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ANÁLISIS DE SITUACIÓN PARA LA UICN EN MÉXICO Apoyo a la definición de un programa de trabajo de la UICN en la subregión

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Análisis de Situación para la UICN en México Apoyo a la definición de un programa de trabajo de la UICN en la subregión

ANÁLISIS DE SITUACIÓN PARA LA UICN EN MÉXICO

Apoyo a la definición de un programa de

trabajo de la UICN en la subregión

2

Análisis de Situación

para la UICN en

México

I. INTRODUCCIÓN

Dentro de su proceso de planificación

programática para México, la Oficina Regional de

la UICN Mesoamérica, requiere de un

diagnóstico ambiental a nivel nacional, que

permita definir un nicho y líneas de acción para

el país.

Este análisis de situación incluye el estado de los

ecosistemas y sus servicios, las fuerzas que

generan presión y los efectos de la pérdida de

ecosistemas en el bienestar de la población.

Este es un informe estructurado en datos de

base secundaria y de acuerdo a tres grandes

áreas temáticas: A) Análisis del estado, las

condiciones y las tendencias humanas y

ambientales en el país; B) Análisis de los

principales procesos de política y respuestas

existentes a las presiones ambientales; y C)

Análisis de los principales actores interesados en

la conservación de los ecosistemas y sus

servicios y su relación con las condiciones y

tendencias, así como con los principales

procesos de política.

Además de mapear los procesos de políticas

ambientales, es importante también identificar las

principales partes o actores interesados,

respecto a su relación con las condiciones y

tendencias, así como con los principales

procesos donde la UICN pretende influir en el

cambio de política. En el caso de los actores

interesados, la UICN pretende influir en su

comportamiento o sus mecanismos de

gobernanza.

El análisis de situación considera como

referente, las temáticas del programa mundial de

la UICN propuesto para 2013-2016:

- Conservar y valorar la biodiversidad,

- Compartir los beneficios de la naturaleza,

- Cambio climático,

- Manejar los ecosistemas para mejorar la seguridad alimentaria, y

- Economía verde.

El análisis de situación tiene que definir el nicho de la UICN en México, así como las líneas programáticas prioritarias a desarrollar durante el periodo de 2013 a 2016.

II. RESUMEN EJECUTIVO

México es un país donde se conserva una de las reservas más importantes de biodiversidad continental y marina del planeta. Sus ecosistemas han generado servicios que constituyen el patrimonio y bienestar no sólo para los mexicanos, sino para los pueblos del mundo que a lo largo del tiempo han degustado sus especies, recreado en sus aguas y paisajes, y aprendido del valor tangible e intangible de su territorio, espacio de encuentro entre la Naturaleza y la cultura.

No obstante su relevancia para el bienestar humano, los servicios de los ecosistemas están declinando ante diversas fuerzas y presiones socioeconómicas, que aunado a la vulnerabilidad implícita al ser un territorio de transiciones geográficas, reclama una acción para el aseguramiento de la conservación, aprovechamiento, protección y restauración de la biodiversidad.

Las amenazas presentes no sólo son locales, sino también globales, como el cambio climático, ante el cual se deben prever acciones de adaptación y mitigación que conserven de forma sustentable el abasto de alimentos y agua, y den seguridad a las poblaciones ante los diversos riesgos de desastres.

Al mismo tiempo de atender las amenazas, se tienen que realizar procesos que disminuyan la vulnerabilidad presente, deteniendo y revirtiendo los diversos tipos de pobreza, incluyendo la de información y capacitación, desarrollando proyectos innovadores que vinculen la riqueza de biodiversidad y conocimientos tradicionales, con negocios justos para los pueblos y los demás seres vivos que habitan éste que es uno de los países con mayor biodiversidad y geodiversidad existentes.

En México se ha hecho el esfuerzo de revertir los daños al ambiente por medio de legislación, sin embargo el pobre marco legal, la cultura y la presión antropogénica al ambiente genera un

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espacio adecuado para que la UICN pueda ser un catalizador en el desarrollo sustentable del país.

II. MARCO GEOGRÁFICO Y ECOLÓGICO

2.1 Ámbitos y límites geográficos

México, cuyo nombre oficial es el de Los Estados

Unidos Mexicanos, es un país integrado por

partes integrantes de la Federación, arrecifes,

cayos e islas en los mares adyacentes (como las

islas Guadalupe y las de Revillagigedo situadas

en el Océano Pacífico), una amplia plataforma

continental y zócalos submarinos, aguas de los

mares territoriales y marítimas interiores, así

como el espacio situado sobre el territorio

nacional –Artículo 42 de la Constitución Política

de los Estados Unidos Mexicanos-(Cámara de

Diputados, 2011).

El área del país es de 1.96 millones de

kilómetros cuadrados de superficie continental;

5.13 miles de kilómetros cuadrados de superficie

insular; 5.11 millones de kilómetros cuadrados de

superficie marítima y un espacio aéreo de 10

kilómetros de altitud. Limita al norte con los

Estados Unidos de América, con una línea

fronteriza de 3,152 kilómetros; al sur demarca

con las Repúblicas de Guatemala y Belice

mediante una línea fronteriza sinuosa de 1,149

kilómetros de extensión total; limita en dirección

este con el océano Atlántico, el Golfo de México

y mar de las Antillas con 3,118 kilómetros; y la

frontera oeste delimita con el océano Pacífico (el

más grande del planeta) y el Golfo de California

con 8,722 kilómetros de litoral. Por longitud de

costas, México se ubica en el lugar 13 del mundo

y en el sitio 14 por su superficie (Instituto

Nacional de Estadística y Geografía, 2011). Por su pluralidad geológica y geomorfológica que

condiciona la diversidad biológica, cultural, del

paisaje y de los servicios del ecosistema, México

es geodiverso y biodiverso. Pocos lugares en el

mundo muestran la extraordinaria

heterogeneidad ambiental presente en los

ecosistemas terrestres y marinos. Es un territorio

de transiciones y diversidad climática, de

vegetación, y de fuerzas geológicas; donde están

presentes todos los tipos de roca del mundo y la

totalidad de las fuerzas geológicas conocidas,

así como de procesos de formación de suelos.

México tiene una posición privilegiada ya que en

su territorio se encuentran las dos regiones

biogeográficas de América: el Neotropical y el

Neártico. Presenta complejas orografías con

variaciones en elevación de 0 a 5,630 metros

sobre el nivel del mar, donde las mayores

elevaciones están asociadas a volcanes.

En el país existe una zona árida y semiárida,

cubierta por pastizales y matorrales desérticos

(primer lugar en extensión), una tropical

subhúmeda cubierta por “selvas bajas deciduas”

(segundo lugar), una templada subhúmeda

cubierta por combinaciones de pinos y encinos

(tercer lugar), una tropical húmeda, cubierta por

selvas altas, selvas medianas y sabana (cuarto

lugar) y una zona templada húmeda, cubierta de

bosques llamados “mesófilos” (Soberón, 2010).

Asimismo, sus océanos tienen profundidades

variadas que llegan a los cuatro kilómetros. Todo

esto explica la existencia en México de una de

las mayores diversidades del planeta distribuidas

en 17 provincias biogeográficas (figura 1) que lo

ubican en el cuarto lugar del mundo en términos

de riqueza biológica o “biodiversidad” por lo que

se considera uno de los países “megadiversos”

(Instituto de Geografía UNAM, 2007).

Es un territorio que se caracteriza por una gran

variabilidad climática, consecuencia de su

posición geográfica y una compleja topografía.

Esta complejidad determina los regímenes

pluviales y de temperaturas a nivel regional, lo

que a su vez condiciona la dinámica de las

cuencas hidrográficas. La precipitación en las

cuencas de México presenta un panorama

heterogéneo, donde las cuencas de la península

de Baja California y del norte del país constituyen

los territorios que reciben la menor precipitación

– menos de 100 mm anuales-. Las cuencas que

han recibido mayor precipitación están en la

zona costera del estado de Veracruz y Chiapas –

más de 1,500 mm al año- (Davydova, 2010).

4

Figura 1. Regionalización Biogeográfica (UNAM,1990)

2.2 Contexto ambiental actual; Las Fuerzas

Motoras de Presión

Si bien la historia de la transformación de los

ecosistemas naturales de México es compleja y

diversa desde la época prehispánica, no hay

duda de que a partir de la década de 1940 el

proceso se aceleró en todo el país, incluso en

zonas consideradas previamente inaccesibles

(Challenger 1998).

Las amenazas a la biodiversidad en México tienen

como origen las tres grandes fuerzas con que Paul

Ehrlich describe el impacto de la población

humana en los sistemas que sustentan la vida en

la Tierra: el tamaño de la población humana, el

nivel de consumo (prosperidad medida como

consumo per cápita) y las tecnologías que sirven al

consumo (incluyendo las estructuras sociales,

políticas y económicas). A éstas fuerzas se agrega

la referida a las decisiones nocivas por una

ausencia de visión a favor de la biodiversidad

(Curiel et al., 2011). Conforme aumenta el tamaño de la población y se

sobrecarga el territorio, se incrementan las

presiones a los ecosistemas por la competencia de

recursos y la cantidad de diversos residuos

liberados al ambiente inclusive en áreas naturales

protegidas.

En el inicio del siglo XX en México, la natalidad y

la mortalidad eran elevadas y la esperanza de

vida al nacer era cercana a los 30 años. En un

siglo, aumentó a 75 años (Ordorica, 2010). En

2010 el censo de población arrojó una población

total de 112.3 millones de personas (INEGI,

2011), cifra superior a las predicciones. El 77%

de la población vive en ciudades, de la cual, el

62% habita en metrópolis mayores a los 100,000

habitantes.

Un promedio de 609 mexicanos por día dejaron

el país durante los últimos cinco años para irse

hacia Estados Unidos, principalmente. De ellos,

250 eran adolescentes y jóvenes de entre 15 y

24 años de edad. El 68% de la migración

mexicana se encuentra en el rango de edad de

15 a 34 años (INEGI, 2011)

Extensas áreas urbanas concentran la población

en la mayoría de los estados, donde se consume

hasta el doble de agua de las ciudades

calificadas como sustentables y se genera más

de un kilogramo de residuos sólidos por

habitante al día. Este consumo irreflexivo trae

varias consecuencias; por una parte, la

disminución del agua disponible para la vida

silvestre al competirse por el recurso, y por otra, la

pérdida de corredores de hábitats naturales con el

establecimiento de grandes presas para mantener

los niveles de consumo de agua (Pringle, 2006).

Figura 2. Presiones a los ecosistemas (CONABIO, 2008)

El consumo de energía es otra fuerza de presión

que va en aumento. Esto afecta a los espacios

naturales ante la necesidad de obtener una mayor

oferta de energía, como se ha dado en la reiterada

intención de hacer aprovechamiento de la

geotermia para producción de electricidad dentro

de áreas protegidas (Curiel et al., 2011).

En materia agrícola, México es uno de los mayores

consumidores de agroquímicos, el 84% de los

agricultores los utilizan provocando contaminación

del suelo, del agua, de la atmósfera y eliminando

diversos organismos de la vida silvestre. El uso de

fertilizantes nitrogenados y fosfatados están

5

provocando ríos muertos (Chivian y Bernstein,

2008); la acidificación de los suelos (Curiel, 2009);

la eutrofización de cuerpos de agua y la creación

de zonas anóxicas en la costa. Por otra parte, el

uso de plaguicidas, daña también a diversas

especies cuyos nichos juegan un papel importante

en las cadenas tróficas, además de provocar

intoxicaciones y daño genético a los trabajadores

agrícolas y sus familias (Payán et al., 2010).

Hay que considerar además, la presión que ejerce

el uso del fuego utilizado en la preparación de

terrenos agrícolas, ya que el 44% de los incendios

se derivan de quemas agropecuaria, lo que

ocasiona la pérdida de los servicios del

ecosistema.

La población demanda también mayor consumo

de carne de bovino, teniendo como resultado un

incremento continuo en el número de cabezas de

ganado en los bosques, disminuyendo la

biodiversidad por la competencia con especies

silvestres, la compactación de los suelos por el

exceso de carga animal y los incendios

intencionales debido al interés de establecer

pastizales inducidos dentro de ecosistemas

forestales. El Convenio sobre la Diversidad

Biológica (CBD, por sus siglas en inglés) considera

a la ganadería como una de las cinco presiones

principales que tienen un impacto en la diversidad

biológica1 (Secretaría del Convenio sobre la

Diversidad Biológica, 2010). En los últimos 20 años, la población incrementó el

número de vehículos automotores superando en

algunos municipios los 350 vehículos por cada

1,000 habitantes (Pinal y Curiel, 2009); la

velocidad del tráfico vehicular y la cantidad de

vehículos, impactan de manera negativa a la

biodiversidad (Forman et al., 2003). Por otra parte, en la industria metálica, azucarera,

tequilera, así como la de curtiduría y alimentos, es

común que la disposición de desechos se realice

directamente a los ríos y cuerpos de agua sin un

tratamiento previo, provocando pérdida de la

biodiversidad acuática y afectando la salud en el

continente y la zona costera (Curiel y Garibay,

2006).

En México son frecuentes las denuncias de

irregularidades en materia forestal, de infracciones

1 Las cinco presiones principales que impulsan directamente la

pérdida de la biodiversidad son: el cambio del hábitat; la sobreexplotación; la contaminación; las especies exóticas invasoras; y el cambio climático.

por tala clandestina, cambio de uso del suelo,

extracción de suelo forestal, provocar incendios

forestales y contaminación de agua en ríos y lagos

(Curiel y Ramos, 2003). De las 7,521 denuncias

ambientales recibidas en 2007, el 49.16% está

relacionada con el deterioro o aprovechamiento

irregular forestal. De acuerdo a las cifras de

2009, de las 8,154 denuncias que se

presentaron, el 39% son por afectaciones

forestales, 17% a la fauna y 12% por faltas al

cumplimiento de lo dispuesto al ordenamiento

ecológico y las evaluaciones de impacto

ambiental (PROFEPA, 2010). Pese a las

denuncias, en la gran mayoría de casos no hay

aplicación de sanciones para quienes cometen

éstas infracciones.

Las principales causas de la deforestación en el

país son complejas y varían de región a región.

Sobresale el cambio de uso del suelo para

incorporar algunos plantíos de valor comercial

como el caso del aguacate en Michoacán, la

conversión a pastizales de las selvas de los

estados ribereños del Golfo de México y del norte

del país, el desarrollo de infraestructura turística en

la Riviera Maya en el estado de Quintana Roo, y la

práctica del sistema agrícola de roza-tumba y

quema con ciclos cada vez más cortos por la

presión de la población en aumento. En general en

el país, la deforestación es causada principalmente

por el cambio de uso del suelo para uso agrícola y

urbano, por los incendios forestales, la tala ilegal,

los permisos especiales para usos alternativos

(como los concedidos a la Comisión Federal de

Electricidad para el desarrollo de infraestructura de

energía) y en menor medida por los desastres

naturales. La degradación de los ecosistemas

forestales se rige básicamente por la extracción de

madera y leña, los incendios forestales, y por la

tala ilegal (CIFOR, 2010) Otra práctica que ha causado gran daño a la

biodiversidad, es que las áreas silvestres son

visualizadas de forma frecuente como ”espacios

ociosos”, que no generan ninguna riqueza y se dan

autorizaciones para cambio de uso del suelo sin

evaluar la pérdida de biodiversidad y el impacto

sobre los ecosistemas y sus servicios. A la toma

de decisiones sobre cambio de uso de suelo,

donde es clara la nocividad a la biodiversidad, se

tendría que agregar la práctica de reforestaciones

mal planeadas que ocasionan pérdida de la

biodiversidad al comportarse como monocultivo

(Curiel et al., 2011).

6

Numerosos árboles se han plantado para evitar

procesos erosivos o mejora del paisaje, pero su

capacidad de expansión les ha convertido en

especies invasoras (Capdevila et al., 2006). La

acción frecuente de convocar a reforestaciones en

zonas de bosques que han sufrido un incendio, sin

antes evaluar la capacidad de auto regeneración

del ecosistema y proteger el banco de semillas de

las decenas de especies locales ahí presentes, en

el mejor de los casos, se reforesta con una sola de

ellas, ocasionando con ello pérdida de diversidad,

ya que en lugar de una restauración con las 15 o

20 especies de árboles por hectárea que se

tenían antes del incendio, se planta una sola

(Curiel et al., 2011), este tipo de reforestaciones

aumenta la vulnerabilidad a ataques masivos de

plagas (Pérez-Gil, 2011). Un último caso de nocividad en la toma de

decisiones, es el referido a los actos de corrupción,

como el que ha llevado a quitar superficie

protegida ya decretada. Como ejemplo se

encuentra el caso del Bosque La Primavera en

Jalisco, que en 2008 un juez dictaminó quitar 552

hectáreas del área protegida por decreto federal de

1980, pasando por alto el interés público del área y

el interés internacional al ser una reserva de la

biosfera (Curiel et al., 2011).

Por último, hay que agregar la amenaza del cambio climático y sus efectos (calentamiento y elevación del nivel del mar) que afectarán a to-dos los ecosistemas costeros (Lara-Lara, 2008), que además presionarán a comunidades vegeta-les, siendo las más sensibles las que se estable-cen en lugares con climas templados, tales como los bosques de coníferas y encinos (bosques templados), bosques mesófilos, pastizales y matorrales xerófitos. Entre 65 y 70% de la super-ficie total de los bosques templados resultaría afectada; los bosques mesófilos estarían expues-tos al cambio entre 46 y 58% de su extensión. Los pastizales, así como aquellos matorrales xerófilos con afinidades templadas, hasta 93% de su superficie total sería afectada por el cam-

bio (Villers-Ruiz y Trejo-Vázquez, 2010), figura 6.

III. ESTADO Y TENDENCIAS DEL CAMBIO

AMBIENTAL EN MÉXICO

3.1 Conservación y valoración de la

biodiversidad

México como país biológicamente megadiverso

se posiciona en privilegiados lugares: 2do. lugar

en reptiles con 804 especies; 3er lugar en

mamíferos con 535 especies; 5to. lugar mundial

en diversidad de plantas vasculares con 25,008

especies; 5to lugar en anfibios con 361 especies;

y 8vo. lugar en aves con 1,107 especies

(Llorente-Bousquets y Ocegueda, 2008).

Con respecto a especies endémicas de

vertebrados, en México la mayor proporción se

presenta en reptiles con 368 especies, le siguen

los peces con 271spp., anfibios con 174spp.,

mamíferos con 161spp. y aves con 125 especies

endémicas. De todas las anteriores, son las aves

en donde el registro de nuevas especies se ha

estabilizado relativamente. De las restantes, se

siguen incrementando a través del tiempo,

siendo los mayores aumentos en peces y

reptiles.

Figura 3. Diversidad de aves (CONABIO, 2008)

A nivel de plantas vasculares, la mayor riqueza

se presenta en los estados de Veracruz, Chiapas

y Oaxaca con más de 4,000 registros cada uno.

En vertebrados, la mayor riqueza se encuentra

en los mismos tres estados con mayor diversidad

de plantas, contando con más de 1,100 registros

cada uno. De peces, la mayor riqueza está en

Baja California y Baja California Sur -más de 350

registros c/u-; de anfibios: Chiapas, Veracruz y

Oaxaca -más de 100 registros c/u-; reptiles:

Oaxaca, Chiapas, Veracruz -más de 210

registros c/u-; aves: Veracruz y Oaxaca -más de

600 c/u-; y mamíferos: Chiapas -más de 200-

(Llorente-Bousquets y Ocegueda, 2008).

Un total de 56 especies se han extinto en

México, la mayor parte han sido plantas, le

siguen peces y aves. En Veracruz donde se ha

documentado el mayor número de especies

extintas (Baena y Halffter, 2008). La riqueza de especies tiene una tendencia

general a incrementarse hacia el sur del territorio

7

mexicano, alcanzando su valor máximo en el

centro-noreste de Oaxaca, donde convergen la

Sierra Madre del Sur, el Eje Neovolcánico, la

Sierra Madre Oriental, la Sierra del Norte de

Oaxaca y el Valle de Tehuacán-Cuicatlán

(Villaseñor et al., 2005). Allí se observa la mayor

heterogeneidad de hábitat y la historia geológica

y paleoclimática más compleja. En cambio, los

endemismos son más frecuentes tanto en las

montañas del sur de México, como en las áreas

del medio tropical semiárido y subhúmedo

(Rzedowski, 1991; Llorente y Luis, 1993). Actualmente se dispone de una base de datos

que contiene más de 15,000 registros de

mamíferos en el Sistema de Información de la

Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso

de la Biodiversidad (CONABIO) (Barrios-Rivera,

1985; Arroyo-Cabrales et al., 2002). La mayoría

de las especies corresponden a animales

pequeños, de menos de 1 kg (68.2%), mientras

que los medianos y los grandes representan

9.5% y 22.3% respectivamente (Arroyo-Cabrales

et al., 2008).

México cuenta con arrecifes de coral en ambas

costas, la del Pacífico y las del Atlántico. Los

ecosistemas costeros son los más amenazados

por la actividad antropogénica, debido a los

efectos de la actividad industrial, agrícola,

turística, pesquera y minera, y por las descargas

de desechos urbanos, aguas negras y residuos

industriales peligrosos. Esta afectación está

llevando a una pérdida de servicios ambientales

de gran importancia para la sociedad. Las

tendencias de deterioro van en aumento y las

medidas tomadas aún son insuficientes (Lara-

Lara, 2008).

Por otra parte, según la FAO, las mayores

extensiones de manglares en el mundo se

encuentran en cinco países (Indonesia, Australia,

Brasil, Nigeria y México) que suman el 48% del

área total de manglares en el planeta (FAO,

2007)

En este sentido y tomando en cuenta su

importancia, en los ecosistemas de manglar se

han realizado algunas evaluaciones económicas

de los servicios que proporcionan. Un ejemplo es

el estudio realizado por Exequiel Ezcurra a partir

de un avalúo emitido el 4 de agosto de 2004 por

Nacional Financiera, institución que forma parte

de la banca de desarrollo del gobierno federal,

que determinó que 151 hectáreas del terreno que

requería Golf & Resorts para edificar su proyecto

turístico Riviera Cancún, le fue entregado por

Fonatur gratuitamente por tratarse de una zona

de manglar, a la que “no se le reconoce valor”

económico. Ezcurra realizó una evaluación

económica de este ecosistema, considerando

únicamente el servicio de producción de

alimento. Encontró que el valor por hectárea

llega a ser de 139,622 dólares a un horizonte de

cuatro años (Ezcurra, 2008).

3.1.1 Áreas Naturales Protegidas y sitios de

importancia para la conservación

Las Áreas Naturales Protegidas son las zonas

del territorio nacional y aquéllas sobre las que la

nación ejerce su soberanía y jurisdicción, en

donde los ambientes originales no han sido

significativamente alterados por la actividad del

ser humano o que requieren ser preservadas y

restauradas y están sujetas al régimen previsto

en la Ley General del Equilibrio Ecológico y la

Protección al Ambiente (LGEEPA) – Artículo 3,

fracción II de la LGEEPA-. Para la CONANP las

Áreas Protegidas son el instrumento de política

ambiental con mayor definición jurídica para la

conservación de la biodiversidad que se crean

mediante un decreto presidencial (CONANP,

2011).

Asimismo, con el propósito de integrar en un

Sistema las áreas que por su biodiversidad y

características ecológicas sean consideradas de

especial relevancia en el país, la LEGEEPA

permite la integración del Sistema Nacional de

Áreas Naturales Protegidas – Artículo 76 de la

LEEPA-.

Algunos de los criterios que deben considerarse

para incorporar una área protegida al Sistema

Nacional, es que presenten especial relevancia

en algunas de las siguientes características:

riqueza de especies, presencia de endemismos,

presencia de especies de distribución restringida,

presencia de especies en riesgo, diferencia de

especies con respecto a otras áreas protegidas

previamente incorporadas al Sistema, diversidad

de ecosistemas presentes, presencia de

ecosistemas relictuales, de ecosistemas de

distribución restringida o de fenómenos naturales

importantes o frágiles, integridad funcional de los

ecosistemas; importancia de los servicios

ambientales generados y viabilidad social para

8

su preservación –Artículo 37 del Reglamento de

la LGEEPA en materia de Áreas Naturales

Protegidas-.

La Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) administra actualmente 174 áreas de carácter federal que incluyen 67 Parques Nacionales, 41 Reservas de la Biosfera, 35 Áreas de Protección de Flora y Fauna, 18 Santuarios, 8 Áreas de Protección de Recursos Naturales, y 5 Monumentos Naturales, que suman 25´384,818 hectáreas, lo que corresponde al 13% aproximadamente del territorio nacional, Figura 4, (CONANP, 2011). Del total de estas áreas protegidas, las que cuentan con un Programa de Manejo disponible, son 69.

Figura 4. Áreas Naturales Protegidas (CONANP, 2011)

En mayo de 2008 se aprobó una modificación a

la Ley General del Equilibrio Ecológico y

Protección al Ambiente para incorporar como

una categoría de área protegida adicional a las

dispuestas en el Artículo 46, la “XI.- Áreas

destinadas voluntariamente a la conservación”

(Diario Oficial de la Federación, 2008). Esta

nueva categoría de área protegida requiere de

un certificado emitido por la CONANP para que

se le reconozca legalmente, documento donde

se compromete el propietario a mantener las

condiciones naturales del territorio durante un

cierto tiempo.

Así, la CONANP participa en la conservación de

los ecosistemas mediante la certificación,

herramienta que ayuda a los propietarios al

establecimiento, administración y manejo de

Áreas Naturales Protegidas privadas. Proceso

unilateral por parte del proponente, en el cual la

CONANP participa como fedatario de la voluntad

de conservar sus predios y de las políticas,

criterios y acciones que el promovente pretende

realizar para lograr sus fines – Artículo 55 bis de

la LGEEPA -.

La nueva modalidad de conservación ha sido

bien recibida por la sociedad; actualmente se

cuenta con un total de 221 certificados a diversos

propietarios, quienes voluntariamente se han

comprometido a conservar un total de 274,151

hectáreas distribuidas en 15 entidades

federativas. La mayor cantidad de superficie

destinada voluntariamente a la conservación,

proviene nueve grupos étnicos de comunidades

rurales, en segundo lugar los ejidatarios, en

tercer lugar el sector empresarial y en cuarto,

propietarios particulares (CONANP, 2011).

La CONANP participa de manera directa en el

cumplimiento de los compromisos de México

ante la Convención sobre Humedales de

Importancia Internacional (Convención Ramsar),

tratado internacional que busca la conservación y

el uso racional de los humedales y sus recursos.

Actualmente México cuenta con 134 sitios

Ramsar por lo que se ubica en el segundo lugar

a nivel mundial en número de sitios designados

(CONANP, 2011).

Una forma adicional de conservación son las

Unidades de Manejo para la Conservación de la

Vida Silvestre, conocidas como UMA, que de

conformidad con la Ley General de Vida Silvestre

(LGVS) son los predios e instalaciones

registrados que operan con un plan de manejo

aprobado y dentro de los cuales se da

seguimiento permanente al estado del hábitat y

de poblaciones o ejemplares que ahí se

distribuyen – Artículo 3, fracción XLV de la

LGVS-. Las UMA consisten en un esquema de

trabajo que se aplica a un área rural

determinada, con el cual se crean oportunidades

para aprovechar de forma legal y viable la vida

silvestre.

Para abril de 2008, se habían establecido 8,255

UMA en una superficie mayor a 26.2 millones de

hectáreas. La mayor cantidad de superficie bajo

manejo en estas unidades se encuentra en los

matorrales xerófilos -85.7% de la superficie-,

seguidos por los pastizales -5.4%- y los bosques

de coníferas y encinos -4.1%-. En las UMA se

protegen y manejan especies prioritarias como el

berrendo, el lobo gris mexicano, el oso negro, el

jaguar, el cocodrilo y diversas especies de loros,

entre otras. Sin embargo, desde el punto de vista

de la conservación de la vida silvestre, los

resultados de su operación son poco

9

convincentes para algunos. Las estadísticas

sobre las especies manejadas actualmente

indican que una alta proporción de UMA tiene

centrada su atención en el manejo de especies

de valor cinegético, quedando desatendidas

muchas otras especies de vida silvestre, que

pueden ser afectadas por las acciones

destinadas a favorecer a las poblaciones de

especies con interés económico (Gallina-Tessaro

et a.,, 2009). Otros sitios de relevancia para la conservación son: las Regiones Prioritarias terrestres de CONABIO, las Regiones Prioritarias marinas de CONABIO, las Áreas de Importancia para la conservación de las aves, el Corredor Biológico Mesoamericano y las Áreas de distribución del mangle (PROFEPA, 2010). Se estima que de 12 a 13 millones de personas viven en las zonas forestales en México y cerca de 5 millones de ellos son indígenas, la mayoría de ellos viven en condiciones de extrema pobreza, con acceso limitado a la educación, los servicios públicos y el trabajo decente; por lo general, los pobres dependen de la leña como fuente de energía (CIFOR, 2010).

3.2 Uso sostenible de los ecosistemas para el

bienestar humano; compartir los beneficios

de la naturaleza

La Evaluación de los Ecosistemas del Milenio, es

una iniciativa que surge en el 2000 por el

entonces Secretario General de las Naciones

Unidas, Kofi Annan, y la cual tuvo como

propósito evaluar las consecuencias de los

cambios en los ecosistemas para el bienestar

humano y las bases científicas para las acciones

necesarias para mejorar la conservación y el uso

sostenible de los mismos. En la evaluación de

los servicios del ecosistema, se consideran

ecosistemas relativamente no perturbados, a

bosques nativos, pero también a los paisajes que

mezclan patrones de uso humano y ecosistemas

intensamente manejados y modificados como los

terrenos agrícolas y áreas urbanas a través de

los parques públicos urbanos (Millennium

Ecosystem Assessment, 2005). De las diez

categorías de ecosistemas de alta

representatividad utilizadas en la evaluación,

México los tiene todos: marino, costero, lacustre,

forestal, árido y semiárido, islas, montañas, sitios

con hielo de forma permanente, agrícolas, y

urbanos.

Los servicios que se obtienen de los ecosistemas

pueden ser directos e indirectos. Se consideran

beneficios directos los llamados servicios de

abastecimiento, que son los más evidentes y se

refieren a productos tangibles como los

alimentos, donde se incluyen tanto los extraídos

del ecosistema (pesca, caza, recolección de

frutos y raíces), como aquellos que han

requerido un cuidado y seguimiento constante

hasta su uso (agricultura, ganadería,

acuacultura, silvicultura); se incluyen además, el

aprovisionamiento de agua, combustibles, fibras,

y recursos genéticos. Los otros beneficios

directos son los servicios de regulación, que

consideran beneficios obtenidos a partir de la

resiliencia de los ecosistemas que mantiene la

calidad del aire, la regulación del clima, el control

de la erosión y la degradación del suelo, la

purificación del agua y tratamiento de desechos,

regulación de enfermedades, de plagas, y de

peligros naturales (inundaciones, huracanes,

sequías, deslizamiento, incendios naturales).

Los beneficios indirectos se relacionan con el

funcionamiento del ecosistema en sí mismo, a

estos se les conoce como servicios de base ó

cimiento, los cuales incluyen el proceso de la

fotosíntesis, la producción de biomasa, el

almacenamiento de materia orgánica, el ciclo de

nutrientes, el ciclo del agua, la formación del

suelo, la producción de oxígeno, y la provisión de

hábitat.

Los ecosistemas también ofrecen beneficios no

materiales denominados servicios culturales, que

son servicios intangibles que se manifiestan a

través del enriquecimiento espiritual, desarrollo

del conocimiento, reflexión, recreación, identidad

ligada con los valores éticos y la herencia

cultural; el desarrollo socio-cultural de cada

persona, incluidos los servicios para el disfrute

relacionados con los beneficios de tipo estético

(Millennium Ecosystem Assessment, 2005).

Otros valores intangibles son el valor de

existencia, referido al entendimiento de los

paisajes naturales y culturales como espacios

donde las formas de vida y cultura son valorados

y considerados sagrados; valor artístico, que

inspiran a la imaginación humana en una

expresión creativa; valor de paz y valor

terapéutico, que consideran las relaciones entre

las personas y los ambientes naturales, que

ayudan potencialmente para curar, además de

10

realzar el bienestar físico y psicológico (Putney,

2003).

Figura 5. Montaña Sagrada Tequila. (foto A.Curiel)

De los cuatro servicios señalados, el de

regulación es el que se ha afectado en mayor

magnitud en el territorio nacional. Al disminuir los

servicios de los ecosistemas se incrementan los

riesgos sanitarios, geológicos,

hidrometeorológicos, los incendios y la erosión

(Curiel et al, 2011).

De las enfermedades altamente afectadas por la

pérdida de los servicios ecosistémicos son:

diarrea, desnutrición, infecciones de las vías

respiratorias inferiores, dengue, neumopatías

obstructivas crónicas, cardiopatía isquémica y

algunos tipos de cáncer, como el de pulmón (y

colon), leishmaniasis, y parásitos intestinales;

siendo los grupos más vulnerables los niños

pequeños, mujeres embarazadas, ancianos,

poblaciones rurales y urbanas marginadas y

personas desplazadas (Corvalán, 2010). El

cáncer de colon en México, pasó de 2,091

defunciones anuales en 2000, a 3,071 en 2009;

la mortalidad de cáncer de pulmón, en el mismo

periodo de tiempo, pasó de 6,262 a 6,691;

mientras que muertes por infarto agudo al

miocardio se ha incrementado de 35,455 a

54,707 muertes y las enfermedades pulmonares

obstructivas crónicas pasaron de 10,954 a

17,727 muertes al año durante lo que va del siglo

XXI (SINAIS, 2011).

3.3 Cambio climático

Al ser un país de alta diversidad y de múltiples

transiciones, México es muy vulnerable al cambio

climático, los ecosistemas pueden verse

afectados por cambios en la temperatura, en el

ciclo hidrológico y en la frecuencia e intensidad

de fenómenos extremos.

Las condiciones de clima extremo, como las

experimentadas durante el fenómeno El Niño

entre 1997 y 1998, que produjeron situaciones

de sequía en México y un número récord de

incendios forestales, llevará a condiciones de

mayor temperatura y déficit de humedad en el

suelo, que constituyen una seria amenaza para

los bosques (INE-SEMARNAT, 2006).

Un incremento en la temperatura, generaría un

desequilibrio en la población de plagas y

enfermedades, lo que a su vez causaría pérdida

de la salud forestal y mortandad de grandes

superficie de bosques y selvas. La pérdida de

cubierta forestal disminuye a su vez, las tasas y

ritmos de infiltración de las precipitaciones

pluviales en el subsuelo.

Con el calentamiento global, los ecosistemas

naturales continentales y marinos, se moverán

tanto en latitud como en altitud. Las respuestas

de las especies al cambio climático pueden ir

desde una autoadaptación, a la pérdida de las

capacidades de reproducción por estrés calórico,

modificaciones morfológicas y hasta la extinción

de aquellas especies con poca movilidad y

capacidades adaptativas (INE-SEMARNAT,

2006).

Con diferencias en los valores de temperatura y

precipitación, se estima que los tipos de

vegetación más afectados en México serán los

bosques templados, los bosques tropicales y los

bosques mesófilos de montaña, lo que implicará

un cambio en la distribución de las especies que

habitan en esos ecosistemas. Se sabe que una

modificación en el área de cobertura de los tipos

de vegetación, ya sea una contracción o una

expansión, necesariamente traerá como

consecuencia una nueva distribución espacial de

las especies, así como cambios en la

abundancia de aquellas más susceptibles (INE-

SEMARNAT, 2006).

Para el 2050, los modelos proyectan patrones

climáticos donde cerca de la mitad del país,

sufrirá algún tipo de cambio con más del 20% de

la superficie cambiando a climas más secos y

cálidos, con un consecuente aumento en el

estrés hídrico, Figura 6. Tras el cambio climático,

el escenario tendencial de distribución refleja una

dramática disminución de las áreas cubiertas por

11

bosques mesófilos por ésta causa (Arriaga y

Gómez, 2008).

Figura 6. Áreas afectadas por las variaciones

climáticas (Villers-Ruiz y Trejo-Vázquez, 2010)

La vulnerabilidad actual de los ecosistemas

depende en buena medida de la fragmentación

que afecta de forma directa en la pérdida de

resiliencia, en la capacidad de regeneración,

dispersión, pérdida de especies clave, cambio en

la abundancia de las especies, introducción de

plantas invasoras, susceptibilidad a las plagas,

etc., y un detrimento en los servicios

ambientales, por lo que se deben instrumentar

medidas de adaptación como la disminución de

las actuales tasas de deforestación, incentivos

para programas de reforestación con especies y

densidades aptas y nativas; la recuperación o

restauración de áreas con vocación forestal, el

aprovechamiento forestal sustentable, el uso de

información de pronósticos climáticos para

programar campañas de reforestación y

aprovechamiento de bosques; así como la

promoción de programas de pagos por servicios

ambientales (INE-SEMARNAT, 2006).

En este sentido, también resulta necesario

contemplar la evaluación del estado de salud

forestal, ya que en varios sitios del país, más del

40% de la superficie forestal se encuentran con

un nivel de disturbio que se manifiesta con una

dominante cobertura de vegetación secundaria.

Los impactos del cambio climático suelen no ser

comprendidos e incluso subestimados o no

tomados en cuenta en la toma de decisiones, por

lo que es requerido un amplio programa de

comunicación para la adaptación. La

comunicación, aprendizaje y facilitación

profundos pueden ayudar a hacer que la ciencia

del cambio climático y las políticas al respecto

sean relevantes para la realidad social, cultural y

económica de la gente; así como para crear la

voluntad para cooperar: la clave para detonar el

cambio positivo (Hesselink, 2011)

3.4 Seguridad alimentaria

El programa de Seguridad Alimentaria en México

se justifica al reconocer la carencia de resultados

de los programas de desarrollo en zonas

marginadas a pesar de los incrementos en la

inversión y subsidios. Alrededor de 24 millones

de personas en áreas rurales (62% del total de la

población rural) vive en condiciones de pobreza

(SAGARPA, 2008).

Como consecuencia de la crisis económica

reciente, entre 2008 y 2010 se registró una

reducción en el ingreso real de los hogares del

país, especialmente en las áreas urbanas, y

aumentó la población que carece de acceso a la

alimentación suficiente. Como consecuencia, la

población en pobreza en México, aumentó de

44.5% a 46.2%, que corresponde a un

incremento de 48.8 a 52 millones de personas.

La población que sufre carencia social en el

acceso a la alimentación, paso de ser de 21.7%

en 2008, a 24.9% en 2010 (CONEVAL, 2010).

En México se consideran tres fases en la

Seguridad Alimentaria: Disponibilidad (abasto

suficiente y oportuno), Acceso (Físico /

Económico) y Uso (sano y nutritivo).

El programa de la Secretaría de Agricultura,

Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y

Alimentación (SAGARPA) para la seguridad

alimentaria tiene como objetivos: incrementar la

producción de alimentos; lograr la autosuficiencia

alimentaria microrregional, promover el uso

adecuado de los alimentos, promover

innovaciones y mejoras tecnológicas para la

transformación de modelos productivos que

generen ingresos y empleos, generar empresas

para la creación de empleos e ingresos que

dinamicen el desarrollo de la localidad. En ello,

se considera el supuesto que para una

agricultura sustentable es imprescindible el

mantenimiento de los servicios del ecosistema y

los conocimientos y saberes de los pobladores y

sus estructuras sociales.

Los proyectos productivos que se están

impulsando en el marco de la seguridad

12

alimentaria, están basados en una estrategia de

intervención regional y comunitaria que consta

de tres etapas: 1) Hogar saludable (agua,

energía y alimentos disponibles –servicio de

abastecimiento del ecosistema-); 2) Producción

de alimentos (producción de traspatio, milpa); y

3) Generación de ingresos (cultivos protegidos,

frutales, producción orgánica, turismo rural). El

planteamiento incluye la preservación de los

patrimonios ambientales; el desarrollo de

actividades productivas con calidad,

diversificación y valor agregado; y actividades

recreativas basadas en la preservación de

patrimonios ambientales y culturales (SAGARPA,

2008).

México es un gran productor de alimentos, está

entre los primeros 15 países del mundo en esta

materia. La mayor producción agrícola es para

caña de azúcar -463 kg per cápita/año-, seguido

por maíz -194 kg-. Para el caso de la caña, la

producción en 2009 fue de 49.8 millones de

toneladas, mientras que para el maíz fue de 20.8

millones de toneladas (el maíz fue afectado por

la sequía en 2009, registrando el mayor daño de

la década. Una de cada cinco hectáreas fue

siniestrada). Para el caso de caña de azúcar

existe un superávit, mientras que para maíz, es

deficitario –por cada dólar que ingresó al país por

la venta de maíz, salieron cerca de 21 para

completar la demanda nacional- (SIAP, 2010).

El país tiene una dependencia en la producción

para el mercado regional de granos que alcanza

el 32 por ciento del consumo estimado. Esta

deficiencia explica la iniciativa del gobierno

mexicano por plantar comercialmente cultivos

transgénicos de maíz. Sin embargo, esta

estrategia ignora el valor crítico de la

biodiversidad (y de los conocimientos

tradicionales) que permite lograr en la actualidad

la auto-suficiencia en diversas comunidades del

país (Turrent, 2010).

Recientemente el Gobierno Mexicano

recientemente ha otorgado permiso a diferentes

consorcios multinacionales para conducir 24

experimentos con maíz transgénico en los

estados de Sinaloa, Sonora, Chihuahua y

Tamaulipas, todos localizados en el norte

mexicano. Esta región es habitada por cinco

grupos étnicos y es cuna de 29 razas criollas de

maíz (Turrent, 2010). No obstante lo anterior, el

Gobierno Mexicano ha implementado el

Programa de Conservación de Maíz Criollo

SEMARNAT - CONANP, el cual tiene por

objetivo el promover la preservación, protección,

manejo y restauración de los agroecosistemas y

el mantenimiento y recuperación de razas y

variedades de maíz criollo y sus parientes

silvestres en los entornos naturales en las

Regiones Prioritarias (Áreas Naturales

Protegidas de competencia federal, sus zonas de

influencia y aquellas regiones prioritarias para la

conservación).

Sobre los transgénicos, la CONABIO considera

como posibles riesgos: el potencial de flujo

génico entre el Organismo Genéticamente

Modificado (OGM) y el cultivo convencional y

especies silvestres relacionadas; potencial del

OGM para convertirse en maleza o especie

invasora en un área natural; potencial del OGM

de convertirse en una plaga, peste o patógeno;

cambios en las interacciones de la comunidad;

entre otros (Acevedo, 2008). Por su parte, la Academia Mexicana de Ciencias,

remarca que México es un país biológicamente

megadiverso que debe desarrollar una visión

diferente, propia y especializada de la

biotecnología. Señala que el potencial de la

biotecnología en un país con estas

características es muy vasto. La biodiversidad es

riqueza renovable, patrimonio nacional, que de

ser utilizada de manera inteligente y sustentable,

con el concurso de la biotecnología puede

potenciarse enormemente y constituirse en un

soporte permanente (Academia Mexicana de

Ciencias, 2003). Asimismo la UNESCO publicó tres riesgos

probados de los cultivos transgénicos (Conaré y

Le Goulven, 2001): 1. El Flujo de Genes. Cruzamiento entre la planta

cultivada transgénica y variedades no

transgénicas o especies silvestres emparentadas

2. Aparición de resistencia a los insecticidas. Las

plantas transgénicas resistentes a los insectos

devastadores producen toxinas a lo largo de su

vida, afectando las cadenas tróficas

3. Efectos sobre la biodiversidad. Desequilibrios

en los ecosistemas por introducción de nuevos

genes que no hubieran aparecido de otra manera

Además, como riesgo potencial: el traspaso a la

flora microbiana del suelo del transgen de una

planta a otra por mediación de un

microorganismo del suelo que vive en asociación

con diferentes especies vegetales.

13

Un problema adicional es la poca información

que tienen los productores al respecto de ésta

tecnología. Sol Ortiz en 2007 presentó dentro de

la Cátedra de Biodiversidad Enrique Beltrán, los

resultados de una investigación nacional de

percepción, donde el 76% de los agricultores

encuestados, respondió no saber qué era un

organismo genéticamente modificado o

transgénico. Sin embargo cuando se le preguntó

si estaría dispuesto a sembrarlo, el 51% de los

agricultores de Jalisco respondieron

afirmativamente, mientras que los agricultores de

Oaxaca el 68% dijo que no (Ortíz, 2007).

Templo Rojo. Zona arqueológica de Cacaxtla,

Tlaxcala.

3.5 Situación económica y economía verde

3.5.1 Responsabilidad Social Empresarial

La estrategia aceptada de una manera más

exitosa por el sector privado de México para

vincular lo ambiental a la cultura empresarial, ha

sido el movimiento de la Responsabilidad Social

Empresarial, promovido desde el 2000 por el

Centro Mexicano para la Filantropía (CEMEFI).

Un indicador de éxito, ha sido el incremento de

empresas que han recibido este distintivo, que

pasaron de ser 17 las que lo recibieron en 2001,

y con un crecimiento constante han sumado 572

en 2011. El otro indicador es la permanencia de

las empresas incorporadas año con año con esta

distinción (CEMEFI, 2011).

La Responsabilidad Social Empresarial (RSE) se

ha convertido en una nueva forma de gestión y

de hacer negocios, en la cual la empresa se

ocupa de que sus operaciones sean sustentables

en lo económico, lo social y lo ambiental,

reconociendo los intereses de los distintos

grupos con los que se relaciona. Es una visión

de negocios que integra el respeto por las

personas, los valores éticos, la comunidad y el

medioambiente con la gestión misma de la

empresa, independientemente de los productos o

servicios que ésta ofrece, del sector al que

pertenece, de su tamaño o nacionalidad.

La Responsabilidad Social Empresarial (RSE) se

comprende reconociendo cuatro líneas

estratégicas o ámbitos básicos y estratégicos

que explican su presencia en toda actividad de la

empresa. Estas son: Ética y gobernabilidad

empresarial, Calidad de vida en la empresa

(dimensión social del trabajo), Vinculación y

compromiso con la comunidad y su desarrollo,

Cuidado y preservación del medioambiente. La responsabilidad social y sus actividades

tienen que ser voluntarias e ir más allá de las

obligaciones legales, pero en armonía con la ley.

Su implementación conlleva actividades de

medición y reporte de sus impactos y su relación

con el desempeño de la organización, por lo que

exige de la empresa rendición de cuentas y

transparencia (CEMEFI, 2011). Las empresas socialmente responsables pueden

informar, en base a indicadores de desempeño,

acerca de temas como uso e impacto ambiental

de aguas, energía, materiales, biodiversidad y

gases. En México, el Centro Mexicano para la

Filantroía (CEMEFI), la Confederación Patronal

de la República Mexicana (COPARMEX) y el

Consejo Coordinador Empresarial (CCE), así

como los demás organismos que conforman

AliaRSE, participan activamente en el Comité

Nacional del Pacto Mundial, encargado de su

promoción y seguimiento en México. Los diez

principios que abarca el Pacto Mundial

corresponden al ámbito de los derechos

14

humanos (extraídos de la Declaración Universal

de los Derechos Humanos); derechos laborales

(extraídos de la Declaración de la Organización

Internacional del Trabajo (OIT) relativa a los

principios y derechos fundamentales en el

trabajo); aspectos medioambientales (extraídos

de la Declaración de Río de Janeiro sobre el

Medio Ambiente y el Desarrollo); y acciones de

lucha contra la corrupción (extraídas del

Convenio de la ONU contra la Corrupción). Los

principios relacionados al ambiente, consideran

que las empresas deberían apoyar un enfoque

preventivo ante los retos medioambientales,

guiados por criterios científicos fiables en cuanto

a las posibles repercusiones medioambientales

de un determinado producto o proceso; además,

adoptar iniciativas para promover una mayor

responsabilidad medioambiental, aplicar políticas

y prácticas medioambientales responsables, que

mejoren la productividad y den ejemplo a los

demás. Finalmente, se asume el compromiso de

fomentar el desarrollo y la difusión de

tecnologías respetuosas del medio ambiente,

que no sólo benefician al medio ambiente local y

mundial, sino que mejoran, además, su eficacia y

productividad (Cajiga, sf).

El área temática de la UICN referida a lograr una

economía verde está desarrollando estrategias de economía verde, y puede hacer sinergia con las oportunidades de mercados “verdes” que se están expandiendo en el sector privado. A través de su singular propuesta de valor, la UICN está en una situación privilegiada para avanzar los conocimientos, la experiencia y la capacidad para integrar los servicios de la biodiversidad y de los ecosistemas en los patrones de produc-ción y consumo. Las empresas que tienen el distintivo de socialmente responsables en Méxi-co, incluyen a los sectores agropecuarios, indus-triales y de servicio, que realizan en el área am-biental, diversas actividades para un uso eficien-te de los recursos naturales como el agua, aho-rro de energía, el manejo de residuos, reducción de emisiones de carbono, disminución del uso de agroquímicos, participación en programas de reforestación y uso de productos biodegradables. Varias de estas empresas publican un informe anual de su desempeño en materia ambiental, como es el caso de Grupo MODELO y Cementos Mexicanos (CEMEX). Con respecto a éste último, en 2010, junto con BirdLife International, terminó un estudio sobre el estado de la biodiversidad en las operaciones de la cementera alrededor del mundo (CEMEX, 2011). Otro tipo de colaboraciones que se han realizado

en México, es el vínculo de empresas

socialmente responsables como Cinépolis, que

han ofrecido sus salas de proyección, sin costo

alguno, para estrenos de películas con temas de

biodiversidad en el marco de la Cátedra Enrique

Beltrán en Conservación, Desarrollo Sustentable

y Biodiversidad de la Universidad de Guadalajara

y el Instituto Nacional de Ecología.

Pese al interés de participar para la obtención del

distintivo de empresa socialmente responsable,

existe una gran disparidad en la actuación de las

empresas que participan y obtienen el distintivo.

Otra cara de la responsabilidad empresarial es el

referido a los productos de madera mexicanos

elaborados con materia prima proveniente de bos-

ques nativos o plantaciones manejados en forma

responsable certificados por el Forest Stewardship

Council (FSC). Esta certificación se basa en 10

principios reconocidos internacionalmente que to-

man en cuenta aspectos ambientales, económicos

y sociales.

Para 2009, en México existían 51 empresas certifi-

cadas en Manejo Forestal y Cadena de Custodia.

De los bosques certificados el 82% corresponde a

empresas forestales comunitarias, mientras que el

18% a empresas privadas (Alianza de Ejidos y

Comunidades Forestales Certificados de México,

2009). De los resultados más exitosos dados a

conocer en medio de comunicación, está el caso de

la Comunidad Indígena de Nuevo San Juan Paran-

garicutiro en Michoacán, y de forma más reciente, la

comunidad indígena del ejido San Diego de Tezains

en Durango que la FAO lo ha considerado como

caso ejemplar y modelo para las iniciativas comuni-

tarias en América. Este ejido ha logrado combinar

de manera exitosa la producción industrial de ma-

dera, la restauración del paisaje, la conservación de

los ecosistemas, la protección del bosque y el eco-

turismo. La actividad forestal ha contribuido de

forma significativa a la reducción de la pobreza y a

mejorar la calidad de vida de las familias del ejido

(FAO, 2010)

3.5.2 Propiedad Industrial

Otra forma de ir generando negocios desde la

biodiversidad, ha sido mediante los derechos

intelectuales que derivan de la protección a la

propiedad industrial, mediante el registro de

marcas colectivas y/o denominaciones de origen

(indicaciones geográficas). Algunos casos que

destacan, son:

15

Marca Colectiva CHAKAY: langosta de las

Reservas de la Biósfera de Banco Chinchorro y

Sian Ka'an. En coordinación con el Programa de

Recursos Biológicos Colectivos (PRBC) de

CONABIO y CONANP se ha propuesto la

creación de la Marca Colectiva CHAKAY, referida

a langostas de las Reservas de la Biosfera, como

estrategia comercial con derechos de propiedad

intelectual de las cooperativas pesqueras, para

fines de un manejo responsable y conservación

de la población silvestre de la Langosta Espinosa

del Caribe Panulirus argus.

Denominación de Origen “VAINILLA DE

PAPANTLA”, que recupera el valor al sitio origen

de la domesticación de ésta orquídea cuyas

características de sabor y aroma originales

pertenecen al sitio de Papantla, Veracruz.

Es de resaltar que los avances en términos

económicos, si bien son limitados, tienen el

acierto de articular el interés de hacer negocios

verdes no separados de un bienestar humano.

3.5.3 Economía con bajas emisiones de carbono. En su forma más básica, una economía verde seria aquella que tiene bajas emisiones de car-bono (PNUMA, 2011), en ese sentido, México ha iniciado una exploración para evaluar el potencial de otras fuentes de energía diferentes al petró-leo, identificando potencial en la energía solar, con uno de los valores más altos del mundo en insolación. La energía eólica tiene potencial (en la actualidad se ha identificado el problema de disminuir el impacto de parques eólicos en los corredores de aves), la energía hidroeléctrica es una de las más desarrolladas hasta el momento (aun cuando se reconoce su impacto en la frag-mentación de corredores de anfibios y peces), la energía geotérmica se identifica también con potencial (existe el sentir social que no es una energía renovable y que ha afectado a mantos freáticos y áreas naturales protegidas), y la bio-energía se suma a la lista de fuentes potenciales.

IV RESPUESTAS DE POLÍTICA Y GESTIÓN;

OPCIONES PARA LA ACCIÓN

Puesto que el programa actual de la UICN se centra en la creación de influencia política, es importante contar con un análisis de los procesos de políticas ambientales clave del país, tanto en un sentido negativo, como en sentido positivo para lograr resultados de conservación.

Este análisis se centra en los procesos de política que tienen una fuerte influencia positiva

en el logro de resultados de conservación o una influencia negativa sobre la diversidad biológica.

4.1 El Marco Normativo

En la Ley General del Equilibrio Ecológico y la

Protección al Ambiente se reconocen como

instrumentos de política ambiental en México los

siguientes: la planeación ambiental, el

ordenamiento ecológico del territorio, los

instrumentos económicos que incentiven el

cumplimiento de los objetivos de la política

ambiental, la regulación ambiental de los

asentamientos humanos, la evaluación del

impacto ambiental, las normas oficiales

mexicanas en materia ambiental, la

autorregulación y auditorías ambientales, la

investigación y educación ecológicas, y la

información y vigilancia.

Sin embargo, existe una enorme superposición

entre las regulaciones que crean gran confusión

e ineficacia jurídica, por la fragmentación

interinstitucional y la competencia por el ejercicio

de las facultades que se derivan (Cañas et al.,

2008). La ineficiente burocracia gubernamental

ha sido comunicada por el Foro Económico

Internacional como uno de los tres principales

obstáculos que tiene México para su desarrollo,

junto con el crimen y la corrupción (WEF, 2011). Históricamente, el aprovechamiento de los

recursos naturales estuvo regulado desde una

perspectiva sectorial y con un enfoque extractivo,

por ordenamientos como la Ley de Pesca, la Ley

Forestal y la Ley Federal de Caza. Desde 1987

esa tendencia comenzó a cambiar con La Ley

General del Equilibrio Ecológico y la Protección

al Ambiente, que introdujo nuevas orientaciones

de carácter general y que, desde sus reformas

en 1996, permite el aprovechamiento de la flora y

la fauna silvestres siempre y cuando se garantice

la sustentabilidad de las poblaciones mediante

tasas de extracción menores a las tasas de

renovación de las mismas (Azuela, 2008). Asimismo, el marco jurídico sobre biodiversidad

se ha ampliado con la Ley General de Vida

Silvestre, la Ley General de Desarrollo Forestal

Sustentable, la Ley de Desarrollo Rural

Sustentable y la Ley de Bioseguridad de

Organismos Genéticamente Modificados. Esa

ampliación del marco normativo también se ha

dado en reglamentos y normas. Se publicaron

reglamentos en materia de impacto ambiental, de

16

áreas naturales protegidas y de vida silvestre, y

se han expedido y modificado múltiples normas

oficiales mexicanas, e incluso normas voluntarias

que regulan el manejo de los recursos naturales.

Pese al amplio marco normativo ambiental que

se cuenta en México, no se dispone de la

información básica indispensable para

emprender un ejercicio de una evaluación

completa del efecto que las normas jurídicas han

tenido en las prácticas sociales que afectan la

biodiversidad, de saber si la actividad normativa

ha contribuido o no a reducir las tendencias de

deterioro de la biodiversidad y de los

ecosistemas en general, lo que debe destacarse

como una de las debilidades más importantes de

la gestión pública en este tema (Azuela, 2008). La creación o ampliación de nuevos espacios

para la participación social fue quizá el aspecto

más importante de la reforma legislativa de 1996.

Se crearon procedimientos de consulta pública

para casi todos los procedimientos de la Ley

General del Equilibrio Ecológico y la Protección

al Ambiente; se estableció el derecho a la

información ambiental; y se introdujo un

dispositivo que abre la posibilidad de reconocer

los intereses difusos de una comunidad.

Finalmente, se incrementó la lista de actos

considerados como delitos ambientales y se

aumentaron las penas para varios de ellos.

Uno de los aspectos de la legislación ambiental

mexicana que mayores transformaciones ha

experimentado en los últimos 10 años es el

relativo a la regulación de la vida silvestre, en

parte promovidos por diversos ordenamientos

internacionales suscritos por México, como la

Convención para la Protección de la Flora,

Fauna y Bellezas Escénicas Naturales de los

Países de América, la Convención Relativa a los

Humedales de Importancia Internacional, la

Convención para la Protección del Patrimonio

Mundial, Cultural y Natural, la Convención sobre

el Comercio Internacional de las Especies

Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres, el

Convenio Internacional de Protección

Fitosanitaria y, por supuesto, el Convenio sobre

la Diversidad Biológica (Azuela, 2008). A mediados de los años noventa se hicieron

modificaciones al marco jurídico e institucional, a

fin de modernizar la normatividad relativa al

manejo de la vida silvestre y que están

directamente vinculadas a la creación, a finales

de 1994, de la Secretaría de Medio Ambiente,

Recursos Naturales y Pesca (SEMARNAP),

desde donde se emprende una serie de ajustes a

los principales ordenamientos jurídicos.

Con la Ley General de Vida Silvestre, se cambia

de manera fundamental el concepto de

propiedad nacional de la flora y fauna silvestres,

el artículo 4º de la Ley dispone que “Los

propietarios o legítimos poseedores de los

predios en donde se distribuye la vida silvestre,

tendrán derecho de aprovechamiento

sustentable sobre sus ejemplares, partes y

derivados, en los términos previstos en la

presente Ley y demás disposiciones aplicables”.

Así, el régimen patrimonial de la fauna silvestre

deja de ser considerada como propiedad pública,

como parte de los bienes y recursos que

pertenecen al Estado y pasa a ser susceptible de

apropiación por parte de los propietarios o

poseedores de predios, a quienes además se les

reconocen derechos exclusivos de

aprovechamiento.

Arte indígena Huichol sobre el ecosistema

Además de lo anterior, se encuentra la reforma

de 1997 a la Ley Forestal, que establece que “la

propiedad de los recursos forestales

comprendidos dentro del territorio nacional

corresponde a los ejidos, las comunidades,

pueblos y comunidades indígenas, personas

físicas o morales, la Federación, los estados, el

17

Distrito Federal y los municipios que sean

propietarios de los terrenos donde aquellos se

ubiquen…”. Con ello se consolida la idea de que

la vida silvestre (que incluye flora y fauna, entre

otros bienes) pertenece al dueño o legítimo

poseedor de los predios en los que esta se ubica

(Azuela, 2008). Con el cambio de administración federal en el

año 2000, la protección de los bosques y el agua

se incluyó en los asuntos de seguridad nacional

del Plan Nacional de Desarrollo, promoviéndose

cambios institucionales y legales importantes con

la creación de la Comisión Nacional Forestal

(Conafor) y la expedición, el 25 de febrero de

2003, de la Ley General de Desarrollo Forestal

Sustentable, uno de cuyo rasgos principales es

la distribución de atribuciones entre los tres

órdenes de gobierno en materia forestal. Como

acciones importantes está el destino específico

de un porcentaje de la recaudación por el uso,

aprovechamiento y explotación de aguas

nacionales que, conforme al Programa de Pago

por Servicios Ambientales Hidrológicos, se utiliza

para compensar a los beneficiarios, dueños o

legítimos poseedores de terrenos con recursos

forestales que realicen un manejo sustentable e

incrementen la calidad y cantidad de esos

recursos en terrenos con 80% de cubierta

forestal de bosques y selvas, zonas críticas para

la recarga de acuíferos catalogadas por la

Comisión Nacional del Agua como

sobreexplotadas o vinculadas al abastecimiento

de agua a centros poblacionales (Azuela, 2008). En relación con la protección de los ecosistemas

marinos es importante señalar que la legislación

ambiental mexicana se encuentra fuertemente

segmentada. Por medio de ordenamientos en

materias como pesca, vida silvestre, áreas

naturales protegidas, ordenamiento ecológico del

territorio, zona federal marítimo terrestre,

evaluación del impacto ambiental, entre otras. El

marco jurídico establece diversas regulaciones

que inciden directa o indirectamente en la

preservación y aprovechamiento de los

ecosistemas costeros. Sin embargo, esas

regulaciones son insuficientes y no constituyen

un marco integral (Azuela, 2008).

En el ámbito internacional es de resaltar la facultad ciudadana para participar en la aplicación de la legislación ambiental internacional cuando se considera que se está incurriendo en omisiones en la aplicación

efectiva de la legislación en México, Estados Unidos de América y/o Canadá, en el marco de los artículos 14 y 15 del Acuerdo de Cooperación Ambiental de América del Norte (ACAAN). Este proceso se denomina petición ciudadana sobre aplicación de la legislación ambiental.

Respecto a México, se han presentado 39 peticiones por incurrir en omisiones en aplicación efectiva de la legislación ambiental, que incluye la denuncia de muertes de peces por derrame de gasolina, remoción de manglares, cambio de uso de suelo en áreas protegidas, destrucción de ecosistemas coralinos y humedales, de sitios de anidación de aves marinas en riesgo, deterioro ambiental de humedales, y contaminación por maíz transgénico.

Es importante señalar que en materia de biodiversidad y de cambio climático, se establecieron estrategias nacionales y en la actualidad se encuentran en proceso la elaboración de Estrategias Estatales para la Conservación de Biodiversidad y Programas Estatales de Acción ante el Cambio Climático.

V. ACTORES INTERESADOS; OPCIONES

PARA LA ACCIÓN.

Dentro de las redes que agrupan actores

interesados en la biodiversidad, se destacan

aquellos que reúnen al sector gubernamental con

las organizaciones e instituciones sociales.

Dentro de ésta categoría se encuentra el Comité

Mexicano de la Unión Internacional para la

Conservación para la Naturaleza (UICN); los

Consejos Consultivos para el Desarrollo

Sustentable y los cuerpos académicos.

5.1 Comité Mexicano de la UICN

El Comité Mexicano está integrado por 12

organizaciones, que han adoptado como

objetivos, el de impulsar el programa mundial de

la UICN.

Los principales retos asumidos por el Comité,

son lograr mayor presencia de la UICN en

México, aprovechar el gran potencial de afiliación

que hay en este país, así como el aumentar la

cantidad de expertos mexicanos en las

comisiones técnicas de la organización.

18

Los Miembros del Comité Mexicano ordenados

según su misión y concordancia a las temáticas

del programa mundial de la UICN son: Conservar y valorar la biodiversidad:

PG7 Consultores S.C./Faunam A.C.:

creada en 1991, es una asociación

interdisciplinaria de expertos que

realizan acciones para el

establecimiento y manejo de áreas

naturales protegidas conforme la

legislación y normatividad aplicable; y

para la protección, estudio y promoción

del desarrollo y uso sostenible de las

especies de fauna silvestre y las zonas

donde habitan.

Sociedad de Historia Natural del

Soconusco: inicia actividades en 1991

como una iniciativa para la participación

de la sociedad civil en la conservación y

manejo sustentable de los recursos

naturales de la ecoregión sierra-costa de

Chiapas, particularmente el Soconusco,

donde se encuentran las Reservas de la

Biósfera de El Triunfo, La Encrucijada y

El Tacana.

Herpetario de la Facultad de Ciencias de

la UNAM: comienza actividades en 2005

en el apoyo a la formación de científicos

a través del manejo de la colección de

los organismos vivos, material biológico,

fotográfico y bibliográfico; proporciona

además, asesoría a la Reserva UYUMIL

C’EH A.C., Quintana Roo, Papalote

Museo del Niño, Canal Once y Canal 40

de televisión.

Grupo Ecológico Sierra Gorda I.A.P.:

creado hace 20 años con la misión de

formar capital humano, promover la

participación social y emprender

proyectos ambientales y estrategias

para la sustentabilidad. Cuenta con

experiencia acumulada en el trabajo

realizado para la conservación y el

desarrollo sustentable de la Reserva de

la Biosfera Sierra Gorda. Fundación para la Educación Ambiental:

desarrolla actividades desde 1995; es reconocida por la alianza bilateral lograda entre México y Estados Unidos donde se adquieren un grupo de islas en el Golfo de California para su protección.

Comisión Nacional de Áreas Naturales

Protegidas (CONANP) - en

representación del gobierno de México-:

inició actividades en el 2000 como

órgano desconcentrado de la

SEMARNAT, encargado de la

administración de las áreas protegidas y

de los programas de Desarrollo Regional

Sustentable (PRODERS) con el

propósito de reducir la pobreza y

marginación de comunidades rurales e

indígenas presentes en las áreas

decretadas y otras regiones prioritarias.

Su misión es conservar el patrimonio

natural de México mediante las Áreas

Naturales Protegidas y otras

modalidades de conservación.

Compartir los beneficios de la naturaleza:

Centro Regional de Capacitación Las

Yerbas: inició operaciones en 1995 y se ha

consolidado como un espacio para

promover la cultura del agua en los niños, a

través de captación de lluvia, rehabilitación

y manejo integral de cuencas.

Centro Mexicano de Derecho Ambiental:

fundado en 1993 a iniciativa de un grupo de

abogados interesados en el desarrollo,

aplicación efectiva y mejoramiento del

derecho ambiental como medio para la

protección del medio ambiente y los

recursos naturales de México. Tiene como

misión contribuir al desarrollo, aplicación y

cumplimiento del derecho en materia

ambiental, a fin de conservar y proteger el

ambiente, en pro de la sustentabilidad. Economía verde:

Reforestamos México, A.C.: creada en

2002 por iniciativa de Grupo Bimbo, se

enfoca en proyectos de conservación y

recuperación del capital natural a través

de reforestaciones en áreas naturales

protegidas. A partir del 2005 se

comenzó a trabajar con grupos

comunitarios para fomentar la

organización en cinco programas de

trabajo: 1) Mejores personas, mejores

bosques; 2) Bosque rentable, bosque

sustentable; 3) Mejores bosques,

mejores empresas; 4) Mercados al

servicio de los bosques; 5) Incidencia

pública.

19

Reforestamos México busca asegurar

los bosques que México necesita para

su desarrollo, trabaja con todos los

sectores de la sociedad para alcanzar

bosques y selvas que provean bienes

forestales y servicios ambientales

abundantes donde las personas vivan

dignamente y en armonía con el

entorno; busca fomentar el liderazgo en

comunidades forestales, la

competitividad de las empresas

forestales comunitarias y una relación

sinérgica entre empresas urbanas y los

bosques y sus habitantes. Todo esto, en

un marco de buenas políticas públicas,

en donde los mercados reconocen el

valor de los bosques.

Una mención aparte, merecen aquellos

miembros que participan en varios temas.

Conservar y valorar la biodiversidad; y Cambio climático:

Pronatura, A.C.: creada en 1981 con la

misión de conservar flora, fauna y

ecosistemas prioritarios, promoviendo

un desarrollo de la sociedad en armonía

con la naturaleza, cuyas estrategias y

acciones están orientadas a lograr la

conservación y el desarrollo sustentable

de regiones y sitios prioritarios para la

conservación de la biodiversidad del

país. Los programas actuales incluyen:

Cambio Climático; Conservación de

Tierras Privadas y Sociales; Agua;

Fondos Verdes; y Especies Prioritarias.

Compartir los beneficios de la naturaleza; y Cambio climático:

El Instituto de Medio Ambiente y

Comunidades Humanas de la

Universidad de Guadalajara: fue creado

en 1995, tiene como misión el ser una

comunidad de aprendizaje

interdisciplinaria basada en los principios

de sustentabilidad, diversidad,

integralidad e interdependencia; genera

experiencias dentro de un marco de

valores coadyuvantes a una cultura

ambiental que promueve la acción

corresponsable con pertinencia social y

de beneficio en la salud ambiental de las

comunidades. Sus líneas de trabajo son:

Salud Ambiental y Desarrollo

Sustentable; Comunicación y Educación

para la Sustentabilidad del Desarrollo y

la Vida; Evaluación y Gestión de

Riesgos Ambientales y Vulnerabilidad de

Comunidades; Adaptación al Cambio

Climático; Ordenamiento Territorial y

Servicio de los Ecosistemas para el

Bienestar Humano. Conservar y valorar la biodiversidad;

Compartir los beneficios de la naturaleza; y

Manejar los ecosistemas para mejorar la

seguridad alimentaria

Comisión Nacional para el Conocimiento

y Uso de la Biodiversidad (CONABIO):

es una comisión intersecretarial, creada

en 1992 con carácter de permanente. El

Presidente de la Comisión es el titular

del Ejecutivo Federal. El Secretario

Técnico es el titular de la Secretaría de

Medio Ambiente y Recursos Naturales

(SEMARNAT) y participan los titulares

de nueve secretarías más: Agricultura,

Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y

Alimentación (SAGARPA), Desarrollo

Social (SEDESOL), Economía (SE),

Educación Pública (SEP), Energía

(SENER), Hacienda y Crédito Público

(SHCP), Relaciones Exteriores (SRE),

Salud (SSA) y Turismo (SECTUR). La

Comisión desempeña sus funciones

mediante un grupo operativo y desde su

creación el Dr. José Sarukhán Kermez la

ha encabezado como Coordinador

Nacional. La CONABIO tiene la misión de

promover, coordinar, apoyar y realizar

actividades dirigidas al conocimiento de

la diversidad biológica, así como a su

conservación y uso sustentable para

beneficio de la sociedad. Fue concebida

como una organización de investigación

básica, que compila y genera

información sobre biodiversidad,

desarrolla capacidades humanas en el

área de informática de la biodiversidad y

es fuente pública de información y

conocimiento accesible para toda la

sociedad.

20

Las líneas estratégicas del periodo 2011-2013

del Comité Mexicano de la UICN son, entre otras,

la comunicación que facilite y consolide la

relación con los miembros actuales e incremente

el número de organizaciones miembro. Aumente

la proyección del Comité Mexicano hacia nuevos

públicos (sector federal, ambiental, empresa

privada); y facilite y estimule la realización del

Programa México de la UICN, así como la

apertura de una oficina de la Unión en este país.

5.2 Consejos Consultivos para el Desarrollo

Sustentable

La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos

Naturales concibe la participación ciudadana en

la gestión ambiental en México, como un

derecho y una obligación; ya que a través de

ella, se favorece la transparencia, la fiscalización

de la gestión ambiental y la rendición de cuentas,

se mejora la actuación de los responsables de la

toma de decisiones, se reducen las posibilidades

de conflictos y se fortalece la evaluación y el

seguimiento de las políticas y estrategias. Esto

coadyuva a la construcción de espacios de

confianza y colaboración entre sociedad y

gobierno y a la resolución compartida de los

problemas ambientales, propiciando con ello la

consolidación del proceso de cambio cultural y

de democratización del país (SEMARNAT, 2008). La Ley General del Equilibrio Ecológico y la

Protección al Ambiente garantiza la participación

corresponsable de las personas en forma

individual o colectiva, en la preservación y

restauración del patrimonio natural. Con ese

marco, la SEMARNAT ha consolidado diversos

espacios de participación de la sociedad, entre

los que destacan los Consejos Consultivos para

el Desarrollo Sustentable (CCDS); el Consejo

Nacional Forestal (CONAF); el Consejo Nacional

de Áreas Naturales Protegidas (CONAP) y sus

consejos asesores; los Consejos de Cuencas;

múltiples consejos temáticos y grupos de trabajo

multisectoriales, como el Consejo Consultivo de

Cambio Climático; el Consejo Técnico de la

Comisión Nacional del Agua, el Consejo

Nacional de Educación Ambiental para la

Sustentabilidad, el Comité Consultivo Nacional

de Normalización de Medio Ambiente y Recursos

Naturales, el Comité Técnico Consultivo Nacional

para la Recuperación de Especies Prioritarias,

Consejo Consultivo Nacional de Vida Silvestre, y

los Comités de ordenamiento ecológico

(SEMARNAT, 2008). Uno de los últimos comités

que se han constituido es el Comité Técnico

Consultivo para la Reducción de Emisiones

Derivadas de Deforestación y Degradación (CTC

REDD+) que surge ante la importancia del

concepto REDD+, y de la oportunidad de generar

un proceso de construcción de una política

nacional que favorezca la conservación y uso

sustentable de los bosques y su biodiversidad,

mediante la participación abierta y voluntaria de

sectores e individuos interesados tanto del sector

civil, académico y gubernamental. El CTC

REDD+ emerge de otro cuerpo consultivo, el

Comité Técnico Consultivo de Pago por Servicios

Ambientales del Bosque establecido por la

CONAFOR y el Banco Mundial en 2003, con la

función de asesorar en el diseño, aplicación,

seguimiento y evaluación del Programa de Pago

por Servicios Ambientales (hidrológicos,

biodiversidad, captura de carbono y sistemas

agroforestales). Este Comité es integrado por

diversos representantes de la sociedad civil,

productores, comunidades y académicos, así

como representantes de instituciones

gubernamentales del ramo ambiental.

De todos los consejos mencionados, el que ha

garantizado la presencia de los grupos

principales de la sociedad identificados en la

Agenda 21 -Capítulo 24 a 32- (Naciones Unidas,

1992), son los Consejos Consultivos para el

Desarrollo Sustentable, órganos de consulta de

la SEMARNAT, cuyo objetivo es lograr la

participación corresponsable de todos los

sectores de la sociedad para promover la

protección, conservación y restauración de los

ecosistemas, los recursos naturales y los bienes

y servicios ambientales, a fin de propiciar su

aprovechamiento y desarrollo sustentable.

En estos consejos, están representados los

sectores Académico, Social, Empresarial,

Organizaciones No Gubernamentales,

Organizaciones de jóvenes, Pueblos indígenas,

Organizaciones de mujeres y/o con perspectiva

de género, Poder Ejecutivo de la entidad

federativa y Poder Legislativo de la entidad

federativa.

Una de sus principales funciones de los

Consejos, es evaluar periódicamente los

resultados de las políticas, programas, estudios y

21

acciones específicas en materia de protección,

restauración y conservación del medio ambiente

y de aprovechamiento sustentable de los

recursos naturales, a partir de los informes que

proporcione la Secretaría, o con base en los

estudios que lleven a cabo o promuevan los

propios consejos. Otra función es elaborar

recomendaciones para mejorar las leyes,

reglamentos, normas oficiales mexicanas y

procedimientos relativos a la protección,

restauración y conservación del medio ambiente

y el aprovechamiento sustentable de los recursos

naturales, entre otras.

Aparte de estos Consejos Consultivos no hay por

parte de los actores gubernamentales estatales

y/o municipales, el interés por compartir la toma

de decisiones, excepto con el sector empresarial,

dejando fuera las organizaciones sociales de la

toma de decisiones y del empoderamiento en la

definición y evaluación de políticas.

5.3 Cuerpos Académicos

En forma general, Soberón (2010) considera que

en México existen cuatro grupos sociales

mayoritariamente interesados en enfrentar

diferentes aspectos de la problemática sobre la

diversidad biológica: los académicos, las

organizaciones civiles, las organizaciones

campesinas y empresariales orientadas a la

producción sustentable y los actores

gubernamentales.

Parques Urbanos

En el área académica, hay 17 universidades con

cuerpos académicos consolidados en alguna de

las áreas de interés de la UICN. Estas

universidades son: Universidad Autónoma de

Baja California, Universidad Autónoma de Baja

California Sur, Universidad Autónoma de

Campeche, Universidad Autónoma de Nuevo

León, Universidad Autónoma de Querétaro,

Universidad Autónoma de Sinaloa, Universidad

Autónoma de Yucatán, Universidad Autónoma

del Carmen, Universidad Autónoma del Estado

de Hidalgo, Universidad Autónoma del Estado de

México, Universidad Autónoma del Estado de

Morelos, Universidad Autónoma Metropolitana

Iztapalapa, Universidad de Colima, Universidad

de Guadalajara, Universidad Juárez del Estado

de Durango, Universidad Michoacana de San

Nicolás de Hidalgo y Universidad Veracruzana.

El área que más se trabaja por el sector

académico, es la de conservar y valorar la

biodiversidad, en segundo lugar está la de

compartir los beneficios de la naturaleza y en

tercer lugar cambio climático. No hay cuerpos

académicos consolidados en el área de manejo

los ecosistemas para mejorar la seguridad

alimentaria y en economía verde.

5.4 Asociaciones Civiles

En México, existen varias asociaciones y

sociedades no gubernamentales que desarrollan

acciones dentro de las temáticas prioritarias de la

Unión, y que pueden ser potenciales aliados de

la membresía. Algunas de estas asociaciones

son: Centro Interdisciplinario de Biodiversidad y

Ambiente, A. C (CEIBA), Comunidad y

Biodiversidad, A.C (COBI), Fondo Mexicano para

la Conservación de la Naturaleza, A.C. (FMCN),

Conservación del Territorio Insular Mexicano,

A.C (ISLA), Conservación Humana, A.C,

Naturalia, Comité para la Conservación de

Especies Silvestres, A.C., Unidos para la

Conservación, A.C., Natura y Ecosistemas

Mexicanos, Betadiversidad, A. C., Biocenosis,

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