proyecto 7 ecologia
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Fundamentos teóricos y convenciones para la restauración ecológica:
aplicación de conceptos y teorías a la resolución de problemas en
restauración
Roberto Márquez-Huitzil
Instituto Nacional de Ecología, Periférico 5000, 2° piso. Col.
Insurgentes-Cuicuilco, C. P. 04530 México, D. F. correo-e:
rmarquez@ine.gob.mx
Introducción
La restauración ecológica es una disciplina de reciente formación. En
1985, durante un Simposio en el Arboretum de la Universidad de
Winsconsin, se reunieron científicos de diferentes disciplinas con el
objetivo de definir un área común que restaurara los ambientes degradados
por las actividades humanas. Como resultado de este evento se desprendió
la idea de unificar teoría y práctica con el fin de plantear y contestar
preguntas de ésta índole. En dicho evento también se introdujo el concepto
restauración ecológica referido específicamente a la investigación básica
dirigida al perfeccionamiento de las técnicas aplicadas, denominadas en su
conjunto restauración (Aber y Jordan III, 1985). Sin embargo, el inicio
formal de los trabajos de restauración ecológica pueden considerarse
anterior cuando en 1935 Aldo Leopold, en una pradera de la Universidad
de Wisconsin-Madison, trató de recuperar la vegetación original mediante
el recubrimiento con especies vegetales nativas que, a su vez, ayudaría a
estabilizar los suelos erosionados (Jordan III et al., 1987). Antes de esta
actividad sólo se habían desarrollado algunos trabajos prácticos con fines
agrícolas, silvícolas y de manejo de campo sobre los ecosistemas
(Bradshaw, 1987a).
En la actualidad, el objetivo de la restauración ecológica se ha
definido como la búsqueda de la recuperación de la estructura,
funcionalidad y autosuficiencia semejantes a las presentadas previamente
en un ecosistema que ha sido degradado (Bradshaw, 1987a, Ewel, 1987;
Jordan III et al., 1987; Meffé y Carroll, 1994). Por otra parte, la Society for
Ecological Restoration, International Science y el Policy Working Group
(2004) consideran que la restauración ecológica es el proceso de ayudar a
la recuperación de un ecosistema que ha sido degradado, dañado o
destruido.
Restaurar un ecosistema significa que éste sea regresado al estado
previo a su degradación, lo cual puede requerir la reconstrucción del suelo
y la colocación de las especies originales (nativas) del sitio (Brown et al.,
1986). Cabe mencionar que dependerá la probabilidad de volver a un
ecosistema a un estado original muy semejante al previo de la intensidad de
la perturbación, del compromiso de los trabajos de restauración y del contar
o no con una fuente de germoplasma adecuada. La restauración ecológica
abarca, por una parte, el trabajo teórico relacionado con el conocimiento de
las características y funciones que realiza la unidad en cuestión (el
ecosistema), y por otra, un aspecto práctico responsable de la recuperación
de las características y funcionalidad, por lo que existe un fuerte vínculo
que relaciona a la restauración ecológica tanto con ciencias teóricas como
con disciplinas prácticas.
Este artículo tratará de mencionar y resaltar algunos de los conceptos
de mayor importancia en la restauración de los ecosistemas terrestres. Sin
embargo, debe tomarse en consideración la amplia variedad de ecosistemas
que existen, la igualmente variada cantidad de afectaciones por diversas
actividades humanas, así como las características tan variables que pueden
presentar las mismas en cuanto al tipo, intensidad y duración, dando como
resultado el alto número de disciplinas diferentes que deberían involucrarse
en un proyecto de restauración.
Las afectaciones a los ecosistemas
En la actualidad los ecosistemas están sujetos a diversos factores de
estrés, ocasionados por actividades humanas que provocan cambios
ecológicos considerables o que limitan el desarrollo de las comunidades
naturales, y que pueden ser de naturaleza física, química o biótica
(Freedman, 1995). Las afectaciones físicas se refieren al daño mecánico
que puede ocurrir sobre los ecosistemas, y que afecta a uno o más de sus
componentes. Un ejemplo de estrés físico provocado de forma natural es el
causado por los huracanes, mientras que uno provocado por el hombre es la
fragmentación de los ecosistemas, consistente en un proceso de
rompimiento de la continuidad de los ecosistemas o hábitat, y que los
convierte en parches aislados y pequeños, lo cual tiene al menos dos
consecuencias evidentes (Meffe y Carroll, 1994):
(1) la reducción del área total de un tipo de hábitat dentro del paisaje,
o incluso la pérdida total de la misma;
(2) la confinación del hábitat restante, dentro de esos parches,
pequeños y aislados.
Las afectaciones químicas son provocadas por la presencia de
compuestos químicos ajenos a los que se presentan de forma natural en los
ecosistemas (Freedman, 1995). Estos compuestos o contaminantes son
sustancias que ocurren en el ambiente como resultado, al menos en parte,
de las actividades del hombre y que tienen un efecto nocivo en los
organismos vivos (Moriarty, 1999). La contaminación es una de las
principales afectaciones a los ecosistemas, y ocurre por la liberación de
sustancias ajenas a los mismos en cualquiera de sus distintos estados:
sólido, líquido o gaseoso, y que pueden propagarse en distintos medios (el
acuático, el terrestre o el aire), afectando directa o indirectamente a los
ecosistemas. Otro ejemplo es la combustión rápida provocada por
incendios y explosiones, durante guerras o actividades relacionadas con las
mismas.
Las afectaciones bióticas son provocadas por modificaciones o
alteraciones a los componentes vivos dentro del ecosistema. Ocurren
afectando una o más poblaciones de especies nativas dentro del ecosistema,
o bien, por la introducción de especies y/o la propagación de las mismas
propiciando que se conviertan en invasoras. Un ejemplo es la eliminación
de especies clave dentro de un ecosistema, por ejemplo, las dominantes o
codominantes en la estructura vegetal de las comunidades, lo cual puede
facilitar el incremento de poblaciones de otras especies codominantes o
incluso de especies invasoras. Otro ejemplo puede ser la eliminación de
ciertas especies reguladoras de la estructura vegetal, que controlan el
tamaño poblacional de otras especies, o que influyen en la estructura de
comunidades vegetales o animales como, por ejemplo, los grandes
herbívoros o carnívoros. En el caso de las especies invasoras, ocurre un
proceso mediante el cual una o más especies introducidas, (ya sea desde
otro continente o país, o desde una región distinta dentro de una misma
nación) se propagan dentro de un ecosistema y desplazan o incluso
eliminan a las especies nativas locales, modificando la estructura de la
comunidad y su funcionamiento, e incluso alterando la estructura del medio
físico (Mooney y Drake, 1986; Drake et al., 1989). Este tipo de afectación
puede cambiar un hábitat entero, haciéndolo inhóspito incluso, para la
comunidad natural original (Lowe et al., 2001). En general, muchas de las
especies introducidas, llevadas de forma natural o por el hombre a una
región fuera de su ámbito de distribución original, pueden tener efectos
adversos sobre la flora o fauna nativas a través de la competencia por
recursos (luz, agua, nutrientes, espacio, entre otros), inhibiendo su
crecimiento, desplazando a las especies nativas o bien depredándolas.
Como se mencionó, las especies introducidas representan un riesgo
potencial de convertirse en invasoras, si en el nuevo ecosistema no se
encuentran especies o condiciones ambientales que regulen su crecimiento
poblacional (Berger, 1993; Drake et al., 1989).
Las estrategias de mitigación
En la actualidad se han desarrollado distintas estrategias, con la
finalidad de controlar, mitigar o revertir los efectos de la degradación en los
ecosistemas. Entre ellas se encuentran la restauración, la rehabilitación, el
saneamiento, el reemplazo y el recubrimiento vegetal (Martínez, 1996;
Meffe y Carroll, 1994). Dichas estrategias varían en cuanto al grado de
recuperación de los ecosistemas degradados, por ejemplo, ya sea que
busquen recuperar una estructura de la vegetación semejante a la original,
sustituirla por una vegetación completamente distinta, o bien sólo aplicar
de medidas que frenen la degradación, pero sin relacionarse en forma
alguna con la recuperación del ecosistema o de sus atributos de diversidad
y estructura (Meffé y Carroll, 1994).
La restauración busca recuperar la estructura, funcionalidad y
autosuficiencia semejantes a las presentadas originalmente en un
ecosistema que ha sido degradado (Bradshaw, 1987b; Ewel, 1987; Jordan
III et al., 1987, Meffé y Carroll, 1994). Esto implica que el terreno sea
regresado precisamente al estado previo a su degradación, lo cual requiere
reconstruir el suelo y colocar a las especies originarias del sitio (Brown et
al., 1986).
En el caso de la rehabilitación, se trata de una estrategia encaminada
a la recuperación parcial del ecosistema, que busca el restablecimiento de
algunos de los elementos funcionales o estructurales del sitio, así como la
inclusión de algunos mejoramientos visuales, como la replantación para
prevenir la erosión, pero sin llegar a recuperar los atributos originales del
sitio (Bradshaw y Chadwick, 1980; Martínez, 1996; Meffe y Carroll,
1994).
El saneamiento o reclamación se aplica en sitios severamente
degradados por actividades agresivas (como las minas a cielo abierto), a los
cuales se pretende dar un uso diferente al original que causó el daño,
aunque en algunos casos puede tomarse como un primer paso en un
proyecto de restauración (Bradshaw y Chadwick, 1980; Martínez, 1996;
Meffe y Carroll, 1994), o bien dentro de una rehabilitación.
Se denomina reemplazamiento vegetal al proceso por el que se
induce la formación de un ecosistema diferente al original, aunque pueda
encontrarse fuera de su ámbito histórico de distribución y en condiciones
distintas a las presentadas en forma natural (Martínez 1996, Meffé y
Carroll 1994); sin embargo, en este caso no se considera el efecto que este
proceso pueda tener sobre los remanentes de vegetación nativa o sobre los
ecosistemas locales supervivientes.
Finalmente, el recubrimiento vegetal o revegetación puede implicar
sólo el reforzamiento de algunos procesos como la sucesión vegetal, la
productividad, la ecología del suelo, la incorporación de nutrientes, entre
otros, donde se busca permitir que el sistema regrese por si sólo a su estado
original utilizando especies nativas para el recubrimiento (Martínez, 1996;
Meffe y Carroll, 1994). Como puede observarse, la restauración ecológica
es la más ambiciosa de las estrategias mencionadas, ya que su objetivo es
recuperar al ecosistema original (figura 1), y contribuir a un manejo
sustentable de los recursos.
Las estrategias que se apliquen en cada caso para controlar
problemas de degradación dependerán de características y/o procesos que
se busque recuperar dentro de un ecosistema. Es importante señalar que
cada caso debe analizarse en lo particular, dado que no hay dos ecosistemas
que sean iguales.
Figura 1. Representación de las distintas estrategias para controlar
los procesos de degradación en los ecosistemas y su relación con la
recuperación del ecosistema
Por ejemplo, en un sitio contaminado puede realizarse una
remediación o biorremediación como paso inicial; sin embargo, esto estará
sujeto a los objetivos posteriores, es decir, si se busca llegar a restaurar
completamente al sistema o sólo frenar los procesos de degradación, de lo
cual dependerán las características de la remediación o biorremediación
que se emprenda. En el caso de una remediación o biorremediación
orientada hacia la restauración, se tratará de que no se modifiquen
significativamente las características físico-químicas del medio que,
posteriormente, no sea posible reintroducir a las especies nativas originales
y/o los procesos originales del ecosistema. En otra situación, restaurar a
partir de un estado de fragmentación o la deforestación de un sitio puede
requerir la recuperación de una estructura mínima de la vegetación y,
tratándose de una restauración, no sería conveniente el uso de especies
exóticas para reforestar. Es importante aclarar: si se trata de restaurar un
ecosistema diverso caracterizado por codominancia de diversas especies
arbóreas, el utilizar sólo unas cuantas especies nativas no garantizaría una
restauración ecológica en el sentido estricto del término.
Otro ejemplo de una afectación al componente biótico sería la
provocada por la remoción o alteración de una especie nativa bajo el
supuesto de que sólo es suficiente para lograr su restauración reintroducir
un gran número de individuos de la o las especies nativas faltantes, o se
intente reemplazar la población de la especie faltante por una especie
exótica, sin antes contar con información al menos parcial de la estructura
poblacional original de la especie faltante y del papel de dicha especie
dentro del ecosistema. Esto puede causar un grave daño al ecosistema,
como su invasión por especies ajenas.
Considerando los ejemplos anteriores, podemos resaltar que antes de
iniciar un proyecto de restauración es indispensable conocer la estructura,
la composición de especies y la funcionalidad originales del ecosistema.
Dicha información puede obtenerse de diversas formas, pero existen
algunos aspectos generales a considerar durante la restauración (Márquez-
Huitzil en este mismo número).
La ecología como base para la restauración ecológica
Tanto al inicio como durante el desarrollo de los proyectos de
restauración ecológica, es importante considerar que al ser el ecosistema la
unidad a recuperar tanto en estructura como en funcionalidad, los trabajos
de restauración deben apoyarse principalmente en la teoría ecológica. Por
ello, algunos autores mencionan que la restauración ecológica es una
“prueba del ácido” para la teoría ecológica, ya que no sólo se apoya en los
conceptos y teorías desarrolladas en ecología, sino que los pone a prueba
(Bradshaw, 1987a).
Algunos autores consideran esenciales a ciertos conceptos de
ecología al evaluar el progreso de la restauración de un ecosistema (Brown
y Lugo, 1994; Ewel, 1987) (cuadro 1).
la restauración ecológica puede involucrar tanto la recuperación de
las características naturales originales del ecosistema como la mitigación de
disturbios de origen humano que pueden actuar a varios niveles de
organización (Ernesto Vega, com. pers.). Por tanto, la disciplina de la
restauración implica la utilización de conceptos derivados a partir de
diversas ciencias que estudian al ecosistema en el aspecto físico (geografía,
geología, edafología, ecología del paisaje, hidrología, por mencionar las
más comunes), como biótico (biología, ecología, ciencias forestales,
genética, agronomía, veterinaria, entre otras), así como disciplinas
derivadas de las mismas, como la ecología del paisaje, la ecología de
suelos, y biología de la conservación, entre otras.
Considerando los distintos tipos de afectaciones que influyen sobre
los ecosistemas, es posible entender porqué muchos de los problemas
ocasionados por las actividades humanas, y que debe enfrentar la
restauración ecológica, no pueden resolverse sólo a la luz de la teoría
ecológica, sino que, en muchos casos, deben considerar conocimientos
desarrollados por otras disciplinas que buscan específicamente controlar,
mitigar y/o revertir los efectos de la degradación en los ambientes
naturales, y que cuentan con los conocimientos adecuados para propagar,
reincorporar y manejar las especies de regreso en su ambiente. Por tal
motivo, es indispensable comprender los conocimientos provenientes de la
ecología para restaurar un ecosistema, pero no debemos restringirnos sólo a
la teoría ecológica en la resolución de problemas de restauración.
Otra consideración importante es que la mayor parte de la teoría
ecológica se ha enfocado a la explicación de fenómenos y comportamientos
de los ecosistemas, en condiciones naturales y distintos niveles de
organización (individuo, especie, población, comunidad y ecosistema),
respecto de las afectaciones producidas por procesos naturales como caída
de árboles, huracanes, incendios naturales, entre otros. Por tal motivo, en
general, los estudios relacionados con los efectos producidos como
consecuencia de afectaciones ocasionadas por actividades humanas como
la contaminación sólida o líquida, el cambio de uso del suelo, la
propagación de especies invasoras, el efecto de especies introducidas, la
eliminación selectiva de una especie, incendios provocados, entre otros, se
encuentran con menor desarrollo dentro del campo de la ecología. Sin
embargo, y afortunadamente, estos temas han sido abordados por otras
disciplinas como la biología de la conservación, la ecotoxicología, la
agronomía, las ciencias forestales, la ingeniería ambiental y la ingeniería
química, entre otras.
Por ello, considerar la resolución de problemas de restauración
ecológica solamente a la luz de la teoría ecológica puede limitar
considerablemente nuestra capacidad para resolver la gran variedad de
problemas generados por las actividades humanas. Como se menciona en
otra parte de este manual (véase Márquez-Huitzil en este mismo volumen)
durante la resolución de problemas de restauración conviene considerar
primeramente el tipo, las características, intensidad y magnitud de los
impactos que afectan a los ecosistemas, ya que la combinación de
afectaciones producto de un desarrollo tecnológico y de procesos naturales,
puede sobrepasar la capacidad del sistema para responder a ellas como lo
haría ante perturbaciones naturales. Por ejemplo, el uso de maquinaria, la
presencia de compuestos artificiales, en combinación con la dispersión de
plantas y animales que resultan exóticos para distintos sitios, afectan a
diferentes niveles a los ecosistemas.
Las disciplinas científico-técnicas de apoyo
Las disciplinas en cuestión tan diversas como la agronomía, la
veterinaria, la ingeniería civil, forestal o hidráulica, la geología, la
geografía, y ecología del paisaje, entre otras (figura 2), aportan
conocimientos específicos a la resolución de problemas de restauración.
Sin embargo, cabe resaltar que durante un proyecto de restauración, todas
las disciplinas deben guiarse por principios ecológicos fundamentales para
determinar cuáles son aquellas estrategias más compatibles con la
recuperación de las características y funcionalidad del ecosistema, como la
composición de especies, la estructura, funcionalidad y autosuficiencia
originales a distintos niveles de organización, desde individuos hasta
ecosistemas (Parker y Pickett, 1997). Digamos que las medidas
seleccionadas para recuperar un ecosistema no deben contraponerse, más
adelante, con la recuperación de las características particulares del mismo;
por ejemplo, pueden presentarse efectos negativos luego de modificaciones
a las características geomorfológicos, de cambios en las propiedades
edáficas características del sistema, o del uso de especies exóticas al sitio,
que pueden provocar interacciones antagónicas con las especies nativas.
Al desarrollar un proyecto de restauración es importante que se tome
en cuenta que cualquier área degradada no se encuentra aislada dentro de
un paisaje, sino que es influida por zonas contiguas que, a su vez, pueden
verse afectadas tanto por procesos naturales como por los impactos
antropogénicos directos o indirectos, cuyo efecto sobre el área en cuestión
y sobre las zonas contiguas puede extenderse a paisajes enteros (Parker y
Pickett, 1997; Bradshaw y Chadwick, 1980). Los efectos se producen sobre
las comunidades vegetales que se establecen en dichas zonas son resultado
de escurrimientos, pendientes, insolación (efecto de ladera), clima,
retención y arrastre de nutrientes, y de sedimentos, e influyen tanto en las
áreas conservadas como en las degradadas. Por esto, al desarrollar un
proyecto de restauración conviene considerar estos aspectos y para casos
como el descrito arriba, apoyarse en conocimientos teóricos de disciplinas
como la ecología del paisaje, que trata las relaciones de los ecosistemas con
el resto de los elementos dentro del entorno en que se ubican, lo que puede
incluir a otros ecosistemas (figura 2).
Figura 2. Debe existir un vínculo entre las distintas disciplinas
teórico- técnicas con la restauración ecológica siempre vistas a través de la
Ecología
La restauración ecológica en práctica
Durante los trabajos de restauración podemos mencionar, en general,
cinco pasos que pueden seguirse (Márquez-Huitzil en este mismo
volumen): 1) terminar con la causa de la afectación, 2) mitigar los efectos
producidos por la misma, 3) llevar al sistema a condiciones semejantes a
las que se presentaban en algún estadio sucesional previo, 4) reincorporar
elementos bióticos o abióticos originales al sistema y, 5) monitorear y
modificar de forma iterativa los trabajos de restauración, dirigiendo el
proceso sucesional de manera congruente con el objetivo de ésta.
Un primer concepto con el que conviene familiarizarse al restaurar es
el de la mitigación, que se refiere a la aplicación de una serie de acciones
que ayuden a atenuar o aminorar el deterioro ambiental ocasionado por las
actividades humanas. Dentro de las medidas de mitigación pueden
aplicarse cualquier tipo de estrategias como las mencionadas anteriormente.
Por ejemplo, en un sitio contaminado, una estrategia de mitigación se
aplicaría particularmente a los suelos o aguas del lugar, y puede consistir en
un conjunto de acciones necesarias para llevar a cabo la limpieza de una
descarga o sospecha de descarga de contaminantes, que incluya, aunque no
se limite, a la realización de una evaluación preliminar, investigación del
sitio, determinación del alcance del problema, estudio de factibilidad y
acciones correctivas (INE, 1996).
Respecto de la remediación, este término se refiere a todas aquellas
técnicas o actividades que tengan como finalidad eliminar las sustancias
contaminantes que han sido vertidas en un medio físico como el agua, el
suelo o el aire, independientemente de si se trata de un área natural
conservada o modificada por el hombre. Este concepto proviene del inglés
remediation que en Estados Unidos, Canadá y otros países de habla inglesa
se ha usado para referirse a todas aquellas acciones de limpieza o
eliminación de contaminantes en sitios contaminados (Saval, 1998).
Mitigar significa eliminar el efecto de los procesos que influyen
sobre los componentes del medio biofísico y pueden llevarlo a su
degradación que, aún cuando se termine con la causa de la afectación,
continúan actuando sobre el sitio afectado como el viento, la lluvia, el
tránsito de organismos vivos, etc. Llevar al sistema a condiciones
semejantes a las presentadas en algún estadio sucesional ecológico previo,
monitorear y dirigir el proceso de sucesión durante el mismo y hasta el
final del proyecto involucrará, por una parte, un conocimiento de la teoría
ecológica en general, y por otra, conocer las características particulares del
ecosistema en cuestión, ya sea a través de descripciones previas con que se
cuente, o bien, con remanentes del ecosistema que funcionen como control.
El conocimiento de características funcionales de un ecosistema dado,
como las mencionadas al inicio de este artículo, resulta útil para conocer la
dinámica natural del mismo y tratar de determinar si las respuestas del
sistema a la manipulación responden como lo harían en condiciones
naturales, por ejemplo, a través de la sucesión ecológica, o si se ha
producido una afectación de tal magnitud que haya modificado las
características del sistema y pueda contraponerse a los esfuerzos de
restauración.
Antes de iniciar la restauración en un sitio afectado es conveniente
tener presente que se trata con un sistema dinámico, que no se encuentra
aislado del resto del entorno. En cada sitio que se busca restaurar se dan
gran cantidad de interacciones, tanto entre las distintas especies que lo
conforman y el medio abiótico que contiene, como con otros ecosistemas
que pueden compartir el mismo entorno paisajístico e, incluso, con algunas
porciones modificadas por el hombre dentro del mismo paisaje.
Un trabajo de restauración ecológica no requiere una especialización
en cada una de las disciplinas que estudian los factores abióticos como la
geografía, geología, edafología, hidrología; o en los factores bióticos como
botánica, zoología, ecología u otras, sino conocer la importancia del trabajo
multidisciplinario y abordar con un enfoque global un problema que
podemos considerar multidimensional, sin centrarse y en un solo aspecto
del mismo. En la mayoría de los casos es indispensable consultar a expertos
en otras disciplinas, cuya participación radicará en mostrar las estrategias
prácticas para apoyar las diversas acciones de manejo de los sitios donde se
recupera la cubierta forestal. La participación de especialistas de otras áreas
puede ser de gran importancia, sobre todo cuando existen factores externos
a la naturaleza del sistema y que lo hayan afectado, como la contaminación,
la introducción de especies o la minería, entre otros.
Consideraciones finales
Al comenzar un trabajo de restauración ecológica debe siempre
tenerse presente que el fin último es recuperar la estructura, composición
de especies, funcionalidad y autosuficiencia semejantes a las originales
(Bradshaw, 1987a; Ewel, 1987; Jordan III et al., 1987; Meffe y Carroll,
1994, Márquez-Huitzil 1999). Esto significa que el terreno sea regresado lo
más posible al estado biológico previo a su degradación; y aunque algunos
autores simplifican los objetivos a reconstruir el suelo y colocar especies
originarias del sitio (Brown et al., 1986), una restauración ecológica debe
considerar otros aspectos del medio físico o biótico que constituyen al
ecosistema. La restauración debería contemplar la recuperación de especie
por especie en un sitio. Esto permitirá que los esfuerzos por recuperar el
sistema no se limiten a la recuperación temporal de algunas de sus
características, propiedades o procesos, sino a recobrar de forma total del
sistema hasta un estado autosostenible que le permita al sistema continuar
por sí mismo sus procesos naturales.
Principales conceptos.
Qué es la ecología. Es la ciencia o más bien la convergencia de varias
ciencias cuyo objeto es la relación triangular entre los individuos de una
especie y su medio ambiente, de tal manera que interesa tanto los efectos
del medio ambiente sobre los individuos como los efectos de la actividad
de los individuos sobre el medio ambiente y de los individuos entre sí.
En el caso de los seres humanos que son una especie social y política, que
piensa, habla, escoge y se relaciona mas o menos conscientemente, la
ecología humana es la relación-efecto entre:
1º el medio ambiente y los individuos,
2º de los individuos entre sí, como también
3º la relación-efecto de las relaciones y de las actividades de los seres
humanos sobre el medio ambiente. Pero en este último caso, es
normalmente una acción consciente, voluntaria o que puede ser consciente,
por lo tanto, responsable.
Otra manera de definir la ecología es la ciencia que estudia las relaciones
recíprocas entre el medio y los organismos vivos, así como las
interacciones de unos organismos con otros.
Qué es la economía ecológica. Es la ciencia de la gestión de la «
sustentabilidad » (viabilidad en el tiempo de un sistema capaz de satisfacer
las necesidades fundamentales de las generaciones presentes y futuras). O
es también la ciencia que estudia las relaciones entre los sistemas
económicos y los ecosistemas, a partir de la critica ecológica de la
economía convencional que no toma en cuenta ni la biosfera ni la
comunidad.
Qué es la ecología social. En el seno de la economía ecológica la ecología
social pone el acento en la solución de los problemas de equidad, de
distribución y de justicia social, para la realización de una sociedad
sustentable. Pone también el énfasis en los conflictos sociales ecológicos
inter e intrageneracionales.
Qué es la ecología política. Desde el punto de vista teórico es la capacidad
de todo ser humano de dar sentido a sus formas de coexistencia y decidir
sobre la organización de los humanos entre ellos y con el medioambiente.
En sentido práctico, es la participación responsable de cada ciudadano y de
las comunidades, en la orientación y realización de una sociedad
sustentable.
Por lo tanto, la participación en el proceso de toma de decisiones (junto con
las instancias políticas institucionales) para la organización y puesta en
practica de las decisiones tomadas por la comunidad. La ecología política,
sobre los datos que proporcionan las ciencias (datos siempre relativos),
formula juicios y orientaciones de manera tal de asegurar la justicia
ambiental para las generaciones presentes y futuras del planeta. En cuanto
las personas son una especie social y política, es decir, responsable de su
destino, dentro de los limites del quehacer humano, y en la medida en que
sus actos son voluntarios, deben dar sentido a las acciones, tanto de
conjunto como individuales, para asegurar la viabilidad del planeta para
todos. Este sentido esta dependiendo de un debate, del intercambio de los
distintos puntos de vista, experiencias e intereses, para buscar pautas
comunes que hagan posible una coexistencia lo más equitativa posible. La
ecología es política porque apunta directamente a resolver en
conjuntos los problemas que atañen a la coexistencia. Es política, en
consecuencia, porque supone la participación de todos para resolver
estos problemas. En ausencia de certezas, y frente a la incertidumbre, los
humanos deben tomar decisiones que son políticas: confrontación, con una
mentalidad amplia, de ideas y de iniciativas para decidir sobre el tipo de
coexistencia deseado. No se trata solamente de mantenerse en conjunto
sino de co-existir equitativamente, respetando la diversidad, la pluralidad.
Aquellos que consideran la ecología política como los movimientos
sociales ecológicos y ambientales que luchan por una sociedad ecológica,
es correcto, en la medida en que son ellos los que están luchando por dar
esta orientación a la sociedad, es decir para que todos los seres humanos
participen en las decisiones y logren una sociedad democrática y justa.
Lo que diferencia a los movimientos sociales ecologistas, como lo veremos
más adelante, de otros movimientos políticos de izquierda, es la plena
conciencia de que la sociedad ecológica es esencialmente antiproductivista.
La toma de conciencia de los daños que la economía tradicional provoca en
los ecosistemas de los cuales formamos parte, nos enfrenta, no a una
sociedad de abundancia sino de escasez, en la cual el "espacio ambiental"
para todos, no permite continuar con la concepción de la izquierda
tradicional.
Retomando el hilo anterior, podemos decir que en la condición humana, la
ecología, la economía ecológica, la ecología social y la ecología política se
suponen mutuamente.
Ecología Política no es lo mismo que Ecología y Política. Si bien toda
política conlleva una buena o mala ecología y toda ecología humana
conlleva una buena o mala política, ecología y política dice relación a las
políticas (en tanto medidas) que puede tomar el Estado o las personas para
mejorar la relación entre los seres humanos y el medio ambiente . En
cambio, Ecología Política, es mucho más que eso, dice relación al sentido
mismo de la vida humana para permitir hacer del mundo, un mundo común
entre los humanos y con integridad ecológica.
La ecología política comprende los siguientes principios y
fundamentos:
b.-Principios de la ecología política.
Principio de responsabilidad. Responsable, según el diccionario, es aquel
que debe responder de sus actos o de las personas a su cargo y
responsabilidad, la obligación de reparar una falta, de cumplir un
compromiso y de tomar una decisión. Antes de ser un principio jurídico, es
un principio ético. Supone la libertad de cada cual, si no de todos su actos,
al menos de los principales entre ellos, los actos voluntarios. Somos libres
porque podemos pensar y dar sentido a lo que hacemos y aunque los
efectos finales sean impredecibles, asumimos las posibles consecuencias de
lo que comenzamos o continuamos. Como vivimos en una sociedad plural,
de muchos, «la tierra esta habitada por hombres y no por uno solo de entre
ellos », nuestras acciones – aunque sean pasivas (dejar de hacer) – tienen
efectos queridos o no queridos; somos actores nunca autores propiamente
tales ( no hemos escogido las condiciones de nuestro nacimiento sólo
podemos asumirlas) pero somos responsables frente a los otros y a nosotros
mismos. Podemos, dar un sentido a lo que estamos haciendo. Es el
principio de responsabilidad el que esta a la base del sufragio universal, de
la mayoría de edad y de la responsabilidad penal.
El principio de solidaridad. El diccionario dice: dependencia mutua,
sentimiento que empuja a los humanos a ayudarse mutuamente. Es la toma
de conciencia de un destino común (vivimos en el periodo comprendido
entre la natalidad y la mortalidad), toma de conciencia de que las formas de
coexistencia (positivas o negativas) dependen de la manera en que nosotros
y cada uno asumimos este destino común.
En la práctica, la ecología política, es la participación de todos en la toma
de decisiones y acciones que conciernen el destino común, y en este
sentido, lo son prioritariamente los movimientos sociales que se diputan
por lograr esta orientación. Pero, además, hoy día, las decisiones son
imperiosamente solidarias considerando que, por ejemplo, los cambios
climáticos, efecto invernadero, migraciones forzadas, no dejan ninguna
posibilidad de tomar decisiones supuestamente puramente individuales.
El principio de unicidad. Este principio se refiere al carácter único de
cada cual, cada uno es políticamente indispensable, cada cual ve el mundo
desde su experiencia única, desde su particular condición de mujer,
hombre, niño, palestino, australiano, americano, desde su condición
especifica, familiar y cultural, condición que es necesario asumir para
aportar la riqueza de esta diversidad al destino común. Supone el
reconocimiento del otro como par, como igual en la diferencia. Supone el
reconocimiento y la implementación de la igualdad social y política, por
sobre las diferencias sociales. Nadie de las generaciones pasadas, ni
presentes, ni futuras, es remplazable, precisamente por esta condición
específica de cada cual.
El principio de pluralidad. « La tierra esta habitada por hombres y no por
uno solo »(Arendt). Este es un principio de constatación y derivado del
anterior, de que nadie es reemplazable.. Ninguno de nosotros (as) tiene la
verdad sino solo una parte de ella. El reconocimiento de esta pluralidad, es
el fundamento de la necesidad del debate, de intercambiar puntos de vistas
y experiencias y que vuelve ilegítimo que algunos tomen las decisiones que
afectan por todos, salvo haber sido específicamente delegado para ello. El
espacio publico, político, de confrontación, persuasión y decisión supone
necesariamente la pluralidad. El principio de mayoría y de minoría lo
supone igualmente, pero se trata de explicitarlo y de ser consecuente con
él.
El principio de participación. Este principio se deriva directamente del
principio de responsabilidad. Si los seres humanos son conscientes y libres,
por lo tanto, responsables, deben hacerse cargo directa e indirectamente de
la situación de la humanidad y del planeta, así como de su relación.
Supone, entonces, estar presentes tanto para decidir sobre las políticas a
seguir, llevarlas a cabo y asegurar el control de las mismas. En cuanto las
decisiones son resultados de juicios de valor, de juicios políticos sobre el
sentido del acontecer y de sus posibilidades de orientarlo en beneficio de
todos, los ciudadanos, deben confrontarlos con los resultados y redefinir
muchos de ellos. Supone debate, toma de decisiones colectivas y revisiones
periódicas, cuando ello sea necesario. La imposibilidad de estar en todas las
cosas, en un mismo espacio y tiempo, hace necesario delegar muchas
responsabilidades en personas elegidas para este efecto. Delegación que es
siempre transitoria y no puede convertirse en un substituto de la
participación tampoco en renunciar a la implicación directa.
Hoy en día se hace necesario revitalizar la participación directa y
responsable frente a la pasividad que genera el Estado centralizado, el
consumo y la búsqueda abstracta del « bienestar ». La participación es una
cualidad propia del ciudadano (responsable) y no de las masas, las que
necesariamente son pasivas.
Principio de integridad ecológica. "Proteger y restaurar la integridad de
los sistemas ecológicos de la Tierra, con especial preocupación por la
diversidad biológica y los procesos naturales que sustentan la vida. Aportar
a todo nivel planes de desarrollo sustentables y planes de desarrollo que
permitan incluir la conservación y rehabilitación ambiental como parte
integrante de todas las iniciativas de desarrollo. Evitar dañar el medio
ambiente y proceder con precaución. Impulsar el estudio de la
sustentabilidad ecológica, promover su amplia difusión, discusión y
aplicación "(Carta de la Tierra, 2000).
c.- Fundamentos teórico-políticos.
1.- Derechos humanos y del ciudadano.
En una concepción filosófica moderna de los derechos humanos, éstos ya
no son los derechos “naturales” como si existiera en cada uno una ley
natural que bastaría sólo con explicitarla. Son derechos en la medida en que
los humanos se reconocen iguales en dignidad y derechos, declaran estos
derechos y los institucionalizan para resguardarlos (en la Constitución
democrática). De esta manera, lo fundamental es la toma de conciencia de
los derechos y así reivindicarlos y preocuparse para que las instituciones
jurídicas apliquen en consecuencia la justicia. Los derechos humanos
requieren una comunidad, un Estado, una sociedad que los defienden frente
a todo poder o persona que quiera ponerlos en entredicho. De esta manera,
cuando una comunidad organizada y sus instituciones defienden estos
derechos, los derechos humanos no son ya los derechos del hombre
abstracto ni del hombre egoísta, sino que constituyen esencialmente una
relación de personas. Los derechos humanos son una relación porque el
derecho de hablar es el derecho del otro de escuchar, el derecho de ir y
venir es el derecho de establecer relaciones, el derecho de asociación es el
derecho de formar una comunidad, de compartir con otros, etc. Los
derechos se pueden ampliar gracias a la toma de conciencia, a las luchas de
los movimientos sociales por su reconocimiento en cuanto condición de los
derechos ya aceptados. Aparecen así nuevos derechos, exigencias
necesarias para poder cumplir con los derechos esenciales: el derecho de
ser libre, de ir y venir, de relacionarse, de opinar, de constituir el gobierno,
de determinar la forma de sociedad, es decir los derechos clásicos de,
suponen como condición los derechos a: el derecho a alimentarse, el
derecho a trabajar y a ganarse la vida, el derecho al espacio ambiental,
derecho al agua, al aire no contaminado, el derecho a la salud, etc. Sin éstos
no hay derechos efectivos de (libertad, expresión etc.); no hay derechos
efectivos de ciudadanos, de comunidad organizada.
Algunos hablan de derechos de 1°, 2° y 3° generación.
De los derechos se deriva el problema de la justicia en general, darle a cada
uno lo que le corresponde, y en particular, en nuestro caso, de la justicia
ambiental.
Aquellos bienes que antes parecían tan en abundancia como el agua, el aire,
la naturaleza como biosfera (esferas de vida), “sistema organizado de los
ecosistemas”, son en realidad bienes escasos y deben ser tratados como tal.
El tipo de “desarrollo” que los humanos han impulsado y que llega al
paroxismo con la globalización es, hoy día un desarrollo absolutamente
insustentable. Los bienes esenciales, condición de toda sobrevivencia
humana, devienen escasos para las generaciones presentes pero en especial
para las generaciones futuras. Se puede así comprender el concepto de
justicia ambiental: todos tienen los mismos derechos a respirar un aire
puro, a mantenerse en buena salud, a alimentarse correctamente, a realizar
sus capacidades y a tener la misma esperanza de vida. La vida como
condición sine qua non de toda acción humana, de toda relación y de toda
organización. La justicia ambiental es la condición mínima indispensable
en el reconocimiento de los derechos ciudadanos.
Si aquellos bienes que aparecían abundantes ya no lo son, es efecto de la
prerrogativa que se atribuyeron los humanos de dominar el mundo, la
naturaleza, para satisfacer intereses egoístas, ganar más dinero de cualquier
forma e identificar el bienestar al consumismo. Así, la artificialidad de la
que el humano es capaz (crear cosas, inventar) se transforma en una
relación de explotación de los humanos y de la naturaleza, sin respetar la
pluralidad, la diversidad, el otro. La explotación sin medida de los recursos
naturales, de los seres no humanos y también de los humanos, considerados
en una posición jerárquica inferior, destruye la posibilidad misma de
comunidad humana, cuyos casos extremos son el nazismo, los genocidios,
Hiroshima y otros acontecimientos.
La utilización, en los tiempos modernos y post-modernos, de la técnica
para la creación artificial de seres sintientes, es la no-aceptación de la
condición humana, de la pluralidad, de la biodiversidad. La artificialidad
(la técnica, la maquinaria, la producción de nuevos objetos que crean
nuevas necesidades) que hasta un cierto punto facilitan la comunidad
humana, se vuelven destructivos por el "derecho" que algunos se atribuyen
de dominación de algunos sobre los otros. De aquí la necesidad de
reconsiderar el derecho de todos, no solo al medio ambiente sino de respeto
de la diversidad natural, fuente irrecuperable de posibilidad de vida y de
acción humana.
La toma de conciencia de la situación ecológica actual y de sus posibles y
terribles efectos para los seres humanos, en especial para los mas
desfavorecidos (las peores condiciones ambientales se intensifican en los
barrios y países pobres) y, en particular, para las generaciones futuras, se
transforma en un imperativo ético (individual) y político (de comunidad)
para cambiar radicalmente el modelo actual de vida y de relación basado en
la injusticia social, en la concentración del ingreso, en el consumismo
irresponsable y en la destrucción de los ecosistemas.
2.- Derechos de la naturaleza y de los seres vivos.
Lo que hacen los humanos con los ecosistemas depende de lo que piensan
de sus relaciones con la naturaleza. Somos parte de los ecosistemas de los
seres vivos del planeta, lo que hacemos a la naturaleza nos lo hacemos a
nosotros mismos. El respeto por los derechos de la naturaleza y de los seres
vivos es parte del respeto a nosotros mismos y a nuestros semejantes. El
que no tiene consideración de cada ser viviente, fácilmente no lo tiene
tampoco del otro ser humano, olvida el contexto sin el cual no podría ser ni
desarrollarse. Los orígenes semánticos de una concepción errónea entre los
seres humanos y la naturaleza son ciertas interpretaciones tanto bíblicas,
religiosas como de otras ideologías, al concebir al ser humano como aquel
que debe « dominar » (entiéndase explotar) el mundo como si el mundo y
los otros seres vivientes existieran sólo para satisfacer los intereses del
dominador. Las justificaciones que disfrazan la dominación: "colonizar",
"extender la civilización", "llevar la verdad", "guerra preventiva", etc. no
cambia el fondo del problema.
Se hace necesario cambiar radicalmente de concepción y de relación. El
planeta seguirá su curso, somos los seres humanos los que corremos peligro
de desaparecer con la ruina de las otras especies. El que no se adapta,
muere. Esta es la visión fatalista pero hay otra manera de entender también
las cosas: respetar cada ser del sistema del cual hacemos parte. Sus
derechos y los nuestros.
En este sentido, la justicia ambiental no es sólo un problema « ambiental
»en el sentido clásico, es una reformulación de las relaciones humanas y de
las relaciones con todos los seres vivientes. Se trata de cambiar las
relaciones de dominio, de explotación del planeta por otras de solidaridad,
conciencia de unicidad, (cada cual es único y necesario al mundo común),
de pluralidad, de respeto, de participación colectiva, no sólo en
consideración de un deber ser sino también y prioritariamente por la toma
de conciencia de la relación intrínseca entre « ellos » y “nosotros”. La
comprensión de la relación estrecha que existe entre las condiciones de
vida y la coexistencia de la seres vivientes, ayudará a cambiar de actitud. El
«desarrollo sustentable» aparece, entonces, como un desafío inmediato e
imperioso. Citando una vez más a Lipietz , decimos que siempre es posible
"no querer un desarrollo sustentable" y contentarse con un « después de mí
el diluvio», pero un nuevo paradigma para la acción se impone a todo aquel
que no juegue a la indiferencia y a la ceguera y esté dispuesto a mirar dos
metros más allá de sí mismo. Es un imperativo ético pero sobretodo
político, de coexistencia; no se trata solamente de « mantenerse » en
conjunto sino de posibilitar hacer del mundo, un mundo común.
3.- Justicia ambiental.
El problema relativo a la justicia ambiental es reciente. Hasta hace pocas
décadas, el acceso a bienes como el aire, en general el agua – no así la
tierra cuya propiedad privada se estableció antes que nada- aparecía
sometido a pocas restricciones, abundante y gratuito – en todo caso-
accesible. Aquellos bienes que parecían abundantes, desde hace al menos
40 años, devienen escasos, en particular, por el tipo de “desarrollo” que han
impuesto los seres humanos: el modelo fordista-keynesiano, de mayor
consumo y de consumo de masas, a la vez que «democratiza»
relativamente el acceso a bienes manufacturados, se transforma – bajo el
imperativo del mayor beneficio monetario- en un desarrollo que es hoy día
absolutamente insustentable, imposible de prolongar en el tiempo sin
acentuar la tendencia que pone en peligro la existencia misma de la
humanidad. No se trata de ser catastrofista sino de aportar un juicio realista.
El derecho a los bienes elementales, como el derecho a un aire libre de
contaminación, al agua y alimentos de buena calidad y no-contaminados,
son ya escasos para las generaciones presentes de muchas regiones del
mundo. Se impone, entonces, revisar los criterios vigentes para hacer
efectiva la justicia ambiental como condición indispensable para la
realización de todos los otros derechos reconocidos internacionalmente.
Entonces, la justicia ambiental, el derecho a un medioambiente sano, ¿es un
derecho más, entre muchos otros derechos? Sí y no. Si, porque depende de
los seres humanos buscar, reconocer y establecer una forma de convivencia
que haga posible que todos los hombres y mujeres sean iguales en dignidad
y derechos. No, porque considerando la necesidad urgente de cambiar el
estilo de desarrollo actual, absolutamente inviable, por uno sustentable y
equitativo, el derecho a la justicia ambiental es, hoy día, no solo un derecho
más sino una condición sine qua non de la existencia de las generaciones
presentes y futuras. La justicia ambiental es, entonces, un nuevo paradigma
para la acción. La toma de conciencia de la significación de las relaciones
que ponen en peligro la perdurabilidad de la convivencia humana hace de
la justicia ambiental un derecho prioritario. Lejos de significar la
postergación de otros derechos, los hace realizables. Supone cambiar
radicalmente las relaciones de explotación por relaciones de igualdad, las
relaciones de injusticia social (cuyo resultado es la situación de pobreza en
la cual viven millones de seres humanos) por relaciones de equidad y
participación en las decisiones que los conciernen. Este nuevo paradigma
no puede imponerse por la fuerza sino por la persuasión, por la toma de
conciencia y por la acción reguladora de las instituciones democráticas..
Como dice Lipietz en su libro Qué es la Ecología Política, en el sub-
capítulo “Por un reformismo radical” :«estamos obligados a ser
reformistas». Esta frase señala la imposibilidad de quedarnos en la lúgubre
delectación de «ir a la catástrofe» y subraya la necesidad de buscar la forma
de « doblegarle la mano » a la evolución de la sociedad.
Toda explotación indebida de la naturaleza (naturaleza como aquello que es
exterior a nosotros pero que en gran parte esta modificada por el nosotros)
va unida a relaciones de explotación humana. Porque las relaciones entre
los seres humanos son de explotación, de opresión, de dominación, se
posibilita mundialmente la injusticia ambiental: las desigualdades enormes
en el acceso a los recursos y en las decisiones sobre qué hacer con ellos.
Desde hace mucho tiempo que las relaciones de desigualdad entre clases,
países y continentes ha sido denunciada, pero lo nuevo que aparece ahora
con mas claridad es la unidad que existe entre el tratamiento al planeta y a
la humanidad.
En relación con la contaminación a nivel mundial y el peso específico de
los países en ella, es oportuno dar un ejemplo: Estados Unidos con el 5%
de la población mundial, acapara un tercio de los recursos del globo y echa
a la atmósfera el 25% del dióxido de carbono responsable del efecto de
invernadero. Y ¿los efectos en los países pobres? En la India las superficies
que se inundan anualmente pasaron de 19 millones de hás en 1960 a 23
millones en 1970, a 49 millones en 1980 y a 59 millones en 1984. Hay que
agregar los efectos de la modernización, del monocultivo, de la pérdida de
variedad genética, impulsados por la búsqueda de mayor ganancia de parte
de las multinacionales, etc.
En las actuales condiciones climáticas, por el efecto invernadero, la
temperatura del planeta subiría en algunas décadas en, al menos, dos
grados, con los consecuentes deshielos, aumento del nivel del mar en 50
cm, derivándose de este hecho: grandes inundaciones que coexisten con
procesos acelerados de desertificación, en consecuencia migraciones
masivas de los habitantes de los países pobres, ( ¿hacia donde? ); la
intensificación del frío, por un lado y del calor, por otro, con sus efectos
respectivos,...
Es oportuno preguntarse si esta interrelación entre humanidad y planeta
nace de una preocupación ¿antropocéntrica o ecocéntrica?, es decir, ¿nace
de una preocupación por las necesidades humanas o de una preocupación
por el respeto de los ecosistemas?. Se critica a menudo el antropocentrismo
como expresión de la mala relación de dominación que establecen los seres
humanos con los otros seres vivos; en este sentido, el antropocentrismo
llevaría a una relación de omnipotencia, de explotación irresponsable y
arbitraria de la naturaleza y de la alteridad; relación avasalladora de la
diversidad, de los ecosistemas, del dinamismo de la naturaleza, de las
cuales los humanos forman parte. De esta manera se plantearía como
alternativa el ecocentrismo, el derecho ontológico de todos los seres de la
tierra sin excepción, a la existencia y a la perdurabilidad, de los cuales el
ser humano no es sino un pequeña parte. Sin embargo el planeta, con
desaparición de la humanidad o no, reencontrará su equilibrio
compensatorio. En la historia del planeta han desaparecido innumerables
especies. Lo que nos interesa es este mundo, esta humanidad y con su
descendencia. En este sentido es una concepción antropocentrista a
condición que sea bien comprendida. (ver artículo sobre “lo que debe
eliminarse del antropocentrismo”) Incluso si se trata de una afirmación
ecocéntrica esta resulta de una mirada humana que se propone restarle
prioridad a una de estas especies: la especie humana. Es un juicio de valor
atribuido a la forma de coexistencia y es, por lo tanto, un juicio político que
debe confrontarse con otros.
Desde nuestro punto de vista, es necesario redefinir el antropo -centrismo,
redefinir la relación entre los hombres y de los hombres con los seres del
planeta; la naturaleza tiene una historia propia y también una historia
específicamente humana, son los humanos los actores (autores según la
cita) de los « estados de naturaleza » La necesidad de redefinir el
antropocentrismo antes que nada excluye toda relación de dominio y de
superexplotación. Redefinir las relaciones entre los humanos y de los
humanos con los seres del planeta es dejar en claro que las relaciones de los
seres humanos con el entorno no son separables de la relación entre los
humanos. Puede llamarse tanto antropocentrismo como ecocentrismo, a
condición de comprender el contenido de estos términos y dando la
posibilidad a todos los humanos, pasados (los rastros que dejaron),
presentes, y futuros, de desarrollar sus facultades.
Considerando los derechos humanos y los derechos de los seres vivos como
una relación de relaciones, es decir, como múltiples relaciones de unicidad
(cada ser es único) y de pluralidad (diversidad), la tierra que nos une y nos
separa toma sentido desde la pluralidad para hacer del mundo un mundo
común
Bajo un ángulo socio-económico la pluralidad, respetuosa del entorno y de
la alteridad, se llamó en los años 70, ecodesarrollo: «Los principios del
ecodesarrollo apartan todo enfoque reductor (…) Afirman la primacía de
todos los seres vivos, solidarios y no de una minoría: el principio de la
solidaridad de las generaciones presentes con las generaciones futuras; la
necesidad de un desarrollo social que se base en una relación humana con
la naturaleza respetuosa de los principios de la ecología científica.
Autonomía de las decisiones de las comunidades humanas, responsabilidad
equitativa de las necesidades de todos y todas, prudencia ecológica,
resumen el enfoque del ecodesarrollo… »
De aquí que la ecología humana sea esencialmente una ecología política; la
ecología política supone, en primer lugar, un juicio, un juicio político, es
decir, otorgar un sentido a los acontecimientos; las decisiones que se
tomen, aunque tengan una base científica, serán prioritariamente el
resultado de un debate democrático que requiere de la participación de
todos. La ecología es política porque apunta directamente a resolver los
problemas que atañen a la coexistencia humana. Los seres humanos tienen
la posibilidad de tomar conciencia de los acontecimientos, de dar un
significado a sus actos voluntarios, en resumen, de ser responsables. En
resumen, política quiere decir tres cosas: que atañe a la coexistencia, que
supone decisiones que dependen de un juicio que es político y de un
espacio público de debate, en el cual todos los afectados deben participar
desde su particular ubicación. Las decisiones son colectivas, los involucra a
todos. Y si se trata de ecología, toma en cuenta los ecosistema de los cuales
formamos parte como condición sine que non de las relaciones humanas.
Hoy día hay mayores posibilidades de tomar conciencia de la urgencia de
la justicia ambiental gracias a los fenómenos que la gran mayoría puede
constatar: agujero en la capa de ozono, lluvias ácidas, cambios climáticos
que van desde alzas de la temperatura, deshielos, recrudecimiento de los
fríos, inundaciones, propagación de las algas, contaminación de las aguas,
aire, tierra, desaparición de miles de especies animales, artificialización de
los modos de vida, alimentos transgénicos, clonación, con consecuencias
más o menos catastróficos y desconocidas (vaca loca, ayzeimer,
multiplicación del cáncer y de nuevas enfermedades) Ya no son cambios
producidos a partir del conocimiento y respeto de las leyes de la naturaleza,
sino de alteración esencial de los ecosistemas. Y de destrucción. Los seres
humanos no aceptan sus condiciones de existencia y pretenden llegar a ser
inmortales, como dioses. Se realizan experimentos, «resultan», «
funcionan», aunque no se sepa, en forma definitiva, con qué efectos en el
futuro de las generaciones humanas y de los seres vivos. La cualidad
fundamental de seres humanos limitados es la prudencia y el objetivo
principal que la deja de lado no es la búsqueda de un mayor bienestar para
la humanidad sino la ganancia monetaria, la obtención de dinero, la
dominación del mercado y de los otros seres. Pero todo esto llegó a un
punto de SATURACIÓN: los recursos naturales se agotan, los efectos de
los procesos progresivamente artificiales no son controlados. Las
principales víctimas son aquellos que menos contribuyen a la destrucción
de los ecosistemas: las regiones más pobres, los mas desprovistos de
medios..
A PROPÓSITO DE LA ECONOMIA ECOLOGICA
La mayor parte de los autores que trabajan en economía ecológica han ido
coincidiendo en la definición siguiente:
La economía ecológica es la ciencia de la gestión de la
“sustentabilidad”.
Si además consideramos que la sustentabilidad (o la viabilidad en el
tiempo de un sistema), está condicionada por sus intercambios con el
entorno físico y que ésta es una relación esencial no considerada en el
análisis de la economía tradicional, se puede complementar la definición
diciendo que:
La Economía Ecológica es también la ciencia que estudia las relaciones
entre los sistemas económicos y los ecosistemas, a partir de una crítica
ecológica de la economía convencional.
El enfoque de la economía, ha estado tradicionalmente centrado en la
formación de los precios en los mercados, disociando el mercado de la
biósfera y de la comunidad y dejando a éstas dos últimas fuera de su campo
de estudio. Pero pese a ello, el surgimiento de la evidencia de que las
consecuencias de las transacciones del mercado, sobrepasan los límites
estrictamente económico, ha obligado a esta economía tradicional a intentar
nuevas respuestas.
La principal de estas respuestas, viene de la “economía ambiental”. Sin
embargo este enfoque debe ser considerado, sólo como una “nueva
especialización”, ya que en tanto disciplina se constituye a partir de los
mismos métodos, conceptos y valores de la economía tradicional.
La preocupación central que identifica a la economía ambiental, es
tratar de encontrar soluciones teóricas que le permitan integrar en sus
modelos tradicionales, las consecuencias o los “efectos externos no
deseados” de la actividad económica. Su trabajo consistirá en lo
esencial, en la búsqueda de proposiciones que permitan internalizar, a
través de los precios, las externalidades ambientales negativas.
Se puede decir que la economía ambiental, intenta por el camino de la
atribución de precios a los impactos ambientales, “ampliar
ecológicamente” la definición convencional del mercado.
La economía ecológica sostiene en contrapartida a estas proposiciones,
que es imposible adjudicar valores monetarios a las
externalidades, porque muchas de ellas son inciertas, desconocidas e
irreversibles. De esta manera la economía ecológica, en la medida que va
avanzando en los temas de distribución y de los criterios éticos y
ecológicos, se va transformando, en tanto ciencia en una verdadera crítica
de la economía tradicional y por lo tanto, también de la economía
ambiental.
PRINCIPALES CARACTERISTICAS DE LA ECONOMIA
ECOLOGICA
1. Investiga aspectos que quedan ocultos por un sistema de precios, que
infravalora la escasez y los prejuicios ambientales y sociales actuales y
futuros.
2. Hace de la discusión de la equidad, la distribución, la ética y los procesos
culturales, un elemento central para la comprensión del problema de la
sustentabilidad.
3. Pone énfasis en los conflictos ecológicos distributivos ínter e
intrageneracionales.
4. Considera como una cuestión central la sustentabilidad ecológica de la
economía, en oposición a la visión tradicional solamente centrada en el
crecimiento económico.
5. La economía ecológica entiende que “la escala de la economía”, está
limitada por los ecosistemas y que gran parte del patrimonio natural, no es
substituible por el capital fabricado por el hombre.
6. Reconoce la importancia de desarrollar indicadores biofísicos, que
permitan superar la insuficiencia de los indicadores, exclusivamente
monetarios, para medir la sustentabilidad ecológica.
7. Se plantea el uso de los recursos renovables (como pesca, leña, etc.), en
un ritmo que no exceda su tasa de renovación, así como el uso de los
recursos no renovables (como el petróleo y la minería en general), en un
ritmo no superior al necesario para su sustitución por recursos renovables.
8. Tiene como objetivo conservar la diversidad biológica y entiende que los
residuos, sólo pueden ser generados, en una magnitud que el ecosistema
pueda asimilar o sea capaz de reciclar.
La economía ecológica no está relacionada con las técnicas de
manipulación de la propiedad y la riqueza, ni comparte los objetivos de
maximizar al más corto plazo los valores de cambio monetarios, para
propietarios determinados. La economía ecológica es una economía que
adopta una visión de largo plazo y que evalúa los costos y beneficios
considerando los intereses del conjunto de la comunidad.
Supone una visión sistémica y transdisciplinaria, que trasciende, la
perspectiva del paradigma económico predominante en la actualidad.
Una economía ecológica es una economía que reconoce, que la
racionalidad económica y la racionalidad ecológica no son suficientes
por sí solas, para alcanzar decisiones correctas, acerca de los
problemas ecológicos-ecómicos contemporáneos.
La economía ecológica debe ser por lo tanto una economía politizada, en la
cual las decisiones sobre los límites ecológicos de la economía, se basen en
debates científico-políticos, con objetivos de evaluación social y de
carácter democrático, en los cuales participen todos los actores sociales
interesados.
Conceptos Ecológicos Fundamentales
¿Qué es la Ecología?
El término lo estableció el célebre biólogo alemán Ernest H.
Haeckel (1834-1919) en el año 1869, quien lo definió como el estudio de
las relaciones de un organismo con su ambiente inorgánico y orgánico.
La Ecología es una tentativa humana de conocimiento y comprensión de
una cierta categoría de fenómenos naturales, utilizando métodos científicos.
Mientras las otras ciencias primero tienden a generalizar para luego dividir
su campo de estudio, ella en sí es una ciencia de síntesis que combina
conocimientos de diversas disciplinas con puntos de vista propios, es decir,
se ha formado de varias raíces que finalmente han convergido en un tronco
común: el estudio de las relaciones entre los seres vivos y su medio
ambiente. La ecología ha sido definida de varias formas. Así, para algunos
es la economía de la naturaleza o la biología de los ecosistemas. La
ecología es una disciplina, una ciencia que se preocupa de las interacciones
de los seres vivos y su entorno.
¿Qué es la Degradación Ambiental?
Es el deterioro o destrucción de los sistemas sustentadores de vida de
nuestro planeta, imposibilitando la productividad, adaptabilidad y la
capacidad de renovación natural de los suelos, aguas o la biosfera en su
conjunto. Por su origen puede distinguirse la degradación ambiental
producida por causas de orden natural y la provocada por la acción del
hombre. Los de origen natural (por ejemplo una erupción volcánica) se
deben a los procesos evolutivos de nuestro planeta y su aparición es
azarosa. Pero la degradación producida por el ser humano es la que puede
evitarse. Si bien es cierto que toda acción del ser humano modifica el
ambiente, algunas acciones tienen sentido degradante, es decir, tienden a
sobrepasar la capacidad de carga de los ecosistemas afectando su equilibrio
natural.
Daño ambiental: toda pérdida, disminución, detrimento o menoscabo
significativo inferido al medio ambiente, a uno o más de sus componentes.
Problema ambiental: efecto de deterioro del medio ambiente como
consecuencia de la actividad desarrollada por un agente contaminante.
Un Nivel de Organización, los Ecosistemas
Un ecosistema es todo conjunto de organismos vivos que dependen
entre sí y la zona donde habitan. Es un sistema compuesto por
organismos de muchas especies que viven juntos y por los factores
fisicoquímicos del ambiente que les rodea, implicados en un proceso
incesante de interacción. Hay que pensar en el ecosistema no como una
unidad en el espacio, sino como un nivel de organización formado por
individuos de muchas especies que, más o menos, se mantienen a sí
mismos y persisten a través del tiempo debido a su interacción, utilizando
una fuente de energía externa.
Medio ambiente: entorno de un ser vivo, el espacio que le rodea, y los
organismos con los que comparte.
Naturaleza: componente biogeofísico del medio ambiente.
La degradación ambiental en que se encuentra nuestro planeta ha llevado
hace ya muchos años a ciertos grupos a preocuparse por este tema. Hoy, las
crisis en que se ve envuelta la Tierra ha masificado esta preocupación,
aunque sin llegar aún a niveles de conciencia que permitan revertir la
situación.
La Historia de la Conciencia
La respuesta a los problemas ambientales se puede encontrar en el estilo de
desarrollo de las sociedades del planeta. El estilo de vida consumista del
que son ejemplo los países industrializados, y que lamentablemente son
imitados por el resto de los países. Hoy día, el crecimiento económico se ha
hecho sinónimo de desarrollo, y el consumo, la generación de desperdicios,
la degradación ambiental y los altos niveles de contaminación son el pan
nuestro de cada día.
Frente a los problemas ambientales ha habido diversas iniciativas para
proponer un cambio en la relación que mantiene el ser humano con su
entorno.
En 1948 la Declaración Universal de los Derechos Humanos señaló en su
artículo Nº 25: “Toda persona tiene el derecho a un nivel de vida adecuado
que le asegura, a sí como a su familia la salud y el bienestar, y en especial
la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios
sociales necesarios”.
En 1972, en Estocolmo, se realizó la Conferencia sobre el Medio
Ambiente, de las Naciones Unidas, donde se proclama “la necesidad de un
criterio y unos principios comunes que ofrezcan a los pueblos del mundo
inspiración y guía para preservar el medio humano.
La Declaración sobre un Nuevo Orden Económico Internacional,
convocada por la Organización de Naciones Unidas (ONU), del primero de
mayo de 1974 expresa: “La protección de la naturaleza y el medio
ambiente evitando la contaminación (de las aguas, aire, tierra, plantas,
animales, etc.) con industrias y experimentos de otro país o del mismo que
van en contra de este derecho”.
Desarrollo Sustentable: una Propuesta de Solución.
A partir del debate sobre el desarrollo económico, surge la tendencia de que
el real desarrollo era imposible si no se consideraba el medio ambiente. Se
ha hablado de la sustentabilidad de las economías, y muchos autores han
definido un desarrollo capaz de sustentarse en el tiempo, un Desarrollo
Sustentable, con distintas perspectivas y énfasis, pero con un objetivo
común: buscar la manera en que la economía no acabe con los recursos
naturales y el medio ambiente. Lo que no se puede negar es la creciente
aceptación, evolución y popularidad de esta propuesta.
La Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo, fue creada en
diciembre de 1983 por las Naciones Unidas como un “órgano
independiente para estudiar los graves problemas ambientales y de
desarrollo del planeta; sus misiones son formular propuestas realistas para
resolver esos problemas y para asegurar la continuidad del progreso
humano a través de un desarrollo capaz de respetar los recursos de las
generaciones futuras”.
La Comisión fue presidida por la primera Ministro de Noruega, Gro
Harlem Brundtland, y del trabajo de dicha Comisión nació el llamado
Informe Brundtland, Our Common Future, documento que señala la teoría
del desarrollo sustentable como eje de las políticas que recomiendan a los
gobiernos terminar con la enemistad entre la economía y el medio
ambiente.
Como fruto del trabajo de dicho organismo surge la siguiente definición de
Desarrollo Sustentable: “es el desarrollo que satisface las necesidades de la
generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones
futuras para satisfacer sus propias necesidades.”
“Esta definición encierra en sí dos conceptos fundamentales, el concepto de
necesidades, en particular las necesidades esenciales de los pobres, a las
que debería otorgar prioridad preponderante; y la idea de limitaciones
impuestas por el estado de la tecnología y la organización social entre la
capacidad del medio ambiente para satisfacer necesidades presentes y
futuras”.
La estrategia para aplicar la teoría del desarrollo sustentable tiende a
promover relaciones de armonía entre los seres humanos entre sí y con la
naturaleza.
Para conseguir un desarrollo sustentable el Informe de la Comisión
Brundtland señala que se requiere un sistema político democrático que
asegure a sus ciudadanos una participación efectiva en la toma de
decisiones; un sistema económico capaz de crear excedentes y
conocimiento técnico sobre una base autónoma y constante; un sistema
social que evite las tensiones provocadas por un desarrollo desequilibrado;
un sistema de producción que cumpla con el imperativo de preservar el
medio ambiente.
También propone la existencia de un sistema tecnológico capaz de
investigar constantemente nuevas soluciones, de un sistema internacional
que promueva modelos duraderos de comercio y finanzas, y de un sistema
administrativo flexible y capaz de corregirse de manera autónoma.
El informe enfatiza en que estos requisitos son más bien metas que
deberían guiar las acciones destinadas al desarrollo de cualquier país,
concibiendo de este modo que el desarrollo sustentable o sostenible es un
proceso de estudio, de adaptación, de avance a una sociedad mejor, más
que un estado de equilibrio completo. Sin embargo, por muy universal que
sea el interés por la teoría del desarrollo sustentable, no hay acuerdo en una
definición de ella, ni tampoco de la estrategia a seguir. Hay autores que
argumentan que el crecimiento económico y el desarrollo sustentable son
opuestos, y que por lo tanto confiar en el crecimiento y la tecnología para
lograr un desarrollo sustentable no llevará a lograrlo.
La sociedad ecológica enfatiza en los efectos a mediano y largo plazo de
esta acción, y tiende hacia a aplicación de medidas que, aunque signifiquen
un alto costo social de inmediato, a mediano y largo plazo sean de mayor
beneficio y tiendan a la conservación y mejoramiento del medio donde el
ser humano vive y sin el cual no podría subsistir.
Los seres humanos nos hemos comportado como si no formáramos parte de
la naturaleza. Durante mucho tiempo, mientras el número de seres humanos
era bajo, el impacto que ellos producían sobre el ambiente fue muy
limitado. Cuando se deterioraba un lugar, se trasladaban a otro. Pero con la
vida sedenta¬ria, el crecimiento demográfico y los avances de la ciencia,
con la consecuente industrialización, han desatado graves problemas
ambientales, que hoy invitan a repensar la relación entre los seres humanos
y nuestro entorno. Así, hablamos de ecología, como la ciencia que se centra
en esta preocupación. La ecología ha llevado a innumerables reflexiones y
acciones.
Actualmente, la discusión sobre el tema diferencia entre ecología natural y
ecología social. La ecología natural constituye una rama de la biología. Se
trata del estudio científico de la interacción entre las plantas y los animales
para formar un todo coherente. Estudia las condiciones de estabilidad de
los ecosistemas y determina las posibles causas de ruptura de esa
estabilidad. La ecología social tiene una visión más amplia, que involucra
una preocupación por el quehacer del ser humano en relación al medio
ambiente, su influencia y responsabilidad en el estado del medio ambiente
actual.
La Ecología Social
La ecología social sostiene que la degradación del ambiente tiene un origen
social. La actitud de dominio de la naturaleza proviene de la forma de
organización social. Es necesario armonizar las relaciones entre los seres
humanos para poder establecer relaciones sanas con la naturaleza. La
ecología social propone abolir todas las formas de jerarquía y de
dominación en la sociedad.
Es una preocupación en una esfera amplia de intereses humanos, donde lo
importante es una relación armónica con la naturaleza y la superación de
los problemas sociales y ambientales que el modelo económico liberal ha
traído consigo.
Su interés trata de preocupaciones relativas a la guerra, la paz, el medio
ambiente, las nuevas tecnologías, nuevas instituciones, la reducción del
poder de las personas frente al crecimiento del poder del Estado y de los
monopolios transnacionales.
La ecología social trata de expresar ese nuevo horizonte y desarrollar esos
intereses por los temas globales y darles una coherencia teórica y una
significación programática, práctica y política.
ACCIONES SUGERIDAS
Con pequeñas acciones se puede colaborar a la protección ambiental.
Identificar los principales factores de degradación ambiental y las
fuentes de contaminación de la región donde vive, hacer un cuadro con sus
causas, electos y de cómo sería si no existieran.
Hacer visitas para observar directamente los proble¬mas ambientales
identificados.
Denunciar las acciones de degradación ambiental a las autoridades
pertinentes.
Celebrar el día de la Tierra (22 de abril) y el Día Mundial del Medio
Ambiente (5 de junio).
Comprometerse con una acción personal para mejorar la calidad del
ambiente, por ejemplo, usar menos plásticos o detergentes, usar productos
alternativos a los agroquímicos, dejar de fumar, etc.
Usar el mínimo de energía: apagar aparatos y luces que no se estén
utilizando.
Emplear el automóvil lo menos posible.
Preferir la ducha al baño: En la ducha se usa un tercio del agua que se
usa en la bañera.
Ahorrar agua, por ejemplo, lavarse con dientes con la llave cerrada: al
dejar la llave corriendo por tres minutos se pierden siete litros de agua.
Frenar la propaganda postal.
Usar pilas recargables, aunque contienen cadmio duran mucho más que
las alcalinas.
Siempre que sea posible comprar ropa de fibras naturales.
Durante los períodos secos dejar la hierba cortada encima del césped,
actúa como un abono natural y una capa que retiene la humedad, además
que reduce la cantidad de basura.
Rechazar el exceso de bolsas al comprar. Si cada comprador rechaza
una bolsa cada mes se ahorrarían millones de bolsas al año.
Acudir a los centros de reciclaje de papel, vidrio y aluminio.
Plantar un árbol.
BIBLIOGRAFÍA
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1986.
- Alfonso de Val, Adolfo Jiménez. El libro del Reciclaje, Manual para
la recuperación y el aprovechamiento de las basuras. Integral,
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Noviembre, 1993.
- John Stidworthy. Aprende a ser un buen ecólogo. Parramón
ediciones, S.A. Barcelona, España, 1992.
- John Button. ¡Háztelo verde! Mil ideas para poner ecología en tu vida
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- Diana Mitlin, Desarrollo Sustentable: Una guía a la literatura.
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- Ricardo Armijo, Ecoliderazgo. IEP.
- 1º Instituto de Ecología Política. Conceptos ecológicos fundamentales.
Cartilla nº 1, “Ecología”, 7 páginas. Revisado por Alvaro Gómez,
Santiago, 2000.
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COSISTEMAS Y DINÁMICAS SOCIALES: NUEVOS DESAFÍOS
PARA LA ECOLOGÍA Y EL DESARROLLO SOSTENIBLE
Autor: Walter Chamochumbi | Ecoportal.net | Rebelión /
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=58784
Se dice que en las últimas décadas los enfoques y métodos de estudio
de la relación entre los organismos y el ambiente han ido variando en forma
importante. De hecho se afirma que la ecología es quizás una de las
ciencias que más ha evolucionado frente a los múltiples y complejos
problemas de investigación que le ha tocado enfrentar, como ahora con la
llamada crisis ambiental global. Por eso se destaca que si bien las primeras
investigaciones ecológicas tuvieron un enfoque biologicista, con el
posterior aporte de otras disciplinas de las ciencias naturales y en especial
de las ciencias sociales, ampliaron su percepción en torno a que las
dinámicas de los ecosistemas difícilmente se puedan hoy estudiar
desvinculadas de las dinámicas sociales.
1. Ecosistemas, Resiliencia y Comunidades Humanas
Hablar sobre la importancia de los ecosistemas para la vida del
planeta puede parecernos redundante, porque todos dependemos por
completo de los servicios que nos brindan.[1] No obstante, es importante
recordar -en el contexto global actual- que cada vez es más difícil observar
la existencia de ecosistemas en su estado silvestre o natural (entendidos en
estricto como espacios no intervenidos por las comunidades humanas),
porque es evidente que con el tiempo ha sido cada vez mayor la cantidad de
ecosistemas terrestres y acuáticos intervenidos de alguna forma.
La cuestión es que según la magnitud y escala de la intervención
humana en los diversos ecosistemas, opera en ellos un mecanismo natural -
de resiliencia ambiental- por el que mantienen su estabilidad y equilibrio
dinámico (siempre en constante cambio). Sin embargo, siendo múltiples los
factores (internos y externos) que intervienen en las dinámicas de los
ecosistemas -en su estructura, composición y funcionamiento-, son
principalmente los factores externos (antropogénicos) los que pueden
catalizar procesos ascendentes o descendentes en su grado de resiliencia y
estabilidad. De hecho podemos inferir que este relativo equilibrio dinámico
de los ecosistemas se va perturbandocon el tiempo, en la medida que su
grado de intervención es mayor y que las actividades humanas se van
tecnificando y sofisticando para satisfacer los nuevos requerimientos en
crecimiento económico y desarrollo de las sociedades industrializadas. A
partir de esta aseveración nos planteamos algunas interrogantes básicas
respecto a los criterios y métodos de medición y evaluación de los cambios
acelerados que vienen operando en las dinámicas de los ecosistemas (a
diferentes escalas), y que nos cuestionan si acaso es posible persistir en
proyectar umbrales razonables (puntos críticos o de quiebre) para lograr su
manejo sostenible: es la situación de los ecosistemas agrícolas, pecuarios,
forestales o quizás en el caso de lo que algunas investigaciones recientes
refieren de los llamados “nuevos ecosistemas”.
Global Ecology and Biogeography (citada en artículo “Nuevos
ecosistemas: ¿qué hacer con ellos?”, BEA Nº 2, Agosto 2007, CLAES) [2],
escribe de la existencia de los llamados “nuevos ecosistemas”,
definiéndolos “como aquellos que contienen una composición de especies y
abundancias relativas que no han ocurrido en el pasado en ese bioma”. Para
ello se basan en dos características claves: “(1) novedad: “nuevas
combinaciones de especies con el potencial de cambiar el funcionamiento
del ecosistema”, y (2) influencia humana: ecosistemas resultantes de la
intervención humana“. Del mismo artículo se desprende que los llamados
“nuevos ecosistemas” son en realidad ecosistemas degradados por la
actividad humana (es decir, son ecosistemas que se encuentran en un estado
transicional o gradiente desde su estado natural a un estado de manejo
intensivo), resultando muy difícil –sino improbable- el retornarlos a su
estado anterior (restaurarlos) o tornarlos a su estado más natural posible
(rehabilitarlos). Al respecto también se especula sobre la existencia de
cierta controversia en torno a los fines, objetivos y límites de la ecología de
restauración y rehabilitación de los ecosistemas, y de la posibilidad de
aprovechar todos sus recursos. Lo que nos lleva a replantear algunas de las
interrogantes sugeridas en el artículo: ¿Qué hacer entonces con estos
“nuevos ecosistemas”? ¿Qué fines y objetivos puede haber para ellos y
cómo manejarlos y aprovecharlos –si esto es posible- considerando las
nuevas necesidades y demandas de la sociedad? ¿En qué medida la
aparición de los “nuevos ecosistemas” podrían competir e incluso desplazar
a los ecosistemas naturales y los valiosos servicios que vienen brindando a
la sociedad?
Interrogantes difíciles de responder, como sostienen varios
investigadores, porque cuando interviene el factor humano existe un mayor
grado de incertidumbre e impredecibilidad en la situación de manejo y
conservación de los ecosistemas. Y porque hasta hoy todas las evidencias
parecen indicarnos que aún no se observan cambios sustantivos relevantes
–a escala global- orientados a revertir los principales desequilibrios
generados por la inadecuada interacción entre los sistemas sociales y
naturales.
Otras investigaciones nos dan cuenta que en torno a la situación de
manejo y conservación de los ecosistemas naturales y antropizados, son los
ecosistemas más complejos y diversificados los que tienen mayor
estabilidad y capacidad de regeneración y de operar distintos mecanismos
dinámicos de equilibrio, en comparación con los ecosistemas más simples
(artificializados). De lo que podemos suponer que la resiliencia de un
ecosistema natural será mucho mayor cuanto menor resulte su grado de
antropización, y será mucho menor cuanto mayor grado de antropización
tenga.[3]
Según lo anterior nos preguntamos entonces por donde debieran
mejor orientarse a futuro las investigaciones sobre las dinámicas de los
ecosistemas y los sistemas sociales: ¿cuáles serían las posibilidades reales
de manejo y conservación de los ecosistemas?, porque hasta hoy los
desequilibrios ambientales producidos por las actividades humanas: como
el cambio climático, la mayor emisión de gases de efecto invernadero, el
adelgazamiento de la capa de ozono, etc., no han podido ser revertidos
según los mecanismos de regulación natural con que operan los
ecosistemas. En consecuencia, insistimos en la preocupación ya señalada
de mejor enfocarse en monitorear los estados transicionales de los
ecosistemas y su grado de resiliencia y sus niveles de degradación, y en
otros casos, en prever la eventual aparición de nuevos rasgos y funciones,
en especial de los ecosistemas antropizados, que pueden cambiar sus
estados originales y los servicios que brindan a la sociedad, configurando
un alto grado de incertidumbre en torno a sus dinámicas y mecanismos de
regulación, reversibilidad y equilibrio sistémico.
2. Implicancias del Estudio de la Relación Sociedad-Naturaleza
No obstante que son múltiples los problemas de investigación para la
ecología, a manera de ejemplo mencionamos uno de ellos: el relativo al
análisis de los sistemas naturales, en tanto sistemas complejos, entendiendo
que ahora se tiene una mayor certeza de que las dinámicas de los
ecosistemas no siempre son lineales, que poseen múltiples estados de
equilibrio y transición, que cuentan con mecanismos de regulación que no
siempre son predecibles -ni mucho menos reversibles-, y que ocurren a
distintas escalas (temporal y espacial). Pero algo mucho más importante de
destacar, es que ahora se acentúa la tendencia a considerar que las
dinámicas de los sistemas naturales no son completamente independientes
de los sistemas sociales. [4] Incluso hemos hablado de la eventual aparición
de nuevos ecosistemas, complejizando aún más el estudio de sus
interacciones -como sistemas ecológico-sociales-, y sus perspectivas de
manejo y conservación.
Nos referimos entonces a que con la evidente influencia que han
ejercido, a través de la historia, las diferentes actividades humanas sobre
los sistemas naturales, condujeron a que el estudio de sus interacciones -
como sociedad-naturaleza- evolucionara en función de los avances en las
diferentes disciplinas científicas y las teorías explicativas sobre los
procesos evolutivos de múltiples culturas en las diferentes regiones y
ecosistemas. Así pues, se sabe que desde las sociedades más tribales a las
más avanzadas, todas -en mayor o menor medida- han pugnado por lograr
su bienestar y desarrollo en base a las particulares formas de interacción
que forjaron con la naturaleza (o sea, en su imaginario de apropiación y uso
que han hecho de ella). Es más, encontramos que al analizar las
implicancias de la relación sociedad-naturaleza nos conduce por nuevos
campos del conocimiento que es probable deban abordarse con otros
métodos de entendimiento y nuevos paradigmas. Los que podrían
conducirnos a nuevas conceptualizaciones de los sistemas ecológicos y
sociales: “tanto a una nueva síntesis en la teoría ecológica como a nuevas
agendas de investigación para solucionar los problemas de la llamada crisis
ambiental.” (Ken Oyama, 2002).
Con el desarrollo de la ecología humana y de otras disciplinas afines,
se puede evidenciar la existencia de numerosos estudios e investigaciones
sobre las formas de relacionamiento que establecieron las comunidades
humanas –en tanto sistemas sociales- con los sistemas naturales, y los
factores de mayor influencia en su evolución. [5] Es así que los procesos de
antropización de los ecosistemas naturales, y la alteración y desequilibrio
de muchos de ellos, alcanzan dimensiones muy diferentes si los analizamos
retrospectivamente según cada contexto en los diferentes procesos de
desarrollo que ha habido a través de la historia de la humanidad. De hecho
sostenemos -en forma arbitraria- que los diferentes procesos de desarrollo
que ha habido, y que hoy se siguen ensayando y aplicando bajo distintas
variantes y modelos en el contexto global, devienen en general de dos
grandes tendencias a saber: de los procesos de desarrollo endógeno y
exógeno respectivamente.[6]
Es a partir de estas dos grandes vertientes de desarrollo, que
postulamos se han ensayado los diferentes modelos como resultantes de los
procesos históricos, de los lineamientos políticos y de las dinámicas
socioeconómicas y ambientales establecidas por los pueblos y gobiernos de
los países en el mundo. Y en ese contexto, reconocemos los desequilibrios
que hoy ocurren –a gran escala- en la relación sociedad-naturaleza,
determinándonos el imperativo de realizar una revisión crítica de los
enfoques y métodos de estudio al respecto aplicados, y de reforzar la
necesidad de enfocarlos holísticamente y de integrar los diferentes campos
de especialización de las ciencias, en una perspectiva multi e
interdisciplinar.
Según lo anterior nos seguimos planteando -en forma ineludible- la
cuestión pendiente: ¿En qué medida las comunidades humanas, según su
evolución y devenir histórico, seguirán persistiendo en un comportamiento
tan heterogéneo -como impredecible- en su relación de interacción con la
naturaleza? Cuestión que además nos advierte de la imposibilidad de lograr
la reversión de tales desequilibrios en los sistemas ecológico-sociales, en
tanto no se comiencen a replantear a profundidad los términos de esta
relación. Es decir, la de cambiar la tendencia histórica en torno a una
ideología de preeminencia absoluta de la humanidad para controlar la
naturaleza: lo que algunos investigadores sociales señalan que deviene de
una interpretación concebida al amparo del pensamiento tradicional
judeocristiano, basado en el libro del Génesis (“Dios dio al hombre el
mando sobre la naturaleza”), y que al parecer sigue siendo la base
ideológica de este pensamiento utilitario que ha cimentado con el tiempo la
sociedad humana sobre la naturaleza.[7]
3. Globalización del Capital, Pobreza y Degradación de Ecosistemas
Existen numerosos estudios e investigaciones que confirman el
diagnóstico de que a la par del proceso de globalización del capital y del
modelo económico neoliberal, hoy vivimos una crisis ambiental sin
precedentes y una mayor pobreza y desigual desarrollo de sus habitantes en
el planeta. Cuestión que además evidencia la discusión que también existe
sobre el rol de la economía global y los límites del crecimiento, y sobre el
proceso de acumulación capitalista y sus implicancias respecto a la
conservación del ambiente.
Diversos investigadores han venido sosteniendo que uno de los
factores más importantes de perturbación del equilibrio de los ecosistemas
naturales, es el proceso de acumulación capitalista y la racionalidad
eminentemente económica de los modelos de desarrollo aplicados por los
países.[8] Sobre el particular se afirma que la racionalidad capitalista -en su
faz ideológica más rígida, la circunscrita a indicadores de crecimiento
económico- induce de forma compulsiva a la desestabilización del
comportamiento natural de los ecosistemas, al ejercer una mayor presión
económica sobre el ambiente: es decir, agotando o degradando en forma
sistemática el capital natural. Por ello se afirma que de seguir priorizándose
a las leyes que rigen al mercado, hará inviable la aplicación de criterios de
sostenibilidad para lograr armonizar las actividades humanas con el
cuidado de los ecosistemas y el ambiente.[9]
En torno a esta cuestión revisamos el Informe de Síntesis
“Evaluación de Ecosistemas del Milenio (EEM)”, publicado en el 2005 por
un panel de científicos y expertos de nivel mundial, donde sostienen entre
sus conclusiones principales lo siguiente: 1) Que no existen precedentes de
cambios y alteraciones producidas tan rápida y extensamente en las
dinámicas de los ecosistemas terrestres y acuáticos, como en los últimos
cincuenta años, para resolver las demandas crecientes por alimentos, agua
dulce, madera, fibra y combustible; 2) Que el resultado de la
transformación de los ecosistemas, si bien, por un lado, ha aportado
considerables beneficios para el bienestar humano y el desarrollo
económico, por el otro, dichos beneficios se han obtenido a cambio de altos
costos relativos a la degradación de muchos servicios de los ecosistemas,
un mayor riesgo de cambios indeseables y la mayor pobreza de otros
grupos de habitantes; 3) Que es probable la degradación de los ecosistemas
podría empeorar aún más en la primera mitad del siglo XXI,
obstaculizando la posibilidad de alcanzar los Objetivos de Desarrollo del
Milenio; y 4) Que revertir esta situación de degradación de los ecosistemas
y al mismo tiempo satisfacer la mayor demanda por sus servicios, podría
ser resuelto sólo parcialmente, en la medida que se introduzcan cambios
relevantes en las políticas institucionales y prácticas concretas de los
países, las que aún no se implementan.[10]
En efecto, lamentablemente no todas las regiones ni todas las
comunidades humanas se han beneficiado por igual de los procesos de
modernización y desarrollo económico de los países. Al contrario, a
consecuencia del proceso de globalización económica, y de su influencia en
los diferentes campos del quehacer humano, vemos que el costo de la
constante transformación de los ecosistemas ha contribuido en mayores
desequilibrios en la interacción de los sistemas sociales y naturales. Sin
embargo, lo más preocupante de esta grave situación es que su reversión
dependerá de un cambio radical en las políticas económicas y estilos de
vida y desarrollo de los países, al norte y al sur, con las responsabilidades
que a cada cual le toca asumir. Pero, además, un aspecto fundamental a
considerar, es que los cambios y decisiones por adoptar deberán ser
consustanciales con políticas efectivas y sostenidas para eliminar la
pobreza y la inequidad al nivel global.
4. Sostenibilidad de los Ecosistemas y Dinámicas Sociales: Nuevos
Desafíos para la Ecología y el Desarrollo Sostenible
Hemos manifestado que a propósito de la compleja problemática
ambiental global derivada de las múltiples formas de intervención de la
naturaleza por las comunidades humanas, y de los desequilibrios generados
en el manejo de los ecosistemas, determinaron el desarrollo de nuevos
problemas de investigación y nuevos enfoques y métodos de estudio de la
ecología y otras disciplinas para poder revertirlos, sobre todo por sus
graves implicancias para la humanidad.
Al respecto, Ken Oyama (2002) observó que hace más de veinticinco
años se conocían de escasas disciplinas afines a la ecología, como:
ecofisiología, ecología-genética, ecología del comportamiento, ecología
evolutiva o ecología humana, pero que en la última década sorprende la
aparición de nuevas disciplinas. Las que destacó en dos grandes grupos: 1)
La ecología relacionada con otras disciplinas de la biología, como la
ecología molecular, ecología funcional, ecología histórica, ecología
comparativa, macroecología, ecología del paisaje, ecogeografía, ecología
global, etc.; y 2) La ecología relacionada con las disciplinas sociales, como
la ecología social, economía ecológica, etnoecología, ecología urbana,
ecología industrial, etc. No obstante, sin restar al análisis anterior, en el
sentido que todas las disciplinas mencionadas dan cuenta del avance de la
ciencia ecológica en las últimas décadas, acotamos sobre el especial aporte
de las disciplinas sociales (el caso de la ecología social, la economía
ecológica y la etnoecología), porque incorporan nuevos e interesantes
elementos metodológicos y de análisis del complejo estudio de la relación
entre los ecosistemas y las dinámicas sociales, incluso estimulando un
debate -que creemos trasciende al ámbito meramente académico- respecto a
la cuestión ontológica sobre lo que ha sido -y debiera ser- la comprensión y
la finalidad mayor de la relación entre los sistemas ecológico-sociales.
Ahora bien, relacionado con lo anterior pero enfocados en el tema de
la sostenibilidad de los ecosistemas, analizamos los diferentes procesos de
desarrollo que ha habido en las distintas regiones, así como las corrientes
de pensamiento con mayor influencia en materia de proyectos en
conservación y desarrollo. Y en efecto, respecto a la situación de los
ecosistemas, vemos que persisten algunos elementos de preocupación como
parte importante del debate en las corrientes académicas y políticas de los
diferentes sectores de la sociedad, entre ellos, de los llamados sectores
ecologistas (ambientalistas) y de los sectores desarrollistas (economicistas),
y que hoy son importantes de dilucidar a propósito del proceso de
globalización económica, sopesando los enfoques y nuevos desafíos en la
perspectiva de avance de la ecología, y además, de su proyección en el
marco del modelo de desarrollo sostenible.
De lo que se trata entonces es de clarificar cuáles son los nuevos
términos de relacionamiento entre los sistemas naturales y sociales,
visionados hoy en la perspectiva de avance al desarrollo sostenible.
Asumiendo que al respecto urge zanjar con la cuestión sustantiva: la que
algunos investigadores señalan como el síndrome de la contradicción
principal entre el capital natural y el capital económico. Es decir, la de
conciliar el aprovechamiento sostenible de recursos como la atmósfera,
suelo, biomasa, yacimientos mineros, petroleros, etc., en tanto
componentes del capital natural, con el uso racional de la maquinaria,
infraestructura, mano de obra, conocimientos, etc., en tanto componentes
del capital económico. No obstante, siguiendo la evolución del debate en
las últimas décadas, reiteramos sólo algunas de las interrogantes no
resueltas, por ejemplo: ¿cómo conservar el capital natural sin desestimar el
capital económico en una perspectiva de avance al desarrollo sostenible?
¿Cuáles son los criterios, indicadores y mecanismos para que la interacción
de los sistemas económico-social-ecológico, en un modelo de desarrollo
sostenible, no afecten de forma negativa la resiliencia y estabilidad de los
ecosistemas en el tiempo?
Interrogantes que además, en el marco del desarrollo sostenible,
mantienen el debate entre quienes sostienen: de un lado, que es el estado
quien debe intervenir en regular el mercado e invertir en conservar el
capital natural y social, y el soporte de la vida con equidad, como factores
fundamentales del desarrollo. Y del otro lado, de quienes sostienen,
paradójicamente en el mismo marco del desarrollo sostenible, que el estado
no debe intervenir en regular el mercado ni invertir de forma preponderante
en conservar el capital natural y social, sino de forma subsidiaria, dejando
al libre mercado y al crecimiento económico que cumplan su papel
primordial en ello. Enfoque –este último- de claro perfil desarrollista que se
basa en algunas teorías sin fundamento, como la hipótesis de la Curva
Ambiental de Kuznets (CAK), que sostiene sólo con el crecimiento
económico y el libre mercado se podrá resolver a largo plazo la
contradicción principal entre el capital natural y económico.[11]
Con respecto a lo señalado, existen suficientes argumentos sobre la
inconsistencia de la hipótesis de la CAK, no obstante, mencionamos sólo
uno de los puntos analizados por los investigadores Gitli y Hernández
(2002) [12]: lo relativo a la relación comercio y ambiente. Y es que al
respecto existen dos posiciones principales: 1) Que la relación comercio-
ambiente se basa en un efecto positivo en el largo plazo, si se aumenta el
crecimiento económico de forma sostenida (que es la posición de dominio
actual); y 2) Que, al contrario, la relación comercio-ambiente entre países
puede tener un efecto negativo. Sobre la segunda posición, los críticos se
basan en el llamado “efecto desplazamiento”, que perjudica en especial a
los países del sur, porque hacia ellos se desplazan las industrias más
contaminantes de los países del norte, resultando que a esta tendencia se le
conoce como la “Hipótesis de los refugios de contaminación”, porque los
países del sur son usados como basureros ambientales de los desechos
tóxicos y las tecnologías contaminantes de los países del norte. Y cuyos
efectos finales pueden ser altamente dañinos para la salud y la
sostenibilidad de los ecosistemas en las distintas regiones.
Por otra parte, algunos investigadores advierten que lasostenibilidad
ecológica no es un estado que puede ser definido por simples reglas
proyectadas en una escala temporal, aún cuando de lo que se trata es que la
sostenibilidad de los ecosistemas sean consustanciales con su grado de
resiliencia en el tiempo (o sea con la capacidad de estabilidad y equilibrio
que deben conservar). [13] Al respecto, si analizamos la sostenibilidad de
los ecosistemas en una perspectiva de avance al desarrollo sostenible, los
autores Common y Perrings (1992) [14] señalan que la “estabilidad” y la
“resiliencia” resultan dos conceptos claves de considerar: 1) Porque la
estabilidad se refiere “a la capacidad de las poblaciones para retornar al
equilibrio, después de ocurrida alguna alteración de los ecosistemas”; y 2)
Porque la resiliencia se refiere a un concepto más amplio “que mide la
propensión de los ecosistemas a mantener sus principales rasgos después de
una alteración”.En consecuencia, debemos entender que si bien la
resiliencia se relaciona con la diversidad sistémica, con la complejidad y la
interconexidad de los ecosistemas; la estabilidad -por su parte- se relaciona
con el equilibrio al que pueden llegar los ecosistemas, una vez superada
alguna alteración. Resultando que en el estudio y diseño de los nuevos
términos de relacionamiento de los sistemas ecológico-sociales, deben
evitarse o al menos restringirse las actividades humanas que afecten tales
propiedades claves.
Por último, con respecto a los avances del modelo de desarrollo
sostenible, en las últimas décadas ha recibido diversas críticas de las
diferentes corrientes de pensamiento mundial, desde los sectores
ecologistas a los desarrollistas, principalmente por las dificultades prácticas
que se vienen encontrando en la instrumentación y concreción de sus
principales postulados teóricos. En tal sentido, creemos -como varios
investigadores ya lo han venido advirtiendo en los últimos años-, que en lo
fundamental se trata de avanzar en torno a un debate político y económico,
no sólo ambiental, porque de lo contrario seguirá resultando una utopía
aspirar a un modelo de desarrollo -como el propuesto- sin pretender realizar
cambios profundos en las estructuras del poder político, en el modelo
económico y en la dimensión sociocultural y ética de las formas
convencionales de relacionamiento de los sistemas ecológico-sociales.
* Mag. Ing. Agrónomo, Consultor en Gestión Ambiental y
Desarrollo
Notas:
[1] Un ecosistema se define como un complejo dinámico de
comunidades humanas, vegetales, animales y microorganismos (en tanto
componentes bióticos), que interactúan con su medio no viviente o abiótico
(suelo, roca, agua, atmósfera y energía solar) como una unidad funcional.
Todos sus componentes se encuentran muy ligados y tienen –al menos en
teoría- la misma importancia al momento de interactuar, ya que cada uno
influye sobre las propiedades del otro en un delicado equilibrio.Y porque,
además, interactúan como parte de unsistema abierto, donde hay una
continua corriente de captación y pérdida de sustancias, energía y
organismos. Asimismo, los ecosistemas nos brindan varios servicios: en
alimentación, provisión de agua y oxígeno, en la curación de enfermedades,
en la regulación del clima, en la cosmovisión cultural e incluso en el
ámbito de la satisfacción espiritual y del simple placer estético.
[2] De Hobbs, R., Arico, Salvatore., Aronson, J., Bridgewater, P.,
Cramer, V., Epstein, P., Ewel, J., Klink, C., Lugo, A., Norton, D., Ojima,
D., Richardson, D., Sanderson, E., Valladares, F., Vila, M., Zamora, R., y
Hoble, M. 2007. Novel Ecosystems: theoretical and management aspects of
the new ecological world order. Global Ecology and Biogeography 15: 1-7.
Citado en artículo “Nuevos ecosistemas: ¿qué hacer con ellos?”, BEA-
Boletín de Ecología Aplicada, Nº 2, Agosto 2007, Centro Latino
Americano de Ecología Social.
[3] En “La Resiliencia en el Desarrollo Sostenible: algunas
consideraciones teóricas en el campo social y ambiental”, artículo de
Walter Chamochumbi (2005)…en ECOPORTAL
(http://www.EcoPortal.net).
[4] Ver “Nuevos paradigmas y fronteras en ecología”, artículo de
Ken Oyama, Instituto de Ecología, Universidad Nacional Autónoma de
México. CIENCIAS 67 JULIO SEPTIEMBRE 2002
[5] Ver artículo “Evolución y desarrollo de comunidades indígenas:
un dilema entre el mito y la incomprensión”, de Walter Chamochumbi
(2006), artículo en Ecoportal (http://www.EcoPortal.net)
[6] Los procesos de desarrollo endógeno: son los de baja intensidad
en las formas de acumulación del capital y en la transformación a pequeña
escala de los recursos naturales en ámbitos territoriales localizados,
caracterizados principalmente por el uso mayor de tecnologías blandas -de
menor riesgo de impacto ambiental- y el mayor empleo de mano de obra
local, así como por la producción principal de conocimientos empíricos y
valores de alta empatía ambiental relativos al contexto socioeconómico y
cultural de comunidades humanas originarias y singulares. Los procesos de
desarrollo exógeno: son los de alta intensidad en las formas de acumulación
del capital y en la transformación a gran escala de los recursos naturales en
ámbitos territoriales de gran extensión, caracterizados principalmente por el
uso mayor de tecnologías duras –de alto riesgo de impacto ambiental- con
procesos de automatización y el menor empleo de mano de obra local, así
como por la producción principal de conocimientos científicos y valores de
muy baja empatía ambiental relativos al contexto socioeconómico y
cultural de sociedades modernas y globalizadas.
[7] Ver Emilio F. Morán (1996)…”La ecología humana de los
pueblos de la amazonia”,citado enensayo “Las comunidades indígenas y su
evolución en el proceso de adaptación territorial, resiliencia y desarrollo
endógeno: teorías y notas del contexto latinoamericano”, de Walter
Chamochumbi, 2006, Lima.
[8] Ver”Ecología y Capital: hacia una perspectiva ambiental del
desarrollo”, de Enrique Leff (1986), Universidad Nacional Autónoma de
México, México, pp. 75.
[9] Algunos investigadores sostienen que esta contradicción no podrá
ser resuelta en tanto no se incorporen nuevos criterios y parámetros que
superen la simple lógica del mercado. Se requiere pues de una nueva
actitud y una revisión crítica de las formas tradicionales de relacionamiento
que al respecto han existido –y aún persisten- entre los sistemas naturales y
sociales.Al respecto, señalamos lo referido por ken Oyama: “…En las
economías capitalistas ha existido una fuerte tendencia a la explotación
secuencial del capital natural sin ningún criterio de tipo sustentable. La
incorporación de un criterio ecológico a la sustentabilidad genera nuevos
imperativos que no pueden ser resueltos bajo la lógica del mercado, ya que
se requiere una nueva visión del manejo de los sistemas naturales y una
nueva actitud. Se dice que más que una meta, el desarrollo sustentable es
un proceso, en donde las experiencias humanas diarias deben incorporarse
para crear nuevos sistemas. En esta lógica se puede insertar no sólo una
nueva agenda de investigación, sino una nueva posición…” (Op cit de ken
Oyama, 2002)
[10] En el Informe de Síntesis “Evaluación de Ecosistemas del
Milenio (EEM)”, 2005, identifican tres problemas principales a destacar:
“1) Que aproximadamente el 60% de los ecosistemas (15 de 24) se están
degradando o se usan de manera no sostenible, con inclusión del agua
dulce, la pesca de captura, la purificación del aire y del agua, la regulación
del clima regional y local, los riesgos naturales y las pestes. Al respecto si
bien son difíciles de medir los costos totales de la pérdida y degradación de
los servicios de los ecosistemas, los datos disponibles demuestran que son
considerables y que van en aumento;2) Se ha establecido, aunque los datos
son incompletos, que los cambios en los ecosistemas están aumentando la
probabilidad de cambios no lineales en los mismos (incluidos cambios
acelerados, abruptos y potencialmente irreversibles), que tienen
consecuencias importantes para el bienestar humano. Algunos ejemplos de
estos cambios son la aparición de enfermedades, las alteraciones bruscas de
la calidad del agua, la creación de “zonas muertas” en las aguas costeras, el
colapso de las pesquerías y los cambios en los climas regionales; y 3) La
degradación de los servicios de los ecosistemas(es decir, la merma
persistente de la capacidad de un ecosistema de brindar servicios) está
contribuyendo al aumento de las desigualdades y disparidades entre las
comunidades humanas, lo que, en ocasiones, es el principal factor causante
de la pobreza y del conflicto social…”.En Borrador final. Equipo de
autores principales: Walter V. Reid, Harold A. Mooney, Angela Cropper,
Doris Capistrano, Stephen R. Carpenter, et al., p. 5
(http://www.millenniumassessment.org/documents/document.439.aspx.pdf)
[11] La hipótesis de la CAK sostiene que “la contaminación
ambiental aumenta con el crecimiento económico hasta cierto nivel de
ingreso (“límite”) para luego descender. Por consiguiente, se afirma que la
relación entre el comercio-crecimiento económico y el ambiente tiende a
ser positiva en el largo plazo. En artículo “Comercio Internacional y Medio
Ambiente: Alcances de la controversia sobre la hipótesis de la Curva
Ambiental de Kuznets y sus implicancias al Norte y al Sur”, de Walter
Chamochumbi (2005), Lima, 25 p. Versión resumida en Ecoportal
(http://www.EcoPortal.net),
[12] Eduardo Gitli y Greivin Hernández, G. (2002), “La existencia
de la curva de Kuznets ambiental (CKA) y su impacto sobre las
negociaciones internacionales”. Serie Doc. de Trabajo 009-2002, CINPE
(Centro Internacional de Política Económica para el Desarrollo Sostenible),
Costa Rica, 30 p.
[13] Ver Carmenza Castiblanco R. y Luis Fair Gómez (2004)
“Introducción a la Economía Ecológica-El concepto de Desarrollo
Sostenible”.
[14] Citados por Correa, 2003, en Carmenza Castiblanco y Luis Fair
Gómez (2004), Ibíd.
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