antología de criaturas

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1 Colegio Nuestra Señora del Valle 3º Año Antología: Criaturas, creadores, responsables y víctimas Prof. Lucas Gagliardi Esta antología pertenece a ………………………………………………………………….. ………………………………………………………………….. 2012

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Page 1: Antología de criaturas

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Colegio Nuestra Señora del Valle 3º Año

Antología: Criaturas, creadores,

responsables y víctimas Prof. Lucas Gagliardi

Esta antología pertenece a ………………………………………………………………….. …………………………………………………………………..

2012

Page 2: Antología de criaturas

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ÍNDICE Los orígenes: creadores y creaciones /3

«La tejedora», de Marina Colasanti /3

«El ceibo», leyenda popular guaraní / 4

«El Golem», de Jorge Luis Borges / 5

El golem: una reflexión sobre nuestros tiempos / 8

Animales fantásticos y dónde encontrarlos, de J. K. Rowling / 9

Responsables y víctimas / 13

«El origen de la mente», cuento tradicional hindú / 13

«El híbrido» de Franz Kafka / 13

«Yzur», de Leopoldo Lugones / 15

«La sirena», de Ray Bradbury / 20

Actividades de escritura / 24

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LOS ORÍGENES: CREADORES Y CREACIONES

Leé el siguiente relato de la escritora ítalo-brasileña Marina Colasanti1.

La tejedora

Se despertaba cuando todavía estaba oscuro, como si pudiera oír al sol llegando por detrás de los márgenes de la noche. Luego, se sentaba al telar.

Comenzaba el día con una hebra clara. Era un trazo delicado del color de la luz que iba pasando entre los hilos extendidos, mientras afuera la claridad de la mañana dibujaba el horizonte.

Después, lanas más vivaces, lanas calientes iban tejiendo hora tras hora un largo tapiz que no acababa nunca.

Si el sol era demasiado fuerte y los pétalos se desvanecían en el jardín, la joven mujer ponía en la lanzadera gruesos hilos grisáceos del algodón más peludo. De la penumbra que traían las nubes, elegía rápidamente un hilo de plata que bordaba sobre el tejido con gruesos puntos. Entonces, la lluvia suave llegaba hasta la ventana a saludarla.

Pero si durante muchos días el viento y el frío peleaban con las hojas y espantaban los pájaros, bastaba con que la joven tejiera con sus bellos hilos dorados para que el sol volviera a apaciguar a la naturaleza.

De esa manera, la muchacha pasaba sus días cruzando la lanzadera de un lado para el otro y llevando los grandes peines del telar para adelante y para atrás.

No le faltaba nada. Cuando tenía hambre, tejía un lindo pescado poniendo especial cuidado en las escamas. Y rápidamente el pescado estaba en la mesa esperando que lo comiese. Si tenía sed, entremezclaba en el tapiz una lana suave del color de la leche. Por la noche dormía tranquila después de pasar su hilo de oscuridad.

Tejer era todo lo que hacía. Tejer era todo lo que quería hacer. Pero tejiendo y tejiendo ella misma trajo el tiempo en que se sintió sola. Y por primera vez pensó que

sería bueno tener al Iado un marido. No esperó al día siguiente. Con el antojo de quien intenta hacer algo nuevo, comenzó a entremezclar

en el tapiz las lanas y los colores que le darían compañía. Poco a poco, su deseo fue apareciendo. Sombrero con plumas, rostro barbado, cuerpo armonioso, zapatos lustrados. Estaba justamente a punto de tramar el último hilo de la punta de los zapatos cuando llamaron a la puerta.

Ni siquiera fue preciso que abriera. El joven puso la mano en el picaporte, se quitó el sombrero y fue entrando en su vida.

Aquella noche, recostada sobre su hombro, pensó en los lindos hijos que tendría para que su felicidad fuera aún mayor y fue feliz por algún tiempo. Pero si el hombre había pensado en hijos, pronto lo olvidó. Una vez que descubrió el poder del telar, sólo pensó en todas las cosas que éste podía darle.

—Necesitamos una casa mejor— le dijo a su mujer. Y a ella le pareció justo, porque ahora eran dos. Le exigió que escogiera las más bellas lanas color ladrillo, hilos verdes para las puertas y las ventanas, y prisa para que la casa estuviera lista lo antes posible.

Pero una vez que la casa estuvo terminada, no le pareció suficiente. —¿Por qué tener una casa si podemos tener un palacio? —preguntó.

Sin esperar respuesta, ordenó inmediatamente que fuera de piedra con terminaciones de plata.

Días y días, semanas y meses trabajó la joven tejiendo techos y puertas, patios y escaleras y salones y pozos. Afuera caía la nieve, pero ella no tenía tiempo para llamar al sol. Cuando llegaba la noche, ella no

1 Marina Colasanti nació en Asmara, Eritrea, en 1937. Hija de padres italianos, su familia se radicó en

Brasil cuando ella era aún una niña, y allí reside desde entonces. Algunos de sus libros traducidos al castellano son: En el laberinto del viento (1988), Una idea maravillosa (1991), Ana Z., ¿dónde vas? (1995) y Lejos como mi querer y otros cuentos (1996), obra con la que ganó el Premio Norma-Fundalectura 1996.

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tenía tiempo para rematar el día. Tejía y entristecía, mientras los peines batían sin parar al ritmo de la lanzadera.

Finalmente el palacio quedó listo. Y entre tantos ambientes, el marido escogió para ella y su telar el cuarto más alto, en la torre más alta.

—Es para que nadie sepa lo del tapiz —dijo. Y antes de poner llave a la puerta le advirtió: —Faltan los establos. ¡Y no olvides los caballos!

La mujer tejía sin descanso los caprichos de su marido, llenando el palacio de lujos, los cofres de monedas, las salas de criados. Tejer era todo lo que hacía. Tejer era todo lo que quería hacer y tejiendo y tejiendo, ella misma trajo el tiempo en que su tristeza le pareció más grande que el palacio, con riquezas y todo. Y por primera vez pensó que sería bueno estar sola nuevamente.

Sólo esperó a que llegara el anochecer. Se levantó mientras su marido dormía soñando con nuevas exigencias. Descalza, para no hacer ruido, subió la larga escalera de la torre y se sentó al telar.

Esta vez no necesitó elegir ningún hilo. Tomó la lanzadera del revés y. pasando velozmente de un lado para otro comenzó a destejer su tela. Destejió los caballos, los carruajes, los establos, los jardines. Luego destejió a los criados y al palacio con todas las maravillas que contenía. Y nuevamente se vio en su pequeña casa y sonrió mirando el jardín a través de la ventana.

La noche estaba terminando cuando el marido se despertó extrañado por la dureza de la cama. Espantado miró a su alrededor. No tuvo tiempo de levantarse. Ella ya había comenzado a deshacer el oscuro dibujo de sus zapatos y él vio desaparecer sus pies, esfumarse sus piernas. Rápidamente la nada subió por el cuerpo. Tomó el pecho armonioso, el sombrero con plumas.

Entonces como si hubiese percibido la llegada del sol, la muchacha eligió una hebra clara. Y fue pasándola lentamente entre los hilos como un delicado trazo de luz que la mañana repitió en la línea del horizonte.

Extraído de Abanico. Revista de la Biblioteca Nacional de la República Argentina. Dirección web: http://www.bn.gov.ar/abanico/A40704/colasanti.tejedora.html

Para reflexionar:

§ En el cuento hay una expresión muy reiterada, que funciona a modo de estribillo o leitmotiv.

¿Podés identificarla?

§ Aunque esa expresión siempre se presenta del mismo modo su sentido va cambiando a

medida que progresa el relato. ¿Cuáles son esos cambios y cómo se relacionan con las

intenciones y conflictos de la protagonista?

§ ¿Conocés algún otro relato (cuento, mito, leyenda, poema) donde una figura femenina teja

una y otra vez en soledad? ¿Cuál?

Lo que vas a leer a continuación es una conocida leyenda del pueblo guaraní, oriundo del noreste de nuestro país y del sur de Brasil.

El ceibo Cuenta la leyenda que en las riberas del Paraná, vivía una indiecita fea, de rasgos toscos, llamada

Anahí. Era fea, pero en las tardecitas veraniegas deleitaba a toda la gente de su tribu guaraní con sus canciones inspiradas en sus dioses y el amor a la tierra de la que eran dueños... Pero llegaron los invasores, esos valientes, atrevidos y aguerridos seres de piel blanca, que arrasaron las tribus y les arrebataron las tierras, los ídolos, y su libertad.

Anahí fue llevada cautiva junto con otros indígenas. Pasó muchos días llorando y muchas noches en vigilia, hasta que un día en que el sueño venció a su centinela, la indiecita logró escapar, pero al hacerlo, el centinela despertó, y ella, para lograr su objetivo, hundió un puñal en el pecho de su guardián, y huyó rápidamente a la selva.

El grito del moribundo carcelero, despertó a los otros españoles, que salieron en una persecución que se convirtió en cacería de la pobre Anahí, quien al rato, fue alcanzada por los

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conquistadores. Éstos, en venganza por la muerte del guardián, le impusieron como castigo la muerte en la hoguera.

La ataron a un árbol e iniciaron el fuego, que parecía no querer alargar sus llamas hacia la doncella indígena, que sin murmurar palabra, sufría en silencio, con su cabeza inclinada hacia un costado. Y cuando el fuego comenzó a subir, Anahí se fue convirtiendo en árbol, identificándose con la planta en un asombroso milagro.

Al siguiente amanecer, los soldados se encontraron ante el espectáculo de un hermoso árbol de verdes hojas relucientes, y flores rojas aterciopeladas, que se mostraba en todo su esplendor, como el símbolo de valentía y fortaleza ante el sufrimiento.

Leyenda popular

§ ¿Cuál es la resolución del conflicto en esta leyenda? ¿Qué tipo de fuerza u orden interviene (la

ley, lo sobrenatural, la ciencia, etc)?

§ ¿Conocés otros relatos folklóricos locales en los que se relate el origen de alguna porción de la

realidad?

Podés encontrar más mitos y leyendas autóctonos en las siguientes páginas de internet: § http://www.folkloredelnorte.com.ar/tradyley.htm § http://www.leyendasarg.com.ar/ En la biblioteca digital Ciudad Seva podés encontrar cuentos y leyendas muy breves de tierras muy remotas como la India, África, países del norte de Europa o China: § http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/otras/anon/anon.htm

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«El Golem», de Jorge Luis Borges

Antes de leer Lo que sigue es un poema narrativo del escritor argentino Jorge Luis Borges. Este autor solía

trabajar con relatos mitológicos de culturas muy diversas2 y en este caso lo hace con la tradición del judaísmo. Para comprender el poema vas a necesitar conocer algunos de los siguientes datos: § Buscá qué es la cábala y quiénes son los

cabalistas. § Buscá qué es un golem y de dónde proviene su

nombre. Un buen lugar para buscar es esta página: http://cronicasnocturnas.wordpress. com/2010/06/01/golem/

§ Buscá en el diccionario las palabras subrayadas a lo largo del texto. Esto podés hacerlo también en simultáneo con la lectura si te es más sencillo.

§ Si no conocés los mitos a los que se hace alusión en el texto (por ejemplo el mito de Adán) buscá en fuentes de internet o en bibliotecas el relato de los mismos para entender mejor el poema.

Cuando tengas estos aspectos más o menos trabajados, a leer:

2 Una obra en la que se nota su conocimiento sobre la mitología son El libro de los seres imaginarios y la

Antología de la literatura fantástica.

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Si (como el griego afirma en el Cratilo3)

El nombre es arquetipo de la cosa, En las letras de rosa está la rosa Y todo el Nilo en la palabra Nilo. Y, hecho de consonantes y vocales, Habrá un terrible Nombre, que la esencia Cifre de Dios y que la Omnipotencia Guarde en letras y sílabas cabales. Adán y las estrellas lo supieron En el Jardín. La herrumbre del pecado (Dicen los cabalistas) lo ha borrado Y las generaciones lo perdieron. Los artificios y el candor del hombre No tienen fin. Sabemos que hubo un día En que el pueblo de Dios buscaba el Nombre En las vigilias de la judería. No a la manera de otras que una vaga Sombra insinúan en la vaga historia, Aún está verde y viva la memoria De Judá León, que era rabino en Praga. Sediento de saber lo que Dios sabe, Judá León se dio a permutaciones de letras y a complejas variaciones Y al fin pronunció el Nombre que es la Clave. La Puerta, el Eco, el Huésped y el Palacio, Sobre un muñeco que con torpes manos labró, para enseñarle los arcanos De las Letras, del Tiempo y del Espacio. El simulacro alzó los soñolientos Párpados y vio formas y colores Que no entendió, perdidos en rumores Y ensayó temerosos movimientos. Gradualmente se vio (como nosotros) Aprisionado en esta red sonora de Antes, Después, Ayer, Mientras, Ahora,

Derecha, Izquierda, Yo, Tú, Aquellos, Otros. (El cabalista que ofició de numen

4

A la vasta criatura apodó «Golem»;

3 Cratilo es uno de los diálogos de Platón, obras filosóficas en las que se discuten ideas. Cratilo como

personaje que interviene en ese diálogo sostiene una visión muy particular del lenguaje: que los nombres de las cosas (personas, dioses, objetos, etc) se ajustan perfectamente a ellas porque hablan de su esencia (arquetipo). Una consecuencia de esta filosofía sobre el lenguaje sería que todos los hombres en todo el mundo deberían nombrar con la misma palabra un mismo objeto. Sabemos que esto no es así: mesa, table, tableau designan todas el mismo objeto pero son palabras distintas. 4 En algunos sistemas mitológicos como el grecorromano, numen designa a las deidades en general y en

particular a los espíritus de la naturaleza. El antropólogo alemán Rudolf Otto utilizó la palabra numen para describir al «ser sagrado supremo a quien todas las religiones tienden a intentar conocer».

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Estas verdades las refiere Scholem5

En un docto lugar de su volumen.) El rabí le explicaba el universo "Esto es mi pie; esto el tuyo; esto la soga." Y logró, al cabo de años, que el perverso Barriera bien o mal la sinagoga. Tal vez hubo un error en la grafía O en la articulación del Sacro Nombre; A pesar de tan alta hechicería, No aprendió a hablar el aprendiz de hombre, Sus ojos, menos de hombre que de perro Y harto menos de perro que de cosa, Seguían al rabí por la dudosa penumbra de las piezas del encierro. Algo anormal y tosco hubo en el Golem, Ya que a su paso el gato del rabino Se escondía. (Ese gato no está en Scholem Pero, a través del tiempo, lo adivino.) Elevando a su Dios manos filiales, Las devociones de su Dios copiaba O, estúpido y sonriente, se ahuecaba En cóncavas zalemas

6 orientales.

El rabí lo miraba con ternura Y con algún horror. ¿Cómo (se dijo) Pude engendrar este penoso hijo Y la inacción dejé, que es la cordura? ¿Por qué di en agregar a la infinita Serie un símbolo más? ¿Por qué a la vana Madeja que en lo eterno se devana, Di otra causa, otro efecto y otra cuita? En la hora de angustia y de luz vaga, En su Golem los ojos detenía. ¿Quién nos dirá las cosas que sentía Dios, al mirar a su rabino en Praga?

Para reflexionar:

§ ¿Qué es lo que pretende descubrir el rabino y para qué crea al Golem?

§ En un determinado momento se dice « El simulacro alzó los soñolientos/ párpados ». ¿A

quién se refiere esa expresión? ¿Qué valoración implica la palabra simulacro y qué es lo

que se simula?

§ ¿Cuántos creadores y creados se mencionan en el poema? ¿Cómo son sus relaciones?

5 Gershom Scholem, famoso filólogo y cabalista, escribió en su obra La cábala y su simbolismo, que el

Golem es una figura que cada treinta y tres años aparece en la ventana de un cuarto sin acceso en el gueto de Praga. 6 Palabra deribada del árabe hispánico assalám ‘alík, "la paz sea contigo". Zalema significa en nuestro

idioma “reverencia, salud, demostración de cariño exagerada”.

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Los textos literarios pueden interpretarse desde lugares muy diversos. Podemos recurrir a observaciones de la sociología, la historia y la psicología por ejemplo; podemos relacionar lo que se relata en un cuento con el pasado o el presente. Veamos con qué relaciona el poema de Borges el escritor y matemático argentino Guillermo Martínez, autor de Crímenes

imperceptibles.

El Golem: una reflexión sobre nuestros tiempos

Publicado en La Gaceta Literaria, 2006. (Exposición en el encuentro multidisciplinario “Proyecto Golem”

en conjunto con la República Checa, Museo de Bellas Artes, Octubre 2003) Disponible en: http://guillermo-martinez.net/notas/El_Golem

La charla fue precedida por la conferencia de un experto checo en robótica, que estableció la

distinción entre una era “antigua” de la inteligencia artificial (en la que se intentaba modelar a la inteligencia como un algoritmo separado de lo corpóreo) y una edad “moderna” en que se intentaría “encarnar” a la inteligencia en un contexto orgánico-espacial a través de robots, los nuevos golem.

Ese episodio me hizo indispensable volver al poema de Borges. La palabra sagrada, este es un tema que Borges retoma o trata otra vez en el cuento “La escritura del dios”. Ustedes recuerdan seguramente ese cuento en el que hay un sacerdote encerrado en un pozo junto con un jaguar. Una vez por día, cuando se abre en lo alto una trampa por donde le dan de comer, el sacerdote puede ver las manchas del jaguar y descubre finalmente que en la configuración de esas manchas está cifrada la sentencia mágica escrita por el dios, una frase de catorce palabras que implica el universo entero. La mera pronunciación de esas palabras le daría al sacerdote la suma de los poderes, lo convertiría a él mismo en el dios. Es una variación de una idea cabalista que Borges ha repetido varias veces y que se corresponde, creo yo, con lo que se llamó aquí la “antigua” inteligencia artificial (aunque no está claro todavía si realmente se ha logrado crear inteligencia artificial, por los milagros de la teorización ya tenemos una edad antigua y una edad moderna).

Sería, digamos, la idea de que la manipulación del lenguaje, la mera combinación y pronunciación de unos símbolos, permite generar vida, es el procedimiento del rabí de Praga (y de algunos relatos de creación pre-bíblicos) y se correspondería con lo que se llamó aquí la inteligencia artificial sin encarnación.

[…] Hay una mirada algo despectiva sobre los “aprendices de hechiceros”, ya sean rabinos, alquimistas o

científicos, es algo que en la literatura es muy común. De algún modo, está aquí el choque de las dos culturas: la cultura humanística versus la científica. En la literatura (salvo en el género específico de la ciencia ficción) todo intento científico se trata como algo condenado a fallar. El ejemplo prototípico es Frankenstein, el monstruo que se vuelve contra su creador. Si la imagen del Golem le pareció a alguien ominosa, la criatura de Shelley, como símbolo para organizar un encuentro de este tipo, sería todavía menos simpática. Y sin embargo, no están tan lejanas: recordarán que Frankenstein, de Mary Shelley, tiene un subtítulo: “El moderno Prometeo”. Y justamente, el Golem está vinculado también con la idea de Prometeo de darle al hombre todos los atributos divinos (más aún, aparentemente el mito de Prometeo tiene un origen común con el de Adán y la modelación de hombres de arcilla).

Fragmento adaptado.

§ ¿Con qué tema de la actualidad relaciona Guillermo Martínez el poema «El

Golem»?

§ Según el autor ¿qué mirada suele haber en la literatura acerca de las personas

que experimentan con la magia o la ciencia? Podés pensar en otros ejemplos de

relatos donde aparezcan «aprendices de hechiceros» en la misma situación?

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Vamos a terminar esta parte de la unidad sobre las criaturas y los creadores con un texto que nos permite ver otros costados de este tema: la responsabilidad hacia lo creado, hacia otros seres vivos, cómo las criaturas se insertan en el mundo y en particular en la sociedad. Leeremos una selección del libro Animales fantásticos y dónde encontrarlos de la escritora escocesa J. K. Rowling. Antes de leer: § Tené en cuenta que el texto juega constantemente a cruzar la ficción

con la realidad. Prestá atención y marcá todos los datos que, en tu opinión, den cuenta de la «realidad» o lo que consideres como ella (fechas, lugares, personas, obras, por ejemplo).

Animales fantásticos y dónde encontrarlos

Newt Scamander

ACERCA DEL AUTOR

EWTON («NEWI'») Artemis Fido Scamander nació en 1987.

Su interés por las criaturas fabulosas fue alentado por su madre,

que era una apasionada criadora de bellos hipogrifos. Cuando se

graduó en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, el señor

Scamander pasó a formar parte del Ministerio de Magia, en el

Departamento de Regulación y Control de las Criaturas Mágicas. Después

de dos años en la Oficina para el Realojamiento de los Elfos Domésticos,

años que describe como «tediosos a más no poder», fue destinado a la

División de Bestias, donde sus prodigiosos conocimientos sobre animales

mágicos insólitos le aseguraron un rápido ascenso.

Pese a ser prácticamente el único responsable de la creación del Registro

de hombres Lobo en 1947, dice que su mayor orgullo es la Prohibición de

la Reproducción Experimental, que se aprobó en 1965 y que ha contribuido

eficazmente a impedir que se creen nuevos e indomables monstruos dentro

de Gran Bretaña. El trabajo del señor Scamander en la Agencia para el

Estudio y la Vigilancia de los dragones le procuró numerosos viajes de

investigación al extranjero, durante los cuales recabó documentación para

su superventas mundial, Animales fantásticos y dónde encontrarlos, que se

halla en su edición número cincuenta y dos.

[…]

INTRODUCCIÓN, por Newt Scamander Animales fantásticos y dónde encontrarlos representa el fruto de muchos

años de viajes e investigaciones. Al echar la vista atrás, recuerdo al mago

de siete años que pasaba horas en su dormitorio despedazando horklumps y

envidio los viajes que habría de realizar: desde la jungla más oscura hasta

el desierto más deslumbrante, desde el pico de las montañas hasta las

ciénagas. Al crecer, ese chico mugriento recubierto con restos de horklump

perseguiría a las bestias que se describen en las páginas siguientes. He

visitado madrigueras, guaridas y nidos en cientos de regiones, he sido

testigo de sus poderes, me he ganado su confianza y, en ocasiones, he

rechazado sus ataques con mi tetera de viaje.

El objetivo de esta introducción es contestar a algunas de las preguntas más

frecuentes que han ido llegando en sacas de correo todas las semanas desde

que este libro se imprimiera por primera vez en 1927. La primera pregunta

que trataremos de responder es la fundamental: ¿qué es una «bestia»?

[…]

Hubo que esperar hasta 1811 para que se diera con definiciones que la

mayoría de la comunidad mágica considerara aceptables. Grogan Stump, el

por entonces recién nombrado ministro de Magia, decretó que un «ser» era

«cualquier criatura que tenga suficiente inteligencia para comprender las

leyes de la comunidad mágica y compartir parte de la responsabilidad que

implica su formulación».7

7 Se hizo una excepción con los fantasmas, quienes afirmaron que era una falta de

delicadeza clasificarlos como «seres» cuando era evidente que ellos «habían sido».

Por lo tanto, Stump creó las tres divisiones del Departamento de Regulación y

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[…]

EL OCULTAMIENTO DE LAS CRIATURAS MÁGICAS Sería absurdo negar que se han producido infracciones esporádicas de la

cláusula número 73 del Estatuto Internacional del Secreto desde que entró

en vigor por primera vez. Los lectores ingleses de más edad recordarán el

«episodio de Ilfracombe» sucedido en 1932, cuando un pícaro dragón galés

verde común se abalanzó sobre una playa abarrotada de muggles en

bañador. Por fortuna, la valiente actitud de una familia de magos que

estaba de vacaciones impidió que se produjeran desgracias. Por esa razón

se la premiaría con la Orden de Merlín, Primera Clase. Aquella familia

realizó la mayor tanda de encantamientos desmemorizantes de este siglo

sobre los habitantes de Ilfracombre, con lo que evitó la catástrofe por los

pelos.8

La Confederación Internacional de Magos ha tenido que multar a ciertas

naciones repetidas veces por contravenir la cláusula número 73. Tíbet y

Escocia son dos de las infractoras más persistentes. Los muggles han visto

en tantas ocasiones al yeti, que la Confederación Internacional de Magos se

vio obligada a instalar una Fuerza Operativa Internacional en las montañas

con carácter permanente. Entretanto, el kelpie más grande del mundo

continúa evadiendo su captura en el lago Ness y parece haber desarrollado

una verdadera sed de publicidad.

CONTROL DE CRÍA Y VENTA La posibilidad de que un no-mago se alarme ante la presencia de

cualquiera de las criaturas mágicas más grandes o peligrosas se ha

reducido notablemente gracias a las elevadas multas con que se castiga la

cría y venta de huevos y criaturas jóvenes. El Departamento de Regulación

Control de las Criaturas Mágicas que existen hoy: la División de Bestias, la

División de Seres y la División de Espíritus. 8 En su libro de 1972, Muggles que se dan cuenta, Blenheim Stalk afirma que

algunos residentes de Ilfracombe escaparon al encantamiento desmemorizante

masivo. "Aún hoy, un muggle llamado Dirk el Cuentista recorre los bares de toda

la costa sur explicando cómo un "sucio y enorme lagarto volador" le pinchó la

colchoneta.»

y Control de las Criaturas Mágicas mantiene una estricta vigilancia sobre

el comercio de bestias fantásticas. La Prohibición de la Reproducción

Experimental de 1965 convirtió en ilegal la creación de nuevas especies.

[…]

LA OFICINA DE DESINFORMACIÓN La Oficina de Desinformación se involucrará únicamente en situaciones

extraordinarias de colisión entre el mundo mágico y el muggle. Algunas

catástrofes o accidentes mágicos son demasiado notorios para que los

muggles se los expliquen sin la ayuda de una autoridad exterior. En esos

casos, la Oficina de Desinformación se pondrá en contacto directamente

con el primer ministro muggle para buscar una explicación del suceso que

sea plausible y que no tenga nada que ver con la magia. Gracias a que esta

oficina no escatimó esfuerzos para persuadir a los muggles de que todas las

evidencias fotográficas del kelpie del lago Ness son falsas, se ha

conseguido salvar una situación que en cierto momento pareció demasiado peligrosa.

CLASIFICACIONES DEL MINISTERIO DE LA MAGIA

El Departamento de Regulación y Control de las Criaturas Mágicas

clasifica a todas las bestias, seres y espíritus conocidos. Así se ofrece una

orientación rápida para saber qué peligro puede entrañar una criatura. Las

cinco categorías son las siguientes:

CLASIFICACIONES DEL MINISTERIO DE MAGIA (MM)

XXXXX Con reputación de asesinar magos / imposible de

entrenar domesticar

XXXX Peligrosa / requiere conocimientos especiales / magos

experimentados pueden manejarlas

XXX Magos competentes pueden salir adelante

XX Inofensivas / pueden ser domesticadas

X Aburridas

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En algunos casos, he considerado que era necesaria una explicación sobre

la clasificación de una bestia en particular y he añadido notas a pie de

página al respecto.

Criaturas de la A a la Z BASILISCO (También conocido como «rey de las serpientes»)

Clasificación del MM: XXXXX

El primer basilisco del que hay constancia fue criado por Herpo el Loco,

un mago tenebroso de Grecia que hablaba pársel. Después de muchos

experimentos, Herpo descubrió que de un huevo de gallina incubado por

un sapo salía una serpiente gigantesca dotada de poderes

extraordinariamente peligrosos. El basilisco es una serpiente verde

brillante que puede alcanzar más de quince metros de largo. El macho luce

una pluma escarlata sobre la cabeza. Tiene colmillos excepcionalmente

venenosos, pero su arma más mortífera es la mirada. Cualquiera que mire

directamente a sus grandes ojos amarillos morirá al instante.

Si la cantidad de comida es suficiente (el basilisco se alimenta de todos

los mamíferos y pájaros y de la mayoría de los reptiles), puede llegar a

vivir muchísimos años. Se cree que el basilisco de Herpo el Loco vivió

cerca de novecientos años.

La cría de basiliscos es ilegal desde la Edad Media, aunque la práctica se

puede ocultar fácilmente sacando el huevo que estaba debajo el sapo

cuando aparecen los empleados del Departamento de Regulación y Control

de las Criaturas Mágicas. Sin embargo, puesto que nadie puede

controlarlos excepto los hablantes de pársel, los basiliscos resultan tan

peligrosos para los magos tenebrosos como para cualquier otro. No se han

visto basiliscos en Gran Bretaña desde hace cuatro siglos.

ERKLING Clasificación del MM: XXXX

El erkling es una criatura oriunda de la Selva Negra alemana, cuyo aspecto

es similar al de los elfos. Son más grandes que un gnomo (miden noventa

centímetros como término medio) y tienen una cara puntiaguda. Los niños

encuentran fascinante su alegre y agudo parloteo, y los erklings tratarán de

apartarlos de sus tutores con engaños para comérselos. Sin embargo,

gracias a los severos controles del Ministerio de Magia alemán, durante los

últimos siglos se han reducido espectacularmente los asesinatos a manos

de erklings; el último ataque conocido de un erkling, cuyo objetivo era un

mago de seis años llamado Bruno Schmidt, terminó con la muerte del

erkling cuando el señorito Schmidt lo golpeó fuerte en la cabeza con el

caldero plegable de su padre.

FWOOPER Clasificación del MM: XXX

El fwooper es un pájaro africano que exhibe plumajes de

colores intensos; los hay anaranjados, rosados, verde lima y

amarillos. Este animal ha sido durante mucho tiempo

proveedor de plumas de fantasía y sus huevos también llaman

la atención por los dibujos de vivos colores de la cáscara.

Aunque al principio resulta agradable, su canto acaba por

volver loco a quien lo escucha.9 En consecuencia, el fwooper

se vende con un encantamiento silenciador que es preciso reforzar todos

los meses. Para ser dueño de un fwooper hay que tener una licencia, ya que

estas criaturas requieren un cuidado responsable.

9 Uric el Excéntrico intentó demostrar cierta vez que el canto del fwooper era en

realidad beneficioso para la salud y lo escuchó durante tres meses sin interrupción.

Desgraciadamente, el Consejo de Magos, al que informó de sus descubrimientos,

no se dejó convencer ya que Uric acudió al encuentro vestido únicamente con un

peluquín; al inspeccionar de cerca el peluquín, éste resultó ser un tejón muerto.

Page 12: Antología de criaturas

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QUINTAPED (También conocido como «Hairy MacBoon»)

Clasificación del MM: XXXXX

El quintaped es una bestia carnívora sumamente

peligrosa que muestra predilección por la carne

humana. Su cuerpo achatado está cubierto con

grueso pelo castaño rojizo, igual que sus cinco patas

de pies deformes. El quintaped se encuentra

solamente en la isla de Drear, mar adentro desde la

costa más septentrional de Escocia. Esta bestia es la razón de que Drear

haya sido encantada para que sea inmarcable.

La leyenda dice que la isla de Drear estaba poblada por dos familias de

magos, los McClivert y los MacBoon. Dugald, jefe del clan McClivert, y

Quintius, jefe del clan MacBoon, se enfrentaron completamente borrachos

en un duelo de magia y, supuestamente, Dugald cayó muerto en el

enfrentamiento. Como venganza, dice el relato, un grupo de los McClivert

rodeó una noche las viviendas de los MacBoon y los transformaron a todos

en unas monstruosas criaturas de cinco patas.

Los McClivert se dieron cuenta demasiado tarde de que los MacBoon

transformados eran infinitamente más peligrosos en ese estado que en su

forma humana (los MacBoon tenían fama de ser muy ineptos para la

hechicería).

Por si fuera poco, los MacBoon se resistieron a todos los empeños por

devolverles su forma original. Los monstruos mataron uno por uno a todos

los McClivert hasta que no quedaron humanos en la isla. Sólo entonces los

monstruos MacBoon comprendieron que, sin alguien que pudiera blandir

una varita, estaban condenados a permanecer de aquella forma para

siempre.

Si esta historia es verdadera o no, nunca lo sabremos. Lo cierto es que no

quedan McClivert ni MacBoon para contamos lo que sucedió con sus

antepasados.

Los quintapeds no pueden hablar. Se han resistido tenazmente a todos los

intentos que el Departamento de Regulación y Control de las Criaturas

Mágicas ha llevado a cabo para capturar un espécimen y destransformarlo.

Así que debemos suponer que si hay, como su nombre popular sugiere,

Hairy MacBoons, éstos están contentos de pasar el resto de sus días como

criaturas.

Para reflexionar

§ Teniendo en cuenta las características de esta obra (tema,

ilustraciones, descripciones, etc), la función que se establece en la

introducción y la forma en que se organiza Animales fantásticos

¿dentro de qué género ubicarías este texto?

§ Prestá atención a la presencia de los paratextos: imágenes, tablas,

títulos, notas al pie. ¿Qué información aportan? ¿Y las anotaciones

en letra cursiva, para qué sirven?

§ El texto juega a cruzar la ficción con la realidad. ¿De qué cosas se vale

para sostener la ilusión de que el texto es un libro «real» que algunas

personas utilizan y consultan para obtener información?

§ El tema que venimos trabajando es el de las criaturas y los creadores.

Pensemos ahora el caso de Animales fantásticos y cómo se presentan

estos sujetos. ¿Hay creadores? En ese caso ¿cuál es la relación entre

los humanos y las criaturas fantásticas? ¿Hay sólo un tipo de relación

o se mencionan diferentes casos?

§ ¿Se relata algún mito genético en Animales fantásticos? ¿Cuál?

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RESPONSABLES Y VÍCTIMAS En Animales fantásticos comenzamos a ver que las relaciones entre los creadores y sus criaturas se volvían más complejas: aparecían vínculos que iban desde la protección a la explotación, la curiosidad y el experimento. Ese texto, como «El Golem» de Borges nos permitía plantearnos también las reacciones de los creadores o responsables de ciertos actos. «Todo creador es responsable pero no todo responsable es creador», podríamos decir. Los textos que veremos a continuación incluyen diferentes formas de responsabilidad en cuanto a las acciones y a las relaciones con el otro. En todos los casos prestá atención a este aspecto. Empecemos con un cuento tradicional, esta vez proveniente de la India.

La naturaleza de la mente Se trataba de un hombre que llevaba muchas horas viajando a pie y estaba realmente cansado y sudoroso

bajo el implacable sol de la India. Extenuado y sin poder dar un paso más, se echó a descansar bajo un frondoso árbol. El suelo estaba duro y el hombre pensó en lo agradable que sería disponer de una cama. Resulta que aquél era un árbol celestial de los que conceden los deseos de los pensamientos y los hacen realidad. Así es que al punto apareció una confortable cama.

El hombre se echó sobre ella y estaba disfrutando en el mullido lecho cuando pensó en lo placentero que resultaría que una joven le diera masaje en sus fatigadas piernas. Al momento apareció una bellísima joven que comenzó a procurarle un delicioso masaje. Bien descansado, sintió hambre y pensó en qué grato sería poder degustar una sabrosa y opípara comida. En el acto aparecieron ante él los más suculentos manjares. El hombre comió hasta saciarse y se sentía muy dichoso. De repente le asaltó un pensamiento: “¡Mira que si ahora un tigre me atacase!” Apareció un tigre y lo devoró.

Cuento anónimo de la India

Muchos cuentos tradicionales contienen enseñanzas y reflexiones. Algunos de ellos remiten a la idea de prudencia; muchos parecen decir «Cuidado con lo que deseas» (o en este caso «Cuidado con lo que piensas»). ¿Podemos concluir sin más que este hombre es responsable de lo que le ocurrió?

----------------------- Vamos a leer ahora un microrrelato del escritor checo Franz Kafka. Los animales aparecen muy frecuentemente en su literatura, en ocasiones como uno de los estados a los que llegan sus protagonistas: en La metamorfosis, una de sus obras más conocidas, Gremor Samsa amanece convertido en un insecto sin saber por qué.

El híbrido Tengo un animal curioso mitad gatito, mitad cordero. Es una herencia de mi padre. En mi poder se

ha desarrollado del todo; antes era más cordero que gato. Ahora es mitad y mitad. Del gato tiene la cabeza y las uñas, del cordero el tamaño y la forma; de ambos los ojos, que son huraños y chispeantes, la piel suave y ajustada al cuerpo, los movimientos a la par saltarines y furtivos. Echado al sol, en el hueco de la ventana se hace un ovillo y ronronea; en el campo corre como loco y nadie lo alcanza. Dispara de los gatos y quiere atacar a los corderos. En las noches de luna su paseo favorito es la canaleta del tejado. No sabe maullar y abomina a los ratones. Horas y horas pasa al acecho ante el gallinero, pero jamás ha cometido un asesinato.

Lo alimento a leche; es lo que le sienta mejor. A grandes tragos sorbe la leche entre sus dientes de animal de presa. Naturalmente, es un gran espectáculo para los niños. La hora de visita es los domingos por la mañana. Me siento con el animal en las rodillas y me rodean todos los niños de la vecindad.

Se plantean entonces las más extraordinarias preguntas, que no puede contestar ningún ser humano. Por qué hay un solo animal así, por qué soy yo el poseedor y no otro, si antes ha habido un

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animal semejante y qué sucederá después de su muerte, si no se siente solo, por qué no tiene hijos, como se llama, etcétera.

No me tomo el trabajo de contestar: me limito a exhibir mi propiedad, sin mayores explicaciones. A veces las criaturas traen gatos; una vez llegaron a traer dos corderos. Contra sus esperanzas, no se produjeron escenas de reconocimiento. Los animales se miraron con mansedumbre desde sus ojos animales, y se aceptaron mutuamente como un hecho divino.

En mis rodillas el animal ignora el temor y el impulso de perseguir. Acurrucado contra mí es como se siente mejor. Se apega a la familia que lo ha criado. Esa fidelidad no es extraordinaria: es el recto instinto de un animal, que aunque tiene en la tierra innumerables lazos políticos, no tiene un solo consanguíneo, y para quien es sagrado el apoyo que ha encontrado en nosotros.

A veces tengo que reírme cuando resuella a mi alrededor, se me enreda entre las piernas y no quiere apartarse de mí. Como si no le bastara ser gato y cordero quiere también ser perro. Una vez -eso le acontece a cualquiera- yo no veía modo de salir de dificultades económicas, ya estaba por acabar con todo. Con esa idea me hamacaba en el sillón de mi cuarto, con el animal en las rodillas; se me ocurrió bajar los ojos y vi lágrimas que goteaban en sus grandes bigotes. ¿Eran suyas o mías? ¿Tiene este gato de alma de cordero el orgullo de un hombre? No he heredado mucho de mi padre, pero vale la pena cuidar este legado.

Tiene la inquietud de los dos, la del gato y la del cordero, aunque son muy distintas. Por eso le queda chico el pellejo. A veces salta al sillón, apoya las patas delanteras contra mi hombro y me acerca el hocico al oído. Es como si me hablara, y de hecho vuelve la cabeza y me mira deferente para observar el efecto de su comunicación. Para complacerlo hago como si lo hubiera entendido y muevo la cabeza. Salta entonces al suelo y brinca alrededor.

Tal vez la cuchilla del carnicero fuera la redención para este animal, pero él es una herencia y debo negársela. Por eso deberá esperar hasta que se le acabe el aliento, aunque a veces me mira con razonables ojos humanos, que me instigan al acto razonable.

Franz Kafka. Relatos completos 1. Editorial Losada, Buenos Aires, 2001.

Para reflexionar

§ ¿Qué tipo de narrador tenemos en este caso?

§ El narrador comenta en un determinado momento que la criatura lo mira «con razonables ojos

humanos». ¿Por qué le atribuye características humanas al animal? ¿Qué relación guarda esta

caracterización con el padre del narrador?

§ El título del microrrelato hace referencia a los «híbridos», seres que reúnen características de

diferentes especies. ¿Qué otras criaturas fantásticas similares conocés? ¿En alguno de esos

relatos hay alguna preocupación por el bienestar de esas criaturas?

§ Compará la actitud del dueño del híbrido hacia éste con las del rabino en «El Golem» y algunos

de los personajes nombrados de Animales fantásticos… ¿En qué difieren y en qué se parecen?

¿En alguno de estos relatos se muestra lo que piensan las criaturas, se les da la oportunidad de

comunicarlo?

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El cuento que vas a leer a continuación fue escrito por el argentino Leopoldo Lugones en 1906. Para comprender «Yzur» es necesario reconstruir un poco ese contexto histórico en el que surgió este relato. Además, Lugones perteneció a una tendencia artística llamada Modernismo, que en el caso de la narrativa se caracterizó por experimentar con narradores, el uso de vocabulario propio de diferentes disciplinas y la construcción de finales con efecto sorpresa. Antes de leer

§ En el cuento se hace referencia a descubrimientos científicos, a disciplinas como la antropología y la biología. Buscá información sobre los principales descubrimientos o ideas de estas disciplinas que surgieron en la segunda mitad del siglo XIX.

§ A fines del siglo XIX, se consolidó una tendencia en el campo de las ideas llamada positivismo. Buscá cuáles fueron sus características principales.

§ Buscá cuáles son los pasos del llamado «método científico» y revisá si el cuento respeta esas pautas.

Yzur

Compré el mono en el remate de un circo que había quebrado. La primera vez que se me ocurrió tentar la experiencia a cuyo relato están dedicadas estas líneas, fue

una tarde, leyendo no sé dónde, que los naturales de Java atribuían la falta de lenguaje articulado en los monos a la abstención, no a la incapacidad. "No hablan, decían, para que no los hagan trabajar".

Semejante idea, nada profunda al principio, acabó por preocuparme hasta convertirse en este postulado antropológico: Los monos fueron hombres que por una u otra razón dejaron de hablar. El hecho produjo la atrofia de sus órganos de fonación y de los centros cerebrales del lenguaje; debilitó casi hasta suprimirla la relación entre unos y otros, fijando el idioma de la especie en el grito inarticulado, y el humano primitivo descendió a ser animal.

Claro es que si llegara a demostrarse esto quedarían explicadas desde luego todas las anomalías que hacen del mono un ser tan singular; pero esto no tendría sino una demostración posible: devolver el mono al lenguaje.

Trabajado por mi idea fija del lenguaje de los monos, agoté toda la bibliografía concerniente al problema, sin ningún resultado apreciable. Sabía únicamente, con entera seguridad, que no hay ninguna

razón científica para que el mono no hable. Esto llevaba cinco años de meditaciones. Yzur (nombre cuyo origen nunca pude descubrir, pues lo ignoraba igualmente su anterior patrón), Yzur

era ciertamente un animal notable. La educación del circo, bien que reducida casi enteramente al mimetismo, había desarrollado mucho sus facultades; y esto era lo que me incitaba más a ensayar sobre él mi, en apariencia, disparatada teoría.

Por otra parte, sábese que el chimpancé (Yzur lo era) es entre los monos el mejor provisto de cerebro y uno de los más dóciles, lo cual aumentaba mis probabilidades. Cada vez que lo veía avanzar en dos pies, con las manos a la espalda para conservar el equilibrio, y su aspecto de marinero borracho, la convicción de su humanidad detenida se vigorizaba en mí.

No hay a la verdad razón alguna para que el mono no articule absolutamente. Su lenguaje natural, es decir, el conjunto de gritos con que se comunica a sus semejantes, es asaz variado; su laringe, por más distinta que resulte de la humana, nunca lo es tanto como la del loro, que habla sin embargo; y en cuanto a su cerebro, fuera de que la comparación con el de este último animal desvanece toda duda, basta recordar que el del idiota es también rudimentario, a pesar de lo cual hay cretinos que pronuncian algunas palabras. Por lo que hace a la circunvolución de Broca, depende, es claro, del desarrollo total del cerebro; fuera de que no está probado que ella sea fatalmente el sitio de localización del lenguaje. Si es el caso de localización mejor establecido en anatomía, los hechos contradictorios son desde luego incontestables.

Felizmente los monos tienen, entre sus muchas malas condiciones, el gusto por aprender, como lo demuestra su tendencia imitativa; la memoria feliz, la reflexión que llega hasta una profunda facultad de disimulo, y la atención comparativamente más desarrollada que en el niño. Es, pues, un sujeto pedagógico de los más favorables.

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El mío era joven además, y es sabido que la juventud constituye la época más intelectual del mono, parecido en esto al negro. La dificultad estribaba solamente en el método que se emplearía para comunicarle la palabra. Conocía todas las infructuosas tentativas de mis antecesores; y está de más decir, que ante la competencia de algunos de ellos y la nulidad de todos sus esfuerzos, mis propósitos fallaron más de una vez, cuando el tanto pensar sobre aquel tema fue llevándome a esta conclusión:

Lo primero consiste en desarrollar el aparato de fonación del mono. Así es, en efecto, como se procede con los sordomudos antes de llevarlos a la articulación; y no bien

hube reflexionado sobre esto, cuando las analogías entre el sordomudo y el mono se agolparon en mi espíritu.

Primero de todo, su extraordinaria movilidad mímica que compensa al lenguaje articulado, demostrando que no por dejar de hablar se deja de pensar, así haya disminución de esta facultad por la paralización de aquella. Después otros caracteres más peculiares por ser más específicos: la diligencia en el trabajo, la fidelidad, el coraje, aumentados hasta la certidumbre por estas dos condiciones cuya comunidad es verdaderamente reveladora; la facilidad para los ejercicios de equilibrio y la resistencia al marco.

Decidí, entonces, empezar mi obra con una verdadera gimnasia de los labios y de la lengua de mi mono, tratándolo en esto como a un sordomudo. En lo restante, me favorecería el oído para establecer comunicaciones directas de palabra, sin necesidad de apelar al tacto. El lector verá que en esta parte prejuzgaba con demasiado optimismo.

Felizmente, el chimpancé es de todos los grandes monos el que tiene labios más movibles; y en el caso particular, habiendo padecido Yzur de anginas, sabía abrir la boca para que se la examinaran.

La primera inspección confirmó en parte mis sospechas. La lengua permanecía en el fondo de su boca, como una masa inerte, sin otros movimientos que los de la deglución. La gimnasia produjo luego su efecto, pues a los dos meses ya sabía sacar la lengua para burlar. Ésta fue la primera relación que conoció entre el movimiento de su lengua y una idea; una relación perfectamente acorde con su naturaleza, por otra parte.

Los labios dieron más trabajo, pues hasta hubo que estirárselos con pinzas; pero apreciaba -quizá por mi expresión- la importancia de aquella tarea anómala y la acometía con viveza. Mientras yo practicaba los movimientos labiales que debía imitar, permanecía sentado, rascándose la grupa con su brazo vuelto hacia atrás y guiñando en una concentración dubitativa, o alisándose las patillas con todo el aire de un hombre que armoniza sus ideas por medio de ademanes rítmicos. Al fin aprendió a mover los labios.

Pero el ejercicio del lenguaje es un arte difícil, como lo prueban los largos balbuceos del niño, que lo llevan, paralelamente con su desarrollo intelectual, a la adquisición del hábito. Está demostrado, en efecto, que el centro propio de las inervaciones vocales, se halla asociado con el de la palabra en forma tal, que el desarrollo normal de ambos depende de su ejercicio armónico; y esto ya lo había presentido en 1785 Heinicke, el inventor del método oral para la enseñanza de los sordomudos, como una consecuencia filosófica. Hablaba de una "concatenación dinámica de las ideas", frase cuya profunda claridad honraría a más de un psicólogo contemporáneo.

Yzur se encontraba, respecto al lenguaje, en la misma situación del niño que antes de hablar entiende ya muchas palabras; pero era mucho más apto para asociar los juicios que debía poseer sobre las cosas, por su mayor experiencia de la vida.

Estos juicios, que no debían ser sólo de impresión, sino también inquisitivos y disquisitivos, a juzgar por el carácter diferencial que asumían, lo cual supone un raciocinio abstracto, le daban un grado superior de inteligencia muy favorable por cierto a mi propósito.

Si mis teorías parecen demasiado audaces, basta con reflexionar que el silogismo10, o sea el argumento lógico fundamental, no es extraño a la mente de muchos animales. Como que el silogismo es originariamente una comparación entre dos sensaciones. Si no, ¿por qué los animales que conocen al hombre huyen de él, y no los que nunca le conocieron?...

Comencé, entonces, la educación fonética de Yzur.

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El silogismo es una forma de razonamiento deductivo que consta de dos proposiciones como premisas y otra como conclusión, por ejemplo: Los animales son seres vivos – Los humanos son animales – Por lo tanto, los humanos son seres vivos.

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Tratábase de enseñarle primero la palabra más mecánica, para llevarlo progresivamente a la palabra sensata.

Poseyendo el mono la voz, es decir, llevando esto de ventaja al sordomudo, con más ciertas articulaciones rudimentarias, tratábase de enseñarle las modificaciones de aquella, que constituyen los fonemas y su articulación, llamada por los maestros estática o dinámica, según que se refiera a las vocales o a las consonantes.

Dada la glotonería del mono, y siguiendo en esto un método empleado por Heinicke con los sordomudos, decidí asociar cada vocal con una golosina: a con papa; e con leche; i con vino; o con coco; u con azúcar, haciendo de modo que la vocal estuviese contenida en el nombre de la golosina, ora con dominio único y repetido como en papa, coco, leche, ora reuniendo los dos acentos, tónico y prosódico, es decir, como fundamental: vino, azúcar.

Todo anduvo bien, mientras se trató de las vocales, o sea los sonidos que se forman con la boca abierta. Yzur los aprendió en quince días. Sólo que a veces, el aire contenido en sus abazones les daba una rotundidad de trueno. La u fue lo que más le costó pronunciar.

Las consonantes me dieron un trabajo endemoniado, y a poco hube de comprender que nunca llegaría a pronunciar aquellas en cuya formación entran los dientes y las encías. Sus largos colmillos y sus abazones, lo estorbaban enteramente.

El vocabulario quedaba reducido, entonces a las cinco vocales, la b, la k, la m, la g, la f y la c, es decir todas aquellas consonantes en cuya formación no intervienen sino el paladar y la lengua.

Aun para esto no me bastó el oído. Hube de recurrir al tacto como un sordomudo, apoyando su mano en mi pecho y luego en el suyo para que sintiera las vibraciones del sonido.

Y pasaron tres años, sin conseguir que formara palabra alguna. Tendía a dar a las cosas, como nombre propio, el de la letra cuyo sonido predominaba en ellas. Esto era todo.

En el circo había aprendido a ladrar como los perros, sus compañeros de tarea; y cuando me veía desesperar ante las vanas tentativas para arrancarle la palabra, ladraba fuertemente como dándome todo lo que sabía. Pronunciaba aisladamente las vocales y consonantes, pero no podía asociarlas. Cuando más, acertaba con una repetición de pes y emes.

Por despacio que fuera, se había operado un gran cambio en su carácter. Tenía menos movilidad en las facciones, la mirada más profunda, y adoptaba posturas meditativas. Había adquirido, por ejemplo, la costumbre de contemplar las estrellas. Su sensibilidad se desarrollaba igualmente; íbasele notando una gran facilidad de lágrimas. Las lecciones continuaban con inquebrantable tesón, aunque sin mayor éxito. Aquello había llegado a convertirse en una obsesión dolorosa, y poco a poco sentíame inclinado a emplear la fuerza. Mi carácter iba agriándose con el fracaso, hasta asumir una sorda animosidad contra Yzur. Éste se intelectualizaba más, en el fondo de su mutismo rebelde, y empezaba a convencerme de que nunca lo sacaría de allí, cuando supe de golpe que no hablaba porque no quería. El cocinero, horrorizado, vino a decirme una noche que había sorprendido al mono "hablando verdaderas palabras". Estaba, según su narración, acurrucado junto a una higuera de la huerta; pero el terror le impedía recordar lo esencial de esto, es decir, las palabras. Sólo creía retener dos: cama y pipa. Casi le doy de puntapiés por su imbecilidad.

No necesito decir que pasé la noche poseído de una gran emoción; y lo que en tres años no había cometido, el error que todo lo echó a perder, provino del enervamiento de aquel desvelo, tanto como de mi excesiva curiosidad.

En vez de dejar que el mono llegara naturalmente a la manifestación del lenguaje, llaméle al día siguiente y procuré imponérsela por obediencia.

No conseguí sino las pes y las emes con que me tenía harto, las guiñadas hipócritas y -Dios me perdone- una cierta vislumbre de ironía en la azogada ubicuidad de sus muecas.

Me encolericé, y sin consideración alguna, le di de azotes. Lo único que logré fue su llanto y un silencio absoluto que excluía hasta los gemidos.

A los tres días cayó enfermo, en una especie de sombría demencia complicada con síntomas de meningitis. Sanguijuelas, afusiones frías, purgantes, revulsivos cutáneos, alcoholaturo de brionia, bromuro -toda la terapéutica del espantoso mal le fue aplicada. Luché con desesperado brío, a impulsos de un remordimiento y de un temor. Aquél por creer a la bestia una víctima de mi crueldad; éste por la suerte del secreto que quizá se llevaba a la tumba.

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Mejoró al cabo de mucho tiempo, quedando, no obstante, tan débil, que no podía moverse de su cama. La proximidad de la muerte habíalo ennoblecido y humanizado. Sus ojos llenos de gratitud, no se separaban de mí, siguiéndome por toda la habitación como dos bolas giratorias, aunque estuviese detrás de él; su mano buscaba las mías en una intimidad de convalecencia. En mi gran soledad, iba adquiriendo rápidamente la importancia de una persona.

El demonio del análisis, que no es sino una forma del espíritu de perversidad, impulsábame, sin embargo, a renovar mis experiencias. En realidad el mono había hablado. Aquello no podía quedar así.

Comencé muy despacio, pidiéndole las letras que sabía pronunciar. ¡Nada! Dejelo solo durante horas, espiándolo por un agujerillo del tabique. ¡Nada! Hablele con oraciones breves, procurando tocar su fidelidad o su glotonería. ¡Nada! Cuando aquéllas eran patéticas, los ojos se le hinchaban de llanto. Cuando le decía una frase habitual, como el "yo soy tu amo" con que empezaba todas mis lecciones, o el "tú eres mi mono" con que completaba mi anterior afirmación, para llevar a un espíritu la certidumbre de una verdad total, él asentía cerrando los párpados; pero no producía sonido, ni siquiera llegaba a mover los labios.

Había vuelto a la gesticulación como único medio de comunicarse conmigo; y este detalle, unido a sus analogías con los sordomudos, hacía redoblar mis preocupaciones, pues nadie ignora la gran predisposición de estos últimos a las enfermedades mentales. Por momentos deseaba que se volviera loco, a ver si el delirio rompía al fin su silencio. Su convalecencia seguía estacionaria. La misma flacura, la misma tristeza. Era evidente que estaba enfermo de inteligencia y de dolor. Su unidad orgánica habíase roto al impulso de una cerebración anormal, y día más, día menos, aquél era caso perdido. Más, a pesar de la mansedumbre que el progreso de la enfermedad aumentaba en él, su silencio, aquel desesperante silencio provocado por mi exasperación, no cedía. Desde un oscuro fondo de tradición petrificada en instinto, la raza imponía su milenario mutismo al animal, fortaleciéndose de voluntad atávica en las raíces mismas de su ser. Los antiguos hombres de la selva, que forzó al silencio, es decir, al suicidio intelectual, quién sabe qué bárbara injusticia, mantenían su secreto formado por misterios de bosque y abismos de prehistoria, en aquella decisión ya inconsciente, pero formidable con la inmensidad de su tiempo. Infortunios del antropoide retrasado en la evolución cuya delantera tomaba el humano con un despotismo de sombría barbarie, habían, sin duda, destronado a las grandes familias cuadrumanas del dominio arbóreo de sus primitivos edenes, raleando sus filas, cautivando sus hembras para organizar la esclavitud desde el propio vientre materno, hasta infundir a su impotencia de vencidas el acto de dignidad mortal que las llevaba a romper con el enemigo el vínculo superior también, pero infausto, de la palabra, refugiándose como salvación suprema en la noche de la animalidad.

Y qué horrores, qué estupendas sevicias no habrían cometido los vencedores humanos con la semibestia en trance de evolución, para que ésta, después de haber gustado el encanto intelectual que es el fruto paradisíaco de las biblias, se resignara a aquella claudicación de su extirpe en la degradante igualdad de los inferiores; a aquel retroceso que cristalizaba por siempre su inteligencia en los gestos de un automatismo de acróbata; a aquella gran cobardía de la vida que encorvaría eternamente, como en distintivo bestial, sus espaldas de dominado, imprimiéndole ese melancólico azoramiento que permanece en el fondo de su caricatura.

He aquí lo que, al borde mismo del éxito, había despertado mi malhumor en el fondo del limbo atávico. A través del millón de años, la palabra, con su conjuro, removía la antigua alma simiana; pero contra esa tentación que iba a violar las tinieblas de la animalidad protectora, la memoria ancestral, difundida en la especie bajo un instintivo horror, oponía también edad sobre edad como una muralla.

Yzur entró en agonía sin perder el conocimiento. Una dulce agonía a ojos cerrados, con respiración débil, pulso vago, quietud absoluta, que sólo interrumpía para volver de cuando en cuando hacia mí, con una desgarradora expresión de eternidad, su cara de viejo mulato triste. Y la última noche, la tarde de su muerte, fue cuando ocurrió la cosa extraordinaria que me ha decidido a emprender esta narración.

Habíame dormitado a su cabecera, vencido por el calor y la quietud del crepúsculo que empezaba, cuando sentí de pronto que me asían por la muñeca.

Desperté sobresaltado. El mono, con los ojos muy abiertos, se moría definitivamente aquella vez, y su expresión era tan humana, que me infundió horror; pero su mano, sus ojos, me atraían con tanta elocuencia hacia él, que hube de inclinarme de inmediato a su rostro; y entonces, con su último suspiro, el último suspiro que coronaba y desvanecía a la vez mi esperanza, brotaron -estoy seguro-, brotaron en un

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murmullo (¿cómo explicar el tono de una voz que ha permanecido sin hablar diez mil siglos?) estas palabras cuya humanidad reconciliaba las especies:

-AMO, AGUA, AMO, MI AMO...

Leopoldo Lugones. Las fuerzas extrañas. (Adaptado)

Para reflexionar sobre el cuento:

§ Leé con atención las siguientes citas

Una característica de la ficción literaria es el verosímil. Verosímil significa verdadero, pero en literatura se refiera a la manera en que cada texto literario construye su ficción; Esa ficción puede acercarse o no a lo que nosotros entendemos por realidad. Cuando hablamos de verosímil estamos hablando de cómo un texto presenta o construye su realidad. Así, un cuento policial construirá su realidad de una determinada forma, un cuento fantástico lo hará de otra; en ambos casos hay cosas que pueden ocurrir y otras que no

Carolina Cuesta. La máquina literaria, p. 65 (Fragmento adaptado)

En «Yzur» el recurso del texto, al nivel del lenguaje, reside en crear un verosímil que lo acerque a la retórica del discurso científico. […] Lugones no adopta exactamente la forma del cuento; si se omite su transgresión fantástica -su desenlace- el cuento puede ser leído como el relato o informe de una experiencia científica. […] Hay una la particular transgresión a la teoría de la evolución: el poder indiscriminado de los hombres provocó el mutismo de los monos y su caída de la especie humana.

Guillermo Sánchez. «Tentativas sobre ‘Yzur’, de Leopoldo Lugones». Hologramática literaria - Facultad de Ciencias Sociales - UNLZ Año I, N° 2, V1.

Disponible en: http://www.cienciared.com.ar/ra/usr/10/170/hle3.pdf (Fragmento adaptado)

§ Esos dos fragmentos nos hablan del modo en que se construye una ficción, un texto literario.

Se afirma también que «Yzur» tiene características del llamado «discurso científico». Buscá

en el cuento campos semánticos que remitan a alguna disciplina científica. Revisá también si

se cumplen los pasos del método científico. Con todo esto, elaborá una respuesta en la que

apoyes las afirmaciones de Guillermo Sánchez utilizando ejemplos y argumentando.

§ ¿Cuál es la relación del narrador con Yzur? ¿Va cambiando a lo largo del relato? Pensar y

comparar este relato con textos leídos anteriormente en los que se aborde la relación entre

criaturas y creadores.

§ Revisá cómo caracteriza el narrador a Yzur: qué palabras utiliza, qué valoraciones implican

las mismas, con quiénes compara al chimpancé. Por otra parte, ¿hay comentarios o

afirmaciones que muestren la idea de superioridad de uno de los personajes por sobre el

otro? ¿Se manifiestan ideas eurocéntricas en el texto?

§ ¿Con qué objetivo justificar el narrador su relato?

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Ray Bradbury es un escritor norteamericano conocido por sus relatos de ciencia ficción y fantasía. Una de sus novelas más famosas, Farenheit 451, narra la historia de un hombre que se dedica a quemar libros en un futuro no muy lejano donde se cree que los libros son peligrosos. Lo que vamos a leer a continuación no es una novela sino un relato mucho más breve donde aparecen elementos fantásticos y mitológicos

La sirena Allá afuera en el agua helada, lejos de la costa, esperábamos todas las noches la llegada de la niebla, y la niebla llegaba, y aceitábamos la maquinaria de bronce, y encendíamos los faros de niebla en lo alto de la torre. Como dos pájaros en el cielo gris, McDunn y yo lanzábamos el rayo de luz, rojo, luego blanco, luego rojo otra vez, que miraba los barcos solitarios. Y si ellos no veían nuestra luz, oían siempre nuestra voz, el grito alto y profundo de la sirena, que temblaba entre jirones de neblina y sobresaltaba y alejaba a las gaviotas como mazos de naipes arrojados al aire, y hacía crecer las olas y las cubría de espuma.

-Es una vida solitaria, pero uno se acostumbra, ¿no es cierto? -preguntó McDunn. -Sí -dije-. Afortunadamente, es usted un buen conversador. -Bueno, mañana irás a tierra -agregó McDunn sonriendo- a bailar con las muchachas y tomar ginebra. -¿En qué piensa usted, McDunn, cuando lo dejo solo? -En los misterios del mar. McDunn encendió su pipa. Eran las siete y cuarto de una helada tarde de noviembre. La luz movía su

cola en doscientas direcciones, y la sirena zumbaba en la alta garganta del faro. En ciento cincuenta kilómetros de costa no había poblaciones; sólo un camino solitario que atravesaba los campos desiertos hasta el mar, un estrecho de tres kilómetros de frías aguas, y unos pocos barcos.

-Los misterios del mar -dijo McDunn pensativamente-. ¿Pensaste alguna vez que el mar es como un enorme copo de nieve? Se mueve y crece con mil formas y colores, siempre distintos. Es raro. Una noche, hace años, todos los peces del mar salieron ahí a la superficie. Algo los hizo subir y quedarse flotando en las aguas, como temblando y mirando la luz del faro que caía sobre ellos, roja, blanca, roja, blanca, de modo que yo podía verles los ojitos. Me quedé helado. Eran como una gran cola de pavo real, y se quedaron ahí hasta la medianoche. Luego, casi sin ruido, desaparecieron. Un millón de peces desapareció. Imaginé que quizás, de algún modo, vinieron en peregrinación. Raro, pero piensa en qué debe parecerles una torre que se alza veinte metros sobre las aguas, y el dios-luz que sale del faro, y la torre que se anuncia a sí misma con una voz de monstruo. Nunca volvieron aquellos peces, ¿pero no se te ocurre que creyeron ver a Dios?

Me estremecí. Miré las grandes y grises praderas del mar que se extendían hacia ninguna parte, hacia la nada.

-Oh, hay tantas cosas en el mar -McDunn chupó su pipa nerviosamente, parpadeando. Estuvo nervioso durante todo el día y nunca dijo la causa-. A pesar de nuestras máquinas y los llamados submarinos, pasarán diez mil siglos antes de que pisemos realmente las tierras sumergidas, sus fabulosos reinos, y sintamos realmente miedo. Piénsalo, allá abajo es todavía el año 300,000 antes de Cristo. Cuando nos paseábamos con trompetas arrancándonos países y cabezas, ellos vivían ya bajo las aguas, a dieciocho kilómetros de profundidad, helados en un tiempo tan antiguo como la cola de un cometa.

-Sí, es un mundo viejo. -Ven. Te reservé algo especial. Subimos con lentitud los ochenta escalones, hablando. Arriba, McDunn apagó las luces del cuarto para

que no hubiese reflejos en las paredes de vidrio. El gran ojo de luz zumbaba y giraba con suavidad sobre sus cojinetes aceitados. La sirena llamaba regularmente cada quince segundos.

-Es como la voz de un animal, ¿no es cierto? -McDunn se asintió a sí mismo con un movimiento de cabeza-. Un gigantesco y solitario animal que grita en la noche. Echado aquí, al borde de diez billones de años, y llamando hacia los abismos. Estoy aquí, estoy aquí, estoy aquí. Y los abismos le responden, sí, le responden. Ya llevas aquí tres meses, Johnny, y es hora que lo sepas. En esta época del año -dijo McDunn estudiando la oscuridad y la niebla-, algo viene a visitar el faro.

-¿Los cardúmenes de peces? -No, otra cosa. No te lo dije antes porque me creerías loco, pero no puedo callar más. Si mi calendario

no se equivoca, esta noche es la noche. No diré mucho, lo verás tú mismo. Siéntate aquí. Mañana, si quieres, empaquetas tus cosas y tomas la lancha y sacas el coche desde el galpón del muelle, y escapas

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hasta algún pueblito del mediterráneo y vives allí sin apagar nunca las luces de noche. No te acusaré. Ha ocurrido en los últimos tres años y sólo esta vez hay alguien conmigo. Espera y mira.

Pasó media hora y sólo murmuramos unas pocas frases. Cuando nos cansamos de esperar, McDunn me explicó algunas de sus ideas sobre la sirena.

-Un día, hace muchos años, vino un hombre y escuchó el sonido del océano en la costa fría y sin sol, y dijo: "Necesitamos una voz que llame sobre las aguas, que advierta a los barcos; haré esa voz. Haré una voz que será como todo el tiempo y toda la niebla; una voz como una cama vacía junto a ti toda la noche, y como una casa vacía cuando abres la puerta, y como otoñales árboles desnudos. Un sonido de pájaros que vuelan hacia el sur, gritando, y un sonido de viento de noviembre y el mar en la costa dura y fría. Haré un sonido tan desolado que alcanzará a todos y al oírlo gemirán las almas, y los hogares parecerán más tibios, y en las distantes ciudades todos pensarán que es bueno estar en casa. Haré un sonido y un aparato y lo llamarán la sirena, y quienes lo oigan conocerán la tristeza de la eternidad y la brevedad de la vida".

La sirena llamó. -Imaginé esta historia -dijo McDunn en voz baja- para explicar por qué esta criatura visita el faro todos

los años. La sirena la llama, pienso, y ella viene... -Pero... -interrumpí. -Chist... -ordenó McDunn-. ¡Allí! -Señaló los abismos. -Algo se acercaba al faro, nadando. Era una noche helada, como ya dije. El frío entraba en el faro, la luz iba y venía, y la sirena llamaba y

llamaba entre los hilos de la niebla. Uno no podía ver muy lejos, ni muy claro, pero allí estaba el mar profundo moviéndose alrededor de la tierra nocturna, aplastado y mudo, gris como barro, y aquí estábamos nosotros dos, solos en la torre, y allá, lejos al principio, se elevó una onda, y luego una ola, una burbuja, una raya de espuma. Y en seguida, desde la superficie del mar frío salió una cabeza, una cabeza grande, oscura, de ojos inmensos, y luego un cuello. Y luego... no un cuerpo, sino más cuello, y más. La cabeza se alzó doce metros por encima del agua sobre un delgado y hermoso cuello oscuro. Sólo entonces, como una islita de coral negro y moluscos y cangrejos, surgió el cuerpo desde los abismos. La cola se sacudió sobre las aguas. Me pareció que el monstruo tenía unos veinte o treinta metros de largo.

No sé qué dije entonces, pero algo dije. -Calma, muchacho, calma -murmuró McDunn. -¡Es imposible! -exclamé. -No, Johnny, nosotros somos imposibles. Él es lo que era hace diez millones de años. No ha cambiado.

Nosotros y la Tierra cambiamos, nos hicimos imposibles. Nosotros. El monstruo nadó lentamente y con una gran y oscura majestad en las aguas frías. La niebla iba y venía

a su alrededor, borrando por instantes su forma. Uno de los ojos del monstruo reflejó nuestra inmensa luz, roja, blanca, roja, blanca, y fue como un disco que en lo alto de una mano enviase un mensaje en un código primitivo. El silencio del monstruo era como el silencio de la niebla.

Yo me agaché, sosteniéndome en la barandilla de la escalera. -¡Parece un dinosaurio! -Sí, uno de la tribu. -¡Pero murieron todos! -No, se ocultaron en los abismos del mar. Muy, muy abajo en los más abismales de los abismos. Es ésta

una verdadera palabra ahora, Johnny, una palabra real; dice tanto: los abismos. Una palabra con toda la frialdad y la oscuridad y las profundidades del mundo.

-¿Qué haremos? -¿Qué podemos hacer? Es nuestro trabajo. Además, estamos aquí más seguros que en cualquier bote

que pudiera llevarnos a la costa. El monstruo es tan grande como un destructor, y casi tan rápido. -¿Pero por qué viene aquí? En seguida tuve la respuesta. La sirena llamó. Y el monstruo respondió. Un grito que atravesó un millón de años, nieblas y agua. Un grito tan angustioso y solitario que tembló

dentro de mi cuerpo y de mi cabeza. El monstruo le gritó a la torre. La sirena llamó. El monstruo rugió otra

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vez. La sirena llamó. El monstruo abrió su enorme boca dentada, y de la boca salió un sonido que era el llamado de la sirena. Solitario, vasto y lejano. Un sonido de soledad, mares invisibles, noches frías. Eso era el sonido.

-¿Entiendes ahora -susurró McDunn- por qué viene aquí? Asentí con un movimiento de cabeza. -Todo el año, Johnny, ese monstruo estuvo allá, mil kilómetros mar adentro, y a treinta kilómetros

bajo las aguas, soportando el paso del tiempo. Quizás esta solitaria criatura tiene un millón de años. Piénsalo, esperar un millón de años. ¿Esperarías tanto? Quizás es el último de su especie. Yo así lo creo. De todos modos, hace cinco años vinieron aquí unos hombres y construyeron este faro. E instalaron la sirena, y la sirena llamó y llamó y su voz llegó hasta donde tú estabas, hundido en el sueño y en recuerdos de un mundo donde había miles como tú. Pero ahora estás solo, enteramente solo en un mundo que no te pertenece, un mundo del que debes huir. El sonido de la sirena llega entonces, y se va, y llega y se va otra vez, y te mueves en el barroso fondo de los abismos, y abres los ojos como los lentes de una cámara de cincuenta milímetros, y te mueves lentamente, lentamente, pues tienes todo el peso del océano sobre los hombros. Pero la sirena atraviesa mil kilómetros de agua, débil y familiar, y en el horno de tu vientre arde otra vez el juego, y te incorporas lentamente, lentamente. Te alimentas de grandes cardúmenes de bacalaos y de ríos de medusas, y subes lentamente por los meses de otoño, y septiembre cuando nacen las nieblas, y octubre con más niebla, y la sirena todavía llama, y luego, en los últimos días de noviembre, luego de ascender día a día, unos pocos metros por hora, estás cerca de la superficie, y todavía vivo. Tienes que subir lentamente: si te apresuras; estallas. Así que tardas tres meses en llegar a la superficie, y luego unos días más para nadar por las frías aguas hasta el faro. Y ahí estás, ahí, en la noche, Johnny, el mayor de los monstruos creados. Y aquí está el faro, que te llama, con un cuello largo como el tuyo que emerge del mar, y un cuerpo como el tuyo, y, sobre todo, con una voz como la tuya. ¿Entiendes ahora, Johnny, entiendes?

La sirena llamó. El monstruo respondió. Lo vi todo... lo supe todo. En solitario un millón de años, esperando a alguien que nunca volvería. El

millón de años de soledad en el fondo del mar, la locura del tiempo allí, mientras los cielos se limpiaban de pájaros reptiles, los pantanos se secaban en los continentes, los perezosos y dientes de sable se zambullían en pozos de alquitrán, y los hombres corrían como hormigas blancas por las lomas.

La sirena llamó. -El año pasado -dijo McDunn-, esta criatura nadó alrededor y alrededor, alrededor y alrededor, toda la

noche. Sin acercarse mucho, sorprendida, diría yo. Temerosa, quizás. Pero al otro día, inesperadamente, se levantó la niebla, brilló el sol, y el cielo era tan azul como en un cuadro. Y el monstruo huyó del calor, y el silencio, y no regresó. Imagino que estuvo pensándolo todo el año, pensándolo de todas las formas posibles.

El monstruo estaba ahora a no más de cien metros, y él y la sirena se gritaban en forma alternada. Cuando la luz caía sobre ellos, los ojos del monstruo eran fuego y hielo.

-Así es la vida -dijo McDunn-. Siempre alguien espera que regrese algún otro que nunca vuelve. Siempre alguien que quiere a algún otro que no lo quiere. Y al fin uno busca destruir a ese otro, quienquiera que sea, para que no nos lastime más.

El monstruo se acercaba al faro. La sirena llamó. -Veamos qué ocurre -dijo McDunn. Apagó la sirena. El minuto siguiente fue de un silencio tan intenso que podíamos oír nuestros corazones que golpeaban

en el cuarto de vidrio, y el lento y lubricado girar de la luz. El monstruo se detuvo. Sus grandes ojos de linterna parpadearon. Abrió la boca. Emitió una especie de

ruido sordo, como un volcán. Movió la cabeza de un lado a otro como buscando los sonidos que ahora se perdían en la niebla. Miró el faro. Algo retumbó otra vez en su interior. Y se le encendieron los ojos. Se incorporó, azotando el agua, y se acercó a la torre con ojos furiosos y atormentados.

-¡McDunn! -grité-. ¡La sirena! McDunn buscó a tientas el obturador. Pero antes de que la sirena sonase otra vez, el monstruo ya se

había incorporado. Vislumbré un momento sus garras gigantescas, con una brillante piel correosa entre

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los dedos, que se alzaban contra la torre. El gran ojo derecho de su angustiada cabeza brilló ante mí como un caldero en el que podía caer, gritando. La torre se sacudió. La sirena gritó; el monstruo gritó. Abrazó el faro y arañó los vidrios, que cayeron hechos trizas sobre nosotros.

McDunn me tomó por el brazo. -¡Abajo! -gritó. La torre se balanceaba, tambaleaba, y comenzaba a ceder. La sirena y el monstruo rugían.

Trastabillamos y casi caímos por la escalera. -¡Rápido! Llegamos abajo cuando la torre ya se doblaba sobre nosotros. Nos metimos bajo las escaleras en el

pequeño sótano de piedra. Las piedras llovieron en un millar de golpes. La sirena calló bruscamente. El monstruo cayó sobre la torre, y la torre se derrumbó. Arrodillados, McDunn y yo nos abrazamos mientras el mundo estallaba.

Todo terminó de pronto, y no hubo más que oscuridad y el golpear de las olas contra los escalones de piedra.

Eso y el otro sonido. -Escucha -dijo McDunn en voz baja-. Escucha. Esperamos un momento. Y entonces comencé a escucharlo. Al principio fue como una gran succión de

aire, y luego el lamento, el asombro, la soledad del enorme monstruo doblado sobre nosotros, de modo que el nauseabundo hedor de su cuerpo llenaba el sótano. El monstruo jadeó y gritó. La torre había desaparecido. La luz había desaparecido. La criatura que llamó a través de un millón de años había desaparecido. Y el monstruo abría la boca y llamaba. Eran los llamados de la sirena, una y otra vez. Y los barcos en alta mar, no descubriendo la luz, no viendo nada, pero oyendo el sonido, debían de pensar: ahí está, el sonido solitario, la sirena de la bahía Solitaria. Todo está bien. Hemos doblado el cabo.

Y así pasamos aquella noche. A la tarde siguiente, cuando la patrulla de rescate vino a sacarnos del sótano, sepultados bajo los

escombros de la torre, el sol era tibio y amarillo. -Se vino abajo, eso es todo -dijo McDunn gravemente-. Nos golpearon con violencia las olas y se

derrumbó. Me pellizcó el brazo. No había nada que ver. El mar estaba sereno, el cielo era azul. La materia verde que cubría las piedras

caídas y las rocas de la isla olían a algas. Las moscas zumbaban alrededor. Las aguas desiertas golpeaban la costa.

Al año siguiente construyeron un nuevo faro, pero en aquel entonces yo había conseguido trabajo en un pueblito, y me había casado, y vivía en una acogedora casita de ventanas amarillas en las noches de otoño, de puertas cerradas y chimenea humeante. En cuanto a McDunn, era el encargado del nuevo faro, de cemento y reforzado con acero.

-Por si acaso -dijo McDunn. Terminaron el nuevo faro en noviembre. Una tarde llegué hasta allí y detuve el coche y miré las aguas

grises y escuché la nueva sirena que sonaba una, dos, tres, cuatro veces por minuto, allá en el mar, sola. ¿El monstruo? No volvió. -Se fue -dijo McDunn-. Se ha ido a los abismos. Comprendió que en este mundo no se puede amar

demasiado. Se fue a los más abismales de los abismos a esperar otro millón de años. Ah, ¡pobre criatura! Esperando allá, esperando y esperando mientras el hombre viene y va por este lastimoso y mínimo planeta. Esperando y esperando.

Sentado en mi coche, no podía ver el faro o la luz que barría la bahía Solitaria. Sólo oía la sirena, la sirena, la sirena, y sonaba como el llamado del monstruo.

Me quedé así, inmóvil, deseando poder decir algo.

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ACTIVIDADES DE ESCRITURA

1. Sobre «La tejedora» y «El ceibo» Opción a Entrevistá a algún familiar o vecino. Pedile que te cuenten alguna leyenda autóctona o mito en el

que se hable de la creación de algún de u objeto que hoy en día exista. Tomá notas (con la mayor cantidad de detalles posible); luego investigá al respecto en internet si existen relatos que cuenten lo mismo con variantes, si es un relato propio de alguna colectividad, etc. Con todo esto, utilizado a modo de borrador, redactá una entrada para una supuesta Enciclopedia argentina de mitos y leyendas. En esa entrada tenés que narrar la leyenda que te contaron (en forma detallada, como si fuera un texto literario) y agregues datos de otras versiones o información complementaria que hayas encontrado. ¿Cómo estructurarías la entrada de la enciclopedia?

Extensión: una carilla y media Opción b Inventá una leyenda para explicar de modo alternativo el origen de algún objeto de la realidad.

Tiene que tratarse de alguno cuyos orígenes conozcamos o sean explicables por medios racionales (por ejemplo, una maceta), pero tu escrito debe buscarle una explicación de otra naturaleza. Detallá una cultura, un lugar y un tiempo en el que ocurrieron los hechos, datos que pueden ser reales o ficticios. Recordá elaborar primero un borrador con notas para pensar bien tu texto y trabajar las descripciones de personajes, lugares y situaciones.

Extensión: una carilla y media

2. Sobre Animales fantásticos y dónde encontrarlos Opción a.

Volvé a «El ocultamiento de las criaturas mágicas» de Animales fantásticos, allí se menciona el «episodio de Ilfracombe» en que un dragón causó ciertos estragos en una zona costera y dio varios dolores de cabeza a las autoridades británicas. Imaginá que sos un periodista del diario El profeta, uno de los principales medios de prensa de la comunidad mágica; redactá una noticia sobre el incidente en base a los detalles que proporciona el libro Animales fantásticos. Tené en cuenta que los lectores de la publicación son miembros de una cultura muy diferente a la no mágica. ¿En qué cosas afectaría esto tu redacción?

Extensión: una carilla y media Opción b.

Buscá la entrada «Erkling» en Animales fantásticos. Allí se menciona un episodio en que un niño alemán se defendió a los golpes de la criatura en cuestión. Te proponemos que redactes o una noticia policial cubriendo los hechos o bien un informe del Departamento de Regulación Control de las Criaturas Mágicas del Ministerio Alemán. En ambos casos vas a tener que pensar en usos de vocabulario como la jerga policial: «homicidio», «occiso», «legítima defensa», y en las partes en que se estructura una noticia.

Extensión: una carilla y media Opción d

Imaginá que sos uno de los seres no humanos de los que se habla en la introducción del texto, es decir, una criatura con inteligencia y capacidad de utilizarla (por ejemplo un centauro). Escribí un texto a modo de entrada enciclopédica en el cual describas al ser humano. Para eso deberás tener en cuenta aquellos aspectos a los que se presta atención en las entradas de Animales fantásticos: el aspecto físico, las costumbres, la cultura y episodios famosos, etc. y el orden en que se da esta información.

Extensión: dos carillas

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Consigna c A lo largo de Animales fantásticos se mencionan muchas oficinas y departamentos que forman parte de los diferentes Ministerios de Magia del mundo; todos estos detalles ayudan a construir el universo ficticio en que se sitúa el libro. Buscá ahora el apartado «Oficina de Desinformación». Allí se dice que esa oficina entra en funcionamiento cuando tiene lugar una «colisión» entre el mundo mágico y el mundo muggle. Supongamos que en Argentina se produce algún tipo de incidente que los no-magos podrían reconocer como sobrenatural; imaginemos también que sos uno de los trabajadores de la mencionada oficina. Redactá entonces una carta oficial dirigida a la presidenta o al ministro correspondiente en la que expliques qué ocurrió realmente y proporciones algunas excusas posibles para dar a los ciudadanos muggles. Tené en cuenta para escribir:

§ Que tu redacción, se supone, es una comunicación oficial y formal. § Que tu destinatario apenas conoce la terminología específica que utilizan los magos, por lo

tanto hay que hacer aclaraciones y ser bastante explícito. § Que el incidente en cuestión debe haber sido o muy grande como para no poder borrarle la

memoria a todos los testigos, o que las fuerzas mágicas no pudieron actuar a tiempo por algún impedimento.

Extensión: una carilla y media

3. Sobre «El Golem» e «Yzur»

Opción a Imaginemos que surge un grupo de activistas como Greenpeace que se dedica a proteger las

criaturas extraordinarias o mitológicas. Escribí un manifiesto en el cuál se establezcan las intenciones de ese grupo (al cuál le pondrás nombre y una sigla) y en el cual se mencionen los casos de ambos textos literarios como ejemplos de hechos reales que querés combatir. En ambos casos vas a tener que referir con detalle los hechos narrados en ambos textos. ¿Qué características formales suele tener un manifiesto?

Extensión: una carilla y media Opción b Sobre la situación descripta anteriormente: el grupo proteccionista ya está formado y en

funcionamiento. Elaborá una nota de prensa que enviarías a un diario de gran tirada en el cual comentes los objetivos de la organización y cómo esta surge a partir del trato propiciado al Golem y a Yzur.

Extensión: una carilla y media