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Vigilia de oración
Santuari del Cor de Maria
Barcelona
Viernes, 20 de octubre de 2017
2
Primera parte
109 SIGNOS DE DIOS PARA NUESTRO TIEMPO
Mientras la asamblea se reúne en el templo, se ensayan los cantos de la vigilia. El ensayo ayuda a tomar conciencia de que somos iglesia reunida en oración y a suscitar actitudes de fe, gratitud y escucha de la Palabra de Dios. En el presbiterio se colocan algunos símbolos. Junto a ellos se colocarán más adelante las fotos de los mártires y las velas encendidas que recuerdan su ofrecimiento. Sus vidas siguen alumbrando hoy. En el centro del presbiterio se entroniza la cruz que presidirá la vigilia.
Monición inicial (en castellano y catalán)
Bienvenidos todos a esta vigilia de oración. Faltan pocas horas para que nuestros 109 hermanos mártires sean beatificados mañana en la basílica de la Sagrada Familia. Afuera cae ya la tarde. Aquí dentro queremos que la luz de su testimonio ilumine nuestra vida y nos disponga para la celebración de mañana. Como los mártires, también nosotros unimos nuestras manos y nos preparamos para un nuevo amanecer. Desde la entrada de la iglesia avanzan hacia el presbiterio 12 jóvenes portando 12 palmas detrás de la cruz que abre la procesión, mientras la asamblea canta el siguiente himno martirial.
Canto procesional: Como los mártires (Luis Alfredo Díaz) Fijaron sus ojos en Cristo y ya no volvieron atrás. Sabían de quien se fiaban Y esa razón pudo más. Llevaban los ojos vendados atados de manos y pies. Pero el corazón palpitando henchido de amor y de fe.
Como los mártires, nuestros hermanos de tierra hispana, queremos ser: dar nuestras vidas unir las manos y prepararnos para un nuevo amanecer.
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Si hoy nuestros pasos vacilan si hoy se nos cansa la fe. Debemos fijar nuestros ojos en Cristo y con fuerza creer. Quitar de los ojos las vendas librar nuestras manos y pies. Y con corazón bien dispuesto seguir como ellos tras Él.
Como los mártires, nuestros hermanos de tierra hispana, queremos ser: dar nuestras vidas unir las manos y prepararnos para un nuevo amanecer.
Lector 1
Los mártires que serán beatificados mañana provenían de las comunidades claretianas de Barcelona (8), Castro Urdiales (3), Cervera-Mas Claret (60), Lleida (11), Sabadell (8), Vic-Sallent (15) y Valencia (4). En el encabezado de este numeroso grupo de mártires figuran tres nombres: Mateu Casals (Sacerdote), Teófilo Casajús (Estudiante) y Ferran Saperas (Hermano). Ellos simbolizan la diversidad vocacional de la Congregación claretiana. En el grupo había 49 Sacerdotes, 31 Hermanos y 29 Estudiantes, con una media de edad de 39 años. Catalanes, navarros, aragoneses, castellanos… todos compartían la común profesión religiosa y un gran amor a nuestra Congregación. Salvo dos, que murieron en 1937, todos fueron martirizados en los últimos meses del año 1936. Para nosotros no son personas anónimas. En esta noche queremos recordar sus nombres y sus rostros. Cada uno de ellos es una pequeña luz que se enciende para iluminar el rostro de Cristo en nuestro mundo. Todos forman el coro de los mártires que alaba a Dios. Nos unimos a ellos para ensalzar a nuestro Dios. Dos lectores, alternativamente, van leyendo los nombres de cada uno de los
mártires mientras varias personas portan sus fotos y una candela roja que van
colocando en diversos lugares del presbiterio, en torno a la Cruz. Suena de
fondo una música instrumental muy suave. Después de nombrar a los mártires
de cada comunidad, se canta:
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Los nombres de los mártires
Barcelona
Jacint Blanch Ferrer
Joan Capdevila Costa
Càndid Casals Sunyer
Adolfo de Esteban Rada
Antoni Junyent Estruch
Ciril Montaner Fabré
Tomàs Planas Aguilera
Gumersindo Valtierra Alonso
Sabadell
Josep Cardona Dalmases
Mateu Casals Mas
Josep Claveria Mas
Josep Puig Bret
Joan Rafí Figuerola
Josep Reixach Reguer
Josep Solé Maimó
Joan Baptista Torrents Figueras
Lleida
Lluís Albí Aguilar
Miquel Baixeras Berenguer
Joan Busquet Llucià
Frederic Codina Picassó
Àngel Dolcet Agustí
Joan Garriga Pagès
Agustí Lloses Trullols
Xavier Morell Cabiscol
Francesc X. Sorribes Dot
Arturo Tamarit Pinyol
Manuel Torres Nicolau
Solsona/Cervera
Onésimo Agorreta Zabaleta
Joan M. Alsina Ferrer
Amat Amalrich Rasclosa
Josep Amargant Boada
Dionisio Arizaleta Salvador
Josep Ausellé Riguau
Emili Bover Albareda
Evarist Buèria Biosca
Joan Buxó Font
Pere Caball Juncà
Nicolás Campo Giménez de B.
Francesc Canals Pasqual
Josep M. Casademont Vila
Teófilo Casajús Alduán
5
Antoni Casany Vilarrasa
Fernando Castan Messeguer
Antonio Cerdá Cantavella
Enric Cortadellas Segura
Amadeu Costa Prat
Eusebio de las Heras Izquierdo
José Elcano Liberal
Antonio Elizalde Garbizu
Josep Ferrer Escolà
Manuel Font Font
Jaume Giron Puigmitjà
Lluís Hortós Tura
Manuel Jové Bonet
Lluís Jové Pach
Julio Leache Labiano
José Loncan Campodarve
Senén López Cots
Francisco Marco Martínez
Heraclio Matute Tobías
Constantino Miguel Moncalvillo
Francisco Milagro Mesa
Miguel Oscoz Arteta
Emiliano Pascual Abad
Antoni Perich Comas
Gener Pinyol Ricard
Lluís Plana Rabugent
Joan Prats Gibert
Bonaventura Reixach Vilaró
Josep Ribé Coma
Ramon Rius Camps
Ramon Roca Buscallà
Josep Ros Nadal
Miquel Rovira Font
Ferran Saperas Aluja
Juan Senosiain Zugasti
José Maria Serrano Pastor
Francisco Simón Pérez
Narcís Simon Sala
Pere Sitges Obiols
Francesc Solà Peix
Manuel Solé Vallespí
Remigi Tamarit Pinyol
Vicente Vazquez Santos
Josep Vidal Balsells
Julián Villanueva Olza
Pere Vives Coll
Vic
Julio Aramendía Urkia
Josep Arner Margalef
Marià Binefa Alsinella
Joan Blanch Badia
Josep Capdevila Porter
Josep Casals Badia
Miquel Codina Ventayol
Joan Codinach Espinalt
Isidre Costa Homs
Miguel Facerias Garces
Joan Mercer Soler
Marcelino Mur Blanch
Casto Navarro Martínez
Jaume Payàs Fargas
Josep Puigdessens Pujol
Santander
Félix Barrio Barrio
Isaac Carrascal Mozo
Joaquim Gelada Hugas
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Valencia
Marceliano Alonso Santamaría
Luis Francés Toledano
Tomás Galipienzo Pelarda
J. Ignacio Gordon de la Serna
Silencio
Oración
Te damos gracias, Padre, por las vidas entregadas de nuestros hermanos
Mateu, Teófilo, Ferran y sus compañeros mártires. Su sangre derramada
rubricó su compromiso de seguir a tu Hijo Jesucristo hasta las últimas consecuencias.
Sostenidos por tu gracia, murieron perdonando a sus verdugos
y ofreciendo sus vidas como pan de Eucaristía.
Ayúdanos, Padre, a acoger su testimonio para que también nosotros
seamos testigos creíbles del Evangelio y artesanos de reconciliación en la Iglesia y en el mundo.
Concédenos que, con la fuerza de tu Espíritu Santo
y siguiendo el ejemplo del Corazón de María, escuchemos siempre tu Palabra,
la guardemos en el corazón y la anunciemos a todos con el testimonio de una vida alegre y entregada.
Amén.
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Segunda parte
TESTIGOS DE PERDÓN, RECONCILIACIÓN Y ALEGRÍA
Lector 2
Escuchamos ahora en catalán, la lengua materna de muchos de nuestros hermanos mártires, la Palabra que alentó sus vidas y que ilumina también hoy nuestro camino.
Lectura de la carta de san Pablo a los Corintios (2 Cor 4,5-18)
No nos anunciamos a nosotros, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros como siervos vuestros por Jesús. El mismo Dios que mandó a la luz brillar en la tiniebla, iluminó vuestras mentes para que brille en el rostro del Mesías la manifestación de la gloria de Dios. Ese tesoro lo llevamos en vasijas de barro, para que se vea que su fuerza superior procede de Dios y no de nosotros. Por todas partes nos aprietan, pero no nos ahogan; estamos apurados, pero no desesperados; somos perseguidos, pero no desamparados; derribados, pero no aniquilados; siempre transportando en el cuerpo la muerte de Jesús, para que se manifieste en nuestro cuerpo la vida de Jesús. Continuamente nosotros, los que vivimos, estamos expuestos a la muerte por causa de Jesús, de modo que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. Así la muerte actúa en nosotros, la vida en vosotros. Pero como poseemos el mismo espíritu de fe conforme está escrito: creí y por eso hablé, también nosotros creemos y por eso hablamos, convencidos de que quien resucitó al Señor Jesús, nos resucitará a nosotros con Jesús y nos llevará con vosotros a su presencia. Todo es por vosotros, de modo que, al multiplicarse la gracia entre muchos, abunde la acción de gracias a gloria de Dios. Por tanto, no nos acobardamos: si nuestro exterior se va deshaciendo, nuestro interior se va renovando día a día. A nosotros, que tenemos la mira puesta en lo invisible, no en lo visible, la tribulación presente, liviana, nos produce una carga incalculable de gloria perpetua, pues lo visible es transitorio, lo invisible es eterno.
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Canto de respuesta: Salmo 26
Escúchame, Señor, que te llamo; ten piedad, respóndeme. Oigo en mi corazón: «Buscad mi rostro». Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro. No rechaces con ira a tu siervo, que tú eres mi auxilio; no me deseches, no me abandones, Dios de mi salvación. Si mi padre y mi madre me abandonan, el Señor me recogerá. Señor, enséñame tu camino, guíame por la senda llana, porque tengo enemigos. No me entregues a la saña de mi adversario, porque se levantan contra mí testigos falsos, que respiran violencia. Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor.
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Silencio
Palabras del P. General
Mañana vamos a vivir uno de esos momentos que recordaremos toda la vida. Nos hemos reunido aquí para prepararnos juntos en clima de oración, junto con María, en su casa. Es un acontecimiento de fe; por eso hemos proclamado la Palabra, para escuchar al Dios que nos habla. Es también un acontecimiento de la Iglesia; por eso nos congregamos en comunidad personas venidas de varias partes del mundo. Hemos comenzado nuestra vigilia recordando los símbolos que están contenidos en el logo: la cruz con el Cristo muerto, las palmas como signo de victoria y las velas encendidas como símbolo de amor. Después, hemos escuchado los nombres de cada uno de los 109 misioneros claretianos que serán beatificados mañana. No estamos hablando de mitos, sino de personas concretas, provenientes de familias de nuestra tierra, educados en nuestros centros formativos, hombres que portaban el tesoro de la vocación misionera en las vasijas de barro de su humanidad. Acabamos de escuchar la Palabra de Dios: “Continuamente nosotros, los que vivimos, estamos expuestos a la muerte por causa de Jesús, de modo que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal.” Hoy, en diversas partes del mundo, vivimos la persecución a causa del Evangelio. Si somos capaces de aceptarla con humildad y valentía, experimentaremos también, como nuestros mártires, la fecundad extraordinaria que brota de la cruz de Jesús: “A nosotros, que tenemos la mira puesta en lo invisible, no en lo visible, la tribulación presente, liviana, nos produce una carga incalculable de gloria perpetua, pues lo visible es transitorio, lo invisible es eterno.” Quiero daros las gracias a todos cuantos os habéis congregado esta noche en este Santuario del Corazón de María de Barcelona, así como a cuantos se unen a nosotros a través de internet. Que ella, la Madre de los mártires, nos prepare para acoger la gracia que mañana recibiremos.
Vídeo con testimonios de claretianos de todo el mundo
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Tercera parte
SIN SANTOS NO HAY FUTURO
Lector 3 Cada vez que celebramos la santidad de algún hermano nuestro, recordamos que cada uno de nosotros hemos sido llamados a ser santos, aun a riesgo de ser incomprendidos. ¿Cómo ser santo hoy? Viviendo como Jesús, siendo testigos del amor de Dios y luchando contra todo lo que lo oscurece. El escritor británico G. K. Chesterton, en su obra sobre santo Tomás de Aquino, afirma que “es una paradoja de la historia que cada generación es convertida por el santo que más la contradice”. La santidad, que es una expresión del amor de Dios por el mundo, por todos los seres humanos, tiene también una fuerte carga contracultural. Esta santidad confronta la ideología de un mundo sin Dios o de un Dios desvinculado del destino humano. Nuestros hermanos mártires nos inspiran a no tener miedo de vivir este tipo de contradicción para ser una parábola del amor de Dios por el mundo.
Intercesiones en diversas lenguas
• Por los ancianos y enfermos de nuestra Congregación, que sienten
en carne propia las pruebas de la edad y la enfermedad, para que, unidos a la cruz redentora de Jesús y al sufrimiento victorioso de nuestros mártires “completando lo que falta a la pasión de Cristo” (Col 1, 24), experimenten una consolación que nada ni nadie les podrá arrebatar.
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• Por los jóvenes en formación, para que, contemplándose en el espejo de los mártires, encuentren modelos vigorosos de vida claretiana, fortalezcan su compromiso misionero, se ofrezcan con generosidad para las nuevas fronteras de la misión e inviten a otros a compartir nuestro estilo de vida.
• Por quienes están experimentando la prueba de la persecución, la
soledad, las crisis de fe, de afectividad o de vocación, los conflictos personales, comunitarios o pastorales, para que acojan el testimonio de los mártires e impetren con humildad su intercesión para responder con fidelidad y generosidad misioneras.
• Por los miembros de la Familia Claretiana y a los laicos que
comparten con nosotros el carisma claretiano, para que se unan a nuestra acción de gracias y a nuestra celebración a fin de reforzar la comunión fraterna y el compromiso misionero.
• Por quienes participarán mañana en la ceremonia de beatificación
o la seguirán a través de los medios de comunicación en cualquier parte del mundo, para que la vida de los mártires los aliente en sus dificultades y les anime a ser testigos de Cristo.
• Por todos nosotros, para que vivamos este tiempo como una
oportunidad que el Señor nos concede para ser “misioneros hasta el fin” en las concretas condiciones en las que nos ha tocado vivir.
• Para que el Señor nos conceda a todos el don de la conversión y así podamos ser constructores de paz y reconciliación en nuestras comunidades y en la sociedad.
Padrenuestro (cantado en latín)
Oración final (recitada por el P. General)
Bendición
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Canto de despedida: Mártires de la Iglesia, mártir (Luis Elizalde)
Mártires de la Iglesia mártir; Mártires que gozosos moristeis por su causa. Vuestra sangre hoy vive entre nosotros, y es sangre de perdón y de esperanza.
Juventud claretiana, sangre nuestra; de tu Pasión guardamos la memoria; eres tú la heredad de esta familia, que en vosotros ya goza de la Gloria.
No temisteis la muerte que venía, y, cantando, marchabais al suplicio, las balas no pudieron apartaros del Amor, en la sangre del camino.
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