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1911 - 2011 ÁNGEL DEL MANANTIAL: LA VIDA DE UN HOMBRE A TRAVÉS DE SU EMPRESA

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1911 - 2011

ÁNGEL DEL MANANTIAL:LA VIDA DE UN HOMBRE A TRAVÉS DE SU EMPRESA

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1911 - 2011

ÁNGEL DEL MANANTIAL:LA VIDA DE UN HOMBRE A TRAVÉS DE SU EMPRESA

Mi nombre completo es Ángel Solorza González, nací en el pueblo de Potrerillos

municipio de Rosario, Sin., el día 16 de octu-bre de 1911, mis padres fueron don Francisco Solorza Martín Rentería y doña Isabel Gon-zález Hernández. Soy casado con la señora Rosita Hernández Aguilar, tuvimos 8 hijos de los que viven 5 que han sido la ilusión de mi vida: Isabel Mercedes, Francisco, Martha Elena, Rosa Beatriz y Ángel quienes han sido pilares de apoyo en todos los proyectos a lo largo de mi vida. He recibido también la bendición de tener hasta el momen-to 12 nietos (13 actual-mente) y una bisnieta (Actualmente año 2011 cuenta con 11 Bisnietos) a los que les heredamos nuestro cariño y ejem-plo de trabajo.

Recuerdo que fui el sexto hijo de 12 de los cuales sobrevivimos 9. Mi padre se dedicaba a la agricultura y mi madre ayudada por mis hermanas que eran las mayores atendían una tiendita. A mi siempre me gustó trabajar. Re-cuerdo que a la edad de 7 años y sin tener ne-cesidad de ayudar al gasto de la casa, iba a la panadería de don Cornelio García a ayudarle a limpiar carteras y entregaba el pan a los po-blados de Higueras y Ojo de agua, regresando

a mi casa feliz pues el pago se me daba en pan. Cursé mis tres primeros años y el cuarto sin validez oficial en mi natal Potrerillos, teniendo como compañero a mi gran amigo desde en-tonces Julio Ríos Tirado quien siempre estaba peleando conmigo por el primer lugar de apli-cación, siendo nuestro maestro el Sr. Profesor Panchito.

La situación económica hizo que mi padre hablara con mi madre y le dijo: “Isabel, tene-mos que irnos, son cinco años de pérdidas en

la siembra y yo quiero que por lo menos nues-tros hijos terminen la primaria”, y así fue como dejamos a Potrerillos y llegamos un 8 de julio de 1922 a las 4:00 a.m. a Rosario con todas nues-tras pertenencias en una carreta jalada por

mulas. Esa fecha nunca la olvido, pues es el día de Santa Isabel, nombre de mi madre. Al pa-rar nuestro viaje, fue al frente de dos cuartos y nos dijo mi padre “Miren, ésta es nuestra nue-va casa, la compré en $500.00 cada uno”. Esta casa era de dos cuartos y existe por la calle Morelos, casi enfrente del club de Leones viejo en donde viven actualmente la descendencia de mi hermana Margarita. Mi padre encontró trabajo en las minas del Tajo como velador

EL ÁNGEL DEL MANANTIALLA VIDA DE UN HOMBRE A TRAVÉS DE SU EMPRESA

Tratar de sintetizar mi vida en poco espacio es realmente imposible, ya que está llena de grandes ilusiones, de infinidad de anécdotas, de constante

trabajo, de esfuerzos, de sufrimientos y por supuesto de grandes satisfacciones. Le doy las gracias a mi hija Martha Elena quien con su cariñosa insistencia

logró concebir este relato.

El Manantial, es el producto de una vida de ilusiones, tra-bajo, esfuerzo y sufrimientos, pero hace notar su beneficio en las grandes satisfacciones y en el crecimiento personal del propietario el Sr. Ángel So-lorza González.

ehm nehm nehm nehm nehm nehgfo pgfo pgfo pgfo pgfo pgf

mi, por lo que le puse más empeño al traba-jo. Mi hermano José Luis iba entrando a la primaria y mi hermano Gilberto se quedaba en casa con mi madre, puesto que éste era 2 años menor que José Luis. La diferencia de edad entre Gilberto y José Luis conmigo era de 10 y 8 años respectivamente. Mi forma de vestir era de pantalón a la rodilla con tiran-tes de la misma tela. Me levanté temprano, caminé por toda la calle Morelos pensando a donde ir y cuando menos pensé, el gran chofer Gocha me invitó a ir a la Estación del ferrocarril a recoger pasaje. Fue tanto el in-terés que puse, que logré ganar 50 centavos los cuales se los entregué a mi madre. Este trabajo me gustó muchísimo. Era a fines de septiembre y se venía la festividad de la San-tísima Virgen del Rosario en el año de 1925. El destino ya estaba deparado para mi ya que ese día, mi amigo Gocha no se presentó a traba-jar en su taxi. Me encontraba en la banca del sitio de automóviles afuera de la “Botica Sina-

loense” foto 1 , cuando se abrieron las puertas de ésta. Salió entonces Chepito Choza, el en-cargado de la droguería y se dirigió a mi. Me preguntó que si quería trabajar y le dije, “por supuesto”. Curiosamente, la banca de los taxis-tas ha permanecido en el mismo lugar donde

2 La quinteta más peligrosa e invencible del sur de Sinaloa. Arri-ba: Aurelio Pimentel Chacón (Papá de Aurelio Pimentel Durán), el chachón, Zenón Aguilar, Juan Urrea, Parra y Enrique Grey (jugador que no pertenecía a este equipo). Abajo: Los hermanos José Lamberto, Nicolás y Ángel Solorza González.

3 Fotografía que muestra el exterior de la embotelladora La Azteca hacia el año de 1930.

de turno, pagándole $2.10 diarios. Mi primera obligación que tuve aquí en Rosario era llevar alimentos a mi padre a su trabajo y a un señor de nombre Trinidad Lomelí, quien trabajaba como malacatero en el Tiro de San Antonio, el cuál me pagaba diez centavos.

Era frecuente que el Sr. Lomelí no tuviera hambre y me regalara su comida. Con lo pri-mero que me pagó me compré una alcancía de barro en forma de cochinito, la cuál siempre traté de engordar con todo lo que ganaba. Al inicio de clases me inscribió mi padre a cuarto año en mi inolvidable escuela Hidalgo que se encontraba en la calle Hidalgo y Benito Juárez, (hoy funeraria La Paz), y fui más feliz porque mi amigo Julio se había venido también a cursar el resto de su primaria y porque viviría en mi casa, ya que mi padre era su padrino. Alberto se llamaba el conserje de la escuela, a quien le ayudaba y me regalaba dulces. En vacaciones de verano me iba con Julio a su casa de Po-trerillos y le ayudaba a Chuy Manzano a sem-brar el cuál me pagaba, regresando feliz de

vacaciones y más porque traía el dinero que obtenía con mi trabajo y se lo entregaba a mi madre. Para los exámenes finales, mi padre me mandaba hacer zapatos de $5.00 con el señor Cabullo, y la especialidad de este zapatero era ponerle suela rechinadora. Aclaro que había veces que tuve que ir descalzo a la escuela por las carencias de la familia. Un día, mi amigo Ju-lio me comentó que al terminar el sexto año de primaria se iría a estudiar al Colegio Civil Rosa-les de Culiacán, Sinaloa. Yo pensé que me iría también y se lo hice saber a mi padre, y aquí fue donde mi padre me habló “tú no puedes hacerlo, tú tienes que trabajar para ayudarme con los gastos de la casa, recuerda que eres de los hombres el mayor”. Era a fines de junio de 1925 y yo apenas tenía trece años. Lloré por-que mi ilusión se había venido abajo, tuve que resignarme, pero en el mismo momento pensé y me dije “YO TENDRÉ QUE LUCHAR PARA HA-CER ALGO EN LA VIDA”. Mientras yo veía como se truncaban mis sueños, me alentaba cómo mis hermanos más pequeños necesitaban de

1 Fotografía que muestra el Paseo Madero y el exterior de la Botica Sinaloense, hacia finales del siglo XIX. En su interior se encontraba “LA EUREKA” Fábrica de aguas gaseosas.

4 Fachada que muestra los cambios que Ángel hizo a las oficinas de “La Azteca” mientras Don Enrique se iba a Guadalajara a atender su salud. Posteriormente sería la fachada de la Sociedad Castañeda y J.E. de los Monteros.

5 Ángel Solorza en un evento de entrega de estafeta a corredores, en un acto protocolario como presidente municipal del Rosario, Sinaloa. 1941.

se localizaba la botica, en donde hoy es Ban-comer y vinos y licores del Sr. Melesio Gaxiola (pero actualmente es bodega del Sr. Eduardo Gómez Espinoza de los Monteros.). Chepito me hizo pasar por la botica y me llevó hasta unas instalaciones de una fabriquita de refres-cos que se llamaba “LA EUREKA”; me presentó a un señor de nombre Juanito el cual luego se dispuso a darme órdenes. — Mira, ¿ves esta tina? Llénala de agua hasta éste nivel”,— Me puse muy listo, luego le dije: — ¿Y ahora que hago? — “Llénala de botellas y con estos escobillo-nes vamos a lavarlas”.

Recuerdo que me dio mucha risa por den-tro que Juanito haya insistido sobre lo del nivel del agua, ya que a mi juicio no se necesitaba que fuera exacto. No obstante ello, recordé las palabras de mi madre: “hijo, la obediencia y el empeño son la base del éxito”. En este nuevo trabajo, mi horario era de 8:00 a.m. a 8:00 p.m. dejándome una hora para comer y el pago era diario de 75 centavos, los cuales distribuí de la forma siguiente: 50¢ para mi madre 20¢ para la alcancía y 5¢ para mis gastos personales, para gozarlos.

Después de enseñarme a lavar botellas supe preparar jarabes, embotellar en una máquina de pedales y hasta vender refrescos en el hombro, donde recuerdo a una clienta “Doña Benita” quien siempre me tenía listo el refrigerador para helar los refrescos. Como dato curioso, el refrigerador de estos años era una caja con arena mojada. Desconozco los efectos que sólo la termodinámica puede explicar sobre los refrescos y la arena mojada. Sólo sé que salían a una buena temperatura para el deleite de los clientes.

Posterior a vender refrescos en el hombro, la empresa pudo comprar un camioncito mar-ca Ford, donde el señor Tomas Véjar de apodo “El tomate” fue mi maestro de manejo; corría el año de 1928. Le doy gracias a Dios que nun-ca tuve accidentes ya que estos carros tenían

el arranque en una manivela al frente, causán-dole a muchas personas heridas graves como dislocaciones de los brazos. En este negocio conocí a mi amigo Joaquín Espinoza de los Monteros, hijo de don Antonio Espinoza de los Monteros quien era el dueño de esta fábrica.

Hasta ahora, sólo me he dedicado a ha-blarles de mi vida laboral. Obviamente que no fue todo trabajo dado que me gustaba el deporte, principalmente el basquetbol foto 2

. Ingresé al club Baluarte donde Don Aurelio Pimentel (padre de Aurelio Pimentel Durán) era el dueño del equipo donde llegué a formar parte de la quinteta más peligrosa e invenci-ble del sur de Sinaloa, estando acompañado de mis hermanos Nicolás y José Lamberto. Recuerdo aquellos encuentros con los cade-tes de la Ciudad de México, con Guadalajara, Santiago Ixcuintla, etc. Una vez nos llevaron a Tayoltita, Durango en un avión de seis plazas de la compañía de San Luis Mining Company, siendo ésta la primera vez que hacia un viaje en avión. Éste era de tres motores marca Ford. Como solamente era de 6 plazas y nosotros éramos 7 contando a nuestro manager Juan Urrea, tuvimos que acomodarnos de cierta manera que cupiéramos todos. En aquella ocasión perdimos, pero en partidos de revan-cha aquí en nuestro Rosario ganamos. Todo esto sucedió en el año de 1932. Mi posición era defensa y mi hermano Nicolás era delan-tero.

En este mismo año de 1932, Don Antonio Espinoza de los Monteros me dice: “Tienes que ir a Mazatlán”, ya que tenían un negocio del mismo ramo en pésimas condiciones. En esos tiempos, el refresco ToniCol que en aquél entonces se llamaba “Tony Co.”, se distribuía y se vendía junto con otros refrescos de sabores en el mismo envase de Toluquita, sin etiqueta especial ni aspecto diferenciador, permane-ciendo en el completo anonimato. Es un buen momento para contarles el por qué se llamaba el refresco de esta manera. El nombre Tony Co. provenía de la unión del diminutivo de Anto-

edificio vivió el Dr. Heriberto Rodríguez y hoy está la Escuela del Cesssin) aquí en Rosario me encontré a mi amigo Joaquín al quien por cariño le decíamos “Mister”. Siempre fue un tipo muy simpático, el cuál en ese momen-to me abordó y me preguntó: ¿Cómo estás Chatiux, qué dice el nuevo trabajo? Joaquín me decía de esta manera porque a mi me de-cían el Chato y a él, que era un cosmopolita y que en su familia se hablaban muchos idio-mas, gustaba de pronunciármelo a manera de apodo en un disque tono francés. Como respuesta, simplemente le dije un coloquial “jalando”. Habiendo entablado esa comuni-cación, Joaquín me dijo lo siguiente:

“Oye Ángel, ¿Por qué no le propones a don Enrique que se unan las dos fábricas?”, idea que me pareció buena a pesar de que me había quedado sin el trabajo de la Eure-ka propiedad de su papá Don Antonio. En mi mente estaban los recuerdos de todo lo que había aprendido, y que la amistad entre Mis-

7 Ángel Solorza Nuevamente en una sesión Solemne de 15 de septiembre de la Benemérita y Centenaria Sociedad Mutualista Miguel Hidalgo y Costilla, donde ya era el Decano del Mutualismo. Año de 1998. De izquierda a derecha: Ángel Solorza González, Pe-dro Ibarra Angulo, José Ángel Soto Sandoval, Antonio Mora Barrón.

8 Boda de Ángel y Rosita. 13 de febrero de 1942. De izquierda a derecha: Carlos Lizárraga, Gloria Valdez, Rosita y Ángel, Ernestina Sibrián y Chano Lizárraga. Niña: Loli Ilizaliturri.

nio que es “Tony” y de la abreviación inglesa de compañía “Co.”. Como el dueño era Don Antonio Espinoza de los Monteros, le pareció bueno nombrar de esta manera al refresco es-pecialidad de la casa. Fue en aquella época en que mi hermano Gilberto a la edad de 11 años, hoy el conocido doctor Solorza, sufrió un acci-dente. Se me avisa a Mazatlán, me vengo y me encuentro que la cosa era muy seria, ya que por descuido del médico a mi hermano se le amputa su pierna. Después de varias operacio-nes fue el Dr. Collada quien decide amputarle totalmente la pierna y muslo para lograr que no continuara y no muriera; gracias a Dios se logró frenar la gangrena. Por estos motivos, decidí ya no regresar a Mazatlán, ya que sen-tí que mi apoyo era útil en esos momentos para mi familia, pero don Antonio me niega un permiso y me dice “te regresas hoy mismo o pierdes tu trabajo” y yo opte por lo último. (El domicilio de la fabriquita de Mazatlán se encontraba por la calle Carnaval, entre Ángel Flores y Mariano Escobedo; Al paso de los años se demolió el lugar y se hizo una plaza, y hoy en día es un estacionamiento público, en Ma-zatlán, Sinaloa).

Todos estos sucesos fueron difíciles, ya que el mundo de los refrescos me había cautivado y tener que dejarlo me parecía imposible. Sin embargo eso no me amilanó y empece a tra-

bajar como limpiador de fierros en un taller del señor Enrique Rojas quien vivía enfren-te del señor Teodoro Maldonado, tenedor de libros de Don Enrique Castañeda (por la calle Zacatecas aún existiendo el local). Una mañana llega Don Teodoro y me dice que Don Enrique Castañeda quiere verme, pedí permiso en el taller y fui a ver a Don Enrique, quién me dice: “se que te llamas Ángel, tengo buenas referencias tuyas, ¿qué dices, traba-jas conmigo?”, lo único que le contesté fue “no lo defraudaré”. Este señor era el dueño de la otra fábrica de refrescos que existía en

Rosario y que se llamaba “LA AZTECA” foto 3 , existiendo sus instalaciones en lo que hoy gra-cias a Dios y a Don Enrique, SOY DUEÑO. Co-nocía muy bien el ramo, hago mención de esto porque es muy importante en mi vida.

En una ocasión, Don Enrique tiene que irse a Guadalajara a checar su salud y me dice “ Ángel, me voy, te dejo esta responsabilidad. El dinero de las ventas se lo dejas a José Soto (papá de Oscar “pelón” Soto). En este tiempo quise demostrarle la confianza que había de-positado en mi por lo que traté de hacer todo lo que por mi mente pasaba como si fuera mío el negocio y hasta la puerta del local tuvo su cambio y mis compañeros me dijeron que don Enrique se iba a enojar por las mejorías efec-tuadas foto 4 . Cuando llegó don Enrique de Guadalajara me mandó llamar, pensé que algo malo había hecho y lo recuerdo sentado frente a su escritorio vestido de pantalón negro, ca-misa blanca y corbata de moño, y el resultado fue que me felicitó por los cambios que había hecho en el negocio y sobre todo porque ha-bía encontrado muy buenas ventas y por su-puesto bastante dinero en caja. Este recuerdo nunca lo olvido en mi vida. Les vuelvo a recor-dar que no todo en mi vida era trabajar, tam-bién me iba a los bailes y precisamente en uno de la alianza Hispanoamericana (que se llevó a cabo en el edificio propiedad en ese entonces del Sr. doctor J. Castillo Fisher, en ese mismo

6 Ángel Solorza, José Palomares y Pbro. Heladio Ramírez en una sesión Solemne de la Benemérita y Centenaria Sociedad Mutualista Miguel Hidalgo y Costilla.

Salón México foto 6 . Muchas de estas innova-ciones las traje conmigo para hacer más atrac-tiva y moderna la oferta de bailes de nuestra sociedad, por lo que en primera instancia de-cidí cambiar las bancas para poner mesas con sus sillas, además de hacer taquillas para el ingreso a los salones principales. Presentamos espectáculos artísticos donde trajimos desde la ciudad de México las mejores orquestas, sin olvidarme de los Hermanos Borrego del Rosa-rio, y de Nacho Millán y sus Vagos de Escuina-pa. Uno de los eventos que más recuerdo fue cuando la artista Amparo Montes nos engala-nó con su presencia, garantizando así el éxito y la calidad de los bailes organizados por nues-tra sociedad. A los años, fui nombrado el deca-no del mutualismo en el estado de Sinaloa foto

7 . Al distinguirme mi Sociedad con este título sentí que me daba las gracias por lo que hice para que ésta sobreviviera, ante tanta toma de decisiones equivocadas, como cuando un gru-po de socios consideró vender el inmueble, y yo me opuse radicalmente a pesar de mi corta edad, por lo que busqué a los socios fundado-res entre los que se contaba Aurelio Pimentel y José Palomares, además del tesorero Alfre-do Beltrán, quienes me apoyaron totalmente para evitar que nuestro edificio se vendiera. De igual manera, soy socio fundador del Club Rotario de la localidad; así mismo participé en la construcción del templo actual de Ntra. Sra. del Rosario, perteneciendo a la mesa directiva como tesorero, estando siempre apoyado por dos grandes figuras los señores Florentino Du-rán, Alfredo Beltrán y Jesús Lizárraga, quienes me enseñaron a ver esta parte de poder con-vivir con el Pbro. Silverio González, siendo yo más joven que ellos.

Una fecha memorable en mi vida es sin duda el 13 de febrero de 1942 en que dejé mi sol-tería y contraje nupcias con mi compañera Ro-sita, quien “ha sido un factor determinante en los logros de mi vida” foto 8 . Don Enrique y Doña Jovita fueron nuestros padrinos de boda.

Tengo que contarles, que antes de contraer nupcias con Rosita, tuve 3 hijos que recibieron todo mi apoyo: Hector Manuel, Octavio Augus-to y Carmen Leticia. En 1946, con la ayuda de Rosita, contábamos con un negocio de ventas de zapatos, telas y artículos electrodomésticos de la marca General Electric, el cuál se encon-traba prosperando. Por tal motivo, cruzó por mi mente la idea de dejar mi empleo y dedi-carme en cuerpo y alma al mío. Al ver esa in-tención, Don Enrique me propone “ser socio industrial con una tercera parte de las accio-nes”, cosa que Joaquín, quien se encontraba en Nogales, Sonora atendiendo la farmacia de su cuñado el Sr. Ossette, no acepta. Por tal motivo, le escribe una carta a Don Enrique y le propo-ne el 40% para cada uno de ellos y el 20% para mi. Al recibir la carta, Don Enrique me llama y me dice, “Ángel, la sociedad con Joaquín está por vencerse. Cuando esto suceda yo liquido a Joaquín y me quedo sólo contigo”. Conser-vo todavía la carta con fecha de junio de 1946. Pero gracias a Dios, Mister acepta y seguimos con una sociedad “Castañeda y J.E. de los Mon-teros y Cía.”. Mi inquietud era crecer y busqué un socio capitalista y se invitó a mi compadre Carlos Lizárraga cuñado de mi esposa con una aportación de $40,000 en el año de 1947. Se me olvidaba, al ser socio industrial mi sueldo era de $500 y el 5% de las utilidades, lo que me hizo entregarme más. Aquí en Rosario no había institución Bancaria y tuvimos que ir a Mazatlán para tratar asuntos de crédito, ya que se nos presentaba la oportunidad de moderni-zar nuestras instalaciones y recuerdo con mu-cho cariño al Gerente del Banco Occidental de México al señor Don Manuel Velázquez quién siempre me apoyo en todas mis decisiones y me decía que nunca comprara viejo porque “el que viejo compra viejo pierde” y así fue como desde Tehuacán, Puebla nos llegó una má-quina de embotellado semiautomática marca CROWN CORK modelo DIXIE de manufactura estadounidense foto 9 , que vino a revolucio-nar el proceso de embotellado ya que hasta

ter y yo nunca se separó. Le comenté a don Enrique la proposición de Joaquín y me con-testa “¿A ti que te parece?” le contesté: “yo lo veo bueno; primero ya no tendremos com-petencia, será un sólo chofer y un sólo vehí-culo y sobre todo que creceremos en unión”. Habiendo tenido esta plática, iniciamos con el proceso de fusión de las compañías, que-dando todo resumido en las instalaciones de la Azteca, donde se cobraba a la sociedad $40

pesos de renta por el local. Don Enrique siem-pre fue bueno conmigo, ya que siempre dijo que su proposición número uno para efec-tuar esta fusión entre las dos empresas era que yo fuera el administrador de esta nueva sociedad. Como era de esperarse, la razón social fue “Castañeda y J.E. de los Monteros”. Corría el año de 1936 y me ofrecieron un sueldo de $300 mensuales. Pensando en que me había gustado este trabajo y que había sido designado como el administrador por mi amigo y protector, me di cuenta que mis responsabilidades habían aumentado por lo que decidí estudiar por correspondencia con-tabilidad en la Escuela Bancaria y Comercial de la Ciudad de México, alcanzando así una nueva meta en mi vida. También, como parte de mi preparación como el administrador de la nueva compañía, vi que sería indispensa-ble dominar otro idioma, por lo que traté de aprender inglés pero esto no lo logré.

Paralelo a mi trabajo en el año de 1941, siendo gobernador del estado de Sinaloa el Coronel Rodolfo T. Loaiza me nombró Pre-sidente Municipal interino para entregar al Presidente electo Jesús Aguilar foto 5 . Ocupé por seis ocasiones la presidencia de la Soc. Mutualista Miguel Hidalgo y Costilla en donde me tocó la remodelación, apoyándo-me de mi hermano José Luis como ingeniero y mi hermano Gilberto como consocio. Con mis visitas de negocios a las ciudades de Gua-dalajara y Ciudad de México aprendí muchí-simo de los grandes salones de baile, ya que era asiduo cliente del Teatro Blanquita y del

9 Fotografía que muestra la máquina Dixie que llegara en 1947 a modernizar las instalaciones del Castañeda y J.E. De los monteros. El operador el Sr. Rafael Carrillo.

10 Primer etiqueta y envase de Tony Co. hoy ToniCol hacia el año de 1947.

11 Fachada de El Manantial S de RL. 1950

tuve a bien registrar la marca de agua purifica-da “Del Yauco”, foto 13 ya que siempre he visto que el negocio del agua tiene mucho futuro. En ese entonces, empezamos a vender agua en garrafón a la gente del Rosario. En 1956 nos ampliamos con otra máquina de mayor capacidad, una CEM 3-20 foto 14 con jaraberos y conseguimos la franquicia de Orange Crush.

En octubre de 1965 muere en la ciudad de México Joaquín Espinoza de los Monteros. Este suceso, junto con las revueltas sindicales y el ingreso de las trasnacionales Coca-Cola y Pepsi a nuestro territorio hizo que mis compa-dres Popo Castañeda y Carlos Lizárraga, para no tener problemas, decidieran venderme sus acciones, dejándome un paquete difícil de lle-var y resolver. Por tal motivo, me vi obligado a conseguir crédito en el Banco Mexicano de Occidente de Mazatlán para pagarle a todos los socios, incluida las dos familias Espinoza de los Monteros, quienes eran los herederos de Mister. Después de conocer mis problemas, me dicen que están de acuerdo en darme el crédito, pero me piden que el “EL MANANTIAL S. DE R.L.”, se convierta en el año 1966 en SO-CIEDAD ANÓNIMA. El crédito tardó tiempo para resolverse, por lo que cuando el Banco avisó que el dinero estaba disponible, les pre-

gunté a los herederos si querían continuar en el negocio, siendo su capital una aportación y seguiríamos con una nueva sociedad. Su de-terminación fue tajante y era que se les liqui-dara, y se les entregó lo que les correspondía ante la presencia del señor Aurelio Pimentel Durán. Enseguida me dirigí a mis compadres y les dije “no me dejen solo” a lo que mi com-padre Carlos me contestó “no compadre, ya estamos grandecitos y recuerdo que hicimos un trato” a lo que yo les conteste “está bien, no me diga más” y les entregué una parte en efectivo de inmediato y por el resto les firmé cinco documentos anuales sin intereses, pero en la inteligencia de que tenía que ser cumpli-do, sino se aplicaría un cargo moratorio.

Corría el año de 1968, el equipo necesita-ba renovarse y me sentí solo con este nuevo proyecto. Pasó por mi mente mi vida en “LA EUREKA”, mi llegada a “LA AZTECA” y la socie-dad formada con mis compadres, y las deci-siones que siempre tomé bajo el apoyo de mi viejo amigo Don Enrique. No obstante ello, me aventé a comprar nueva maquinaria porque así lo requería la empresa foto 15 . De repente, me di cuenta que ya tenía nuevas deudas por la compra del equipo que llegó de Baltimore, Estados Unidos y estábamos a punto de estre-

13 Libro de registro de la marca del Yauco hacia 1954. Nótese que se registró incluso antes que la marca Peñafiel.

esa fecha se embotellaba en una máquina de pedal. Originalmente, este equipo era para el grupo Balseca que por motivos de la Segunda Guerra Mundial no llegó a tiempo y ellos tu-vieron que comprar antes otra. Don Enrique estaba feliz con estos logros que cuando nos reuníamos para presentar nuestros balances mensuales le gustaba recorrer las instalaciones y se molestaba que un socio pidiera prestado a cuenta de utilidades, y me exigió que parara esa situación ya que a él y a mi nos gustaba que creciéramos. En ese mismo año decidí que “El Tony Co.” saliera del anonimato por lo que me empeñé en transformarlo. Lo primero que bus-qué fue un buen envase y una bonita etiqueta, aún en contra de mis compañeros socios foto

10 . El único que compartía estos sueños con-migo era Don Enrique, quien me dijo que tenía carta abierta. “Hazlo, que cuentas conmigo“. Mis deseos eran que nuestros clientes se fija-

ran en que era “un refresco diferente”, cosa que logré. Con la inclusión de los socios Sr. Carlos Lizárraga (Capitalista) y Rodolfo Castañeda Pa-dilla, que quedó en lugar de Don Enrique Cas-tañeda en el año de 1950 se hace una nueva sociedad denominada EL MANANTIAL S DE R L fotos 11 y 12 . Al mismo tiempo y por iniciativa mía y el apoyo del resto de los socios, incluido Joaquín Espinoza de los Monteros que era el propietario original de la fórmula, se registra la marca “Tony Co.” a través de la Agencia GERSA a nombre del El Manantial S. de R.L., quedando así nuestra empresa como la única propietaria de la marca.

Para mi, el año de 1953 es triste porque pierdo a mi protector, el gran viejo amigo el Sr. Don Enrique Castañeda quien hasta la fecha sigue siendo mi inspiración y mi consejero, ya que cada logro que obtengo lo siento como si él lo viera y lo compartiera conmigo. En 1954,

12 Brindis de la creación de la nueva sociedad, El Manantial S de RL formada por los señores (de izquierda a Derecha) Carlos Lizárraga, Rodolfo Castañeda, Ángel Solorza, Presbítero Silverio González y Joaquín Espinoza de los Monteros, mejor conocido como Míster.

una L al final y te quitas de problemas. La “L” no suena tan fuerte y cumples con la norma” Así entonces pasó a llamarse ToniCol.

Como les platicaba a lo largo de este relato de mi vida, les recalco que he sido y seré una persona que siempre lucha por alcanzar algo más. Mi preocupación siempre ha sido mejo-rar mi fábrica en todos los aspectos y en vista de que mi equipo no alcanzaba a satisfacer la demanda del mercado, me hice un sueño sin olvidar la experiencia adquirida en mi pasado, para comprar nuevo equipo y hablando con mis hijos y mi esposa, decidí hacer una nueva fabrica en la que tuvimos una producción ma-yor, por lo que podré darle más proyección en el mercado nacional a mi refresco ToniCol. foto

17 Lo único que me entristece es que este nue-vo proyecto no lo puedo realizar en el lugar de toda mi vida puesto que el espacio es muy pequeño, pero a la vez me llena de alegría te-ner una fuente de trabajo para la comunidad. Ahora, la fábrica la tuve que construir en el

edificio de enfrente, a pesar de que no estaba del todo de acuerdo. Curiosamente, la vida me llevaba a los terrenos donde hacía veintitrés años el río me había jugado la broma de jugar con mis máquinas; no quedaba otra opción, la propiedad era mía y el terreno era suficiente para emprender este nuevo proyecto. Corría el año de 1990, llamé a la empresa Holstein und Kappert, mejor conocida como H&K a quien le pedí cotización del equipo que necesitaba: una máquina embotelladora de tecnología alemana y ensamblada en Sao Paulo Brasil. Con los precios en la mano, lo comuniqué a mis hijos y a mi esposa; volví a sentir el apoyo que toda la vida había tenido y que de algu-na u otra manera me hacia recordar mi época pasada. Ya habiéndolo platicado con mis hi-jos, me dirigí a los bancos y fue Banca Confía quien creyó en mi y que junto con Nacional Financiera me otorgaron el crédito en moneda nacional. El equipo estaba cotizado en dólares por lo que tuvimos que adquirir los suficien-

18 Vacaciones en Guadalajara, en los tradicionales portales. Se aprecian de Izquierda a derecha: Don Ángel, Martha, Angelito, Doña Rosita, Paco, Rosita e Ime.

narlo. Pero, para mi desgracia, el Río Baluarte me jugó una broma de susto, ya que durante la creciente del año de 1968 el equipo estaba tirado en el patio en donde hoy es mi nueva fábrica. El caudaloso río se dio el lujo de salir por las calles del Rosario y también entrar a nuestros terrenos, pasándonos arrastrado por un lado de la maquinaria; pero gracias a Dios todo quedó en susto.

Hacia principios de la década de 1970, la Secretaría de Salud me prohibió el nombre Tony Co. para nuestro producto principal, argu-

mentando que no era un producto medicinal y que no podía llevar ese nombre. Por tal motivo, me di a la tarea junto con mi esposa e hijos de encontrar la manera de que la marca no su-friera cambio fonético alguno. Primeramente intentamos modificar el nombre insertando un guión en medio entre las palabras Tony y Co, quedando entonces Tony-Co foto 16 . Posterior a ello, como la Secretaría de Salud no me per-mitió ese cambio, no tuvimos más remedio de agregarle una nueva letra. Mi esposa fue la que de repente me dijo: “Ángel, no batalles, ponle

14 Inauguración de la máquina embotelladora CEM 3-20 en el año de 1956.

15 Inauguración de la lavadora Archie Ladewig en el año de 1964.

16 Logotipo de Tony-Co. 17 Llenadora Holstein&Kappert VVF-Delta C 40. Año de 1992

yo y Angelito en los brazos de su mamá o de su hermana mayor, dependiendo del cansancio de cada una de ellas. Recordar esos momentos me hacen ser un hombre feliz. Caminábamos por la carretera, y mi esposa acostumbraba re-zar el Rosario, mientras los niños le contesta-ban cada uno de los rezos. La oración, fue sin duda una de las herramientas que usó Rosita para mantener unida esta familia, por lo que siempre le estaré agradecido, ya que gracias a esto, el respeto a sus padres como entre ellos mismos floreció y creció en los corazones de cada uno de mis hijos.

El amor de todos ellos quedó demostrado cuando Rosita y yo en 1992 cumplimos 50 años de casados. Definitivamente ver a mis hijos y nietos reunidos y felices por esta celebración, es sin lugar a dudas uno de los mejores regalos que he recibido. Al final de cuentas, mi nego-cio es familiar porque todos mis hijos trabajan en él, todos me ayudan y espero que este mis-mo legado continúe de generación en gene-

ración. foto 19

Hoy, volviéndome a la realidad, veo todas esas sociedades realizadas con mis hijos y mi espo-sa. Mi hija Isabel, mejor conocida como Ime vive en E.U.A.; Rosa Beatriz en la Cd. de México, donde distribuye el producto TONICOL. Ac-tualmente soy el Director General de la Empre-sa con la ayuda de mis tres hijos que son los que viven cerca de nosotros. Francisco actual-mente es Gerente Gral.; Martha Elena es la que siempre se quedó con nosotros ya que entró a la empresa desde muy jovencita, quien hoy en día recibe el apoyo de su esposo Ricardo y su hijo Richard. Ángel es Gerente del Centro de Distribución en Mazatlán y encargado del de-sarrollo de Ventas. Hoy, después de ver todos los logros, le pido únicamente a Dios que me siga dando fuerza y visión para seguir adelante y que mis hijos reciban como herencia la vida que nosotros sus padres les hemos dado.

Octubre de 1995

19 Fotografía de los 50 años de matrimonio de Don Ángel y Doña Rosita, con todos sus hijos.

tes para hacer el pago al proveedor. Gracias a Dios, siempre me ha dado la visión y la fortuna de no sufrir ninguna crisis financiera, a pesar de jugar con divisas extranjeras.

Pero me hacía falta la lavadora, y como caído del cielo me visitó un representante de la compañía americana Crown Cork en Méxi-co ofreciéndome una lavadora nueva de su fabricación, a la medida de mis necesidades y me sorprendió el precio que me cotizaron. No obstante ello, traían instrucciones de que se hiciera la operación con El Manantial, por lo que me ofrecieron el precio más bajo que era de $250,000 dólares, los cuales fueron pagados religiosamente: $10,000 dólares de inmediato y el resto pagaderos en 24 mensua-lidades de $10,000 dólares sin intereses. Nue-vamente, le doy gracias a Dios por no encon-trarme con ninguna devaluación. La compañía Crown Cork de México nos conocía desde hace tiempo ya que todos mis equipos anteriores los habíamos comprado con ellos.

El cinco de mayo de 1992 quedan corona-dos mis sueños ya que ese día fue el arranque del equipo nuevo, trayendo consigo en ese momento la bendición estando presente toda mi familia y mis trabajadores. Esta era la forma en que le agradecía a Dios.

En el año de 1993 hay un detalle muy im-portante en mi vida ya que a mis casi 82 años se presentó un capacitador de la Nacional Finan-ciera, el Lic. Juan José Toledo Carrillo, a traer-nos un “Programa de Mejora Continua” y, como siempre, se los hice saber a mis hijos, y esta fue otra decisión que tomaríamos juntos. Desde un inicio hubo entusiasmo, ya que nos conocería-mos en el campo del estudio. Esta experiencia la vivieron conmigo mis hijos Francisco, Martha Elena y Ángel. Así mismo, la compartimos en compañía de nuestro contador de la empresa Lic. Enrique Osuna Flores y el asesor Bernardi-no Pale. Al final del curso recibimos de manos del Lic. Víctor Coppel un reconocimiento, ya que las 60 horas prometidas se volverían 120

horas. Sentí que mis hijos y yo, junto con nues-tro contador y asesor habíamos hecho un gran equipo del cual me siento satisfecho, ya que nuestro producto ToniCol se vende en gran parte de la República Mexicana, planeando a futuro exportarlo, lo cual está en trámite.

Nunca me imaginé ver el estadio de béis-bol Teodoro Mariscal convertido en un triunfo para mi refresco, estoy hablando de la “EXPO CANANCINTRA MAZATLAN 1995 “ donde ob-tuvimos los cuatro primeros lugares que se otorgaban como son: CALIDAD, STAND MAS VISITADO , STAND MAS CREATIVO, y sobre todo por LA PARTICIPACIÓN QUE TUVIMOS.

Ver todos estos éxitos y recordar aquel año de 1925 comparado con el año de 1995 son 70 años de haber incursionado en el mundo de los refrescos, por lo que me siento orgulloso de realizar mis sueños en esta ciudad de El Rosario a la que tanto le debo, ya que fue la que me albergó en los momentos críticos de mi infan-cia. De repente viene a mi mente mi vida com-pleta: El muchacho de 14 años con ilusiones de hacer algo en la vida, mi boda con Rosita, las vacaciones con mis hijos en Guadalajara foto 18 donde siempre aproveché para compartir con ellos momentos de felicidad a pesar de mis múltiples ocupaciones, y ahora ser yo un anciano. Todavía recuerdo que el amor a la em-presa se los inculqué a todos ellos desde muy pequeños, a pesar de que yo no era el dueño absoluto. Íbamos a Guadalajara de paseo y aprovechaba para traerme corcholata y gas carbónico en la caja de mi camioneta. En aque-llos tiempos 5 cajas de corcholata y 2 cilindros de Bióxido de Carbono bastaban para nuestra producción. Mis hijos Martha y Paco y muchos muchachos como el hoy Dr. Guillermo Gosset tuvieron que venirse de Guadalajara entre los cartones de corcholata, de tal manera que aprovechaban el raite para venir a visitar a sus familias. Adelante, conmigo en la cabina, venía Ime por ser la mayor; Rosita, que siempre fue dormilona, tenía que venirse entre mi esposa y

POLITICA DE CALIDADEL MANANTIAL SA DE CV

SOMOS una empresa cuyo objetivo principal es la SATISFACCIÓN del CLIENTE. Cada bebida que FABRICAMOS y/o DISTRIBUIMOS es una expresión de nuestro COMPROMISO diario con aquellos que disfrutan de nuestros productos, por lo que siempre tenemos en mente:

1. FIDELIDAD Como expresión de dedicación y respeto a nosotros mismos, a nuestra empresa y a nuestros consumidores.

2. INNOVACIÓN Como parte de nuestro reto diario para el mejoramiento continúo.

3. EFICIENCIA En nuestro trabajo, de tal forma que nuestra empresa y nuestros consumidores se vean beneficiados con mejores productos.

4. CONSCIENCIA De que elaboramos productos destinados a seres humanos que buscan satisfacer una necesidad, y que por ello merecen nuestra total RESPONSABILIDAD.

5. DIFERENCIACIÓN En todos los productos y servicios que ofrecemos, otorgándole al cliente el mayor valor agregado posible mediante productos y servicios diferentes, a los que normalmente encuentra en el mercado.

NUESTRA MISIONEl Manantial es una empresa que elabora refrescos destinados a satisfacer el gusto de los seres humanos que buscan un sabor diferente.Los refrescos de El Manantial, son únicos , utilizan ingredientes de la mas alta calidad.Continuamente, nos comprometemos a mejorar el servicio para la satisfacción de nuestros clientes.

NUESTRA VISIÓNSer una empresa líder en el mundo de las bebidas, ofreciendo a nuestros consumidores productos de la más alta calidad.

VALORES

• Servicio.- Nos identificamos como una empresa con trato amable, cálido, que sabe cumplir con las entregas y con los compromisos adquiridos.

• Higiene.- Nos preocupamos por mantener las normas mas estrictas de higiene en los productos que elaboramos.

• Honestidad.-Buscamos por ser una empresa responsable con vendedores profesionales.• Equidad.-Realizamos tratos justos que beneficien a los proveedores, la empresa,

distribuidores y clientes.

INNOVACIÓNEl Manantial desde sus inicios siempre se ha caracterizado por contar con tecnología de punta. Sus predecesoras, la azteca y la eureka ya contaban con la tecnología más fina para la fabricación de refrescos. Sin embargo, es gracias a Ángel y su mentalidad Vanguardista lo que sigue impulsando a esta empresa en tener tecnología de punta. Hoy por hoy somos una empresa moderna con procesos totalmente integrados que nos permiten ser autosuficientes desde la elaboración de la botella, los concentrados y jarabes, hasta el producto final. Nuestras líneas de proceso guardan un concepto de modernidad y sustentabilidad que nos hacen ser líderes en el ramo en toda Latinoamérica.

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Q uiero dar un especial agra-

decimiento a mi hijo Tobías

Ricardo por ayudarme a hacer esta

compilación de la vida de nuestro

padre, quien en 1991 me confió

toda su historia para escribir este

relato y que en 1995 fue perfeccio-

nado y aumentado. Hoy, gracias al

apoyo de Tobías, hemos logrado

crear este libro para la memoria de

nuestra familia y de nuestra empre-

sa, de generación en generación.

MARTHA ELENA SOLORZA DE LOZANO

Hoy en día, año 2011, y con la ausencia terrenal de nuestro padre Don Ángel Solorza González quien pasó a la vida eterna el 18 de Octubre 1998, y quien hoy 16 de Octubre de 2011 cumple

100 años de vida, nosotros sus hijos Isabel Mercedes, Francisco, Martha Elena, Rosa Beatriz y Ángel, gracias a la formación que nos inculcaron tanto él como nuestra madre Rosita, hemos mantenido y crecido el legado que nuestros padres nos dejaron, por lo que actualmente contamos con tecno-logía de punta para el embotellado de nuestros productos. Nuestra política de calidad contempla los valores que siempre caracterizaron a nuestro padre, siendo la innovación el más peculiar de ellos. De igual forma, nuestra visión y misión empresarial siempre lleva en mente seguir contribu-yendo al apoyo de nuestro Rosario el que tanto nos ha dado, fundamentalmente a la juventud que tanto necesita desarrollarse por lo que siempre estamos comprometidos en el apoyo del deporte y la educación, dado que fueron las actividades que más buscó nuestro padre. Actualmente conta-mos con sistemas de gestión empresarial de primer mundo, donde enlazamos todos nuestros cen-tros de distribución localizados en Ciudad de México, Guadalajara, Culiacán, Mazatlán y Rosario. Hemos iniciado un proyecto de exportación en Estados Unidos y tenemos en mente muchas otras cosas que hoy en día nos hacen ser una empresa líder en México en una industria tan competida como la nuestra. Nuestro valor más importante es la diferenciación y buscamos siempre dar lo mejor de nosotros a nuestros clientes y proveedores, sin olvidar los valores que nuestros padres nos inculcaron, donde siempre contamos con la equidad como valor fundamental.

Nuestros procesos están integrados por completo; desde la fabricación de nuestro propio en-vase de plástico, pasando por el concentrado, el jarabe y el llenado de nuestros productos, así como la distribución y las ventas al mayoreo y menudeo. ToniCol, ToniCol Light, Agua Purificada del Del Yauco y nuestro Jugo Tony, además de las franquicias Orange Crush, Sidral Mundet, Titán y Sangría Señorial integran nuestro portafolio de productos. Hoy por hoy, somos una empresa moderna que siempre tiene en mente el sueño de nuestro padre:

Seguir haciendo algo en la vida

PARA NUESTRO PADRE

Panorámica que muestra la embotelladora El Manantial SA de CV, 2011.

ehm nehm nehm nehm nehm nehgfo pgfo pgfo pgfo pgfo pgf

Detrás de un gran hombre, siempre hay una gran mujer…