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1 Recopilador: SALVATORE CARBONE AN YAR WEG SOGE Así habla mi tierra Breves relatos gunas para niños T Traducción y dirección técnica: AIBAN WAGUA

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Page 1: AN YAR WEG SOGE - Aiban Wagua

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Recopilador: SALVATORE CARBONE

AN YAR WEG SOGE Así habla mi tierra

Breves relatos gunas para niños T

Traducción y dirección técnica: AIBAN WAGUA

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Así habla mi tierra

Relatos gunas breves

Recopilador: Salvatore Carbone

Traducción y dirección técnica de Aiban Wagua _______________________________________ 2012

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3

ISBN 978-9962-05-158-9

Donación de Empresas Carbone, S.A.

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NOTA DE LOS SAGLADUMMAGAN

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AGRADECIMIENTOS

Nuestra infinita gratitud a Babdummad, El Gran Hacedor, por haber hecho posible la realización de este trabajo,

y por haber puesto en mi camino a las personas que colaboraron en dar forma definitiva al texto que ofrecemos.

A Delfino Davis, por su tiempo y su conocimiento que, desde nuestro primer encuentro, despertó en mí un interés

profundo por la espiritualidad del pueblo guna, su cosmovisión y sus relatos.

Al señor José Davis, argar (intérprete del babigala) de la comunidad de Gardi Sugdub que, con mucha

generosidad, me abrió sus valiosos manuscritos, relatos, mitos y leyendas, que confirmaron aún más, mi interés

por la cultura de los gunas, hasta el punto de entusiasmarme a recopilar esos relatos breves, y así, colaborar para

que este conocimiento siga vivo en la memoria de las nuevas generaciones.

A Adelina Méndez, Yanira Pérez, Lii Beatriz Porras, Marelia Hernández, Sipu Reyes, Diana Réuter, Deliano

Davis, y otros más que ofrecieron su arte y habilidades artísticas en la elaboración de las molas que acompañan a

cada relato.

A mi querido amigo Prof. Aiban Wagua, por su insustituible dirección técnica, su profundo conocimiento de la

cultura guna y el dulegaya, y por facilitarme aquellos relatos que habían sido recopilados por él.

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PREFACIO

Este sencillo trabajo de recopilación está dirigido, particularmente, a la nueva generación del pueblo guna.

Es una pequeña contribución al ingente trabajo que están realizando los gunas, de consolidación de una educación

que dé un espacio real a sus propias exigencias y valores originales para el fortalecimiento de su identidad como

pueblo, en una época en que la cultura de la globalización induce a las nuevas generaciones de los pueblos a

menospreciar y marginar sus valores originales. Por todo ello, urge, hoy, el rescate de esos valores con los que las

tradiciones estaban conectadas, que son en realidad espiritualidades vivenciadas de los pueblos que, a su vez,

sirven de pautas para una vía justa, en perfecta armonía con la creación.

Para afrontar el paso de la compleja sociedad tecnológica, cada vez más acelerada, el pueblo guna contrapone su

propio mundo interior, de belleza, de fortaleza moral y de sencillez, que no riñe con lo bueno y válido que ofrece el

modernismo.

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INTRODUCCIÓN

Hablar del pueblo guna es hablar de su cosmovisión reflejada en sus relatos del babigala –el “camino de Baba y de

Nana”-, es penetrar un mundo mágico, misterioso y espiritual.

La comunidad guna está distribuida a lo largo y ancho de la comarca Gunayala con más de trescientas islas e

islotes. Son poseedores de un sistema sociopolítico, religioso y económico muy peculiar, que se transmite mediante

tradición oral, y de una profunda espiritualidad que les permitió resistir estoicamente en el siglo XVI, los embates

de la invasión occidental, y que continúa aún, en esta época de grandes cambios.

Hospitalario por naturaleza, el pueblo guna reside tanto en las islas como en la franja continental, manteniendo

aún muy vivos sus valores originales los cuales comunica mediante cantos, principal herramienta de transmisión

de una extensa tradición oral, además de sus relatos, danzas y ritos.

Los relatos cortos de los gunas, además de sus expresiones culturales, son recursos pedagógicos que todavía son

utilizados ampliamente. Esos relatos son contados por los abuelos y abuelas a los niños antes de dormir, y la

intención es la de estimularlos, desde temprana edad, a ejercitarse en los valores del pueblo: valores de confianza,

de generosidad, de hospitalidad, de laboriosidad, de ayuda mutua, de sencillez, de justicia, de respeto, de cuidado y

defensa a la tierra, considerada madre.

Esos relatos breves resultan un perfecto ropaje para ofrecer una enseñanza. Para enseñar el amor hacia la madre

tierra y la defensa de la territorialidad, los abuelos cuentan a los niños el relato del pez candil y el pez loro. Los

abuelos, como profundos conocedores de su espiritualidad, enseñan que es importante tener los cuidados

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necesarios, la perspicacia y la debida atención ante la presencia de desconocidos que, con astucia pueden adueñarse

de su territorio.

Los saglagan (guías espirituales y administrativos de las comunidades), a través de sus cantos ejecutados en la casa

del congreso (iddogednega), transmiten los contenidos de defensa del territorio, de los fenómenos de la naturaleza,

de la producción y cuidado a la madre tierra, instruyendo así a las nuevas generaciones en la consolidación de su

identidad personal y colectiva y en el autocontrol de las emociones.

Las múltiples relaciones que se originan entre el hombre y el territorio, que a su vez, hacen surgir diversas

visiones sobre aspectos sociales, políticos, religiosos y medio-ambientales, tanto en lo personal como en lo

colectivo, los gunas no las disocian ni las fragmentan, sino que las interpretan, y las conciben como una sola

unidad y estimulan, así, una formación holística de toda la comunidad.

Por medio de esos relatos, el pueblo guna orienta a sus nuevas generaciones hacia posturas positivas para afrontar

situaciones difíciles del medio ambiente, de enfermedades o de cualquier otra eventualidad. El jaguar, el caimán,

los peces... estimulan a crear actitudes de cuidado, de amor y de respeto hacia aquellos elementos que no conocen o

que los conocen muy poco. Cada una de esas experiencias es para el guna, una oportunidad de aprender y de

comprender mejor su entorno.

El relato, en el pueblo guna, tiene un propósito aleccionador y moralizante, representa el primer escalón en la

apropiación de valores éticos, de identidad, de amor hacia su territorio; puerta de acceso a su profunda

espiritualidad. Esos relatos conducen al conocimiento del babigala que es un conjunto de tratados que

fundamentan la vida espiritual de los gunas; el babigala es cantado por los saglagan en la casa del congreso, y

representa el camino de nuestro mundo, o de nuestra tierra; es la forma que tiene el pueblo de explicar las relaciones

entre el hombre y su territorio, entre los elementos de la naturaleza y sus fuerzas.

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En esos relatos, los interlocutores son los animales que remedan al hombre, con sus temperamentos y sus

características peculiares: el jaguar con su fuerza y agilidad, el morrocoyo que compensa su lentitud con la

perseverancia, el ñeque avispado y malicioso que hace uso de su inteligencia para compensar su tamaño y no ser

víctima de depredadores, el mono con su destreza y picardía...

Los relatos nos enseñan que no es la belleza física ni la fuerza ciega, lo que nos permiten avanzar y crecer en este

mundo y cambiarlo para mejor, sino, la inteligencia, la perseverancia, la perspicacia y la justicia.

Los relatos, para el pueblo guna, constituyen una oportunidad para iniciar a los más pequeños en los valores que

deben practicar, mediatizados por lo lúdico, por lo entretenido y divertido. Estimulan, así, en el niño, la curiosidad

y el espíritu de observación y de análisis, actitudes que lo llevan a preguntar y conocer acerca de un mundo aún

desconocido, fabuloso y complejo; cuestionando el bien y el mal, lo justo y lo injusto, los ritmos de la naturaleza y

la sincronización de la vida del hombre, del día y de la noche. En fin, despertando la conciencia de la dualidad

presente en todo lo creado, el equilibrio, la justicia y un sano espíritu de aventura.

Al final de cada relato, los abuelos concluyen con las recomendaciones o moralejas,...”es por eso que tienes que

portarte así…, porque sucedió tal cosa...”

Así, los relatos resultan una manifestación de las vivencias y experiencias cotidianas de los abuelos de Abiayala

(América), contienen un profundo valor pedagógico y encierran elementos fundamentales de espiritualidad guna;

vivencias y costumbres que por ser muy sagradas, a menudo, han sido cubiertas con un velo de metáforas que son

utilizadas en casi todos los mitos del mundo.

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LA MOLA COMO RECURSO DIDÁCTICO

La mola (blusa o corpiño) es cosida sobreponiendo varias capas de telas de colores. En su origen, la mola era una

pintura corporal, a manera de tatuaje, aunque no permanente; con el tiempo evolucionó en tejidos vegetales, y más

tarde en telas, tal como la conocemos hoy.

Es utilizada a diario tanto en las comunidades de la comarca como fuera de ellas, con diseños variados,

geométricos o zoomorfos que representan el pensamiento cosmogónico guna. También hay molas con

representaciones de escenas comunitarias, estilizaciones florales que recuerdan personajes y protagonistas de los

mismos relatos que presentamos. Así, las molas se convierten en

recursos pedagógicos y en recordatorios constantes para quienes las

observan y las usan. Ellas manifiestan una visión gráfica del

pensamiento cosmogónico guna, un mundo suprasensible, lleno de

colores y significados que preservan la memoria colectiva del pueblo.

Según la cosmovisión guna, fue Babdummad, el Creador del universo,

quien les regaló este hermoso arte. Ellos siempre se han considerado

un pequeño pueblo que, más que buscar conquistas territoriales, ha

perseguido enseñanzas espirituales para su gente.

Salvatore Carbone

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YABANAID | CONTENIDO

WEGII DADGAN SUNMAGGE | LOS ABUELOS CUENTAN ASÍ:

1. Igarobandur us ebo | El jaguar y el ñeque. Recopilado por AW., publicado en 1986. 15

2. Igarobandur us ebo 2 | El jaguar y el ñeque 2. Recopilado por AW., publicado en 1986. 18

3. Igarobandur us ebo 3 | El jaguar y el ñeque 3. Recopilado por AW., publicado en 1986. 21

4. Igarobandur us ebo 4 | El jaguar y el ñeque 4. Recopilado por AW., publicado en 1986. 24

5. Ai Dabgala | El amigo garza. Relato recopilado por el Equipo de la EBI Guna, 2006. 27

6. Dasi abu ebo | El pez candil y el pez loro. Relato recopilado por AW., y publicado en el año 1986. 30

7. Moli nia ebo | El tapir y el demonio. Recopilado por Salvatore Carbone, original de José Devis

y Delfino Devis. Grabado en Gardi Sugdub en el año 2011. 36

8. Dada nusa ebo | El sol y el ratón. Recopilado por Salvatore Carbone, original de José Devis y

Delfino Devis. Grabado en Gardi Sugdub en el año 2011. 39

9. Ari us ebo | La iguana y el ñeque. Recopilado por Salvatore Carbone, original de José Devis y

Delfino Devis. Grabado en Gardi Sugdub en el año 2011. 43

10. Assu dain ebo | El jaguar y el caimán. Recopilado por Salvatore Carbone, original de José Devis

y Delfino Devis. Grabado en Gardi Sugdub en el año 2011. 46

11. Ai Isgar | La iguanita. Relato recopilado por AW., y publicado en el año 1986. 49

12. Ai sulu yarmoro ebo | el mono y el morrocoyo. Recopilado por el Equipo de la EBI Guna, 2006. 53

13. Gannir us ebo | El gallo y el ñeque. Relato recopilado por el Equipo de la EBI Guna, 2006. 56

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WEGII DADGAN SOGE | ASI CUENTAN LOS ABUELOS

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IGAROBANDUR US EBO – I | EL JAGUAR Y EL ÑEQUE – I

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Ai Igarobandur dule wissur alledi. E wagar gwen

allesur dagledae. Wissur dodoge, aimar saddebali.

Ibagwengi, ai Us wegii soggali:

¡Dulemar buled na san samalad, gwenadgan

irgwensur imagmalad, basursunna binsaed

galemaladi! ¡Emisgi, be an dagmaloena,.. eddo

sooooo!

Geb, ai Us mas dagsasunna. Ai Igarobandurse abga

godsa, e negse mas iddodagega.

Ai Igarobandur, binalee dognoniggi ai Us negse. Ai

baiganse gwen godsasuli sigisa. Usu ga san ologana,

narassoleun dumgumalad ga asabin sisa.

Igarobandur, gwen sabossuli, ¡murgi, murgi, murgi!

¡An ai, be nabbi abeger, egidsabin sao…! –Usu na

e aiga soge.

Adi, na bega sabbi enaggoed, san egwanega.

Igarobandur gannar egiddebali. Geb, Usu abin

imagsa:

¡Nued an ai, emisgindi, be anba dago! ¡Be, sabbi

urba an edarbe gwisguo, andi na bega sabbi

duggugi obaddesioed!

Usu, diaggwa ologan, san unni dumgumalad sesa.

Usu, sabbi duggugi sii, Igarobandurse goddesunna:

Igarobandur, el jaguar, no era alegre. Siempre estaba

con la cara estirada. No bromeaba y era de pocos

amigos.

Un día, Usu, el ñeque, dijo para sí:

¡Estos hombres que meten miedo a la gente, que

se creen fuertes, caen fácilmente en una trampa!

¡Ahora, me van a ver,… eddo soooooo!

Entonces, Usu preparó una gran comida e invitó a

Igarobandur. Éste llegó caminando lentamente, no

saludó a la gente y se sentó a comer. Usu, el ñeque,

le sirvió unas bolas de carne, grandes como limones.

Igarobandur comió con ganas, ¡murgi, murgi, murgi!

¡Si quieres más, no tengas pena de pedir…! –decía

Usu a Igarobandur–, yo puedo subir al árbol para

traértelas.

Igarobandur pidió más. Entonces, Usu aclaró:

¡Muy bien, amigo mío, pero tienes que

acompañarme! ¡Te pondrás debajo del árbol,

mientras yo subo y te las voy tirando!

Usu llevó consigo dos piedras redondas y dos bolas

de carne, y subió al árbol.

¡Abre bien la boca, porque esta fruta está muy

madura!, –gritaba Usu a Igarobandur desde la

copa del árbol.

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¡An ai, nuegwa gaya egao…, san ise

duddumaggarsoggu, gayagi be abingaergebed!

Gebe, ga san sunnad medsali, Igarobandur gayagi

abingasa, ¡sas, sas, sas…murgi! Irbaa gusadgi, Usu e

aise goddebali:

¡An ai, emisgindi, na bega sunnasoged amis, ise

duddumaggaledi, mer goonasigi be ebugo! ¡Ise

egaar gaya imaggo, mer be oagginned sao!

Usu, geb ise maggalegii, Igarobandur gayase

diiaggwa meddesunna, ¡dag, dag, bum, bum!

Diiaggwa Igarobandur e nugargi gwissigusa; geb e

golowargi signoniggi. Ai Us, ise idsomaggar agdesa,

idu abbarmagde..., yoggus.

Primero le tiró una bola de carne. Igarobandur la

apañó con la boca y la comió, ¡chas, chas,

chas….murgi! Al tercer tiro, Usu exclamó muy serio:

¡Amigo mío, ahora, te la encontré una más

sabrosa de todas, pero… está muy madura,

pero…muy madura, no la puedes tocar con la

mano! ¡Abre la boca con toda tu fuerza para que

no se te escape!

Usu lanzó la piedra con todo su nervio, ¡tac, tac,

pum! La piedra vino a darse contra los colmillos de

Igarobandur, y se le atascó en la garganta. Usu saltó

riendo y huyó.

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IGAROBANDUR US EBO – 2 | EL JAGUAR Y EL ÑEQUE – 2

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Muddiggi, Igarobandur, Us abingunonibali. Usu,

diwar gaggagi obunnosii dagnoniggi. Nii mee

naigine, nii ber dirbile daarmagnai. Nii wilub, diigi,

deun nue selenai. Dii isbeyob ibyenai, nii aa birgi

yollemagnaiyob daglenai. Ai Us, diwar gaggagi

swiddi masii Igarobandur dagnoniggi.

¡Be ibmar gunsiid, wis sedamodeen!, –

Igarobandur, Usga soge.

Geb Usu ga wis ugsagusunna… ¡murgi, murgi,

murgi!

¿Bia, we ibmar yeer gulleged, be daggali? –

Igarobandur, Usse egissali.

Diiulag ibmar daggarmagnaid, ¿mag be dagge? –

Usu, Igarobandurga soge, nii wilub diigi ibyenaid

ga ise oyoar, –wese an amiabbi–, ¡ar be abemogar,

sunna be aminamodo!

Igarobandur diise argwadde; geg doge diigi

muamagnaguali. Nii wilub diibirgi dodonagusa,

Igarobandur argwaddedba.

¿Ar be ig dogsasunna? –Igarobandur, Usse

egissa.

¡An irgwensur imagsa! –Us e aigi dodonagude.

Una noche, Igarobandur encontró a Usu, sentado a

la orilla de un río manso. Había luna, y era luna

llena, estaba redondita la luna. La luna pintaba su

carita redonda sobre el agua. El agua era como el

espejo de la luna. La luna se mecía suavecita sobre la

corriente del río. Usu comía guanábana a la orilla del

rio.

¡Dame un pedazo!, –pidió Igarobandur a Usu con

su voz carrasposa. Usu le dio un pedacito. Y…

¡murgi, murgi, murgi!

¿De dónde sacaste una fruta tan sabrosa? –

preguntó Igarobandur.

¿Ves tú esa cosa blanca que se mueve al fondo del

agua? –le dijo Usu indicando la carita llena de la

luna–, de ahí, de ahí arranqué el pedazo. ¡Si tú

quieres, puedes ir a buscarla!

Igarobandur se tiró al agua. Igarobandur flotaba y

flotaba sin sumergirse. La figurita de la luna bailaba,

bailaba y no se borraba.

¿Cómo hiciste para llegar al fondo del agua? –

instó Igarobandur.

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¡Andi na duggargi aggwa agdiggid edidsa, geb

dommo…!

Igarobandur gwenagwenasur guali. Usse

godsasunna e duggargi aggwa edinnega. Usu,

diaggwa dummadi amisa, geb Igarobandur e

duggargi ise edinnar imagsa, geb balimedde.

Igarobandur diulag nade, bardaglessuli. Nii wilub

bela banamagde ibmar dummad argwaddedba.

Usu ise idsomaggar allemagude diwar gaggaba, ¡giii,

giii, giiii!

¡Muy fácil, muy fácil!, –respondió Usu sonriendo

pícaro. ¡Me amarré una piedra pesada al cuello, y

plas… me tiré al agua!

El amigo Igarobandur no esperó mucho. Alargó su

cuello para que Usu le amarrara una piedra. Usu

eligió una piedra pesada, hizo un nudo al cuello de

Igarobandur y lo empujó al agua. Igarobandur se

hundió dejando un gran remolino. La carita de la

luna huyó por todos los rinconcitos del río.

Usu quedó saltando a la orilla del río, ¡ah, ah, ah, ah!

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IGAROBANDUR US EBO – 3 | EL JAGUAR Y EL ÑEQUE – 3

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Deunni bad wirsobmar nasadgine. Dabgalamar

saggan gwagnaigine. Sedogusagine, ai Us, omegan

boe iddoali:

¡Bani bedi sigli balegindi daed, usdulagan bese

onosur daed, eeeeeeeeee… bani nadesunna,

eeeeeeeee!

Ade, Igarobandur, Us gunnega yamo burgwisayobi

imagmaid.

Geb Usu, yawaggi aggasa gwisgunoniggi omegan

bonanaid diggarba; negyabbardi dogsasuli. Omegan

bali ogannos Igarobandurga bonanasunna:

¡Bani wilesaaa, eeeeeee, bani nadeeeeee!

¿Ar an aide nue burgwisa? –Ai Us egissali.

¡Eye, be ai nue nade! ¡Be sunnad na be

waliggamaggar dagdage!, –omegan ise boale ga

soge.

Igarobandur, yamo gasgi ise adduagwale meremai.

Omegan ga ogormagnanai; e gas urba bela e ibmar

urbismala, inanog burwi, medde yaigana…bela e

gasurba omilede.

Ai Us gannar egissali, yawagnaba gwissi:

Aaaaa, ¿wede, nue burgwar mai? ¿Ar burgwisye

soged, sana ilabaa gigued ogorsunna? ¡Ar gusgu

Habían emigrado las golondrinas. Las garzas se

cambiaban de plumas. Era una tarde cualquiera,

cuando Usu escuchó de lejos el grito de mujeres que

plañían:

¡Tú, que correteabas pavones, y los ñeques no

salían vivos, eeeeeeeeeee… ahora nos dejas,

eeeeeeeeeee!, –plañían las mujeres sobre

Igarobandur. Y éste se hacía el muerto para

devorar a Usu.

Vino Usu, el ñeque, y se apoyó en el palo de la puerta.

No entró. La gente seguía llorando sobre el cadáver:

¡Pobrecito Igarobandur, eeeeeee, se nos ha ido

eeeeeee!

¿Este amigo está bien muerto? –preguntó Usu.

¡Sí, el pobrecito ya pataleó! ¡Ven, ven a verlo más

de cerca!, –le decían llorando las mujeres.

Igarobandur yacía tapadito en la hamaca y la gente

plañía sobre él. Debajo de la hamaca había un montón

de cosas, totumitas de medicina, platitos de

terracota… todo tirado por el suelo.

—Aaaaah, ¿éste está realmente muerto?, –insistía

Usu desde la puerta de la choza–, ¿ha echado ya los

Page 22: AN YAR WEG SOGE - Aiban Wagua

23

dule burgwisar, ilabaa nabbi gigued igarmaid, aa

sorba, geb, nue burgwissunye sogleged!

Ai Igarobandur, Us iddomasoggu, na gayagi

gigumaiyob imagdesunna, ¡irrrrrrr, irrrrr, irrrrr!

¡Aaaaa, aaaaa, aaaaa! –Usu ise idsomaggar ga

alliali.

¡Ar dule burgwar mair sunna gigumaio? ¡An ai

dulasaglamai, aaaaaaa, aaaaaaa! Usu, igarba

allenadab gudsunna.

tres pedos de rigor? ¡Porque los muertos de verdad,

echan tres pedos fuertes, y sólo entonces, estamos

seguros de su muerte!

Igarobandur, el jaguar, lo escuchaba todo. Y…

simuló el pedo suavemente con la boca, ¡rrrrr, rrrrr,

rrrrr!

¡Ah, ah, ah, ah! –carcajeó Usu.

¿Cómo un muerto va a hacer semejante ruido?

¡Esta vivo, esta vivo, ah, ah, ah, ah! Usu tomó su

camino dando carcajadas.

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IGAROBANDUR US EBO – 4 | EL JAGUAR Y EL ÑEQUE – 4

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Dad Ibe, Bilerbo urwe naigine. Biler, Ibeler e isdaradi.

Biler, yeer bila onoged igar wisi daglearmoga,

deginigwen dad Ibe gi ise obinale.

Assubarbad, Igarobandur, Bilerga sabga berbegedi, e

sorda. Dad Ibedi, ai Us nigmoga ga gardaganseed.

Biler, Assubarbad barmiddae Aglagundiwarse. Ibeler,

Us barmiddamoga aasemo. Ibagwengi, Usu, Assu

daggali dulemarga obinmaggwissi. Geb aagine, Usu,

yawag nagaba gwisgudabbi, bia Assu dulemarga

sunmaggwissi.

Ai Us belabela buggib binsaeyobi na imagsa,

aggusaggus bunnoedgi, Assuse, godde:

¿Bedi gwen bai be iddosuli obinmaggwissid?

¿Ar be ig iddoge, aggusaggus bunno be daniggid? –

Assu, Usga soge neg aggar iddogedgi.

¡Aiye dule wargwengiid bar onogosuli! ¡Burwaoored

dummadi anmargi neg dagsoggali, bela anmar guggudo

daglege!, –Us ise boale ga soggali–. An barmileali

bemarga we ibmar sogega. Anmar mer gugguega,

unnila ise addinnagwale anbagumalargebe. ¡Buwargi,

anmar, bela addinmalo melle burwasagla anmar sedega,

–Usu, ise wawanmaggar Assuga sunmagnagude–, an

sunnad an bemar buwarbamesa edinnergebe, ibmar

dodoaggwagwad anmargi danisursoggu. Assubarbad,

Usga sogdesunna:

Dad Ibe guerreaba contra Biler. Biler, el enemigo,

conocía muchas intrigas de guerra, pero Dad Ibe era el

mejor y le iba ganando.

Assu, el jaguar, era uno de los recaderos de Biler. Dad

Ibe, por su parte, se servía de Usu, el ñeque. Biler

enviaba a su recadero a Aglagundiwar. Dad Ibe, a su

vez, también enviaba allí al pequeño Usu.

Un día, Usu vio a su rival Assu convenciendo a la gente.

Assu, el jaguar, era muy conocido y tenía seguidores.

Entonces, Usu se asomó a la puerta de la choza donde

parloteaba Assu. Usu fingió muy preocupado y triste,

respirando con dificultad, dijo a Assu:

¿Tú, tranquilo, aquí, hablando con la gente?

¿Qué nuevas nos traes tú, tan sofocado? –le dijo

Assu a Usu, inquieto por las nuevas que podía traer.

¡Estamos a punto de desaparecernos todos! ¡Se está

levantando un fuerte ciclón que amenaza acabar con la

aldea!, –sentenció Usu a punto de llorar–, me mandan a

decirles que el único modo de seguir vivos es

amarrándonos a los postes. ¡Amarrarnos a los postes

más gruesos y resistentes de la choza mientras pasa el

cataclismo –continuó Usu, templando ante el cruel

Achu que lo escuchaba muy fijo–, he sido enviado yo

para amarrar a los postes, a aquellos que no quieran

morir. ¡No es una broma lo que se nos viene encima!

Page 25: AN YAR WEG SOGE - Aiban Wagua

26

¡Ar degiirdi an duggin na addinnodo, an sunnad na

buwar amibalodo!

¡An ai, –Us, Assuga sogdebali–, andi burwaba gwen

nabi an be abesuli! ¡Na be duggin adidsadibe, dub

simmur basur adsiggodole, burwa begi signoniggir

bani guggudoe!

Ai Assu, buledye na sogdiid, sorduggin sigisa, geb Usu,

buwar wardummadgi edidsa. Usu, sargidub nuganiggad

amisa, geb aa dubgi Assu obibbirmagsa buwarbamesa;

simmur ise gwilaled ga imagsabali, deg addinnar obes

nade.

¡An ai, emisgi, na bega neg agnagsiid daggolo!

Emisgwa, burwasagla neg giamagnoniggo an ebinsa,

–Usu, Assu addinnar siidga sogsanade.

Ai Us abbarmagde, ¡aaaaa, aaaaa, aaaaaa, giiii, giiii, giiii!,

bar daglessuli.

Deyob, ai Assu addinnar sii negoibosa, bela e abgan

burgwagwale.

¡Bia an Us gannar dag dagodibe, anse emisgindi

bela!, –Assu urwesii guali, Us, egi dodos daggu. Usdi

igarba allenadab gudsunna.

¡No, –dijo Assu meneando la cabeza–, si es así de

grave la cosa, yo mismo me ataré donde me parezca

mejor!

¡Amigo mío, –observó Usu–, yo no quisiera que te

llevara el ciclón como un hoja! ¡Si tú te amarras

solito, tus nudos no van a estar suficientemente

estirados y, lo más seguro es que con un soplo de

aire salgas disparado!

El temible Assu bajó la cabeza y se dejó llevar al palo

más grueso y resistente de la choza. Usu encontró los

bejucos más largos y fuertes de la región, y los pasó

varias veces por el cuerpo de Assu, hizo los nudos más

duros de su vida, y dejó a Assu pegado al poste de la

choza.

Sí, mi buen amigo, ahora déjame ver los primeros

nubarrones; creo que lo más grave ya está cerca del

caserío, –dijo Usu a Assu que yacía amarrado al

poste.

El astuto Usu salió corriendo, jah, jah, jah, giiih, giiih,

giiih y ya no volvió, mientras que Assu pasó la noche

entumecido, amarrado al poste.

¡Donde lo vuelva a ver, lo desnuco! – gruñía Assu al

verse burlado; mientras Usu carcajeaba a lo largo del

camino.

Page 26: AN YAR WEG SOGE - Aiban Wagua

27

AI DABGALA | EL AMIGO GARZA

Page 27: AN YAR WEG SOGE - Aiban Wagua

28

Negasaglaunni, bela ibdurgan dulebii. Ai Dabgala,

dule, ua soedule. Dadgan na e gargwenadye

bibuggwa.

Ibagwengi, neggwebur gwagengi, innasuid gobleaili.

Dulebuggib inna gobed noniggi, neggwebur

baiganginmalad bela innanegse ubononiggi.

Bela dulemar gaibir noggi mumgubuggwa guali,

weligwale namagbuggwa, gangi ogorbuggwa,

dodobuggwa guarmala. Ai Dabgala, inna gobed,

dognonimoga. Ai Dabgala namag sigusa, anba

wissur namag inigwen, bai iddosuli odiirmag sigisa.

Degnadegi, ai Dabgala, sior wargwen abeali,

¡ssssssss! Ar gadi ua sosoggu, ome e babgan yog

uggar ga imagsa, gwen nue absossuli. Geb na

niggusmarsunna.

Ai Dabgala, ua ur ena e omese berbegwissi guali.

Dule wissuli, igi gwaegwae ua soe. Wargwen na e ur

bibbgi naddae, gwen yogguosuli, bad ua ur abala

sennoniggoe.

Dulemar gi nagguledimosoggu, geg Dabgala

daggarmala. Degiidba ibagwengi, dugguar,

masmala, Dabgala, balegiddemala.

Dabgala, diwarse modabbi. Yog agdeale, dag, dag,

dag…, Dabgala dummad malisuidga binyide.

Dabgala sibbugwad dummad, ua bina

Cuentan que al inicio de los tiempos, las garzas y

todos los animales eran hombres. Dabgala era un

gran pescador. Los abuelitos creían que era uno de

sus paisanos.

Un día, una aldea celebró una gran ceremonia. La

gente tomó el gaibirnoga. Vino mucha gente a la

fiesta. Vino gente de distintas aldeas. Cantaron

alegres, tocaron el gangi, danzaron y danzaron.

Dabgala también, vino a compartir la ceremonia.

Dabgala cantaba, y cantaba a su manera, y no era

buen cantor, pero, cantaba. Al poco rato, Dabgala se

encontró con una chica, ¡sssssss!, se enamoró de ella.

Como era un gran pescador, los padres de la joven

dieron paso al matrimonio sin largas conversaciones.

Dabgala traía muchos pescados, pero muchos, hasta

cayuquitos llenos. Nadie sabía cómo lograba pescar

tanto y en corto tiempo. Se alejaba solito en su

cayuco y traía pescados.

La gente era muy curiosa y empezó a sospechar de

Dabgala. Así, una tarde, algunos muchachos lo

siguieron.

Dabgala llegó al rio. Se bajó rápidamente del cayuco

y, plas, plas, plas, se convirtió en una enorme garza

de zancas largas. Era una gran cigüeña blanca.

Page 28: AN YAR WEG SOGE - Aiban Wagua

29

maddarmaggali, ¡uggagwen, uggabo, uggabaa,…bela

urse!

Masmala, Dabgala, dugguar balengindimalad

gwayide, bar wegiwegisur ise gammiar negse

duurmaggarmala. Bela neggweburga ibmar diwargi

dagsad ogwanonimala.

Dabgala, dulegii masgunsur dagleali; ua ibyase abga

assad dae, aa inse gudde dae. Masgunned

bergusdibe, yog naardabali ua soed. Ibagwengi, e

ome wilubdaggali. Ua ibya yabbali gaa buledi balisa.

Geb ai Dabgala masguddesunna, gaa buledi e

golowarse mosa iddogu,

binnabinnasur guali, ¡arrrr!

Ai Dabgala, e saggan mem-

mermagde, ise golar gug-

gude ¡gaa, gaa, gaa! Dada-

naggweba guggude.

¡Aagala, we ibdula, agli-

ganba gaa, gaa, gaa gordi

dae!

Empezó a picotear los peces, ¡uno, dos, tres,… y al

cayuco! Los muchachos que lo habían seguido, se

llenaron de pánico y volvieron remando fuerte a la

aldea, y contaron a la comunidad todo lo que habían

visto en la ribera del río.

Dabgala no comía como los demás. Le gustaba el ojo

de pescado. Apenas terminaba de comer, se

marchaba de nuevo a pescar.

Un día, su esposa lo quiso probar. Dentro de cada ojo

de pescado metió el gaa (picante). Cuando el picor le

bajó por la garganta, el pobrecito se estremeció,

¡arrrrr! Salió volando y

gritando ¡gaa, gaa,

gaa! El animal voló

hacia donde nace el

sol. Por eso, entre los

manglares, se le ve

volar y graznar, ¡gaa,

gaa, gaa!

Page 29: AN YAR WEG SOGE - Aiban Wagua

30

DASI ABU EBO | EL PEZ CANDIL Y EL PEZ LORO

Page 30: AN YAR WEG SOGE - Aiban Wagua

31

Ai Abu gwage nuedi. Ai Abu dula ibedi, e dula

obgwagwa miledeyobi mergue. Ai Abu

aggwadinagan ibedi, yeer dumgue neg ganiggidi.

Ibagwengi, ai wargwen ese gornoniggi. Ai wargwen

morginnid yoi, saggan naladiggid se gornoniggi. Ai

Dasi, Abuse noniggi. Ber nue wiles daglege, negsuli

gudiiyobi, Abuse noniggi. Ai Dasi, Abu asabin

wawanmaggwissi sunmaggali:

Ai Abu, yeer gangu be negsemaid an wisi, na bese

gordaniggi. ¡Andi dule wilesa, nabba sadde,

uggudba bodi!

Yeer dumgu be neg nigga gudiidgine, ¿wis be

diggarba an sunna gudigusale?

Ai Abu, soladuggin gwisgussunna, gwage nued

nigsoggu, Dasi sunmaggedba boed nagase medde.

¡Wiles ebinsa guali!

¡Degirdi nabirdo, –Abu, Dasi, abin imagde–, be

walagwen danisoggu, ibmar sadde be

nonibarsoggu, na bega negdi wis daggergebe!

¡Bela an ibmargi be nagguledii gusunno!

Dasi, Abu abin idsomagde, yeer iddogedba.

¡Emisginsunno!, –goddesunna.

Niimar, wis nadebar iddole. Ibagwengi,

aggwabisgigan imbaba iba onoleali, gaibirdi ogus

iddoleali. Abu, dule nuga niggadsoggu, inna gobega

El señor Abu era un pez muy bueno. Abu tenía una

familia tan numerosa como los granos de maíz, y era

dueño de extensos y ricos arrecifes.

Una mañana, se presentó a su casita, un pez vestido

de rojo, con aletas abiertas muy duras. Era Dasi, el

pez candil. Este apareció pobre, errante y sin tierra.

Temblando ante el gran Abu, dijo:

Amigo Abu, he oído hablar de tu poderío, de tus

muchos hijos. Vengo pobre, sin patria y sin nada

en el estómago. ¿No hay un lugarcito para mí en

tu extensa propiedad?

El gran Abu bajó los ojos y pensó un poquito. Su

corazón le decía: ¡Pobrecito, pobrecito, pobrecito!

¡Sí, –contesto el gran Abu–, como tú vienes solito

y sin nada, te daremos una casita! ¡Y tú nos

ayudarás a cuidar esta amplia propiedad!

Dasi se puso muy contento. Dasi saltó y respiró

fuerte.

¡Ahora sí me van a ver!, –dijo para sí.

Pasaron algunas lunas. Un día, allá lejos, entre las

rocas negras hubo una gran ceremonia. Abu, como

toda una autoridad, fue invitado a compartir la fiesta.

La familia Abu se preparó para la celebración, y se

dispusieron a viajar.

Entonces, Abu llamó a Dasi y le dijo:

Page 31: AN YAR WEG SOGE - Aiban Wagua

32

se gollesmoga. Ai Abu, bela na e mimmigan bulagwa

ibase nae soggarsunna. Bela na ibmar dagnagusmala.

Geb, Abu, ai Dasise godsa, wegii ga soge:

Ai Dasi, na mimmigan bulagwa wis iba

dagnasoggali; wegi be anga neg edarbedio. Anga

neg, be nue aggwo, ise durwiagwar, melle dule

baigan anga odogo.

¡Mer buggibbinsae, –ga Dasi soggali–, wegi na

bemarga neg daggoe, ibmar aggar gudsuli na be

dagnonimarbaloe! ¡Bela na be ibmargi bemarga

an naggulegoe!

Abu na e mimmigan bulagwa ibase bangudsunna. Ai

Abumar, bela weligwale, aggwadinaganba neg odulo

nadab guarmala. Bela yeer iddogedbii, na

siirmagdemala. Na gi dodoagwale, na saggan

mudsubmudsub ebuale bangudmala. Ai Dasidi gi

galudarba naggulegwissi guali. Geb, Abu e mimmi

bur bibbigwad nabbi demarbigbi imbaba dogde

dagsagu, Dasi, bar gwissigwissi gudsuli;

abbarmagde e gwenadgan amied. Ai Dasi,

gwenadgan ibed daglearmoga. Dasi, bela egimaladse

godsasunna, ga wegii soge:

¡Na bemarga neg nued amisa! ¡Bar anmar wiledii,

neg sadde gwen guosuli! ¡Na bemarga, nega dar

dummadi amisa!

Amigo mío, nosotros los Abu salimos a una fiesta.

Tú te quedas cuidando esta propiedad. Tenla muy

limpia y ordenada, y que no entre nadie.

¡Cómo no, –aseguró Dasi–, váyanse tranquilos

que aquí no va a pasar nada! ¡Yo les voy a cuidar

las cosas!

Abu y su familia se marcharon muy felices a la fiesta.

Brincaban y carcajeaban entre los arrecifes.

Aleteaban y aleteaban muy tranquilos. Chillaban y se

empujaban unos a otros con sus aletillas cortas. Dasi

los observaba por la ranura de la casa, y cuando el

abanico ocultó al último de los chiquillos de Abu,

salió corriendo. Dasi salió en busca de su familia.

El señor Dasi tenía una familia muy extensa. Dasi

reunió a su gente y le dijo:

¡Hermanos míos, les encontré una casa bonita!

¡Ya no seremos más errantes sin casa y sin tierra!

¡Descubrí un amplio territorio virgen para todos

ustedes los Dasi!

¡Tú eres un gran pez! ¡Tú eres nuestro grande

sagla! –le aplaudieron sus hermanos.

Los Dasi se prepararon de inmediato. Tomaron

sus hamacas, sus tazas, sus platos y otros aperos y

corrieron a la nueva casa.

Page 32: AN YAR WEG SOGE - Aiban Wagua

33

E gwenadgan ga argan ogodde, ga sogmala:

¡Be, anmar dummadi! ¡Be, anmar sagla

sunnasogedi!

Dasimar bela na ibmar daggarmala: gas dagleali,

noga, badde bela e mor oduggwamasmala neg baidse

naega. Dasimar, ai Abu neg sue soggarmala.

Ibagan nadbali. Iba dummadi onolesad

bergunoniggi. Ai Abu gannar negse arbarsunna.

Bela weligwale alledani, Abumar na negse gannar

ali. ¡Aaaaaa, aaaaa, aaaaa, alledani guarmala! Innagi

ibmar iddosmaladgi binsadani, Abu e mimmigan

guali. Deg nadabbidgi… e massi bur bibbigwad,

diggasuli ibmar dagsadgi, binnasuli guali, geb e

babse godde:

¡Baba, baba… anmar neggi, dule buggib buggwa!

¡We dulemar, anmar negaggwed morgiid sunnabi

yoi buggwa!

Dasi e sordagan bela morginnid yoidbii.

Abu e nega, e aggwadinagan, diggasurgus na

agwedaniggid, Dasimar e ibe susa dagnoniggi. Abu e

yala, e nega, e ibmar sabed, Dasimarse

gwagnonisunna.

Emisgi be an dagmalo!

Abu, abga Dasise urwedgi gordabbi:

Todos los Dasi en hilera invadieron la propiedad de

la familia Abu.

Pasaron algunos días, para los Abu terminó la fiesta.

Felices volvieron a su tierra. ¡Ah, ah, ah, se reían

recordando los chistes que habían escuchado en la

gran fiesta! Y de pronto… el más pequeño de los

Abu gritó haber visto algo extraño y precisó:

— ¡Papá, papá… allá, en nuestra casa, hay mucha

gente! ¡Todos están de rojo como el señor que

cuida la casa!

El territorio de la familia Abu había sido ocupado.

Todos los arrecifes que los Abu, habían protegido y

conservado por muchos años, habían pasado a ser

propiedad de los Dasi.

El papá Abu se alzó con su aleta tiesa y afirmó:

¡Ahora, me va a ver!

Se acercó a Dasi y con voz hueca, reclamó:

¡Señor Dasi, ya hemos llegado! ¡Saca todos los

aperos que has amontonado aquí! ¡Venimos muy

cansados de la fiesta y queremos dormir!

¡No, amigo Abu, –respondió Dasi–, antes de irte

para la fiesta, tú me regalaste este amplio

territorio, y ya no es tuyo! ¡Busca otro sitio para

tu gente!

Page 33: AN YAR WEG SOGE - Aiban Wagua

34

¡Dasi, bad anmar nonisoggu! ¡Bela be ibmar be

wemalo! ¡Anmar gabsoggar na geggus

nonimarsoggu!

Degsuli, ai Abu, –Dasi, Abu abin soge–, be ibase

nae soggargu, bela be yar be anga ugsa nade…,

we ibmar bar be gadsuli! ¡Emisgi, na be neg baid

amimodeen!

Na yeer ulusmala, sunna sarsosalesarsosale na

meddemala… geb ai Abu, gege neg bar aggolo

iddoargu, e mimmigan bulagwa e neg medde

daglearsunna.

Ai Abu neg binid amie dagleali, e mimmiganga

aggwadin binigan amiali. E burwigan, muddigidba

boardae, wile iddobugdae demar gaggaganba.

Abu mimmigan, ebbinne na aggwadingi dodosmalad

geg ie guali, na e nabba medde armalad iesuli.

Geb, Abu masmala, Dasi burwigana sarsogedgi

sunmaggarmala. Dasi mimmigan isdar dagleali. Gi

dodoleali.

Entre los dos se lanzaron palabritas y palabrotas... y

el señor Abu vio que ya no podía hacer nada, y se vio

presionado abandonar su territorio.

Así, la familia Abu empezó a buscar nuevos arrecifes,

nuevas tierras para su gente. Los más pequeños se

recostaban muy tristes entre las algas y lloraban.

Los hijos de Abu recordaban mucho los arrecifes que

habían abandonado, su tierra. Pensaban en su

antigua patria y no dormían tranquilos.

Y... empezaron a lastimar a los niños Dasi; los

roturaban, hasta a veces, los eliminaban.

¡Aquí va otro, chas, chas, chas!, –le sacaban los

ojos a puro aletazos.

¡Mira, ahí viene un niño de los ladrones! ¡Plas,

plas, plas, plas!, –decían los Abu y lo mataban.

Los Dasi empezaron a notar que su gente menuda

desaparecía. Que sus niños salían a pasear y no

regresaban más.

Entonces…

Page 34: AN YAR WEG SOGE - Aiban Wagua

35

¡Be dagge, addursamalad e goe daniggid! ¡Das,

das, das, das!, –Abu masmala, Dasi e doddogan

gadamala, geb sarsodamala, imbagi doggusda-

mala.

¡Baid daniba, dag, dag, dag, dag!

Ai Dasimar daggali e burwigan yoggumai. E

mimmigan galimbaba naogu, bar nonisurdae.

Geb…

¡Ablis iddomaloye!, –Dasimar godde.

¡Ablis na daggemarye!, –ai Abumar abin imagde.

Geb bila dummad nodsunna. ¡Dag, dag, dag, bum,

bum, bum, arrr, arrr, arrr! Ablis yeer ariosa, yeer

uamar burgwisa. Dasi nagnoniggi. Dasimar, esa

nugar darbogid ebusmala, Abumar sulidi. Dasimar

sigu sunsogmalad ebusmala, Abumar sulidi. Aaga,

anmar daggar dae, Abumar mor yaragwa,

wilegediyobi demar gaggaba gudii. Demar gaggaba,

gaya maamaa digwar emanana dae.

¡Guerra!, –gritaron los Dasi.

¡Guerra!, –respondieron los Abu.

Y empezó el ataque y el contraataque. ¡Tac, tac, tac,

tac, pum, pum, pum, pum, chus, chus, chus, chus!

Hubo mucha sangre, muchos heridos y muertos. Y…

vencieron los Dasi. Los Dasi utilizaron cuchillos de

doble filo que no los tenían los Abu. Los

Dasi utilizaron flechas untadas con venenos atroces,

que no las tenían los Abu.

Por eso, los Abu vagan muy tristes; abren sus bocas

y viven de algas muertas que abundan cerca de las

costas.

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MOLI NIA EBO | EL TAPIR Y EL DEMONIO

Page 36: AN YAR WEG SOGE - Aiban Wagua

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Ibagwengi, Nia, sabburba e sordamar sesa. Yeer ga

arbasmala, geb Nia, Moli e nainu na egadga imag

noniggi.

Sorbali, ibagan wis nadedigine, ai Moli na e nainuse

nonimoga, bad Nia, e nainugi arbas dagnoniggi. Ai

Moli, sabossuli e aimarse goled, wis ebendagmalaga;

dulemar yabba Moli bendaggedbii, e aimar yabba ga

naedbii.

Moli, Niase abbarmaggwis guali, gannar na e nainu

suega. ¡Gwen bayossuli!

Deg gunaidgine, ibagwengine wagdaradba,

massibibbi wargwen dagleali. Massidoddo buled

daglenoniggi; massibibbi birganbe sergue.

Babdummad, massibibbiba nue gudii daglesunna.

Aa massigwa ai Molise gornoniggi:

¡Ai, mer buggibbinsao, an na be bendaggo,

gannar Niagi nainu suedse imagmalo! ¡Bega an na

dagmogargebe!

Ibagan wis nadebar iddoleye. Massibibbi, Nia negse

walamagdabbi, Moliga nainu egised. Nia, massibibbi

e abin gwissi daggargu ga alliali, agga gi dodode:

¡Be, ai Moliga an nainu ugbi be an abeger, be

anbo urwergebdo, ar doa naggoe, aadi nainu

suodo!

Un día el señor Nia salió a trabajar en el campo,

ayudado por un grupo de amigos, limpió una parcela

de terreno sin preguntar de quién era, y se apropió

de ella.

Después de varios días, llegó el señor Tapir, dueño

de la parcela que Nia había limpiado. El Tapir pidió

ayuda a sus amigos para recuperar su parcela, pero

nadie se presentó a ayudarlo. Ningún amigo suyo

quiso darle la mano. Todos los intentos de convencer

a Nia para que le devolviera la tierra, fueron inútiles.

Una mañana, llegó un niño a la comarca. El niño

tenía unos diez años, era muy listo y osado.

Babdummad siempre estaba con él.

El niño llegó a la casa del amigo Tapir y le dijo:

¡Te voy a ayudar a recuperar tu parcela, no te

preocupes, confía en mí!

Días después, el niño se encaminó a la casa de Nia

para persuadirlo a que devolviera el terreno a su

verdadero dueño. Nia, viendo al niño tan pequeño y

tan frágil, se envalentonó y dijo al chiquillo:

¡Si tú quieres que yo devuelva el terreno a Tapir,

tendrás, tú, que pelear conmigo; el que gane se

queda con la parcela!

Page 37: AN YAR WEG SOGE - Aiban Wagua

38

Degiirdi ilagwenye, massibibbi Nia abinimagsa. Geb

massibibbi, Niaga igar mesiarsunna, dubgi dodoged.

Dubsuid ebibbiedgi na bengumaloye, massibibbi

Niaga soggali. ¡Dule burbule ebibbioed naggoye!

Nia, massibibbigi dodonasoggu, surye ga sogsasuli,

na ilagwenmaloye ga soge.

Massibibbi, ai Molise gannar arbarsunna, geb ga

bela sogsa Niabo igar mesisad.

Massibibbi, urdub suid amissunna. Ai Moli garibed

edidsa urdubgi, geb duggu baidgi Nia gwisgusmoga

yar daggasig.

Nia, massibibbigi dodonagusa, gi allenagusa, dule

bibbigwa ebo dubgi bengusoggalidba.

Geb na se wigodmarsunna, dub ebiega. Ai Moli,

massibibbi ebo, yar dagsig dub ebibbinagusa. Na

wagar dagsur ebibbina guarmala. Nia, dub ise ebiar

imagde, na e gangued bela gi yosa, suurmagnagusa,

massibibbi gwen duddusuli, geg ebibbilege. Beedse

gusadgi, Nia gegguali, duba ise gassimaggar

masoggu, massibibbi es amisa, geb dub, ¡didsig!,

soged... Nia balimellede, babbarmagde gulluyaase.

Nia babbarmagma gude,… bar gwisgussuli. Wegii ai

Moli na gannar e nainu sunoniggi.

El niño, muy inteligentemente, aceptó el reto y

propuso a Nia, jalar una cuerda larga y fuerte, y el

que tiraba con más fuerza ganaría. Nia aceptó la

propuesta del niño y carcajeó.

El niño se presentó a su amigo Tapir y le explicó su

plan.

El niño amarró a un extremo de la cuerda el pesado

y corpulento Tapir, y al otro extremo de la cuerda se

puso Nia, que se encontraba detrás de una colina.

Nia se mofaba del niño, se reía de él que se había

atrevido a retarlo a jugar con una cuerda.

A una señal, los dos comenzaron a tirar la cuerda

desde un extremo a otro, el niño de un lado de la

colina y Nia del otro lado. Nia tiraba y jalaba, tiraba

y jalaba, ponía toda su fuerza en la cuerda. Nia

sudaba y sudaba y el niño no cedía detrás de la

colina. Cuando la cuerda estaba muy tensa, y el Nia

extenuado de tanto jalar, el niño cortó la cuerda. Nia

rodó cuesta abajo, rodó y rodó hasta el fondo del

abismo y ya no pudo subir. Así, el amigo Tapir

recuperó su propiedad.

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39

DADA NUSA EBO | EL SOL Y EL RATÓN

Page 39: AN YAR WEG SOGE - Aiban Wagua

40

Ai Nusa, ome niggubi guali, yaagwa nued dagsa

gudiigine. Nusa, Dada negibonaidse godde nabir

ome niggued igar ega daggega.

Nusa, Dadga, soge:

¡An ome niggubie, wis be anga igar ugdeen!

¡Wegi an dummadsuli, geg an bega we igar ugge!,

–Dad, Nusa abin imagsa–, dule wargwen bur

anba dummadi bega we igar uggergebe, –Dad,

Nusaga sognaguali.

¿Ar doasunna, dule beba bur dummadde? –Nusa,

Dadse egiddesunna.

¡Ai Nii, aa anba bur dummadi!

Geb, ai Nusa Niise abbarmagdebali, ga soge:

¡Ai Nii, an ome niggubie!

¡Wesig, na geg be bendagge, an gangued anba

bibbigwa, dule wargwen anba bur dummadse be

egiser gebe! –Nii sogmoga ai Nusa sulibinsa

iddogusadga–.

Geb Nusa se egissa:

¿Ar doasunna dule beba bur dummad?

Nii, Nusa abinsaali:

¡Mogir! Ar Mogir angi nasale, bar an wagar

dagledasulid. Geb ai Nusa sadebali Mogir amied.

El señor Ratón quiso casarse con una bella joven. El

señor Ratón, creyendo que el abuelo Sol era la

máxima autoridad, se le acercó a pedirle la venia

para el casamiento.

¡Me quiero casar! –dijo el señor Ratón al abuelo

Sol–, y necesito que me des tu venia para hacerlo.

¡No tengo autoridad para darte el beneplácito

para eso! –respondió el abuelo Sol al señor

Ratón–; hay alguien más poderoso que yo, –

terminó diciendo el anciano Sol.

¿Quién es esa autoridad? –Preguntó, un poco

nervioso, el señor Ratón.

¡La que tiene más autoridad que yo es la señora

Luna! –reconoció el anciano Sol.

El señor Ratón corrió a la señora Luna, y le dijo:

¡Señora Luna, me quiero casar!

¡No puedo ayudarte, no tengo suficiente fuerza

para eso, hay alguien que tiene más poder que yo,

lo debes pedir a él! –dijo la señora Luna al

desesperado señor Ratón.

Y el señor Ratón preguntó:

¿Quién tiene más fuerza que tú?

La señora Luna respondió:

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41

Mogirnegse gwissigudabbali. Gannar se egiddebali,

ga wis igar ugged ome nigguedsig. Mogir ga

sunmaggali:

Bega nabir we igar uglegegala, dule anba bur

yeer ganguedse be egisergebe, andi geg na bega

ugge. Dule wargwen anba bur dummad gudii, ai

Burwa. Aa an ebibbiddae geb diggasur an

barmiddae.

Nusa, sadebali ai Burwa amied, ga nabir ome

niggued igar uggega.

¡An ome niggubie, –ai Nusa sogdabbali Burwaga–

dule dummad anga igar ugbi an abege! Burwa, ga

ise binnamaggale sunmaggali:

¡An dule dummadsuli, dule bur angi obinedse be

naergebe! Ai Negued angi bur obinedi. Ar

Negued neg dagsurdibe gege ibmar an onanae,

geg an ibmar ebibbie!

Ai Nusa, Neguedse barmilesbarsunna.

Bar iddosuli abbarmagdebali Neguedse igar egised.

Neguedi, Nusaga weg soggarmoga:

¡An dule dummadsuli, geg an bega ome niggued

igar dagge! Dule anba bur dummad bega

uggergebe. We dule, Diiwiedi. Ar an ibmar uere

saardibe, Diiwied noniggogu an nolomagge

¡La señora Nube, porque, cuando ella me cubre

palidece mi cara!

Entonces el amigo Ratón corrió a visitar a la señora

Nube. El amigo Ratón llegó a la casa de la señora

Nube. Una vez más, solicitó la autorización para

casarse. Señora Nube contestó al señor Ratón:

No tengo poder para autorizarte el casamiento.

Hay otro mucho más fuerte que yo, y es el señor

Viento. Éste con su fuerza me empuja y me

arrastra lejos.

El señor Ratón no se hizo esperar, corrió a

entrevistarse con el señor Viento.

¡Quiero casarme, –dijo el señor Ratón al señor

Viento– y necesito tu autorización para hacerlo!

El anciano Viento le susurró suavemente:

¡Yo no tengo tanta autoridad para autorizarte,

porque hay otro mucho más importante que yo, y

es el señor Calor! Sin él yo no puedo soplar ni

empujar a nadie.

El señor Viento envió al señor Ratón a encararse con

el anciano Calor. El señor Ratón corrió a ver al

anciano Calor.

El viejo Calor le manifestó:

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Nusa bali ogannosbali abbarmagged ai Diiwied e

negse.

Diiwied, ai Nusaga binalee sunmaggali:

We nabbagi an dule dummadsuli. Nuegwa be

ebinsao, bela we nabneggi ibmar buggwa be

daggedi, Baba Nanbo obinyedi. ¡We dummagana,

anmar dagmaidse, be egiser gebe!

Ai Nusa, geg niba naggwe guali, we nabbaneggi,

ome sadde melledsunna.

¡No soy tan importante para autorizarte el

casamiento, la que le puede permitir es la señora

Agua de lluvia! Cuando empiezo a trabajar, llega

ella, me sofoca, y me deja debilitado.

El señor Ratón volvió a correr, y esta vez, a la casa

de la señora Agua de lluvia.

La abuela Agua de lluvia, con calma y muy apacible

habló al señor Ratón:

¡No soy la más importante en esta madre tierra!

Recuerda que todos hemos sido creados por Baba

y Nana. A ellos, debes recurrir.

El ratón no pudiendo subir al cielo, no pudo casarse.

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.

ARI US EBO |LA IGUANA Y EL ÑEQUE

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Dagleargu, ai Ari ai Us ebo aya nuegana. Ai Usu e ai

Ari guggingi na seed yeer iddodae. Ari, Us guggingi

mai obinmagma dae, e ai arbanair.

Ai Ari e negse modabdibe, e omega soggar dae,

dummad arbasa, nue geggusa sabburba gudii daniye.

Degibi, ai Ari e omega gornoni dae.

Ibagwengine, waggudaradba, Ari, Us negse

warmagsasuli, na wargwen sabburba gaamagde.

Sedoguargu, Usu na e ai Ari amiali, e negse nae

dagleali. Ari e neggi sadde.

Geb e omese egiddesunna:

¿Bia, an ai Ari…, emi gwen an dagsasurdole?

¡Wagdar, an neggi, an edarbisana! ¡Gwen arbisuli,

ar we massi nue abeledamoga, an guggingi mai

an sedidaed, an arbanair anga obinmagma

dasoggu! ¡Nue ebinsale dasundo!

Ari e ome, Us iddosgu, gwen allesurguali. Ar e sui

negse noniggir, geggus nonidaed, yeer nainugi arbas

daniye, ga sognonidasoggu.

Neg muddiggusa Ari negse nonigu e ome ga

binnabinnasuli:

El señor Iguana y el señor Ñeque eran grandes e

íntimos amigos. Al señor Ñeque le encantaba cargar

en su lomo, a su amigo Iguana, que pasaba mucho

tiempo trepado, mientras el amigo Ñeque

deshierbaba la finca. De regreso a su casa, el señor

Iguana decía a su esposa que había estado, todo el

día, trabajando en la parcela, que venía muy cansado.

Así, día tras día.

Pero un día, Iguana no apareció en la casa de su

amigo Ñeque y fue a dar sus vueltas solo. Cuando

despuntó la tarde, el buen amigo Ñeque, al regresar

del bosque y extrañado por la ausencia de su amigo,

lo fue a buscar. Iguana no se encontraba en casa. Usu

preguntó a su esposa:

¿Dónde está mi amigo, que no lo he visto hoy?

¡Lo extraño, porque le gusta estar en mi hombro

todo el día, mientras limpio la parcela! ¡Como mi

amigo es un buen conversador, hoy me hizo

mucha falta en el trabajo!

La señora de Iguana se sorprendió mucho al

escuchar a Ñeque, ya que su esposo siempre que

regresaba a casa, llegaba muy fatigado por el duro

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¡Gaggansili,… wiegala! ¿Ar be geggus

nonidasursi, be nainugi arbanai? ¡Aaa… Us

guggingi mai be yegusdae!

Ai Ari uludmoga, Usu yogsaar e ogaggansadiye, e

omega soge.

Anse emisgi Us bela…:

¡Emisgi Us an dagmogoe, angi yogsaar

sunmagdiid, –ai Ari e omega sogde– ega an

sogoe, mer angi gag-

gansaye!

Ai Ari, ai Usga gwen

sogsasurgusa, ar innig-

gigwadba ibmar sogsa-

soggu.

trabajo del día en el bosque.

Luego, llegó el señor Iguana a su casa y su señora le

gritó:

¡Mentiroso,… flojo! ¿Qué pasó con tu duro

trabajo en el campo? ¿Todo el día trabajando…?

¡Sí, pero… en el hombro del señor Ñeque!

Sorprendido el señor Iguana empezó a negarlo todo:

¡Me va a ver este mentiroso Ñeque!, –dijo– voy a

reclamarle los embustes.

No pudo reclamar nada a su

amigo, porque era verdad

todo lo que había dicho

Ñeque.

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ASSU DAIN EBO | EL JAGUAR Y EL CAIMÁN

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Dadgan, masgunned suli amiardibe, sabburba

naddamala. Weg godde banguddamala:

¡Mas sunamargwelo, iddagga namalo,

gwaegwaegsaar!

Geb, bolego bangudmaloe, bela sigu annigannig.

Ibagwengi, dad wargwen, igareede sabburba,

yoggussunna. Siggwas nadedigine, ibmar binnasur

gole iddoali, negobandur emar gole. Sabbi

imbaganba dain dummad egi melledani daggali.

Dada, ibmar dummad dagsagu, na bar iddodsuli,

negoede. Dain, dad ebibbide, geb sabbi dummad

walig mesdabbi, geb diise argwaddebali.

Dad gannar negwisgusgu, binnasurguali, sabbigi

yog naggwale. Dain, gannar dadse nonigu bad dad

sabbi duggugi sii. Dain, dada sabbi duggugi sii

dagsagu, e bunnugi sabbi bibyonagusa, dad

egwanega. Doggus e bunnu gornasoggu, assubarbad

waligsaar gudimogad bad iddosbinne, dainse

melleali.

Dain, assubarbad abin gwayide, burgwisayob ise

boomaggar megisa.

Assu, dain ise bogimaggar mai dagsagu,

egemagnagusa odaggega; geb e asu duggugi ebusgu,

dain wegiwegisur guali, geb assuse ebibbilede yarba.

Cuando los abuelos no tenían qué comer, salían al

bosque diciendo:

¡Vamos a recoger la presa por aquí cerca y

rapidito! Cargaban sus flechas y arcos, y salían

tempranito.

Un día, un abuelo, se desvió de camino y se extravió

en la selva.

Un rato después, escuchó un fuerte gruñido,

parecido a un temblor de tierra. Detrás de unos

arbustos vio salir un enorme caimán. De impacto se

desmayó el abuelo. El caimán, tomando al abuelo

entre sus fauces, lo llevó lejos, y lo dejo al pie de un

árbol alto, y se tiró al agua.

Pasado un tiempo, el anciano volvió en sí, y para

esconderse del animal se trepó al árbol. El caimán

volvió por su presa, pero no la encontró. El animal

levantó la cabeza y vio al viejo en la copa del árbol.

Entonces, con su enorme y poderosa cola empezó a

sacudir el tronco del árbol para hacer caer al abuelo.

El fuerte ruido, que hacía el caimán con la cola, llamó

la atención de un jaguar que giraba cerca del árbol.

El caimán asustado por la presencia del jaguar se

quedó quieto, haciéndose el muerto. El jaguar,

extrañado por la quietud del caimán, lo sacudió

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Aagine, ber neg oimaggar iddolearsoggu, dad wagan

nonimarmosunna sabbinagase.

Geb na dad odesmala, gannar neggweburse sesmala.

Aa sorbali, ner wargwen neggweburgi neg dagmaid,

dula oisoali, weg ga sogdesunna: Gigburwa gole be

iddomardibe, melle diggasur bangumalo, sunna dule

aa ibagangi sabburba yoggue, sunna boni dummagan

amilebarye.

vigorosamente para ver si estaba muerto o dormido;

al tocarle su orificio nasal el caimán se retorció, y el

jaguar, dándole un zarpazo, lo arrastró a una colina.

Mientras tanto, movido por el barullo, llegaron los

nietos del viejo que habían salido en busca de su

abuelo, lo bajaron del árbol y lo condujeron de vuelta

a la aldea. Entonces, el nele del pueblo informó a la

gente que mientras soplaba el viento del sur no

debían salir de la aldea porque era muy fácil perderse

o ser víctima de graves enfermedades.

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AI ISGAR | LA IGUANITA

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Ibagwengi, neggwebur gwagwengi, dambed

dummad neg dagsa. Neg sidsid nagunoniggi. Dii,

aggwanburwi baddeyobi, winagude. Soo sadde, ber

aggidde. Dadgan, biba geg ue guali. Soo

amilenagusa, neg ue saega, neg mee imaggega,

dambed osulogega.

Dadgan muuganbo igar balamiarmala:

¿Bia anmar soo amioe? ¿Doa anmarga soo

sedagoe?

Igar baidgi bar sunmaglessuli. ¡Unnila soo

amiedginbi!

Bela ibdulagan gudiid abargi ai wargwen bur

yeerdaed gudii dagleali: ai aribibbi, Isgar. Dadgan,

onmaggednegse Isgarse godsa. Ai Isgarga weg

sogmala:

¡Gwenadye, anmar bendagbi an be abemarye!

¡Yeer bani abbarmagsoggu, bunnu suid be

sediidba, nabir soo sedago anmar be daggedba,

emi na bese gorbugsunna!

Ai Isgar, onmaggedneggi, soladuggin sigisa,

deginigwen mag neg daggedgi, surye gwen

sogsasuli. Bar edarbissuli, ise dubale, binnabinnasur

abbarmagde. Dambed dummad naidba diwar selelle

mamaid birgi, sabbimar aglamamaid birgi;

En aquella ocasión, en una aldea, cayó mucho frío.

Todo se puso oscuro y frío. Cayó agua helada y dura

como cascajo.

Todo se apagó. ¡No hubo fuego! Los ancianos y las

ancianas no podían fumar la pipa. Y, no había fuego

para calentarse.

¿De dónde vamos a sacar el fuego? ¿Quién nos va

a traer el fuego? –se preguntaban los abuelos,

frotándose las manos.

No había otro camino. ¡Habría que buscar el fuego!

De todos los animalitos de la región, había uno muy

avispado. Era la pequeña Isgar, la iguanita.

¡Tú nos vas a ayudar, tú nos conseguirás el

fuego!, –le dijo la gente reunida en la casa grande

de la comunidad–. ¡Tú corres mucho y tienes la

colita larga para cargar el fuego!

Isgar, la iguanita, inclinó la cabecita, entendió la

gravedad de la situación, y se alistó para correr. No

esperó más y empezó a correr. La iguanita corrió,

corrió y corrió. Ella cruzó charcos, ríos y árboles

caídos que estaban endurecidos. Cruzó montañas

peladas. Corrió entre orugas y arrieras que

temblaban de frío.

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yarmulluganba; nusdulagan, iglidulagan dambedba

sulibinsa iddobuggwad birgi… abbarmagmagude.

Wegii bar iddosur abbarmagmaidgi, negdinase nabir

modabbi. Ai Isgar, dambedba, na e abgan bar

iddosurguali, bela mali burgwar iddode. Geb, ise

binnamaggar nadsunna; nabir dule bibbigwadmo-

soggu, maswar e ugga imbaba megdabbi. Ise

naggulegar miamagma gude, geb aagi…ai Isgar,

ibya aurmag iddoali.

¿Ibu an ibya yabba dogsadibe? –na soggali.

Soo waliggussoggu, waa, Isgar ibyase mosa. Geb

Isgar neg ogwasbali, abbarmagdebali, maswar e

ugga imbaba, duggunonibali. Aagi mai, waa

bubburmagsii daggali.

¿Bia waa daniggi? ¡Aaa…, wesig ibmar dummadi

nabbagi bisurema an dagged! ¿Ibudibe?

Ibmar dummad bisuremaid gwen dulalesuli; ise

bogimaggar mai. Isgar, ise daggar megisbarsunna.

Aaa…

Ai Isgar gwisgusa, ise gwilale godde:

¡Assubarbad, assubarbad! ¡Aa soo edarbemai!

Assubarbad soo edarbedi. Assubarbad dummadi soo

diggarba gabmai, igi assu buru birgi, soo diggarba

madae.

Así corriendo y corriendo llegó a un sitio un poco

seco.

Isgar, la iguanita tenía el cuerpo tieso de frío. Casi,

casi no podía moverse. Ella se arrastró lentamente y

se asomó entre el pellejo de una planta de plátano.

Miró, miró y miró por todas partes, y de pronto…,

parpadeó. Algo se le había metido en el ojo.

¡Qué raro, cómo pica!, –caviló.

Era una bolita de humo que se le había metido en el

ojo.

Ella siguió corriendo entre las hojas secas de

plátano, y volvió a esconderse entre los pellejos

secos. Desde ahí miraba y miraba la salida de humo.

¿De dónde viene el humo? ¡Ah…, por ahí se ve

algo enorme tirado por el suelo! ¿Qué será esa

cosa tan grande? –se preguntaba Isgar, la

iguanita.

La cosa grande no se movía. La cosa grande estaba

quieta.

Isgar volvía a mirarla, la miraba y la miraba. Y...

¡Ah, es un jaguar! ¡Y está cuidando el fuego! –dijo

la iguanita dando saltos.

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Isgar, assubarbad abin gwayide. Ise idsomaggar

goddesunna:

¡Emisgi be an dagsunno!

Geb ise binnamaggar sabbi anagangi obagde.

Assubarbaddi, unnila e bunnugi guggur ogwayemai,

ise gabar asugormai. Isgar, soose warmagdabbi. Geb

na e bunnu onaggwisa, soo daarmagsiidgi yosa. E

bunnu gunmagdegu, belabela nunmagged iddoali, ise

boale na bunnu ogunmagna guali. Geb e bunnu nue

gasa daggu, bali gwissigussuli, assubarbad birgi, ise

idsomaggar melleali. E igar alidba gannar arbali, ise

dubardubar. Ar e bunnu nunmagger iddobar-soggu,

bali ogannosa abbarmagma guarsunna.

Neggweburse modabbi, dula

dambedba bobugwadse. Geb

dadgan gannar soo nigguno-

niggi, gannar neg nugude, ai

Isgar e nuggad.

El jaguar era el fogonero. Un grandísimo jaguar

dormía junto al fuego. El jaguar parecía un perro

cerca de la hoguera de la choza. Isgar, la iguanita

reflexionó un poquito. Pero…

¡Allá voy! –se confortó a sí misma, y dio una

voltereta.

El animalito brincó. Caminó poquito a poquito entre

ramajes. El jaguar seguía espantando moscas con la

cola y roncaba. Isgar llegó cerca del fuego, levantó

su colita y la puso sobre la flama. Su colita ardía y

ardía. La amiguita Isgar se mordía los labios. ¡Cómo

dolía! Y, cuando vio que su colita ya estaba rojita, dio

una sacudida al jaguar y corrió. Tomó de nuevo el

camino recorrido. Corría más

rápido que antes porque,

además, le ardía la colita. El

pueblo la esperaba. Así, todos

se calentaron. Todo floreció de

nuevo.

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AI SULU YARMORO EBO | EL MONO Y EL MORROCOYO

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Ibagwengi, ai Sulu, yarmoro abinguali. Diggasurgus

na dagsa gudimarsoggu, binnasur guarmala.

Ai Sulu na ai Yarmorose godde:

¡Naa, ai degidde, bede nuedgine!

¡An nuedgine, ai! –Ai Yarmoro abin imagsa.

Ai nuegansoggu, na argan gasmala, geb ai Sur e ai

Yarmoroga soge:

¡Oibosar, anse wis be mas iddonao!

Neg oibosgu, ai Yarmoro mor ogwasa, geb na

mimmigan bulagwa ai Sur negse nadsunna.

Mas gunnasoggalid na wismarsoggu, mas gudsasuli

bangudmala ai Sur negse.

Ai Yarmoro mimmigan bulagwa, ai Sur negse

modabbi.

Ai Sur, gusgu sabbi duggugi gabsoggu, Yarmoro ese

mosa daggu, sabbi duggugi sii se godde:

¡Melle magaba anbagumalo, yog dogarmalo an

negse! ¡Negyaba na mas iddomaloed!

Ai Yarmoro undar wilenagude, sabbi wargi

naggoeyob, gwermagna guali.

Un día, el amigo Sulu se encontró con Yarmoro. Como

hacía mucho tiempo que no se veían, el encuentro fue

de mucho regocijo.

¡Hola, mi viejo amigo!, ¿todo bien?, –saludó Sulu a

su amigo Yarmoro.

¡Todo bien, mi amigo!, –respondió Yarmoro.

Los dos amigos se dieron la mano, y Sulu convidó a

Yarmoro:

¡Amigo, mañana, te espero en mi casa para una

buena comida!

Al día siguiente, Yarmoro y sus pequeños se pusieron

los mejores vestidos y se dirigieron a la casa de Sulu.

Como sabían que iban a comer, antes de salir a la calle

no probaron bocado y se encaminaron a la casa del

amigo Sulu.

Como el amigo Sulu, siempre duerme en la copa del

árbol, cuando vio llegar a Yarmoro, le gritó desde la

rama:

¡Amigo, no te quedes afuera! ¡Entre, que le estoy

esperando para comer! Entonces, el amigo Yarmoro y

sus pequeños empezaron a tratar de subir a la copa del

árbol. Tantearon por un buen rato y no pudieron.

Page 54: AN YAR WEG SOGE - Aiban Wagua

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Gwen naggwissurgusa, gwen mas iddossurbali. Na

geb, gannar mimmigan bulagwa, negse arbarsunna.

Dadgan aaga soge, sabbi walagan bela godiargodiar

be daggedi, ai Yarmoro imagsadye.

Intentaban de meter las pesuñas con fuerza, pero no

fue posible. Cuando vieron que era inalcanzable la

comida de Sulu, se volvieron con hambre a su casa.

Dicen los abuelos que, por eso, los tallos de los

árboles tienen surcos que son los arañazos del amigo

Yarmoro y sus hijos.

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GANNIR US EBO | EL GALLO Y EL ÑEQUE

Page 56: AN YAR WEG SOGE - Aiban Wagua

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Ibagwengi, ai Usu, Gannir neg nagaba gudiigine, ai

Gannir nue imas gabsii daggali. Ai Usu, ise daggar

gwisgussunna, ai Gannir nono sadde sii. Geb ai Usu

miamaggali Gannir e nono amied, gwen amissuli e

negse nade. Igarba nadabgu, ai Us, geg iege ai

Gannir non sadde dagsad.

Bangine, ai Us nadbarsunna ai Gannir e negseba.

Geb e aigi, ise naggulegar gwisgusa, weg dagge, ai

Gannir e dudu nue gannosa, e wagar ber swilidiggi.

Ai Us, geb Gannirse egidde:

¿Ig be imagge, non suli gabega?

Ai Gannir, ai Usga weg soge:

¡Ai Usye, banebane, gabed wadsimosdibe an

omega an sogdae, anga nono sigye! Geb, an ome,

meddeyagi, diigi, an nono sidae. Aagala, an nono

swilidig be dagge, an dudu ginniles be dagbali.

¡Bedi, be nono enugsursoggu, gorosur daglege!

Neg mosgu, ai Us, e omega sogdemosunna:

¡An gabsoggalile, esgi be an nono siggo, geb be

anga diigi simogo! ¡Oibosar, ise enuggagwale,

gannar an nono na siega!

Geb gabed wadsimosgu, e ome esgi, e sui nono

sigsasunna.

Un día, Usu, paseando junto a la casa del amigo

Gannir, vio que su amigo Gannir dormía.

Usu no podía creer que su amigo Gannir durmiera

sin cabeza. Usu pasó un buen rato buscando la

cabeza de Gannir que roncaba, y no la encontró, así

llegó a su casa. Por el camino no podía olvidar ni

creer lo que había visto.

Al día siguiente, se dirigió, de nuevo, a la casa de

Gannir y observó fijamente a su amigo y vio que

tenía su cresta roja y brillante y la cabeza limpia.

Usu pregunto a Gannir:

¿Cómo haces tú, para dormir sin cabeza?

Entonces Gannir, con mucho aplomo, respondió a

Usu:

¡Amigo Usu, todas las noches, a la hora de

dormir, pido a mi señora que me corte la cabeza!

Mi señora, coloca mi cabeza en un tinajón con

agua. Por eso, tengo, siempre, la cabeza limpia y

la cresta brillante. ¡Como tú no lavas la cabeza,

por eso, la tienes sucia!

No tardó mucho, Usu, pidió también a su mujer:

¡Mujer, a la hora de dormir, me cortas la cabeza, y

la pones en un tinajón con agua! ¡Así, bien lavada,

me la colocaré de nuevo al día siguiente!

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Geb aagi, ai Us e ibagan bergussunna. Ai Us, buled

na san sadid, weyob yardaglesa.

Llegada la hora de dormir, su señora tomó el

machete y tronzó la cabeza de Usu. De inmediato

murió Usu. Usu que se burlaba de tanta gente, murió

así de fácil.

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DATOS

Las molas que sirven de ilustración al texto, han sido confeccionadas por:

1. Igarobandur us ebo | El jaguar y el ñeque 1: Pérez Yanira.

2. Dasi abu ebo | El pez candil y el pez loro: Marelia Hernández.

3. Moli nia ebo | El tapir y el demonio: Lii Beatriz Porras.

4. Dada nusa ebo | El sol y el ratón: Deliano Davis

5. Ari us ebo | La iguana y el ñeque: Adelina Méndez

6. Assu dain ebo | El jaguar y el caimán: Yanira Pérez

7. Ai Isgar | La iguanita: Diana Reuter

8. Gannir us ebo | El gallo y el ñeque: Sipu Reyes

9. Ai sulu yarmoro ebo| El mono y el morrocoyo: Lii Beatriz Porras.

Diseño general de molas: Lii Beatriz Porras