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Análisis y comentario de “¡Adiós, Cordera!”, de “Clarín” 0. FUENTE DE LECTURA: ¡Adiós, Cordera!, Leopoldo Alas (Clarín) [Cuento. Texto completo] http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/alas/adios.htm 1. Eran tres: ¡siempre los tres! Rosa, Pinín y la Cordera. 2. El prao Somonte era un recorte triangular de terciopelo verde tendido, como una colgadura, cuesta abajo por la loma. Uno de sus ángulos, el inferior, lo despuntaba el camino de hierro de Oviedo a Gijón. Un palo del telégrafo, plantado allí como pendón de conquista, con sus jícaras blancas y sus alambres paralelos, a derecha e izquierda, representaba para Rosa y Pinín el ancho mundo desconocido, misterioso, temible, eternamente ignorado. Pinín, después de pensarlo mucho, cuando a fuerza de ver días y días el poste tranquilo, inofensivo, campechano, con ganas, sin duda, de aclimatarse en la aldea y parecerse todo lo posible a un árbol seco, fue atreviéndose con él, llevó la confianza al extremo de abrazarse al leño y trepar hasta cerca de los alambres. Pero nunca llegaba a tocar la porcelana de arriba, que le recordaba las jícaras que había visto en la rectoral de Puao. Al verse tan cerca del misterio sagrado, le acometía un pánico de respeto, y se dejaba resbalar de prisa hasta tropezar con los pies en el césped. 3. Rosa, menos audaz, pero más enamorada de lo desconocido, se contentaba con arrimar el oído al palo del telégrafo, y minutos, y hasta cuartos de hora, pasaba escuchando los formidables rumores metálicos que el viento arrancaba a las fibras del pino seco en contacto con el alambre. Aquellas vibraciones, a veces intensas como las del diapasón, que, aplicado al oído, parece que quema con su vertiginoso latir, eran para Rosa los papeles que pasaban, las cartas que se escribían por los hilos, el lenguaje incomprensible que lo ignorado hablaba con lo ignorado; ella no tenía curiosidad por entender lo que los de allá, tan lejos, decían a los del otro 1 5 10 15 20 25 30 35

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Análisis y comentario de “¡Adiós, Cordera!”, de “Clarín”

0. FUENTE DE LECTURA:

¡Adiós, Cordera!, Leopoldo Alas (Clarín)

[Cuento. Texto completo]http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/alas/adios.htm

1. Eran tres: ¡siempre los tres! Rosa, Pinín y la Cordera.2. El prao Somonte era un recorte triangular de terciopelo verde tendido,

como una colgadura, cuesta abajo por la loma. Uno de sus ángulos, el inferior, lo despuntaba el camino de hierro de Oviedo a Gijón. Un palo del telégrafo, plantado allí como pendón de conquista, con sus jícaras blancas y sus alambres paralelos, a derecha e izquierda, representaba para Rosa y Pinín el ancho mundo desconocido, misterioso, temible, eternamente ignorado. Pinín, después de pensarlo mucho, cuando a fuerza de ver días y días el poste tranquilo, inofensivo, campechano, con ganas, sin duda, de aclimatarse en la aldea y parecerse todo lo posible a un árbol seco, fue atreviéndose con él, llevó la confianza al extremo de abrazarse al leño y trepar hasta cerca de los alambres. Pero nunca llegaba a tocar la porcelana de arriba, que le recordaba las jícaras que había visto en la rectoral de Puao. Al verse tan cerca del misterio sagrado, le acometía un pánico de respeto, y se dejaba resbalar de prisa hasta tropezar con los pies en el césped.

3. Rosa, menos audaz, pero más enamorada de lo desconocido, se contentaba con arrimar el oído al palo del telégrafo, y minutos, y hasta cuartos de hora, pasaba escuchando los formidables rumores metálicos que el viento arrancaba a las fibras del pino seco en contacto con el alambre. Aquellas vibraciones, a veces intensas como las del diapasón, que, aplicado al oído, parece que quema con su vertiginoso latir, eran para Rosa los papeles que pasaban, las cartas que se escribían por los hilos, el lenguaje incomprensible que lo ignorado hablaba con lo ignorado; ella no tenía curiosidad por entender lo que los de allá, tan lejos, decían a los del otro extremo del mundo. ¿Qué le importaba? Su interés estaba en el ruido por el ruido mismo, por su timbre y su misterio.

4. La Cordera, mucho más formal que sus compañeros, verdad es que, relativamente, de edad también mucho más madura, se abstenía de toda comunicación con el mundo civilizado. y miraba de lejos el palo del telégrafo como lo que era para ella, efectivamente, como cosa muerta, inútil, que no le servía siquiera para rascarse. Era una vaca que había vivido mucho. Sentada horas y horas, pues, experta en pastos, sabía aprovechar el tiempo, meditaba más que comía, gozaba del placer de vivir en paz, bajo el cielo gris y tranquilo de su tierra, como quien alimenta el alma, que también tienen los brutos; y si no fuera profanación, podría decirse que los pensamientos de la vaca matrona, llena de experiencia, debían de parecerse todo lo posible a las más sosegadas y doctrinales odas de Horacio.

5. Asistía a los juegos de los pastorcicos encargados de llindarla1, como una abuela. Si pudiera, se sonreiría al pensar que Rosa y Pinín tenían por misión en el prado cuidar de que ella, la Cordera, no se extralimitase, no se metiese por la vía del ferrocarril ni saltara a la heredad vecina. ¡Qué había de saltar! ¡Qué se había de meter!

6. Pastar de cuando en cuando, no mucho, cada día menos, pero con atención, sin perder el tiempo en levantar la cabeza por curiosidad necia,

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escogiendo sin vacilar los mejores bocados, y, después, sentarse sobre el cuarto trasero con delicia, a rumiar la vida, a gozar el deleite del no padecer, del dejarse existir: esto era lo que ella tenía que hacer, y todo lo demás aventuras peligrosas. Ya no recordaba cuándo le había picado la mosca.

7. “El xatu (el toro), los saltos locos por las praderas adelante... ¡todo eso estaba tan lejos!”

8. Aquella paz sólo se había turbado en los días de prueba de la inauguración del ferrocarril. La primera vez que la Cordera vio pasar el tren, se volvió loca. Saltó la sebe de lo más alto del Somonte, corrió por prados ajenos, y el terror duró muchos días, renovándose, más o menos violento, cada vez que la máquina asomaba por la trinchera vecina. Poco a poco se fue acostumbrando al estrépito inofensivo. Cuando llegó a convencerse de que era un peligro que pasaba, una catástrofe que amenazaba sin dar, redujo sus precauciones a ponerse en pie y a mirar de frente, con la cabeza erguida, al formidable monstruo; más adelante no hacía más que mirarle, sin levantarse, con antipatía y desconfianza; acabó por no mirar al tren siquiera.

9. En Pinín y Rosa la novedad del ferrocarril produjo impresiones más agradables y persistentes. Si al principio era una alegría loca, algo mezclada de miedo supersticioso, una excitación nerviosa, que les hacía prorrumpir en gritos, gestos, pantomimas descabelladas, después fue un recreo pacífico, suave, renovado varias veces al día. Tardó mucho en gastarse aquella emoción de contemplar la marcha vertiginosa, acompañada del viento, de la gran culebra de hierro, que llevaba dentro de sí tanto ruido y tantas castas de gentes desconocidas, extrañas.

10. Pero telégrafo, ferrocarril, todo eso, era lo de menos: un accidente pasajero que se ahogaba en el mar de soledad que rodeaba el prao Somonte. Desde allí no se veía vivienda humana; allí no llegaban ruidos del mundo más que al pasar el tren. Mañanas sin fin, bajo los rayos del sol a veces, entre el zumbar de los insectos, la vaca y los niños esperaban la proximidad del mediodía para volver a casa. Y luego, tardes eternas, de dulce tristeza silenciosa, en el mismo prado, hasta venir la noche, con el lucero vespertino por testigo mudo en la altura. Rodaban las nubes allá arriba, caían las sombras de los árboles y de las peñas en la loma y en la cañada, se acostaban los pájaros, empezaban a brillar algunas estrellas en lo más oscuro del cielo azul, y Pinín y Rosa, los niños gemelos, los hijos de Antón de Chinta, teñida el alma de la dulce serenidad soñadora de la solemne y seria Naturaleza, callaban horas y horas, después de sus juegos, nunca muy estrepitosos, sentados cerca de la Cordera, que acompañaba el augusto silencio de tarde en tarde con un blando son de perezosa esquila.

11. En este silencio, en esta calma inactiva, había amores. Se amaban los dos hermanos como dos mitades de un fruto verde, unidos por la misma vida, con escasa conciencia de lo que en ellos era distinto, de cuanto los separaba; amaban Pinín y Rosa a la Cordera, la vaca abuela, grande, amarillenta, cuyo testuz parecía una cuna. La Cordera recordaría a un poeta la zacala del Ramayana, la vaca santa; tenía en la amplitud de sus formas, en la solemne serenidad de sus pausados y nobles movimientos, aires y contornos de ídolo destronado, caído, contento con su suerte, más satisfecha con ser vaca verdadera que dios falso. La Cordera, hasta donde es posible adivinar estas cosas, puede decirse que también quería a los gemelos encargados de apacentarla.

12. Era poco expresiva; pero la paciencia con que los toleraba cuando en sus juegos ella les servía de almohada, de escondite, de montura, y para otras cosas que ideaba la fantasía de los pastores, demostraba tácitamente el afecto del animal pacífico y pensativo.

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13. En tiempos difíciles, Pinín y Rosa habían hecho por la Cordera los imposibles de solicitud y cuidado. No siempre Antón de Chinta había tenido el prado Somonte. Este regalo era cosa relativamente nueva. Años atrás, la Cordera tenía que salir a la gramática, esto es, a apacentarse como podía, a la buena ventura de los caminos y callejas de las rapadas y escasas praderías del común, que tanto tenían de vía pública como de pastos. Pinín y Rosa, en tales días de penuria, la guiaban a los mejores altozanos, a los parajes más tranquilos y menos esquilmados, y la libraban de las mil injurias a que están expuestas las pobres reses que tienen que buscar su alimento en los azares de un camino.

14. En los días de hambre, en el establo, cuando el heno escaseaba, y el narvaso2 para estrar3 el lecho caliente de la vaca faltaba también, a Rosa y a Pinín debía la Cordera mil industrias que le hacían más suave la miseria. ¡Y qué decir de los tiempos heroicos del parto y la cría, cuando se entablaba la lucha necesaria entre el alimento y regalo de la nación4 y el interés de los Chintos, que consistía en robar a las ubres de la pobre madre toda la leche que no fuera absolutamente indispensable para que el ternero subsistiese! Rosa y Pinín, en tal conflicto, siempre estaban de parte de la Cordera, y en cuanto había ocasión, a escondidas, soltaban el recental, que, ciego y como loco, a testaradas contra todo, corría a buscar el amparo de la madre, que le albergaba bajo su vientre, volviendo la cabeza agradecida y solícita, diciendo, a su manera:

15. -Dejad a los niños y a los recentales que vengan a mí.16. Estos recuerdos, estos lazos, son de los que no se olvidan.17. Añádase a todo que la Cordera tenía la mejor pasta de vaca sufrida del

mundo. Cuando se veía emparejada bajo el yugo con cualquier compañera, fiel a la gamella5, sabía someter su voluntad a la ajena, y horas y horas se la veía con la cerviz inclinada, la cabeza torcida, en incómoda postura, velando en pie mientras la pareja dormía en tierra.

18. * * *19. Antón de Chinta comprendió que había nacido para pobre cuando palpó

la imposibilidad de cumplir aquel sueño dorado suyo de tener un corral propio con dos yuntas por lo menos. Llegó, gracias a mil ahorros, que eran mares de sudor y purgatorios de privaciones, llegó a la primera vaca, la Cordera, y no pasó de ahí; antes de poder comprar la segunda se vio obligado, para pagar atrasos al amo, el dueño de la casería que llevaba en renta, a llevar al mercado a aquel pedazo de sus entrañas, la Cordera, el amor de sus hijos. Chinta había muerto a los dos años de tener la Cordera en casa. El establo y la cama del matrimonio estaban pared por medio, llamando pared a un tejido de ramas de castaño y de cañas de maíz. La Chinta, musa de la economía en aquel hogar miserable, había muerto mirando a la vaca por un boquete del destrozado tabique de ramaje, señalándola como salvación de la familia.

20. “Cuidadla, es vuestro sustento”, parecían decir los ojos de la pobre moribunda, que murió extenuada de hambre y de trabajo.

21. El amor de los gemelos se había concentrado en la Cordera; el regazo, que tiene su cariño especial, que el padre no puede reemplazar, estaba al calor de la vaca, en el establo, y allá, en el Somonte.

22. Todo esto lo comprendía Antón a su manera, confusamente. De la venta necesaria no había que decir palabra a los neños. Un sábado de julio, al ser de día, de mal humor Antón, echó a andar hacia Gijón, llevando la Cordera por delante, sin más atavío que el collar de esquila. Pinín y Rosa dormían. Otros días había que despertarlos a azotes. El padre los dejó tranquilos. Al levantarse se encontraron sin la Cordera. “Sin duda, mio pá6 la había llevado al xatu.” No cabía otra conjetura. Pinín y Rosa opinaban que la vaca iba de mala gana; creían

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ellos que no deseaba más hijos, pues todos acababa por perderlos pronto, sin saber cómo ni cuándo.

23. Al oscurecer, Antón y la Cordera entraban por la corrada7 mohínos, cansados y cubiertos de polvo. El padre no dio explicaciones, pero los hijos adivinaron el peligro.

24. No había vendido, porque nadie había querido llegar al precio que a él se le había puesto en la cabeza. Era excesivo: un sofisma del cariño. Pedía mucho por la vaca para que nadie se atreviese a llevársela. Los que se habían acercado a intentar fortuna se habían alejado pronto echando pestes de aquel hombre que miraba con ojos de rencor y desafío al que osaba insistir en acercarse al precio fijo en que él se abroquelaba. Hasta el último momento del mercado estuvo Antón de Chinta en el Humedal, dando plazo a la fatalidad. “No se dirá, pensaba, que yo no quiero vender: son ellos que no me pagan la Cordera en lo que vale.” Y, por fin, suspirando, si no satisfecho, con cierto consuelo, volvió a emprender el camino por la carretera de Candás adelante, entre la confusión y el ruido de cerdos y novillos, bueyes y vacas, que los aldeanos de muchas parroquias del contorno conducían con mayor o menor trabajo, según eran de antiguo las relaciones entre dueños y bestias.

25. En el Natahoyo, en el cruce de dos caminos, todavía estuvo expuesto el de Chinta a quedarse sin la Cordera; un vecino de Carrió que le había rondado todo el día ofreciéndole pocos duros menos de los que pedía, le dio el último ataque, algo borracho.

26. El de Carrió subía, subía, luchando entre la codicia y el capricho de llevar la vaca. Antón, como una roca. Llegaron a tener las manos enlazadas, parados en medio de la carretera, interrumpiendo el paso... Por fin, la codicia pudo más; el pico de los cincuenta los separó como un abismo; se soltaron las manos, cada cual tiró por su lado; Amón, por una calleja que, entre madreselvas que aún no florecían y zarzamoras en flor, le condujo hasta su casa.

27. * * *28. Desde aquel día en que adivinaron el peligro, Pinín y Rosa no sosegaron.

A media semana se personó el mayordomo en el corral de Antón. Era otro aldeano de la misma parroquia, de malas pulgas, cruel con los caseros atrasados. Antón, que no admitía reprimendas, se puso lívido ante las amenazas de desahucio.

29. El amo no esperaba más. Bueno, vendería la vaca a vil precio, por una merienda. Había que pagar o quedarse en la calle.

30. Al sábado inmediato acompañó al Humedal Pinín a su padre. El niño miraba con horror a los contratistas de carnes, que eran los tiranos del mercado. La Cordera fue comprada en su justo precio por un rematante de Castilla. Se la hizo una señal en la piel y volvió a su establo de Puao, ya vendida, ajena, tañendo tristemente la esquila. Detrás caminaban Antón de Chinta, taciturno, y Pinín, con ojos como puños. Rosa, al saber la venta, se abrazó al testuz de la Cordera, que inclinaba la cabeza a las caricias como al yugo.

31. “¡Se iba la vieja!” -pensaba con el alma destrozada Antón el huraño.32. “Ella ser, era una bestia, pero sus hijos no tenían otra madre ni otra abuela.”33. Aquellos días en el pasto, en la verdura del Somonte, el silencio era

fúnebre. La Cordera, que ignoraba su suerte, descansaba y pacía como siempre, sub specie aeternitatis, como descansaría y comería un minuto antes de que el brutal porrazo la derribase muerta. Pero Rosa y Pinín yacían desolados, tendidos sobre la hierba, inútil en adelante. Miraban con rencor los trenes que pasaban, los alambres del telégrafo. Era aquel mundo desconocido, tan lejos de ellos por un lado, y por otro el que les llevaba su Cordera.

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34. El viernes, al oscurecer, fue la despedida. Vino un encargado del rematante de Castilla por la res. Pagó; bebieron un trago Antón y el comisionado, y se sacó a la quintana la Cordera. Antón había apurado la botella; estaba exaltado; el peso del dinero en el bolsillo le animaba también. Quería aturdirse. Hablaba mucho, alababa las excelencias de la vaca. El otro sonreía, porque las alabanzas de Antón eran impertinentes. ¿Que daba la res tantos y tantos xarros de leche? ¿Que era noble en el yugo, fuerte con la carga? ¿Y qué, si dentro de pocos días había de estar reducida a chuletas y otros bocados suculentos? Antón no quería imaginar esto; se la figuraba viva, trabajando, sirviendo a otro labrador, olvidada de él y de sus hijos, pero viva, feliz... Pinín y Rosa, sentados sobre el montón de cucho8, recuerdo para ellos sentimental de la Cordera y de los propios afanes, unidos por las manos, miraban al enemigo con ojos de espanto y en el supremo instante se arrojaron sobre su amiga; besos, abrazos: hubo de todo. No podían separarse de ella. Antón, agotada de pronto la excitación del vino, cayó como un marasmo; cruzó los brazos, y entró en el corral oscuro. Los hijos siguieron un buen trecho por la calleja, de altos setos, el triste grupo del indiferente comisionado y la Cordera, que iba de mala gana con un desconocido y a tales horas. Por fin, hubo que separarse. Antón, malhumorado clamaba desde casa:

35. -Bah, bah, neños, acá vos digo; basta de pamemes. Así gritaba de lejos el padre con voz de lágrimas.

36. Caía la noche; por la calleja oscura que hacían casi negra los altos setos, formando casi bóveda, se perdió el bulto de la Cordera, que parecía negra de lejos. Después no quedó de ella más que el tintán pausado de la esquila, desvanecido con la distancia, entre los chirridos melancólicos de cigarras infinitas.

37. -¡Adiós, Cordera! -gritaba Rosa deshecha en llanto-. ¡Adiós, Cordera de mío alma!

38. -¡Adiós, Cordera! -repetía Pinín, no más sereno.39. -Adiós -contestó por último, a su modo, la esquila, perdiéndose su lamento

triste, resignado, entre los demás sonidos de la noche de julio en la aldea.40. Al día siguiente, muy temprano, a la hora de siempre, Pinín y Rosa

fueron al prao Somonte. Aquella soledad no lo había sido nunca para ellos hasta aquel día. El Somonte sin la Cordera parecía el desierto.

41. De repente silbó la máquina, apareció el humo, luego el tren. En un furgón cerrado, en unas estrechas ventanas altas o respiraderos, vislumbraron los hermanos gemelos cabezas de vacas que, pasmadas, miraban por aquellos tragaluces.

42. -¡Adiós, Cordera! -gritó Rosa, adivinando allí a su amiga, a la vaca abuela.43. -¡Adiós, Cordera! -vociferó Pinín con la misma fe, enseñando los puños al tren,

que volaba camino de Castilla.44. Y, llorando, repetía el rapaz, más enterado que su hermana de las picardías del

mundo:45. -La llevan al Matadero... Carne de vaca, para comer los señores, los curas... los

indianos.46. -¡Adiós, Cordera!47. -¡Adiós, Cordera!48. Y Rosa y Pinín miraban con rencor la vía, el telégrafo, los símbolos de

aquel mundo enemigo, que les arrebataba, que les devoraba a su compañera de tantas soledades, de tantas ternuras silenciosas, para sus apetitos, para convertirla en manjares de ricos glotones...

49. -¡Adiós, Cordera!...50. -¡Adiós, Cordera!...

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51.52.  Pasaron muchos años. Pinín se hizo mozo y se lo llevó el rey. Ardía la

guerra carlista. Antón de Chinta era casero de un cacique de los vencidos; no hubo influencia para declarar inútil a Pinín, que, por ser, era como un roble.

53. Y una tarde triste de octubre, Rosa, en el prao Somonte sola, esperaba el paso del tren correo de Gijón, que le llevaba a sus únicos amores, su hermano. Silbó a lo lejos la máquina, apareció el tren en la trinchera, pasó como un relámpago. Rosa, casi metida por las ruedas, pudo ver un instante en un coche de tercera multitud de cabezas de pobres quintos que gritaban, gesticulaban, saludando a los árboles, al suelo, a los campos, a toda la patria familiar, a la pequeña, que dejaban para ir a morir en las luchas fratricidas de la patria grande, al servicio de un rey y de unas ideas que no conocían,

54. Pinín, con medio cuerpo fuera de una ventanilla, tendió los brazos a su hermana; casi se tocaron. Y Rosa pudo oír entre el estrépito de las ruedas y la gritería de los reclutas la voz distinta de su hermano, que sollozaba, exclamando, como inspirado por un recuerdo de dolor lejano:

55. -¡Adiós, Rosa!... ¡Adiós, Cordera!

56. -¡Adiós, Pinínl ¡Pinín de mío alma!...

57. “Allá iba, como la otra, como la vaca abuela. Se lo llevaba el mundo. Carne de vaca para los glotones, para los indianos; carne de su alma, carne de cañón para las locuras del mundo, para las ambiciones ajenas.”

58. Entre confusiones de dolor y de ideas, pensaba así la pobre hermana viendo el tren perderse a lo lejos, silbando triste, con silbido que repercutían los castaños, las vegas y los peñascos...

59. ¡Qué sola se quedaba! Ahora sí, ahora sí que era un desierto el prao Somonte.

60. -¡Adiós, Pinín! ¡Adiós, Cordera!

61. Con qué odio miraba Rosa la vía manchada de carbones apagados; con qué ira los alambres del telégrafo. ¡Oh!, bien hacía la Cordera en no acercarse. Aquello era el mundo, lo desconocido, que se lo llevaba todo. Y sin pensarlo, Rosa apoyó la cabeza sobre el palo clavado como un pendón en la punta del Somonte. El viento cantaba en las entrañas del pino seco su canción metálica. Ahora ya lo comprendía Rosa. Era canción de lágrimas, de abandono, de soledad, de muerte.

62. En las vibraciones rápidas, como quejidos, creía oír, muy lejana, la voz que sollozaba por la vía adelante:

63. -¡Adiós, Rosa! ¡Adiós, Cordera!

64. FIN65. 189366. 1 Asturianismo: pastorearla.67. 2 Cañas y hojas de maíz, sin las mazorcas, con que se alfombraba el suelo de

tierra.68. 3 Asturianismo: cubrir o alfombrar el suelo.

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69. 4 La cría recién nacida70. .5 Pareja o yunta de animales -casi siempre bovinos- para arar los campos y

uncidos por el yugo..71. 6 Asturianismo: mi padre o mi papá.72. 7 Corral o cercado delantero de una casa campesina.73. 8 Asturianismo: estiércol o excremento del animal. Agradecemos a Paz Díez-

Taboada su aportación de este cuento a la Biblioteca Digital Ciudad Seva. 1.2.3.4.

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Anàlisis y comentario de “Adiós, Cordera

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Del relato, entre realista y naturalista, ¡Adiós, Cordera! se conserva en la ... BREVE COMENTARIO

DE TEXTO ("Por qué" el texto dice "lo que dice" del "modo" ...

cv.uoc.edu/~031_04_016_01_w01/documents/clarin_adios_cordera_2.doc -

modificado

1. EJE DE PRODUCCIÓN O LOCALIZACIÓN:

Leopoldo Alas (Zamora,1852- Oviedo,1901), de ascendencia asturiana --se

instala en Oviedo el año 1859 y, definitivamente, desde 1883--, de bachiller redactó un

periódico escrito a mano, "Juan Ruiz ", y colaboró en el semanario satírico madrileño

"Gil Blas". Estudia Derecho en Oviedo (1869-71) y, luego, se traslada a Madrid para

doctorarse en Derecho y estudiar Filosofía, con lo que entró en relación con el

ambiente krausista i post-isabelino de la época. De 1875 data su primer artículo,

publicado en "El Solfeo", firmado "Clarín". A los 26 años oposita a una cátedra de

Salamanca (no es elegido por el ministro de Fomento) y publica su 'nouvelle' Pipá

(1879) y sus primeros libros de crítica: Solos de Clarín (1881) y La literatura en 1881

(1882). Defensor de la estética realista y naturalista a los 30 años es catedrático de la

Universidad de Zaragoza. Ese mismo año se casa con Onofre García Argüelles, una

chica coja, de muchas cualidades espirituales. Al año siguiente de residir en Zaragoza,

consigue su traslado a Oviedo. Instalado en su tierra, continúa publicando numerosas

críticas y da luz las novelas La Regenta (1885), Cuesta abajo (1890-1, en forma de

folletín) y Su único hijo (1891), que debía formar parte de una tetralogía cuyos títulos

debían haber sido Speraindeo, Una medianía y Juanito Reseco. De una profunda crisis

sufrida en 1892 deriva su idealismo espiritualista y la mayoría de sus relatos,

publicados en revistas y periódicos, antes de formar conjuntos como Doña Berta.

Cuervo. Supechería (1892) o Cuentos morales (1896); póstumamente se publicaron El

gallo de Sócrates (1901) y Doctor Sutilis (1912). Entre sus recopilaciones críticas —

donde también publica algunos relatos—, destacan Sermón perdido (1885), Palique

(1893) y el volumen póstumo Siglo pasado (1901). Teresa, melodrama teatral,

estrenado en 1895, constituyó un fracaso, al que contribuyeron los enemigos obtenidos

a base de su independencia crítica.

Del relato, entre realista y naturalista, ¡Adiós, Cordera! se conserva en la Biblioteca

Nacional un manuscrito autógrafo; se publicó en el conjunto El Señor y lo demás son

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cuentos (Madrid: Ed. Manuel Fernández y Lasanta, ¿1893?) pp.47-67. Tiene

influencias realistas y naturalistas, refleja su amor por el paisaje asturiano y su

vinculación al valle y a la casa solariega de Guisarán, y, a la vez que tierno y vitalista,

supone una visión crítica tremendamente intelectual de la España de su tiempo.2.

Estructuras

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2.1: Estructura externa

ACCIÓN

REACCIÓN (Felicidad sobreentendida)

↑↑

I. Los protagonistas y su entorno feliz (líneas - Presentación de los tres protagonistas: los gemelos Pinín y Rosa, la vaca, la Cordera.Topografia: el prado Somonte y sus elementos: el ferrocarril y el telégrafoDescripción de los tres individuos en su relación histórica Con los elementos del lugar: palo del telégrafo; palo del telégrafo (P, R, C); ferrocarril (C, P y R): “ lo de menos”· Entre sí: juegos y querencias mutuas en los días sin fin; recuerdos de estas relaciones en tiempos pasados: “lo de más”

NIVEL TEMÁTICO INMEDIATO

La felicidad de que gozan dos pastorcillos gemelos y una vaca,

ACCIÓN

REACCIÓN ↑↑

II. La penuria familiar y sus consecuencias ( - )Presentación de los padres de los niños y su entorno de pobreza:· Antón de Chinta, un pobre rentero· La madre, muerta dos años después de la compra de la Cordera (que va a ser su sustituta)

- Intento de venta de la vaca (un sábado de julio) a escondidas de los niños, quienes creen que la ha llevado de mala gana al semental (el xatu). En Natahoyo un tratante de Carrió, muy interesado no llega al trato. Antón vuelve a casa contento, po el camino de Candás, con una vaca.

NIVEL TEMÁTICO INMEDIATO

a causa de la penuria familiar,

ACCIÓN

REACCIÓN

... ...

III. La venta de la vaca ( - )

Presionado por la amenaza de deshaucio (el sábado siguiente) Antón, junto a Pinín, pacta la venta de la vaca con un castellano en el Humedal, para poder pagar al caseroTristeza subsiguiente en el SomonteViernes siguiente: despedida de la vaca (besos y abrazos)

NIVEL TEMÁTICO INMEDIATO

ACCIÓN

REACCIÓN ... ....

IV. Viaje de la vaca en el ferrocarril ( - )

En la temprana mañana del sábado los pastorcillos ven la vaca en el ferrocarril, camino del matadero para ser “comida de señores, curas e indianos”Rencor a los símbolos del mundo “civilizado”

NIVEL TEMÁTICO INMEDIATOque viaja en tren a la muerte para ser manjar de señores,

ACCIÓN

REACCIÓN

V. Viaje de Pinín al cabo de los años y soledad de Rosa ( -1 )-Al cabo de los años, en octubre, en plena guerra carlista, el ferrocarril se lleva a Pinín, recluta, neosoldado (quinto) ante la imposibilidad de declararlo inútil o “rescatarlo”- Rosa, que lo admira, piensa que se lo llevan --al igual que la vaca-- para ser “carne de cañón de las ambiciones ajenas”.

NIVEL TEMÁTICO INMEDIATOsino también por el enrolamiento a filas del hermano, que viaja en tren a la inversa para ser carne de cañón.

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Estructura interna

2.2.1: Acción: Queda de manifiesto a los dos lados de la estructura externa. El paralelismo de la

situación se podría esquematizar así:

El paralelismo de las dos despedidas, se puede esquematizar como sigue:

2.2.2: Personajes:

Los protagonistas de la trama literaria son Rosa, Pinín –dos hermanos gemelos

huérfanos de madre-- y "Cordera", una vaca; todas las situaciones giran en torno suyo y

los tres tienen una evolución (exterior los dos últimos; interior la primera). En ese

sentido, al inicio del relato, la vaca se muestra como abuela madre y maestra de los

niños; al final Rosa se queda sola, cosa que puede dar a entender que sea el

protagonista del relato cuando de hecho sólo lo sería de la "historia" y no de la trama

literaria de la misma.

Además de estos personajes centrales, se dan otros personajes, tanto explícitos como

implícitos. Entre los primeros, Antón, padre de los chicos, que vive "entre mares de

sudor y purgatorios de privaciones"; la madre, la Chinta, muerta a los dos años de

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PRIMER ADIÓSPRIMERA RUPTURA DEL IDILIO

Rosa Pinín

AMO (y sus SEÑORES, “esclavos”) (curas, indianos)

(Agente (Agenteindividual colectivo real) real)

Telégrafo, Ferrocarril (Agente simbólico)

Ya no son tres: Rosa y Pinín

menos “la Cordera”

SEGUNDO ADIÓSRUPTURA TOTAL DEL IDILIO

Rosa

AMO/ cacique soledad Rey, glotones, indianos... (Agente (Agente individual colectivo real) real)

Trenes, telégrafos (Agentes simbólicos)

Vida feliz de los tres en Prao Somonte

Los problemas económicos de la “patria familiar” causan la SEPARACIÓN de los hermanos y Cordera.

Los problemas políticos, económicos y sociales de la "patria grande" causan la SEPARACIÓN de Rosa y Pinín

Cordera: carne...para comer los señores, los cura, los indianos

Pinín: carne de vaca para los glotones. Carne de cañón para las locuras del mundo y las ambiciones ajenas

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tener la vaca en casa ( ) "extenuada de hambre y de trabajo", a la que la vaca

substituye; el amo, "dueño de la casería que llevaba en renta" (.............) la mísera

familia, verdadero agente de sus males individuales, calificado de "cacique de los

vencidos", es decir, cacique conservador y carlista, con un mayordomo cruel con los

casos atrasados ( ).; el rey ( ), que llama a filas a Pinín, lo cual supone, bien

que elípticamente por paralelismo con la vaca, su muerte en la guerra, o, mejor dicho,

su transformación en "carne de vaca/ carne de cañón para las locuras del mundo" (

- ). De hecho Pinín queda destinado a ser manjar de ricos y poderosos (glotones,

señores, curas e indianos), verdaderos agentes colectivos implícitos de los males de la

familia. (A señalar en este sentido que los compradores de carne son castellanos --

-- y la vaca viaja hacia Castilla en el tren.)

Por lo demás, es preciso también señalar como actantes de la obra la vía férrea y el

tendido telegráfico, ya mencionados en …………………. los cuales, verdaderos

símbolos de la civilización agresora debieran haber ofrecido una mejor calidad de vida

y, por tanto, mayor felicidad --y no la penosa separación final-- a los protagonistas

humanos del relato.

2.2.3:Tiempo

Dos factores nos ofrecen el tiempo externo real del relato: la construcción de la vía

férrea Oviedo-Gijón ( ), con sus diferentes repercusiones en la vaca y en los niños

( - ), y la mención de la tercera guerra carlista (...........). Inaugurado el

ferrocarril en España el año 1848 (línea Barcelona-Mataró), la línea minera Langreo-

Gijón fue la tercera en concederse, aunque no hubo "Ley General de Ferrocarriles"

hasta 1855, por lo que se debió construirse más tarde, sobre los años 60, tiempo

suficiente para que Pinín viva aquella novedad y más tarde, sobre los 20 años, sea

llamado a filas cuando la 3ª guerra carlista (años 1872-76). Pero además del tiempo

externo, hay que hablar en el inicio de la obra, cuando todo es felicidad, de un tiempo

psicológico (tempo), imposible de contabilizar. En cambio sí que resulta coherente el

tiempo interno, como demuestre el siguiente esquema

Pasado: La vaca como: parche a la pobreza y sustitución materna.

Presente: Felicidad de los pastorcillos; no obstante, la Indigencia

Acontecimientos siguientes:

Sábado, julio: Intento de venta

Sábado inmediato: venta

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Sábado siguiente: el tren se la lleva

Tras muchos años: el tren se lleva a Pinín

2.2.4: Lugares: Candás

He aquí un mapa de la zona Avilés Gijón

Natahoyo Carreño

OVIEDO Puao O

Clarín la conocía bien. Por ello, en Puao ( ), el Prado Somonte es un triángulo de

paz, como tres son los protagonistas del relato. En Gijón, el mercado es el del Humedal

( ,........), y la vuelta la hace por Candás ( ) y Natahoyo (

), donde se deshace del posible comprador de Carrió (................ss)

Pero, a este plano de la "patria chica" de los protagonistas cabría oponer todo el plano

de la península, representando la "patria grande", verdadera causa de sus males. Polos

contrapuestos, la vida urbana se impone sobre la vida rural, y lo urbano parece ser el

responsable de que el progreso economómico-técnico se cargue a las espaldas de los

más indigentes.

RESUMEN NARRATIVO: "Es la historia de la vaca 'Cordera' y los gemelos

Rosa y Pinín, los cuales..."

3. VALORES, TEMÁTICAS, SIGNIFICACIÓN Y FONDOS MENTALES

3.1: Valores y temáticas

Muchos son los valores y subtemáticas apreciables en este relato. De entrada, los

familiares, unidos a los afectivos y económicos La madre, muerta a los dos años de

tener la vaca en casa ( ), "extenuada de hambre y de trabajo" ( ),

había legado a los suyos la vaca como su substituta y los niños encuentran en ella el

regazo que un padre no puede reemplazar ( ). Para el autor, a pesar de las

penurias familiares, se daban amores entre los niños y la vaca ( y ss), cosa que el

padre conoce: en efecto, aunque Antón la considera un "pedazo de sus entrañas", las

deudas al amo de su casa ( ) lo acucian y le obligan a vender la vaca. Por ello, para

no disgustar a los niños, el primer viaje a Gijón lo hace solo ( - ) y le cuesta

desprenderse del animal. Sólo las amenazas de desahucio ( ) le obligan a ello. Ya

desde este momento se imponen los valores económicos por encima de los afectivos. Y

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cabe decir que esa oposición aumentará, porque entre los poderosos y glotones que

comerán carne de vaca están los ricos, los indianos y los curas. En este aspecto, el

autor, que atribuye una frase evangélica a la vaca ( ), la asocia al animal sagrado

del Ramayana ( ) y quién sabe si no ha dado el nombre con significado religioso

("Cordero" [de Dios]=Salvador de hombres), sitúa a los hombres de religión al lado de

los poderosos --Pinín había visto jícaras en la rectoral, es decir, tazas para el chocolate

( )--, pero no profundiza en la postura de la clerecía en las

guerras carlistas que, eso si, considera "fraticidas" ( ). En ese sentido, surgen la

subtemática de los valores políticos, tan criticados por el autor: ante la impiadosa

llamada a filas, el chico no puede ser declarado inútil (no hay influencias posibles entre

labriegos en un sistema militar clasista) y ha de disponerse a ser un muerto más, simple

carne de cañón "para las locuras del mundo, para las ambiciones ajenas". Los

poderosos se erigen, pues, en el relato, con una crueldad total frente al pueblo sencillo;

la sociedad clasista no puede ser mayormente criticada. La política resulta, por tanto,

ajena a los ciudadanos, como lo ha resultado el progreso: telégrafo y ferrocarril, en vez

de liberar al hombre rural ofreciéndole más calidad de vida, le quita lo poco que tiene y

le agrede hasta en la afectividad más intima.

3.2: Formulaciones del tema

– La civilización y el progreso, manipuladas por las clases dominantes, destrozan a los

seres queridos.

– Los intereses de las clases dominantes, manipulando convenientemente a sus efectos

los elementos técnicos de la civilización, llevan el pueblo sencillo a la destrucción.

3.3: Fondos mentales

"Clarín" se muestra lúcidamente irónico, pasando de la ternura inicial a la más agria

crítica: el poder destruye a los poseedores de la sencillez porque, en un mundo clasista,

los que no tienen el poder están perdidos.

4. BREVE COMENTARIO DE TEXTO ("Por qué" el texto dice "lo que dice" del

"modo" en que lo dice)

4.1: El tiempo narrativo en el discurso (orden, duración y frecuencia)

Pasan unos 10 ó 12 años en el arco de la narración, que empieza in medias res, es decir,

con la admiración de los juegos entre niños y animal, aunque a partir de II el narrador

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vuelve atrás (analepsis o flash back) para explicarnos la muerte de la madre de los

niños. Cabría hacer un análisis de la duración, con pausas (el tiempo de la historia se

detiene para dar paso a descripciones y digresiones), escenas (el tiempo de la historia

es igual al del discurso gracias a los diálogos en estilo directo) y sumarios (el tiempo

de la historia es inferior al del discurso) como en ll. 1-2. Tras la mencionada analepsis,

sigue un orden lineal ordenado, en el que lo más destacado, junto con algunas

digresiones del narrador, es la elipsis temporal que se da entre IV y V.

4.2: Modo narrativo (distancia y focalización)

En general, el autor despliega una actitud dominante (omnisciencia) en todo el relato

(focalización cero), como lo demuestra el frecuente uso de la 3ª persona verbal,

aunque, ya desde el principio, él mismo parece sorprenderse del relato que va a

construir (línea 1). Precisamente, a partir de las condiciones de pobreza de los

personajes, lo que empieza siendo un relato lleno de ternura acaba siendo un

aldabonazo de atención frente a las injusticias sufridas por un mundo rural indiferente.

El progreso socioeconómico ya resulta adverso a los protagonistas hasta el punto que

sus manifestaciones --telégrafo y ferrocarril-- son aceptadas de modo distinto por la

vaca y los niños. El narrador nos ofrece puntos de vista distintos --¿perspectivismo

como enfoque de una realidad desde distintos ángulos?-- sobre el poste y el ferrocarril:

la vaca, más madura, acaba con indiferencia frente a ellos (líneas y ); para los

niños, en cambio, suponen el misterio de lo desconocido. En ese sentido vale la pena

también subrayar que los elementos agresivos los ofrece desde un enfoque implícito o

elíptico mientras que, de modo explícito, enfoca desde ángulos distintos una misma

realidad como la vaca, ora presentada con enfoque humano, ora animal, ora como

realidad religiosa ( , ) o como simple objeto (línea ..........). Es en estos

fragmentos donde aparece su focalización interna (reflexiona sobre la realidad que

describe, desde una perspectiva ponderativa de lo que narra.) En cuanto a la distancia,

mezcla sabiamente la narración de acontecimientos y de palabras, y ésta última en sus

tres facetas de discurso narrativizado (relato de diálogos en forma reducida como

en .........-.........), transportado en discuso libre indirecto (.........- ) o imitado tal

cual (................- ............................).

4-3: La voz narrativa (nivel narrativo, persona narrdora y narratario)

La voz narrativa es extradiegética (externa a los hechos de la ficción relatada) y el

narrador es también heterodiegético (se sitúa fuera del relato sin participar en él, a

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pesar de la distancia ponderativa mencionada) con narratario o destinatario de su

ficción también extradiegético (el lector).

4.4: Las formas, el análisis lingüístico y el estilo

Domina en todo el cuento la narración de tipo realista, sin miedo a la descripción ni al

diálogo, más bien de estilo indirecto que directo --los guiones señalan a veces simples

pensamientos (línea ..........) o gritos (a partir de la línea .............)--, y aun de estilo

"libre indirecto" (líneas ......... y ss) y, sobre todo, en las iras y odios finales de Rosa

(líneas ............. y ss).

En cuanto a la retórica hay que decir, en primer lugar, que la estructura paralelística

del relato es crucial para entenderlo: a Pinín le ocurre como a la vaca, es decir, deviene

una víctima de los poderosos; todo lo cual no desmerece otras técnicas usadas en el

relato como la transposición de planos o enfoques y el perspectivismo ya mencionados.

En segundo lugar, el texto se construye con tiempos verbales en pasado y referencias

localizables como corresponde a un relato realista. El nivel de lenguaje es culto --se

dan incluso citas clásicas (líneas , , ) o expresiones latinas (líneas

-........)--, y, aunque el autor no duda en ofrecer, siguiendo una intención veristas un

léxico dialectal asturiano (líneas .......................................................................) e incluso

expresiones del mismo cariz (línea "regalo de la nación" = cría de animales), su

lenguaje es preciso (p. e.:"narvaso", línea ...........). Entre los recursos literarios, cabe

destacar la detallada topografía --era conocedor del lugar-- y el retrato, físico y

etopéyico de la vaca, y más etopéyico que físico de los niños (no conocemos ni su edad

ni sus facciones). Ya desde el principio el tono exclamativo del texto revela la actitud

afectiva del narrador hacia esos seres indefensos de los que trama su historia. En

general, en correspondencia con la literatura realista, se da la frase larga, cadenciosa,

con dominio de la hipotaxis, fenómeno que, por contraste, destaca más los

pensamientos o gritos de los personajes señalados con guión.

Finalmente debe destacarse la ternura y la fina ironía que empapa todo el relato en

especial cuando el narrador contrasta los pensamientos de los chicos con la filosofía de

la vida de la vaca o el montón de cucho sobre el que la despiden (línea .........) deviene

un simple recuerdo sentimental. Todo ello resulta subrayado por ciertos valores

simbólicos del cuento que encarnan las tensiones del conflicto, vida/dolor-muerte.

Cordera —como vaca, humanizada en cuanto deviene abuela y madre de los niños—

tiene un simbolismo cristiano en el sentido el 'cordero de Dios', sacrificado para salvar

a los hombres; el poste y el ferrocarril son el símbolo del mundo misterioso y del

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progreso civilizado que representan la agresión enemiga, frente al prado, símbolo de

paz, protección y felicidad

5. VALORACIÓN (balance e impresión)

El cuento en sí parece que se organice mediante contrastes y oposiciones entre lo

autóctono/lo foráneo, vida rural/vida urbana, felicidad sencilla/ progreso económico-

técnico, que acaba con la gran oposición entre patria chica /patria grande, la que se

lleva a Pinín. Todo el cuento se hilvana para patentizar estos choques: el prado

Somonte sufre una agresión ajena diversas veces; los compradores de carne castellanos

(y el tren, vehículo que la lleva a Castilla como se llevará a Pinín) protagonizan

también la agresión como elementos foráneos. Toda la ternura y la felicidad se encarna

en el mundo rural mientras el ferrocarril y el telégrafo emblematizan el progreso

técnico y desalmado, porque, al fin y al cabo, el autor da cuenta de una derrota de los

valores afectivos inalienables por otros valores sobrepuestos, los económicos de un

modo que no puede ser más coherente. Rosa, sola, al final, protagonista de los

acontecimientos últimos, que no de la trama literaria del relato, sin demasiadas salidas

para rehacer su vida, representa un personaje superado por las fuerzas antagónicas,

todavía hija de un naturalismo determinista, sin la lucidez de los grandes personajes

modernistas cuyo revulsivo les vendrá precisamente de su derrota.

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