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Gracia a Vosotros: Desatando la Verdad de Dios, Un Versículo a la Vez
Viendo la cruz de la perspectiva de Dios Escritura: Escrituras seleccionadas
Código: 80-83
John MacArthur
En este viaje en particular, en el último mes, tuve la oportunidad de estar con incrédulos más
de lo que normalmente estoy, estar en su presencia y estar, en cierta manera, desconectado
del círculo normal de amigos cristianos en el que vivo y me muevo y estoy. Y continúa
haciéndome estar agradecido por la salvación que Dios me ha dado el ver cómo la gente sin
Cristo lucha en la vida tratando de llenarla con algo de significado. Y de reconocer al mismo
tiempo, que tengo tantos privilegios, soy tan indigno del privilegio que Dios me ha dado y que
Dios, en Su gracia infinita ha diseñado salvarme es causa de gran gozo.
Y entonces, he estado pensando mucho acerca simplemente de la simplicidad y el centro del
enfoque del cristianismo, el cual es la muerte de Jesucristo en la cruz y lo que significa en mi
propia vida como alguien que enseña la Biblia y la estudia y que escribe libros y que está
inmerso en la teología y los comentarios. Es fácil para mí ser arrastrado por las olas de los
detalles con los que vivo mi vida y fue bueno para mí estar algo aislado y con mucha
frecuencia, en un contexto de incrédulos y ser traído de regreso a la simplicidad de mi relación
con Jesucristo provisto a través de Su muerte en la cruz y en Su resurrección.
Al mismo tiempo, estoy muy consciente del hecho de que las iglesias están llenas de
personas que realmente no entienden este mensaje salvador que continuamente tengo en mi
mente. Cuando estuve de regreso en Maryland, en una conferencia bíblica en Chesapeake
Bay, tuve la ocasión de ser recordado diariamente, por parte de personas que habían asistido
a iglesias durante años ahí y nunca habían llegado a una relación personal con Jesucristo
hasta que escucharon Grace To You y oyeron un mensaje claro del Evangelio. Continúa
sorprendiéndome el hecho de que hay gente que puede existir en iglesias durante largos
períodos de tiempo y no conocer la Verdad salvadora.
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Compartí con ustedes que en una de mis vacaciones en el pasado tuve la ocasión de leer el
libro de Ian Murray acerca de Jonathan Edwards y leí ese libro con gran interés porque al final
de ese libro, aunque él fue el más grande teólogo quizás esta nación jamás haya producido,
ciertamente uno de los más profundos, y aunque durante 22 años él predicó en la Iglesia de
Northampton, las riquezas inescrutables de Cristo y expuso las Escrituras y fue el instrumento
primordial en el gran avivamiento, y aunque él fue fiel en predicar todo el consejo de Dios,
después de 22 años como pastor de su Iglesia, su iglesia lo expulsó mediante un voto.
Y la razón por la que votaron por expulsarlo fue porque él quiso demandar que nadie podía
tomar la comunión a menos de que hubiera confesado a Jesús como Señor y Salvador. Ellos
pensaron que eso era excesivo. Y entonces, lo expulsaron. Y entonces, después de que él
estuvo 22 años enseñando teología y doctrina y su gran profundidad a esa congregación, él
se dio cuenta de que había todavía personas no convertidas cuando él llegó y que todavía
había suficientes personas no convertidas después de 22 años para terminar votando en
contra de él y expulsarlo de la Iglesia. Quizás, si él hubiera regresado, el habría predicado
más mensajes acerca del Evangelio simple, no fuera que alguien de alguna manera no
comprendiera y se perdiera el mensaje que se encuentra en el corazón de nuestra fe. Es a la
luz de eso que quiero pedirle que abra su Biblia al capítulo 3 de Romanos en esta mañana. Y
quiero llevarlos al principio por así decirlo.
Ha pasado mucho tiempo desde que tomamos un domingo por la mañana para ver la obra de
Jesucristo en la cruz. El tiempo ha llegado para que repasemos eso. Ahora, la muerte de
Jesucristo puede ser vista de diferentes maneras y desde diferentes perspectivas, como usted
bien sabe. En la mayoría de los casos, cuando examinamos la muerte de Jesucristo lo vemos
desde nuestro punto de vista. Llegamos a la cruz y la vemos a través de los ojos del hombre.
Vemos la cruz de Jesucristo como ese acto mediante el cual Cristo proveyó la salvación para
nosotros, mediante el cual Él nos salvó del pecado y la muerte y el infierno y el poder de la
carne, mediante el cual Él nos libró del reino de las tinieblas y nos colocó en el Reino de Su
amado Hijo, mediante el cual Él nos llevó a ese lugar en donde somos bendecidos con toda
bendición espiritual en los lugares celestiales, mediante el cual Él nos libró de la ira venidera,
mediante el cual Él nos tomó a nosotros, quienes éramos enemigos y nos hizo amigos de
Dios. Mediante el cual Él nos concedió vida eterna y todo lo que eso involucra. Lo vemos
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desde nuestro punto de vista. Podría ser visto desde ese punto de vista y es legítimo hacerlo.
También podríamos venir a la cruz y verlo desde el punto de vista de los ángeles santos.
Los ángeles, por cierto, ven la cruz y están viendo la cruz y la están examinando y están
viendo la obra expiatoria de Cristo tratando de comprender y entender sus grandes misterios
profundos, misterios que ellos no pueden entender de manera plena porque no
experimentarán de manera plena, ya que los ángeles santos no necesitan redención. Ellos
ven la maravilla y la majestad y la gloria de la mente de Dios y la bondad de Dios y el amor de
Dios conforme Él provee para pecadores indignos. Ellos tienen una perspectiva fascinante.
Podríamos ver la cruz desde el punto de vista de Satanás y sus demonios. Ellos ven la cruz
en el punto en el cual el Hijo hirió la cabeza de la serpiente. Es el punto en el que tenía el
poder de la muerte, Satanás, fue destruido por el que ahora tiene el poder de la muerte, el
Señor Jesucristo quien es el Alfa y el Omega, el principio y el fin. Los demonios ven la cruz a
través de sus propios ojos. Ellos pensaron que era su momento de victoria y en una milésima
de segundo, Jesús apareció en el foso para anunciar Su triunfo sobre ellos; y Él ha
desplegado de manera abierta Su victoria sobre los principados y las potestades y los
gobernadores y demás.
Podríamos ver la cruz desde el punto de vista de los demonios. Inclusive, podríamos ver la
cruz a través de los ojos de Jesucristo. Inclusive, podríamos verla como Él la debió haber
visto. Podríamos verla a través de la agonía abrumadora de este tipo de situación en la que Él
llevó el pecado y ese rechazo y oírlo clamar ‘Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
desamparado?’ También podríamos ver la cruz como el momento de Su gloria porque Él dijo:
‘si Yo soy levantado, Yo atraeré a todos los hombres a Mí mismo.’ También podríamos verla
como la verificación de Su palabra, porque Él prometió que Él moriría y Su promesa se
cumplió ahí.
También podríamos verla como el momento de Su triunfo más grande, cuando Él de hecho
hirió la cabeza de la serpiente. Podríamos verla como la gran demostración de Su amor,
porque Él dijo, ‘ningún hombre tiene mayor amor que este, que el poner la vida por sus
amigos.’ Usted puede ver la cruz, por así decirlo, a través de Sus ojos. Usted puede verla a
través de los ojos de los ángeles santos, ángeles caídos, a través de los ojos de Cristo mismo
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y ver Su gloria; pero en esta mañana, quiero que veamos la cruz en relación a Dios, a Dios
mismo, Dios Padre.
¿Qué significó para Dios? Nosotros sabemos lo que significó la muerte de Jesús para
nosotros. Nosotros sabemos lo que significó para los ángeles santos. Les dio un nuevo
versículo para sus grandes himnos de alabanza. Nosotros sabemos lo que significó para los
demonios, fue el fin de su control sobre su propio destino. Sabemos lo que significó para
Cristo. Pero, ¿qué es lo que significó para Dios? ¿Qué es lo que la muerte de Cristo significó
para Dios? ¿Cómo representó a Dios? ¿Cómo glorificó a Dios, cuál es Su perspectiva acerca
de este gran acontecimiento?
Y para entender eso, observe Romanos, capítulo 3 y siga conforme leo en el versículo 24.
“Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo
Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en Su sangre, para manifestar
Su justicia, a causa de haber pasado por alto, en Su paciencia, los pecados pasados, con la
mira de manifestar en este tiempo Su justicia, a fin de que Él sea el justo, y el que justifica al
que es de la fe de Jesús. ¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley?
¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe. Concluimos, pues, que el hombre es
justificado por fe sin las obras de la ley. ¿Es Dios solamente Dios de los judíos? ¿No es
también Dios de los gentiles? Ciertamente, también de los gentiles. Porque Dios es uno, y Él
justificará por la fe a los de la circuncisión, y por medio de la fe a los de la incircuncisión.
¿Luego por la fe invalidamos la ley? En ninguna manera, sino que confirmamos la ley.”
Ahora, este gran texto nos dice lo que la cruz significó para Dios. Lo que la muerte de Cristo,
la muerte expiatoria de Cristo, el sacrificio en donde Cristo derramó Su sangre significó para
Dios. Cuatro cosas sobresalen. Declaró la justicia de Dios. Exaltó la gracia de Dios. Reveló la
coherencia de Dios y confirmó la Palabra de Dios. Estamos en un servicio de adoración en
esta mañana. Nuestra intención es adorar a Dios; y entonces, es apropiado que al adorarlo,
veamos la cruz en relación a Él, para que podamos adorarlo por Su justicia, Su gracia, Su
coherencia y Su ley o Su Palabra.
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Veamos la primera, la cruz reveló la justicia de Dios. Versículo 24. “Siendo justificados
gratuitamente por Su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso
como propiciación por medio de la fe en Su sangre, para manifestar Su justicia.” Y nos
detendremos ahí por un momento. Cristo murió en la cruz para demostrar o revelar o declarar
la justicia de Dios. Este es un tema muy, muy, esencial y muy, muy importante. Los hombres
siempre han luchado con este asunto. ¿Por qué?
Porque cuando usted entiende que Dios es un Dios justo y usted entiende que usted es un
pecador, lo coloca a usted en una posición muy difícil. ¿Cómo puede un hombre pecaminoso
estar bien con Dios? Esta es la pregunta del corazón del hombre de años, ¿cómo puedo
conocer a Dios? ¿Cómo puedo ser perdonado por Dios? ¿Cómo puedo estar bien con Dios?
Es esa misma pregunta la que ha producido la religión. La religión en todo sentido es un
intento por responder esa pregunta. Por resolver el clamor del corazón de un hombre o
apaciguar sea cual sea la deidad en la que pueda creer. Bajo cuya autoridad se sienta a sí
mismo y bajo cuyo juicio, él tiembla. ¿Cómo puedo estar bien con Dios? ¿Es Dios un Dios
justo, santo?; y si lo es entonces ¿cómo puedo apaciguarlo? ¿Cómo puedo satisfacer Sus
requisitos de santidad, perfección, justicia y estar bien con Él?
Un pecador, de una manera más bien prosaica, expresó sus reflexiones de esta manera:
“aunque alguien quiera quisiera disputar con Él, no podría responderle una vez de mil, Su
sabiduría es profunda, Su poder es vasto, ¿quién ha resistido a Él y ha salido sin ninguna
herida? Él mueve montañas sin que lo sepan y Él las voltea en Su enojo. Él sacude la tierra
de su lugar y hace que los pilares tiemblen. Él le habla al sol y no brilla. Él sella la luz de las
estrellas. Sólo Él estira los cielos y Él pisa las olas del mar. Él hace las constelaciones de la
Osa Mayor, Orión, las Pléyades y las constelaciones del sur. Él hace maravillas que no
pueden ser escudriñadas. Milagros que no pueden ser contados. Cuando Él me pasa, no lo
puedo ver. Cuando Él pasa, no lo puedo percibir. Si Él arrebata, ¿quién lo puede detener? Y
quién le puede decir: ¿qué estás haciendo? Dios no restringe Su enojo, inclusive los grupos
de Rahab se acobardan a Sus pies. ¿Cómo puedo yo disputar con Él? ¿Cómo puedo yo
encontrar palabras para discutir con Él aunque yo fuera inocente, no le podría responder? Yo
no podría rogar con Mi juez por misericordia. Aún si lo llamare y Él respondiere, no creo que
Él me diera un oído. Él me aplastaría con una tormenta y multiplicaría mis heridas sin razón
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alguna. Él no me permitiría recuperar mi aliento, sino que me abrumaría con miseria. Si es
cuestión de fortaleza, Él es poderoso. Si es cuestión de justicia, ¿quién lo va a llamar a
cuentas? Inclusive si yo fuera inocente, mi boca me condenaría. Si yo fuera irreprensible, me
pronunciaría culpable.” Las reflexiones de un hombre que teme que nunca podría estar bien
con Dios.
Y muchas sugerencias se hacen acerca de cómo un hombre puede estar bien con Dios, las
llamamos religión. Pero fuera del cristianismo, todos ellas involucran el mérito humano y las
obras. Y ellas no satisfacen a Dios. No proveen nada para nosotros. No nos hacen estar bien
con Él. ¿Se acuerda usted de Bildad, el amigo de Job? Haciendo un eco del clamor de Job,
‘¿Cómo puede un hombre estar bien con Dios? ¿Cómo puede ser limpio?’ Y usted se acuerda
de Pablo en el camino a Damasco, ¿qué quieres que haga? ¿Y se acuerdan ustedes de
aquello que oyeron a Pedro clamar ¿qué haremos? ¿Y se acuerda usted de aquellos que
estaban oyendo a Jesús y dijo ¿qué haremos para hacer las obras de Dios? Y se acuerda
usted del carcelero de Filipos que pregunto qué debía hacer para ser salvo. ¿Cómo puedo
estar en relación con un Dios justo, santo? Ese siempre ha sido el clamor del corazón del
hombre.
Ahora, si Dios simplemente descendiera y perdonara al hombre, le daría un golpe a Su justicia
y algunos dirían: “Bueno, la justicia de Dios es un capricho y Él entra y sale de ella y la
cambia, porque a algunos pecadores los juzga y a otros los condena y a otros perdona. Y no
puedes confiar en Su justicia y no puedes confiar en Su santidad y no puedes confiar que Su
justicia sea absoluta.” No obstante, Dios quiere que usted sepa que Su naturaleza es
inmutable en todo atributo y así como Su justicia, santidad, son inmutables e incambiables y
son absolutamente coherentes. Y entonces, Dios diseñó un plan que demostraría, revelaría
Su justicia, dice el versículo 24, que somos justificados, que somos llamados a estar en una
relación correcta con Dios como un regalo por Su gracia. A través de la redención que es en
Cristo Jesús.
Ahora escuche, no hay nada que ninguna persona pueda hacer para estar bien con Dios. No
hay nada que ninguna persona pueda hacer para satisfacer el requisito de Dios de santidad y
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justicia. No hay nada que ningún algún ser humano pueda hacer para satisfacer la justicia de
Dios.
Y entonces, si no podemos hacer nada, ¿la iniciativa tiene que estar en quién? Con Él. Y
entonces, dice Pablo, somos justificados como un regalo por Su gracia. Dios nos da una
justificación, una justicia. Dios nos da una relación correcta con Él. Nosotros no podríamos
hacerlo. Nosotros nunca podríamos satisfacer Sus demandas justas. Después de todo, si
Jesús dijo, ‘sed pues vosotros perfectos como vuestro Padre que está en los cielos es
perfecto.’ Y recordamos las palabras de Isaías, ‘todas vuestras justicias son como trapos de
inmundicia.’ En nuestra mejor condición, sólo podríamos ser trapo de inmundicia, nunca
podríamos ser perfectos, por lo tanto nunca podríamos alcanzar una relación con Dios que
satisficiera a Dios.
Entonces, Dios nos dio un regalo. Él lo tuvo que dar, en otras palabras, lo que no podríamos
ganar. Eso es un regalo, ¿no es cierto? Usted no se gana un regalo. Si usted lo ganara, no es
un regalo, es paga. Entonces, Él nos dio un regalo, y al darnos un regalo, alguien podría decir
que Dios entonces no es un Dios justo, porque no es justo que te de un regalo cuando no lo
mereces. Dios no es un Dios santo porque Él está pasando por alto tu pecado. Dios no es un
Dios justo porque Él está tolerando tu injusticia. Dios te está aceptando como eres, lo cual
significa que Él ha rebajado Su estándar. Esa sería la acusación y eso estaría en los labios de
un fariseo, créame.
Y entonces, Pablo dice: pero Dios nos dio un regalo y salió de Su gracia, lo cual significa que
fue inmerecido y no nos lo ganamos. Y nos lo dio a través de la redención que es en Cristo
Jesús.’ La palabra redención significa un rescate, ¿sabe usted lo que significa un rescate?,
alguien secuestra a un niño y lo lleva a un lugar y dice el rescate es de $200,000 si quieres
comprar de regreso el niño, ése es el precio. El rescate significa pagar un precio para comprar
a alguien de regreso. Era usado en tiempos antiguos para comprar a un esclavo de la
esclavitud y sacarlo a libertad, llevarlo a la libertad. Y entonces, Dios dice ‘mira, te voy a dar el
regalo de una relación correcta conmigo, el regalo del perdón de pecados, el regalo de la vida
eterna pero el precio será pagado.’ Y fue pagado, Él dice, en Cristo Jesús. No es que Dios de
manera caprichosa simplemente hace a un lado Su justicia, hace a un lado Su santidad y dice
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‘te voy a amar por un rato. Yo voy a mostrar gracia por un tiempo. Voy a ser misericordioso
por un tiempo y voy a ignorar esas cosas.’ No. La santidad de Dios y la justicia de Dios nunca
pueden ser hechas a un lado. Dios siempre operará de manera coherente con Su naturaleza.
Y entonces, lo que Él hace, que es bueno y lleno de gracia y misericordioso, también será
santo justo y recto. ¿Cómo es que Él hizo eso? Lo hizo a través del precio pagado por Cristo
Jesús. En otras palabras, Él era tan santo y justo y recto, que algún precio tuvo que ser
pagado por el pecado, el precio fue establecido, muerte, pero Él el fue tan amoroso, tan lleno
de gracia y misericordia que dio a Su propio Hijo para pagar el precio. La justicia fue
satisfecha y también lo fue la gracia. La santidad fue satisfecha y también lo fue la
misericordia. La justicia fue satisfecha y también lo fue el amor.
Y entonces, dice en el versículo 25 que Dios manifestó a Cristo públicamente como
propiciación en Su sangre. Deténgase en ese punto. Dios desplegó a Cristo públicamente.
¿Qué significa eso? Simplemente lo que dice, Él lo levantó en donde todos lo pudieron ver. Lo
puso como propiciación, esa palabra, hilastērion en el griego significa una satisfacción. Una
satisfacción. La crítica, como puede usted ver, es que Dios no fue justo, recto y santo. Si Él
simplemente pasara por alto el pecado, porque como puede ver, al final del versículo 25, dice:
“…para manifestar Su justicia, a causa de haber pasado por alto, en Su paciencia, los
pecados pasados…” ¿Cómo puede Dios hacer eso y ser Dios? ¿Cómo podía Él pasar por
alto, como dice en Hechos, los pecados de todas esas generaciones? ¿Cómo podía tolerar
todo eso? Porque alguien tenía que pagar el precio.
¿Cómo podía Él perdonar a los pecadores? ¿Cómo Él simplemente perdonarlos y todavía ser
justo? Porque el precio sería pagado. Su justicia y santidad y rectitud serían satisfechas. Y
supongo que para algunas personas les parece como si la justicia divina estuviera dormida,
como si la rectitud divina se hubiera ido de vacaciones, como de la santidad divina estuviera
en coma. Los hombres pecaron aquí abajo y se salieron con la suya. Ellos vivieron,
prosperaron, ¿dónde está la paga del pecado? ¿Qué hay acerca del alma que pecare morirá?
Y luego, están todos estos predicadores que dicen que Dios va a perdonar, que Él perdonará.
Él es un Dios de misericordia y amor y gracia, Él perdonará. Y entonces surge la pregunta
inmediatamente: ‘espera un minuto, espera un minuto, Dios es Santo y justo y Él no puede
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estar simplemente pasando por alto el pecado. Tiene que ser castigado. No puede nada más
ser disculpado, no puede desaparecer, no puede ser ignorado. Ninguna cantidad de
optimismo. Ninguna cantidad de amor o misericordia o gracia puede hacer al pecado a un
lado y dejar de demandar su paga. Un Dios tan santo nunca podría pasar por alto el pecado y
estar contento con la maldad y aunque Él ama al pecador profundamente, Él no puede
perdonar al pecador a menos de que Su justicia fuera satisfecha.
Y entonces, la pregunta es ¿cómo puede un hombre pecador ser aceptable para un Dios
justo? Alguien tiene que pagar el precio. Y Dios, a partir de Su amor, escoge no castigar al
pecador, sino castigar a Su Hijo. Por lo tanto, Él así preserva la integridad de Su naturaleza y
Su reputación y también le da lugar a Su gracia. Si el pecador fuera a sufrir por su propio
pecado, él sufriría eternamente e inclusive la eternidad no podría pagar el precio o la
eternidad terminaría.
Pero Dios es un Dios de gracia y provee un sacrificio. Jesucristo murió la muerte que usted
merecía. El que no conoció pecado, por nosotros le hizo pecado. El murió en nuestro lugar. Él
es nuestro sustituto. Él tuvo que ser hombre para morir como hombre. Él tuvo que ser Dios
para vencer la muerte y el pecado y entonces el Dios hombre tuvo que sufrir. Jesús dijo que el
Hijo del Hombre tiene que sufrir y ser matado. Él lo sabía. Y la primera Iglesia predicaba por
qué Cristo necesitaba haber sufrido. Los sacrificios de todos los bueyes y todas las cabras no
lo podían hacer. Hebreos 10 dice, por la sangre de los bueyes y las cabras ninguna sangre ha
sido santificada. Era un sacrificio animal lo que lo hizo. Era simplemente un retrato del
sacrificio que estaba por venir. No es mérito humano. Nada de lo que usted puede hacer
puede satisfacer a Dios. Tiene que ser pagado un precio. Es el precio de derramar la sangre y
la muerte, Cristo lo pagó.
Salmo 49:7 y 8 dice ‘ninguno de ellos pudo redimir a su hermano ni darle a Dios un rescate
por él, porque la redención de sus almas es costosa, el precio es más elevado de lo que
cualquier ser humano puede pagar’. Pero fue pagado por Cristo. Ningún pecador podía expiar
por los pecados de otros pecadores, y entonces Cristo, el Perfecto, pagó el precio de la
justicia de gran divina y llevó los pecados del mundo entero. La muerte de Cristo, entonces,
no sólo fueron acto de gracia, sino que fue un acto de justicia.
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Sería tan amable de observar en el versículo 25, dice que ‘Él es la propiciación por medio de
la fe en Su sangre’. Y al final del versículo 26, ‘y el que justifica es de la fe en Jesús’. Esta
provisión, este sacrificio de Cristo es apropiado a través de la fe. A través de la fe, a través de
creer, eso es tan esencial. Tan elemental para nuestra fe. Usted se apropia de la obra de
Cristo al creer.
La verdadera fe. Entonces Dios, en la cruz, despliega Su justicia, rectitud, santidad, tan justo y
recto y santo es Él que por mucho que quiera perdonar al pecador, no lo puede hacer a
menos de que el precio sea pagado, inclusive si el precio tiene que ser pagado por Su propio
Hijo. Así de justo es Dios. Él nunca puede ser acusado de ser injusto o alguien no recto. Su
justicia quedó satisfecha por el Cordero perfecto sin mancha que pagó el precio perfecto.
Entonces, nosotros no fuimos redimidos por cosas corruptibles, sino por la sangre preciosa de
Cristo. Vemos entonces en la cruz, la justicia, la rectitud de Dios.
En segundo lugar, la cruz exalta la gracia de Dios. La cruz exalta la gracia de Dios. Versículo
27. Nuevamente, alguien va a hacer otra pregunta, si esto es todo de Dios, entonces ¿qué
parte tenemos en esto? Y la respuesta es ninguna básicamente. No hay lugar para la
jactancia. ¿Dónde pues está la jactancia? Queda excluida. Queda excluida; la salvación es la
obra de Dios en su totalidad. Las Escrituras presentan eso de manera abundantemente clara
y profundamente clara: “porque por gracia sois salvos por medio de la fe y esto no de vosotros
porque es don de Dios, no por obras para que nadie se gloria.”
Todo componente en la salvación es la obra de Dios. Él inclusive activa, da vida a nuestra fe.
Para que podamos creer. Y entonces, Pablo dice, ¿dónde pues esta la jactancia? Queda
excluida. No hay lugar alguno para la jactancia. Queda afuera en su totalidad. Por cual ley,
dice el versículo 27. ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe. En otras palabras, si no
tengo nada que ver en esto, si esto no es por obras, ¿cómo es que esto funciona? Cuando él
pregunta por qué tipo de ley, permítame ayudarle con eso, la palabra ley aquí significa
principio. No tanto como un fiat, como pensamos en una ley, como en los diez mandamientos
o en alguna ley que Dios haya establecido, sino un principio, un principio operativo, es usado
de la misma manera en Romanos 7 y en otros lugares.
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Pero él dice, muy bien entonces, si esta salvación no es algo que yo hago por mis obras y no
me puedo jactarme de ello, entonces, ¿por qué tipo de principios funciona? ¿De obras? No,
sino por el principio de la fe. Sólo el principio de la fe va a exaltar a Dios, glorificar a Dios,
porque quita todo de las manos del hombre.
Y la ley aquí o el principio aquí o el método mediante el cual la salvación opera es el principio,
el método del principio de la ley de la fe. Y entonces, cuando no podemos hacer nada más
que tan sólo recibir el regalo por fe sabemos que es el regalo de gracia. Y entonces, la gracia
de Dios es exaltada aquí. Y el único que se puede jactar es Dios, porque Él por gracia,
regresando al versículo 24, nos ha dado un regalo, una dádiva, el cual puedo recibir o
rechazar. No tenemos ninguna parte en él fuera de tomarlo. Y ya. Él quita los recursos de
aquellos que dicen que siempre hacen lo mejor que pueden, que siempre viven una vida
decente, que son una buena persona, que seguro que Dios no los va a pasar por alto. Y él
simplemente dice que todo es la obra de Dios.
Después, en el versículo 28, concluimos pues que el hombre es justificado por fe sin las obras
de la ley. La única contribución que hacemos es creer e inclusive el creer es una obra de Dios
dentro de nosotros. ¿Se acuerda de lo que Pablo dijo en 1 Corintios 10? ‘Yo soy lo que soy,
¿por qué? Por la gracia de Dios; el escritor del himno dijo: ‘mi esperanza no está edificada
sobre nada más que la sangre y la justicia de Jesús. No me atrevo a confiar en la estructura
más dulce, cualquier cosa que sea que el hombre pueda diseñar, sino a apoyarme de manera
total en el nombre de Jesús.” Y entonces, el principio, Pablo dice, bajo el cual operamos en
términos de salvación, es un principio de fe en respuesta a la gracia. Vemos la cruz y vemos
la gracia de Dios en despliegue. Él lo hace todo. Cristo paga el precio; y Dios se mueve hacia
nosotros en gracia, dándonos un regalo. Todo lo que nosotros podemos hacer es rechazarlo o
recibirlo.
Ahora, éste es el corazón mismo de la salvación, la fe salvadora. Y debido a que él habla de
una manera tan importante de esto, versículo 24, él lo dice, justificados por la gracia; versículo
25, lo recibimos por medio de la fe. Versículo 26, nosotros lo recibimos por medio de la fe.
Versículo 27, no es ley, es fe. Versículo 28, es fe, no ley. Eso es mucho énfasis en la fe. Y
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debido a eso, necesito decirle, que es la fe lo que se encuentra en el corazón de nuestro
cristianismo. Y quiero darle un pequeño examen para ayudarle a exterminar su fe. Estoy
convencido que las iglesias están llenas de personas que tienen un tipo de fe que no salva.
Santiago la llamó una fe muerta. Segunda de Corintios 13:5 dice ‘examinaos a vosotros
mismos si estáis en la fe’. Usted debe asegurarse de que su fe es real. Ahora, conforme se ve
a su mismo y se está preguntando si realmente es un cristiano, si realmente se ha apropiado
de este regalo que Dios da. ¿He creído genuinamente? ¿Qué es lo que usted busca en su fe
para discernir si su fe es real? ¿Cuáles son las marcas?
En primer lugar, permítame mostrarle algunas cosas que ni prueban ni descalifican la fe
salvadora, ¿muy bien? Le voy a dar un la pequeña lista de cosas que no prueban nada. Usted
podría ser un cristiano, usted podría no ser un cristiano y todavía tener esas cosas. Estas
cosas no prueban ni desaprueban la fe salvadora, pero necesita saber lo que son para que no
se engañe.
Número uno, la vida dice la moralidad visible. Moralidad visible. ¿Qué quiero decir con eso?
Bueno, algunas personas, simplemente son buenas personas. Algunas de ellas son muy
religiosas, como las personas mormonas que por fuera parecen ser muy morales o las
personas católicas romanas o cualquier otro tipo de secta o religión. Algunas personas
simplemente son buenas personas. Son honestas, son transparentes en su trato, son
personas agradecidas. Son personas amables y tienen una moralidad externa visible. Y por
cierto, los fariseos realmente descansaban en eso para su esperanza. Son personas
amorosas, algunas de ellas son personas tiernas de corazón; pero de amar y servir a Dios, no
saben nada ni sienten nada.
Sea lo que sea que la persona hace o deja de hacer, no involucra a Dios. Esta persona es
honesta en su trato con todo el mundo excepto con Dios. Él no va a robar a nadie más que a
Dios. Él está agradecido y es leal con todos, excepto con Dios. Él no desprecia a nadie ni
habla mal de nadie, más que de Dios. Él tiene buenas relaciones con todas las personas,
menos con Dios. Él es muy parecido al joven rico y él dijo’ todo esto he guardado, ¿qué me
falta?’ Esto es moralidad visible, pero no necesariamente significa salvación. La gente puede
limpiar su vida mediante reforma en lugar de que sea mediante regeneración.
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En segundo lugar, otra cosa que no aprueba ni desaprueba la fe salvadora es conocimiento
intelectual. Conocimiento intelectual. Esto no prueba que una persona tiene una fe verdadera.
El conocimiento de la Verdad es necesario para salvación y la moralidad visible es el fruto de
la salvación, pero ninguno de los dos es equivalente a la salvación. Como puede ver, usted
puede saber todo acerca de Dios y puede saber todo acerca de Jesús y quién fue, y Él vino al
mundo y resucitó y Él regresará e inclusive puede saber más de los detalles de Su vida y
puede entender todo eso y darle la espalda a Cristo. El escritor de Hebreos describe a esas
personas en el capítulo 6, quienes sabiendo todo esto rechazaron a Cristo. En el capítulo 10,
él dice, están pisando la sangre de Cristo al no creer lo que ustedes saben que es verdad.
Hay muchas personas que conocen las Escrituras y que tienen conocimiento, pero van
camino al infierno. Usted nunca será salvo sin ese conocimiento, pero tener ese conocimiento
no necesariamente lo salva a usted.
En tercer lugar, involucramiento religioso, el involucramiento religioso no necesariamente es
prueba de fe verdadera. Hay personas quienes tienen, de acuerdo con Pablo, escribiéndole a
Timoteo, 2 Timoteo 3:5, tienen una forma de piedad, pero no tienen poder, es un tipo de
religión vacía, ¿se acuerda de las vírgenes en Mateo 25 quienes estaban esperando y
esperando y esperando por la llegada del novio, quien es Cristo? y ellas están esperando y
esperando pero Él viene y no entra. Ellas tenían todo excepto el aceite en sus lámparas.
Aquello que era lo más necesario, no lo tenían. El aceite, probablemente es emblemático, de
la morada del Espíritu Santo. No eran regeneradas. Ellas eran religiosas, pero no eran
regeneradas. Usted puede tener moralidad visible externa, conocimiento intelectual e
involucramiento religioso y quizás no indique fe genuina.
En cuarto lugar, ministerio activo. Balam fue un profeta. Saulo de Tarso pensó que estaba
sirviendo a Dios al matar a cristianos. Judas fue un predicador público, Judas fue un apóstol.
¿Se acuerda de Mateo 7?, ‘muchos me dirán en aquel día Señor, Señor ¿no profetizamos en
Tu Nombre y en Tu Nombre hicimos muchos milagros y echamos fuera demonios? Y Él les
dice ‘apartados de Mí, para hacedores de maldad. Nunca os conocí.’’ Actividad ministerial.
Eso no es necesariamente una prueba de fe salvadora.
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Número cinco, convicción de pecado. Convicción de pecado. Muchas personas se sienten mal
por el pecado. Escuche, este mundo entero está lleno de personas que simplemente están
llenas de culpabilidad hasta la médula. ¿Sabe una cosa?, hace 15 años atrás solíamos hablar
de personas que iban al psicólogo y solíamos decir que realmente era verdad, a partir de los
exámenes, que la mayoría de la gente que iba al psicólogo estaba sufriendo de culpabilidad.
La gente solía escribir libros acerca de eso. Me acuerdo que la clínica Menninger publicó una
cantidad tremenda de material acerca de esas personas que sufrían de culpabilidad. Bueno,
los psicólogos del mundo no tienen una respuesta en absoluto a la culpabilidad porque la
única respuesta es el Evangelio.
Y lo que ha sucedido en los últimos 15 años es que usted no tiene a ninguna persona en la
actualidad que se sienta culpable porque se nos ha ocurrido una nueva psicología que elimina
la culpabilidad. Ahora, todo lo que hacemos es colocar la culpabilidad en alguien más y la
nueva terapia es hacer que la persona se sienta totalmente irresponsable por cualquier tipo de
culpabilidad que sienta adentro y liberarlo de esa culpabilidad y lo puede hacer al hacer que la
virtud definitiva, el orgullo, la virtud definitiva sea la satisfacción personal, el engrandecimiento
personal, la gloria personal, la autoestima; y eso elimina la necesidad de sentirse culpable.
Entonces, realmente hemos inventado una psicología totalmente impía, no cristiana, no bíblica
que se ha apoderado del tema de la culpabilidad y lo ha eliminado.
Ahora, lo que sucede en la Iglesia, en lugar de que el predicador se ponga de pie para
predicar libertad de la culpabilidad a pecadores culpables, lo esperan que predique autoestima
a personas egocéntricas. El clima entero ha cambiado. Y hemos torcido a nuestro mensaje
porque hemos permitido que la filosofía del día produzca un nuevo tipo de pecador que cree
que no siente culpabilidad y lo más importante que usted le puede predicar a un grupo de
pecadores es el pecado en sus vidas y la ley de Dios de la cual están lejos de cumplir y hablar
del juicio que les espera; pero ese mensaje no es popular porque la nueva filosofía y la nueva
psicología hace mucho tiempo atrás han eliminado la culpabilidad. Ya no tenemos personas
que se sientan culpables, porque hemos aprendido que la terapia le puede decir que pueden
colocar esa culpabilidad en alguien que les hizo algo a ellos y no importa con quién usted
hable, cuando usted entra en esa situación de consejería, ellos inevitablemente dirán que han
sido abusados. Yo soy una víctima, yo no soy responsable por la manera en la que yo soy.
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Entonces, el pecador es desposeído de su culpabilidad y es desposeído de un enfoque directo
del Evangelio. A mí me caían mejor los pecadores cuando se sentían culpables. Era mucho
más fácil tratar con ellos. Pero hay algunas personas que se sienten culpables, algunas
personas que se sienten culpables por el pecado. Félix tembló bajo la predicación de Pablo,
pero nunca dejó sus ídolos. El Espíritu Santo convence a muchos de pecado, justicia y juicio y
muchos de ellos que Él convence no responden con arrepentimiento genuino. Algunos
inclusive pueden confesar sus pecados. Inclusive algunos pueden abandonar sus pecados y
decir que no quieren vivir de ese modo. Que quieren reformarse y corregir su vida, pero no
necesariamente llegar a la fe salvadora. Eso es reforma, no regeneración y ningún grado de
convicción del pecado es evidencia conclusiva de la fe salvadora. Créame. Inclusive los
demonios son convertidos de su pecado y por eso tiemblan. Pero no son salvos.
Número seis, certeza. Certeza. Algunas personas dicen bueno, yo debo ser un cristiano, me
siento como uno, creo que soy uno. Escuche, ¿simplemente pensar que usted es cristiano lo
hace a usted cristiano? Entonces, nadie podría engañarse, porque tan pronto como usted
pensara que usted es cristiano, usted sería uno. Entonces, usted nunca podría ser engañado.
Y el punto entero del engaño de Satanás es hacer pensar a la gente que son cristianos
cuando no lo son. Ése es el punto. Muchas personas están seguras de que son salvas. No lo
son. Le quiero decir algo, hay millones de mormones y testigos de Jehová y científicos
cristianos que creen que van camino al cielo. Y no van camino al cielo. La gente dice ‘Dios no
me va a condenar. Me siento bien acerca de mí mismo. Yo tengo certeza, estoy bien.’ Eso no
significa nada necesariamente.
Número siete, el último. El tiempo de decisión. Oigo que la gente dice ‘bueno, yo sé que soy
cristiano porque me acuerdo cuando firmé la tarjeta, me acuerdo cuando repetí la oración. Me
acuerdo cuando pasé al frente en un servicio en la Iglesia. Me acuerdo en donde estaba. Yo
he oído a personas decir que se acuerdan dónde estaban cuando hicieron eso. ¿Oh, en
serio? Escuche, debido a que usted se acuerda de un momento, no significa que ese
momento significó algo, no significa que esa decisión fue válida. La salvación de nadie es
verificada por un momento pasado. La gente ha hecho oraciones y ha pasado al frente de
servicios de la Iglesia y ha firmado tarjetas y ha entrado a cuartos de oración y han sido
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bautizados y se han unido iglesias y nunca tuvieron fe salvadora. Entonces, esas son algunas
de las cosas que no prueban realmente nada.
Usted preguntará entonces Qué es lo que prueba una fe salvadora. Bueno, permítame darle
una lista rápidamente. Número uno, el amor a Dios. Ahora estamos hablando del corazón,
porque Romanos 8:7 dice que la mente carnal es enemistad en contra de Dios, el no cristiano
resiente a Dios, se rebela contra Dios en la profundidad de su ser, pero la mente regenerada
ama al Señor con todo su corazón, alma, mente y fuerzas. Su deleite está en excelencia de
Dios, quien es el afecto más elevado y el primero de su alma renovada. Dios se vuelve su
felicidad primordial.
Por cierto, hay una gran diferencia entre un amor así por Dios y una actitud egoísta que se
enfoca sólo en mi propia felicidad y ve a Dios como un medio para mi fin, en lugar de que yo
sea el fin medio para llegar al fin de glorificarlo a Él. De hecho, Jesús dijo, si alguien ama a
padre, madre más que a Mí no es Mi discípulo. Mateo 10:37. ¿Ama usted a Dios? ¿Ama Su
naturaleza? ¿Ama Su Nombre? ¿Ama Su Reino? ¿Ama Su santidad, ama Su voluntad? El
amor supremo por Dios es una evidencia decisiva de la fe verdadera. ¿Se eleva su corazón
cuando usted canta Sus alabanzas porque lo ama?
En segundo lugar, arrepentimiento del pecado. El amor apropiado por Dios debe involucrar un
odio hacia el pecado, eso es obvio. Quien no entendería eso. Si yo amo a alguien, usted
asumiría que mi amarlo significa que yo busco su bienestar, ¿verdad? Si yo le dijera que yo
amo a mi esposa, y no me importa lo que le sucede a mi esposa, usted cuestionaría mi amor
porque el verdadero amor busca el mayor bien de su objeto. Entonces, si yo digo que amo a
Dios, entonces tengo que odiar el pecado porque el pecado ofende a Dios. El pecado
blasfema a Dios. El pecado maldice a Dios. El pecado busca destruir a Dios y Su obra y Su
Reino. El pecado mató a Su Hijo. Y si yo digo que amo a Dios pero tolero el pecado, entonces
usted tiene toda razón para cuestionar mi amor. No puedo amar a Dios sin odiar aquello que
busca destruirlo a Él.
Entonces, el verdadero arrepentimiento involucra confesión, involucra volverse del pecado.
Debo estar triste por el pecado. Debo preguntarme a mí mismo si tengo una convicción
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determinante de la maldad del pecado. ¿Me parece el pecado como lo malo y amargo que
realmente es? ¿Acaso la convicción de pecado en mí incrementa conforme camino con
Cristo? ¿Lo odio no meramente porque arruina mi propia alma, sino porque es ofensivo a mi
Dios, a quien amo? ¿Me entristece más cuando yo peco que cuando tengo problemas? En
otras palabras, ¿qué es lo que más me entristece? ¿Mi sufrimiento o mi pecado? ¿Parecen
mis pecados ser muchos, frecuentes y gravosos? ¿Me encuentro a mí mismo entristecido más
por mi pecado que por los pecados de otros? Y esta es la marca de salvación, de verdadera
fe salvadora. Amo a Dios. Odio lo que Dios odia, lo cual es el pecado.
En tercer lugar, manifiesta humildad genuina. Manifiesta humildad genuina. Esto obviamente
se manifiesta en las bienaventuranzas, los pobres en espíritu. Aquellos que tienen hambre y
sed de justicia. Aquellos que en Mateo 18 son como un niño pequeño, humildes y
dependientes. Aquellos que están en una negación de sí mismos, que están dispuestos a
tomar su cruz y seguirle. El Señor recibe a aquellos que vienen con un espíritu contrito y
humillado. Santiago dice, que Él da gracias al humilde. Nosotros debemos venir como el hijo
pródigo, usted recuerda lo que él dijo en Lucas 15, creo que en el versículo 21, él dijo ‘Padre,
no soy digno de ser llamado tu hijo’. No hay orgullo, no hay ego acerca del mérito religioso.
Mérito espiritual, sino humildad genuina.
En cuarto lugar, hay una devoción a la gloria de Dios. La fe la salvadora verdadera que
manifiesta salvación genuina muestra devoción a la gloria de Dios, sea lo que hagamos,
comamos o debamos, nosotros estamos literalmente consumidos con la gloria de Dios.
Hacemos lo que hacemos porque queremos glorificarlo. Claro, seguro que fallamos en todas
estas cosas, pero la dirección en nuestra vida es amarlo y odiar el pecado y ser humildes de
manera genuina y negarnos a nosotros mismos y conocer nuestra indignidad y estar
totalmente entregados a la gloria de Dios.
Número cinco, oración continua, oración humilde, sumisa, de fe, marca la fe verdadera.
Nosotros clamamos Abba Padre porque el Espíritu en nosotros motiva este clamor. Jonathan
Edwards predicó una vez un sermón titulado Hipócritas son deficientes en el deber de la
oración secreta. Es verdad. Los hipócritas pueden orar públicamente porque eso es lo que los
hipócritas hacen para impresionar a las personas. Pero ellos son deficientes en el deber de la
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oración secreta. Un creyente verdadero con fe salvadora verdadera tiene una vida de oración
personal, una vida de oración privada. Busca comunión con Dios.
Número seis, otra marca de fe salvadora es amor abnegado. Juan dice que si no amas a tu
prójimo, a tu hermano, o a alguien en necesidad, ¿cómo vamos a creer que el amor de Dios
mora en ti? También en 1 Juan 3, Juan dice ‘si amas a Dios, vas a amar a aquel a quien Dios
ama’. Y nosotros lo amamos a Él y a otros porque esa es la respuesta de Él amándonos a
nosotros, dice Juan 13, ‘por éstos sabrán los hombres que somos verdaderos discípulos, por
nuestro amor unos por otros.’
Número siete, separación del mundo. Pablo le dijo a los corintios que no hemos recibido del
espíritu del mundo, sino el Espíritu que es de Dios; y Juan lo expresó de esa manera. No
améis al mundo ni a las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del
Padre no está en Él. Un creyente verdadero está separado del mundo, de nuevo lo digo,
fallamos en todas estas áreas. Pero estas son la dirección de nuestras vidas. Nosotros no
somos perfectos, no hemos llegado adonde debiéramos estar, pero amamos a Dios y
queremos amarlo más. Odiamos el pecado y queremos a odiarlo más. Tenemos una humildad
genuina y queremos más de ella. Estamos entregados a la gloria de Dios. Tenemos una vida
de oración que es privada y personal. Tenemos un amor hacia otros que viene de Dios y nos
encontramos a nosotros mismos separados del mundo como una regla general.
Y después, tan sólo dos más, crecimiento espiritual es otra marca. Si usted es un verdadero
cristiano, usted está creciendo y eso significa que usted será más y más como Cristo. La vida
se produce a sí misma, si usted está visto, usted va a crecer, no hay otra manera. Usted va a
mejorar, usted incrementará, usted crecerá, porque Aquel quien ha comenzado esa nueva
obra, Filipenses 1:6 la va a ver perfeccionada, va a continuar moviéndose, el Espíritu lo va a
mover de un nivel de gloria al siguiente. Y entonces, si usted mira a su vida, ¿ve usted
crecimiento espiritual? ¿Ve usted una frecuencia decreciente de pecado, un patrón que se
incrementa de justicia y devoción a Dios?
Y después, finalmente, la obediencia. Vida obediente. Todo pámpano en Mí da fruto. Da fruto,
dice Juan 15 y en Efesios 2:10. Pablo dice ‘miren, ustedes son hechura Suya, creados en
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Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para quien
anduviéramos ellas’. Eso es obediencia. Somos salvos por la obediencia de la fe. Vea su vida,
¿ve a todas esas cosas incluyendo amor abnegado, separación del mundo, crecimiento
espiritual y obediencia? Si es así, eso es evidencia de fe salvadora.
Ahora, regresamos a nuestro texto. La cruz declara la justicia y rectitud de Dios. La cruz exalta
la gracia de Dios, la cual es apropiada por la fe. En tercer lugar, y de manera muy breve, la
cruz revela la coherencia de Dios. La cruz revela la coherencia de Dios. Observe el versículo
29. ¿Cuál es el punto aquí? Bueno, los judíos dirán, ‘mira, nosotros somos justificados por las
obras de la ley. Y ahora, tú vienes y estás predicándole a todos estos gentiles que son
justificados por la fe. ¿Acaso Dios tiene dos caminos? ¿Acaso Dios demanda obras de
nosotros y gracia y fe de ellos? ¿Es Dios un Dios misericordioso y salvador hacia los gentiles,
pero un Dios legal condenador hacia los judíos? ¿Tenemos dos medios diferentes de
salvación?’ Y claro, usted se da cuenta, ¿no es cierto?, de que los judíos creían que eran
salvos por sus obras.
Y entonces, estaban concluyendo que Pablo estaba predicando un nuevo camino de
salvación que no era coherente con el camino de Dios. Pablo dice, ¿es Dios solamente Dios
de los judíos? No. ¿No es también Dios de los gentiles? Sí, ciertamente. Y ellos también
tendrán que estar de acuerdo. Sí, Dios es el Dios de todos los hombres, Isaías 54 dice que
Dios de toda la tierra será llamado Él. Jeremías 16:19, la nación vendrá a Mí de todos los
confines de la tierra. Ellos sabían eso. Zacarías 2:11, y muchas naciones se unirán al Señor y
serán Mi pueblo. Ellos sabían que Él era el Dios del judío y del gentil.
Muy bien, entonces debido a que Dios es uno, ese es el orden en el griego, en el versículo 30.
Y como usted puede ver, debido a que Dios de hecho es uno, Él justificará a los circuncisos,
esto es a los judíos, por la fe. Y a los incircuncisos, esto es a los gentiles, mediante la fe.
Ahora, usted ve aquí la coherencia de Dios. Usted ve la cruz. Y como ve, debido a que Dios
es uno, si Dios es un Dios y Él es el Dios de todos los hombres y Él es el Dios de los judíos y
los gentiles, entonces Él es un Dios sobre todos los hombres, quien tiene un camino de
salvación. Él va a justificar a todos por la fe. Él salvará a todos de la misma manera y siempre
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lo ha sido así. Siempre por la fe, siempre de manera independiente de las obras. Él es un
Dios, con un camino para todos los hombres. Dios nunca cambia, es absolutamente
coherente.
La cruz no presentó un nuevo medio de salvación, simplemente cubrió los pecados de todos
los creyentes del pasado. Y todos los creyentes futuros, que vendrían por la fe. ¿Cómo fue
salvo Noé? Regrese hasta Noé. Génesis dice que Noé halló gracia a los ojos de Jehová.
¿Cómo fue Moisés salvo? Regrese usted hasta Éxodo, Moisés halló gracia en los ojos del
Señor. ¿Cómo fue Abraham salvo? Romanos 4 es acerca de eso. El versículo 3 dice que
Abraham creyó a Dios y le fue contado por justicia. Eso claramente se remonta a Génesis 15.
Siempre lo mismo, por gracia a través de la fe. Por gracia a través de la fe.
En el Antiguo Testamento, ellos creyeron todo lo que Dios reveló. Todavía no tenían a Cristo.
Ellos creyeron todo lo que Dios reveló. Igual en el Nuevo, después de Cristo, nadie es salvo,
nadie ha sido salvo, nadie jamás será salvo de ninguna otra manera que por la fe, conforme
Dios ofrece perdón a través del sacrificio de Su Hijo, el cual cubre los pecados de los
pecadores antes y después de Él. Entonces, la cruz desde la perspectiva de Dios declara Su
justicia, exalta Su gracia y revela Su coherencia.
Y finalmente, esto es rico, confirma la ley de Dios. Confirma la ley de Dios. Versículo 31.
Algunos de los judíos iban a decir muy bien, la salvación es por gracia a través de la fe,
olvídate de la ley. No hay ley. Si no hay obras, entonces la ley no sirve de nada. Entonces,
¿porque Dios atravesó por todo eso? ¿Por qué atravesó por todos estos asuntos de la ley
sino somos salvos al guardar la ley? Luego por la fe, ¿invalidamos la ley? Y él dice me
genoito en el griego, no, no, no; de ninguna manera. Por el contrario, confirmamos la ley.
¿Qué quieres decir? Colocar a Jesucristo en la cruz para pagar la paga del pecado debería
mostrarle a usted lo serio que Dios toma Su ley, aun cuando demandó la vida de Su propio
Hijo para satisfacer las demandas de esa ley para morir por el pecado Él estuvo dispuesto a
pagar. Su ley es santa, Su ley es justa y Su ley es recta; y la muerte de Cristo lo prueba.
Nada es un reflejo de la ley de Dios como santa tanto como lo es la muerte de Cristo. Fue la
ley de Dios lo que colocó a Cristo ahí, porque todas las violaciones de esa ley tenían que ser
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satisfechas con una paga. Y Dios no podía violar Su ley o la paga o castigo y entonces, Él
colocó a Cristo en la cruz. Y entonces, la ley de Dios es establecida como santa, justa y
buena. Y es afirmada como el estándar mediante el cual debemos vivir. Su propósito fue para
mostrarnos el pecado. Y así fue. Su propósito fue para mostrarnos el patrón de Dios para la
vida santa; y así es. Su cumplimiento, en términos de la demanda de muerte por Cristo, su
cumplimiento en términos de la demanda de vida, es hecha posible a través de la salvación.
¡Qué gran afirmación de la ley! Observe la cruz. En ella, usted ve la justicia de Dios, la gracia
de Dios, la coherencia de Dios, usted ve la ley de Dios; y todo eso es para Su gloria.
No es sorprendente que los reformadores dijeran sola gratia, sola fide, soli Deo gloria, por
gracia únicamente, por fe únicamente, para la gloria de Dios únicamente. Y el escritor de la
canción dijo ‘¡oh, qué Salvador es el mío!, en Él las misericordias de Dios se combinan. Su
amor nunca disminuirá y Él me ama a mí.’
Esto, amados, es un tesoro preciado. La salvación no como la vemos nosotros, o como los
ángeles la ven, o los demonios, o como inclusive Cristo la ve, sino como Dios la ve, nos abre
la avenida de adoración en la cual valoramos, apreciamos, adoramos, expresamos nuestro
amor y afecto para nuestro gran Dios por lo que Él ha hecho por nosotros. Inclinémonos en
oración.
Nuestro Padre, un hombre lo ha expresado de esta manera, cuando estoy delante de Tu
trono, vestido en belleza que no es mía, cuando te veo como Tú eres, te amo con un corazón
sin pecado; entonces, Señor, conoceré manera plena y sólo entonces, sabré cuánto te debo.
Te adoramos. Te adoramos. Expresamos nuestro amor y afecto a Ti. Te exaltamos por esta
gran salvación que Tú has provisto para nosotros.
Mientras que sus cabezas están inclinadas por un momento, si usted no conoce a Cristo, pero
usted desea recibir la salvación que Él ofrece, el perdón del pecado y la vida eterna, en el
silencio de su propio corazón puede clamar a Él y decirle: “Señor, Dios, creo en Jesucristo.
Creo que Él, Dios en carne murió en la cruz para pagar el castigo por mi pecado, resucitó,
proveyó satisfacción perfecta y yo recibo el regalo de salvación en Su Nombre. Volviéndome
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de mi pecado, me entrego a seguirlo a Él.” Oramos porque esa oración sea de usted y que la
salvación genuina sea suya en este día. Amén.
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