está en sí mismo modelado por las condiciones de la demanda. He aquí qué se inscribe, a medida que se desarrolla la historia del sujeto, en su estructura –son las peripecias, los avatares, de la constitución de dicho

Otro, o el deseo de ser deseado, encuentra Lacan4, y

subraya que su deseo ya está modelado por las

condiciones de la demanda del Otro, es decir, está

sometido a la ley del deseo del Otro. Esto hace del

deseo más profundo del sujeto, el que pertenece al

inconsciente, el deseo del Otro. En conclusión, el

deseo inconsciente del sujeto es el deseo del Otro.

Lo que el mismo Freud nombró pulsión o carga

energética constante cuya meta es encontrar un

objeto “satisfactor”, aunque el objeto encontrado

siempre resulta no ser el buscado; en términos de

Jacques Lacan, diríamos que el impulsor del

esfuerzo de la voluntad consciente es “la falta” que

hace desear un objeto satisfactor; esta “falta” es

constitutiva de la estructura del lenguaje. Todo lo

que se puede decir, está estructurado por medio del

lenguaje, tanto la pulsión, como la falta. El actor,

como sujeto, esta sujetado a esta falta que lo impulsa

a desear. Así pues, la representación de un personaje

en escena consiste en actuar el esfuerzo de voluntad

consciente que es impulsado por la falta constitutiva

del lenguaje, es decir, la falta es una falla, un error,

que impulsa al personaje, al igual que a un sujeto, a

realizar un esfuerzo de voluntad consciente para

resolver el problema, el error, la falla, argumentando

contra los dioses, los burgueses, o contra otro

personaje de igual carácter sobresaliente, contra una

moción consciente o contra una inconsciente.

Por último, falta mencionar que toda esta

explicación es para que el actor precise las

condiciones que requiere para darle el nombre a

cada trozo (problema dramático de cada fragmento

de la obra). ¿Qué nombrar? La demanda al Otro.

deseo en tanto está sometido a la ley del deseo del Otro. Esto hace del deseo más profundo del sujeto, el que pertenece suspendido en el inconsciente, la suma, la integral, diríamos de esa D mayúscula, el deseo del Otro.” (Lacan 279) 4 (Lacan 279)

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Esto que no se puede decir en palabras porque no

alcanzan las palabras para identificarlo: por ello se

recurre a la metáfora. Surge un significante

metafórico, que condensa en unas palabras, todo lo

que no se alcanza a definir, o no puede darle las

palabras exactas a la falta que hace desear: deseo

que el otro satisfaga. El significante simbólico, que

dará nombre a la demanda o a la falta, surge del

inconsciente. ¿Quién es el otro para mí? Y ¿qué soy

yo para los otros? lo que me falta del otro, Lo que

yo espero del otro para estar completo es lo que me

impide alcanzarlo y me muestra el límite. La

negación del deseo del otro para imponer el mío.

¿Por qué deseo lo que deseo? Y ¿para qué?

Recuerden, estas son preguntas que el actor se hace

cuando representa a otro y que contacta la falta

fundamental.

En resumen, el nombre del trozo viene del

inconsciente, pero surge del estímulo: 1ero. Dirigir

con el cuerpo y la voz las palabras al otro, pues es

una demanda. 2do. La curiosidad del actor al

preguntar Esas palabras, ¿qué quieren cambiar u

obtener del otro? ¿Qué demandan al otro? Da como

respuesta, siempre, una referencia a aquello que le

falta al personaje, en relación a los otros, para

sentirse en completud, aunque solo sea en una

solución de palabras, pues en la realidad la falta es

insaciable. Concomitantemente, aparece otra serie

de preguntas, tales como porqué y para qué, que son

argumentos que intentan justificar la demanda.

Además, vienen otras preguntas que dan color local:

cuándo, dónde, cómo, las cuales encuadran la

historia en lo imaginario del tiempo, lugar y detalles.

Así, el instrumento de estímulo para la creatividad

del actor es la pregunta sobre la necesidad de

relación dialéctica de los sujetos.

“Pero por correcto que sea un problema, su cualidad

principal y más importante es la fascinación que tan

fuertemente ejerce sobre el propio actor.”

(Stanislavski 51)

Referencias bibliográficas:

Freud, S. (1998) Obras Completas vol. VII, Personajes psicopaticos en el escenario. Buenos Aires: Amorrortu,.

Lacan, J. (2012) Seminario 5, Las formaciones del Inconsciente. "La nina y el falo". Buenos Aires: Paidos.

Stanislavski, K. (1988) El Arte Escénico. Mexico: Siglo XXI.

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Paisaje sonoro / Acuarela - Cartulina de bamboo

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ARTE: Inter y transdisciplinariedad

Año 1, No. 2, junio - noviembre de 2017, pp. 43- 50

No te engañes corazón, una breve mirada a Cantinflas

Do not fool yourself heart, a brief look at Cantinflas

Daniel Huicochea Cruz∗

Resumen El problema de hablar sobre un personaje arquetípico de cualquier cultura suele ser una tarea nada sencilla, pues suelen existir múltiples publicaciones en las que se trate al personaje desde ópticas muy distintas, algunas desde una perspectiva biográfica, otras de carácter crítico sobre la obra del personaje en cuestión, otras serán estudios sobre la historia o las condiciones sociales de la época, algunas otras sobre cuestiones culturales y estéticas; ciertas publicaciones contendrán datos más veraces que otras, pero en algo terminarán coincidiendo la gran mayoría: que el sujeto de estudio será siempre tratado como un mito. Al intentar lo mismo con la figura de Cantinflas, pero revisando solamente su primera incursión cinematográfica, fue revelándose que el problema principal para la investigación no era la gran cantidad o la calidad de la información que obtenía. El problema fue el momento de la vida activa del actor que decidí estudiar, es decir, al casi anónimo Mario Moreno Reyes, el actor de las carpas que sólo existía como un cómico más en el ámbito del espectáculo popular de aquellos días y no como el mítico Cantinflas de unos años más tarde. Palabras clave: perspectiva biográfica, personaje arquetípico. Abstract The problem of talking about an archetypal character of any culture is usually not an easy task. There are often multiple publications in which the character is treated from very different perspectives, some from a biographical perspective, others of a critical nature on the character's work in question, and others will be studies on the history or social conditions of the time, some others on cultural and aesthetic issues. Certain publications will contain more truthful data than others, but something will end up coinciding in the great majority: that the subject of study will always be treated as a myth.

∗ Docente del Colegio de Literatura Dramática y Teatro de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Docente de la Facultad de Artes, Arte Dramático, de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. [email protected]

When trying the same with the figure of Cantinflas, but only reviewing his first cinematic incursion, it has revealed that the main problem for the investigation was not the great quantity or the quality of the information that he obtained. The problem was the moment of the active life of the actor that I decided to study, that is, the almost anonymous Mario Moreno Reyes, the carp actor who only existed as a comedian more in the field of popular spectacle of those days and not like the mythical Cantinflas a few years later. Keywords: biographical perspective, archetypal character.

Introducción

En nuestros días hablar de la primera incursión

cinematográfica de nuestro personaje en la cinta No

te engañes corazón no es complicado, hay medios

de información suficientemente confiables como

para recurrir a ellos en busca de filmografías,

biografías y materiales de consulta que harán

constar que efectivamente esa fue la primera

película en que actuó Cantinflas. Aunque no

debemos olvidar que ninguno de esos medios

aclara que en ese filme nuestro personaje no

aparece anunciado como actor estelar ni como

coestelar, es más, en los créditos de la película ni

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siquiera aparece el nombre del actor Mario

Moreno, sólo está el de Cantinflas, el personaje.

Para no redundar en aquello que

biógrafos, actores, intelectuales, y periodistas han

escrito y dicho sobre Cantinflas evito —en la

medida de lo posible —, filosofar y sobre todo

cantinflear respecto al personaje más allá de lo

estrictamente necesario.

No te engañes corazón, una breve mirada a

Cantinflas.

Fue en el mes de agosto de 1936 cuando se

comenzó a filmar la película No te engañes corazón

bajo la dirección de Miguel Contreras Torres con

un guión escrito por él mismo. El elenco estaba

integrado por importantes actores del momento:

Sara García, Carlos Orellana, Eduardo Vivas y para

completar el cartel se anunciaba la participación de

“Don Catarino” y “Cantinflas”, así, sin más nombre

que el de los personajes extraídos de la carpa, en

calidad de actores anónimos casi de relleno y sin

ninguna celebridad ni otra identidad de la que sus

personajes les dispensaban.

Del director Miguel Contreras Torres,

podemos decir que fue un importante pionero y

realizador del cine mexicano con cerca de 52

películas filmadas entre 1920 y hasta 1967, catorce

en modo silente y el resto en cine sonoro, además

se le puede otorgar el mérito de haber sido el primer

director cinematográfico que vio la posibilidad de

colocar en la pantalla grande a algunos cómicos del

teatro y de las carpas como Carlos Orellana (que en

1932 trabajó en la segunda versión de Santa y que

fue la primera película sonora mexicana), Eusebio

Torres Pirrín “Don Catarino”, Manuel Medel,

Estanislao Schillinsky o Mario Moreno

“Cantinflas”, aunque con poco éxito en la taquilla

por dar a los cómicos célebres en el teatro sólo

papeles secundarios o personajes muy distintos al

carácter o al tipo que les había dado fama teatral,

por lo que el cineasta Jesús Grovas, productor de

Ahí está el detalle opinó que en el cómico había un

“as” escondido, pero en sus películas anteriores –

No te engañes corazón, Águila o sol y El signo de

la muerte– los directores le habían permitido

improvisar demasiado: Lo han parado ante la

cámara sin el respaldo de un buen script y lo han

dejado improvisar como lo hace en público. En el

teatro tiene la guía de las reacciones de su público.

En el cine no ha contado con esa inspiración.

(Morales, 1996, p. 43)

En esta película Cantinflas fue separado

de su habitual “pared” Medel, para trabajar junto a

“Don Catarino” y a su concuño Schillinsky, sin

embargo, en las tres apariciones que tiene

Cantinflas en este filme notamos que el director

buscó la posibilidad de integrar en las escenas

algunos de los números de carpa que habían dado

fama y popularidad a estos cómicos, con la

esperanza de trasladarlos al cine y transformarlos

en similares éxitos económicos que en los

escenarios.

Como menciona Emilio García Riera en

su Breve historia del cine mexicano: “Contreras

Torres no pareció darse cuenta del potencial

taquillero de un joven cómico de carpa y de teatro

de revista… al hacerlo debutar en un papel

secundario en [este] sainete melodramático de

corte español.” (p. 84)

Quien tuvo una mejor visión del potencial

que Cantinflas ofrecía fue el escritor Juan Bustillo

Oro, quien conocía al “chato” desde que eran muy

jóvenes, en su época de “púgiles” y que unos años

después trabajó el guion de Ahí está el detalle, cinta

que proyectó a la fama dentro y fuera del país al

“cómico de México”.

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Volviendo a No te engañes corazón, es

importante resaltar que desde los créditos iniciales,

y después de anunciado el reparto, nuestro

personaje aparece en el sexto sitio como el

famosamente anónimo “Cantinflas”, es decir como

el personaje extraído de la carpa de quien sólo se

incluyó el nombre en la publicidad para atraer al

populacho que lo seguía, el mismo público que no

acudió al estreno del filme el 20 de mayo de 1937

en el Cine Palacio, pues por entonces Cantinflas

triunfaba en su temporada del teatro Folies

Bergère1 que había sido remodelado para que

actuara ahí el cómico; desde su inauguración el 15

de octubre de 1936 con una temporada que alcanzó

por lo menos 3 meses de éxito ininterrumpido. Esta

fue una razón por demás poderosa por la que el

público prefiriera ir a verlo en vivo y también sería

la causa de que el estreno de la película fuera un

fracaso de taquilla, además de que: La modestia extrema de su debut cinematográfico en la comedia NO TE ENGAÑES CORAZÓN, de Miguel Contreras Torres, no permite vislumbrar el impacto del peladito… Nadie encarna mejor que él la condición de Pueblo y el sano desenfado que califica a la pureza moral del paria. (Morales, 1993, p. 49)

Argumento.

El argumento de la obra consiste en que

Don Bonifacio (Carlos Orellana) es un contador

que se ve obligado a ocultar un fraude su jefe, el Sr.

Palomares. Sintiéndose cansado y enfermo por las

presiones laborales y del hogar, recurre a los

servicios de un médico que le diagnostica un

problema del corazón, por lo que decide escapar de

su casa y darse ciertos lujos que nunca antes se

1 Hasta hace poco el Teatro Garibaldi, también llamado “Molino verde”, fue donde se presentaron espectáculos “para hombres solos”.

había permitido, esto con la clara intención de

disfrutar la vida al máximo de por el tiempo que le

resta. Ya en esos asuntos y con unos tragos encima

decide armarse de valor y apoyar las causas de los

“desprotegidos”, ayudando en primer lugar a

Cantinflas y escenas después a su propia hija a

quien su mujer (Sara García) pretendía imponerle

un matrimonio por conveniencia con el casero, un

viejo rabo verde. Más tarde ayuda también al novio

de su hija obligando a sus acreedores para pagarle,

y finalmente esclarece el fraude que su jefe había

cometido y quedar exonerado de toda culpa. Hacia

el final de la película, se opera un cambio radical

en el personaje de Don Bonifacio, pues se entera

que un billete de lotería comprado durante la

juerga, obtuvo un premio de “20 mil duros” y más

aún cuando se entera de que el afamado médico

francés que lo desahució no era más que un

charlatán al que acaban de encarcelar por impostor.

Sobre el escaso éxito en taquilla de esta

película, encontramos distintas versiones respecto

a las posibles causas. Miguel Ángel Morales habla

al respecto de un modo halagüeño: Mientras la cinta naufraga en la banalidad de una trama deplorable, las gracejadas del cómico aseguran el éxito en taquilla. Al director le resulta imposible seguirle el ritmo a Cantinflas, aprovechar su talento para crear de la nada situaciones disparatadas…. Comienza a precisarse en esta cinta el arquetipo del zángano urbano (“un tío que vive a costillas de los demás”, señala la publicidad del filme), cuya simpatía de pillo lo distancia en definitiva de la condición de lacra social. (p. 50)

Fue la primera película en la que apareció

Mario Moreno “Cantinflas”, sin embargo, trabaja

en ella intentando trasladar a la pantalla algunos

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momentos de los números de carpa que le habían

dado éxito. Aunque todavía estaba en proceso de

evolución la definición plena el personaje que

veríamos más tarde en películas como Águila o Sol

y Ahí está el detalle, ya encontramos la mayoría de

los rasgos básicos que lo caracterizaron en el cine:

su lenguaje cantinflesco, el gusto por el coñac, su

desenfado por la vida y de manera especial en esta

película, la ruptura con el ritmo y el humor teatral

cuadrado y verborréico con el que estaba escrito el

libreto cinematográfico.

Otra opinión, la de Francisco Sánchez, nos

ofrece un panorama más general, sobre las

características del cine mexicano que se hacía en

aquella época y la manera general en que operaba

la industria cinematográfica mexicana en la que

iniciaba Cantinflas: El cine autóctono había hasta ese momento acostumbrado a su público a una puesta en escena en la que desde la escenografía, el decorado, las actuaciones y los parlamentos, todo era virtualmente decimonónica teatralidad. Las comedias parecían sainetes retratados. Los actores, redichos o dicharacheros, hablaban para la cámara como si estuvieran en las tablas, engolando la voz para vocalizar con amanerada corrección su trillada retórica… No ha sido por falta de actores cómicos de talento, pues repito, los hay y los ha habido a carretadas, sino por lo que parece una incapacidad básica en el campus de la producción, la elaboración de argumentos y guiones y la dirección. (pp. 70-71)

Inicios de Cantinflas en el espectáculo.

En los datos que aparecen en sus

numerosas biografías suelen variar las versiones

sobre el primer contacto que tuvo Mario Moreno

con el público. Hay una versión que ofrece datos

más certeros respecto a los inicios de Cantinflas en

las carpas, el autor Miguel Ángel Morales (1996)

cita el año de 1928 como aquel en el que “el chato”

inició su trabajo en escena, lo hizo en la ciudad de

Xalapa, trabajando como bailarín con la Compañía

de don José Pagoda, en la que se vio forzado a

desertar por causa de sus pretensiones amorosas

con la hija del empresario, más tarde se integraría

a la Compañía Novel, también en calidad de

bailarín, fue con esta compañía con la que la que

“debuta” como anunciador en una función a

beneficio en la que se le ordenó que saliera para

anunciar el programa de esa función. Él mismo

confesaba haber estado tan nervioso que no supo ni

lo que dijo, pero creyó haberse dado a entender y

sintió que el público también había entendido.

Respecto al trabajo de Cantinflas en las carpas y

escenarios de los años posteriores inmediatos:

“Existen decenas de versiones del paso de Mario

por las carpas de provincia y de los teatros-salones

del Distrito Federal, pero hay muy pocos

documentos, programas o publicidad con los que se

pueda reproducir el itinerario de sus actuaciones.”

(Morales, 1996, p.18)

Lo importante a destacar de toda esta

época, es que el éxito en su carrera fue

acrecentándose rápidamente hasta 1934 año en que

alcanzó alturas insospechadas, a grado de

convertirse durante ese mismo año, en uno de los

cómicos favoritos del público, de modo que

algunas compañías y cómicos que necesitaban

repuntar sus finanzas o recuperar la inversión de

sus producciones lo llamaron para integrarlo a

trabajar en sus revistas y espectáculos, gente como

Paco Müller, El “Panzón Soto”, el dueño del teatro

Garibaldi (renombrado Folies Bergère, después de

la remodelación de 1936) o la compañía de

Esperanza Iris y Paco Sierra, que lo invitaron para

actuar en su revista México y sus hombres en 1935

en el escenario del que fuera el Cine Máximo.

A Cantinflas, por su carisma con el

público, se lo asociaba directamente con el éxito

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económico, por lo que en 1936 recibió su primera

invitación para trabajar en el cine, interpretando un

papel que no estaba fijo en un script, debía

interpretar al mismo personaje que lo hiciera

famoso en las carpas, se trataba de la película No te

engañes corazón. Por lo comentado hasta ahora

sobre sus dotes cómicas y conociendo la atracción

que ejercía sobre el público, es indudable que se lo

contrató en esa producción con la esperanza de que

su nombre en la cartelera convirtiera el filme en un

éxito de taquilla, aunque en mayo del año siguiente

la película se estrenara sin éxito alguno a pesar de

que en la publicidad se anunciara como “Una obra

fílmica excepcional, pletórica de risas y

sentimiento.”

De Cantinflas, como personaje, se ha

escrito mucho, especialmente después de las

películas en las que ya actuó en el papel estelar (Así

es mi tierra, Águila o sol, ambas en 1937). Sin

embargo, su actuación en No te engañes corazón

años después del estreno, generó contradicciones

entre la crítica, esto a causa de que algunos críticos

afirman que en esta obra el personaje de Cantinflas

apenas se estaba perfilando hacia el tipo definitivo

que alcanzó en Ahí está el detalle. Desde mi punto

de vista, y por los datos consultados y confrontados

para este texto, resulta un tanto erróneo por parte

de los críticos e historiadores cinematográficos, ya

que no han considerado que el “pelado” que

encarna Mario Moreno no fue un personaje escrito

por Contreras Torres especialmente para el actor;

es más, después de ver detalladamente el filme es

muy evidente que Cantinflas ni siquiera tuvo que

aprenderse un libreto, simplemente trasladó su

personaje de la carpa al set de filmación. Fue

entonces cuando el peladito se apareció frente a la

pantalla y comenzó a mostrar su identidad y

comenzó a tomar la importancia que la sociedad le

negaba en el resto de las manifestaciones artísticas.

Del mismo modo en que ocurrió en ese mismo año

(1936) con la figura del charro cantor folklórico

con Allá en el rancho grande. Curiosamente ambos

personajes llevados a la pantalla en el mismo año

terminarían por establecerse como íconos de la

cultura mexicana, aunque en realidad solo fueran

son tipos idealizados, perfectamente identificables

entre tantos que existían en la sociedad y en el

imaginario del momento. Por lo tanto, insisto en

considerar errónea la idea de que el personaje

cantinflesco fue evolucionando sólo a partir de sus

éxitos cinematográficos, bajo esta lógica

tendríamos que respondernos la siguiente cuestión:

¿El cine hizo al personaje de Cantinflas o

sólo fue moldeándolo con el paso del tiempo, según

la moral de la época y de acuerdo a los gustos y

exigencias del público consumidor de películas?

Por supuesto que no, el pelado existía en la cultura urbana desde hacía ya mucho tiempo y sin embargo, el “pelado” que encarna Cantinflas, en esta cinta no es más que una de las variantes de los múltiples personajes de los barrios bajos, Emilio García amplía:

En 1936 el cómico Cantinflas tenía 25 años y era un joven capitalino de origen humilde que había demostrado, primero en las carpas, y después en los teatros de revista, un asombroso don de improvisación verbal en su caracterización del típico pelado, o sea, del miembro de un lumpen cuya ascendencia indígena subrayaba la ubicación de un escaso bigote en las comisuras de la boca. Contreras Torres lo hizo debutar en el cine al lado de otro cómico, “Don Catarino”, también salido del teatro de revista, pero de un registro humorístico más rural. Ambos maquillados al modo exacto en que lo hacían para salir a escena, jugaron en “No te engañes corazón” papeles secundarios y marginales (entre los cómicos, sólo Leopoldo Ortín tenía en el cine mexicano de la época, prestigio suficiente para convertirse en el centro de la acción). La película era una tragicomedia —más trágica que cómica— con

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amor sublime de madre, villano adulador, buen viejo tenido falsamente por Tenorio (Carlos Orellana, personaje central de la cinta), chismosas malintencionadas y sentimentalismo a raudales. Cantinflas debería esperar otras oportunidades para convertirse en el monstruo sagrado número uno del cine nacional. (p. 84)

Tres escenas no son suficientes Catarino. - Oye Cantis. Cantinflas. - ¿Qué pasó? Catarino. - ¿No traes dinero? Cantinflas. - ¿He? Catarino. - Dinero. Cantinflas. - Ni un centavo. Catarino. - ¿Nada, nada? Cantinflas. - Cómo quieres que traiga, si nunca he traído nada.

Así comienza la primera escena en la que

aparecen los dos personajes carperos en calidad de

“aplana calles”, en ella notamos desde las imágenes

y luego a través de los diálogos, la imagen

estereotipada que la sociedad y por extensión el

cine, se han formado del personaje humilde, al que

no le permiten una imagen digna de respetabilidad,

pues de antemano están relegados a los roles de: Parias de la moral insatisfecha, los despojados de toda respetabilidad social. Al “pelado” se lo ubica en los abismos del rencor de clase, en el territorio infrecuentado del mal gusto. Como indeseable personificación de la miseria humana, no puede tener existencia escénica, y sólo se le percibe en el género chico como un elemento pintoresco, oscuramente delineado, mantenido a raya por la profilaxis del cliché. (Morales, 1993, p.24)

No obstante, la brevedad de la escena, en

ella queda claro el papel que los pelados habrán de

jugar en la cinta, contraponiendo su humor y

desenfado por la vida con las angustias y pesares de

una familia decente de clase media.

En la siguiente escena en que aparece

Cantinflas se nos refuerza el carácter del pícaro que

intenta vivir a costillas de los demás. En el

transcurso de esta escena se hace evidente el intento

que el director y guionista hizo por retratar el

número de carpa, sin intervenir escribiendo algún

diálogo, dejando a los cómicos que improvisaran,

cosa que en la carpa hacían bien, pero olvidando

que el encuadre de la cámara abarca un menor

rango de visión que el ojo humano y por tanto,

limitando al espectador del cine a ver el aspecto

mítico y folklórico de la vida nocturna, pero

descuidando por completo —o quizá

intencionalmente— la historia central, para

mostrarnos como intentan encajar dos personajes

arrabaleros en la vida nocturna de las clases altas: La carpa no recoge del todo las detonaciones humorísticas de la “peladez”. El humor es todavía pintoresco, concentrado en la agresividad sexual, tributario de las fórmulas aún eficaces del teatro de revista. Los chistes carperos buscan la originalidad en el manejo escénico del albur callejero y en la novedosa provocación del disparate verbal. (Morales, 1993, p.25)

Esto se hace más evidente si revisamos el

contraste que existe entre el conjunto de

actuaciones de la cinta, en la que la mayoría de los

actores del reparto pertenecen a la “vieja escuela”

de actuación, que se expresa con un acento castizo,

utilizando poses y gestos afectados para agradar al

público de alta “categoría” y con la clara intención

de definir los límites y contrastes entre esta clase

social y la de los personajes humildes de barriada.

En la última aparición que Cantinflas tiene

en la cinta, encontramos una faceta más del cómico,

aquella del desobligado, rebelde, crítico y

contestatario de la política, tal y como lo hiciera en

la carpa: Don Boni. - ¿Y en qué trabajas? Cantinflas. - No señor, yo no trabajo. Don Boni. - ¿Y entonces qué haces? Cantinflas. - Este…Soy candidato a diputado.

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Don Boni. - ¡Diputado! ¿Y quién va a elegirte diputado? Cantinflas. - Mis amigos. Don Boni. - ¿Cómo tus amigos? Cantinflas. - ¿Quién elije a los diputados? Los amigos. Don Boni. - ¿Y tú no tienes miedo? Cantinflas. - ¿Miedo de qué? ¿De perder? ¿Yo? Qué va. Imagínese usté que mi contrario es un general… ¿Yo voy a tener miedo? Qué va. Don Boni. - ¿Y si pierdes? Cantinflas. - ¿Y si pierdo qué? No. Qué va… No tengo nada que perder.

Esta secuencia es quizá la que mejor

retrata al personaje carpero, al Cantinflas que aún

no se somete a los requerimientos de la “moral”

oficial que impone la industria fílmica en todas las

áreas que abarca por entonces. Retrata al Cantinflas

de 26 años de edad, en estado natural que antes de

ser el “Mario Moreno [que] abandonaba su estilo

subversivo en aras de un egocentrismo personal y

una comicidad didáctica.” (Aviña, 2004, p. 145)

Para el público de entonces, el que iba a

verlo noche a noche, no importándole la carpa o el

escenario en que se presentara: Cantinflas era todavía un exponente válido del sentido del humor popular, ácido y subversivo, opuesto a la represión y la hipocresía. Cantinflas utiliza su lenguaje incoherente con un claro propósito de defensa y lo pone al servicio del pelado, héroe de la picaresca urbana. (Llopis, 1998, pp. 23)

Respecto al espectáculo de carpa o de

revista y a los personajes de extracto popular que

pululaban por los escenarios de aquella época,

Antonio Cedillo señala que existe un aspecto de

mayor trascendencia que: Es el denominador común de la identificación del espectáculo con el espectador: La lucha del diletantismo de las clases poderosas a favor de la presencia de manifestaciones populares, en las que el espectador es a la vez personaje y argumento de lo representado. Donde la capacitación y enseñanza política juegan un

papel de suma importancia. (Cedillo, 1989, p. 45)

A partir del año 1937 la carrera de Cantinflas

comenzó un ascenso, los principales teatros de la

ciudad y del país lo requerían, realizó varias giras

por el extranjero, no obstante, sus actividades en la

industria fílmica y las ganancias que de éstas

obtenía, iba alejándolo paulatinamente de los

escenarios, el momento definitivo de retirarse de

las tablas estaba cerca y por fin llegó, fue

especialmente después de 1940, en el momento en

que se volvió empresario de cine además de actor:

Con el gran éxito de Cantinflas en Ahí está el detalle culminó un proceso por el que los actores cómicos, antes relegados por lo general a los papeles secundarios, alcanzaron en los años 1937 a 1940 la condición protagónica. (García, 1998, pp.107)

Los éxitos cinematográficos que logró

Cantinflas posteriores a No te engañes Corazón,

que no significó ningún éxito y muy pocos la

conocen en nuestros días, hicieron que esta cinta se

enlatara y se olvidara en poco tiempo, la

participación que tuvo en ella un personaje por

entonces fugaz y creado por un actor casi anónimo

al que su personaje terminó dando vida y nombre.

Allí ya estaba presente el pelado, el personaje

inicial que había nacido en las carpas de barrio, el

pelado, el pícaro populachero y querendón que sólo

esperaba la oportunidad para demostrar su talento

y carisma y vino a encontrarla al llegar al cine,

medio masivo desde donde se ganó en muy poco

tiempo el reconocimiento, respeto y legitimidad

que desde siempre se le había negado en el cine a

los personajes de origen humilde.

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Referencias bibliográficas - Morales, Miguel Ángel (1993), Cantinflas Águila o Sol. CNCA. México. ——— (1996), Cantinflas amo de las carpas I, Clío. México. - Sánchez, Francisco (2002), Luz en la oscuridad: crónica del cine mexicano, 1896-2002. CNCA, México.

NO TE ENGAÑES CORAZON Dirección: Miguel Contreras Torres. Reparto: Sara García, Mario Moreno “Cantinflas”, Carlos Orellana. Estreno: Estados Unidos 13 de diciembre de 1937, como Don’t Fool Thyself, Heart Formato: 35 mm., B y N Género: Comedia. País: México

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Personalidades / Óleo

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ARTE: Inter y transdisciplinariedad

Año 1, No. 2, junio - noviembre de 2017, pp. 53-62

¿A dónde ha de ir el buey que no are?

Where should the ox go that does not plow?

Adriana Rojas Córdoba∗

Resumen En el presente texto damos seguimiento al uso de la palabra güey probando en diferentes situaciones comunicativas, en un intento de llegar a la conclusión de que este vocablo responde a una necesidad social vivencial que funciona como un comodín entre los hablantes, generalmente jóvenes, como una emergente voz unificadora para llenar el vacío producto del enojo, la impotencia y el dolor de humanidad posmoderna en que vivimos. Abstract In the present text, we follow the use of the word “güey” by testing in different communicative situations. In an attempt to reach the conclusion that this word responds to an existential social need that functions as a wild card among the speakers, generally young, as an emerging unifying voice to fill the void product of the anger, impotence and pain of postmodern humanity in which we live.

“La lengua es un producto social de la

facultad del lenguaje”

Saussure.

Para hablar de cambio lingüístico debemos recurrir

a la sociolingüística como rama del saber que nos

permita relacionar la lengua en su momento de

realización (habla) matizado por una cantidad de

inferencias provenientes del entorno que rodea al

hablante, y mediante la cual podamos explicar el

∗ Docente de literatura dramática, en el Colegio de Arte Dramático, de la Facultad de Artes de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. [email protected]

comportamiento que ha seguido el vocablo buey

hasta convertirse en la palabra güey que ahora es de

dominio del habla de los jóvenes. A su vez integrar

el cambio fonético, morfosintáctico y léxico

semántico que ha debido sufrir a merced de las

determinantes sociales de la época: género de los

usuarios, edad, situaciones comunicativas y lugar,

entre otros muchos aspectos propios de la vida

“social”. Resulta pertinente considerar este cambio

lingüístico más que como pérdida, como una

renovación necesaria del significado para mantener

vigente la palabra, bien que responda a la

transformación por préstamo del inglés way

(camino) o wait (espera) como sugieren algunos

hablantes, o bien, como desplazamiento de la

palabra en español, buey (animal cuadrúpedo), que

es la más acertada si ubicamos la ideología y

comportamiento del mexicano y su tendencia al

doble sentido.

La lengua entendida como sistema

semiótico implica una complejidad de funciones,

tanto en su aspecto verbal como escrito, de tal forma

que estudiar la lengua como habla, (parte dinámica

y cambiante del sistema lingüístico) nos obliga a

incluir una diversidad de enfoques para encontrar

una posible explicación del funcionamiento de un

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mensaje en relación con el código, el contexto y su

uso, tomado por supuesto, de un acto de habla o

situación comunicativa. Acto que puede ser tan

simple como un saludo o tan complejo como una

discusión, entrevista, clase, etc. En cualquiera de los

casos sucede que al momento de emitir y recibir

mensajes se activa una complicada red de

habilidades micro y macro (Cassany 95), que nos

permiten completar la comunicación.

Tales habilidades no son de ningún modo

un proceso sencillo, pues aluden una aceleración,

tanto de la memoria a largo plazo como de la

inmediata, de manera que el sujeto proceda a

identificar el código lingüístico, ético, moral,

emocional y social que debe usar para emitir cada

mensaje según la situación en que se encuentre.

Entendamos situación como “el conjunto de

elementos extralingüísticos que rodean, condicionan

y aclaran el comportamiento lingüístico” (Baylón

67). Justamente de esta práctica comunicativa

surgen una suma de relaciones entre el sujeto y su

entorno. Y es a este aspecto externo al cual

queremos referirnos para sustentar la hipótesis de

que actualmente a pesar del poder de penetración

social-individual de los medios electrónicos de

comunicación, el cambio lingüístico de una palabra

se determina por el consenso de la comunidad

usuaria y no por reglas normativas emanadas de la

élite letrada. Lo mejor del caso es afirmar, a

diferencia de lo que plantea Mauricio Swadesh, que

el cambio lingüístico es acelerado, quizá el vocablo

buey permutó su sentido, sonido y grafías en los

últimos 40 años o menos. Y de ninguna manera se

1 Cabe aclarar que cuando escribí el presente texto el vocablo güey iniciaba su incursión en los actos comunicativos, pero ahora que ya han pasado poco

cumple la consigna de que la lengua necesita un

largo proceso “... para que un rasgo pueda

presentarse y generalizarse, se requiere

normalmente un mínimo de tres generaciones.”

(370) Y mucho menos ha habido, lo que se nombra

retención, pues la palabra buey no es usada ahora

con el mismo valor que hace un par de años atrás.

Aunque es cierto que generalizar la regla

del cambio que se fijará en la sociedad como norma,

en un futuro, es arriesgado, puesto que nuestro

universo entrevistado se ciñe sólo a una parte (10%)

de la comunidad estudiantil del nivel medio superior

y superior; cuya pertenencia de clase social

corresponde a la media y media alta. Lo que sí

podemos afirmar es que su uso responde a una moda,

a la vez que se trata de un rasgo que los jóvenes usan

para identificarse como grupo, o bien al uso pasajero

impuesto por imitación de modelos televisivos

impuestos.1

Siguiendo la misma línea de pensamiento

de este lingüista norteamericano, nos atrevemos a

señalar que en la actualidad se vive bajo ese “...

ritmo de desplazamiento relativamente constante en

el vocabulario básico...” sin que necesariamente el

cambio rápido esté dificultando la comprensión

entre las generaciones de “una misma comunidad”

(372). Es propio establecer que el grupo de poder es

quien determina lo que debe usar, hacer y pensar la

clase oprimida. Sin embargo, y quizá como una

constante específica del siglo XXI se testifica la

relativización de la norma lingüística, pues ahora

más que nunca la estandarización del habla se

encuentra en una situación de inestabilidad porque

el pragmatismo de la vida social y económica,

más de diez años se ha extendido hacia todos los estratos sociales y su uso en el habla goza de gran aceptación.

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repercute de manera determinante en la lengua. Es

una época en la cual los valores se derrumban, las

teorías se desmienten y los líderes innatos no

existen, la lengua se vuelve violenta como la vida,

relativa ante los descubrimientos y avances de la

ciencia. Por tanto, parece que hay expresiones o

palabras que se vuelven regla válida sólo para un

grupo social específico y aunque es conocida por la

sociedad en general, cada grupo respeta el uso de

una palabra que se convierte en objeto de propiedad,

semejante a la reorganización social a partir de

centros comerciales que funcionan como micro-

ciudades dentro las propias ciudades. Pese a que al

desplazarse un individuo fuera del círculo, adquiere

una palabra que le abra el acceso con el nuevo grupo,

aunque no la incorpore. Cada sector de la ciudad

organiza y vive en torno a estos centros comerciales,

de la misma forma que el sustrato determina cada

habla, sin permitirles la mezcla. Y el hecho de que

el fenómeno de que la masa influye en la clase en el

poder, no es gratuito, pues la clase media, poco a

poco tiende a desaparecer en aras de la pobreza y

como la mayor cantidad de la población mexicana,

numéricamente hablando, se concentra en este

escalón, aunado a la considerable cifra de jóvenes

que integran la población mexicana, las empresas

astutamente dirigen sus artilugios publicitarios hacia

estos endebles sectores de la sociedad, y es así como

garantizan el incremento en el consumo de sus

productos. Por lo cual, la masa lleva la batuta

comercial y de consumo en todos sentidos. Y por

supuesto se imita el modelo capitalista de

importación-exportación que mantiene México con

los Estados Unidos.

Por ejemplo, México produce el maíz; los

Estados Unidos lo compran barato y lo devuelven

procesado al doble de precio. Es así como el ciclo

publicitario se completa, toma la imagen y la palabra

con que la multitud conoce el mundo y la procesa,

convirtiéndola en persuasivo prototipo y arquetipo

televisivo que el pueblo consume. Podríamos decir

entonces, que el buey entra en la tele y sale

convertido en un güey con cachuca, al que todos se

quieren parecer, de ahí el título del presente trabajo

“¿A dónde ha de ir el buey que no are?”.

Dicho fenómeno nos permite comprobar

que la convención popular ahora determina el

significado a las palabras (aunque las ganancias se

las lleva la élite al poder), idea que sustentamos con

las ideas de Meillet, quien compara a las lenguas con

los organismos vivos, cuando “añade a las razones

psicológicas y lingüísticas de los cambios de sentido

las causas que resultan de la división de la sociedad

en grupos sociales” (Bailón 39), lo que resulta

indiscutiblemente un reflejo de la estratificación de

la comunidad y las reglas de la mercadotecnia.

Entonces el entramado humano no está nada alejado

del entramado lingüístico que prevalece en nuestro

tiempo, sin olvidar que el cambio lingüístico está

determinado por la cultura. Aunque aquí se queda la

duda de qué pasa con las comunidades alejadas de

los grandes centros poblacionales. De qué manera

impacta la moda en el habla a aquellas personas que

no tienen acceso aún al mundo del televisor o la

Internet, o cómo afecta a las comunidades bilingües

y en general, a la sociedad del campo. Son preguntas

a las que no daré respuesta en el presente trabajo,

pero que seguramente abren la puerta para realizar

estudios posteriores.

La vorágine de la transculturación a la que

México se enfrenta respecto a los estados contiguos

del norte permea la cultura, las costumbres y con

mayor razón, la lengua. De tal forma que no es

sorprendente el hecho de afirmar que nos

encontramos en medio de la tormenta y que somos

víctimas o privilegiados usuarios inscritos entre la

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generación del buey y la del güey, no olvidemos que

nos circunscribimos únicamente en el entorno

citadino de Puebla.

A partir de la información que recabamos

de 65 estudiantes de la Universidad de las Américas,

Puebla, jóvenes entre los 17 y 23 años de edad y 40

estudiantes de una Preparatoria de la BUAP, con

edades entre los 15 y 17 años de edad, sin hacer

distinción de género (hombres-mujeres), ni

escolaridad, obtuvimos que todos ellos, sin

exclusión, usan o han usado güey, alguna vez.

Explicaremos las respectivas diferencias de

escritura, significado y sonido, a través del siguiente

esquema:

Sólo a manera de ejemplo el siguiente diálogo

recopilado:

“¿Qué onda güey?... Sustituye al nombre personal. 1 Güey, ya Vámonos. Sustituye al vocativo, oye. 2 ¿Güey hiciste la tarea? Sustituye al pronombre segunda persona singular –tú-. 3 ¡No mames güey!!! [...] Funciona como un adjetivo. 4 ¿Cuándo salimos güey? 2 Güey vamos abajo. 2 Ven, güey. 1 Qué fresa eres güey... [...] 4 ¡Qué güey eres! 4 ¿Ya viste a ese güey? Funciona como sustantivo. 5 ¿Dónde dejaste a tu güey? [...] 5 Estás bien güey.” 4

Este intercambio discursivo más bien parece una

lluvia de ideas desorganizadas e inconexas, sin

embargo, entre los usuarios hay una clara

comunicación transmitida en una especie de “código

secreto”. Y el uso reiterativo de güey, se encarga de

que pierda su importancia semántica y se convierta

en una muletilla, que si bien según la posición que

ocupa en el enunciado puede fungir como vocativo,

como sustituto del nombre (pronombre) y como

calificativo, incluso como sustantivo.

Comportamiento que es difícil definir por la

ambigüedad semántica y posición gramatical que

ocupa en el enunciado. Parafraseando los postulados

de La Gramática de Port-Royal clasificamos al

vocablo güey como un determinante que se define

como sigue: ...un sustantivo común no designa nada en sí mismo y sólo remite a un concepto (tiene sentido mas no referente), llama “determinantes” los elementos que debe agregársele para poder fijarle una “extensión”, es decir, para hacerle corresponder cierto sector de la realidad (por lo tanto, permiten pasar del sentido al referente) (Cit. en Ducrot 293)

En los diferentes diálogos recogidos, se

observa que el comportamiento y función de güey es

parecido al ejemplo antes citado, de manera que

podemos afirmar que en la mayoría de los actos

comunicativos que escuchamos aparece arbitraria e

indistintamente la palabra güey en cualquiera de las

intenciones que se describen en las tablas anteriores.

Y ocupando un sitio gramatical indistinto, ya sea

como sustantivo, como adjetivo, como pronombre,

etc., exceptuando el verbo. Es curioso, pero

únicamente la palabra güey para denotar la acción se

respeta en el discurso y para el resto de la

construcción del mensaje, güey es el comodín

perfecto que conlleva una realización (una acción)

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cuando se entona como un insulto o grosería, en

algunas ocasiones es una constatación, (Austin

Palabras y acciones) aunque nos queda la duda de

que quizá siempre lleve la carga expresiva de hacer

algo, porque es una manera de intercambio

comunicativo austero que invita a los interlocutores

a llenar el significado no expresado, con

movimientos, actitudes y/o gestos. Es precisamente

la consigna de dicha palabra, que funciona como

clave para ser descifrada y entendida sólo por los

grupos usuarios (que pueden ser los jóvenes versus

adultos). Este sería el circuito comunicativo que

podemos generalizar para los actos de habla donde

aparece la palabra güey:

A pesar de que el oyente externo (ajeno a la

conversación) recibe el mensaje, y no comprende el

código que es emitido como si fuera una clave, y a

pesar de encontrarse dentro del mismo entorno, la

situación comunicativa no le es común, entonces el

circuito comunicativo no se completa. La solución al

problema radica en que la palabra que se emplea

posee un significado artificial, dado por la

convención de un estrato, y a pesar de ello, no es tan

sencillo porque la palabra ha multiplicado su

significación referencial. O mejor dicho no remite a

un referente específico y sí, a un concepto que puede

divagar en la mente del receptor hacia muy

diferentes ideas dependiendo de la situación o

entorno físico, emocional y de entorno temporal,

social, cultural, histórico, etc. Tarea nada sencilla es

descifrar el mensaje para alguien ajeno a la

comunidad hablante.

Para tener un panorama mayor a este

respecto, es importante enunciar las conclusiones

que obtuvimos una vez efectuado el análisis de las

definiciones y usos de güey a partir de los datos

proporcionados por nuestros informantes:

1. Se emplea sólo entre personas que se tienen

mucha confianza, siempre que no sea un insulto.

2. Sirve para nombrar a alguien, si no se quiere

decir su nombre.

3. Expresión despectiva o insulto que sustituye a

tonto o estúpido.

4. Es un vocativo que aparece al inicio del diálogo.

5. Los jóvenes se han etiquetado con esta

expresión, pues no importa el nombre propio o

que se conozcan o no, todos se llaman güey. Es

la identificación en su amplia expresión.

6. No existe diferencia entre usuarios mujeres u

hombres; ambos la emplean.

7. Funciona como punto final del acto

comunicativo.

8. Es un calificativo de familiaridad y aceptación

porque sustituye a muy bien.

9. Se usa como expresión de sorpresa o susto.

10. Es el preámbulo para dar a conocer algo

importante.

11. Sirve como insulto o grosería.

Y su impacto va más allá de ser un vocablo

unificador y diferenciador (de moda) entre jóvenes,

porque ha determinado una transición en el cambio

semántico, fónico y morfosintáctico de una palabra

que en caso de permanecer vigente se establecerá

como norma del habla citadina, pues no creo que su

fuerza pueda extenderse hacia el habla del campo y

quizá nunca se convierta en norma, pues

simplemente cumple una función comunicativa

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temporal para desaparecer después o transmutar su

sentido.

Ciertamente su uso se ha generalizado

ayudado por los medios de comunicación y su alto

poder de penetración en las diferentes capas

socioeconómicas; es una convención sobreentendida

que se establece entre los usuarios de la lengua como

símbolo de modernidad e informalidad, pues hemos

observado cierta resistencia de uso en personas de

más de los 40 años de edad y con un nivel cultural

medio y superior. Para redondear la delimitación de

uso es obligado que enlistemos las resultantes de las

entrevistas:

• La usa el mexicano sin importar su nivel socio-

intelectual.

• Se usa porque la gente asocia la lentitud del

animal con la del hombre.

• Es un modismo o slang que se ajusta a la

necesidad actual del habla informal y amistosa.

• Nos identifica como jóvenes. No podemos usar

palabras elegantes entre amigos o compañeros

porque se burlan de nosotros.

• Surge por la flojera de buscar sustantivos o

preguntar a las personas, su nombre.

• La usan para sentirse parte de algo.

• Polémico para unos; útil para otros.

• Los jóvenes copian lo vulgar.

• Decir güey da libertad y crea un ambiente de

confianza.

• Es el poco vocabulario y tara que tienen los

jóvenes, para expresarse.

Veamos entonces que güey o buey es una

palabra polisémica que adquiere significado a partir

de la entonación con que se emite, altamente

expresiva y cuyo auge se debe a que responde a la

necesidad de comunicación entre hablantes con un

repertorio léxico empobrecido por los medios de

comunicación o falta de lectura, merced de la

economía y rapidez que reclama el ritmo de vida

actual, o bien por la actitud de snobismo.

Seguramente es resultado de la incomunicación y

soledad a que se dirige el hombre en esta

desenfrenada carrera de las comunicaciones

artificiales -ciberespaciales.

Lo más sorprendente fue encontrar que

indistintamente albañiles, choferes, profesionistas, y

aún, vendedores hablantes de lenguas indígenas –

bilingües- acompañan de güey sus más triviales

conversaciones junto a vocablos del náhuatl,

mixteco o zapoteco. Más allá, de casualidad

escuchamos diálogos entre profesionistas y

empleados universitarios sin distingo de edad que

viajan a bordo de los colectivos citadinos, y con ello

pudimos comprobar el uso generalizado de güey

como saludo, muletilla, apelativo, insulto, o

simplemente como elemento enfático.

Así podemos darnos cuenta que alrededor

posiblemente, de los años 60 a la fecha, la palabra

güey pertenecía a un repertorio exclusivo del argot

de las clases con carencia escolar y económica, pero

que poco a poco se fue desplazando hacia las clases

económicamente altas para borrar las diferencias

sociales. Algunos pueden pensar que esta palabra

logró más que el socialismo, porque ha borrado los

límites sociales. Los “pobres” prestan las palabras y

frases que normalmente usan como insulto, a los

“ricos”, quienes se encargan de convertirlas en

moda, muy naif, que, de ser pronunciadas con tono

de reto, alargado y descendente, característico del

lumpen, cambió la tonada por la elevación alargada

del final de las frases que usan los niños fresa. Por

supuesto, el sentido de insulto se fue desplazando

hacia el de camaradería, saludo, apelativo

globalizador. Tanto que la palabra güey se reivindica

diacrónicamente con la sociedad urbana, para luego

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extenderse de manera sincrónica hacia diversos

grupos culturales y sociales del México de la

Internet y de “la tele” para imponerse como

estereotipo de control (si se vale esta combinación

de ideas). Creemos también que, a pesar de la

influencia de los medios electrónicos, la palabra

buey en el campo, sigue siendo el animal de carga, y

su expresividad es altamente insultante.

Diremos entonces, que el habla ajusta a la

lengua y no a la inversa; el uso determina la norma.

Razones que nos permiten afirmar nuestros

postulados que para nada son empresa fácil. La

realidad es que en cada casa hay un televisor y la

falta de hábito de lectura entre los habitantes

mexicanos, los ubica como presas fáciles de la moda

y el consumismo. Los deficientes programas

pedagógicos que no fomentan en los estudiantes, la

investigación, la lectura de comprensión y la

búsqueda en diccionarios, (sólo por mencionar

algunas) aunado a lo disperso del territorio que

comprende la República Mexicana, la diversidad

cultural y la globalización; son factores que abren

cada vez más la brecha entre la parte conocida del

repertorio de la lengua que posee un individuo

común y lo que usa al hablar. Lo cual se traduce en

empobrecimiento léxico que nos conduce a efectuar

actos de comunicación ambiguos, rápidos,

imprecisos, generalizadores y homogeneizadores a

la vez, pero eso sí, siempre cargados de emotividad.

Aunque sea de reclamo o malestar.

Lo cierto es que la palabra güey cumple con

la función comunicativa y expresiva, toda vez que

unifica a un grupo de hablantes, para quienes borra

distancias culturales, sociales, económicas y los une

como grupo. De tal forma que dicha expresión

amplía su abanico semántico y uso pragmático.

Ahora veamos lo que sucede en el nivel fonético y

morfosintáctico. Si destacamos que el fonema /b/

bilabial sonora y /g/ velar sonora pertenecen a la

clasificación de oclusivas (cerradas), seguido de un

diptongo con vocal débil cerrada /u/ y una /e/ que

van poco a poco asimilando el sonido cerrado hasta

retrasar el sonido de los labios al velo del paladar y

después perder el sonido de la consonante /g/, para

quedar a merced de la /u/ y conservar relativamente

intactas, las unidades finales de la palabra, que

aunque cambian gráficamente, el sonido se conserva

y queda: g-ue/y/, w-ue/y/, w–ey, h-uey, y finalmente

g-üe/y/ igual al sonido /u/ /e/ /i/. Cabe hacer notar

que tiene diferencias de escritura, aunque estas

variantes responden más a un error ortográfico que a

cualquier otra explicación. Los informantes dicen

g ü e y o uey indistintamente, pero al momento de

escribir lo hacen de las siguientes maneras: güey guey wey wuey huey

El único sonido que no cambia ni en

escritura es la semiconsonante /y/, a pesar de la

semejanza de sonido con la vocal /i/, seguramente es

porque este fonema y grafía son el rasgo distintivo

de la palabra de la cual proviene que es buey, puede

funcionar como rasgo mnemotécnico que permite

establecer la relación entre el signo lingüístico y el

referente guardado en la memoria del usuario, pues

el animal vacuno no sería lo mismo sin la

terminación /e/+/y/. Margarita Espinosa explica:

... una modificación fonética de su primera consonante (oclusiva bilabial /b/), la cual retrasa su punto de articulación y se convierte en velar /g/, muy probablemente por influencia del triptongo y para facilitar el punto de articulación, así surge la forma que es hoy utilizada como insulto: güey. (1)

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Entonces ahora se escribe y usa fuera del

contexto gramatical y semántico del campo. Es

digamos, la palabra urbana de buey.

Una vez que el círculo entre receptor y

emisor se completa tras la codificación y

decodificación de los mensajes, la comprensión e

interpretación del resultado decodificado reclama

que los vacíos que quedan entre los signos gráficos

o fónicos sean llenados con inferencias que

provienen del entorno; de la entonación, del lugar,

del tiempo, de la persona, del género –sexo-, de su

edad, de su investidura social, etc., de lo que para

Bloomfield (69) es la situación comunicativa. Para

llegar entonces a la interpretación y comprensión de

un mensaje la obligación es recurrir al entorno que

rodea a los individuos participantes y como ya

mencionamos, si el código no es conocido por algún

participante no se realiza la comunicación. La

palabra güey, nos permite un interesante

seguimiento porque es una unidad lingüística que

posee una pluralidad de sentidos y funciona como un

comodín, bien como un ente lingüístico moldeable

que responde a las exigencias de la economía del

lenguaje y a la velocidad de la vida moderna. Sólo a

manera de enriquecer el tema recordemos su origen.

“Del latín Buey del latín bos, bovis, macho vacuno

castrado íd. 1ª. Doc.: orígenes, doc. de 1184

(Oelschl)” (Corominas 538) Corresponde al

significado de “Toro castrado. El que se conforma

con una situación mala o deshonesta”, según el

diccionario Larousse. (91)

Ciertamente que su derivación del

paralelismo hecho en relación con el actuar torpe del

hombre y las características físicas propias del

herbívoro animal, motivan el uso inicial de un

insulto -“ultraje cometido de palabra u obra”- (335),

que se ha ido desplazando del ámbito lingüístico de

los refranes populares, hasta alcanzar los cambios de

sentido y de forma que ya hemos indicado. Y es el

uso indiscriminado y abusivo que el hablante ha

hecho del término buey, lo que explica la

investigadora Espinosa en su artículo Algo sobre la

historia de las palabrotas que nos remite a pensar en

la asociación que se establece entre las

características del animal y el comportamiento del

hombre.

El buey es un animal lento y pesado, que ha

sido utilizado como animal de arrastre, como ya

hemos dicho, esta descripción sirve para comparar la

inteligencia humana con las características de este

animal resultando un verdadero insulto, sin

embargo, el uso excesivo de este término atenuó su

significado despectivo a tal grado que ahora es

utilizado como muletilla, sin la menor carga

ofensiva: "¿qué haces güey?, ¿nada, güey".

No es raro que el español concretamente

permita una cantidad inusitada de significados para

una sola palabra, nuestro idioma, cuya característica

es la polisemia, origina el albur y el doble sentido

que lo hace todavía más rico y variado, por ende,

más complejo. Y es precisamente de este juego de

palabras que surge el significado de güey.

Ahora somos testigos de la eclosión de una

expresión vigente que goza de la aceptación y

preferencia comunicativa, no sólo entre la

generación de jóvenes de la ciudad de estos días,

sino de las generaciones que cuentan más allá de los

14,600 días (40 años de edad) y que, en su devenir

social y cultural anterior, la palabra buey tenía una

connotación semántica y ortográfica muy diferente a

la actual. La palabra güey ha venido a llenar un

vacío, más que lingüístico, social y afectivo ante las

relaciones de causa-efecto que se ven amenazadas

por los avances científicos y tecnológicos. Si

Saussure tuviera que discernir en torno a la

explicación del signo lingüístico y su relación con el

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concepto, referente e imagen acústica, visual y

gráfica tendría serias dificultades, porque el

referente buey se ha trasladado a muy diversos

“sujetos” en diversas situaciones comunicativas. Del

animal cuadrúpedo, herbívoro hasta el animal

racional, bípedo, y no sólo el lento y torpe animal

racional, sino al carnal, al amigo y al amado homo

sapiens del siglo XXI. El mexicano alburero y

dicharechero que aprovecha cualquier oportunidad

para poner en marcha su ingenio y asociar fonemas,

grafías a imágenes mentales con referentes que se

bifurcan, creando una amplia gama de sentidos. No

es gratuito que se derive de una palabra que se asume

como grosería porque, como afirma Margarita

Espinosa, ésta es “...una válvula de escape para la

tensión por la que pasamos, al insultar descargamos

a tal grado nuestro enojo, nuestra impotencia,

nuestro dolor, que se podría decir que el insulto

puede cumplir también una función catártica en el

ser humano” (1). Ideas que se ajustan perfectamente

a la descripción de la caótica posmodernidad que

vive la humanidad.

Hurgando en la historia encontramos

refranes que usan la palabra buey en su sentido de

animal convertido en metáfora, tal como ilustra

nuestro título y como citamos enseguida:

• ¿A dónde ha de ir el buey que no are?

• Buey de botón. Buey adiestrado, o Buey de

yugo conduce reses a la mancuerna.

Se usa buey de yugo para referirse al animal que

conduce reses bravas. Interpretando, en ambos

refranes, diremos que de cualquier forma el buey

sigue lo que le ha sido marcado y no tiene la

capacidad de desviarse de lo establecido y con una

sentenciosa muestra despectiva que descalifica a la

mujer. Comprobamos pues, que la cultura determina

el uso de la lengua; los refranes son la mejor muestra

del pensamiento de un pueblo.

• Como quiera se hace un buey, pariendo la

vaca un toro.

• El que por su gusto es buey, hasta la

coyunda lame.

Podemos descubrir muy fácilmente la alusión

directa que tiene el término usado de manera

despectiva para resaltar actitudes y comportamiento

de sometimiento que identifican a este vacuno como

animal de carga y arrastre al servicio del hombre con

sus valores sociales. Ese sentido es precisamente el

que se toma para desplazar el término hasta nuestros

días.

Quizá los refranes son formas lingüísticas

con una complejidad e ingenio que está muy lejos de

los hábitos de facilidad que florecen entre la

juventud, y por ende al cambio de actitudes y hábitos

necesariamente se producen también cambios

lingüísticos. Es pues, el desgaste y la renovación del

lenguaje; mecanismos necesarios para la

transformación del habla. Ahora los jóvenes no

conocen los refranes, en su lugar usan de manera

sintetizada el güey. Está de moda usar güey como

código secreto que separa a los jóvenes de los

adultos, no importa la clase, ahora sólo importa la

edad. Las groserías o insultos son la forma ideal,

sintetizada y mimética de manifestar el enojo y la

rebeldía contra el mundo.

Referencias bibliográficas

- Austin, J. L. (1971). Palabras y acciones. Buenos Aires: Paidós

- Bylón, Ch. y Fabre, P. (1994). La semántica. Barcelona:

Paidós. - Berutto, G. (1979). La sociolingüística. México: Nueva

imagen, - Cassany, D. et al. (2000). “¿Qué es escribir?: Construir

la escritura” Paidós: Barcelona.

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62

- Colegio de México. (1996). Diccionario del español usual en México. México: Colegio de México,

- Corominas, J. (1954). Diccionario crítico etimológico

castellano de la lengua castellana. Madrid: Gredos. - Ducrot, O. y Tzvetan T. (1981). Diccionario

enciclopédico de las ciencias del lenguaje. México: Siglo veintiuno,

- Espinosa-Meneses, M. “Algo sobre la historia de las

palabrotas”. Tecnológico de Monterrey Campus Estado de México. Primera revista electrónica en América Latina especializada en tópicos de comunicación. Número 23. 19 de noviembre de 2002. En línea Internet octubre-noviembre 2001. Razón y palabra. Disponible: <http://www.cem.itesm.mx/dacs/publicaciones/logos/anteriores/n23/23_menospinosa.html>

- Garvin, P. L. y Yolanda L. de S. (1974). Antología de

estudios de etnolingüística y sociolingüística. México: UNAM.

- Larousse. (2001) Diccionario usual: enciclopédico.

México: Larousse. - Levinson, S. C. (1989). Pragmática. Barcelona: Teide. - Santamaría, F. J. (1974) Diccionario de mejicanismos.

Segunda Edición. Méjico: Porrúa. - Swadesh, M. (1984) El lenguaje y la vida humana.

México: Fondo de Cultura Económica.

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Sones / Pastel –Cartulina de Bamboo

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Arte: inter y transdisciplinariedad

Año 1, No. 2, junio - noviembre de 2017, pp. 65- 73

Coral

para Cuarteto de Saxofones Choral

for Saxophone Quartet

Javier Montiel∗

La obra “Coral” fue escrita en el año 2000 y la dedicó a su hijo, Víctor Montiel. Su estreno en 2011 estuvo a

cargo del grupo “Anacrusax”.

“Coral” consta de dos partes: el coral, en un tempo lento e introspectivo y, contrastando con éste, el allegro de

tempo rápido y vivaz.

La obra explota todo el rango de posibilidades del saxofón, desde las notas muy largas y sostenidas, hasta las

notas de gran rapidez y virtuosismo. El cromatismo juega un papel preponderante a través de toda la obra.

También emplea la voz humana como elemento de percusión, creando un ambiente jocoso y divertido.

Javier Montiel

Oriundo de la Cd. de México donde nació en 1954, realizó sus estudios musicales en el Conservatorio Nacional

de Música, graduándose en 1972.

∗ Docente de la Facultad de Artes de la BUAP, del Centro Mexicano de Postgrado en Música y de la Escuela Superior de Música "Esperanza Azteca". [email protected]

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Perteneció a las orquestas Sinfónica Nacional (1974-1980), y Filarmónica de la Cd. de México (1980-1982).

Miembro fundador del prestigiado Cuarteto Latinoamericano en 1982, agrupación con una intensa carrera

internacional, que les ha permitido llevar la música escrita en nuestro continente a las principales salas de

concierto del mundo.

Su extensa discografía incluye tres nominaciones al Grammy y obtener uno en 2012.

Ha impartido clases de violín, de viola y de música de cámara en las principales escuelas de música de la Cd.

de México. Hoy en día, es docente de la facultad de Artes, música, de la Benemérita Universidad Autónoma

de Puebla, del Centro Mexicano de Postgrado en Música, así como de la Escuela Superior de Música "Esperanza

Azteca".

Como compositor autodidacta ha compuesto para diversos géneros: ciclos se canciones para voz y piano. Obras

para pequeños grupos instrumentales, un concierto para viola y orquesta de cuerdas, etc.

Sus "Variaciones Paganini", compuestas en 1982, fue la primera obra escrita y dedicada Cuarteto

Latinoamericano.

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ARTE: Inter y transdisciplinariedad

Año 1, No. 1, junio – noviembre de 2017, p. 75-77

“Elementos visuales”

"Visual elements"

Myrna Dalia Rodríguez Vidal∗

Es Licenciada en Artes Plásticas, Maestra en Historia del Arte por la UNAM, y Maestra en Educación Media

Superior con Especialidad en Gestión y Dirección en Instituciones Educativas en la UDLAP. Actualmente

estudiante del Doctorado en Educación Basada en Competencias

Ha participado en 13 exposiciones colectivas y seis individuales, en 2009 y 2010 elabora cuatro escenografías

para el Teatro Principal de Puebla y para el Teatro del CCU BUAP.

“Elementos visuales”

Obras que presentan elementos visuales como el punto, la línea y lo textural, tema principal del repertorio.

La paleta gira en torno a colores cálidos y fríos fusionados con técnicas como el óleo y acrílico, así como con

texturas como polvo de mármol y cera de Campeche, creando la cualidad visual y táctil de la obra.

∗ Docente de la Facultad de Artes de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México [email protected]

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Sin nombre / Grabado-Técnica mixta

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Colaboradores

Emilia Tlanesi Cortés Hernández

Egresada del Colegio de Arte Dramático de la

Facultad de Artes, de la Benemérita Universidad

Autónoma de Puebla.

[email protected]

Ana Lucía Piñán Elizondo Licenciada en Diseño y producción publicitaria por

la UPAEP y licenciada ad honorem, en Danza

moderna y clásica por la BUAP. Especialista en

Políticas culturales y gestión cultural por la UAM,

maestra en Estética y arte por la BUAP.

Actualmente es estudiante de Doctorado en Arte:

Producción e Investigación en la Universidad

Politécnica de Valencia, España.

[email protected]

Mario Valenzuela

Docente de Arte Dramático de la Facultad de Artes

de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

Actor de teatro, director escénico, director y

productor de video y cine profesional

independiente.

Daniel Huicochea Cruz

Docente del Colegio de Literatura Dramática y

Teatro de la Facultad de Filosofía y Letras de la

UNAM.

Docente de la Facultad de Artes, Arte Dramático,

de la Benemérita Universidad Autónoma de

Puebla.

[email protected]

Adriana Rojas Córdova

Docente de literatura dramática, en el Colegio de

Arte Dramático, de la Facultad de Artes de la

Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Hizo

la Maestría en Lengua y Literatura

Hispanoamericana en la Universidad de las

Américas. También realizó la Licenciatura en

Lingüística y Literatura Hispánica, en el Colegio de

Lingüística y Literatura Hispanoamericana de la

Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Es

Profesora de educación preescolar por el

Benemérito Instituto Normal del Estado de Puebla.

También es Instructora de danza hawaiana y de Islas

Cook, bajo la tutoría de kumu Rae Fonseca de Hula

halau Kahikilaulani de Hilo Hawai, kumu kula

Chinky Mahoe de Hula halau Kawaili'ula de Oahu

Hawai, de la Compañía de Rarotonga, Islas Cook y

del maestro Arerangi Tongia, ex director y curador

del Museo Nacional de Islas Cook del Ministerio de

Cultura del Gobierno de Islas Cook.

[email protected]

Javier Montiel

Oriundo de la Cd. de México donde nació en 1954,

realizó sus estudios musicales en el Conservatorio

Nacional de Música, graduándose en 1972.

Perteneció a las orquestas Sinfónica

Nacional (1974-1980), y Filarmónica de la Cd. de

México (1980-1982).

Miembro fundador del prestigiado Cuarteto

Latinoamericano, (1982) agrupación con una

intensa carrera internacional que les ha permitido

llevar la música escrita en nuestro continente a las

principales salas de concierto del mundo.

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Su extensa discografía incluye tres nominaciones al

Grammy y obtener uno en 2012.

Ha impartido clases de violín, de viola y de música

de cámara en las principales escuelas de música de

la Cd. de México. Hoy día, en la BUAP, en el Centro

Mexicano de Postgrado en Música así como en la

Escuela Superior de Música "Esperanza Azteca".

Compositor autodidacta, ha compuesto para

diversos géneros: ciclos se canciones para voz y

piano. Obras para pequeños grupos instrumentales,

un concierto para viola y orquesta de cuerdas, etc.

Sus "Variaciones Paganini" compuestas en 1982,

fue la primera obra escrita y dedicada Cuarteto

Latinoamericano.

Myrna Dalia Rodríguez Vidal

Es Licenciada en Artes Plásticas, Maestra en

Historia del Arte por la UNAM, y Maestra en

Educación Media Superior con Especialidad en

Gestión y Dirección en Instituciones Educativas en

la UDLAP. Actualmente estudiante del Doctorado en

Educación Basada en Competencias

Ha participado en 13 exposiciones colectivas y seis

individuales, en 2009 y 2010 elabora cuatro

escenografías para el Teatro Principal de Puebla y

para el Teatro del CCU BUAP.

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Instrucciones para colaboradores

ARTE: Inter y transdisciplinariedad es una revista

semestral creada desde la Facultad de Artes con

miras a la investigación inter y transdisciplinaria de

las artes. La revista ARTE, como foro dedicado a

explorar y transitar en el arte mediante un proceso

de investigación relacionando distintas disciplinas,

tiene como objetivo permitir a miembros de la

escuela y estudiantes por graduarse, publicar

artículos académico-investigativos desde sus

correspondientes áreas del saber, acogiendo formas

experimentales y alternativas de representar el

trabajo creativo. A la vez sirve como plataforma

para escritores, docentes, investigadores y artistas,

entre otros, que no formen parte de nuestra

comunidad académica y que deseen compartir su

creatividad y presentar sus investigaciones

relacionadas al arte. Los artículos se deben

caracterizar por la naturaleza crítica, dialógica y

reflexiva, que aporten ideas que despierten el interés

por el conocimiento y el ejercicio del arte.

Los artículos deben ser originales y apegarse en lo

general a las normas de la Guía Editorial de la

BUAP, que a su vez está basada en el formato

APA6. En lo particular, deberán tener el siguiente

formato de presentación:

1. Los textos deberán enviarse en formato

digital, con extensión *.doc o *.docx, a la

siguiente dirección de correo electrónico:

[email protected].

2. La extensión del texto deberá restringirse a

un mínimo de diez cuartillas y un máximo

de treinta; es decir, aproximadamente entre

4,000 y 12,000 palabras, incluyendo la

bibliografía.

3. Es necesario que cada artículo conste al

menos de los siguientes elementos o

secciones: título, nombre del autor o

autores (indicar institución de afiliación,

correo-e y ficha curricular), resumen,

palabras clave, introducción, cuerpo

principal, comentarios finales o

conclusiones y bibliografía.

4. El lenguaje utilizado deberá ser sencillo y

directo, de preferencia con frases cortas.

5. Las características tipográficas son las

siguientes:

a. El texto deberá redactarse en

fuente Times New Roman de 12

puntos para el texto principal y 10

puntos para las citas y notas de pie

de página o pies de foto, imagen o

tabla, sin espacios (1.0), y

justificado.

b. El título principal deberá ir

alineado al centro en negritas.

Otros títulos, que indiquen

cambio de sección, deberán ir

alineados al centro y, los

subtítulos alineados a la izquierda

en negrita.

c. El nombre (completo) del autor o

autores del texto deberá indicarse

después del título principal, en el

renglón siguiente, sin negritas, y

alineado al centro; al final del

texto deberá incluirse una breve

reseña biográfica no mayor a 70

palabras. Asimismo, deberá

añadirse la dirección de correo

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electrónico del autor o autores, sin

hipervínculo. La reseña

biográfica y la dirección no

formarán parte del conteo de

palabras.

d. Las sangrías para el texto

principal deberán ser de 1.25 cm.

después del segundo párrafo, en

cada nuevo título o subtítulo. Para

las citas, las sangrías deberán ser

de 1.25 cm. en ambos lados.

e. En la primera página del artículo

deberá incluirse un resumen de

contenido, con una extensión

máxima de 250 palabras, en

español y su traducción al inglés.

En ambos idiomas, se deberá usar

la fuente Times New Roman de

10 puntos sin espacios (1.0), y

justificado.

f. Después de los textos anteriores,

deberá incluirse un apartado de

tres a cinco “Palabras clave”, en

español, inglés y francés, en el

mismo formato indicado para el

resumen.

g. Las fuentes de las citas se deberán

indicar entre paréntesis, con el

siguiente formato: (primer

apellido del autor, año de

publicación: páginas); por

ejemplo: (Toriz, 2009: 128).

6. Los ejemplos, figuras, y tablas deberán

enviarse por separado en formato JPG de

300 puntos o dpi, como mínimo. En el

cuerpo del trabajo, al centro, deberán

indicarse con precisión el lugar donde

deben colocarse éstos (las referencias o

nombres deben coincidir con los archivos

de las imágenes).

7. El aparato crítico, de preferencia, deberá

usarse para incluir comentarios del autor o

autores, los cuales no forman una parte

obligada del cuerpo del trabajo. En tal

caso, las notas de pie de página se

indicarán en caracteres arábigos, irán a

espacio simple, con letra de 10 puntos, y

espaciado posterior al párrafo de 6 puntos.

8. Al final del texto deberán indicarse las

fuentes de consulta utilizadas para

fundamentarlo, con el subtítulo

“Referencias”. Las fuentes se deberán

indicar con el siguiente formato general, y

en sangría francesa de 1.25 cm (aplica

según se trate de libros, revistas, capítulos,

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Apellido(s), y nombre(s) del (los)

autor(es), “título del capítulo o artículo”,

título de la obra, número de edición,

editorial (coeditorial), país, año, número de

páginas, consultado el (fecha exacta), en:

(dirección electrónica completa -sin

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Esta revista también recibe libretos,

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de investigación y otras obras originales afines. En

general se deberán mantener las características

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digital, ya sea en JPG o PDF.

3. Por separado, en un documento con

extensión *.doc o *.docx, debe incluirse,

una breve reseña, explicación o nota sobre

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la obra, con una extensión máxima de 350

palabras.

4. Asimismo, debe incluirse una breve reseña

biográfica del autor, no mayor a 70

palabras.

5. Enviar una fotografía del autor en formato

JPG, de 300 puntos.

También, se aceptan propuestas de

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(b/n), cuya temática sean las artes principalmente.

Estas deberán enviarse en formato JPG, de 300

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siguiente forma:

1. El artículo enviado no deberá estar a la par

dentro de otro proceso de dictamen en otra

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2. El artículo debe ser inédito y no haber sido

publicado en alguna otra revista u órgano

editorial, salvo autorización ex profesa del

autor o la editorial, según aplique.

3. Los artículos serán sometidos a revisión

para su publicación.

4. Una vez recibido el artículo, será revisado

como primer filtro por el Consejo Editorial

de la revista Arte: inter y

transdisciplinariedad de la Facultad de

artes. Si se considera pertinente, dicho

consejo tiene la facultad de determinar una

segunda revisión por un cuerpo de

revisores y asesores externos, conformados

como Consejo Consultivo.

5. Una vez que los revisores externos acepten

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i. Con revisión técnica en

el plano formal.

ii. Con cambios

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metodológicos.

c. No publicable.

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compromete a dar respuesta al autor o

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un plazo no mayor a tres meses.

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distribución gratuita de manera impresa.

Finalmente, los autores conservarán sus derechos

morales, de manera que contribuyan a la

distribución y acceso gratuito y libre de sus textos.

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