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UN MARCO POLITICO POSIBLE PARA LA POLEMICA POPPER- KUHN
Juan Manuel Salgado
1. Introducción
Aunque Thomas Kuhn parece haberse cuidado de establecer contactos estrechos entre su filosofía de la
ciencia y la teoría política1 fue él quien esbozó una analogía entre las revoluciones científicas y las
políticas. En su obra más conocida expone un esquema de desarrollo de estas últimas a las que concibe
como un conflicto entre élites que carece de mecanismos institucionales para su resolución y que, por
consiguiente, se zanja a través de la intervención de las masas y el quiebre de la continuidad jurídica2.
Este modelo es inadecuado. Ni la revolución francesa de 1789 ni la rusa de 1917, los más destacados
ejemplos revolucionarios de la historia occidental contemporánea, tienen similitud con ese esquema. Aquí
nos encontramos con una crisis institucional seguida y profundizada por la irrupción de las masas y un
período de gobiernos de transición en un clima de alta agitación política, luego del cual se consolida
cierta institucionalidad novedosa cuyos rasgos ideológicos se fueron formando en el curso del mismo
proceso y cuyos conductores no sólo emergieron en él sino que además tuvieron escasa influencia en sus
inicios. De un modo no muy diferente podría describirse la revolución china, desenvuelta en una guerra
civil intermitente de casi cuarenta años. Viet Nam, Argelia e India, por su parte, fueron rebeliones
exitosas de nacionalidades o culturas sometidas por imperios coloniales. Tampoco las revoluciones
americanas de fines del siglo XVII y principios del XIX se originaron en la emergencia de un paradigma
competitivo sino en la voluntad de secesión de los colonos europeos en su nuevo mundo3. En
hispanoamérica, además, el proceso fue promovido por la acefalía del imperio español producida como
consecuencia de un factor externo, la invasión napoleónica. En suma, los más importantes ejemplos
revolucionarios de la historia política no nos muestran desarrollos que puedan formularse en un tipo ideal
esquematizado como una ruptura institucional provocada por la elección entre paradigmas alternativos e
incompatibles4.
Las dificultades de la analogía se acentúan cuando además se advierte que Kuhn amplía la noción popular
de revolución científica, asociada a grandes eventos como los iniciados por Copérnico, Newton,
Lavoisier, Darwin, Bohr y Einstein, e incluye en este concepto tanto a cambios de teoría con mínimos
efectos fuera de una disciplina o especialización como a descubrimientos inesperados de nuevos
1 Esta autodelimitación lo diferencia de Popper, Polany y Feyerabend. 2 Kuhn (1962), pág. 151. 3 La continuidad ideológica (o sea la ausencia de una ruptura paradigmática) aparece con claridad en los
Estados Unidos, en donde el mismo filósofo que imbuyó de teoría a la ¨Revolución Gloriosa¨ de
Inglaterra en 1688, Locke, fue el inspirador ideológico de la declaración de la independencia. 4 Paradójicamente, la revolución que se desarrolló en un esquema parecido al kuhniano ocurrió
diecinueve años después de escrita La estructura..., cuando se instauró la República Islámica de Irán.
fenómenos o entidades incompatibles con los principios de la práctica vigente. Para Kuhn estos episodios
se agrupan en una conceptualización común en tanto ninguno de ellos puede ser adscripto a la ciencia
normal5. Sin embargo, ni siquiera la amplitud y polisemia con que el término revolución ha sido utilizado
en la teoría y práctica políticas6 permiten soportar la similitud con estos tipos de cambio de paradigma.
De todos modos el desacierto de la metáfora no debería pesar al evaluar la filosofía de la ciencia de Kuhn
puesto que ninguna consecuencia importante parece acarrear en tanto en ésta se brinda una imagen del
desarrollo científico en sus propios términos sin necesidad de recurrir a la comparación con el terreno,
aparentemente más diverso y agitado, de la vida social y política contemporánea. En primer lugar, pese a
la aureola revolucionaria que le otorga el título de su obra más conocida, lo central del pensamiento de
Kuhn se encuentra en destacar la importancia y necesidad de la ciencia normal7 guiada por una tradición
estable. Por otra parte no fue Kuhn quien que introdujo la idea de revolución científica ya que se trata de
una referencia común desde los inicios de la modernidad, ni tampoco se le puede atribuir la novedad de
resaltar la importancia de las discontinuidades teóricas exhibidas por la historia de la ciencia, pues ese era
un aspecto que ya había sido valorado por Popper8 como consecuencia de una racionalidad crítica capaz
de explicar a la ciencia: ¨ella crece por un método más revolucionario que la acumulación, por un
método que destruye, modifica y altera todo¨9.
Sin embargo a los fines de este trabajo la inadecuación de la metáfora tiene sus efectos, pues se han
extraídos derivaciones políticas de la postura kuhniana estableciendo un paralelo entre la organización
interna de los estados y la propia de las comunidades científicas, aplicando a ambas la disyuntiva
5 Kuhn (1962), pág. 150. Las tres modalidades aparecen explicadas en Hoyningen-Huene (1989), págs.
197-199. 6 Aunque Torres Albero sostiene que se puede hablar con ¨precisión¨ de una revolución política (Torres
Albero, 1994, pág. 191), lo cierto es que el término se utiliza en los más variados sentidos y contextos.
Además de los ejemplos históricos mencionados, también se suele aludir a la ¨revolución industrial¨, la
¨revoluciones conservadora ¨, e incluso Popper habla de la ¨revolución de Hitler¨ (Popper, 1948, pág.
161). Por cierto, la idea de revolución de Kuhn encuentra mayor parecido con el concepto jurídico de
Kelsen: ...toda modificación no legítima de la constitución – es decir, no efectuada conforme a las
disposiciones constitucionales -, o su reemplazo por otra. Visto desde un punto de vista jurídico, es
indiferente que esa modificación de la situación jurídica se cumpla mediante un acto de fuerza dirigido
contra el gobierno legítimo, o efectuado por miembros del mismo gobierno; que se trate de un
movimiento de masas populares, o que sea cumplido por un pequeño grupo de individuos. Lo decisivo es
que la constitución válida sea modificada de una manera, o reemplazada enteramente por una nueva
constitución, que no se encuentra prescripta en la constitución hasta entonces válida. (Kelsen, 1934,
1960, pág. 218, el subrayado me pertenece). 7 Kuhn (1970), págs. 233 y 241-249. Hoyningen-Huene (1989) pág. 238. Barnes (1982), pág. 38. 8 ...la ciencia...no se desarrolla por medio de una acumulación enciclopédica gradual de datos
esenciales,... sino de un modo mucho más revolucionario . Popper (1945), pág. 209. 9 Popper (1948), pág. 166. Esta similitud fue destacada por Kuhn: ¨Ambos (él y Popper) subrayamos... los
procesos revolucionarios durante los cuales la teoría antigua es rechazada y reemplazada con otra
nueva e incompatible (Kuhn, 1970a, pág. 291).
democracia/autoritarismo10. Esta distinción, que tiene el inconveniente, propio de las teorías sociológicas
clásicas, de ¨generalizar para todas las formas de totalidad societaria rasgos que son en realidad
específicos de las sociedades modernas en tanto Estados nacionales¨11 asume presupuestos fundantes de
la filosofía política moderna (especialmente la dicotomía estado o sociedad vs. individuo) que no sólo no
debieran adoptarse de modo acrítico sino que además corresponden a un esquema difícilmente compatible
con la filosofía de Kuhn. Esbozar esta incompatibilidad es el objeto del presente trabajo.
2. Popper y Kuhn.
El cuidado de Kuhn en evitar que se atribuyan extensiones políticas, jurídicas o morales a su filosofía, no
ha evitado que –sobre todo de parte de sus críticos- se hiciera hincapié en ellas. Lakatos, al exponer su
metodología de los programas de investigación, señala que el debate con Popper ¨no se refiere a un tema
epistemológico de orden técnico sino que afecta ¨a nuestros valores intelectuales fundamentales y tiene
implicancias no sólo para la física teórica sino también para las ciencias sociales subdesarrolladas e
incluso para la filosofía moral y política¨12, aunque luego deja la afirmación sin ahondar.
Popper, en cambio, califica como peligrosa13 la tesis de Kuhn. Y no debería extrañar ya que hasta su
muerte, en 1994, Popper desarrolló su filosofía política contrastándola con lo que él llamó historicismo14,
postura en la que ubica a Heráclito, Platón, Burke, Hegel, Marx, Toynbee y Mannheim, entre otros. Esta
posición, a la que atribuye no sólo gran parte de los extravíos intelectuales sino la mayoría de los males
de la historia, tanto antigua como contemporánea, afirmaría la posibilidad de la predicción y el
descubrimiento de las tendencia o ritmos de la historia15, el enfoque holístico de la vida social
16, la
valoración de las tradiciones grupales17, la centralidad del cambio
18, la búsqueda de leyes que eslabonen
períodos históricos sucesivos19, la importancia de las diferencias entre períodos históricos
20, la similitud
entre metáfora y teoría21 y la reivindicación de la comunidad o la tribu
22, en suma, la adecuación del
10 Torres Albero (1994), pág. 168.
11 Giddens (1984), pág. 195.
12 Lakatos (1970); pág. 19. 13 Popper (1970), pág. 53.
14 Todavía en 1988, en un reportaje califica al relativismo historicista como la más grave amenaza
contra nuestra sociedad (Sorman, 1989, pág. 269). 15 Popper (1944, 1957), pág. 17.
16 Ibid., pág.. 31.
17 Ibid., pág. 32.
18 Ibid., pág. 44 (también Popper, 1945, pág. 28).
19 Ibid., pág. 56.
20 Ibid., pág. 114.
21 Ibid., pág. 134 (nota).
22 Popper (1945), págs. 24 y 283.
método histórico –el estudio de los cambios sociales- para el tratamiento de totalidades23. En sus propias
palabras, la posición historicista fundamental consiste en que ¨el método para adquirir el conocimiento de
instituciones sociales... debe consistir también en el estudio de su historia o la historia de su ´Espíritu´¨24.
No es difícil encontrar estos rasgos en el trabajo de Kuhn, comenzando por la explícita invocación a la
historia como reveladora de la naturaleza de la tarea científica con que da inicio a La estructura de las
revoluciones científicas25. La consideración de los individuos solo en tanto que miembros de una
comunidad26, la consiguiente adopción de la comunidad científica como unidad de análisis
27, el
tratamiento cíclico del desarrollo científico separado en períodos inconmensurables28, la ausencia de un
lenguaje neutral29, la negativa a entender el progreso en términos de acercamiento a la verdad
30, la
pluralidad de mundos científicos31, la insuficiencia de las reglas metodológicas
32, el rechazo a la
distinción tajante entre hechos y normas33 y la valoración del conocimiento tácito adquirido mediante la
práctica en una tradición34, son todos elementos que señalan la cercanía de Kuhn a la postura criticada por
Popper.
3. La polémica
Sin embargo el debate entre ambos no se dio en el terreno político sino en el de la filosofía de la ciencia.
Pero el tema central en disputa, la valoración de la ciencia normal, permite extraer consecuencias
políticas e inferir implicancias en ese terreno de la filosofía de Kuhn.
El método de la ciencia, según Popper, consiste en formular teorías y buscar los hechos que permitan
refutarlas. ¨La tradición científica se distingue de la precientífica porque tiene dos capas...lega sus
teorías, pero también lega una actitud crítica hacia ellas. Las teorías no se trasmiten como dogmas, sino
23 Ibid., pág. 204 y pág. 610, nota 2 (también Popper, 1944, 1957, pág 94).
24 Ibid., pág. 230.
25 ¨Si se considera a la historia como algo más que un depósito de anécdotas o cronología, puede
producir una transformación decisiva de la imagen que tenemos actualmente de la ciencia (Kuhn, 1962,
pág. 20). 26 Hoyningen-Huene (1989), pág. 65. También en Kuhn (1991), pág. 11.
27 Kuhn (1969), pág. 271. También en Kuhn (1970b), pág. 253, y Kuhn. (1991), pág. 8.
28 Kuhn (1969), pág. 317.
29 Kuhn (1969, págs. 307-308. También Kuhn (1970b), pág. 266, y Kuhn (1981), pág. 93, en donde
rechaza las teorías que consideran no problemático al lenguaje científico. 30 Kuhn (1970b), pág. 265: ¨En algunas maneras fundamentales la relatividad general de Eintein
recuerda la física de Aristóteles más que la de Newton . 31 Kuhn (1962), págs. 176 y 208 y Kuhn (1991), págs. 10-11. Para Hoyningen-Huene (1989) esta es una
suposición fundamental en Kuhn (pág. 36). 32 Kuhn (1962) pág. 24 y Kuhn (1970b) pág. 260.
33 Kuhn (1969), pág. 316 y Kuhn (1970b), pág. 233.
34 Kuhn (1962), págs. 84-85 y Kuhn (1969), pág. 292.
más bien con el estímulo a discutirlas y mejorarlas.¨35. Así, la experimentación permite seleccionar y
descartar hipótesis. La finalidad del científico no es establecer la verdad de las teorías sino someterlas a
las contrastaciones experimentales más severas36.
Kuhn replica que Popper tiene en mira aportes revolucionarios como los de Copérnico, Newton, Lavoisier
o Einstein, pero tales acontecimientos ¨son en extremo raros en el desarrollo de la ciencia¨37. Una
actividad descripta en términos de discusión crítica, afirmaciones, negaciones y debate ¨no se asemeja en
nada a la ciencia¨38, por el contrario ¨es precisamente el abandono del discurso crítico lo que marca la
transición hacia la ciencia¨39.
Lo que Popper pasa por alto, según Kuhn, es la distinción entre ciencia normal y ciencia extraordinaria40,
al extremo que ¨su concepto de ciencia oscurece incluso la existencia de la investigación normal¨41. Para
Kuhn, la ciencia normal que ocupa la mayor parte del trabajo de un científico se desarrolla bajo la guía de
regulaciones derivadas de soluciones ejemplares que tienen una función constitutiva del mundo científico
en virtud de la similaridad de relaciones42. Estos paradigmas
43 proporcionan una sólida red de
compromisos -conceptuales, teóricos, instrumentales y metodológicos- que conducen la investigación44.
¨Examinada de cerca, tanto históricamente como en el laboratorio contemporáneo, esa empresa parece
ser un intento de obligar a la naturaleza a que encaje dentro de los límites preestablecidos y
relativamente inflexibles que proporciona el paradigma¨45.
Durante los períodos de ciencia extraordinaria, en cambio, el paradigma sostenido por la comunidad entra
en crisis porque ha encontrado límites naturales en los cuales resulta inaplicable. Emerge entonces un
nuevo modo de ver el campo disciplinar, un cambio gestáltico, una recomposición del panorama que
35 Popper (1953), pág. 77.
36 Popper (1944, 1957), págs. 148-149.
37 Kuhn (1970a), pág. 295.
38 Ibid., pág. 296.
39 Ibid., pág. 297.
40 Hoyningen-Huene (1989), pág. 238.
41 Kuhn (1970a), pág. 302.
42 Hoyningen-Huene (1989), pág. 201.
43 Escapa por completo a los límites de este trabajo precisar la idea de paradigma. En La estructura de
las revoluciones científicas utiliza el término de distintos modos (Masterman, 1970, encuentra veintiún
diferentes aplicaciones aunque Kuhn, 1969, le atribuye veintidós), que pueden reducirse a tres formas
básicas: en un sentido sociológico un paradigma es un conjunto de hábitos compartidos por una
comunidad científica (Masterman, 1970, pág. 66), pero además es un grupo de compromisos teóricos que
constituyen la matriz disciplinar de una comunidad y por último un paradigma tiene el sentido de una
solución ejemplar. Posteriormente Kuhn abandona el uso del término y destaca únicamente los dos
últimos sentidos (Kuhn, 1974). Una amplia explicación del desarrollo del concepto en Kuhn se encuentra
en Hoyningen-Huene (1989), cap. IV. 44 Kuhn (1962), pág. 78.
45 Ibid., pág. 52.
permite resolver las anomalías que se habían ido acumulando y producido la crisis de la ciencia normal. Y
la disputa entre los sostenedores de ambos paradigmas no puede resolverse mediante el recurso a reglas
metodológicas neutras, aplicables a ambos, porque entre ellos existe inconmensurabilidad, o sea, falta de
una medida común. Especialmente la observación empírica no constituye el tribunal neutro supuesto por
Popper y los positivistas puesto que el foco de atención, su importancia y la categorización del mundo no
son iguales en los dos paradigmas. El cambio se produce mediante la argumentación persuasiva y no hay
una corte superior de apelaciones frente al juicio final de la propia comunidad científica.
Esta distinción le permite a Kuhn afirmar que Popper ¨se equivoca al transferir características
seleccionadas de la investigación cotidiana a los ocasionales contecimientos revolucionarios en los
cuales el avance científico es más obvio, y al pasar por alto, en adelante, la actividad cotidiana. En
particular, trata de resolver el problema de la elección de teoría durante las revoluciones conforme a
criterios lógicos aplicables totalmente sólo cuando una teoría ya puede darse por sentada¨46.
Popper acuerda con que la investigación científica no parte de cero y que ¨hay un edificio, una estructura
organizada de ciencia, que provee al científico de una situación problemática generalmente aceptada
dentro de la cual puede encajar su propio trabajo¨47 dado que siempre nos aproximamos a cualquier
objeto a la luz de una teoría preconcebida. Reconoce además la existencia de una actividad profesional
poco crítica, dogmática y sin interés en desafiar las reglas aceptadas, que Kuhn califica como ciencia
normal. Pero rechaza que a esta práctica pueda denominársela normal, por el contrario, es mala ciencia,
¨un peligro para la ciencia e incluso para nuestra civilización¨48 . Si bien un historiador debe tenerla en
cuenta, el filósofo no puede deducir de allí el método racional de la ciencia que es de audaces conjeturas y
crítica.
El punto de vista de Kuhn, dice Popper, es el del relativismo histórico pues ¨sugiere que la racionalidad
de la ciencia presupone la aceptación de un esquema conceptual común... que la racionalidad depende
de algo así como un lenguaje o un grupo de presupuestos comunes¨49. Esta tesis conduce a afirmar el
¨peligroso dogma de que los diferentes marcos conceptuales son como lenguajes mutuamente
intraducibles, un mito que es ¨en nuestro tiempo, el baluarte central del irracionalismo¨50.
Popper afirma que si bien en algún momento somos prisioneros del marco conceptual de nuestras teorías,
podemos romperlo en cualquier tiempo y aunque nos encontremos en un nuevo marco este será uno mejor
que podemos superar otra vez. Por ello la discusión crítica y la comparación entre diferentes marcos
46 Kuhn (1970a), pág. 312.
47 Popper (1970), pág. 51.
48 Ibid., pág. 53.
49 Ibid., pág. 56.
50 Ibid., pág. 56.
conceptuales es siempre posible. Los anteriores puntos de vista se pueden evaluar, crítica y
racionalmente, a la luz de los nuevos. ¨Yo creo dice, ¨en una verdad ´ absoluta´ u ´objetiva´¨51 y la
aproximación a ella permiten el progreso y la comparación.
Popper, al igual que otros críticos, considera que Kuhn establece que los paradigmas son mundos cerrados
y que la evaluación entre ellos es imposible, de modo que la elección sólo se realiza mediante un salto
irracional. Lakatos llega a acusarlo de apelar a la psicología de las masas en sustitución del método
científico52.
Kuhn rechaza categóricamente los cargos de irracionalidad y recurso a las masas (aún cuando sean
sostenidos por Feyerabend en su defensa). Lo que cuestiona es una imagen de racionalidad que no puede
explicar el desarrollo de la ciencia tal cual se produce. Kuhn –al igual que sus críticos- sostiene que la
ciencia es la mejor expresión de racionalidad que tienen las sociedades occidentales contemporáneas,
pero no considera que ésta pueda encontrarse en unas reglas metodológicas universales y abstractas sino
en la práctica concreta del trabajo científico.
Kuhn rechaza de modo tajante un modelo de racionalidad que implique un ¨procedimiento sistemático de
decisión que, aplicado adecuadamente, deba conducir a cada individuo del grupo a la misma decisión¨53.
La elección entre paradigmas o teorías incompatibles no se resuelve mediante pruebas lógicas
concluyentes54 ni por una demostración de falsedad resultante de la comparación directa con la
naturaleza55, sino que tales elementos se encuentran articulados en una argumentación que los liga a los
valores prevalecientes de la comunidad56. Las teorías de la racionalidad que no tengan ello en cuenta no
son del todo correctas y deberían ser reajustadas o modificadas ¨para explicar porqué la ciencia funciona
como lo hace¨57.
4. Racionalismo y estado.
¿Qué vínculo tiene esta polémica con problemas políticos contemporáneos?
Según Barnes, lo que Kuhn pone en duda no es una simple filosofía abstracta, ¨sino todo un sistema de
ideas y evaluaciones que, en su conjunto, son un componente clave de la visión-del-mundo generalmente
51 Ibid., pág. 56.
52 Lakatos (1970), pág. 120.
53 Kuhn (1969), págs. 304-305.
54 Kuhn (1970), pág. 260.
55 Kuhn (1962), pág. 128.
56 Kuhn (1971), págs. 93-94 . También Kuhn (1977a).
57 Kuhn (1970b), pág. 264.
aceptada en nuestros días , un sistema comunmente denominado racionalismo58. ¨Las doctrinas
racionalistas -dice Barnes- ¨destacan la fuerza de la habilidad razonadora que todo individuo posee. Las
teorías de la ciencia racionalistas ven su desarrollo como productos de actos de razonamiento
individuales. Cada científico individual contribuye, por inferencia lógica sobre la base de su experiencia,
al progreso de la ciencia, al desarrollo acumulativo de saber científico y a su correspondencia,
gradualmente creciente, con la realidad que describe. El progreso sólo se ve amenazado si el individuo
deja de ser racional. El peligro es la sociedad. Las presiones sociales, las pasiones políticas, los
intereses económicos pueden desviar el juicio del individuo haciéndole negarse irracionalmente a
modificar una creencia querida o a aceptar una desagradable.¨59
Importantes rasgos de la tradición racionalista, que Popper asume, aparecen descriptos por Bloor de la
siguiente manera60. En primer lugar, se trata de una ideología que tiene por base la teoría del contrato
social. Aunque no se la considere un hecho histórico61, esta postura destaca la prioridad del sujeto y
entiende que lo social o colectivo no es más que el agregado de individuos o átomos62. La preeminencia
de reglas universales ordenadoras de la confusión cotidiana, el carácter deductivo y la tonalidad
prescriptiva (la racionalidad impone sus normas a lo real) constituyen sus rasgos más destacados. Tal
resumen, sin embargo, pasa por alto un aspecto político central de esta tradición: la legitimación del
estado moderno.
Ha sido Hobbes, el primero de los filósofos del contractualismo moderno63, quien desarrolló su teoría
para fundamentar la necesidad del estado como marco político ineludible. En una formulación
esquemática de su planteo los individuos tienen tendencia a una existencia absolutamente independiente
de los demás (y en este sentido se usa el término libertad) pero como tales impulsos llevarían a su propia
destrucción en una guerra de todos contra todos, un poder externo y superior impone el seguimiento de
normas de convivencia cuyo cumplimiento mutuo redunda en un beneficio para cada uno. El estado
aparece así como garante necesario de la sociabilidad y sin él no puede concebirse la vida en común, la
que –por otra parte- sólo cumple una función cooperativa.
Vemos en Hobbes cómo un producto histórico, cual es el estado territorial independiente y el sistema
europeo de estados que se afirmó con la paz de Westfalia (1648) en perjuicio de la anterior hegemonía de
58 Barnes (1985), pág. 87. Bloor (1976, 1991, pág. 62) se refiere al mismo sistema de creencias como
iluminismo. 59 Barnes (1985), pág. 87.
60 Bloor (1976, 1991), págs. 62-64.
61 Popper (1945), pág. 278.
62 Ibid. Toda la obra es una contraposición entre lo que llama tribalismo y humanitarismo.
63 Las doctrinas medievales presentaban un contrato entre el soberano y su pueblo que imponía deberes
mutuos y limitaba el poder de aquel. A partir de Hobbes el contrato se concibe entre individuos, siendo el
estado su consecuencia y no una de las partes firmantes.
la Iglesia, recibe una legitimación racional mediante una argumentación cuyo punto de partida no es la
historia de su producción sino un atomismo individualista que se concibe como indubitable64.
Para esta concepción las normas son restricciones a la libertad individual pre-social en aras de la
convivencia y en consecuencia siempre requieren un respaldo sancionatorio. De allí que la producción de
normas respaldadas por la fuerza y el uso de ésta se expropien a los grupos sociales y se monopolicen por
un ente superior, el estado, que asegura la vida social mediante una ordenación coherente65. A partir de
este marco conceptual la teoría politica moderna centra sus debates en el alcance de estas normas, o sea
los límites entre el poder público y la libertad individual (lo que da lugar a la opción
democracia/autoritarismo), y en su origen, con el objeto de determinar quienes tienen capacidad para
influir en la voluntad estatal (de allí la opción democracia/autocracia o aristocracia). Ambas cuestiones,
que sólo adquieren sentido en el marco del estado moderno, aparecen presentadas como transhistóricas y
universales cuando éste es concebido como necesario. Expresamente Popper desarrolla su teoría política
dentro de estos carriles66.
Por otra parte, cuando el estado se presenta como un producto de la razón humana universal tiene que
servir como parámetro para juzgar el grado de civilización de todos los modos históricos de vinculación
social según se aproximen o distancien de él. En las propias sociedades occidentales las formas de
organización política extra-estatales fueron consideradas corporativas (un descalificativo sinónimo de
medievales) y los agrupamientos humanos no estatales de los pueblos de América, Asia y Africa se
encasillaron como primitivos. Toda sociedad67 que no partiera de distinguir entre lo comunitario y lo
individual en los términos y del modo en que lo hizo la civilización occidental pecaba de irracional o,
como dice Popper, de tribalismo, lo que implica la asignación de importancia suprema a la tribu, sin la
cual el individuo no significa nada en absoluto¨68.
No es de sorprender entonces la reacción de Popper frente a la filosofía kuhniana69. Declarar que en la
ciencia moderna el conocimiento se producía mediante una forma de organización social más cercana a la
tribu que al estado moderno lleva a poner en tela de juicio la superioridad racional del modelo estatal.
Este cambio de concepción, que es consecuencia del abandono del punto de partida cartesiano de la
64 Hobbes se propone describir la naturaleza del estado tomando al individuo como su materia y artífice,
mediante el método de la demostración (Hobbes, 1651, Introducción, págs. 25-27). 65 Ibid., Cap. XXVI.
66 ¨Porqué preferimos vivir en un estado bien organizado y no prescindir del mismo, es decir vivir en la
anarquía? Esa es la forma racional de plantear el problema. (Popper, 1945, pág. 114). 67 El mismo término sociedad, utilizado para designar a todo agrupamiento humano, tiene su origen en
un contrato comercial de cooperación. 68 Popper (1945), pág. 24.
69 Dice Beltrán que la reacción de Popper no fue una muestra del racionalismo crítico que había
postulado, o quizá si lo fue (Beltrán, 1989, pág. 32). La ironía sugiere (a mi juicio acertadamente) la
intolerancia racionalista frente a quienes considera ¨irracionales¨.
racionalidad individual70, tiene consecuencias políticas, jurídicas y morales en prácticamente todos los
ámbitos en donde han emergido polémicas contemporáneas acerca de los stándares de decisión pública, la
descolonización, las cuestiones de género y la pluralidad cultural.
5. La política centrada en el estado.
El estado moderno constituye una unidad organizada de decisión y acción. Necesita por eso
procedimientos idóneos para reducir, clasificar, manipular y, en definitiva, someter a una voluntad
central, la confusión, diversidad y heterogeneidad de la vida cotidiana. Sólo una racionalidad concebida
como estándares metodológicos de decisión necesarios proveyó el procedimiento apto para que este
mecanismo institucional asegurara la aplicación coherente y uniforme de directivas generales a la infinita
multiplicidad de los fenómenos sociales.
Desde entonces la racionalidad en el ejercicio de la autoridad implica una burocracia caracterizada por
una división del trabajo fundada en la especialización funcional, una jerarquía bien definida de autoridad,
el reclutamiento, la selección y promoción en consideración a criterios técnicos y la adopción de
decisiones con base en normas generales e impersonales de comportamiento71. El principio de la
distinción entre normas y hechos funda la separación tajante entre la actividad creadora de normas
(política) y la tarea cotidiana de aplicarlas (derecho) pues la fidelidad de los funcionarios al sistema
ordenatorio del estado se mantiene negándose a la práctica social toda aptitud normativa: los grupos con
sus costumbres, sus valoraciones y su cultura no tienen capacidad para crear regulaciones de conducta
que el estado deba atender. El burócrata, de este modo, tiene que distinguir su moral individual (adquirida
en su educación e interacción sociales) de sus deberes como funcionario estatal y adquirir la capacidad
de anestesiar su corazón y de tomar decisiones, en su condición oficial, que nunca tomaría como
individuo¨72. A este desapego (que asegura la uniformidad y coherencia de la acción estatal) se lo llama
objetividad y se lo refuerza por medio de una estructura jerárquica en la cual los estamentos superiores de
la administración controlan e imponen la normativa general y abstracta a los funcionarios inferiores, más
influidos por la diversidad de las prácticas sociales que les toca atender73.
70 La ruptura epistemológica con la tradición cartesiana es destacada por Hoyningen-Huene (1989),
págs. 37 y 87. 71 Weber (1922), identifica las formas cotidiana del estado burocrático como ¨dominación legal-
racional (págs. 173 y 707 y siguientes). 72 Damaska (1986), pág. 19.
73 Ibid., pág 20: ¨Quienes deciden en el nivel inicial están más cerca de los desordenados detalles de la
vida, incluyendo los dramas humanos y, por consiguiente, pueden estár menos predispuestos a ser
inmunizados de los aspectos individuales de los casos. En cambio los funcionarios superiores enfrentan
realidades preempaquetadas por sus subordinados, los destinos individuales son menos visibles. ... La
ventaja de su insensibilidad a las circunstancias individuales es que ellos son libres para concentrarse en
corregir las inconsistencias de los niveles inferiores y promover amplios esquemas ordenados de toma de
decisiones (pág. 20).
Una evaluación contemporánea de las implicancias políticas de la polémica entre Popper y Kuhn tiene
que atender a este marco cultural determinado por el estado moderno. La revolución kuhniana, como la
llamó Solís, permite nuevos puntos de vista en la teoría política al aportar una idea de racionalidad
situada incompatible con la que legitimó la soberanía estatal. La afirmación de que la racionalidad no es
unidireccional ni única y que se compone de elementos heredados, como cualquier obra cultural,
cuestiona la construcción política moderna que a partir de la existencia del sujeto presocial como punto de
partida indubitable llega a la necesidad del estado burocrático.
No son nuevos los aspectos políticos que admiten una relectura bajo la óptica de la racionalidad kuhniana.
La diversidad cultural, las formas diferentes de pensar y experienciar el mundo, el problema de las
nacionalidades, las culturas y las tradiciones, son cuestiones conocidas desde antes del nacimiento de la
modernidad74. Lo que cambia es, en cierta medida, la valoración de estos fenómenos.
Si el estado se legitima racionalmente como imprescindible garante de la convivencia social, las
necesidades del funcionamiento de la maquinaria burocrática –aplicación coherente y uniforme de normas
abstractas y generales- adquirirán status de formas lógicamente necesarias y la diversidad real será
concebida como un obstáculo en la formación de aquella unidad política, un fenómeno patológico y
disolvente. El dilema democracia/autoritarismo emerge en este contexto signado por la omnipresencia del
estado moderno y soberano: cómo debe ser establecida y removida su cúpula decisoria y cuáles son sus
límites frente al ámbito particular. Donde las prácticas sociales no están estructuradas estatalmente la
distinción carece en gran parte de sentido75.
De allí que si se acepta el punto de partida del sujeto presocial y las normas como constricciones externas,
juzgar a las formaciones comunitarias (organizaciones descentralizadas y horizontales, ya sean tribus o
comunidades científicas kuhnianas) constituidas en base a relaciones informales de confianza y
conocimiento mutuos adquiridos históricamente, en los mismos términos objetivistas con que se mide el
comportamiento del estado jerárquicamente estructurado, conduce inevitablemente a considerar a
aquellas formas de organización como autoritarias, puesto que se las valora en un marco conceptual que
74 A diferencia de los románticos, que se centran en estos aspectos para descalificar a la razón
(moderna), ya que pretende suprimirlos, Kuhn permite una concepción de racionalidad comprensiva de la
diversidad de las prácticas humanas. En este sentido parece erróneo el calificativo de Kuhn como
romántico que le formula Bloor (1976,1991, pág. 62). 75 Hobsbawm (1994), relata cómo durante la segunda guerra mundial la mayor parte del mundo no se
hallaba conmovida por la lucha entre las democracias y el autoritarismo nazi (pág. 175. Este
reconocimiento de que la problemática occidental es una más entre diferentes realidades de igual rango no
le ha impedido que su libro, titulado como Historia del siglo XX , dedique menos del diez por ciento del
volumen a lo que acontecía en esa mayor parte del mundo).
les es ajeno, desde el cual se las ve como sociedades en donde la autoridad tiene un poder no controlado
por normas abstractas y generales76.
Este no es el diseño normativo expuesto por Kuhn para la práctica científica normal. En lugar de una
pirámide racional-deductiva de amplio alcance nos muestra una red de similitudes y analogías flexibles,
compartidas por pequeñas comunidades77 e interpretadas de modo diferente por sus miembros, lo que da
lugar a posturas distintas78 en donde la creatividad personal y el conocimiento tácito
79 juegan un rol
fundamental. Las reglas metodológicas popperianas, en cambio, pretenden para la actividad científica el
mismo mecanismo objetivo ideal que persigue el derecho moderno para asegurar el poder estatal80. De allí
que la analogía que hace Kuhn entre el common law y el derecho continental sea mucho más ilustrativa de
lo que, supongo, él mismo se haya propuesto81. La profundización de la comparación sugiere que los dos
modelos de racionalidad en disputa van paralelos con dos tipos de organización de la autoridad82.
6. Hechos y normas
Aquí conviene detenerse en otro punto de la polémica que tiene especial relevancia tanto la filosofía de la
ciencia como en la teoría política: las relaciones entre los hechos y las normas, entre el ser y el deber ser.
76 Torres Albero (1994), parte del interrogante hobbesiano o cuestión del orden social (pág. 28), al que
concibe como ¨un sistema de intercambio cooperativo de mercaderías (pág. 69) en donde el poder se
entiende ¨en el sentido de control y dependencia (pág. 98), todo lo cual lo lleva a calificar a las
comunidades kuhnianas como un ¨sistema autocrático (pág. 168) en el que subyace la idea de un
consenso unánime y de una determinada élite que lo gestiona, y la caracterización del cambio científico
dentro de los estrechos márgenes que el marco hegemónico ha previsto (pág. 176). 77 Kuhn (1970b). Las comunidades típicas pueden consistir en ¨un centenar de miembros, a veces
significativamente menos (pág. 253). 78 ...incluso en la ciencia normal el consenso no es total. Más bien hay significativas diferencias
epistémicas entre los miembros de una comunidad ocupada en la ciencia normal (Hoyningen-Huene,
1989, pág. 235). Kuhn (1970b) expresamente describe a la falta de unanimidad como lo que salva a la
profesión científica durante la ciencia normal, al distribuir los riesgos de las tomas de decisiones que
exigen las anomalías (pág. 248). 79 Kuhn (1969), pág. 292.
80 Torres Albero (1994) califica a las máximas popperianas en términos weberianos como ¨preceptos y
valores propios del código legal-racional (pág. 141). 81 Kuhn (1962), pág. 51. El common law (que no se traduce como derecho común, tal como aparece en
la versión castellana de La estructura de las revoluciones científicas) es una tradición decisoria en base a
casos y relaciones de similitud, que los países anglosajones conservan, junto con el sistema de jurados
legos, de una época anterior a su constitución como estados nacionales (posiblemente debido a que
Inglaterra no pasó por el período del estado absolutista). Tales características, que también eran
predominantes en la Europa continental durante la edad media, fueron desapareciendo primero con la
inquisición y posteriormente con los estados que redujeron los jueces a órganos de una maquinaria
administrativa jerarquizada y uniforme. Los rasgos de la argumentación basada en prácticas comunitarias,
que Kuhn observa en el common law, se oponen al razonamiento uniforme regido por reglas generales
que emergió de la centralización política en Europa continental. 82 Damaska (1986), Cap. I.
La filosofía moderna ha supuesto una tajante separación entre estos dos planos con la afirmación de que
de un hecho no puede derivarse una norma, o sea que del ser no puede extraerse o deducirse un deber ser.
Pretender realizar ese tipo de deducciones es caer en lo que Moore a principios del siglo XX llamó la
falacia naturalista83.
Popper sostiene explícitamente esta dualidad como una necesidad lógica84. Kuhn, por el contrario, funda
su filosofía en la descripción de las prácticas reales que han seguido las comunidades científicas en la
historia de la ciencia. Rechaza expresamente la supuesta falacia naturalista y alude a que ésta ¨ha pasado
a no ser más que un marbete, y ya no se le respeta en ninguna parte. Un buen número de filósofos
contemporáneos han descubierto importantes contextos en que lo normativo y lo descriptovo quedan
inextricablemente entrelazados. ´Es´ y ´debe ser´ están lejos de hallarse siempre tan separados como
parece¨85.
Esta afirmación le permite a Kuhn sostener que una teoría acerca de la naturaleza de la ciencia tiene
¨consecuencias para el modo en que deben proceder los científicos si quieren que su empresa triunfe¨86.
Comentando estas consecuencias normativas de las prácticas reales, dice Beltrán que ¨si el análisis lógico
de los productos científicos o la metodología popperiana consisten en esforzarse por elaborar unas
reglas metodológicas que nadie usa, para una ciencia que nadie hace, podemos preguntarnos qué sentido
tiene todo esto¨87.
¿Cómo se relaciona esta cuestión con las teorías políticas, morales y jurídicas?
La concepción tradicional de racionalidad que se funda en un sujeto pre-social y en una estructura
deductiva lógica-matemática abstracta a la que aquel accede desprendiéndose de sus propias
circunstancias históricas, atribuye a la razón la tarea de establecer parámetros externos a la sociedad
mediante los cuales pueda juzgarse la validez de toda práctica social. Este también es el papel que debe
asumir el estado para cumplir con la función posibilitante de la vida social que le confiere el
racionalismo, puesto que una concepción de la racionalidad es una concepción del ejercicio racional del
poder. Si aquella se prefigura independiente de su contexto histórico y social conduce a un tipo ideal de
estado que ejerce su poder prescindiendo de la normatividad espontánea de la vida social.
83 Rabossi (1996).
84 Popper (1945), addenda, pág. 681.
85 Kuhn (1969) pág. 316. Es posible que aluda al segundo Wittgenstein y a Searle, quien dedicó el
capítulo final de Actos de habla a objetar la tradicional distinción (Searle, 1969, pág. 178). 86 Kuhn (1969), pág. 316. 87 Beltrán (1989), pág. 33.
Esta forma de dominación estatal, que se ejerce en nombre de una legitimidad neutral vinculada a
principios universales de la razón, tiene su expresión en la vida cotidiana con la afirmación de que la ley
se cumple y se aplica aún en contra de los usos de los grupos involucrados, puesto que la resistencia o el
incumplimiento generalizado son hechos y de los hechos –siguiendo la falacia naturalista- los
funcionarios de estado no pueden extraer consecuencias normativas88.
Se infiere así una concepción de la actividad política centrada en el estado y limitada al gobierno o
ejercicio del poder estatal. Tal es la idea popperiana de una política racional: así como ¨en la mayoría de
los casos podemos determinar con gran seguridad cuál de entre dos teorías es la mejor¨89, del mismo
modo en política ¨el método gradual o parcial... permite la repetición de los experimentos y el reajuste
permanente de los elementos utilizados. (...) Esto... representaría la introducción efectiva del método
científico en la política, puesto que el secreto del método científico reside en la buena disposición para
aprender de los errores cometidos¨90 .
De allí que la concepción racionalista, que afirma como principio la separación entre hechos y normas,
concluya deslegitimando toda práctica política no estatal orientada a establecer una normatividad
autónoma de los grupos sociales al margen y aún en contra de la estructura de dominación burocrática.
7. Liberalismo y comunitarismo
La polémica entre liberales y comunitaristas, instalada en la filosofía política occidental desde hace
aproximadamente veinte años guarda notables similitudes con la que nos ocupa. Inaugurada con la obra
de John Rawls, Una teoría de la justicia, de 1971, se desarrollaron las respuestas sobre todo en la década
de 1980. La propuesta de Rawls era un nuevo modelo de la antigua doctrina del contrato social,
actualizada con elementos de teoría de la decisión en un supuesto de desconocimiento, por parte de los
contratantes, de sus propias circunstancias sociales (clase, edad, sexo, raza, etc.). El modelo daría como
resultado los principios organizativos de una sociedad, que serían compartidos por cualquier persona
racional en similares condiciones del velo de ignorancia. Esta revitalización de la teoría kantiana conduce
a una justicia procedimental basada en que los resultados del diálogo desinteresado entre personas
racionales arrojaría principios básicos válidos universalmente. Las culturas y sociedades reales pueden así
evaluarse sobre la base de mayor o menor distanciamiento a este esquema básico de principios racionales.
88 Hobbes (1651), Cap. XXVI, Tomo I págs. 270-271.
89 Popper (1945), pág. 209.
90 Ibid., pág. 162.
La preocupación por encontrar similares criterios de racionalidad política también anima los escritos de
Habermas, Ackerman y Apel, entre otros91, todos autores que comparten con Popper el presupuesto de
que el estado moderno es el marco necesario para el ejercicio de la racionalidad y que ésta consiste en
algún esquema de reglas abstractas de validez universal.
Los filósofos llamados comunitaristas92 rechazan una intuición fundamental de aquellos autores al
enfrentarse a la diversidad de culturas: ¨que el punto de partida del desarrollo de la moralidad es el
mismo en todos los casos. Es como si los hombres y las mujeres en todos los sitios comenzaran por
alguna idea común o algún principio o conjunto de principios sobre los que van construyendo de manera
diferente¨93. Walzer, MacIntyre, Sandel y Rorty, entre otros, proponen sustituir esta idea sosteniendo que
las afirmaciones morales encuentran su justificación sólo en una red concreta de prácticas sociales. En
una frase que Kuhn podría suscribir, MacIntyre en su indagación sobre la justicia propone recuperar ¨una
concepción de la racionalidad como incorporada en una tradición, una concepción según la cual los
propios parámetros de justificación racional emergen y son parte... de la misma tradición¨94.
El fantasma de Hegel¨95 aparece detrás de esta polémica y la deuda es reconocida casi de modo
concordante96. Es que en Hegel, como en Kuhn y en los comunitaristas, la dimensión colectiva no es
solamente independiente, sino que es institutiva con respecto a la dimensión individual: es sobre el
fundamento de la dimensión colectiva que adquieren realización y verdad los aspectos y las
determinaciones conceptuales que conciernen a la vida exterior e interior del individuo¨97.
8. Colonización e imperialismo.
La polémica tiene efectos directos sobre la valoración de la política internacional de los estados
modernos. Después de la segunda guerra mundial las sociedades occidentales comenzaron a descubrir que
la tierra estaba poblada por dos mil millones de habitantes, es decir, quinientos millones de hombres y
mil quinientos millones de indígenas¨98 y que para estos últimos modernidad y colonialismo iban de la
mano. ¨Las sociedades no occidentales del pasado eran justamente escépticas respecto de los
conquistadores occidentales que les explicaban que la invasión se debía a su obediencia a órdenes
91 En Nino (1984) cap. III se encuentra un resumen de los elementos comunes a todas estas posturas.
92 Nino (1984) cap. IV.
93 Walzer (1994), pág. 37.
94 MacIntyre (1988), pág. 7.
95 Nino (1984), pág. 129.
96 Rorty (1997), pág. 112. Las concordancias entre Kuhn y Hegel son resaltadas por Hoyningen-Huene
(1989) pág. 67 (nota 12), pág. 222 (nota 139) y pág. 238 (nota 89). Popper en (1945) dedica
especialmente los capítulos. 11 y 12 a criticar en Hegel los rasgos que más tarde encuentra en Kuhn. 97 Bovero (1979), pág. 168.
98 Sartre (1961), pág. 7.
divinas. Más recientemente han sido igualmente escépticos ante los occidentales que sugerían que debían
adoptar las formas de occidente para lograr ser más racionales. (Esta sugerencia ha sido abreviada por
Ian Hacking como ´Mi racional, tu Jane´)¨99. La expansión europea posterior a la constitución de los
estados modernos, muchas veces acompañada de políticas de exterminio100, fue justificada en sus inicios
mediante la teoría de la guerra justa, en donde los criterios para esa calificación eran establecidos por el
sistema europeo de valores101, y posteriormente, durante el predominio ideológico racionalista, mediante
la distinción entre humanidad civilizada e incivilizada. El test de civilización estaba dado por los estilos
europeos de gobierno y modo de vida102.
De una manera concordante con su asunción de la tradición racionalista moderna, los escritos políticos de
Popper contienen, en este tema, una postura francamente etnocéntrica legitimadora de las políticas
imperiales. La adscripción de la racionalidad a occidente103, la afirmación de la existencia de un lenguaje
universal racional104, la reivindicación de los imperios
105 y la expansión comercial
106, la atribución de
irracionalidad a las sociedades no organizadas en estado ( tribales¨)107, la necesidad de ¨exportar¨ las
instituciones europeas108 y la descalificación de los movimientos independentistas
109, se unen a la práctica
ausencia de toda referencia al sistema colonial que en la época de esos escritos abarcaba a la mayor parte
del mundo110. Aunque la circunstancialidad de estas obras, claramente escritas como contribución al
99 Rorty (1997), pág. 123.
100 Esta humanidad india habrá conocido en el siglo XVI, bajo la dominación española, al momento
del reinado de Carlos V y Federico II, la catástrofe demográfica más espantosa jamás registrada en la
historia de la humanidad. Las cifras presentadas por los demógrafos de Berkeley para México central,
por ejemplo, revelan una formidable caída de la población indígena en el siglo XVI. Se piensa que
mientras los aborígenes mexicanos llegaban a 25 millones en 1519, al arribo de Cortés, eran todavía 17
millones en 1532,...quedaban sólo 2,65 millones en 1568, y al fin del reinado, en 1595, se contaban sólo
1.375.000 personas... (Baudot, 1981, pág. 90). No muy diferentes resultados arrojó la presencia europea
en Africa. 101 Anaya (1996), pág. 12.
102 Ibid.pág. 20.
103 Popper (1945), pág. 15.
104 Ibid., pág. 405.
105 Ibid., pág. 180 (¨el imperialismo universalista de la democracia ateniense¨) y pág. 396 (¨el
racionalismo prosperó en las que habían sido provincias romanas¨). 106 Ibid., pág. 173 (¨el peor peligro para la sociedad cerrada: el comercio con una nueva y pujante clase
de los mercaderes y navegantes¨). 107 Ibid., págs. 170-172.
108 Popper (1944,1957), pág. 73.
109 Popper (1945), pág. 245 (¨una de esas reacciones tribales típicas contra la expansión de un imperio
supernacional¨). En la pág. 263 descalifica como gritos histéricos a clásicas consignas anticolonialistas
como ¨¡Queremos nuestra historia! ¡Queremos nuestro destino! ¡Queremos nuestra lucha!
adicionándoles una de su propia invención, ¨¡Queremos nuestras cadenas! , que exibe una idea muy
particular de las culturas no occidentales. 110 Ibid., pág. 362: ¨si bien la miseria infligida a los indígenas mediante la colonización constituye uno
de los capítulos más sombríos de la historia de la civilización, no puede afirmarse que dicha miseria se
haya acrecentado con posterioridad a Marx. Muy por el contrario, las condiciones de vida han mejorado
considerablemente (el subrayado me pertenece y lo he agregado para indicar que reduce el problema a
esfuerzo bélico de los aliados111, puede disculpar algunos excesos verbales, la similitud entre estas
formulaciones y las posteriores críticas a las teorías kuhnianas y post-kuhnianas muestran en Popper la
existencia de una coherencia de pensamiento, abarcativa de la política y la filosofía de la ciencia.
En contraposición, una de las tesis centrales de Kuhn, que Hoyningen-Huene denomina la pluralidad de
mundos fenoménicos¨112, excluye la pretensión de que los parámetros valorativos y conceptuales de uno
de estos mundos sean directamente aplicables a los otros. Al referirse a las concepciones que sostienen un
único sistema racional de categorías lingüísticas, los filósofos , dice, ¨asumen que las teorías pueden ser
comparadas mediante el recurso a un vocabulario básico que consiste enteramente en palabras que se
encuentran ligadas a la naturaleza de un modo no problemático y, en una extensión necesaria,
independiente de la teoría¨113. En cambio ¨encontrar y difundir un vocabulario que permita la
descripción y comprensión de otros períodos u otras culturas es una parte esencial del trabajo de la
historia y la antropología. A los antropólogos que rehúsan este desafío se les llama ´etnocentristas´; a
los historiadores que lo rehúsan se les llama whig (...)...se necesitan lenguajes distintos para describir
épocas y culturas distintas¨114. Los lenguajes, afirma, ¨cortan el mundo en modos diferentes, y nosotros
no tenemos acceso a neutrales medios sub-lingüísticos de información¨115. Similar punto de partida le
permite a Feyerabend sostener la necesidad de ¨reconocer que modos de vida que parecían extraños y
poco científicos podrían tener un mérito intrínseco¨116.
Sin embargo Kuhn no deduce allí un relativismo absoluto entre mundos impenetrables. Por el contrario,
dada la existencia de áreas de experiencia que pueden ser comunes, personas de culturas diferentes
pueden comunicarse ¨si tienen la suficiente voluntad, paciencia y tolerancia , características que, sin
embargo, ¨no han de tomarse como dadas 117. O para decirlo en palabras de Rorty, ¨deshacerse de la
retórica racionalista podría permitir a occidente acercarse a lo no occidental siendo alguien con una
historia instructiva que contar, antes que como alguien que presume de hacer un mejor uso de una
capacidad humana universal¨118.
una cuestión económica). Cabe suponer que la colonización del Africa subsahariana (posterior a la
Conferencia de Berlín de 1884) se encontraría entre los hechos que habrían mejorado considerablemente
la vida de los nativos. 111 Bloor (1976, 1991), pág. 73.
112 Hoyningen-Huene (1989), pág. 36.
113 Kuhn (1970b), pág. 266.
114 Kuhn (1983), pág. 148. La crítica es al historiador que ¨organiza su esquema de la historia desde el
punto de vista de su propia época (Butterfield, 1931, pág. 13). 115 Kuhn (1970b), pág. 268.
116 Feyerabend (1991), pág. 108.
117 Ibid., pág. 277. Kuhn se refiere a quienes participan de diferentes lenguajes científicos pero la idea
permite una mayor generalidad. Debe mencionarse que el estilo de polémica adoptado por Kuhn en sus
debates con Popper y Lakatos permite afirmar que ha sido fiel a sus propias recomendaciones. 118 Rorty (1997), pág. 124.
9. Multiculturalidad.
Consideraciones similares se aplican al tratamiento de uno de los temas más importantes de la teoría
política contemporánea: la convivencia en sociedades multiculturales. ¨Según estimaciones recientes, los
184 Estados independientes del mundo contienen más de 600 gurpos de lenguas vivas y 5.000 grupos
étnicos. Son bien escasos los países cuyos ciudadanos comparten el mismo lenguaje o pertenecen al
mismo grupo étnico-nacional. Esta diversidad plantea una serie de cuestiones importantes y
potencialmente divisivas. Así, minorías y mayorías se enfrentan cada vez más respecto de temas como los
derechos lingüísticos, la autonomía regional, la representación política, el currículum educativo, las
reivindicaciones territoriales, la política de inmigración y naturalización, e incluso acerca de símbolos
nacionales, como la elección del himno nacional y las festividades oficiales¨119. A estas cuestiones
podemos agregar las que atraviesan diferentes culturas y surgen de los grupos sociales que comparten
experiencias diferentes a las que en cada una de esas culturas dieron origen a pautas hegemónicas. Son
ejemplo las mujeres, los gays, las lesbianas y los discapacitados120.
No es difícil advertir las dificultades insalvables que emergen de abordar estas problemáticas mediante las
herramientas conceptuales del racionalismo. No son diferentes a las que afrontan los criterios políticos
tradicionales del estado soberano y consisten ambos en la inadecuación de los sistemas de reglas
abstractas para proporcionar criterios de decisión válidos en la generalidad de los casos. Las historias, los
reclamos y los obstáculos, por decir lo mínimo, son distintos entre los grupos y las épocas, de modo que
las soluciones alcanzadas son provisionales, sujetas a negociación mas o menos permanente siempre que
primen la voluntad, paciencia y tolerancia para llegar a acuerdos pacíficos.
Algunos de los aspectos de la racionalidad amplia, propuesta por Kuhn121, parecen más adecuados a la
comprensión de esta realidad política. La asignación de valor intrínseco a las tradiciones colectivas122 y la
posibilidad de que cada una mantenga una racionalidad inherente123, la constitución de las comunidades
en base a relaciones de similitud originadas en experiencias compartidas124, la práctica y experiencias
comunes como posesión comunitaria125, la prioridad del conocimiento práctico común sobre las reglas
126,
119 Kymlicka (1995), pág. 14.
120 Sólo razones de brevedad y cierta similitud me permiten agrupar en un solo capítulo problemáticas
tan diversas. 121 Kuhn (1971), no sólo rechaza los cargos de irracionalidad sino que pretende ¨cambiar la noción
vigente de lo que es la racionalidad (pág. 85). 122 Kuhn (1962), pág. 71, en donde se resaltan las ventajas de la adquisición de un paradigma.
123 ¨cada paradigma satisface más o menos los criterios que dicta para sí mismo (Kuhn, 1962, pág.
174). 124 Kuhn (1969), pág. 287.
125 Ibid., pág. 319.
126 Kuhn (1962), pág. 80.
la habitual inexistencia de reglas y experiencia neutrales a los grupos en disputa127 y el recurso a la
argumentación persuasiva128, entre otras características, le confieren a su visión sobre la práctica
científica aptitud para legitimar racionalmente (de acuerdo a los cánones occidentales) una política capaz
de incorporar la diversidad como un contenido enriquecedor de la vida social.
10. Conclusiones.
Popper fue uno de esos filósofos universales, estudioso tanto de la física contemporánea, la lógica y la
filosofía de la ciencia, como de la teoría política, la historia occidental y el pensamiento clásico griego,
campos que unió en un sistema de ideas profundo y coherente. Fue, quizás, el último de los grandes
pensadores racionalistas.
Kuhn, en cambio, fue un físico que dedicó su vida académica al estudio de la historia y filosofía de la
ciencia natural. No hay en su obra desvíos de estos campos que autoricen a atribuirle como opiniones
propias las que aquí se presentan como consecuencias políticas de su pensamiento.
Si no obstante en este trabajo se presentan tales derivaciones, es porque tuvo el mérito de apoyarse en los
ejemplos históricos para brindar una imagen de la ciencia que impedía que se legitimaran en ella la
racionalidad y el estado modernos. ¨Muchos de quienes han encontrado un placer en él , reconoció acerca
de su libro más leído, lo han encontrado no tanto porque ilumine la ciencia cuanto porque han
considerado sus principales tesis aplicbles también a muchos otros campos¨129. Aunque esta expansión le
sorprendiera e intrigara, sus tesis contribuyeron sobremanera a poner en crisis los grandes relatos130
unificadores y totalizadores de la modernidad. El marco político que aquí se deduce es uno de entre los
posibles que permite esta fragmentación.
127 Ibid., pág. 233.
128 Ibid., pág. 245.
129 Kuhn (1969), págs. 316-317.
130 Lyotard (1979), pág. 42.
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