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SOCIEDAD CIVIL Y BIEN COMÚN
Hacia una nueva articulación del mercado, el Estado y la sociedad civil
por Juan Carlos Scannone S.I.
Con el título Sociedad civil y bien común. Hacia una nueva articulación
del mercado, el Estado y la sociedad civil se acaba de publicar on line y en
papel un nuevo libro.1 Se trata de los frutos del Seminario o Taller de trabajo
(Workshop) Changing relations among market, State and civil society (Cambiar
las relaciones entre el mercado, el Estado y la sociedad civil), organizado por la
PASS (Academia Pontificia de Ciencias Sociales) y el Grupo interdisciplinar de
la ODUCAL (Organización de las Universidades Católicas de América Latina y
el Caribe) sobre Doctrina Social de la Iglesia.2 El encuentro se realizó en el
Vaticano del 19 al 21 de octubre de 2017. La obra presenta en castellano los
textos expuestos en este idioma y en inglés, desde cuatro perspectivas clave
sobre el tema: económica, desde la economía popular, cultural y política.
Una buena guía de lectura de ese conjunto nos la ofrecen dos desafíos
planteados por el Papa Francisco, en su alocución del 20 de octubre de 2017 a
los participantes: 1) “trabajar con valentía para ir más allá del modelo de orden
social vigente transformándolo desde dentro”. 2) Para ello propone una
“posición” central y un “papel especifico” para la sociedad civil. Éste consiste en
“«tirar» hacia adelante del Estado y del mercado para que puedan repensar su
razón de ser y su forma de actuar”.3
Notemos que, en su primera propuesta, el Santo Padre apunta a
superar el modelo social actual -no el teórico, sino el fáctico-, que “mata” (EG
53) y nos ha llevado a una crisis social y ambiental sin precedentes. Pero no ha
de ser de modo meramente reformista ni tampoco revolucionario (por ejemplo,
prescindiendo del libre mercado o del Estado) sino transformativo,
transformándolos a ambos “desde dentro”, a partir de su valor humano
1 Editado por la EDUCC (Editorial de la Universidad Católica de Córdoba, Argentina), 2018. El acceso gratuito on line, a través de l página web: www.oducal.com . 2 El autor del presente artículo es presidente honorario de ese Grupo interdisciplinar, el cual fue formado por la ODUCAL a pedido del Departamento “Cultura y educación” del CELAM. 3 Las citas entre comillas están tomadas de la arriba mencionada alocución del Papa Francisco; los subrayados son míos.
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intrínseco, sin deformaciones y/o perversiones ideológicas o derivadas de su
configuración histórico-cultural actual.4
Con su segunda recomendación, Francisco privilegia la sociedad civil
con respecto al mercado y al Estado, que la suponen como fundante y más
originaria. Ella debe impulsar a ambos “hacia adelante”, a fin de que el
mercado y el Estado recuperen su “razón de ser” y su “forma de actuar”
esenciales, “al servicio del desarrollo humano integral”,5 a saber, el que
promueve “a todos los hombres y a todo el hombre” (Paulo VI, Populorum
Progressio 14).
Como no puedo recorrer en las pocas páginas del presente trabajo
todos los ricos textos del nuevo libro, sólo tocaré algunos tópicos que no pocas
veces se exponen en él, aunque desde distintos puntos de vista. Primeramente
presentaré una consideración general mía sobre el tema central del Workshop
y del libro, a saber, la lógica del mercado en su deseable articulación con las
otras dos lógicas, contraponiéndola a la actual absolutización del mercado.
Luego abordaré las “res novae”6 que caracterizan negativamente la crisis socio-
ecológica que nos amenaza y su raíz socio-cultural en el paradigma
tecnocrático vigente. En un tercer paso trataré de otras “res novae” positivas,
que indican la posibilidad real de un nuevo paradigma alternativo, tanto en las
prácticas sociales como en los planteos teóricos de distintas ciencias. Dicha
novedad ya está surgiendo, aunque todavía no en forma definitiva o dominante.
Finalmente señalaré algunas estrategias de acción ante los nuevos desafíos
que esa emergencia de futuro posible nos plantea.
Las cuatro partes de mi presente exposición se inspiran en la
exposición ofrecida por mí en el Workshop, en cuanto la he comprobado
confirmada por la gran mayoría del resto de las otras aportaciones.
1. La articulación de las tres lógicas versus la absolutización del mercado
4 Lo afirma Benedicto XVI en su encíclica Caritas in Veritate (CV) 35 y 36. 5 Las anteriores frases entre comillas son citas del discurso del Papa a los participantes en el Workshop. 6 Aludo a la encíclica de León XIII, Rerum Novarum, pero refiriéndome a los “nuevos asuntos” (res novae) actuales.
3
Benedicto XVI, en CV 35 no sólo afirma que,
si hay confianza recíproca y generalizada, el mercado es la institución económica que permite el encuentro entre personas, como agentes económicos que utilizan el contrato como norma de sus relaciones y que intercambian bienes y servicios de consumo para satisfacer sus necesidades y deseos,
sino que un poco más adelante agrega: Es verdad que el mercado puede orientarse en sentido negativo, pero no por su
propia naturaleza, sino por una cierta ideología que lo guía en ese sentido. No se debe olvidar que el mercado no existe en su estado puro, se adapta a las configuraciones culturales que lo concretan y condicionan. En efecto, la economía y las finanzas, al ser instrumentos, pueden ser mal utilizados cuando quien los gestiona tiene sólo referencias egoístas. En esta forma, se puede llegar a transformar medios de por sí buenos en perniciosos. (CV 36)
Por lo tanto, se trata, en el mercado, de un “encuentro entre personas” mediado por
bienes materiales o no materiales. Su presupuesto básico es el reconocimiento interpersonal
y la “confianza recíproca muy generalizada” (ibid.), que responde a un principio de gratuidad.
Dicho encuentro usa la lógica del intercambio (del mercado) para una mutua conveniencia.
Pero, como el mercado es instrumento, su lógica medio-fin se subordina al fin último de la
sociedad humana constituida en Estado, a saber, el bien común y la felicidad de todos los
afectados, según su propio proyecto existencial en cuanto no impida injustamente el de los
demás. Sin embargo, según la misma encíclica (CV 39), si sólo operan las lógicas del
mercado (“dar para tener”) y del Estado (“dar por deber”) “se corroe la sociabilidad” (ibid.) y
se va perdiendo la cohesión social, condición necesaria para que funcionen eficazmente
tanto el mercado como el Estado. De ahí la necesidad de una tercera instancia: la sociedad
civil, de una tercera lógica: la de la gratuidad recíproca -que vuelve en forma enriquecida al
presupuesto básico arriba señalado-, y de un tercer tipo de empresas de economía solidaria
que, sin renunciar al lucro, procuren también bienes relacionales y creen sociabilidad y
comunión civil.
Pero esa deseable articulación y coherencia entre las tres lógicas se ha deteriorado y
llegado a pervertirse -dice Benedicto- por una cierta ideología” (CV 36) -léase la neoliberal-,
por “las configuraciones culturales que [al mercado] lo concretan y condicionan” (ibid.), por
“la razón oscurecida del hombre” (ibid.), “su conciencia moral y [...] su responsabilidad
personal y social” (ibid.), cuando “tiene sólo referencias egoístas” (ibid.). Ello ha llevado a la
absolutización ideológica del mercado y las finanzas, al fetichismo del dinero, a la reducción
de la racionalidad humana a la meramente instrumental, y a la vigencia socio-cultural del
paradigma tecnocrático.
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Esa perniciosa ideologización, la cultura que en ella se basa y el sistema global fáctico
(no el meramente teórico) que estructura de hecho hoy las relaciones económicas y políticas
está llevando a la muerte de muchos, a la exclusión de las mayorías y a la destrucción de la
Casa común. Contra ello se eleva hoy la voz crítica del Papa Francisco como líder no
solamente de la Iglesia católica sino de la humanidad que lucha por “otro mundo posible”.
Por eso, en abril del 2017, el Santo Padre les dijo a los miembros del sindicato italiano CISL:
Economía de mercado, no. Digamos economía social de mercado, como enseñaba san Juan Pablo II: economía social de mercado. La economía se ha olvidado de la naturaleza social de su vocación, de la naturaleza social de la empresa, de la vida, de los lazos, de los pactos.7
Según mi estimación, esa declinación ético-cultural -la cual ha desembocado en el
actual gravísimo deterioro ético-social, económico, político y ecológico-, se debe, no en
último lugar, a tres elementos constitutivos de la lógica del mercado, de suyo positivos o, al
menos, neutros, en cuanto ellos se han salido de madre.8 Me refiero a la propiedad privada,
la competencia y la propaganda, cuando -por la sola referencia egoísta e individualista a la
que se refiere CV- la propiedad se hace acumulación por la acumulación misma en vez de
ponerse al servicio del trabajo y del desarrollo social, así como las finanzas se alimentan a sí
mismas, en lugar de estar al servicio de la producción; la competencia pierde su carácter
abierto, colaborativo y leal (fair play); y la legítima propaganda se convierte en inducción
compulsiva de necesidades ficticias. El sistema que de hecho así se estructura y que hoy
está vigente es un sistema que mata. Pero no debido a la índole intrínseca del mercado sino
por su uso según el paradigma tecnocrático que pone la técnica y la racionalidad
instrumental al servicio de la voluntad de dominio sobre cosas, personas y medio ambiente.
2. La única crisis socio-ambiental
En su discurso arriba citado, el Papa Francisco constata “el aumento
endémico y sistémico de las desigualdades y de la explotación del planeta” y
“el trabajo no digno de la persona humana” como “dos causas específicas que
alimentan la exclusión y las periferias existenciales”. Y en la misma línea, la
7 Cf. Papa Francisco, “Discurso a la CISL (Confederazione Italiana Sindicati Lavoratori)”, en el Aula Paulo VI, el 28 de junio de 2017. 8 Cf. Raúl González Fabre, “La cuestión ética en el mercado”, en: Juan Carlos Scannone – Gerardo Remolina (comps.), Ética y economía. Economía de mercado, Neoliberalismo y Ética de la gratuidad, Buenos Aires, Bonum, 1998, 31-76 (2ª ed., Buenos Aires, Docencia, 2013).
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Declaración final de los organizadores del simposio afirma: “en todo el mundo,
somos testigos de una centralización del poder, una concentración de la
riqueza y una mercantilización de la vida cotidiana”. Ese diagnóstico de la
crítica situación que convivimos es compartido, con diferentes palabras y
matices, por toda la obra que estoy presentando.
Tanto en la exhortación Evangelii Gaudium (EG) -hoja de ruta de su pontificado- como
en su primera encíclica Laudato Si’ (LS), el Papa Francisco describe causas y efectos
perversos de la actual crisis socio-ambiental, al mismo tiempo social y ambiental. Entre ellos
enumera la exclusión de masas de población, debida -entre otros factores- al desempleo
estructural; la inequidad cada vez mayor, por la brecha -sobre todo en América Latina- entre
ricos y pobres y, en el nivel global, entre naciones y continentes ricos, y naciones y
continentes pobres; la absolutización de los mercados como autorregulados y reguladores
de la vida social, aun global; la hegemonía del capital sobre el trabajo, y la de las finanzas
sobre la producción, y de algunas naciones sobre otras, con la correspondiente idolización
del dinero y del poder. Las terribles consecuencias sociales de ese sistema económico
concreto -“injusto en sus raíces” (EG 53)-, las cuales son sufridas, entre otros, por los
“sobrantes”, “deshechos” (EG 54) y discriminados sociales, así como por la enorme cantidad
de refugiados, desplazados y obligados a emigrar en condiciones inhumanas, aun con
peligro de la vida. En lo ambiental se suman catástrofes debidas al cambio climático, la
destrucción de ecosistemas, la desaparición de numerosas especies vegetales y animales, el
deterioro de los bienes comunes como son el agua potable y el aire respirable. A lo que
culturalmente acompañan la “globalización de la indiferencia” (EG 54), el individualismo
competitivo, el consumismo, el relativismo ético, un pensamiento demasiado “débil” (Gianni
Vattimo), el secularismo e indiferentismo religiosos, la “licuación” de los principios y las
normas (Zygmunt Bauman), la homogenización y pérdida de culturas. Y, por otro lado, una
vuelta ambigua a lo sagrado, el resurgimiento de los integrismos (no sólo del islámico), el
“choque de civilizaciones” (Samuel Huntington). Todo ello ha llevado a que, según parece, se
está experimentando un fin de época (“el fin de los tiempos modernos” según Romano
Guardini) en la así llamada tardo o postmodernidad.9
Pues bien, en su encíclica Laudato Si’ el mismo Pontífice, luego de
haber descrito con tintas negras, pero realistas y corroboradas por las ciencias,
9 Francisco cita ese libro de Guardini en las notas 203 y 219 de LS, de la siguiente manera: Das Ende der Neuzeit, Würzburg, 19659 (ed. esp. El ocaso de la Edad Moderna, Madrid, 1958).
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el clamor de los pobres y el de la “hermana madre tierra”, va de esos síntomas
a la raíz humana de la única crisis socio-ambiental, es decir: “el paradigma
tecnocrático dominante” (LS 101). Éste es más que sólo un “paradigma
tecnoeconómico” porque influye negativamente en todos los dominios de la
vida, la convivencia y la cultura. No se trata ni de la ciencia ni de la técnica o la
tecnología, que contribuyen al auténtico progreso en humanidad, sino de la
tecnocracia, es decir, de una cuestión de poder, del poder de unos pocos sobre
el resto de la humanidad y sobre la tierra (cf. LS 104).
Además, la tecnocracia implica la absolutización de un solo tipo de
razón, la instrumental, como si la mera eficacia medio-fin (es decir, medio-
objetivo inmediato) fuera lo definitorio, prescindiendo de los primeros principios
y los fines últimos, así como de toda racionalidad sapiencial. De ahí que para
ese paradigma, todo ser y toda vida, incluidas las personas en su humanidad,
se reducen a meros objetos de posesión, control y manipulación,
contradiciendo el imperativo categórico kantiano de nunca tomar la humanidad
como simple medio, sino siempre también como fin.
Tal absolutización fue ya indicada por la primera escuela de Francfort
(Theodor Adorno, Max Horkheimer) y, luego, por la posterior (Jürgen
Habermas, Karl-Otto Apel). Por su parte, Martin Heidegger ve su fundamento
escondido en la voluntad de poder y de querer (Nietzsche), propia de la
modernidad en su acabamiento, y preanuncio de un “nuevo comienzo”.
Por lo tanto, la crisis significa una amenaza y un grave riesgo, pero
asimismo el desafío de nuevas probabilidades emergentes. Según mi opinión y
la de no pocos de los textos de la obra, ellas ya están germinando, dando así
lugar a una posible nueva articulación del mercado, el Estado y la sociedad
civil, y de sus correspondientes lógicas.
3. Semillas de futuro posible
Por medio de perspectivas, lenguajes y modos de acceso diferentes, la
mayoría de las contribuciones publicadas en el libro no dejan de señalar las
transformaciones en curso, denominándolas con ese nombre o con el de
7
probabilidades emergentes, signos de los tiempos, res novae, “sueño” (de una
sociedad relacional), utopías, estrategias pro-sociales, etc. No sólo se trata de
la resistencia que opone al paradigma tecnocrático “la auténtica humanidad,
que invita a una nueva síntesis”, la cual “parece habitar en medio de la
civilización tecnológica, casi imperceptiblemente, como la niebla que se filtra
bajo la puerta cerrada” -dice el Papa (LS 112)-, sino también del hecho mismo
del surgimiento de dicha “nueva síntesis”, “que se filtra” desafiándonos. Por ello
Francisco agrega: “¿Será una promesa permanente, a pesar de todo, brotando
como una empecinada resistencia de lo auténtico?” (ibid.) Pues, más que
solamente de “promesa permanente” se trata asimismo de nuevos “brotes”
reales, a saber, de semillas de un futuro realmente posible. Ellas han ido
surgiendo en las prácticas sociales y en las ciencias que las estudian y
reflexionan.
3.1. En las prácticas sociales
Así es como muchos de los artículos del libro muestran, usando
investigaciones empíricas, la consistencia que está tomando la sociedad civil
en nuestros tiempos de crisis, como distinta del mercado y del Estado, sobre
todo, ante el ritmo lib-lab del Estado de bienestar del siglo XX -más o menos
liberal o laborista-, superado por el neoliberalismo posterior y por la crisis que
éste provoca y lleva hoy hasta extremos ecológicos y sociales insoportables.
En el primer mundo, sobre todo en Europa, la sociedad civil reacciona
creando una mentalidad nueva y nuevas instituciones intermedias, entre las
cuales pueden enumerarse: una banca responsable, créditos asequibles,
unidades productivas de productos ecológicamente sostenibles, empresas
híbridas, comercio justo, consumo responsable de uniones de consumidores
que “votan con la billetera”, etc. Así se busca no una sociedad de bienestar
meramente material, sino el “bienestar humano integral”. Éste incluye también
el goce de “bienes relacionales”, comunitarios e interpersonales, la reciprocidad
(y gratuidad) del mutuo reconocimiento, aun en lo económico, y una
competencia no destructora sino colaboradora (que juegue un fair play).
8
En América Latina y otras partes del Tercer mundo, se está dando, sobre todo en la
base social, un cierto protagonismo de la sociedad civil como distinta del mercado y del
Estado. Se le adjudica “un nuevo modo de hacer política” en cuanto -como lo dice Adela
Cortina- lucha por el bien común en forma de “intereses universalizables” como son la
justicia, la triple “t” (tierra, techo y trabajo para todos), el agua pura o el medio ambiente, o
bien contra la impunidad, la inequidad o la violencia (por ejemplo, de género), etc. Así es
como la sociedad civil se auto-organiza -sobre todo en sus sectores populares- en todos los
niveles de la convivencia, y se coordina en redes, aun globales, sin esperarlo todo del Estado
o del mercado. De ahí que Euclides R. Manse, del Brasil, llegue a propugnar la que él llama
“la revolución de las redes”.10 Fueron antecedentes de ese despertar de la sociedad civil: el
movimiento por los derechos civiles de la gente de color en los EEUU (Martin Luther King),
Solidarnosc en Polonia o la poblada contra la dictadura de Marcos en las Filipinas, etc. 11
Así es como, en el ámbito económico, surgieron pre-cooperativas, organizaciones de
desocupados, recuperación de fábricas por los trabajadores, huertas comunitarias,
“comprando juntos” y toda una red de instituciones económicas populares que han sido y
están siendo estudiadas por algunos de los autores del libro que comento.12 En el orden
social, se dan sociedades barriales de fomento, asambleas barriales, movimientos más
amplios como los “sin tierra”, “sin trabajo” o “sin vivienda” y distintas organizaciones libres del
pueblo.13 En la dimensión estrictamente cultural y educativa, existen desde redes de
educación formal e informal como “Fe y alegría” y clubes dedicados a distintas actividades
artísticas (musicales, pictóricas, de teatro popular, de danzas folklóricas…), hasta radios FM
barriales y, en un nivel más hondo, el nacimiento -en las periferias de las grandes ciudades
latinoamericanas- de un nuevo imaginario cultural más solidario, que toma cuerpo en las
mencionadas redes sociales.14 En el ámbito religioso han surgido comunidades eclesiales de
10 Ver su obra: La revolución de las redes. La colaboración solidaria como una alternativa poscapitalista a la globalización, México, ECOSOL et al., 2006. 11 Sobre esos procesos se ha hecho clásico el libro de Jean L. Cohen y Andrew Arato, Civil Society and Political Theory, Cambridge (Mass.), MIT, 1994. 12 Aludo a diferentes obras de Luis Razeto, entre las cuales destaco: Economía de solidaridad y mercado democrático 3 vol., Santiago de Chile, PET, 1984–1986, y Desarrollo, transformación y perfeccionamiento de la economía en el tiempo (vol. 4º de la obra anterior), Santiago de Chile, Universidad Bolivariana, 20012. 13 Cf. Susana Nuin, Dibujando fuera de los márgenes: entrevistas de Susana Nuin a Raúl Zibechi. ¿Movimientos sociales o la sociedad en movimiento? El rol de los movimientos sociales en la transformación sociopolítica de América Latina, Buenos Aires, La Crujía, 2008; Alberto Ivern, ¿Resignación o cambio? La cuestión social y su discurso, Buenos Aires, CEDSI-Ciudad Nueva, 2010. 14 Cf. Pedro Trigo, La cultura del barrio, Caracas, UCAB-Centro Gumilla, 2004; id. Cómo relacionarnos humanizadoramente. Relaciones humanas entre personas y en la sociedad, Caracas, Centro Gumilla,
9
base, círculos bíblicos, grupos carismáticos de oración,15 la teología de la liberación
latinoamericana, africana o de la India, en cuanto movimiento teológico-pastoral y social. Y,
aunque parecía que, en el plano político sólo se daban el ya mencionado “nuevo modo de
hacer política” no partidista desde la sociedad civil, o la creación de partidos vecinales, con
todo no hay que olvidar que en Chiapas (México) se está realizando entre las etnias mayas
la experiencia del “mandar obedeciendo” y de una verdadera democracia participativa, en la
cual la autoridad es servicio comunitario. Así es como ya se manifiestan semillas de futuro
que pueden crecer como el grano de mostaza del Evangelio, sobre todo, si se fecundan
entre sí.
Últimamente, gracias a la importancia que les ha otorgado el Papa Francisco, ha
quedado en evidencia otro hecho socio-cultural en que se manifiestan “la fuerza histórica de
los pobres”,16 el arriba mencionado nuevo imaginario cultural y el despertar de un paradigma
de solidaridad y reciprocidad entre muchos de los pobres y excluidos, y entre los que se
solidarizan con ellos. Me refiero a la red mundial de movimientos populares, sobre todo, pero
no solamente en el Tercer mundo, a la cual corresponden, en el Primer mundo, movimientos
sociales policlasistas similares, como el ecologista. A los primeros, el Santo Padre los ha
llamado “protagonistas” -de praxis transformadora, tanto en el plano global, como en el
nacional y en el local-, “poetas” -porque son creadores de auténtica novedad, también
económica- y “hacedores de historia”.17
Se puede suponer que la alianza y coordinación en red de todas esas
fuerzas puede llegar a vencer a los grupos de poder que impiden una nueva
2012; id., Echar la suerte con los pobres de la Tierra. Propuesta para un tratamiento sistemático y situado, Caracas, Centro Gumilla, 2015. 15 Cf. Jorge R. Seibold, “Imaginario social y religiosidad popular. Su problemática actual en medios populares del Gran Buenos Aires”, Stromata 51 (1995), 131-140; id., La mística popular, 2ª ed. corregida y aumentada, Buenos Aires, Ágape, 2016. 16 Aludo al libro clásico de Gustavo Gutiérrez, La fuerza histórica de los pobres, Lima, CEP, 1980; más tarde, Pablo Richard afirmará que no se trata tanto de una fuerza meramente política, sino social, cultural, ética y religiosa y, por eso, política: cf. id., “La théologie de la libération. Thèmes et défis nouveaux pour la décennie 1990”, Foi et développement Nº 199 (enero 1992); ver también: Joseph Comblin-José Ignacio González Faus-Jon Sobrino (comps.), Cambio social y Pensamiento cristiano en América Latina, Madrid, Trotta, 1993. Se trata de las actas del encuentro de El Escorial 2 (1992), que, en ese punto, se han de comparar -según la línea señalada por Richard- con las correspondientes a El Escorial 1 (1972), veinte años antes, primera presentación conjunta de la teología de la liberación en Europa. Tuve la gracia de participar de ambos encuentros. 17 Especialmente, ver los discursos del Papa Francisco en los tres encuentros mundiales de movimientos populares, a saber: en el Vaticano (28 de octubre, 2014), en Santa Cruz de la Sierra (Bolivia, 9 de julio, 2015) y, nuevamente en el Vaticano (5 de noviembre, 2016).
10
“gran transformación”18 gracias a la superación del paradigma tecnocrático: la
unión hace la fuerza.
Pues tales nuevas experiencias de la sociedad civil en lucha por
“intereses universalizables”, suscitan “civilizar” tanto al mercado (no como fin
sino como instrumento eficaz), como al Estado mediante “un nuevo modo de
hacer política” desde la misma sociedad, a lo que se suma la intención de
democratizar participativamente las estructuras del Estado. Como lo propuso
Francisco en su alocución, la sociedad civil ha ya comenzado a intentar “tirar
hacia adelante” al Estado y al mercado. Así se preanuncia un nuevo paradigma
socio-cultural emergente y realmente posible.
Por todo ello la encíclica LS es al mismo tiempo un grito de alerta ante
la crisis y un motivo de esperanza.
3.2. Semillas de futuro en la filosofía y las ciencias
Las prácticas sociales recién mencionadas han tenido como preparación y como
consecuencia prácticas teóricas que evidencian un giro hacia el acontecimiento gratuito del
don, giro del giro copernicano antropocéntrico moderno, en la línea de la superación del
paradigma tecnocrático.
En filosofía baste con volver a mencionar la “inflexión” (Kehre) heideggeriana,
después de la cual, en palabras de Ricoeur, ya no se afirma que “es el Cogito que pone al
ser”, sino que el “ser se da al pensamiento”,19 de modo que el último Heidegger habla del
ser y del tiempo como don(es).20 Dicha inflexión culmina en la fenomenología
contemporánea, principalmente, pero no sólo en la francesa, -en la cual cunde el “giro
teológico”.21 Sirvan como ejemplo la fenomenología de la religión de Bernhard Welte y sus
discípulos (en especial, Klaus Hemmerle), la alteridad ética de Emmanuel Lévinas, la
18 Aludo al libro de Karl Polanyi, The Great Transformation, Boston, Beacon Press, 1944 [en español: La gran transformación. Los orígenes políticos y económicos de nuestro tiempo (1944)], México, FCE, 1992. 19 Ver la magnífica conclusión “Le symbole donne à penser”, de la obra de Ricoeur, Finitude et culpabilité II. La symbolique du mal, Paris, Aubier Montaigne, 1960, pp. 323-332. 20 Sobre todo, cf. M. Heidegger, “Zeit und Sein”, en: id., Zur Sache des Denkens, Tübingen, Max Niemeyer, 1969, 1-25. 21 La expresión fue forjada críticamente por Dominique Janicaud en: Le tournant théologique de la phénoménologie française, Combas, Éclat, 1990, pero luego se acepta dicho giro como realizado sin salir de la fenomenología, ver, por ej., Michel Henry -Paul Ricoeur - Jean-Luc Marion - Jean-Luc Chrétien, Phénoménologie et Théologie. Présentation de Jean-François Courtine, Paris, Criterion, 1992.
11
hermenéutica fenomenológica de Ricoeur, la fenomenología de la vida en Michel Henry, la
“acontecimientalidad” de Claude Romano y, sobre todo, la fenomenología de la donación
como lo más originario según Jean-Luc Marion.22 Aún más, también otras corrientes
filosóficas convergen de alguna manera con ese giro, como el énfasis en la razón
comunicativa -no meramente instrumental- en la segunda escuela de Frankfurt, la
acentuación de la dimensión pragmática del lenguaje en la filosofía analítica (el segundo
Ludwig Wittgenstein, John Austin, John Searle) o la opción por y con los pobres en la
filosofía de la liberación latinoamericana (Enrique Dussel),23 etc.
En las ciencias duras, como la física, la novedad se manifiesta en el lugar que en
ellas hoy ocupan el acontecimiento imprevisible y gratuito, el indeterminismo, las leyes
estadísticas y las probabilidades emergentes.24 En las ciencias humanas, notemos que el
mismo Benedicto XVI nombra en CV los enfoques de la economía civil y de la de comunión
(respectivamente, Stefano Zamagni y los focolares, con Luigino Bruni) en ciencias
económicas, a cuya racionalidad la interpretan hoy algunos según la razón comunicativa
(Peter Ulrich) o el factor “C”, a saber, el factor “comunidad” (Lui Razeto) como clave en la
economía y la ciencia económica.25 Pero algo parecido ha acontecido también en otras
ciencias sociales, como la antropología cultural, con Marcel Mauss y su escuela,26 la
sociología del amor de Luc Boltanski, o, en ciencia política, la recomprensión comunicativa
del poder y de la racionalidad política después de Hannah Arendt, que se contrapone y
complementa a Max Weber . y su racionalidad estratégica.27
22 En la práctica, habría que citar casi toda la obra de esos autores. En el caso de Marion, ver especialmente la trilogía sobre la donación o “dadidad” (Gegebenheit), a saber las obras: Réduction et donation. Recherches sur Husserl, Heidegger et la phénoménologie, Paris, PUF, 1989; Étant donné. Esssai d’une phénoménologie de la donation, Paris, PUF, 1997 y De surcroît. Études sur les phénomènes saturés, Paris, PUF, 2001. 23 El Papa Francisco cita en la nota 117 de LS (Nº 149) un trabajo mío -enmarcado dentro de la filosofía de la liberación- sobre la lógica de la gratuidad. 24 Encontré una expresión sintética de lo dicho en el texto en una propaganda sobre obras acerca de la complejidad, a saber: “El determinismo positivista es sustituido por la probabilidad y lo impredecible, y la elemental relación lineal causa-efecto, por los sucesivos niveles de profundidad que alumbran nuevos conceptos emergentes”. El hecho del acontecimiento implica siempre donación y gratuidad (último Heidegger, Marion, C. Romano). 25 Ver, en el libro que comento, las contribuciones de Zamagni, Bruni y Razeto, así como, entre otras obras suyas: S. Zamagni – L. Bruni, Economia civile, Bologna, Il Mulino, 2004; id., Dizionario di economía civile, Roma, Città Nuova, 2009. Aludo también a: Peter Ulrich, Transformation der ökonomischen Vernunft. Fortschrittsperspektiven der modernen Industriegesellschaft, Bern, Haupt, 19933 y a las obras de Razeto citadas arriba, en la nota 13. Asimismo, ver: Octavio Groppa – Carlos Hoevel (eds.), Economía del don. Perspectivas para Latinomérica, Buenos Aires, Ciudad Nueva, 2014. 26 Ver Alain Caillé, Anthropologie du don. Le tiers paradigme, Paris, Desclée, 2000. 27 Acerca de la comprensión comunicativa del poder en Arendt, cf. P. Ricoeur, Soi même comme un autre, Paris, Seuil, 1990, pp. 227 ss.
12
Por consiguiente, tanto en la praxis social como en la científica parece estar
aconteciendo un cambio de paradigma cultural más abierto a una ecología humana integral y
al reconocimiento de una economía del don.
4. Planteo de estrategias ante el desafío
Más arriba señalé la estrategia principal, a saber, la coordinación en red
global de todas las iniciativas de la sociedad civil en las distintas partes del
mundo. Pues la red asegura al mismo tiempo la unidad de acción (co-ordinada)
y el respeto y la riqueza de las diferencias de personas, culturas, tiempos y
lugares. Más aún, en esta época de crisis casi terminal, es posible y
recomendable la alianza de dicha “fuerza histórica de los pobres”28 y de
quienes optan por ellos, por la hermana madre tierra y por el bien común, con
quienes buscan sus propios intereses -que generalmente serán la mayoría-,
pero lo hacen con inteligencia, ya que comprendieron que, a mediano y largo
plazo, serán peor para todos el deterioro irreversible de nuestra “casa común”,
las migraciones masivas y/o los imparables disturbios sociales en un nivel
global. Algo semejante se dio en la Europa renana hacia la mitad del XX, con la
creación del Estado social de derecho y la economía social de mercado,
cuando todos ganaron, gracias al acuerdo entre fuerzas antagónicas.
No puedo aquí enumerar las distintas propuestas concretas de
estrategias de transformación que ofrecen todos los trabajos que conforman el
libro. Baste indicar, como ejemplo, las ofrecidas por el politólogo inglés Adrian
Pabst al final del suyo, apuntando a cambios sustanciales en tres órdenes
distintos y complementarios, es decir: el constitucional, el económico (del
mercado) y el político.
Según mi opinión, la fuerza histórica para lograrlos radica en la
sociedad civil, que “tira hacia adelante” al Estado y al mercado, si ella se auto-
organiza en redes globales solidarias de los hombres y mujeres de buena
28 Me refiero al título del libro de Gustavo Gutiérrez, La fuerza histórica de los pobres, Lima, CEP, 1980, y a su relectura por Pablo Richard en el artículo: “La théologie de la libération. Thèmes et défis pour la décennie 1990”, Foi et développement Nº 199 (enero 1992), relectura ahora más vigente que entonces.
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voluntad, en alianza con los que buscan sus propios intereses, pero con
inteligencia de la grave situación histórica.
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