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27 Un mes de cuarentena en Perú: anormalidad, Estado y neoliberalismo Alonso Marañon* eso ocurrió en las tres últimas revoluciones: la na- cional-popular en 1968 (reforma agraria, industria- lización, expansión del poder estatal), la democráti- co-burguesa en 1979 (asamblea constituyente, voto universal, legalización de todas las fuerzas políticas) y la neoliberal en 1992 (nueva constitución, ajuste estructural). Desde inicios de los años noventa, nuestro país vivió un largo período de estabilidad bajo el neolibera- lismo. Las reformas de mercado implementadas en ese entonces por Alberto Fujimori en la presidencia (1990-2000) iniciaron una nueva etapa en la vida na- cional. El nuevo modelo se instaló con relativa faci- lidad en un contexto de dos grandes problemas que El COVID-19 cambió la normalidad peruana. La cua- rentena, el toque de queda, los policías y militares en todos lados, la economía paralizada, todo ello ha transformado la vida del país, y parece que no será temporal. Al respecto, un “termómetro” que advier- te de una crisis, o de estar cerca a una, es la combi- nación de una contracción económica más la pre- sencia activa de los militares en el espacio público. Al interés común le cuesta articular a los intereses privados. Entonces la fuerza se coloca por encima del consenso que da sentido a la comunidad. En el Perú, la contracción económica y el rol protagónico militar han estado asociados a periodos de ruptura de un orden y de aparición de uno nuevo (sin que eso signifique que sea completamente nuevo). Al menos, ANDINA/Mindef

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Page 1: ANDINA/Mindef Un mes de cuarentena en Perú · transformado la vida del país, y parece que no será temporal. Al respecto, un “termómetro” que advier-te de una crisis, o de

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Un mes de cuarentena en Perú:anormalidad, Estado y neoliberalismoAlonso Marañon*

eso ocurrió en las tres últimas revoluciones: la na-

cional-popular en 1968 (reforma agraria, industria-

lización, expansión del poder estatal), la democráti-

co-burguesa en 1979 (asamblea constituyente, voto

universal, legalización de todas las fuerzas políticas)

y la neoliberal en 1992 (nueva constitución, ajuste

estructural).

Desde inicios de los años noventa, nuestro país vivió

un largo período de estabilidad bajo el neolibera-

lismo. Las reformas de mercado implementadas en

ese entonces por Alberto Fujimori en la presidencia

(1990-2000) iniciaron una nueva etapa en la vida na-

cional. El nuevo modelo se instaló con relativa faci-

lidad en un contexto de dos grandes problemas que

El COVID-19 cambió la normalidad peruana. La cua-

rentena, el toque de queda, los policías y militares

en todos lados, la economía paralizada, todo ello ha

transformado la vida del país, y parece que no será

temporal. Al respecto, un “termómetro” que advier-

te de una crisis, o de estar cerca a una, es la combi-

nación de una contracción económica más la pre-

sencia activa de los militares en el espacio público.

Al interés común le cuesta articular a los intereses

privados. Entonces la fuerza se coloca por encima

del consenso que da sentido a la comunidad. En el

Perú, la contracción económica y el rol protagónico

militar han estado asociados a periodos de ruptura

de un orden y de aparición de uno nuevo (sin que eso

signifique que sea completamente nuevo). Al menos,

ANDINA/Mindef

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provenían de los años ochenta: el conflicto armado

entre el Estado y principalmente la organización

subversiva “Sendero Luminoso”; y la hiperinflación

ocasionada en el gobierno de Alan García (1985-

1990). Por ello, los años ochenta en el Perú fueron

un “shock social”, sinónimo de una década perdida,

de inestabilidad, de miles de muertes y desapareci-

dos, de terror.

La derecha logró que los años noventa fueran perci-

bidos como el sinónimo del inicio de la pacificación,

del crecimiento económico, del progreso (a pesar del

autoritarismo de Fujimori). En esta década la hiperin-

flación desapareció y los grupos subversivos fueron

derrotados. Ello, según el sentido común, se debió

al proyecto de Fujimori y sus políticas neoliberales.

Al mismo tiempo, los dere-

chos sociales y los servicios

públicos fueron reducidos

considerablemente, la iz-

quierda y los movimientos

pasaron a ocupar un lugar

marginal en la política, el

poder fue reconcentrado

por las grandes empresas y

una nueva subjetividad del

“sálvese quien pueda” sur-

gió. Sin embargo, el discur-

so victorioso de todos los

gobiernos, desde Fujimori

hasta nuestro actual presi-

dente Martín Vizcarra, ha

sido que el Perú está en la

senda correcta del desarro-

llo. Desde 1992, el modelo

se mantiene intacto. Aún

es un tema pendiente de

interpretación explicar el “éxito” del neoliberalismo

peruano para construir mediaciones en las masas,

élites, instituciones y territorios, al menos en un gra-

do suficiente para superar hasta ahora todas las re-

sistencias, desafíos y críticas realizadas (que no han

sido pocas).

El éxito del modelo se mantuvo presente aun cuan-

do se volvieron mediáticos los casos de corrupción

en torno a Odebrecht. El país entero asistió a un

espectáculo de importantes políticos y empresa-

rios que eran delatados en los interrogatorios en

Curitiba, en el marco de la investigación del Equipo

Especial Lavajato de la Fiscalía de la Nación. Como

parte de este proceso, en donde todos los expresi-

dentes electos desde el “retorno a la democracia”

en el 2001 están siendo investigados, sucedieron

disputas entre las derechas por conservar un poder

que veían amenazado por el avance de las investiga-

ciones judiciales. Ello generó inestabilidades en las

instituciones estatales desde fines del 2017, como la

vacancia del presidente Pedro Pablo Kuczynski en

Marzo del 2018 por parte del congreso y la posterior

asunción del vicepresidente Martin Vizcarra como

nuevo presidente. Asimismo, el último episodio de

estos enfrentamientos terminó con la disolución

del congreso por parte del presidente el 30 de Sep-

tiembre del 2019. Entre el intercambio de ideas de

las izquierdas, existió un razonable escepticismo de

que los hechos en torno a Odebrecht implicaran un

cambio de rumbo de nuestro país, pues el conflicto

estaba centrado en las instituciones estatales, prota-

gonizado por las derechas y el modelo no estuvo en

cuestión. La gran corrupción parecía muy alejada de

las preocupaciones de la vida cotidiana.

¿Seguiremos en la misma senda en este nuevo perio-

do de crisis abierto por la pandemia del COVID-19?

Ahora sí, no solo se estremecen algunas partes del

Estado, sino la economía, la cultura, en general toda

la vida. Las contradicciones y fisuras del neolibera-

lismo ahora son más explícitas que antes. Pero la

interpelación siempre es un trabajo político, no au-

tomático, cuyos resultados imprevisibles no son de

corto plazo.

La situación actualNuestra economía es informal, exportadora y do-

minada por las posturas de la Confederación Na-

cional de Instituciones Empresariales Privadas

- CONFIEP (el gremio empresarial más grande del

país orientado al capital transnacional). En el 2018

un 72,4% trabajaba en el sector informal, más de

12 millones de peruanos; mientras que un 27,6%

ocupó empleos formales, aproximadamente unos

4 millones y medio de peruanos.1

La informalidad

se concentra en los sectores de mayor pobreza que

son trabajadores familiares no remunerados, tra-

bajadores del hogar e independientes (autoempleo

o negocio propio de muy diverso tipo). Esta es la

tendencia de los últimos años, lo que significa que

la gran mayoría de peruanos no cuenta con contra-

tos laborales ni tienen seguridad social. Asimismo,

nuestra economía está orientada en gran medida

a la exportación, la cual en el 2018 aportó un 21%

al PBI, la mayor parte por productos tradicionales.

Por ejemplo, la participación del sector minero en

el PBI fue de un 9%.2

Nuestros principales socios

comerciales son China, América Latina y Estados

“En esta década la hiperinflación desapareció

y los grupos subversivos fueron derrotados. Ello,

según el sentido común, se debió al proyecto de Fujimori y sus políticas neoliberales. Al mismo

tiempo, los derechos sociales y los servicios

públicos fueron reducidos considerablemente, la

izquierda y los movimientos pasaron a ocupar un lugar marginal en la política, el poder fue reconcentrado

por las grandes empresas y una nueva subjetividad del

‘sálvese quien pueda’ surgió."

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Unidos, por lo que nuestra economía resulta muy

dependiente por los factores externos.

La cuarentena, decretada por el gobierno desde

el 16 de Marzo y progresivamente ampliada en el

transcurso de las semanas, está exponiendo conti-

nuamente todos los problemas del actual modelo

nacional. En primer lugar, la mayoría del país tiene

serias dificultades para atravesar una situación de

cese de todas las actividades no-esenciales, más aún

cuando trabajan en el sector informal y muchos

dependen de sus ingresos diarios o semanales para

subsistir. Una encuesta telefónica realizada entre

el 20 y 21 de Marzo mostró que, a nivel nacional y

urbano, un 25% de personas (ubicadas mayormen-

te en los sectores más precarios) se habían quedado

sin trabajo.3

Otra encuesta urbana a nivel nacional

realizada por internet entre el 31 de Marzo y el 3 de

Abril informa que un 53% del nivel socioeconómi-

co más bajo ha dejado de recibir ingresos económi-

cos. Por lo tanto, es la clase trabajadora la que está

cargando con los efectos de la crisis económica. El

hambre se está convirtiendo en un tema central en

nuestro país.

En segundo lugar, otro problema es la ortodoxia

del neoliberalismo. La mayoría de políticos, econo-

mistas, opinologos y tecnócratas manifiestan cons-

tantemente que no hay

alternativa a la forma en

la cual se ha administrado

el país en los últimos años.

En el caso concreto del go-

bierno, se ha recurrido a la

focalización y al subsidio a

las grandes empresas para

paliar los efectos sociales

de la cuarentena. Por un

lado, un subsidio moneta-

rio de 380 soles (111 dólares

aproximadamente) fue re-

partido a sectores urbanos

de pobreza y extrema po-

breza, además de a traba-

jadores independientes de

bajos recursos. No solo el

monto resulta escaso para

las familias cuando la canasta básica mensual de

una persona en Perú excede los 100 dólares, sino que

“La cuarentena, decretada por el gobierno desde el 16 de Marzo y progresivamente ampliada en el transcurso de las semanas, está exponiendo continuamente todos los problemas del actual modelo nacional. En primer lugar, la mayoría del país tiene serias dificultades para atravesar una situación de cese de todas las actividades no-esenciales, más aún cuando trabajan en el sector informal y muchos dependen de sus ingresos diarios o semanales para subsistir.”

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además ha pasado más de un mes desde que dicho

bono fue anunciado y aún no llega a todos los 2,7 mi-

llones de familias del registro estatal. El poder ejecu-

tivo complementó este subsidio con la transferencia

de recursos a los gobiernos locales para la entrega de

canastas de alimentos a las familias más precarias,

lo cual también ha sido problemático por no abar-

car al conjunto de precarizados (que como hemos

visto es muy extenso), además de las denuncias por

corrupción o la entrega de canastas poco nutritivas.

Por otro lado, a través del programa “Reactiva Perú”,

el gobierno anunció una inyección de hasta 300 mi-

llones de soles a las empresas por medio de crédi-

tos que otorgaran los bancos. No obstante, diversas

críticas han surgido en relación a que el programa

no podrá cubrir a los pequeños y medianos empresa-

rios debido a que el gobierno no define aún las reales

tasas de interés que los bancos aplicarán en dichos

créditos, ni la forma en que se intentará alcanzar a

las empresas relacionadas con la informalidad. Por

último, el gobierno ha dado libertad a todas las em-

presas para que puedan suspender sus actividades

y dejar que los trabajadores

subsistan con sus ahorros.

Las ideas de hacer que los

ricos paguen más y que los

trabajadores estén protegi-

dos aún son marginales en

el Perú.

El panorama de los sec-

tores populares es muy

complicado ante la crisis

económica y el desamparo

del Estado. Mucha gente

se reúne en los mercados

para vender lo que puedan

para subsistir o para hacer

largas colas y comprar lo

que les permita sus bajos

ingresos. La crisis econó-

mica, la falta de refrigera-

dores en las viviendas, el

hacinamiento y el horario

restringido de compras

promueven grandes aglo-

meraciones en los merca-

dos. Asimismo, miles de

personas, al no tener dine-

ro para pagar su alquiler y

no haber recibido el subsi-

dio estatal, están forzadas a

caminar cientos de kilóme-

tros para regresar a sus regiones de origen. Este tipo

de acciones, en mayor o menor medida, han sido

calificadas desde el stablishment como expresiones

de “irresponsabilidad”. Los ciudadanos que salen de

su casa serían irracionales y tontos por realizar ac-

tos que perjudiquen a la salud personal y colectiva.

De parte del gobierno, esto se ha visto materializado

en multas a quienes incumplan con la cuarentena

y el toque de queda. Otro factor a tomar en cuenta,

aparte de las precarias condiciones de vida, es que

la relación sociedad-estado ha sido una muy aleja-

da del cumplimiento estricto de las normas. Al fin y

al cabo, el proyecto del neoliberalismo ha sido que

cada uno resuelva sus propios problemas solo o en

familia, adecuando las directrices estatales a su con-

veniencia y según sus posibilidades (“la pendejada”,

le decimos). De ahí que el sistema de salud y sus tra-

bajadores estén en pésimas condiciones, incluso an-

tes de la pandemia. Un ejemplo es que Perú es uno de

los países de América Latina con menor número de

camas UCI (unidad de cuidados intensivos) por cada

100 000 habitantes.

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* Politólogo. Militante del Movimiento Nuevo Perú. Miembro del Comité Editorial de la Revista “Ojo Zurdo”: www.revistaojozurdo.pe. Este texto

fue escrito el 19 de Abril de 2020. Apareció originalmente en portugués en Esquerda Online: https://bit.ly/3bXLh2c

1. https://www.inei.gob.pe/media/MenuRecursivo/publicaciones_digitales/Est/Lib1678/libro.pdf 2. https://propuestaciudadana.org.pe/wp-content/uploads/2019/12/Vigilancia-de-las-Industrias-Extractivas-Reporte-nacional-N%C2%B0-23-

balance-2018.pdf?fbclid=IwAR0QXBZocMaGeDipME_W9ZGYWFWp_C6W9j-j26245sI497xTVs7vdS7NO9I 3. https://www.ipsos.com/sites/default/files/cuarentena-covid-19-encuesta-peru.pdf 4. https://elcomercio.pe/politica/encuesta-el-comercio-ipsos-el-83-respalda-a-vizcarra-y-el-79-a-su-gestion-de-la-crisis-noticia/

Las estrategias y el futuroEl primer mes de cuarentena ha terminado con una

buena aprobación de la opinión pública para el go-

bierno.4

Una encuesta urbana a nivel nacional, reali-

zada la última semana, informa que existe un amplio

reconocimiento de que el presidente, los principales

ministros del Estado, los médicos, los militares y po-

licías están realizando un trabajo adecuado. La desa-

probación más bien se dirige al comportamiento de

la misma ciudadanía durante la cuarentena. La es-

trategia de un presidente que aparece en televisión

varios días a la semana para informar de la situación

nacional y apelar a la responsabilidad parece fun-

cionar. En este último mes, el presidente ha denun-

ciado a las Administradores de Fondos de Pensiones

(AFPs) por sus comisiones abusivas, ha defendido

unas reformas políticas a favor de la participación

de las mujeres, ha anunciado un bono para el sector

rural, ha denunciado la homofobia, etc. Intenta, en

fin, articular diversas demandas e identidades para

proyectar un liderazgo mediador. Le facilita las co-

sas que la oposición se encuentre desordenada, que

la situación sea más grave en otros países y sobre-

todo que el Estado este en el centro de la discusión.

Esto le brinda la iniciativa para construir una apa-

riencia de mediación entre las diferentes presiones

y exigencias de prácticamente todos los grupos del

país, que piden bonos, subsidios, créditos, derechos,

recursos, intervenciones de precios, etc. Esa presión

ira incrementándose cada vez más, al mismo tiempo

que también la cantidad de contagiados (1000 por

día hasta el momento) y de muertos. La gran con-

centración de expectativas, miedos y demandas en

torno al Estado hace prever que el proceso actual

recién inicia.

Después del primer mes de cuarentena, las izquier-

das han comenzado a lanzar desafíos y propuestas

al privilegio estructural que tiene el Estado hacia los

grandes capitales. Después de mucho tiempo, espon-

táneamente, las izquierdas están proponiendo una

agenda similar. Por ejemplo, Veronika Mendoza,

presidenta del Movimiento Nuevo Perú, ha propues-

to un bono universal de 1000 soles (294 dólares) a

quienes no perciban un sueldo y la creación de un

impuesto de 1% a las grandes fortunas. En sintonía

con ello, el Frente Amplio,

otra fuerza política de iz-

quierda, ha propuesto a

través de la congresista

Rocío Silva Santisteban un

bono de renta básica uni-

versal de 1000 soles a todos

los ciudadanos mayores de

edad. Finalmente, el Co-

mité de Lucha Sindical y

Popular está impulsando

la campaña #QuePaguen-

LosRicos a través de ban-

derolasos, tuitasos y cace-

rolazos, exigiendo el bono

universal, el impuesto a las

riquezas, entre otros. Todas

estas acciones, asociadas

por los medios de comu-

nicación al populismo o al

terrorismo o al fracaso, son parte de una larga lucha

por cambiar el sentido común. Implican resaltar que

la riqueza es creada por la clase trabajadora pero

apropiada injustamente por una minoría. Antes que

una discusión técnica es entonces una discusión po-

lítica, donde el fin es convencer que esas medidas

son relativamente posibles y alcanzables.

El Perú vivía ya una situación relativamente extraña

antes de que llegara la pandemia. Ahora la normali-

dad está totalmente afectada. Vivimos el comienzo

de una crisis mundial. Los tiempos se irán aceleran-

do a medida que las condiciones de vida sean más

adversas. El Estado estará sitiado por la presión de

las diversas instancias de la sociedad civil. Distintos

puntos de conflictos aparecerán y un tiempo de re-

forma estructurales probablemente se abrirá. Más

temprano que tarde.

“las izquierdas han comenzado a lanzar desafíos y propuestas al privilegio estructural que tiene el Estado hacia los grandes capitales. Después de mucho tiempo, espontáneamente, las izquierdas están proponiendo una agenda similar. Por ejemplo, Veronika Mendoza, presidenta del Movimiento Nuevo Perú, ha propuesto un bono universal de 1000 soles (294 dólares) a quienes no perciban un sueldo y la creación de un impuesto de 1% a las grandes fortunas.”