tiempo de silencio
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Felipe ManchenoTiempo de silencio: El narrador…
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PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL ECUADOR
Facultad de Comunicación, Lingüística y Literatura
Escuela de Literatura
2013-12-13
Tiempo de silencio: El focalizador como espejo cóncavo en dos campos semánticos
De acuerdo con Manuel Pulido Azpíroz, la aparición de Tiempo de silencio en la España
de 1962 implica una ruptura inicial dentro de la tendencia novelística de posguerra.
(2008: pp.34-35). Tras las innovaciones formales que se habían desarrollado a
principios de siglo en el arte de Occidente, la narrativa española había permanecido
apegada al “realismo social” (Suárez Granda, 2010: p.345), en la medida que ciertas
variaciones eran visibles1, pero el tratamiento en general del texto todavía reflejaba un
retrato convencional de la sociedad. Con la aparición de Tiempo de silencio de Luis
Martín-Santos, este reflejo empieza a distorsionarse -desde su estructura profunda- y a
incorporar juegos simbólicos que se anclan a otro tipo de convencionalismo: la cultura y
el léxico de algunas minorías intelectuales. La voz narrativa, que se desplaza de un
enunciador a otro2 sin una división definida3, es el eje que articula todos estos cambios;
funciona como un espejo cóncavo que trastoca la imagen del contexto social en el que
se halla inserta, convirtiendo y refractando a los actantes de la novela fundamentalmente
hacia dos campos semánticos: lo clásico y lo médico.
Las referencias a la cultura grecolatina son recurrentes. Pedro, como focalizador,
observa al resto de los personajes y parece encontrar dentro de ellos la esencia de varias
figuras míticas. El protagonista sigue un proceso similar al de los arquetipos de Jung y
define el referente a través de un rasgo de su comportamiento o desde la proyección de
un deseo (Martín-Santos, 2001: p.32):
1 Por ejemplo, Nada de Carmen Laforet o La colmena de Camilo José Cela.2 Resulta difícil hablar de una sola voz que narra. Tiempo de silencio es una novela polifónica no solo en el sentido de que expone las voces de diferentes personajes transcribiendo sus idiolectos, sino también en que presenta variantes estilísticas dentro de la conciencia de un mismo enunciador.3 Esta novela no tiene una división en capítulos. La narración está planteada como un flujo del que emergen distintos fragmentos.
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Desde este silencio los sobreentendidos de las tres mujeres se volvían más claramente perceptibles para Pedro, como si las tres parcas hablaran musitando lo que el hilo de su vida significaba. Y así, mientras la mecedora tras una pausa reanudaba su columpiar, Pedro oía: La primera generación: «Adelante». La segunda generación: «Lo que es por mí...». La tercera generación: «Me gustas».
A través de Pedro, la voz narrativa focaliza la realidad ‘objetiva’ y la deforma
con la presencia simbólica de elementos que no le corresponden pero que, de alguna
manera, representan una metáfora de la psicología de sus habitantes4. Así, un sábado de
fiesta puede convertirse, con la narración, en un estallido de ritualidad y erotismo: la
noche, como tiempo que favorece el ocultamiento, se invierte e instaura un ambiente
cargado de hervor; el espacio para la tertulia se desarma como lo que es realmente, un
lugar donde el yo se exacerba hasta la obscenidad (Svačinová, 2011: pp.42-43). La
noche de sábado, en la que pasean Martín y Pedro, se primitiviza con la fuerza del
inconsciente colectivo hasta adquirir una religiosidad pagana, como deja ver la siguiente
imagen (Martín-Santos, 2001: p.50):
Ha atravesado la fugaz ciudad nocturna tan apesadumbrada de iglesias cerradas y tabernas abiertas, de luces eléctricas oscilantes y de esos coches que se lanzan a toda velocidad en estas horas, por la confluencia de las grandes vías como conducidos por suicidas lúcidos, […] autos plateados de marcas caras cerrados para que no se vea la máscara de la brutalidad ebria de los grandes
Por otra parte estaría la incorporación de terminología médica en contextos
narrativos asociados a otro tipo de lenguaje. Hay que tomar en consideración que, al
menos en un plano general, la elección léxica de Luis Martín-Santos es compleja5. Aun
así, a pesar de no tener un acceso absoluto a los significados de este campo semántico,
sí es posible tener una apreciación lateral de su uso en conjunto. Jitka Svačinová con un
análisis centrado en la corporalidad (objetivo inmediato de estos tecnicismos) y sus
significaciones al pasar por un proceso de metaforización, similar al del arquetipo pero
revertido.
4 Pulido Azpíroz nota que, según la lectura de algunos críticos, Tiempo de silencio se plantea hacer un psicoanálisis de la sociedad española de ese entonces (2008: p.46). En vista de que Luis Martín-Santos ejercía como psiquiatra y esta novela contiene una rica referencialidad en cuanto a asuntos médicos, es una hipótesis claramente válida.5 José Luis Suárez Granda, al intentar elaborar un glosario que sirva de apéndice a la novela, reúne un aproximado de seiscientos términos y expresiones que requieren aclaración. Entre estos encuentra: argot de diferentes zonas de España, transcripciones fonéticas de extranjerismos, términos técnicos de la medicina, referencias oscuras a lugares madrileños, entre otros.
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Así como los comportamientos le permiten al focalizador develar rasgos
psicológicos de los personajes, el cuerpo se convierte en caricatura de una psicología
colectiva. R.W. Fiddian incluso sugiere una suerte de somatización de los males
políticos en las enfermedades y desgracias que sufren los funcionarios que ayudan a
mantenerlos (1986: p.224); y ocurre de igual modo con otros personajes cuya
interioridad es esencialmente corrupta. Una rápida revisión a la familia del Muecas, por
ejemplo, nos deja ver que cuando la focalización cae sobre Flora las connotaciones son
neutrales, mientras que en el caso de su padre violador se construye un retrato más
crudo y grotesco.
Esto se debe a que la subjetividad de la narración apunta a crear un mundo
simbólico. Lo que observamos en las páginas de Tiempo de silencio es básicamente una
denuncia social, pero cuya mecánica críptica y ficcional permite desequilibrar la
recepción del texto. Lo médico y lo clásico, vistos como indicios que nos conducen a
una psicología implícita, muestran el reflejo esperpéntico de una España de silencio en
la que ampliaciones y reducciones deformantes no dejan de mostrar los rasgos básicos
de un cuerpo enfermo.
Bibliografía
Fiddian, R.W. (1986). “Reflexiones sobre algunos de los personajes de "<<Tiempo de
silencio>>” en AIH. Actas IX. Recuperado el 12 de diciembre de 2013 en: http://bit.ly/IIREsa
Martín-Santos, L. (2001) Tiempo de silencio [versión digital]. Recuperado el 01 de diciembre de
2013 en: http://bit.ly/1gu7UMg
Pulido Azpíroz, M. (2008). “Innovación y técnicas narrativas en Tiempo de silencio” [versión
digital] en Hipertexto, Nº8. Recuperado el 08 de diciembre de 2013 en: http://bit.ly/1j1E0Rt
Suárez Granda, J. L. (2010) Glosario de Tiempo de Silencio de Luis Martín-Santos. Recuperado
el 08 de diciembre de 2013 en: http://bit.ly/1crjznY
Svačinová, J. (2011). La metáfora médica de Luis Martín-Santos: Tiempo de silencio. [versión
digital] Recuperado el 11 de diciembre de 2013 en: http://bit.ly/1b1aHEG
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