retro prospectiva inteligencia emocional

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La Inteligencia Emocional: retrospectiva y prospectivaSergio Gabriel Ochoa Alcaraz sgoa2006@gmail.com

1. Introducción 2. Inteligencia Emocional 3. La Teoría de las Inteligencias Múltiples 4. Conclusión 5. Bibliografía

IntroducciónEn el presente trabajo se hace una descripción del Concepto de Inteligencia Emocional (IE), donde se describe cual ha sido el desarrollo del mismo, su característica y la evaluación de la IE. Finalmente, se retoma la propuesta de varios autores para el futuro de la Inteligencia Emocional.

1. Inteligencia EmocionalEl concepto inteligencia emocional apareció por primera vez desarrollado en 1990 en un artículo

publicado por Salovey y Mayer. No obstante, quedó relegado al olvido durante cinco años hasta que Daniel Goleman, psicólogo y periodista americano con una indudable vista comercial y gran capacidad de seducción y de sentido común, convirtió estas dos palabras en un término de moda al publicar su libro Inteligencia emocional en 1995 (Goleman, 2004)). La tesis primordial de este libro se resume en que necesitamos una nueva visión del estudio de la inteligencia humana más allá de los aspectos cognitivos e intelectuales que resalte la importancia del uso y gestión del mundo emocional y social para comprender el curso de la vida de las personas. Goleman (2004) afirmo que existen habilidades más importantes que la inteligencia académica a la hora de alcanzar un mayor bienestar laboral, personal, académico y social. Esta idea tuvo una gran resonancia en la opinión pública y, a juicio de autores como Epstein (1998), parte de la aceptación social y de la popularidad del término.

Sobre los conocimientos actuales que se tiene del tema a tratar, recientemente se han investigado los efectos que una adecuada inteligencia emocional ejerce sobre las personas (Extremera y Fernández-Berrocal, 2004).

Diferentes autores, como Bar-On (1997), Cooper y Sawaf (1998), Shapiro (1997), Goleman (2004) y Gottman (1997), publicaron aproximaciones al concepto de lo más diversas, propusieron sus propios componentes de la Inteligencia emocional y elaboraron herramientas para evaluar el concepto. Aunque la mayoría de ellos discrepa en las habilidades que debe poseer una persona emocionalmente inteligente, todos están de acuerdo en que estos componentes, le hacen más fácil y feliz su vida. Los autores Extremera y Fernández-Berrocal (2004), enfatizan una definición más concisa, que delimita a la Inteligencia emocional como: “la habilidad para percibir, asimilar, comprender y regular las propias emociones y la de los demás promoviendo un crecimiento emocional e intelectual” (Mayer y Salovey, 1997, p.10).

Hasta finales de la década pasada y comienzos de la actual se empezaron a dar los primeros pasos firmes en la constatación empírica de los efectos que una buena Inteligencia Emocional puede ejercer sobre las personas. En general, los primeros trabajos se encaminaron a examinar el constructo de Inteligencia Emocional, se centraron en el desarrollo teórico de modelos y la creación de instrumentos de evaluación rigurosos (Mayer, Caruso y Salovey, 1999; Salovey, Woolery y Mayer, 2001). En la actualidad, existe suficiente base teórica y se han desarrollado las herramientas necesarias para examinar de forma fiable la relación de este concepto con otras variables relevantes, tanto en experimentos de laboratorio como en estudios de campo. De hecho, la línea de investigación vigente se centra en establecer la utilidad de este nuevo constructo en diversas áreas vitales de las personas, con el objetivo de demostrar cómo la Inteligencia Emocional determina nuestros comportamientos y en qué áreas de nuestra vida influye más significativamente (Extremera y Fernández-Berrocal, 2004).

Recientemente, la literatura ha mostrado que las carencias en las habilidades de la Inteligencia Emocional afectan a los estudiantes dentro y fuera del contexto escolar. Aunque, la mayoría de los estudios han sido realizados con muestras de estudiantes universitarios, cada vez más están aflorando los trabajos empíricos realizados con adolescentes (Ciarrochi, Chan y Bajgar, 2001; Fernández-Berrocal, Extremera y Ramos, 2003a; Liau, Liau, Teoh y Liau, 2003; Trinidad y Johnson, 2002). En un trabajo realizado por Extremera y Fernandez-Barrocal (2004), encontraron cuatro áreas fundamentales en las que una falta de Inteligencia Emocional provoca o facilita la aparición de problemas entre los estudiantes. De forma resumida, los problemas del contexto educativo asociados a bajos niveles de Inteligencia emocional serían cuatro:

Déficit en los niveles de bienestar y ajuste psicológico del alumnado.

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Disminución en la cantidad y calidad de las relaciones interpersonales. Descenso del rendimiento académico. Aparición de conductas disruptivas y consumo de sustancias adictivas.

Las formas más comunes de evaluar la Inteligencia Emocional son las de autoinformes y las de medidas de habilidad (Extremera y Fernández-Berrocal, 2003a). Los autoinformes son cuestionarios que el propio alumno contesta reflejando su percepción sobre sus propias habilidades. Uno de los cuestionarios más utilizados en la investigación ha sido el Trait Meta-Mood Scale (TMMS) desarrollado por Salovey, Mayer, Goldman, Turvey y Palfai (1995) y del que existe una versión reducida y adaptada a la población española, el Trait Meta-Mood Scale-24 (TMMS-24), (Fernández-Berrocal, Extremera y Ramos, 2003a), que evalúa los niveles de inteligencia emocional intrapersonal mediante tres factores: atención a los sentimientos, claridad emocional y reparación de los estados de ánimo. Las medidas de habilidad más utilizadas han sido el Multifactor Emotional Intelligence Scale (MEIS), (Mayer, Caruso, y Salovey, 1999;) y el más reciente el Mayer Salovey Caruso Emotional Intelligence Test (MSCEIT), (Mayer, Salovey, Caruso, y Sitarenios 2000).

Los estudios realizados en Estados Unidos han mostrado que los alumnos universitarios con más Inteligencia Emocional (evaluada con el TMMS) informan menor número de síntomas físicos, menos ansiedad social y depresión, mejor autoestima, mayor satisfacción interpersonal, mayor utilización de estrategias de afrontamiento activo para solucionar sus problemas y menos rumiación. Además cuando estos alumnos son expuestos a tareas estresantes de laboratorio, perciben los estresores como menos amenazantes y sus niveles de cortisol y de presión sanguínea son más bajos (Salovey, Stroud, Woolery y Epel, 2002) e, incluso, se recuperan emocionalmente mejor de los estados de ánimos negativos inducidos experimentalmente (Salovey et al., 1995). Otros estudios realizados en Australia presentan evidencias de que los estudiantes universitarios con alta Inteligencia Emocional responden al estrés con menos ideaciones suicidas, comparados con aquellos con baja Inteligencia Emocional, e informan de menor depresión y desesperanza (Ciarrochi, Deane y Anderson, 2002). Igualmente, Liau et al. (2003) han encontrado que los estudiantes de secundaria que indican menores niveles de Inteligencia Emocional tienen puntuaciones más altas en estrés, depresión y quejas somáticas.

Los estudios llevados a cabo con una medida de habilidad (MEIS) presentan resultados similares. Los estudiantes universitarios con niveles altos de Inteligencia Emocional muestran una mayor empatía, una satisfacción ante la vida más elevada y mejor calidad en sus relaciones sociales (Ciarrochi, Chan y Caputi, 2000).

En España, también se han llevado a cabo investigaciones con estudiantes adolescentes de enseñanza secundaria obligatoria (Fernández-Berrocal, Alcaide y Ramos, 1999). Los resultados han mostrado que cuando a los adolescentes se les divide en grupos en función de sus niveles de sintomatología depresiva, los alumnos con un estado normal se diferenciaban de los clasificados como depresivos en niveles más altos en Inteligencia Emocional, en concreto por una mayor claridad hacia sus sentimientos y niveles más elevados de reparación de sus emociones. En cambio, los escolares clasificados como depresivos tenían menores niveles en estos aspectos de Inteligencia Emocional y mayores puntuaciones en ansiedad y en la frecuencia de pensamientos repetitivos y rumiativos que tratan de apartar de su mente. Igualmente, altas puntuaciones en Inteligencia Emocional se han asociado a puntuaciones más elevadas en autoestima, felicidad, salud mental y satisfacción vital, y menores puntuaciones en ansiedad, depresión y supresión de pensamientos negativos (Fernández-Berrocal, Alcaide, Extremera y Pizarro, 2002; Extremera, 2003). El mismo tipo de relaciones entre la Inteligencia Emocional y el ajuste emocional en estudiantes universitarios se ha encontrado en otros países de habla hispana como Chile (Fernández-Berrocal, Salovey, Vera, Ramos y Extremera, 2001).

También es posible que la relación entre Inteligencia Emocional y rendimiento académico no sea simplemente lineal y directa y que puedan estar influyendo otras características o variables presentes en el alumnado. De hecho, Fernández-Berrocal, Extremera y Ramos (2003b) examinaron la viabilidad del constructo como factor explicativo del rendimiento escolar en estudiantes de enseñanza secundaria obligatoria (ESO), no como una relación directa entre Inteligencia Emocional y rendimiento académico, sino analizando el efecto mediador que una buena salud mental ejerce sobre el rendimiento medio escolar de los estudiantes.

El estudio se llevó a cabo en dos institutos de Málaga (capital), España, con estudiantes de 3º y 4º de Enseñanza Secundaria Obligatoria (ESO) que cumplimentaron una serie de medidas emocionales y cognitivas, y en el que también se recogieron sus notas académicas del primer trimestre. Los resultados mostraron nuevamente que altos niveles de IE (TMMS) predecían un mejor bienestar psicológico y emocional en los adolescentes. Además, se observó que aquellos alumnos clasificados como depresivos presentaban un rendimiento académico peor que los alumnos clasificados como normales al finalizar el

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trimestre. En general, los resultados de este estudio, tomados en su conjunto, permitieron vislumbrar ciertos componentes no académicos que inciden en el rendimiento escolar del alumno. El estudio puso en relieve conexiones entre rendimiento escolar e Inteligencia Emocional; concretamente, mostró que la inteligencia emocional intrapersonal influye sobre la salud mental de los estudiantes y este equilibrio psicológico, a su vez, está relacionado y afecta al rendimiento académico final. Este hallazgo está en línea con los resultados de investigaciones estadounidenses que confirman que las personas con ciertas deficiencias (por ejemplo, escasas habilidades, desajuste emocional, problemas de aprendizaje) es más probable que experimenten estrés y dificultades emocionales durante sus estudios y, en consecuencia, se beneficiarían más del uso de habilidades emocionales adaptativas que les permitan afrontar tales dificultades.

En este sentido, los resultados indican que en los grupos más vulnerables (adolescentes con problemas de aprendizaje o bajo CI) la Inteligencia Emocional podría actuar como un moderador de los efectos de las habilidades cognitivas sobre el rendimiento académico (Petrides, Frederickson y Furnham, 2004).

Siguiendo esta línea de investigación sobre la Inteligencia Emocional y las variables antes mencionadas, se ha encontrado escasa información respecto a la misma en México. Por tanto, es importante ampliar el estudio sobre la temática anterior.

Respecto a lo anterior, en la ciudad de Colima (México), en el área de Psicología del Departamento de Desarrollo Académico del Instituto Tecnológico de Colima (ITC), en el periodo enero-junio del 2005, reportó que a nivel global, el índice de reprobación de la población estudiantil matriculada fue del 43%. A continuación se presentan los índices de reprobación de las carreras del ITC, y fueron las siguientes: Informática el 20.61%, Arquitectura el 19.68%, Administración el 9.90%, Ingeniería en Sistemas el 17.99%, Ingeniería Industrial el 15.07% y Ingeniería en Bioquímica el 19.59%.  Las emociones son muy importantes en nuestra vida cotidiana, ya que se puede llegar a la conclusión de que la mayoría de las veces marcan todas nuestras decisiones casi sin percatarnos. ¿Compró su coche haciendo cálculos de rentabilidad? ¿Eligió su pareja porque objetivamente era la mejor opción? ¿Eligió su trabajo porque le ofrecía el mejor sueldo? La mayoría de nuestras decisiones están tintadas (si no dominadas) por las emociones.

Ante esto hay que admitir que hay gente con un dominio mucho mayor de su vida emocional que otra. Es curioso ver que hay poca correlación entre la Inteligencia clásica y la Inteligencia Emocional. Un caso extremo sería el típico "cerebrito", que llevado al límite es una máquina intelectual pero con una vida emocional desastrosa. Por otro lado podemos encontrarnos con gente que no paso de la escuela primaria pero que llevan una vida exitosa y poseen una vida ordenada y envidiable. Estos casos extremos no son lo común, pero es necesario darse cuenta de que hay que prestar mayor atención a este tipo de habilidades que pueden marcar nuestra vida tanto o más que el CI (Extremera y Fernandez-Berrocal, en prensa).

Desde siempre hemos oído que el coeficiente Intelectual (CI) era determinante para saber si una persona tendría éxito en la vida, un test podría marcar el futuro de su éxito académico y profesional. Sin embargo, hace ya varios años que desde el ámbito empresarial se dieron cuenta de que son otras capacidades las necesarias para el éxito en la vida, y esas no las medía ningún test de inteligencia (Extremera y Fernandez-Berrocal, en prensa).

En la última década el concepto de Inteligencia Emocional originó una serie de afirmaciones. Una de éstas fue que: la Inteligencia Emocional es un buen predictor de éxito en diferentes ámbitos de la vida, de la profesión, y en la escuela; siendo muy atractiva y ampliamente aceptada. Aunque se puso de moda, existen pocas evidencias empíricas de la misma (Sánchez, Rodríguez, Padilla, 2006).

La inteligencia emocional, según Goleman (2004) "es la capacidad para reconocer sentimientos en si mismo y en otros, siendo hábil para gerenciarlos al trabajar con otros”.

En la inteligencia emocional se encuentran principios que tienen como función requerir la totalidad de las funciones mentales y físicas de los cuales se encuentran cinco principios que se refuerzan entre si. Por ejemplo, es más fácil recibir datos si uno esta interesado y motivado, y si el proceso de recepción es compatible con las funciones cerebrales. Tras haber recibido la información de manera eficiente, es más fácil retenerla y analizarla. A la inversa, una retención y un análisis eficientes incrementaran nuestra capacidad de recibir información (Buzan y Buzan, 1996).

De modo similar, el análisis que abarca una disposición compleja de las tareas de procuramiento de información, exige una capacidad para retener (recordar y asociar) aquello que se ha recibido. Es obvio que la calidad de análisis se vera afectada por nuestra capacidad para recibir y retener la información.Estas tres funciones convergen en la cuarta es decir la emisión o expresión ya sea mediante el mapa mental, el discurso, el gesto u otros recursos, de aquella que se ha recibido, retenido y analizado. La quinta función, la del control, se refiere a la actividad general del cerebro por la cual éste se constituye en "desertor" de todas nuestras funciones mentales y físicas, incluyendo la salud general, actitud y las

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condiciones ambientales. Esta función es de particular importancia porque una mente y un cuerpo sanos son esenciales para que los otros cuatro funcionen recibir, retener, analizar y emitir pueda operar en la plenitud de su potencial (Buzan y Buzan, 1996, Ibit).

La idea que subyace a la inteligencia actualmente es la capacidad de adaptación (Sternberg, 1997), donde la inteligencia está muy vinculada con la emoción, la memoria, la creatividad, el optimismo, la personalidad; así es como se llega al concepto de Inteligencia Emocional. En 1983 Gardner publica “Frames of Mind” donde reformula el concepto de inteligencia a través de la teoría de Inteligencias múltiples. De esta manera, Gardner sostiene que poseemos 7 tipos de inteligencia distintas, cada una de ellas relativamente independiente de las otras (Gardner y Sánchez, 2001; Walters y Gardner, 1986). Esta teoría, introdujo dos tipos de inteligencias muy relacionadas con la competencia social, y hasta cierto punto emocional, la Inteligencia Interpersonal y la Inteligencia Intrapersonal.

Gardner (en Gardner y Sánchez, 2001) definió la Inteligencia Interpersonal como una construcción a partir de una capacidad nuclear para sentir distinciones entre los demás: en particular, contrastes en sus estados de ánimo, temperamentos, motivaciones e intenciones. En forma más avanzada, esta inteligencia permite a una persona hábil leer las intenciones y deseos de los demás, aunque se hayan ocultado (Gardner y Sánchez, 2001).

La inteligencia Intrapersonal como el conocimiento de los aspectos internos de una persona: el acceso a la propia vida emocional, a la propia gama de sentimientos, la capacidad de efectuar discriminaciones entre las emociones y finalmente ponerles un nombre y recurrir a ellas como un medio de interpretar y orientar la propia conducta (Ibid).

Goleman (2004) interpreta y resume estas dos capacidades propuestas por Gardner, como “la capacidad de discernir y responder apropiadamente a los estados de ánimo, temperamentos, motivaciones y deseos de las demás personas” en referencia a la inteligencia interpersonal, y en cuanto a la inteligencia intrapersonal como “la capacidad de establecer contacto con los propios sentimientos, discernir entre ellos y aprovechar este conocimiento para orientar nuestra conducta”. El concepto de inteligencia emocional nace con la necesidad de responder a una cuestión que puede parecer simple: ¿Por qué hay personas que se adaptan mejor que otras a las diferentes contingencias de la vida?

El concepto de Inteligencia Emocional fue más desarrollado por Mayer, Salovey (1997), quien la definió como “un tipo de inteligencia social que incluye la habilidad de supervisar y entender las emociones propias y las de los demás, discriminar entre ellas, y usar la información para guiar el pensamiento y las acciones de uno” (Mayer y Salovey, 1993: 433). Según Salovey y Mayer (1990), este concepto de Inteligencia Emocional abarca a los conceptos de inteligencia intrapersonal e interpersonal que propone Gardner (en Gardner y Sánchez, 2001), dándole además un enfoque menos cognitivo, pero añadiéndole el componente emocional.

Sin embargo, la popularización del término de Inteligencia Emocional se dio hasta el año de 1995, por Goleman en su libro titulado “Inteligencia Emocional” (Goleman, 2004). Desde su perspectiva este constructo es entendido como una mezcla de aspectos motivacionales y de personalidad (Matthews et al., 2002). Posteriormente, Bar-On en 1997 también, teoriza sobre este concepto. Conceptualiza la Inteligencia Emocional como una multirelación de emociones, habilidades no cognitivas y competencias sociales y personales, todas ellas interconectadas, que posibilitan actuar sobre nuestro medio ambiente (Bar-On et al., 2003).

Los modelos de competencias (Goleman, 2004) o habilidades (Bar-On, 1997) y que mezclan aspectos motivacionales y de personalidad se han denominado modelos mixtos. La conceptualización de Mayer y cols., (2000), se conoce como modelo de habilidades, ya que se interesan en la interacción de los procesos cognitivos y las emociones.

Mayer y Salovey (1997) con la finalidad de explicar el concepto de Inteligencia Emocional lo seccionaron en sus dos conceptos: la inteligencia y la emoción. Cuando se hace referencia al término de inteligencia clásicamente se ponen de manifiesto funciones como: la memoria, el razonamiento abstracto y juicio. Además, se tiene la posibilidad de aprender y resolver problemas en situaciones novedosas

El segundo aspecto corresponde a la emoción. Dentro del modelo de Mayer, las emociones se producen cuando un estímulo se evalúa en términos de bienestar o daño para el individuo. Estas comunican y dan respuestas a cambios en las relaciones entre el individuo y el medio ambiente, por ejemplo, la relación entre una persona y un amigo, familiar o incluso entre aspectos internos como sería el recuerdo de algún evento. Las emociones se manifiestan como sentimientos que incluyen reacciones fisiológicas y respuestas cognitivas (Mayer y cols, 2004).

Estas dos esferas cognitiva y emocional se encuentran en constante interacción, permitiendo la conceptualización de la Inteligencia Emocional como: la capacidad del individuo de percibir, evaluar y expresar las emociones.

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Además, las emociones facilitan los pensamientos, permiten conocer las fases de las emociones y sus mezclas, así, como el regularlas (Mayer y Salovey, 1997).

Según Salovey y Mayer (citados en la red mundial, http://www.galeon.com/aprenderaaprender/intemocional/intintrapersonal.htm) existen cinco habilidades dentro la Inteligencia Emocional, tres de ellas corresponden a la inteligencia intrapersonal, a continuación se describen y son:

1.- La capacidad de percibir las propias emociones  Que consiste en conocer y controlar nuestras emociones, es necesario para poder llevar una vida satisfactoria. Sin sentir emociones es imposible tomar decisiones, como demuestran las investigaciones realizadas por Antonio Damasio. Para conocer y controlar nuestras emociones tenemos primero que reconocerlas, es decir, darse cuenta de que se están sintiendo. Toda la inteligencia emocional se basa en la capacidad de reconocer nuestros sentimientos y aunque parezca de fácil, saber lo que estamos sintiendo en cada momento, no es tan fácil.

La percepción de las propias emociones implica saber prestarle atención a nuestro propio estado interno. Pero normalmente se esta más acostumbrados a practicar como no sentir que a sentir.

Se gasta mucha energía tratando de distanciarse de las emociones, intentando no sentirlas, no pensar en ellas, no experimentarlas, unas veces porque son desagradables o difíciles y otras porque no encajan con las idea de lo que se debería sentirse.

En cualquier caso, las actividades para aprender a notar nuestras emociones son muy sencillas. Reconocer nuestras emociones pasa por prestarle atención a las sensaciones físicas que provocan esas emociones. Las emociones son el punto de intersección entre mente y cuerpo, se experimentan físicamente, pero son el resultado de una actividad mental.

El segundo es que se aprenda a identificar y distinguir unas emociones de otras. Cuando se nota que se siente algo y además se identifica, se puede expresar. Hablar de nuestras emociones nos ayuda a actuar sobre ellas, a controlarlas. Expresar emociones es el primer paso para aprender a actuar sobre ellas.

Una vez más las actividades que ayudan a aprender, identificar y distinguir las emociones de otras están al alcance de todos. El principal obstáculo a ese aprendizaje parece ser cultural. Vivimos en una sociedad que de alguna manera ignora las emociones.

El tercer paso es aprender a evaluar la intensidad. Si solo se nota las emociones cuando son muy intensas estamos a su merced. Controlar las emociones siempre es más fácil cuanto menos intensas sean, por lo tanto se trata de aprender aprestar atención a los primeros indicios de una emoción, sin esperar a que nos desborde.

2.- La capacidad de controlar las propias emocionesUna vez que aprendemos a detectar los sentimientos se puede aprender a controlarlos. Hay gente

que percibe sus sentimientos con gran intensidad y claridad, pero no es capaz de controlarlos, sino que los sentimientos le dominan y arrastran.

Todos en algún momento se han dejado llevar por la ira, o la tristeza, o la alegría. Pero no todos se han dejamos arrastrar por nuestras emociones con la misma frecuencia.

Controlar los sentimientos implica, una vez que se han detectado e identificado, ser capaces de reflexionar sobre los mismos. Reflexionar sobre lo que se esta sintiendo no es igual a emitir juicios de valor sobre si los sentimientos son buenos o malos, deseables o no deseables.

Reflexionar sobre nuestras emociones requiere dar tres pasos, determinar la causa, determinar las alternativas y por último, actuar.

Determinar la causa ya que emociones como la ira muchas veces son una reacción secundaria a otra emoción más profunda ¿me enfado porque tengo miedo, porque me siento inseguro, o porque me siento confuso?

Distintas causas necesitarán distintas respuestas, y el mero hecho de reflexionar sobre el origen de la reacción ayuda a controlarla.

Si esta es la situación, ¿Qué alternativas se tienen? Emoción no es igual a acción Sentimiento no es igual a reacción. Sentir enfado no es igual a pegar al causante de mi enfado. Sentir miedo no es igual a esconderse debajo de la cama. Ante la misma situación puedo reaccionar de muchas maneras, ante el mismo sentimiento, puedo seguir muchos caminos. Aprender a plantearse alternativas y aprender a analizar las consecuencias de cada una de ellas es el segundo paso.

Se puede, naturalmente, optar por quedarme quedarse como está o puedo se puede optar por cambiar la emoción que se esta sintiendo. No hay reglas que digan que es lo que hay que hacer. Tan dañino puede ser intentar no sentir una emoción como sumergirse en ella.

Se elija lo que se elija puedo se puede recurrir a recursos externos o internos. Los recursos externos  son todas las actividades que ayudan a distraer la atención. Irse al cine, darse un paseo,

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escuchar música, salir con los amigos, son todos métodos eficaces de cambiar el estado de ánimo. La gimnasia cerebral es un buen recurso externo para controlar emociones.

Utilizar los recursos internos supone actuar directamente sobre los proceso de pensamiento. Una de las herramientas más eficaces para actuar sobre las emociones  las ofrece el hemisferio

izquierdo. De la misma forma que todos estamos sintiendo constantemente, todos estamos hablando con nosotros mismos constantemente.

Cuando le prestamos atención a nuestro dialogo interno se puede descubrir que la forma en que nos hablamos a nosotros mismos tiene enorme influencia en nuestra manera de reaccionar y sentir.

Otro recurso interno consiste en reinterpretar la situación, cambiar su significado. Todos nos se sienten mal cuando fracasan, pero ¿En qué consiste fracasar? La misma situación se puede interpretar de muchas maneras. Hay personas capaces de resistir las pruebas más terribles y personas que se ahogan en un vaso de agua, la diferencia muchas veces reside en la manera de interpretar las situaciones por las que atraviesan.

Actuar sobre el proceso de pensamiento supone aceptar el propio papel como creador de la emoción que siento. Es decir, tener que plantearse que es posible controlar los sentimientos, que no son inamovibles. Todos tienen la capacidad de aprender a actuar sobre las emociones, pero ese aprendizaje, como cualquier otro, requiere un periodo de práctica.   3. La capacidad de motivarse a uno mismo

Los deportistas de elite llevan, muchas veces desde la infancia, una vida que la mayoría de las personas no resistiría ¿Qué es lo que hace que alguien sea capaz de entrenar incansablemente durante años?

La tercera capacidad de la inteligencia intrapersonal es la capacidad de automotivarse. La automotivación es lo que permite hacer un esfuerzo, físico o mental, no porque se les obligue, sino porque se quiere hacer.

Se automotiva cuando se sabe lo que se quiere conseguir y el como se va a conseguirlo, por tanto para desarrollar la capacidad de motivarse, primero se tiene que aprender a fijar los objetivos que se quiere conseguir. Muchas veces no se sabe bien lo que se quiere, o se sabe muy bien lo que no quiere. Aprender a plantear objetivos y saber que es lo que de verdad se quiere es, por tanto, el primer paso.

Un objetivo no es lo mismo que un deseo. Los objetivos son los resultados que se quiere conseguir como consecuencia de nuestra actividad.  Para poder conseguir los objetivos estos tienen que estar bien definidos.

Naturalmente una vez que tengan el objetivo que se necesita un plan de acción. Aprender a establecer objetivos no basta, esos objetivos tienen, además, que ser viables y se necesita saber que pasos se tienen que dar para poder alcanzase.

Saber los pasos a dar incluye conocer los puntos fuertes y débiles, saber cuando necesitamos ayuda y cuando no, en suma formar un modelo mental verídico de uno mismo.

2. La Teoría de las Inteligencias Múltiples Para La Palma (2006) no siempre los primeros puntajes de egreso de la facultad se correlacionaban

con los mejores profesionales. Los evaluados con los promedios más altos tienen más puertas abiertas, sí. Pero no es garantía de

que luego en el ejercicio del conocimiento, realmente sean los mejores. Se puede observar que algunos alumnos malos estudiantes en el ámbito educacional, pueden ser

brillantes, creativos, inteligentes etc. Y se puede preguntar ¿qué le pasa a estos estudiantes? (La Palma, 2006).

Se pueden considerar como personas destacadas en todo, o casi todo, lucidas, muy valoradas en ciertas áreas pero, con bajo rendimiento académico. Se habla de individuos absolutamente normales, bien adaptados y hasta felices. De familias armónicas y equilibradas. Chicos entusiastas, con ideas y objetivos claros que parecieran perder la motivación al incorporarse a los procesos de enseñanza y de aprendizaje del colegio. No logran engranar en esa mecánica propuesta por la escuela.

Hay casos de chicos que han sido “etiquetados” como alumnos con dificultades en el aprendizaje o por déficit de atención. Sometidos a tratamiento con medicación y fundamental y lamentablemente considerados “enfermos mentales”.

Los logros que estos obtienen a través de costosos esfuerzos, hace que los alejen de manera inconsciente del estudio. Produciéndoles así un círculo vicioso. Una asociación equivocada de aprender-dolor y por ende un rechazo al estudio (La Palma, 2006).

Howard Gardner (en Gardner y Sánchez, 2001), propuso la teoría de las Inteligencias Múltiples. Hasta ahora se ha supuesto que la cognición humana era unitaria y que era posible describir en forma

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adecuada a las personas como poseedoras de una única y cuantificable inteligencia. Pues la buena noticia es que en realidad se tienen por lo menos ocho inteligencias diferentes. Cuantificadas por parámetros cuyo cumplimiento les da tal definición. Por ejemplo: tener una localización en el cerebro, poseer un sistema simbólico o representativo, ser observable en grupos especiales de la población tales, como “prodigios”, “tontos”, “sabios” y tener una evolución característica propia.

La mayoría de los individuos tienen la totalidad de este espectro de inteligencias. Cada una desarrollada de modo y a un nivel particular, producto de la dotación biológica de cada uno, de su interacción con el entorno y de la cultura imperante en su momento histórico. Se combinan y se usan en diferentes grados, de manera personal y única. A continuación se mencionan las ocho inteligencias propuestas por Gardner (en Gardner y Sánchez, 2001):   Inteligencia Musical: es la capacidad de percibir, discriminar, transformar y expresar las formas musicales. Incluye la sensibilidad al ritmo, al tono y al timbre. Está presente en compositores, directores de orquesta, críticos musicales, músicos y oyentes sensibles, entre otros.

Los estudiantes que la evidencian se sienten atraídos por los sonidos de la naturaleza y por todo tipo de melodías. Disfrutan siguiendo el compás con el pie, golpeando o sacudiendo algún objeto rítmicamente (ver cuadro 1).

Inteligencia Corporal-Kinestésica: es la capacidad para usar todo el cuerpo en la expresión de ideas y sentimientos, y la facilidad en el uso de las manos para transformar elementos. Incluye habilidades de coordinación, destreza, equilibrio, flexibilidad, fuerza y velocidad, como así también la capacidad kinestésica y la percepción de medidas y volúmenes. Se manifiesta en atletas, bailarines, cirujanos y artesanos, entre otros.

Se le aprecia en los estudiantes que se destacan en actividades deportivas, danza, expresión corporal y/o en trabajos de construcciones utilizando diversos materiales concretos. También en aquellos que son hábiles en la ejecución de instrumentos (ver cuadro 1).

Inteligencia Lingüística: es la capacidad de usar las palabras de manera efectiva, en forma oral o escrita. Incluye la habilidad en el uso de la sintáxis, la fonética, la semántica y los usos pragmáticos del lenguaje (la retórica, la mnemónica, la explicación y el metalenguaje). Alto nivel de esta inteligencia se ve en escritores, poetas, periodistas y oradores, entre otros.

Está en los estudiantes a los que les encanta redactar historias, leer, jugar con rimas, trabalenguas y en los que aprenden con facilidad otros idiomas (ver cuadro 1).

Inteligencia Lógico-matemática: es la capacidad para usar los números de manera efectiva y de razonar adecuadamente. Incluye la sensibilidad a los esquemas y relaciones lógicas, las afirmaciones y las proposiciones, las funciones y otras abstracciones relacionadas. Alto nivel de esta inteligencia se ve en científicos, matemáticos, contadores, ingenieros y analistas de sistemas, entre otros.

Las personas que la han desarrollado analizan con facilidad planteos y problemas. Se acercan a los cálculos numéricos, estadísticas y presupuestos con entusiasmo (ver cuadro 1).

Inteligencia Espacial: es la capacidad de pensar en tres dimensiones. Permite percibir imágenes externas e internas, recrearlas, transformarlas o modificarlas, recorrer el espacio o hacer que los objetos lo recorran y producir o decodificar información gráfica. Presente en pilotos, marinos, escultores, pintores y arquitectos, entre otros.

Estas se presentan en los estudiantes que estudian mejor con gráficos, esquemas, cuadros. Les gusta hacer mapas conceptuales y mentales. Entienden muy bien planos y croquis (ver cuadro 1).   Inteligencia Interpersonal: es la capacidad de entender a los demás e interactuar eficazmente con ellos. Incluye la sensibilidad a expresiones faciales, la voz, los gestos y posturas y la habilidad para responder. Presente en actores, políticos, buenos vendedores y docentes exitosos, entre otros.

La tienen los estudiantes que disfrutan trabajando en grupo, que son convincentes en sus negociaciones con pares y mayores, que entienden al compañero (ver cuadro 1).

Inteligencia Intrapersonal: es la capacidad de construir una percepción precisa respecto de sí mismo y de organizar y dirigir su propia vida. Incluye la autodisciplina, la autocomprensión y la autoestima. Se encuentra muy desarrollada en teólogos, filósofos y psicólogos, entre otros.

La evidencian los estudiantes que son reflexivos, de razonamiento acertado y suelen ser consejeros de sus pares (ver cuadro 1).

Inteligencia Naturalista: es la capacidad de distinguir, clasificar y utilizar elementos del medio ambiente, objetos, animales o plantas. Tanto del ambiente urbano como suburbano o rural. Incluye las habilidades de observación, experimentación, reflexión y cuestionamiento de nuestro entorno. La poseen en alto nivel la gente de campo, botánicos, cazadores, ecologistas y paisajistas, entre otros.

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Se da en los estudiantes que aman los animales, las plantas; que reconocen y les gusta investigar características del mundo natural y del hecho por el hombre (ver cuadro 1).

Sin embargo, cuando se analizan los programas de enseñanza que se imparten, que se obliga a los alumnos e hijos a seguir (por ejemplo, el modelo educativo tradicional); se puede observar que se limitan a concentrarse en el predominio de las inteligencias lingüística y matemática dando mínima importancia a las otras posibilidades del conocimiento. Aquí el por qué, muchos alumnos que no se destacan en el dominio de las restantes inteligencias, aplicadas en el ámbito académico, no tienen reconocimiento y se diluye así su aporte al ámbito cultural y social, y hasta se piensa de ellos que han fracasado, cuando en realidad se esta suprimiendo sus talentos (La Palma, 2006).

Cuadro 1. Desarrollo de las Inteligencias Múltiples de los EstudiantesINTELIGENCIAS DESTACA EN LE GUSTA APRENDE MEJOR

AREA LINGÜÍSTICO-VERBAL

Lectura, escritura, narración de historias, memorización de fechas, piensa en palabras

Leer, escribir, contar cuentos, hablar, memorizar, hacer puzzles

Leyendo, escuchando y viendo palabras, hablando, escribiendo, discutiendo y debatiendo

 LÓGICA - MATEMÁTICA

Matemáticas, razonamiento, lógica, resolución de problemas, pautas.

Resolver problemas, cuestionar, trabajar con números, experimentar

Usando pautas y relaciones, clasificando, trabajando con lo abstracto

ESPACIAL Lectura de mapas, gráficos, dibujando, laberintos, puzzles, imaginando cosas, visualizando

Diseñar, dibujar, construir, crear, soñar despierto, mirar dibujos

Trabajando con dibujos y colores, visualizando, usando su ojo mental, dibujando

CORPORAL- KINESTÉSICA

Atletismo, danza, arte dramático, trabajos manuales, utilización de herramientas

Moverse, tocar y hablar, lenguaje corporal

Tocando, moviéndose, procesando información a través de sensaciones corporales.

MUSICAL Cantar, reconocer sonidos, recordar melodías, ritmos

Cantar, tararear, tocar un instrumento, escuchar música

Ritmo, melodía, cantar, escuchando música y melodías

INTERPERSONAL Entendiendo a la gente, liderando, organizando, comunicando, resolviendo conflictos, vendiendo

Tener amigos, hablar con la gente, juntarse con gente

Compartiendo, comparando, relacionando, entrevistando, cooperando

INTRAPERSONAL Entendiéndose a sí mismo, reconociendo sus puntos fuertes y sus debilidades, estableciendo objetivos

Trabajar solo, reflexionar, seguir sus intereses

Trabajando solo, haciendo proyectos a su propio ritmo, teniendo espacio, reflexionando.

NATURALISTA Entendiendo la naturaleza, haciendo distinciones, identificando la flora y la fauna

Participar en la naturaleza, hacer distinciones.

Trabajar en el medio natural, explorar los seres vivientes, aprender acerca de plantas y temas relacionados con la naturaleza

Fuente: Cuadro traducido por Nuria de Salvador de  Developing Students' Multiple Intelligences. Nicholson-Nelson, K. (New York: Scholastic Professional Books 1998).

4. ConclusiónEs evidente que tanto el hogar como la escuela (según el momento en que intervienen y su

capacidad de interactuar) son los responsables directos de la educación de los niños. Los medios son agentes manipuladores, pero es la retroalimentación del padre y del maestro, lo que más incidencia tiene en

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el desarrollo del intelecto. La información que se menciona, están basadas en las ideas propuestas por La Palma (2006).

Los niños viven pendientes del reconocimiento de los adultos. La expresión valorativa de las figuras parentales es dramáticamente poderosa en la mente en formación del infante.

Existen dos tipos de experiencias extremas que es importante tener en cuenta para el desarrollo de las inteligencias. Las experiencias cristalizantes y las paralizantes. Las primeras, son límites en la historia personal, claves para el desarrollo del talento y de las habilidades en las personas.

La responsabilidad de las figuras parentales es enorme, hay que tomar conciencia de ello y actuar en beneficio del niño. Los padres en casa, con estímulo, comprensión y aliento, y los docentes cambiando el enfoque del proceso de enseñanza-aprendizaje. Aplicando el concepto de las inteligencias múltiples, desarrollando estrategias didácticas que consideren las diferentes posibilidades de adquisición del conocimiento que tiene el individuo. También enriqueciendo los entornos de aula, promoviendo amplitud y posibilidades de interactuar de diversas formas con compañeros y objetos a elección del alumno. Si el estudiante no comprende a través de la inteligencia que se eligió para informarlo, considerar que existen por lo menos siete diferentes caminos más para intentarlo.

Habrá además que desarrollar un nuevo concepto y sistema de evaluación. No se puede seguir evaluando a la persona multinteligente a través de una única inteligencia. El ser humano es mucho más completo y complejo. Existen países como Australia, Canadá, Estados Unidos, Venezuela, Israel e Italia, entre otros que están trabajando sobre este tema. En nuestro país hay gente capacitándose y algunas escuelas están iniciando la experiencia. Estados Unidos es el país que ha tomado la delantera, ya hay más de cincuenta escuelas estatales de Inteligencias Múltiples (IM) en funcionamiento.

Como en toda tarea, existen diferentes pasos a seguir para transformar una escuela tradicional en una de Inteligencias Múltiples (IM), lo primero es aprender la nueva teoría. Pero antes, querer hacerlo. Es imprescindible que los docentes sean voluntarios en este proceso de cambio. En forma general habrá que seleccionar y capacitar a los integrantes del proyecto. Informar a los padres y alumnos. Prender la llama de la motivación y el asombro en todos los integrantes de la escuela. Hay que tener presente que no existe un modelo a copiar, hay que crear uno propio. Cada escuela de Inteligencias Múltiples, será fruto de la capacidad y creatividad del equipo. Porque siempre será un trabajo en equipo.

Trabajar en grupo genera el fenómeno del efecto sinérgico, el cual hace que “el todo sea mayor que la suma de las partes”.   Se abre así a partir de esta teoría de las Inteligencias Múltiples (IM), una nueva propuesta en la enseñanza.

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Trabajo realizado por: Sergio Gabriel Ochoa Alcarazsgoa2006@gmail.comAtlantic International University (AIU).México.Enero 17 de 2008.

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