antonio machado poesias completas_002

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POESIA

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18................................................... Un pjaro escondido entre las ramas del parque solitario, silba burln... Nosotros exprimimos la penumbra de un sueo en nuestro vaso ... Y algo, que es tierra en nuestra carne, siente la humedad del jardn como un halago.XXIX Arde en tus ojos un misterio, virgen esquiva y compaera. No s si es odio o es amor la lumbre inagotable de tu aljaba negra. Conmigo irs mientras proyecte sombra mi cuerpo y quede a mi sandalia arena. --Eres la sed o el agua en mi camino? Dime, virgen esquiva y compaera.XXX Algunos lienzos del recuerdo tienen luz de jardn y soledad de campo la placidez del sueo en el paisaje familiar soado. Otros guardan las fiestas de das aun lejanos; figurillas sutiles que pone un titerero en su retablo... .................................................. Ante el balcn florido, est la cita de un amor amargo. Brilla la tarde en el resol bermejo... La hiedra efunde de los muros blancos .. A la revuelta de una calle en sombra, un fantasma irrisorio besa un nardo.XXXI Crece en la plaza en sombra19el musgo, y en la piedra vieja y santa de la iglesia. En el atrio hay un mendigo .. Ms vieja que la iglesia tiene el alma. Sube muy lento, en las maanas fras, por la marmrea grada, hasta un rincn de piedra... All aparece su mano seca entre la rota capa. Con las rbitas huecas de sus ojos ha visto cmo pasan las blancas sombras, en los claros das, las blancas sombras de las horas santas.XXXII Las ascuas de un crepsculo morado detrs del negro cipresal humean... En la glorieta en sombra est la fuente con su alado y desnudo Amor de piedra, que suea mudo. En la marmrea taza reposa el agua muerta.XXXIII Mi amor? ... Recuerdas, dime, aquellos juncos tiernos, lnguidos y amarillos que hay en el cauce seco? ... Recuerdas la amapola que calcin el verano, la amapola marchita, negro crespn del campo? ... Te acuerdas del sol yerto y humilde, en la maana, que brilla y tiembla roto sobre una fuente helada? ...XXXIV Me dijo un alba de la primavera: Yo florec en tu corazn sombro ha muchos aos, caminante viejo que no cortas las flores del camino. Tu corazn de sombra, acaso guarda el viejo aroma de mis viejos lirios? Perfuman an mis rosas la alba frente del hada de tu sueo adamantino?20Respond a la maana: Slo tienen cristal los sueos mos. Yo no conozco el hada de mis sueos; ni s si est mi corazn florido. - Pero si aguardas la maana pura que ha de romper el vaso cristalino, quizs el hada te dar tus rosas, mi corazn tus lirios.XXXV Al borde del sendero un da nos sentamos. Ya nuestra vida es tiempo, y nuestra sola cuita son las desesperantes posturas que tomamos para aguardar.... Mas Ella no faltar a la cita.XXXVI Es una forma juvenil que un da a nuestra casa llega. Nosotros le decimos: por qu tornas a la morada vieja? Ella abre la ventana, y todo el campo en luz y aroma entra. En el blanco sendero, los troncos de los rboles negrean; las hojas de sus copas son humo verde que a lo lejos suea. Parece una laguna el ancho ro entre la blanca niebla de la maana. Por los montes crdenos camina otra quimera.XXXVII Oh, dime, noche amiga, amada vieja, que me traes el retablo de mis sueos siempre desierto y desolado, y slo con mi fantasma dentro, mi pobre sombra triste sobre la estepa y bajo el sol de fuego, o soando amarguras en las voces de todos los misterios, dime, si sabes, vieja amada, dime si son mas las lgrimas que vierto! Me respondi la noche: Jams me revelaste tu secreto.21Yo nunca supe, amado, si eras t ese fantasma de tu sueo, ni averig si era su voz la tuya, o era la voz de un histrin grotesco. Dije a la noche: Amada mentirosa, t sabes mi secreto; t has visto la honda gruta donde fabrica su cristal mi sueo, y sabes que mis lgrimas son mas. y sabes mi dolor, mi dolor viejo. Oh! Yo no s, dijo la noche, amado, yo no s tu secreto, aunque he visto vagar ese que dices desolado fantasma, por tu sueo. Yo me asomo a las almas cuando lloran y escucho su hondo rezo, humilde y solitario, ese que llamas salmo verdadero; pero en las hondas bvedas del alma no s si el llanto es una voz o un eco. Para escuchar tu queja de tus labios yo te busqu en tu sueo, y all te vi vagando en un borroso laberinto de espejos.22CANCIONESXXXVIII Abril floreca frente a mi ventana. Entre los jazmines y las rosas blancas de un balcn florido, vi las dos hermanas. La menor cosa, la mayor hilaba... Entre los jazmines y las rosas blancas, la ms pequeita, risuea y rosada --su aguja en el aire--, mir a mi ventana. La mayor segua, silenciosa y plida, el huso en su rueca que el lino enroscaba. Abril floreca frente a mi ventana. Una clara tarde la mayor lloraba, entre los jazmines y las rosas blancas, y ante el blanco lino que en su rueca hilaba. -- Qu tienes? --le dije--, silenciosa y plida, seal el vestido que empez la hermana. En la negra tnica la aguja brillaba; sobre el blanco velo, el dedal de plata. Seal a la tarde de abril que soaba, mientras que se oa taer de campanas. Y en la clara tarde me ense sus lgrimas... Abril floreca frente a mi ventana. Fue otro abril alegre y otra tarde plcida. El balcn florido23solitario estaba ... Ni la pequeita risuea y rosada, ni la hermana triste, silenciosa y plida, ni la negra tnica, ni la toca blanca ... Tan slo en el huso el lino giraba por mano invisible, y en la obscura sala la luna del limpio espejo brillaba ... Entre los jazmines y las rosas blancas del balcn florido, me mir en la clara luna del espejo que lejos soaba... Abril floreca frente a mi ventana.XXXIX (COPLAS ELEGIACAS) Ay del que llega sediento a ver el agua correr, y dice: la sed que siento no me la calma el beber! Ay de quien bebe y, saciada la sed, desprecia la vida: moneda al tahr prestada, que sea al azar rendida! Del iluso que suspira bajo el orden soberano, y del que suea la lira pitagrica en su mano. Ay del noble peregrino que se para a meditar, despus de largo camino en el horror de llegar! Ay de la melancola que llorando se consuela, y de la melomana de un corazn de zarzuela! Ay de nuestro ruiseor, si en una noche serena se cura del mal de amor que llora y canta sin pena!24De los jardines secretos, de los pensiles soados, y de los sueos poblados de propsitos discretos! Ay del galn sin fortuna que ronda a la luna bella; de cuantos caen de la luna, de cuantos se marchan a ella! De quien el fruto prendido en la rama no alcanz, de quien el fruto ha mordido y el gusto amargo prob! Y de nuestro amor primero y de su fe mal pagada, y, tambin, del verdadero amante de nuestra amada!XL (INVENTARIO GALANTE) Tus ojos me recuerdan las noches de verano, negras noches sin luna, orilla al mar salado, y el chispear de estrellas del cielo negro y bajo. Tus ojos me recuerdan. las noches de verano. Y tu morena carne, los trigos requemados, y el suspirar de fuego de los maduros campos. Tu hermana es clara y dbil como los juncos lnguidos, como los sauces tristes, como los linos glaucos. Tu hermana es un lucero en el azul lejano... Y es alba y aura fra sobre los pobres lamos que en las orillas tiemblan del ro humilde y manso. Tu hermana es un lucero en el azul lejano. De tu morena gracia, de tu soar gitano, de tu mirar de sombra quiero llenar mi vaso. Me embriagar una noche25de cielo negro y bajo, para cantar contigo, orilla al mar salado, una cancin que deje cenizas en los labios ... De tu mirar de sombra quiero llenar mi vaso. Para tu linda hermana arrancar los ramos de florecillas nuevas a los almendros blancos, en un tranquilo y triste alborear de marzo. Los regar con agua de los arroyos claros, los atar con verdes junquillos del remanso ... Para tu linda hermana yo har un ramito blanco.XLI Me dijo una tarde de la primavera: Si buscas caminos en flor en la tierra, mata tus palabras y oye tu alma vieja. Que el mismo albo lino que te vista, sea tu traje de duelo, tu traje de fiesta. Ama tu alegra y ama tu tristeza, si buscas caminos en flor en la tierra. Respond a la tarde de la primavera: T has dicho el secreto que en mi alma reza: Yo odio la alegra por odio a la pena. Mas antes que pise tu florida senda, quisiera traerte muerta mi alma vieja.XLII La vida hoy tiene ritmo de ondas que pasan, de olitas temblorosas26que fluyen y se alcanzan. La vida hoy tiene el ritmo de los ros, la risa de las aguas que entre los verdes junquerales corren, y entre las verdes caas. Sueo florido lleva el manso viento; bulle la savia joven en las nuevas ramas; tiemblan alas y frondas, y la mirada sagital del guila no encuentra presa... Treme el campo en sueos, vibra el sol como un arpa. Fugitiva ilusin de ojos guerreros, que por las selvas pasas a la hora del cenit: tiemble en mi pecho el oro de tu aljaba! En tus labios florece la alegra de los campos en flor; tu veste alada aroman las primeras velloritas, las violetas perfuman tus sandalias. Yo he seguido tus pasos en el viejo bosque, arrebatados tras la corza rpida, y los giles msculos rosados de tus piernas silvestres entre verdes ramas. Pasajera ilusin de ojos guerreros, que por las selvas pasas cuando la tierra reverdece y ren los ros en las caas! Tiemble en mi pecho el oro que llevas en tu aljaba!XLIII Era una maana y abril sonrea. Frente al horizonte dorado mora la luna, muy blanca y opaca; tras ella, cual tenue ligera quimera, corra la nube que apenas enturbia una estrella. ......................................................... Como sonrea la rosa maana al sol del Oriente abr mi ventana; y en mi triste alcoba penetr el Oriente en canto de alondras, en risa de fuente y en suave perfume de flora temprana. Fue una clara tarde de melancola. Abril sonrea. Yo abr las ventanas de mi casa al viento... El viento traa27perfume de rosas, dolor de campanas... Doblar de campanas lejanas, llorosas, suave de rosas aromado aliento ... ... Dnde estn los huertos floridos de rosas? Qu dicen las dulces campanas al viento? Pregunt a la tarde de abril que mora: Al fin la alegra se acerca a mi casa? La tarde de abril sonri: La alegra pas por tu puerta --y luego, sombra: Pas por tu puerta. Dos veces no pasa.XLIV El casco rodo y verdoso del viejo falucho reposa en la arena... La vela tronchada parece que aun suea en el sol y en el mar. El mar hierve y canta ... El mar es un sueo sonoro bajo el sol de abril. El mar hierve y re con olas azules y espumas de leche y de plata, el mar hierve y re bajo el cielo azul. El mar lactescente, el mar rutilante, que re en sus liras de plata sus risas azules... Hierve y re el mar!... El aire parece que duerme encantado en la flgida niebla de sol blanquecino. La gaviota palpita en el aire dormido, y al lento volar sooliento, se aleja y se pierde en la bruma del sol.XLV El sueo bajo el sol que aturde y ciega, trrido sueo en la hora de arrebol; el ro luminoso el aire surca; esplende la montaa; la tarde es polvo y sol. El sibilante caracol del viento ronco dormita en el remoto alcor; emerge el sueo ingrave en la palmera, luego se enciende en el naranjo en flor. La estpida cigea28su garabato escribe en el sopor del molino parado; el toro abate sobre la hierba la testuz feroz. La verde, quieta espuma del ramaje efunde sobre el blanco paredn, lejano, inerte, del jardn sombro, dormido bajo el cielo fanfarrn. Lejos, enfrente de la tarde roja, refulge el ventanal del torren.29HUMORISMOS, FANTASAS, APUNTESLOS GRANDES INVENTOSXLVI (LA NORIA) La tarde caa triste y polvorienta. El agua cantaba su copla plebeya en los cangilones de la noria lenta. Soaba la mula, pobre mula vieja!, al comps de sombra que en el agua suena. La tarde caa triste y polvorienta. Yo no s qu noble, divino poeta, uni a la amargura de la eterna rueda la dulce armona del agua que suea, y vend tus ojos pobre mula vieja!... Mas s que fue un noble, divino poeta, corazn maduro de sombra y de ciencia.XLVII (EL CADALSO) La aurora asomaba lejana y siniestra. El lienzo de Oriente sangraba tragedias, pintarrajeadas30con nubes grotescas. En la vieja plaza de una vieja aldea, ergua su horrible pavura esqueltica el tosco patbulo de fresca madera... La aurora asomaba lejana y siniestra.XLVIII (LAS MOSCAS) Vosotras, las familiares, inevitables golosas, vosotras, moscas vulgares, me evocis todas las cosas. Oh, viejas moscas voraces como abejas en abril, viejas moscas pertinaces sobre mi calva infantil! Moscas del primer hasto en el saln familiar, las claras tardes de esto en que yo empec a soar! Y en la aborrecida escuela, raudas moscas divertidas, perseguidas por amor de lo que vuela, --que todo es volar-- sonoras rebotando en los cristales en los das otoales ... Moscas de todas las horas, de infancia y adolescencia, de mi juventud dorada; de esta segunda inocencia, que da en no creer en nada, de siempre... Moscas vulgares, que de puro familiares no tendris digno cantor: yo s que os habis posado sobre sobre sobre sobre el juguete encantado, el librote cerrado, la carta de amor, los prpados yertos31de los muertos. Inevitables golosas, que ni labris como abejas ni brillis cual mariposas; pequeitas, revoltosas; vosotras, amigas viejas, me evocis todas las cosas.XLIX (ELEGA DE UN MADRIGAL) Recuerdo que una tarde de soledad y hasto oh tarde como tantas!, el alma ma era, bajo el azul montono, un ancho y terso ro que ni tena un pobre juncal en su ribera. Oh mundo sin encanto, sentimental inopia que borra el misterioso azogue del cristal! Oh el alma sin amores que el Universo copia con un irremediable bostezo universal! Quiso el poeta recordar a solas; las ondas bien amadas, la luz de los cabellos que l llamaba en sus rimas rubias olas. Ley... La letra mata: no se acordaba de ellos... Y un da --como tantos-- al aspirar un da aromas de una rosa que en el rosal se abra, brot como una llama la luz de los cabellos que l en sus madrigales llamaba rubias olas, brot, porque un aroma igual tuvieron ellos... Y se alej en silencio para llorar a solas.L (ACASO...) Como atento no ms a mi quimera no reparaba en torno mo, un da me sorprendi la frtil primavera que en todo el ancho campo sonrea. Brotaban verdes hojas, de las hinchadas yemas del ramaje, y flores amarillas, blancas, rojas, alegraban la mancha del paisaje. Y era una lluvia de saetas de oro, el sol sobre las frondas juveniles; del amplio ro en el caudal sonoro se miraban los lamos gentiles.32Tras de tanto camino es la primera vez que miro brotar la primavera, dije, y despus, declamatoriamente: -- Cuan tarde ya para la dicha ma!Y luego, al caminar, como quien siente alas de otra ilusin: --Y todava yo alcanzar mi juventud un da!LI (JARDN) Lejos de tu jardn quema la tarde inciensos de oro en purpurinas llamas, tras el bosque de cobre y de ceniza. En tu jardn hay dalias. Malhaya tu jardn!... Hoy me parece la obra de un peluquero, con esa pobre palmerilla enana, y ese cuadro de mirtos recortados... y el naranjito en su tonel... El agua de la fuente de piedra no cesa de rer sobre la concha blanca.LII (FANTASA DE UNA NOCHE DE ABRIL) Sevilla? ... Granada? ... La noche de luna, blancas paredes y obscuras ventanas. Cerrados postigos, corridas persianas ... El cielo vesta su gasa de abril. Un vino risueo me dijo el camino. Yo escucho los ureos consejos del vino, el vino es a veces escala de ensueo. Abril y la noche y el vino risueo ataron en coro su salmo de amor. La calle copiaba, con sombra en el muro, el paso fantasma y el sueo maduro de apuesto embozado, galn caballero: espada tendida, calado sombrero... La luna verta su blanco soar. Como un laberinto mi sueo torca de calle en calleja. Mi sombra segua de aquel laberinto la sierpe encantada, en pos de una oculta plazuela cerrada. La luna lloraba su dulce blancor.33La casa y la clara ventana florida, de blancos jazmines y nardos prendida, ms blancos que el blanco soar de la luna... -"Seora, la hora, tal vez importuna... Que espere? (La duea se lleva el candil.) Ya s que sera quimera, seora, mi sombra galante buscando a la aurora en noches de estrellas y luna, si fuera mentira la blanca nocturna quimera que usurpa a la luna su trono de luz. Oh dulce seora, ms cndida y bella que la solitaria matutina estrella tan clara en el cielo! Por qu silenciosa os mi nocturna querella amorosa? Quin hizo, seora, cristal vuestra voz?... La blanca quimera parece que suea. Acecha en la obscura estancia la duea. --Seora, si acaso otra sombra emboscada temis, en la sombra, fiad en mi espada... Mi espada se ha visto a la luna brillar. Acaso os parece mi gesto anacrnico? El vuestro es, seora, sobrado lacnico. Acaso os asombra mi sombra embozada, de espada tendida y toca plumada?... Seris la cautiva del moro Gazul? Dijraislo, y pronto mi amor os dira el son de mi guzla y la algaraba ms dulce que oyera ventana moruna Mi guzla os dijera la noche de luna, la noche de cndida luna de abril. Dijera la clara cantiga de plata del patio moruno, y la serenata que lleva el aroma de floridas preces a los miradores y a los ajimeces, los salmos de un blanco fantasma lunar. Dijera las danzas de trenzas lascivas, las muelles cadencias de ensueos, las vivas centellas de lnguidos rostros velados, los tibios perfumes, los huertos cerrados; dijera el aroma letal del harn. Yo guardo, seora, en viejo salterio tambin una copla de blanco misterio, la copla ms suave, ms dulce y ms sabia que evoca las claras estrellas de Arabia y aromas de un moro jardn andaluz. Silencio... En la noche la paz de la luna alumbra la blanca ventana moruna. Silencio... Es el musgo que brota, y la hiedra34que lenta desgarra la tapia de piedra... El llanto que vierte la luna de abril. --Si sois una sombra de la primavera blanca entre jazmines, o antigua quimera soada en las trovas de dulces cantores, yo soy una sombra de viejos cantares, y el signo de un lgebra vieja de amores. Los gayos, lascivos decires mejores, los rabes albos nocturnos soares, las coplas mundanas, los salmos talares, poned en mis labios; yo soy una sombra tambin del amor.Ya muerta la luna, mi sueo volva por la retorcida, moruna calleja. El sol en Oriente rea su risa ms vieja.LIII (A UN NARANJO Y A UN LIMONERO)VISTOS EN UNA TIENDA DE PLANTAS Y FLORESNaranjo en maceta, qu triste es tu suerte! Medrosas tiritan tus hojas menguadas. Naranjo en la corte, qu pena de verte con tus naranjitas secas y arrugadas! Pobre limonero de fruto amarillo cual pomo pulido de plida cera, qu pena mirarte, msero arbolito criado en mezquino tonel de madera! De los claros bosques de la Andaluca, quin os trajo a esta castellana tierra que barren los vientos de la adusta sierra, hijos de los campos de la tierra ma? Gloria de los huertos, rbol limonero, que enciendes los frutos de plido oro, y alumbras del negro cipresal austero las quietas plegarias erguidas en coro; y fresco naranjo del patio querido, del campo risueo y el huerto soado, siempre en mi recuerdo maduro o florido de frondas y aromas y frutos cargado!35LIV (LOS SUEOS MALOS) Est la plaza sombra; muere el da. Suenan lejos las campanas.De balcones y ventanas se iluminan las vidrieras, con reflejos mortecinos, como huesos blanquecinos y borrosas calaveras. En toda la tarde brilla una luz de pesadilla. Est el sol en el ocaso. Suena el eco de mi paso. --Eres t? Ya te esperaba... --No eres t a quien yo buscaba.LV (HASTIO) Pasan las horas de hasto por la estancia familiar, el amplio cuarto sombro donde yo empec a soar. Del reloj arrinconado, que en la penumbra clarea, el tictac acompasado odiosamente golpea. Dice la monotona del agua clara al caer: un da es como otro da; hoy es lo mismo que ayer. Cae la tarde. El viento agita el parque mustio y dorado... Qu largamente ha llorado toda la fronda marchita!LVI Sonaba el reloj la una, dentro de mi cuarto. Era triste la noche. La luna, reluciente calavera,36ya del cenit declinado, iba del ciprs del huerto framente iluminado el alto ramaje yerto. Por la entreabierta ventana llegaban a mis odos metlicos alaridos de una msica lejana. Una msica tristona, una mazurca olvidada, entre inocente y burlona, mal taida y mal soplada.