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PLANTEAMIENTOS TEORICOS DE ANNA FREUD Por: Lic. Manuel Alva Olivos Anna Freud no fue primordialmente una teórica. Sus intereses eran más prácticos y mucho de su esfuerzo fue dirigido al psicoanálisis en niños y adolescentes y a la exploración del Yo, logrando perfeccionar la técnica. A diferencia de su padre que se había dedicado exclusivamente a pacientes adultos. En su interés por explicar el psicoanálisis, introdujo algunas ideas originales nuevas y creativas. Sus estudios sobre los niños se extendieron más allá de los infantes normales o perturbados que crecían en hogares promedio e incluyó a niños que habían vivido circunstancias extraordinarias tales, como la guerra, incapacidades físicas y hogares sin padres. Según Cueli (1999) sus contribuciones pueden ilustrarse en (03) tres partes: 1. Las valiosas observaciones surgidas de su trato directo con los niños 2. Las implicaciones del psicoanálisis en el desarrollo del niño normal. 3. Las concernientes al tratamiento psicoanalítico del niño, mientras su superyó está todavía en formación. Engler (1996) menciona que algunas de las observaciones de Anna Freud respecto a los niños trastornaron las ideas previas sobre sus reacciones. Por ejemplo, se había asumido en forma amplia que los niños tienen un horror instintivo al combate, la sangre y la destrucción y que la guerra tenía un efecto devastador en los niños pequeños. Sin embargo, sus estudios de caso sobre los efectos de los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial en niños ingleses, realizados en colaboración con Dorothy Burlinghan, revelaron que el mundo del niño depende de la madre. Sus

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PLANTEAMIENTOS TEORICOS DE

ANNA FREUDPor: Lic. Manuel Alva Olivos

Anna Freud no fue primordialmente una teórica. Sus intereses eran más prácticos y mucho de su esfuerzo fue dirigido al psicoanálisis en niños y adolescentes y a la exploración del Yo, logrando perfeccionar la técnica. A diferencia de su padre que se había dedicado exclusivamente a pacientes adultos.

En su interés por explicar el psicoanálisis, introdujo algunas ideas originales nuevas y creativas. Sus estudios sobre los niños se extendieron más allá de los infantes normales o perturbados que crecían en hogares promedio e incluyó a niños que habían vivido circunstancias extraordinarias tales, como la guerra, incapacidades físicas y hogares sin padres.

Según Cueli (1999) sus contribuciones pueden ilustrarse en (03) tres partes:

1. Las valiosas observaciones surgidas de su trato directo con los niños2. Las implicaciones del psicoanálisis en el desarrollo del niño normal.

3. Las concernientes al tratamiento psicoanalítico del niño, mientras su superyó está todavía en formación.

Engler (1996) menciona que algunas de las observaciones de Anna Freud respecto a los niños trastornaron las ideas previas sobre sus reacciones. Por ejemplo, se había asumido en forma amplia que los niños tienen un horror instintivo al combate, la sangre y la destrucción y que la guerra tenía un efecto devastador en los niños pequeños. Sin embargo, sus estudios de caso sobre los efectos de los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial en niños ingleses, realizados en colaboración con Dorothy Burlinghan, revelaron que el mundo del niño depende de la madre. Sus hallazgos la llevaron a se un defensora intensa de la necesidad de proteger los derechos e intereses naturales del niño.

En su libro, El Psicoanálisis del niño (1981), formula que, a diferencia del adulto, el niño es un ser inmaduro y dependiente. Considerando a la inmadurez y a la dependencia como dos ejes con los teorizará el tránsito por la infancia, haciendo hincapié en que este tránsito implica un crecimiento gradual. Para Anna Freud las etapas de lactancia y niñez son consideradas como prólogos para una mayor madurez.

En su libro Normalidad y patología en la niñez (1960), ese gradual crecimiento se expondrá en términos que van “desde las actitudes dependientes, irracionales, determinadas por el ello y los objetos hacia un mayor control interno y externo por parte del yo”. Para ilustrar este movimiento “desde y hacia” citemos algunos de los ejemplos que aparecen trabajados en su libro:

(...) por ejemplo, desde las experiencias del lactante con la amamantación y el destete, hasta la actitud racional, antes que emotiva, del adulto hacia la alimentación; desde el entrenamiento del control esfinteriano impuesto al niño por las presiones ambientales, hasta el control más o menos integrado y establecido del adulto; desde la fase en que el niño comparte la posesión de su cuerpo con la madre hasta la exigencia del adolescente de su independencia y propia determinación en cuanto a la disposición de su cuerpo; desde el concepto infantil egocentrista del mundo y de los otros seres humanos hasta el desarrollo de sentimientos de empatía, mutualidad y compañerismo con los otros niños; desde los primeros juegos de carácter erótico con su propio cuerpo y con el

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cuerpo de su madre a través de los objetos de transición (Winnicott, 1953) hasta los juguetes, los juegos, los hobbies y finalmente hacia el trabajo, etcétera.

Según Engler (1999) Anna Freud usó el termino Línea de Desarrollo para referirse a una serie de interacciones entre el ello y el yo en los que los niños disminuyen su dependencia de controles externos y aumentan el dominio del yo de sí mismos y de su mundo (1965). Sus (06) seis líneas de desarrollo enfatizan la capacidad del yo para afrontar varias situaciones internas, ambientales e interpersonales y complementan la discusión de su padre sobre el desarrollo psicosexual. Conforme los niños crecen progresan:

1. De la dependencia a la confianza emocional en sí mismos 2. Del amamantamiento a la alimentación racional

3. De no controlar la expulsión de sus desechos fisiológicos al control de la vejiga y los intestinos

4. De la irresponsabilidad a la responsabilidad en los movimientos corporales

5. Del juego al trabajo y

6. Del egocentrismo al compañerismo.

La propuesta de lo que denomina “líneas de desarrollo” que seguiría el niño normal se sostiene en la existencia de procesos de maduración referidos al ello, procesos de adaptación en relación al desarrollo del yo, el superyó y el medio ambiente y procesos de estructuración donde interactúan todos los elementos organizados.

Según Boeree (1997) La mayoría de las contribuciones de Anna Freud al estudio de la personalidad proceden de su experiencia en el Hamstead Child Therapy Clinic (Clínica de Terapia Infantil Hamstead) en Londres que ella misma ayudó a construir. En este lugar, Anna se percató de que uno de los mayores problemas era la comunicación entre terapeutas: mientras que los problemas adultos se comunicaban por medio de etiquetas tradicionales, los de los niños era imposible.

Dado que estos problemas de los niños son más inmediatos, Anna los reconceptualizó en términos de movimientos del niño en una línea temporal de desarrollo. Un niño se desarrolla y crece relacionándose con sus progenitores a través de sus comportamientos alimentarios, higiene personal, estilos de juego, relaciones con otros niños y así sucesivamente. Estos comportamientos son considerados como sanos.

Cuando un aspecto del desarrollo es bastante más duradero que otros, el clínico puede asumir que existe algún problema, describiendo el área particular de atención.

Cueli (1999) menciona que Anna Freud comprobó que las causas de muchas neurosis del adulto se originaban por un superyó exageradamente punitivo, y que la finalidad del psicoanálisis era reorganizar los contenidos del superyó para poder ajustarlos más a la realidad y así, dejar de promover metas irracionales a las que el individuo se ve forzado a aspirar. Para el superyó del adulto neurótico, esta reorganización es larga y dolorosa, y en la adolescencia temprana es sumamente difícil, pues el superyó es un componente poderoso de la personalidad, altamente resistente a las alteraciones. Pero en los niños mayores, antes de la adolescencia, el superyó todavía está en proceso de formación por lo tanto, el niño está todavía en estado de transición entre recibir órdenes y valores de sus padres y recibir órdenes del superyó en desarrollo, el cual

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todavía no se ha separado mucho del yo o de sus fuentes externas (padres, compañeros y maestros).

Según Engler (1996) Anna Freud enfatiza en su tratamiento psicoanalítico actitudes protectoras, apoyadoras y educativas. Además sugiere como pueden ser utilizadas las características clásicas del psicoanálisis para adultos con niños de cuatro años de edad en adelante. Al trabajar con niños, reconoció que el análisis infantil no podía ser realizado como el de un adulto. Las técnicas clásicas como la asociación libre, la interpretación de los sueños y el análisis de la transferencia tenían que ser modificados con el propósito de corresponder con e nivel de madurez del niño. Descubrió la necesidad de un periodo preparatorio prolongado en el que el analista es establecido como una figura confiable e indispensable en la vida del niño.

Asimismo Cueli (1999) manifiesta que el psicoanálisis del adulto involucrará solo al paciente y al analista. En cambio en opinión de Anna Freud, las neurosis infantiles son tratadas mejor si el psicoanalista trabaja tanto con el niño como con los agentes importantes del medio, ya sean los padres y/o los maestros pues al cambiar las expectativas de los padres y el tratamiento del niño, el análisis espera influir en el contenido del todavía dependiente superyó y curar la neurosis mucho más rápido que en el adulto, en quien su extremo demandante superyó esta por completo solidificado. De este modo, el psicoanalista que trabaja con e niño manipula el medio, además de reformar las relaciones de la personalidad del niño entre el ello, el yo y el superyó.

Anna Freud propone un periodo de preparación para educar al niño en un futuro paciente. El intento es establecer confianza, "convertir en interior la decisión exterior de analizarse". Emplea tres semanas de prueba, trata de convencer a los padres del beneficio del tratamiento, con el objetivo de "crear las precondiciones necesarias para iniciar un verdadero análisis: la conciencia del sufrimiento, la confianza y la resolución de analizarse" (A. Freud, 1927, p. 21). Durante este periodo de prueba la analista tejía y hacia labores de punto, ayudaba al paciente a redactar cartas y cuentos. En el momento en que se establece el vínculo de confianza se inicia el periodo analítico, o sea, la transferencia positiva.

El terapeuta obtiene información de los padres para completar la historia del caso y se entrevista con ellos periódicamente para conocer el avance de la cura. Por su parte la familia colabora en el análisis con reportes sobre el niño.

Según Boeree (1997) Anna Freud, también ideó una técnica para manejar el problema de “transferencia”. En primer lugar, la relación del niño con el terapeuta es distinta. Los padres de éste constituyen una gran parte de la vida de él; una parte que el terapeuta no puede usurpar. Pero, el terapeuta no puede convertirse en otro niño. Sigue siendo una figura de autoridad para el paciente utilizando la forma más natural posible: siendo un adulto cuidadoso, no un nuevo compañero de juegos, no un padre sustituto. Actualmente, su acercamiento al paciente puede considerarse todavía un poco autoritario, pero tiene más sentido que otros.

Es básico el análisis de la transferencia con énfasis en la positiva. Incluso se acude a todos los recursos disponibles para disolver la transferencia negativa, porque sus manifestaciones son vivencias como obstáculo cuando se pretende liberar material reprimido de lo inconsciente, causando la resistencia del yo. Anna Freud subraya que en realidad el niño es incapaz de establecer la neurosis de transferencia porque sus padres se encuentran presentes en su ambiente inmediato. El enfoque consiste en dirigir la estrategia hacia el hogar del niño. El mundo exterior es importante para comprender la dinámica afectiva del niño. "Son evidentes las múltiples interrelaciones entre... superyó y los objetos a los cuales debe su establecimiento, pudiéndose compararlas a las que rigen entre dos vasos comunicantes" (A. Freud, 1981).

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Otro problema del análisis de niños es que sus habilidades simbólicas no están tan desarrolladas como en los adultos. De hecho, los más jóvenes, tienen problemas a la hora de verbalizar sus dificultades emocionales. Incluso los más mayores tienen problemas para esconder sus conflictos tras símbolos complejos, como hacen los adultos. Después de todo, los problemas de los chicos se establecen en el “aquí y ahora”; no hay mucho tiempo para construir defensas. Por lo tanto, los problemas están más cercanos a la superficie y tienden a expresarse de manera más directa, menos simbólica, en términos conductuales y emocionales.

Según Cueli (1999) en el psicoanálisis del adulto, la única fuente de información del terapeuta es la plática del paciente acerca de sí mismo. Sin embargo, los niños no son tan eficientes para explicar sus historias pasadas, sus preocupaciones y sus fantasías. Por lo tanto, Anna Freud recomienda que, en psicoanálisis de niños, la interpretación de los sueños debe integrarse tanto con la información provista por la familia del niño como por las observaciones de las actividades de éste hechas por el terapista. Al considerar sus patrones alimenticios, de sueño, de juego, de gustos, y de enfermedades, el psicoanalista elegirá los datos de conducta que, de acuerdo con la teoría psicoanalítica, se derivaron de las etapas oral, anal o infantil genital. De esta manera, en el análisis de los niños, cierto tipo de observaciones sustituyen a los datos de asociación libre que en análisis de los problemas psicológicos de los adultos se utilizan.

Las técnicas durante el tratamiento son la interpretación de los sueños en búsqueda de los rastros, junto con el niño. Otro recurso es la narración de los ensueños diurnos. El dibujo es un auxiliar para visualizar la problemática del paciente y finalmente, el juego es útil corno procedimiento analítico.

De acuerdo a Engler (1999) Anna Freud, también reconoció que los síntomas neuróticos no tienen de manera necesaria el mismo significado en la vida de un niño que en la de un adulto. Su sistema de diagnostico, el cual concibe que la personalidad surge de una secuencia del desarrollo, le permitió distinguir entre manifestaciones menos graves de la infancia y amenazas importantes para la maduración óptima de la personalidad. Desarrolló un sistema de clasificación de los síntomas infantiles que refleja cuestiones del desarrollo y un procedimiento de evaluación formal conocido como Perfil Diagnóstico. Estos perfiles han sido desarrollados desde entonces para bebés, niños, adolescentes y adultos. En cada perfil se usan aspectos diferentes de la teoría psicoanalítica para organizar e integrar los datos recopilados durante una evaluación diagnostica, esto con el propósito de formar un panorama completo de los diversos funcionamientos de la personalidad del paciente y un indicio de lo apropiado de su desarrollo.

Según Cueli (1999) Anna Freud consideraba que la teoría psicoanalítica puede aportar una gran contribución para mejorar esas presiones externas, al ayudar a los padres a obtener una “visión del daño potencial hecho a los niños durante los años críticos de su desarrollo, en el estado en que se encuentren sus necesidades, impulsos, deseos y dependencias emocionales”.

Esta perspectiva determina que se entienda las perturbaciones en el niño directamente relacionadas al grado en que impiden el curso de un desarrollo normal o, si se prefiere, pensar que las perturbaciones en tanto dificultan “la adaptación del niño”.

Planteamientos como éste dieron lugar al surgimiento de la “psicología del yo”: “Se pone así al yo bajo observación, considerando linealmente que la distorsión de la función yoica es índice de patología, tesis fundamental de los representantes de la psicología del yo”1.

Comparando las conductas del “desarrollo normal” con los “trastornos patológicos” de este desarrollo se puede concluir en la indicación de un tratamiento psicoanalítico. Para esta indicación tomará en cuenta algunas de las siguientes cuestiones:

1 Hartmann, A. En busca del niño en la estructura. Manantial. Bs. As. 1993. Pág. 47

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“Si un niño presenta un conocimiento defectuoso del mundo exterior, que está muy por debajo del nivel de su inteligencia, se ve gravemente alienado de sus propias emociones y presenta espacios en blanco en el recuerdo de su propio pasado que rebasan el alcance usual de la amnesia infantil, con un desdoblamiento de su personalidad, y con una motilidad incontrolada, entonces no puede caber mayor duda de que la neurosis es grave y de que es tiempo de adoptar una acción terapéutica”. La cita es del libro El psicoanálisis infantil y la clínica de Anna Freud, aparece comentada por una analista contemporánea, R. Hillert, quien nos agrega que “es indudable la indicación de terapia analítica cuando la energía de un niño se ve consumida por conflictos entre sus instancias psíquicas, cuando las defensas contra las pulsiones son inadecuadas, las ansiedades dominan la atmósfera interna, la regresión impide el desarrollo y la represión de la agresividad limita la productividad”2.

El pedido de atención para un niño aparecerá siempre mediado a través de los padres, en consecuencia, le resulta necesario considerar el trabajo que el analista realizará también con los padres cuando éstos consulten:

“(...) los padres que hicieron enfermar al niño y los que deben ayudarnos en su curación siguen siendo las mismas personas (...). Sería peligroso dejarles librada la decisión sobre el futuro destino de la vida instintiva ya liberada, pues es harto problable que vuelvan a imponer al niño el camino de la represión y con ello el de la neurosis”.3

Anna Freud propone reemplazar transitoriamente a los padres, entendiendo que el analista de niños cumplirá mejor la función que éstos no han podido llevar a cabo con éxito: la de educar al niño “como se debe”.

“Así, el analista reúne en su persona dos misiones difíciles y, en realidad, diametralmente opuestas: la de analizar y educar a la vez, es decir, permitir y prohibir al mismo tiempo, librar y volver a coartar simultáneamente. Si no lo consigue, el análisis se le convierte al niño en un salvoconducto para todas las maldades condenadas por la sociedad; pero si puede lograrlo corrige con ello toda una fase de educación equivocada y desarrollo anormal, ofreciéndole al niño, o a quienes deben decidir su destino, una nueva oportunidad para enmendar sus errores”.4

Anna Freud, posteriormente explica que los tipos de ayuda psicoanalítica provista incluyen:

a. La ilustración sexual del niño;b. El reconocimiento del rol de conflicto, conciencia y ansiedad en el desarrollo del niño, el

cual se obtiene al limitar la autoridad de los padres sobre el niño; c. Libertad para la expresión de la agresión del niño;d. Reconocimiento de la importancia de la relación madre – hijo , y e. La comprensión del rol de la madre como auxiliar del yo para el niño en desarrollo.

El terapeuta pretende ocupar el ideal del yo del niño y analizar entonces la doble labor curativa y pedagógica. Prohibir y permitir, liberar y coartar simultáneamente. La meta del psicoanálisis infantil es desarrollar el yo hacia la síntesis, modificar el carácter, la producción de identificaciones sobre el yo, y alcanzar un superyó tolerante

2 Hillert, R. Niños y analistas en análisis. Homo Sapiens.Rosario.1994. Pág..29.3 Freud, A. Psicoanálisis del niño. Hormé, Buenos Aires, 1981. Pág. 744 Ídem anterior, pág. 80/1.

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Engler (1996) menciona que Anna Freud aprendió de su trabajo con niños que hay limites realistas para el análisis. Ciertos factores constitucionales o ambientales pueden no estar abiertos a un cambio real a través del análisis, aunque sus efectos pueden ser minimizados. Aunque reconoció la mayor importancia de los factores ambientales sobre los internos en las perturbaciones infantiles, también estaba impresionada por los esfuerzos de los niños para afrontar y dominar situaciones devastadoras en extremo.

Anna Freud sistematizó y explico de modo amplio la discusión de Freud acerca de las defensas del yo. Mientras que Freud se concentró en explorar los impulsos inconscientes del ello, su hija se percató de que con el propósito de que éstos surjan en un análisis, el yo debe saber qué tipo de defensas está usando para impedir que el material resurja a la conciencia. Las defensas del yo pueden ser inferidas a partir de la conducta observable. El análisis de las defensas permite entender la historia de la vida y el desarrollo instintivo del niño. Anna Freud explicó a fondo las defensas del yo bosquejadas por su padre y sugirió algunas propias adicionales (1946). Aclaró el proceso de identificación con el agresor, en el que una víctima comienza a reaccionar ante su capturador con gratitud y admiración. Este fenómeno ha sido reconocido desde entonces en prisioneros de guerra y rehenes. Las descripciones gráficas de casos pertenecientes a Anna Freud que ilustran estos procesos se han vuelto clásicas. Debido a esto, una mueca involuntaria de un escolar caricaturiza la cara de enojo de su profesor y testifica su identificación con el agresor. Anna Freud declaró que la intensidad de la adolescencia y los extremos del acting out son patológicos sino que son normativos y funcionales.

Según Fadiman y Frager (2001) nos dice que las descripciones de Anna Freud de las defensas del yo pasaron a la bibliografía terapéutica y de ahí al uso general con muy pocos desacuerdos. Para Anna, nos protegemos de las ansiedades con varias estrategias que surgen de nuestras disposiciones genéticas, dificultades externas y la microcultura de nuestra familia y comunidad.

Las defensas utilizadas en forma deliberada y consciente hacen la vida más tolerable y satisfactoria; sin embargo, cuando las defensas oscurecen la realidad y nos impiden funcionar se convierten en neuróticas y sus efectos son dañinos.

Los mecanismos de defensa que estudió son la represión, negación racionalización, formación reactiva, proyección, aislamiento, regresión y sublimación. Todas las defensas, excepto la sublimación, obstaculizan la expresión directa de las necesidades pulsionales. A pesar de que muchos de estos mecanismos aparecen en individuos sanos., su misma presencia es un indicador de una posible neurosis.

Finalmente podemos decir que Anna Freud no construyó ninguna teoría ni modelo teórico. Realizó una síntesis de los mecanismos de defensa y elaboró la noción de identificación con el agresor. Los escritos de Anna Freud fueron de corte clínico y práctico, apoyándose en la observación de niños, combinando con la reconstrucción psicoanalítica (Pumpian-Mindlin, 1966). Para Anna Freud (1952) el bebé aprende a distinguir entre la imagen interna y la percepción de un objeto del mundo exterior. Anna Freud se adhiere a la tesis de Freud sobre la imagen alucinatoria del pecho, sin embargo, no se apoya en el modelo económico del psicoanálisis. Para Rapaport (1951) la tensión se conceptuara cuasi-cuantitativamente corno la catexia (carga) de impulso.

Anna Freud (1950b) se adhiere a las hipótesis de Freud con los siguientes supuestos: 1) la pulsión agresiva o destructiva que tiende a desconectar la vida, tiende a asimilar en una fusión a la pulsión sexual; 2) la teoría de la angustia de 1926 en que el yo es un agente en el conflicto entre las demandas de las pulsiones y la adaptación a la realidad: 3) la noción de defensa como técnica para evitar el conflicto.

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Anna Freud fundó la Clínica de Hampstead, e incorporó las nociones de Hartmann de la esfera libre del conflicto del yo autónomo y la interpretación intrasistema del yo-ello-superyó. Asume que en lo inconsciente coexisten los pares antitéticos de actividad-pasividad, masculinidad-feminidad, amor-odio y entran en conflicto cuando emergen a la conciencia (A. Freud, 1964). La posición teórica de la Escuela de Hampstead es enunciada también en la obra colectiva dirigida por Nagera (1969).

La agresión es una función del yo. En la agresividad la cantidad de energía se encuentra al servicio del yo. Coexisten las dos tendencias pulsionales. Incluso el amor y odio, la agresión y la ternura se manifiestan como derivadas de pulsiones contradictorias. Cuando se fusionan las pulsiones sexuales y agresivas desaparece la tendencia destructiva y surge la sublimación. En la agresividad el monto de energía está al servicio del sujeto. El bebé la dirige contra su propio cuerpo, después contra los objetos animados o inanimados del mundo externo.

El desarrollo de la agresión es insondable con el desarrollo psicosexual. "Una dependencia voraz (oral); una posesividad atormentadora y persecutoria (anal); una continua exigencia de atención y admiración, unida a tina actitud protectora y tolerante hacia el objeto de amor (fálica)". (A. Freud, 1950a). En un comienzo las tendencias autoeróticas como la succión de dedos, el balanceo, son narcisistas y no de relación objeto. La madre o niñera estimulan con los cuida-dos las zonas erógenas del niño motivando la elección de objeto (Nagera, 1969). Para Anna Freud (1952) la relación de objeto es gradual, en un comienzo es voraz, egoísta, después con la madre proveedora la relación es permanente.

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