análisis de la objetividad y la ciencia ética h. putnam
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Informe de lectura:
“La objetividad y la distinción ciencia- ética” Hilary Putnam.
La cultura en la que hoy en día estamos insertos, nos ha heredado algunas
nociones de conceptos que de un modo u otro utilizamos constantemente en nuestra vida
cotidiana. Tal es el caso de los términos hecho y valor, los cuales aislamos entre sí, sin sospechar
que pueden tener algún entrelazamiento. Es por lo antes mencionado, que se hace necesaria la
lectura de autores, que mediante sus escritos aclaren dichos términos y así utilizarlos
correctamente en el contexto en el cual nos desenvolvemos.
En esta oportunidad, se ha realizado la lectura de “La objetividad y la distinción ciencia-
ética”, de Hilary Putnam1, en donde manifiesta algunos aspectos referidos a la supuesta
dicotomía hecho/valor, que suele establecerse en la sociedad de hoy en día, apoyado en la idea de
varios autores. Además de preguntarse por la creación o el descubrimiento de los valores, cuya
respuesta es similar a la que daría John Dewey2 y consiste en que inventamos maneras de
enfrentar situaciones problemáticas, descubriendo cuáles son las mejores o las peores, lo que
implica un aprendizaje, pero también, una reconsideración y eventual cambio de valores.
Mediante el presente informe de lectura, se pretende dar a conocer la idea de Putnam,
apoyado en otros autores, acerca de la dicotomía Hecho- Valor, que existe hasta ahora. Para ello,
se mencionarán las ideas principales del texto y propuestas que establezcan relaciones entre lo
leído y la situación actual de la educación chilena.
1 Hilary Putnam, Filósofo, matemático e informático teórico estadounidense.
2 John Dewey, Filósofo, pedagogo y psicólogo estadounidense.
El texto comienza con los antecedentes y la afirmación de Putnam, acerca de las diversas
posturas que existen ante la dicotomía entre hecho-valor, argumentando que existe una
separación entre las afirmaciones científicas que son empíricamente comprobables y los juicios
de valor que no son comprobables. De esto se desglosa en gran medida la antigua idea de que las
verdades científicas y que el análisis de los hechos tienen algunas dimensiones comprobables,
mientras que la autenticidad de un valor o concepción ética específica no tendrían la misma
particularidad.
El autor menciona a Vivian Walsh, quien resume la postura positivista acerca de
supuestos que son considerados positivos o negativos para la sociedad, pero que carecen de
sustentos objetivos. Continuando con la misma idea, Walsh, explica que a finales de los años
cincuenta la mayoría de las teorías relacionadas con el tema habían sido abandonadas. La teoría
positivista de significación cognoscitiva, se había derrumbado. Es decir, la teoría analítica
sintética, había fracasado. Ante esto, Quine describe “la erudición de nuestros padres estaba
oscurecida por los hechos y blanqueada por la convención, pero no existen hilos completamente
blancos o completamente negros”. Continuando en la misma línea, otro de los antecedentes a los
cuales se hace referencia, es al empirismo lógico y la proposición que éste hace, afirmando que
cada juicio moral debe estar sujeto a prueba, hasta que se hizo evidente que muchas de las
propuestas que componen una teoría superior de la ciencia pura, no podrían ser comprobadas.
Hoy en día, filósofos como Williams3 no niegan que las afirmaciones éticas puedan ser
verdaderas o falsas; lo que niegan es que puedan ser verdaderas o falsas sin una perspectiva. Es
por esta razón que al no-cognoscitivismo se le ha rebautizado como relativismo.
La razón y la forma en que el no cognoscitivismo dio paso al relativismo, es algo
complicada. Pero una de ellas es sin duda, la mayor apreciación de lo que se puede llamar el
entrelazamiento entre los valores y los hechos, lo cual fue un tema recurrente en los escritos de
John Dewey, quien tras su muerte Iris Murdoch4, mediante sus ensayos retomó de forma
diferente. Tomando la idea de Murdoch, el mundo en que vivimos no se divide claramente en
3 Bernard Williams, Filósofo moral inglés.
4 Iris Murdoch, Escritora y filósofa irlandesa.
hechos y valores; vivimos en un mundo humano confuso en el que ver la realidad con todos sus
matices puede, en cierta medida, enseñarnos a verlo, y hacer juicios de valor adecuados son
simplemente habilidades no separables.
Tomando nuevamente la idea de Williams, quien no explica de forma clara lo que él,
entiende por verdad, hace pensar que ésta es algo similar a realizar una afirmación correcta en el
juego del lenguaje local; es decir, si las prácticas y los valores compartidos de una cultura
determinan un uso establecido para cualquier palabra, no habría problemas para permitir a los
hablantes llegar a un acuerdo para su significado.
Cabe destacar, que si el relativismo está conformado adecuadamente, puede fortalecer y
potenciar la idea de que el hecho y el valor son inseparables. De igual forma, el problema radica
en hacer la distinción entre la verdad, que existe, que es vista como algo parecido a realizar una
afirmación correcta en un lenguaje común de una determinada comunidad, cuyas convenciones
son comunes y conocidas por sus integrantes y no por todo el universo. Por otro lado está la
verdad absoluta, que se da universalmente y que es conocida más allá de un determinado
contexto, corresponde a la forma como son las cosas.
Respecto a lo absoluto se resume que resulta complicado o imposible llegar a definiciones
exactas o pretender ser absoluto, debido a que todos los valores de conocimiento, poseen más de
un lenguaje para definirlo.
Al final del texto, se presenta que estamos dentro de una tradición y tratamos a la vez de
aprender qué hay en ella, y a recomendarla a otras tradiciones y percibir qué es lo que puede ser
inferior en ésta, si la comparamos con otras. Ante esto, Putnam afirma que Williams está en lo
correcto, al afirmar que este tipo de reflexión puede destruir lo que hemos considerado como
conocimiento ético; pero está equivocado al expresar que teme que la clase más fundamental de
distancia reflexiva, destruirá todo el conocimiento ético. “Ningún concepto del mundo es
absoluto” (Putnam, pág.208)
Retomando los pensamientos de Hilary Putnam, cabe mencionar que dentro del sistema
educativo chileno, en reiteradas ocasiones y debido a las exigencias presentes, se consideran
ciertos saberes como absolutos, olvidando la realidad de los estudiantes. A veces nos centramos
en aspectos que para el común de la sociedad resultan relevantes y de importancia, exigiendo que
los alumnos rindan en ciertas disciplinas de forma arbitraria, absolutizando ideas, sin tomar en
cuenta la concepción de las cosas que ellos tienen. Cómo no caer en eso, si somos parte de un
sistema que exige, de forma generalizada el entregar ciertos conceptos que forman parte del
aprendizaje de estudiantes con capacidades estandarizadas de acuerdo a una edad o curso del cual
forman parte. Olvidando muchas veces, que en todos los contextos las realidades son demasiado
distintas, lo que influye en demasía en la entrega y adquisición de ciertos saberes.
Dentro del pensamiento de muchas personas, está el hecho de considerar lo empírico por
sobre todo y dejar algo de lado los pensamientos abstractos, de hecho es en el mismo sistema
educativo, donde a veces la parte vista como verdadera es la empírica, dejando de lado los
conceptos éticos. Es posible, “Distinguir entre la “educabilidad” (que remite principalmente al
despliegue del repertorio de capacidades y predisposiciones del niño en la escuela y en la relación
pedagógica con un profesor) y las “condiciones de educabilidad”, que se refieren más bien al
escenario y contexto social y familiar en que se configuran las condiciones socioeconómicas,
culturales y subjetivas mínimas para concretar la tarea formativa en la escuela”. (Navarro, 2004).
Para que las políticas educativas sean efectivas y así garantizar el derecho a una educación
de calidad, es necesario que sean pertinentes y efectivas, de lo contrario limitan los esfuerzos para
mejorar la educación (Unesco, 2007). Por eso resulta necesario, ampliar el repertorio de lo que se
pretende transmitir a los estudiantes, la escuela debe ser considerada, como un lugar formal de
aprendizaje, en donde no hay verdades absolutas, sino construidas por todos sus integrantes y que
pueden ser modificadas, siempre y cuando se ajusten a la totalidad de ellos.
Es posible romper la verdad de corte absoluto, de que la escuela está limitada a entregar
ciertos contenidos, y que éstos deben ser aprendidos por la totalidad de entes que la conforman.
No se debe dejar de lado el hecho de que en el proceso educativo, participan diferentes personas,
con habilidades y pensamientos distintos.
Ante lo ya mencionado, cabe destacar que actualmente la escuela no es un lugar en donde
la verdad es absoluta, si bien existen demasiadas aristas que deben ser abordadas, existen
variadas metodologías o formas de hacerlo. Al respecto se puede mencionar, entre otros, los
aportes teóricos de Maturana (1997), quién desde la perspectiva de la Biología del Conocimiento
rompe con la tendencia tradicional conductista, planteando que no es posible sostener la tesis
acerca de una verdad o realidad absoluta externa a cada sujeto y posible de objetivizar, dado que
cada ser humano construye el conocimiento en interacción y en donde los agentes externos sólo
pueden gatillar cambios internos en cada organismo que están determinados por su propia
estructura.
El autor nos invita a poner la objetividad entre paréntesis, planteando que no hay una
verdad absoluta o relativa, sino muchas realidades diferentes en muchos dominios distintos. Por
esto, es posible hablar de múltiples realidades. En este camino explicativo, las relaciones
humanas ocurren en la aceptación mutua, reconociendo la legitimidad del otro, coincidiendo en
gran medida con lo planteado por Putnam.