antiguedades prehistóricas y celticas de...

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ADVERTENCIA. No es la presente obra una laboriosa elucubracion demos- trativa dula muy remota antigüedad de que data la apai'icion del hombre en la tierra, ni un cuadro, poco ni mucho gratui- to, de costumbres del hombre primitivo; ni aún se hallará en ella cosa parecida á cálculo, aventura çl o mas ó ménos, (le los cientos de siglos que cuenta de fecha nuestra especie, ni ligero dato que pueda utilizarse para dar solucion al pro- blema de las razas que han habitado en nuestra Península, ó para acreditar la controvertida existencia del hombre ter- ciario. No pretendo, tampoco, darle el carácter de una obra di- dáctica de lo que hoy se llama arqucologia prehistórica, ni presentarla corno un tratado completo de las antigüedades prehistóricas de Galicia, ni, siquiera, como compilacion exac- ta de cuanto sobre este particular se ha escrito. Redúcese á sencillo y fiel relato de lo que concerniente á las antigüedades prehistóricas y çóiticas de Galicia he ave- riguado y descubierto en la regionde este antiguo reino en que habitualmente resido, tinto por medio de exploraciónes hechas sobre el terreno y de excavaciones á mi vista practi- cadas, como por el exámen de objetos en otros tiempos y parajes hallados, y de cuanto, ó mucha parte al ménos, se ha Do2rnt II I 111111 III ¡!II lii ¡II! ¡ III 0000005578467

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ADVERTENCIA.

No es la presente obra una laboriosa elucubracion demos-trativa dula muy remota antigüedad de que data la apai'iciondel hombre en la tierra, ni un cuadro, poco ni mucho gratui-to, de costumbres del hombre primitivo; ni aún se hallará enella cosa parecida á cálculo, aventura çl o mas ó ménos, (lelos cientos de siglos que cuenta de fecha nuestra especie, niligero dato que pueda utilizarse para dar solucion al pro-blema de las razas que han habitado en nuestra Península,ó para acreditar la controvertida existencia del hombre ter-ciario.

No pretendo, tampoco, darle el carácter de una obra di-dáctica de lo que hoy se llama arqucologia prehistórica, nipresentarla corno un tratado completo de las antigüedadesprehistóricas de Galicia, ni, siquiera, como compilacion exac-ta de cuanto sobre este particular se ha escrito.

Redúcese á sencillo y fiel relato de lo que concerniente álas antigüedades prehistóricas y çóiticas de Galicia he ave-riguado y descubierto en la regionde este antiguo reino enque habitualmente resido, tinto por medio de exploracióneshechas sobre el terreno y de excavaciones á mi vista practi-cadas, como por el exámen de objetos en otros tiempos yparajes hallados, y de cuanto, ó mucha parte al ménos, se ha

Do2rnt

II I 111111 III ¡!II lii ¡II! ¡ III0000005578467

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PIescrito entro uosotros,y d4 algo de lo publicado friera, so-bre la materia.

De él he procueado desckrtar todo juicio atrevido, todaaseveracion aventurada, todt alhmiacion insegura; pudien-do, por otra parte, respoude4 de que cuanto en él se contie-no está fundado sobeo el sólo cimiento de la certidumbreabsoluta de los hechos rcferk os y de la mas esquisita escru-pulosidad en la presentacion lle datos, y revestido de Ia• ma-yor prudente parsimonia queme ha sido posible emplear en

• la exposicion de principios y dmision de ideas.Asi es que, si bien se mir , cuadra mal á esta obra el ti-

tulo de ANTIGUE AflE5 PIIEITI TÓR1OA5; pero admito esta de-norninacion,, nada mas que co o convencional y un tanto -

• extensiva, en aquella parte en qué la ciencia prehistórica se -refÍercá la parte puramente a qucológiçcC desligada - de to-da influencia paleo lógico-antro wlógico-gcológica, y fundán-dome en que, en rigor y bajo ierto punto de vista, la épo-ca, 6 edad si se quiere, jr&üst rica llega en Galicia hastalos tiempos dela conquista ro ana, no consunada, como essabido, hasta los dias de Auguto que acudió -en persona ásofocar la guerra de los cáutabi 5,.

en que ellos, los asturúsy los gallegos septentrioiales erdieron definitivamente su'independencia.

1-Te aceptado muchas teorias generales movido, casi- masque nada, del respeto á las por onas que las han expuesto

patrocinado. En otros puntos, sobre los cuales no lid e¡¡-contrndo establecido un verdade -o cuerpo de -doctrina, mehe visto precisado á exienderme sobre principios gsnetalesalgo mas de 16 que buenament tolera la índole de estaobra. -

Son ya del doniinio del púb ico varias de las notidiasarqueológicas, ' de las observad nos que las acompaflan,contenidas.cn ella, por mas de narelaciori de algunos delos descubrimientos que yo he he he publicada eh'la Boris-¿a de bellas a-rl-es, que vió la u Madrid en 1867 y 4868,y en la francesa titúlada :iateritu x poztr-r histoirc przini

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tive el natwrelle de 1' hannw, que fundó Mr. Mortillet ycontin&an hoy MM. Trutat y Cartailhac, en Tolosa, y porlas cartas, insertas en la notable publicacion El Arte enEspaña, que yo envié á su ilustrado director, mi antiguoamigo, D. Gregorio Cruzada Villa-a,nil. Ahora, unidas todasesas noticias á oh 'as en mucho mayor níimero, las vuelvoádar á luz, corno una temporal despedida á mis investigacio-nes arqueológho-prehistóricas que me es forzoso suspender.

- Referir yo las duras molestias que he sufrido, los repeti-dos contratiempos que he experimentado, la oposicion cons-tante que ha hecho á mis trabajos la muy sensible, falta deilustracion de nuestro. pueblo y el receloso carácter del ga-llego que de continuo, despertaban la insensata codicia delas personas cuya cooperacion necesitaba, poco dispuestas ácreen que el puro amor de la ciencia, y no el sórdido ahinde buscar soñados ocultos tesoros, guiaba mis investigacio-nes; seria abusar ignominiosamente de la amabilidad de mislectores. Baste decir que las unas y los otros han sido talesque hañ llegado á influir no poco en que renunciase, porahora, á la piosecucion de ese trabajo en que limitase lapublicacion de estas aitigü.edades prehistóricas y cólticas álo descubierto, estudiado y adquirido por mi hasta el dia.

Réstame decir, que sin contar con auxilio alguno oficial,ni prometiéndome del público otro que el que es ocioso es-petar de él para obras del carácter de la presente, siquieraestén escritas por mejor pluma que la iMa y contengan masabundante y jugosa doctrina, y mas copiosas é interesantes

- . noticias de las que yo ofrezco, y puedo ofrecer; y sin dispo-ner de otros recursos quq los de las escasas economias ar-i-aiju ,,idas la una muy modesta fortuna, inc veo obligado áhacer de mi obra una edicion cuya modestia forme parejacon la de la posicion de su autor: edicion que, por otra par-te, seria costosisima en nuestio pais de adornarla de todaslas ilustraciones reqtferidas, ejecutadas en la convenientemanera, y aún esto resultaria casi de todo punto irroaliza-'ble por la dificultad, sino imposibilidad, en lo que toca á

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VIII -

los objetos inmovibles, do proveerse de los indispensablesbuenos dibujos; as¡ como nunca poclria salir, ni esta sale,

• con toda la correccion apetecida, dado el caso de no sermoposible dirigir una ni otra desde cerca permaneciendo eltiempo necesario en el lugar en que llegase á hacerse ni enel que está se hace. -

El plan bajo que me propongo publicarla es el siguien-te. Dividida en tres partes se hallará:

En la 4•a Cuevas osuarias.--Monumentos megaliticos.—Poblaciones lacustres.-

•En la 2.a Marnoas.—Oastros.En la 3•a • Armas, adornos- y utensilios de oro, bronce

y hierro. —Euseres de piedra.—Cerámica.

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NOTICIA BIBLIOGRÁFICA Y ARQIIEOGRÁFICA.

Abundosa Galicia, en extremo, de lodo linaje de monu-mentos prehistóricos, hasta el punto de que esa rama de laarqueologia sea la que mas ancho campo ofrece para las in-vestigaciones, y la que con mayor fruto pueda estudiarse alli,ha tenido, ya desde lejanos tiempos, sino quien con profun-didad y deterumiento.los estudie, quien, sintiéndose vivamen-te impresionado de la abundancia de ellos mas que de suvalor propio y de las ideas arte que representan, haya in-tentado explicar su historia y significación, y averiguar suprimordial destino.

Los casíros y las mamoas, monumentos térreos del mis-mo género, de los que, en los fértiles valles y en las incultasmontafias, en las frondosas llanuras y en las ásperas sierras,en las pintorescas orillas de los nos y en las imponentes ri-beras del Occéano, está profusamente taehondo el suelogallego, llaniaron ya. la atencion de D. Mauro Castellá Fer-rer, que designé algunos de los parajes en pie los hallé masabundantes al escribir, en los fines del siglo XVI, su gran-de ¡fi.¿oria del Apóstol Santiago que se imprimió en Ma-drid en 1610: Mas de siglo y medio despues lbs PP. be-nedictinos, el eruditísimo Sarmiento y el muy laborioso So-breira, trataron de darles una interpretacion y asignarles unafecha, aunque no con deliheracion determinada, y guiadospor criterio algo inseguro y bastante preocupados del espi-

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ritu clásico purista de la época en que esos sabios gallegosvivieron. En la nuestra, D. José Verea y Aguiar, Iminero, ypoodespues D. Leopoldo Martinez Paadin, en la ¡-listoriade Galicia que cada uno ha dcjado comenzada, inficionadosambos un-tanto del celticismo predominante en el tiempoen que ellos . escribian, se empeñaron en explicarlos con ar-reglo u. los principios entonces mas en boga. Y en estosdias U; Leandro Saralegui yiledina, autor de unos Estudiossobre la época ej//ita en Galicia que han visto la luz enFerrol en 4867, D. Manuel Murguia en su, por desdicha, in-terrumpida historia de Galicia, y D. Benito Vicette en la quecontniiapublicando, se han ocupado de tos cas/ros y de lasmainoas de la mandra, con la extension, de que en su lu-gar inc haré cargo. - y ..-

A estos tres escritorés corresponde la gloria de haber si-do los primeros eñ dar á conocer muchos de los innumera-bles, bien caracterizados monumentos megalíticos que estánesparramados por todo el sueló gallego. Pero tan allá hanido en esa materia, y muy en particular el áltimo de ellos,que han visto monumentos de esa clase en donde no se en- -cuen&an sino simples accidentes geológicos, & señalado; cualese fecundo y enérgico escritor hace en su .Histoia, menhi-res bácia.Lindin, una piedra oscilante en Corbelle, y'un ca-vacisino dolmen entre Adelan y Ferreira; de los cuales yo,que conozco algo el país en que se afirma están, ni tengola-menór noticia de su existencia, ni he podido encontrarquien me la dé por toda esta comarca-

Cuatro atinas ó utensilios de piedra, pulimentados, quefueron hallados en una nlamoa de Montaos, hace ya tiempo,tuvieron digno alojamiento en los estantes dl gabinete mine-ra lógico- —seccion de Rocas de Galicia—de la UniversidadCompostelaha. Dos -hachas (le bronce, encontradas en 4847 enterritorio de la antigua provincia de Santiago, fueron remi-tidas al Rey 1)01 el conde de Maceda, y colocadas, donde aún

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se conservan, eniwode los arináriól l di la'ztiies llamada RealAr,ne-ria de MadrÇd! Y de lbs objetos de niÍa -y otra de esasclases; de los que pródigo se niueslra el suelo gallego; 'nofaltan hoy, por fortuna, solidÉ-os recolecttíres; ti, tampoco,: de

entre los escritores gallegos citados quien de ellos' se hayaocupado, por mas que- no con' todo el detenimiento que me-

recen. -Y de aquellos otros íhbricados del mas rico metal, de

que con sorprendente esplendidez esdispensador el- terrenode Galicia, muy de lamentar es que, hasta el presente en que

la Academia de -la ¡Jis/oria, el Musca Arqueológico A'acio-nwi y quien estas lineas escrbe Itan libertado á algunosdel crisol de los platbios, no hayan encontrado persona 111

corporadion que por su conveniente conservacion se intere-sase.

Sobre los restos que atestiguan la existencia de pobla-ciones lacustres gallgas nos dejó el Licenciado Molina deMálaga, noticias muy peregrinas, cu yo alcance bien seguroes -qué no llegó éV-sopecluar cual seria, cii la Deseripcion

del róind'df Galicia que publicó en1550. Y otro tanto lii-cieroii alun tiempo despues, el P. agustiniano la Gándara,en su obra, !.itulada El Cisne occidental can/a las glorias deGalicia, que 'dió \ luz eh' el último trc•io del siglo XVIII, ylos entusiastas -gallegos Boan y Verin en la ¡Jisioria de Ga-licia y en la de Retamos que respectivamente escribieron ypermanecen inéditas; sin que nadie hubiese extraido de ta-les noticias el rico ju go que ofrecian hasta que Murguia, por -cierto algo mas á la ligera de lo que la importancia delasunto exigia, las utilizase para las paginas que ha publica-do de su Jiisloria,

Las ptimcras sobre cuevas osuarias y sobre instrusnen-(os y armas binadas en hueso, propias de Galicia, las heescrito yo, y son las que forman parte de -las cartas que, so-bre Antigüedades pre/tiflóricas tic Galicia, dirigí segun dejo

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dicho, hace unos años á mi querido amigo D. Gregorio Cru-zada Villa-amil, quien me dispensó el honor de insertarlasenia revista El Arte cn.Espaüa, por sus cuidados y bajo suilustrada direccion publicada; -

Ahora he de trazar yo tambien las primeras sobre la cc-ráinica prehistórica de Galicia, aunque it toda no le vieneese epiteto con propiedad, que con mucha abundancia seencuentra, pero que poi, el desprecio que merece á los ha-lladores no puede recojerse por lo general sino en menudostiestos. -

Un vacio muy importante está y dejo sin llenar; El rda-- tivo á las armas y utensilios de piedra tallada de los delllamado periodo paleolítico; pues que ortinque alguna pala-bra sobre él haya de decir, no, se roza con la trascendentalcapital cuestion del yacimiento de los silex. Pero este vaciocuya suma importancia, tratándose de antiguedades prehis-tóricas, yo me apresuro á reconocer, tiene cotnpensacion enreducir mi obra á las esferas exclusivas del arte y en despo-jarla de cierto carácter, para muchas personas, sospechoso-y un tanto repulsivo: como consideran todo aquello propiode la arqucologia prehistórica, en su aeepcion mas pura yen aquella parte que mejor quisieran ver llamada pa-leo/o-arqueo/agio, paleonto-autropoloqia, ya que no -a-rqueologia- -geológica ó eoío-arqheologia. -

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1ESÑA GEOGRÁFICA.

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En la presencia de un mapa podria encontrar disculpapara eximirme de dar algunas noticias sobre el pais en quehe realizado mis investigaciones y descubrimientos, y i'-texto para evitar al lector la indigesta relacion de nombrespropios y la poco amena enumeracion de cifras. Pero tanconveniente creo yo, y no dudo que se creerá generalmente,el dar conocimiento algo detallado del pais cuyos monuinen-tos van ít examitirse, que no vacilo en detenerme por unbreve momento, pa'ra describir á grandes rasgos la comarcaque ha dado pasto á mis aficiones arqueológico-pve/tistúvico-c'1ticag.

Centro de ella ¿s Mondoñedo, ciudad de fundacion mo-derna, tanto que apenas cuenta siete siglos, competidora enlos tres Últimos en prosperidad, cultura y engrandecimien-to con las primeras de Galicia (1), sumida hoy en dolorosodecaimiento. Está asentada sobre un fertiUsinio valle, entreotros no ménos fértiles, en punto cercano del mar, y al piémismo de la sierra que separa la region baja de la provin-cia, ó sea la de la costa y los valles, de la afta, ó monUíño,y tan arrimada ñ las faldas de los montes de rápida pen-diente componentes de esa sierra, que ya desde las calles de

(1) Re trátase perrectamente el alto grado de culto ra, relalivaú la época, aque lkgúNóndofledo cii el siglo XVI en los dtos ron que formé el articulo ¿Ja concejo oa?leyoene? siglorX 171, publicadoen varios de los números de los tomo, 20, 21 y 23 de la Re-v ista de España.

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ella empieza la prolongada cuesta que, desarrollada en agu-do zigzag, salva la ronsitierable diferencia de nivel de una áotra region.

Merced ñ esa privilegiada posicion, resulta ser Mondoñe-do centro' natural, verdadero emporio de jas produccionesmúltiples y variadas del pais en un radio de 30 á 40 k¡¡ ' ó- -metros. Dentro de este rádio es donde yo he verificado iscorrerias arqueológicas y donde lic encontrado los nionumen-tos de que lic de ocuparme.

Abraza todo el partido judicial de Mondoñedo, que com-prende los ayuntamientos de Abadin, Alfoz del Castro de -Oro, Foz,, Loreflviana, Mondoñedo, Pastoriza, Riotorto y Tier-r.iliana del Valle de Oro, que en 84 parroquias reunian haceunadocena de años (1) cuarenta y siete muy pico de ha-bitantes. Abraza tambien la pdrte occidental,—nada mas,

•por lo que á mis investigaciones se refiere,—del partido de• • Rivadeo, comprensiva de los ayuntamientos de Barreiros y

la capital; con 18 parroquias y mas de trece mil habitantes;los de Cospeito y Villalba, del partido que llevaS el nombrede esta villa, con 49 parroquias y cerca de diez y nueve mil

habitantes; y el de ,Meira, del de F'onsagrada, que coptahacon unos cuatro mil en 4 parroquias.

Bazas muy distintas, ya que no en su origen, á causade las modiflcacionps suíridás por la- influencia poderosa dela diversidad de suelo y de cielo, de aliméntosy de aguas,pueb!an esa variada comarca; presentandó tipos niny dese-mejantes los habitantes de la sierra—a torda—, de los de la

alta meseta de la montaña—a chaira—,asi como los de la

costa—nta?iñaOÑ--, se distinguen tambien de los de los va-lles—valccos.•

A esas cuatro divisiones de los pobladores correspondenotras tantas que pueden hacere del territorio por sus con-diciones naturales. A conda comprende casi el total de los

(4) Segun los datos de la estadistica olic(al ej1 1860

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'untamientosije'A'bac1in y Pastoriza. A 'eha.iro,' el de Cospel-te y parte -de los deWtlMba ' y Weii'a. Valles tiiienisimós son,aquel en que tienen 'cabida, 16 parroquias de las que coin-ponen los tres de Alfoz del Castro de Oro, l Vierrallaría 'del

- Valle de Oro y Foz: el que coge las tres de Lorenzana: y elque se extiende por el norte de Mondoñedo sirviendo do ver-gel deleitoso á la ciudad. Mas agreste, reducido é inaccesi,ble es el que ocupa Riotorto, y no tanto, ni tan ameno como

• los tres primeros, -el de Cavareos, nombre qhe llevan dos par-roquias del ayuntamiento de Barreiros. El resto de este, y elresto del de Foz constituyen la marina, pais que, á los gran-des beneficios de que al Occóano es deudor, en abundantesabrosa pes&t y en ci irreemplazable abono que para lasteNras proporciona con las copiosas algas que de continuo arro-

- ja,'reune extraordinaria lracidad, muy en particular aque-lla perfecta llanura que se extiende entre las rias -de Faz y

• Fazouro cuyos trigos gozan en los mercados de merecidisiniorendmbre.

Extiéndese el conjunto tic esa.eomaeca. por 50 kilómetroshácia el: S. O., sobre la base de los 922 de costa cornprendi-dos entre la desembocadura del rio de Oro, que riega -el va-lle de ese nornbe, y la del. Eo que sirve de limite entre As-tunas y Galicia. Todo ese trozo de costa, especie de zonacoinun al mar y á fa tierra, donde se vó á los hombresempuñar con una mano la ahijada y con otra el remo, guiarde dia el arado y de noche la lancha, está formado Por unafaja de terreno ligerarnede ondulado y cuya anchura variadesde uno y dos kilómetros en , los extremos hasta cuatro enel centro, comprendida entre la orilla del ' mar y las últimasestribaciones de la cordillera. En su vertiente septentrionalabriga esta los valles mencionados, el que mas, alejado delmar 20 kilómetros, y alguno sólo 5, y en sus crestas se des-taran los picos del Cuadramon, Monseiban, Tojiza, Pena dela Roca, Padornelo, Cadavedo, Santa Maria Mayor y Aguajo-

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±a, que se elevan, casi en linea tirada de O. á E,, para-lela á la costa y alejada de ella unos 20 kilómetros, 4019,metros el primero,, y 942, 784, 765, 612, 6.66, 859 y 784los restantes, respectivamente. Tras de esa cordillera, en cu-yos Pliegues. se ocultan las parroquias del Cuadramon, Mon-tonto, Sasdnegas, Cadavedo, Lagoa . y Mojoeira, se desarro-lla la extensa superficie de terreno unduloso, sin mas acci-dentes que ligeras desigualdades, que ocúpa todo el resto dela comarca, desde las extribaciones meridionales de la sierra.

Súrcanla multitud de arroyos y riachuelos dé corriente -rápida y cristalinas aguas. Tres que merecen él nombre denos llevan las suyas al Occéano: el Oro y el Eo, á los extre-mos: y el Masma en medio, dspues de correr riada mas quedesde el pié del pico de Cuadt'anjon donde tiene su nacimien-to. Y en una punta, la S. E., de esta comarca hace e! Miño,el gran rio de Galicia, que signe su curso hásta llegará Lu-go, recibiendo continuos aflüentes que engrosan considera-blenénte su caudhl, con tan serena marcha, que en todo eselargo trayecto, que asciende á muchos kilómetros, no bajasu nivel sino 16 metros.

A la belleza de ese suelo., no corresponde la de su 'cielo,rara 'tez azul y libre de pesada niebla ó de oscuras nubes. Latemperatura; ya que no extremada en frios ni calores, tienepoco de apacible por la frecuencia de las lluvias; y aunque nopuede calificarse , de insalubre tampoco permite tenerla cøinosana el considerable número y la terrible clase de alguna delas enfermedades que engendra.'

• .

En suma, el pais, de belleza tan variada que por su mis-ma vaniacion toca en la inonotonia, tiene clima templado,

- con mucho de triste. Y de la combinacion de ambos ele-mentos resulta aquel sello peculiar, y propio, que lleva en sicuanto del territorio gallego emana, y que tanto se observaen el caracter de sus. moradores coúw en-la fisononiia desus monumentos,

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ANTIGUEDADES MM-HISTÚRIGAS Y GLT1GAS DE GALICIA,

PARTE 1.1

CAPITULO 1.

Cuevas osuarias.

LP

Tiempo en que fueron I%ahiLadas las cavernas.—Noticias suministradas

por los escritores antiguos.—Falta de ellas, respecto 14 los trogloditas

de Galicia,—Cuevas existentes.—Cueyas de que solo existe memoria.—

Iglesias colocadas en cuevas.

La pródiga Naturaleza al poner al descubierto, por laaccion de las vastas corrientes de agua formadoras de losactuales valles y emanadas de los copiosos deshielos -ocurridosen la época cuaernaria,—segun uno de los principios admi-tidos hoy por !os mas eminentes geólogos,—las fracturasexistentes en la parte interna superficial de la corteza terres-tre, proporcionó al hambre cómodos y seguros abrigos con-tra los rigores atmosféricos y contra la furia de los temiblesanimales que con él habitaban primitivamente en las comar-cas europeas: abrigos de que se utilizó ya desde aquellas masremotas edades á que han sido elevadas en nuestros dias lasinducciones geológico-ar»jucológicas y palcontológico-Itisió-ricas. -

Dado que se remonte á épocas tan lejanas como se pre-

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tende, la morada del hombre en las cavernas prolongóse tan-to que alcanza á'ios tiempos genuinamente históricos. Mi esque gran número de tos escritores de la antigüedad consig-naron en sus obras datos estimables sobre las viviendas sub-terráneas de pueblos existentes cuando ellos escribian. He-rodoto (4) se ocupó de los etiopes africanos que habitabanen subterráneos: Diodoro de Sicilia (2) describió con exten-sion las habitaciones de esos mismos trogloditas: Plinio (8)advirtió que en vez de casas se usaran antiguamente cuevas:Estrabon (4) visitó á los kinri s en sus viviendas subterráneas:FIoro (5) hizo notar que los aquitanos, de raza ardiente, seretiraban ti las cavernas: Tácito (6) esorijió que los germa-nos tenian costumbre de abrir cuevas: y, en fin, PomponioMela, Vitruvio, Juvenal, Platon, Valer ¡o Flaco, Macrobio,Curcio, Ammiano Marcélino, Solino, Esteihno, Tcóíilo Simo-catto, etc., cte., nos han dejado mas ó menos extensas y con-cretas, noticias de los subterráneos, no siempre completa-mente naturales sino á veces .ensanchados, cuando no . del,todo abiertos y vaciados porla industria humana, que eranhabitados en las edades, no muy lejanas, ti que ellos se re-fieren.- -

Ningq a noticia, sobre, este: punto, particular , k Galkiapuedo dar; pero. el silencio de la historia escrita aparece su-plido casi '.con• xentaja por los varios •descbiirnientos depoco tiempo acá verificados eÁi el pais. Y aún, con respecto.k estos, mismos descubrjrnienLos, tampoco me esppsible co-,,municar ninguna -noticia que refiera ti otros que á. los he.,ellos por mi mismo;- de,.vaha tal, por $t. parto, que os con,-cep,4Q suficientes para, acreditar plenamente que . los iborP

- .(1) 4!r. JI! Sp. XCVI!.() Lib. Iii cap, XIX.(3). Mv. Lib. Viii'. cap. v.—ansea specÑs pro domllnis.(4) Lib. 'VII.(5) Aquüani, calidurn.genus, 1,, speluneas se ,'eetpfrbanl.($) De morib Cerm'—splent.etsubterraneos.speóus.aperfre,_cap, XVI,

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genes . 6 Seffli-ai)Orígeries gallegos,-habitaron en las ant'rac-trxÓsidades de los montes.

Eneuéñttanse eón muéha frécuencia senOs mas ó ménosprófíhdos en las montañas dé formacioñ caliza, abundanteseü la. region qui yo Col) preferencia he,explorado, y en casitodos ellos soele descubrirse algun resto paleóntológicó. Yson de todas las cuevas de esa región lasmas curiosas; no-tables y ricas, la que es

dióhá del lTey Cintoulo, situada so-bré el lugar, á qué ella dió nonbté, de Supéña de la parto-quiá de San Pedró de Arguhioso, re, municipal de Mon-dófiedo, 5 ditáfidia de sos 5 á 6 kilómetros de esta ciudadhácia el 5.; y la conocida por 34 funda dós cas (el agujerode los lietrós), que tiene la entrada en la vertiente occiden-tál del monte Sarrapio, sobre el lugar de Guil!ade, de la par-roquia de Santa Maria de Villamor, del mismo Ayuntamien-to, y á igual distancia, hácia el N., de la misma ciudad: lapriniera, mas que nada, por su considerable extensión, y lasegunda por el valor arqueólógicó de los objetos que ha su-ministrádo; y la próhiesu de súministtr muchos mas.

Digílas 10 fánibien por varios Coneptos de individualmeticion, la étieva,- ct'á ánchá t muy baja entrada se abreetji'a vrtietite oriental dé ese mismo monte Snrdpio, quealcadWhstá dñds veinte metros de longitud, y no ha ofre-cido eh la exploración qie de ella hice, sino abundancia decierta niateti eór'erneñticia revuelta con profusion de cás-caras de hue»os: la qUe aparece en el otro costado de la cuen-ca del Loréna'ña '.falda N. del monte de San Lorenzo,—cerca dé donde persevera la capilla de esa advocadion, de laque.es ptesurniblé tomaron nombre el valle, el rio, la villa yel .monasterio de benedictinos existente ya alli en el siglo X,-enfopmacioñ calcárea, cómo todas las otras, y abundosa deestalactitas; de nada incómoda entrada, y limitada á un es-trecho aallejon de rápido descenso todo él y unos diez me-tros de -largo , en diréccionN. S. paralela á la de la ladera por

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donde se penetra A ella; en el cual recogí dos huesos largos,cortados pof en medio de las articulaciones como para redu-cir á una superficie lisa los extremos, y el cráneo de un car-nicero, perro, lobo ó zorra, de ningun valor paleontológico:y la que hay en ese mismo lugar de San Lorenzo, siguiendoal N., tanto mas pequeña que la otra cercana cuanto que notiene de fondo sino bien pocos meiros, muy distinta de ellaen estar abierta con notable regularidad en terreno pizarro-so, y conocida por el nombre harto significativo de O [or-no dos tnouros que me hizo concebir grandes esperanzas,pronto y por completo desvanecidas, de encontrár al¡¡ unimportante depósito arqueológico.

Una de las lengüetasque al O. de la desembocalura delMasma separan las Qalas que, de impónerte profundidad,forma alliel bravo Occeáno, la que avanza entrelas de Carreiroy Ronqueira, de terreno pizarrosoofrece la curiosa particula-ridad, de la que en su oportuno lugar ron mis detenimien-to hablaré, de estar atravesada de parte á parte por una cue-va practicable en las bajas mareas; yen el extremo de la ca-Ja que lleva el segundo deesos nombres y al nivel del terre-no labradio que hasta la misma-ribera llega, aparece un po-zo llamado A furada do encanto, de unos dos metros y ¡no-dio de profundidad y uno de diámetro, teniendo abierto un-arco ogivo, en la peña viva, por el lado qtie da al mar, y otroigual en el opuesto, que aseguran servia de ingreso á unagaleria que se prolongaba'hasta el cercino castro; lo que re-cibe cierta confirmacion con haberse hallado otro pozo, al,Presente, atacado, é ¡gual á ese segun decir, siguiendo la di-reccion que á la tal galeriaseñtdan. Cuya circunstancia, y elhallarse abundantes escorias en aquellas inmediaciones, des-poja á ese subterráneo de todo carácter prehistórico, por loménos en lo que atañe á la que es titulada lejanisima épocade las cavernas. Y quizá suceda otro tanto con las condicio-nes y accidentesde la cueva próxima al terreno de que ex-

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plota sus mármoles, en la parroquia de Sn"Martin de.Gal-gao, de seis á eolio kilómetros al S. de Móndofiedo, la em-presa denominada La Verdad. .

Por ci contrario, al abrirse la carretera que de . Villalbaconduce á Mondoñedo; tres kilómetros antes de llegará esta

- diudad, en el hectómetro 8.° del kilómetro 31, y cortarse unaformacion calcárea de muy grande espesor, quedaron al des-cubierto profundos senos prometedores de riquezas arqueo-lógico-paleontológicas no descubiertas todayia. Y otro tantoaconteció al practicarse el desmonte, en terreno de idénticaforniacion, pata ciar acceso al puente construido en sustitu-cion de la antigua barca -de la Espiñeira en la ria de Foz. Pe-ro al¡¡ dió desde luego el descubrimiento mas fecundos resul-tados, aunque despues hayan quedado estériles para la cierr-cia; porque entonces se volvió á descubrir una de las conca-vidades de la roca, que fueran descubiertas tiempos atrás alextraerse piedra para alimentar el cercano horno de cal, sien-do hallados en ella los mismos huesos,—hurnanos en concep-to del facultativo de la localidad, y reducidos, segun unos, átres tibiasdesprovistas de las articulaciones, y segun otros áunacanillay varias vértehras,—encontradosla primera vez quese descubrió la cueva -y dejados allipor los mismos hallado-res; cuyos huesos desaparecieron cuando últimamente se vol-vieron á encontrar al romperse la carretera y descubrirse lacueva por diverso punto que antes lo fuera. No hay noticiade que ningun objeto acompañase á tales huesos.

De otras cuevas, cuya situacion, ó, mejor dicho, cuyaentrada es hoy desconocida, se conservan memorias en dife-rentes documentos, que dejan lugar á creer que su descubri-miento no seria infructuoso para la arqucologia prehistórica.Citase la Goua -dosso (cueva del oso), que debe estar hácia -Santa Cruz del Valle de Oro, en una escritura de concanibiaotorgada en 1809, y en otra de donacion quo otorgó sie-te años despues, en 1816, un cierto ivqar iglar) natural del

( StBLfO1HQUEjCHAU

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Castro de Oro á favor del Obispo de Mondoñedo (1). Otracueva, próxima á esta ciudad, dió nombre á una localidadapellidada la Ritiera da. Coba en una ordenanza municipalde 1503. FJállanse repetidas menciones de la Cueva de La-drenes; del lugar de Trapa ú 1-Torrea de la parroquia de Mas-ma, ene! Indice del archivo del Monasterio de VillanuevadeLorenzana; cuya cueva tal vez sea la misma de que hablandas documentos del.cartulario de ese Mond'steio, fechadosen 101.0 y 4167, ¿fi designar los linderos divisorios, entre las

,parroquias de Masma yOiran, colocándola próxima -álapie-dra fila de Áurea; y de ella es posible que tomase nombrela inmediata feligresia de Coubweira. Y se mantienela deno-minacion de Coya da Gen?-ara, que figura corno uno .de lospuntos incluidos en la línea de límites señalada en el si-glo xii á la feligresia de Santo Tomé de Lorenzana, en un

• -, terreno situado en la falda del monte conocido por Otero deMeira, dentro de la inmediata parroquia de San Jorge delmismo valle de Lorenzana.

Suministran, en fin, notable, reciente é irrefutable testi-monio del- uso especial dado á las cavernas gallegas, entreotros ejemplos que pudiera citar, el Monasterio de San Pedrode Rocas, tres leguas distante de Orense, que data del tiem-po de XKonso III; de cuya iglesia, • a cabecera y algo delcuerpo tienen por.paredes y por techo la roca viva: la parrroquial de San Juan de Cobas, limítrofe de la villa de Vive-ro, que en tiempo bien cercano estaba todavía dentro deuna cueva, poco distante-de la ribera marítima y del lugar áque ha sido trasladada la iglésia úllimaftiente: y el monaste-rio de canónigos reglares de San Agustín titulado de S. Juanda Coba., á la orilla del Ulla y én puñto notable de su curso,cuyo monasterio existía en 1122, segun una inscripcion ha-llada, y tenía la capilla mayor de su iglesia, si es la que por,tal se muestra, en una oscura reducida cueva.

(J) Tumbo de esta Iglesia.

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Cueva del rey Cintoulo,—A turada dos cas,—In nolAbló brecha huesosa,

De las dos cuevas que he citado como las principales delterritorio de que me ocupo, la del Rey flintouto (1) superacon mucho á la otra y á todas las demas en amplitud. (Véa-se lámina 1). Abarca una extension de 450 metros, en dirc-cion perpendicular á la base de la ladera en que tiene la en-trada y al curso del riachuelo que por allí, al pié del monte,se desliza; ensanchándose en algunos parages hasta 40 conuna altura considerable, y estrechándose en otros hasta elextremo de .hacer dificil el paso de una sola persona; conviolentas transiciones desde un angostísimo . callejon, cuyaaltura no permite andar sino á gatas, á una anchurosa pla-zoleta .de incomensurable elevacion, pavimentada de infor-mes, voluminbsos pedruscos, confusamente arriontonados alcaer desprendidos de la bóveda; con repentinos bambios denivel que obligan 5. salvarbruscamente muchos decímetros;y, con cortaduras por fosos de inhallable fondo, y por pavoro-sos precipicios de peligroso paso que producen en el ánimodel visitante vivísimas emociones, á la par que le recrean lasmuy vatiadascombinapiones, que por todos lados aparecen, dévistosas estalactitas. Ademas de la principal galeria, queconstitüye la cueva propiamente dicha, corre otra al S. y pa-ralela' 5. ella,, desde á. distancia de 35 metros de la entrada

(1) Llamo desde luego la ateuicion de los aficionados á los prollemas de la fllologiasobre el nombre del Rey Cintonlo. Nombre muy parecido al usado, segun por personamuy respetable se me avisa, por algud magnate godo que debió confirmar los conciliostoledanos; cuya circunstancia, llicil de comprobar, no lo es ni con muclio para mi en losmomentos en que esto escribo. -

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hasta 25 antes del remate, con una anchuri casi constantede 1,50, y otro tanto de altura, en donde mas, y solamente lamitad en algunos puntos; separada de la principal ujios 6 metras por término medio, segun que esa se ensancha ó se es

-trecha: y por un espacio de cerca de 20 metros corre otratercera galeria paralela á las otras dos y dividida de la 'me-Ilot por un tabique, formado por la roca, de nadá mas quemetro y medio de anchor; que es el mismo, ó poco menor,que dde esta tercera galeria, cuya alturd es muy considera-ble. E independiente de la doble y ea un sitio triple galcia,parte otra, á 5 metros de la boca de la cueva y á mano dere-cha entrando, que desciende con rapidez en direccion para-lela á la base de la ladera y perpendicular á la que llevan lasotras galenas, en-una extension de 38 metros, con anchuraPOCO mayor de uno y algo mas de altura, jrnvimentada de co-pioso pedregal desprendido de la bóveda, y en todo muy e-

•inejante á la que dejo mencionada del monte de S. Lorenzo.En espacio tan dilatado, como es el que ocupa la cueva

del Bey Cintoulo en sus cuatro ramificaciones, no aparecenada sencillo el tropezar desde luego con les depósitos a y- -queológicos que pueda contener procedentes de sus morado-res en reinota edad; y no sorprenderá, por tanto, el que rióinc haya sido muy propicia la fortuna en losvarios ensayosde explo racion, verdaderas calicatas, que yo he hecho en ella,repetidas veces, en el trascurso de estos últimos años. Puesque no he conseguido descubrir sino, en un parage inmediatoá la mayor _estrechura que ofrece La galeria principal, en ella

ú 78 metros de- la entrada, y ¿un hueco corno de mediometro cuadrado de superficie relleno de tierra negra turbosacubierta de una dura capa de estalacinita roñouuda de uneenti:netro de espesor, un hueso largo de mamífero de regu-lar talla, c,.?rtado cono para extraen el tuétano que contenia,Y en cerrado cuZ' en un curiosísimo estuche entre la capa

•BsLalacrn:ifjcav una ¿".dra pizarrosa, y algunos p os huesos,

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que tambien fueron cortados, sgun•• ' ls claraseñales queen ellos se advierten, revueltos con abundantes carbones,

- arcilla y piedras menudas, y el todo engastado en la capa es-talacrnitica que alfombra el suelo, hallados allí mismo y enalgun otro parage que va marcado en el adjunto plano. (Véaselámina 1). -

lieducida la cueva que tiene su entrada por la vertienteoccidental del monte Sarrapio (Véase lám. 1.) al estrecho re-cinto de una galeria de poco irlas que un metro de anchuray 17 de largo,—cuya boca se abre en un pequeflo corle ver-tical de la falda del monte y tiene 1,20 de ancho y forma semi-circular imperfecta, y desde la cifal hay pie bajar de golpe4 metros para encontrarse en el suelo de-la galeria la que conuna altura que variade 2 á 4 metros desciende rápidamente,casi en línea recia y en direccion perpendicular al eje de lamontaña,—no enconiré ]as dificultades que esterilizaron misfaenas en la del Bey Cintoulo, para descubrir el rico depó-sito prehistórico de que era y es todavía en parle, puede sinriesgo afirmarse, guardadora. Lejos de eso, en el momento

- en que en el fondo de A furada dos ras que, como el de un -saco se presenta bruscamente por tina prolongaciow en des-censo casi vertical de la bóveda, se reínovierori las primeraspiedras v se romp{ó la débil superíicial capa estalacniílicaque cubria su suelo, aparecieron ya, con huesos de pequeñosroedores corno de liebre, los de carniceros y rumiantes degrande'rand calla. Gonlinuada la excavacion, hasta que, á la pro-,fundidad de 3 metros, el amontonamiento de'la tierra y pie:dras extraidas colocadas sobre el deleznable suelo de la cue-va llegó á ser séria y constante amenaza de una horrible ca-tástrofe y me obligó á suspender los trabajos antes de hallarel suelo verdadero, firme y primitivo del subterráneo, apare-ció en todo el hueco una no interrumpida y muy abundantebrecha huesosa.

La grieta que constituye la cueva se prolonga por toda

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so

esa profundidad, cuando Snos en su extremo, que es donde,segin dejo dicho, hice practicar la excavacion; en el cual se

• muestran las paredes -sin revestimiento alguno estalaccítico,desde lo alto hasta perdersé en el cuantioso pedregal despren-dido del techo que cubre el piso, por efecto, quizá, de un anti-guo movimiento del suelo—sino es que fueron las piedras deque se compone arrojadas intencionalmente, como afirman losvecinos, aunque atribuyendo tal trabajó álos pastores ado-lescentes con objeto de puro recreo—apareciendo alli el cor-te claro de las capas en que está estratificada la caliza en esemonte, que tienen utia inclinacion de como 45.o en direccionde NO. á SE. y de las cuales sobresalen los extremos en Jafalda que mira al primero de esos puntos y huy en particu-lar ¿u la cima, y resaltan las caras lisas y tersas en la opuestafalda. Estréchase la grieta á medida que desciende, y 'tantoen algunos puntos, que no deja entre una y-otra parç& sinoun espacio de 25 centímetros; y la hallé, en el sitio excayado,atacada toda ella de piedras y huesos envueltos en rojizo bar-ro ó incrustrados en la cristalina masa estalactítica qué tapi-za las paredes y mucha parte del techo de la cueva en forma -de -íestonadocortinaje y de gracioso cairel, y que de ambasparedes, y principalmente de la del N., desciende invadiendolos huecos quedados entre las piedras y los huesos, é infil-trándose por las mas estrechas rendijas, hasta formar una

• compacta masa sacaróidea, que llega á tener 14 centímetrosde espesor en algunos sitios, creciente constantemente, sibiericon lentitud muy grande, quede sernos conocida con exacti-tud se podria calcular con mucha probabilidad de acierto lafecha á que ese depósito paleontológico-arqueológico se re-monta. Y es de tal manera y tairpatente ese crecimiento dela masa inerustrante, que se encuentra- desvanecida gradual-mente como una aguada segun avanza desde los costados alcentro, y que en aquella parte doiíde era mayor la strechu-

• - - ra de la grieta cruzaba de una á otra pared rellenando por

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completo el hueco que mediaba entre ellas dejado libre porlos •huesos y piedras alli hacinados, y prolongándose por losextreínosypor bajode aquellos, y por los puntos en que ]agrie-ta volvía á ensancharse, ea menudas estaláctitas, semejantesá Jospendolones y piñas de una complicada bóveda ogivalen miniatura: mientras que debajo y encima de esa mayorestrechura, en el centro de ]agrieta, quedaban espacios en quelos huesos y las piedras hablan permanecido envuelt js enhú-medo barro sin que todavia les alcanzase nada de la incrus-tracion calcárea,—como que sucedia á 1,25 de profundidad enla excavacion practicada—la cual comenzaba á revestir á unosy otras, mas ó ménos por completo, segun se hallaban coloca-dos mas ó ménos distantes de las paredes; por lo que apare-cieron ligeramente bañados de una capa húmedá de carbo-.iato calizo del grueso de un papel,los de mas hácia'el centro;rodeados de mas tfuerte capa y con adherencias y ecrescenciasvárias, mayores conforme se aproximaban á las paredes de la.cuevii,.los cercanos A ellas; y enterrados los de los costadosbajo tres y cuatro centímetros de la dura brillante masa, ad-beHdafuertísim amen te. á los objetos que envolvia, muy resis-'tenteálos1mas duros ;golpes de pico, y formando cuerpo conlas estaláctitas aparentes •que guarriecian los costados de lacueva.1

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III.

Ohjetos hallados en A jurada des cas—Huesos cortados para extraersu tuétano-.—AIItigüeda[E de la estirnacien concedida á esto jugo.—Edad (le los objetos encontrados en esa cueva, segun el sisleina cm.

picado para el fracturauniento do los huesos.-

De la parte del hueco excavado inmediata á las paredes,extraje duriosísirnos ejemplares de la caliza saearóidea con-teniendo incrustrados, carbones, numerosos huesos, algunosde ellos grandes y empastados fuertemnte etr la masa in- -crustrau te, y varios caracoles de algunas de las diversas es-pecies del género iw/iv(4); alternando con finisímhs crista-

-lizaciones en agujas. Y de la parle mas hácia el centro deese linceo, pedazos (le dilrentés rocas, como cuarzo, feldes-pato, pegmatita y pizarra, y mas abundantes de la caliza queforma la estratificacion del monte, y de la que constituye elrevestimiento estalactítico: leña y madera en pequeños peda-zos completamente carbonizados ó á medio carbonizar: hue-sos de tnuclias clases y diíbrentes tamaños, duros, secos,porosos, b!anquizcos y pegajosos á la lengua, y cubiertos de

• costras calizas de vario grueso; ó bien blandos, húmedos, de-leznables y amarillentos; y algunos de ellos con muy marca-das queihaduras: un centenar de dientes de varias formas,como pertenecientes á distintas ciases de cuadrúpedos, suel-tos, ó colocados en las respectivas por lo general fracturadasmandíbulas, y revestidos poco 6 mucho del depósito calcáreo:moldes, formados en esta misma materia, de huesos, dientes

(1) Principalmente, por lo- poco caracterizados quetic la o?,, adala. ocr lo-te ri (cus. sim;'! e ib, pu/dic/la t ajiicl,i a

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y piedras: y, en fin, caprichosas combinaciones de piedras conpiedras y liuesbs con huesos, de estos con las otras ó con mol-des de ellas, de moldes de huesos con piedras, de estas condi enWs sueltos.,y de moldes de, piedras con moldes de hue-sos; soldados todos esos objetos, unos á otros, por la consis-tente masa incrustrante producto de la infiltracion gaicárea.

En muchos de ellos se revelaba desde luego, clara y dis-tintamente el trabajo humano. Entre las piedras aparecieronalgunas de formas muy significativas y muy.sospechosas deser producto de la industria del homifie, y otras con mar--cadas irrefutables muestras no sólo de pertenecer it esa in-dustria sino de lo innato que es en el hombre el sentimien-to artístico. Casi Lodos los huesos contenían cortes hechosincuestionablemente por una mano que manejaba instrumen-to cortante y contundente. Y los abundantes carbones, y lasquemaduras, algunas muy considerables, de ciertos huesós,daban testimonio fehaciente de la intervencion humana enaquel depósito prehistórico. -

De los huesos, los largos;—perteneeientes Li un gran ru-miante, como el buey primitivo ó el renó de una ó de varias desus cuatro especies; síes que no, Cambien, al caballo pliscidens,y algunos á un carnicero, del género perro ó lobo—aparecie-ron cortados al través cómo para haberles extraido el tuéta-no, manjar apreciadísimo, es bien sabido, del hombre pri-mitivo, que quizk le reservaba para sus jefes, como hacen losactuales antropófagos, ofreciendo cortesmarcadísimos has-ta en los pedazos desprendidos de los mismds huesos; dos delos cuales de los de mayar tamaño presentan la curiosísimaparticularidad de estar quemados fuertemente en la superfi-cie articular, (it. Mm. 11, 1 a) del mismo modo que otro,igual á esos, lo está por un costado: (Y. Mm. Ji, 2 a) cual sihubiesen sido puestos al fuego para que el tuétano que con-tenían se derritiese, ó utilizados como vasijas para calentaralgun liquidó 6 alguna grasa, que as¡ lo permite su conside-

u

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rabio cavidad mayor de la de muchos usuales cacharros (4).En'algunos, huesos mas se notan tambien visibles , queniadu»ras, procedentes, sin duda, de haber sido asada la. ctirne quétenían adherida.ai fuego de que se conservan todavia los in-corruptibles. carbones: restos del gran hogar que en el fondode A furada dos cas tuvo el gallego, quizá pt'imitivo; hogar

• serüejante al encontrado, en-medio de una de las averilas deVoy, en Montáigle i Bélgica cón cuya¡ oavertlli ofrece la nUétra la doble ' analogía de pié en una y otra se han hallsdo,con preferencia' á los demás huesGs, lbs largos y lós de l cá'be f y e'a menor número; tos otóplátos y las térfebrA, yellas la mitad axis y «¿las¡ como cnseeueicfa dé la &s

/ tunibré de no llevar á las viviendas Sino los pedaos masutilizables del animal cazado', costumbre que también s' haobservado tenian los habitantes en las. famosas cuevas dé]

• Perigord.-Tocante á la gran antigüedad de qué data, la. estifflagim

dada al tuétano, como alimento regalado y sabSisimo píe'es, ya en la brecha huesosa de la montaña dé Genay pérte-neciente á Ira primera época de las! cavernas 6 deMoustier; se'han encontrado huesos de diferenies especies dé buéydt ca'bailo, de eiep/zizs primo genius, de Peno, db ciervo, de hyena yde lobo, rotos intencionalmente, con toda evidencia, pára quE'tarles el tuétano, y numerosos restos de ftiegó, sin que apa-reciese ninguno de cerámicar en la!! gruta de . kurensan, énlos Pirineos de la edaddel reno, se han encontrado muchos'.huesos calcinados y todos los largos de los rumiantes fractu-rados en sentido longitudinal de las diafisies, por: efecto deun choque violento dirigido eón inteligencia para poder !<mtraerles la médula: en-la curiosa brecha de Chavean, BélgiL-ea, de la que se ocupa ron: los individuos del Congreso inter-nacional de Copenhague en la sesion celebrada el Si d

(i) En el Museo Arqueológico Nacional, deposité uno de estos huesos en Mano de1872, non algunos otros objetos extiaidos por mí de! A furada dos cas.

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Agosto, los husos de los niños y jóvenes estaban hen-didos longitudinalmente con objeto, se presume, de sacar-los el tuétano, y algunos de ellos carbonizados en la super-fleje por haber sido calentados para' que el, jugo corriesemejor: en los restos de comidas de! Souabia, anteriores á losmuy célebres Kjnkkenmmndings, los huesos guardadores detuétano aparecen rotos: -en el gran l{jkeninmnding de! Meit-gaard, todos los huesos largos de allí sacados están hendi-dos para utilizar su tuétano: en unos hogares de la época dela piedra pulimentada, descubiertos en ALlis, Seine_elLOise,se hallaron huesos rotos, con el mismo objeto: en la' estacionde esa misma época, de Hautes-bornes, Sena, se hallaronhuesos de un gran buey cortados con idéntico objeto; losunos longitudinal y los otros transversalmente: en otra pa-lustre de Venecia estaban rotos, conforme á la misma cos-tumbre, pero no con la- misma regularidad ordinaria sino fr

pedradas, los largos, muy abundantes, de uros, ciervos, jal.valles, zorras y otros animales: en un gran hogar de yute-neuve-Saint-Georges,.dela edad del bronce, aparecieron hue-sos humanos en semejante disposicion: en Olrn.utz, Austria,se. han hallado hendidos, para el mismo objeto, de buey y decerdo, considerados como pertenecientes á esa edad del bron-ce: yen fin, y para terminar esta ya larga relacion, en losTerramares de Toscana,' que datan de esa misma edad á lasiguiente, aparecen los huesos largos casi siempre rotos, conla intencion consabida; pero no hendidos en sentido longi-tudinal, como se ha3ia en las edades anteriores, sino,, en ge-neral, partidos al través por cerca de uno de sus ex1rernos

Si, d lo que de este caudal de ejemplos se desprende, sehace aplicacion, por, lo que al sistema'de fracluramiento delos huesos corresponde, á los extraidos de nuestra cueva,buscando época que asignarles, resultará que no deben datarsino de tiempos muy próximos & los históricos, pues que to-dos los hallados en ella están pártidos al través, y no longi-

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tudinhlmente: lo que ¿nfirmaria la presencia de una cubha_va róta de bronce, que como encontrada allí mismo, y entrelos huesos y á no escasa profundidad inc presentaron; si yopudiese responder de la certidumbre del hallazgo, y si laforma de ella no fuese tan absolutamente seniejante , á las dela misma materia muy usadas al presente cii el pa¡¿. Pero

• por un lado las piedras y huesos trabajados para servir dearmas, de útiles y de adornos; y poi , otro el considerable espesor de la masa incrustrante en algunos puntos envolviendohuesos y piedras; dejan lugar á la duda de que daten de masremota edad: tanto mayor, cuanto menos abundosa sea ladeposicion caliza de las filtraciones cii esta cueva. Cuya de-posicion puede ser en cantidad tau variable, segun se coligede los .evperimentos y de las observaciones hechas en otrossubterráneos, que en la caverna inglesa de Kent, cerca de.Tourquay, se han encontrado vasijas romanas, de una época.alejada de la nuestra sobre dos mil años cubiertas de una capaestalacmítica de nada mas que cinco milímetros, dé grueso,y en la narbonense de Bize han aparecido silex tallados, ties-tos de tosco inri-o, é instrumentos de isLa de reno, bajo unacapa caliza, producto asimismo de las filtraciones, de espe-sor diez veces mayor; al paso que nuesto conocido geólogoSr. Vilanova refiere (1) que depositada una pizarra en puntode la cueva de Nanlet, Bélgica, en que el estalicidio de la bó-veda erh bastante regular, la recogió él pasados cinco añoscon una capa, formada en la superficie tersa de la pizarra,

•que apenas excedia de medio milímetro, y que, por consi-..'guiente, siguiendo esa relacion, al cabo de dos mil años lle-

gara á tener mas de 20 centímetros; espesor mayor 40 vecesdelque en el mismo tiempo, habían alcanzado las capas es-talaemiticas en la cueva de Rent.

Dignas son tambien de tenerse en cuenta, por lo que alparticular de la fljacion de época á los objetos halladós en la

(1) Véase In pg. 183 del tomo 1 dei Museo Es aÑo! de AflUr,üedadcs.

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furada dos cas atañe, las mareadas analogías que esta nues-tra cueya presenta con la de los muertos de Dur.íort, en Gard,considerada como del periodo transitorio de la época neolíti-ca,á la del bronce. En ambas, las infiltraciones de agua im-pregnada de cales han envuelto los huesos en una masa cris-talina y blanca, y han formado voluminosos pedruscos dehuesos revueltos con estalacmita; y el barro en que no hapenetrado la infiltracion se degrega fácilmente de íos huesosy:no ofrece mayor consistencia que la tierra vegetal comun;por lo cual, siendo de una misma época todos los huesos,los unos han permanecido mas al abrigo que los Potros, se-gun su distinta posicioi, de los efectos de la inílltracion.

Iv.

Punzones y cuchilla de hueso.—Hachas, puntas de flecha y otros ob-jetas trabajados en piedra.—.Abundantes dientes de distintas animalcs.

Procedente todo de A furada dos cas.

Además de los numerosos huesos largos y de los abun-dantes fragmentos de ellos que ofrecen córtes muy marca-dos, han aparecido en A Jurada dos cas otros huesos conver-tidos en utensilios, si es que no en armas, y revestidos, porefecto de un paciente trabaja, de formas que muy bien pue-den apellidarse artísticas; y tambien algunos otros con noménos evidents señales del trabajo humano; señales queencierra, muy en particular, un pequeño pedazo de una asta•hácia su nacimiento y unido al.. hueso de la cabeza, en el quese ve por su parte interior y cóncava una clara incision de41 milimetros de largo por 5 de profundidad en los extre-mos y. dos en el centro:

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Cinco he recogido (y . lámina II. 4, 5, 6, 7 ynodos enteros ni completos, los unos muy delgados y algunohecho de un metatarsiano, que fueron aguzados mas 6 mó-,nos fina y esmeradamente para servir -de punzones ú otrosutensilios análogos y, aún quizá, de puntas de flecha, segunes el distinto tamaño de unos y de otros. De ellos s o

n ldsmayores, el que (Y. láin. II, 7) tiene cierta semejanza con e1encontrado en la sepultura de los Molinos de Viento, al E. deAlmeria, cuyo dibñjo incluyó D. Manuel de Góngora en susAntigüedades prehistóricas de Anclalucia (1), y el que la tienemuy pronunciada con el sacado de la Cueva de la nntger,dibujado en la lámina 8.a de la segunda Memoria que conese titulo ha publicado G. M. Plierson. (V. lñm. II, 8). Losmas pequeños semójanse, y muy mucho, á tos encontradosen las estaciones lacustres de Suiza. -

Y otro, de los mas importantes hallazgos que, no en muygrande núrner&, lic tenido la fortuna de hacer en el país, esun pedazo de omóplato, ó de la parte mas plana de un muygrande hueso largo perfectamente liso por la cara convexa yrecortado en bisel todo al rededor por el lado cóncavo, (Véa-se Mm. II, 9) adaptando la forma de una bella cuchilla degracioso perfil, de 90 milímetros de largo por 35 de ancho,muy á propósito para ser manejada por una mano pq'iieña,pues que el reducido puño no tiene sino 40 milímetros dehueco (2). - -

No es ménos pronúnciado el sabor artístico de que estánimpregnádas algunas' de Ms piedras que han aparecido tra-bajadas. Tres son hachas, todas incompletas, de afilado corte

(1) Pág. 49. ---(2) Iteconocicla esta, que yo quizá cegado por mi amor semi-paternal consideraba co_

'no cuchilla incuestionable á otro útil análogo, por algunos d nuestros mas renoMbia_.dos arqueólogos, no han encontrado en ella sino una forma puramente casual. Yo, en ho-nor á la lealtad, me creo eh el deber de hacer esta mnnifrstacion. Pero como no me en—3uentro eon!r/cto, aunque tam*oeo acepto el título de edñlvnaa,rdéjo lo 'escrito sobre ellaconforme escrito estaba y la entrego al exámen del lector, dibujada por sus dos caras, enla segunda de las láminas.- -

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14.9

' deformas diferentes poco comunes dos de ellas. Gruesa launa de 8 centímetros por 4 de ancho, pasando rápidamenteá los 6 centímetros de largo á un agudo corte. V. lám. III,5). Triangular la otra con el corte, curvo, de 47. milímetrosen uno de sus lados, cuyo ángulo opuesto es de 45.0 y desdeel vértice del cual al -mayor avance del corte media una dis-tan cia de. 63. millmaros (Y. lárn. 11!, 4). Y hecha la restantedeuna losa de 48 milímetros de espesor y 50 de anchuraque por el único extremo que se conserva se ensancha hastaformar un corte convexo de 70 milímetros. (y. lám. Iii, 6).

Por hacha pudiera pasar tambien, pero destinada á usosmuy distintos que las anteriores, una fina losa, graciosa si-métricamente recortada, de 6 milímetros de largo por 4 deancho (y. lám. 111, .3). Y algunas otras piedras presentanmas ó menos acusadas formas, suficientes para tomarlas porpuntas de lanza ó de flecha y aútr para asignarlas al tipo delas llamadas del-de Moustiers (y. lám. III, 7): sin que puedaser obstáculo para considerarlas como verdaderas armas depiedra su naturaleza caliza, pues que de ella misma son lashachas que muestran indubitable carácter de tales, y lo sontambien los siguientes incuestionables objetos labrados porel hombre. -

Pos piedras prismáticas, de pcc6 mas de dos centímetrosen cuadro, parecen proceder del regaton 6 cresta de una ha-cha ó de la empuñadura de un cuchillo 6 puñal. En . una delas cuales (y. Mm. 111. 4), se conserva la extremidad, ,peregri-na aunque no muy delicadamente trabajada, presentando unaespecie- de triple gallonadura ó de garra nada mas que indi-cada, labor inspirida en la forma que ofrecen las últimasialanjes de los dedos de una mano cerrada.

Otra piedra, en fin,. (Y. lám. III. 2) reducida á un frag-mento de un rectángulo de 5 centímetros en cuadro y 8 mi-límetros de espesor, con un agujero en el centro de 28 milí-metros de diámetro curiosamente alisado en sus aristas, tal.

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vez sea un amuleto, ó un adorno del mismo género qu'e losmuchos anillos, cuyo verdadero destino no es bien conocido,conservados en el Museo de SainÉ. Germain (1); si no es quesea tambien, como los anteriores, el extremo de otra hachaagujereado para suspenderla de alguna parte fija, ó llevarlacolgada u dueño.

Destino ornamental era sin duda alguna el que tenian losmuchos-dientes encontrados; qué, segun dejo dicho, llegan áun centenar los recogidos en el pequeño espacio excavado:los unos agudos colmillos, de carnicero: los otros gruesomolares, de ancha corona y varias eminencias, de rumiante:y algunos voluminosos, de caballo primitivo de la 'variedadpliseideus, (y . lám. II. 3) iguales exactamente al encontradoen la Coya negra,.de Játiva, publicado, y señalado con el nú-mero 12, en la lámina de armas j o4jáíos prehistóricos delMuseo español de antigüedades, y al que gúardo en mi pe-queña coleccion hallado en la cueva de Monthuré (2). Encuyol dientes, como en ninguno se observa la menor señalde trabajo, debe creerse que para utilizarlos se empleara un

• sistema de engarce parecido al u3ado por los Ipdios de Amé-rica, que reunen los dientes en collares ó placas pór mediode una suerte de pasta cartilaginosa, en la que, despues de

•seca, se mantienen perfectamente sujetos sin quedar huella• ninguna en ellos.

Peno haber sido dedicados á servir de adornos; fácil esque esos dientes hubiesen sido destinados á servir de mediosde cambio, verdadera moneda; y en esté caso los reunidos

(1) véase la revista ftfa!értaux pour !hístoire pr! rntáIve et phllosoph(que de 1' liom-me 4 année pág. 492.

(9) Este y otros muchos objetos prehistóricos prodedentes de diversos puntos del ex-tranjero los he merecido la fina amistad (le Mr. le liaron de Cirardot, secretario gene-ni que fué de la prefectura en Nautas, qnen se debe la publicado» de la corresponden-cia que medié cutre Luis xiv y su embajador e» España M. Ámelo¡ de 1705 á 1709.-Cor-respondance (le Lou!s XIV a yee Al. Awelo1 son arnbassedenr'cn Ewagas, 1705-1700,puWiée par Al. le boro» de Giras-do! —Nantes-, 1ersoii, y Paris, Áubry, 1864; 9 voli--menes en 8,0 mayor,

e.

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en A furada (los cas deben mirarse como mi rico tesoro dealgun acaudalado personaje de los aptiguos gallegos, fruto,quizás, de privaciones y de afanosos cuidados, que perdidoaquel valor que te haria entonces tan codiciable, y trascurri-dos muchos siglos, le ha adquirido de nuevo, en distinto con-cepto, para los ojos de la ciencia.

y.

Deducciones de tos descubrimientos hechos en A furada doscas.—Pro-habilidad de que haya servido de morada á un elevado personajeprehistórico—Bella posicion del monte Sarrapio.—Signiflcacion de

este nombre.—Tradiciones referentes á las cuevas.

Sintetizando ahora cuanto de lo dicho sobre A furaclados ras resulta, pueden formarse las siguientes conclusiones.

.Que en una época muy ljana, dificil de fijar siquierasea nada mas que con probabilidades de acierto, que ha da-do lugar á la formacion de costras estalacinito-estalaclíticasde hasta 14 centirnetros de espesor, los habitantes de Gali-cia moraban en las cavernas.

Que conocian el uso del fucgo, como lo demuestran loscarbones encontrados.

Que fabricaban de piedra, hachas, puntas de lanza y fle-cha, y cuchillDs ó puñales; empleando para ellos, y paraotros objetos cuya aplicacion aparece un tanto dudosa, lacristalina masa caliza muy abundante en su misma morada,en reemplazo de las rocas silíceas, extrañas en el pais, co-munmente usadas en otros, puntos.

Que labraban los huesos haciendo de ellos cuchillas (1)para cortar las carnes y las pie1es,.—si no es que su destino,

(ij Véase lo dicho en una-nota anterior.

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y por lo ménos el de la hallada por mi, si se atiendé á sugra'cioso pérfil ' esmerado trabajo, fuese escksivamente or-namental y suntuario;—puntas para armar sus flecha y ve-nablos, y punzones, para agujerear los pellejos de que sevestian y poderlos coser, 6 para horadar los mangos de palo de sus armas y utensilios.

Que se alimentaban, de los grandes rumiantes y los maspequeños carniceros que cazaban, y, tal vez, entre . estos delos perros sus compañeros, y de los caballos de que se servian.

Que de esos animales no conducian á las viviendas sinolos trozos mas suculentos y utilizables, como. la cabeza, loslomos y las extremidades; segun demuestra la proporcion enque se han encontrado los huesos de esas partes con las delas otras; que es la de 55 huesos largos con articulacion, y32 vertebras é innumerables huesos partidos de cabeza, occi- -pitales, temporales y mandíbulas; por 6 iliacos, 7 omópla-tos, un sacro y nada mas que 7 costillas.

Que sentian especial aficion por el tuétano, como se des-prende del hallazgo de tan gran número de huesos de losqúe en mayor cantidad contenian el gustoso jugo, Para cuyaestraccion los cortaban al través con instrumento cortante-contundente.

Que saboreaban el tal manjar despues de derretido den-trode los mismos huesos; sino •es que estos, de cortados yvaciados los htilizabañ como vasijas; pues que parece queles eran desconocidas las de barro por su completa ausen-cia; y de cuya utilizacion-de ciertos huesos dan testimoniolas estensas quemaduras que conservan algunos de ellos.

Que coleccionaban los dientes grandes de tods las cla-ses de animales de que se alimentaban, destinándolos á me-dios de. cambio ú objetos de adorno.--

Que con alguno de esos mimos destinos labraban muycuriosaménte algunas piedras.

Y que en otras daban pasto «á 'sus instintos de artistas,

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dejando estampida profunda huella de la grande antigüedadde que data el sentimientodel arte en el hombre.

A todo esto debe añadirse, por lo que en particular á lacueva de que me ocupo toca, que la abundancia de dientes,ya hubiesen tenido uno ú otro de los destinos indicados; elcrecido número en que se han encontrado los grandes hue-sos partidos de que se extrajo tuétano y los correspondien-tes á las partes mas suculentas dé las piezas muertas; y lapresencia de lii notable cuchilla de hueso, y la de la rodaja,mango de cuchillo galloneado, y alguna de las hachas mas -finai1?nte trabajadas, cuyos objetos, de hueso y piedra, porel género, gusto y esmero de su labor deben ser considera-dos como preiosidades de su tiempo; dejan lugar á la sos-

.pecha de si A /urada dos cas era la habitaciçn del geíe delpueblo ó de alguna de las tribus moradoras en el pais.

Las buenas condiciones del paraje refuerzan esa sospe-cha; pues que el monte Sarrapio, de poca altura y suavespendientes, situado it la izquierda del Masma á muy pocoskilómetros de su orilla y it unos cinco ó seis, en línea recta,de la costa, tiene it sus pies uno de lós mas anienos y férti-les territorios del país, y él mismo es uno de los puntos maspintoreséos y vistosos del contorno, de cuya cima, que se ga; -na sin mas que subir muy pocos pasos desde la boca de lafurada, se disfruta el qas encantador, completo y variadopanorama que puede gozarse de ningun otro de tos montesinmediatos. Hácia el N. E. se divisa lá inmensa superficie delOccéano y no corto trecho de la costa cantábrica en la par-te correspondiente al distrito municipal de i3hrreiros: si-guiendo con la vista it la izquierda se topa, primero, con laimponente mole del monte de Carrás, que oculta la desem-bocadura del Masma, bajo cuyo monte se estienden las fron-dosas riberas de ese río, asiento del palacio episcopal deBuen-aire, domina las por el agudo peñascoso pico de Lon-rido guardador de ruinas estimabilísimas; cori la g amenas

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vegas dede Villamor, despues, y it continuacion, con el fertilí-simo valle de Brea, en cuyo fondo está la ciudad de Mondo-ñedo, al pié del elevado monte llamado la Pena da Roca quese destaca sobre el horizonte elevándose 760 metros sobre elnivel del mar y 630 sobre el suelo del valle: y uniendo á esemonte con el de Carrás se destacan los que limitan por S. E.

'el estenso Valle de Oro, erizados de desiiudos peñascos gra-níticos rodado's, aislados 6 caprichosamente c qmbinados unoscon otros, entre los cuales montes descuellan el que por laforma de los peñascos amontonados en su cúspide, formamuy parecida' á un palomar; era ya designado por Palum-kirinni en el siglo XII y hoy conserva el nombre de Pom-beiro, y el pelado pico conocido por A Frouxeira, celebradoen las tradiciones del pais por haber soportado un famosccastillo roquero, asolado por la 'Hermandad á fines del si-glo XV y ligado intimarnente á la trágica historia del Ma-riscal Pardo de Cela. Tornando con la vista desde la Penada Roca hasta el marpor el kdo opuesto al recorrido, des-pues del Padornelo, monte algo mas bajo que el anterior, yel de la Trinidad, sobre qué se mantiene bien delineado cas-tro inmediato al lugar y curioso puerto seco de Arrojo, sedescubren las vistosas orillas del Lorenzana y en su márgenel lindo monasterio de benedictinos de Villanueva y la ale-gre villa á su sombra formada eón lento trabajoso desarro-llo, prolongándose las apacibles campiñas por entre collados

•de fértiles laderas en lo que comprenden las dos parroquias• 'que conservan el antiquísimo nombre de Cabarcos,erguién-

dosé enhiesto sobre ellas en el horizonte el alto pico deNuestra Señora de la Puente; único püiíto de toda la comar-ca en que se sabe se hayan encontrado fósiles (1).

Por otra parte, y bajo análogo concepto, el nombre deSarrapio, significativo en el dialecto del pais de ' sarro, re-»le; porqueria que á veces' hay en la boca, los labios, ien-

(1) véase la Des&pcon 9eo9ndsüca de Galicia, de Selndz, Madrid, 1835.

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' Les, etc.» ('1); aún ciand.cornun ú r diversas localidades delpais, corno otro monte sobré la parroquia de Sánta Cruz delValle de Oro, dos lugares en la, provincia de la Coruña, unoen la de Pontevedra y otro en la de Oviedo, ademas de otrosdos en estas últimas que llevan las variantes Sai'rapicon ySarrape, y usado como apelativo en un documento del si-glo IX, perteneciente á la Iglesia de Lugo (2), en la fraseasoendilque por ,ipso sarrapioMontis Spiuosi usque ad ver-tieem ipsivs montis, referente á los términos señalados 1' laspropiecldes de esa Iglesia por Alfonso II; reviste de çier-'La importancia al, sitio, trayendo desde luego á la memoriael Serapeum egipcio, tumba del buey Apis encarriacion deOsiris, el Sol, y producto de la fusion utilizada por los Tolo-meos de las teogonias egipciá y griega; dando lugar á la ideaque hace ver en ese monte, y en esa cueva, un destello deinfluencia griego-cananea; y á cuya idea presta pábulo laexistencia, á muy corta distancia, del lugar y capilla_de Gro-ve, nombre que puede ser de origen griego ó provenir delgermánico grube, roba- en la bala latinidad, boyo, cueva,siendo, en tal caso, ese lugar y esa capilla coirio flliacion 'deA Jurada dos Cas. De tomarse en cuenta estas premisas, noseria dificil llegar hasta pensar si nuestra caverna habriaestado destinada it la celóbracion de ocultas ceremoniasequivalentes it las que en honor de Apis, deidad del comer-cio, se verificaban en los subterráneos del templo de Alejan-dra; de cuyo culto pudiera ser un trasuntó ó recuerdo lamencionada capilla, y restos los objetos por mi encontradosen la cueva. As¡ como de haberse tributado culto semejanteen otras cuevas del pais pudiera consderarse reliquia laexistencia que he señalado dq algunas iglesias en cuevas delterritorio gallego.

Las tradiciones 'populares de Galicia referentes á las cue-

(1) Dicc!ona,'ío gallego-caslellano, por D. Franci,co Javier Rodriguez, Coruii, 1 863(2) Esperña Sagrada, XL. Apéndice, año fi.

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vas tienen en general mucha analogia con las que se refieren•de otras de paises lejanos del gallego. De esfas y de aquellas

se dice muy comunmente estar cortadas á cierta distancia• de su boca por un invadeable arroyo y prolongarse hasta

puntos muy alejados, segun se ha comprobado suele afir-marse,con la apañcion en esos puntos de un perro ó de ungallo echados en la cueva por su entrada conocida. Tal seasegura, por ejemplo, de una de las que muestran su bocajunto _al puente de la Espifleira y cuya salida adornada desuntuosa portada se coloca,en paraje, que nadie señala confijeza, inmediato á la no muy distante antigua iglesia deSan Martin de Mondoñedo, catedral primitiva de la diócesis.Y mayores puntos de contacto con las noticias históricas y.mas acusadas huellas para rastrear el verdadero papel queen la vida humana y en remotos tiempos desempeñaron lascuevas, ofrecen, que las citadas tradiciones, aquellas, muyparecidas á las que se refieren de los castros, de que luego hede hablar, que dan á los subterráneos encantados, ó encan-tadores habitantes, y régios moradores á quienes lujosamen-te ataviados, á pié ó montando albos corceles, ya.solos, ya

• acompañados de galanas d'amas, no falta quien firwe haber-les visto salir á tomar el sol, ó á poner á secar al calor delos rayos del astro del dia sus ropas y vajillas.

1:,

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CAPITULO II.

Monumentos rnegatiticos.

1.

Las piedras brutas empleadas en la anligüedad como altares y simula-cros.—Su'cristianizacion.—Neneidnes de tos monumentos megalilicos

tiecIas pr los esiitoresanhiguo's._M6nhires, ó piedras filas.

'tina informe piedra fué el primer monumento etgidopor el hombre en honor de la Divinidad.

'En los Santos Libros del Pentoteuco y de Josué se liahan repetidas -menciones 'de tales monumentos. Jacob, diceel Géesis'Ç ), tomó la piedra sobre que reposara su cabeza,mientras vierá la celeste escala, asi que se levantó de maña-na, y 'la 'alzó por titulo ó púsola por estancia, por esiátna ópm altar, s'egun los ,varios traductores ( derramando acei-te 4.50, bre 'ella: 'refiérese en'el Exodo (3) que dijo el Señor á'Moisés, 'para que se lodijese al puéblo, j si mc hicieres al-tar db 'p iedras, no 'ibckli/icarás de piedras ldbradas; porque"si d&ares pico sobra (J, quedará promnado: léese en él licu-tdronornioM'(4) que oiés yi'os an'eianos'ae !sra'éI mandarondi pueblotqu'e despues'dé pasado él 'Jordtn, edificase un al-lar 'de piedras que él hierro 'no haya tocado, y de piedras

(1) Cap. XXVIII, ven. IB.(2) Véansc las notas del P. Scio.(3) Cap. fl. vers.21.(4) Cap. XXVII, ver's 5 y G.

Li

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toscas y sin labrar: Josué, despues de realizada la terriblecarniceria llevada á cabo crí lds habitantes de Flai, edificóun altar en el monte Hebal de piedras toscas que el hierrono /iabja tocado (1): y ese mismo caudillo al hacer la alian-za del pueblo con Dios (2), poco antes de morir, tomó una

.-piedra: muy grande, y la asentó debajo de una encina., queestaba en el Santuario del Señor. Y dijo 4 todo el pueblo;Ved aqui, esta piedra os servirá (le testimonio, de que ha oidotodas las palabras que el Señor os ha /tablado: para quedespues no os venga la gana de negarlo, ni de mentir al Se-ñor Dios vuestro.

Ea los escritos profanos antiguos no son menos frecuen-tes las menciones de piedras brutas objeto de pública vene-racion. Los helenos, segun Pausanias (3), rendian culto enlos tiempos mas remotos á piedras brutas llamadas Kiones:las tres Gracias y el mismo Cupido fueron representados portan tosquisimos simulacros; y ese culto de la piedra brutaquedó erpetuado en el Término—recuerdo del menitir,-Tdel'que escribió el célebre apologista cristiano Lactancio (4): La-pidem coluni in/ormem atque rudem, mii nomen est Ter-minus. -

Las piedras, lo mismo que los árboles y las fuentes, con-tinuaron siendo objeto de muy general veneracion, aún si-glos despues de triunfar el cristianismo; como consecuenciade mantenerse viva todavia entre las clases ignorantes de lasociedad la creencia en el grosero fetiquismo. Y esto suce-dió hasta tal punto, que fué preciso disponer en el cánon 23del Concilio Arelatense segundo, tenida en el siglo IV 6V;Si in alicujus presbyteri territorio in/ideles ant /aculas ac-cendunt aul arbores, fontes vel saxa venerantur, si /toc

(U Cap. Viii, vers. aL(2) Cap. XXIV, vcrs. 26 y 27.(3) Lib. VII, 22 y IX 24.() De País. Bclfp. Li, 20.

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eruere negiexeril, sacriiegii reum se esse coynoscat; y con-signar en el 16 del segundo sinodo Turonense, celebradoen el siglo VI: Contestamur, ii/am solicitudinem, tam pas-tores, guam presbyteroi gerera: ut quemcurn que; iii /tac [a-tuit ate persist ere viderini, vel ç"nescio, ad petras, a2,1 arbó-res, at&t [entes designata loca Gentilium perpetrare, quw cidecciesice rationeni non pertineitt, eosab ecelesia sancta ant ho-nt ate repcilant: nec participare sancto altano perrnittant,gui Gentilium observationes custodiunt: reproduciéndose ta-les prohibiciones en las Capitulares.

Como medio auxiliar de esas disposiciones, y para hejorconseguir la extirpacion de semejante pertinacia en las anti-guas gentílicas prácticas religiosas, se legitimó tal superti-ciosa veneracion colocando cruces en las piedras, y parajesque eran objeto de dlii. A cuya trasformacion, bien conoci-da de propios y extraños como muy general que fué á todóslos paises cristianos, deben referirse sin duda alguna las men-ciones que se encuentran en los documentos de la Edad me-

-diá de piedras con cruces. CoiS la petra (le cruce que figu-ra entre los términos señalados á la antigua diócesis de Pu-mio, en Portugal y rayana de Galicia, agregada por Alfon-so III á lade Mondoñedo en 877; aquella de que se dice inalia potro inven.intus crueetn al reseñarse esos mismos tér-minos en 91 (4): la petra in gua stat crux nombrada entrelosdel coto del monasterio de San Mamed donado al de Oyaen 4439 por Alfonso VII (e); y, en fin, los siguientes para-jes, mencionados al marcarse los términos de la ermita deSan Cosme, que ese mismo monarca doné en 1140 al cita-do iñonasterio de Oya, Armandam.....ubi sunt cruces inpetnis in vía quce vadit.ad Morad¡, y Belesar ubi stat quai-dam Cruz in petra (3).

(1) España 52 tirada, lomo XVIII, e$eri:ura g Y y 11(2) Idem, tomo XXII, Ajéndiee VIII.(3) Edem, idem idem, idem IX.

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tiespecto Á la, fecha, bien lejana y, k que alcanzan lasmemorias de los monumentos megalíticos consignadas en.las obras Øe los csci'hores de la antigüedad, Tácito los lla-ma rudez saworum. eqnz payes, y.Cieeron miriftcm moles; .yPlinio dice de ellos, con otros autores de esa edad, que 195obeliscos .ó'.,menhires y otros monumentos de ea índole fue-ron elevados en.bonQr del Sol: Trabes ex eo-Syenit e—fe-cerereges qvodam cert amine, obeliscos vo,cantes, olis n,umini. conseenatos: especie confirmada por algunas tradicionespopulares.

Una de estas lic de citar ahora, propia del pais gallego.y ligada íntimamente, con: el culto tributado .á las piedrastoscas, trecogida, por el P. Castro en su Árbol cronológico dela provincia de. Santiago. (1). Cuenta ese franciscano queCateto, hijo .de .Cicopre, primer rey de Atenas y yerno deFaraon Osiris, huyendo por no verse anegado por el marl3ermejo, arribó á la Coruña donde sentó, el trono de su rei-no, y o.para hacerse mas temido y, mas respetoso su solio, le»hizo de una piedra de extraña corpulencia. Decia que aque-klla piedra etava. hadada por, los Dioses; que de ella depen-' dia la conservacion de si corona y la de quantas rdeseassen»semejante fortuna.i

Del sencillo menhü,.—sobre cuyo destino , no se ha der-ramado todavia la necesaria, luz para conocerte por com-pleto, siendo considerado á la. par, por unos como monu-mento de carácter funerario,-y por otros como, emblemático,simulácrico y religioso, y aúa como una sencilla construe- -cion de índole civil y politica,—no he podido encoiflrar niun solo ejemplar en toda la cornarcque' . yo conozco,, si bienno perfectamente, y muy en particular en aquella parte deella cd que señala Vicetto varios corno existentes y vistos porél (2). Pero en cambio no escasean en los viejos documen-

(1) Parte primera, Salamanca 1722—Pág. 40.(2) Historia de Galicia, en publicacion, Ferzol, Taxonera,.tomo,t, pág. 1:3.

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tos las menciones, ' algunas con muy curiosas particulari-dades, de ellos, ó sea de las piedras fi/as. Bajo ese nombrede petra fleta, 6 petra /7xa figuran los que deben conside-arse como verdaderos menhires en los límites con que apa-

recen demarcados ciertos territorios en dos antiguos docu-mentos del- siglo VIII: el testamento del Obispo de LugoOdoario, otorgado en 760 (1), y h donación hecha por elrey O. Sito, en 775, á los fundadores ddl iflónasterio de Spe-rautano, á orillas del Eo.('2), especificáhdose en este la paraficta gui st.at in rnonte'super Tabu1am—Trabada?--Mas ex-

resiVos los dos ya citados arriba de 877 y924, en que sedeffiárca la diócesis dumiense, contienen el uno la men-cioñ de pailas fixas qum ab antiquo /uerimt conslructw, yd otro la de pé/ras filas, gui ab antiguo pro termiñis fue-i'»zt constilutas. Y en ¿tro muy posterior, el de la confirma-ion que Doña:Urraca hizo en 1417á la sede mindoniense

ile sus cótos (8), se cita la pc/ra fixa do Á'urearn entre loslitnites de ellos; cuya piedra-fiLa, divisoria del territorio pro- -pio del VáUe de Oro del de las feligresias de Coubueyra yMasma, no lic logrado encontrar, ni de quien de ella'me dénoticia, éri todo el ámbito de la comaka en que la colocanese documento y otros dos de fechas anterior y posterior ála de ól,-1010 y'1167—'insertos en el katulario, escritoen el siglo XIII, del monasterio de Villanueva de Lorenzaña.

• (1) Rspaiia Sagrada lomo XL Ap.(2) Idem idemidem XVIII Ap.(3) Idem idem Idem idem idem.

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II.

Altares naturolci 6 pe$os ollares.—Abundancia de las piedras conpila .—Si son 6 no obra del hornbce.—Dólmen es-al tares.---

Sacrificios humanos.

Cosa semejante que con los menhires sucede, en la re-gion de que me ocupo, con los que, con no exceso de pro-piedad, han sido llamados altdres naturales, y hoy son me-jor conocidos por peñas-altares; poco diferentes de los men-hires en cuanto á su sencillísima composicion. Pero véome

* en el caso de tratar de ellos con cierta extension por dosespeciales circunstanciás: la de ser llamada pena do aliar,una que se alza en medio del arenal, y al pié de los castrosde Villadeide, feligresía de S. Cosme de Barreiros, en la alis-ma boca de la ria de Foz que forma el Masma en su des-enibocadura; y la de haber concedido mi antiguo amigo Muy

-guja importancia muy grande á la peña mas prominente del- coto de la Recadeira, cercano á Mondoñedo, considerándola

como un altar natural, hasta el extremo de dedicarla el pri-mer lugar en la única lámina de las que acompañan á su

• comenzada Historia de Galicia, que destinó & monumentosceltas.

Atendiendo, ante todo, á los caracteres determinantestanto de esta piedra de la Recadeira como de las análogas áella tenidas por altares naturales ó piedras con pila; comoesos caracteres se reducen á ciertos hoyos 6 cavidades en-contradas en su parte superior, es preciso dejar consignado,que piedras con esas mismas cavidades, y aún con e1ls pro-longadas en canales de desagüe muy acusados, se encuen-

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tran con tan considerable abúndancia en toda la extensa zo-na comprendida desde la orilla del Masma hasta el extremooccidental de la re-ion que yo conozco, en Cuna extension demas de 15 kilómetros, que no es posible admitirlas 001110

otros tantos monumentos megaliticos. -Averiguar definitivamente si esas tales oavidades 6 pilas

son ó no producto del trabajo humano, es asunto, en la ac-tualidad precisamente, de investigaciones prolijas y disqui-siciones detenidas (4). Y conviénese ya, por lo general, en

• qué algunos de esos hoyos, cuyas paredes son verticales, de-•ben atribuirse sin vacilacion á la mano del hombre: en quélos que se encuentran en peñas de granito muy duro no pu-'dieron ser vaciados sino por la accion del fuego: y en-quelos que carecen de contornos regulares no pueden ser con-siderados como característicos de altares;_ si bien no faltaquien afirme que fueron utilizadas para este uso las cavida-des naturales debidas (t agentes atmosféricos ó á casos for-tuitos, que son tan abundantes en las p°iias de paises muydistantes unos de otros. Sobre cuyo punto se vió ya obligadoMr. Ernesto Breton á aguzar su ingenio, en los Monurnentsanhiques el inodernes que publicó en 4843 bajo la direccionde Mr. Gailbabaud, para refutar la opinion de Mr. Cambryde que 'tales receptáculos en las peñas, de los que él dicehaber reconocido mas de doscientos, no son sino un juegode azar, un efecto casual de la naturaleza; opinion que, enabsoluto, escritores respetables no consideran hoy digna si-no de personas poseidas de un escepticismo exagerado; y seha seguido combatiendo, á menudo con razon y con éxito,l que esas tales pilas y canales estuviesen destinados 4, re-

coger y dar salida á la sangre de las víctimas, como dan porsentado los que califican de altares las piedras que los con-tienen; habiendo llegado muy modernamente sobre este par-

. (i) ;réa]uc las entregas correspondientes ú los meses de Febrero y Marzo de 1872,y siguientes de la revista lía¡ erlaua- pon 1' I,is(oÑe pr/ea fi/ve el mal va-e/le de 1' Ñonaffie

a

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ticular el respetable Mr. Le I1oi 6. calificar, sin Irestriccion, deproblemáticos—pro blernatiques—los altares, al enumerar losmonumentos llamados--soi-disant—druídicos en la página

•186 (1) de su tan conocido libro L' honune fossile.• Pero este mismo autor, en la misma obra y poco mas

adelante—pág. 458 7-, transcribe la noticia de que Mr. Ay-mard ha señalado en el Velay grandes piedras brutas conhoyos y canales—creus.écs de bassins el de rigoles—calificán-dolas de rocas-altares—roc/icrs-autels—, monumentos de unculto • primitivo anterior á los dolmenes y penlvans etc.; ynuestro compatriota D. Manuel de Góngora, en su memoriasobre las Antigüedades prehistóricas de Andafucia que me-reció lisonjero informe de la Real" Academia de la Historia,describe—pág. 88—los sillares muy labrados que halló enlo alto de un cerro en las Peñas de los gitanos, los que con-sidera como «aras sacrificatorias de victimas humanas».

Además, y por otra parte, hasta los dolrncnes han llega-do á Ser considerado como altares; especie autorizad, por

• llevar algunos de ellos el nombre de altares, como el de al-tar de los Vardos y altar del gran sarraceno, queJlevan doscromleehs, dolmenes complicados, de las Islas de la Manchadescritos por el teniente Oliver (2). Desde hace algun tiem-po se pensó en que los lichaveus, trilitos ó antas eran alta-res de oblcion, y fué opinion muy generalmente admitidala de que el destino de los dolinenes babia sido el de altaresde sacrificios; en conformidad con la cual reputados arqueó-logos, en recientes obras, han creido hallar una prueba deque los dolmenes hubiesen sido aliares en que en las histo-rias se vea que, casi siempre, acompañaban los sacrificios álas ceremonias fúnebres; y han considerado aventurado ase-gurar que la tapa de los dolmenes no hubiese sido emplea-da como aliar con ocasioh de los funerales; por mas que re-

(1) 2. edicion, de 1868.(2) J)fatériaurtpour r histoire prhnfliiie el ,iaturelle del' honnie, aiio 1872, p. 809.

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conozcan como obra de los agentes atmosféricos, y nada masque as¡, los hoyos y canales que en esas Lapas, como en algu-n aso tras piedras vecinas á ellos, se observan. Mientras, algunosdesposeen de mucha de su importancia á Io propios altares;ya mirándolos como consagrados antes de que fuesen abier-tos los hoyos que lós caracterizan; ya considerándolos como'pértenecientes á una religion anterior al druidismo; y ya nodando otro destino á sus hoyos ó pilas que el de contenerfuego,—tan violento que alguños de esos hoyos tienen susparedes y fondo descompuestos corno resultado, indudbIe-mente, de una fuerte accion ignea—, que sirviese de señales,ó para los sacrificios, ó simplemente para quemar inciensosegun sistema perpetuado en la antigüedad clásica ('1); 6 noadmitiendo, que hubiesen tenido tales hoyos otro uso que elde recibir las ofrendas de objetos votivos ó de alimentos co-locados as¡ fuera del alcance de los animales, depuestas porlos creyentes de una religion mucho mános cruel que ladruídica, sencilla como el primitivo tetiquismo; 6 quizá tansólo el de servir de depósito á las aguas llovedizas, miradascomo consagradas y ricas de pí'opiedades.curativas.

Abundando en la opinion arriba expuesta¡ Murguia ()expresó sobre los dolmenes aparente, no recubiertos de tu-mu/ns, cqtie.á primera vista se cónoce sirvieron únicamente»de altares», y sobre los 'demas, ó íumula-res, que son losllamados antas en Portugal y por Mendoza' de Pina rudesaltares; y, aunque le parecen arriesgadas las conjeturas so-bre que hubiesen servido de altares, advierte que, segun Lo-.das las probabilidades, la mamoa no cubrió nunca por com-pleto la tapa del dolmen, quedando, por consiguiente, el tú-mulo coronado por una gran piedra á flor de tierra que pu- -do facilmente ser empleada como altar: autorizando, pues,

() Y. Rich fil ctlo,anajrg des antiqdtS rornalnes el grecques, traducido al francéspor Cheruel, palabra ARA

(2) ¡lis/orIa de Galleta, tomo 1, páginas 509 y MG.

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para agregar todos los dolmenes, aparentes y tudmiares, á laextensa lista de los altares naturales, propiamente dichos ybien caracterizados, cuya abundancia en el suelo gallego ca-lifica, por lo grande, de fabulosa.

Unos y otros de esos altares, tarfto los naturales ó pie-dras depila, y mejor dicho peñas-altares, domo -los dolme-nes, se asignan á la horrible práctica de los sacrificios hu-manos. Conveniente es, por tanto, examinar hasta donde mesea posible, como cuestion prévja, si en Galicia estuvo envigor en los tiempos pata ella prehistóricos costumbre tanfiera, atroz y terrible.

Que en épocas remotas era en ciertos paises, hoy civili-zados, cosa comun y corriente el sacrificio de víctimas hu-manas, no puede ponerse en duda: Ya en los Vedas se ha-bla del sacrificio, real ó sólo simulado, de la viuda; y el usotan bárbaro de inmolar las mujeres á la muerte de los ma-ridos existia, segun dice Estrabon, entre los catheenos de laIndia y se ha trasmitido hasta nuestros dias en la costa deMalabár. Sábese que los escandinavos practicaban los sacri-ficios humano; y resulta de recientes descubrimientos quelos helvéticos arrojaban vivas sobre los vasos cinerarios, altiempo de formar los twmulus, las 'víctimas que sacrificaban.con motivo de la celebracion de los funerales. Muchos de losescritores de la antigüedad, en fin, como Homero hablandode los funerales dePatroclo, y César, Estrabon, Diodoro, Ci-ceron, Lactancio, Ammiano Marcelino, Tácito, Lampridio,Lucano y Plinio, refiriéndose á celtas y galos, y estos últi-mos autores en particular á los druidas; nos han dejado ex-tensas, detalladas, curiosas y variadas noticias sobre la crue-lísima costumbre de los sacrificios humanos, por esos pue-blos practicada.

Y respecto al punto concreto de los altares en que se- celebraban, si bien Lucano (1) nos presenta fi los druidas

(t) Farsalia, lib. 1, veis, 419 y III. -

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ofreciendo víctimas humanas en honor de T/iew-TIw-Tltes,sobre dolmenes, 6 altares de piedras sobrepuestas, y decri-be el bosque sagrado de cerca de Marsellaen , -que se vejanaltares de piedras brutas y árboles inundados de sangre hu-mana que atestigüabán la existencia de un rito espantoso yferoz; y si bien, as¡ mismo, Plinio () menciona esos talesaltaies lustrados de esa sangre y siempre adosadas á uná -encina; Diodoro de Sicilia (2), á . su vez, afirma que la vio-tima era inmolada estando de pié y que por su caída losdruidas sacaban los presagios; y Estrabon (3) refiere de loslusitanos que vivían junto 'al Duero, que adivinaban por lainspeccicin de las entrañas de las víctimas, que el primeraugurio le formaban segun el modo como caían al recibir laherida en el corazon. Y se considera como circunstanciaque hace inadmisible el que en ciertos llamados altares, cu-yos hoyos ó pilas están abiertos muy junto á las orillas dela piedra, pudiesen haber sido sacrificadas víctimas por losdruidas i la de que estos las herian hácia el medio del cuer-po por encima del diafragma; en cuyo caso hubieran teniaoque colocarlas con la mitad del cuerpo fuera del. altar; alpaso que abona mucho en pró de la opinion de que los dol-menes hayan tenido destino sacrificatorio, el hecho intere-santisimo de haberse encontrado , bajo uno de los de la Lo-zera que ha estudiado Mr. , de Málafosse, y segun él mismorefiere (4), entre otros huesos, una mandíbula inferior hu-mana con una incision profunda hecha con un instrumentocortante que se llevó un pedazo del hueso, como por efectode un golpe vigoroso dirigido al cuello con poca seguridady acierto.

Si en Galicia fueron ó no conocidos lbs sacrificios ¡ruina-

(1) Lii), XXVIII. -(2) Lib. 1, vers, 31 .(3) Lib. III.(4) fiJa! erTa I,X J)O MI' 7 Ii ls/o! rt p 7 mi! lic el ial ,,r7le tIc 7' Ita ni ni c, annér V . pagi-

na 330.

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nos i es asunto que sólo puede ventilarse en el inseguro cam-po dé las conjeturas. Presta gran apoyo á la aflrmacion, la.circunstancia de que fuesen practicados en la vecina Lusita-nia, segun el testimoniocitado de EstrabQn; y Murguia (1),basado en la opinion de Gobineau, ha abrigado la creenciade que la introduccion de esa práctica feroz en Galicia fijédebida á los fineses; hombres muy inferiores por todos con-ceptos á iberos y celtas, y que, segun es ya hoy parecer muyextendido, no precedieron sino siguieron á los arianos en elmovimiento de E. á O.

Pero si, conforme á la mas general opinion, el uso de lossacrificios humanos fué consecuencia de la introduccion deldruidismo, sobre que este haya existido en Galicia traido porlos kimris, no escasean los indicios. La venida de estos la dapor segura un, escritor contemporáneo (), fundándose encierto texto de Lucio Floro, (8) y apoyándose en la opinionexpuesta por Thierry en su Ilistoire des Gaulois: á lo quebien puede añadirse, como claro indicio de esa venida, elque llevasen la denominacion de civarcos, trasmitida porPlinio (4), de cywarc/t, cultivadores de cáñamo, voz kín*icaseguñ Pictet (5), los habitantes de una parte del territorioteatro de mis investigaciones arqueológicas, que se ha con-servado en el nombre

de Gavarcos que llevan dos feligresias

del ayuntamiento de Barreiros. Y deben mirarse como seña-les nniy ciertas de la existencia del druidismo en Galicia lasque ofrece el famoso Pico sacro, cei'eano á Santiago: con suantiguo nombre de Monte Ricino, que se le da en documen-tos de los siglos IX y X (6) y vale tanto como monte de las

(1) ¡lisIaría de Galicia, II, 384.(2) Saralegui y Nedina Efudios sobre la época .céllica en Galicia, Ferro], 1867,

çag. 82.(3) Lib. III, Cap. III.(4) Lib. IV, Cap. NN.(5) Tomo 1, pag. 319.(6) Tumbo de Sanliaqo, donaelon de Alfonso III hecha en 833 ( y. ¡das Augusti era

DCCCCflI) a! abad I'anosindo del Monasterio de S. Juan del Yermo á orillas del Oih

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encinas, de ilez ilicis encina, árbol que tal importancia teniaentre los druidas que de él tomaron, ó les dieron el nombre,—Apç, encina—, llamando los griegos hombres de las en-cinas á los sacerdotes celtas ó galos que habitaban en espe-sos encinares: y con ciertas peñas que—ademas de,un cas-tro—en ese monte se -encuentran, sospechosas, por lo ménos,de ser menhires, semidolmenes y altares, y que aparecen en-tre los muchos aparentes peñascos en que el monte ese abun-da; y de las cuales una es poseedora del significativo nombrede huella del caballo de Santiago, análogo al que otras mu-chas peñas llevan en el pais y fueta de él, como el de penascaballa-das, y relacionado intimamente con lo que de otraspeñas se cuenta de estar marcadas con las huellas de lasherraduras del caballo de Roldan, 6 de S. Martin, en las deFraticia; cuyas peñas es muy posible que estuviesen destina-das á servir de linderos ó mojones, y que de ellas se hagaderivado la palabra marca-, en la aeepcion de mo,jon, puesque mar 6 marc'h es palabra gala que significa á la vez ca-ballo y limite.

Indicios, de otra índole, son tambien de la existencia deldruidismo en Galicia con sus horribles prácticas: el que si'-ministra el hallazgo de un peregrino puñal de bronce que yoposeo,—cuyas curiosas particularidades no me detengo ahoraá explicar reservándome hacerlo al tratar exprofeso de él y delas demas armas y objetos de bronce hallados en el pais,-al pié de la enorme pena grande granitica, rodada y aparentede 700 metros cúbicos, deshecha al abrirse la carretera quede Mondoñedo ha de conducir Ó. Vivero por el Valle de Oro,que estaba situada en la falda del mdnte llamado os cas/-rosen la feligresia de Coubueyra, ayuntamiento de Mondoñedo,

(el Ulla) la. caverna ,nonfls quena dicutal ,noiile,n sacrun' qui onl!quilas vocabaturIlIlr4nc. Y donacion heolrn por el Obispo Sisnando 1 de Santiago, en 914, al M6easteriode S. Martin Pinario del que ¿1 cdfficara1n atino/e quofl quondani ¡/lie/nug dk/usst.jaca/ cr/nen/una anned Jacíahl moras sacer es/ oppclala,s; publicada por el P Yepes. TomeIV. escritura XIII.- -

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y que sin gran violencia pudiera asegurarse que era un aliar: yel que se revela con aparecer el nombre de aliar dos corgos,altar de las pozas, ó de los charcos, en un sitio del pais de laUlla en donde Murguia supone que debió haber un aliar concorgos ú hoyos, considerando á la denominacioñ de tal para-je como una trarlicion del-destino de esos altares y de laexistencia alli de uno de ellos.-

111.

A pena do alta.—El coto (le la /?ecadejrtz.—Fúncl) pe soernniihrI.

Bajo el punto de vista de la conservacion del nombre, elde A pena do aliar que, como ya he dicho, se-da á la peñaque se eleva en la boca de la ría de Foz, es el mas fehacien-te testimonio que existe en el pais de que en él fuesen co-nocidos los bárbaros usos druídicos; testimonio corroboradopor los caracteres que esa misma peña presenta. Es informey voluminosa, un verdadero peñasco en la acepcion mas vul-gar de la palábra, de formácion pizarrosa; se alza algunosmetros sobre el nivel del arenal; y sólo es aécesible durañtelas horas de baja mar. Ofrece, ademas, pr la parte S. E.,una desahogada cueva, con varias cortas ramificaciones 6senos, en cuyo techo y sobre el centro de ella aparece mi.agqjero circular que la pone -en coniunicacion directa eónla parte superior externa de la peña: agujero que, como muybien se alcanza, pudo tener el destino de dar paso á la san-gre humeante de las víctimas ininbladas sobre la peña parala cueva abierta debajo, donde seria recogida. Con datos tanincompletos como el que suministra el nombre y el que pue-

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44de deducirse de la existencia de tal agujero, dificil es dejarnada sentado que lleve visos de probabilidad; y aún debo ad-vertir, por lo que pueda valer para apreciar debidameñte laverdadera importancia arqueológico-etnográfica de A penado altar, que en su ininediacion, y en el mismo arenal, seencuentra otro peñasco conteniendo tambien una cueva, queestá hoy, si no lo estuvo siempre, completamente destecha-da, .á la que da única entrada un estrecho y elevado arcoogivo abierto en la peña viva y revestido de unacomo blan-ca argamasa que, tal vez, no sea sirio.produeto de las infil-traciones salubres del agua marítima.

Aunque desprovista del sólido fundamento que ofrece laconservacion del nombre, la piedra del coto d la Recadeira,—llamado antiguamente, segun tradicion, coto del Castro,—no presenta menores indicios que la anterior de haber podi-do ser un altar.

Ese pintoresco coto—V. lámina 1V—de forma semejanteá la coronilla de un huevo y de bastantes metros de altura,que parece sin embargo muy corta á primera vista por ha-llarse encajonado, á un lado y otro, entre montes que la al-canzan muchisimo mayor, se levanta al extremo septentrio-nal del amenisiino valle de Brea á cuyo otro extremo estásituada la ciudad de Mondoñedo, y dentro del agudo ánguloque formán el Masma, despues de precipitarse en nubes deespuma por el pié del monte de los Gaste/os, y el riachuelocompuesto de los dos, reunidos un kilómetro 'antes, queflanquean ese valle. En la cima ó corona del coto y algo há-cia su lado occidental, se destaca sobre el horizonte, divisán-dose desde casi todo el valle de Mondoñedo por el mediodia,y-por el opuesto desde las apacibles vegas que á una y otraorilla del Masnia sirven de asiento á la antigua feligresia deViloalle Villa oaiie, Villa eulalie,—una voluminosa peñagranitica rodada, d figura ovoidea, casi esférica, muy irregu-lar, que.mide por su mayor cirunferencia 1.5 metros, y está

• -

Ç?I8UOTHÉQG?.)

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apoyada únicamente en , dos puntos sobre la roca pelada queaparece á flor de tierra, lo que la da marcado aspecto depiedra mojible

Sin que, no obstante, todos los esfuerzos em-

pleados hayan sido suficientes para ponerla en movimiento;y que tiene en su parte superior un hoyo ó cavidad un tan-to informe; pero en la que se adapta exactamente un cuerpohumano en posicion supina y actitud muy propia para serdegollado y que su sangre corra por un profundo canal demas de un decímetro de ancho y otro tanto de fondo, abiertoverticalmente por el costado N. de la piedra.

Reviste de singular importancia histórico-arqueológica áese coto el hecho de haber encontrado en 1845 un labrador,conocido por Cacheiras, estando arando en la corona de& coto y pocos pasos de lapiedra en cuestion, un pedazode oro de muy baja ley,-9 '/ quilates—, de cuarenta on-zas de peso, y de tan irregular grosera forma, segun las no-ticias que me han comunicado el mismo hallador y los co-nocidos comerciantes que le compraron el hallazgo, que nopodia ser debida sino á haber sido volcado de golpe enla tierra el crisl en que estuviéra en estado de fusion.

Tal hecho, aislado que fuera, bastaría por si solo, parallamar la .atencion sobre ese coto; pero le hacen tambien dig-no de que se fije en él, ademas de la existencia de la piedra-altar y de la de otras dos qué forman un pretendido se_midolmen á muy corta distancia (1), el que, en el mismo:sitio en que el hallador del oro me señaló como lugar delhallazgo, haya yo encontrado un pedazo de cuarzo—sdxoen el pais—como de irnos 60 á 70 centímetros cúbicos y deforma irregular paralelipipeda, colocado sobre un espaciocuidadosamente pavimentado de finas pizarras, de las-quesurte el monte de la Infesta, algunos kilómetros al S., paracubrir las casas de la ciudad y sus cercanías; as¡ corno el

(1) \'Sse en la lámina de jlfonumen (ox cellos que acompaila i la 1Jls(orM de Gal 1-ala por Muruia.

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que en la bodega., ó cabaña, frontera , k la. casa númi 8 delas del , coto se mantenga un'muro de sillares á hiladasarregladas, ó casi arregladas, parte del que debió ser muyextenso segun acusan mas- restos que por allí aparecen; elque- en la hera de otra casa inmediata y en un paraje nodistante, entre unas peñas, hayan aparecido constiuccionesá que. llaman hornos los vecinos, y. de las que en su lugarpropio con todo detenimiento he de tratar, conteniendoabundancia de tiestos de cer&mic& muy primitiva; y el queesos mismos vecinos aseguren que en su territorio seha- -'an encontrado sarcófagos de granito, sepulcros formadoscon losas—cias--, lingotes de cobre y hierro, cuñas de estemismo metal, cadenas y bocados, y copia de monedas; unade las cualés he recogido yo y es colonial romana de Celsa -segun permite distinguir lo muy frustrada que se encuentra.

La presencia, que fué para la generalidad de personasinexplicable, de tal considerable cantidad de oro impuro con-amalganlaevidentemente artificial y en esa forma irregulary grosera, eP paraje tan elevado que imposibilita atribuir-la 4 acarreos torrenciales ó á escombros trasportados allí,despierta desde luego la idea de un gran incendio ocurridoen el mismo coto y en su corona. Y como es sabido que los.celtas no escaseaban los ricos adornos de oro (1), y quepracticaban la incineracioii como rito funerario y que los ca-dáveres eran quemados adornados de ricas preseas; no escosa, 4 mi parecer, muy tfuera de propósito, el creer que elcoto de la Recadeira fue teatro, quizás mas de una vez, delas ceremonias fúnebres de la cremacion y sepultura de unelevado personaje celta, acompañadas posiblemente de crue-les sacrificios.

Hace mas .verosímil este supuesto, la circuntancia_ deque, sino en ' ese mismo coto ó en el punto que actualmenteocupa la ciudad de Mondoñedo, en alguno otro d! valle que,

(1) Be este punto rile ocupará en ña Lugar propio.

E

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se estiende entre el coto y la ciudad, debió haber en épocamuy lejana, pre-/tistórica en rigor, considerable centro depoblacion; segun de?nuestra el mismo nombre del valle, Wa-He de Brea—Vaitibria, 6 Vallisbria en los Siglos medios.—Pues que esa voz Brea, por mas que el erudito P. Sarmien-to (1) la hiciese venir de bereda, variada en bria, briga, brica6 briva,•y cuyo significado es puente, segun Du-Cange, fuéusada por Estefano y por Estrahon (2) en la acepcion de ciii-dad, con referencia á los celtas; quienes, dice ese antiguo es-cri tor, la tomaron de los Tracios en tal significado—liriaaule;n VOZ T/trhciun linqüa, urbern sirjni/leal, el ideo Meneurbs apne/latur iliencbria, Se/ys m*Selybria.: acepeionque la la1ahra briyo tiene asi mismo de ciudad, centro depoblacion, en euscaro, segun Larramendi. Y cuya palabra,considerada por Cortes y Lopez (8) como degeneracioñ de lagriega vyrgos 6 pyrga, castrum, aparece con gran frecuenciaen la 'omposicion de nombres de poblaciones, unida, á ve-ces, términos latinos, y escrita 'briga en Tolomeo y bricaen Plinio, y degenerada, segun el sentir del P. Florez (4), enbria por el uso de pueblos y escritores;y de Cuya aplicacioná ciudades ilusues, como Juliobriga, Augustobriga y Flavio-briga, pareciole al P. Beranza (5) que debia significar po-blacion grande y numerosa, y que como los griegos añadianh los nombres de las ciudades principales la diccion Polis y

• los alemanes la lerminacion Burg, as¡ por- los antiguos espá-ñoles se empleó la palabra briqa.

La noticia mas antigua de poblacion en el valle de Mon-• doñedo, que yo conozco, es la contenida en el famoso tes-

tanlento del Obispo Odoario de L!lgo, de fecha de 747 (6),(1) Apuntamientos sobre la -,recrsirJacf que hay de camInos. Senan orlo de \'alk-

dares, Tomo XX. pag. lbS.() Lib. VII.(3) Diccionario de hr España anfigssa, torno II, pag 63 y SO.(4) Esp,Sagr. XIV, SR.(5) AnUgüedades de España, Tomo 1, pag. 94.(6) Esp. Sagr, XL, Apéndice.

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en el cual nombra entre las iglesias de que hace donacion á lasuya, la eclesia S. Perro (sic) in nalie briá eum ad tunctioni-bus suis et /arniüe ejus ab integro; de la que se mantiene me-moria en la capilla y lugar de S. Pedro de la Torre al N. E.del valle, con cuyo nombre ya figura en el privilegio conce-dido por Alfonso III, siglo y medio despues, á esa mismaiglesia (1) restituyéndola otras varias, y entre ellas in ualli-bria ecciesiarn S. Perro de Turre. El 'de Valibria continuóseusando con mas extension y frecuencia en los siglos siguien-tes. El de Recadeira no se encuntra hasta el siglo XIV, enun foro hecho en 1393 por el Cabildo de Mondoñedo, y vie-ne con toda seguridad del verbo recadero, de la baja latini-dad, dar vuelta, porque alli y al pié del mismo coto la d5,grande y doble, el camino que de Mondoñedo conduce alValle de Oro y á Vivero.

Admitido, pues, en principio, que efectivamente, ó quecon mucha probabilidad debió haber, en las inmediacionesdel coto de la Recadeira un gran centro de poblacion, quizála capital de los Civarcos de Plinio, se hará poco dificultosoel admitir que en ese coto se hubiese celebrado la fúnebresolemnidad, acompañada de la lornolacion de victimas huma-nasen el inmediato altar, de la incincracion de un caudillocelta sobre un bustum esmeradamente pavimentado de finaslosas, encima del cual, de terminada lacremacion se coloca-ra un pedrusco—saxum, seixo en gallegó—para que llenaselas funciones de monumento funerario y de guardador de lascenizas, no recogidas en urna cineraria sino dejadas en elmismo bustum (); as¡ como que'de las valiosas preseas ador-nado de las cuales se quenió el cadáver, fundidas al fuertisi-mo calor de la hoguera (3), proviniese el informe pedazo de

(1) IApañ.a Sagrada, XL. Apóndice2) ttsi se lazo con las de Pompeyo y se el'ectoó con nuielta frecuencia ea las cijas.

segun los descubrimientos de A. llarranger Elude el' are./iEoIogie eel/lquc ga/lo—ro nia/-nc el fran que. Paris 1864-.

(8) Si el oro de esa baja ley, mas fusible cuanlo mas bajaes, pudo derretirse por

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oro, cerca del sawm y sobre las pizarras con que se pavi-mefftó el bus/vm, em mitrado.

Ahora he de perrnttirme abandonar por un momento lafria actitud exigida por la severa rigidez de las disquisicionesarqueológicas y penetrar en el ameno campo en que se cul-tivan los ligeros floridos productos de la, irnaginacion, parátrazar un bosquejo, completamente hipotético y calcado sobreel bello cuadro que, de asunto idéntico, delineó Mr. el conde A-L. de ilochanibeau en 'la pág. 24 de su curiosa Memoire sur lessepultures en ¡orQile de puits, impresa en Caen en 4864, des-criptivo de la .sole'mnidtid que pudo celebrarse en el coto dela Recadeira con ocasion de los fastuosos funerales de unpersonaje renombrado de los antiguos gallegos, cual yo con-cibo que debieron veriflearse.

En el día de la infausta muerte resuena el sordo cuerno dellamada en los montes que cierran el, entonces, fi'agoo vallernindcniiense, y á sus roncos ecos los vecinos mas allegadosal difunto, preocupados con la dolorosa nueva que aquel so-nido les anuncia, abandonan desde luego sus faenas y pocodespues se dirigen á la pintoresca colina en que yace inerteel que fuá su caudillo, yen la que ya, posiblemente, se guar-daban las cenizas de algun otro que antes que él lo fuera.Al ocultarse el sol tras los peñascales de Tronceda comien-zan á descender de sus rudas viviendas los moradores delburgo fr castro de Trigás y se adelantan por las orillas delriachuelo que se desliza al pié del monte en que habitan,hasta encontrar paraje desde donde llegar á divisar el lugarde la ceremonia: Con igual objeto parte de los del de Zoñanbajan al valle y se siUian en el fondo de él, parte se correnpor la ladera hasta los picos que se alzan sobre Seivane; los

la ncioi, ignea, por violenta que fuese, de una hoguera, y por favorables que fuesen lascircentancias accesorias que interviniesen, no es punto que pueda presentaran comoincontrovertible; pero si que es ortsiderado como hecho perfectamente posible por perso-na de Innegable competencia.-

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de los de Arrojo y S. Pedro de la Torre (4) ocupan elñion-te de Camba; los de los de Masma y Couiueyra colócansepor ambas márgenes del Masma; y los del de ¡tente d' Arenpermanecen en sus habitaciones, pues que sin necesidad demoverse de ellas pueden disinguir las seiiles que indicanla celebracion del solemne funeral. Entre tanto los que fie-les á la llamada acudieron primero al sitio de la ceremonia,derriban corpulentos árboles y amontónanlos en medio de lacúspide de la colina, sobre el tustúrn y no lejos del , altar,foi'mando con ellos elevada pira.

Rojizos resplandores que, iluminando 1a3 sombras de lanoche, alli se perciben, despiertan la atencion de la muche-dumbre de expectadores: dejan oir los bardos sus heróicocantos en honor,del que ya no existe: agitanse las antorchasen las manos de los sacerdotes.' escúchanse los mugidos delos sufridos bueyes, el balido de los mansos carneros, y el re-lincho del receloso corcél, sorprendidos todos ellos de verseconducir á tal paraje en hora tan desusada destinados al sa-crificio que ha de ofrecerse en honor del difunto: y con los las-timeros gemidos de tos desgraciados prisioneros de guerra ódesdichados malhechores comunes que van á ser víctimasdel sangriento rito funerario, hacen coro los continubs sollo-zos de las mujeres, conmovidás por el recuerdo del difuntoó condolidas de la aciaga suerte de los que es fuerza que lesigan, y la frenética confusa gnteria de los hombres, que,poseidos de feroz coraje por la pérdida del que fué su caudi-llo, su amigo, ó su pariente, lanzan violentos apóstrofes con-tra el liado cruel ó contra el odiado enemigo que causó lasentida desgracia. Mientras, se distinguen ya, á la pálida lçizde la luna, tos que colocan sobre la pira el yerto cadáverlujosamente ataviado eón sus torques pendientes y brazaletes

(1) No necesito advertir que empleo los nombres que actualmente llevan esos castres6 antiguas poblaciones, que han de ser objeto preferente del esLodio que ]lago en la Par-te 11 de estas Antigüedades prehistóricas y céltica! de Galicia.

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de oro, cuyas artísticas formas pronto van á borrarse, comola vida de su dueño, fundiéndose al vivisimo calor de la ho-guera y corriendo por sus intersticios hasta quedar conver-tidas en informe barra; y se ye cual se agitan los que enci-man de él arrojan musgo y ramaje; al propio tiempo que so-bre el altar se destacan las siniestras figuras de las infortu-nadas victimas y las sombrías de sus repugnantes sacrificado-res. Los gritos, los ayes, las imprecaciones y los sollozos semultiplican as¡ quema espesa humareda iluminada por vio-lentas' llamaradas envuelve la pira, á cuya fatídica luz brilla.la refulgente aguda seces pila al ser enarbolada para, caer so-bre el cuerpo de la primera víctima, dañdo salida &.copiosochorro de humeante sangre que se precipita. por la profun-da canal del altar, y es recogida cuidadosamente y arrojada

• sobre la hoguera para lustrar la-pira; Las llamas se extin-guen poco á pocohasta dejar el espacio en oscuridad pro-funda; La pira -no es mas, ya, que un mouton de cenizas.Sobre ellas se coloca un pesado informe saxum para que lasproteja y cubra, y sea memoria durable del solemne termi-'nado acto y del personaje en cuyo honor se celebr& Y guar-dando silencio completo, y con el alma llena de horriblesimágenes y dolorosos recuerdos, regresa á sus hogares la tur-ba de expectadores, esclavos miserables de los monstruososerrores de su tiempo y de las absurdas creencias impuestaspor un sacerdocio sórdido y fanático.

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Piedras movibles—La Piedra de la harca de Nuestra Scñora.—Penaavaladoira del ['ereiro.-,—Olras piedras séinejarites.

Es incuestionable á todas luces la existencia en el terri-torio gallego de piedras vacilantes, trémulas, temblantes,oscilatorias, niovienles, tfio yediws ó, en fin, nioviblcs,—quede todas esas maneras solas llama, y que mejor pudieranllamarse oscilables, aunque no á todas les cuadra este epíte-to con propiedad.—Pero es materia muy discutible si talespiedras son en efecto verdaderos monumentos arqueológicosy si pertenecen á la arqueología propiamente dicha, ó sí masbien

no entran sino en el dominio de la etnograíia, 6, en

último caso, no corresponden sino á la geologia; pues que,y por , lo que á las de Galicia en particular toca, es opihioncasi unánime, y hasta donde cabe irrefutable, que su prodi-giosa singular disposicion se debe á fenómenos naturales, yde ninguna manera al esfii&zÚ humano, y fu¿ ocasionada porlos cataclismos geológicos ó por las devastaciones torrencialesque han dejado al descubierto tantas curiosísimas sorpien-dentes combinaciones de grandes pedruscos, formando capri-chosos grupos, tenidos muchos de ellos por dolnienes-y semi-dolmenes, como el pretendido semidolmen de la Recadeira.

Las piedras movibles ú oscilatorias, ú oscilables, fuer6nmiradas en algun tiernpo,—segun Me. Lenorrnant,—nadaménos que como la habitacion de Dios, y utilizadas comoadivinatorias ó probatorias, cual es' mas comun opiriion. Pa-

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recen ser las mismas de que se ocupan Plinio (1) y Tolo-roce (2), y de que hablan Damascio, Eusebio y Ptolomeo He-phstiurn, autor citado por Photius. Y piedra de esa clasedebia ser aquella nombrada petra supervosita entre los lin-deros de la iglesia - de Mararia donada por Ordeño II, en 022,á Ja de Mondoñedo (3), si se atiende á la analogia que contal denominacion ofrece el que una de esas piedras del con-dado de Sussex, Inglaterra, sea llamada por el pueblo Greal-upon-Little, grande sobre pequeña, segun noticia consigna-da por Batissier en su Histoire de 1' art 9nonu'2?ental (4).

A propios y extraños trasciende la fama de la llamadaPiedra de la barca de Nuestra Señora, y con mayor rigorvela de la barca, tambien de piedra y que al lado de la velase enseña, en que se viene asegurando, del XVI siglo acá,que hizo una no corta expedicion marifinia la Virgen Ma-,ria, desde Jerusalm al puertecito de Mugia en que arri-bó, para dejar una imitgen suya y visitar al Apóstol Santia-go, viviendo entrambos en carne tnorta.1, segun expresó elprincipal apologista de esa piedra (5). Tiene unos 9 metrosde largo por 7 de ancho y 80 centímetros de grueso, lo quearroja una masa de 18 metros cúbicos de granito ron-unpeso de casi 5,000 kilógramos, yrestá situada á nivel del sue-lo y á la orilla misma del mar cerca del citado puerleQito deMugia, cabeza de ayuntamiento del partido judicial de Corcu-bion, provincia de la Coruña. Cuya piedra merece con todapropiedad el dictado de moviente, á causa de que, expontánea-

(1) Lib. it, cap, 88.() Lib. ti!.(3) Esp. Sagr. tomo Xvl![. Apénd.(4) Póg. 33.(5) El presbítero D. Antonio Rioboo y Senas La barca ,nas prodigiosa. Poema

historial sagrado, Santiago 1788. Debe ver lambien el curioso, las Relaciones anónimas.publicadas ea Santiago 1716 y Madrid 1719; ci Discurso eseholástico hecho por el estudiode S. Francisco de Salamanca; ci Discurso décimo del tomo IV dei Theafro criticodel P.Feijoo; ci Opúsculo ldstó,'ico de D. Luciano Iba, Santiago 1864, etc., etc. Es ese alome-mento-5i ni puede llamarse,—uno de los mas ricos de toda Galicia en la parte biblio.gráfica.

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mente, cii ciertas - ocasiones; se pone en movimiento oscila-torio con imponente estrépito, .'mientras que en otras soninútiles cuantos esfuerzos se emplean para disfrutar del so-berbio espectáculo de verla. oscilar. Esta piedra es objeto deun grande y no poco supersticioso culto para todos los habi-tantes, hasta de bastantes leguas -de drstancia; que quizás seremonte á tiempos en verdad prehistóricos, pues no ha falta-do quien con razon sospeche ya (1), si el nombre de Piedrade la Virgen con que hoy, al parecer por con traccion, es co-nocida, seria su verdadero primitivo nombre, nacido de ha-ber servido de . probatoria de la castidad guardada por lasmugeres.- De una sola piedra movible existente en el territorio que

yo con algun detenimiento he recorrido, me es posible darrazon. Es esa la llamada pena avaladoi-ra.—de avalar, noestar firme, bambolearse—situada en el punto llamado AMoladoira, términos de la parroquia del Pereira, sobre ellugar de llefonso, ayuntarnientodel Alfoz de Castro de Oro,y á la misma orilla del camino que conduce desde esa feli-gresia A

'la de Moutouto y casi equidistante de una y otra,

en un alto monte, dominando todo el Valle de Oro quepor el N. se extiende. Es un pedrusco granítico rodado, casioval, que mide 4 metros de alto, 5 de largo y 4 escasos deanchura máxima, dando un volúmen de unos 8 metros cú-bicos y peso de mas de 2,000 kilógrarnos; asentado sobre laroca viva pelada que aparece á raiz del suelo, en un espa-cio, aún en apariencia; menor de un metro cuadrado, y ental disposicion que á pequeño impulso hecho en aquel desus extremos mas prominente y elevado torna un movimien-to, si no muy perceptible á la simple vista, evidenciado cla-ramente por el, que imprime á cualquier vara larga que apo-yada en el suelo se arrime á la piedra; de cuya manera me lomostró con toda claridad un gardador—pastor--de las hoya-

(-1) Murgula ¡lis/oria de Galicia, tomo!, 504.

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das que á lás siempre verdes praderas de aquellas montañastraen de Lodo el pais y hasta de Asturias, á pasar unos me-ses de la primavera y del verano, causándome una ciertaemocion el grave acompasado movimiento de la mole graní-tica marcad&en las oscilaciones clarisirnas de la aquillada,-ahijada—del gardador, que con ese objeto Ja arrimó á lapiedra en la forma que he dicho y se vé en la lámina N.

Tiene, ademas, esa piedra en su Parte superior hoyos ócavidades profundas y extensas, pero informes, y su corres-pondiente canal de desagüe por un costado, igual al de lapeña-altar de la Becadeira y al de otras muchas rodadasaparentes, á esas semejantes, inüy abundosas en el pais. A pe-sar de esto, bien pudiera tomarse esta piedra movible, singran violencia del criterio arqueológico, como piedra oscila-toria y altar á la vez, á semejanza de la existen te nu la Cor-reze, conocida tanto por aliar de- los druidas como por " pie-(Ira giratoria—pierre que tourne—('l).

Esa pena avaiadoira debe ser la misma citada por Vicet-lo (2) como situada en Corbelle, parroquia no muy distante;cuya noticia copiaroncopiaron Murgiiia y Saralegui en sus menciona-das obras. Y mas que ella hubo en la propia comarca; puesquejo he oido referirá persona respetable que él con otrasamigos en cierto dia de alegre turbulenta francachela, pusie-ron par obra, y lo consiguieron, precipitar al rio que baja deTronceda una gran peña que se tnovia y estaba cercana al lu-gar en que la reunion se celebraba, junto á la orilla occiden-tal del naciente Masmna en los peñascosos montes fronteros ála Recadeira. Fuera de ella, pero dentro de Galicia, existióotra piedra semejante en la mas boreal de ¡as islas Cies, óde Bayona, segun consta de una carta que O. Manuel Nadeladirigió al ilustre gallego O. José Comide, fechada en- Vigo á8 de Diciembre de 1788 y conservada hoy en la Biblioteca

(') Materiauxpour 1 hlsioi,-e de 1 homrne, aniiée viii, pág. 70() llistoriade Galicia, i,74.

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de la fleal Academia de la historia. Tambien hubo enormespeñascos temblantes, segun el testimonio de Vicetto seguidopor Murguia, en el lugar de Penas de embade, cercano alFerrol, que fueron derribados en 1744 para utilizar su gra-nito en las obras del arsenal. Y mantiénense todavia, por no-ticias consignadas en las Historias de eíos dos escritores, pie-dras baladas ó moventes,en Sande, á tres leguas de Orense;en Paradela territorio de Cambados, provincia de la Coruña;en Mejide partido dél Bollo, de la de Orense, i en Villama-yor de la Boullosa, en la Limia, de la misma provincia.

y

Dolmenes. —Jetra furcñlce y furece.—An(as.—Grandes doinienes deGalicia.—Oro,nlech del Monte das fachas. —Arcas de .Sinás y de

Padorno.

Son los doinienes los mas importantes y artistios de to-dos los llamados monumentos megaliticos,--clenominacionque empleo sin desconocer las reclamaciones formuladascontra ella por persona tan respetable como Mi'. Worsae—,y tanto que, de todos los de esa clase, solo ellos merecen enrigor el dictado de monumentos: bien merecido, por otraparte, pues que aparecen como los mas sencillos y rndos,.ylos mas primitivos, relativamente á las localidades en cine seencuentran, de las construcciones arquitectónicas.

Presentan cual es sabido, tanta variedad en sus formascomo es la que separa It los sencillos semidolmenes y trilitosde los complicados corredores cubiertos y de las extensas tá-maras de gigantes. Y de ¿lbs, los primeros debieron abun-dar en Galicia en tiempo no muy lejano, si á tales monumen-

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tos se refieren, cual yo sospecho, las menciones de peinfurcaíw y simplemente de furcw, que á cada paso se en-cuentran en los documentos: corno en el gran privilegio queAlfonso Hl concedió en 897 á la Iglesia de Lugo (4), en elque sé marcan los límites de la de S. Pedro de Líncora, porii/am veredam usque ad f'rcam (le flavo/lo; en el diploma,copiado en el cartulario del monasterio de invia, por el que,en 077,- se señaló el territorio de la vi/la Ardani por /orca-las de aluaroe; en la confirmacion que la reina-Doña Urracaotorgó, en 1117, ít la Iglesia mindoniense de sus cotos (2), enque figura como uno de los mojones tic ellos )'urca Tedoni;.y, en fin, en la donacion ya citada, que Alfonso Vi] hizo, en

•1140, al monasterio de Oya, en qúe aparece usada en el ipis-mo concepto potra foreata.

• - Y tanto mas debieron abundar, si ñ ellos se refiere as¡mismo la muy signiíientiva, y de mas clara acepcion, palabraantas que igualmente aparece en nunierosos documentos;cual el privilegio otorgado, en 946, por Ordeño II en fhvor

• del monasterio de Lere, señalándole sus limites, y uno deellos per ii/a aula que sial iii ii/o fon/ano de Villa, -verde (8);y el concedido por Alfonso VII it la Iglesia de Orense donán-

• dole, en 4132 (4), el monasterio de Servo Dei deslindadoallí par illun& iwmbit;n mier ambas aulas. Cuya palabra seusa en Portugal para designar los dolinenes, y en Galicia,donde da nombre varios ayuntamientos, parroquias y higa-res, se aplica á los e/tantos, piedras chatas ó gritndes losas degranito ó micasquito, que se emplean, corno en otros variospuntos, para cercar las heredades en el territorio del Ayunta-miento que lleva el mismo nombre de Antas, del partido ju-dicial de Chantada, provincia de Lugo.

Muchos, y muy notables, son los grandes doimenes ó do!-É.4pa Sgnrdu, toruoxL, Ap.

(9) Ejiüqr Sagmilu, torno xviii. Ap,(3).aqiT (orno \1X Ap.

-. (4) !E5toffio XV1i,Ái'

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menos complicados que posee el pais gallego, segun las ex-tensas noticias que dió Murguia en su historia al tratar deellos ex-profeso; sobre todoslos cuales descuellan, el de laGranda, en el lugar de Carballido á 17 kilómetros de Corcu-bion y 61 de la Coruña, y el llamado arca de la Piosa, -dis-tante 026 de esa villa y 53 de esa ciudad; de los que dichoconocido historiador ha hecho muy detallada descripcion,suficiente para suministrar completa idea de su disposicion,y de los que yo, fiel ú mi propósito de no hacerme cuentasino de los monumentos que yo haya reconocido, no me ocu-po, por no haberlos- podido visitar. Y por cierto que otrotanto tengo que decir del espacioso dolnwu que se ha escri-lo existe (1) 011 el Valle de Oro, entre Adelan y Ferreira, paisque me es sumamente conocido; lo que no obsta, por cier-to, para que nunca haya topado con tal dolmen ni conpersomt de todo el contorno que tenga' la menor noticia dela existencia de él.

De los que puedo, por propia vista, asegurar que existen,he de citar en primer lugar el que muestra muchas señalesde ser, ó haber sido, un conilech, ó un cairn; situado en unalto que lleva el significativo nombre de Monte das fachas,

-sobre la parroquia de S. Justo de Cavarcos, ayuntamiento deBarreiros, y compuesto (y . lámina IV). de tres gruesos citan-/os 6 piedras pizarrosas y otros tres pedruscos cuarzosos,todos ellos sobresaliendo como un metro de la tierra y tenien-do otro tanto de ancho, que cierran, dejando intérvalos entreellos y no en posicion completamente simétrica, un espacioelíptico, de 2,50 metros por 2,90, en el centro de un muy bor-rado inniulus: cuya circunstancia despierta la nada ligerasospecha de si á este monumento y á algun otro análogo quepor alli hubiera se referirán las menciones que en antiguosdocumentos se encuentran de las mánzoas de S. Justo de quemas adelante con detenimienté me ocuparé.

(1) Vioct(o Wsloria do Galicia.

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Mas acushdos están los otros tres de que puedo hablar,que como ese estuvieron envueltos en tumulus, y ele los quetodavia se mantienen porciones muy principales. Son esos tres,por nadie antes que por mi descritos, las llamadas amas deSinñs y de 'adorno, sitas cii los nontes que dominan porel S. el Valle de Oro y dentro del territorio de las parroquias,comprendidas en é! de Villdcampa y Santo l'onié de P.ecaré:

ES!. estado de conservacion en que aparecen lis dos deSinás es bien poco satisfactorio. De la mas incompleta, 110

queda sino una piedra de 1,60 metros de ancho, 0,76 de al-tura y0,16 de grueso, coloc?tda de canto, que formaba uncostado de la arca, «gran parte dé él: otra de un metro justode anchd, y altura y grueso igual que la anterior, clavadatambien de canto y aplicada por su parte media á un extre-'mo (le la otra, formando con ella un ángulo de 30% y una

- tercera piedra, muy estrecha , de solos 26 centímetros, quese nantiene enhiesta al otro extremo de la primera, it la queiguala en altúra y grueso, y con la que forma ángulo casi

- recio. De la otra arca, se conserva la piedra de una de lascabeceras ele 0,85 de ancho, 1,60 de alto y 0,15 de grueso,en su propio sitio, pero muy inclinada húcia dentro y coloca-da entre otras dos (Y. lámina V) del mismo altor que ella yde un metro justo de ancho, formando tres lados de un para-lelipipedo; y de su cubierta un gran pedazo, ó una de las wf-rias piezas de que se cornponia, apoyada en las puntas de lasdos de los costados, y con un tercio de su largo enterrado enel gail-gail del lumulus en una inclinacion de 45°., y inidien-do 2,00 por 2,40 coñ un grueso de '0,20; y otro pedazo ó pie-za de la misma tapa de 2,75 de largo y 0,14 de grueso y an-.chura desconocida, pero grande seguramente, por estar enter-rado verticalihente al otro extremo de las piedras de los cos-tados que se mantienen erihiestas y enteraujente arrimado áellas, sobresaliendo del suelo del interior de la arca 0,75 tansolo; y elevándose aún, por consiguiente, sobre él 0,85 las

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de las paredes. Todas las piedras, de ambas arcas, son delgranito abundantisimo en aquel terreno.

De pizarra anfibólica son las que componen la «vea dePadorno, que en bastante mejor estado que las otras dos, álas que les es muy semejante, existe mas al Oriente en ter-ritorio de la feligresia de Santo Tomé (le Recaré. Buenaparte, la septentrional de ella, se conserva en perfecto esta-,do (VNámina V); compuesta de la piedra de una de las cabe-ceras, de 1,50 de alto, 0,94 (le ancho y 0,15 de grueso, plan-tada verticalmente entre las de los costados, las que formancon ella' ángulos rectos, y son de una sola pieza la occidental,midiendo 2,08 de largo, y de tres pedazos la otra, de los queno se conservan sino dos, de 0,42 el uno y de 0,65 el otro,debiendo estar enterrado el tercero, que alcanzaria 1,00, en-tre el cascajo del tuniulus que rodea la arca. Otro tantode-be suceder con la cabecera de aqnel lado y con una parle,corno la quinta, de la tapa, que á él correspondia; y de cuyaLapa se mantiene un extremo en su sitio, sobre la cabeceraque permanece intacta, midiendo 1,70 de largo por los 1,90de su ancho con 0,17 de grueso, y apiirecc otra parte, lacentral, de 0,70. de largo, derribada no lejos de su puesto. -Esta Lapa sobresale, pues, de las otras piedras, que cierran elurca de 0,20 * 0,60 por las de los costados, y estos mismos0,60 por la cabecera.

Atendiendo á las dimensiones de estas arca., no puedenen rigor calificarse de monumentos megalíticos en su acep-don genuina de compuestos de grandes piedras; dado quino pasan de tinos paralelipipedos de un metro escasa deancho por poco mas de dos de largo, y de tino á uno ymedio de alto, cerrados por piedras de quince á veinte centí-metros de grueso solamente, y algo mayor en las tapas, lasque, si eran de una sola'pieza, corno parece mas probable que -no que fuesen de varias, ilcanzarian ltasttt tres y mediometros de largo por dos de ancho. Pero sí auto¡ izan para -

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éonsidérarlos como do/menes; pues que no ofrecen mayo-res dimensiones, ni tampoco desemejanza alguna en la for-ma con nuestras arcas, los dolmenes de la Lozere, de piese han publicado noticias y dibujos en los Materiaux pour1' Iiistoire primitiva el naUrelie (le 1' Itommc (1), ni tampo-co los llamados cvomlechs de la India meridional, de que allímismo, poco mas adelante, se insertaron tambien noticiasacompañadas de ilustraciones.

Que esas arcas habian sido ya egistradas cuando yo lasvisité, dicho se está con describir el estado en que se encuen-tran. Y sobre ese hecho refiere la tradicion local, respecto ála ménos mal conservada de las de Sinás, que un vecino dela inmediata felig resia de Santa Maria del Pereiro sacó de¿le ella tan cuantioso tesoro que pudo regalar una cruz pro-cesional de plata á cada una de las veintitantas parroquiasdel Valle Oro, no haciendo lo mismo á la suya poi habersenegado sus cofeligreses á auxiliarle en la faena exploradora.

VI.

Las arcas segun los documentos de la Edad rnedia.—Pélrrn nofit. -Ággcrcs ivc arcas.—Arcas habitadas.

Para buscar el destino que pudieran tener esas arcas,por lo que del sentido de su nombre se desprende, hé deexaminar las menciones írecuentisiiflas que de él se hacenen los documentos de los siglos medios. Aparecen ya en elVIII con la del baum qu dicilur Arcas hecha en la citadaescritura de donacion del monasterio . de .Esperotano, de 775.

(1) Année V.t pagina 324,

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En la muy poco posterior, transctiLi• poi, P. Yepes (4),

en que se reseñan los limites del de S. Vicente del Pino,ó de Monforte, se lee el vadit ad, jitas ave/tas; en la que Al-fonso III hizo en 877, y permanece inédita, á favor del obis-po Rosendo 1 de Mondoñedo, de la villa de Arena, junto áVivero, se marcan sus límites ver arcan petrefli; en la he-cha por el obispo Sisnauclo de Santiago. en 944, al monas-terio de San Sehastiau (2), le señaló propiedad in suburbiomenfis de Vitia-artitiario de arca.... usque in urca de JuliBarbito; y e" lis que Alfonso VII concedió en 1132 'a la igle-

sia de Orense del monasterio de Servo Dei, y en 4'14ó aldeOya del heremitorio de S. Cosme (3), figuran cutre los ]in-des marcados al primero oil arcas, y entre los, puestos al se-gundo arco q?t(p (iwitur de Sobereira •y crea de Moutouto;clenominacion ésta que lleva Laminen un alto despoblado enla inmediacion de lii parroquia de ese mismo nombre, cus-[ante como unos 45 kilómetros al O. de Mondoñedo, y encuyo paraje no existe arca ninguna, ni restos, ni memoriade ella entre los naturales.

Mas explícitos que esos documentos algunos otros, con-tienen las particularidades que distinguian á varias de lasarcas; como lasde avew principales, ((vea sellé/a iii petra, urcapitninca, y arco qui sedet wcrilta ¿u petra, que aparecen entrelos limites de la antigua sede Iumiense en las escrituras ar-riba mencionadas de 877 y 921. Cuyas arcas, esculpidas óvaciadas en la piedra, segun del sentido de la palabra sculto,parece inferirsé, y no construidas de diversas piezas, debianser cosa, sino idéntita, sem€iante á.la petra no/a citada en-tic los mojones del monasterio (le Servo De¡ en el privilegiode 1,132 poco hace mencionado. Y si es que ambás denomi-naciones, y esta última en primer lugar, no se rererian, qui-

(4) Coronica. Tomo IV.(2)Id.idId.(3) . Esp. Sagr. tomos XVII y XXII. Ap.

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z&s, á altares sacrificatopios, por el hoyo, ó hueco, y el canalabiertos para colocar las victimas y dar salida á su sangre;ó á cavidades sepulcrales, verdaderos sarcófagos, vaciados enlá peña viva, segun la acepcion dada á la palabra nof/us,nauf/us en el Glossarium de Du Cange, y el texto del TítuloLVIII de la Ley Sálica, que habla de sepultar en los sarcó-fagos—niiuere iv, o//o,—au[u, na.zte/w—at in petra ;—talvez designen peñascos vaciados, corno los dos curiosisimosque se ven en el Monte de Montojo, donde esta la croo, ó cas-1ro, y la Iglesia de S. Vicente de Lagoa,:en el Valle de Oro.

Ambospaseos están vaciados de arriba á abajo (y. lámi-• no IV), en una forma muy semejante á la que ofrece la sepul-

tura grande, uno de los dolmenes existentes en el Iloyti dela cuevas ó del Conq?til, de que dá 'noticia Góngora en lapágina 103 de sus Ant iqüed ades prehistóricos de Andalucia.Mide el hueco do cada uno cuatro metros de ancho por dos ymedio de fondo; el muro del respaldo, rozado verticalmenteen la peña viva, se alza hasta 1,70 metros; y los de los doscostados, rozados de igual manera formando con él ángulorecto, presentan un triAngulo rectilineo cuya hipotenusa, detres metros de largo, desciende describiendo una ligera gra-ciosa ondtilacion desde el extremo superior del respaldo has-ta tocar en el suelo. En ambos costados aparecen ciertos agu-jeros de destino dificil de conocer. Y es circunstancia de queno debe prescindirse al tratar de investigar para que pudieronpracticarse tales vaciados, la de que á continuacion de ellosy en el mismo talud exterior del parapeto que rodea la croa,

Corona, del castro, en que ellos están, se haya encontrado,en 1865, un verdadero sarcófago abierto en una pieza de gra-nito, matera en que tambien están hechos los vaciados, tapa-do con losas, ó pizarras, y encerrado entre cuatro paredillasde cal y canto de unos 90 centímetros de gruéso; cuyo sar-cófago fué utilizado para dintel de v uelta en una casa vecina.

Otras menciones, mas importantes que las referidas, se

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encuentran de las arcas. Son aquellas en que entre las aicas y los aggeres se establece una suerte de sinonimia; comocuando en ¡a Lez Wisigot., Lib. 40, rrit. 3, . 3, citada enel Glossarium de J)u Cange, palabra urca, al tratar de lascontiendas á que pudiera dar lugar el deslinde de terrenosse dijo: signa, quce antiquilus constituía sun!, oporíel i.nqui-i'i: id es!; aggeres (erice sive Arcas, quas pPop!er fines /un-dorum anhiquitus apparuerzt /uisse const rucias, con gestas; ycuando en el privilegio que Alfonso Hl otorgó en 897 á laiglesia lucense (1) se deslindan sus posesiones, per snos tér-minos antiquos, quos priores nosiri mier se posueruni, elaggeres (erre, sive are/tas pro pter quas fines fundontm ap-paruera.nt . antiquitus f?tisse congcstas a! que eons!rucias la-pides, quos propler indicia / erminoruln notis eviden!ibussen/píos, vol eosíat fuisse /ieos /irmiter, sint ol'signa!i ei-dom sed¡ a/que corroborate. Cuya sinonimia entre aqgcres yarclur,—como la que tambien resulta entre otras palabras,nombres téónicos de ciertos monumentos prehistóricos, ó,que tal pueden decirse, y propios de determinadas localida-des,—se presta á ' deducciones, de órden distinto del asuntode que al presente me ocupo, que en su lugar haré; sin dejarahora, por esto, de consignar que la equivalencia que resultaentre esas palabras _\, la comhivaciou que con ellas se for-ma parece refejirse, en primer lugar, á designar dolmenestumulares, empleando la palabra ayger por el tumulus en-volviente, y la arca por el, dolmen propianfente dicho; de lamanera que son llamados arcas los dolmenes tumi lares, deque habla Murguia en su historia, de la Piosa, Vimianzo,Ogas, y otros, lo mismo que lo son - los de Padorno y Sinás.• Concretándome mas al punto de examinar el destinopara que los dolmenes, y en particular nuestras arcas, pudieron ser construidas, he de reproducir ante todo aquellaperegrina noticia que sobre ese particular hallé en uno de

(4) España Sagrada, Toma XL. Apéndice -

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los tumbos de la catedral de Lugo y que comuniqu6 á mi¡lustrado amigo el director de El Arte en España 'en unacarta de las que fueron publicadas en las últimas entregasque vieron la luz de esa importante revista; noticia contenidaen una cláusula de la carta-puebla concedida á la ciudad deLugo por Alfonso V, en 1027, en que se dice: Ornnes autem/wmicidiantes rausi fezcwnies [?tras el criminosi per quatiueillas occasio nc accideril et in isios tcrminos moram ¡acereuolueriní non nvj ¿tiren! super cas ipsam calunipnianz elcónz-rnoreui el populent ipsam civil alem ci laborent iilas archasel habiten! tE, cas.

Si la especie de que en pleno siglo XI se construyesenarcas tiene algo de extraña y no poco de aventurada, la deque las arcas, 6 los dolmenes, hayan sido construidas, entiempos lejanos mas ó niénos para servir de habitaciones,hoy, seguramente, á nadie causará sorpresa; pues que si bienpor mucho tiempo ha sido opinion muy admitida la de mirará los dolmenes como monumentos funerarios, está semejan-te opinion abandonada, en cierto punto, por numerosos re-putados arqueólogos; como lo está la de que hubiesen sidoaltares, y tambien, y por completo, la de que hubiesen ser-vido de punto de reuniones religiosas ó judiciales. Al pasoque encuentra algunos partidarios Ja, nada desprovista devisos de probabilidad, que considera á las c4rnants de gigan-

• les como habitaciones transformadas despues en sepulcros:que el célebre profesor Steenstrup principal explorador delos renombrados I.joe/ikenmoeddings de Dinamarca, creeque los dolmenes pueden haber sido una clase de habitacio-nes: que opiniones tan respetables como las de Al. Nilsson yM. Lubbock coinciden en considerará los corredores cubier-'tos—allées coaverles —corno habitaciones en su destino pri-mordial,convertidas en panteones de familia á la muerte desus dueños, tras de cuya sepultura se cerraban para no vol-verse á abrir sino cuando era preciso meter el cadáver, de su -

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muger 6 el de alguno de sus hijos: que con esos corredoresresultan ofrecer notable similitud las habitaciones que tie-nen Siberianos y Esquilmales: y, en fin, que los cromicchsde la India meridional, muy semejantes en su forma y dispo-sicion (t las arcas de Sinás y de Padorno, le han parecidohabitaciones al ingeniero Celo, sorprendido por la falta queha notado de las de esos pueblos cuyos monumentos sepul-erales no son escasos de solidez, y en armonia con las tra-dicioites del pais que las asignan á una raza de pigmeosemigrada.

Refuérzanse, tambien y en cierto modo, las razones quemilitan en favor de que los dolmenes hubiesen servido dehabitaciones, y de que en pleno siglo XI se construyesenarcas para vivir en ellas, las cláusulas contenidas en dosliarlos, celebrados en 910 el uno y el otro algunos años des-pues (1), por varios condes y abades con los obispos Orcioñoy Hermenegildo de Lugo sobre la repoblacion de su ciudadepiscopal; cuyas cláusulas se refieren á los cortísirnos plazosen que esos condes se comprometieron á labrar sus casas enesa ciudad: el primero, sólo de los veintidos dias que mediandesde el 7 de Junio en que se otorgó el documento al dia de

• S. Pedro, en que ofrecieron tenerlas concluidas—laborcmuscasas qui suni dcslruclas (le isla ciuitale luco ....... pro clientsancli Pc/vi .si/ omneni illam operani com pie/ant—; y el se-gundo nada mas que de los diez que siguen al 4. o de No-vjembre hasta llegar al dia de S. Martin en que ya deberianhallarse morando en ellas—ct ipso (lic venienleni S. Marli-

• ni dentus vobii ipsas casas consiruclas, el nos inlus cuniomnibus nos/vis rebus perpcíint /uzbilanics.—Pues que enesos contados chas solamente construcciones tan sencillascomo las arcas, que un siglo despues habian de volverse áconstruir en esa ciudad, podian ser levantadas: á no ser que,y cii particular por lo que al segundo de esos pactos cele-

(1) Tumbo de Lugo y Esp. Sr tomo XL. Ap.

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brado para presentir resistencia á los n prmandos que enton-ces infestaban el territorio se refiere, tales casas no signifi-quen otra cosa que cabañas ó sencillas tiendas; como los te-bernacuia á que, se dice en la Crónica de Alfonso VI!,.n. 79,que el arzobispo. de Toledo y todos los concurrentes al TeDeum can lado por la triunfal entrada del alcalde de esa ciu-dad al regreso de la famosa victoria alcanzada de los morosen Mata de Montcllo, se retiraron, de concluido el acto, ycuandoya habla el alcalde levantado su cainpo--moverunt cas-tra el veneruni iolctunt,—lo que no permite suponc ir que esapalabra tabernacula se refiera á las tiendas del campamento.

En cuanto al tiempo en cine las arcas pudieron ser cons-truidas, dicho se está que no falta motivo para acercar-le á nosotros hasta ocho siglos; pero en todo caso siem-pre será incuestionable que los dolmenes, en general, fueronconstruidos en tina muchísimo mas lejana época, de ellosdicha ¿poca de los dolmenes, que Ibrina como un episodiode la titulada edad de la piedra pulimentada 6 neolítica, ex-tendiéndose algo á la del bronce; en cuya edad se redujeron,en sentir de Mr. Le FIon (1), á un estrecho encajonamientopara colocar en él la urna cineraria: opinion contraria á lade los que afirman () que jamás se encuentra en Jos dol-menes señal ninguna de incineracion ni objeto alguno me-tálico.

Y sobre las gentes que los pudieron, y debieron cons-truir, como ya no goza de gran crédito la creencia de quehaya existido un pueblo especial constructor de dolmenes,y como, por otra parte, el silencio que acera de su destinoguardan los más antiguos historiadores no se acierta á ex-plicar de otra manera que poi no desempeñar ya tales mo-numentos ningun papel en la organizcion política y socialde las gentes que ocupaban nuestro suelo cuando se efectuó

(1) L' honime fosslle, pág. 285(2) Jlalerlauai pour E liisl ohi pi'inj llEvé el nalureile d E' hom ni e,annéc VI, p 288,

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IV

la invasion romana y por la completa falta de noticias qucsobre ellos pudieron dar los hombres con quienes el pueblo-rey estuvo en contacto no debe admitirse que las gentesconstructoras de las mas ó méos complicadas y extensasoreas de Galicia hayan sido los celtas del tiempo de César,ni, por consiguiente, los druidas sus contemporáneos; sinoque es menester atribuidos á razas, desde época remotaextinguidas ó expulsadas del territorio, existentes en un ver-dadero periodo proto-céltico, préhisiórico por lo que á.Ga-ligia en particular se refiere.

ci

E

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CAPITULO IJI.

Poblaciones lacustres.

1.

Noticias de haber existido poblaciones Iacus'Ires en (lalicia—La lagu-na de Santa Grisiina.—La de!Carregah—La AnieIa.--

Los juncales (le Betanzos.

Ni el resto mas liviano, ni el objeto mas insignificanteme es conocido procedente de antiguas poblaciones lacus-tres de Galieiá. Pero, en cambio, de que tales poblacioneshayan existido en el territorio gallego se conservan varias ymuy peregrinas noticias. -

Lo es en sumo grado, y la principal de todas, la ine es-tampó el Lic. Molina de Málaga, al fol. 40 vuelto de su Des-cripcion del reino de Galicia, que se imprimió en Mondo-fiedo en 1550, al escribir: « Este rio del Tamago nace de»vna laguna, que llaman las Lamas de Guá,tieneen torno»mas de vna legua: deste lago se cuentan das cosas tan es-»traflas, que si no las ouiesse oido á personas de crédito, y»de mucha fé, no me ocuparla mucho en eí seriuillas. La vnaes, que en ciertos meses del año. oyen dentro en el lago

)bramar vn animal muy temerosamente, lo qua¡ se oye gran

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»trecho de al¡¡: y queriendo muchos entrar, y llegarse áziado son aquellos bramidos, los oyen en otra parte: de ma-

»nera que jams se ha visto Jo que es, mas de que suena al»modo de vna vaca, esto es ya cosa tan notoria en toda'aque-»lla tierra; que sin empacho se puede hablar. La otra es,que quando este lago algunos años por gran falta de aguas

»se viene á secar parte del. En aquello que queda como tre-»rnedales, se hallan tosas de hierro labradas, y piedras cor-nadas, y ladrillos, y elauos, y holla, y todas otras cosasdesta calidad, que demuestran claro auer anido alli edifi-

nios, y poblacion: cosa es de admirar.»Este curioso dato, - de valor muy . grande por escribir

Molina cerca de esa laguna; en Mondoi'icdo, de cuya iglesiacatedral fué dignidad de Juez del fuero y el primer Canóni-go Magistral,—al que se agregan los suministrados por elP. la Gándara, que asegura ('1), mas 'de un siglo despues,que bajo las aguas de esa laguna se hallaron pedazos de te-jas y de ladrillos, hierros y otros materiales de edificios; y porBohan (2), quien copió lo dicho por Molina añadiendo queesas dos cosas extrañas, los bramidos y la aparicion de ob-•jetoú, podia afrnzar de vista.; es suficiente para asentar queen la tal laguna, llamada hoy á ¡ama de Santa Cristina, porestar dentro de esta fetigresia, hubo poblacion lacustre.

Confirma esta creencia, la tradicion mantenida hasta hoyentre los naturales de que se han sacado de esa ¡ama, cuan-do en años de gran sequia descendió mucho el nivel de lasaguas, ademas de otros varios objetos algunas vigas que apa-recian clavadas de punta en el fangoso fondo de la laguna,cuyo espesor se asegura alcanza unos ocho nitros; yse re-fiere corno un hecho ciertísimo, mantenido en la memoriade los vellos—viejos---, que unir en tiempos no muy

(1) E/ Cisne occidental, torno 1, pg. 44.(21 ¡lis/oria del re/no de Galio/a, M. S. Vivió este poco escrupuloso historiador en

d siglo XVII.

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úá

lejanos, observó que en la parte de la laguna quedada en• seco durante un verano muy caluroso sobresalia el asa de

un caldero, el cual intentó sacar tirando, pero léjos de con-seguirlo lo que logró fué sumergirse mas y mas ella mismacuanto mas esfuerzos hacia para extraer el caldero, hastaverse pecisada á dar voces en peticion de auxilio; cayendo enel mismo: riesgo que ella los que vinieron á prestarle ayuda,

• que no sin gran trabajo consiguieron sacarla, y salir ellos, deaquel peligroso sitio. Y hace verosimil al tal suceso, la gran-de posibilidad de que efectivamente, y por jo ménos en de-terrninidos parajes, exista cantidad tan considerable de fan-go en el fondo de la laguna, que haga imposible todo traba-jo y aún toda momentánea permanencia en las orillas, comoautoriza jt admitir la ya sabida extraordinaria adividad vitaly sorprendente extension de las masas de turba en la época,Por eso llamada turbera., de la piedra pti1iirietttd1a, 6 neolí-tica; actividad y exteasion, incomparables con la, relativa-mente, exigua cantidad de formacionde turba en nuestrosdias, y grandes entonces á causa, en primer Jugar, de la accionejercida sobre ledas las depresiones del suelo por los resi-duos de las aguas diluvianas, muy fávorable para el grandesarrollo-de la flora palustre y productora de la ácumula-cion de inmensas cantidades de turba que cegaron una par-te de algunos lagos hasta it distaírcia de mas de 800 metrosde las que resultaron sus actuales orillas. Esto mismo, sibien puede que no en tanta extension, ha sucedido en nues-tra laguna; cuyo hecho, conservado aún en la memoria de los

• habitantes mas próximos á ella, es atribuido en el pais, Pordesconocerse otra causa mas eficiente, al continuado laboreoagrícola.

Extiéndese esta laguna, como á unos 30 kilómetros alS. S. 0. de Mondoñedo, por entre los lugares de Pacio, Fon-tarán y Anidos, de la parroquiá de S. Julian de Santa Cris-tina, al levante; y por cerca del de Guisande, de la de San

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Jorge de Goá, y de otros de la de S. Lorenzo de Árbol pornorte y nordeste; y limitanla al O. los monte. 6 -baidios dela feligresia de Santa Cristina, y al S. O. la colina en que secelebra.la concurrida y renombrada feria de la Virgen delMonte, y desde cuya cima se domina gran parte de la dila- -Lacia llanura conocida entre los naturales por á Chaira y 4Balura (1), y toda la extensa superficie de la tania, que en laitas calurosa temporada del cstio queda reducida h escasasdimensiones y aparece rodeada de vistosas praderas cortadaspor grandes refulge.nlcs charcos pomo los dejados en lasmal-isiulas por las mareas vivas.

La importantísima noticia referente á la laguna-de San-ta Cristina, de inestimable valor para fundar sobre ellala 'probabilidad de que hayan existido poblaciones lacustresen Galicia, no es por mr yor fortuna exclusiva (le la tal la-

- -una; sino que de la del Carrega, en Dirno,á 15 kilómetrosde Caldas de Beyes y 30 de Pontevedra, aseguran los delpais—segun ha escrito Murguia (2)—que en ella está sepul-tada la que ese autor califica desde luego de fabulosa ciudadde Viliaverde, añadiendo que en el fondo de la tal lagunasehan descubierto y se ven en di4s claros grandes vigas: de lafamosa Antala, ó de la ¡jimia se da por seguro qíc en tiem-po de continuada sequia suelen aparecer en ella calzadas yciinen1os de edificios, . que denuncian claramente la exis-tencia de antigua poblacion allí: y segun escribió, hace masde medio siglo, Don Manuel Antonio Verin y Seijas en laReseña topoqraflca, histórica y- etimológica (le la muy nobleleal y u-nityua ciudad de Betanzos, que permanece inédita,

(1) En un diámetro de sobre 50 kili5tiieLros re extiendo por toda la gran llanura—Tarea e/loa -cii el alto Mulo, desde el puente de Ráliade hasta su nacimiento, compren-diendo el e.xli'eaio N. E. del distrito municipal de Otero de Rey, 'el N. O. del de'Castro de11ev, algo por esa parte del (le Neira, poco del 'de Villalba al E., la meridionardel doA liadin y del de Pastoriza y lodo el de Cospuilo. Tan llasio es ese territorio que las aguasde los rio, y al-royos pie le cruzan se estancan durante el invierno encharcndo1a y con,virtiéndla cii no 'completo lodazal, y partes de él en verdaderas lagunas.

(!) flislor/a dé Gal/cIa, IJ, 18,

LYILL!'Ü

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en los juncales próximos (t esa ciudad, en el Cavi'egadoyroY lado (181 Juncal, se notan sitios empedrados y puntas de'vigas, y se hallan ladrillos, y tejas cuadradas con canal de'pulgada y media de grueso: como se descubrió cuando á un>vecino, que falleció en 1814, se le atolló una vaca y 11111)0' que desatollarla con azadones). De ser cierto lo cual resul-taría que la antigua Betanzos estuvo situada, como Esirahondice de Ravena que lo estaba en su tiempo—hoy alejada 6 ki-lómetros del Adriático—, en pantanos sobre la orilla del mary edificada encima de pilotes y atravesada de canales que sepasaban en_barras y sobr&pueh Les,

4.

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II..

Leyendas (le las lagunas de Galicia.—Tradiciones de parajes panlano-sos.—Leycndas de algunos lagos del extranjero.—Fábulas frngtnda

sobre las leyendas de las lagunas gallegas.

La leyenda religiosa se encargó de explicar los fenóme-nos observados en la laguna de Santa Cristina, achacándolosá la sumersion de la ciudad de Lucerna : villa de Villaver-de, ocasionada por la íalta de caridad de uno de sus habitan-tes. Refiere la tradicion oral que en casa de él, que era, p'mas señas, de oficio zapatero, se presentó nada ménos quela Santísima Virgen en hábito y figura de pordiosera pidién-dole una limosna; que pkar de las porfías é importunida-des edipleadas no consiguió obtener, ni aún reducida á unade las hojas de berza que el zapatero acababa de cojer de lainmediata huerta para hacer el pote; dándose, por el contra-rio, el caso de que airado él con la insistencia del petitorioarrojase una horma á la divina rnpndiga. Y añádese que dealli se difigió esta á las afueras de la poblacion y Penetró encasa de una humilde familia que la acogió con caritativa hos-pitalidad; la única cosa que estaba ea circunstancias de ofre-cci', y que muy pronto • vid premiada, pues que al pedir lacelestial huéspeda pan y leche, artículos de que careciancompletamente, se hallaron en el acto con toda una hornadaen la masera (1) y percibieron al mismo tiempo mugidos deuna vaca y de su ternero en el que momentos antes era de-sierto establo: prodigios que causaron en aquellas gentes - la

(1) Costumbre muy general es en Calleja tener guardado él pan en la misma artesaque sirve para amasarlo. -

C

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inespliah1c sorpresa que es pr3sutiblé, y que debió subir deplinto al encontrarse la duefia de la casa; al tiempo de salirde ella, con que la ciudad rápidamente se sumergia, y al oitde los lábios de la taumaturga mendiga que.ese era el castigoque Dios irnponia á toda la ciudad por el pecado de uno de suhabitantes. Pero la sumersion no se da como absoluta, sinoque se afirma que las torres tenian todavia no ha mucho susveletas fuera del agua, y tambien que de una de ellas prove-fha la campana del cercano templo parroquial de S. Lorenzo

-de Arbol, en la que, dicen, que antes de ser refundida, comoya repetidas veces lo ha sido, y de ser trasladada al campa-nario desde el roble secular que dió nombre á la parroquia,en el que aún no, hace muy largo número de años que esta-ba colgada, se leia aquella copla:--

si tuviera mi badal -se me oyera en Portugal.

Hízose cambien aplicacion de esa tradicional catástrofeLla leyenda del apóstol Santiago,incluyóudola entre los ¡ni-lagros ocui'idos durante su predicacion en Galicia. Cuéntase

- que despues de pasar en la tal ciudad de Valverde dias y meses desplegando todo su ardiente celo y perseverante actividadpara conseguir por medio de persuasiva exhortacion que losvecinos de ella se convirtiesen á la fó, tuvo que abandonar-la, desesperanzado de que tan solo uno abjurase de sus ranacias desacreditadas creencias; logrando, en . cambio hacerseel blanco de las burlas y diatrivas, y el objeto de lapersecu-cion y maltrato de aquellos pertinaces- creyentes, contra quie-nes el Apóstol' dirigió sus amargas quejas al Eterno, supli-cándole reiteradamente dejase sentir sobre ellos todo el ri-gor de su divina justicia; la que se cumplió en seguida que- -dando sepultada la ciudad en las entrañas de la tierra. El P.la Gandaya; que recogió estatradicion (1), -afladc que loshabitantes de ¡ir ciudad eran tenaces adoradores de Baal,

{!) Cisne occidci!a!, toin(I, pag. 44.

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y que de ahi vino el llamar Balu?os á los de aquella comar-ca, la balwra 6 va/ura.

Otras tales tradiciones se ligan á la mayor parte de lalagunas y pantanos y hasta algunas de las marismas de Ga-licia, yá la dudad-de Valverde se le dit como sumergida yoculta por las aguas en harto diversas localidades (1). Tantoque los vecinos colindantes de la ya mencionada laguna delCarregal la colocan 'en ella; y otros dicen (2) que estuvo-en elnotable lago de Doñinos, do mas de ochocientos mil metroscuadrados de superficie y doce de prolüudidad máxima, conbordes de arena y fango, situado en el gran arenal que, cer-cano al mar, con cuyas aguas se unen en invierno las del lago,hay en la parroquia de ese nombre del ayuntamiento de Se-p autes en el partido judicial' del Ferro]; y que la llamada porlos romanos ciudad de Lucerna, que aqui se da como dis-tinta de la otra, cuando no debe ser sino reproduccion de lamisma tradicion, existió cii la laguna llamada 1-a Riega dela feligresia de Pantin, distrito- municipal de Baldevi.ñd enel mismo partido, inmediata tarnbien á un arenal,de trescien-tos y tantos mil metroÑ cuadrados de superficie, y con pro-fundidad sin limites en sitios, al paso que tiene otros variospuntos seguros donde poder pastar el ganado.-

De algunos mis parajes de Galicia -se ¡datan ciertas le-yendas que ofrecen mareada relacion con la existencia de laspoblaciones lacustres gallegas. Tal es, - por ejemplo, la deque un mágico hundió la gran--ciudad de Reiriz-, que estaba si-tuada en el campo que lleva ese nombre y se extiende porentre el monte de la misma denominacion y la vertieuteN.E. del de Sarrapio, de que atrás quedan hechas muy repe.-tidas menciones; y la de que igualniente ocupó una vila-ciudad—el sitio de la que hoy es Ve-iga do Real, nombre queofrece cierta analogia con el de Reiriz, y de cuya veigá, hú-

(I) As¡ lo ha hecho noLar Murguia, iii sioria de Galicia, 1, 469.12) Véase la JI istorla u desrripdon del I?errot de Montero y Arostegul, pag. 034,

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moda, pantanosa y perfectamente llana, rodeada de montesque son conocidos por los nombres, de sabor marítimo,a vixia, a isla grande, y os portas, y situada al pié de los ele-vadísimos picos del Üuacfranion y del Xistrat, en términos.de la parroquia de Montouto, se encontró un vecino del 'inmediato lugarde la Baqueriza, hará unos doce arios, y há-cia la parte de abajo y afuera de ella, á donde pudo ser ar-rastrado por la corriente del riachuelo qite por al ti cruz 1, liiitrozo de viga cosa de un metro escaso de largo, de muy ne'-gro color,--como carbonizado—que al ser quemado en ¡acocina del que lo hallé dejó percibir cierto pronunciado es-pecial olor.

Y para poder comprender toda la importancia de tules- tradiciones, por lo que sobre. la existencia de poblaciones la-

custres dejan traslucir, dehd tenerse muy en cuenta que to-das las localidades ti que están ligadas, reinen condicionespantanosas y parecidsá las de las que conservan los sig-nificativos nombres de Lama, Alaqe—a iaqea—Lagoa yLago, citados en documentos de ha Edad media con los delaqena y lagona y otros; y que, unidos á las circunstanciaspropias de los puntos á que se refleren, no dejan lugar ti laduda de que en estos hubo, y en tiempos no muy lejanos,lagunas de mas ó niérios consideracion por su extension ysu íbndo.

Tradiciones análogas ti las qtie se unen ti las lagunas de'Galicia se refieren de algunas de las del extranjero. Del lago(le Saint-Andeol, en el Aveyron, dicen que hay.en él tina,ciudad sumergida, cuyas campanas se dejan oír en la nochede San Juan; y del de Paladru, en el Deiflnado, departamen-

• te de. la F'ere, aseguran los habitantes ribereños habersevisto el campanario y oído las campanas de la ciudad sepul-tada ntre las ondas de él,- y cu yas ruinas da como existen-tes una antigua leyenda que achaca la destruccion de, esaciudad ti la venganza divina.

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Creencia muy extendida es, segun se vé, la de que crí elfondo de las lagunas se producen ruidos, y á qué tal impor-tancia se ha dacio, que el P. F. Felipe de ht Gándara, histo-riandó'sohre los godos (1), no desciiidó el consignar que en

los lagos de la Scitia «se oian bramidos de ahimales y se»hallaban vestigios de hombres y de armas suyas». Cuyosruidos, calificados tunas veces de sonido de campanas, y atri-buido el que aseguraban percibirse en nuestra laguna, Poquien, al alma del zapatero caÇjsante'de la sumersion de la

ciudad, y por los po,-1s.i, una fiera ó trvon—animal que-ln'ue

6 muge—, no son imaginarios; pero sí producidos, sino p01'

las mismas aguas, por los ln'ollones ó broulloncs, aves acuá-

ticas de largas patas y prolongado pico que entierran paraextraer su alimento de deba,jo de la tierra, pobladoras tain-hiende la extensa laguna de la Lirnia, de la que se refierendiversas tradiciones, ninguila, sin embargo, conducente áderramar mayor luz que las de las otras lagunas sobre laexistencia de antiguas poblaciones lacustres en Calicia ()•

La fábrica de groseras invenciones del siglo XVII, se uti-lizó tambien de la tradiCion de la laguna de Santa Cristinay de los, .Cenónieos observados en ella, y el fraguador de latitulada Historia gótica 4v D. Servando—publicada en la re-

vista Galicia, de la -Coruña, en 1861,—tos apropié para de-corar con pomposo floron el origen de los Saavedras; cuya

(1) Cisne Occhlen (al, Ti, 79. --(2) lIna (le tales tradiciones es la de que la nube inmensa (le zumbadores einifs que

por el verano pueblan cu ambiente (lela laguna son los enrastrados ejércitos del rey br -tus de. Inglaterra. Esa laguna ocupa so espacio de sobre 22 kilómetros en adrad os, conun rondo que lasa POCO de (los metros, el uno tIc ellos de fango, exteudiendose cii disco-clon N. E. . S. 0., que es la del rio que la atraviesa, por unos 17 kilómetros,'al N. O., O.y S. 0. de la villa de eSo, capital de partido judicial ciila provincia de Orense. El deseo(le libertar al rico pais de la Limia de semejante roco de infe.:cion, y de aumentar los pro-ductivos terrenos de aquel p nis, did mrgen a! provecto dedescrir la aguna: solire cuyopunto publicó isLl:i esriosa Memoria, en 1835, el laborioso escritor Dr. O. Juan Manuel1Iedoya, canónigo, y despues dea, de la iglesia auriense, ¿individuo de la Real Academiide la Historia.

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casa-palacio se colocó tan próxima á ella (1) que, segun con-signó D. Fernando de Saavedra en su Memorial qehealógi-co, impreso en Granada en 1674(), «sus fosos y heredades.' se inundan y aliman con las aguas LAMAS y lagunas que de-

• 'jan las crecientes de los tres nos, el Miño, el Tamago y el>Ladra... de los cuales ríos y sus avenidas se hacen las LA —'MÁS 6 LAGUNAS' E hízose decir á D. Servando que los

• Saavedras descienden « de Mceo Venal que matou aquela' gran serpe chamada Saavedra na.s Lamas de Áugoa jun-'to da Cihdade Venia, que se fundin, ocde estaba o Idolo' Baal e Montanas Baluras que deles descenden os Baluros'que he a genL (sic) mais roin que ten Galiza.....E toinou' po divisa á Cibdade fundida nas ondas e ha serpe con unha

-' maza nuha mao.» De cuya manera aparece dibujado el es-cudo en el citado Memorial al fólio 46 vuelto.

Tarubien se explotaron como lucrativa especilacion esatradicion y esos fenómenos. Los l'a.luros, ó.habitantes de tBalura, que no sin falta de rizou fueron tan duramente ca-lificados por el pseudo D. - Servando, y gozan en el pais lapoco envidiable fama de ser muy avisados para armar cm-

- brdllos y fraguar embaucamientos; á cuyas faenas se entre-gan con pi-edileccion desde tiempos ya léanos, por lo que en-el resto de la providcia el nombre de halurp es consideradocomo sinónimo de falsario, trapalon, malsin, embolismador,etc.; tenian, y aún tienen, como una de sus mas favoritasocupaciones el dedicarsd á pedidores, por Castilla, Andatu-cia y otros paises alejados, fin giéndose con todo linaje deembustes santeros y cuestores tic santuarios, cofradias y es-tablecimientos piadosos, y, entre ellos, comisionados pararecojr limosnas con destino á las que, la ignorante supers-

(1) la feligresia de Santa liaría ile Suiveilra, perlenecierate al ayuntamiento de R,_gente cii ci ole. Villalba, se extiende por liria gran llanura, muY propensa

convenirse cii un pantano; pero distante 12 kilómetros al S. 0. lot-extremo meridionalde la laguna de Santa Cristina.- -

(2) ALfólio 12.

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ticiosa credulidad de los pueblos suídan que se llamasen lasonce mil vírgenes y once mil cantantes 'que con medio cuer-' po en el agua y media de fuera cantan de noche y callan'de día en la laguna de Cajue ' —la de Santa Cristina—; ypor tuyas vírgenes y cantantes hacían pasar las muchas al-borotadoras ranas habitan Les de esa laguna. Tales embrollosprodujéronlei riquezas, para su clase y condicion considera-bles; llegandó con semejañte abuso á llamar la atencion delas autoridades, hasta el extremo de que el obispo de Mon-doñedo D. Antonio Alejandro Sarmiento de Sotomayor, losCitó en una carta-órden expedida en 1751, por la que man-daba á los párrocos que no consintiesen que extranjeros va-gamundos, que se fingian obispos, archimandritas, condes,cautivos redimidos, turcos conversos, etc., y los que vulgar-mente llaman haluros, y los santeros, pidiesen, limosna sinllevar licencia por escrito del obispo.

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flilicultad de seflalar la época /a que pertenecieron las poblaciones la-custres (le Galicia—Desconocimiento del sistema de construccion

empleado en ellas.—Templos en los lagos.

Suficiente conceptúo ser, lo que de la luma de SantaCristina, de los juncales de Betanzos, y de las lagunas Ante-la y del Can'egal queda dicho, para dejar séntado, corno pun-to incuestionable, la existencia de restos de poblaciones la-custres en el territorio gallego; jmes que comuninente, porel extranjero, es considerada como señal bastante de que huhiese habido semejante género de poblacion en un lago la-simple aparicion en sus riberas de pilotes, piquetes (1) ú otraclase de madera. -

Pero al mismo tiempo raya casi en lo imposible, porJa absoluta carencia de, objetos procedentes de las poblacio-nes lacustres gallegas (2), el determinar ni aún sólo aproxi-madainente;la época /a que pudieron pertenecer. Epoca queresulta tanto mas dificil de asignar cuanto que se sospechaque ya en los remotos tiempos anteriores á los en pie elhombre consiguió alcanzar el considerable progreso indus-trial, muy grande relativamente á la groera civilizacion deentonces, de bruñir sus armas y utensilios de piedra, se ha-bian construido poblaciones lacustres; y se consideran corno,tal vez, hasta de la época carlovingia las que, dicho queda,existieron en el lago de Paladru, cuyos pilotes.fueron reco-nocidos en '1864 por M. G. Vallier, y donde M. Chantre haencontrado ' posteriormente una moneda que acusa esa re-

(1) Véase iI/aMriauxpour 1 Isistoire de 1' hornmc, VIII minie, n g. 240.( Segun últimamente ha llegado ú mi noU )ia, mi antiguo y distinguido amigo Mur-

gula, infatigable explorador de todo Iiiiage de antiguedades gallegas, posee una hacha,creo que de piedra, procedente de la laguro, Antela.

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ciente époci (1). Estando, por otra parte, acreditado con ex-ceso, que mientras unas gentes, merced al asombroso esfue-zo mecánico que su grande potencia muscular les perniitiahacer, construían extensos dolmenes, otras buscaban segurorefugio contra las fieras que continuamente les acometianedificando sus viviendas sobre las aguas de los logos: al pasoque por un texto de llerodoto (2) conocemos las construe-ciones lacustres de los Peonios en el lago de Prasias, de la -Tracia, durante el siglo VI antes de J. C., y donde, segunafirma M. Luhbock, con referencia á uno de sus amigos, lospescadores habitan todavia en cabañas de madera construi-das sobre el agua, segun lo están tambien la villa dé Tcher-kask, en Rusia, la ciudad de Borneo y la misma Venecia; y

- al paso que se tiene por cosa bien sabida que las construccio-nes lacustres, aunque diseminadas ysirviendo apénas mas quede almacenes, se- conservaban todavia en la época de lasconquistas romanas, y que en Memania y Escocia se prolon-garon por mucho tiempo. De tal manera que, las poblacioneshicustres, por mas que en su mayaria pertenezcan á la ópo-

- ca neolitica, 6 á la del bronce, ó á la del hierro, alcanzarontambiun desde los primeros tiempos -de tos considerados co-mo prehistóricos—fuera de aquellos que mejor deben lla-marse peieolo-yeoiógico-aníropoióyieos—, ioi' toda la Edadantigua hasta tina buena parre LIc la media.

• No cabe tampoco asentar, siquiera sea con bien ligerofundamento, si las poblaciones que hubo en esas lagunas deGalicia estaban cercanas á !as orillas, como aparecen las dela Edad de la piedra, ó distantes de ellas, como, hasta aleja-das un hectómetro y medio, se construyeron las posteriores.Ni cabe, asi mismo, distinguir, respecto al sistema de cons-truccion empleado en ellas, si se asentaron sobre verdaderos

(1) flloterMux ;mur !. hlsfoíre le 1 homn,e vi année pag. 480 y YHi année pag.28.

() Trinserito por Figuier en ro popular obra U hoxuzne prmil/f., pag. 809.-

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pilotes enterrados-do punta, ó sobre grandes maderos soste-nidos derechos por montículos artificiales de piedras, cual sehacia cuando era de naturaleza 1oquea el fondo del lago, y álos que se !laman-teneviii res ó Mein&crgs, y tambien pack-werkbauten; ó aún subte simples faginas, cruzadas y fijadas -sobre estacas, con las que se sustituía la esplanada pilotadaen los lagos de poca profundidad y ligero fondo, y en los para-jes pantanosós; sistema que, por ser tales como estos los . lu-gares sobre que se poseen mayores datos de que en Galiciahubiesen existido poblaciones lacustres, es de suponerfuese elempleado en ellás. Sin embargo de que, por eso mismo, pue-de tarnbien sospecharse, que se asemejarian 4 los renombra-dos terrarnares de la alta Italia, encontrados en pantanos óbalsas de agua poco profundas sobre pilotes soportando laesplanada, que forman transi'cion de la época del bronce á la

• del hierro; y al pantano ó aguazal, en que se encontraroflpilotes, punto principal de los descubrimientos lacustres he-chos en las .cercanias de Wismar al N. de Alemania.

El hallazgode pilotes, considerado como incuestionable,en nuestras lagunas, aleja toda idea de que los objetos quese dicen encontrados eh ellas fuesen depuestos allí á titulode ofrenda hecha á la Divinidad en cuyo concepto se teniaá la laguna. Pero no impide el admitir que, como habla en

- algunos lagos y de una inscripcion descubierta en Franciaresulta, y hay todavia en los de Nueva Guinea, hubiese habi-do templos eu las lagunas de Santa Cristina, Antela y del

- Carregal. Ultimame y)te, y para concluir, prometedoras deabundantes riquezas arqueológicas aparecen algunas de lasestaciones lacustres de Galicia, dado caso de que efectivamente, como de la llámada Veiga do Real se afirma, con-tengan las maderas en estado, de carbon; pues que, segunM. Le Hon (1); donde los pilotes se encuentran carbonizados.la estacion promete ser muy rica.. -

- - (1) PRO. 241 de la 2. 1 edicion de su conocida y ya citada obra L' , !om,ne f,ssIIe.

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ÁNTIGÚEDADES PREHISTÓRICAS DE GALICIA LárnJL

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ANTIGtÍEDEs PREHISTÓRICAS DE GALICIA. Lát[V

ALTAR(?) DEL COTO DE LA RECADEIRA.

CROMLECH DEL MONTE DAS FACHAS.

PEÑA AVALADOIRAEN EL FEREIRO.

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MONTOJO,VALLEDE ORO.Santiago

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