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RETOS DEL LIDERAZGO
Programa de teología: Retos del liderazgo Curso: Un líder con el corazón de Dios.
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Publicado por California Christian University 2012
Silver Lakes, California 92342 EE.UU
Email info@universidadccu.org
Autor: Orlando A. Rodríguez
Fundador del Ministerio sabio y Prudente
Editor de contenido: Jorge A. Fuentes
Impreso en EE.UU.
Printed in U.S.A.
Derecho de autor. El contenido de este material está protegido por la ley «copy right» de los Estados Unido.
Propiedad intelectual del Ministerio Sabio y Prudente. Reservados todos los derechos, prohibida la
reproducción total o parcial de esta obra sin la debida autorización de los editores o el autor.
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INTERNET:
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Programa de teología: Retos del liderazgo Curso: Un líder con el corazón de Dios.
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Programas de Teología: Retos del Liderazgo.
Curso:
Un líder conforme al corazón de Dios.
Autor: Orlando A. Rodríguez - Fundador del ministerio «Sabio y Prudente».
“Todos los textos y artículos son usados con propósitos estrictamente académicos y con apego a
las leyes de autor”
LECTURA SUPLEMETARIA
Título de la lectura: Dios es bueno.
¡Conocer que Dios es bueno nos es beneficioso! Este conocimiento
nos permite vivir vidas dignas del Señor, agradándole en TODO.
Vivir este nivel de vida requiere alejarnos del mal y acercarnos al
bien. Agradamos a Dios cuando hacemos lo que Dios ha
establecido como bueno. Ver página 25.
Este libro puede comprarse a través del www.elclubsabio.com.
Programa de teología: Retos del liderazgo Curso: Un líder con el corazón de Dios.
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ESTUDIOS DE TEOLOGIA:
RETOS DEL LIDERAZGO
Curso para los Programas de Teología
Descripción y naturaleza del curso:
El curso de “Un líder conforme al corazón de Dios”, le ofrece al estudiante herramientas espirituales y
físicas para lograr vivir «vidas dignas de Dios, agradándole en TODO». El tema del curso es «crecer en el
conocimiento de Dios». Este crecimiento está asociado con la carrera de la fe. La Biblia establece que
Jesucristo viene por una iglesia radiante, sin mancha ni arruga ni ninguna otra imperfección, sino santa e
intachable (Efesios 5:27).
El curso se divide, en las cuatro categoría, que nos habla Efesios 5:27. Estudiar estas categoría, nos
permite equiparnos con las herramientas adecuadas, para transformarnos en líderes conforme el corazón
de Dios. El curso ayudara al alumno a crecer en el conocimiento de Dios. Este crecimiento espiritual nos
permite confiar en Dios sin dudar y obedecerle sin cuestionar. Los que así lo hacen pasan de creyentes a
discípulos.
EL PRESENTE ESTUDIO, TIENE EL PROPOSITO DE AYUDAR AL ESTUDIANTE A:
1. Entender la diferencia entre «Estar en Cristo» (creyente) y «Ser de Cristo (discípulo).
2. Crecer en el conocimiento de Dios.
3. Motivarle a asumir su identidad como cristiano. La cual consiste en «hacer el bien».
4. Revelarle su propósito como cristiano. El cual consiste en vencer el mal con el bien.
5. Renovar su mente. Esta renovación traerá cambio de actitudes y comportamientos.
6. Asumir su identidad de hijo de luz.
Requisitos para el Curso: ASOCIADO Y BACHELOR
1. Hacer una lectura del Modulo
2. Responder a los cuestionarios de preguntas al final de las lecciones.
INSTITUTO Y LICENCIATURA
1. Hacer una lectura del Modulo
2. Responder al cuestionario de 10 preguntas al final de la lección.
Programa de teología: Retos del liderazgo Curso: Un líder con el corazón de Dios.
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ÍNDICE:
INTRODUCCIÓN: Un líder conforme al corazón de Dios debe ser radiante…….. 04
Requisitos para el Curso…………………………………………………………….. 05
Lección Uno: Radiantes……………..……………………………….…………... 06
Datos relacionados con la lectura suplementaria. Tema: Dios es bueno …….…… 19
Actividad académica; TAREA ……………………………………………………. 20
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Liderazgo cristiano 1:
Lección uno: RADIANTES
CURSO: Líder conforme al corazón de Dios
TEMA: Crecer en el conocimiento de Dios.
En la lección de hoy, hablamos de seis principios:
1. Crecer en el conocimiento de Dios.
2. La carrera de la fe.
3. Conocer la voluntad de Dios.
4. Entender la diferencia entre «Estar» en Cristo o «Ser» de Cristo.
5. Asumir nuestra identidad como CRISTIANO.
6. Hacer lo que Dios ha declarado como bueno.
Estudio número: 01
INTRODUCCIÓN: Un líder conforme al corazón de Dios debe ser
radiante. El término radiante implica brillante, resplandeciente y luminoso. Radiante está identificado
con la luz de Dios. La luz no proviene de nosotros sino que la reflejamos. Antes de conocer a Cristo
estábamos manchados con el pecado y nada podíamos hacer. Quiero usar un espejo como ejemplo.
Imagínate que eres un espejo que un artesano encontró en el fondo de un rio cenagoso. Cubierto de
mugre, el espejo es incapaz de relejar ninguna luz.
El artesano se da a la tarea de restaurarte. Debido a la suciedad que has acumulado con el pasar
del tiempo, has perdido, tu propiedad de reflejar la luz. Quitar toda la mugre que te cubre, es una tarea
ardua para el artesano, y dolorosa para ti como espejo. Con mucha paciencia el artesano comienza el
proceso de restauración y comienza a recuperar, su propiedad de reflejar la luz.
La historia del artesano está relacionada con Dios. Nosotros somos ese espejo que por culpa del
pecado hemos quedado tan y tan sucio que ya no reflejamos luz. Jesucristo nos limpia. Es Él y no
nosotros, quien comenzó la buena obra en nuestras vidas y la continuará perfeccionando hasta que quede
completamente terminada. La Biblia nos dice: «Pues Dios es quien produce en ustedes tanto el querer
como el hacer para que se cumpla su buena voluntad» (Filipenses 2:13).Es nuestra responsabilidad como
cristianos, mantenernos radiante, hasta el día en que Cristo Jesús, vuelva. La Biblia nos dice: «Estoy
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convencido de esto: el que comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día de Cristo
Jesús» (Filipenses 1:6).
No es nuestra luz la que reflejamos sino la de Jesús. La mejor manera de mantenernos limpio es
caminando cerca de Jesús. Él es el campeón que da inicio y perfecciona nuestra fe. Con su ejemplo,
podemos enfrentar los retos de la vida, con ánimo y fuerzas.
JESUCRISTO VIENE POR UNA IGLESIA RADIANTE. Un cristiano
radiante además de creer en Dios, confía en Él y le obedece. Es importante creer en Jesucristo. Creer en
Él nos da acceso al regalo de la salvación. Confiar en Él sin dudar, nos permite activar, Su enorme poder.
Las dudas desactivan la confianza y sin ella estamos en desventaja contra Satanás. La confianza en Dios
es fuerza y protección. La Biblia nos dice: «El Señor es mi fuerza y mi escudo; mi corazón en él confía;
de él recibo ayuda. Mi corazón salta de alegría, y con cánticos le daré gracias» (Salmos 28:7). Ser un
cristiano radiante requiere un compromiso de vivir vidas dignas del Señor agradándole en TODO.
PRIMER
PRINCIPIO:
Tenemos la
responsabilidad de
crecer en el
conocimiento de Dios.
La carrera de la fe. Es un
evento espiritual, que tiene que
ver con modificar, nuestras
actitudes y conducta. En Cristo
somos una nueva criatura. «De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas
pasaron; he aquí todas son hechas nuevas» (2 Corintios 5:17). Lamentablemente muchos creyentes
aceptan el regalo de la salvación pero no están dispuesto a cambiar sus actitudes y conducta. Están en
Cristo pero no son de Cristo. «Los que son de
Cristo, crucifican su naturaleza pecaminosa, con sus
paciones y deseos» (Gálatas 5:24).
1. La carrera de la fe tiene un inicio,
una meta y un final. El inicio comienza
con Jesucristo. Inmediatamente que le
invitamos, a que viva en nuestro corazón,
Él acepta nuestra invitación. Lo primero
que recibimos es el regalo de la salvación,
lo segundo que recibimos es el «derecho» a
activar Su «poder» y lo tercero que
recibimos está relacionado con la carrera de
la fe. La misma tiene que ver con crecer en el conocimiento de Dios. La Biblia nos dice: «Lo que
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pido de ustedes es amor y no sacrificios, conocimiento de Dios y no holocaustos» (Oseas 6:6).
Crecer en el conocimiento de Dios nos permite madurar en la fe. Este crecimiento está
relacionado, con el derecho a activar, el glorioso poder de Dios.
2. Cambio de actitud y conducta. En la medida en que crecemos en este conocimiento,
pasamos de tener el derecho, a activar el maravilloso poder de Dios. En la carrera de la fe, en la
medida que nos acercamos a la meta, produce un cambio en nuestras actitudes y conducta.
Dejamos de buscar lo que agrada a la carne para buscar lo que agrada al espíritu de Dios. Un
cambio de actitud nos permite un cambio de altitud en nuestra relación con Dios.
Lamentablemente muchos cristianos, se conforman con tener el derecho de activar el gran poder
de Dios, pero nunca lo activan.
3. El final de la carrera se alcanza en el cielo. Hay un valioso premio para todos los que se
acerquen a la meta. Nuestra meta está relacionado con nuestro propósito en la vida, vencer el mal
con el bien. La Biblia nos dice: «Al pecador lo persigue el mal, y al justo lo recompensa el bien»
(Proverbios 13:21).
SEGUNDO PRINCIPIO: La
carrera de la fe.
Transición de creyente a
discípulo. La «carrera de la fe», no tiene
que ver con religiosidad, sino con una
relación personal con Jesucristo. Es un
proceso de crecimiento espiritual. La
madurez espiritual está relacionada con
nuestra transición de creyente a discípulo.
Este proceso requiere tiempo, esfuerzo,
paciencia y determinación. En la medida en que maduramos espiritualmente nos acercamos a la meta en
la carrera de la fe. El alimento sólido de la Palabra de Dios, le permite a un creyente maduro en la fe,
diferenciar entre lo bueno y lo malo. La Biblia nos dice: «En cambio, el alimento sólido es para los
adultos, para los que tienen la capacidad de distinguir entre lo bueno y lo malo, pues han ejercitado su
facultad de percepción espiritual» (Hebreo 5:14).
Crecer en el conocimiento de Dios. Este crecimiento nos permite vivir vidas dignas del Señor
agradándole en TODO. La madurez espiritual, la podemos asociar, con la carrera de la fe. La cual, aunque
se parece a los eventos en donde participan los atletas del mundo, es diferente.
1. LA META EN LA CARRERA DE LA FE. Los atletas del mundo corren para llegar a la meta,
mientras que los atletas del «reino de los cielos» corremos para acercarnos a ella. Los cristianos
llegamos a la META cuando estemos en el cielo. En la medida en que nos acerquemos a la meta
será la medida de nuestro galardón, Es por esta razón que Pablo pudo decir; «prosigo a la meta, al
premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús» (Ver Filipenses 3:14).
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2. LA VELOCIDAD EN LA CARRERA DE LA FE. La gran mayoría de los creyentes, corren la
carrera de la fe como si fuese de velocidad y no como una carrera de larga distancia. Esta carrera
no es de velocidad sino de resistencia. El apóstol Pablo nos dice: «Por tanto, no nos
desanimamos. Al contrario, aunque por fuera nos vamos desgastando, por dentro nos vamos
renovando día tras día. Pues los sufrimientos ligeros y efímeros que ahora padecemos producen
una gloria eterna que vale muchísimo más que todo sufrimiento. Así que no nos fijamos en lo
visible sino en lo invisible, ya que lo que se ve es pasajero, mientras que lo que no se ve es
eterno» (2 Corintios 4:16-18).
3. EL PREMIO. La carrera de la fe no está asociada con la salvación, sino con el galardón o
premio que Dios tiene reservado para todos nosotros, los que hemos creído en Jesucristo.
Entender lo valioso de ese premio, nos permite perseverar con paciencia, en toda situación dando
gracias con alegría a Padre. El propósito de la carrera de la fe:
a. Propósito incorrecto: Correr la carrera de la fe para ser bueno.
b. Propósito correcto: Activar el poder de Dios.
Acercarnos a la meta en la carrera de la fe. La meta es parecernos a Jesucristo, el
iniciador y perfeccionador de nuestra fe (ver Hebreo 12:2a). Acercarnos a la meta, implica que nuestro yo
disminuye y Cristo aumente en nosotros. Pablo lo resume cuando nos dice: «Lo he perdido todo a fin de
conocer a Cristo, experimentar el poder que se manifestó en su resurrección, participar en sus
sufrimientos y llegar a ser semejante a él en su muerte.» (Filipenses 3:10).
1. Meta incorrecta: Buscar ser bueno o alcanzar la perfección. Ser bueno es parte de
nuestra identidad como cristiano. En cuanto a ser perfecto, es una trampa de Satanás, para
llenarnos de angustia, cada vez que fallamos y caemos durante la carrera de la fe.
2. Meta correcta: Activar el amplio y glorioso poder de Dios. Los que corren la carrera de
la fe para activar el poder de Dios, cuando caen, tal vez se frustre pero no se deprimen ni se llenan
de angustia. El poder de Dios, está al alcance
09 de los que con corazón limpio, lo buscan.
« Porque todo el que pide, recibe; el que
busca, encuentra; y al que llama, se le abre»
(Mateo7;8).
TERCER PRINCIPIO: Conocer
la voluntad de Dios.
La voluntad de Dios es buena,
agradable y perfecta. La Biblia establece que las intenciones (voluntad) de Dios es buena,
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agradable y perfecta (ver Romanos 1:12b). Él desea lo mejor para nosotros. En cambio, Satanás desea
destruirnos. Él no nos puede apartar de Dios, pero nos puede engañar para que nos apartemos de nuestro
Creador. Constantemente, está malvada criatura está colocando bolas de humo a nuestro alrededor, para
confundirnos y robarnos el gozo. Estas bolas de humos no nos dejan ver con claridad la meta y nos
desaniman. Alcanzar la «perfección» puede lucir como una meta noble, pero la misma es una trampa de
Satanás. Nadie, a excepción de Jesucristo, ha alcanzado la perfección. El correr la carrera de la fe, en
busca de la perfección, fomenta con facilidad el desanimo.
LA FE SIN OBRA ES DÉBIL. La fe nos permite participar del reino de Dios pero las buenas obras
nos permiten llegar a ser vasos nobles para Dios. Las obras que agradan a Dios nos mantienen limpios. La
realidad es que «Dios no nos llamó a la impureza sino a la santidad» (ver 1 Tes. 4:7). La santidad la
podemos asociar con limpieza. «Si alguien se mantiene limpio, llegará a ser un vaso noble, santificado,
útil para el Señor y preparado para toda obra buena» (2 Timoteo 2:21-22).
Una verdad eterna: Agradamos a Dios en TODO, al combinar fe y obras. Dios se deleita
cuando combinamos nuestra identidad como creyente con la fe. Es importante entender que sin fe es
imposible agradar a Dios (ver Hebreo 11:6a). Agradamos a Dios cuando además de tener fe, confiamos en
Dios sin dudar y le obedecemos sin cuestionar.
1. La fe proviene de Dios, pero la decisión de confiar y obedecer, proviene del hombre.
2. La fe consiste en aceptar que somos hijo de la luz pero las obras nos permiten reflejar la luz de
Dios. Es importante que las personas vean nuestras buenas obras. Mas importante, que ver
nuestras buenas obras, es que vean a Jesucristo a través de nuestras buenas obras. «Hagan brillar
su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre
que está en el cielo» (Mateo 5:16).
Conocer la voluntad de Dios nos permite perseverar. La perseverancia es la «fuerza» que nos
impulsa a levantarnos cuando caemos. Es la energía espiritual que nos revitaliza para continuar corriendo
hacia la meta. La perseverancia es un esfuerzo continuo que le permite obtener resultados concretos. «Así
perseveraras, con paciencia en toda situación, dando gracias con alegría al Padre» (Colosenses 1:11b-
12a).Lo opuesto a la perseverancia es el desánimo. ¡Ánimo! La voluntad de Dios para con nosotros es
buena. ¡Nuestro Dios es bueno!
1. Lo verdaderamente importante para Dios no son las veces que tropezamos y caemos sino las
veces que nos levantamos y continuamos acercándonos a la meta. Tropezar es parte del proceso
La clave de nuestra victoria no consiste, en las veces que «CAEMOS», sino las veces que «NOS»
levantamos luego de la caída.
2. Lo que impresiona a Dios no es «cómo comenzamos» la «carrera de la fe», sino «como
finalizamos». Nos llena de ánimo, el conocer que la voluntad de Dios para con nosotros; es
buena, agradable y perfecta.
PERSEVERAR CON PACIENCIA; Es sinónimo de crecer en el conocimiento de Dios. Este
crecimiento nos hace ver las pruebas como beneficiosas. La Biblia nos dice: «El oro, aunque perecedero,
se acrisola al fuego. Así también la fe de ustedes, que vale mucho más que el oro, al ser acrisolada por las
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pruebas demostrará que es digna de aprobación, gloria y honor cuando Jesucristo se revele» (1 Pedro 1:7).
Entender que Dios es bueno nos permite enfrentar las pruebas con optimismo. Nuestro Dios no va a
permitir que enfrentemos ninguna prueba que Él no esté dispuesto a duplicar en una bendición (ver Job
42:10).
Las pruebas nos conviene pues ella fortalecen nuestra fe. El motivo de alegría en las pruebas, no es la
prueba en sí, sino el galardón que Dios nos tiene reservado. La Biblia nos dice: «Esto es para ustedes
motivo de gran alegría, a pesar de que hasta ahora han tenido que sufrir diversas pruebas por un tiempo»
(1 Pedro 1:5).
CUARTO PRINCIPIO: Conocer la
diferencia de «Estar» en Cristo o «Ser» de
Cristo.
La esperanza nos conviene. Los que «Están» en
Cristo y los que «Son» de Cristo tiene esperanza. La
diferencia de la esperanza, entre los que «Están» en Cristo y
los que «Son» de Cristo, descansa en la palabra «certeza».
Los que «Son» de Cristo además de esperanza tiene la
«certeza» que lo esperado ha de ocurrir.
1. La diferencia de «Estar» y «Ser». La esperanza de los que «Están» en Cristo es frágil pero la
esperanza de los que «Son» de Cristo es fuerte. Los que «Están» en Cristo pertenece al grupo de
creyentes que se conforman con creer en Jesucristo. Los que «Son» de Cristo además de creer en
Jesucristo, están dispuestos a confiar en Él y obedecerle.
2. La meta de todo discípulo es ser más espiritual que carnal. En la medida en que el discípulo
«crece» en el conocimiento de Dios deja de «Estar» en Cristo para «Ser» de Cristo. Los que
«Son» de Cristo han crucificado su naturaleza pecaminosa, con sus pasiones y deseos» (Gálatas
5:24). La esperanza en los que «Son» de Cristo nos da acceso a la protección que proviene de la
integridad y la rectitud (honestidad). La Biblia nos dice: «Sean mi protección la integridad y la
rectitud, porque en ti he puesto mi esperanza» (Salmos 25:21).
Los que «Son» de Cristo viven en integridad y rectitud. La Biblia nos dice:
«Encamíname en tu verdad, ¡enséñame! Tú eres mi Dios y Salvador; ¡en ti pongo mi esperanza todo el
día!» (Salmos 25:5). El hombre bueno es íntegro y recto. La Biblia nos afirma: «El inconstante recibirá
todo el pago de su inconstancia; el hombre bueno, el premio de sus acciones» (Proverbios 14:14).
La humanidad de divide en tres grupos: Los que «Son» de Cristo, Los que «Están» en Cristo y
los que «No conocen» a Cristo (ver página 40). Estos tres grupos están asociados a con nuestra
naturaleza pecaminosa.
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1. Primer grupo y el más grande de los tres, está compuesto de los que son esclavos de la
naturaleza pecaminosa. Ellos no conocen a Jesucristo.
2. El segundo grupo, se compone de los que Jesucristo ha liberado de su naturaleza pecaminosa.
Son libres, pero por no estar dispuesto a someterse a Dios, su naturaleza pecaminosa les domina.
Los que «Están» en Cristo, su naturaleza pecaminosa, todavía les domina.
3. El tercer grupo, el más pequeño de todos, se compone de los que «Son» de Cristo. Ellos al igual
que los que «Están» en Cristo, se han liberalizado, de su naturaleza pecaminosa. La gran
diferencia que los que «Están» en Cristo no han logrado crucificar sus paciones y deseos,
mientras que los que «Son» de Cristo así lo han hecho. «Los que son de Cristo Jesús han
crucificado la naturaleza pecaminosa, con sus pasiones y deseos» (Gálatas 5:24).
El peligro de ser abandonado a nuestros tontos razonamientos. Los que no crucifican su
naturaleza pecaminosa, corren el riesgo de que Dios los abandone, a sus tontos razonamientos. La Biblia
nos dice: «Además, como estimaron que no valía la pena tomar en cuenta el conocimiento de Dios, él a su
vez los entregó a la depravación mental, para que hicieran lo que no debían hacer. Se han llenado de toda
clase de maldad, perversidad, avaricia y depravación. Están repletos de envidia, homicidios, disensiones,
engaño y malicia. Son chismosos, calumniadores, enemigos de Dios, insolentes, soberbios y arrogantes;
se ingenian maldades; se rebelan contra sus padres; son insensatos, desleales, insensibles, despiadados»
(Romanos 1:28-31).
Los que perseveran en hacer lo incorrecto corren peligro de muerte. Los que
«Están» en Cristo con su obstinado comportamiento se aleja de las bendiciones de Dios. «Ellos saben
bien que, según el justo decreto de Dios, quienes practican tales cosas merecen la muerte; sin embargo, no
sólo siguen practicándolas sino que incluso aprueban a quienes las practican» (ver Romanos 1:32). ¡Dios
es bueno! El propósito de Dios al abandonarnos a nuestros tontos razonamientos, tiene un propósito más
«sublime» que «castigarnos».
Los dos tipos de cristianos:
Creyentes y discípulos. En la grafica
podemos ver con claridad el proceso
de transformación relacionado con
crecer en el conocimiento de Dios.
Todo cristiano comienza su
«aventura de fe» como creyente. En
la medida que avanzamos en la
carrera de la fe, crecemos, en el
conocimiento de Dios. Este
crecimiento está asociado con la
madurez espiritual. Todos cristiano,
en sus inicio es mas carnal, que espiritual. En la medida en que crece en el conocimiento de Dios deja de
«Estar» en Cristo para «Ser» de Cristo. Pasar de creyente a discípulo es un proceso que requiere tiempo,
esfuerzo, paciencia y determinación. Lamentablemente no todo los creyentes llegan a ser discípulos.
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«Estar» y «Ser» de Cristo. La transición de «Estar» (creyente) en Cristo y «Ser» (discípulo) de Cristo es
dolorosa. Requiere que nuestra naturaleza carnal muera para que nuestra naturaleza espiritual predomine.
Es por esta razón que un cristiano dispuesto a crecer en el conocimiento de Dios no puede «amoldarse» a
la manera de pensar del mundo. Es necesario dejar de pensar como piensa el mundo y atrevernos a
pensar como Dios. La Biblia establece: «No se amolden al mundo actual, sino sean transformados
mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable
y perfecta» (Romanos 12:2).
QUINTO PRINCIPIO: Asumir
nuestra identidad como CRISTIANO.
Hoy día la iglesia está más opaca que
brillante. El problema es que la iglesia (formada
por creyentes de todas las denominaciones) está
compuesta de dos tipos de cristianos. Los que
«Están» en Cristo y los que «Son» de Cristo.
«Están» en Cristo, los creyentes que se conforman
con creer en Jesucristo. Este grupo de cristiano no
está dispuesto a someterse a Dios. Someternos
implica que además de creer en Jesucristo, están
dispuestos a confiar en Él y obedecerle. Los que «Están» y los que «Son» de Cristo participan en la
carrera de la fe.
Los discípulos se acercan a la meta. Ellos además de creer en Jesucristo, confían en Él sin dudar y le
obedece sin cuestionar. Todo discípulo tiene como «propósito en la vida», vencer el mal con el bien. Esta
victoria sobre el «mal» está relacionada con crecer en el conocimiento de Dios. Este crecimiento
espiritual nos permite asumir nuestra identidad
como cristiano, la cual consiste en ser bueno.
1. La Biblia nos confirma, «que somos
creados en Jesús para buenas obras. Las
cuales, Dios dispuso de antemano, a fin de
que las pongamos en práctica» (ver Efesios
2:10).
2. ¡No olvides! No nos acercamos a la meta
para que nos llamen bueno sino para
activar el glorioso poder de Dios.
Nuestra identidad como CRISTIANO es ser bueno. Lograrlo demanda algo más que
creer en Jesucristo, requiere confiar en Él sin dudar y obedecerle sin cuestionar. En la medida que nos
acercamos a Dios le obedecemos y en esa misma proporción nos alejamos de la desobediencia. El bien
consiste en hacer la voluntad de Dios. Él nos creó en Jesucristo para buenas obras.
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1. Hacer el bien no es nuestra meta en la vida sino nuestra identidad. La meta en la carrera de la fe
está asociada con crecer en el conocimiento de Dios.
2. Este crecimiento nos capacita para someternos a Dios. En la medida en que lo logramos dejamos
de «Estar» en Cristo para «Ser» de Cristo
Dios es bueno. Él nos creó para buenas obras. Hacer el bien no es un accidente cósmico sino parte
del maravilloso plan de Dios. Hacer el bien es nuestra identidad como cristiano. La Biblia nos revela que
fuimos creados para buenas obras. Las cuales, Dios preparó de antemano, para que las realizáramos.
Antes de crear al hombre, las buenas obras (cosas buenas) formaron parte del plan de Dios. Él las dispuso
de antemano, para que nosotros los cristianos, las pongamos en práctica. La Biblia nos dice: «Fuimos
creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos
en práctica» (ver Efesios 2:10b). Estas buenas obras están relacionadas con cuatro verdades:
Uno: Nuestra identidad como cristiano es hacer el bien.
Dos: Nuestro propósito como cristiano es vencer el mal con el bien.
Tres: Nuestra meta como cristiano es activar el glorioso poder de Dios.
Cuatro: Nuestro reto en la vida es vivir como hijos de luz.
AGRADAR A DIOS
Cristianos radiantes. Muchos creyentes confunden la meta con su identidad y piensan que su meta
en la vida es ser bueno. No hay nada malo pensar de esa manera, pero nos limita y nos aparta de nuestro
propósito, de ser cristianos radiantes.
1. El ser bueno es un deseo noble que todos debemos aspirar pero no tiene nada que ver con
acercarnos a la meta en la carrera de la fe.
2. Lograr ser bueno, no es asunto de metas sino de asumir nuestra identidad como cristiano. ¡Dios
nos creó para ser bueno! La meta está relacionada con el premio.
3. Entender cuál es el propósito de acercarnos a la meta en la carrera de la fe nos anima a perseverar
hasta alcanzar la meta.
Reenfoque de nuestras prioridades espirituales
1. ¿Cuál es la identidad del cristiano? Su identidad es ser bueno y está asociado con ser
«cristianos radiantes». Llegar a este nivel, en nuestra relación con Dios, requiere crecemos en el
conocimiento de Dios. Este crecimiento tiene el propósito de ayudarnos a madurar en la fe. Esta
madurez transforma a los que «Están» en Cristo en «Ser» de Cristo.
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2. ¿Cuál es nuestro propósito? Vencer el mal con el bien. Tenemos el compromiso de vencer las
tinieblas con la luz de Cristo. Los que NO se cansan de hacer el bien a su tiempo recogerán sus
bendiciones, frutos de su cosecha. La Biblia nos dice: «El que siembra para agradar a su
naturaleza pecaminosa, de esa misma naturaleza cosechará destrucción; el que siembra para
agradar al Espíritu, del Espíritu cosechará vida eterna. No nos cansemos de hacer el bien, porque
a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos. Por lo tanto, siempre que
tengamos la oportunidad, hagamos bien a todos, y en especial a los de la familia de la fe»
(Gálatas 6:8-10).
3. ¿Cuál es la meta? La meta en la carrera de la fe tiene que ver con activar el glorioso poder de
Dios. Su poder no tiene límite. Experimentar el poder que se manifestó en la resurrección esta a
nuestro alcance. El apóstol Pablo nos dice: «Lo he perdido todo a fin de conocer a Cristo,
experimentar el poder que se manifestó en su resurrección, participar en sus sufrimientos y llegar
a ser semejante a él en su muerte. Así espero alcanzar la resurrección de entre los muertos»
(Filipenses 3:10-11).
4. ¿Cuál es el reto que tenemos como hijos de luz? A Dios se le conoce como el Padre de las
luces. La Biblia nos identifica a nosotros los cristianos como hijos de Luz. Tenemos que dar
frutos dignos de hijos de luz. Los frutos tiene que ver con bondad, justicia y verdad. La Biblia nos
dice: «Porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad» (Efesios 5.9).
La voluntad que
predomina. Todo recién
convertido es un creyente. La
salvación es automática, pero el
someter la carne al dominio del
espíritu, requiere tiempo. En el
inicio de nuestra aventura de fe,
la carne nos inclina, a hacer
nuestra voluntad y no la de Dios.
En la medida en que crecemos en
el conocimiento de Dios, hay un cambio en nuestra manera de pensar, el hombre carnal comienza a ceder
su lugar al hombre espiritual. En esta transición, dejamos de ser creyentes (Estar en Cristo) dominados
por su naturaleza pecaminosa, a ser discípulos (Ser de Cristo) que dominan su naturaleza pecaminosa.
1. ¿De quién es, la «voluntad,
que predomina»? En todo ser
humano hay dos voluntades en
constante conflicto. Una nos
inclina al bien y la otra al mal.
La más que alimentemos será
al final la que domine. La
diferencia entre la humanidad
que no conoce a Dios y los
cristianos es la eternidad. La
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batalla del cristiano tiene que ver con la «voluntad». El cristiano carnal tiene su prioridad en
satisfacer su voluntad mientras que el cristiano espiritual tiene su prioridad en satisfacer la
voluntad de Dios. Lo que marca la diferencia, entre un creyente y un discípulo, no son los años
que tengas en la iglesia sino tu compromiso con hacer la voluntad de Dios. Si la voluntad que
predomina es la de Dios dejamos de ser creyentes para transformarnos en discípulos. Los que así
lo hacen viven vidas dignas del Señor agradándole en TODO.
2. Vencer el mal con el bien. La razón de ser de todo cristiano es vencer el mal con el bien. No
hay duda de que en el mundo existen personas diabólicamente malas pero también hay personas
buenas. El concepto del mal y el bien puede variar entre cultura y generaciones.
3. Hoy día vivimos en un mundo donde lo que antes era malo ahora parece bueno y lo que antes era
bueno hoy es malo. Lo básico del mal, consiste en alejarnos, de la voluntad de Dios. El peligro de
hacer nuestra voluntad, es que esta nos aleja, de la voluntad de Dios. El bien es lo opuesto del
mal. El bien consiste en acercarnos a la voluntad de Dios. «Ésta es la confianza que tenemos al
acercarnos a Dios: que si pedimos conforme a su voluntad, él nos oye» (1 Juan 5:14).
Los que «Son» de Cristo, están convencidos, de que Dios es bueno. En su bondad,
Dios no va a permitir que algo malo te ocurra, que él no
esté dispuesto a duplicar en bendición. La Biblia nos dice:
«Y quitó Jehová la aflicción de Job, cuando él hubo orado
por sus amigos; y aumentó al doble todas las cosas que
habían sido de Job» (Job 42:10).
SEXTO PRINCIPIO: Hacer lo que
Dios ha declarado como bueno.
Castigo o recompensa. El mayor placer de Dios no
es castigar, sino recompensar. ¡Él es bueno! Desconocer
esta verdad nos causa angustia. Cada vez que fallamos y
nos caemos, durante la carrera de la fe, la angustia crece en nuestro interior. Desconocer que Dios es
bueno nos roba paz. La realidad es que nuestro Dios, está más interesado, en nuestros éxitos que en
nuestros fracaso. Desconocer esta verdad, fomenta la angustia y le concede derecho a nuestra «naturaleza
pecaminosa», a controlar nuestra mente. Una vez que la angustia germina nos roba la paz y esclaviza
nuestra mente. La Biblia nos dice: « La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que
proviene del Espíritu es vida y paz» (Romanos 8:6).
Hacer el bien nos permite cancelar la angustia. Hacer lo bueno es más sencillo de lo que parece, La
Biblia nos dice: «¡Ya se te ha declarado lo que es bueno! Ya se te ha dicho lo que de ti espera el Señor:
Practicar la justicia, amar la misericordia, y humillarte ante tu Dios» (Miqueas 6:8). Los tres requisitos
para hacer lo bueno, según el criterio de Dios:
o Numero uno: practicar la justicia.
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o Número dos: Amar la misericordia.
o Número tres: humillarte ante Dios.
No es lo mismo saber que Dios es bueno que conocer que Dios es bueno. La
mayoría de los creyentes saben que Dios es bueno. Saber que Dios es bueno no cancela las dudas
relacionadas con este postulado. Es por esta razón cuando la mayoría de los creyentes (de todas las
denominaciones) enfrentan un problema su mirada se va al problema y no hacia Dios. Concentrarnos en
el problema trae angustia e intranquilidad. La Biblia nos dice: ¿Por qué voy a inquietarme? ¿Por qué me
voy a angustiar? En Dios pondré mi esperanza, y todavía lo alabaré» (Salmos 43:5). La duda desactiva la
fe y sin ella es imposible agradar a Dios. «En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios» (Hebreo
11:6a). No podemos conformarnos con saber que Dios es bueno, tenemos que «conocer» que Dios es
bueno. Este nivel de consciencia de la bondad de Dios cancela las dudas y nos permite apoderarnos de la
paz de Dios.
CRITERIOS PARA SER BUENO:
Primer criterio: practicar la justicia. La justicia de Dios demanda hacer lo correcto,
aunque tengamos que ir en contra de nuestro
propio beneficio. Esta verdad limita a muchos
creyentes. Tanto la maldad como hacer el bien
tienen consecuencias generacionales. Dios
mantiene su amor por mil generaciones. En su
justicia, perdona la iniquidad y la rebelión,
pero el pecado tiene consecuencias. Dios
castiga la maldad de los padres en los hijos y
en los nietos, hasta la tercera y la cuarta
generación. Nadie puede engañar a Dios. Dios es justo. «El Señor me ha pagado conforme a mi justicia;
me ha premiado conforme a la limpieza de mis manos» (Salmos 18:20). Ante la justicia de Dios, los que
hacen lo correcto recibirán su premio pero los que hacen lo incorrecto, recibirán su castigo.
Segundo criterio: amar la
misericordia. La palabra
«Misericordia», se define como un
sentimiento de piedad o de
compasión. Amar la misericordia es
poner en acción la compasión. ¡La
misericordia es parte de la
naturaleza de nuestro Dios! Él es
lento para la ira y grande en
misericordia y verdad (fidelidad)
(ver Éxodo 34:6b). La misericordia,
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junto a la justicia y la fidelidad, forman parte de las tres cosas más importante de la ley de Dios. La
Biblia nos dice: «Pero han descuidado los asuntos más importantes de la ley, tales como la justicia, la
misericordia y la fidelidad. Debían haber practicado esto sin descuidar aquello» (Mateo 23:23b). De
acuerdo a las palabras de Jesús, el hombre debe ser misericordioso con sus prójimos para ser tratado,
entonces, con misericordia. La Biblia nos dice: «Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos
alcanzarán misericordia» (Mateo 5:7 RVR 60).
Tercer criterio: humillarnos ante Dios. El orgullo está relacionado con la satisfacción personal
que se experimenta, por algo, o logro propio. Ejemplo: un trabajo bien realizado, metas alcanzadas o
logros que se consideran valiosos. El orgullo en si mismo no es malo, Pablo se sintió orgulloso de los
Tesalonicenses. Ellos soportaron por Cristo toda clase de persecuciones y sufrimiento (Ver 1
Tesalonicenses 1:4). El orgullo que aborrece Dios es aquel con que se intenta opacar Su gloria. «El
malvado levanta insolente la nariz, y no da lugar a Dios en sus pensamientos» (Salmo 10:4).
LECTURA SUPLEMENTARIA
Título de la lectura: Dios es bueno.
¡Conocer que Dios es bueno nos es beneficioso! Este conocimiento nos permite
vivir vidas dignas del Señor, agradándole en TODO. Vivir este nivel de vida
requiere alejarnos del mal y acercarnos al bien. ¡Ánimo! Dios en su bondad, no
nos va a permitir enfrentar ninguna prueba, que él no esté dispuesto a duplicarla
en una bendición.
Temas de la lectura suplementaria:
El único y verdadero Dios.
Nuestro Dios es poderoso, amoroso y justo.
Podemos pedir sabiduría a Dios..
La Biblia es la Palabra de Dios.
Su poder. De lo que no existía creo lo que existe.
Su amor: Dios nos creó con un plan y un propósito.
Su Justicia, se manifiesta en el Jardín del Edén.
Los seres humanos somos la corona de su creación.
El pecado y la santidad no se mezclan.
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La meta de esta lectura suplementaria, es motivar al lector, a confiar en Dios. Su voluntad para con
nosotros es buena, agradable, y perfecta. Los que «conocen» que Dios es bueno vencen la angustia que
proviene de Satanás.
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