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Tema 6.- LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN (1788-1833)
1.- El miedo a la Revolución
1.1.- Políticas de aislamiento
Los ilustrados españoles no eran partidarios de la Revolución Francesa sino de una política de
reformas que desarrollaran el país y mejoraran las condiciones de vida de sus habitantes,
dentro de los márgenes del Antiguo Régimen.
Si a Carlos IV no le hubiera tocado en suerte un reinado tan complicado, su gestión habría sido
muy parecida a la de su padre. Carlos IV encajaba perfectamente con el modelo de hombre
ilustrado. Muy aficionado a la música, compró una colección magnífica de stradivarius. Dadas
sus inquietudes científicas y filantrópicas, organizó la expedición de Malespina (1788-94) con el
objetivo de conocer los recursos naturales y las distintas culturas en su recorrido por América y
el Pacífico; y la de Balmis (1803-1814) cuyo objetivo fue que la vacuna de la viruela alcanzase
todos los rincones del Imperio español, ya que la alta mortandad del virus estaba ocasionando
la muerte de miles de niños. Fiel a la pragmática de Carlos III que convertía el trabajo manual
en una actividad digna que no era infamante, Carlos IV fue un experto en marquetería y un
gran relojero. Napoleón se burlaba de él cuando le contaba a su hermano José que el monarca
español siempre llevaba encima ocho relojes a los que iba reparando.
Con el propósito de evitar el contagio revolucionario, Carlos IV cortó relaciones con Francia. El
conde de Floridablanca aplicó una serie de medidas para evitar el contagio. La Inquisición
amedrentó a los ilustrados, fueron perseguidas las publicaciones francesas, se prohibió a los
jóvenes estudiar en universidades extranjeras e incluso la enseñanza del francés. Por último,
fueron prohibidas todas las Reales Sociedades de Amigos del País compuestas de miembros de
la Ilustración.
El conde de Floridablanca es incapaz de evitar la entrada en España de la propaganda
revolucionaria. Finalmente fue destituido por Carlos IV quien encomendó el gobierno al conde
de Aranda. Su objetivo era contener el empuje revolucionario en Francia y salvar la vida de Luis
XVI.
Todo resultó inútil: en agosto de 1792 Luis XVI es derrocado bajo la acusación de alta traición
cuando se descubre que está negociando la invasión del país por parte de Austria (conviene
recordar que su esposa María Antonieta era hija de los emperadores austríacos) Los franceses
eligieron una nueva asamblea legislativa (la Convención) que proclamó la República. La
Revolución estaba ahora en las manos del líder jacobino, Robespierre, que inaugura una nueva
forma de hacer política: el terror. En este contexto, Luis XVI y cuarenta mil franceses más
fueron guillotinados.
1.2.- El primer mandato de Godoy, “El Secretario” (1792-1797)
1.2.1.- Relaciones internacionales
Carlos IV va a tener que enfrentarse a un contexto internacional muy complicado: Francia e
Inglaterra son dos reinos que tienen intereses encontrados con los de la monarquía española.
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Francia puede contagiar el virus revolucionario y desintegrar la monarquía del despotismo
ilustrado y la sociedad estamental. Inglaterra, por su parte, es la secular enemiga de España y
aspira a comerciar directamente con la América española sin la intermediación de la
metrópoli.
En 1792, Manuel Godoy llega a ser primer secretario de despacho (primer ministro) por el
favor de la reina María Luisa de Parma y del propio Carlos IV.
Godoy es el típico ilustrado que se mueve en un plano contradictorio: temeroso de que la
Revolución francesa acabe con el Antiguo Régimen pero por otro, alentador de las reformas
educativas y económicas.
A raíz de la ejecución de Luis XVI (enero de 1793), España le declara la guerra a la Francia de
Robespierre. Nos referimos a la “Guerra de la Convención” (1793-95). La pésima preparación
técnica del ejército se tradujo en derrotas. Los revolucionarios franceses ocuparon buena parte
de Cataluña, Navarra, Guipúzcoa y Álava. Godoy firmó la Paz de Basilea (1795) España
recupera los territorios perdidos a cambio de entregarle a Francia Santo Domingo y concede
algunas ventajas comerciales.
Desde la caída de Robespierre (28 de julio del 94) la Revolución ya no está en manos del ala
izquierda jacobina, sino de los republicanos más moderados. Nos referimos al Directorio. En
1796, Godoy firmará con el Directorio el Tratado de San Ildefonso que reedita los Pactos de
Familia del siglo XVIII entre los Borbones españoles y los franceses. Y lo hace porque se percata
de que Inglaterra es el enemigo más peligroso porque coloca en grave riesgo la integridad del
Imperio español americano. En efecto, tiene un amplio dominio sobre los mares y desea
acceder sin trabas a los mercados americanos.
En 1797, la marina española fue diezmada en la batalla del Cabo de San Vicente: las rutas
comerciales con América quedaban desprotegidas y a merced de la armada inglesa. Esta
derrota también provocó el apartamiento de Godoy, aunque el principal responsable de lo
sucedido fue el propio Carlos IV. En 1801, sin embargo, Godoy regresó al poder, en parte
porque seguía conservando el favor del rey y, en parte, porque no había otro candidato mejor.
1.2.2.- La gestión económica
Los problemas económicos más acuciantes son básicamente dos:
La subida del precio de los alimentos y de las propiedades agrícolas debido a la escasa
oferta de tierra (bienes de manos muertas para el caso de la Iglesia y mayorazgos para
el de la nobleza que no podían ser vendidos) al crecimiento de la población y a una
serie de sucesivas malas cosechas.
El déficit del Estado que obligó a emitir deuda pública a unos intereses cada vez más
elevados. Conviene no olvidar que ya Carlos III había recurrido a la deuda pública para
financiar las infraestructuras u las manufacturas reales. Ahora, su hijo vuelve a las
andadas para financiar también la Guerra de la Convención.
Las medidas aplicadas para resolver el problema de las finanzas públicas se basaron en la
primera venta de propiedades de la Iglesia junto con propiedades comunales de los
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ayuntamientos en beneficio del Estado. A pesar de que se enajenó una sexta parte de las
propiedades de la Iglesia, fue inevitable que el Estado entrara en bancarrota (1804) por no
disponer de suficiente dinero para atender los pagos de la deuda.
La desamortización de bienes de la Iglesia y de los municipios será el arma de los liberales del
siglo XIX para financiar deuda pública y las guerras civiles (carlistas) que se sucedieron durante
esa centuria.
Los compradores de los bienes desamortizados no serán los campesinos, sino los que
dispongan de dinero suficiente para comprarlos: los comerciantes y los terratenientes.
2.- La alianza con la Francia napoleónica.
2.1.- Manuel Godoy, el Generalísimo (1801-1808)
Ahora con el cargo de Generalísimo, Godoy opta por una alianza con Napoleón. La razón no es
que conviniera a los intereses de España, sino que servía a los de la dinastía borbónica. Carlos
IV buscó el apoyo de Napoleón como hombre fuerte de la Revolución francesa desde 1799,
para que le entregara un reino en Etruria (antiguo Ducado de Toscana) a su hija, la duquesa de
Parma.
Espoleado por Napoleón, Godoy dirigió la Guerra de las Naranjas (1801) con el propósito de
que Portugal, aliada tradicional de Inglaterra, colaborara en el proyecto de cerrar todos los
puertos del continente europeo al comercio británico. En vista del bloqueo, la marina inglesa
llevó las mercancías a otros puertos, especialmente los de la América española. Un aspecto
positivo fue que España logró recuperar la ciudad de Olivenza (perdida cuando Portugal se
declaró independiente en 1668) y Godoy llegó al máximo de su popularidad por la firma de la
Paz de Amiens (1801) que consagraba la citada devolución territorial a España.
En 1805, España se vio obligada a participar en el bloqueo continental de Napoleón. Tanto la
armada francesa como la española estuvieron bajo el mando del almirante Villeneuve. La
armada conjunta fue derrotada en la batalla de Trafalgar (1805). Si indagamos en las causas de
la derrota tenemos que atender a las siguientes consideraciones.
La flota española no se modernizaba desde hacía cincuenta años.
Los marineros no eran expertos porque se había desencadenado una epidemia de
fiebre amarilla en Andalucía y la leva era reciente.
Los propios oficiales consideraron una torpeza que la flota hispano-francesa saliera de
Cádiz con rumbo a Nápoles aunque lo hubiera ordenado el Emperador, sabiendo que
estaba esperándola el almirante Nelson en Trafalgar.
A propósito del destino de los barcos de la Armada española, es común pensar que la inmensa
mayoría terminó hundida en Trafalgar. No fue así: En el año 1820 aproximadamente la mitad
de la flota ya se había podrido en el puerto de la Carraca y en el de Cádiz. Una pregunta
interesante: ¿Por qué?
Esas gigantescas naves eran tan caras que los ministros de Marina las mantenían casi
siempre amarradas a puerto por «pavor» a que se las capturara el enemigo, algo que
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supondría un desastre doble: el barco que se perdía pasaba a navegar bajo la bandera
del rival, como le ocurrió al 'San Ildefonso' tras ser apresado en el Peñón de Gibraltar.
No había marineros cualificados para mover la flota ni dinero para pagarles.
2.2.- La familia real en Francia: abdicaciones de Bayona.
Manuel Godoy ya se había percatado de que sus días en política estaban contados,
especialmente porque el príncipe Fernando conspiraba contra su padre y el eslabón más débil
era precisamente él. Sin embargo, no perdió la oportunidad de seguir manifestando su
servidumbre a Napoleón: firmó el Tratado de Fontainebleau (1807) por el que autorizaba el
acantonamiento de tropas francesas en España con el objetivo de una nueva campaña de
conquista y reparto de Portugal.
El príncipe Fernando intenta ese mismo año un golpe de Estado contra su padre para lo que
busca el apoyo de Napoleón. Únicamente la reina, María Luisa de Parma, alertada por algunos
criados, abortó la conjura. Con ocasión de esta intentona, el Consejo de Castilla le recomienda
a Carlos IV que ejecute a su hijo. Ahí no se quedan las peticiones: la propia reina aconseja a su
esposo que ejecute a esa “víbora”.
Cuando Godoy se da cuenta de que Napoleón tenía el propósito de invadir España y sugirió a
los reyes que se trasladaran a Sevilla para desde allí huir rumbo a América e iniciar la
resistencia contra el emperador. Cuando llegan a la localidad de Aranjuez, una turba durante la
noche del 17 al 18 de marzo invadió los jardines de palacio aclamando al príncipe Fernando.
Tras varias horas de permanecer oculto en un desván, Godoy estuvo a punto de quedarse
tuerto por las iras de la chusma.
Carlos IV, presa del pánico, abdicó en su hijo. Aparentemente el plan del príncipe Fernando
había tenido éxito pero Napoleón no reconoció como rey a Fernando VII y Carlos IV pronto se
arrepintió de su abdicación. Los convocó en la localidad de Bayona y les obligó por separado a
traspasarle el trono que a su vez entregaría a su hermano José.
Carlos IV le entrega la corona a Napoleón porque piensa que siempre será mejor que su hijo
Fernando. Cuando fue derrotado Napoleón, Fernando VII le prohibió a su padre volver a
España. Éste había vivido en Marsella hasta la caída de Napoleón en 1814. A partir de esa
fecha, sin patrimonio se acogió al favor del papa que le permitió vivir en un palacete cerca de
Roma para que acabase sus días (1819). Godoy, desde el exilio y la pobreza, permaneció leal a
los reyes.
3.- La Guerra de la Independencia (1808-1814)
3.1.- Guerra nacional y conflicto internacional.
Al principio, la reacción de los españoles ante la llegada de las tropas de Napoleón fue de
pasividad. Con carácter oficial, los franceses eran aliados en virtud del Tratado de
Fontainebleau (1807). Por supuesto, ni la corte, ni el ejército, ni la Iglesia católica pensaban
resistir al francés. La sublevación contra Napoleón será llevada a cabo por el pueblo madrileño
el 2 de mayo de 1808 cuando descubrió que los franceses se llevaban r de la capital de España
a los últimos miembros de la familia real. Semejante circunstancia provocó un tumulto frente
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al palacio que fue reprimida salvajemente por las tropas francesas. Los madrileños estaban
decididos a enfrentarse con los invasores. Los únicos militares que organizaron cierta
resistencia fueron Daoiz, Velarde, Ruiz y Goicoechea.
La actuación de las instituciones resultó deplorable:
La Junta de Gobierno dejada tras la marcha de Fernando VII a Bayona, nombró al
general francés Murat como su presidente y respaldó la represión desencadenada por
los invasores.
La oficialía del ejército español hizo otro tanto.
La Iglesia condenó el alzamiento popular e incluso algunos obispos como el de Guadix
excomulgaron a los que se enfrentaban a las tropas de Napoleón. La Iglesia cambió de
opinión cuando las tropas del general Dupont saquearon los templos de la ciudad de
Córdoba. De esta forma, el bajo clero convenció al pueblo de que la mejor forma de
ganar el cielo era defender la religión católica de la impiedad de los invasores
franceses, llegando al uso de las armas si era preciso.
Los levantamientos de mayo de 1808 degeneraron en una guerra (1808-14) que se generalizó
en todo el territorio español. Se inició una guerra nacional y popular, pero no revolucionaria.
Los españoles luchaban por Dios, la patria y el rey Fernando. No incluían en su corolario
ideológico la defensa del proyecto político liberal de las Cortes reunidas en Cádiz.
Los levantamientos populares también tuvieron repercusiones internacionales. Rusia y Prusia
comenzaron a preparar un ejército capaz de resistir el empuje napoleónico. El parlamento
inglés votó el envío de un ejército para combatir a los franceses en España y Portugal.
3.2.- El gobierno de José I (1808-1813)
José I no logró el apoyo al completo de la minoría ilustrada española. Se trataba de un rey
intruso que había ocupado la nación española por la fuerza con la intervención decisiva de su
hermano.
José I llegó con la Carta de Bayona, un estatuto o carga otorgada, cuyas características básicas
son las siguientes:
Contenía una formulación muy limitada de los derechos de los españoles. Por ejemplo,
sólo se permitía la religión católica. Sí es cierto que suprimía el tormento y las aduanas
interiores.
El rey no era un monarca constitucional ya que de él dependía el poder judicial, elegía
a los ministros que integraban el gobierno o ejecutivo y tenía toda la iniciativa
legislativa.
Las Cortes –que se estructuraban en tres estamentos (nobleza, alto clero y pueblo)- no
tenían poder legislativo y nunca llegaron a reunirse por prohibición expresa de
Napoleón.
José I también procuró impulsar la instrucción pública pero quedó en nada ante la realidad de
la guerra. Nunca tuvo el afecto del pueblo que lo vio como una marioneta a las órdenes de
Napoleón.
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Los afrancesados representaron la estrecha base social en la que se apoyó José I:
Funcionarios del Estado que prefirieron seguir fieles a quien ejercía el poder
(Los Bonaparte)
Eclesiásticos ilustrados que ante la fuerza del ejército invasor y la ineficacia de
las instituciones del Antiguo Régimen, optaron por el invasor.
Ilustrados, en general, que veían en José I la oportunidad de desarrollar la
nación española sin necesidad de derramar tanta sangre como la que corrió
durante la Revolución francesa.
Frente a estos ilustrados afrancesados, se encontraban los ilustrados patriotas que redactaron
y aprobaron la obra legislativa de las Cortes de Cádiz, de la que destaca la Constitución de
1812.
3.3.- Las juntas provinciales
Con el estallido de los levantamientos y las abdicaciones de Bayona, se produjo un gran vacío
de poder y la ruptura del territorio español.
Para hacer frente a esa doble crisis, los miembros de la sociedad más prestigiosos (aristócratas,
clero, militares, letrados liberales o no) establecieron un nuevo poder: las juntas provinciales,
que asumían su soberanía y legitimaban su autoridad en nombre del Rey ausente.
En septiembre de 1808, el viejo conde de Floridablanca fue nombrado presidente de la Junta
Central Suprema que recogió los poderes soberanos de las juntas provinciales y se erigió en
máximo órgano gubernativo.
3.4.- El devenir de la guerra
En una primera fase, los españoles protagonizaron una inesperada resistencia (Zaragoza y
Gerona) pero lo peor para los franceses fue la derrota del mariscal Dupont en Bailén (19 de
julio de 1808) ante las milicias dirigidas por el general Castaños. A lo que parece, las tropas
francesas avanzaron lentamente por la gran cantidad de objetos que habían saqueado en la
ciudad de Córdoba. Era la primera derrota de un ejército de Napoleón, por lo que el hecho
tuvo una gran repercusión en Europa. Las tropas francesas se replegaron hasta el Ebro hasta
que Napoleón decidió intervenir personalmente con sus mejores generales.
El ejército de mercenarios dirigido por el inglés Duque de Wellington obligó a los franceses a
abandonar Portugal (Tratado de Cintra)
Napoleón viene a España en noviembre de 1808 con un ejército mucho más eficaz. En pocas
semanas José I está de nuevo en Madrid y la Junta Central Suprema debe trasladarse desde
Madrid hasta Sevilla y de ahí a Cádiz.
3.5.- Las aportaciones de la guerrilla y del Duque de Wellington a la derrota de Napoleón en
España
Ambas aportaciones contribuyeron a la derrota final de Napoleón, pero ninguna de ellas fue
decisiva.
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El ejército del Duque de Wellington estaba compuesto de cincuenta mil efectivos, mercenarios
en su mayoría. Se desplazaban con excesiva lentitud por el terreno, pero el ejército francés
tampoco pudo hacerlo con total libertad. El éxito de Wellington se basó en el apoyo que recibió
de la guerrilla que inmovilizó sobre el terreno al ejército napoleónico. En cualquier caso, los
franceses eran más de doscientos mil y demostraron ser soldados más eficaces que los
ingleses.
La guerrilla cumplió cuatro funciones básicamente:
Impidió el control de la Península por parte del invasor francés.
Obstaculizó los correos y vías de abastecimiento enemigos.
Estimuló la resistencia europea contra Napoleón.
Mantuvo viva la esperanza en la victoria final.
El general Hugo, el padre de escritor Víctor Hugo consiguió acabar con la guerrilla en Andalucía
con una mezcla de pactos, actos de buena voluntad, prebendas y subvenciones pero no logró
acabar con la guerrilla de Juan Martín El Empecinado que fue una pesadilla. Éste fue uno de los
pocos guerrilleros que luchaba por la implantación de la Constitución de 1812. Tanto El
Empecinado como otro de los guerrilleros liberales, Francisco Espoz y Mina, copiaron el
modelo de lucha de guerrillas cuando participaron en la invasión de Francia en la Guerra contra
la Convención.
El factor que decide el fin de Napoleón en España es la derrota rusa de 1812. Seiscientos mil
franceses invaden Rusia, pero regresan quince mil. Napoleón no dispone de efectivos militares
para mantener el frente español. En 1812 el rey José sale de Madrid. Las derrotas del ejército
francés en Arapiles (Salamanca, 1812) y San Marcial (Irún, 1813) evidencian el final de
Napoleón. El frente europeo también es muy complicado tras la derrota de Leipzig (Alemania,
1813) El Emperador aguantará algunos meses más con el propósito de firmar un tratado de
paz con sus enemigos que sea respetuoso con las fronteras naturales, como finalmente
consiguió.
3.6.- Los costes de la guerra para España
Extraordinariamente elevado:
1. Murieron quinientas mil personas sobre una población de doce millones de
habitantes. La cifra es superior a la de la Guerra Civil Española de 1936.
2. Destrucción de la capacidad económica del país, no sólo a causa de los saqueos y las
depredaciones perpetradas por los franceses, sino también por las acciones de los
ingleses encaminadas a destruir la industria española, a la que percibían como
competidora. Un ejemplo palmario fue el del Duque de Wellington que voló la fábrica
de porcelanas de Madrid ya que Inglaterra no deseaba un competidor comercial
cuando finalizara el conflicto.
3. Un debilitamiento del imperio de ultramar que aprovechó Inglaterra en
Hispanoamérica.
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4.- El programa revolucionario de las Cortes de Cádiz
Mientras una gran parte de la sociedad española se enfrenta con las armas a los franceses, una
minoría de ilustrados pretendían implantar en España el programa liberal de la fase más
moderada de la Revolución francesa.
Desacreditada la Junta Central por las sucesivas derrotas militares, en enero de 1810 dio paso
a una regencia colectiva, una especie de gobierno provisional de carácter poco inclinado a un
programa reformista. Sin embargo, el ambiente en la ciudad de Cádiz era muy proclive al
liberalismo tanto por la presencia de una numerosa burguesía comercial vinculada a los
negocios con América, como de funcionarios ilustrados e intelectuales de otras ciudades
tomadas por los franceses. Cádiz ofrecía cierta seguridad por la protección de la marina
británica.
4.1.- Convocatoria y composición de las Cortes de Cádiz
El gobierno provisional se animó a convocar las Cortes Generales cuando llegó a Cádiz la
noticia del establecimiento de poderes locales en distintas ciudades americanas que podían
poner en peligro el Imperio español. Durante más de cien años los Borbones no las habían
convocado. Fueron inauguradas en septiembre de 1810, con el juramento por parte de los
diputados de defender la integridad de la nación española, y prolongaron su actividad hasta la
primavera de 1814.
Las tropas napoleónicas que controlaban las comunicaciones impidieron que pudieran asistir la
mayoría de los delegados de las provincias ocupadas. Es por ello que la alta nobleza y la
jerarquía de la Iglesia apenas estuvieron representadas en Cádiz. A esos delegados se les buscó
suplentes entre los gaditanos o entre los oriundos de cada provincia presentes en Cádiz, lo
mismo que a los representantes de la América hispana. El resultado fue que predominaban en
las Cortes las clases medias con formación intelectual, eclesiásticos, abogados, funcionarios,
militares, catedráticos y miembros de la burguesía industrial y comercial. Las Cortes
representaban a la nación de manera legítima, sin embargo no reproducían con exactitud las
inclinaciones políticas y sociales de la época. Con seguridad, había menos liberales en España
de los que estaban representados en las Cortes. Lo contrario ocurría con los absolutistas:
dentro de la Cámara eran inferiores en número, pero fuera no. Los hechos que van a acaecer
con el regreso de Fernando VII lo demostrarán.
4.2.- La obra legislativa. Los decretos de abolición del Antiguo Régimen
Libertad de expresión que suprimía la censura para los escritos políticos, pero no para
los religiosos. La libre expresión de las ideas era una pieza clave para la defensa frente
a los abusos del poder.
Abolición del régimen feudal centrado en dos cuestiones:
1) Abolición de los señoríos jurisdiccionales en virtud de los cuales, la nobleza y la
alta jerarquía eclesiástica podían impartir justicia e imponer multas a los
vecinos del señorío. A partir de ahora, todos los españoles están bajo la
autoridad de un Estado moderno y liberal. Los españoles dejan de ser súbditos
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para convertirse en ciudadanos con un catálogo de derechos reconocido en la
Constitución de 1812.
2) Derogación de los gremios para conseguir que la actividad empresarial
estuviera libre de cualquier atadura como las que imponían los gremios
(establecían qué, cuánto, a qué precio y de qué calidad tenían que ser los
productos artesanales; también concedían licencias para que pudieran
instalarse nuevos talleres artesanales) El resultado es que la producción
artesanal era escasa y cara, lo que perjudicaba directamente al consumidor.
Legislación religiosa que provocó la ruptura con la jerarquía católica.
1) Abolición de la Inquisición para garantizar la libertad de pensamiento y el
desarrollo de la ciencia.
2) Supresión de los conventos que contasen con menos de doce miembros y
secularización de los bienes de las órdenes religiosas.
Reforma administrativa y ordenación del territorio
1) Las Cortes eliminaron la organización administrativa anterior. A partir de
ahora, todo el territorio se divide en provincias para facilitar la centralización
política. El diputado Argüelles dijo para defender esta reforma administrativa
que “Formamos una sola nación y no un agregado de naciones”.
4.3.- La Constitución de 1812
4.3.1.- Un solo Estado, los mismos derechos. Art. 2. La Nación española es libre e
independiente, y no es ni puede ser patrimonio de ninguna familia ni persona.
Todos los españoles de ambos hemisferios tienen los mismos derechos con
independencia del municipio o de la provincia donde residan.
Para garantizar la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, la Constitución fijaba
una burocracia centralizada, una fiscalidad común, un ejército nacional y un mercado
libre de aduanas interiores.
4.3.2.- Estado constitucional y soberanía nacional
La Constitución proclama que la soberanía reside en la nación, en detrimento del rey.
Si no es “soberano”, la Constitución sustituye al modelo clásico del monarca
absolutista por otro constitucional.
Las Cortes serán unicamerales (organizadas en una sola cámara)
Sufragio universal masculino indirecto. Los españoles eligen a unos compromisarios
que son los que luego votarán a los diputados de las Cortes. Para ser diputado se exigía
que fuera propietario; los asalariados y los campesinos quedaban excluidos.
Las competencias de las Cortes son: elaborar las leyes, decidir sobre la sucesión a la
corona, aprobar los tratados internacionales y fijar los impuestos anuales. Las Cortes
se reúnen anualmente durante un período de sesiones fijado en el propio texto
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constitucional. Cuando no estén reunidas habrá una Diputación Permanente integrada
por siete diputados que velará por la observancia de la Constitución.
El monarca constitucional tiene unos poderes limitados: es el jefe del Estado, nombra
al gobierno o ejecutivo (aunque sus decisiones deben ser refrendadas por la firma del
ministro correspondiente) y es el máximo jefe del ejército. Destacar dos atribuciones
importantes: Puede presentar leyes en las Cortes para su aprobación (otra cuestión es
que haya una mayoría para aprobarlas) y posee un veto suspensivo de una ley
aprobada por las Cortes durante dos años.
La competencia de juzgar le corresponde a los tribunales de justicia.
Existen también en el texto constitucional claras concesiones al clero y a la nobleza.
Concesión al clero católico: Niega el principio de libertad religiosa. Los españoles
no pueden ser nada más que católicos y el Estado es confesionalmente también
católico. Sólo reconoce a la religión católica y la asume como propia.
Concesión a la nobleza y a la Iglesia católica: El nuevo Estado liberal reconoce sus
propiedades rústicas y urbanas.
4.3.3.- Catálogo de libertades individuales:
Derecho a la educación básica.
Libertad de expresión (de imprenta)
Inviolabilidad del domicilio.
Derecho a la propiedad privada.
Haciendo balance, toda la tarea legislativa de las Cortes de Cádiz no supuso la implantación de
un régimen liberal. Mientras los legisladores trataban de desmontar todo el entramado legal
del Antiguo Régimen, el pueblo español se batía contra las tropas napoleónicas por Dios, la
patria y el rey Fernando VII por este orden. Cuando Fernando VII promulgue su abolición, los
españoles no van a mover un dedo por la Constitución. No importa que fuera la tercera
constitución del mundo detrás de la de EE.UU. y de Francia porque el pueblo español era en su
mayoría absolutista y no estaba dispuesto a cambiarlo todo de golpe.
5.- La Restauración del absolutismo.
5.1.- El regreso de Fernando VII.
Mientras el pueblo español combatía por el regreso de Fernando VII, éste le pedía a Napoleón
que tratara a los españoles con guante de hierro porque no se merecían otra cosa. Realmente
había tenido razón Carlos IV cuando abdicó en Napoleón: incluso Napoleón podría ser mejor
rey de España que su propio hijo.
En 1813, Napoleón estaba acabado después de la retirada de Rusia y de la derrota en Alemania
(Leipzig, 1813) y negoció con Fernando VII la Paz de Valençay (diciembre de 1813) por la que el
monarca español se comprometía a mantenerse neutral en las guerras que se estaban
librando contra el emperador en el resto de Europa; y aseguraba el perdón para los
afrancesados. A cambio, Fernando VII recuperaba la libertad y los territorios españoles como
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Cataluña, que había sido incorporada en calidad de provincia francesa. Napoleón salía
prácticamente impune después de los crímenes cometidos contra los españoles.
Fernando VII no llega a Madrid directamente para jurar la Constitución como deseaba la
Regencia (compuesta por cinco parlamentarios de las Cortes de Cádiz) sino que desembarca en
Valencia, donde fue recibido por un grupo de diputados absolutistas que le pidieron en el
Manifiesto de los Persas que restaurara el absolutismo (12 de abril de 1814). Al día siguiente,
el general Elío puso a disposición del rey sus tropas para cumplir esa petición.
El 4 de mayo de 1814, Fernando VII declaró nula la labor legislativa de las Cortes de Cádiz ante
el respaldo entusiasta de la inmensa mayoría de los españoles. Pueblo tras pueblo, los
habitantes llevados por su entusiasmo, quitaban los caballos de la carroza regia para pasar a
tirar de ella. Para este perfil de español, el regreso de Fernando VII representaba el triunfo
sobre las fuerzas invasoras napoleónicas.
5.2.- El Sexenio Absolutista.
5.2.1.- España, un país secundario en Viena.
Después de la derrota de Napoleón, las potencias vencedoras se reunieron en el Congreso de
Viena (1815) con un doble objetivo:
1. Ampliar sus fronteras incorporando nuevos territorios, salvo Inglaterra que se
concentró en conseguir el dominio marítimo:
Rusia obtuvo, entre otros, el control de gran parte de Polonia y la anexión de Finlandia.
Austria penetró en las italianas Lombardía y el Véneto e intentó mantener la preeminencia centroeuropea frente a Prusia.
Prusia recibió Renania, Sarre y Sajonia.
2. La restauración de la monarquía absoluta y el regreso al Antiguo Régimen. Inglaterra también se desmarcó de este objetivo. Ya había hecho su revolución liberal en el siglo XVII.
Mientras ocurría esto en Viena, Fernando VII se mostró sorprendentemente desinteresado por los asuntos externos. Así, pese a haberse enfrentado con el emperador francés, España resultó marginada de los beneficios que recibieron las potencias vencedoras. España, destrozada por la Guerra de la Independencia, quedó relegada a un papel secundario en el concierto internacional.
5.2.2.-- Crisis económica y financiera
España era un país completamente devastado por la guerra. La política económica de Fernando VII no ofreció ninguna respuesta eficaz. Pueden diferenciarse dos cuestiones de interés:
En su momento, las Cortes de Cádiz habían elaborado el presupuesto nacional que hacía un repaso anticipado de los ingresos y gastos del Estado. Fernando VII
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adoptó esta medida sensata para evitar que los gastos superaran ampliamente a los ingresos.
Pero también las Cortes de Cádiz habían establecido muy claramente que todos los españoles estaban obligados a contribuir al sostenimiento del Estado con independencia del lugar en el que residieran o la posición social que ocupasen. Sin embargo, Fernando VII, apegado al mantenimiento de los privilegios estamentales, se negó a emprender cualquier reforma fiscal que incrementara los ingresos de un Estado que justamente se encontraba en quiebra. La nobleza y la Iglesia se libraban de pagar una contribución directa que terminaba recayendo sobre los campesinos y los burgueses de las ciudades.
5.2.3.- La labor represiva
La labor de gobierno se encontró en la represión de los enemigos de la restaurada monarquía absoluta.
Fernando VII se apoyó en la Inquisición para perseguir a los liberales aunque no le devolvió a la Iglesia las tierras desamortizadas durante el reinado de Carlos IV, que habían ido a parar a manos de latifundistas que apoyaban el régimen fernandino.
Aunque en el ejército había partidarios del Antiguo Régimen, destacaron los oficiales que profesaron la ideología liberal. Muchos habían sido héroes de la Guerra de la Independencia. Con el objetivo de hacer frente a la represión se integraron en asociaciones secretas como la masonería. Estas organizaciones ofrecían la cobertura suficiente para conspirar con cierta seguridad. Los militares liberales protagonizaron diversas intentonas de golpe militar o pronunciamiento que fueron duramente reprimidas.
Los liberales se entregaron a la masonería y prepararon golpes que fracasaron. La masonería
comienza a tener importancia y sobre todo cala la idea de que vulnerar el principio de
legalidad no está tan mal porque para empezar ya lo hizo el rey. Si el poder carecía de
legitimidad, cualquier movimiento revolucionario para desbancarlo era igualmente legítimo.
5.3.- El Trienio Constitucional o Liberal (1820-1823)
El 1 de enero de 1820, el teniente coronel Rafael Riego, destinado en las Cabezas de San Juan,
con un cuerpo de ejército que iba a ser embarcado para sofocar la sublevación de las colonias
americanas, proclamó la Constitución de Cádiz de 1812. Ante el temor de una reacción
revolucionaria, Fernando VII juró la Constitución y se convirtió en el primer monarca
constitucional del primer cuarto del siglo XIX.
5.3.1.- La obra del Trienio
Durante tres años, los liberales emprenden una serie de reformas:
Sistema fiscal que imponía contribuciones directas sobre los españoles en función de
su patrimonio.
Supresión de los señoríos aunque se le garantizó a la nobleza la propiedad privada de
sus antiguos dominios feudales.
Se confirmaron las leyes que garantizaban los derechos y libertades de los ciudadanos.
En cuanto a la Iglesia católica, los liberales aprobaron decisiones abiertamente lesivas:
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1.- Expulsión de los jesuitas
2.- Reducción del número de monasterios. Los bienes de los suprimidos fueron
vendidos en subasta para engrosar los ingresos del Estado.
3.- Reducción de la mitad del diezmo que pagaban los campesinos.
4.- Abolición del fuero eclesiástico, es decir, de las leyes particulares que permitían
que las personas de la Iglesia fueran juzgadas por tribuales eclesiásticos en lugar de
por tribunales ordinarios.
5.- Supresión de la Inquisición.
5.3.2.- La división del liberalismo español.
Los liberales adolecían de varias debilidades:
La corrupción política derivada del peso excesivo de las logias masónicas que terminan
convirtiéndose en clubes para el reparto de cargos públicos entre sus miembros.
El excesivo anticlericalismo que alimenta a una oposición antiliberal resultado de una
alianza campesina-clerical-absolutista.
Las propias disputas en el seno de las logias que contribuyen a dividir a los liberales en:
1.- “Doceañistas” o moderados: partidarios de la Constitución del Doce y de crear un
senado donde estuviera representada la nobleza e integrados en la logia de la Sociedad
del Anillo.
2.- “Veinteañistas” o exaltados: partidarios de reducir las atribuciones que la Constitución
del Doce concede al rey e integrados en la logia de la Confederación de Caballeros
Comuneros.
Los liberales doceañistas se quedaron solos:
Denostados por absolutistas y exaltados.
También se granjearon la enemistad de la Iglesia, amenazada de hecho con la
desamortización de su patrimonio.
Desde luego, Fernando VII esperaba su oportunidad para liquidar el Trienio Liberal.
Por último, la mayor parte de la población española, que vivía de la agricultura y
residía en zonas rurales, fue también perjudicada por el liberalismo. Básicamente,
estas dificultades provenían de la supresión de la propiedad amortizada o vinculada y
su sustitución por la propiedad privada, que permitió que las tierras cambiasen de
manos y pasaran a otros dueños que alteraron las tradicionales formas de
explotación. En efecto, los nuevos propietarios que le compraron al Estado las tierras
desamortizadas a la Iglesia, exigieron arrendamientos más elevados por períodos de
tiempo más cortos. La consecuencia fue que muchas familias campesinas, incapaces
de hacer frente a tales gastos, quedaron desalojados de las tierras que habían venido
cultivando sus antepasados durante varias generaciones.
La alianza de campesinos y absolutistas con la bendición de la Iglesia, sirvió para que se
organizaran grupos armados de realistas financiados por el propio Fernando VII. Especial
importancia tuvieron las sublevaciones de Vascongadas, Cataluña, Navarra y Valencia. El
rey, consciente de la debilidad del gobierno liberal moderado, consiguió que las potencias
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absolutistas reunidas en el Congreso de Verona, enviaran un ejército francés al mando del
Duque de Angulema para liquidar el gobierno liberal (Los Cien Mil Hijos de San Luis, 1822).
Curiosamente, las tropas francesas fueron aclamadas por donde pasaban porque los
españoles piensan que van a ser liberados de un gobierno liberal corrupto y con escasa
sensibilidad hacia el problema generado en el medio rural por las desamortizaciones.
5.3.3.- La Década Ominosa (1823-1833)
Durante este período, Fernando VII gobernó como monarca absoluto y desató una durísima
represión contra los liberales.
España se enfrentaba con dos problemas de enorme magnitud:
1.- La postración económica originada por la guerra de independencia sobre la que no
se hizo nada porque el Estado carecía de fondos para financiar las reformas, ni podía
pedir créditos en el exterior porque los banqueros europeos eran liberales y aún no
habían recuperado los préstamos que efectuaron al gobierno del Trienio Liberal.
2.- Los movimientos secesionistas de Hispanoamérica.
La política de Fernando VII fue la de mantener una postura “centrista” porque rechazaba a los
liberales, pero también se mantuvo a distancia de los realistas puros o ultras, encabezados por
su hermano Carlos María Isidro quien aspiraba a sucederlo porque el rey aún no tenía
descendencia.
En 1823, Fernando VII promulgó unas bases de gobierno que incluían:
1.- El fortalecimiento de la policía que vino a sustituir a la Inquisición como instrumento para
perseguir a sus enemigos.
2.- La creación de un nuevo ejército que excluyera a los golpistas tanto absolutistas como
liberales.
3.- La depuración de la administración, especialmente la enseñanza.
4.- Reforma de la Hacienda impulsada por el ministro López Ballesteros quien consigue
establecer los primeros presupuestos generales del Estado (que ya contemplaba la obra
legislativa de las Cortes de Cádiz) para gastar en función de los ingresos públicos.
5.- Fernando VII era absolutista y católico, pero suprimió la Inquisición, aunque algunos obispos constituyeron las Juntas de Fe que ejercieron una función inquisitorial y represiva. El maestro valenciano Cayetano Ripoll fue la última víctima legal del fanatismo religioso.
En el año 1824, Fernando VII proclamó una amnistía hacia los liberales más moderados que sentó muy mal a los absolutistas puros por excesivamente generosa y a los liberales porque no abarcaba también a los más radicales.
En el año 1826, los realistas puros o ultras con el apoyo de Carlos María Isidro iniciaron una rebelión que triunfó en las zonas rurales de Cataluña, aunque no pudieron conquistar ninguna ciudad. Fernando VII aplastó el movimiento y la burguesía barcelonesa le mostró su
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agradecimiento con un préstamo que el rey devolvió a través de medidas proteccionistas para proteger sus negocios de la competencia extranjera.
5.3.4.- La cuestión sucesoria
El problema sucesorio se produjo por la falta de herederos varones. En no escasa medida, el reinado de Fernando VII fue una búsqueda dramática de herederos. Así, en 1802, el monarca se casó con María Antonia de las Dos Sicilias, que era prima suya. La reina tuvo dos abortos , pero no tuvo descendencia antes de fallecer.
En 1816, casó Fernando VII en segundas nupcias con su sobrina Isabel de Braganza, Infanta de Portugal pero falleció a causa de una cesárea mal practicada, que ocasionó también la muerte a su única hija.
En 1819, el rey contrajo matrimonio con María Josefa de Sajonia, pero no tuvo descendencia.
El 9 de diciembre de 1829, se casó con María Cristina de las Dos Sicilias con la que finalmente tuvo una hija, Isabel, en 1830 y Luisa Fernanda, dos años más tarde. Antes de saber si iba a ser padre de y un niño o de una niña, el 3 de abril de 1830, fue publicada la Pragmática Sanción de Carlos IV de 1789. Ésta había sido aprobada en las Cortes y sólo estaba pendiente de su publicación en La Gaceta, trámite que acababa de cumplirse para resolver el problema sucesorio.
La Pragmática Sanción del año 1789 derogaba la Ley Sálica, una ley extranjera por la que se habían regido los monarcas de la casa de Borbón y que excluía a las mujeres de la sucesión regia. Por virtud de la Pragmática Sanción, se permitía a las niñas heredar la corona si no existía un hijo varón del rey. Fue un regreso al derecho castellano que permitió a Isabel La Católica ser reina cuando murió su hermano menor, Alfonso. De esta manera, la sucesión no pasaba a la línea masculina de otra familia.
Fernando VII promulgó esa ley porque consideraba a su hermano un peligro público. En efecto, si éste llegaba al poder, podría reproducirse en España el mismo proceso de desintegración que se estaba dando en América a causa del foralismo salvaje que tanto entusiasmaba a los absolutistas puros o ultras con el apoyo de la Iglesia católica.
Como era de prever, los partidarios de Don Carlos María Isidro, que llevaban años soñando con que éste llegara al trono, no aceptaron ese cambio legal.
En 1832 Fernando VII enferma gravemente y la reina intenta que Carlos María Isidro reconociera a Isabel como heredera, pero se negó y le respondió que la única alternativa era la guerra civil. Atemorizada la reina aceptó que su hija perdiera los derechos sucesorios. Entonces, el Ministro de Gracia y Justicia, Tadeo Calomarde, redactó el decreto para someterlo a la firma del rey enfermo.
Enterada la Infanta Carlota, hermana de la reina, recuperó el texto abofeteando al ministro, quien le respondió con la célebre frase:”manos blancas no ofenden”. El rey se recuperó y facultó a María Cristina para ejercer como soberana. A finales de 1832, promulgó una amnistía para los liberales con el fin de buscar en ellos apoyo frente a los realistas puros. En septiembre de 1833 fallece Fernando VII y su viuda heredaba en nombre de su hija Isabel la corona de España. Mientras, Carlos María Isidro estaba preparando desde Portugal una guerra civil.
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5.4.- La emancipación de las colonias americanas (1810-1824)
Una de las consecuencias del intento de Fernando VII por perpetuar el Antiguo Régimen fue el proceso de secesión de Hispanoamérica.
Las causas fueron muy diversas:
1. Las oligarquías criollas deseaban comerciar con todo el mundo sin tener que someterse al monopolio comercial con España.
2. La crisis de la monarquía española a raíz de la invasión napoleónica que ocasionó un vacío de poder inmediatamente aprovechado por los independentistas criollos.
3. La acción de sociedades secretas vinculadas a la masonería ,verbigracia, la Logia Lautaro, fundada en Buenos Aires en el año 1812 para crear un nuevo orden político en Hispanoamérica después de conseguir la independencia de España .
El proceso independentista siguió básicamente dos fases:
La primera fase (1808-1814) estuvo caracterizada por la actuación de “juntas” a imitación de lo sucedido en España. La soberanía de los reyes españoles, teóricamente secuestrados en Bayona, pasó a estos organismos recién creados. La primera fue la de Montevideo (1809) que se extendió a Buenos Aires, Bogotá, Santiago de Chile y Caracas. La influencia de la masonería fue decisiva en esta primera fase, aunque fracasó.
La segunda fase (1814-1824) estuvo caracterizada por distintos intentos de alcanzar la independencia a través de la insurrección. Fue un período de grandes campañas militares: sus dos protagonistas más destacados fueron Simón Bolívar en el norte y el general San Martín, en el sur, ambos de filiación masónica. El apoyo de Inglaterra y de EE.UU. al proceso emancipador terminó siendo indudable y decisivo.
Simón Bolívar independizó Venezuela, Colombia y Ecuador (1819-1824). El general San Martín, Argentina, Bolivia y Chile (1817-1824).
La oligarquía mexicana se resistió a la independencia por temor a los indígenas que ya se habían rebelado con extrema crueldad varios años antes. Sin embargo, optó por la independencia cuando los liberales llegaron al poder durante el período del Trienio Liberal español (1820-1823). No podían concebir que los indígenas y ellos estuvieran en el mismo plano legal.
Perú fue el último bastión del apoyo a la causa realista en el continente hispanoamericano hasta que las fuerzas españolas fueron derrotadas definitivamente en 1824.
Una vez lograda la independencia, la oligarquía criolla diseñó un edificio constitucional a imitación del modelo político democrático de los EE.UU. En la práctica, los nuevos amos trataron a los indígenas con una dureza superior a la de la etapa de la dominación española. Después de la independencia, se produjo el gran asalto de los criollos a las tierras de los indígenas cuyos derechos de propiedad estuvieron hasta entonces garantizados por el rey de España.
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