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  • 8/2/2019 Anlisis de una decadencia. La arqueologa espaola del siglo XIX. I. El impulso isabelino (1830-1867)

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    CuPAUAM 36, 2010, pp. 159-216

    Anlisis de una decadencia. La arqueologa espaola del sigloXIX. I. El impulso isabelino (1830-1867)

    Alfredo Mederos Martn*

    Resumen

    Hasta 1857 no existieron asignaturas de Historia Universal o Historia de Espaa en los estudios universitarios de

    Filosofa y Letras. La creacin de la Escuela Superior de Diplomtica, en 1856, introdujo la asignatura de Arqueologa yNumismtica y desde 1863, la Epigrafa y la Historia de las Bellas Artes. Tampoco exista un Museo Nacional deArqueologa, que se solicit desde 1830, pero no se fund hasta 1867. No obstante, surgieron museos arqueolgicosprovinciales, vinculados a grandes yacimientos romanos, Sevilla (1835) por Italica, Tarragona (1836) por Tarraco oMrida (1838) por Emerita Augusta. La desamortizacin de 1836 y la creacin de las Comisiones Provinciales deMonumentos Histricos y Artsticos, bajo competencia de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando hasta1865, impuls la creacin de nuevos museos provinciales. Ante la ausencia de suficientes especialistas en la RealAcademia de la Historia, Escuela Superior de Diplomtica y las universidades, las clases medias burguesas asumieronel estudio de la arqueologa. Se organizaron en la Academia Espaola de Arqueologa, 1837/44-1860/68, que lleg acontar con 33 sociedades provinciales, incluyendo Cuba y Filipinas, mientras la docencia en Arqueologa Monumentalse imparti en el Ateneo de Madrid desde 1837. Apartir de la Unin Liberal de ODonnell hubo un incremento en la finan-ciacin de las excavaciones, que se trat de regular con una Ley de Excavaciones y Antigedades y un Plan Generalde Excavaciones pero la revolucin de 1868 paraliz ambas iniciativas. Los arquelogos con plaza institucional tuvieronuna formacin poco especializada, generalmente estudios de derecho. La mayor parte tuvieron que venir a trabajar a

    Madrid, donde estaba la Universidad Central y la Escuela Superior de Diplomtica. Las figuras ms relevantes fuerondos acadmicos nacidos en Baena (Crdoba) y Sevilla, Jos Amador de los Ros y Antonio Delgado, junto con ManuelRodrguez de Berlanga de Mlaga. La investigacin arqueolgica espaola tuvo una mnima repercusin internacional.

    PALABRAS CLAVE:arqueologa espaola, siglo XIX, historiografa, romanticismo, arqueologa monumental, ascen-so burguesa.

    Abstract

    Until 1857, there were no courses in World History or History of Spain in the faculties of Arts. The creation of the HighestDiplomatic School, in 1856, introduced the subjects of Archaeology and Numismatics and since 1863, Epigraphy andHistory of Fine Arts. There was not a National Museum of Archaeology, which was requested in 1830, but it was notfounded until 1867. However, provincial archaeological museums emerged, linked to major Roman sites, Sevilla (1835)to Italica, Tarragona (1836) to Tarracoand Merida (1838) to Emerita Augusta. The ecclesiastical confiscations of 1836and the creation of the Provincial Commissions of Historical and Artistic Monuments, under jurisdiction of the Royal

    Academy of Fine Arts of San Fernando until 1865, promoted the creation of new provincial museums. In the absence ofenough specialists at the Royal Academy of History, Highest Diplomatic School and universities, the middle bourgeoisclasses assumed the study of Archaeology. They were organized in the Spanish Academy of Archaeology, 1837/44-1860/68, that once numbered 33 provincial societies at 1844, including Cuba and the Philippines, while MonumentalArchaeology teaching was held at the Athenaeum of Madrid since 1837. From ODonnells Liberal Union was an increasein funding for excavations, which was intended to be regulated with an Excavations and Antiquities Act and a GeneralPlan of Excavations, but the Revolution of 1868 stopped both initiatives. Archaeologists with academic positions had lit-tle specialized training, law degree generally. Most of them had to come and work at Madrid, where it was the CentralUniversity and the Highest Diplomatic School. The most relevant figures were two scholars born in Cordoba and Seville,Jos Amador de los Ros and Antonio Delgado, together with Manuel Rodrguez de Berlanga from Malaga. Spanisharchaeological research had minimal international repercussion.

    KEY WORDS: Spanish archaeology, nineteenth century, historiography, romanticism, monumental archaeology, ris-ing bourgeoisie.

    *Departamento de Prehistoria y Arqueologa de la UniversidadAutnoma de Madrid. Facultad de Filosofa y Letras.

    Campus de Cantoblanco. 28.049 Madrid. E-mail:[email protected]

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    INTRODUCCIN:

    CAUSAS DE LA CRISIS DEL SIGLO XIX

    A partir de 1780 comenz el proceso de revolu-

    cin industrial en el Reino Unido y continu impa-rable paralelo a las guerras napolenicas.Inicialmente fue la industria textil del algodnentre 1780-90, a la que se sum la fundicin de lin-gotes de hierro entre 1790-1800 y desde 1830-40 lade rales de ferrocarril. Nuestro pas vecino msinmediato, Francia, tuvo tambin un desarrolloretardado pero con mayor intensidad, textil dealgodn desde 1815-20, rales de ferrocarril desde1840 y fundicin de hierro desde 1830, aunque steno fue verdaderamente importante hasta 1850(Beaud, 1984: 117 cuadro 3). Espaa no estaba enlas mejores condiciones para el despegue industrial

    por una serie de factores, unos polticos y otrosestructurales.

    La Guerra de la Independencia haba dejadoprcticamente 20 aos perdidos, como recoge unamemoria presentada en las Cortes en 1820 sobre laproduccin agraria, la cosecha de 60 millones defanegas de cereal en 1799 an no se haba recupe-rado y slo alcanzaba 51 millones en 1818. De los49 millones de arrobas de vino slo se obtuvieron37 millones y de los 6 millones de arrobas de acei-te slo se alcanzaban 3 millones (Artola, 1973: 59).

    La prdida del imperio americano tambinimpidi una recuperacin basada en las rentas ycomercio exterior, pues el volumen del comercioen 1827 haba descendido un 75 % respecto delexistente en 1792 (Artola, 1973: 79 n. 22).

    Un tercer aspecto fue que la monarqua y las li-tes polticas no estuvieron a la altura debida, graveproblema que se arrastr durante buena parte delsiglo XIX. Fernando VII, la regencia de MaraCristina, Isabel II, Amadeo I, Alfonso XII y laregencia de Mara Cristina de Habsburgo sonrepresentativos de una sucesin de monarcas dbi-

    les, los cuales facilitaron que los militares, en par-ticular Espartero, Narvez, ODonnell y Serrano,se creyeran los salvadores de la estabilidad delpas, papel que desempearon durante laRestauracin dos polticos, Cnovas y Sagasta,quienes a su vez fueron tutorizados internacio-nalmente por las grandes potencias europeas. Lapropia inestabilidad en la sucesin de la coronafavoreci el carlismo y las tres guerras civiles. Laausencia de descendencia de Fernando VII hastacasi el final de su vida propici la primera, la elec-cin del marido de Isabel II sometida a las presio-nes internacionales provoc la segunda y la pococomprensible eleccin como rey de Amadeo I entrevarios candidatos, la tercera. La surrealista vidaprivada de la monarqua los deslegitim ante el

    pueblo, la oligarqua y los militares. La regenteMara Cristina de Borbn y Dos Sicilias, cuartamujer de Fernando VII, tuvo 8 nuevos hijos, 5 deellos mientras era Regente con el guardia de corps

    Fernando Muoz, mientras Isabel II tuvo 12 hijosde diferentes parejas, ninguno de su marido y reyconsorte, Francisco de Asis, lo que dificult laeleccin de Alfonso XII, el sexto, por ser hijo conel capitn de ingenieros Enrique Puigmolt yMayans.

    Entre los factores estructurales que dificultaronla revolucin industrial se encontraban los eleva-dos costos del transporte interior, por la orografade la Pennsula Ibrica, que suponan en el reinadode Carlos III la construccin de un puente cada 3.5km. (Artola, 1973: 93), red de puentes que qued

    seriamente daada despus de la Guerra de laIndependencia. Por otra parte, estaba la no navega-bilidad de la mayor parte de los ros que impedacrear una red de canales para mercancas pesadas,frente a la elevada navegabilidad de la mayor partede los grandes ros atlnticos europeos en Francia,Alemania o Inglaterra. La mejor alternativa para eltransporte de mercancas y personas fue desarrollarla navegacin de cabotaje con mejoras en los puer-tos (Artola, 1973: 105), que potenci a las provin-cias costeras.

    Otro grave problema fue la escasez de recursos

    energticos como el carbn, pues los filones astu-rianos o leoneses eran muy profundos, pequeos eirregulares, que impiden una explotacin mecani-zada a cielo abierto, en comparacin con los dispo-nibles en pases como Inglaterra o Alemania. Porotra parte, la hulla es impura y frgil y no producebuen coque cuando es calcinada para reducir lasimpurezas. La produccin fue poco a poco incre-mentndose, pero nunca super el 45-50 % de lasnecesidades, pasando slo de un 46 % en el quin-quenio 1861-65 al 56 % en 1896-1900 (Tortella,1981: 63 cuadro 5), a pesar del bajo consumoindustrial en Espaa. Slo entre 1891-1900 la pro-duccin alcanz volmenes significativos, al pasarde 1 milln a 2.5 millones de toneladas (MartnezCuadrado, 1973: 181).

    El verdadero inters por el mineral de hierro enEspaa slo surgi con la aparicin de los hornosque transformaron el hierro de fundicin en acero,descubrimiento del ingeniero britnico HenryBessemer en 1855, al inyectar aire para acelerar lacombustin. El acero exiga un mineral de hierrosin fsforo, y para el principal mercado, el ReinoUnido, las minas de Vizcaya y Santander eran lasms cercanas y prximas al mar que las minas sue-cas de Kiruna y Gallivare o las malagueas(Tortella, 1981: 51). La produccin de lingotes dehierro en toneladas, al inicio de esta etapa, en 1830,

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    era de 680.000 en el Reino Unido, 266.000 enFrancia, 100.000 en Alemania, 75.000 en Rusia y14.300 en Espaa. En 1880, era de 7.873.000 en elReino Unido, 2.468.000 en Alemania, 1.725.000

    en Francia, 448.000 en Rusia y 85.000 en Espaa(Artola, 1973: 117). En 1900, Espaa slo era elnoveno productor de lingotes de hierro y acero, pordebajo del Reino Unido, Alemania, Rusia, Francia,Imperio Austro-Hngaro, Blgica, Suecia e inclusoLuxemburgo (Tortella, 1981: 80 cuadro 5).

    El motor industrial, por el capital que aport,fue la extraccin de mineral de hierro que tuvo dosincrementos importantes, el quinquenio 1870-74que pas de 72.500 a 578.200 y el quinquenio1880-84 que salt desde 936.800 a 3.632.600(Tortella, 1981: 53 cuadro 2). En la exportacin se

    observa como el despegue fue tambin en el quin-quenio 1870-74, cuando sali el 97 % de la pro-duccin frente al quinquenio precedente con slo el27.4 %, siendo la media exportada entre 1860-1904 del 90.7 % (Tortella, 1981: 54 cuadro 3). As,Espaa se convirti en el tercer productor de mine-ral de hierro de Europa, pero mientras en el ReinoUnido con 14.253.000 toneladas y en Alemaniacon 12.793.000 se destinaba a la produccin inte-rior, en la Espaa de 1900, de una produccin de8.676.000 toneladas se exportaban, sobre todo aestos dos pases, 7.823.000 (Tortella, 1981: 56 cua-dro 4), es decir, el 90.16 %.

    Los ingresos que reciban por el mineral lospropietarios de las minas favorecieron la inversinindustrial y as fue apareciendo el primer altohorno de coque en 1865 (Carr, 1983: 49) y los pri-meros altos hornos para acero de Bilbao en 1882(Martnez Cuadrado, 1973: 184). El combustibleera accesible a buen precio pues traan coque brit-nico en el flete de regreso los barcos que llevabanel mineral de hierro a Inglaterra. Tambin sirvipara estimular otras industrias como las navieras,ferroviaria, elctrica, etc.

    Finalmente, Espaa no era productor de la prin-cipal materia prima textil, el algodn, que seimportaba mayoritariamente de Estados Unidos,mientras que el tradicional aprovechamiento de lalana entr en decadencia al incrementarse las rotu-raciones por la demanda de grano, al crecer lapoblacin y retroceder las zonas de pasto y forrajede ayuntamientos y rdenes religiosas con las des-amortizaciones e incrementarse los cerramientosde tierras que dificultaban la trashumancia(Tortella, 1981: 46). La importacin de algodn enrama arranca del final de la Guerra de

    Independencia, 1814-18, con 1.038 toneladas, conun incremento importante en el quinquenio 1844-48 hasta 9.517 y logrando su crecimiento ms ele-vado entre 1854-58 cuando se alcanzaron 18.114.

    Despus siguieron crisis en las depresiones de1857-58 y 1864-68 y la falta de algodn durante laGuerra de Secesin americana entre 1861-65, paraobservarse una recuperacin desde 1869-73 con

    23.832, hasta llegar a 64.315 entre 1894-98(Tortella, 1981: 73, 70 cuadro 1). Los capitales ini-ciales provenan de los beneficios del comercio conlas colonias americanas de vinos y licores deCatalua (Carr, 1980/1983: 41), instalndose laprimera mquina textil de vapor en 1833, que lle-garon hasta 133 en 1851 (Fontana, 2007: 209). Laguerra de Secesin americana otorg valor estrat-gico al algodn egipcio, como rea de produccinalternativa e increment el inters por este pas,cuando ya se estaba construyendo el canal de Suez.

    De esta produccin textil, en 1858, el 90.7 % de

    los husos y el 83 % de los telares estaban en la pro-vincia de Barcelona, cuya produccin se destinabael 99.64 % al mercado nacional, pues la burguesacatalana tuvo menos posibilidades de adquirir pro-piedades en Catalua durante las desamortizacio-nes e invirti en la industria textil (Artola, 1973:92, 115). La ciudad de Barcelona creci de 183.787habitantes en 1857 a 336.926 en 1877, incluso apesar de la crisis en el sector textil entre 1857-68,y alcanz 533.000 en 1901, de los cuales eran obre-ros 117.000 y de ellos ms de un 50 % eran del sec-tor textil (Martnez Cuadrado, 1973: 178).

    Otros problemas importantes fueron una menordemografa que algunos pases europeos; la esca-sez de capitales nacionales, por lo que se dependide las inversiones extranjeras; y un bajo nivel edu-cativo. La demografa es interesante pues en 1850,aunque pases como Francia tenan 36 millones yEstados Unidos 23 millones, otros como el ReinoUnido slo tena 18 millones (Beaud, 1984: 122cuadro 7), mientras que Espaa en 1857 tena 15.5millones (Artola, 1973: 62), despus de una etapaexpansiva hasta 1860. Sin embargo, en 1900 habadespegado la poblacin del Reino Unido, hasta

    36.9 millones y de Alemania hasta 50.6 millones,mientras que se haba estancando en Francia con40.7 millones y Espaa de 18.6 millones (Tortella,1981: 17 cuadro 1).

    La nica ventaja real de Espaa era la abundan-cia de recursos mineros como el cobre, plomo ohierro, y fue el factor que atrajo la primera inver-sin extranjera, pues estos recursos eran demanda-dos por los mercados europeos. Parte de estasminas estaban prximas al mar, lo que facilitaba suexportacin usando el ferrocarril, lo que favorecial cobre de Huelva, el plomo de Almera y Murcia

    y el hierro de Vizcaya, Santander y Mlaga, encambio, no se desarroll una importante minera dehierro al interior en Teruel, Guadalajara y Len(Tortella, 1981: 49). Primero despeg la produc-

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    cin de cobre a partir de 1857, que se duplic enslo 5 aos (Artola, 1973: 92), el cual era tambinutilizado en la industria qumica para el cido sul-frico y la sosa custica. El crecimiento fue cons-

    tante, sin saltos bruscos, alcanzando en el quinque-nio 1875-79, 443.100 toneladas y en 1895-99,764.200 (Tortella, 1981: 53 cuadro 2). Este despe-gue, en particular por las minas de Tharsis y RoTinto, convirti a Espaa en el primer productor demineral de cobre, empleando en 1889 a 9.000mineros (Carr, 1983: 53). Otro metal importantefue el plomo, que por su bajo punto de fusin s eraexportado en barras, y pas de 45.200 toneladasentre 1850-54 a 176.600 entre 1895-99 (Tortella,1981: 53 cuadro 2). La produccin, tanto en el hie-rro como en el cobre era destinada mayoritaria-mente a la exportacin, pero tambin lo era el 96 %del plomo o el 87 % del mercurio entre 1850-1904(Tortella, 1981: 54 cuadro 3).

    LA EXPANSIN ECONMICA ENTRE1833-1864

    Despus de la Guerra de Independencia y el rei-nado de Fernando VII se experiment un gran cre-cimiento demogrfico entre 1830-60, pasando de12.1 millones a 15.5 millones (Artola, 1973: 62). Apesar de este crecimiento demogrfico, la recupe-

    racin de la produccin de trigo, con el incremen-to de la explotacin de tierras en cultivo, permitiel autoabastecimiento entre 1820 y 1881 (MartnezCuadrado, 1973: 139).

    Al iniciarse la dcada moderada, en diciembrede 1844, se estableci una normativa para la cons-truccin de ferrocarriles, la cual result un fracasoporque se solicitaron multitud de concesiones entre1845-46 que no se construyeron pues los solicitan-tes carecan de recursos. En 1848 se subvencion alas compaas un 6 % del capital invertido, pero susresultados fueron muy pobres, y en 1855 apenas

    haban 400 km. de vas frreas, Barcelona-Matarinaugurado en 1848, Madrid-Aranjuez en 1841,Sama-Langreo (Santander) en 1852, Valencia-Jtiva en 1854 (Fontana, 2007: 291), Barcelona-Granollers en 1854 y Madrid-Albacete en 1854.

    La guerra de Crimea entre Francia, ReinoUnido e Imperio Turco contra Rusia, de 1853 a1856, favoreci durante esos aos una balanzacomercial favorable, por las ventas de trigo caste-llano, a pesar de algunos problemas de suministrointerno (Tun de Lara, 1960/1973: 150; Fontana,2007: 274).

    Despus de la crisis econmica mundial de1857-58, la abundancia de capitales en Europa, elhaberse acabado el tendido principal de las redes

    de ferrocarriles europeas y la ley sobre concesionesde ferrocarriles de 1855, que daba ventajas y garan-tas al capital extranjero, favoreci su penetracinmasiva en Espaa (Tun de Lara, 1960/1973:

    139). Principalmente fue el capital francs el que sedirigi especialmente a los pases mediterrneos,Espaa, Portugal e Italia (Beaud, 1984: 136), enparticular hacia la banca (Artola, 1973: 87), desdela cual se financiaron las inversiones en la red deferrocarriles.

    El motor fue la Ley general de ferrocarrilesaprobada en junio de 1855, durante el BienioProgresista de Espartero, siendo ministro deFomento, Francisco de Lujn Miguel y Romero,que garantiz el inters del capital invertido, apro-b subvenciones por 1.736 millones de reales, de

    los cuales 1.300 millones de reales procedan de ladesamortizacin aprobada por Madoz en 1856,exencin de aranceles a las importaciones de rales,vagones y locomotoras y la aprobacin de la Leyde sociedades de crdito en 1856 para facilitar laentrada de capital extranjero. El resultado final fuela construccin hasta 1865, en slo 10 aos, de4.832 km. de vas frreas, principalmente por doscompaas francesas, los Ferrocarriles del Norte delos Pereire y la compaa Madrid-Zaragoza-Alicante de los Rothschild (Fontana, 2007: 280,292), que tambin tenan la concesin de las minasde mercurio de Almadn (Ciudad Real).

    En este periodo, despus de Barcelona, Mlagase convirti desde 1856 en la segunda provinciams industrializada del pas, por delante deMadrid, con metalurgia del hierro y textiles de lanay algodn (Fontana, 2007: 208).

    Entre las medidas que tendrn incidencia en laarqueologa espaola se encuentra el traslado de laAcademia de Minas de Almadn (1777) a Madrid,que pas a denominarse Escuela de Minas en 1835.Con el impulso de la minera extractiva de cobre yplomo, comenzaron a localizndose minas con evi-

    dencias de explotaciones antiguas a partir de 1840.Por otra parte, se haba creado una escuela deingenieros de caminos en 1799, la cual permanecicerrada durante el reinado de Fernando VII, hastaque fue reabierta cuando se reorganiz el cuerpo deingenieros en 1835 (Artola, 1973: 94-96). El iniciode la construccin de una red ferroviaria y lasmejoras de las carreteras aument la importanciade los ingenieros de caminos y el inters por elestudio de las vas romanas.

    EL PERIODO

    ISABELINO

    1833-68En un contexto internacional definido por larevolucin de julio de 1830, que haba provocadola cada de la monarqua borbnica en Francia, el

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    inicio de esta etapa viene marcado con el naci-miento de Isabel II en octubre de 1830, y poco des-pus por su hermana Luisa Fernanda en enero de1832.

    El restablecimiento el 31 de marzo de 1830 dela Pragmtica Sancin de 1789, que permita here-dar la corona a las mujeres, una vez que su mujer ysobrina, Mara Cristina de Borbn, haba quedadoembarazada, implicaba que el hermano del rey,Carlos, ya no sera su sucesor, sino su primera hija,Isabel. Pero ya desde 1826 (Fontana, 2007: 130-132), estaban habiendo intentos realistas para alzaral poder a Carlos V y deponer a su hermanoFernando VII.

    En 1829 se haba efectuado el ltimo intento derecuperar las antiguas colonias, con una esculida

    expedicin desde Cuba de 3.300 hombres, almando del brigadier Barradas, hacia Tampico enMxico, que acab fracasando (Fontana, 2007:133-134).

    Isabel II accedi al trono el 20 de junio de 1833,con slo 3 aos, siendo reina regente su madre,Mara Cristina de Borbn. En 1836, el congresoreconoci la independencia de las antiguas colo-nias americanas finalizando los aos de esfuerzoeconmico y militar para mantenerlas.

    Se estableci un sufragio restringido con siste-

    ma censitario en 1834, siguiendo los modelos deFrancia desde 1814 y el Reino Unido desde 1832.En 1836 haban 65.067 electores, que ascendierona 257.984 en 1837 y alcanzaron un mximo en1841 con 423.787. Volvi a aplicarse un criteriorestrictivo en 1846, al doblarse el mnimo de rique-za, descendiendo a 97.100 electores, que subiligeramente a 121.770 en 1850, y slo dio un saltoen 1854, cuando se aplic los valores de 1837,favoreciendo la victoria liberal y el inicio delBienio Progresista, y en 1865 pas a 418.271(Martnez Cuadrado, 1973: 60 cuadro 5; Fontana,2007: 272).

    Con la revolucin de 1840, tuvo que exiliarse lareina regente, teniendo Isabel II apenas 10 aos, yfue nombrado nuevo regente el general BartolomEspartero entre 1840-43, que haba derrotado a loscarlistas en 1839.

    El matrimonio de Isabel II con su primo,Francisco de Asis, hijo del infante Francisco dePaula, el 10 de octubre de 1846, cuando la reinacumpla 16 aos, supuso el rechazo del candidatoalemn, Leopoldo de Sajonia-Coburgo, vetado porFrancia, y de Antonio de Orlens, duque de

    Montpensier, hijo del rey de Francia, vetado porInglaterra, mientras que el pretendiente carlista,Carlos Luis de Borbn, estaba mediatizado por supadre que exiga ser reconocido rey. Esto provoc

    el estallido de la segunda guerra carlista (1846-1849), con el pretendiente Carlos Luis de Borbn(Carlos VI), hijo de Carlos V y sobrino deFernando VII, apoyado por Austria y Prusia. En

    cambio, el estamento militar, Francia e Inglaterraoptaron por Isabel II.

    La inoperatividad del ejrcito isabelino quedareflejada en que disponiendo de unos 200.000hombres, fueran incapaces de imponerse rpida-mente a los 80.000 carlistas, distribuidos en 10.000en Catalua, 20.000 en el Maestrazgo y unos50.000 en Navarra, Pas Vasco y norte de Castilla(Fontana, 2007: 149-150), hasta que finalmente,Narvez, durante su mandato entre 1847-51, consi-gui la derrota carlista.

    Se sucedieron la Dcada Moderada (1844-54)de Narvez, el Bienio Progresista (1854-56) conEspartero y la Unin Liberal (1856-68), del gene-ral Leopoldo ODonnell que estuvo en el poder en1856, 1858-63 y 1865-66.

    INTERVENCIONISMO COLONIAL Y RENACI-MIENTO DEL INTERS POR ORIENTE

    En contraposicin con el periodo de laRestauracin, la monarqua isabelina tom rpida-mente posicin cuando se integr en la cuadruplealianza del bloque occidental liberal en 1834, loque facilit el reconocimiento internacional deIsabel II como nueva reina por Inglaterra y Francia,frente a la Santa Alianza del bloque continentalconservador, el Imperio Austro-Hngaro y Prusia,que apoyaron a los carlistas.

    Tambin el Imperio Otomano, con el sultnMahmud II, reconoci en 1833 a Isabel II, lo quecre unos lazos de confianza que se plasmarondurante la Guerra de Crimea de 1853 a 1856, cuan-do Francia y el Reino Unido apoyaron al ImperioOtomano contra Rusia, envindose al general Prim

    y otros militares como asesores durante el conflicto.A partir de 1843, hubo una serie de ataques

    marroques en los lmites de Ceuta y Melilla, inclu-yendo el asesinato de un agente consular en 1844.Estos hechos hicieron nacer en Espaa un grupopartidario de intervenir en Marruecos, entre los quese incluan el arabista y auditor general de ejrcitodesde 1834, Serafn Estbanez Caldern, que soli-citaban una intervencin militar como haba hechoFrancia en Argelia, que conquist Argel en 1830(Cnovas del Castillo, 1883: 125-126). Sin embar-go, el general Narvez, ante las presiones ingleses,

    firm un acuerdo en Tnger con el Sultn MuleySoleiman el 24 de agosto de 1844, ratificado en elConvenio de Larache, donde se reconocan loslmites de Ceuta, el 6 de mayo de 1845. Los cho-

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    ques fronterizos continuaron y Narvez decidiocupar militarmente las Islas Chafarinas el 6 deenero de 1848 desde Melilla y Mlaga, ante los pla-nes franceses de invadirlas.

    La etapa del general Leopoldo ODonnell y laUnin Liberal entre 1856-66, va a estar marcadapor la Guerra de Marruecos debido a problemas enla frontera con los rifeos y la victoria de la batallade Tetun en 1860. ODonnell desembarc enCeuta con 40.000 hombres en octubre de 1859, setom Tetun en febrero de 1860 y despus de lavictoria del ro Ras en marzo, se firm un tratadode paz en abril.

    Sin embargo, no va a ser el nico conflicto colo-nial en el que se involucre Espaa, generalmente

    junto a la Francia de Napolen III. Entre ellos estu-

    vo la Guerra de Conchinchina entre 1858-62, queincluy la conquista de Saign en 1859 por unaarmada franco-espaola y tropas coloniales filipinas,permaneciendo despus los franceses, pues no seconcedi a Espaa un puerto para comerciar conFilipinas y propiciar la salida de trabajadores chinoshacia las islas espaolas del Caribe.

    Otra campaa importante fue la intervencinfranco-anglo-espaola en Mxico en 1861-62, porla negativa del gobierno de Benito Jurez de pagarsus deudas, desembarcando primero un contingen-te de 6.000 espaoles al mando del general Prim enVeracruz, pero ante la decisin unilateral deFrancia de imponer al emperador Maximiliano I,Archiduque de Austria, en marzo de 1862, losingleses y espaoles se retiraron. El reinado deMaximiliano I, 1863-67, termin cuando fue fusi-lado en 1868.

    Los territorios americanos parecieron ampliarsecon la reincorporacin a Espaa entre 1861-65 dela Repblica Dominicana desde el 16 de mayo. Elpas, independiente de Hait desde 1844, habasufrido sucesivas invasiones de Hait en 1844,1845-49, 1849-55 y 1855-56, y volvi a apoyaruna guerra de independencia desde 1863, junto conEstados Unidos, hasta que se acept su indepen-dencia en 1865.

    Un ltimo conflicto fue la guerra de Espaacontra Per entre 1865-66, a la que se unieron porsolidaridad Chile, Bolivia y Ecuador, pues Espaatom las islas con guano de Chincha en Callao(Per), que era la principal exportacin del pas,para cobrar compensaciones desde su independen-cia y atac los puertos de Valparaso (Chile) yCallao (Per).

    Esta apertura de los intereses polticos y econ-micos de Espaa fuera de sus fronteras, despus dela ltima expedicin contra Mxico en 1829, seadvierte tambin en la labor de los cnsules, las

    corrientes culturales y los intereses arqueolgicos.

    Ya en octubre de 1856, el Anticuario AntonioDelgado solicit en nombre de la Real Academiade la Historia, que Miguel Tenorio, Cnsul de

    Espaa en Jerusaln, adquiriese antigedades,monedas y medallas con destino a la Academia(Maier, 2008: 213). Esta iniciativa se ampli enmayo de 1859, cuando el acadmico arabistaSerafn Estbanez Caldern convenci al Ministrode Estado, Saturnino Caldern Collantes, para quelos agentes consulares y diplomticos en frica yel Levante adquiriesen manuscritos, libros y obje-tos de antigedad para la Real Academia de la

    Historia (Maier, 2008: 232), ejemplos indicativosde la nueva poltica que se haba inaugurado con elacceso a la presidencia del Gobierno de Leopoldo

    ODonnell desde junio de 1858 y mantuvo hasta sumarcha en enero de 1863.

    El aspecto ms importante fue la presencia decnsules capacitados, algunos con inters en laarqueologa en el Prximo Oriente. En 1863 partie-ron hacia Oriente dos cnsules liberales, interesadosen la sociedad y religin otomana y rabe, AntonioBernal de OReilly y Adolfo Rivadeneyra Snchez.El primero, cnsul de Espaa en Siria, Lbano yPalestina entre 1863 y 1866 (Martn Asuero, 2005:787 n. 4), con sede en Beirut, territorio autnomodespus de la intervencin francesa en 1860, realiznotables descripciones de sus estancias, Viaje aOriente, en Egipto (1878), Jerusaln, la SemanaSanta (1877), En Tierra Santa: la Judea, la Samaria

    y la Galilea (1898) o En el Lbano, cartas y relacio-nes sobre la Siria (1888).

    A finales de 1865 fue nombrado vicecnsul enDamasco, Adolfo de Mentaberry, que permaneciall entre marzo de 1866 y julio de 1867, a las rde-nes de Bernal de OReilly, hasta su traslado comoprimer secretario a Estambul en 1867, que reflejaen su libro Viaje a Oriente, de Madrid a

    Constantinopla (1873). Posteriormente, estuvo unao en China, entre noviembre de 1869 y diciem-bre de 1870 (Martn Asuero, 2005: 778), de lo quetambin aporta un relato interesante, Impresionesde un viaje a China (1876).

    El ms destacado fue Adolfo Rivadeneyra. Hijodel editor de la Biblioteca de Autores Espaoles,Manuel Rivadeneyra y de madre araucana, conquien se cas cuando resida en Chile y naciAdolfo en 1841, lo que le dio una tez morena alhijo til en sus viajes por Oriente. Fue enviado aestudiar el bachillerato en Francia aprendiendo

    bien el francs, latn y griego. Despus en Blgicay Alemania estudi el alemn, ingls e italiano.Entr como intrprete joven de lenguas- en elconsulado espaol en Beirut en 1863, a las rdenes

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    de Antonio Bernal de OReilly, aprendiendo muybien el rabe en el convento de Ain-Uarca, idiomasobre el que escribi un Estudio sobre el mecanis-mo de la lengua rabe (1865). Adems, por ausen-

    cia de sus titulares, ocup como suplente en dosocasiones el consulado de Espaa en Jerusalnhasta 1866. A la marcha de Bernal de OReilly, fuenombrado vicecnsul en Beirut entre marzo y juniode 1867. Destinado como vicecnsul en Colombo,Ceiln, hasta noviembre de 1868, donde aprendisingals, fue nombrado vicecnsul en Damasco,puesto al que se incorpor en agosto de 1869(Saavedra, 1882: 497-499, 510; Escribano, 2005:790, 792). Esto motiv un largo viaje por el querecorri Mesopotamia, describiendo Babilonia,Nnive, Nimrud y Khorsabad en su libro Viaje deCeiln a Damasco. Golfo Prsico. Mesopotamia.

    Ruinas de Babilonia, Nnive y Palmira (1871).En julio de 1870 fue cesado, durante la regencia

    del general Serrano en el Sexenio Revolucionario.Nombrado vicecnsul en Tehern el 28 de mayo de1873, donde se incorpor en abril de 1874, perma-neci aprendiendo persa durante 5 meses, lo que lepermiti explorar el pas durante casi un ao hastaagosto de 1875, cuando regres a Espaa por malasalud, siendo suprimido el viceconsulado en el mesde noviembre (Saavedra, 1882: 499; Escribano,2005: 792), sintomtico de la nueva etapa que seiniciaba con la Restauracin, lo que le permiti

    redactar Viaje al interior de Persia (1880).Lamentablemente, muri joven en 1882 a los 40aos, despus de haber sido cnsul de tercera claseen Singapur y Mogador (Marruecos).

    DESAMORTIZACIN Y LA CREACIN DE LASCOMISIONES PROVINCIALES DEMONUMENTOS HISTRICOS Y ARTSTICOS

    La desamortizacin de bienes eclesisticoscomenz durante el reinado de Carlos IV, entre1798-1808, cuando Godoy vendi bienes de obras

    pas y beneficencia por valor de 1.653 millones dereales para reducir el dficit pblico (Tortella,1981: 34 cuadro 1; Fontana, 2007: 181) y tratar deaumentar las tierras en cultivo debido a la insufi-ciente produccin de grano.

    Las Cortes de Cdiz aprobaron un decreto dedesamortizacin el 13 de septiembre de 1813 queinclua conventos y monasterios suprimidos o des-truidos en la Guerra de la Independencia, bienesconfiscados a los afrancesados y la mitad de losbaldos y realengos, aunque no se aplic por lavuelta a la monarqua absolutista de Fernando VII,pero comenz durante el Trienio Liberal entre1820-23 con unos 100 millones de reales.

    Al final del reinado de Fernando VII, en abril de1832, el Ministro de Hacienda, Lpez Ballesteros

    peda dimitir, sintindose incapaz de detener labancarrota que est ms cercana de lo que muchoscreen. En diciembre de 1833, al iniciarse el primergobierno de la Regencia de Mara Cristina de

    Borbn, el Ministro de Hacienda, AntonioMartnez, que dur 3 meses, slo dispona de37.000 reales (Fontana, 2007: 136-137, 140),habindose multiplicado por cinco la deuda pbli-ca entre 1788 con 2.000 millones de reales a msde 10.000 millones en 1833, que exigan anual-mente unos 500 millones de reales anuales de inte-reses y amortizaciones (Fontana, 2007: 232).

    La desamortizacin de Juan Mendizbal, apro-bada el 19 de febrero de 1836, afect a los bienesde las rdenes religiosas monsticas o clero regu-lar, en parte abandonados por motivo de la guerra

    carlista. El objetivo era sanear la Hacienda Pblicay poder pagar la guerra civil contra los carlistas.Las ventas entre 1836-41, con ingresos de 1.700millones de reales (Tortella, 1981: 33-34), fueronmuy similares a la precedente de Godoy.

    En 1841, Espartero ampli el decreto el 2 deseptiembre, incluyendo los bienes del clero secular,y en slo 3 aos, hasta 1844, se vendieron propie-dades por valor de 1.750 millones de reales y unos1.000 millones se siguieron vendiendo hasta 1851,sumando en total 3/5 partes de los bienes de la igle-sia, 3.100 millones de fincas del clero regular uordenes. Adems se vendieron 800 millones de fin-cas del clero secular, cuyas ventas se pararon desde1844, y 600 millones de censos y foros (Tortella,1981: 35, 34 cuadro 1; Fontana, 2007: 182). Conestas ventas se redujo a casi la mitad la deuda delEstado, al haberse destinado 5.000 millones de rea-les a la deuda pblica que implicaban 250 millonesanuales de intereses y amortizaciones, mientrasotros 500 millones fueron destinados a gastoscorrientes para disponer de efectivo (Fontana,2007: 183).

    El acontecimiento ms importante, porque pro-voc la creacin de lasJuntas Cientfico-ArtsticasProvinciales y de los primeros museos provincialesfue la desamortizacin del patrimonio eclesisticosecular. Este proceso exigi rpidas soluciones paratratar de minimizar importantes prdidas del patri-monio artstico y bibliogrfico de los conventos.

    El proceso se inici con la reactivacin, el 29 de julio de 1835, del decreto de desamortizacinvigente en el Trienio Liberal, encargndose a los

    jefes polticos, actuales gobernadores civiles, denombrar una comisin de 3 a 5 personas para exa-

    minar, inventariar y recoger cuanto contengan losarchivos, bibliotecas de los monasterios y conven-tos suprimidos, y las pinturas, objetos de esculturau otros. Los miembros de las comisiones se ele-

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    giran preferentemente entre los correspondientesdelaReal Academia de la Historia,Real Academiade Bellas Artes de San Fernando, Academias deBellas Artes de Valladolid, Zaragoza y Valencia,

    Reales Sociedades de Amigos del Pas o encargadosde los archivos pblicos, inteligentes en literatura,ciencias y artes. Esto se regul el 27 de mayo de1837 cuando se crearon las Juntas Cientfico-

    Artsticas en cada capital de provincia presididaspor el Jefe Poltico y compuesta por 5 personas ele-gidas por l, preferentemente de miembros de lasinstituciones antes citadas, sin embargo, ya habacomenzado la venta y exportacin de obras de arte,lo que trat de prohibirse en sucesivas RealesOrdenes, demostracin que no estaban funcionandoadecuadamente, el 2 y 4 de septiembre de 1836, el27 de abril de 1837, 27 de mayo de 1837 y el 20 deagosto de 1838 (Tortosa y Mora, 1996: 199 n. 48;Maier, 2008: 20-22). Un referente contemporneofue la creacin de las Comisiones de Monumentosen Francia tambin en 1837.

    Pronto se advirti la dificultad de tener un cat-logo centralizado de edificios, obras de artes,libros, manuscritos y antigedades recuperadas,por lo que las Juntas Cientfico-ArtsticasProvinciales (1837-44) fueron reorganizadas comoComisiones Provinciales de Monumentos

    Histricos y Artsticos por Real Orden el 13 dejunio de 1844, al iniciarse la Dcada Moderada yacceder a la Presidencia del Gobierno, RamnMara Narvez Campos. Las comisiones erandependientes de laReal Academia de Bellas Artesde San Fernando, pero fueron financiadas por lasdiputaciones provinciales. Se iniciaron las declara-ciones de Monumentos Nacionales a partir de laCatedral de Len el 25 de agosto de 1844 (GanauCasas, 1999: 49). Primero dependieron delMinisterio de Gobernacin de la Pennsula, dirigi-do por Pedro Jos Pidal Carniado, a la que debaninformar cada 3 meses. Posteriormente, tambin enla Dcada Moderada, bajo Presidencia de Gobierno

    de Carlos Martnez de Irujo, Duque de Sotomayor,fueron transferidas al Ministerio de Comercio,Instruccin y Obras Pblicas el 28 de enero de1847, que desde el 29 de octubre de 1851 pas adenominarse Ministerio de Fomento, al entrarcomo ministro Mariano Miguel de Reinoso.

    En todo caso, sus miembros carecan de autori-zacin para realizar excavaciones arqueolgicasque deban ser autorizadas por el Gobierno, pero yase ordenaba, en el artculo 3, de informarse de lasantigedades que existan en sus respectivas pro-vincias y que merezcan conservarse y Formar

    catlogos, descripciones y dibujos de los monu-mentos y antigedades que no sean susceptibles detraslacin o que deban quedar donde existen(Lavn, 1999: 15).

    El principal objetivo en 1844 fue la creacin deuna Comisin Central, que coordinara lasComisiones Provinciales, presidida por el Ministrode Gobernacin, Pedro Jos Pidal Carniado, un

    vicepresidente, Serafn Mara de Sotto Sutton-,Conde de Clonard, y un secretario, el nico consueldo, el cual llevaba el peso de la ComisinCentral, que recay en Jos Amador de los Ros,ms 5 vocales, Martn Fernndez de Navarrete,Jos de Madrazo, Antonio Gil de Zrate, ValentnCarderera y Anbal lvarez. La organizacin de lasComisiones Provinciales fue bastante parecida,sigui siendo presidida por el Jefe Poltico y com-puesta por 5 personas, 3 nombrados por el JefePoltico y 2 por la Diputacin Provincial (Huici,1990: 122-123), pero siguiendo los criterios decualificacin precedentes.

    Sin embargo, el gobierno espaol dej de pagarintereses por la deuda desde 1836, y en 1851, JuanBravo Murillo, Presidente del Consejo y Ministrode Hacienda entre 1851-52, ante una deuda pblicaque haba crecido de nuevo hasta 15.635 millonesde reales, hizo una reduccin no pactada de los inte-reses rebajndola hasta 9.609 millones de reales,que hundi el valor de la deuda espaola, pues dejde comprarse en las bolsas de Londres, Frankfurt yAmsterdam, quedando slo la alternativa de losbancos franceses y la colocacin de deuda en el

    mercado interno (Fontana, 2007: 232-233).Esta situacin forz a la continuacin del pro-ceso de desamortizacin al entrar Pascual MadozIbez como Ministro de Hacienda, durante 6meses en 1855, en el ltimo gobierno del BienioProgresista. Ahora, el grueso de los bienes vendi-dos fue de los ayuntamientos, con menor protago-nismo de la iglesia. As entre 1855-67, salvo suinterrupcin entre 1856-58, se vendieron 2.158millones de reales de bienes de los ayuntamientos,1.577 millones de la iglesia y 628 de la beneficen-cia. El proceso de ventas continu hasta 1900, aun-

    que el porcentaje principal fue entre 1867-76, con1.415 millones de los ayuntamientos, 888 de laiglesia y 327 millones de la beneficencia (Tortella,1981: 35, 34 cuadro 1). De ellos, 1.300 millones dereales fueron destinados a pagar las subvencionespara la construccin de ferrocarriles (Fontana,2007: 280). Los ms perjudicados fueron los cam-pesinos pobres que aprovechaban las tierras comu-nales como zonas de pasto y lea, lo que provocel descenso de la cabaa ganadera, menores rendi-mientos por falta de estircol, prdida de calidad dela dieta al comer muy poca carne, incremento de ladesforestacin, etc.

    El funcionamiento de la Comisin Central de Monumentos Histricos y Artsticos no fue eldeseable y fue suprimida el 9 de septiembre de

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    1857, 13 aos despus, en el artculo 161 de la Leyde Instruccin Pblica, al volver al poder sus crea-dores, Narvez a Presidencia del Gobierno y Pidalal Ministerio de Estado y Ultramar, quedando las

    Comisiones Provinciales bajo la supervisin de laReal Academia de Bellas Artes de San Fernando.

    Para mejorar su funcionamiento se cre el 4 de julio de 1864 una Comisin Mixta Organizadorade las Provinciales de Monumentos, con sede enMadrid, donde participaban 3 miembros de laReal

    Academia de la Historia y 2 de laReal Academiade Bellas Artes de San Fernando. Debe tenerse encuenta que muchas veces los acadmicos elegidoseran miembros de ambas. As, en 1864 figurabanpor la de Historia, Antonio Delgado, ModestoLafuente y Carlos Ramn y Fort, y por Bellas

    Artes, Amador de los Ros y Narciso PascualColomer (Maier, 1998: 30-31, 47). Como puedeobservarse, en la de Historia se eligieron dos direc-tores de la Escuela Superior de Diplomtica,Lafuente y Delgado, pero pronto qued desasistidapues Lafuente falleci en 1866 y Delgado trasladsu residencia a Huelva a finales de 1865, por lo queel nuevo Reglamento de las ComisionesProvinciales de Monumentos fue redactado porAmador de los Ros y Ramn y Fort, siendo apro-bado el 24 de noviembre de 1865.

    El cambio ms significativo en el Reglamento

    de las Comisiones Provinciales, de noviembre de1865, fue que pasaron a representar a ambas aca-demias en el mbito provincial. Como indica suartculo 4, Las comisiones provinciales de monu-mentos histricos y artsticos, as reorganizadas,son inmediatas representantes de las expresadasReales Academias de San Fernando y de laHistoria. Las Comisiones eran presididas por elGobernador Civil de la provincia, la vicepresiden-cia recaa en el Correspondiente ms antiguo deuna de las dos academias, la secretara en el ms

    joven, y tres puestos de vocales en los restantes

    correspondientes. En el nuevo Reglamento se otor-gaba a sus miembros en el artculo 17 la direccinde todas las excavaciones arqueolgicas que encada provincia se considerasen necesarias para lailustracin de la historia nacional, una vez autori-zadas por el Gobernador Civil y en particular por la

    Real Academia de la Historia, en la que recaa,segn el artculo 23, la inspeccin de todas lasantigedades descubiertas y que se descubrieran enel reino. Adems, segn el articulo 25, NingunaComisin podr proceder a ejecutar excavacionessin el previo conocimiento y aprobacin de la Real

    Academia de la Historia. Por otra parte, se esta-blecen excavaciones arqueolgicas preventivas,bien cuando se realicen obras pblicas que pudie-sen afectar a despoblados antiguos, en las inme-

    diaciones de grandes vas romanas o en cualquierlugar que ofrezca indicios de construcciones respe-tables, para evitar la destruccin de los restosarqueolgicos, o bien en monumentos en ruinas,

    antes de su posible restauracin, realizando reco-nocimientos facultativos y arqueolgicos de losmonumentos pblicos para precaver su ruina y evi-tar malas restauraciones (Maier, 1998: 31, 32 n.58; Lara Escoz, 2007: 71).

    Otro aspecto importante fue la potenciacin delas prospecciones para realizar una catalogacin delos yacimientos arqueolgicos, sealando el artcu-lo 28 la formacin de un catlogo de despobladosque en cada provincia existieren. Este catlogo dedespoblados, que indicaban los yacimientos msimportantes donde podan realizarse excavaciones

    arqueolgicas, fue ordenado por la DireccinGeneral de Instruccin Pblica a inicios de junio de1868 (Maier, 2003b: 309), para que en un plazo de3 meses cada Comisin Provincial de Monumentosentregase un catlogo de despoblados dondedeberan hacerse excavaciones.

    Esta medida iba asociada a la aprobacin de unPlan General de Excavaciones, solicitado por elGobierno a la Real Academia de la Historia porReal Orden el 15 de abril, que fue discutido el 24de abril, encargado a Amador de los Ros comopresidente de la Comisin de Antigedades el 27

    de abril e informado el 8 de mayo de 1868 por elAnticuario, Aureliano Fernndez-Guerra, el direc-tor de las excavaciones de Numancia, EduardoSaavedra y Manuel Oliver y Hurtado, cuyo objeti-vo ltimo era introducir cierta regularidad en elmovimiento que por todas partes se advierte res-pecto de estas exploraciones arqueolgicas(Maier, 1998: 31 y 2008: 307-308).

    Parte del dinero fue aprobado pues se libraronpor Real Orden a las respectivas ComisionesProvinciales de Monumentos, 8.000 escudos paraexcavaciones en Itlica el 19 de febrero de 1868, delos 35.000 escudos previstos, cuadruplicando los8.000 escudos de 1867; 2.000 escudos para la exca-vacin de La Alcazaba de Granada, donde se creaestaba el foro de la ciudad romana y en SierraElvira en septiembre de 1868; 1.000 escudos parala excavacin de Augustbriga en Soria en sep-tiembre de 1868; 600 escudos para la excavacinen el Castillo de Montesa e Iglesia de San Flix enJtiva, Valencia, en mayo de 1868; 461 escudospara la excavacin en el teatro romano de Mridaen septiembre de 1868; y 400 escudos para lasexcavaciones destinadas a localizar la batalla deMunda en Crdoba por Luis Maraver en febrero de

    1868 (Maier, 2008: 79-80, 304-306, 308, 311-312;Maier et alii, 2000: 203; Luzn, 1999: 94), todasantes del inicio del Sexenio Revolucionario el 30de septiembre de 1868.

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    PRIMEROS MUSEOS PROVINCIALES

    Antes del proceso de desamortizacin de JuanMendizbal, en febrero de 1836, se empezaron acrear museos especficamente arqueolgicos,

    como el Museo Arqueolgico de Sevilla (1835)para conservar las colecciones de Itlica.

    En Barcelona, con el inicio de los primerosderribos de conventos, ya la Real Academia de

    Buenas Letras haba creado un Museo deAntigedades en 1835 (Remesal, Aguilera y Pons,2000: 50, 207-208).

    Los hallazgos de la Cantera del Puerto deTarragona forzaron la creacin del Museo

    Arqueolgico de Tarragona (1836), el cual fuesolicitado por el Jefe Poltico de Tarragona en

    marzo de 1834 al Rey y en enero de 1835 alMinisterio de Gobernacin, pidiendo apoyo enfebrero de 1835 a laReal Academia de la Historia.El ministerio autoriza el 13 de julio alAyuntamiento de Tarragona a destinar fondos parael Museo de Antigedades, cuya sede fue desde1838 los bajos de la antigua Audiencia (Remesal,Aguilera y Pons, 2000: 56-57, 199).

    La Real Academia de la Historia tambindefenda, en febrero de 1836, en relacin conMrida, pero generalizndolo para todo el reino, lacreacin de museos provinciales o locales, sugi-

    riendo al Gobierno incluir una partida con este finen los presupuestos generales (Maier, 2008: 120).

    Vinculado a la creacin desde el 27 de mayo de1837 de las Juntas Cientfico-Artsticas en cadacapital de provincia, cabe relacionar la fundacindelMuseo Arqueolgico de Mrida el 26 de marzode 1838, donde se depositaron los materiales proce-dentes de las excavaciones en Mrida desde 1836.

    Por otra parte, los fondos bibliogrficos y arts-ticos de los conventos desamortizados sirvieronpara crear las primeras bibliotecas y museos de

    bellas artes y arqueolgicos provinciales. Se espe-cificaba tambin en el artculo 3 de la Real Ordende 13 de junio de 1844 sobre las ComisionesProvinciales de Monumentos Histricos y

    Artsticos, la necesidad de Reunir los libros, cdi-ces, documentos, cuadros, estatuas y dems objetospreciosos, literarios y artsticos pertenecientes alEstado que estn diseminados, reclamando los quehubieren sido sustrados y Cuidar los museos ybibliotecas provinciales, aumentar estos estableci-mientos, ordenarlos y formar catlogos metdicosde los objetos que encierran (Lavn, 1999: 15). En

    este proceso cabe incluir la creacin del Museo deBellas Artes de Crdoba (1844), el Museo deOrense (1845), el Museo Provincial deAntigedades o Arqueologa de Oviedo (1845),

    que no se abri hasta 1875 en su sede de la Capillade la tercera orden de San Francisco, solicitadadesde 1846, cedida nominalmente en 1860 y entre-gada en 1868 (Adn, 1999: 176-178) y el Museo de

    Gerona (1846) (Remesal, Aguilera y Pons, 2000:53 n. 232), que se instal desde 1857 en elMonasterio desamortizado de los benedictinos deSant Pere de Galligants.

    Un fenmeno parecido sucedi tambin enPortugal donde fueron extinguidas las rdenes reli-giosas en 1834, crendose incluso desde 1833 elMuseo Portuense en Oporto, con sede en elConvento de San Antonio, en el cual tambin fue-ron depositndose las obras de arte religiosas.

    Despus de la Desamortizacin de Madoz con-tinu la fundacin de museos provinciales, entre

    los que cabe citar elMuseo Arqueolgico de Lrida(1864), vinculado al Instituto de Estudios

    Ilerdenses, con sede en el Convento desamortizadodel Roser, que ya vena funcionando como sede deun Museo de Antigedades desde 1847, por elempuje del cronista de la ciudad y periodista,Joaqun Ballester, con la colaboracin del mdicoJaume Nadal, el Correspondiente de la Real

    Academia de la Historia y catedrtico de Instituto,Josep Pleyn de Porta y de Llus Roca Florejachs(Lara Peinado, 1969-70; Remesal, Aguilera y Pons,2000: 54).

    REFORMAS UNIVERSITARIAS Y ATENEOS

    Durante el ltimo gobierno de Carlos IV, elMinistro de Gracia y Justicia, Jos AntonioCaballero Campo-Herrera, Marqus de Carballero,emiti un decreto el 5 de julio de 1807 para redu-cir el nmero de universidades en Espaa, en par-ticular las dependientes de la iglesia y los colegios.Esto provoc la extincin de 10 universidades enIrache (Ayegui, Navarra), Oate (Guipzcoa),vila, Sigenza (Guadalajara), Toledo, Almagro

    (Ciudad Real), Ganda (Valencia), Orihuela(Alicante), Baeza (Jan) y Osuna (Sevilla).Pudieron continuar las de Santiago, Oviedo,Salamanca, Valladolid, Alcal de Henares(Madrid), Huesca, Zaragoza, Cervera (Lrida),Valencia, Granada y Sevilla (Jimnez Fraud, 1971:292-293). La Universidad de La Laguna(Tenerife), creada el 11 de marzo de 1792, sufrivaivenes hasta su consolidacin por Real Decretode Fernando VII el 16 de septiembre de 1816, sien-do inaugurada el 12 de enero de 1817 (NezMuoz, 1986: 20-23).

    Con el Plan Caballero, en 1807 se crearon lasfacultades de Filosofa, pero slo se cursaban 3aos y otorgaban un grado de Bachiller en Artes, elprimer ao de Lgica, el segundo de Fsica y el ter-

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    cero de tica y Metafsica. Este grado permita elacceso a las facultades de Leyes, Cnones,Medicina y Teologa, que se cursaban durante 3aos ms para alcanzar el grado de Licenciado y un

    cuarto ao para el grado de Doctor.Durante el Trienio Liberal del reinado de

    Fernando VII, las universidades de Cervera yAlcal fueron trasladadas respectivamente aBarcelona y Madrid, denominada Central, el 21 de

    junio de 1821 (Jimnez Fraud, 1971: 302), cren-dose tambin la Direccin General de InstruccinPblica, siendo el Ministro de Gracia y Justicia,Vicente Cano-Manuel Ramrez de Arellano.

    Tambin se creaban en 1821 universidades cen-trales en Amrica, en las ciudades de Mxico, Lima(Per) y Santa F de Bogot (Colombia) (JimnezFraud, 1971: 303). Las universidades de Cervera yAlcal regresaron de nuevo a sus emplazamientosoriginarios al restablecerse el poder absolutista deFernando VII el 27 de mayo de 1823.

    Desde 1830, durante ms de dos cursos acad-micos, se suspendieron las clases y permanecieroncerradas las universidades ante el miedo de unapropagacin revolucionaria desde Francia, aunquesiguieron examinando (Jimnez Fraud, 1971: 308;Artola, 1973: 328).

    Con la Regencia de Mara Cristina de Borbn,

    el 29 de octubre de 1836, se traslad de nuevo laUniversidad de Alcal a Madrid, primero las facul-tades de Leyes y Cnones y en 1837 las facultadesde Filosofa y Teologa. Ese mismo ao se supri-mi la Universidad de Cervera que se traslad aBarcelona (Jimnez Fraud, 1971: 308-309).

    Con el Plan Pidal (1845) se introdujeron losestudios de historia en la Facultad de Filosofa,siendo el Ministro de Gobernacin, Pedro JosPidal y Carniado (1845) y el Director deInstruccin Pblica, Antonio Gil y Zarate. Ese aode 1845 se suprimi la Universidad Sertoriana de

    Huesca, creada en 1354 por Pedro IV de Aragn.Ventura Gonzlez Romero, Ministro de Gracia

    y Justicia entre 1851-52, bajo la presidencia deBravo Murillo, durante la Dcada Moderada, crela asignatura de Arqueologa, Numismtica yPaleografa el 10 de septiembre de 1852, en elcuarto curso de Filosofa, pero la crisis de gobiernodel 14 de diciembre, entrando como nuevoPresidente de Gobierno, Federico Roncali Ceruti,paraliz su aplicacin.

    La Ley de Instruccin Pblica (1857) del

    Ministro de Fomento con la Unin Liberal,Claudio Moyano y Samaniego, estableci los estu-dios de enseanza secundaria, bachillerato o peritomercantil-nutico-agrcola, amplindose el nmero

    de facultades hasta 6, Derecho la antigua deLeyes-, Medicina, Teologa, Filosofa y Letras quepasaron a ser estudios superiores pues antes sloestaban en el ttulo de Bachiller, ms dos nuevas,

    Farmacia y Ciencias.Adems se reconocan Escuelas Superiores de

    Arquitectura; Pintura, Escultura y Grabado;Diplomtica; Ingenieros Agrnomos; Ingenierosde Caminos, Canales y Puertos; Ingenieros deMinas; Ingenieros de Montes y Notariado.

    En la Facultad de Filosofa y Letras los estu-dios se dividan en 3 aos para el grado deBachiller, con las asignaturas de HistoriaUniversal e Historia de Espaa que se impartanen el 3 curso. Dos aos de Licenciatura, impar-

    tindose en 4 y 5 curso Lengua Hebrea y en 5curso Lengua rabe. El doctorado incluaLenguas neolatinas, Lenguas teutnicas, rabe,Esttica e Historia de la Filosofa. Esto implicabaque no haba ninguna asignatura de especialidad,no ya de Arqueologa, sino ni siquiera de Historia,para un Licenciado o un Doctor.

    Para atender las iniciativas ilustradas de la bur-guesa urbana y el dficit de formacin ofertadapor las universidades comenzaron a aparecersociedades como ateneos y liceos que canalizabanlas corrientes modernizadoras liberales. ElAteneo

    Cientfico y Literario de Madrid, fundado duran-te el Trienio Liberal en 1820-23, tuvo que sobre-vivir en el exilio en Londres con la restauracinabsolutista de Fernando VII entre 1823-33,pudiendo reabrirse de nuevo en Madrid en 1835.En otras ciudades estas iniciativas fueron ms tar-das, como el Ateneo de Barcelona fundado en1860.

    El Ateneo de Madrid ofert docencia en mate-rias que la universidad no ofreca, caso de de

    rabe por Pascual Gayangos (1836-37), SerafnEstbanez Caldern (1837-38, 1842-48) yFrancisco Bermdez de Sotomayor (1838-40);

    Historia de la Arquitectura Espaola (1846-47),Historia de las Bellas Artes (1848-49), HistoriaUniversal de la Arquitectura (1849-52),Lengua yliteratura snscrita (1853-54), ArqueologaEspaola (1854-56 y 1858-60) y Lengua cltica(1856-58) por Manuel de Assas (Roca, 1898: 14-16; Peir y Pasamar, 1996: 144 n. 66).

    Otro reflejo del inters de las clases medias fuela aparicin de revistas no polticas, de divulga-cin cientfica, artstica y literaria, que presenta-

    ban habitualmente artculos de arqueologa, comoel Semanario Pintoresco Espaol entre 1836-57,que acab dirigiendo Manuel de Assas en 1857 yEl Museo Universal entre 1857-69.

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    LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA Y LACREACIN DE LA ESCUELA S UPERIOR DEDIPLOMTICA EN 1856 Y DEL CUERPOFACULTATIVO DE ARCHIVEROS Y

    BIBLIOTECARIOS EN 1858La falta de eficacia en las Reales Academias, y

    en particular de la Real Academia de la Historia,por la escasez de miembros, hizo que fuese refor-mada en la Dcada Moderada bajo presidencia delGobierno de Carlos Martnez de Irujo, Duque deSotomayor, por Real Decreto de 25 de febrero de1847, donde se fij un nmero de 36 miembros,suprimindose las categoras de acadmicos hono-rarios o la previa de Supernumerario, cuyos miem-bros fueron ascendidos a Numerarios.

    El proceso de sustitucin de miembros falleci-dos en la Real Academia de la Historia no habasido el adecuado y as de 24 numerarios slo haba5 y de 25 supernumerarios estaban nombrados slo17, an entre 1847-50, lo que llev al Ministerio apreguntarse Faltan en Espaa sujetos que merez-can pertenecer a ella? A fe que no, y bien los halla-ra tanto o ms ilustres que los que la componen,entre los cuales, a la verdad, hay algunos cuyonombre es bastante obscuro en la repblica de lasletras () La Academia de la Historia constituidacomo lo est hoy da muy pocas seales de vida ymenos deseos de organizarse () Adolece de todos

    los achaques de la vejez (Luzn, 1993: 273).Estos cambios facilitaron el acceso de algunos

    jvenes arquelogos y orientalistas a laRealAcademia de la Historia, lo que les permiti conti-nuar durante la Restauracin, Amador de los Ros(con 30 aos), Cnovas (32), Saavedra (33),Fernndez y Gonzlez (34), Gayangos (38), MorenoNieto (39), Fernndez-Guerra (40) o Riao (41).

    La clasificacin de los fondos bibliogrficos delos conventos desamortizados haba generadoserios problemas desde 1835-36, por la ausencia de

    personas con buena formacin paleogrfica. Unproblema similar haba ocurrido en Francia, cuan-do se tuvo que crear en 1821, la cole Nationaledes Chartes -Escuela Nacional de Archiveros- enPars, para catalogar los fondos confiscados en losconventos durante la revolucin de 1789, la cualfue reorganizada en 1846, incluyndose una asig-natura de Arqueologa y las Artes de la Edad

    Media, dentro de la corriente de la ArqueologaMonumental.

    Durante la Dcada Moderada, el 22 de octubrede 1852, se inici la solicitud para su creacin.

    Despus de una visita de Pascual Gayangos a laEscuela de Diplomtica en Portugal se discuti enla Real Academia de la Historia, que encarg alsecretario, Pedro Sabau y Larroya y Antonio

    Cavanilles el informe sobre la creacin de unaEscuela de Diplomtica para el conocimiento delos documentos y monumentos de la edad mediadonde se impartiese docencia en historia, la geo-

    grafa de aquella poca, el latn de la baja y brba-ra latinidad, la archeologia, numismtica y la pale-ografa, el cual presentaron para su aprobacin el5 de noviembre (Almagro Gorbea y Maier, 1999:200-202; Maier, 2008: 53, 196-197), aunque suredaccin corresponde a Gayangos (lvarezMilln, 2004: 45). Es interesante observar que enella no se implica el Anticuario, Antonio Delgado,a pesar que asisti a la reunin. El informe fueremitido al Ministro de Gracia y Justicia, VenturaGonzlez Romero, pero el 14 de diciembre dimitiel Presidente del Gobierno, Juan Bravo Murillo,que fue sustituido por Federico Roncali Ceruti y enla cartera de Gracia y Justicia, por Federico VaheyAlba, pero no debi haber un corte brusco porqueen enero de 1853 se solicit tambin la creacin deunMuseo Nacional de Antigedades.

    El 20 de junio de 1856 laReal Academia de laHistoria volvi a recordar al Gobierno la necesidadde crear una Escuela de Diplomtica, y justo des-pus del verano, el 5 de septiembre, el Ministeriode Fomento aprob el proyecto, encargando infor-me a la Academia sobre como llevarlo a cabo(Maier, 2008: 212-213), que aprob el 19 de sep-

    tiembre un informe elaborado por Pedro Sabau,Antonio Delgado, el Barn de Lajoyosa, el Condede Canga-Argelles y Tomas Sancha, en el cual seestableca como requisito para ingresar tener 18aos cumplidos, el ttulo de Bachiller en Filosofay realizar un examen previo sobre Historia Generalde Espaa y nociones de Literatura (AlmagroGorbea y Maier, 1999: 202-204).

    Un mes despus, el 7 de octubre de 1856, secre de la Escuela Superior de Diplomtica, queempez a impartir docencia en la Biblioteca de la

    Real Academia de la Historia el 21 de noviembre

    (Peiro y Pasamar, 1996: 40) y en los RealesEstudios de San Isidro, fundado por los Jesuitas en1625. Fue aprobado por el Ministro de Fomento yUltramar, Manuel Jos Collado Parrada, bajo lapresidencia de Leopoldo ODonnell, al iniciarse laUnin Liberal.

    La direccin desde el 9 de octubre de 1856correspondi a Modesto Lafuente y Zamalloa.Nacido en Rabanal de los Caballeros (Len) el 1 demayo de 1806, falleci a los 61 aos en Madrid el25 de octubre de 1866. Entre 1850-66 redact 29volmenes de laHistoria general de Espaa, hasta

    el reinado de Carlos IV, cuando se interrumpi porsu fallecimiento. En 1854 ingres en la UninLiberal de ODonnell, siendo varias veces elegidocomo Diputado por Astorga (Len).

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    La promulgacin de la Ley de InstruccinPblica del 9 de septiembre de 1857 por elMinistro de Fomento, Claudio MoyanoSamaniego, le dio categora de centro de ensean-

    za superior en su artculo 47 y sus estudios seestructuraron el 23 de septiembre de 1857 en 3 cur-sos. El plan de estudios estaba centrado enPaleografa y slo contemplaba una asignatura deHistoria en el tercer curso, Historia de Espaa enlos siglos medios, con 3 horas semanales, y otra de

    Arqueologa y Numismtica, de la que se impartan3 horas semanales en segundo curso (Peir yPasamar, 1996: 61).

    El candidato del Director, Modesto Lafuente,para impartir la docencia de la asignatura de

    Arqueologa y Numismtica, era el barcelons

    Florencio Janer y Graells, entonces con 25 aos ysin ningn artculo cientfico, como refleja unacarta de recomendacin de Lafuente al Ministro deFomento (Romero, 2007: 587). Florencio Janeringres pocos aos despus, en 1861, en el Cuerpode Archiveros y Bibliotecarios incorporndose a laBiblioteca de la Universidad Central de Madrid.Nombrado Gobernador Civil de lava en 1866 yPresidente de la Comisin Provincial deMonumentos de lava, excav entre 1866-68 enIrua (lava). El 1 de agosto de 1868 se incorporal Museo Arqueolgico Nacional hasta su muerteel 19 de julio de 1877 (Ruiz Cabriada, 1858: 489),con slo 46 aos.

    Sin embargo, tuvo ms fuerza el Ministro deGracia y Justicia, Joaqun Aguirre, que recomenda uno de sus ayudantes, Juan de Dios de la Rada yDelgado, que lo sustitua en la Facultad de Derechocomo profesor sustituto sin retribucin, en suCtedra de Derecho Cannico, disciplina generalde la Iglesia y particular de Espaa (Peir yPasamar, 1996: 69-70). Juan de Dios de la Rada yDelgado fue nombrado Catedrtico en comisinpara la asignatura de Arqueologa y Numismticadesde el 18 de noviembre de 1856 y en propiedaddesde el 10 de julio de 1858.

    El 29 de agosto de 1858 entr Antonio Delgado,quizs como Director en funciones de la Escuela(Belmonte, 1880/2001: xxxviii), pues su nombra-miento por Real Decreto no fue hasta el 29 deagosto de 1860 (Peir y Pasamar, 1996: 45, 71).Aunque siempre se utiliza la fecha en 1860, y coin-cide en ambas el 29 de agosto, no debe olvidarseque Lafuente fue nombrado Vicepresidente delCongreso de los Diputados en 1858 y es posibleque comenzase a sustituirlo. La primera fecha fueslo 2 meses despus del nombramiento deLeopoldo ODonnell como presidente el 30 de

    junio, cargo en el que continu hasta 1863, lo queotorg estabilidad a la institucin. El 17 de julio de

    1858 se cre adems el Cuerpo Facultativo deArchiveros y Bibliotecarios.

    El 16 de julio de 1863 se modific el plan deestudios que consigui elevar su nivel acadmico,

    dividindose la asignatura de Arqueologa yNumismtica en tres nuevas, aumentando as lacarga docente de 3 a 9 horas semanales,

    Numismtica antigua y de la Edad Media, y enespecial de Espaa, impartida por de la Rada,Epigrafa y Geografa Antiguas y de la Edad

    Media por Delgado eHistoria de las Bellas Artesen los tiempos antiguos, Edad Media y

    Renacimiento, con la arqueologa monumental,impartida por Juan Francisco Riao y Montero. Sinembargo, las razones de la modificacin eran msprosaicas (Peir y Pasamar, 1996: 71; AGA caja

    15057). Riao haba perdido la Ctedra de Teora eHistoria de las Bellas Artes de la Escuela Superiorde Pintura, Escultura y Grabado de Madrid enfebrero de 1861, porque aunque haba quedado elprimero en la oposicin, el Ministro de Fomento,Francisco de Luxn, eligi al segundo, Juan JosMartnez de Espinosa, dejando sin plaza a Riao.Al entrar como nuevo Ministro de Fomento,Manuel Merino Lpez, ste decidi crear unanueva Ctedra deHistoria de las Bellas Artes, de lacual lo nombr el 7 de julio. Esta modificacin fueaprovechada por su Director, Antonio Delgado,para incluir una semana despus, una asignaturapropia que el mismo impartira, Epigrafa yGeografa Antiguas y de la Edad Media.

    Esta fue quizs la mejor etapa de la escuela porel peso que tena Delgado en la Unin Liberal deODonnell, continuando en la direccin hasta su

    jubilacin voluntaria en 1865, que motiv su susti-tucin en Epigrafa y Geografa Antiguas por elpresbtero malagueo Manuel Oliver Hurtado el 7de diciembre de 1865 (Peir y Pasamar, 1996: 72),autor del estudio sobre el emplazamiento de

    Munda Pompeiana, quien proceda de laBiblioteca Nacional donde haba entrado en 1865,despus de haber ingresado en el CuerpoFacultativo en 1861.

    EL FRACASO DE LA LEY DE EXCAVACIONES YANTIGEDADES POR LA REAL ACADEMIA DELA HISTORIA

    El Real Decreto del 15 de noviembre de 1854,durante el gobierno en el Bienio Progresista deJoaqun Baldomero Fernndez Espartero, sobre lasComisiones Provinciales de Monumentos, les pro-hibi en su artculo 31 destinar fondos para realizarexcavaciones, no podrn las Comisiones provin-ciales destinar los fondos consignados en sus pre-supuestos a las excavaciones y diligencias practi-

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    cadas para el descubrimiento de antigedades ynuevas empresas arqueolgicas, aunque se lesdejaba abierta la posibilidad en caso de disponer desumas sobrantes, previa autorizacin del

    Gobierno (Lara Escoz, 2007: 71), en un momentode crisis del erario pblico, poco antes de la des-amortizacin de 1855.

    A finales de la dcada de los aos cincuentacomenz a hacerse patente la necesidad de regularlas excavaciones arqueolgicas. Uno de los deto-nantes fue la solicitud en mayo de 1858 de JorgeLoring Oyarzbal, al que Isabel II le concedi elttulo de Marqus de Casa-Loring y era uno de lospropietarios del Banco de Mlaga, a la DireccinGeneral de Instruccin Publica, de autorizacinpara realizar excavaciones arqueolgicas en la pro-

    vincia de Mlaga, lo que motiv en respuesta esemismo mes de laReal Academia de la Historia alGobierno la necesidad de que fije en una ley, laforma en que se hayan de hacer los descubrimien-tos de antiguos monumentos, establecindose enellas el principio y las reglas para evitar las muchascuestiones que pudieran ocurrir entre el descubri-dor y los dueos de los terrenos en que se quierahacer el descubrimiento, la intervencin o la ins-peccin, y por ltimo el destino de los objetoshallados () y en particular de aquellos que por suimportancia histrica o artstica sean dignos deconservarse como propiedad nacional en el sitio ylugar que el Gobierno seale, as como los premiose indemnizaciones que hayan de concederse(Tortosa y Mora, 1996: 203; Salas y Maier, 2003:184; Maier, 2008: 224).

    Durante el gobierno de Leopoldo ODonnellJoris, el Director General de Instruccin Pblicasolicit el 14 de diciembre de 1859 que la Real

    Academia de la Historia elaborase un Proyecto deLey de Excavaciones y Antigedades (Maier,1998: 30 y 2003a: 45 n. 69), siendo Ministro deFomento, el Marqus de Corvera, Rafael de Bustosy Castilla-Portugal. Posteriormente fue solicitadode nuevo por el nuevo ministro, Antonio de Aguilary Correa, Marqus de la Vega de Armijo, el 22 de

    julio de 1862 y despus por el ministro ClaudioMoyano Samaniego, el 30 de enero de 1864, slo13 das despus de su nombramiento.

    Dos das despus de la primera solicitud, seform el 16 de diciembre 1859 la comisin de la

    Real Academia de la Historia por los antiguosmiembros que haban redactado las bases delProyecto de Ley, a los que se sum un letrado,Pedro Gmez de la Serna, que exiga la Real Ordendel 14 de diciembre. Los miembros dedicados alProyecto de Ley de Antigedades eran los mismosen enero de 1863, presidida la comisin por PedroSabau y Larroya, Secretario de la Real Academia

    de Historia, en la cual tambin participaban AntonioDelgado, Pascual Gayangos, Jos Amador de losRos, Antonio Cavanilles, Pedro Pidal, Jos Caveda,Salustiano de Olzaga, Aureliano Fernndez-Guerra

    y Pedro Gmez de la Serna (Tortosa y Mora, 1996:204 n. 71; Maier, 2008: 238, 266).

    Lgicamente, aparte del letrado Gmez de laSerna (vide infra), uno de los principales responsa-bles de la no remisin del Proyecto de Ley deExcavaciones y Antigedades fue el Anticuario,Antonio Delgado, cuya edad entre 54 y 63 aosentre 1859-68, no puede ser un atenuante y ademstena formacin en leyes. La razn creemos queestuvo en su nombramiento como Director de laEscuela Superior de Diplomtica entre 1858-65,que le debi absorber buena parte de su tiempo.Ese mismo problema despus le pas a de la Radacuando fue tambin director desde 1876. La faltade atencin a varios expedientes importantes seaprecia con el expediente de Canarias ms extensoen la Real Academia de la Historia, sobre las 4momias del Barranco de Araya, que estuvo parali-zado por las mismas razones desde 1862 hasta1868 (Jimnez Dez y Mederos, 2001: 109;Mederos, 2003: 203) o como tambin sucedi conel expediente de Murviedro, actual Sagunto (Mora,Tortosa y Gmez, 2001). Si analizamos lasSesiones de la Real Academia de la Historia, seaprecia que Delgado falta por primera vez en la

    navidad de 1864-65, pero se reincorpor slo unmes en junio de 1865 (Maier, 2008: 278-280) y yadej de asistir a las reuniones. Ese ao de 1865tambin se jubil voluntariamente a los 60 aos porenfermedad y se retir a Bollullos del Condado enHuelva (Belmonte, 1880/2001: xl), siendo nombra-do ya un sustituto en su ctedra de la EscuelaSuperior de Diplomtica en diciembre. Reapareciese mes de diciembre de 1865, para presentar enenero de 1866 el informe anual del Gabinete deAntigedades, permaneciendo hasta finales defebrero. Nuevamente ausente en marzo y abril, sloreapareci en mayo, y desde junio ya se comunicpor carta con la Academia (Maier, 2008: 281-283,285-286). Ausente casi un ao, a fines de abril oinicios de mayo de 1867 inform por carta de surenuncia al cargo de Anticuario por enfermedad,eligiendo el Director, Antonio Benavides, comoAnticuario interino a Aureliano Fernndez-Guerra,el 3 de mayo de 1867.

    La potenciacin de las excavaciones arqueol-gicas por el Gobierno se haba convertido en unaprioridad en este periodo, como demuestra que en1865 se tenan previsto 200.000 [reales] asigna-dos en el presupuesto de este ao para la realiza-cin de excavaciones en Numancia, Itlica,Mrida, Murviedro [Sagunto] y otros sitios cle-bres (lvarez Sanchs et alii, 2000: 297).

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    La peticin del Proyecto de Ley de Antigedadesse volvi a reclamar al acceder Ramn MaraNarvez Campos a la presidencia del gobierno,quien nombr Ministro de Fomento al Marqus de

    Orovio, Manuel Orovio Echage, y solicit denuevo el Proyecto de Ley de Excavaciones yAntigedades en 6 ocasiones entre 1867-68, el 31 deenero, 15 de febrero, 7 de marzo, 7 de junio, 22 deseptiembre y 23 de diciembre de 1867 y 13 de marzode 1868 (Tortosa y Mora, 1996: 204 n. 72; Maier,1998: 30 n. 51 y 2003a: 45 n. 69).

    Todas estas solicitudes fueron siendo yaAureliano Fernndez-Guerra, Anticuario interino,y adems se coment en sesin del 5 de octubre de1867 la solicitud por el Director General deInstruccin Pblica de una Ley de descubrimientos

    arqueolgicos. El 6 de diciembre se produjo lavotacin para la eleccin como Anticuario deFernndez-Guerra (Maier, 2008: 298, 301), quesali frente a las candidaturas de Pascual deGayangos, que tena ms antigedad y mritos,pues se jubilara de su ctedra en 1871, y de Pedrode Madrazo. Es llamativo que la persona ms ade-cuada para el puesto de Anticuario, Amador de losRos, que presida la Comisin de Antigedades enlaReal Academia de la Historia, y quien dos mesesdespus, en febrero de 1868, fue nombradoDirector del Museo Arqueolgico Nacional, no sepresentase, pues tena ms antigedad tambin queFernndez-Guerra, pero menos que Gayangos, y esposible que respetase ese criterio.

    En sesiones del 25 de septiembre y del 6 denoviembre de 1868 volvi a tratarse el tema por lapeticin del Director General de InstruccinPblica del Proyecto de Ley de Excavaciones yAntigedades para que se emitiese a la mayor bre-vedad posible (Maier, 2008: 312-313), lo queimplica que hubo dos peticiones posteriores a lacitada de marzo de 1868, correspondientes al 18 de

    julio y 26 de octubre de 1868 (Tortosa y Mora,1996: 204 n. 72), pero la Academia slo decidi en

    la primera que se informase a la comisin de 10miembros y en la segunda que se le comunicase aPedro Gmez de la Serna, paradjicamente presen-te en la reunin, mientras el anticuario, Fernndez-Guerra, estuvo ausente en esta reunin y las delmes precedente de octubre, incorporndose amediados de noviembre.

    Ambas son importantes porque corresponden laprimera al ltimo gobierno con Isabel II, presididopor Jos Gutirrez de la Concha Irigoyen, siendoMinistro de Fomento, Severo Catalina del Amo. Y lasegunda al primer gobierno durante el Sexenio

    Revolucionario, presidido por el general FranciscoSerrano Domnguez y como Ministro de Fomento,Manuel Ruiz Zorrilla. E implican una continuidad enel intento de regular las excavaciones arqueolgicas.

    Toda esta serie de comunicaciones se trasladabanpor Pedro Sabau y Larroya, Secretario de la Real

    Academia de la Historia y presidente de laComisin para la preparacin del Proyecto de Ley

    de Antigedades, siempre a Pedro Gmez de laSerna y Tully, y estn en la documentacin deGranada (Maier et alii, 2000: 199-201), la primera el16 de febrero de 1867 (la del 31 de enero), la segun-da el 11 de enero de 1868 (del 23 de diciembre), el28 de marzo (del 13 de marzo), el 27 de abril, el 26de octubre (del mismo 26 de octubre) y el 7 denoviembre, lo que nos descubre otras dos nuevaspeticiones gubernamentales en abril y noviembre de1868, y la constante siempre fue la ausencia de res-puesta por parte del letrado Gmez de la Serna, quefalleci el 12 de diciembre de 1871.

    Pedro Gmez de la Serna y Tully era una per-sona muy influyente, pero tambin muy ocupadoentre 1858-68. Elegido Numerario de la RealAcademia de la Historia el 6 de junio de 1856, conel apoyo de Sabau, Gayangos, Amador de los Ros,Lafuente y Cavanilles (Siete Iglesias, 1978: 551).Fue primero Catedrtico interino de DerechoRomano entre 1827-28, sobre el que elabor unexcelente trabajo, Curso histrico-exegtico de

    Derecho Romano comparado con el espaol(1840-50), y en propiedad Catedrtico deInstituciones Civiles desde 1829 de la UniversidadCentral, alcanzando el puesto de Rector (1840).Jefe Poltico, actual Gobernador Civil, porGuadalajara (1836) y Vizcaya (1840). Diputadopor Soria (1839, 1841, 1843 y 1854) y Orense(1846). Subsecretario de Gobernacin desde 1842,fue brevemente Ministro de Gobernacin de laPennsula entre el 19 de mayo y el 30 de julio de1843 y lo aprovech para crear la Facultad deJurisprudencia al refundir las previas de Leyes yCnones. Siendo miembro del Partido Progresistade Mendizbal fue nombrado Ministro de Gracia yJusticia interino desde el 18 de julio de 1854, Fiscaldel Tribunal Supremo desde 1855 y despus elegi-

    do Senador vitalicio en la legislatura 1859-60.Presidente del Tribunal Supremo de Justicia yConsejero de Estado desde 1858 hasta 1871, que levali ser nombrado Caballero del Toison de Oro en1870, en la legislatura de 1871-72 volvi a sernombrado Senador.

    Es posible que su relacin con ambos anticua-rios no fuera buena. Por una parte, al ser propuestasu candidatura en mayo de 1855 que no sali ele-gido y despus en mayo de 1856, no figurDelgado, siendo propuesto por Gayangos, Amadorde los Ros, Lafuente y Cavanilles (Siete Iglesias,

    1978: 551), que claramente indica una ideologaliberal progresista. Este aspecto, con seguridad, ledistanciara mucho de Fernndez-Guerra, vincula-do a los neocatlicos y afectara a los aos 1867-68

    CuPAUAM 36, 2010 Anlisis de una decadencia. La Arqueologa espaola... 173

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    cuando hubo 10 peticiones por parte de los sucesi-vos gobiernos para que se informase el Proyecto deLey de Antigedades.

    Paradjicamente, cuando se solicit por el

    Gobierno en abril de 1868 que laReal Academia dela Historia informase un Plan General deExcavaciones, discutido el 24 de abril, se emitiresolucin en apenas 15 das, el 8 de mayo (Maier,2008: 307-308).

    BASILIO CASTELLANOS DE LOSADA Y LA PRI-MERA DOCENCIA EN ARQUEOLOGAARTSTICA MONUMENTAL EN EL ATENEO DEMADRID

    La falta de operatividad de laReal Academia de

    la Historia en el campo de arqueologa favoreci eldespegue de instituciones que trataron de ocuparcompetencias que detentaba en exclusiva.

    Es llamativo que se aprecie una notable crisisen el Archivo de la Comisin de Antigedadesdesde fines de los aos treinta, que no se empiezaa recuperar hasta avanzados los aos cuarenta,sobre la cual Almagro Gorbea (1999: 173 tabla y2003: 213) sugiere causas polticas y en su fasefinal a la creacin de las Comisiones Provincialesde Monumentos desde 1844, que pudieron actuarindependientemente de la Real Academia de la

    Historia.Este periodo coincide con la eleccin como

    Anticuario del granadino Juan Bautista Bartheentre 1836-48, que careca de estudios, pero habasido Oficial Mayor de Polica en Sevilla y Regidoren Guadix desde 1829. Nombrado Anticuario inte-rino por sus conocimientos en numismtica, de laque tena una coleccin personal, cargo al que for-malmente no poda ser elegido pues eraSupernumerario y no Numerario, renunci en 1848a favor de su amigo y numsmata, AntonioDelgado, porque se hizo cargo del puesto de

    Administrador Principal de Correos en Toledo, yaque al final resida en esa ciudad, al punto que tuvoque renunciar a la categora de Supernumerario porla de Correspondiente en mayo de 1850 (AlmagroGorbea, 1999: 139). Fue, desde nuestro punto devista, la no idoneidad de la persona elegida comoAnticuario, lo que motiv la decadencia de la acti-vidad del Gabinete de Antigedades. Un fenmenosimilar volvi a ocurrir durante la Restauracin conla eleccin del literato Aureliano Fernndez-Guerra y Orbe (Mederos, e.p.).

    Su demostracin est en que en estos aos,

    Castellanos de Losada cre la Sociedad Numismtica Matritense (1837-39), luegoSociedad Arqueolgica Matritense y Central deEspaa y sus Colonias (1839-44), despus

    Academia Espaola de Arqueologa por RealOrden de 5 de abril de 1844, Academia Espaolade Arqueologa y Geografa a partir del 3 de juniode 1860 y finalmente Academia Real de

    Arqueologa y Geografa del Prncipe Alfonso(1863-68), al ser elegido el Prncipe Alfonso, futu-ro Alfonso XII, como su protector, concedindoleel 3 de julio de 1863 el ttulo deReal. En su funda-cin, el 1 de abril de 1837, participaron Castellanosde Losada, Francisco Bermdez de Sotomayor,Pedro Gonzlez Mate y Nicols Fernndez, siendosu corresponsal en Londres, Pascual de Gayangos.Su estrecha vinculacin con Castellanos queda evi-dente en que sus lugares de reunin hasta 1863 fue-ron inicialmente la Biblioteca Nacional en cuyoGabinete trabajaba desde 1834 y posteriormente enla Escuela Normal de Instruccin Primaria que

    dirigi entre 1856-68 (Calle, 2004: 126, 128; Roca,1898: 73 n. 2).

    Basilio Sebastin Castellanos de Losada naciel 14 de junio de 1807 y falleci el 1891, dentro delseno de una familia muy humilde de Madrid, hijode Benigno Antonio Castellanos y Serrano de LaSolana, de Ciudad Real, y de Francisca Losada deCastro de Morata de Tajua, en Madrid. Fue el her-mano mayor de otros 3 chicos a cuya manutencincontribuy para que fuesen al Colegio Militar yeran jvenes oficiales en el ejrcito de Isabel II en1839. En su caso, fue entregado por sus padres paraservir como paje del Arzobispo de Tiro, GiacomoGiustiniani, Nuncio del Papa en Madrid, marchan-do a Npoles y Roma, para as costear su educa-cin. En 1822, a los 15 aos, regres a Espaadurante el Trienio Liberal, asisti a clases de fran-cs e italiano en el Ateneo de Madrid, y luch juntoa los liberales en 1823, como tambin hizo AntonioDelgado, siendo encarcelado hasta el 30 de enerode 1824. Exiliado en Italia, debi conocer en Romaal arquelogo clsico Antonio Nibby, estando apa-rentemente algn tiempo al servicio de MaraCristina de Borbn y Dos Sicilias, sobrina de

    Fernando VII. Tambin debi tener contactos en la Reale Accademia Hercolanense de Npoles, queaos despus, en 1852, lo eligi Acadmico deHonor. En 1826 residi en Barcelona, ciudaddonde estudi algo de alemn y hebreo. Entre1827-28 aprob los exmenes de maestro y para laenseanza de italiano y francs. Se incorpor a lacomitiva real cuando Mara Cristina de Borbn yDos Sicilias vino a Espaa a casarse en 1828 comocuarta mujer de Fernando VII, impartiendo clasesde francs e italiano en el Colegio de Escuelas Pasde San Fernando (Snchez Bidema, 1868; Ruiz

    Cabriada, 1958: 208; Lavn, 1997: 250-251).Como puede observarse, Castellanos de Losadano pas de un grado de Bachiller, con estudios de3 aos, no cursando los de Licenciado y el ltimo

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    ao de Doctorado, por lo que fue infravalorado porlos acadmicos de laReal Academia de la Historia,de la que pronto se convirti en un competidor enel mbito de la arqueologa.

    Al iniciarse la Regencia de Mara Cristina deBorbn fue nombrado en 1833 escribiente en la

    Biblioteca Nacional y en 1834 lo destinaron alGabinete de Antigedades y Monetario, que seencarg de reorganizar, pues estaban desordenadosdesde su traslado de la anterior sede en la calle delAlmirantazgo, entre 1818-26. Por este trabajo y laredaccin de la Galera Numismtica Universal(1838-39), fue nombrado, en 1839, AnticuarioConservador del Gabinete de Antigedades y delMuseo de Medallas o monetario de la Biblioteca

    Nacional (Gmez Prez, 1958: 561).

    Ya entonces era patente el dao que haba hechola Guerra de la Independencia y la crisis durante elreinado de Fernando VII, como le comentaCastellanos a Gayangos en 1835, los extrangerosson mas curiosos e ilustrados en estas materiasq[u]e nosotros q[u]e nos hallamos por desgracia enla infancia de todo lo bueno. Espero q[u]e no olvi-de V. q[u]e estoy deseoso de poseer alguna obra deNumismtica moderna, y q[u]e aqu no es fcilsatisfacer este deseo (Vilar, 1984: 164). Sinembargo, por el coleccionismo existente, la numis-mtica era tambin una va de obtener ingresos

    paralelos como le reconoca Castellanos aGayangos en una carta de 1839, No se hace ventade medallas antiguallas () que no sean previa-mente tasadas por m (Roca, 1898: 73).

    Basilio Castellanos comenz a impartir la cte-dra deArqueologa en el Ateneo de Madrid desdeel 10 de noviembre de 1837 hasta 1839, primerolos domingos, despus la noche de los mircoles yluego los jueves. En el curso 1839-40 fue de

    Numismtica aplicada a la legislacin espaolalos mircoles por la noche y en el curso 1840-41 deElementos de historia y arqueologa universal los

    martes (Roca, 1898: 17 n. 1). Esta docencia lasimultaneo con la ctedra de Numismtica en elLiceo Artstico y Literario de Madrid, en el curso1838-39. Y de Arqueologa, por medio de laNumismtica, en el Colegio Universal de

    Humanidades, fundado por Sebastin de Fbregasen 1837, tambin en el curso 1838-39. En 1839, alcrearse el Instituto Espaol, por el Marqus deSauli, pas a impartir tambin Arqueologa. Consemejante carga docente, en 1838 Castellanos vol-vi a escribir a Pascual de Gayangos pidindoleauxilio para conseguir libros bsicos sobre arqueo-loga y numismtica (Roca, 1898: 17-18 n. 1).

    Ascendido a Bibliotecario de la BibliotecaNacional el 30 de junio de 1847, permaneci enella hasta que fue nombrado, el 4 de diciembre de

    1856, Director de la Escuela Normal deInstruccin Primaria, hasta 1868 en que fue supri-mida la Escuela, impartiendo clases voluntarias de

    Arqueologa, Historia de Espaa e Historia

    Universal y Geografa (Lavn, 1997: 251, 254).Durante este periodo tambin desempe laCtedra de Arqueologa del Ateneo de Madrid en1848-49 (Berlanga, 2001: 19), siendo quien redac-t el primer manual de arqueologa en espaol, elCompendio elemental de Arqueologa (1844-45),cuyo tercer volumen public despus independien-temente como Arqueologa Artstica Monumental(1845). Parece haberse presentado como candidatoa Diputado con el Partido Progresista (RuizCabriada, 1958: 209) de Espartero, pero no sabe-mos que haya sido elegido.

    EL GABINETE DE ANTIGEDADES Y DELM USEO DE MEDALLAS DE LA BIBLIOTECANACIONAL, ORIGEN DE LAS COLECCIONESDEL MUSEO ARQUEOLGICO NACIONAL

    La importancia del Gabinete de Antigedades ydel Museo de Medallas de la Biblioteca Real,

    Biblioteca Nacional desde 1826, como origen delas colecciones delMuseo Arqueolgico Nacionala veces no se ha tenido suficientemente en cuenta,ya que conform la base del nuevo museo. Estainstitucin sufri tres traslados en poco menos de

    20 aos, primero al Convento de la Trinidad porJos Bonaparte en 1809, luego a la Casa delAlmirantazgo en 1818 y finalmente en 1826 a lacasa n 4 de la Plaza de Oriente. Su coleccinmonetaria ya tena en 1835, cuando entrCastellanos, 2.672 monedas de oro, 30.669 de platay 51.183 de bronce. En el catlogo que redact en1846, Inventario de las monedas y medallas del

    Museo de la Biblioteca Nacional, la coleccinhaba aumentado hasta 2.292 monedas de oro,33.552 de plata, 54.097 de bronce y 1.006 enplomo (Alfaro, 1993: 148-149). A ellas se unancasi 900 piezas arqueolgicas entre las que desta-caban 61 bronces (Hbner, 1862/2008: 214-225), 8vasos griegos (Hbner, 1862/2008: 208-210) y 10mosaicos romanos (Hbner, 1862/2008: 210-214).El Museo Arqueolgico Nacional adems recibien 1867 unas 3.000 piezas arqueolgicas y etno-grficas presentes en el Museo de Ciencias

    Naturales, procedentes de la antigua Sala deAntigedades del Real Gabinete de Historia

    Natural, creado por Carlos III cuando compr en1777 la coleccin de Pedro Franco Dvila, y elmodesto monetario de la Escuela Superior de

    Diplomtica, de escasa importancia, pues eran

    monedas utilizadas para prcticas con los alumnos(Marcos Pous, 1993: 37-38).

    Por esta circunstancia, al transformarse elGabinete de Antigedades y del Museo de

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    Medallas de la Biblioteca Nacional en el MuseoArqueolgico Nacional, Castellanos de Losada fuenombrado oficial de primer grado en el Cuerpo deArchiveros y Bibliote