un espacio para pensar - vicente girardi callafa
Post on 14-Apr-2017
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Antes de comenzar debo aclarar que hasta el
momento las artes, en general, han sido parte de mi vida
desde un plano informal, dado que mis áreas de
formación académicas han resuelto una secundaria
reservada a la química y la termodinámica, mientras que
mis estudios universitarios (aún en curso) han fluctuado
entre la geografía y el medioambiente. Por consecuente
mi labor artística ha estado siempre reservada a un
contexto de crecimiento e interés personal. No obstante,
lejos de haberse presentado como un obstáculo, este
hecho ha conformado en mí un modo particular dentro
del mundo de la imaginación y la expresión visual, así
como en las lecturas de la realidad. Si bien la reflexión
sobre mi obra ha sido constante, es ahora cuando puedo
dar cuenta de muchos de los aspectos que la engloban y
resolver su conceptualización desde diversas aristas.
Aun así, aquí abordaré el sentido más evidente y directo
para su comprensión: el análisis del espacio y su
influencia en mi producción.
Introducción
Muchas veces y en diferentes contextos se me ha preguntado por el contenido de mis obras
plásticas o de alguna de estas en particular, sin duda una contestación ligera no conforma un discurso
apropiado para responder tales cuestiones. Tal vez quién pregunta reclame una simple oración que
resuelva el dilema que le embarga ante alguna que otra imagen, pintura, collage u objeto de mi
autoría; sin embargo, y para su descontento, mi capacidad de síntesis aún no ha podido dar con una
frase tan “condensada” que acorte el camino del entendimiento tanto como para sentirme conforme y
conformar al oyente en apenas dos minutos. En vistas a tales cuestiones me propongo a lo largo de
los siguientes renglones dar cuenta (al menos en parte) del marco que recubre a mi producción y que
a fin de cuentas le otorga sentido.
Un espacio para pensar
¨El espacio está en el centro de las preocupaciones de los más variados profesionales. Para
algunos, es objeto de conocimiento. Para otros, simple medio de trabajo. Hay desde quienes lo ven
como un producto histórico, hasta quienes lo ven como un proceso histórico. Podríamos decir que el
espacio es el más interdisciplinar de los objetos concretos¨ (Santos, 1996a, 1).
Sin estar exento al conflicto fundamental sobre qué es el espacio en sí y cómo se lo piensa
optaré, a los fines de este texto, por reservar mi postura a la mera vanidad de reconocerlo como un
término que deambula por el discurso de las más vastas profesiones, y que abordado desde el
análisis de mis obras puede ser entendido como un medio para mi trabajo. Como dije anteriormente
el estudio del espacio y la visión que tengo de éste como soporte fundamental de la vida conforman
mi “musa inspiradora”.
Un espacio para pensar
¨El espacio está en el centro de las preocupaciones de los más variados profesionales. Para
algunos, es objeto de conocimiento. Para otros, simple medio de trabajo. Hay desde quienes lo ven
como un producto histórico, hasta quienes lo ven como un proceso histórico. Podríamos decir que el
espacio es el más interdisciplinar de los objetos concretos¨ (Santos, 1996a, 1).
Sin estar exento al conflicto fundamental sobre qué es el espacio en sí y cómo se lo piensa
optaré, a los fines de este texto, por reservar mi postura a la mera vanidad de reconocerlo como un
término que deambula por el discurso de las más vastas profesiones, y que abordado desde el
análisis de mis obras puede ser entendido como un medio para mi trabajo. Como dije anteriormente
el estudio del espacio y la visión que tengo de éste como soporte fundamental de la vida conforman
mi “musa inspiradora”.
Es sabido, desde hace tiempo, que la geografía podría caer en conocimientos parciales si
estudia el espacio desde perspectivas acotadas que hacen énfasis en la estructura o en el lugar, en
la faz del paisaje o en aquello que logramos percibir de forma inmediata. Es así que, definitivamente,
al hablar de espacio debemos abordar las relaciones de todo lo que en él se desarrolla, tanto lo que
se encuentra impreso y accesible a simple vista como lo que subyace en su historia, es decir
implícito en procesos y relaciones. A cuentas de esto, considerando la complejidad acusante de las
sociedades y sus emplazamientos urbanos, y en concordancia con Gutiérrez Puebla, “la
organización del espacio es cada vez más la de un espacio en red, un espacio surcado por multitud
de flujos que se canalizan a través de las redes de trasporte y telecomunicación” (69). Esta
propuesta simple y conocida, pero densa a los fines prácticos de su análisis, es la que resume una
de las características fundamentales de mi estética: la conexión. El hecho de encontrar en mis obras
un sinfín de formas, puntos y líneas, en particular, conforma en su conjunto un mero intento de volver
visible aquellos aspectos espaciales que escapan a la simple mirada. Señaló Santos que las redes
de flujos de información “se superponen a los flujos de materia, y constituyen la nueva matriz de la
organización territorial, comandada por telas de araña invisibles pero determinantes de lo que hay de
más importante en la vida económica, social y política” (1996b, 25).
Es posible que a medida que el
mundo se complejiza en relaciones y
procesos sea cada más difícil saber cuál o
cuáles son los espacios que habitamos. No
es simplemente el paisaje el que cuenta
como nuestro espacio sino ya todas las
vinculaciones de nuestra vida “cibernética”.
A ciencia cierta, podríamos decir que el
espacio “real” o concreto está envuelto en
una “batalla” con el espacio virtual. La
cotidianeidad está sumamente ligada a los
flujos informacionales y los espacios físicos
dependen y se transforman con estos en
una relación dialéctica. Tal condición me
lleva a reflexionar que una persona, una
ciudad, un pueblo, etc. se encuentran
ubicados de formas relativas en cuanto a
cercanía o lejanía respecto a otros sitios y
personas. Hoy por hoy para referirnos al
espacio que habitamos debemos recurrir
no sólo a coordenadas geográficas y
distancias medibles, sino que también
tenemos que considerar cuales son los
medios físicos (transportes) y virtuales
(telecomunicaciones) que se vinculan con
nuestra vida diaria. De esta manera
podremos ser más precisos acerca de
nuestra ubicación es así que “las nuevas
tecnologías de los transportes y las
telecomunicaciones configuran el espacio
de un modo nuevo. El espacio se contrae
de acuerdo con un principio de geometría
variable. Es cada vez más un espacio-red
en el cual la noción de localización
absoluta pierde vigencia mientras se
refuerza la importancia de la conexión de
las redes.” (Gutiérrez Puebla, 65).
La ciencia y concretamente la tecnología nos
han dispuesto en un momento donde es posible
habitar al unísono diversas construcciones
espaciales. El estar cerca o lejos depende de tener
los medios materiales y las capacidades intelectuales
para hacer uso de las diferentes vías hacia la
conectividad. Lo anterior es también clave en mi
obra. El uso de medios virtuales para la producción y
la difusión son parte fundamental de mi labor
artística. Incluso la idea de una sociedad cada vez
más ligada a la vida virtual es vasta fuente de
inspiración para mis creaciones. Cabe mencionar
también que nuevas modalidades de vida crean
nuevos discursos en el habla cotidiana, de los cuales
muchas veces me valgo para la búsqueda de
palabras que sirvan como títulos: cyborg, android,
virus, stress, hardware, software. Mañana nos
levantaremos y encenderemos un ordenador cada
vez más veloz y portátil.
Cualquier información es inmediata, el espacio
es cada vez más denso y complejo en sus flujos y
materialidades. Aquí estamos nosotros viviéndolo
desde nuestras casas y oficinas, mirando el todo de
frente a las pantallas. ¿Alguien podría entonces
indicarme donde empieza y termina Internet? Somos
el nosotros tangible y “analógico” pero también
somos esa representación virtual que vive en las
redes sociales impulsivo e inconsciente. Hoy por hoy:
¿Cuál de los dos “Yo” se encuentra más presente?
Internet es el Dios de nuestros días.
Siguiendo con mi obra y el espacio, debemos admitir que a pesar de que, los procesos a los que
hago referencia son propios del mundo en todos sus emplazamientos y no encuentran límites
geográficos, sí son más propios o acusantes en las áreas urbanas. Más aun mientras más
“grande” se supone una ciudad más se hacen presentes las características que describí
anteriormente. Las grandes metrópolis funcionan como nodos globales de los cuales parten y se
unen infinitas redes como ha señalado Dollfus “el crecimiento urbano es el triunfo de la
concentración. Lleva implícito el desarrollo de nexos infraestructurales: internos, para permitir el
funcionamiento de la ciudad; y externos, para favorecer las relaciones con el entorno próximo y
otras ciudades”(21).
Mi obra repara en estos espacios. La ciudad es, desde
mi perspectiva, la manifestación tangible de la
globalización, en ella se dibuja y reforma
constantemente la historia de la humanidad misma. El
espacio urbano se complejiza en materialidad y flujos a
la par de la conciencia colectiva, es el ejemplo de la
evolución de las ideas. Transitamos entre redes y
estructuras, símbolos e informaciones. Somos
individuos y ciudad al mismo tiempo. La ciudad “nos
tiene”. Es por demás evidente en mi obra la influencia
del ambiente urbano y todo lo que a éste concierne:
arquitectura, diversidad étnica, densidad demográfica,
infraestructura, industria, barrios, dualidad y contraste,
entre otros. Es a raíz de ello que lejos de los
naturalistas y los paisajes soñados de viejas épocas, la
dimensión que aborda mi obra repara en el desorden,
la saturación, la conexión, la ilegibilidad y el agobio. La
densificación propia del espacio y aquel tan nombrado
“stress urbano” conforman en mí una nueva fuente de
armonía.
Siguiendo con mi obra y el espacio, debemos admitir que a pesar de que, los procesos a los
que hago referencia son propios del mundo en todos sus emplazamientos y no encuentran límites
geográficos, sí son más propios o acusantes en las áreas urbanas. Más aun mientras más
“grande” se supone una ciudad más se hacen presentes las características que describí
anteriormente. Las grandes metrópolis funcionan como nodos globales de los cuales parten y se
unen infinitas redes como ha señalado Dollfus “el crecimiento urbano es el triunfo de la
concentración. Lleva implícito el desarrollo de nexos infraestructurales: internos, para permitir el
funcionamiento de la ciudad; y externos, para favorecer las relaciones con el entorno próximo y
otras ciudades”(21).
Mi obra repara en estos espacios. La ciudad es,
desde mi perspectiva, la manifestación tangible de la
globalización, en ella se dibuja y reforma
constantemente la historia de la humanidad misma. El
espacio urbano se complejiza en materialidad y flujos a
la par de la conciencia colectiva, es el ejemplo de la
evolución de las ideas. Transitamos entre redes y
estructuras, símbolos e informaciones. Somos
individuos y ciudad al mismo tiempo. La ciudad “nos
tiene”. Es por demás evidente en mi obra la influencia
del ambiente urbano y todo lo que a éste concierne:
arquitectura, diversidad étnica, densidad demográfica,
infraestructura, industria, barrios, dualidad y contraste,
entre otros. Es a raíz de ello que lejos de los
naturalistas y los paisajes soñados de viejas épocas, la
dimensión que aborda mi obra repara en el desorden,
la saturación, la conexión, la ilegibilidad y el agobio. La
densificación propia del espacio y aquel tan nombrado
“stress urbano” conforman en mí una nueva fuente de
armonía.
Hacia el año ´96, Benko mencionaba a la
globalización como una “aceleración planetaria
de la circulación de flujos de intercambios,
tecnologías, culturas, informaciones y
mensajes” (41) definición, sencilla pero
práctica, de la cual me valgo para argumentar
sobre algunas obras que he venido
produciendo y que hacen uso de la
descontextualización como eje conceptual.
Como dije anteriormente “lo global” no
reconoce límites geográficos por lo cual
muchas veces nos encontramos con objetos,
personas, culturas, labores, procesos, etc.
fuera del ambiente que les es propio. Por
ejemplo podemos estar en un pequeño pueblo
de la estepa patagónica y toparnos con una
tienda china donde a su vez aparecen adornos
y “amuletos devocionales” adaptados a las
creencias occidentales o incluso a santos
locales. Más sencillo aun, en cualquier feria
popular de reventa y usados puedes ver una
verdadera manifestación de intercambios entre
lo global y lo local. Esas formas en las que la
globalización va haciendo presencia de
maneras casi absurdas son las que también
promueven mi pensamiento sobre la
espacialidad. Incluso, y aquí subyace algo
importante, mis obras intentan asemejarse a
dichos productos.
Son llamativas, detallistas, coloridas, modernas, delicadas, son trampas al fin. En un tono
más irónico podría decir que estoy seduciéndolos con juguetes chinos y espejos brillantes en
una gran sala de fantasía plástica y papeles. Así, y refiriéndome a esta descontextualización, yo
también he montado una gran tienda de recuerdos, en donde los estantes ya casi se caen de
pesados. Donde yo cómo mi propio esclavo desmenuzo pensamientos.
Son estas creaciones mi respuesta a la globalidad. Vale aclarar aquí que no he tomado posición
crítica de la producción desenfrenada, más bien me he valido de ella como mi estrategia. Mis
ideas son las que se manifiestan físicamente y se perfilan como nuevos productos a
disponibilidad de quienes los consideren necesarios. Mis obras hablan de la realidad de una
manera sutil abordando la abstracción para suavizar el contenido y haciendo uso de la figuración
para no perder el sentido por completo. Son claro ejemplo del hacinamiento de formas, sumado
a una paleta siempre sobreexpuesta y excesiva. Se remplazan unas a otras al igual que los
productos industriales. Se actualizan casi diariamente en publicaciones digitales como los
últimos avances tecnológicos. Explotan al productor y al usuario, el primero obligado a la
necesidad y la adrenalina de exhibir, el segundo inocentemente acostumbrado a mantenerse
actualizado sobre otro de tantos desenfrenos humanos. Por ello si hay una palabra que resuma
la forma en que mi mente vivencia la realidad y la forma en que mis obras aparecen antes los
demás ha de ser: Saturación.
Ahora bien, hasta aquí en grandes rasgos he dado pie al análisis de mi labor artística desde
el perfil geográfico que enunciaba al principio. Sin embargo antes de finalizar quisiera retomar la
multiplicidad en el uso del término “espacio” esta vez desde una vista mucho más mundana y
subjetiva. Entre tantas acepciones del espacio hay una digna de admiración. El espacio mental,
ese sitio único tan propio que es incomparable ante el todo y la nada… ¿Quién no ha oído decir
que “cada persona es un mundo”?. Esas humildes palabras encierran una verdad inmensa.
¿Cuánto espacio existe en la mente? Pareciera que todo cabe en ella, estas mismas palabras
están ahí dentro vagando entre todo lo conocido. La historia de todos está allí latente y
comprimida. Las acciones diarias, los sentimientos, los miedos, el día, la noche, la vida y la
muerte, todo convive y transcurre allí, ocupando un espacio que jamás acaba. El cerebro es el
espacio más personal que poseemos, es la fuente de la diversidad humana, y esa diversidad es a
su vez la mayor riqueza de nuestra especie. En ese espacio es donde soy el “Yo” de todos los
“Yo”, soy allí el pigmento esencial de mi existencia. La versión más legítima de mi ser. Mi verdad
oculta, mi pasado y mi destino. Desde ese espacio doy origen a mi obra y a su vez por el análisis y
el conflicto con ese espacio es que mi existencia ha incursionado el “afuera”.
Ahora bien, hasta aquí en grandes rasgos he dado pie al análisis de mi labor artística desde el
perfil geográfico que enunciaba al principio. Sin embargo antes de finalizar quisiera retomar la
multiplicidad en el uso del término “espacio” esta vez desde una vista mucho más mundana y
subjetiva. Entre tantas acepciones del espacio hay una digna de admiración. El espacio mental, ese
sitio único tan propio que es incomparable ante el todo y la nada… ¿Quién no ha oído decir que
“cada persona es un mundo”?. Esas humildes palabras encierran una verdad inmensa. ¿Cuánto
espacio existe en la mente? Pareciera que todo cabe en ella, estas mismas palabras están ahí
dentro vagando entre todo lo conocido. La historia de todos está allí latente y comprimida. Las
acciones diarias, los sentimientos, los miedos, el día, la noche, la vida y la muerte, todo convive y
transcurre allí, ocupando un espacio que jamás acaba. El cerebro es el espacio más personal que
poseemos, es la fuente de la diversidad humana, y esa diversidad es a su vez la mayor riqueza de
nuestra especie. En ese espacio es donde soy el “Yo” de todos los “Yo”, soy allí el pigmento
esencial de mi existencia. La versión más legítima de mi ser. Mi verdad oculta, mi pasado y mi
destino. Desde ese espacio doy origen a mi obra y a su vez por el análisis y el conflicto con ese
espacio es que mi existencia ha incursionado el “afuera”.
Para ir finalizando podemos sostener que el espacio como “el producto de las interacciones y
complejidades, los entrecruzamientos y las desconexiones, de las relaciones, desde lo cósmico
e inimaginable, hasta lo más íntimo y diminuto” (Massey,119) es transversal a la existencia de
todo lo vivo y lo no vivo, de la historia y el tiempo, es en definitiva inacabable. Lo debemos ver
como un concepto abierto que debe ser repensado de mil formas distintas superponiendo sus
significaciones y elaborando nuevas nociones sobre tal:
Como los cabos sueltos el espacio siempre tiene algo de caótico (algo no prescripto aún por
el sistema). Es un “caos” que surge de esas yuxtaposiciones circunstanciales, de las
separaciones accidentales, del carácter tantas veces paradójico de las configuraciones
geográficas en las que, precisamente, una cantidad de trayectorias distintas se entrelazan y a
veces interactúan. En otras palabras el espacio es por naturaleza una zona de “disrupciones”.
Quizá la conclusión más sorprendente de todas, dadas las conceptualizaciones hegemónicas,
es que el espacio no es una superficie. (Massey,120)
En este sentido es que la complejidad se hace presente en el estudio espacial y que estas
nociones propias del “pensamiento moderno” de la geografía habilitan puertas no sólo acotadas
a su ámbito científico sino en todos los campos del conocimiento, como el arte en este caso.
Para finalizar y parafraseando a Doren Massey diré que a pesar de esta complejidad acusante
del espacio no debemos ir de un extremo a su opuesto, pues ambos son igualmente sesgados,
es decir, no debemos pasar de la visión simple e individualista a una claustrofobia holística. No
debemos llegar al punto de cerrar el sistema “espacio”, muy por el contrario debemos estar
siempre ampliando el concepto y entendiéndolo como un sistema abierto, con perspectivas
futuras y cambiantes.
En última instancia mis obras fluctúan entre un extremo y otro, a veces se visten de aire y
grandes superficies vacías, otras se cierran hasta que no cabe un punto en su composición.
Al fin en mis palabras los hombres con el espacio somos como el agua en el agua,
transcurrimos en él muchas veces sin poder mantener conciencia de ello.
Vicente Girardi Callafa nació en Comodoro
Rivadavia, Patagonia Argentina, en 1989.
Actualmente tiene 24 años. Se recibió de
Técnico en industria de procesos y es
estudiante de Licenciatura en geografía,
ambiente y territorio; sin embargo se perfila
como artista visual y músico.
Las capacidades desarrolladas por el autor
atienden a un crecimiento individual producto
de la necesidad personal de expresión. En
todos los casos las técnicas, estéticas y
contenidos aplicados a las obras responden a
conocimientos logrados por medio de la
experimentación. Por lo anterior se despliega
una variedad de obras que resultan en
fotografías, video art, dibujo, collage, textos,
diseño digital y música.
En sus obras todo se ensambla entre
puntos y líneas, formas figurativas y abstractas
en completo hacinamiento sobre una paleta
sobreexpuesta. Uno puede “desmembrar” el
contenido pasando de un engranaje a otro,
experimentando lo maquinal y desnaturalizado,
la artificialidad de las conciencias de nuestros
días.
A lo largo de los últimos 7 años ha
concretado un discurso particular que identifica
sus obras y otorga carácter a sus
exposiciones. Ha llevado a cabo 5 muestras
individuales en territorio patagónico,
participado en más de 50 de carácter colectivo
a lo largo del país y ha sido publicado en 14
revistas a escala local, nacional e
internacional. Recibió menciones por parte del
municipio de su ciudad natal y fue premiado
por parte del Fondo Nacional de las Artes en
2011.
Actualmente continúa sus estudios y
carrera artística en la provincia de Córdoba,
Argentina. Su obra ha ido fluctuando
recientemente en contenido pasando de
conceptos geográficos a subjetividades más
extensas dando lugar a lo onírico como eje
temático. De igual manera el autor desarrolla
la expresión textual continua por medio de
ensayos, poesía y textos apuntando a la
crítica en temas sociales, políticos y religiosos.
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