antropologÍa de la esclavitud

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ANTROPOLOGÍA delà ¡SCLAVITUD î S H M ; . a W Claudes meillassoux traducción de RAFAEL MOLINA ANTROPOLOGÍA DE LA ESCLAVITUD El vientre de hierro y dinero por CLAUDE MEILLASSOUX ventuno editores )*a siglo veintiuno editores, sa de cv CERRO DEL AGUA 248. DELEGACIÓN COYOACÁN. 04310 MÉXICO. D.F. siglo veintiuno de españa editores, sa CALLE PLAZA 5. 28043 MADRID. ESPAÑA siglo veintiuno argentina editores siglo veintiuno editores de Colombia, sa CARRERA 14 NÚM 80-44. BOGOTÁ. O.E . COLOMBIA TRADUCIDO CON LA AYUDA DEL

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ANTROPOLOGAdel SCLAVITUDS HM;. a WClaudes meillassoux traduccin de RAFAEL MOLINA ANTROPOLOGA DE LA ESCLAVITUDEl vientre de hierro y dineroporCLAUDE MEILLASSOUXventuno editores )*asiglo veintiuno editores, sa de cvCERRO DEL AGUA 248. DELEGACIN COYOACN. 04310 MXICO. D.F.siglo veintiuno de espaa editores, saCALLE PLAZA 5. 28043 MADRID. ESPAAsiglo veintiuno argentina editores siglo veintiuno editores de Colombia, saCARRERA 14 NM 80-44. BOGOT. O.E . COLOMBIATRADUCIDO CON LA AYUDA DELMINISTERIO FRANCS ENCARGADO DE LA CULTURAedicin al cuidado de mart soler portada de carlos palleiroprimera edicin en espaol, 1990 siglo xxi editores, s. a. de c. v.isbn 968-23-1605-7prim original: anthropologie de l'esclavagederecera edicin en francs, 1988 presses universitaires de france, parsttulo original: anthropologie de l'esclavagederechos reservados conforme a la leyimpreso y hecho en mxico / printed and made in mexico NDICE GENERALINTRODUCCIN11CAPTULO INTRODUCTORIO: PARIENTES Y EXTRAOS261. "Nacer y crecer juntos", 26; 2. Los parientes, 29; 3. Los extranjeros, 32; 4. La privacin de parentesco, 38; 5. Un sier-vo no hace la esclavitud, 41; 6. Los inmolados, 45; 7. Los empeados, 46PRIMERA PARTE: EL VIENTRE. DIALCTICA DE LA ESCLAVITUDCAPTULO PRIMERO: DIMENSIN HISTRICA DE LA ESCLAVITUDEN EL FRICA OCCIDENTAL491. De los imperios a los comerciantes, 49; 2. De las ciudades comerciales a las aristocracias musulmanas, 62; 3. La esclavitud y la colonizacin francesa, 74CAPTULO SEGUNDO: EXTRANEIDAD771. Condicionamiento a la extraneidad, 77; 2. Constitucin del espacio esclavista, 79; 3. Las relaciones primarias de la esclavitud, 83CAPTULO TERCERO: ESTERILIDAD89CAPTULO CUARTO: GANANCIAS Y ACUMULACIN971. La esclavitud de subsistencia, 98; 2. Diferencia con la servidumbre, 101; 3. Cuntos esclavos? Cuntos siervos?, 103; 4. Ventajas de la esclavitud, 105; 5. Condicionamientos y costos de la esclavitud, 106; Anexo, 109CAPTULO QUINTO: NO NACIDOS Y MUERTOS EN SUSPENSO1121. Desocializacin, 114; 2. Despersonalizacin, 122; 3. Dese- xualizacin, 124; 4, Descivilizacin, 129CAPTULO SEXTO: PROMOCIN DE ESCLAVOS1321. Esclavos de fatiga, 132; 2. Esclavos parceleros, 132; 3. Esclavos aparceros, 133; 4, Los esclavos manumitidos, 134;5. Liberacin, 136; 6. Nacidos fuera del nacimiento, 138; 7. Siempre esclavos, 143; 8. Enajenacin, 144CAPTULO SPTIMO: MESTIZOS HIJOS DE ESCLAVOS148TRANSICIN: DESQUITE DEL ANTIPARIENTE157SEGUNDA PARTE: EL HIERRO. LA ESCLAVITUD ARISTOCRATICAA.LA ESCLAVITUD Y EL PODER163CAPTULO PRIMERO: LA LLEGADA DE LOS BANDIDOS1631. El rey y los bandidos, 164; 2. El rey-bandido, 168; 3. Los compaeros de la incursin, 175CAPTULO SEGUNDO: EL GRAN TRABAJO DE LOS REYES1801. "Nuestro azadn es nuestro fusil", 180; 2. Los lacayos, 187CAPTULO TERCERO: LA CORTE DIVINA2001. El dios sitiado, 201; 2. Los esclavos de confianza, 210; 3. Los eunucos, 213; 4. Cortesanas buenas para todo, 217; 5. "Mosquito de rey es rey", 221B.LA ECONOMIA GUERRERA227CAPTULO PRIMERO: CASOS2281. El soldado-labrador, 228; 2. La esclavitud de subsistencia, 230; 3. El tributo de las "tribus" del "askia", 233; 4. Plantaciones e impuestos, 237; 5. Subtrata guerrera, 240CAPTULO SEGUNDO: ANLISIS2431. Ventajas econmicas de la guerra de captura, 243; 2. Por qu los sacrificios?, 246; 3. La economa separada, 248; 4. La extorsin en nombre del padre, 250; 5. La tirana militar, 253; 6. De la tirana militar a la servidumbre, 256 TERCERA PARTE: EL DINERO. LA ESCLAVITUD MERCANTILCAPTULO PRIMERO: EL PAS MERCANTIL1. Ideologas mercantiles, 266; 2. Ciudades comerciales, 273; 3. Los Maraka, 282CAPTULO SEGUNDO: EXTENSIN DE LA ESCLAVITUD ENTRE EL CAMPESINADO1. Intensificacin de las guerras de captura, 288; 2. La esclavitud entre los campesinos del Sahel, 298CAPTULO TERCERO: MODALIDADES DE EXPLOTACIN1. La explotacin totalitaria, 303; 2. La esclavitud de renta, 306CAPTULO CUARTO: EL MERCADO INTERNO DE ESCLAVOSCAPTULO QUINTO: HAY QUE CRIARLOS O COMPRARLOS?1. Criarlos?, 320; 2. Comprarlos?, 324; 3. Renta alimentaria y ganancia mercantil, 328; 4. Competencias, 331; 5. Tasas de reproduccin comparadas, 333; 6. Reproduccin extrauterina, 337CAPTULO SEXTO: DISOLUCIN DE LA ESCLAVITUDCONCLUSIONESGLOSARIO BIBLIOGRAFA NDICE ONOMSTICONDICE ANALTICO a o o INTRODUCCIONEn el estado actual de la investigacin, parecera que se percibe a la esclavitud menos como sistema social que a travs de la definicin de esclavo. Si la conjuncin de la semntica y del derecho contribuye a la puntualizacin del fenmeno, no permite en cambio caracterizar a la es-clavitud como institucin. En las sociedades africanas, as como en las sociedades antiguas (Vidal-Naquet, 1965-1967), los trminos traducidos por "esclavo" pueden aplicarse tambin a categoras ms extensas, a veces a todos aquellos que estn o han estado bajo algn tipo de sujecin temporal o religiosa por parte de un abuelo, un soberano, un protector, un filsofo, etc. Significan generalmente vasallo, sometido, dependiente, sujeto, discpulo a veces. A la inversa, la mayora de las sociedades esclavistas poseen un vocabulario amplio que cubre diversas condiciones de servidumbre que ya no tienen equivalentes en nuestras lenguas y que reflejamos uniformemente por "esclavo".En trminos de derecho, se describe al esclavo como un objeto de propiedad, por lo tanto enajenable y sometido a su propietario.Pero en la perspectiva de su explotacin, la asimilacin de un ser humano a un objeto, o incluso a un animal, es una ficcin contradictoria e insostenible. Si el esclavo fuera en la prctica tratado como tal, la esclavitud no ten-dra ninguna superioridad sobre el empleo de instrumentos materiales o sobre la crianza de ganado. En la prctica, los esclavos no son utilizados como objetos o animales a los cuales esta ficcin ideolgica procura disminuir. En todas sus tareas aun el acarreo, se recurre a su razn aunque sea mnimamente, y su productividad o su utilidad se acrecientan en proporcin al recurso a su inteligencia. Una buena administracin del esclavo implica el reconocimiento, en grados diversos, de sus capacidades de homo sapiens, con un deslizamiento constante hacia las nociones de obediencia, de deber, que lo hace indiscer-nible, en trminos escritos, de otras categoras de depen-dientes. Las muchachas pberes, los menores, las esposas, los protegidos, los jornaleros, etc., estn, como el esclavo, sometidos al poder absoluto del jefe de familia. Puede golpearlos, enajenarlos, hasta matarlos. La obligacin de trabajar recae sobre todos aquellos, libres o vasallos, que dependen de un amo, de un "patriarca", de un soberano. En cambio, junto a ellos, hay esclavos que disfrutan de privilegios (fortuna, rango, funcin) que los colocan en una posicin aparentemente superior y de los cuales la gente se complace en decir que son "parientes". Se libran del trabajo el lacayo, el confidente, el esclavo rico, que se benefician indirectamente del trabajo de otros esclavos o incluso de hombres libres, o que ellos mismos poseen esclavos. En el marco de la ficcin del esclavo-objeto, como en la prolongacin de lo que antecede, el derecho reconoce al esclavo una relacin institucional slo con su amo. A esa relacin estrictamente individual es a la que se vincula la definicin jurdica del esclavo.En este caso el derecho ratifica y a la vez disimula las relaciones sociales orgnicas al sancionarlas en las formas ms aptas para la preservacin de las ventajas de aquellos para los cuales fue concebido y enunciado. No poda ser pues la expresin objetiva de una realidad social ni contener la explicacin de la misma. Al expresar la relacin esclavista como individual, el derecho fija los lmites dentro de los cuales desea ver ejercida la autoridad del amo sobre el esclavo; la relacin individual enmascara y neutraliza, en este caso, la relacin de clase. No es, segn esta implicacin, ms que el reflejo de una concepcin personalizada, individualizada de la autoridad que se apoya en la ideologa patriarcal. Ahora bien, en el plano individual al cual nos limita el derecho, la definicin del esclavo, en virtud de esta referencia ideolgica implcita, se extiende necesariamente en algunos aspectos hasta el hombre o la mujer libres. De ah la infinidad aparente de condiciones individualizadas del esclavo, que puede encontrar su explicacin mediante el principio jurdico que contiene esta indeterminacin.Incluso el criterio ms pertinente y ms abarcador, a saber el hecho de que el esclavo, sea cual fuere su condi-cin, es siempre enajenable en derecho, est tambin im-pregnado de vaguedad: otros que no son esclavos son enajenables; algunos esclavos no lo son de hecho.La debilidad del enfoque jurdico radica en considerar la enajenabilidad como un atributo inherente a los esclavos. La enajenabilidad slo es significativa, sin embargo, en el marco de las instituciones fiue permiten su realizacin: la guerra de captura v el "mercado de esclavos", es decir el conjunto de mecanismos v operaciones por los cuales una clase de individuos se halla privada de personalidad social, transformada en ganado, vendida como mercanca y explotada o utilizada de tal forma que permita recuperar su costo, sea ste de captura o de compra. Pero la enajenacin no representa el estado trascendental del esclavo. Slo interviene si el esclavo no puede asumir, en la sociedad donde se encuentra y por alguna causa determinada, tareas productivas o funcionales. La enajenacin no es ms que el efecto y la afirmacin de las operaciones de despersonalizacin que sufre el esclavo por medio de la captura inicial. La enajenacin extrema se manifiesta tanto en el ara de los "sacrificios" como en los mercados, es decir tanto respecto de ritos religiosos como de transacciones comerciales. En relacin con esos marcos sociales institucionales v no en su relacin individual con el amo es que se afirma su estado.En lo que respecta a este estudio, todas las sociedades africanas examinadas estn vinculadas directa o indirec-tamente con el mercado. Unas lo abastecen, otras se sur-ten de l. En ltima instancia, la suerte vivida o potencial de los esclavos es decir su estado se sita necesaria-mente en relacin con el mercado, lo cual no significa que todos estn sometidos a l directamente y en todo momento. El mercado coloca a los esclavos, como clase social, en ese marco general de determinacin que da forma a su estado comn en relacin con el cual se definen, en toda sociedad esclavista, las condiciones individuales, diversas y cambiantes, de cada esclavo segn sea su modo d insercin. La relacin individual con el amo no se explica fuera de ese contexto.La distincin entre el estado y la condicin del sclavo, que se inscribe en este proceso, es una de las claves para la comprensin del problema. Ella gobierna el plan de esta obra, entre una primera parte que engloba el conjunto del espacio econmico esclavista y que da forma al estado del esclavo y las dos otras partes consagradas a las formas polticas y econmicas que asume la esclavitud en los dos tipos principales de sociedad donde sta opera en frica: las aristocracias militares y las sociedades mercantiles.A diferencia de este enfoque, Miers y Kopytoff (1977), en una importante obra colectiva sobre la esclavitud africana, proponen en su introduccin una explicacin gentica de la esclavitud que segn yo llega al paroxismo del ju- ridicismo, del funcionalismo y del economismo.Al considerar que lo que ellos llaman los "menores" (ni-os, jvenes, mujeres) estn en una posicin de depen-dencia en la familia, y que, por otra parte, el sistema de parentesco permite transferencias de dependencia, Miers y Kopytoff consideran a la esclavitud como la extensin de ese doble fenmeno a los extranjeros. Por consiguiente, lo esencial de su argumentacin se sita en torno a lo que llaman el "continuo esclavitud-parentesco" y su teora de la "transferencia de derechos sobre las personas". Descubren primero que en frica la "propiedad" tendra la cualidad particular de ser no un derecho sobre las cosas, sino un conjunto de derechos sobre las cosas y las personas. A partir de ah, descubren lo que creen que es otra especificidad de la cultura africana, sin precisar a qu tipo de sociedad se refieren, es decir el hecho de que "el concepto de derechos sobre las personas. . . y sus tran-sacciones . . . constituyen uno de los elementos fundamentales sobre los cuales se construyen los sistemas de parentesco". Tales transacciones, escriben, "representan el aspecto formal del concepto de relaciones de parentesco... La transaccionabilidad de esos derechos, en tanto que artculos discretos y separados, es igualmente notable. Adems, las transferencias de esos derechos se hacen normalmente a cambio de bienes y dinero, y tales transferencias pueden cubrir la totalidad de los derechos sobre una persona. Por consiguiente, fenmenos tales como el parentesco, la adopcin, la adquisicin de esposas y nios estn todos inextricablemente vinculados con los intercambios que suponen equivalencias precisas en bie-nes o en metlico." "... En consecuencia, decir que el hecho de que es 'propiedad' hace que una persona sea esclava, es lo mismo que decir en efecto: 'un esclavo es una persona sobre la cual se ejercen determinados derechos'" (1977: 11). Esta teora, piensan Miers y Kopytoff, es capaz de sorprender al "occidental" que no puede imaginar que los derechos puedan hacerse pedazos, y que puedan aplicarse tanto a individuos como a cosas. Lo que me sorprende personalmente es que Miers y Kopytoff no vean que su explicacin descansa en la aplicacin estricta de las nociones occidentales de derecho y de economa liberal. En nuestra sociedad, la propiedad es un conjunto de derechos, usus, fructus y abusus, que pueden muy bien ser atribuidos por separado a partes o personas diferentes. Adems, en la sociedad domstica, no es de propiedad de lo que se trata, sino de patrimonio para el cual las reglas de trasmisin son completamente diferentes. En la actualidad, ya no es posible seguir sosteniendo la tesis materialista "vulgar" segn la cual la dote es una "adquisicin de derechos" sobre hijos o esposas "a cambio de un equivalente preciso en bienes o en metlico", o sea una compra. No solamente olvidan Miers y Kopytoff que las transacciones matrimoniales pueden funcionar y de hecho funcionan sin dote en numerosas sociedades africanas, sino tambin que la nocin de equivalencia de individuos y bienes no es pertinente en las sociedades domsticas. Lo que s es cierto en la teora de Miers y Kopytoff es que las relaciones de parentesco son manipuladas sin cesar. Lo falso es que lo sean a cambio de dinero, mediante operaciones de compra. En las relaciones matrimoniales no hay otro equivalente a una mujer pber que otra mujer pber, con la misma fecundidad potencial. El concepto de dote no hace hijos. Cuando los dos trminos de una transaccin son idnticos, los bienes intermedios (cuando los hay) no tienen valor intrnseco ni pueden ser cambiados por s mismos. Slo cuando estos bienes entran en circuitos comerciales exteriores a la comunidad y se les produce para el intercambio, entonces pueden adquirir un valor intrnseco y comunicar su venalidad a los circuitos matrimoniales teniendo como efecto la transformacin de los individuos en mercancas. El efecto de esta transformacin no puede atribuirse al "parentesco". No hay "continuo" entre los dos niveles, sino un cambio cualitativo. Miers y Kopytoff creen que los "derechos sobre las personas" pasan al sistema esclavista, cuando lo que sucede es lo contrario: es la venalidad de la esclavitud la que contamina y reifica las relaciones de parentesco.La teora de los derechos sobre las personas reintroduce una vez ms los principios de la economa clsica con-servadora en situaciones histricas con las que concuerda menos an que con nuestro periodo contemporneo. Miers y Kopytoff ven "las races de la institucin servil en la necesidad de esposas, de hijos, en el deseo de ampliar su grupo... de tener clientes, servidores, squito" (p. 67). Esa necesidad crece con el "deseo infinito de absorber ms bienes de consumo. . . exactamente de la misma manera que en nuestra sociedad de consumo moderna" (!). Esas necesidades y esos deseos se satisfacen, tal como Adam Smith nos lo enseara, gracias a la "propensin humana al trueque y al intercambio" (p. 67).Difcilmente se puede ir ms lejos que Miers y Kopytoff en la interpretacin de los fenmenos sociales a travs de motivaciones econmicas! Por qu entonces, en tales condiciones, algunas poblaciones querran "vender" a sus hijos? Si suponemos que el deseo de la gente es "ampliar su grupo", cmo es posible que la mayora est dispuesta a enajenar a sus dependientes, por lo mismo a empobrecerse de manera absoluta en beneficio de una pequea fraccin? Y dnde encontraremos tales ejemplos? Es cierto que, bajo los efectos del hambre, vemos a padres obligados a vender a sus hijos, pero esto acontece en un contexto donde la venalidad es activa gracias a los efectos directos e indirectos del comercio. En el seno de la economa domstica de origen, nada, como ya dijimos, puede compensar a un ser humano como productor o reproductor, excepto otro ser humano idntico. Si la "propensin al trueque" es el motor de los intercambios, slo permitira el trueque de un hombre por un hombre o de una mujer por una mujer. Cmo explicara esto la acumulacin de seres humanos en beneficio de algunos? A cambio de qu "riqueza" se estara tentado de separarse voluntariamente de la riqueza por excelencia? La venta de un pariente no es ni "tradicional" ni compatible con la organizacin del parentesco.Esta debilidad del enfoque de Miers y Kopytoff conduce a la asimilacin de la esclavitud al parentesco, cuando las dos instituciones son rigurosamente antinmicas. Si, por extensin estrictamente ideolgica del parentesco, el esclavo se asimila a veces a una especie de hijo menor perpetuo para confinarlo a las obligaciones de un dependiente segn las nociones familiares de moralidad, nunca adquiere sus prerrogativas esenciales: aquellas que estn relacionadas con el derecho de paternidad. Su calidad de no pariente proviene de la especificidad de la explotacin esclavista y de su modo de reproduccin. La ceguera con respecto a este punto no permite reconocer los contornos de la esclavitud. Ahora bien, la esclavitud es la que permite que exista, por oposicin, el estado de libre. El hombre libre se define slo en relacin con ella. La sociedad se metamorfosea por el hecho mismo de la introduccin de esclavos en su seno. S convierte en una sociedad de clases, si no lo era ya, Se instauran nuevas reglas y las antiguas persisten slo en la perspectiva de la perpetuacin de la dominacin por parte de las clases libres y de su reproduccin como tales. Presentar la esclavitud como la extensin del parentesco es exactamente lo mismo que reconocer la legitimidad de la vieja idea paternalista que siempre ha servido de caucin moral a la esclavitud. Es caer en las trampas de la ideologa apologtica segn la cual el esclavista pretende hacer pasar a sus explotados por hijos muy queridos.Aunque Miers y Kopytoff recurren ampliamente al eco- nomismo y al materialismo ingenuo para intepretar la servidumbre y sus transformaciones, proclaman que "no es necesario apelar a la razn de ser econmica para ex-plicar la existencia de la esclavitud"! Lo que quieren decir, quiz, es que los esclavos no son empleados necesariamen-te como productores, lo cual es cierto. Sin embargo, la dimensin econmica de la esclavitud no se detiene en la utilizacin productiva de los esclavos, ni en la ganancia que se pueda extraer de ellos. Los esclavos, sea cual fuere el empleo que se haga de ellos, son importados a un costo, el de la guerra o el de los bienes de exportacin. Poner a trabajar a los esclavos implica una eleccin entre la reproduccin mercantil o la natural. Los esclavos que no son asignados al trabajo agrcola deben ser alimentados, lo cual, con un bajo nivel de productividad, representa un problema domstico difcil de resolver. Implica suponiendo que los amos no trabajen para sus propios esclavos! la explotacin de otra fraccin de hombres libres o de otros esclavos; implica por lo tanto la existencia de instituciones capaces de extraer su plusproducto y de transferirlo. Cuando son destinados a actividades polticas o de guerra, los esclavos participan en la instalacin de la clase poltica, y actan como medios de su dominacin econmica, lo cual es tanto ms necesario cuanto que aqulla se hace cargo de los esclavos ociosos.En la sociedad mercantil, la condicin de los esclavos, manipulables a voluntad, cambia todava ms por su rela-cin (y la de sus productos) con el mercado, por la ar-ticulacin de su produccin alimentaria a la ganancia, por su intrusin como medio de produccin sustrado a la economa general, por la naturaleza del producto que per-mite su renovacin, etc. Al no considerar el aspecto prc-tico de la gestin esclavista, Miers y Kopytoff permanecen ciegos a sus implicaciones econmicas. Parece evidente que, sin decirlo explcitamente, estos autores pensaron que al descartar la "razn de ser econmica de la escla-vitud" descartan de sta asimismo la interpretacin "mar- xista", creyendo como muchos que el materialismo hist-rico se reduce a esta causalidad economizante que ellos mismos practican, aparentemente sin saberlo.Qu nos aportan pues el materialismo histrico y par-ticularmente Marx y Engels sobre la esclavitud?Las contribuciones de estos dos autores son de calidad variable, segn las obras. Las condiciones de aparicin de la esclavitud fueron desarrolladas principalmente por En-gels (1867/1954: 145-163). Surgira sta (a partir de la disolucin del orden gentilicio) como resultado de tres grandes divisiones del trabajo:a] La divisin entre agricultura y pastoralismo, la cual suscita intercambios regulares; la aparicin de la moneda; el aumento de la produccin y de la productividad del trabajo. Al ser mayor la suma del trabajo, exige un nmero creciente de productores, proporcionados por la guerra. b]La separacin entre artesanado y agricultura. El valor de la fuerza de trabajo aumenta y se introduce a los hombres mismos en los intercambios como objetos de in-tercambio. La esclavitud se convierte en una componente esencial del sistema social y la guerra en una rama de in-dustria permanente.c]La separacin entre la ciudad y el campo, la cual favorece el desarrollo de una clase mercantil, la acumu-lacin diferencial de la riqueza y su concentracin en ma-nos de una clase que acapara los productores aumentando el nmero de esclavos: la esclavitud se convierte en la forma dominante de la produccin.Pero Marx, y menos que Engels, no se ocupa de la es-clavitud en s misma, la evoca siempre por comparacin con otros modos de produccin. Para comprender el alcance de sus ideas sobre esta institucin, hay que distinguir lo que escribe en las Formen y en El capital.En las Formen, Marx asocia casi siempre la esclavitud con la servidumbre. Hace observaciones ms sugerentes que operatorias, y a menudo confusas. Ve la esclavitud ya sea como "desarrollo posterior de la propiedad basada en la organizacin tribal", ya sea como el resultado de la extensin de la familia en la cual est latente la esclavitud (ibid.: 90-91). La esclavitud tendra como punto de partida unas veces la apropiacin de las subsistencias, otras veces la conquista (ibid.: 82). Marx no se decide entre un posible desarrollo endgeno de la esclavitud o su aparicin histrica por contacto entre civilizaciones. No desprende el vnculo orgnico que relaciona la clase de los esclavos con la de los amos, a pesar de una observacin pertinente (ibid.: 85) sobre la naturaleza histrica de la individualizacin de las relaciones sociales; no distingue con claridad entre la subordinacin que se anuda entre parientes en las relaciones de produccin agrcola y aque- lias que emanan de la captura. Si bien algunas observaciones permiten comprender mejor la confusin "jurdica" entre sbditos, dependientes familiares y esclavos (ibid.: 71), no resuelven el problema de la especificidad de la relacin esclavista.Las observaciones contenidas en El capital (Marx, [1867] 1975), no obstante ser menos compactas y no constituir un corpus terico susceptible de situar de una vez por todas a la esclavitud entre los modos de produccin, estn impregnadas de un rigor que no poseen las que encon-tramos en las Formen. Marx distingue en esta obra, en lneas generales, dos formas de esclavitud: la primera es denominada patriarcal: la propiedad sobre un individuo puede no ser ms que un "accidente" y el trabajo del es-clavo, en todo caso, est orientado a la produccin directa de subsistencia (El capital, ni, 6: 424), por lo tanto de valor de uso. Bajo la accin del comercio, con el desarrollo del capital mercantil, el esclavo patriarcal puede desembocar en un sistema orientado hacia la produccin de plusvalor en el cual el esclavo es sometido a una explotacin cada vez ms feroz, a medida que se desarrolla el valor de cambio (i, 1: 283). A esta esclavitud productora de valor de cambio es a la que se refiere Marx con ms frecuencia.A pesar de que Marx asocia todava a menudo en El ca-pital la esclavitud con la "servidumbre", caracteriza la primera por el hecho de que exige un desembolso inicial de dinero que l asimila a un capital fijo (n, 5: 584-585). La ganancia obtenida por el- propietario la considera ya sea como el inters de ese capital adelantado, ya sea como un plusvalor anticipado y capitalizado, ya sea como una ganancia (cuando dominan las concepciones capitalistas), ya sea como una renta. "Sea cual fuere el nombre que se le d, el plusproducto disponible del que se ha apropiado es aqu, la forma normal" (ni, 8: 1023). Pero el adelanto del capital fijo invertido en la compra del esclavo obliga al propietario a disponer de un capital nuevo para invertirlo en su explotacin. Se comprende que se plantea entonces necesariamente una eleccin entre la compra de un mayor nmero de esclavos, o la de medios de produccin que aumentarn su productividad. En el primer caso (re-lacionado con la esclavitud antigua) el nmero de esclavos puede ser considerable, hasta dieciocho veces ms que el de los hombres libres, comprueba Engels (1884: 111). Las relaciones entre amos y esclavos "aparecen como resortes directos del proceso de produccin" y excluiran adems la cosificacin de las relaciones de produccin (El capital, ni, 8: 1057). En virtud de la desigualdad de esas relaciones sociales, seala Marx a propsito de Aristteles, la esclavitud oscurece la equivalencia de los trabajos, en consecuencia la expresin del valor en la mente humana (ibid., i, 1: 73 5.).Cuando, como en la esclavitud americana, el trabajo del esclavo est mediatizado por inversiones, cuya debilidad apunta no obstante Marx, el dominio sobre los hombres tiende a realizarse de nuevo a travs del dominio sobre las cosas (Engels, 1884: 208). El plustrabajo del esclavo aumenta desde que "el trabajo esclavo y de la prestacin personal servil" entra al mercado, desde que se trata de obtener esclavos; no bienes de uso, sino excedente (El capital, i, 1: 283). Gracias al comercio de esclavos, stos pueden remplazarse con facilidad por "criaderos extran-jeros de negros", cuya duracin de vida tiene menos im-portancia que su productividad (ibid.: 321). Marx toca el problema de la reproduccin al subrayar que en Estados Unidos el crecimiento natural es insuficiente y que el co-mercio de esclavos es necesario para enfrentar las nece-sidades del mercado (ibid., II, 5: 585). Engels observaba igualmente que de los esclavos de Roma slo se reproduca una pequea parte y que el aporte colosal de esclavos que se efectuaba a travs de la guerra era la condicin previa de la gran propiedad latifundista (1884: 200). Las guerras continuas de unos germanos contra otros, al igual que las de los sajones y normandos, tenan igualmente el propsito de abastecer los mercados de esclavos. La esclavitud romana desaparece por otra parte con la decadencia del comercio y de las ciudades para dar lugar al colonato y a la servidumbre (ibid.: 138; 1877: 362). Al referirse a los esclavos de la Antigedad y a los europeos, agreguemos que Marx, y sobre todo Engels, comprueban el papel social que algunos esclavos son capaces de desempear por el hecho de que no pertenecen a ninguna gens en tanto que esclavos favoritos con acceso a las riquezas, a los honores, a los rangos elevados y que constituyen entre los francos y los germanos el germen de una nueva nobleza. Nobleza igualmente asociada sin duda a esas corporaciones militares que hacen la guerra por cuenta propia, guerras de rapia que abastecen los mercados de esclavos.A pesar de la ausencia de un estudio sistemtico del fe-nmeno esclavista, muchas de esas reflexiones son perti-nentes todava, aunque deben ser corregidas en algunos aspectos.La esclavitud conocida como "patriarcal" no puede ser asimilada en virtud de su "carcter accidental" a una relacin de clases y no termina por s mi^a en un sistema de produccin esclavista. No se trata, desde mi punto de vista, de una esclavitud propiamente dicha, sino de fe-nmenos puntuales de servidumbre.La distincin entre esclavitud de subsistencia, produc-tora de una renta alimenticia, y esclavitud generadora de ganancias debe conservarse pero no siempre como exclu- yentes una respecto de la otra. Si la esclavitud de sub-sistencia domina la esclavitud militar y administrativa en las sociedades aristocrticas y militares, persiste como base indispensable para la formacin de la ganancia en la esclavitud mercantil.Marx y Engels consideran que la condicin econmica general para el surgimiento de la esclavitud es un creci-miento de la productividad tal que la fuerza de trabajo est en capacidad de proveer ms de lo necesario para la subsistencia del productor. Pero, en cualquier sociedad, los adultos producen siempre por encima de sus ne-cesidades individuales para alimentar a las generaciones jvenes. Precisamente de la parte dedicada a la reproduc-cin se apodera el esclavista al arrancar al adulto de su medio, al hacerlo producir para l y al remplazarlo al final de su vida til por otro esclavo. La esclavitud es as el nico modo de explotacin que permite apoderarse del plusproducto humano, independientemente de cualquier incremento en la productividad del trabajo ms all de la simple reproduccin. La servidumbre en cambio exige una produccin superior, puesto que el siervo debe asegurar por lo menos su reproduccin simple y la subsistencia de sus amos.La debilidad del razonamiento proviene, en Marx y En- gels, de la confusin reiterada que hacen entre esclavitud y servidumbre, confusin que afecta tambin la argumen-tacin sobre el problema del valor y sobre la relacin entre esclavitud y parentesco.En cambio, como lo sugiere Engels, es posible que las relaciones entre los grandes nmadas y los agricultores sedentarios hayan favorecido la esclavitud. Los nmadas criadores se encuentran en una situacin de dependencia econmica respecto de los agricultores sedentarios que producen los bienes de subsistencia que necesitan, y a la vez de dominacin logstica y guerrera, dado su dominio de la energa animal. Esta energa gracias a la cual los rebaos se alimentan por s mismos al desplazarse pro-vee adems medios de transporte utilizados para el co-mercio de larga distancia o se ofrece como servicio a cam-bio de productos agrcolas. Ofrece, en forma de cabalgaduras rpidas, medios de rapia y rapto eficaces. No todos los criadores se dedican al pillaje, pero los grandes nmadas, mejor montados y en contacto con otros pueblos sedentarios de allende el desierto, pueden combinar rapias y raptos, y transportar el exceso del botn hasta clientes lejanos.El contacto entre pastores y sedentarios ofrece la opor-tunidad de la servidumbre, y el nomadismo, su logstica. No explica todava la demanda de esclavos por parte de las poblaciones clientes, es decir la "gnesis" de la esclavitud.La causa lejana de ese modo de explotacin y de los enfrentamientos que suscita entre los pueblos se explica probablemente por un proceso histrico que abarca muchos siglos. La esclavitud es un periodo de la historia universal que ha afectado a todos los continentes, a veces de manera simultnea, o bien sucesiva. Su "gnesis" es la suma de todo lo que aconteci durante un tiempo indeterminado en varios lugares. La trata africana de esclavos hacia el Maghreb, luego en Europa, origen de la esclavitud en el frica negra, no hizo ms que tomar el relevo de las tratas que existan desde haca siglos en Asia, en el continente europeo y alrededor del Mediterrneo. Los eslavos proporcionaron su contingente de eslavos, los esclavones, de esclavos; nuestros antepasados los galos vendan regularmente a sus cautivos de Inglaterra a los romanos, los viquingos capturaban y vendan esclavos a lo largo de sus cabotajes. Los piratas musulmanes y cristianos se capturaban mutuamente... La esclavitud haba comenzado desde haca mucho tiempo y sera preciso, para explicarla en frica, explicar su aparicin en el continente euroasitico. Sin embargo, es paradjicamente en frica, ltimo continente que hubo dado lugar a la trata, donde an se busca una explicacin original de la esclavitud, a partir del desarrollo endgeno de sociedades todava sospechosas de primitivismo y aislamiento y, por lo tanto, laboratorios de fantasmas tardos.No es posible reconstruir en estas pginas la historia de la aparicin de la esclavitud en el mundo. Esta obra no es una teora general de la esclavitud, sino un ensayo terico sobre esta institucin a partir de mis conocimientos sobre una porcin de frica. Pero la historia de la esclavitud en frica se muestra indispensable para captar la significacin de los hechos que la acompaan: la historia es la que pone en evidencia la especificidad del modo de reproduccin esclavista, le da sentido a la economa guerrera y aporta el medio para interpretar algunas de las formas de poder. Muestra que el fenmeno esclavista se inscribe en un complejo social y poltico de un alcance geogrfico considerable. La dimensin antropolgica slo tiene significacin en ese contexto, el cual remite a su vez a la economa y a la demografa del conjunto de los pueblos implicados: los que han sufrido los raptos y los que se han beneficiado con ellos. Esta perspectiva proporciona a una investigacin sobre la esclavitud una dimensin que se expande sin cesar y de la cual no he delimitado en esta obra toda su extensin.En las regiones del frica occidental donde trabaj, la esclavitud sigue todava al alcance de la memoria. No se presenta all en todas sus variantes conocidas. Persiste pues la tentacin permanente de extraer datos de otros lugares. Ced a ella en algunas referencias pero me guard de dejarme llevar por un comparativismo silvestre. El presente estudio me mostr sobradamente que la nocin de esclavitud cubra una diversidad de situaciones harto amplia para no olfatear, en la Antigedad o en las Amri- cas por ejemplo, una tal heterogeneidad. Si la esclavitud, definida con precisin, posee rasgos universales, es nece-sario todava que esta definicin, objeto en gran medida de la presente investigacin, sea aceptada, para que la discusin se entable a fondo. Renunci pues a hacer aqu una crtica de las obras clsicas que tratan de la esclavitud en otras pocas y regiones: por una parte, porque los criterios discriminantes utilizados por los autores no son los mismos que yo utilizo; por otra parte, porque, al no estar en mi terreno, no podra identificar bien mis acuerdos y desacuerdos.En muchos puntos de argumentacin, la presente obra remite a trabajos anteriores de los cuales retom, para la claridad de la exposicin, algunos razonamientos. Sin em-bargo, para aligerar la demostracin, incluyo tambin en un anexo un glosario alfabtico de las nociones y conceptos utilizados en el cuerpo del texto. Este ejercicio me mostr cun fcil es ir a la deriva con respecto del propio vocabulario y me oblig a retomar varias veces este trabajo para ajustarlo a esta exigencia de coherencia. No por ello estoy ms seguro de haberlo logrado.Quiero recordar por ltimo que este libro es la conti-nuacin de un trabajo emprendido a partir de una obra colectiva y que las contribuciones particularmente ricas de mis colegas nutrieron en lo esencial la informacin que poseo y la reflexin que me hago. CAPTULO INTRODUCTORIOPARIENTES Y EXTRAOS1. "NACER Y CRECER JUNTOS"A partir de un anlisis semntico, . Benveniste, en su pe-netrante y magistral obra (1969), descubre "los orgenes sociales del concepto de 'libre' ". "El sentido original es-cribe no es, como estaramos tentados de imaginar, 'li-berado de algo', es el de pertenencia a un tronco tnico designado por una metfora de crecimiento vegetal. Esta pertenencia confiere un privilegio que el extranjero y el esclavo no conocen" (1969, i: 324). Los hombres libres (los francos, los ingenuos, los gentiles) son los que "han nacido y se han desarrollado conjuntamente" (ibid.: 323/ las cursivas son mas). El extranjero es a contrario el que no se ha desarrollado en el medio social donde se encuentra, que no ha crecido en los entrelazamientos de las relaciones sociales y econmicas que sitan a un hombre respecto de todos los dems.Ahora bien, este descubrimiento de Benveniste concuerda exactamente con el anlisis del desarrollo de la comunidad agrcola domstica en su doble proceso de produccin y de reproduccin y del lugar que adquiere en ella el individuo (varn) por su doble pertenencia a los ciclos productivos y reproductivos. Los Maninka, en trminos casi idnticos a los de Benveniste, dicen en efecto, para hablar de sus congneres, de aquellos con los cuales uno puede identificarse: "ka wolo nyoronka, ka mo nyoron- ka": "nacer juntos, madurar juntos". No es la "consanguinidad" la que se expresa as, sino la "congeneracin",1 Saliu Balde traduce muy justamente por "croit" [cra, incremento del rebao] el trmino Beyguure, el cual designa la familia extensa entre los Fula del Fuuta Jaalo. La asociacin de los ciclos productivos y reproductivos se manifiesta tambin por la asimilacin de la descendencia a la comida como lo comprueba Jaulin entre los Sara (1971: 242), o P. Weil (1970) entre los Mande donde "simblicamente la asociacin [de las mujeres] trata la produccin de la comida y la de los nios como una y la misma cosa".el crecimiento conjunto y relativo de los individuos los unos respecto de los dems.Como trat de demostrarlo en otra parte (1975c [1977], i, 1 y 3), en la comunidad domstica la organizacin social se configura alrededor de condicionamientos vinculados con el uso agrcola de la tierra como medio de trabajo: el trabajo invertido en la tierra da lugar a una produccin diferida que impone a los miembros de la comunidad permanecer solidarios, no slo durante la estacin muerta, sino tambin de un ciclo agrcola al otro, ya que la subsistencia producida durante un ciclo es necesaria para la reproduccin de la energa-trabajo aplicada a la produccin del ciclo siguiente. Se contraen as entre miembros productivds e improductivos en el aspecto social, entre productores de diferentes edades en el aspecto del trabajo, relaciones vitalicias y de anterioridad generacional in-cesantemente renovadas, por las cuales las generaciones sucesivas aseguran sus futuros."Se cava el pozo de hoy para la sed de maana", dicen los Maninka. Este encadenamiento de las generaciones se expresa tambin con el dicho mossi: "Alguien se ocup de ti hasta que crecieron tus dientes, ocpate de l cuando sus dientes se caigan" (segn J.-M. Kohler, 1972: 49). Es lo que en trminos ms elegantes enuncia laboriosamente Aristteles: "Si tienen hijos [es] para obtener de ellos una ventaja pues todo el trabajo que pasan en la plenitud de sus fuerzas para criar a sus hijos, desprovistos todava de vigor, lo recuperan al volverse estos ltimos a su vez fuertes, mientras aquellos sienten la impotencia de la vejez" (Las econmicas [1958], p. 22). Al ignorar la sociedad de autosubsistencia los intercambios comerciales, su producto no tiene salida sino dentro de s misma y circula de acuerdo con un sistema redistributivo que asegura la satisfaccin de las necesidades del conjunto de la comu-nidad a partir de la produccin de sus miembros activos. La sociedad domstica no es una sociedad de clases. Las relaciones de produccin se establecen desde luego entre miembros productivos e improductivos, como en cualquier modo de produccin, pero, a diferencia de las sociedades de clases, la calidad de productivo e improductivo slo se relaciona con las capacidades fsicas e intelectuales y no con la pertenencia social. En la sociedad domstica, los miembros productivos son todos aquellos adultos con ca-pacidad de trabajar; los improductivos son los nios, los ancianos y los incapaces. La contribucin de cada uno, durante toda su vida, no depende del rango, sino de la relacin entre la duracin de su vida activa y la duracin de su vida improductiva. Al igual que para los otros bienes en ese tipo de sociedad, el intercambio que rige la distribucin del plusproducto es gratuito pero diferido (Mei- llassoux, 1975c [1977], i, 3-4). En un sistema patrilineal, la reproduccin demogrfica y social de la comunidad pro-ductiva exige la apertura de sta hacia otras clulas se-mejantes a ella para proceder a una distribucin y a una asignacin de las mujeres pberes. La anterioridad del in-dividuo varn en el ciclo reproductivo corresponde normalmente al orden de acceso a las esposas, por lo tanto al rango de mayor o de menor en el ciclo reproductivo. La paternidad social instala a los individuos en ese ciclo reproductivo y establece su concordancia con el ciclo productivo, tanto el anterior como el posterior, por el hecho de que el crecimiento de los descendientes incumbe a las capacidades de reproduccin de los "padres" nutricios y se inscribe pues en el ciclo productivo de estos ltimos. En la comunidad domstica, ambos ciclos estn estrechamente ligados, cerrados en s mismos, pero subordinados el uno del otro. El rango y la posicin se expresan por el paren-tesco, expresin codificada de ese desarrollo conjunto y relativo de los hombres entre s, congruente con la evolucin vitalicia de cada quien en el doble ciclo de la produccin material y de la reproduccin humana. Sistema cerrado, pues, en principio, en el cual slo se penetra por el nacimiento o por su equivalente, la adopcin.As, el cierre de la comunidad en torno a los hombres que han crecido conjuntamente en su seno vale decir en torno a los congneres (en el sentido muy preciso del trmino) es la condicin lejana e inmanente de una po-sible relacin esclavista debida a la distincin latente que ella permite establecer orgnicamente entre ingenuo y ex-tranjero. El individuo que no se ha formado en ese doble ciclo productivo y reproductivo sera pues el extranjero. Se opondra sobre tal base al ingenuo: aquel que naci y creci en la comunidad. El fundamento econmico de la referida distincin entre ingenuos y extranjeros permite aclarar una de las con-diciones objetivas de la aparicin de la explotacin del trabajo en las sociedades domsticas. Cabe notar aqu, para evitar cualquier confusin ulterior, que el funcionamiento de la comunidad domstica slo engendra la distincin entre ingenuo y extranjero. La relacin de explotacin a la cual puede servir de punto de partida slo lo es realmente en el marco domstico. Slo puede evolucionar hacia la esclavitud cuando cambian y desaparecen al mismo tiempo las condiciones de existencia de la economa domstica por su insercin en el mercado.2. LOS PARIENTESLa productividad del trabajo agrcola de subsistencia rige las capacidades de reproduccin y de crecimiento demogrfico de la sociedad.La existencia fsica de una sociedad y su perpetuacin exigen una productividad mnima capaz de asegurar por lo menos la renovacin de las generaciones, es decir la reproduccin simple (1 por 1) de los productores. Cada trabajador activo debe ser capaz de proporcionar un plus- producto 3 alimentario susceptible de alimentar a un sus-tituto hasta la edad de la produccin, habida cuenta de la mortalidad por edad. El crecimiento demogrfico exigees ingenua en su comunidad de origen, pero extranjera en tanto que esposa en la comunidad de su esposo.3 El plusproducto individual vitalicio de un adulto activo equivale a la diferencia entre su produccin agrcola alimentaria y su consumo durante la duracin de su vida activa, o sea:fjB aB.La reparticin social del plusproducto individual se descompone as:1SB = Xi + B + 2 C.X2El concepto de plusproducto no tiene nada en comn con el trmino excedente empleado generalmente, sin precisar con qu duracin (el ao, o la duracin de vida activa) se relaciona, si comprende o no las cantidades necesarias para la reproduccin adems un almacenamiento de alimentos para reducir la tasa de mortalidad en los aos de escasez o hambruna. La productividad determina pues la proporcin de individuos que pueden ser alimentados con la produccin de los dems.Ahora bien, la productividad agrcola alimentaria, en el frica subsahariana, ha seguido limitada hasta nuestros das por el empleo de tcnicas manuales que slo pueden recurrir a instrumentos de trabajo individuales, con ex-clusin de medios sociales de produccin. En trminos generales, la agricultura de subsistencia se ha quedado en el estadio del azadn.En la economa domstica de autosubsistencia, la to-talidad del plusproducto (una vez deducido el manteni-miento de los posproductivos) se reinvierte en la repro-duccin de la comunidad, reproduccin del ciclo agrcola (semillas, reservas), reproduccin de los futuros produc-tores.En una economa con una productividad dbil y una mortalidad alta, el plusproducto slo permite un creci-miento demogrfico limitado. Cualquier disminucin del plusproducto disponible afecta las capacidades de repro-duccin de la sociedad. De ah la atencin prestada al problema de la renovacin de las generaciones y la relacin estrecha que se establece entre el proceso de reproduccin y las estructuras sociales.La transferencia del plusproducto de un individuo hacia sus mayores o hacia su descendencia representa el con-tenido material de las relaciones de filiacin. Mientras un adulto activo permanezca soltero, su plusproducto corres-ponder a sus mayores. Desde que se casa y es "padre dedemogrfica y la tasa de sta, si se deducen de l las semillas y las reservas y, en ese caso, durante cuntos aos, etctera.3 produccin anual de un activo;a consumo anual de un individuo;A duracin del periodo preproductivo de los jvenes;B duracin de la vida activa de un productor;C duracin del periodo posproductivo;xt nmero de nios (preproductivos) que un productor alimenta durante su vida activa;x2 nmero de descendientes que comparten el mantenimiento de sus mayores (los posproductivos) as como de los incapaces (Meillassoux, 1975c [1977]).familia", su vnculo con su descendencia se actualizar en su contribucin al crecimiento de sta. Si fuera necesaria la explotacin de los ms jvenes por parte de los mayores, slo sera posible si se limita la descendencia de los primeros o, mejor an, si se prolonga indefinidamente su estado de solteros. Una explotacin del trabajo realizada por medio del celibato de los jvenes slo puede tener un alcance econmico limitado al tiempo que pone en tela de juicio los fundamentos de la reproduccin fsica, estructural e ideolgica de la comunidad domstica. El "valor" de las subsistencias, en una economa sin in-tercambios, slo se realiza mediante la inversin interna en la formacin y mantenimiento de los futuros produc-tores. Si la explotacin va acompaada de una "falla en el nacer", tendr un efecto negativo inmediato. Adems, al hombre a quien se le niega una esposa, es decir el medio de su reproduccin social, se le niega la posibilidad de invertir su producto en sus dependientes, los cuales, por su trabajo futuro, lo liberarn a su vez de la dependencia en la cual se encuentra respecto de sus mayores y le otorgarn, en su momento, el rango de mayor. No se le trata pues como a un pariente. Se le excluye de las prerrogativas asociadas con esa posicin. Dicha privacin slo puede ejercerse en relacin con los jvenes cuyos vnculos parentales son dbiles o nulos, es decir, con respecto a los individuos que, en una sociedad domstica que funcione segn sus normas, son ex-cepcionales. Para que estos parientes pobres constituyan una clase social explotada, sera preciso que su pluspro- ducto global fuese suficientemente constante para asegurar la reproduccin continua y regular de la clase explotadora. Ahora bien, su reclutamiento, dado que es aleatorio, dado que no procede del funcionamiento orgnico de la sociedad sino de su disfuncionamiento, no puede asegurar tal continuidad.De hecho, la asimilacin social de los parientes pobres se enfrenta a dificultades tales que, entre los Dogon, los bastardos que habran podido engrosar esta clase de ex-plotados eran con preferencia vendidos como esclavos a los traficantes. D. Paulme refiere (1940: 433-434) que la prohibicin de la trata de esclavos por la colonizacin, lejos de suscitar una esclavitud interna, provoc un aumento de los infanticidios y de los abortos. La explotacin slo podra cobrar un carcter sistemtico y continuo si se atribuyera arbitrariamente a una fraccin de los miembros de la comunidad una posicin negativa en cuanto al acceso a las esposas, es decir, si se constituyera una "clase" de solteros! Al estar consagrada al celibato, esta clase slo podra reproducirse institucionalmente. No procedera del matrimonio "creador de posicin". Sus miembros no habran "nacido". La distincin entre productivos e improductivos no se realizara ya segn el criterio de ca-pacidad en el trabajo sino segn la pertenencia social. Si existe pues en la comunidad domstica la posibilidad de colocar a los parientes pobres en una situacin de ser-vidumbre individual y puntual, la probabilidad de una esclavitud sui generis y sistemtica, surgida del funcio-namiento de la sociedad domstica librada a sus propias leyes, aparece como una hiptesis poco fundamentada. Seguir tal razonamiento mostrar en efecto que el esclavo es en primer lugar, como lo presiente Benveniste, el extranjero por excelencia, o bien el extranjero absoluto.3. LOS EXTRANJEROSSi bien parece difcil, en el marco domstico, transformar a los parientes en una clase esclava, el solo hecho, para un individuo, de no haber nacido en la comunidad domstica no es tampoco suficiente para hacer de l el extranjero absoluto que permitira su sujecin y su explotacin, pero esto es lo que muestran las modalidades de insercin de individuos no emparentados en las sociedades domsticas.En efecto, el cierre de la comunidad domstica sobre s misma no puede ser total. Sabemos que los azares de la reproduccin natural en las unidades demogrficas pequeas no permiten mantener en todo momento una proporcin eficaz entre productores e improductivos. Esta exigencia prctica es la que conduce a una necesaria manipulacin de las relaciones sociales con el fin de ejercer una gestin de la reproduccin que no puede entregarse, como en nuestras sociedades muy pobladas, a la ley de los grandes nmeros. La comunidad se ve entonces inducida a recurrir a un reclutamiento exterior para reconstituir sus efectivos y sus estructuras, en el terreno de las estrategias guerreras, matrimoniales o polticas. Por tales razones, la comunidad no est nunca absolutamente cerrada. Debe ser capaz de abrirse a pesar de su constitucin. Las necesidades de su reproduccin la conducen pues a concebir, junto a las instituciones matrimoniales, modos de insercin del extranjero, distintos segn se trate de un hombre o de una mujer.La insercin de una mujer en una comunidad aumenta proporcionalmente sus capacidades de reproduccin. Un individuo varn, en cambio, no acrecienta ms que dbil-mente, o no lo hace en absoluto, esas capacidades, puesto que bastara con unos cuantos hombres o aun con uno solo, para fecundar la totalidad de las mujeres pberes de una comunidad. Podemos estimar en efecto que un hombre adulto podra fecundar de manera continua entre 15 y 30 mujeres. Esta relacin no es pues favorable a los hombres en el aspecto de la estricta reproduccin, puesto que ms del 90% de ellos (si la tasa sexual fuera equivalente) seran intiles en el cumplimiento natural de esta funcin. Para que la totalidad de los hombres sea admitida, es menester que sean aceptados y reconocidos con- vencionatmente o institucionalmente como reproductores y que sea otorgado a cada uno un lugar correspondiente mediante un acceso reglamentado a las mujeres. No es como reproductor "natural" que cada hombre ocupa su lugar en el sistema social, sino en cuanto reproductor social, convencionalmente reconocido como tal. En las sociedades parentales domsticas, la fecundidad potencial de las mujeres es as mediatizada socialmente por el hombre cuya insercin social a ttulo de reproductor se acompaa de un atributo especficamente masculino: el de crear las relaciones de filiacin. Las capacidades puntuales de inseminacin del hombre slo tienen efectos sociales en el marco estricto y legitimado de las relaciones matrimoniales reconocidas. Legitimacin que, en definiti-va, sustituye al acto de fecundacin, ya que el vnculo conyugal es en la sociedad patrilineal suficiente para que el esposo sea reconocido como padre de los hijos de su esposa. En la sociedad matrilineal, es independientemente de toda capacidad de fecundacin natural que el hombre establece una filiacin con los hijos de su hermana. A pe-sar de que la mujer es la productora irremplazable de la descendencia, est desposeda de las calidades jurdicas que le permitiran socializarla. Por este hecho, al ser su progenie, en cierto modo, una aportacin bruta a la co-munidad, la calidad social de la misma importa poco en lo que concierne al establecimiento de las relaciones de filiacin. Slo es decisiva la del esposo o la del hermano. En la sociedad domstica, se valorar ms entonces el nacimiento de un nio (legtimo) que el de una nia, ya que slo el primero es capaz de atraer o retener la descendencia de una mujer en la comunidad.Ahora bien, los extranjeros varones que no estn situa-dos en esas relaciones de parentesco no aportan nada des-de el punto de vista de la reproduccin fsica o social que no pueda realizarlo un hombre perteneciente a la comunidad. No es pues a priori en tanto que puro genitor que el hombre extranjero, introducido en la comunidad, puede ser apreciado ya que esta funcin puede ser desempeada por cualquier otro varn de la comunidad. El hombre extranjero slo puede desempear esta funcin reproductora si est tambin, por su parte, emparentado, si es aceptado como "padre social", vale decir si recibe de sus anfitriones la capacidad formal de reproducir o de extender las estructuras ms bien que los efectivos de la comunidad que lo acogi. Ahora bien, la descendencia del hombre extranjero slo le corresponder a esta ltima en dos circunstancias: si se casa con una muchacha de la comunidad a la que se le adjudicar la descendencia a falta de una familia paterna, o bien si, al ser adoptado, el hombre se casa con una muchacha de una comunidad afn. La primera solucin dar una hija en matrimonio a un extranjero es practicada con mucha frecuencia. Permite la integracin de ste sin equvoco en la comunidad de recepcin, pues as se constituyen relaciones de afinidad a partir de las cuales se establecen todas las dems relaciones, particularmente las que definen el acceso del recin llegado a la tierra nutricia y que regulan la trasmisin de la descendencia de la esposa. En un caso como ste, la introduccin del extranjero ser ms fcil si ha participado algn tiempo en el ciclo productivo; si al haber sido introducido joven, creci con sus hermanos adoptivos, o si, al haber sido capturado como prisionero de guerra, ha sido retenido en la comunidad en sustitucin de un guerrero desaparecido del cual asumir a la larga su personalidad social (cf. Hritier, 1975; P.-P. Rey, 1975).La insercin del extranjero mediante su matrimonio con una muchacha de la comunidad encierra la ventaja para el decano de mantener exclusivamente bajo su autoridad a una esposa, a un dependiente varn y a toda su descen-dencia durante la primera generacin. Tiene en cambio la desventaja de privar a la comunidad de una esposa como contraparte de la muchacha que fue otorgada al extranjero, a expensas adems de un joven. En otros trminos, el extranjero usurpa el lugar de un joven nbil en el ciclo reproductivo sin haber necesariamente participado por igual en el ciclo productivo.Para que otra solucin para la integracin el ex-tranjero acogido en un grupo pueda tener acceso a una mujer de otra comunidad (es decir para que pueda casarse como un menor afiliado), es preciso que su parentesco con la comunidad de recepcin sea establecido de antemano: es preciso que sea adoptado. Ahora bien, esta adopcin slo ser aceptada por los jvenes ingenuos de la comunidad si el matrimonio del adoptado refuerza el linaje sin privar a sus "hermanos" adoptivos de las esposas a las que la comunidad tiene derecho en el ciclo general de circulacin de mujeres. La introduccin del extranjero en el ciclo reproductivo adviene pues preferentemente cuando el nmero de jvenes nbiles de la comunidad es comparativamente dbil o bien si el equilibrio de los sexos o la relacin entre productores e improductivos no es satisfactorio.En todos los casos, el extranjero es socializado por los lazos de parentesco que contrae con los dems miembros de la comunidad, ya sea como menor (si est casado con una muchacha de un clan aliado), ya sea como afn (si se casa con una muchacha del clan de recepcin). Esos lazos le permiten el acceso progresivo, a l y a su descendencia, a las prerrogativas que conforman a la persona social, en particular a las relaciones de paternidad. La familia que constituye est prometida a la posteridad; slo carece de los lazos atvicos que su descendencia est llamada a con-quistar con el tiempo.Sin embargo, la insercin del extranjero varn en la comunidad en tanto que reproductor social es, como vimos, de oportunidad y alcance limitados. Aunque necesario a veces para restablecer ciertos equilibrios, ese modo de integracin no atae generalmente sino a un nmero restringido de hombres, aun cuando tales casos sean ejem-plares. No se trata de un proceso regular capaz de proceder a la renovacin constante de un grupo extranjero, ni por otra parte concebido con este propsito.La insercin de una mujer pber ofrece ms ventajas y es ms simple. Es sabido que se practica ms natural-mente en esas sociedades el rapto de mujeres que la cap-tura de hombres. Cuando el rapto no es seguido de algn arreglo que lo regularice mediante un matrimonio, la mu-jer raptada, sustrada a su medio de origen, privada del arbitraje que permitira la intervencin de su familia, sin derecho sobre su descendencia, destinada por aadidura a la produccin agrcola y a las tareas domsticas, la mujer raptada, digo, aparece como la prefiguracin del esclavo. Sea cual fuere el sistema de filiacin de la sociedad en la cual la mujer raptada es introducida, se atribuye su descendencia a la familia del hombre con el que est ca-sada. Es as como se introducen elementos de patrifilia- cin en las sociedades matrilineales.En todos los sistemas de filiacin, la descendencia deri-vada de la unin con un extranjero, hombre o mujer, estar siempre socialmente debilitada en la medida en que slo pertenecer a un linaje, si se toma en cuenta que la pertenencia a dos linajes es un elemento esencial de civi-lizacin (es decir de insercin en la sociedad "civil"). Por su doble pertenencia parental, el ingenuo puede en efecto hacer intervenir a un pariente materno contra una deci-sin paterna, o a la inversa. ste es un recurso bastante frecuente de los jvenes cuando se enfrentan a un matri-monio indeseado o cuando han cometido alguna falta, por ejemplo. La pertenencia a dos linajes permite pues a los individuos recurrir a arbitrajes que constituyen en esasJsociedades una forma de la justicia civil. La pertenencia a un nico linaje constituir en cambio un peso sobre el hijo del extranjero o de la extranjera casado(a) con un(a) ingenuo(a). Al no tener el mismo recurso que la descen-dencia libre que posee una ascendencia doble, la del ex- tranjero(a) estar menos protegida y ser ms fcilmente vctima de vejaciones e injusticias.Entre los Bamana, los Maninka, los Fulbe, los Soninke, y entre otras poblaciones patrilineales vecinas, el fadenya (llamado as en bamana) expresa rivalidad entre hermanos carnales, pero no uterinos (o sea del mismo padre, pero de madres diferentes). Para distinguirse y rivalizar entre ellos, cada cual se apoya en los mritos de su linaje materno. El hijo del extranjero o la extranjera no tiene esta posibilidad de afirmarse. Est en una situacin cercana a la del "bastardo" (desprovisto ste de parentesco paterno) y por esta razn es objeto de un desprecio cruel las ms de las veces. Inversamente, los hijos de padres del mismo clan, con el mismo patronmico, son objeto de consideracin entre los Soninke, los Wolof, etc., y son designados con un trmino particular (niyame entre los Soninke).Por lo general, en las sociedades domsticas no escla-vistas, a medida que se suceden las generaciones, la pro- fundizacin del linaje restablece la descendencia de origen extranjero en una situacin comparable a la de los hijos de otras familias cuya profundidad genealgica raramente excede cinco generaciones. Al cabo de este periodo, se realiza la reabsorcin, como se atestigua en numerosas poblaciones. As el extranjero, hombre o mujer, introducido en la co-munidad domstica a ttulo de reproductor social, no re-produce su posicin original de extranjero. Su descenden-cia est constituida por ingenuos no obstante estar debi-litada durante un tiempo por falta de ascendencia materna o paterna. Mediante ese procedimiento de amalgama, los extranjeros no se reproducen por lo tanto en la sociedad domstica como cuerpo social distinto.4. LA PRIVACIN DE PARENTESCOOcurre tambin que los hombres de origen extranjero (es decir que no pertenecn al conjunto matrimonial al cual adhiere la comunidad) sean introducidos sin ser aceptados como yernos o como afines. Su insercin plantea entonces algunas dificultades en cuanto al reparto de su produccin material y eventualmente humana, dificultades que demuestran la incompatibilidad de la economa domstica y de la esclavitud al tiempo que revelan las condiciones de aparicin de esta ltima.Los hombres que no se benefician con la acogida en una comunidad domstica son por lo general los que, al no tener ninguna relacin de parentesco, de afinidad o de vecindad, son objeto de captura. Guerras vecinales" cautiverio de vagabundos o de viajeros sorprendidos en los alrededores de la aldea, recuperacin de hambrientos en tiempos de hambruna, introducen as en la comunidad a individuos susceptibles de quedarse en ella como "extranjeros".Las guerras vecinales situadas en el seno de una misma rea matrimonial no pueden desde luego ser asimiladas a guerras de captura como las llevadas a cabo por los estados militares o por las bandas de saqueadores. En la guerra vecinal los combates slo involucran a un nmero limitado de individuos. Los muertos, poco numerosos, son objeto de compensacin. Los prisioneros son detenidos como rehenes para pedir rescate o para remplazar a un hombre muerto en combate; slo son conservados los hombres cuyas familias rehsan la redencin. Estos ltimos son los susceptibles de volverse "extranjeros" y seguir sindolo. Pero de ninguna manera este tipo de guerra contribuye a abastecer regularmente de extranjeros a la comunidad. En cuanto al cautiverio, slo afecta a individuos aislados, perdidos accidentalmente en las tierras del conjunto domstico y cuya pertenencia social est demasiado lejos para que sean reclamados. Entre esos errantes se perdona a veces (como entre los Samo [Hritier, 1975]) a los comerciantes, a los morabitos y a todos los que, en virtud de su funcin, aseguran una relacin pacfica con el exterior. Finalmente, puede suceder que la comunidad se provea de un individuo por intercambio, de manera ocasional, sin que esta transaccin sea la expresin de relaciones comerciales orgnicas, en consecuencia sin alterar las caractersticas de la economa domstica.Al no contribuir la guerra vecinal, ni el cautiverio ni el intercambio, a un abastecimiento regular y continuo de cautivos, la aportacin de extranjeros permanece aleatoria y de naturaleza ms accidental que organizada. Al no estar asegurada regularmente la reproduccin del extranjero soltero, su produccin tampoco lo est y no permite liberar definitivamente del trabajo a una clase estabilizada de amos. Este conjunto de individuos, extranjeros o cautivos, cuando no son reabsorbidos en la sociedad de ingenuos, no representa pues por lo general sino un efectivo dbil. Mantenidos en relaciones inorgnicas en el nivel social, o bien individual, no constituyen una clase social.Si el extranjero no es introducido en el ciclo reproductivo sino solamente en la produccin, no es resocializado en la sociedad de acogimiento puesto que no contrae ningn lazo de parentesco. Por este mismo hecho, como vimos, se encuentra de golpe en la situacin objetiva de explotado. Es por ello esclavo en una sociedad domstica?Varios autores (Rey, 1975; Olivier de Sardan, 1975) con-sideran que esta situacin correspondera a la de un "me-nor permanente" destinado, junto con los dems miembros de la comunidad, a las tareas productivas en las cuales participa al igual que los dems, consumiendo del mismo plato y beneficindose como todos los miembros de la comunidad, y en funcin de sus necesidades individuales del producto comn.La nocin de "menor permanente", sin embargo, es con-tradictoria a priori pues la vocacin social del "menor" en la comunidad domstica es la de volverse mayor, por lo menos en relacin con sus propios descendientes. Ser mantenido permanentemente en la condicin de "menor" es ser sustrado al ciclo reproductivo, por lo tanto privado de los atributos de la persona social, y, en consecuencia, es no pertenecer a la clase de los "hombres", de los "parientes". En efecto, econmicamente, el pariente afiliado es el que, al ser introducido en el ciclo productivo, se encuentra a la vez en la posicin de deudor por las subsistencias que le permitieron crecer, y acreedor de las que provee a los futuros productores y a los posproductores. Si no tiene acceso a una esposa y a una descendencia, su producto no se le devolver, y por ello no es ni un pariente afiliado, ni un hombre libre, ni por lo tanto un "menor".En esta economa domstica, donde las condiciones de produccin son tales que excluyen la ganancia individual, donde la superposicin de tareas no permite identificar la parte producida por cada cual, donde el tiempo de trabajo se mide a escala de la vida y donde, sobre todo, slo hay acceso a la tierra por insercin en la totalidad de las relaciones domsticas, slo la limitacin del crecimiento gensico y ta asignacin social del incremento humano pueden hacer aparecer un plusproducto bruto.As, al contrario de lo que parece, si nos basamos ni-camente en la observacin de las condiciones de trabajo del "cautivo" domstico que son aparentemente semejantes a las de todos los dems miembros de la comunidad, ste es explotado a conciencia, puesto que hay limitacin a travs del acceso a las esposas y a las reglas de atribucin de la paternidad de su reproduccin fsica y social.Descubrimos aqu, en estado latente, una caracterstica que aparecer en todas las formas de esclavitud, un rasgo que constituye su misma esencia: la incapacidad social del esclavo para reproducirse socialmente, vale decir la incapacidad jurdica para ser "pariente". Esta incapacidad, condicin orgnica virtual de la explotacin del trabajador en la economa domstica, convierte pues a la esclavitud en la anttesis del parentesco y en el medio legal de la puesta en estado de subordinacin del esclavo en todas las formas de esclavismo, incluso cuando el esclavo no es explotado como trabajador productivo. Pero, a diferencia de lo que se observa en la sociedad domstica, esta condicin es, en la economa esclavista, la de una clase reproducida por medios institucionales y no la de algunos individuos explotados ocasionalmente.5. UN SIERVO NO HACE LA ESCLAVITUDSi podemos considerar que el extranjero soltero o frus-trado de su descendencia eventual est en la situacin objetiva del esclavo, la sociedad de acogida no puede por ello ser considerada de golpe como "esclavista".En las condiciones histricas de existencia de la comu-nidad domstica, la explotacin del extranjero o del cautivo proviene ms de las capacidades restringidas de la comunidad para integrarlo socialmente como reproductor gentico o social, que de una voluntad para emplearlo como productor. La explotacin que se lleva a cabo, sin embargo, lo vimos ms arriba, no es directamente perceptible. Los mecanismos de la produccin y la circulacin no hacen aparecer fsicamente un plusproducto separado. Al no tener ms salida que la propia comunidad, el producto comunitario al cual contribuye el cautivo se distribuye de acuerdo con las normas prevalecientes: a cada cual segn sus necesidades. A falta de una salida fuera de la comunidad, el plusproducto de la explotacin no sirve ni para liberarlo de tributos eventuales ni para producir un valor de cambio.Esos cautivos no podran tampoco servir para liberar del trabajo productivo a una clase explotadora. Si en efecto la explotacin no es renovada sistemticamente y no suscita una categora de individuos mantenida institucio- nalmente (de hecho o de derecho) en una relacin deha dado nacimiento", en oposicin con rimbe (el ingenuo) que vendra de rim: "dar nacimiento". Gaden (segn Labouret, 1955) ve en rim-ay-be, plural de dim--dyo, la raz dim: "ser puro de toda mancha", lo cual no contradice a Riesman puesto que segn Ba y Daget (1962: nota p. 66) rim viene de rimde: "engendrar"; r imdude: "ser puro, ser nacido". No son nacidos los rimayb; son puros, nobles (y nacidos) los rimbe.subordinacin, no se puede considerar como un sistema. Slo hay esclavitud, como modo de explotacin, si se cons-tituye una clase distinta de individuos, dependiente de un mismo estado social y renovndose de manera continua e institucional, de tal suerte que al estar aseguradas las funciones que desempea esta clase de manera permanente, las relaciones de explotacin y la clase explotadora que se beneficia de ellas se reconstituye tambin regular y continuamente. Ahora bien, ya hemos visto que las condiciones de una renovacin constante de extranjeros solteros en la sociedad domstica son incompatibles con su constitucin. La reproduccin de esclavos por incremento gensico se enfrenta a imposibilidades orgnicas y prcticas. Imposibilidad orgnica por el hecho de que, para ser explotado, se coloca al "extranjero" en la incapacidad de reproducirse socialmente en tanto que categora social distinta; imposibilidad prctica tambin pues dicha reproduccin supone, demogrficamente, un efectivo mnimo de siervos muy superior a los efectivos habituales de cada comunidad domstica. sta no podra reunirlos y someterlos sin modificar profundamente, si no es que radicalmente, sus estructuras.Al margen de la acogida, del cautiverio o de la guerra vecinal, los cuales son incapaces de proveer un suministro continuo de personal servil, los otros medios de renovarlo son las razzias permanentes, la guerra peridica organi-zada o la compra regular: medios que estn todos fuera del alcance de una economa de autosubsistencia y que slo podran pues instaurarse digmoslo una vez ms por su metamorfosis en otra forma de sociedad, en condiciones histricas diferentes.A falta pues de poder integrar al extranjero cautivo en un marco institucional durable y renovable, su intrusin suscita dificultades de asimilacin sobre las cuales dan testimonio ciertas prcticas socioculturales. Tal es el caso samo relatado por Franoise Hritier (1975). Los Samo son una poblacin fragmentaria del actual Alto Volta, que viven en aldeas autnomas y son ampliamente endgamos. Como muchas poblaciones semejantes, los Samo libraban frecuentemente guerras vecinales. stas, no obstante, no daban lugar a capturas. No se hacan prisioneros y los heridos eran rematados. Cuando los Samo atrapaban a un caballero mossi que vena a saquearlps, lo emasculaban y le daban muerte. Si en ocasiones se constituan en comandos para ir a capturar algunas vctimas, no era para conservarlas, sino para intercambirselas a los mercade-res juta por caures, cuyo uso era esencialmente presti-gioso.Aunque situados en una zona de trata esclavista, aunque visitados por comerciantes que disfrutan ante ellos de inmunidades, los Samo no compraban esclavos. Los extranjeros introducidos en las comunidades samo pro-venan sobre todo del cautiverio de individuos errantes, en particular de mujeres y nios echados de su aldea debido al hambre. Ahora bien, la insercin de esos extranjeros en la comunidad se hace por intermedio de un personaje muy particular, el lamutyiri (amo de la lluvia), cuya funcin parece ser la de polarizar sobre l, a fin de neutralizarlas, las situaciones incompatibles con el funcionamiento de las relaciones domsticas. En este caso, las reglas bastante complejas de insercin del extranjero son tales que ningn linaje, ni siquiera el del lamutyiri, est en capacidad de sacar ventaja para adquirir influencia sobre los dems. El producto del trabajo del cautivo es reintegrado en los circuitos sociales y nunca se utiliza en la produccin de mercancas destinadas al mercado exterior. En cuanto a su descendencia, diversas prohibiciones impiden que ella favorezca el incremento del linaje del lamutyiri o de algn otro. Parecera pues evidente que, entre los Samo, las preocupaciones tendientes a preservar los marcos socioculturales son ms importantes que las preocupaciones relativas a la explotacin y que las insti-tuciones arriba mencionadas apuntan a neutralizar los efectos econmicos y sociales de la insercin de un ex-tranjero.En lo que concierne al caso de las poblaciones descritas por P.-P. Rey (1975), a pesar del hecho de que han sido sometidas a la fuerte presin de la trata de esclavos ejer-cida en las costas de frica ecuatorial, los cambios sufridos se inscriben en el marco de las relaciones domsticas. En esas poblaciones, aquel que, expulsado fuera de su linaje, es acogido por otra comunidad no puede ser destinado a la produccin ms que si se le integra como "menor": sus tareas, sus funciones, su participacin en el trabajo y en el producto comunes no se distinguen de Ja de los dems miembros de la comunidad. Ms que de un vasallaje, se trata de una transferencia de la filiacin. Pero la diferencia primordial entre ese dependiente (llamado mutere) y el menor es que el mutere puede ser vendido en los circuitos de la trata, lo cual estaba prohibido dentro de su linaje original. En cambio, si lo conserva el linaje receptor y se casa, si se le autoriza a convertirse en padre de familia al mismo ttulo que los otros menores de la comunidad, no se le somete objetivamente a explotacin. Es pues con sobrada razn que Rey comprueba que, en ese tipo de sociedad, la esclavitud no puede desarrollarse. Si las sociedades descritas por Rey se transforman, no es por la constitucin de nuevas relaciones de produccin, sino por la desviacin de las reglas consuetudinarias bajo el efecto de la trata, la cual permite a travs de dos operaciones sucesivas (una transferencia de dependencia que crea al mutere, luego la venta de ste por el linaje que lo recibe) metamorfosear a los menores de productores en mercancas, y a los mayores de administradores en traficantes vergonzantes.Por ltimo, el caso vecino de los Kukuya (Bonnaf, 1975) revela un proceso doble: por una parte, la integracin de extranjeros (sobre todo mujeres) a ttulo de re- productores(as) en los linajes subordinados donde dominan las relaciones domsticas; por otra parte, la constitucin de esos linajes como grupo explotado por los linajes dominantes. Estos ltimos, en efecto, se dedican a la venta de productos en el mercado para adquirir cautivos a cambio. Esos extranjeros, los kibaki, no slo son desposedos de una fraccin de su producto, sino desposedos igualmente (y lgicamente) de sus prerrogativas de "padre" en provecho del amo (p. 551). En un contexto de trata, ciertas caractersticas de la esclavitud se afirman aqu ms claramente en la fraccin dominante constituida en clase en relacin con los linajes a ella subordinados.6. LOS INMOLADOSEn numerosos casos, la introduccin del extranjero masculino en la comunidad domstica, la imposibilidad de asegurar su reproduccin continua incitan moderadamente a conservarlo. Ahora bien, si no se le asigna al cautivo ningn empleo, ni en la reproduccin social ni en la produccin, no es entonces ms que un objeto desprovisto de toda funcin activa, asimilable acaso, debido a las circunstancias gloriosas de la captura, a un bien de prestigio. Como otros bienes semejantes, podr ser destruido (inmolado), por ejemplo en ocasin de funerales o de ceremonias religiosas.Las inmolaciones, bastante frecuentes en ese tipo de sociedad fragmentaria, afectaban preferentemente a los hombres extranjeros, que a las estructuras comunitarias tanto les cuesta absorber. Su eliminacin, incluso cuando estaban en edad de trabajar, no constitua un "sacrificio" en el sentido de una renuncia. No debe sorprender que la inmolacin de los hombres capturados sea ms frecuente que la de las mujeres, puesto que el valor social y eco-nmico de stas, como procreadoras, no est subordinado a difciles procesos de integracin. Las inmolaciones de mujeres, cuando se llevan a cabo, estn siempre asociadas a invocaciones raras y esenciales, la instalacin de una aldea, por ejemplo: una joven virgen y pber es ofrecida para destacar bien el sacrificio el de una reproductora que representa su muerte, y por la misma razn, una in-genua ms que una extranjera o una cautiva. Su ejecucin implicaba una prdida verdadera, una renuncia a su pos-teridad y a las relaciones de filiacin a las que su matri-monio babra dado lugar, un "sacrificio" en el sentido pleno del trmino.7. LOS EMPEADOSSe tienen informes de la existencia en varias sociedades africanas de individuos entregados por sus familias en prenda a un deudor que puede emplearlo sin retribucin hasta que sea saldada la deuda. Algunos ven en esto una forma de esclavitud, si no es que su origen. Observemos en primer lugar que esta institucin no me parece que sea inherente a la sociedad domstica. La deuda supone una jerarquizacin de los linajes fundada en el enriqueci-miento, por ende la disolucin de los principios de igualdad y de solidaridad entre las familias, que slo puede proceder de una contaminacin por la economa mercantil, si no es que se deba a la propia esclavitud. Lejos de ser el origen de esta ltima, el empeo podra ser un corolario de la economa mercantil. Dicho esto, el empeado, aunque est sometido, no pierde nunca su calidad de pariente, ni ninguna de las prerrogativas asociadas a ella. Vive con su familia, y su condicin, a diferencia del estado del esclavo, es reversible puesto que est ligada, en principio, a la extincin de la deuda.As, la esclavitud, en la medida en que implica relaciones de clase, slo puede surgir: 1] por la disyuncin de los ciclos productivos y reproductivos que son el fundamento del parentesco, por lo tanto por el surgimiento del extranjero absoluto, del no-pariente; 2] por la renovacin incesante de esta categora social excluida de las relaciones de reproduccin parentales, por lo tanto por la creacin de aparatos que las sustituyen.La esclavitud no es la prolongacin del parentesco, como lo suponen ciertos autores (Miers y Kopytoff, 1977). No encuentra su gnesis en la sociedad domstica, sino que es fuera de sta donde hay que buscar sus orgenes. Lejos de estar aisladas, esas sociedades han estado desde hace siglos, y casi en todo el mundo, involucradas, de cerca o de lejos y a menudo de mala gana, en conmociones planetarias y en particular en las revoluciones mer-cantiles. Si existe una gnesis de la esclavitud en frica, es preciso buscarla en la escala de una historia que desborda el continente. PRIMERA PARTEEL VIENTREDIALCTICA DE LA ESCLAVITUD DIMENSIN HISTRICADE LA ESCLAVITUD EN EL FRICA OCCIDENTAL Un trabajo anterior nos sugiri la hiptesis segn la cual las contradicciones internas de la sociedad domstica conducan a una jerarquizacin de los linajes y a la domina-cin poltica de unos sobre los otros ms que a la aparicin de la esclavitud. La esclavitud se desarrolla en frica, como probablemente en todas partes, por el contacto entre civilizaciones diferentes. La historia de los pueblos y de sus encuentros desempea en este fenmeno un papel determinante. Limitndonos aqu al estudio histrico de la zona sahelo-sudanesa, comprobamos que la esclavitud se inscribe de golpe en un contexto intercontinental que pone en juego a instituciones guerreras y comerciales que son las condiciones de su existencia.Geogrficamente, me concentrar en la zona sahelo-su- danesa, donde el desarrollo de la esclavitud es a la vez muy antiguo y buen ejemplo. De la historia de esta regin, retendr lo que me parece pertinente relativo al problema que nos ocupa (objeto y alcance de las guerras, desarrollo de los intercambios, funcin de los estados). Es por referencia a esta regin que me esforzar en caracterizar, bre-vemente, las condiciones objetivas del desarrollo en las dems. Este procedimiento sumario y arbitrario no tiene ms propsito que sugerir algunos marcos sociohistricos que permiten situar en una primera aproximacin un examen diferencial de la evolucin de la esclavitud en diversas partes de frica.1. DE LOS IMPERIOS A LOS COMERCIANTESLos testimonios escritos ms antiguos, relacionados con la trata saheliana, remiten al Fezzan (Maunv, 1961: 337) y datan del siglo vil. Pero desde el siglo ix, los efectos de este trfico son advertidos en frica occidental. Al-Yaku- bi (872) menciona la exportacin de esclavos sudaneses (negros) a partir de Awdaghust y de Zawila, ms al sur. "Se me ha informado agrega que los rey.es de los su-daneses venden as sudaneses (negros) sin razn ni [por motivo] de guerra." Kawar, a quince das de camino de Zawila, cuenta con una poblacin musulmana que proviene de todas partes, pero en su mayora es berber, que asegura la trata de los sudaneses (en Cuoq, 1975: 48-49). Este trfico, aparentemente bien organizado ya, se centra en el siglo x en Zawila, situada por autores de la poca "en las fronteras del Mahgreb... Es una ciudad mediana con un extenso dis-trito limtrofe del territorio del Sudn" de donde provienen los esclavos "que se venden en los pases del Islam [...]. Son de una raza de un color negro muy puro" (al- Istakhri, ao 951, en Cuoq, 1975: 65). De este mismo Sudn, localizado entre el ocano al oeste y el desierto al norte, tambin provienen la mayor parte de los eunucos, segn Hudud al-Alam (982-983) (en Cuoq, 1975: 69): "los comerciantes de Egipto acuden a esta regin... y roban nios... los castran y los importan a Egipto donde los venden. Hay entre los [sudaneses] gente que se roban los nios unos a otros para venderlos a los comerciantes cuando stos llegan all" (ibid.: 70). Edrissi (hacia 1154) menciona varias veces que las poblaciones del desierto y de los estados sudaneses (Barisa, Silla, Tekrur, Ghana, Ghiyaro) reducen en cautiverio a los habitantes lam lam," "transportndolos a su propio pas y vendindolos a los comerciantes que all llegan y que se los llevan a otras partes" (Edrissi, en Mauny, 1961: 337). Los Lam Lam, precisa, "estn siempre expuestos a las incursiones 7 de los pueblos de los pases vecinos que los reducen a cautiverio por medio de diversas artimaas y se los llevan a su pas para venderlos a los comerciantes por docenas; de all sale actualmente un nmero considerable, destinado al Maghreb occidental" (ibid.).En otra parte, al-Idrisi (1154)8 explica cmo lo hacen los saqueadores de Ghiyaro: "Esos pueblos montan camellos excelentes; se aprovisionan de agua, se desplazan de noche, llegan de da, luego, despus de haber cobrado su botn, regresan a su pas con el nmero de esclavos del Lam Lam que, con el permiso de Dios, les tocan en el reparto" (en Mauny, 1961: 337). Idrisi agrega que la ciudad de Tekrur es un mercado donde los moros intercambian lana, vidrio o cobre a cambio de esclavos y oro (en Cuoq, 1975: 129).Esas exportaciones de esclavos se mencionan en mo-mentos diferentes de la historia del Maghreb: al-Biruni hacia 1050, al-Zuhri, hacia 1154-1161, al-Sharishi, hacia 1223, Ibn Jaldn, hacia 1375. En 1416, al-Makrisi seala todava "que lleg una caravana del Takrur, para el pere-grinaje [de La Meca] con 1 700 cabezas de esclavos, hom-bres y mujeres, y una gran cantidad de oro" destinados a ser vendidos en el mismo lugar. Aun si esos autores repiten a otros, no lo haran si los hechos mismos no se repitieran.Los datos de la historia de la trata en esta regin estn todos presentes en esos cortos pasajes: formacin de es-tados militares, pillaje al sur del Sahara por parte deNombre genrico dado, por los autores maghrebes, a las poblaciones consideradas salvajes del frica tropical, entre las cuales se capturaba a los esclavos.7En esta cita y en las siguientes las cursivas son mas.8O Edrissi.estados de poblacin negra aparentemente particularistas y paganos; organizacin de redes comerciales que se extienden del Sudn al Maghreb.Cul era la extensin de esos estados? Cul era en esta perspectiva la funcin de la guerra, de la cual se sabe, de acuerdo con esos testimonios, que era para ellos una actividad constante?En esa edad media africana, esos estados eran sobre todo instrumentos de abastecimiento de esclavos. Desde el si-glo xi, Ghana (estado saheliano) dispona de ejrcitos nu-merosos y de caballera. El-Bekri (1068/1965: 332) pre-tende que el rey poda poner en campaa a 200 000 gue-rreros "de los cuales ms de 40 000 van armados de arcos y flechas", adems de su caballera. "La gente de Ghana escribe al-Zuhri (1154-1161) incursiona en el pas de los Barbara, de los Amima y se apodera de los habitantes como se haca en otros tiempos, en los tiempos en que ellos mismos eran paganos... Los habitantes de Ghana tos pillan todos tos aos" (Cuoq, 1975: 120). Tambin en otros lugares la guerra es continua y considerada santa: "El rey de Silla (situado en el valle del Senegal) le hace siempre la guerra a los negros que estn sumidos en la infidelidad" (El-Bekri: 324). Se pone a este respecto como rival del Ghana, al igual que el rey de Ambara, quien, de vctima, se convierte en predador. Los Beni-Lem- tuna hacen la guerra santa combatiendo a los negros (El- Bekri: 311). El papel desempeado por los almorvides en el siglo xi en el abastecimiento de los mercados de esclavos no se ha dicho explcitamente, pero varias indicaciones permiten pensar que no se trataba, para esos hombres santos, de una actividad desdeada: Yaya ben Umar, guerrero de Ibn Yasin, se ali con los Lemtuna para atacar a una tribu berber no musulmana. "Los Lemtuna los pillaron, tomaron cautivos que se repartieron entre ellos, despus de haber entregado a su emir una quinta parte del botn" (relatado por Ibn Idhari, mucho ms tarde, en el siglo xv; en Cuoq, 1975: 223). Cuando el saqueo de Awdaghost (1054-1055), la ciudad contaba con millares de esclavos y los almorvides se apoderaron de todo lo que all se encontraba (El-Bekri: 317), sin que se haya hecho mencin de alguna emancipacin de los capturados. Sabemos tambin que Ibn Yasin tomaba el tercio de los bienes de los que se aliaban con l, bienes de los cuales se puede suponer que incluan numerosos esclavos.En el siglo xiv, el testimonio de Al-Omari sobre el Malli es parecido al de El-Bekri sobre el Ghana: el ejrcito de Malli cuenta con "100 000 hombres", de los cuales "10 000 son caballeros" (pp. 66-67) y sus soberanos "hacen cons-tantemente la guerra santa y expediciones continuas contra los negros paganos" (al-Omari: 81). Segn el Tarikh es-Soudan (TES: 20) "el rey de Melli conquist el Sonxai, Timbuktu, Zagha, Mima, Baghena y los alrededores de esta comarca hasta el ocano". Slo la ciudad comercial de Jenne logra resistir esos golpes repetidos. La trata de esclavos es con toda certeza desde esta poca una de las mayores actividades y uno de los recursos principales de las formaciones polticas y militares situadas en la zona sahelosudanesa: Tekrur, Ghana, Malli, Ghiroy, Silla. En los siglos siguientes, la guerra no deja de ser un rasgo permanente de la historia del Sonxai. El chi (soberano) Suleyman Dama "pas todo su reinado en expediciones guerreras" (TES: 85). Soni Ali "estuvo ocupado en expe-diciones guerreras y conquistas de pases" (TES: 104). Conquist el Bara, el Senhaja Nunu, Timbukt, Jenne, el pas de Kunta, el Bergu y el Gurma (TES: 104-105), sin mencionar sus altercados con los Mossi, sobre los cuales volveremos (Rouch, 1953: 182). El askia Mohamed con-quist el Bagana, el Ar (Tarikh el-Fettach, TEF: 135), el Kingi (TEF: 145), el Kusata (TEF: 214). El soberano Mohamed Benkan tena tanta aficin por las expediciones guerreras que, se dice, llegaba a agotarle la paciencia a la gente del Sonxai. Las crnicas desgranan as, hasta la desaparicin de los askia, la lista interminable de lasexpediciones y las guerras (Rouch, 1953: 195).Los cronistas no siempre precisan las causas y el desenlace de esas guerras. Idrisi informa sin embargo que contribuan al abastecimiento de esclavos. Las crnicas dan cuenta del botn, pero no siempre se conoce la composi-cin del mismo. Cuando sta es mencionada, los esclavos constan en casi todos los casos. Segn Rouch (1953: 182- 183), algunas guerras de Soni Ali contra el Dendi o los Twareg "no tenan otros propsitos sino los de proveer de soldados al Songhay". Algunas informaciones son ms precisas: en 1501, el askia, en el curso de una campaa contra el Mal, se provee de cautivos (Rouch, 1953: 195). En 1558, el askia Daud hace "una incursin victoriosa en el Mal durante la cual hizo numerosos esclavos..." incluyendo a la hija del rey (C. Monteil, 1932/1971: 43). Los habitantes de las tres aglomeraciones tienen "origen en los restos del botn recogido en el pas de los Mssi por El-Hadj". Otros