antologÍa de la poesÍa espaÑola ii - siglo xx

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  • 8/10/2019 ANTOLOGA DE LA POESA ESPAOLA II - Siglo XX

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    ANTOLOGA DE LA POESAESPAOLA

    (SIGLO XX)

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    NDICE

    Rubn Daro, Cancin de otoo en primavera. Pg.03

    Antonio Machado, Campos de Soria. Pg.04

    Antonio Machado, Proverbios y cantares. Pg.06

    Juan Ramn Jimnez, lamo blanco. Pg.07

    Juan Ramn Jimnez, Si yo, por ti, he creado un mundo para ti. Pg.07

    Pedro Salinas, El alma tenas. Pg.07

    Jorge Guilln, Ms all. Pg.08

    Federico Garca Lorca, La luna vino a la fragua. Pg.12

    Federico Garca Lorca, Ciudad sin sueo. Pg.12

    Dmaso Alonso, Madrid es una ciudad de ms de un milln de cadveres(segn las ltimas estadsticas). Pg.14

    Vicente Alexandre, Se queran. Pg.15

    Rafael Alberti, Si mi voz muriera en tierra. Pg.16

    Luis Cernuda, Donde habite el olvido. Pg.16

    Miguel Hernndez, Yo quiero ser, llorando, el hortelano. Pg.16

    Gabriel Celaya, La poesa es un arma cargada de futuro. Pg.18

    Blas de Otero, En el principio. Pg.19

    ngel Gonzlez, Para que yo me llame ngel Gonzlez. Pg.19

    Jos Mara Valverde, En el principio. Pg.19

    Jos ngel Valente, Si no creamos un objeto metlico. Pg.20

    Jaime Gil de Biedma, Intento formular mi experiencia de la guerra. Pg.21

    Mara Victoria Atencia, Placeta de San Marcos. Pg.22

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    Rubn Daro

    Cancin de otoo en primavera

    Juventud, divino tesoro,ya te vas para no volver!

    Cuando quiero llorar, no lloro...y a veces lloro sin querer...

    Plural ha sido la celestehistoria de mi corazn.

    Era una dulce nia, en estemundo de duelo y de afliccin.

    Miraba como el alba pura;sonrea como una flor.

    Era su cabellera obscura

    hecha de noche y de dolor.

    Yo era tmido como un nio.Ella, naturalmente, fue,

    para mi amor hecho de armio,Herodas y Salom...

    Juventud, divino tesoro,ya te vas para no volver!

    Cuando quiero llorar, no lloro...y a veces lloro sin querer...

    Y ms consoladora y ms

    halagadora y expresiva,la otra fue ms sensitivacual no pens encontrar jams.

    Pues a su continua ternurauna pasin violenta una.En un peplo de gasa purauna bacante se envolva...

    En sus brazos tom mi ensueoy lo arrull como a un beb...Y te mat, triste y pequeo,

    falto de luz, falto de fe...

    Juventud, divino tesoro,te fuiste para no volver!

    Cuando quiero llorar, no lloro...y a veces lloro sin querer...

    Otra juzg que era mi bocael estuche de su pasin;y que me roera, loca,

    con sus dientes el corazn.

    Poniendo en un amor de excesola mira de su voluntad,

    mientras eran abrazo y beso

    sntesis de la eternidad;

    y de nuestra carne ligeraimaginar siempre un Edn,sin pensar que la Primaveray la carne acaban tambin...

    Juventud, divino tesoro,ya te vas para no volver!

    Cuando quiero llorar, no lloro...y a veces lloro sin querer.

    Y las dems! En tantos climas,en tantas tierras siempre son,si no pretextos de mis rimasfantasmas de mi corazn.

    En vano busqu a la princesaque estaba triste de esperar.

    La vida es dura. Amarga y pesa.Ya no hay princesa que cantar!

    Mas a pesar del tiempo terco,mi sed de amor no tiene fin;con el cabello gris, me acerco

    a los rosales del jardn...

    Juventud, divino tesoro,ya te vas para no volver!

    Cuando quiero llorar, no lloro...y a veces lloro sin querer...Mas es ma el Alba de oro!

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    Antonio Machado

    Campos de Soria

    I

    Es la tierra de Soria rida y fra.

    Por las colinas y las sierras calvas,

    verdes pradillos, cerros cenicientos,

    la primavera pasa

    dejando entre las hierbas olorosas

    sus diminutas margaritas blancas.

    La tierra no revive, el campo suea.

    Al empezar abril est nevada

    la espalda del Moncayo;

    el caminante lleva en su bufanda

    envueltos cuello y boca, y los pastores

    pasan cubiertos con sus luengas capas.

    II

    Las tierras labrantas,

    como retazos de estameas pardas,

    el huertecillo, el abejar, los trozos

    de verde obscuro en que el merino pasta,

    entre plomizos peascales, siembran

    el sueo alegre de infantil Arcadia.

    En los chopos lejanos del camino,

    parecen humear las yertas ramas

    como un glauco vapor ?las nuevas hojas?

    y en las quiebras de valles y barrancas

    blanquean los zarzales florecidos,

    y brotan las violetas perfumadas.

    III

    Es el campo undulado, y los caminos

    ya ocultan los viajeros que cabalgan

    en pardos borriquillos,

    ya al fondo de la tarde arrebolada

    elevan las plebeyas f igurillas,

    que el lienzo de oro del ocaso manchan.

    Mas si trepis a un cerro y veis el campo

    desde los picos donde habita el guila,

    son tornasoles de carmn y acero,

    llanos plomizos, lomas plateadas,

    circuidos por montes de violeta,

    con las cumbres de nieve sonrosado.

    IV

    Las figuras del campo sobre el cielo!

    Dos lentos bueyes aran

    en un alcor, cuando el otoo empieza,

    y entre las negras testas doblegadas

    bajo el pesado yugo,

    pende un cesto de juncos y retama,

    que es la cuna de un nio;

    y tras la yunta marcha

    un hombre que se inclina hacia la tierra,

    y una mujer que en las abiertas zanjas

    arroja la semilla.

    Bajo una nube de carmn y llama,

    en el oro fluido y verdinoso

    del poniente, las sombras se agigantan.

    V

    La nieve. En el mesn al campo abierto

    se ve el hogar donde la lea humea

    y la olla al hervir borbollonea.

    El cierzo corre por el campo yerto,

    alborotando en blancos torbellinos

    la nieve silenciosa.

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    5

    La nieve sobre el campo y los caminos,

    cayendo est como sobre una fosa.

    Un viejo acurrucado tiembla y tose

    cerca del fuego; su mechn de lana

    la vieja hila, y una nia cose

    verde ribete a su estamea grana.

    Padres los viejos son de un arriero

    que camin sobre la blanca tierra,

    y una noche perdi ruta y sendero,

    y se enterr en las nieves de la sierra.

    En torno al fuego hay un lugar vaco

    y en la frente del viejo, de hosco ceo,

    como un tachn sombro

    ?tal el golpe de un hacha sobre un leo?.

    La vieja mira al campo, cual si oyera

    pasos sobre la nieve. Nadie pasa.

    Desierta la vecina carretera,

    desierto el campo en torno de la casa.

    La nia piensa que en los verdes prados

    ha de correr con otras doncellitas

    en los das azules y dorados,

    cuando crecen las blancas margaritas.

    VI

    Soria fra, Soria pura,

    cabeza de Extremadura,

    con su castillo guerrero

    arruinado, sobre el Duero;

    con sus murallas rodas

    y sus casas denegridas!

    Muerta ciudad de seores

    soldados o cazadores;

    de portales con escudos

    de cien linajes hidalgos,

    y de famlicos galgos,

    de galgos flacos y agudos,

    que pululan

    por las srdidas callejas,

    y a la medianoche ululan,

    cuando graznan las cornejas!

    Soria fra! La campana

    de la Audiencia da la una.

    Soria, ciudad castellana

    tan bella! bajo la luna.

    VII

    Colinas plateadas,

    grises alcores, crdenas roquedas

    por donde traza el Duero

    su curva de ballesta

    en torno a Soria, obscuros encinares,

    ariscos pedregales, calvas sierras,

    caminos blancos y lamos del ro,

    tardes de Soria, mstica y guerrera,

    hoy siento por vosotros, en el fondo

    del corazn, tristeza,

    tristeza que es amor! Campos de Soria

    donde parece que las rocas suean,

    conmigo vais! Colinas plateadas,

    grises alcores, crdenas roquedas!...

    VIII

    He vuelto a ver los lamos dorados,

    lamos del camino en la ribera

    del Duero, entre San Polo y San Saturio,

    tras las murallas viejas

    de Soria ?barbacana

    hacia Aragn, en castellana tierra?.

    Estos chopos del ro, que acompaan

    con el sonido de sus hojas secas

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    el son del agua, cuando el viento sopla,

    tienen en sus cortezas

    grabadas iniciales que son nombres

    de enamorados, cifras que son fechas.

    lamos del amor que ayer tuvisteis

    de ruiseores vuestras ramas llenas;

    lamos que seris maana liras

    del viento perfumado en primavera;

    lamos del amor cerca del agua

    que corre y pasa y suea,

    lamos de las mrgenes del Duero,

    conmigo vais, mi corazn os lleva!

    IX

    Oh, s! Conmigo vais, campos de Soria,

    tardes tranquilas, montes de violeta,

    alamedas del ro, verde sueo

    del suelo gris y de la parda tierra,

    agria melancola

    de la ciudad decrpita.

    Me habis llegado al alma,

    o acaso estabais en el fondo de ella?

    Gentes del alto llano numantino

    que a Dios guardis como cristianas viejas,

    que el sol de Espaa os llene

    de alegra, de luz y de riqueza!

    PROVERBIOS Y CANTARES - XXIX

    Caminante, son tus huellas

    el camino y nada ms;

    Caminante, no hay camino,

    se hace camino al andar.

    Al andar se hace el camino,

    y al volver la vista atrs

    se ve la senda que nunca

    se ha de volver a pisar.

    Caminante no hay camino

    sino estelas en la mar.

    PROVERBIOS Y CANTARES - XLIV

    Todo pasa y todo queda,pero lo nuestro es pasar,

    pasar haciendo caminos,

    caminos sobre la mar.

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    Juan Ramn Jimnez

    LAMO BLANCO

    Arriba canta el pjaro

    y abajo canta el agua.

    (Arriba y abajo,

    se me abre el alma).

    Entre dos melodas,

    la columna de plata!

    Hoja, pjaro, estrella;

    baja flor, raz, agua.

    Entre dos conmociones,

    la columna de plata!

    (Y t, tronco ideal,

    entre mi alma y mi alma!)

    Mece a la estrella el trino,

    la onda a la flor baja.

    (Abajo y arriba,

    me tiembla el alma).

    SI YO POR TI HE CREADO UN MUNDO

    Si yo, por ti, he creado un mundo para ti,

    dios, t tenas seguro que venir a l,

    y t has venido a l, a m seguro,

    porque mi mundo todo era mi esperanza.

    Yo he acumulado mi esperanza

    en lengua, en nombre hablado, en nombre escrito;

    a todo yo le haba puesto nombre

    y t has tomado el puesto

    de toda esta nombrada.

    Ahora puedo yo detener ya mi movimiento,

    como la llama se detiene en ascua roja

    con resplandor de aire inflamado azul,

    en el ascua de mi perpetuo estar y ser;

    ahora yo soy ya mi mar paralizado,

    el mar que yo deca, mas no duro,

    paralizado en olas de conciencia en luz

    y vivas hacia arriba todas, hacia arriba.

    Todos los nombres que yo puse

    al universo que por ti me recreaba yo,

    se me estn convirtiendo en uno y en un

    dios.

    El dios que es siempre al fin,

    el dios creado y recreado y recreado

    por gracia y sin esfuerzo.

    El Dios. El nombre conseguido de los nombres.

    EL ALMA TENAS

    tan clara y abierta,

    que yo nunca pude

    entrarme en tu alma.

    Busqu los atajos

    angostos, los pasos

    altos y difciles...

    A tu alma se iba

    por caminos anchos.

    Prepar alta escala

    soaba altos muros

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    guardndote el alma

    pero el alma tuya

    estaba sin guarda

    de tapial ni cerca.

    Te busqu la puerta

    estrecha del alma,

    pero no tena,

    de franca que era,

    entradas tu alma.

    En dnde empezaba?

    Acababa, en dnde?

    Me qued por siempre

    sentado en las vagas

    lindes de tu alma.

    MSALL

    I

    (El alma vuelve al cuerpo,

    Se dirige a los ojos

    Y choca.) Luz! Me invade

    Todo mi ser. Asombro!

    Intacto an, enorme,

    Rodea el tiempo. Ruidos

    Irrumpen. Cmo saltan

    Sobre los amarillos

    Todava no agudos

    De un sol hecho ternura

    De rayo alboreado

    Para estancia difusa,

    Mientras van presentndose

    Todas las consistencias

    Que al disponerse en cosas

    Me limitan, me centran!

    Hubo un caos? Muy lejos

    De su origen, me brinda

    Por entre hervor de luz

    Frescura en chispas. Da!

    Una seguridad

    Se extiende, cunde, manda.

    El esplendor aploma

    La insinuada maana.

    Y la maana pesa.

    Vibra sobre mis ojos,

    Que volvern a ver

    Lo extraordinario: todo

    Todo est concentrado

    Por siglos de raz

    Dentro de este minuto,

    Eterno y para m.

    Y sobre los instantes

    Que pasan de continuo

    Voy salvando el presente,

    Eternidad en vilo.

    Corre la sangre, corre

    Con fatal avidez.

    A ciegas acumulo

    Destino: quiero ser.

    Ser, nada ms. Y basta.

    Es la absoluta dicha.

    Con la esencia en silencio

    Tanto se identifica!

    Al azar de las suertes

    nicas de un tropel

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    Surgir entre los siglos,

    Alzarse con el ser,

    Y a la fuerza fundirse

    Con la sonoridad

    Ms tenaz: s, s, s,

    La palabra del mar!

    Todo me comunica,

    Vencedor, hecho mundo,

    Su bro para ser

    De veras real, en triunfo.

    Soy, ms, estoy. Respiro.

    Lo profundo es el aire.

    La realidad me inventa,

    Soy su leyenda. Salve!

    II

    No, no sueo. Vigor

    De creacin concluye

    Su paraso aqu:

    Penumbra de costumbre.

    Y este ser implacable

    Que se me impone ahora

    De nuevo vaguedad

    Resolvindose en forma

    De variacin de almohada,

    En blancura de lienzo,

    En mano sobre embozo,

    En el tendido cuerpo

    Que aun recuerda los astros

    Y gravita bieneste

    Ser, avasallador

    Universal, mantiene

    Tambin su plenitud

    En lo desconocido:

    Un ms all de veras

    Misterioso, realsimo.

    III

    Ms all! Cerca a veces,

    Muy cerca, familiar,

    Alude a unos enigmas.

    Corteses, ah estn.

    Irreductibles, pero

    Largos, anchos, profundos

    Enigmas en sus masas.

    Yo los toco, los uso.

    Hacia mi compaa

    La habitacin converge.

    Qu de objetos! Nombrados,

    Se allanan a la mente.

    Enigmas son y aqu

    Viven para mi ayuda,

    Amables a travs

    De cuanto me circunda

    Sin cesar con la mvil

    Trabazn de unos vnculos

    Que a cada instante acaban

    De cerrar su equilibrio.

    IV

    El balcn, los cristales

    Unos libros, la mesa.

    Nada ms esto? S,

    Maravillas concretas.

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    10

    Material jubiloso

    Convierte en superficie

    Manifiesta a sus tomos

    Tristes, siempre invisibles.

    Y por un filo escueto,

    O al amor de una curva

    De asa, la energa

    De plenitud acta.

    Energa o su gloria!

    En mi dominio luce

    Sin escndalo dentro

    De lo tan real, hoy lunes.

    Y gil, humildemente,

    La materia apercibe

    Gracia de Aparicin:

    Esto es cal, esto es mimbre.

    V

    Por aquella pared,

    Bajo un sol que derrama,

    Dora y sombrea claros

    Caldeados, la calma

    Soleada vara.

    Sonredo va el sol

    Por la pared. Gozosa

    Materia en relacin!

    Y mientras, lo ms alto

    De un rbol hoja a hoja

    Solendose, dndose,

    Todo actualme enamora.

    Errante en el verdor

    Un aroma presiento,

    Que me regalar

    Su calidad: lo ajeno,

    Lo tan ajeno que es

    All en s mismo. Ddiva

    De un mundo irremplazable:

    Voy por l a mi alma.

    VI

    Oh perfeccin! Dependo

    Del total ms all,

    Dependo de las cosas.

    Sin m son y ya estn

    Proponiendo un volumen

    Que ni so la mano,

    Feliz de resolver

    Una sorpresa en acto.

    Dependo en alegra

    De un cristal de balcn,

    De ese lustre que ofrece

    Lo ansiado a su raptor,

    Y es de versa atmsfera

    Difana de maana,

    Un alero, tejados,

    Nubes all, distancias.

    Suena a orilla de abril

    El gorjeo esparcido

    Por entre los follajes

    Frgiles. (Hay roco.)

    Pero el da al fin logra

    Rotundidad humana

    De edificio y refiere

    Su fuerza a mi morada.

    As va concertando,

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    11

    Trayendo lejanas,

    Que al balcn por pases

    De trnsito deslizan.

    Nunca separa el cielo.

    Ese cielo de ahora

    Aire que yo respiro

    De planeta me colma.

    Dnde extraviarse, dnde?

    Mi centro es este punto:

    Cualquiera. Tan plenario

    Siempre me aguarda el mundo!

    Una tranquilidad

    De afirmacin constante

    Gua a todos los seres,

    Que entre tantos enlaces

    Universales, presos

    En la jornada eterna,

    Bajo el sol quieren ser

    Y a su querer se entregan

    Fatalmente, dichosos

    Con la tierra y el mar

    De alzarse a lo infinito:

    Un rayo de sol ms.

    Es la luz del primer

    Vergel, y aun fulge aqu

    Ante mi faz, sobre esa

    Flor, en ese jardn.

    Y con empuje henchido

    De afluencias amantes

    Se ahnca en el sagrado

    Presente perdurable.

    Toda la creacin,

    Que al despertarse un hombre

    Lanza la soledad

    A un tumulto de acordes.

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    Federico Garca Lorca

    La luna vino a la fragua

    ROMANCE DE LA LUNA

    a Conchita Garca Lorca

    La luna vino a la fragua

    con su polisn de nardos.

    El nio la mira mira.

    El nio la est mirando.

    En el aire conmovido

    mueve la luna sus brazos

    y ensea, lbrica y pura,

    sus senos de duro estao.

    Huye luna, luna, luna.

    Si vinieran los gitanos,

    haran con tu corazn

    collares y anillos blancos.

    Nio djame que baile.

    Cuando vengan los gitanos,

    te encontrarn sobre el yunque

    con los ojillos cerrados.

    Huye luna, luna, luna,

    que ya siento sus caballos.

    Nio djame, no pises,

    mi blancor almidonado.

    El jinete se acercaba

    tocando el tambor del llano.

    Dentro de la fragua el nio,

    tiene los ojos cerrados.

    Por el olivar venan,

    bronce y sueo, los gitanos.

    Las cabezas levantadas

    y los ojos entornados.

    Cmo canta la zumaya,

    ay como canta en el rbol!

    Por el cielo va la luna

    con el nio de la mano.

    Dentro de la fragua lloran,

    dando gritos, los gitanos.

    El aire la vela, vela.

    el aire la est velando.

    CIUDAD SIN SUEO

    No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie.

    No duerme nadie.

    Las criaturas de la luna huelen y rondan sus

    cabaas.

    Vendrn las iguanas vivas a morder a los

    hombres que no suean

    y el que huye con el corazn roto encontrar

    por las esquinas

    al increble cocodrilo quieto bajo la tierna

    protesta de los astros.

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    13

    No duerme nadie por el mundo. Nadie, nadie.

    No duerme nadie.

    Hay un muerto en el cementerio ms lejano

    que se queja tres aos

    porque tiene un paisaje seco en la rodilla;

    y el nio que enterraron esta maana lloraba

    tanto

    que hubo necesidad de llamar a los perros para

    que callase.

    No es sueo la vida. Alerta! Alerta! Alerta!

    Nos caemos por las escaleras para comer la

    tierra hmeda

    o subimos al filo de la nieve con el coro de las

    dalias muertas.

    Pero no hay olvido, ni sueo:

    carne viva. Los besos atan las bocas

    en una maraa de venas recientes

    y al que le duele su dolor le doler sin

    descanso

    y al que teme la muerte la llevar sobre sus

    hombros.

    Un da

    los caballos vivirn en las tabernas

    y las hormigas furiosas

    atacarn los cielos amarillos que se refugian en

    los ojos de las vacas.

    Otro da

    veremos la resurreccin de las mariposas

    disecadas

    y an andando por un paisaje de esponjas

    grises y barcos mudos

    veremos brillar nuestro anillo y manar rosas de

    nuestra lengua.

    Alerta! Alerta! Alerta!

    A los que guardan todava huellas de zarpa y

    aguacero,

    a aquel muchacho que llora porque no sabe la

    invencin del puente

    o a aquel muerto que ya no tiene ms que la

    cabeza y un zapato,

    hay que llevarlos al muro donde iguanas y

    sierpes esperan,

    donde espera la dentadura del oso,

    donde espera la mano momificada del nio

    y la piel del camello se eriza con un violento

    escalofro azul.

    No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie.

    No duerme nadie.

    Pero si alguien cierra los ojos,

    azotadlo, hijos mos, azotadlo!

    Haya un panorama de ojos abiertos

    y amargas llagas encendidas.

    No duerme nadie por el mundo. Nadie, nadie.

    Ya lo he dicho.

    No duerme nadie.

    Pero si alguien tiene por la noche exceso de

    musgo en las sienes,

    abrid los escotillones para que vea bajo la luna

    las copas falsas, el veneno y la calavera de los

    teatros.

  • 8/10/2019 ANTOLOGA DE LA POESA ESPAOLA II - Siglo XX

    14/22

    14

    Dmaso Alonso

    Insomnio Madrid es una ciudad dems de ...

    INSOMNIO

    Madrid es una ciudad de ms de un milln de

    cadveres

    (segn las ltimas estadsticas).

    A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo

    en este nicho en el que hace 45 aos que me pudro,

    y paso largas horas oyendo gemir al huracn, o

    ladrar los perros,

    o fluir blandamente la luz de la luna.

    Y paso largas horas gimiendo como el huracn,

    ladrando como un perro enfurecido,

    fluyendo como la leche de la ubre caliente de una

    gran vaca amarilla.

    Y paso largas horas preguntndole a Dios,

    preguntndole por qu se pudre lentamente mialma,

    por qu se pudren ms de un milln de cadveres en

    esta ciudad

    de Madrid,

    por qu mil millones de cadveres se pudren

    lentamente en el mundo.

    Dime, qu huerto quieres abonar con nuestra

    podredumbre?

    Temes que se te sequen los grandes rosales del da,

    las tristes azucenas letales de tus noches?

  • 8/10/2019 ANTOLOGA DE LA POESA ESPAOLA II - Siglo XX

    15/22

    15

    Vicente Aleixandre

    SE QUERAN

    Se queran.

    Sufran por la luz, labios azules en la

    madrugada,

    labios saliendo de la noche dura,

    labios partidos, sangre, sangre dnde?

    Se queran en un lecho navo, mitad noche,

    mitad luz.

    Se queran como las flores a las espinas

    hondas,

    a esa amorosa gema del amarillo nuevo,

    cuando los rostros giran melanclicamente,

    giralunas que brillan recibiendo aquel beso.

    Se queran de noche, cuando los perros hondos

    laten bajo la tierra y los valles se estiran

    como lomos arcaicos que se sienten repasados:caricia, seda, mano, luna que llega y toca.

    Se queran de amor entre la madrugada,

    entre las duras piedras cerradas de la noche,

    duras como los cuerpos helados por las horas,

    duras como los besos de diente a diente solo.

    Se queran de da, playa que va creciendo,

    ondas que por los pies acarician los muslos,cuerpos que se levantan de la tierra y

    flotando...

    Se queran de da, sobre el mar, bajo el cielo.

    Medioda perfecto, se queran tan ntimos,

    mar altsimo y joven, intimidad extensa,

    soledad de lo vivo, horizontes remotos

    ligados como cuerpos en soledad cantando.

    Amando. Se queran como la luna lcida,

    como ese mar redondo que se aplica a ese

    rostro,

    dulce eclipse de agua, mejilla oscurecida,

    donde los peces rojos van y vienen sin msica.

    Da, noche, ponientes, madrugadas, espacios,

    ondas nuevas, antiguas, fugitivas, perpetuas,

    mar o tierra, navo, lecho, pluma, cristal,

    metal, msica, labio, silencio, vegetal,

    mundo, quietud, su forma. Se queran, sabedlo.

  • 8/10/2019 ANTOLOGA DE LA POESA ESPAOLA II - Siglo XX

    16/22

    16

    Rafael Alberti

    Si mi voz muriera en tierra

    llevadla al nivel del mar

    y dejadla en la ribera.

    Llevadla al nivel del mar

    y nombardla capitana

    de un blanco bajel de guerra.

    Oh mi voz condecorada

    con la insignia marinera:

    sobre el corazn un ancla

    y sobre el ancla una estrella

    y sobre la estrella el viento

    y sobre el viento la vela!

    Luis Cernuda

    Donde habite el olvido

    Donde habite el olvido,

    En los vastos jardines sin aurora;

    Donde yo slo sea

    Memoria de una piedra sepultada entre ortigas

    Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.

    Donde mi nombre deje

    Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,

    Donde el deseo no exista.

    En esa gran regin donde el amor, ngel

    terrible,

    No esconda como acero

    En mi pecho su ala,

    Sonriendo lleno de gracia area mientras crece

    el tormento.

    All donde termine este afn que exige un

    dueo a imagen suya,

    Sometiendo a otra vida su vida,

    Sin ms horizonte que otros ojos frente a

    frente.

    Donde penas y dichas no sean ms que

    nombres,

    Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;

    Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,

    Disuelto en niebla, ausencia,

    Ausencia leve como carne de nio.

    All, all lejos;

    Donde habite el olvido.

    Miguel Hernndez

    ELEGA

    (En Orihuela, su pueblo y el mo, se

    me ha muerto como del rayo Ramn Sij,

    con quien tanto quera.)

    Yo quiero ser llorando el hortelano

    de la tierra que ocupas y estercolas,

    compaero del alma, tan temprano.

    Alimentando lluvias, caracolas

    y rganos mi dolor sin instrumento.

    a las desalentadas amapolas

    dar tu corazn por alimento.

    Tanto dolor se agrupa en mi costado,

    que por doler me duele hasta el aliento.

  • 8/10/2019 ANTOLOGA DE LA POESA ESPAOLA II - Siglo XX

    17/22

    17

    Un manotazo duro, un golpe helado,

    un hachazo invisible y homicida,

    un empujn brutal te ha derribado.

    No hay extensin ms grande que mi herida,

    lloro mi desventura y sus conjuntos

    y siento ms tu muerte que mi vida.

    Ando sobre rastrojos de difuntos,

    y sin calor de nadie y sin consuelo

    voy de mi corazn a mis asuntos.

    Temprano levant la muerte el vuelo,

    temprano madrug la madrugada,

    temprano ests rodando por el suelo.

    No perdono a la muerte enamorada,

    no perdono a la vida desatenta,

    no perdono a la tierra ni a la nada.

    En mis manos levanto una tormenta

    de piedras, rayos y hachas estridentes

    sedienta de catstrofes y hambrienta.

    Quiero escarbar la tierra con los dientes,

    quiero apartar la tierra parte a parte

    a dentelladas secas y calientes.

    Quiero minar la tierra hasta encontrarte

    y besarte la noble calavera

    y desamordazarte y regresarte.

    Volvers a mi huerto y a mi higuera:

    por los altos andamios de las flores

    pajarear tu alma colmenera

    de angelicales ceras y labores.

    Volvers al arrullo de las rejas

    de los enamorados labradores.

    Alegrars la sombra de mis cejas,

    y tu sangre se irn a cada lado

    disputando tu novia y las abejas.

    Tu corazn, ya terciopelo ajado,

    llama a un campo de almendras espumosas

    mi avariciosa voz de enamorado.

    A las aladas almas de las rosas

    del almendro de nata te requiero,

    que tenemos que hablar de muchas cosas,

    compaero del alma, compaero.

  • 8/10/2019 ANTOLOGA DE LA POESA ESPAOLA II - Siglo XX

    18/22

    18

    Gabriel Celaya

    LA POESA ES UN ARMA CARGADA DEFUTURO

    Cuando ya nada se espera personalmente

    exaltante,

    mas se palpita y se sigue ms ac de la

    conciencia,

    fieramente existiendo, ciegamente afirmado,

    como un pulso que golpea las tinieblas,

    cuando se miran de frente

    los vertiginosos ojos claros de la muerte,

    se dicen las verdades:

    las brbaras, terribles, amorosas crueldades.

    Se dicen los poemas

    que ensanchan los pulmones de cuantos,

    asfixiados,

    piden ser, piden ritmo,piden ley para aquello que sienten excesivo.

    Con la velocidad del instinto,

    con el rayo del prodigio,

    como mgica evidencia, lo real se nos convierte

    en lo idntico a s mismo.

    Poesa para el pobre, poesa necesaria

    como el pan de cada da,como el aire que exigimos trece veces por

    minuto,

    para ser y en tanto somos dar un s que

    glorifica.

    Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos

    dejan

    decir que somos quien somos,

    nuestros cantares no pueden ser sin pecado unadorno.

    Estamos tocando el fondo.

    Maldigo la poesa concebida como un lujo

    cultural por los neutrales

    que, lavndose las manos, se desentienden y

    evaden.

    Maldigo la poesa de quien no toma partido

    hasta mancharse.

    Hago mas las faltas. Siento en m a cuantos

    sufren

    y canto respirando.

    Canto, y canto, y cantando ms all de mis

    penas

    personales, me ensancho.

    Quisiera daros vida, provocar nuevos actos,

    y calculo por eso con tcnica qu puedo.

    Me siento un ingeniero del verso y un obrero

    que trabaja con otros a Espaa en sus aceros.

    Tal es mi poesa: poesa-herramienta

    a la vez que latido de lo unnime y ciego.

    Tal es, arma cargada de futuro expansivo

    con que te apunto al pecho.

    No es una poesa gota a gota pensada.

    No es un bello producto. No es un fruto

    perfecto.

    Es algo como el aire que todos respiramos

    y es el canto que espacia cuanto dentro

    llevamos.

    Son palabras que todos repetimos sintiendo

    como nuestras, y vuelan. Son ms que lo

    mentado.

    Son lo ms necesario: lo que no tiene nombre.

    Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.

  • 8/10/2019 ANTOLOGA DE LA POESA ESPAOLA II - Siglo XX

    19/22

    19

    Blas de Otero

    EN EL PRINCIPIO

    Si he perdido la vida, el tiempo, todo

    lo que tir, como un anillo, al agua,

    si he perdido la voz en la maleza,

    me queda la palabra.

    Si he sufrido la sed, el hambre, todo

    lo que era mo y result ser nada,

    si he segado las sombras en silencio,

    me queda la palabra.

    Si abr los labios para ver el rostro

    puro y terrible de mi patria,

    si abr los labios hasta desgarrrmelos,

    me queda la palabra.

    ngel Gonzlez

    PARA QUE YO ME LLAME NGELGONZLEZ

    Para que yo me llame ngel Gonzlez,

    para que mi ser pese sobre el suelo,

    fue necesario un ancho espacio

    y un largo tiempo:

    hombres de todo el mar y toda tierra,

    frtiles vientres de mujer, y cuerpos

    y ms cuerpos, fundindose incesantes

    en otro cuerpo nuevo.

    Solsticios y equinoccios alumbraron

    con su cambiante luz, su vario cielo,

    el viaje milenario de mi carne

    trepando por los siglos y los huesos.

    De su pasaje lento y doloroso

    de su huida hasta el fin, sobreviviendo

    naufragios, aferrndose

    al ltimo suspiro de los muertos,

    yo no soy ms que el resultado, el fruto,

    lo que queda, podrido, entre los restos;

    esto que veis aqu,

    tan slo esto:

    un escombro tenaz, que se resiste

    a su ruina, que lucha contra el viento,

    que avanza por caminos que no llevan

    a ningn sitio. El xito

    de todos los fracasos. La enloquecida

    fuerza del desaliento...

    Jos Mara Valverde

    EN EL PRINCIPIO

    De pronto arranca la memoria,

    sin fondos de origen perdido;

    muy nio vindome una tarde

    en el espejo de un armario

    con doble luz enajenada

    por el iris de sus biseles,

    decid que aquello lo haba

    de recordar, y lo aferr,

    y desde ah empieza mi mundo,

    con un piso destartaado,

    las vagas personas mayores

    y los miedos en el pasillo.

    Aos y aos pasaron luego

    y al mirar atrs, all estaba

    la escena en que, hombrecito audaz,

    desembarqu en m, conquistndome.

    Hasta que un da, bruscamente,

    vi que esa estampa inaugural

    no se fund porque una tarde

    se hizo mgica en un espejo,

    sino por un toque, ms leve,

    pero que era todo mi ser:

    el haberme puesto a m mismo

    en el espejo del lenguaje

  • 8/10/2019 ANTOLOGA DE LA POESA ESPAOLA II - Siglo XX

    20/22

    20

    doblando sobre s el hablar,

    dicindome que lo diria,

    para siempre vuelto palabra,

    ma y ya extraa, aquel momento.

    Pero cuando lo comprend

    era ya mayor, hombre de libros,

    y acaso fue porque en alguno

    le la gran perogrullada:

    que no hay ms mente que el lenguaje,

    y pensamos solo al hablar,

    y no queda ms mundo vivo

    tras las tierras de la palabra.

    Hasta entonces, nio y muchacho,

    cre que hablar era un juguete,

    algo aadido, una herramienta,

    un ropaje sobre las cosas,

    un caballo con que correr

    por el mundo, terrible y rico,

    o un estorbo en que se aluda

    a lo lejos, a ideas vagas:

    ahora, de pronto, lo era todo,

    igual que el ser de carne y hueso,

    nuestra racin de realidad,

    el mismo ser hombre, poco o mucho.

    Jos ngel Valente.

    SI NO CREAMOS UN OBJETOMETLICO

    Si no creamos un objeto metlico

    de dura luz,

    de pas aceradas,

    de crueles aristas,

    donde el que va a vendernos, a entregarnos, depronto 5

    reconozca o presencie metdica su muerte,

    cundo podremos poseer la tierra.

    Si no depositamos a mitad del vaco

    un objeto incruento118

    capaz de percutir119 en la noche terrible 10

    como un pecho sin trmino,

    si en el centro no est invulnerable120 el odio,

    tentacular, enorme, no visible,

    cundo podremos poseer la tierra.

    Y si no est el amor petrificado 15

    y el residuo del fuego no pudiera

    hacerlo arder, correr desde s mismo, comosemen o lava,

    para arrasar el mundo, para entra como un ro

    de vengativa luz por las puertas vedadas,

    cundo podremos poseer la tierra. 20

    Si no creamos un objeto duro,

    resistente a la vista, odioso al tacto,

    incmodo al oficio del injusto,

    interpuesto entre el llanto y la palabra,

    entre el brazo del ngel y el cuerpo de lavctima, 25

    entre el hombre y su rostro,

    entre el nombre del dios y su vaco,

    entre el filo y su espada,

    entre la muerte y su naciente sombra,

    cundo podremos poseer la tierra. 30

    cundo podremos poseer la tierra.

    cundo podremos poseer la tierra.

  • 8/10/2019 ANTOLOGA DE LA POESA ESPAOLA II - Siglo XX

    21/22

    21

    Jaime Gil de Biedma

    INTENTO FORMULAR MIEXPERIENCIA DE LA GUERRA

    Fueron, posiblemente,

    los aos ms felices de mi vida,

    y no es extrao, puesto que a fin de cuentas

    no tena los diez aos.

    Las vctimas ms tristes de la guerra

    los nios son, se dice.

    Pero tambin es cierto que es una bestia elnio:

    si le perdona la brutalidad

    de los mayores, l sabe aprovecharla,

    y vive ms que nadie

    en ese mundo demasiado simple,

    tan parecido al suyo.

    Para empezar, la guerra

    fue conocer los pramos con viento,

    los sembrados de gleba pegajosa

    y las tardes de azul, celestes y algo plidas,

    con los montes de nieve sonrosada a lo lejos.

    Mi amor por los inviernos mesetarios

    es una consecuencia

    de que hubiera en Espaa casi un milln demuertos.

    A salvo de los pinares

    -pinares de la Mesa, del Rosal, del Jinete!-,

    el miedo y el desorden de los primeros das

    eran algo borroso, con esa irrealidad

    de los momentos demasiado intensos.

    Y Segovia pareca remota

    como una gran ciudad, era ya casi el frente

    -o por lo menos un lugar heroico,

    un sitio con tenientes de brazo en cabestrillo

    que nos emocionaba visitar: la guerra

    quedaba all al alcance de los nios

    tal y como la quieren.

    A la vuelta, de paso por el puente Us,

    buscbamos la arena removida

    donde estaban, sabamos, los cinco fusilados.

    Luego la lluvia los desenterr,

    los llev ro abajo.

    Y me acuerdo tambin de una excursin aCoca,

    que era el pueblo de al lado,

    una de esas maanas que la luz

    es an, en el aire, relmpago de escarcha,

    pero que anuncian ya la primavera.

    Mi recuerdo, muy vago, es slo una imagen,

    una ntida imagen de la felicidad

    retratada en un cielo

    hacia el que se apresura la torre de la iglesia,

    entre un nimbo de pjaros.

    Y los mismos discursos, los gritos, las canciones

    eran como promesas de otro tiempo mejor,

    nos ofrecan

    un billete de vuelta al siglo diez y seis.

    Qu nio no lo acepta?

    Cuando por fin volvimos

    a Barcelona, me qued unos meses

    la nostalgia de aquello, pero me acostumbr.

    Quien me conoce ahora

  • 8/10/2019 ANTOLOGA DE LA POESA ESPAOLA II - Siglo XX

    22/22

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    dir que mi experiencia

    nada tiene que ver con mis ideas,

    y es verdad. Mis ideas de la guerra cambiaron

    despus, mucho despus

    de que hubiera empezado la postguerra.

    Mara Victoria Atencia

    PLACETA DE SAN MARCOS

    Amrrate, alma ma; sujtate a este mrmol,

    Sebastin de tu tronco, con cuantas cintaspueda

    ofrecerte en Venecia la lluvia que te empapa.

    Amrrate a este palo, alma Ulises, y escucha

    -desde donde la plaza proclama su equilibrio-

    el rugido de bronce que la piedra sostiene.