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Anuario ThinkEPI 2018 183 C.2. Animación lectora: mucho más que leer por leer – Sandra Sánchez-García Animación lectora: mucho más que leer por leer Reading promotion: Much more than reading just to read Sandra Sánchez-García Sánchez-García, Sandra (2018). “Animación lectora: mucho más que leer por leer”. Anuario ThinkEPI, v. 12, pp. 183-189. https://doi.org/10.3145/thinkepi.2018.24 Resumen: La animación de la lectura es una de las actividades desarrolladas de forma tradicional en las bibliotecas con el objetivo de acercar la lectura como alternativa de ocio a la sociedad. Teniendo en cuenta el compromiso social de las bibliotecas, estas actividades deberían ser además un vehículo para formar lectores críticos y competentes, algo que en gran medida se ha dejado de lado para centrarnos principalmente en su carácter lúdico y en la captación de usuarios. Las actividades de promoción de la lectura deberían aprovechar las posibilidades que nos ofrecen los textos literarios para reflexionar sobre cuestiones que nos preocupan, convirtiéndose en verdaderas actuaciones de intervención socioeducativa. Palabras clave: Lectura; Promoción lectora; Hábitos lectores; Competencia lectora; Intervención socioeducativa. Abstract: Reading promotion is one of the traditional activities in libraries, with the aim of presenting reading as a leisure alternative. Taking into account the social commitment of libraries, these promotions should also be a vehicle to train critical and competent readers, something that has been largely forgotten as librarians focus on the playful nature of reading to attract users. Reading promotion activities would benefit by including information about the possibilities that literary texts offer regarding questions that concern us, therefore transforming the promotion of reading into an authentic socio-educational intervention. Keywords: Reading; Reading promotion; Reading habits; Reading comprehension; Socio-educational in- tervention. Publicado en IweTel el 26 de febrero de 2018 1. Introducción En la sociedad actual se lee y se escribe más que nunca pero con procesos posiblemente más com- plejas que antes y, desde luego, en distintas formas y ocasiones. Ya no leemos y escribimos como antes, porque el entorno digital ha cambiado los usos, pero también las formas y seguramente también los procedimientos con los que afrontamos estas prácticas cotidianas. Es evidente que el manejo de las tecnologías exige nuevas destrezas, pero todavía sigue siendo imprescindible desarrollar habilidades básicas como la lectura y la escritura, y hacerlo teniendo en cuenta las características propias de estos entornos digitales. Seguimos utilizando los mismos verbos (leer y escribir) para referirnos a tareas mucho más complejas (Cassany, 2012). Escribimos y leemos de forma indistinta en la Red y en papel, y de hecho muchas de las prácticas que hasta hace poco se hacían sobre el papel han pasado a realizarse de forma habitual en entornos digitales. Ya no escribimos cartas a nuestros familiares y amigos, les mandamos correos electrónicos y whatsapp; y tampoco compramos cada mañana el periódico, sino que rastreamos los titulares de los principales diarios e, incluso, recibimos alertas informativas a través de los canales de RSS suscritos. Aunque es evidente que la utilización de las TIC exige nuevas destrezas, no debemos olvidar que sigue siendo imprescindible seguir desarrollando la habilidad tradicional de la lectura. Como señalaba Millán (2001), “la lucha por comprender y utilizar las nue- vas tecnologías digitales exige muchas cosas nuevas, pero presupone las antiguas. Y la más importante de ellas es la lectura”.

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Page 1: Animación lectora: mucho más que leer por leer · lectores ni nacemos no lectores: nos hacemos lo uno o lo otro con el paso del tiempo. Para con-seguir lectores comprometidos con

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C.2. Animación lectora: mucho más que leer por leer – Sandra Sánchez-García

Animación lectora: mucho más que leer por leer

Reading promotion: Much more than reading just to read

Sandra Sánchez-García

Sánchez-García, Sandra (2018). “Animación lectora: mucho más que leer por leer”. Anuario ThinkEPI, v. 12, pp. 183-189.

https://doi.org/10.3145/thinkepi.2018.24

Resumen: La animación de la lectura es una de las actividades desarrolladas de forma tradicional en las bibliotecas con el objetivo de acercar la lectura como alternativa de ocio a la sociedad. Teniendo en cuenta el compromiso social de las bibliotecas, estas actividades deberían ser además un vehículo para formar lectores críticos y competentes, algo que en gran medida se ha dejado de lado para centrarnos principalmente en su carácter lúdico y en la captación de usuarios. Las actividades de promoción de la lectura deberían aprovechar las posibilidades que nos ofrecen los textos literarios para reflexionar sobre cuestiones que nos preocupan, convirtiéndose en verdaderas actuaciones de intervención socioeducativa.

Palabras clave: Lectura; Promoción lectora; Hábitos lectores; Competencia lectora; Intervención socioeducativa.

Abstract: Reading promotion is one of the traditional activities in libraries, with the aim of presenting reading as a leisure alternative. Taking into account the social commitment of libraries, these promotions should also be a vehicle to train critical and competent readers, something that has been largely forgotten as librarians focus on the playful nature of reading to attract users. Reading promotion activities would benefit by including information about the possibilities that literary texts offer regarding questions that concern us, therefore transforming the promotion of reading into an authentic socio-educational intervention.

Keywords: Reading; Reading promotion; Reading habits; Reading comprehension; Socio-educational in-tervention.

Publicado en IweTel el 26 de febrero de 2018

1. IntroducciónEn la sociedad actual se lee y se escribe más que

nunca pero con procesos posiblemente más com-plejas que antes y, desde luego, en distintas formas y ocasiones. Ya no leemos y escribimos como antes, porque el entorno digital ha cambiado los usos, pero también las formas y seguramente también los procedimientos con los que afrontamos estas prácticas cotidianas. Es evidente que el manejo de las tecnologías exige nuevas destrezas, pero todavía sigue siendo imprescindible desarrollar habilidades básicas como la lectura y la escritura, y hacerlo teniendo en cuenta las características propias de estos entornos digitales. Seguimos utilizando los mismos verbos (leer y escribir) para referirnos a tareas mucho más complejas (Cassany, 2012). Escribimos y leemos de forma indistinta en la Red y en papel, y de hecho

muchas de las prácticas que hasta hace poco se hacían sobre el papel han pasado a realizarse de forma habitual en entornos digitales. Ya no escribimos cartas a nuestros familiares y amigos, les mandamos correos electrónicos y whatsapp; y tampoco compramos cada mañana el periódico, sino que rastreamos los titulares de los principales diarios e, incluso, recibimos alertas informativas a través de los canales de RSS suscritos.

Aunque es evidente que la utilización de las TIC exige nuevas destrezas, no debemos olvidar que sigue siendo imprescindible seguir desarrollando la habilidad tradicional de la lectura. Como señalaba Millán (2001),

“la lucha por comprender y utilizar las nue-vas tecnologías digitales exige muchas cosas nuevas, pero presupone las antiguas. Y la más importante de ellas es la lectura”.

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La lectura es un tema que preocupa cada día más. Los bajos índices de consumo, los resultados de comprensión lectora de los alumnos y el reto que supone el nuevo contexto digital han provo-cado todo un debate en torno a la lectura y su promoción (Lluch; Sánchez-García, 2017). Ense-ñar a leer y escribir es relativamente fácil, pero no lo es tanto crear y consolidar hábitos lectores. Tenemos que tener en cuenta que ni nacemos lectores ni nacemos no lectores: nos hacemos lo uno o lo otro con el paso del tiempo. Para con-seguir lectores comprometidos con la lectura es necesario trabajar la lectura en diferentes contex-tos y con múltiples estrategias. El objetivo de la promoción lectora no es otro que la adquisición y mejora de los hábitos lectores de las personas, intentando que lleguen a ser estables y que los individuos integren la lectura en su estilo de vida. Por ello, hemos de considerar las acciones que promocionan la lectura como una parte del pro-ceso educativo que deben llevarse a cabo dentro y fuera del contexto escolar.

Las personas necesitamos la lectura, pero no sólo en lo que esta tiene de proceso decodificador de símbolos, sino también como medio esencial para adquirir destrezas, actitudes y competen-cias que nos van a resultar imprescindibles para participar en la vida cotidiana y para integranos, con plenas posibilidades, en el conjunto de la sociedad.

No debemos olvidar que, como señala Gonzá-lez (2016), la pieza primordial del fomento de la lectura, como experiencia de formación, debería girar en torno al desarrollo de competencias lec-toras, aspecto que muchas veces se diluye entre una serie de propuestas que, en ocasiones, se limitan a poner en contacto los libros con los lectores. Al igual que

“el estudio sobre el comportamiento lector se ha centrado mayoritariamente en el balance cuantitativo, las políticas tampoco han con-templado con interés el trabajo sobre las com-petencias lectoras” (González, 2016, p.90).

Informes como PISA y PIRLS han ido confir-mando los problemas de comprensión lectora que durante años ha presentado la población española, si bien las ediciones de 2016 presentan una ligera mejora que nos ayuda a creer que un cambio es posible.

Por ello, aunque las actividades de animación

lectora han sido una constante, no parece que se haya visto reflejado en una mejora sustancial ni de nuestros hábitos lectores (en el Barómetro publicado por el CIS en 2016, un 35% de los encuestados declaraba no leer nunca o casi nunca (CIS, 2016)), ni de nuestros niveles de comprensión lectora. Con este hecho no queremos poner en tela de juicio la importancia de la animación lec-tora como una estrategia válida, simplemente la necesidad de plantearnos una revisión profunda sobre los principios y estrategias llevados a cabo hasta el momento. No solo por encontrarnos en un momento de cambio y transformación de los contextos y soportes de lectura, como planteaba Cencerrado-Malmierca (2017) en este mismo Anuario hace casi un año, sino sobre todo porque es evidente que algo hemos hecho mal, y si no replanteamos estos principios, es muy probable que volvamos a caer en los mismos errores.

2. Promocionar la lectura desde las bibliotecas

Lectura y biblioteca forman un binomio indi-soluble. Hablar de lectura es hacerlo de la esencia misma de las bibliotecas, ya que el fomento de la lectura es uno de sus objetivos fundamentales y diferenciales (Sánchez-García; Yubero, 2015b). La biblioteca ha sido el servicio público por exce-lencia a la hora de democratizar la lectura. La puesta en marcha de programas y actividades con el objetivo de acercar la lectura a niños, jóvenes y adultos está presente en la carta de servicios de la mayoría de las bibliotecas, independien-temente de su tipología y titularidad. Si bien, las bibliotecas públicas, más vinculadas con la lectura recreativa, son las que han llevado a cabo de forma sistemática programas de animación lectora dentro de su oferta cultural. La organiza-ción de talleres, cuentacuentos, clubes de lectura, encuentros con autores, etc. han sido actividades propias de los servicios de extensión bibliotecaria. Pretenden ser un vínculo con la comunidad en la que prestan servicio, intentando acercar la lectura como alternativa de ocio cultural.

Estas actuaciones se han diseñado fundamen-talmente desde el horizonte de la práctica, por lo que algunas carecen de contenido crítico y

“Enseñar a leer y escribir es relativamente fácil, pero no lo es tanto

crear y consolidar hábitos lectores”

“No queremos poner en tela de juicio la importancia de la animación

lectora como una estrategia válida, simplemente la necesidad de

plantearnos una revisión profunda sobre los principios y estrategias

llevados a cabo hasta el momento”

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se centran en exceso en los fines lúdicos y esté-ticos. Dicho con otras palabras, hay demasiado activismo y, en muchas ocasiones, no se han analizado ni los procedimientos llevados a cabo ni los resultados obtenidos. Muestra de ello son las experiencias publicadas en distintos medios centradas en la mayoría de los casos en proponer, diseñar o describir las acciones realizadas, pero sin analizar las categorías comprensivas y explicativas de lo que se hace.

Si tomamos como ejemplo el trabajo de Baró et al. (2012) en el que evalúan las acciones de fomento de la lectura llevadas a cabo por la red de bibliotecas públicas de Cataluña, observarmos cómo tan sólo un 48,4% de los profesionales entrevistados manifiesta evaluar todas las activi-dades que organizan, un 41,7% evalúa tan sólo algunas y un 9,9% no evalúa ninguna. El dato es más preocupante si tenemos en cuenta los ítems que se utilizan para determinar el éxito de estas acciones que en ningún momento parecen ir más allá de captar nuevos públicos, de generar más préstamos de la colección o de estar bien valora-das por los usuarios. A pesar de las dificultades que entraña evaluar aspectos de mayor calado como la frecuencia lectora de los participantes, su comprensión lectora o el desarrollo de su capacidad crítica

“se debería diseñar un protocolo que al menos determinara hasta qué punto las accio-nes emprendidas por la biblioteca tienen efec-tos (aunque mínimos y difícilmente identifica-bles) para una mejora de la práctica lectora y cuáles son simplemente acciones para acercar la biblioteca a sus usuarios” (Baró, et al., 2012, p. 281).

Somos conscientes de la dificultad de evaluar dichas acciones en términos cualitativos tales como la modificación de hábitos lectores, incre-mento del nivel lector, mejora de la comprensión lectora. Pero al menos se deberían analizar los procesos en sí mismos, valorando la eficacia de los métodos en relación con la creación de lec-tores competentes y la consolidación del hábito lector. No debemos olvidar que las bibliotecas son el punto de partida por excelencia para el paso de la información al conocimiento. Y es preci-samente en este contexto, en el que la lectura, la formación de hábitos de lectura estables y la compresión de los textos, se deben convertir en algunos de los objetivos de las bibliotecas.

La biblioteca pública debe asumir también una responsabilidad relevante en las tareas de alfabetización, teniendo en cuenta que se cons-tituye como un servicio público dirigido a toda la población y que, en muchos casos, es el único servicio cultural y de información del que se dispone. En este aspecto, hay que destacar la

https://www.julianmarquina.es/18-vinetas-de-forges-sobre-libros-lectura-y-bibliotecas

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función educadora que cumplen las bibliotecas públicas. Por ello, en la actualidad, tienen ante sí la opor-tunidad de ayudar a todos los ciu-dadanos a que tengan acceso a la información, intentando salvar la denominada brecha digital, dando a sus usuarios acceso a las tecnolo-gías de la información y comunica-ción, y enseñando a buscar, utilizar y evaluar la información de forma pertinente. Es por tanto tarea funda-mental de las bibliotecas de hoy en día formar ciudadanos competentes. Actualmente hay muchas bibliotecas públicas que están convirtiendo la función educativa en uno de los principios que orientan sus planes de actuación, desarrollando programas de alfabetización que las convierten en centros de aprendizaje abierto y en centros estratégicos de difusión del conocimiento, con el objetivo de potenciar el desarrollo local.

La disposición de infinidad de recursos y fuentes de información en la Red hace más necesaria que nunca la formación en competencias informacionales, digitales y mediá-ticas. La búsqueda de información, su selección, evaluación y posterior utilización, se convierten en tareas imprescindibles para cualquier ciu-dadano, ya que contribuyen a mejo-rar sus condiciones educativas, cul-turales y sociales. Las bibliotecas públicas deben facilitar el acceso de todos los ciudadanos a esta nueva realidad virtual, entendiendo que no se trata de un problema de acce-so sino de participación activa. Es imprescindible que faciliten el acce-so a internet desde sus instalaciones, pero es todavía más importante que apoyen a los ciudadanos en el uso de las tecnologías, proporcionándoles la formación necesaria para convertirse en actores activos de este entorno virtual, de acuerdo con

sus perfiles individuales, sus conocimientos y sus niveles socioeducativos.

Nos encontramos por tanto ante un escenario diverso y cambiante, en el que confluyen tradición e innovación, un escenario que debe ser visto como una oportunidad para las bibliotecas. Estamos en un momento propicio para plantear proyec-tos innovadores de promoción de la lectura que superen las prácticas habituales y tradicionales. Además, la redes sociales amplían las posibilidades desde el escenario virtual u online en el que los lectores se muestran activos, críticos y reflexivos.

“Las actuaciones se han diseñado fundamentalmente desde el horizonte

de la práctica, por lo que algunas carecen de contenido crítico y se

centran en exceso en los fines lúdicos y estéticos”

https://www.pinterest.es/pin/507358714245727781

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3. La lectura como herramienta de intervención socioeducativa

La lectura de textos es un método eficaz para enfrentarse críticamente a la realidad, se convier-te en un medio adecuado para profundizar en aquellos que ya plantean conflicto y en convertir un asunto problemático en un tema de debate y reflexión (Nieto-Martín; González-Pérez, 2002). El comentario de un texto es un proceso de inte-gración de informaciones diversas y un medio válido para la toma de conciencia del medio en que nos movemos pero, además, nos permite examinar críticamente mensajes o contenidos relevantes, interrogándonos sobre la validez de esos contenidos. Por ello, la lectura sobrepasa el ámbito educativo escolar, contribuyendo signifi-cativamente a la integración social y al desarrollo personal de los individuos.

Desde siempre, la narración y la lectura de historias han formado parte de los procesos de socialización y del ritual de aprendizaje de valo-res sociales. Así, los cuentos que nos contaban de pequeños, los que nos leyeron posteriormente y los que hemos ido leyendo nosotros mismos a lo largo de nuestro proceso madurativo, han ayudado a nuestra construcción como personas. Podríamos decir que la mayoría de las lecturas que forman parte de nuestro intertexto lector han sido, en gran medida, protagonistas de nuestro desarrollo como personas, estando estre-chamente vinculadas al proceso de aprendizaje de los valores sociales propios de nuestra cultura y ayudándonos a formar parte del engranaje social. No hay duda de que la lectura amplía sig-nificativamente el diálogo entre los lectores y la sociedad. Y es precisamente este potencial, el que se debería aprovechar en los programas y estra-tegias de animación lectora. Este diálogo entre el texto y el lector permite, además, trabajar de forma directa la comprensión lectora.

Las obras literarias plantean distintos conflic-tos sociales y culturales, que permiten al lector entender que otros antes que ellos pasaron por momentos similares, provocando situaciones que pueden ayudar a conocer, entender y/o sobrelle-var los propios conflictos. A partir de la lectura el lector se ejercita en la toma de decisiones y en la resolución de situaciones problemáticas, convirtiéndose en un instrumento privilegiado

para educar en habilidades y valores sociales (Sánchez-García; Yubero, 2015a). Teniendo en cuenta estas premisas, la promoción de la lectura debería ir más allá de tender puentes entre los libros y la lectura. Los agentes involucrados en su planificación deberían entenderla desde su dimensión social y educativa.

Las actividades de animación a la lectura deberían planificarse como intervenciones socio-educativas, en las que al tiempo que acercamos la lectura a los ciudadanos, les ayudamos a ser más competentes, críticos y reflexivos con la sociedad que les rodea, fortaleciendo su competencia lec-tora.

Desde finales del siglo XX se han venido publi-cando distintos estudios que describen:

- los beneficios de la lectura y de la literatura para la coeducación y el desarrollo de la igual-dad de género (Michel, 1987; Hollindale, 1988; Turín, 1996; López-Valero; Madrid; Encabo, 2000; Yubero; Larrañaga; Sánchez-García, 2009);

- la interculturalidad y la educación para la tole-rancia a través de los textos literarios (Dear-den, 1995; García-Bermejo; García-Parejo, 2003; Tejerina, 2008).

Desde el ámbito de la psicología, especialmen-te a nivel internacional, cada vez son más habitua-les las investigaciones que tratan de los beneficios de la lectura para tratar aspectos como:

- miedos nocturnos (Lewis et al., 2015); - enfermedades mentales como la ansiedad o la

depresión (Harvey, 2014), - situaciones de duelo y perdida de un familiar

(Heath; Cole, 2012); - situaciones de violencia familiar (Wang et al.,

2013); - bullying (Flanagan et al.; 2013, Freeman,

2013; Pytash, 2013; Yubero et al., 2017).

Estos trabajos muestran resultados objetivos obtenidos a partir del apoyo emocional de los niños y jóvenes a través de la lectura.

El hecho de que las narraciones sean un reflejo de la sociedad, con sus virtudes y defectos, hace que se conviertan en una herramienta de gran utilidad para dar visibilidad a determinados temas sociales y también para su prevención, así como para la intervención socioeducativa.

En este sentido, defendemos la definición de Álvarez-Zapata et al. (2009) de promoción de la lectura como un proyecto de intervención sociocultural que busca impulsar la reflexión, la revalorización, la transformación y la construcción de nuevos sentidos, idearios y prácticas lectoras, para así generar cambios en las personas, en sus contextos y en sus interacciones. Como profesionales de la lectura debemos intentar

“La lectura sobrepasa el ámbito educativo escolar, contribuyendo a la integración social y al desarrollo

personal de los individuos”

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http://bibliotecas.unileon.es/tULEctura/2013/12/09/456

enriquecer en este sentido las planes y programas de promoción lectora, buscando no sólo la creación de hábitos de lectura estables entre los ciudadanos, sino muy especialmente reforzando la competencia lectora y su capacidad para desenvolverse de forma eficaz y crítica tanto en los entornos tradicionales, como en los que se nos presentan en la actualidad gracias a la tecnología.

4. ReferenciasÁlvarez-Zapata, Didier; Giraldo-Girado, Yzel N.; Ocampo-Molina, Norfi Y.; Guerra-Sierra, Luz-Mari-na; Melgar-Estrada, Liliana; Gómez-Vargas, Mari-cela (2009). “Representaciones bibliotecarias sobre la

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Sandra Sánchez-García

Universidad de Castilla-La [email protected]