promoción del riego y drenaje con fines agrícolas como
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Promoción del riego y drenaje con fines agrícolas como instrumento de
política pública para reducir la pobreza rural en Colombia
Versión ajustada a observación del jurado J. Julio. Recibida el 13 de septiembre de 2018.
Felipe Andrés Malagón Ferreira
Asesor(a):
Carlos Augusto Giraldo B.
Maestría de Gobierno y Políticas Públicas
Universidad Externado de Colombia
Bogotá, D.C.
2017
Tabla de contenido
Introducción ........................................................................................................... 4
Primer capítulo: la política de riego y drenaje en América Latina ........................ 14
Panorama general ............................................................................................ 14
El riego como Public Policy .............................................................................. 17
Conclusiones .................................................................................................... 22
Segundo capítulo: el riego y el drenaje como instrumentos para combatir la
pobreza rural ............................................................................................................ 29
Introducción ...................................................................................................... 29
La relación riego – pobreza en la literatura ...................................................... 32
Conclusiones: riego vs pobreza en la literatura ................................................ 40
¿Riego sin drenaje? ......................................................................................... 43
Estudios de caso .............................................................................................. 45
Conclusiones generales ................................................................................... 59
Tercer capítulo: el riego y el drenaje como política pública en Colombia en el siglo
XX ............................................................................................................................ 61
Introducción ...................................................................................................... 61
Primera sección: panorama del riego y el drenaje en Colombia ...................... 64
Introducción .................................................................................................. 64
Promoción del riego y drenaje en Colombia a lo largo del siglo XX .............. 66
Censo agropecuario de 1960 ........................................................................ 68
Riego y drenaje en 1989 ............................................................................... 71
Conclusiones información año 1989 ............................................................. 78
Riego y drenaje en 1998 ............................................................................... 81
Conclusiones generales primera sección ..................................................... 83
Segunda sección: la reforma agraria como contexto político, social y económico
de la promoción del riego y el drenaje en Colombia ............................................. 87
Introducción .................................................................................................. 87
Reformas, riego y drenaje ............................................................................. 89
Ley 200 de 1936 ........................................................................................ 91
Ley 135 de 1961 ........................................................................................ 93
Los setenta y ochenta ............................................................................... 99
Ley 160 de 1994 ...................................................................................... 104
Conclusiones segunda sección .................................................................. 107
Comentarios finales tercera parte .................................................................. 114
Capítulo final. Riego y drenaje en el marco normativo del siglo XXI en Colombia
............................................................................................................................... 119
Pobreza rural en el siglo XXI en Colombia ..................................................... 124
¿Sigue vigente la pobreza rural como problema en Colombia? ..................... 128
Comentarios finales y recomendaciones ........................................................ 130
Referencias ........................................................................................................ 136
Lista de tablas
Tabla 1. Resumen estudios de caso ........................................................................ 56
Tabla 2. Distritos de riego de mediana y gran irrigación a finales del siglo XX ........ 67
Tabla 3. Unidades de explotación (ue) con superficie bajo riego en 1959 ............... 71
Tabla 4. Distritos de mediana y gran irrigación en 1989 (total superficie bajo riego) 72
Tabla 5. Distritos solamente con infraestructura de drenaje (¨distritos de drenaje¨) 73
Tabla 6. Distritos de mediana y gran irrigación en 1989 (superficie con
infraestructura de riego y drenaje) ........................................................................... 74
Tabla 7. Distritos de mediana y gran irrigación en 1989 (superficie de los distritos
solo con infraestructura de drenaje) ......................................................................... 76
Tabla 8. Distritos adicionales solo con infraestructura de drenaje (¨distritos de
drenaje¨) ................................................................................................................... 76
Tabla 9. Distritos de mediana y gran irrigación en 1989 (cuadro resumen) ............. 77
Tabla 10. Área con potencial de adecuación de tierras y área efectivamente
adecuada por sector en 1989 ................................................................................... 80
Tabla 11. Distritos de mediana y gran irrigación y superficie bajo riego en 1998 ..... 82
4
Introducción
El presente trabajo se orientó a analizar la promoción del riego y el drenaje en
Colombia, particularmente en el siglo XX, a través de las reformas agrarias que se
materializaron en el país en ese periodo de tiempo y de un análisis de la génesis de
las políticas públicas y/o programas e instrumentos relacionados con este sub sector
del sector agrícola colombiano para responder a las siguientes preguntas de
investigación: ¿Cuáles fueron los objetivos de la inclusión de la promoción del riego
y el drenaje con fines agrícolas dentro del marco normativo del país en el periodo
comprendido entre 1936 y 1999? y ¿cuál ha sido la dinámica que esta promoción ha
seguido en el país hasta la actualidad?
La hipótesis planteada al inicio de esta investigación, y que fue comprobada en
este trabajo de grado, es que la promoción del riego y el drenaje ha sido
marginalmente incluida como instrumento de política pública agraria dentro del
marco normativo del país tanto en el siglo XX, como en las primeras décadas del
siglo XXI, más allá que se evidencie un avance estadístico en materia de superficie
irrigada entre 1960 y 2014.
Los hallazgos de esta investigación permiten afirmar que los recursos invertidos
la promoción del riego y el drenaje, así como el esfuerzo político y jurídico de
incluirla en los intentos de reforma agraria y/o en los Planes de Desarrollo Nacional
de los gobiernos de turno como instrumento de política pública agraria para el
desarrollo rural del país, no demuestran que el riego y el drenaje hayan sido
considerados como temas transversales en el siglo XX, sino más bien, demuestran
que el problema público del campo colombiano ha sido decodificado y recodificado
por una serie de actores políticos influyentes para que esta promoción, cuando se
5
dé, esté alineada con el referencial de mercado que Colombia ha adaptado y que se
erige como el marco conceptual sobre el que el Estado colombiano rige la
coherencia de sus políticas públicas sectoriales, incluyendo las del sector agrícola.
Esta es la principal razón por la cual los esfuerzos que en materia de promoción
del riego y el drenaje se han realizado en Colombia, aunque marginales, han estado
siempre dirigidos a la consecución de objetivos económicos en el corto y mediano
plazo principalmente (aumentos de la productividad de los cultivos, de la producción
y de su calidad, mayor empleo rural y en general un mejoramiento de la
competencia externa del sector agropecuario colombiano), pues es precisamente la
noción cognitiva de la necesidad de tener un sector agrícola primordialmente
competitivo y rentable la que se ha proyectado de arriba hacia abajo (políticamente
hablando) y es esta misma noción la que ha permitido la jerarquización de objetivos
en el sector agrícola particularmente, afectando directamente la elaboración de
todas las políticas públicas que afectan el sector agrícola en función de esa lógica
mercantil, razón por la cual una promoción del riego y el drenaje con fines agrícolas
es coherente con la relación global sectorial establecida siempre y cuando
predominen sus beneficios económicos principalmente.
Otra de las conclusiones de este trabajo de grado es que este desajuste político
entre los fines económicos y sociales del riego y el drenaje en Colombia es
resoluble a través de la formulación de una política pública que tenga como
instrumento principal la promoción del riego y el drenaje con fines agrícolas en aras
de obtener mejores resultados sobre la mitigación de la prevalencia de la pobreza
rural, tal y como ha sido usada en varios países con resultados positivos, teniendo
presente que esta política y sus instrumentos estén alineados con el marco
6
estructural y normativo que el referencial de mercado en el que está inmerso el país
y la región en la actualidad.
En general se puede afirmar que en Colombia no se ha intentado mitigar la
prevalencia de la pobreza rural a través de la promoción del riego y el drenaje como
instrumento de política pública dado que el referencial de política del sector agrícola
particularmente no ha concebido el riego y el drenaje con sentido social como
variables importantes para mejorar el posicionamiento del sector frente al resto de
sectores de la economía colombiana, es decir, no se considera que la promoción del
riego y el drenaje con fines agrícolas y sociales modifique sustancialmente la
relación global sectorial (RGS en adelante) del sector agropecuario colombiano.
Ahora bien, la investigación realizada permite decir que el referencial de política
pública del sector agrícola en Colombia no ha permitido que la promoción del riego y
el drenaje con fines agrícolas y sociales se desarrolle sustancialmente dado que
durante la mayor parte del siglo XX el citado referencial giró alrededor de la
redistribución de la tierra, quitándole importancia a otros instrumentos de política
pública, y que a pesar que dicho referencial viró en Colombia desde principios de la
década de los noventa totalmente hacia uno enfocado en el mercado, las políticas
públicas dirigidas a la adecuación de tierras y al aumento de la productividad del
campo colombiano han sido diseñadas y puestas en marcha por organizaciones y
grupos de actores que han impuesto la imagen cognitiva que ellos mismos tienen
del sector agrícola colombiano y de su futuro antes los distintos círculos de decisión
oficiales, permitiendo la continuidad de la concentración de la tierra en un principio y
la elaboración de políticas públicas dirigidas a mantener dicho statu quo.
La baja jerarquización del riego y el drenaje en términos instrumentales tiene su
génesis en la interpretación y exposición del problema público del campo
7
colombiano que han elaborado los mediadores o intermediarios políticos que hacen
parte del sector, quienes han logrado a través de su inmersión en los diferentes
círculos de decisión oficiales relegar a un segundo plano los beneficios sociales que
dicha promoción podría traer a cambio de la obtención de beneficios económicos
para sus grupos de influencia (grandes capitales, asociaciones gremiales, y/o
grupos de presión privados o mixtos) a través de la promoción de otras políticas
públicas y de otros instrumentos de política, pues son estos grupos de actores los
que han logrado posicionar instituciones formales e informales dentro del sector
agrícola planteando un referencial de política pública que les es beneficioso y que
es legitimado por el Estado colombiano al identificarlos como puntos de referencia
ineludibles a la hora de tomar decisiones políticas con respecto al sector agrícola.
Así las cosas, este trabajo de grado también concluye que es necesario que el
sector agrícola y el sub sector de adecuación de tierras (del cual hacen parte el riego
y el drenaje) tengan un nuevo grupo de mediadores políticos legítimos, con acceso a
los diferentes círculos de decisión oficiales, que influyan de manera más explícita en
la recodificación de la interpretación del referencial de política pública de este sector
y sub sector en particular, en aras de promover la promoción del riego y el drenaje
con fines agrícolas y sociales como un instrumento de política pública coherente con
la relación global sectorial establecida, la cual está estructurada alrededor de un
referencial de mercado. El gran potencial detrás de la promoción del riego y el drenaje
con fines agrícolas es que podría llegar a erigirse eventualmente como una política
pública coherente con el marco conceptual del mercado y al mismo tiempo mermar la
prevalencia de la pobreza rural en el campo colombiano (problemática que sigue
estando vigente en Colombia), siempre y cuando los nuevos mediadores logren
8
exponerla de una manera atractiva en el juego oficial que antecede al posicionamiento
de este problema público en la agenda política del país.
Finalmente, y teniendo en cuenta las conclusiones expuestas hasta este punto,
una última reflexión referente al riego y el drenaje con fines agrícolas que expone esta
investigación se centra en el potencial que tiene la promoción de estas dos variables
para adaptarse como instrumento de dos políticas públicas diferentes, pues en el
corto plazo puede ser un eje estructural de la política pública agraria colombiana en
un sentido económico, atendiendo a sus efectos comprobados en el aumento de la
productividad y de otros efectos directos e indirectos que podría tener sobre la
producción agropecuaria, y en el mediano y largo plazo ser parte integral de una
política pública dirigida específicamente a la mitigación de la prevalencia de la
pobreza rural, pues diferentes estudios y análisis permiten afirmar que la promoción
del riego y el drenaje puede materializar efectos sociales indirectos sobre esta
variable también.
Adicionalmente, otro de los importantes hallazgos evidenciados en este trabajo de
grado se fundamenta en afirmar que Colombia no cuenta con una batería de
indicadores robustos relacionados con la promoción del riego y el drenaje que
permitan identificar de una manera confiable la calidad y cantidad de avances que se
han tenido en esta materia entre el siglo XX y principios del siglo XXI.
Es posible, de acuerdo con la investigación realizada, que esta ausencia de
indicadores probablemente radique en el hecho que Colombia no cuente ni haya
contado con una metodología de obtención de información constante que sea clara,
concisa y comparable con respecto a distintas variables que son importantes para
analizar la promoción del riego y el drenaje en el país, más aun cuando este tipo de
información estadística es supremamente relevante si se quisieran realizar futuros
9
estudios econométricos dirigidos a mostrar el impacto real que esta promoción ha
tenido, tiene o tendría sobre la mitigación de la prevalencia de la pobreza rural en
Colombia específicamente, entre muchos otros análisis que podrían ejecutarse.
Los objetivos planteados en este trabajo de grado fueron los siguientes:
Objetivo general
Identificar y analizar si en Colombia ha existido una política pública clara y
concisa de promoción del riego y el drenaje con fines agrícolas, cuáles han sido las
bases que ha cimentado dicha política de haber existido y qué objetivos se han
perseguido y alcanzado de ser así.
Objetivos específicos
1. Identificar el panorama de la promoción del riego y el drenaje en América
Latina en el siglo XX como política pública.
2. Analizar si existe una relación directa entre la promoción del riego y el drenaje
con fines agrícolas y la reducción de la pobreza rural.
3. Definir si hubo o no una política pública de promoción del riego y del drenaje
con fines agrícolas y que esta promoción, como instrumento de política pública,
fue marginalmente incluida dentro de los intentos de reforma agraria en el siglo
XX en Colombia.
4. Identificar los objetivos de política pública que se establecieron para las
distintas formas de inclusión de la promoción del riego y drenaje con fines
agrícolas durante el siglo XX en Colombia.
5. Mostrar las estadísticas disponibles con las que cuenta el país con respecto a
la promoción del riego y el drenaje con fines agrícolas, para determinar el
grado de atraso que tenemos en esta materia.
10
6. Argumentar por qué Colombia necesita implementar la promoción del riego y
drenaje con fines agrícolas como un instrumento de política pública
fundamental dentro de la estructuración de una política pública dirigida en un
principio a promover el desarrollo rural del país pero que incluya de manera
integral el objetivo de mitigar la prevalencia de la pobreza rural en Colombia.
Este trabajo se dividió en cuatro capítulos: el primer capítulo describe la política
pública de promoción del riego y el drenaje en América Latina en el siglo XX; el
segundo capítulo analiza la relación que existe entre la promoción del riego y el
drenaje con fines agrícolas y la disminución de la pobreza rural a través de la
revisión de la literatura disponible al respecto y algunos estudios de caso; el tercer
capítulo muestra los avances que en materia de promoción de riego y drenaje con
fines agrícolas se evidencian en Colombia durante el siglo XX mediante el análisis
de la estructura normativa de las reformas agrarias que se materializaron en el país
y de la información estadística disponible con respecto a estas dos variables en este
periodo de tiempo; y finalmente en el cuarto capítulo se argumenta que en Colombia
la pobreza rural sigue siendo un problema de política pública en la actualidad, cuyo
desarrollo incluye conclusiones y recomendaciones sobre la utilización de la
promoción del riego y el drenaje con fines agrícolas como instrumento de política
pública para combatir la pobreza rural en Colombia, con base en los hallazgos de
este trabajo de grado.
Marco conceptual
Esta investigación tomó como punto de partida la definición de política pública
que plantea Ordóñez (2013), la cual dicta:
11
[Que] la política pública es el conjunto de acciones implementadas en el
marco de planes y programas gubernamentales diseñados por ejercicios
analíticos de algún grado de formalidad, en donde el conocimiento, aunado a
la voluntad política y los recursos disponibles viabilizan el logro de objetivos
sociales. (p. 31)
A pesar que la definición planteada por Ordóñez (2013) es el resultado del
análisis e interpretación de diferentes concepciones y definiciones de política pública
que la literatura académica al respecto ha planteado, y que el autor y su equipo de
trabajo reunieron en su Manual, la definición propuesta por Larrue (2000) como se
citó en Román y Montoya (2013) resalta sobre ella por plantear conceptos clave que
esta investigación desea subrayar. El citado autor concibe la política pública:
[Como] una concatenación de actividades, decisiones o medidas coherentes,
por lo menos en su intención, y tomadas principalmente por los actores del
sistema político-administrativo de un país con la finalidad de resolver un
problema colectivo. (p. 22)
Es importante subrayar que esta última definición menciona tres variables clave
que se tuvieron en cuenta para el análisis de política pública de esta investigación,
cuya esencia radica en explorar cuáles son los actores que en un principio toman la
decisión de estructurar y diseñar una política pública, la coherencia de las
actividades que la conforman y la moldean, y finalmente el colectivo que se verá
beneficiado por la misma. Adicionalmente, este trabajo se concentró en el uso de la
ley como instrumento esencial de la política pública, pues las leyes son “un
mecanismo fundamental para garantizar que la decisión de política que se tomó se
mantenga y guíe el curso de acción de la política pública” (Torres & Santander,
2013, p. 60).
12
Dado que este trabajo pretende hacer un análisis de la ausencia o no de una
política pública, es necesario tomar un marco conceptual para interpretar los
elementos que hacen parte del agendamiento de la promoción del riego y del
drenaje con fines agrícolas como política pública, pues es precisamente esta fase
del ciclo de las políticas la que es de interés de este trabajo. Teniendo en cuenta
esta elección, este trabajo se enmarcará también dentro del análisis de la política
pública expuesto por Pierre Muller en su libro Las Políticas Públicas (2002). Dicho
marco conceptual requiere adoptar una definición de política pública más acorde al
enfoque de la investigación, razón por la cual se toma la descrita por Muller (2002)
en su texto así:
Proceso de mediación social, en la medida en que el objeto de cada política
pública es tomar a su cargo los desajustes que pueden ocurrir entre un sector y
otros sectores, o aun entre un sector y la sociedad global. (p. 31).
Esta definición de política pública es coherente siempre y cuando se tengan en
cuenta las definiciones de referencial de política pública, referencial sectorial,
referencial global, operadores de transacción, mediadores y círculos de decisión.
Para Muller (2002), el referencial de política pública es una representación política
de la percepción que los actores de una sociedad tienen de una realidad (situación
problema) sobre la cual desean intervención y es en referencia a esta imagen que
se construyen las políticas públicas. Así mismo, el referencial global es definido
como ¨una representación general alrededor de la cual van a ordenarse y
jerarquizarse las diferentes representaciones sectoriales¨ (Muller, 2002, p.38),
mientras que el referencial sectorial es la imagen que los diferentes actores tienen
sobre el sector que conforman (su visión de la profesión, del sector o del territorio al
que pertenecen) y su rol, posición e influencia dentro de la sociedad. Los
13
mediadores son definidos como los actores que gestionan la dinámica entre el
campo cognitivo y el campo de poder, pues modifican tanto la producción de las
imágenes cognitivas que estructuran el referencial sectorial como el acceso a la
dirección del sector en beneficio del grupo o grupos dominantes y la posibilidad de
acceder a los círculos de decisión. Los círculos de decisión son entendidos por
Muller (2002) como niveles institucionales formales y/o informales, de menor o
mayor complejidad, en donde se toman las decisiones con respecto a las políticas
públicas. Estos círculos de decisión pueden variar de país a país, pero en general
podrán entenderse como las instancias por las cuales una política pública debe
pasar para ser legalizada como tal (unos círculos son ineludibles, otros son
temporales, pasajeros o dependiente del contexto). Finalmente, los operadores de
transacción serán entendidos como aquellas elaboraciones cognitivas que realizan
una función de empotramiento en un determinado referencial, es decir, afirmaciones
o negaciones que ayudan a que un referencial de política pública sea aceptado por
los interlocutores como verdadero1.
Es bajo esta perspectiva de análisis de la política pública que este documento se
direccionó, pues es a través de la identificación de los elementos anteriormente
enunciados principalmente que se demostró por qué en Colombia no se definió una
política pública clara con respecto a la promoción del riego y el drenaje durante el
siglo XX, dado que esta promoción fue marginalmente incluida como instrumento de
política pública agraria en los procesos de reforma agraria que se llevaron a cabo en
el país y cuál fue el objetivo de su inclusión cuando se llevó a cabo.
1 Ejemplo del libro: ¨teniendo en cuenta nuevas orientaciones económicas globales, el número de
campesinos se volvió demasiado importante y debe reducirse¨ (Muller, 2002, p.81).
14
Primer capítulo: la política de riego y drenaje en América Latina
Panorama general
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la alimentación y la
agricultura (en adelante FAO por sus siglas en inglés), el riego y el drenaje en
América Latina son un importante medio para aumentar la productividad de las
actividades agrícolas, intensificar la periodicidad de estas actividades y fomentar la
diversidad de la producción. Es por estas razones principalmente que tanto la
promoción del riego como la promoción del drenaje pueden ser utilizadas como
instrumentos de política pública al servicio de una política agraria a nivel nacional,
como también podrían servir como base temática para una política pública al
servicio del desarrollo agropecuario de cualquier país de la región.
La política de riego (entendida como aquella que piensa en el agua como insumo
necesario de la actividad agrícola) está condicionada por la política de agua
(entendida como aquella que piensa en el agua como insumo básico y necesario
para distintos sectores económicos), la cual a su vez está supeditada a la política
agraria nacional, cuya estructuración depende en gran medida de la política
económica de la nación (FAO, 2000).
Este básico esbozo permite visualizar que existen una serie de factores exógenos
a la agricultura que inciden directa e indirectamente sobre el agendamiento del riego
y el drenaje como instrumentos de política pública (o como políticas públicas), y que
la implementación de estos instrumentos y/o políticas2 depende de en gran medida
de cómo estos factores exógenos se interpreten y/o apliquen en determinado país.
2 La FAO advierte que los ajustes estructurales (económicos en su mayoría y ordenados por organizaciones
financieras internacionales a países en vía de desarrollo) tuvieron un efecto importante sobre las políticas económicas de los países de la región en el siglo XX, salpicando la política agraria y por ende la política de riego. Hubo liberalización de la política agraria (liberación del mercado y menor intervención del Estado en
15
Como panorama general, y con datos de extraídos de fuentes oficiales de FAO y
AQUASTAT, para el año 2001 se estimaba que América Latina y el Caribe (40
países en total) poseía 77,8 millones de hectáreas (se utilizará la sigla ¨ha¨ para
referirse a hectáreas en adelante) como superficie potencial de riego, de las cuales
el 66% (aproximadamente 45 millones de ha) se encontraban distribuidas entre
México, Brasil, Argentina y Perú. De igual manera, dichos estudios aseveran que la
evolución histórica del riego en la región comenzó a ser predominante en los años
cincuenta, pero aseguran que durante todo el siglo XX hubo crecimiento tanto del
área bajo riego como del área efectivamente irrigada3, aunque a diferentes ritmos en
cada país4. Adicionalmente, la FAO estimaba que la técnica de riego más usada a
principios del siglo XXI en América Latina era el riego por superficie, técnica
utilizada en el 87% de la superficie bajo riego, seguida por el riego en aspersión
(10%) y el riego localizado (3%).
Debido a que las diferentes agencias gubernamentales rara vez proporcionan
cifras de producción agrícola discriminadas por cultivo, los datos de la FAO se
pueden tomar como una estimación de los cultivos que por país se daban en
superficies bajo riego. A pesar de esto, la FAO hace una precisión sobre los cultivos
que se promueven dentro de los denominados distritos de riego público y aquellos
que son sembrados bajo el manto del riego privado. Con base en estas cifras, es
asuntos agrarios) y un marcado interés por la reducción del déficit público, lo cual influyó en la menor inversión pública en infraestructura de riego que se evidenció a finales de los años setenta en la región (FAO, 2001).
3 Existe una diferencia entre superficie bajo riego y superficie efectivamente regada. La primera hace referencia a la superficie física con infraestructura de riego, gestionada por el sector público o por los propios agricultores, de manera individual o colectiva. La segunda, expresada en porcentaje, se define como la parte de la superficie bajo riego que se riega EFECTIVAMENTE en un año determinado. Muchas veces existen superficies con infraestructura de riego que no son regadas por distintos problemas, como la escasez de agua. Además, la superficie regada que se cultiva dos veces en el año es contada una sola vez. Como cifra global de la FAO, se estima que el 80% de la superficie bajo riego era efectivamente regada a la fecha de publicación del artículo. Es posible que la no distinción entre los dos términos anteriores haya inflado esta cifra, la cual debe ser considerablemente menor en la actualidad si se separa de esa forma.
4 Por ejemplo, entre la década de los sesenta y la década de los noventa, la expansión del riego en la región
fue mucho más sostenida que durante otras décadas del siglo (FAO, 2001).
16
posible argumentar que dentro de los distritos de riego públicos se promueve el
cultivo de productos básicos como los cereales, las oleaginosas (soya, maní,
girasol, etc.), leguminosas (frijol, lentejas, alverjón, etc.) y tubérculos, mientras que
en los distritos de riego privados se propenden cultivos de mayor valor agregado,
principalmente productos de exportación como lo son las frutas y las hortalizas
(FAO, 2001; FAO, 2000). La casuística y distribución de los distintos tipos de
cultivos al interior de un país es elevada y diferenciada en América Latina, razón por
la cual sería necesario evaluar el perfil de riego y drenaje de cada país para conocer
su estructura de manejo del agua para la agricultura, y así poder hacer afirmaciones
con respecto a sus cultivos y la dinámica de su producción interna.
Por otro lado, y de acuerdo con la FAO y sus datos sobre América Latina, en la
mayor parte de la región el manejo del drenaje está íntimamente ligado a la
evacuación de los excesos de agua de lluvia en áreas susceptibles de
encharcamiento e inundación, como es el caso de Brasil y sus 1,28 millones de ha
con infraestructura de drenaje en el valle. Dichas hectáreas constituyen, junto con
los 2,75 millones de los distritos de riego públicos en Perú con infraestructura de
drenaje y los 2,4 millones de ha de los distritos de temporal tecnificado (DTT), estos
últimos situados en México, la mayor superficie con redes de drenaje de la región
con objeto agrícola (FAO, 2001). Aquí es importante hacer énfasis en qué se
entiende por drenaje agrícola dentro de esta investigación, pues es a partir de esta
definición que se interpretan los datos y estudios existentes al respecto de su
relación con la promoción del riego.
El drenaje agrícola se entiende como “el conjunto de medidas para evacuar los
excesos de aguas libres, superficiales o subterráneas en un área de terreno
determinada” (EcuRed, s.f, párr. 1), comúnmente referidas a zonas de cultivos o
17
actividad agrícola. Aunque parece claro, existen situaciones en las que el drenaje
agrícola se entiende como aquel proceso en el cual un área naturalmente inundada
es drenada con el objetivo de utilizar el terreno como suelo cultivable. Este tipo de
drenaje no es del interés de esta investigación, por cuanto es el drenaje agrícola, tal
y como lo definimos arriba, el proceso e instrumento complementario al riego que
más influencia tiene sobre la actividad agrícola en nuestra región.
El riego como Public Policy
La política pública de riego, cuando existe, tiene por lo menos cuatro objetivos
principales e identificables que la literatura revisada permite exponer: i) aumentar la
productividad de los cultivos, ii) permitir la variación, ampliación e intensificación de
dichos cultivos en el país, iii) propender por la seguridad alimentaria dentro del
territorio y iv) reducir la pobreza rural (FAO, 2001). Es posible y usual que cuando
un gobierno intenta alcanzar cualquiera de estos objetivos, su obtención puede
generar efectos indirectos positivos o negativos sobre otras variables, como lo que
ocurre con la pobreza rural y el efecto indirecto y positivo que tiene el riego no solo
sobre esta importante variable sino también sobre el empleo rural, el empleo off-
farm, la inflación, entre otros (Bhattarai, Hussain, & Sakthivadivel, 2002).
En América Latina y el Caribe la política de riego ha sido utilizada principalmente
para alcanzar, en primera instancia, el objetivo número dos (ii) mencionado arriba,
pues existe consenso que entre 1950 y 1970 se construyeron la mayoría de distritos
de riego públicos en la región con el objetivo de suplir la demanda interna de
alimentos, lo que implicó una expansión de la producción en la región en este
periodo. En segunda instancia, los países de la región persiguieron el objetivo
número uno (i) después de la década del setenta, cuando la política y la
18
estabilización macroeconómica que acompañó a la región desde esa década hasta
entrados los años noventa, impulsó una reducción significativa de la inversión
pública en riego e indujo a diferentes actores a promover la irrigación como una
actividad lucrativa dentro del sector agrícola de manera privada, modificando el
objetivo de la gestión del agua con fines de riego.
Con respecto a la citada gestión del agua con fines de irrigación, de manera
general esta se puede concebir sobre una perspectiva de dos dimensiones: una
dimensión físico operacional y una administrativa institucional (Bertranou, 1990). De
acuerdo con Bertranou (1990), América Latina se concentró durante el periodo
1960-1989 en la primera dimensión, pues argumenta que en la mayoría de países
de la región se le dio prioridad a la construcción de infraestructura de riego,
expresada en la construcción de grandes represas, canales de distribución de agua
de riego, sistemas de drenaje, entre otros, dejando de lado durante este periodo el
énfasis en la gestión del riego como tal, la cual es entendida como la gestión
gerencial y administrativa de la infraestructura de riego y del recurso hídrico. Es este
tipo de Gestión la que Bertranou (1990) argumentaba necesario fortalecer en
cualquier punto del tiempo, si se quiere potencializar el desarrollo agrícola a través
de la política de riego en un país. Si continuamos analizando ambas dimensiones de
las que habla este autor, cabe decir que, aunque es evidente que el factor
institucional y gerencial dentro de los sistemas de riego es débil y puede ser
mejorado, la dimensión físico operacional también tiene enorme potencial.
Comenzando por la dimensión físico operacional, Alfaro y Marín (1990)
sostuvieron que la modernización de los sistemas de riego y drenaje en América
Latina es necesaria y que debe centrarse en “[…] reemplazar sistemas intensivos
de riego, por sistemas más eficientes en cuanto al uso de energía se refiere […]” ( p.
19
4)5. El autor demuestra con algunos datos que el consumo de energía, y por ende
los costos asociados a los cultivos, se elevan a medida que la eficiencia en el
manejo del agua cae. Esto permite afirmar que existen al menos dos causas de
dicha ineficiencia en un sentido técnico: o los sistemas de riego son
tecnológicamente pobres y mal diseñados, o no existe un adecuado mantenimiento
de los mismos que permita evitar estos problemas después de un tiempo de
instalada la infraestructura.
De la misma forma, el análisis de los documentos de la FAO en materia de riego,
así como los artículos de Ciancaglini (1990), Sandoval (1990), Grassi (1990) y
Gonzalez y Méndez (2004) sobre la situación del riego en América Latina, permiten
afirmar que ha existido un deliberado desdén por el mantenimiento adecuado y
continuo de la infraestructura de riego en la región puesto que por ejemplo, la
construcción de mega obras de riego otorga a los gobernantes de turno
(gobernador, alcalde o presidente en el caso colombiano) un mayor capital político
en un periodo electoral especifico, dada la magnitud de la inversión necesaria para
estas construcciones, marcando una diferencia con respecto de aquel capital
político que otorga el gasto en reparación de la infraestructura existente al ser
mucho más reducido y puntual (Grassi, 1990). En términos de Muller (2002), se
puede entender que la dimensión físico operacional de la política de riego y drenaje
en la región ha estado supeditada al capital político que supone llevar a cabo estas
megaobras para los decisores de política pública, pues estar en uno de loa circulos
de decisión mas importantes en un país (pertenecer al congreso en Colombia, por
5 Alfaro define el consumo de energía de un sistema de riego como la cantidad de joules (medida de energía)
que se necesitan para la actividad de riego por aspersión o por goteo. Argumenta que existe la posibilidad de mejorar la eficiencia del manejo del agua de tal manera que la eficiencia real sea igual a la eficiencia potencial de los sistemas de riego, disminuyendo los costos operacionales de dichos sistemas en beneficio de los campesinos. Ver página 5 del artículo citado para ampliación.
20
ejemplo) depende de los votos que se obtengan en determinado momento y lugar.
Así las cosas, pareciera que la decisión de construir nuevas obras o rehabilitar las
existentes depende en gran medida de la imagen que de los actores que conforman
el sector agrícola beneficiario de dicha infraestructura tienen los mediadores de la
política pública de construcción de DPR, al menos en latinoamérica.
Aquí, es importante resaltar que la inversión que se ha llevado a cabo en América
Latina sobre la infraestructura de riego principalmente, una vez esta ha sido
construida, ha sido mayoritariamente dirigida a la rehabilitación de dichas
estructuras, en detrimento de inversiones que busquen la mejora o modernización
de las mismas. Esto ha tenido como consecuencia que la eficiencia en el uso del
agua para riego haya disminuido en el tiempo (Alfaro & Marín, 1990), y que
actualmente se necesiten de cuantiosas inversiones en materia de infraestructura
para evitar seguir asumiendo los altos costos de producción que en los cultivos
produce el deterioro de la misma.
Ahora bien, retomando la dimensión administrativa institucional mencionada
antes, cabe anotar que es necesario definir la diferencia entre administración y
gerencia en aras de entender por qué se propende por una más que por la otra en el
manejo del agua con fines de riego. De acuerdo con Grassi (1990), la gerencia
permite mejorar no solo el statu quo del riego sino de la economía agrícola y otros
aspectos sociales también, mientras que la mera administración de los sistemas de
riego mantiene un estado o unos procesos en materia de irrigación sin pensar en su
potencial, permitiendo el estancamiento de esos mismos procesos y de sus
resultados.
Así las cosas, y siguiendo la línea de Grassi (1990), se necesita de una política
y/o instrumento de política que tenga como base al promoción del riego y drenaje
21
que contemple la gerencia no solo de los sistemas de riego grandes y medianos
(privados o públicos) sino de aquellas iniciativas de riego y drenaje a pequeña
escala como eje primordial del éxito de la misma, pues las aptitudes gerenciales
pueden ser enseñadas a los usuarios y pueden contribuir de gran manera a lograr
no solo objetivos económicos como el aumento de la productividad agrícola, sino
también objetivos sociales como la disminución de la prevalencia de la pobreza
rural.
Es en este sentido que la transferencia de los Distritos Públicos de Riego (DPR
en adelante) fue la tendencia más clara de la política de riego en las últimas dos
décadas del siglo XX en la región (Ciancaglini, 1990; FAO, 2000), pues la
transferencia de la administración pública de los DPR hacia los usuarios tenía y aún
tiene una justificación clara, y es que son estos los que en últimas conocen la
demanda de agua de sus parcelas y las necesidades generales de su comunidad,
conocimiento que podría llevar a un aumento de la eficiencia en el uso del agua a
través de la gerencia privada de los distritos (principalmente a través de
asociaciones de usuarios). Esta es una hipótesis generalizada, pero que no muchos
académicos comparten, pues es evidente que una gerencia pública de los distritos
y/o sistemas de riego también tiene beneficios como la mejor coordinación de
instituciones del nivel nacional y una mayor movilización de recursos hacia dicha
administración (Bertranou, 1990).
Sin embargo, los análisis sobre el tamaño de los DPR6 transferidos y la
administración burocrática o tecnocrática que dicha transferencia lleva consigo es
6 Los Distritos Públicos de Riego (DPR) en Colombia tomaron gran importancia en la década del
cincuenta y hasta entrados los años ochenta. Es en este periodo de tiempo en el que la gran mayoría de DPR de gran tamaño se construyen, contribuyendo con el aumento de la producción de cultivos como el arroz y el algodón (Grassi, 1990). En la década de los noventa comienza el proceso de transferencia de dichos DPR hacia los usuarios, no sin antes comenzar con proyectos de irrigación de menor escala y de forma privada. Cabe anotar que en Colombia no se construye un DPR de gran
22
todavía tema de debate académico. Distintos estudios de caso muestran que i) la
transferencia de la administración de los DPR hacia los usuarios no necesariamente
lleva a una administración poco técnica y poco burocrática por parte de los mismos,
y ii) que la administración pública de los DPR tampoco genera de por sí una
administración altamente jerárquica y profesional. Lo que generalmente se ve en los
estudios de caso son combinaciones entre tamaño (en hectáreas) de los distritos y
tipos de administración, dependiendo de las necesidades de las zonas en las que se
realizan este tipo de proyectos (Palerm, 2005). De nuevo se puede ver que se usa el
concepto de ¨administración¨ en vez del concepto de ¨gerencia¨ de los DPR, lo que
revela que todavía no está del todo adaptado este último término en los estudios
sobre riego y que la discusión alrededor de esta diferencia conceptual sigue vigente.
Conclusiones
El riego y el drenaje son ambas variables potencialmente poderosas para
promover el desarrollo rural en América Latina, ya sea vía sus efectos económicos o
sociales, directos o indirectos. La literatura consultada permite afirmar que el riego
puede utilizarse como un instrumento de política pública o como una política pública
como tal, ya sea para potenciar la productividad en los cultivos, aumentar la
seguridad alimentaria y/o reducir la pobreza rural, entre otros; poniendo de relieve
que su inclusión en la agenda política es importante, aun en el siglo XXI. Como
panorama general, es posible afirmar que para 2001 existía gran potencial de
expansión del riego en América Latina, pues para ese momento habían cerca de 78
millones de ha potencialmente irrigables distribuidas a lo largo de la región.
tamaño desde finales de los setenta, lo que enfatiza el cambio de dirección que tomó el riego en términos de importancia para la agricultura y el papel que el Estado asumiría en adelante.
23
La existencia de este potencial parte del hecho que en general, la superficie bajo
riego y efectivamente irrigada en la región no contaba con una infraestructura de
riego moderna y a gran escala para ese momento del tiempo, pues las grandes
inversiones públicas en irrigación se detuvieron a partir de finales de la década de
los setenta, veinte años después que se iniciaran los primeros proyectos
gubernamentales relacionados con el manejo de agua para la agricultura en
distintos países. Aunado a esto, para principios del siglo XXI la FAO reportaba que
en América Latina existían menos de 7 millones de ha con infraestructura de
drenaje, especificando que más de la mitad de la infraestructura que manejaba esta
cifra solo se ocupaba de solventar problemas relacionados con exceso de agua de
lluvia, y no aquellos relacionados con el manejo residual del agua que se destinaba
a la agricultura, evidenciando que para principios del siglo XXI el riego y el drenaje
tenían un amplio potencial de crecimiento en esta parte del mundo, a pesar de los
esfuerzos realizados en esta materia desde 1950.
Los estudios de la FAO en 2000 y 2001, así como los promocionados por el
Instituto Internacional del Manejo de la Irrigación (en adelante IIMI) a principios de la
década de los noventa7, al ser descriptivos de la situación de riego en la región,
hasta ese momento del tiempo permiten resaltar que el mantenimiento,
rehabilitación y/o modernización de la infraestructura de riego en la mayoría de
países de América del Sur era por lo menos insuficiente, y que dicha situación tenía
externalidades negativas al potenciar los problemas de encharcamiento y
salinización de los suelos (por falta de drenaje principalmente) así como el
ineficiente uso del agua en los cultivos. Lo anterior permite afirmar que la promoción
y el desarrollo del drenaje como instrumento fundamental y necesario para el éxito
7 El principal estudio promovido por el IIMI en América Latina ha sido titulado El manejo de la irrigación en
América Latina: Situación actual, áreas problemáticas y áreas potenciales de mejoramiento y es del año 1990.
24
del riego no ha sido incluido de manera importante en el diseño e implementación
de la política pública de riego en la región, si es que alguna vez ha existido como tal.
Es importante resaltar que la promoción del riego ha tenido dos dimensiones en
América Latina; la dimensión físico operacional prevaleció entre 1950 (posiblemente
unos años antes) y 1970, periodo en el que se desarrollaron las obras de irrigación
más grandes y a mayor escala financiadas con dineros públicos en la región, cuyo
principal legado fue la construcción de distritos públicos de riego, represas y demás
infraestructura relacionada con la irrigación, con fines agrícolas. La segunda
dimensión, la administrativa institucional, viene en marcha desde principios de los
ochenta, cuando la prevalencia de la economía en la política permitió reevaluar el
papel del Estado y sus efectos fiscales, fomentando nuevas formas de entender la
intervención del gobierno en la agenda nacional, y cuya principal respuesta fue la
integración de diferentes actores privados en la estrategias de diseño e
implementación de políticas públicas relacionadas con el desarrollo del sector rural,
por ejemplo, la transferencia de DPR a asociaciones de usuarios, la promoción del
riego privado entre otros.
La evidencia encontrada sugiere que durante el periodo en que la dimensión
físico operacional predominó en América Latina, la promoción del riego fue utilizada
principalmente como un instrumento para suplir una alta demanda interna de
alimentos en distintos países de la región a través del aumento de la producción de
cultivos básicos en distritos de riego públicos. Es posible entonces identificar en este
punto que, en términos de Muller (2002), el referencial de política pública entre 1950
y 1970 interpretaba al sector agrícola como un medio para eliminar el hambre a
través de la expansión de la oferta de alimentos y en esa misma medida se
organizaron políticas dirigidas a alcanzar dicho objetivo, entre las que se incluyeron
25
la construcción masiva de DPR. Se encontró que a partir de la década de los
ochenta, mientras prevalecía la dimensión administrativa institucional, la promoción
del riego tuvo como principal propósito el aumento de la productividad en el campo,
ya no con el objetivo principal de atender la inseguridad alimentaria, sino de
potenciar los beneficios económicos de corto y mediano plazo de la agricultura de
riego, como la rotación de cultivos, la diversificación de productos de exportación
entre otros; en una región donde la inequidad en el acceso a los factores de
producción (principalmente tierra y capital) permitió que esta nueva estrategia fuera
aprovechada por diferentes actores privados y no por los campesinos pobres de la
región.
Aunque no es posible afirmar con certeza que la promoción del riego entre 1950 y
1970 hubiera sido exclusivamente para potenciar los efectos sociales que la
irrigación provee en el campo (disminución de la pobreza rural), si es posible afirmar
que a partir de finales de la década de los setenta el principal objetivo de la
promoción del riego, y el de otras políticas e instrumentos no solo agrícolas, fue
aprovechar sus beneficios económicos de corto y mediano plazo, pues es a finales
de la década del setenta con la Alianza para el Progreso y con la apertura
económica de principios de los noventa que el referencial global de política pública
para América Latina comienza a ser uno definitivamente mercantil, entendido como
un referencial de mercado que es de ineludible aplicación para los gobiernos de
turno en forma transversal en todas sus políticas públicas, particularmente en el
sector agrícola.
La dualidad dimensional presentada, los marcados periodos entre una y otra, y el
hecho que las políticas nacionales y los ajustes macroeconómicos de la región
hayan estado supeditados a los pactos internacionales y al discurso norteamericano
26
implantado a través de la Alianza para el Progreso, permite entender por qué la
promoción del riego y el drenaje en América Latina parece haber estado atendiendo
objetivos netamente económicos en el sector rural a partir de la década de los
ochenta, y por qué esta tendencia se ha mantenido hasta principios del siglo XXI.
Es importante resaltar en este punto la poca literatura existente sobre las
prácticas de drenaje de los proyectos de irrigación en América Latina. Los
documentos de la FAO que fueron revisados no hacen énfasis ni muestran mayor
tipo de información de prácticas ni políticas relacionadas con el drenaje, y más bien
evidencian que en términos de infraestructura de drenaje la región está muy
atrasada. Por ejemplo, de acuerdo con FAO (2001), para principios del siglo XXI los
países más avanzados en temas de drenaje eran México y Brasil, pero no por tener
una política pública clara ni programas o proyectos específicos que soporten dicha
aseveración, sino porque son los países con mayor área efectivamente irrigada en
la región, lo cual de una u otra manera empuja sus estadísticas de área drenada
hacia arriba.
En conclusión, el área efectivamente irrigada no es área efectivamente drenada,
al menos no en los ejemplos revisados para América Latina. Lo anterior es una
muestra de la dicotomía que ha existido entre la promoción del riego y la promoción
del drenaje, pues, aunque la lógica indicaría que ambos deberían ser
complementarios, en la realidad la evidencia muestra que regularmente se ha
promovido la irrigación con fines agrícolas, pero se han dejado de lado los efectos
negativos que un mal drenaje puede tener sobre tierras efectivamente irrigadas
como la mencionada salinización y la pérdida de nutrientes del suelo. Ha existido
entonces una tendencia más o menos evidente hacia a la promoción del riego, pero
27
no del drenaje en la región, sobrevalorando el efecto que esta última variable tiene
sobre aquellos beneficios que el riego por sí solo no puede lograr.
Es necesario advertir también al lector que la mayoría de datos y artículos
consultados y citados en gran parte de esta investigación fueron escritos entre las
décadas de los ochenta, noventa y parte de la primera década del siglo XXI para
América Latina y el Caribe, pues en el caso de Asia principalmente y África en
algunos casos puntuales existen estudios más recientes, sobresaliendo aquellos
que hacen referencia a la relación que existe entre el riego y la pobreza rural. Esta
aclaración tiene dos connotaciones importantes a recalcar: la primera es que resalta
el hecho que las investigaciones sobre riego y drenaje como políticas públicas y/o
instrumentos de política pública en nuestra región son escasas y están
desactualizadas, dejando un gran espacio para la proliferación de nuevos estudios
que aporten a mantener vigente esta discusión y mejorar el conocimiento sobre este
tema dadas sus implicaciones en la política agraria de los países latinoamericanos;
la segunda implicación recae sobre la cautela que se debe tener respecto a las
aseveraciones que la información recolectada permiten hacer en esta investigación,
pues el vacío académico existente irá llenándose en la medida que más artículos y
estudios sobre este tema aparezcan, permitiendo una constante actualización de las
conclusiones de este trabajo.
Finalmente, es claro que la promoción del riego y el drenaje en cualquiera de sus
modalidades (a través de distritos públicos o sistemas privados) debería ser
entendida en un principio como un instrumento de política pública integral, pues en
este cohesionan factores de tipo institucional, económico, técnico y social que
deben ser tenidos en cuenta de manera conjunta a la hora de diseñar, implementar
y evaluar una política pública de riego y drenaje (Bertranou, 1990). Adicionalmente,
28
queda claro que la promoción del riego con fines agrícolas debe integrar una
promoción del drenaje como elemento complementario fundamental, pues como se
ha tratado de mostrar hasta ahora, son elementos que se potencian el uno al otro, y
en la medida que se tomen así, sus distintos efectos (políticos, económicos y/o
sociales) serán aún mayores que los mostrados por la FAO.
La literatura revisada también permite afirmar que a través del riego privado se ha
promovido la agricultura con fines de exportación en la región, y que esta dinámica
fue la respuesta al cambio de referencial de política que contrajo América Latina
desde finales de la década de los ochenta, momento en el que se denota una
preponderancia de la consecución de objetivos económicos como el aumento de la
productividad y la competitividad del sector rural, todos coherentes con el referencial
de mercado que prevalecía en ese momento, en detrimento de otros objetivos
sociales como la reducción de la pobreza en el campo.
El anterior esbozo sobre las dificultades que la promoción del riego y el drenaje
ha tenido en América Latina en las dos dimensiones que las hemos analizado,
permite ir visualizando algunos factores y variables a tener en cuenta no solo para
determinar los distintos cambios de política pública agraria que Colombia ha
experimentado a favor de la utilización del riego como instrumento, sino también
para poder discernir sobre cuál podría ser la base de una futura política de riego y
drenaje adecuada para el contexto colombiano si se quiere, pues es importante no
embarcarse en cuantiosas inversiones en temas de riego y drenaje sin antes haber
decidido cuál es el tipo de irrigación que satisface las necesidades de un país en
términos económicos, políticos y sociales (Lankford, 2009).
Así las cosas, es pertinente mostrar los beneficios que la promoción del riego y el
drenaje tiene sobre la pobreza rural, esto con el objetivo de hacer más evidentes los
29
hallazgos encontrados sobre su utilización en América Latina, y mostrar de manera
más profunda cómo funcionan y cómo se originan estos efectos.
Segundo capítulo: el riego y el drenaje como instrumentos para combatir la
pobreza rural
Introducción
De acuerdo con la FAO (1999), la mayor parte de los pobres del mundo se
encuentran en las zonas rurales del planeta. Durante la década de los noventa, el
54% de los habitantes de las zonas rurales en los países en vía de desarrollo vivían
con menos de 1,25 dólares al día8. Para 2010 la proporción había caído a un 35%,
pero la pobreza rural seguía y sigue siendo generalizada, especialmente en África y
Asia meridional9. Aunado a estas estadísticas, la FAO (1999) sostiene que los
pobres rurales tienen menos oportunidad de acceder a servicios estatales y a la
posible mitigación de riesgos por parte del gobierno central. Esto quiere decir que la
sostenibilidad de la calidad de vida y del sustento económico es mucho más
complicada en el sector rural que en el urbano, pues la densidad de personas es
menor en el primero y todas ellas tienen una mayor dependencia de recursos
naturales y de la agricultura para obtener sus ingresos10, pero la producción no es
estable dado el poco acceso que se tiene en las zonas rurales a activos agrícolas,
principalmente tierra y capital.
La FAO (1999) reconoce que la reducción de la pobreza se ha logrado
generalmente cuando existe crecimiento económico, pero también asegura que el
8 El IFAD en 2001 (International Fund for Agricultural Development) aseguró que el 75% de los 1,2 billones
de personas viviendo por debajo de un dólar al día habitaban en zonas rurales y estimó que para el 2020 el 60% de los pobres del mundo seguirían siendo pobres rurales (Hasnip, Mandal, Morrison, Pradhan, & Smith, 2001).
9 Datos sacados de la página web oficial de la FAO. Link: http://www.fao.org/about/what-we-do/so3/es/ 10 El setenta por ciento de la población colombiana con ingresos por debajo del nivel se subsistencia vivía en
zonas rurales en 1996 (Banco Mundial, 1996 como se citó en Jaramillo, 2006).
30
crecimiento económico no es una panacea. Allí donde las políticas públicas
prestaron una insuficiente atención a la mejora de la productividad agrícola y de la
infraestructura local, persistió la pobreza rural. De acuerdo con esta afirmación, y
como se verá más adelante, aumentos en la productividad agrícola están
fuertemente relacionados con la reducción de la prevalencia de la pobreza rural,
pero existen algunos factores que proporcionan una mayor incidencia en esta
reducción, entre los que se encuentra la promoción del riego y el drenaje.
De acuerdo con la FAO (1999), el riego en la agricultura tiene gran incidencia en
el aumento de la seguridad alimentaria en los países en vía de desarrollo a través
del aumento de la producción agrícola principalmente. Esta afirmación tiene sentido
en la medida en que se entienda que la pobreza y el hambre están fuertemente
relacionadas, razón por la cual asegurar la alimentación adecuada para los pobres
del mundo llevará irrevocablemente a una reducción de la pobreza absoluta (FAO,
1999). De igual manera, el riego como un bien social es un vehículo para la
provisión de necesidades básicas y para la reducción de la vulnerabilidad que
genera la falta de seguridad alimentaria.
La importancia que tiene la irrigación para el sustento rural (rural livelihood)
es resaltada por el hecho que la agricultura de riego provee el 43% de la
producción de cereales en el mundo y el 60% de la producción de granos en
países en vía de desarrollo. (IWMI, 2000 como se citó en Hasnip et al., 2001,
p. 6)
Es por esta razón que para incrementar los beneficios de la agricultura de riego
para los pobres rurales en los países en vía de desarrollo es vital entender a
profundidad cuáles son los beneficios que se quieren y pueden obtener, el ambiente
hídrico en el que los pobres rurales habitan (ya que dependiendo del país o región
31
que se quiera analizar la disponibilidad de agua, los derechos de uso sobre la
misma y/o la dinámica entre los actores involucrados en su distribución puede
variar), sus preferencias de producción y qué diseños de política pública pueden
permitirles a los pobres rurales y pequeños productores aprovechar al máximos las
oportunidades que se les dan (FAO, 1999). Esta reflexión nos lleva a retomar la
importancia que tiene la identificación del referencial de política pública de un sector
en particular (en este caso el sector agrario), pues es precisamente sobre la
interpretación de este referencial que se construye una política pública. Ahora bien,
vale la pena tener en cuenta quiénes son los actores o grupos de actores que están
constantemente recodificando este referencial ante los diferentes círculos de
decisión (ministerios, congreso, presidencia, agencias gubernamentales, etc.), pues
son estos mediadores quienes controlan la imagen que se proyecta del problema
público y su agendamiento político.
Hussain y Hanjra (2004) afirma que la promoción del riego ha sido usada
históricamente con fines políticos y económicos principalmente, pues era percibida
como una herramienta que permitía el mejoramiento del bienestar de las naciones
en tiempos donde la agricultura primaba como principal actividad económica. En el
pasado reciente, el riego ha sido utilizado como un medio para expandir la frontera
agrícola y promover asentamientos en zonas despobladas, pero también como
herramienta política de los gobiernos para desarrollar relaciones más estrechas con
la población rural (IPTRD, 1999 como se citó en Hussain & Hanjra, 2004). Esto
quiere decir que el riego y el drenaje pueden ser promovidos como estrategias
individuales de tipo político, económico o una combinación de ambas, dependiendo
del objetivo que se plantee el gobierno central. Esto pone de relieve que es
necesario que exista un grupo de mediadores que representen los intereses de los
32
actores afectados por la política de riego en el sector agrícola en aras que su voz
sea escuchada en los diferentes círculos de decisión, pues dependerá de quienes
sean estos mediadores no solo el enfoque de la política pública sino también la
repartición de beneficios dentro del sector. Las asociaciones de usuarios de DPR o
cooperativas de riego privado son buenos ejemplos de tipos de mediadores que
pueden surgir en determinado momento en un sector, pues al ser reconocidas por el
Estado como voceros legítimos de su sector (agrícola o de agricultura de riego)
pasan a ser un punto de referencia para el gobierno de turno y generan la
posibilidad de modificar el rol y la posición del sector ante otros sectores de la
economía.
Antes de continuar, debe anotarse que son pocos los estudios que documentan la
relación directa entre el riego y la pobreza, y son aún más escasos los estudios que
analizan los efectos indirectos entre ambas variables (Hussain & Hanjra, 2004), y la
mayoría de los artículos existentes se concentran en la relación existente de ambas
variables en Asia y África, principalmente. Lo anterior pone de relieve que existe un
vacío académico frente a la relación riego versus reducción de la pobreza rural en
varios de sus frentes, y que cualquier aporte que nuevos estudios y artículos
realicen sobre dicha relación serán valorados por la comunidad académica, más aún
cuando se concentren en continentes poco estudiados como América Latina, región
que aún conserva una alta densidad de su población pobre en el campo y que
mantiene referencias académicas sobre este tema bastante desactualizadas.
La relación riego – pobreza en la literatura
Hasnip, et al. (2001) sostienen que existen varios procesos a través de los cuales
el riego puede potenciar y mantener el sustento (livelihood) rural de los campesinos
33
pobres en países en desarrollo. En primer lugar, los autores argumentan que el
riego mejora los niveles de productividad de los cultivos, además de aumentar el
empleo e ingresos de las familias que viven de la agricultura de riego11.
Adicionalmente manifiestan que el riego y la agricultura de riego (irrigated
agriculture) tienen efectos multiplicadores que se ven reflejados en la economía
agrícola del país, pero que eventualmente pueden tener efectos en la dinámica
económica en general. El riego permite además que los hogares rurales
diversifiquen sus actividades de ingreso, aumentando la seguridad económica de los
mismos (Hasnip et al. 2001). Como se mencionó en párrafos anteriores, los pobres
rurales dependen casi exclusivamente del trabajo agrícola para su supervivencia,
razón por la cual cualquier instrumento que les permita asegurar un mayor empleo
de su mano de obra, un aumento de la producción agrícola o de la seguridad
alimentaria impacta de manera directa sobre los indicadores de pobreza.
De acuerdo con Hasnip et al. (2001) el riego afecta directa y positivamente la
productividad de los cultivos, impactando sobre la cantidad de trabajo necesario en
las áreas cultivadas, pues aumentos en la producción generan aumentos en los días
trabajados al año por cosecha y una mayor rotación de los cultivos que se manejan
en el mismo periodo también. Lo anterior se traduce eventualmente en mayor
empleo de mano de obra rural y aumento del ingreso12 de los trabajadores rurales
que no tienen tierra.
11 Es importante anotar que de acuerdo con Hasnip et al. (2001) en muchos países es difícil diferenciar el
impacto de la agricultura de riego del impacto del paquete tecnológico de la revolución verde, pues existe una
sinergia entre la intensificación del uso del agua en la agricultura y el uso de tecnología en semillas y
fertilizantes. 12 Aunque el riego tiene un efecto indirecto sobre los salarios rurales, se debe anotar que estos son
determinados por otras variables adicionales al riego, como la tasa de crecimiento de la población, el género del trabajador, entre otras (Hasnip et al. 2001).
34
En India, por ejemplo, en las zonas irrigadas artificialmente se pueden cultivar
hasta tres cosechas de arroz durante el año (de diferente tipo), mientras que en el
resto de zonas que solo cuentan con irrigación por agua de lluvia apenas se puede
cultivar una cosecha de arroz en el mismo periodo (Hussain & Hanjra, 2004). Esto
quiere decir que el riego también promueve un mejor y mayor uso de la tierra. Quizá
uno de los mayores potenciales beneficios que el riego puede traer a los pobres
rurales del mundo es que en una economía donde los alimentos son parcialmente
comercializables (como es el caso de las economías campesinas sin acceso a
mercados más amplios que los de su misma comunidad), aumentos de
productividad de los cultivos deberían traducirse en menores precios de los
alimentos, variable clave en los gastos de los campesinos pobres (Hasnip et al.,
2001). Otros autores han concluido que en India el quintil más pobre es el que más
beneficiado se ve en relación a otros quintiles, por el manejo adecuado de la
irrigación, principalmente por el aumento de salarios y del empleo rural y no rural
(farm and off-farm employment) que genera el riego (Bhattarai & Narayanamoorthy,
2004).
Desde otro punto de vista, autores como Bhattarai et al. (2002) argumentan que
aunque la literatura académica sobre los efectos que la infraestructura de riego tiene
sobre la pobreza es escasa, dicha literatura se ha concentrado en estudiar los
efectos directos del riego y no los indirectos, que para los mencionados autores son
mucho más importantes13. Acorde con esto sostienen que, a través de la revisión de
la literatura y la evidencia recolectada, la mejora en el acceso al riego es un
instrumento poderoso para reducir la pobreza rural en un área específica. Sostienen
13 Para otros autores como Gebregziabher, Namara y Holden (2009), el énfasis de la literatura ha estado
concentrado en el estudio de los efectos indirectos del riego. Esto es un indicio del contraste y la falta de consenso académico que ha existido alrededor del tema.
35
que esto no se da a través de los efectos directos del riego, como podrían ser el
aumento de la productividad agrícola y los ingresos rurales, sino a través de los
efectos indirectos como el aumento del empleo rural y algunos multiplicadores
asociados con la provisión de la infraestructura de riego (Bhattarai et al., 2002). En
otras palabras, argumentan que el aumento de la productividad agrícola es una
condición necesaria pero no suficiente para reducir la pobreza rural, pues el impacto
del riego sobre la pobreza depende en gran medida de la estructura de la economía
rural en donde se implemente y en cómo el ingreso adicional generado por el uso
del agua para riego es gastado dentro de esa misma estructura económica rural y
su efecto de “goteo” (spillover effects) sobre el empleo e ingresos rurales (Bhattarai
et al., 2002).
En la misma línea, Hussain y Hanjra (2004) sostiene también que existen algunas
vías (pathways) que permiten diferenciar los efectos directos e indirectos que el
riego ejerce sobre distintos actores dentro de un país. Así las cosas, la vía micro
(micro pathway) analiza los efectos primarios o directos sobre los hogares
campesinos que se ven beneficiados por el uso del riego en los cultivos. La vía
meso (meso pathway) estudia los efectos secundarios del riego a nivel local (ya no
por hogares sino por municipios, por ejemplo) o regional (departamentos o
condados) y la vía macro (macro pathway) se concentra en los efectos adicionales o
de ¨goteo¨ (spillover effects) que el riego podría llegar a tener en el largo plazo sobre
el crecimiento económico de un país. De acuerdo con los autores, la manera en que
los beneficios del riego se distribuyen en cada una de estas vías depende tanto de
la dinámica de la economía local y nacional, de los multiplicadores que apliquen en
ambas esferas, pero también dependen de las relaciones que existan entre los
distintos actores de la economía (Hussain & Hanjra, 2004). Este análisis por parte
36
de los autores citados concuerda con el enfoque conceptual de esta investigación
por cuanto reconocen que es necesario conocer la estructura bajo la cual los
diferentes actores se relacionan al elaborar y ejecutar una política pública. Es en
este sentido que las vías explicadas por los autores pueden ser interpretadas como
los diferentes sub niveles que se encuentran en un mismo sector, cada uno de ellos
con un grupo de actores organizados que velan por los beneficios de su sub sector y
de la puesta en la agenda de su representación del problema público agrario que
identifican en cada una de las vías.
Siguiendo su explicación de los beneficios diferenciados del riego, Hussain y
Hanjra (2004) demuestran que la productividad de los cultivos y la intensidad de los
mismos es mayor en áreas irrigadas artificialmente que en aquellas que solo
obtienen riego de manera natural a través del agua de lluvia. Si se analiza desde la
óptica de la vía micro mencionada en el párrafo anterior, esto les permite a los
campesinos cambiar cultivos de subsistencia por cultivos de mayor utilidad, pues
una vez el riego artificial permite asegurar la producción durante toda una cosecha,
se reduce la aversión al riesgo de perderla por parte de los campesinos. Desde el
punto de vista de la vía meso, los autores sostienen que el empleo rural por
hectárea es mayor en las áreas con riego artificial que en aquellas con riego de
lluvia, modificando la estructura del empleo y los ingreso en estas zonas. También
argumenta que los indicadores de Gini relacionados con el ingreso son menores en
las áreas con riego artificial que en las áreas en donde no lo hay. Por ejemplo, los
pobres rurales en India que viven en lugares que dependen del agua lluvia para
proveer riego a sus cultivos, están más por debajo de la línea de pobreza que
aquellos que habitan en áreas con infraestructura artificial de riego, razón por la cual
sus esfuerzos por salir de la pobreza deben ser mayores (Hussain & Hanjra, 2004).
37
Existe entonces una evidente relación entre la instalación de infraestructura de riego
en zonas de producción agrícola poco o semi-intensiva y la incidencia de la pobreza
rural en esas mismas áreas.
Sin embargo, este mismo autor resalta que en el corto plazo, los beneficios que la
infraestructura de riego trae consigo van a ser aprovechados por los grandes,
medianos y pequeños terratenientes, pues dichos beneficios casi siempre se
asocian a la posesión de hectáreas cultivables14. A pesar de esto, los autores
sostienen que los campesinos sin tierra se podrán beneficiar en el mediano y largo
plazo de los beneficios del riego a través del aumento del empleo rural y urbano, de
salarios más altos y estables, y sobre todo de la reducción en los precios de los
alimentos, variable fundamental del salario real rural. Es importante mencionar
también que el impacto del riego sobre la pobreza dependerá del contexto
agroclimático, del lugar geográfico en donde la inversión en irrigación se realice y
del contexto institucional que allí exista, pues la magnitud del impacto dependerá en
mayor medida del nivel positivo de variables como la equidad en la distribución de la
tierra, las condiciones y las gestión de la infraestructura de riego, las condiciones y
la normatividad que rodee el uso de los recursos hídricos para la agricultura de
riego, entre otros15 (Hussain & Hanjra, 2004).
De acuerdo con Hussain y Hanjra (2004) existe un considerable cuerpo de
literatura que sugiere que el crecimiento agrícola16 además sirve como motor del
crecimiento económico, y que los cambios en las tecnologías relacionadas con el
riego son la clave detrás del crecimiento de la productividad del sector agrícola en
14 Adicionalmente sostiene que las pérdidas o fracasos en las inversiones de riego serán asumidas en mayor
medida por los campesinos pobres en caso de darse. 15 La calidad del agua de riego, la tecnología establecida para la producción y cultivo, los patrones de cultivo,
la diversificación de cultivos e insumos para marketing y comercialización de productos, son otras variables institucionales que los autores establecen como endógenas al impacto del riego sobre la pobreza.
16 La tierra irrigada artificialmente representa el 15% del crecimiento agrícola en países como Tailandia, indonesia y Filipinas (Hussain & Hanjra, 2004).
38
Asia y en el resto del mundo. Lo anterior aplica para países en vía de desarrollo
principalmente, pues es allí donde encontramos alta concentración de personas
pobres en el campo y áreas cultivables con potencial de ser más productivas a
través del riego.
Según Hussain y Hanjra (2004), el aumento de la productividad agrícola alivia la
pobreza a través de un componente de crecimiento y uno de distribución. El
componente de crecimiento es ampliamente aceptado por la literatura revisada, pero
el segundo es aún controversial, pues algunos académicos expresan que la
revolución verde ha sido neutral en cuanto a la distribución de sus beneficios
mientras que otros creen firmemente que ha estado sesgada hacia los
terratenientes. A pesar que la literatura académica17 ha demostrado que el
crecimiento agrícola propende el crecimiento económico y que estos dos tienen un
impacto positivo en la reducción de la pobreza18, no se ha logrado separar el
impacto que cada uno de los factores intervinientes en el aumento de la
productividad agrícola tienen sobre la pobreza, del impacto marginal e individual que
dichos factores tienen sobre ella (Bhattarai & Narayanamoorthy, 2004).
Para el caso de India, por ejemplo, el estudio de Bhattarai y Narayanamoorthy
(2004) demostró econométricamente que el impacto marginal de la irrigación en el
crecimiento de la productividad de todos los factores juntos es positivo con una
elasticidad del 0,32. Esto quiere decir que un aumento del 1% en el área irrigada
aumenta la productividad total de los factores (de crecimiento agrícola) en un 0,32%.
Este es un porcentaje alto respecto a otras variables que los autores analizaron
como la infraestructura de las vías, fertilizantes, entre otros (0,04 y 0,09
17 Revisar Thritle et al. (2001); Hazell y Haggable (1990); Brown y Haddad (1994) como se citó en Hasnip et
al. (2001). 18 El Banco Mundial (1996) como se citó en Jaramillo (2006) argumenta que el crecimiento económico rural
(crecimiento agrícola) es más significativo para aliviar la pobreza que el crecimiento económico agregado.
39
respectivamente). Sin embargo, la educación rural sigue siendo la variable que más
efecto tiene en el crecimiento de la productividad total de los factores (Bhattarai &
Narayanamoorthy, 2004). La evidencia econométrica muestra que en India durante
1960 y 1999 existió una tendencia hacia la reducción de la pobreza rural y dicha
reducción estuvo relacionada con el aumento de la infraestructura de riego. Entre
todas las variables analizadas, los autores concluyen que la irrigación tiene la mayor
influencia en la explicación de la reducción de la pobreza durante este periodo en
India, y que la irrigación tiene inclusive un mayor impacto marginal reduciendo la
pobreza que la educación (rural literacy), al menos en este periodo (Bhattarai &
Narayanamoorthy, 2004).
A pesar de la argumentación que se ha presentado para sustentar que el riego
beneficia a los campesinos pobres a través del aumento de la productividad de los
cultivos, del empleo rural, de los salarios, de la reducción de los precios de los
alimentos entre otros, se debe resaltar que estos beneficios, como se mencionó
anteriormente, tienden a ser absorbidos en el corto plazo primordialmente por los
campesinos con tierra (y en general por los diferentes tipos de terratenientes) y que
es principalmente de forma indirecta que los beneficios del riego se trasladan a los
campesinos sin tierra o con micro propiedades (menos de 2 ha) en el mediano y
largo plazo. En este aspecto la FAO (1999) ha hecho algunos esfuerzos por estudiar
cómo la agricultura de riego puede beneficiar también a los campesinos sin tierra y a
campesinos con micro propiedades, pues en los países en vía de desarrollo, en
donde la concentración de la propiedad rural es elevada, este aspecto cobra
relevancia y puede ser determinante para el éxito de la política pública de promoción
del riego y drenaje.
40
Acorde con la FAO (1999), la inversión en infraestructura de riego promueve el
aumento del empleo de la mano de obra de campesinos sin tierra, por cuanto la
construcción, operación y mantenimiento de dicha infraestructura es intensa en el
factor trabajo (labour-intensive). La FAO sostiene que en lugares donde no sea
posible construir mega infraestructura de riego, los esquemas de riego para
pequeños productores con o sin tierra podrían ser muy útiles, pues estos han sido
histórica y particularmente valorados en África, dado que en este continente
campesinos con menos de una hectárea han podido aumentar los ingresos netos de
sus hogares como resultado del riego a pequeña escala, permitiendo que las
familias inviertan sus nuevos ingresos en educación y salud para sus miembros,
impactando variables que afectan de manera importante la reducción de la pobreza
rural (FAO, 1999).
Conclusiones: riego vs pobreza en la literatura
La promoción del riego y el drenaje tiene efectos directos e indirectos sobre la
reducción de la pobreza rural, dependiendo de las variables externas e internas que
se tengan en cuenta para analizar esos efectos en un territorio especifico. Se
encuentra que el efecto ¨más¨ directo recae en un aumento de la seguridad
alimentaria de los pobres rurales, toda vez que una mayor irrigación promueve un
aumento de la cantidad de bienes agrícolas producidos, generando mayor oferta de
alimentos principalmente. Este efecto, sería aún más directo si la promoción del
riego fuera entregada a campesinos pobres que tuvieran tierra, aunque este
escenario es poco probable en América Latina, así como lo es en distintas partes
del mundo. Este efecto se configura en el momento en que es aceptado que el
hambre y la pobreza están directamente relacionados, razón por la cual cualquier
41
aumento en el acceso real de los pobres a los principales alimentos que consumen
radica en una reducción de la pobreza rural en términos ¨reales¨.
El resto de efectos mencionados en esta sección tienen la condición de indirectos
frente a reducción de la prevalencia de la pobreza, pues una vez instaurado el riego
en la agricultura, uno o más escenarios deben ocurrir para que la pobreza rural se
vea afectada. Entre los más destacados se encuentran el aumento de la
productividad en el campo (que está relacionado con el efecto más directo
mencionado antes), disminución de los precios de los alimentos, aumento del
empleo rural y no rural (aumentando los ingresos de las familias campesinas),
diversificación de cultivos, diversificación del gasto campesino, entre otros.
Ya sean indirectos o directos, lo importante de resaltar realmente es que los
efectos positivos de la promoción del riego y el drenaje serán absorbidos primero
por los terratenientes (grandes, medianos y pequeños) y sus estructuras agrarias
(diferentes actores que estén involucrados con el terrateniente) en el corto plazo,
mientras que en el mediano y largo plazo los efectos se van esparciendo a través de
la economía rural y su dinamización hacia los campesinos más necesitados. Es
claro entonces que allí donde la promoción del riego y el drenaje como instrumento
de política pública o per se como base de una política pública quiera influir en la
disminución de la prevalencia de la pobreza rural, deberá estructurarse teniendo
claro que es en el mediano y largo plazo cuando va a ocurrir esta disminución, lo
que conlleva una planificación enorme de los escenarios que podrían ocurrir en el
mediano plazo y de los que depende que la disminución de la prevalencia de la
pobreza rural se materialice o no.
Los estudios realizados en África y Asía han evidenciado que los efectos
indirectos del riego y el drenaje sobre la disminución de la prevalencia de la pobreza
42
rural son más accesibles para los gobiernos de turno en los países en vía de
desarrollo con respecto a la implementación de otras estrategias, pues el costo
político y económico de esta novedosa alternativa es menor que aquel en el que
incurrirían los gobiernos si continuaran tratando de ejecutar por ejemplo, reformas
agrarias que permitieran redistribuir la tierra entre los campesinos para socavar la
pobreza en el campo, tal como ha sido la tendencia en Colombia y la mayor parte de
países de la región. Esta aseveración es coherente en la medida en que es claro
que en los países en vía de desarrollo parece haber un consenso general sobre el
referencial de política pública referente a la redistribución de la tierra, pues se
acepta que existen fuerzas que utilizan sus recursos políticos y económicos para
mantener una estructura de distribución beneficiosa para estos actores, lo que
muestra como resultado un marco de referencia limitado para la actuación del
Estado en pro de otros actores y del bienestar general.
Es en esta medida que el riego y el drenaje se convierten en una base temática
muy útil para estructurarse como instrumento de política pública o inclusive como
una política pública en sí misma (en el largo plazo) que tenga como objetivo reducir
la prevalencia de la pobreza rural en países en vías de desarrollo que han tenido
históricamente problemas con la distribución de la tierra, pues puede ser una
alternativa más fácil de implementar, menos costosa y más eficiente, siempre y
cuando se tengan en cuenta todas las condiciones políticas, económicas y sociales
que deben estar presentes en su estructura con el fin de que en el mediano y largo
plazo ocurran las condiciones necesarias para evidenciar una reducción de la
pobreza rural contundente, de lo contrario se continuarán presentando escenarios
similares al que a finales del siglo XX se vislumbraba en América Latina, tal y como
se mostró en la primera parte de esta investigación.
43
¿Riego sin drenaje?
Si bien es cierto que su inexistencia dentro de la revisión de la literatura
relacionada lo hace parecer secundario, el desarrollo de infraestructura de drenaje
que acompañe la infraestructura de riego es fundamental, pues al igual que el riego,
el drenaje puede incrementar la producción y calidad de los cultivos, optimizar el uso
del suelo, potenciar su fertilidad, entre otros (Cuello, 2017).
De acuerdo con Cuello (2017):
Los problemas de salinidad o de mantos freáticos someros en suelos se
presentan a nivel mundial principalmente en áreas bajo riego artificial y se
estima que existen más de 45 millones de hectáreas afectadas de los 240
millones que se riegan en todo el mundo. (p. 1)
Aunque los problemas relacionados a la falta de drenaje dependen en gran
medida del sistema de riego que se use y de las condiciones agroclimáticas de la
zona en donde se implementen, en mayor o menor medida el desarrollo de
infraestructura de drenaje es necesario para potenciar los efectos positivos del riego
en la agricultura (Cuello, 2017).
Aunque es cierto que la mayor parte de la literatura sobre riego hace referencia a
casos de estudio en Asia y África, donde es común que la escasez de agua sea un
problema para la agricultura (sobre todo en África) y hablar sobre drenaje puede ser
un tema secundario; en otros continentes como América Latina, donde el agua
puede ser abundante en zonas agrícolas, los efectos de una mala infraestructura de
drenaje pueden ser muy negativos para la producción agropecuaria. De acuerdo con
Cuello (2017), el exceso de humedad afecta algunas propiedades físicas del suelo y
puede tener efectos como la reducción de la aireación, la estructura, permeabilidad
y temperatura del terreno agrícola. Estas modificaciones del suelo cultivable tienen
44
efecto sobre la respiración de las raíces y las actividades microbianas del cultivo, lo
que puede trascender en la disminución de la calidad y cantidad de una o varias
cosechas en un periodo determinado de tiempo (Cuello, 2017).
Cabe destacar que, para el autor citado, las consecuencias del mal drenaje no
son específicas para zonas en donde existe abundancia de agua, pues estas se
pueden dar en zonas áridas donde haya inadecuado manejo del agua para riego,
mala nivelación de los canales, uso inadecuado del suelo y mal diseño de la
infraestructura de riego, por cuanto todas estas variables pueden aumentar la
salinidad del suelo a través de la concentración de la humedad (Cuello, 2017). Esto
quiere decir que el desarrollo de infraestructura de drenaje puede corregir errores en
el diseño de la infraestructura de riego en zonas áridas, pero ser un complemento
necesario para la infraestructura de riego en zonas lluviosas o con abundancia de
agua para el uso agrícola, por cuanto puede potenciar los efectos de la irrigación.
Dicho lo anterior, parece contradictorio no encontrar mayores referencias con
respecto a la promoción del drenaje en la literatura revisada, pues no parece existir
una razón válida para no tener en cuenta esta promoción en cualquier lugar del
mundo donde se implemente la agricultura de riego. Este es un elemento clave para
mejorar el diseño, estructuración e implementación de instrumentos de política
pública o políticas públicas que tengan como base la promoción del riego en países
que aún tienen potencial en esta materia, pues podría convertirse en un
multiplicador positivo de los beneficios de la irrigación, incluyendo sus efectos sobre
la reducción de la prevalencia de la pobreza rural.
Finalmente, tal y como se mencionó al final de la sección pasada, existen
diferentes factores a tener en cuenta para que los efectos positivos del riego sean
mayores sobre la reducción de la prevalencia de la pobreza rural, pero entre ellos
45
debe recalcarse el papel que la promoción del drenaje con objetivo agrícola tiene,
toda vez que sobre este tema existen pocas indagaciones, y cuando existen,
tienden a resaltar el hecho que técnicamente es una variable importante a la hora de
exhibir los resultados de una buena infraestructura de riego a cualquier escala que
se proponga. Adicionalmente, la falta de información relacionada con la promoción
del drenaje deja abierta la puerta a más investigaciones académicas que
demuestren la relevancia de este factor de producción en la agricultura, pues podría
encontrarse que su inclusión tiene una relación positiva con los distintos efectos
directos e indirectos que tiene la promoción del riego, abriendo el camino para
nuevas estrategias en materia rural.
Aunque hasta este punto se ha esbozado un panorama general de la relación
entre el acceso al riego y su incidencia en la reducción de la pobreza, es necesario
profundizar en algunos estudios de caso que permitan visualizar cómo las
inversiones en riego han impactado en el sector agrícola y cuál ha sido su incidencia
sobre la pobreza rural en algunos países alrededor del mundo.
Estudios de caso
Al revisar la literatura sobre riego en general y su relación con la pobreza en
particular, el hallazgo más evidente es que las investigaciones realizadas hasta el
momento se han concentrado en Asia y África por ser continentes con altas
concentraciones de pobreza rural, y zonas poco lluviosas donde la irrigación juega
un rol importante (FAO, 1999). A continuación, se esbozan las generalidades y
conclusiones de algunos artículos académicos sobre la relación riego – pobreza en
algunos países alrededor del mundo, con el objetivo de mostrar si en los estudios de
caso se evidencian las afirmaciones que se mostraron en párrafos anteriores sobre
46
esta relación. Es importante resaltar que la mayoría de estos estudios de caso
representan el único análisis a fondo sobre riego y pobreza en estos países, y que
los mismos autores los consideran un serio aporte académico al vacío existente
sobre esta literatura en el mundo.
Etiopía
Gebregziabhe et al. (2009) evalúan los impactos que el acceso a pequeños
esquemas de riego tiene sobre los ingresos y el estado de pobreza de los hogares
campesinos en el Estado de Tigray, en Etiopía. Sostienen que la aleatoriedad de la
lluvia en esta región es un factor de aversión a la inversión en fertilizantes u otro tipo
de insumos para mejorar la producción19. Por esta razón la hipótesis que plantean
en su artículo es que cuando se asegura la humedad del suelo a través del riego se
pueden evidenciar diferencias en producción e ingreso entre áreas irrigadas
artificialmente y áreas que solo utilizan la lluvia como fuente de riego, lo que al final
indicaría que el riego tiene un impacto significativo en el desempeño agrícola y la
reducción de la pobreza en la región estudiada (Gebregziabher et al., 2009).
Entre los principales hallazgos de los autores están que los hogares con acceso
al riego tienden a tener mayor cantidad de personas en el núcleo familiar que los
que no tienen acceso, lo cual se encadena con el hecho que los primeros
evidencian mayor trabajo adulto (en términos absolutos frente a los segundos) y
mayor cantidad de trabajo adulto comprado que los hogares sin acceso al riego (en
términos relativos). También se evidencia que los hogares con acceso al riego
19 Los autores recalcan que existen muchas variables cooperativas con el riego que no permiten que la
evaluación de dos individuos antes y después la inversión en riego y su uso sea sencilla. Además, aceptan que
la comunidad académica no ha determinado aún ningún método cuantitativo como primordial para este tipo de
evaluaciones y que los evaluadores deben tener una ¨mente abierta¨ acerca de los métodos y el uso de datos
dada la complejidad de la tarea a realizar. Para ampliación sobre los resultados mostrados dirigirse al artículo
completo.
47
tienen mayor diversidad de ingresos (debido a la diversificación de cultivos que el
riego permite) y alcanzan inclusive a generar ingresos por fuera de las actividades
agrícolas (off-farm employment) primordialmente debido a que el riego reduce la
cantidad de mano de obra necesaria en el cultivo.
Quizá el hallazgo más importante en este estudio de caso es que el ingreso de
los hogares sin acceso al riego representa en promedio el 55% del ingreso de los
hogares que sí tienen acceso al riego (Gebregziabher et al., 2009). Así las cosas, el
análisis descriptivo indica a grandes rasgos que los hogares con acceso al riego
artificial están ¨mejor¨ en términos de bienestar e ingresos que aquellos sin acceso
al mismo, aunque no se sabría si es debido solamente a la variable irrigación o a
otras variables que se pierden en este análisis. Sin embargo, a través de métodos
estadísticos con una función logit, los autores muestran que los hogares con acceso
al riego tienen más probabilidad de tener acceso a servicios de extensión como
ayuda agrícola, salud y educación que aquellos hogares que no cuentan con acceso
a riego artifical (Gebregziabher et al., 2009).
Nigeria
En la misma línea del estudio anterior, Gbenga, Batabunde, Adenuga y Olagunju
(2015) buscaron evaluar el efecto de la construcción de la represa de irrigación
Kamp sobre los ingresos y la pobreza de los hogares campesinos del Estado de
Kogi en Nigeria. A diferencia del estudio en Etiopía, los autores usan una
metodología cualitativa, al realizar encuestas entre familias que han sido
beneficiarias y no beneficiarias del riego en este proyecto20.
20 Se realizaron 140 entrevistas y se utilizaron métodos estadísticos con modelos econométricos tipo logit
para determinar incidencia de variables entre ambos grupos (Gbenga et al.,2015).
48
El principal resultado de esta investigación es que la incidencia de la pobreza es
menor en los hogares beneficiados por el proyecto de riego de la represa Kamp
(41%) que en los no beneficiarios (57%). De igual manera se encontró que el
poverty gap o déficit de consumo agregado fue del 6% y 21% para hogares
beneficiarios y no beneficiarios del riego, respectivamente (Gbenga et al., 2015).
Cabe resaltar que uno de los resultados contradictorios del estudio fue encontrar
que la severidad de la pobreza es mayor entre los hogares con acceso al riego
(28%) que en aquellos que no lo son (23%), lo cual pone de relieve la posible
existencia de variables alternativas al riego que pueden estar presentes cuando no
se es beneficiario, y que afectan negativamente la severidad de la pobreza en una
región.
A partir de los resultados del estudio y otros hallazgos claves de la investigación,
este trabajo provee recomendaciones de política e intervenciones para hacer de la
agricultura irrigada una herramienta efectiva en los programas de reducción de la
pobreza. Entre ellos resalta la promoción de insumos agrícolas a bajo costo para los
beneficiarios del riego, la educación sexual como herramienta para evitar núcleos
familiares muy amplios que aumenten el riesgo de seguridad alimentaria y en
general informar a la comunidad de los beneficios comprobados del riego para
promover el compromiso de los hogares hacia el cuidado de la infraestructura
(Gbenga et al., 2015).
China
De manera similar a los casos de estudio en Nigeria y Etiopía, Huang, Dawe,
Rozelle, Huang y Wang (2005) buscaron examinar el impacto del riego sobre la
pobreza y la distribución del ingreso en la China rural, pues según sus
investigaciones no existía un artículo que explore este tema en ese país. Los
49
autores sostienen que China tiene una historia positiva con la inversión en riego,
pues siempre la han considerado un factor clave para la autosuficiencia alimentaria
desde la década de los sesenta. Mencionan que, durante el inicio del siglo XXI, la
inversión en riego excedió el presupuesto para mitigación de la pobreza en China y
fue diez veces mayor que el gasto en investigación agrícola en esa misma época.
Esto refuerza la idea que en el pasado el riego era visto como un instrumento clave
para el desarrollo rural y que actualmente lo sigue siendo, al menos en China
(Huang et al., 2005).
Los autores argumentan que la cantidad de tierra con acceso al riego por persona
está positivamente correlacionada con el ingreso por cultivo anual, lo cual se
traduce en que el ingreso de los hogares que tienen tierras irrigadas es 40% mayor
frente a los hogares que no tienen acceso al riego para sus cultivos21 (Huang et al.,
2005).
El hecho que el artículo haya comprobado que existe una relación positiva entre
tierra y acceso al riego e ingreso por cultivo, permite concluir que el riego puede
tener un rol importante en la reducción de la pobreza, pues lo hogares pobres
dependen mucho más del ingreso por cultivo agrícola que los hogares ¨ricos¨ (casi
el 60% del ingreso de los hogares pobres campesinos en China proviene de la
agricultura) (Huang et al., 2005)22.
Sudáfrica
Fanadzo (2012) demuestra que la educación de los campesinos respecto al uso
de tecnologías como el riego es importante para potenciar los efectos de la
21 Lo anterior es cierto a pesar que el área que ocupan las tierras irrigadas en China es menor que el área
total de tierras sin acceso al riego (Huang, Dawe, Rozelle, Huang, & Wang, 2005). 22 Para ampliación sobre los métodos usados y las estadísticas obtenidas dirigirse al artículo original.
50
irrigación en la reducción de la pobreza, pues en su estudio del caso sudafricano23
analizó que la inversión aislada en infraestructura de riego ha probado ser inútil en
reducir la pobreza rural en ese país desde la década de los noventa.
El uso de los esquemas de riego para pequeños terratenientes es muy popular en
Suráfrica desde la década de los ochenta, y fue pensado como un esquema
aplicable al contexto económico y social que se vive en el campo sudafricano, con
elevada concentración de la tierra y desigualdad económica (Fanadzo, 2012). Las
causas del pobre desempeño de los SIS (siglas en inglés para Smallholders
Irrigation Schemes o esquemas de riego para pequeños terratenientes) en Suráfrica
en términos de productividad e impacto económico incluyen variables socio
económicas, políticas, técnicas e incluso climáticas (Fanadzo, 2012).
Según Fanadzo (2012), en un principio se pensaba que el mal cuidado de los
sistemas de riego era la principal causa de la ineficiencia de los mismos y fue así
como el gobierno decidió invertir grandes cantidades de dinero para rehabilitar la
infraestructura y así combatir esta problemática. Sin embargo, analistas se
percataron que la inversión en rehabilitación fue inútil debido a que no fue
acompañada por una inversión en capital humano que permitiera prevenir el daño o
el mal cuidado de la infraestructura de riego por parte de los campesinos usuarios
de los SIS. Para el autor, y como resultado del análisis de dos casos de estudio
dentro de Suráfrica (Zanyyokwe y Tugela), los problemas con los recursos humanos
y sociales están en el corazón de la problemática de los SIS en este país (Fanadzo,
2012).
23 Suráfrica es un país ¨seco¨, pues no recibe ni la mitad de la lluvia promedio que ocurre en el mundo.
Adicionalmente, la agricultura irrigada en este país ocupa el 30% del total de la producción agrícola y es la actividad que más agua demanda, sin mencionar que es un país con una alta desigualdad social en el campo (Fanadzo, 2012).
51
Acorde con el estudio de Fanadzo (2012), los campesinos beneficiados de un
esquema de riego como el de Suráfrica dependen de la cooperación para lograr
objetivos individuales, como el aumento de sus ingresos o la mejora de
productividad en sus cultivos. Esto quiere decir que deben existir instituciones y
organizaciones que permitan esa colaboración y que promuevan reglas de juego
claras que eviten situaciones resultantes de un dilema del prisionero en los SIS.
Dentro del contexto surafricano se destaca una alta concentración de la tierra24,
pobre mantenimiento de las estructuras agrícolas en general y del riego en
particular, inexistente capacitación técnica25 a los campesinos, y conflicto político a
nivel local26.
Bolivia
El objetivo del informe presentado por Dupret, Heinrich, Keil, Kienle y Wagenfeld
(2009) es reportar las lecciones que la cooperación bilateral entre Alemania y
Bolivia, frente a proyectos de riego, ha dejado en 30 años de experiencia. El texto
describe que la “finalidad de los proyectos de riego en el contexto de la cooperación
al desarrollo es reducir la pobreza rural a través de la seguridad alimentaria o el
incremento de la productividad agrícola de los pequeños agricultores” (Dupret et al.,
2009, p. 2)
De acuerdo con los autores, para evaluar la capacidad de los proyectos de riego
de reducir la pobreza, este estudio se basa en la hipótesis de impacto de los
proyectos de riego investigados. Según dicha hipótesis, como primer paso, un
24 La estructura de la tierra es un determinante de la eficiencia de estos esquemas de riego, al menos en
África. El mercado de tierras para alquilar o rentar es muy débil en este continente y esto conlleva situaciones de ineficiencia en los cultivos (Fanadzo, 2012). Además, los autores afirman que la tenencia de la tierra es la situación que más beneficia los SIS en África.
25 En Nigeria, por ejemplo, entrenamiento básico en agricultura elevó la producción de los SIS en 230%. En Afganistán también se evidenciaron aumentos de productividad en 200% una vez los campesinos recibieron capacitación en uso de pesticidas, mantenimiento de infraestructura y uso de agua en general (Fanadzo, 2012).
26 Mnkeni et al. (2010) como se citó en Fanadzo (2012).
52
proyecto de riego aumenta la disponibilidad de agua a través de la facilitación o el
mejoramiento de la infraestructura de riego. Como segundo paso, se supone que el
aumento de la disponibilidad de agua asegura o aumenta la producción agrícola.
Como último paso, el proyecto de riego debería mejorar la seguridad alimentaria o,
en los proyectos de mayor tamaño, contribuir a un incremento de los ingresos
(Dupret et al., 2009).
Cabe anotar que entre 1975 y 1993 se llevaron a cabo los dos primeros proyectos
de riego de la cooperación, proyectos que no tuvieron mucho éxito, pues el informe
acepta que para estos proyectos el enfoque fue prioritariamente técnico, lo que
permitió que se pasaran por alto los derechos de agua de los beneficiarios en la
región donde fueron instaladas las represas, entre otros. Luego de la mala
experiencia se decidió adaptar la normatividad legal a la gestión tradicional de los
sistemas de riego de los campesinos de la zona, obteniendo mejores resultados27.
Los proyectos después de la década de los noventa, y con la experiencia recogida,
se concentraron en la aplicación de proyectos de riego concretos que apuntaran a
mejorar la infraestructura ya existente y fortalecieran las organizaciones de
regantes.
Así las cosas, uno de los primeros hallazgos del informe fue que la inclusión de
los beneficiarios en las fases de planificación y ejecución de los proyectos de riego
tiene efectos positivos sobre el impacto y la sostenibilidad de los mismos. Esto se
evidencia en el efecto positivo que tuvo el cambio de enfoque técnico de las
instituciones alemanas de la cooperación hacia un enfoque más centrado en las
27 F Construcción de presas tuvo como objetivo aumentar la producción agrícola a través de la
modernización y ampliación de los sistemas de riego tradicionales. Además, se mejoró la eficiencia en la distribución de agua de las represas al elaborar el marco normativo de los derechos de agua en equipo con los usuarios (Dupret et al., 2009).
53
costumbres tradicionales del cultivo y uso del agua de los hogares campesinos de
las zonas intervenidas.
Las encuestas realizadas a los campesinos beneficiarios de los proyectos de
riego confirmaron cualitativamente que dichos proyectos sí contribuyen de forma
efectiva a la reducción de la pobreza, pues aumentan la seguridad de los cultivos y
aumentan la productividad de los mismos (Dupret et al., 2009)28. Adicionalmente, y
también a través de los resultados de las encuestas, se verificó que en las zonas
geográficas beneficiadas por el proyecto de las presas se comprobó aumento de
créditos financieros, demanda de insumos agrícolas y compra de bienes de
consumo; evidenciando, según los autores, promoción del desarrollo económico en
la zona. A pesar de los múltiples beneficios que las encuestas mostraron, algunos
campesinos expresaron en las mismas que los beneficios del riego pueden verse
disminuidos por la deficiencia en la estructura de la comercialización de los
productos cultivados y la fluctuación de los precios.
Como conclusión de su investigación, el informe propone una serie de
lineamientos de política pública para que otros proyectos en Bolivia y en la región
centrados en el riego puedan tener más éxito. Entre ellos proponen “no ofrecer
¨paquetes tecnológicos¨ sino enfoques diferenciados adaptados a las demandas
locales” (Dupret et al., 2009, p. 5), esto con el objetivo de aprovechar el capital
humano existente en las zonas de intervención y su conocimiento sobre la actividad
agrícola allí. También creen que un monitoreo a los precios de los productos por
parte de algunas ONG o asociaciones de usuarios podrían ser útiles para los
beneficiarios, una vez acaben las fases de acompañamiento técnico de los
28 Los autores basan esta afirmación en los porcentajes de respuesta que tuvieron las preguntas realizadas a
los campesinos sobre sus ingresos, bienestar entre otras variables a la hora de las encuestas. Para ampliar verificar el informe completo.
54
proyectos. Adicionalmente argumentan que el apoyo técnico y financiero a las
asociaciones de usuarios que administren sistemas de riego debe estar atado al
buen mantenimiento de la infraestructura. Sin embargo, sustentan que es importante
que en un principio se les ayude a las asociaciones a planear financieramente el
sostenimiento del sistema a través de la instauración de tarifas razonables al uso del
agua que tengan en cuenta la posición relativa de cada usuario respecto a los
demás en términos de ingresos (Dupret et al., 2009)29.
Chile y Argentina
León et al. (2006) a través de su proyecto de investigación buscaron responder a
la pregunta de si la inversión pública en grandes proyectos de riego influyó en la
reducción de la pobreza rural. Para lograr su objetivo, el estudio usó información
secundaria y encuestas aplicadas a una muestra de agricultores tanto en Chile
como en Argentina.
A partir del estudio es evidente que existe una diferencia entre el diseño e
impacto de la política de riego en ambos países sobre la pobreza. Los autores
concluyen que la liberación económica de Chile en la década de los setenta permitió
que los actores privados tuvieran mayor iniciativa comercial en el sector del riego y
que el rol del Estado cambiara a favor de los mismos. De allí que se haya generado
un mercado de aguas fuerte y el modelo económico planteado alrededor del riego
se considere eficiente. Dicha eficiencia se toma a partir de la fortaleza que las
asociaciones de usuarios tienen en Chile y de la responsabilidad que tienen
respecto de los sistemas de riego que el Estado les delegó para administrar. Estas
asociaciones de usuarios han promovido la construcción de infraestructura de riego
29 Otros lineamientos se pueden encontrar en las conclusiones del informe completo en caso de ampliación
sobre el tema.
55
intrapredial tecnificada, beneficiando usuarios sin tierra por ejemplo (León et al.,
2006).
En Argentina, por el contrario, predominan los sistemas de riego tradicionales30,
debido a que el marco normativo y las leyes de aguas son más débiles que en Chile
y los derechos del uso del agua no son tan claros. De igual forma, la diversificación
de cultivos y la expansión de la producción agrícola en este país se debieron
principalmente a capitales extranjeros que buscaban beneficiarse del riego
subterráneo de la parte alta de la cuenca analizada, y no como un resultado de la
política de riego del gobierno central o provincial31.
A pesar de las diferencias entre ambos países, los resultados de las encuestas
realizadas revelaron que los agricultores chilenos y argentinos no veían una relación
clara entre el desarrollo de la infraestructura de riego y la reducción de la pobreza
rural en sus zonas. Los autores argumentan que esto puede verse relacionado con
la visión tan material que los campesinos en ambos países tienen sobre el
bienestar, lo que no permite una asociación clara entre el acceso al agua y la
reducción de la pobreza rural (León et al., 2006).
Aunque el artículo finalmente acepta que las mejoras en los índices de pobreza
de las zonas analizadas en ambos países entre los años ochenta y principios del
siglo XX pueden deberse a otras políticas públicas distintas a la promoción del riego,
y no prueba fehacientemente sus hipótesis (ni tampoco las rechaza de manera
comprobada), es válido el esfuerzo que realizan esbozando la historia del riego y el
contexto político y económico que ha envuelto el tema del agua para a la agricultura
en Chile y Argentina; pues el estudio del riego en América Latina, como se
30 De acuerdo con la FAO el 92% de los agricultores en la zona no tienen riego tecnificado. 31 De acuerdo con los autores, la percepción que las autoridades de Mendoza tienen sobre el riego es que
afecta a todos por igual, aun cuando es evidente que son los grandes productores los más beneficiados.
56
mencionó en la primera parte de esta tesis, es poco y cualquier aporte es valioso
para continuar con el aprendizaje sobre este tema en la región.
Tabla 1. Resumen estudios de caso
PAÍS OBJETIVO HIPÓTESIS HALLAZGOS
ETIOPÍA
Evaluación de los
impactos que el
acceso a pequeños
esquemas de riego
tiene sobre los
ingresos y el estado
de pobreza de los
hogares
campesinos en
Tigray.
Existen diferencias de
producción e ingresos agrícolas
entre áreas con suelo irrigado
artificialmente y aquel irrigado
solo con agua lluvia.
Hogares con acceso al riego
tienen más personas en el
núcleo familiar, lo cual está
directamente relacionado con
mayores índices de trabajo
adulto.
Hogares con acceso al riego
tienen mayor diversidad de
ingresos (por rotación de
cultivos).
El ingreso de los hogares sin
riego representa el 55% del
ingreso de los hogares con
acceso al riego.
Hogares con acceso al riego
tienen más probabilidad de
tener acceso a servicios de
extensión como ayuda
agrícola, salud y educación.
NIGERIA
Evaluar el efecto de
la construcción de
la represa de
irrigación Kamp
sobre los ingresos y
la pobreza de los
hogares
campesinos del
Estado de Kogi
Incidencia de la pobreza es del
41% en hogares beneficiados
del riego frente a un 57% en
hogares no beneficiados por la
represa.
El déficit de consumo agregado
o poverty gap entre hogares
beneficiarios y no beneficiarios
es de 6% y 21%,
respectivamente.
La severidad de la pobreza es
mayor en los beneficiarios
(28%) que en los hogares no
beneficiarios (23%)
CHINA
Examinar el impacto
del riego sobre la
pobreza y la
distribución del
ingreso en la China
rural.
El riego en China es considerado
un instrumento clave para el
desarrollo rural y efectivamente
reduce la pobreza rural y mejora
la distribución del ingreso en el
campo.
La cantidad de tierra con
acceso al riego por persona
está positivamente
correlacionada con el ingreso
por cultivo anual.
El ingreso de los hogares que
tienen tierras irrigadas es 40%
mayor frente a los hogares que
no tienen acceso al riego para
sus cultivos.
SUDÁFRICA
Analizar el impacto
que las inversiones
de capital en riego
han tenido sobre la
productividad de los
cultivos y los
La educación de los campesinos
respecto al uso de tecnologías
como el riego es importante para
potenciar los efectos de la
irrigación en la reducción de la
pobreza. Adicionalmente se
La inversión de capital en riego
no tuvo los efectos esperados
en la reducción de la pobreza
rural en Suráfrica debido a la
falta de acompañamiento de
otras inversiones de tipo social
57
ingresos de los
campesinos
beneficiarios del
esquema SIS.
deben asegurar inversiones
sociales que acompañen la
inversión de capital en riego para
asegurar la maximización de la
productividad y beneficios de los
usuarios del esquema SIS.
De acuerdo con el autor, para
que los sistemas de riego para
pequeños terratenientes se
necesitan de instituciones y
reglas de juego claras que
permitan que los granjeros
aprovechen al máximo los
beneficios de la inversión de
riego.
Si no se aseguran las
condiciones sociales para la
maximización del beneficio de
los campesinos dada la
inversión en riego, el esquema
SIS puede convertirse en un
dilema del prisionero, con
resultados sub óptimos para
todos los actores involucrados.
BOLIVIA
Reportar las
lecciones que la
cooperación
bilateral entre
Alemania y Bolivia
frente a proyectos
de riego ha dejado
en 30 años de
experiencia
La hipótesis tiene tres pasos:
Como primer paso, un proyecto
de riego aumenta la
disponibilidad de agua a través
de la facilitación o el
mejoramiento de la
infraestructura de riego. Como
segundo paso, se supone que el
aumento de la disponibilidad de
agua asegura o aumenta la
producción agrícola. Como último
paso, el proyecto de riego
debería mejorar la seguridad
alimentaria o, en los proyectos
de mayor tamaño, contribuir a un
incremento de los ingresos.
Cuando el enfoque para los
proyectos de riego fue
prioritariamente técnico, la
experiencia no fue exitosa
dado que los derechos de agua
de los usuarios no estuvieron
claros y fueron pasados por
alto precisamente por el
enfoque que se le dio al
proyecto.
Una vez se incluyó dentro de la
normatividad la gestión
tradicional de los recursos en
las zonas de los proyectos, la
experiencia mejoró
notablemente de acuerdo con
los usuarios, pues el enfoque
pasó a ser mixto (con un poco
más de énfasis en los social y
cultural).
La inclusión de los
beneficiarios en las fases de
planificación y ejecución de los
proyectos de riego tiene
efectos positivos sobre el
impacto y la sostenibilidad de
los mismos.
La evidencia cualitativa afirma
que los proyectos de la
cooperación si contribuyen de
forma efectiva a la reducción
de la pobreza, pues aumentan
la seguridad de los cultivos y
aumentan la productividad de
los mismos
en las zonas geográficas
beneficiadas por el proyecto de
las presas se comprobaron
aumento de créditos
financieros, demanda de
58
insumos agrícolas y compra de
bienes de consumo,
evidenciando, según los
autores, promoción del
desarrollo económico en la
zona.
Algunos campesinos
expresaron en las mismas que
los beneficios del riego pueden
verse disminuidos por la
deficiencia en la estructura de
la comercialización de los
productos cultivados y la
fluctuación de los precios.
CHILE /
ARGENTINA
Responder a la
pregunta de si la
inversión pública en
grandes proyectos
de riego influyó en
la reducción de la
pobreza rural tanto
en Argentina como
en Chile.
Existe una diferencia entre el
diseño e impacto de la política de
riego en ambos países sobre la
pobreza.
Liberación económica de Chile
en la década de los setenta
permitió que los actores
privados tuvieran mayor
iniciativa comercial en el sector
del riego y que el rol del Estado
cambiara a favor de los
mismos.
En Chile se generó un
mercado de aguas fuerte y el
modelo económico planteado
alrededor del riego se
considera eficiente
La eficiencia sale de la
fortaleza de las asociaciones
de usuarios que se formaron
en Chile y de su compromiso
con las infraestructuras que les
fueron delegadas para
administrar.
La política de riego tuvo un
impacto significativo sobre la
diversificación y patrones de
cultivo.
Estas asociaciones de usuarios
han promovido la construcción
de infraestructura de riego
intrapredial tecnificada,
beneficiando usuarios sin
tierra.
En Argentina predominan los
sistemas de riego tradicionales,
pues el marco normativo y las
leyes de agua son débiles
Los derechos del uso del agua
en Argentina son menos claros
que en Chile.
La diversificación de cultivos
en Argentina fue resultado de
la influencia de capitales
extranjeros y su búsqueda de
beneficios a través de
exportaciones.
59
Los resultados de las
encuestas realizadas revelaron
que los agricultores chilenos y
argentinos no veían una
relación clara entre el
desarrollo de la infraestructura
de riego y la reducción de la
pobreza rural en sus zonas.
Fuente: elaboración propia
Conclusiones generales
En los anteriores párrafos se ha esbozado evidencia que aunque existe poca
literatura referente a la relación entre riego y pobreza, y que la discusión académica
sobre cuál es el impacto real que tiene el acceso al riego sobre la reducción de la
pobreza rural continua, se puede aseverar que gran parte de los estudios
académicos en la materia llevan a sugerir casi de forma indiscutible que la
promoción del riego tiene efectos relevantes e importantes sobre la productividad
agrícola a través del aumento del empleo rural, de una mayor rotación de cultivos y
del aumento de los ingresos de los pequeños agricultores, pues la producción en
general se incrementa en casi todos los escenarios en que el riego está presente.
Además, que la agricultura irrigada trae consigo seguridad alimentaria para los
hogares que la practican, pues el riesgo de pérdida de cosecha disminuye y los
precios de los alimentos se reducen, y que el riego tiene efectos multiplicadores
sobre la economía campesina que podrían trasladarse a la economía regional y
nacional, evidenciando aumentos del empleo rural dentro y fuera de las zonas de
cultivos (on and off-farm employment), de los salarios rurales y de la diversificación
de la estructura de ingresos de las familias campesinas en general.
La literatura revisada permite enlazar estos hallazgos con una reducción de la
pobreza rural allí donde el acceso al riego es promovido, dado el impacto directo
que el aumento de los ingresos de los campesinos, el empleo y la seguridad
60
alimentaria principalmente tienen sobre esta variable; y a pesar de que la
distribución de los beneficios del riego siga siendo sesgada en el corto plazo hacia
campesinos con tierra y grandes terratenientes, es innegable que existe un potencial
enorme para mejorar las políticas públicas que apuntan a reducir la pobreza rural a
través de la promoción del riego y el drenaje con fines agrícolas.
Finalmente, y teniendo en cuenta los estudios de caso expuestos, es posible
concluir que la promoción del riego y el drenaje con fines agrícolas puede ser usada
como un instrumento de política pública contemplado dentro de una política pública
agrícola o dentro de una política pública específicamente dirigida a mitigar la
prevalencia de la pobreza rural, precisamente porque existe evidencia científica que
revela que esta promoción utilizada como instrumento de política tiene efectos
positivos tanto económicos como sociales.
Adicionalmente, la promoción del riego y el drenaje con fines agrícolas tiene el
potencial de ser también utilizada como base estructural y/o eje transversal de una
política pública enfocada en el sector agrícola como lo podría ser de una política
pública dirigida específicamente a la mitigación de la prevalencia de la pobreza rural
o inclusive la base estructural de una política pública que contenga ambas
temáticas, pues aunque a priori también existe evidencia que permite afirmar que
este proceso es aún más complejo por el diseño de largo plazo que debería ser
inherente a su estructuración en cualquiera de los temas mencionados, no se puede
negar el hecho que sería una forma novedosa de atacar dos problemas públicos
que atañen a los países en vía de desarrollo (desarrollo rural y disminución de la
pobreza en el campo) y que al ser una iniciativa pionera tendría mucho espacio para
recodificar paradigmas establecidos con respecto a las soluciones que se han
planteado en el siglo XX en el mundo para tratar dichas problemáticas, pudiendo
61
tener un efecto poderoso sobre la interpretación misma de la relación global
sectorial en su ámbito de aplicación.
Ahora bien, para el caso latinoamericano se debe tener en cuenta que la mayoría
de países de la región han tenido historia relacionada con reformas agrarias fallidas
o poco exitosas, tal como lo muestra el caso colombiano, contextos que encierran
marcos normativos e institucionales que ponen límites a este tipo de políticas
públicas pero que también dejan espacio para la innovación en su diseño y
aplicación futura.
Tercer capítulo: el riego y el drenaje como política pública en Colombia en el
siglo XX
Introducción
Si bien la información disponible sobre la promoción del riego y el drenaje con
fines agrícolas en América Latina es relativamente escasa, la información analizada
en el primer capítulo de este trabajo permite afirmar que dicha promoción tuvo sus
inicios alrededor de 1950 en la región, que existe una diferenciación entre los
cultivos que se promueven dentro de los DPR y aquellos que son potenciados a
través del riego privado, que esta promoción ha estado ligada a la política
económica predominante en la región, y que en general existe gran potencial para
aumentar no solamente la superficie agrícola irrigada y drenada, sino también la
calidad con la que se puede llevar a cabo este proceso en términos de
infraestructura. Las conclusiones derivadas del segundo capítulo de esta
investigación también permiten afirmar que la elaboración de una política pública de
promoción del riego y drenaje o la utilización de esta promoción como instrumento
de política pública agraria para propender la reducción de la pobreza rural depende
62
de diversidad de factores sociales, económicos y políticos que generalmente forjan
el contexto y la dinámica bajo las cuales esta promoción se establece, dándole
diferentes matices y objetivos.
Teniendo en cuenta los hallazgos hasta ahora descritos, es momento de revisar a
profundidad el caso colombiano, pues tal y como se mencionó en un principio, es a
partir de un análisis detallado del perfil de riego y drenaje de cada país y del
contexto en el que este se desarrolló, que se pueden realizar aseveraciones más
exactas con respecto al uso de este instrumento de política pública en determinado
periodo de tiempo. Así las cosas, este capítulo se divide en dos secciones: la
primera sección se concentra en mostrar el perfil de riego y drenaje del país durante
el siglo XX, mientras que la segunda sección se enfoca en la descripción del
contexto en el cual dicha promoción se llevó a cabo, teniendo como marco de
referencia la estructura normativa de los intentos de reforma agraria que tuvieron
lugar en Colombia en este periodo de tiempo y como marco de referencia
conceptual el análisis de política pública planteado por Pierre Muller (2002) en
términos del agendamiento de una política pública, su ejecución y las diferentes
definiciones y conceptos expuestos por el autor citado y tomados en cuenta como
marco teórico de esta investigación.
En la primera sección se muestra que la promoción del riego y el drenaje con
fines agrícolas en Colombia ha tenido un desarrollo muy lento desde sus inicios en
1959, y que durante el siglo XX la expansión de la superficie con acceso a riego no
tuvo el espacio suficiente teniendo en cuenta la cantidad de hectáreas que tenía
disponibles en ese momento, y que en la actualidad continúa desaprovechando.
Tomando como punto de partida estos hallazgos, se utiliza la segunda sección para
mostrar en primer lugar que hubo una inclusión marginal de la promoción del riego y
63
el drenaje como instrumento de política pública en las estructuras normativas de los
procesos de reforma agraria que durante el siglo XX se llevaron a cabo en el país, y
que en segundo lugar, cuando este tema fue incluido, el contexto en el cual se
desarrolló llevó a que se promocionara con el objetivo de materializar beneficios
económicos en el corto plazo, en detrimento de una planeación adecuada que
llevara a la consecución futura de otro tipo beneficios sociales, entre los cuales
podría haber estado la reducción de la prevalencia de la pobreza rural en el
mediano y largo plazo.
Adicionalmente, y a partir de los hallazgos expuestos en la segunda sección, pero
principalmente teniendo en cuenta las definiciones de política pública expuestas en
el marco teórico de esta investigación, se puede concluir que en Colombia no ha
existido una política pública que tenga como base estructural la promoción del riego
y el drenaje ya sea con fines agrícolas o fines sociales y que la inclusión de esta
promoción dentro de la estructura normativa de las reformas agrarias ejecutadas
durante el siglo XX en Colombia se dio en el contexto de su uso marginal como
instrumento de política pública al servicio de la política agrícola implementada en
ese momento.
Finalmente, y como resultado de las evidencias mostradas en ambas secciones,
será posible afirmar que durante el siglo XX no hubo una política pública de
promoción del riego y el drenaje con fines agrícolas en Colombia, pero que existe
gran potencial para ello, pues las cifras muestran que nuestros avances en esta
materia no han sido definitivos aun en el siglo XXI, y que en la medida en que el
concepto de reforma agraria se modifique (o lo que es lo mismo, que la imagen de la
relación que el sector agrícola tiene con el resto de sectores se modifique
sustancialmente), el riego y el drenaje deben tomar un rol importante en la
64
estructura normativa y social que propende el desarrollo agrario del país, pues es
solamente a través de una política pública coherente con la relación global sectorial
vigente que la promoción del riego y el drenaje con fines agrícolas puede
potenciarse.
Primera sección: panorama del riego y el drenaje en Colombia
Introducción
La superficie bajo riego en Colombia se estimaba en 900.000 ha para el año
199832, de las cuales aproximadamente 300.000 habían sido adecuadas con riego a
pequeña escala por el sector privado, mientras que el remanente había sido provisto
de riego por el gobierno colombiano a través de diferentes métodos, destacándose
la construcción de DPR (FAO, 2001). La FAO afirma que para finales de la década
de los noventa, casi 6,7 millones de hectáreas en Colombia se consideraban como
superficie susceptible de riego33, cifra que coincide con aquella que el INCODER
emitió a finales de 2007 cuando el programa Agro Ingreso Seguro fue legislado, y
que se ubica por debajo de las 7,6 millones de hectáreas que el portal de la FAO,
AQUASTAT, registra como superficie potencial de riego para el país en 2011 con
datos del DNP (FAO, 2015).
Con corte a 2007, el país contaba con 512 distritos de riego, distribuidos entre 14
de gran escala, 9 de mediana y 489 de pequeña escala (Lozano & Restrepo, 2015).
De acuerdo con los autores citados, la cobertura geográfica de las tierras que tienen
32 A diciembre 31 de 1998 el INAT reportaba bajo su cuidado 351.783 ha, en 24 distritos de adecuación
de tierras de los cuales 21 operaban con sistemas de riego y drenaje, y tres únicamente con drenaje y control de inundaciones; indicando así mismo las siguientes cifras: áreas con infraestructura de riego y drenaje 122.334 ha; con solo drenaje y control de inundaciones 118.555 ha. (Arango & Bacanumenth, 1999, p. 402)
33 La susceptibilidad al riego, de acuerdo con la FAO, consiste en un área geográfica en la que se puede instalar un sistema de irrigación de distinto tipo (aspersión, goteo, etc.). La susceptibilidad de riego solo caracteriza una zona específica y permite afirmar que hasta allí podría llevarse agua con destino al cultivo.
65
acceso a sistemas de irrigación era muy baja para 2015, especialmente cuando se
comparan las cifras versus la superficie irrigada a nivel internacional. Según
AQUASTAT como se citó en FAO (2015), para 2011 se estimaba que Colombia
tenía una superficie bajo riego de 1.086.000 ha, y una superficie efectivamente
regada que alcanzaba las 394.000 ha. Como se muestra más adelante, las cifras
relacionadas con la proporción de superficie irrigada versus superficie con potencial
de irrigación y con cantidad de hectáreas con acceso a riego (que es diferente a
superficie efectivamente irrigada), no se han modificado sustancialmente desde sus
primeras mediciones en 1960; y esto resalta que en materia de riego y drenaje, el
país no ha realizado los suficientes esfuerzos para aprovechar los beneficios
sociales y económicos que la utilización de este poderoso instrumento de política
pública podría generar, y que ya fueron revisados en el segundo capítulo de esta
investigación.
A pesar que en los documentos consultados de la FAO no se encuentran
referencias extendidas al tema del drenaje en el país, otras entidades como el
Departamento Nacional de Planeación y algunos académicos han logrado socavar
estadísticas al respecto, principalmente para el periodo comprendido entre 1970 y
1999. Si bien es cierto que la mayor parte de distritos públicos de riego a gran
escala fueron construidos con infraestructura para el drenaje, también es cierto que
el mantenimiento de esa infraestructura ha sido escaso. Los documentos de la FAO
no poseen cifras exactas del área efectivamente drenada en el país, y no puede
asumirse que todo sistema o distrito de riego posee infraestructura para el drenaje
efectivo del agua usada con fines agrícolas. Más adelante se exponen las cifras de
drenaje encontradas, pero vale la pena anticiparle al lector que los números no son
alentadores y que las explicaciones con respecto a la promoción del drenaje, su
66
funcionamiento, las condiciones de su infraestructura, entre otros, son incipientes, y
en algunos casos inexistentes en Colombia.
A continuación, se hace un esbozo de la situación del riego y el drenaje en
Colombia durante el siglo XX partiendo desde el censo agropecuario de 1960 hasta
culminar con los informes del DNP y el INAT en 1998.
Promoción del riego y drenaje en Colombia a lo largo del siglo XX
De acuerdo con la FAO, el riego como instrumento importante de política pública
en América Latina comenzó a tomar fuerza a partir de la década de los cincuenta, y
su proceso ha tenido bonanzas y crisis como la región misma durante el siglo XX.
Sin embargo, la historia del riego y el drenaje en Colombia data de la década de los
treinta cuando se inician los primeros proyectos de riego público financiados por el
Estado (FAO, 2001), entre los que se encuentran los distritos de La Ramada,
Fuquene - Cucunubá y Firavitoba. Dicha promoción de proyectos se extiende hasta
el final de la década de los setenta34 cuando se paraliza la construcción de nuevos
distritos de riego de mediana y gran escala, y se da inicio a una etapa de
rehabilitación de los existentes; esto acompañado de la política de transferencia de
DPR que se inicia en el país desde 1976 pero que se manifiesta formalmente desde
1993 con la Ley 43 de ese mismo año35.
34 En la década del 70, el gobierno de ese entonces conceptuó que antes de emprender nuevas obras de
adecuación de tierras, se debía realizar una evaluación del estado de ellas en los distritos, encontrándose que debido a su deterioro era necesario hacer grandes inversiones, las cuales se iniciaron a partir de 1982, seis años después de haber entregado el Estado Colombiano la administración, operación, conservación y construcción de obras de adecuación de tierras al HIMAT (Instituto Colombiano de Hidrología Meteorología y Adecuación de Tierras, creado mediante el Decreto 132 de 1976). (Arango & Bacanumenth, 1999, p. 400)
35 Es importante indicar que el INAT en 1998 solo tenía bajo su administración directa siete (7) distritos; habiéndose delegado la administración de: Coello, Saldaña, Río Recio, RUT, Samacá, San Alfonso, Zulia y San Rafael, Prado de Sevilla, María La Baja, Chicamocha, La Doctrina, Abrego y Río Prado a las asociaciones de usuarios, complementando sus labores con la asesoría técnica necesaria y el control del manejo.
67
A continuación, se muestra una radiografía de los distritos públicos de riego con
los que el país contaba a finales de la década de los noventa, el año en que cada
uno se construyó y la entidad encargada del proyecto en su momento, esto con el
objetivo que el lector tenga presente el panorama del riego y el drenaje que tenía
Colombia iniciando el siglo XXI. Teniendo en cuenta esta información, es necesario
exponer los esfuerzos que durante el siglo XX se llevaron a cabo en Colombia en
materia de riego y drenaje para poder determinar cómo llegamos a esta radiografía
expuesta.
Tabla 2. Distritos de riego de mediana y gran irrigación a finales del siglo XX
NOMBRE DEL DISTRITO DE RIEGO UBICACIÓN GEOGRÁFICA
AÑO CONSTRUCCIÓN Y/O EJECUCIÓN
¿QUIÉN LO CONSTRUYÓ?
LA RAMADA SABANA DE BOGOTÁ
1936 MINISTERIO DE ECONOMÍA NACIONAL
FUQUENE-CUCUNUBÁ CUNDINAMARCA 1936 MINISTERIO DE ECONOMÍA NACIONAL
FIRAVITOBA BOYACÁ 1936 MINISTERIO DE ECONOMÍA NACIONAL
SAMACÁ BOYACÁ 1940 ELECTRAGUAS
RÍO RECIO TOLIMA 1940 ELECTRAGUAS
ALTO CHICAMOCHA BOYACÁ 1940 ELECTRAGUAS
COELLO Y SALDAÑA TOLIMA 1948-1953 CAJA DE CRÉDITO AGRARIO, INDUSTRIAL Y MINERO
AMPLIACIÓN RIO RECIO TOLIMA 1948-1953 CAJA DE CRÉDITO AGRARIO, INDUSTRIAL Y MINERO
ROLDANILLO-LA UNIÓN-TORO VALLE DEL CAUCA
1958 CORPORACIÓN AUTONOMA DEL VALLE DEL CAUCA
REPELÓN, SANTA LUCIA Y MANATÍ
ATLÁNTICO 1961-1976 INCORA (Se toma este periodo de tiempo de acuerdo con las fuentes consultadas).
MARIA LA BAJA BOLÍVAR 1961-1976 INCORA
MONTERÍA-MOCARÍ, CERETÉ-LORÍCA Y LA DOCTRINA
CÓRDOBA 1961-1976 INCORA
ABREGO Y ZULIA NORTE DE SANTANDER
1961-1976 INCORA
LEBRIJA SANTANDER 1961-1976 INCORA
SAN RAFAEL BOYACÁ 1961-1976 INCORA
SAN ALFONSO, EL PORVENIR Y EL JUNCAL
HUILA 1961-1976 INCORA
SIBUNDOY PUTUMAYO 1961-1976 INCORA
COMIENZA LA REHABILITACIÓN DE 15 DE LOS 22 DISTRITOS PÚBLICOS EXISTENTES
TODO EL PAÍS A PARTIR DE 1976 HASTA 1980
HIMAT
COMIENZO LA NUEVA CONSTRUCCIÓN DE UN DISTRITO DE RIEGO PÚBLICO EN TOLIMA
TOLIMA 1980 HIMAT
REHABILITACIÓN EFECTIVA DE LOS DISTRITOS SELECCIONADOS
FASE I 1982-1986 HIMAT
REHABILITACIÓN EFECTIVA DE LOS DISTRITOS SELECCIONADOS
FASE II 1986-1992 HIMAT
68
Fuente: elaboración propia con base en los siguientes documentos: (Departamento
Nacional de Planeación, 1989; Arévalo, Lozano, & Sabogal, 2012; FAO, 2015;
Arango & Bacanumenth, 1999)
Censo agropecuario de 1960
De acuerdo con la información revisada en el portal web del Departamento
Nacional de Planeación, el Directorio Nacional de Explotaciones Agropecuarias fue
el primer censo agropecuario que se levantó en Colombia, y presenta cifras de la
realidad agrícola del momento en el país. A pesar que el documento advierte que
hubo un primer censo en 1951, también indica que este fracasó por diversas
causas, razón por la cual el censo de 1960 es el primer levantamiento de datos
agrícolas oficial del gobierno colombiano de manera agregada36. El municipio piloto
escogido por el DNP para este ejercicio fue Pacho, y Cundinamarca ejerció como
departamento piloto también. El documento advierte que por temas de presupuesto
no fue posible hacer investigación en Chocó y los territorios nacionales37, razón por
la cual en las estadísticas que se muestran en los cuadros de esta sección no
aparece información de estos territorios y se asumen como nulos.
La principal variable de investigación del censo de 1960 es la Unidad de
Explotación (en adelante UE), la cual se define así:
[…] toda extensión de tierra que se utilice total o parcialmente para la
producción agropecuaria por un productor, sin consideración de título,
TAMAÑO o UBICACIÓN. La unidad de explotación puede constar de UNA O
MÁS PARCELAS, siempre que estén localizadas en un mismo municipio y
36 En 1952, de acuerdo con la misión de asistencia técnica de las naciones unidas y por conducto de la FAO,
se obtuvo la asesoría de un experto en estadísticas agropecuarias, quien diseñó y planeó la primera investigación agrícola en nuestro país por el sistema de muestra, y mediante ella se obtuvieron algunos datos referentes a los años 1954, 1955 y 1956 (DNP, 1964).
37 El documento no especifica a qué se refiere con territorios nacionales.
69
que en conjunto formen parte de una misma unidad técnica. La unidad de
explotación puede conocerse por los nombres de finca, hacienda, ingenio,
plantación, huerto, huerta, viña, establecimiento rural u otro nombre
cualquiera […]. (Charry, Ruíz, & López, 1964, p. 16)38
Con respecto al riego y al drenaje, el documento esclarece que los datos
referentes a la adecuación de tierras fueron tomados en 1959, razón por la cual son
los datos estadísticos oficiales más antiguos en esta materia en el país.
La Tabla 3 resume la información existente con respecto a la superficie bajo riego
en el año 1959 de acuerdo con el censo de 1960, incluyendo algunos cálculos
porcentuales basados en información agropecuaria de la misma fecha reseñada
también en el censo, como la cantidad total de Unidades de Explotación (UE)
informantes, la superficie total explotada, la superficie total explotada agrícola y las
Unidades de Explotación informantes sobre riego.
La primera conclusión que se puede extraer de los datos encontrados para este
periodo es que el promedio porcentual de UE que reportaron riego con respecto al
total de UE informantes del censo fue del 2,6% a nivel nacional, teniendo un mínimo
de 0,1% en el departamento de Bolívar y un máximo de 9,9% en el departamento de
Boyacá. Esto quiere decir que, de 1.013.746 Unidades de Explotación informantes
en el censo de 1960, tan solo 32.280 reportaron información sobre superficie bajo
riego.
La segunda gran conclusión radica en que se puede afirmar que el porcentaje
promedio a nivel nacional de superficie irrigada con respecto a la superficie
explotada solamente de forma agrícola fue del 2%, mientras que el promedio
nacional de superficie irrigada versus el total de la superficie explotada de forma
38 Mayúsculas son del autor, no del documento.
70
agrícola y ganadera fue de tan solo 0,6%. Se destacan los departamentos del Huila
y Magdalena, ambos con porcentajes de 5,1% y 4,1% con respecto a la primera
relación, cuya importancia es mayor dado que solo se tienen en cuenta las
hectáreas explotadas en forma agrícola y no ganadera. Aunque los departamentos
de Córdoba y Nariño presentaron los porcentajes más bajos para la primera relación
(0,1% cada uno), los porcentajes en general no son muy alentadores para la época.
En general se encuentra que de las 7, 201,845 hectáreas que se reportaron como
explotadas de forma agrícola durante el censo de 1960 en Colombia, solo 138.269
eran catalogadas como superficie bajo riego, sin saber si eso significaba que era
superficie efectivamente irrigada39 y/o si disponían de infraestructura de drenaje.
Es posible afirmar entonces que para 1959 el país reportaba una estadística muy
pobre con respecto a la irrigación de las superficies explotadas de forma agrícola,
evidenciando que, para este momento del siglo XX, Colombia estaba iniciando
apenas este proceso y que la promoción del riego no podía considerarse una
política pública establecida en el país sino más bien como un instrumento de la
política agraria que hasta ese momento estaba siendo incipientemente incluido en la
agenda nacional como principio de una estrategia de adecuación de tierras que se
veía venir como una alternativa a la distribución de tierras que en décadas
anteriores constituyó el eje transversal de la política agraria colombiana, tal y como
se verá en la siguiente sección de este capítulo. Vale la pena recalcar que el censo
de 1960 no tiene cifras relacionadas con infraestructura de drenaje a ningún nivel, lo
cual cobra sentido si se tiene en cuenta que inclusive las cifras de riego son
paupérrimas para ese periodo de tiempo.
39 Remitirse al glosario para la definición de superficie bajo riego y superficie efectivamente irrigada.
71
Tabla 3. Unidades de explotación (ue) con superficie bajo riego en 1959
Departamento Total, UE
informantes
del censo
Superficie
explotada
(ha)
(ganadera y
agrícola)
Superficie
explotada
agrícola
(ha)
UE
informantes
de riego
% de UE
que
reportaba
n riego
Superficie
irrigada en
ha (sin
información
sobre
drenaje
%
superficie
irrigada
en ha
versus
superficie
agrícola
explotada
%
superficie
irrigada en
ha versus
superficie
explotada
Antioquia 169,299.00 2,759,575.00 1,055,625.0
0
3,053.00 1.8% 3,400.00 0.3% 0.1%
Atlántico 11,902.00 276,646.00 44,292.00 81.00 0.7% 1,330.00 3.0% 0.5%
Bolívar 63,827.00 1,824,650.00 311,677.00 37.00 0.1% 1,036.00 0.3% 0.1%
Boyacá 169,282.00 3,761,615.00 684,164.00 16,744.00 9.9% 25,705.00 3.8% 0.7%
Caldas 80,324.00 1,094,463.00 484,283.00 276.00 0.3% 1,987.00 0.4% 0.2%
Cauca 73,753.00 959,081.00 427,423.00 140.00 0.2% 5,170.00 1.2% 0.5%
Córdoba 48,393.00 1,621,736.00 344,544.00 44.00 0.1% 437.00 0.1% 0.0%
Huila 34,683.00 997,734.00 295,950.00 1,939.00 5.6% 15,095.00 5.1% 1.5%
Magdalena 54,989.00 3,249,401.00 761,349.00 1,322.00 2.4% 31,519.00 4.1% 1.0%
Meta 15,835.00 3,108,115.00 468,648.00 26.00 0.2% 4,874.00 1.0% 0.2%
Nariño 90,285.00 692,777.00 472,901.00 147.00 0.2% 354.00 0.1% 0.1%
Norte de
Santander
39,069.00 833,940.00 414,495.00 3,755.00 9.6% 13,606.00 3.3% 1.6%
Santander 89,972.00 1,830,074.00 736,962.00 3,938.00 4.4% 11,026.00 1.5% 0.6%
Tolima 72,133.00 1,634,889.00 699,532.00 778.00 1.1% 22,730.00 3.2% 1.4%
Totales 1,013,746.00 24,644,696.00 7,201,845.0
0
32,280.00 2.6% 138,269.00 2.0% 0.6%
Fuente: elaboración propia con base en el Censo Nacional Agropecuario de 1960
Riego y drenaje en 1989
El documento Conpes DNP-2423-UDA-HIMAT, de fecha 11 de abril de 1989, se
titula “Política de financiamiento para los programas de adecuación de tierras con
riego y drenaje” (Departamento Nacional de Planeación, 1989), y es el documento
base de los cuadros numerados del 4 al 9, pues en este documento oficial se
encontraron cifras bastante completas frente a la realidad del riego y del drenaje en
Colombia para 1989. Supone un documento importante en la medida que muestra el
panorama de la adecuación de tierras en el país casi 30 años después que el censo
agropecuario de 1960 mostrara las primeras estadísticas al respecto.
Adicionalmente, la información que compila el documento muestra cifras de
superficie con infraestructura de riego y drenaje discriminando por obras completas
72
o principales, haciendo énfasis en aquellos distritos de riego que solo cuentan con
infraestructura de drenaje, lo cual resulta alentador teniendo en cuenta la
inexistencia de información con respecto al drenaje en el censo de 1960.
La Tabla 4 presenta los distritos de mediana y gran irrigación que el HIMAT tenía
a su cargo para 1989, mostrando que para ese momento el país contaba con
177.430 ha de superficie bajo riego, todas ubicadas dentro de las delimitaciones
geográficas de los distritos construidos y financiados por el Estado colombiano. Vale
la pena mencionar que los DPR presentados en el cuadro 4 están divididos entre
distritos que reportaban infraestructura tanto de riego como de drenaje, y aquellos
distritos que solo informaban tener infraestructura de drenaje. La Tabla 5 muestra
los distritos que solamente contaban con infraestructura de drenaje, sin incluir los
que aparecen en la Tabla 5, afirmando que existían 102.500 ha beneficiadas con
este tipo de infraestructura.
A partir de la información presentada, es posible concluir que para 1989 el
gobierno colombiano había intervenido un total de 279.930 ha con adecuación de
tierras, ya fuera con infraestructura de riego y drenaje de forma integrada, o solo con
la provisión de uno u otro servicio.
Tabla 4. Distritos de mediana y gran irrigación en 1989 (total superficie bajo riego)
Información general distritos de mediana y gran irrigación en 1989 Total Superficie bajo
riego en Ha
Entidad constructora Nombre del distrito Año construcción Departamento 177,430.00
INCORA Repelón 1968 Atlántico 3,400.00
INCORA Santa Lucía 1969 Atlántico 3,000.00
INCORA María la Baja 1965 Bolívar 19,500.00
Electragua Samacá 1943 Boyacá 2,400.00
INCORA San Rafael 1973 Boyacá 530.00
INCORA La Doctrina 1964 Córdoba 3,000.00
INCORA Montería-Mocari 1964 Córdoba 7,000.00
INCORA El Juncal 1966 Huila 3,500.00
INCORA El Porvenir 1965 Huila 800.00
73
INCORA San Alfonso 1968 Huila 1,800.00
UNITED FRUIT* Prado Sevilla 1890 Magdalena 35,500.00
INCORA Abrego 1964 N. de Santander 2,000.00
INCORA Zulia 1963 N. de Santander 15,000.00
Caja Agraria Coello 1950 Tolima 32,500.00
HIMAT Río Prado 1980 Tolima 5,000.00
Electragua Río Recio 1945 Tolima 12,000.00
Caja Agraria Saldaña 1949 Tolima 20,000.00
CVC Roldanillo-La Unión-Toro 1958 Valle 10,500.00
Fuente: elaboración propia con base en Departamento Nacional de Planeación
(1989)
Tabla 5. Distritos solamente con infraestructura de drenaje (¨distritos de drenaje¨)
Nombre del distrito Año construcción Departamento Área total (ha)
Manatí 1972 Atlántico 27,000.00
Alto Chicamocha 1943 Boyacá 8,000.00
Firavitoba 1939 Boyacá 1,500.00
Cereté-Loríca 1964 Córdoba 48,000.00
Sibundoy 1968 Putumayo 8,000.00
Lebrija 1968 Santander 10,000.00
Totales 102,500.00
Fuente: elaboración propia con base en Departamento Nacional de Planeación
(1989)
La Tabla 6 exhibe información con respecto a los DPR que reportaban
infraestructura tanto de riego como de drenaje para 1989, discriminando entre
aquellos que tenían obras completas y aquellos que solo tenían obras principales40.
Para 1989, el 66% de la superficie bajo riego reportada contaba con obras de
irrigación y drenaje completas, mientras que un 24% solamente reportaban ostentar
obras principales de este tipo de infraestructura. Dentro de los resultados se
destacan los distritos de Montería-Mocarí, El juncal y El porvenir, al reportar que
40 En el documento no es posible determinar en qué se diferencian las obras principales de las obras
completas.
74
tenían el 100% de su superficie bajo riego con obras completas, aunque estas solo
cubrían 11.300 hectáreas (6% del total de la superficie bajo riego reportada).
Con base en la información la Tabla 6, es destacable que de una u otra forma, las
177.430 ha reportadas como superficie bajo riego tenían algún tipo de
infraestructura de riego y drenaje en 1989, a pesar de la imposibilidad de determinar
en qué consistían exactamente dichas obras, cuánto de ese porcentaje representa
infraestructura de riego y cuánto representa infraestructura de drenaje, el método de
irrigación (bombeo, inundación, goteo, etc…), el método de drenaje, materiales de
construcción, entre otros.
Tabla 6. Distritos de mediana y gran irrigación en 1989 (superficie con
infraestructura de riego y drenaje)
Nombre del distrito Total superficie bajo
riego en Ha
RIEGO Y DRENAJE
Con obras completas Solo con obras
principales
Porcentaje con obras
completas de riego y
drenaje
Total distritos 177,430.00 116,530.00 10,100.00 66%
Repelón 3,400.00 2,300.00 1,100.00 68%
Santa Lucía 3,000.00 2,400.00
80%
María la Baja 19,500.00 8,000.00
41%
Samacá 2,400.00 700.00
29%
San Rafael 530.00 530.00
100%
La Doctrina 3,000.00 2,000.00
67%
Montería-Mocari 7,000.00 7,000.00
100%
El Juncal 3,500.00 3,500.00
100%
El Porvenir 800.00 800.00
100%
San Alfonso 1,800.00 1,100.00
61%
Prado Sevilla 35,500.00 23,500.00
66%
Abrego 2,000.00 1,200.00
60%
Zulia 15,000.00 9,500.00
63%
Coello 32,500.00 25,000.00 4,000.00 77%
Río Prado 5,000.00
5,000.00 0%
Río Recio 12,000.00 8,000.00
67%
Saldaña 20,000.00 13,000.00
65%
Roldanillo-La Unión-Toro 10,500.00 8,000.00
76%
Fuente: elaboración propia con base en Departamento Nacional de Planeación (1989)
75
Las tablas 7 y 8 despliegan información referente al estado en el que se
encontraba la infraestructura de drenaje en Colombia para 1989 en los DPR
analizados. Específicamente, la Tabla 7 tiene como base la información de la
superficie bajo riego que solamente reportaba infraestructura de drenaje, haciendo
referencia los distritos exhibidos en la Tabla 4. Por otro lado, la Tabla 8 despliega
también información referente al estado de la infraestructura de drenaje, pero
tomando como base los distritos presentados en la Tabla 5, es decir, tomando como
referencia los distritos que no fueron reportados como DPR sino como ¨distritos de
drenaje¨.
Se encontró que el 15% de las 177.430 ha reportadas como superficie de riego
fueron equipadas solamente con infraestructura de drenaje, sin provisión de riego
(ver Tabla 7). Se destacan los distritos de María la baja, Samacá, Rio Recio y
Saldaña por contar con más del 30% de su superficie bajo riego solamente con
infraestructura de drenaje.
Se encontró también que de las 102.500 ha que se reportan como beneficiarias
en los llamados ¨distritos de drenaje¨ (ver Tabla 8) y que se contabilizan aparte de
las 177.430 mostradas anteriormente, el 68% contaban con obras completas de
drenaje para 1989, mientras que las restantes reportaban solo obras principales, en
este sentido, es importante resaltar que el documento Conpes citado reporta que
estas 102.500 hectáreas tenían solamente infraestructura de drenaje, haciéndole
entender a los lectores que posiblemente en ellas no existía ningún tipo de riego
mecanizado funcionando en ese momento.
76
Tabla 7. Distritos de mediana y gran irrigación en 1989 (superficie de los distritos
solo con infraestructura de drenaje)
Nombre del distrito Total superficie bajo riego
en Ha
SOLO DRENAJE
Con obras
completas
Solo con obras
principales
Porcentaje con obras
completas de solo
drenaje
Total, Distritos 177,430.00 27,450.00 23,350.00 15%
Repelón 3,400.00
0%
Santa Lucía 3,000.00 600.00
20%
María la Baja 19,500.00 11,500.00
59%
Samacá 2,400.00 850.00 850.00 35%
San Rafael 530.00
0%
La Doctrina 3,000.00 1,000.00
33%
Montería-Mocari 7,000.00
0%
El Juncal 3,500.00
0%
El Porvenir 800.00
0%
San Alfonso 1,800.00
700.00 0%
Prado Sevilla 35,500.00
12,000.00 0%
Abrego 2,000.00
800.00 0%
Zulia 15,000.00
5,500.00 0%
Coello 32,500.00
3,500.00 0%
Río Prado 5,000.00
0%
Río Recio 12,000.00 4,000.00
33%
Saldaña 20,000.00 7,000.00
35%
Roldanillo-La Unión-
Toro
10,500.00 2,500.00
24%
Fuente: elaboración propia con base en Departamento Nacional de Planeación
(1989)
Tabla 8. Distritos adicionales solo con infraestructura de drenaje (¨distritos de
drenaje¨)
Nombre del Distrito Año
construcción
Área total (ha) Con obras
completas
Solo con obras
principales
Porcentaje con
obras completas de
solo drenaje
Manatí 1972 27,000.00 17,400.00 9,600.00 64%
Alto Chicamocha 1943 8,000.00 6,000.00 2,000.00 75%
Firavitoba 1939 1,500.00 1,500.00
100%
Cereté-Loríca 1964 48,000.00 32,000.00 16,000.00 67%
Sibundoy 1968 8,000.00 8,000.00
100%
Lebrija 1968 10,000.00 5,000.00 5,000.00 50%
Totales 102,500.00 69,900.00 32,600.00 68%
Fuente: elaboración propia con base en Departamento Nacional de Planeación
(1989)
77
La Tabla 9 resume la información obtenida para las 177.430 ha reportadas como
superficie bajo riego en distritos públicos en Colombia para 1989. En conclusión, el
66% de la superficie bajo riego informada tiene reportes de obras completas de
riego y drenaje (sin saber la distribución espacial y/o proporcional entre estas dos
variables) y un 15% reportaba solamente obras completas con respecto a la
infraestructura de drenaje. Esto quiere decir que en 1989 un 81% de la superficie
bajo riego informada tenía reporte de obras completas de irrigación y drenaje, pero
reportaba obras principales o incompletas en un 19% del área restante, mostrando
que de una u otra manera, el 100% de la superficie bajo riego informada reportaba
algún tipo de adecuación de tierras en materia de riego y/o drenaje.
Tabla 9. Distritos de mediana y gran irrigación en 1989 (cuadro resumen)
Nombre del distrito Total superficie bajo
riego en Ha
RIEGO Y DRENAJE SOLO DRENAJE TOTAL
Porcentaje con obras
completas de riego y
drenaje
Porcentaje con obras
completas de solo
drenaje
% de superficie con
obras completas de
riego y drenaje
Total distritos 177,430.00 66% 15% 81%
Repelón 3,400.00 68% 0% 68%
Santa Lucía 3,000.00 80% 20% 100%
María la Baja 19,500.00 41% 59% 100%
Samacá 2,400.00 29% 35% 65%
San Rafael 530.00 100% 0% 100%
La Doctrina 3,000.00 67% 33% 100%
Montería-Mocari 7,000.00 100% 0% 100%
El Juncal 3,500.00 100% 0% 100%
El Porvenir 800.00 100% 0% 100%
San Alfonso 1,800.00 61% 0% 61%
Prado Sevilla 35,500.00 66% 0% 66%
Abrego 2,000.00 60% 0% 60%
Zulia 15,000.00 63% 0% 63%
Coello 32,500.00 77% 0% 77%
Río Prado 5,000.00 0% 0% 0%
Río Recio 12,000.00 67% 33% 100%
Saldaña 20,000.00 65% 35% 100%
Roldanillo-La Unión-Toro 10,500.00 76% 24% 100%
Fuente: elaboración propia con base en Departamento Nacional de Planeación (1989)
78
Conclusiones información año 1989
De acuerdo con el documento Conpes citado, para 1989 Colombia reportaba
279.930 hectáreas beneficiadas con algún tipo de infraestructura de riego y/o
drenaje a nivel nacional en distritos públicos. Del total, 126.630 ha (45%) reportaban
algún tipo de infraestructura integral que combinaba irrigación y drenaje, mientras
que 153.300 (55%) contaban solamente con algún tipo de infraestructura de
drenaje.
De las 279.93041 hectáreas reportadas, el 42% reportaba obras completas e
integradas de riego y drenaje, mientras que el 35% contaba con obras completas
solamente de drenaje. El porcentaje restante de hectáreas contabilizadas como
superficie bajo riego presentaba obras principales de riego y drenaje o solamente de
drenaje, razón por la cual se puede afirmar que la totalidad de hectáreas reportadas
como superficie bajo riego contaba con algún tipo de adecuación de tierras en
términos de riego y drenaje.
Vale la pena aclarar que en estos cálculos no se tienen en cuenta los distritos de
riego y drenaje o solo drenaje o solo riego construidos de forma privada, ni tampoco
los distritos de riego de pequeña escala construidos con dineros públicos, pues no
se exhibe información acerca de ninguno de ellos en los documentos revisados para
1989. Esto quiere decir que es imposible determinar si la muestra analizada con
base en el Conpes citado es representativa con respecto al total de la superficie
bajo riego que tenía Colombia en ese momento, lo que le resta robustez a las
relaciones estadísticas exhibidas en esta sección.
41 Se suman las 177.430 del cuadro 4 y las 102.500 del cuadro 5, que son la totalidad de hectáreas
reportadas en el Conpes.
79
Sin embargo, y como se muestra en la Tabla 10, el Conpes reporta datos
agregados a nivel nacional y departamental del área adecuada por el sector público
y por el sector privado, así como del área con potencial de adecuación para el año
1989, eso sí, sin especificar a qué se refiere con el término adecuación de tierras
(riego y drenaje o solo drenaje o solo riego). El área total reportada con adecuación
de tierras ejecutada por el sector público (366.051 ha) es mayor que el área
reportada como superficie de riego en los cuadros 4 al 9 (279.930 ha), lo que quiere
decir que el gobierno colombiano contabilizó más de 100.000 ha como adecuadas
(en términos agrícolas), pero no las incluyeron como superficie bajo riego, lo que
podría dar indicios que la adecuación de tierras, en términos del documento
Conpes, no tiene en cuenta solamente el riego y el drenaje, disminuyendo la
posibilidad de hacer aseveraciones robustas estadísticamente hablando con
respecto a estas dos variables y su promoción en este periodo.
Lo que sí queda claro es que el sector privado en Colombia, para 1989, había
ejecutado la adecuación de tierras del 56% del área total reportada como adecuada
en el país, claro está, sin tener claridad en qué consistía esta adecuación, y sin
poder afirmar con seguridad qué porcentaje de la misma se materializó con la
provisión de infraestructura de riego y drenaje, o solo infraestructura para una de las
dos variables. Se destaca que, en los departamentos de Antioquia, Cauca, Cesar,
La Guajira, Meta y Sucre, el 100% del área adecuada para 1989 fue ejecutada por
parte del sector privado, y que, en Santander, Cundinamarca y Huila, más del 40%
también fue provisto por actores privados.
Finalmente, para 1989 el Departamento Nacional de Planeación reporta que en
Colombia existían 6.589.199 ha con potencial de adecuación, recalcando que, para
este mismo año, el país contaba con 829.070 ha con adecuación de tierras llevada a
80
cabo entre el sector público y el privado. Esto quiere decir que para 1989 Colombia
tenía cubierto tan solo el 13% de su potencial en materia de adecuación de tierras,
si por esto se entiende la provisión de riego y drenaje con fines agrícolas.
De acuerdo con la información analizada y presentada, es posible afirmar que la
promoción del riego y el drenaje en Colombia parece haber sido utilizada
marginalmente como un instrumento de política pública complementario a la política
de adecuación de tierras que el país estaba tratando de aplicar para el año 1989.
Como se verá en la siguiente sección, para finales de la década de los 80 el
gobierno colombiano había decidido enfocar sus esfuerzos políticos y económicos
en herramientas distintas a la distribución de tierras, utilizando diferentes estrategias
para ello, dentro de las cuales se integraba una provisión de bienes y servicios
agrícolas que permitieran expandir la producción agropecuaria, teniendo como uno
de los ejes la promoción del riego y el drenaje, sin que las estadísticas evidencien
mayor avance respecto a décadas anteriores.
Tabla 10. Área con potencial de adecuación de tierras y área efectivamente
adecuada por sector en 1989
Departamento Área potencial Área con adecuación de tierras (sin especificar definición del término)
Total Sector público Sector privado
Antioquia 318,921.00 3,625.00 1.1% - 0 3,625.00 100%
Atlántico 203,280.00 37,406.00 18.4% 36,200.00 97% 1,206.00 3%
Bolívar 329,785.00 23,115.00 7.0% 19,200.00 83% 3,915.00 17%
Boyacá 436,328.00 20,824.00 4.8% 19,524.00 94% 1,300.00 6%
Caldas 55,216.00 2,765.00 5.0% - 0% 2,765.00 100%
Caquetá 150,822.00 - 0.0% -
-
Cauca 87,923.00 34,496.00 39.2% - 0% 34,496.00 100%
Cesar 860,600.00 45,860.00 5.3% - 0% 45,860.00 100%
Córdoba 224,092.00 60,952.00 27.2% 57,782.00 95% 3,170.00 5%
Cundinamarca 409,475.00 42,372.00 10.3% 24,200.00 57% 18,172.00 43%
Chocó 93,060.00 - 0.0% -
-
Huila 99,450.00 37,456.00 37.7% 12,625.00 34% 24,831.00 66%
La Guajira 217,830.00 15,714.00 7.2% - 0% 15,714.00 100%
81
Magdalena 467,728.00 55,177.00 11.8% 47,000.00 85% 8,177.00 15%
Meta 571,700.00 56,515.00 9.9% - 0% 56,515.00 100%
Nariño 173,029.00 - 0.0% -
-
Norte de
Santander
294,954.00 21,500.00 7.3% 16,500.00 77% 5,000.00 23%
Quindío - -
-
-
Risaralda 49,680.00 - 0.0% -
-
Santander 156,114.00 16,291.00 10.4% 9,291.00 57% 7,000.00 43%
Sucre 170,398.00 3,460.00 2.0% - 0% 3,460.00 100%
Tolima 322,226.00 138,679.00 43.0% 112,979.00 81% 25,700.00 19%
Valle del Cauca 303,635.00 212,863.00 70.1% 10,750.00 5% 202,113.00 95%
Intendencias y
comisarías
(Orinoquía y
Amazonía)
592,953.00 - - - - - -
Total país 6,589,199.00 829,070.00 12.6% 366,051.00 44% 463,019.00 56%
Fuente: elaboración propia Departamento Nacional de Planeación (1989)
Riego y drenaje en 1998
Finalmente, es pertinente exhibir las cifras disponibles con respecto al riego y al
drenaje en Colombia para finales de la década del noventa, en aras de analizar los
avances que en esta materia se lograron para esa época, teniendo en cuenta los
datos y conclusiones que hasta el momento se han mencionado en ese capítulo.
Arango y Bacanumenth (1999) hacen una documentación muy acertada del perfil
de riego de Colombia para finales de la década del noventa con el objetivo de
argumentar por qué la adecuación de tierras en el departamento de Antioquia
durante el siglo XX no fue tan sobresaliente como en otros departamentos del país
en este periodo. Para esto, los autores toman datos oficiales del Departamento
Nacional de Planeación y de los reportes del Instituto Nacional de Adecuación de
Tierras (INAT) de 1998, además de tomar otras referencias académicas para contar
la historia de la adecuación de tierras en Colombia a partir de 1982. Con base en la
información descrita en el citado texto, se elaboró la Tabla 11, la cual presenta
82
información sobre los distritos de mediana y gran irrigación que estaban en
funcionamiento para 1998, haciendo énfasis en el área beneficiada por estas
construcciones.
Tabla 11. Distritos de mediana y gran irrigación y superficie bajo riego en 1998
Nombre del Distrito Área beneficiada en Ha. Departamento Entidad constructora
Santa Lucía 3,000.00 Atlántico INCORA
Repelón 3,800.00 Atlántico INCORA
María la Baja 19,600.00 Bolívar INCORA
Samacá 2,934.00 Boyacá Electraguas
Alto Chicamocha 16,132.00 Boyacá Electraguas
San Rafael 590.00 Boyacá INCORA
La Doctrina 3,000.00 Córdoba INCORA
Montería-Mocari 7,000.00 Córdoba INCORA
San Alfonso 3,028.00 Huila INCORA
El Juncal 5,100.00 Huila INCORA
El Porvenir 762.00 Huila INCORA
Prado Sevilla 50,400.00 Magdalena UNITED FRUIT*
Zulia 15,843.00 N. de Santander INCORA
Abrego 2,000.00 N. de Santander INCORA
Sibundoy 8,500.00 Putumayo INCORA
Lebrija 9,131.00 Santander INCORA
Saldaña 37,000.00 Tolima Caja Agraria
Coello 44,100.00 Tolima Caja Agraria
Río Recio 23,600.00 Tolima Electraguas
Río Prado 8,500.00 Tolima HIMAT
Roldanillo-La Unión-Toro 10,750.00 Valle CVC
Total, superficie bajo riego 274,770.00
Fuente: elaboración propia con base en Arango y Bacanumenth (1999)
Como se puede observar, el total de superficie bajo riego beneficiada de los
distritos de mediana y gran irrigación ascendía a 274.770 ha en 1998, casi 20.000
ha menos que lo que el Conpes de 1989 informaba (ver tablas 4 y 5). Sin embargo,
los autores argumentan que en estos cálculos no se tienen en cuenta los distritos
públicos de pequeña irrigación ni los distritos construidos por el sector privado,
razón por la cual, se logran evidenciar estas diferencias en los cálculos, sobre todo
cuando se comparan estos datos con aquellos que el DNP reporta para 1989. A
pesar de esto, el objetivo de presentar estos datos para 1998 es precisamente
83
entender que no mucho había cambiado en una década, y que Colombia inició el
siglo XXI con una infraestructura de riego y drenaje muy similar a la que se tenía en
1989.
De igual manera, la estabilidad de la información estadística permite afirmar que
la promoción del riego y el drenaje continuaba siendo utilizada como un incipiente
instrumento de la política agraria del país para finales del siglo XX, sin mayores
esfuerzos políticos o económicos evidentes por fortalecerlo en un futuro cercano, a
pesar de hacer parte de la estrategia de adecuación de tierras que el gobierno
colombiano en ese momento continuó promoviendo como alternativa viable para el
desarrollo rural distinta a la redistribución de tierras y a una reforma agraria como
base del mismo.
Conclusiones generales primera sección
Es importante resaltar el hecho de que la construcción de un perfil de riego y
drenaje en Colombia a partir de las cifras que están disponibles es un trabajo
valorable en el sentido en que existe muy poca literatura disponible acerca de la
promoción del riego y el drenaje específicamente en el país, y una recopilación de la
información dispersa que existe se constituye como un primer avance en la
estabilización de este como un tema importante en la agenda política de Colombia,
particularmente importante para el desarrollo rural del país.
Dicha construcción reveló en primera instancia que no existen datos oficiales
agregados previos a 1959 sobre riego y drenaje en Colombia, lo que tiene sentido si
se considera la dinámica que esta promoción tuvo en la región, pues como se
mencionó en la primera parte de esta investigación los avances en esta materia en
América Latina por lo general comenzaron a evidenciarse alrededor de la década de
84
los cincuenta. La información presentada también reveló que para 1960, Colombia
había adecuado de manera pública cerca de 139.000 ha con alguna forma de riego
para la agricultura, y que esta cifra representaba en ese momento el 2% del total de
la superficie explotada de forma agrícola, y tan solo el 0,6% cuando se contabiliza el
total de la superficie explotada de forma agrícola y ganadera.
A pesar que para 1989 la superficie agrícola adecuada con algún tipo de riego y/o
drenaje público prácticamente se dobló con respecto a 1960 (pasamos de 139.000 a
366.000 ha adecuadas aproximadamente), el peso de esta adecuación con respecto
al total de superficie con potencial de riego y drenaje para ese mismo año en el país
era de tan solo el 6%. Si se suman a estas estadísticas las 463.000 ha adecuadas
por el sector privado reportadas de forma oficial, el peso total de la superficie
agrícola beneficiada con la promoción del riego y/o el drenaje frente a su potencial
ascendía al 13% en este periodo (en 1960 era el 2%).
Ahora bien, para 1998 se presentaron cifras oficiales que reportan que la
superficie con infraestructura de riego y drenaje provista de manera pública no se
había modificado sustancialmente con respecto a la década anterior (de hecho, se
reportan 20.000 ha menos que en 1989), lo que permite afirmar que al menos desde
el punto de vista de la provisión de bienes públicos por parte del Estado, este
proceso estaba estancado a comienzos del siglo XXI. Adicionalmente, la falta de
datos oficiales y agregados con respecto a la promoción del riego y el drenaje entre
1960 y 1989 dificultan el análisis de la tendencia y evolución de esta promoción,
evitando que las conclusiones que se puedan levantar con respecto a los cambios
que durante esos treinta años ocurrieron sean robustas o no estén sesgadas.
En conclusión, la elaboración del perfil de riego y drenaje del país durante el siglo
XX permite afirmar que en un periodo de 40 años el país ha pasado de tener
85
136.000 ha adecuadas con algún tipo de irrigación agrícola a poseer casi 900.000
ha que se constituían como superficie bajo riego, es decir, adecuada con algún tipo
de método de irrigación con fines agrícolas. A pesar de esto y de acuerdo con la
FAO, AQUASTAT y el INCODER en su momento, la superficie con potencial de
riego en Colombia ascendía a casi 6,6 millones de hectáreas para finales de los
noventa, lo que quiere decir que para principios del siglo XXI Colombia solo tenía
cubierto aproximadamente el 12% de su área potencialmente irrigable, mostrando
un aumento de 10 puntos porcentuales con respecto a esta misma estadística en
1960.
Aunado a lo anterior, la información específica disponible con respecto a la
calidad de las obras reportadas, los métodos de irrigación y drenaje utilizados, los
costos de adecuación, la distribución espacial y geográfica de la superficie irrigada,
y principalmente los beneficiarios de la promoción del riego y el drenaje en el país
en este periodo de tiempo, es escasa, por no decir inexistente, lo que imposibilita la
realización de análisis estadísticos robustos, incluyendo aquellos que podrían
estudiar el efecto que el proceso de promoción del riego y el drenaje ha tenido sobre
la reducción de la pobreza rural en Colombia durante el siglo XX. Adicionalmente, es
importante recalcar que la falta de cifras con respecto a la superficie con obras de
riego y drenaje provistas por el sector privado de forma agregada y desagregada no
permite realizar comparaciones entre los avances públicos y privados con respecto
a la promoción del riego y el drenaje con fines agrícolas en Colombia durante el
siglo XX, desde una perspectiva estadística.
Finalmente, la información expuesta y analizada en esta sección permite
sustentar estadísticamente que la promoción del riego y el drenaje con fines
agrícolas fue utilizada marginalmente como un instrumento de política pública al
86
hacer parte estructural pero incipiente de la estrategia de adecuación de tierras que
los gobiernos de turno instauraron a partir de finales de la década de los setenta
como alternativa a los fallidos procesos de reforma agraria que Colombia
experimentó hasta mediados de la década de los sesenta, tal y como será expuesto
en la siguiente sección. El hecho que dicha promoción haya sido utilizada como un
instrumento poco importante dentro de la política agraria del país del siglo XX
permite afirmar también que el riego y el drenaje estaban lejos de ser considerados
como ejes transversales de una política pública específicamente dirigida a promover
el desarrollo rural del país, concepción que continuaría precediendo la promoción
del riego y el drenaje con fines agrícolas a lo largo de los primeros gobiernos
colombianos del siglo XXI de acuerdo con las estadísticas existentes con respecto al
avance de ambas variables en ese periodo de tiempo.
Una vez expuesto el perfil de riego y drenaje del país hasta finales de los
noventa, es momento de presentar el análisis del contexto en el que la promoción
del riego y el drenaje se desarrolló en Colombia, pues una vez identificado que la
información estadística existente al respecto es reducida, los análisis cualitativos
darán más luces sobre las razones que marcaron el camino de la adecuación de
tierras en el país durante el siglo XX, haciendo énfasis en el papel que se le dio al
riego y al drenaje en los procesos de reforma agraria que se llevaron a cabo en
Colombia en este mismo periodo.
87
Segunda sección: la reforma agraria como contexto político, social y
económico de la promoción del riego y el drenaje en Colombia
Introducción
Como se mostró en el segundo capítulo de esta investigación, la promoción del
riego y el drenaje con fines agrícolas como instrumento de política pública en países
en vía de desarrollo puede tener múltiples beneficios para los campesinos pobres
que dependen económicamente de las actividades agrícolas para su desarrollo
integral, beneficios entre los que se encuentra una plausible reducción de la pobreza
rural a través de los efectos directos e indirectos que una agricultura potenciada por
el riego y que integra el drenaje como elemento complementario y necesario, trae,
siempre y cuando exista una infraestructura moderna y acorde a las condiciones
sociales y económicas del lugar en donde se materialice esta promoción.
Dicho hallazgo cobra importancia en esta investigación por cuanto reducir la
prevalencia de la pobreza rural ha sido y continúa siendo una preocupación para los
gobiernos de países en vías de desarrollo, pero adicionalmente ha sido uno de los
principales motivadores de los intentos de reforma agraria en Colombia, al menos
de dientes para afuera. Es entonces evidente que existe la posibilidad de enlazar la
promoción el riego y el drenaje con la disminución de la pobreza rural en el país,
situación que para darse, requiere conocer cuál y cómo ha sido la interacción entre
los procesos de reforma agraria que se llevaron a cabo en Colombia durante el siglo
XX, que se erigen como el marco normativo más importante de la política agraria del
país en ese periodo de tiempo, y la promoción del riego y el drenaje con fines
agrícolas, pues este es el punto de partida más lógico para iniciar una discusión
sobre lineamientos de política pública que podrían ser beneficiosos en primera
88
medida para los campesinos colombianos, y en segunda instancia para el desarrollo
económico del país en general.
Así las cosas, en los siguientes párrafos se analiza la promoción del riego y el
drenaje en Colombia, tomando como referencia contextual y normativa los intentos
de reforma agraria más importantes en la historia del siglo XX en el país. Este
análisis permite argumentar que hubo una inclusión marginal de la promoción del
riego y el drenaje como instrumentos de política pública durante este periodo dentro
de la estructura normativa de las reformas agrarias citadas, pero también da luces
sobre el contexto político y económico en el que estos procesos se llevaron a cabo,
con el objetivo de argumentar que el tipo de políticas públicas que se estructuraron
para el desarrollo del campo colombiano durante este periodo tuvieron un corte
primordialmente económico, a causa de la instauración de un referencial de
mercado, influyendo directamente sobre el enfoque que se le dio a la promoción del
riego y el drenaje durante el siglo XX en Colombia. Finalmente, y como resultado de
la aplicación del marco conceptual seleccionado para esta investigación, se
argumentará que en Colombia la promoción del riego y el drenaje con fines
agrícolas no se ha constituido como una política pública dado que existe un
desajuste político entre el referencial de política pública del sub sector de
adecuación de tierras (que contiene el riego y el drenaje), los mediadores políticos
que han existido en Colombia como representación del sector agrícola como tal y el
marco de referencia global (referencial de mercado) que el país ha aceptado como
transversal a todas sus políticas públicas, desajuste que proviene ciertamente de la
relación e interacción de estos tres componentes en el periodo analizado.
89
Reformas, riego y drenaje
La mayoría de países latinoamericanos, muchos africanos y asiáticos también,
han tenido algún tipo de experiencia llevando a cabo alguna reforma agraria. Lo que
sus resultados han revelado es que cuando este proceso no se combina con
políticas diferentes a la adquisición y repartición de tierras que se complementan
con dicha redistribución, como por ejemplo una que contemple provisión de bienes
públicos, mejoras al acceso de crédito, capacitación, educación, una política de
riego clara, entre otras, rara vez se alcanzan las metas y objetivos planteados al
iniciar el proceso de reforma; la pobreza no se reduce sustancialmente, la
concentración del ingreso y de la misma propiedad de la tierra se modifica
escasamente, y el volumen y valor de la producción agropecuaria no se expande lo
suficiente. En general, cuando ocurre esto se habla de una reforma agraria fallida.
Las reformas agrarias, al ser procesos no solo económicos, sino políticos y
sociales también, condensan múltiples objetivos y ponen de relieve distintas fuerzas
que chocan entre sí, revelando que este tipo de procesos tienen costos de diferente
tipo: un alto costo político42 para los gobiernos que persiguen estos procesos con
ahínco, pues las reformas agrarias en general buscan arrebatarle a las élites
rurales43 un activo que históricamente les ha generado no solo poder económico
42 En el caso colombiano, el problema de la adquisición de la tierra ha sido particularmente agudo ya que
como lo menciona Albán (2011), cada Reforma ha tenido su Contrarreforma, y como el proceso colombiano se
ha centrado en la repartición de tierras, dichas contrarreformas se han erigido como un mensaje directo del
elevado costo político que tiene ese objetivo en nuestro país. 43 En Colombia, siempre que se ha planteado la redistribución de la tierra a favor de campesinos pobres y en
detrimento de la concentración improductiva de predios rurales, las élites rurales han logrado ejercer presión política para mantener el statu quo a través de contrarreformas agrarias. Históricamente la propiedad de la tierra en Colombia ha sido fuente de poder político, control territorial y explotación económica, lo que permite fundamentar por qué las reacciones de las élites rurales son tan marcadas cuando dicha propiedad se ha querido desconcentrar y redistribuir. La modificación de la ley 200 de 1936 o el pacto de Chicoral, que fue una respuesta política y social a la ley 135 de 1961, son ambos ejemplos claros de cómo las élites rurales han logrado jurídicamente mantener la concentración improductiva de la propiedad rural en detrimento del desarrollo agrícola del país.
.
90
sino poder político, también: la tierra (Uribe, 2009); un costo social importante, pues
cada proceso de reforma fallido tiene un costo de oportunidad frente a la esperanza
y presión de la población rural por mejorar en un futuro cercano su calidad de vida; y
un costo económico inevitable, en tanto que la ineficiencia y la baja productividad
del sector agrícola han incentivado la mayor cantidad de procesos de reforma
agraria (al menos en Colombia) y dicho proceso ejerce una presión fiscal sobre el
Estado que lo lleva a cabo.
Los procesos de reforma agraria en Colombia han estado enmarcados dentro de
un contexto político complicado, en tanto que todos ellos han tenido como eje
fundamental el cambio en la estructura de la tenencia de la tierra (Albán, 2011), y
esto ha generado como consecuencia un bloqueo político de las élites rurales hacia
este proceso desde el siglo XX, bloqueo que fue expresado en las contrarreformas
agrarias erigidas durante ese mismo periodo. Lo anterior, de acuerdo con Albán
(2011), ha sido la principal causa de la estabilidad de una política agraria dirigida a
beneficiar a los latifundistas del país, mezclado con otros factores que permitieron
que las leyes de reforma agraria no se diseñaran de una manera en que dicha
estructura cambiara y fuera acompañada de otras políticas públicas que
incentivaran el desarrollo agrícola en beneficio de toda la población rural.
A continuación se exponen los diferentes procesos de reforma agraria que fueron
llevados a cabo en Colombia durante el siglo XX, con el fin de argumentar en
primera medida que la promoción del riego y el drenaje fue marginalmente incluida
como instrumento de política pública en estos procesos, y en segundo lugar, que
cuando fue incluida se utilizó para promover objetivos económicos principalmente,
en detrimento de la consecución de objetivos sociales alcanzables a través de la
promoción del riego y el drenaje como la reducción de la pobreza rural,
91
principalmente por no haber definido durante el siglo XX un política pública dirigida a
potenciar la promoción del riego y el drenaje con fines agrícolas.
Ley 200 de 1936
Berry (2002) sostiene que la Ley 200 de 1936 pudo haber sido normativamente el
proceso más serio de reforma agraria en Colombia, probablemente por el contexto
político, económico y social que el país presentó en los años previos a la
presentación de esta ley. Fuertes presiones por parte del campesinado
materializadas en invasiones a propiedades privadas, la negativa coyuntura
económica a raíz de la crisis por los bajos precios del café y la violencia bipartidista
se unieron para conformar una ventana de oportunidad que en ese momento pudo
haber propiciado un cambio radical en la estructura de la propiedad de la tierra en
Colombia. Berry (2002) sostiene que entre 1918 y 1931 hubo un incremento de la
usurpación de predios rurales a campesinos por parte de grandes capitalistas,
quienes salieron a la caza de tierras una vez el boom cafetero aumentó el valor de
una cantidad considerable de predios durante ese periodo.
Las invasiones de hecho, propiciadas por campesinos y colonos desplazados
como respuesta a esta usurpación, elevó las tensiones políticas durante los
primeros años de la década del treinta e incrementó el valor del capital político de
los campesinos momentáneamente, pero la llegada de la crisis económica de 1929
desequilibró la balanza a favor de los grandes inversionistas y terratenientes,
quienes a través de presiones y lobby político lograron que la Ley 200 de 1936 los
beneficiara44 sustancialmente (Berry, 2002).
44 La ley 200 de 1936 presumía:
[…] no son baldíos, sino de propiedad privada, los fundos poseídos por particulares, entendiéndose que dicha posesión consiste en la explotación económica del suelo por medio de hechos positivos propios de dueño, como las plantaciones o sementeras, la ocupación con ganados y otros de igual significación económica […]. (Ley 200, 1936, Art. 1)
92
Es importante mencionar que la revisión de todo el articulado de la Ley 200 de
1936 permite afirmar que efectivamente el principal objetivo de esta norma fue
definir los términos de la legalización de la propiedad rural, sustentada en que se
pudiera demostrar la explotación económica de un terreno; razón por la cual dentro
de la ley, temas relacionados con el riego y drenaje (o infraestructura rural), no son
abordados y en general, la adecuación de tierras como instrumento de política
pública no es revisada, pues el gobierno nacional buscaba principalmente aclarar y
normativizar (y mantener también) la estructura de la propiedad rural45, sin discutir a
fondo medidas sobre el uso y explotación de la misma46, tendencia que se repetiría
a lo largo del siglo XX.
Cabe señalar que el hecho de que la ley 200 terminara beneficiando a los
terratenientes a través de exenciones con respecto a las expropiaciones de las
cuales podrían ser ¨victimas¨ en detrimento de beneficios a los pequeños
productores y campesinos (aun cuando se presentó una evidente ventana de
oportunidad para hacerlo de acuerdo con Berry (2002), se eleva como una primera
evidencia de la clara decisión institucional que el gobierno nacional tomó en ese
momento para promover una reactivación económica en el corto plazo, con la ayuda
de los terratenientes y en detrimento de una modificación radical de la estructura de
explotación del sector agrícola en Colombia, que permitiera esa misma reactivación
El establecimiento de esta simple definición permitió a los grandes terratenientes evadir expropiaciones, no
solo porque estas dependían de la demostración de la no explotación económica de un predio en los últimos diez años (bastante fácil de demostrar con la definición expuesta), sino también porque dentro de la ley se estableció que no se podían expropiar terrenos de menos de 300 ha si este representaba la única propiedad del tenedor (artículos 1 y 6 de la ley citada).
45 De acuerdo con Berry (2002):
La ley 200 poco o nada contribuyó a frenar la continua apropiación de tierras públicas en las zonas de frontera ni a afrontar las tensiones entre campesinos y grandes empresarios alrededor de sus tierras, situaciones que continuaron siendo causa esencial del conflicto en el campo colombiano. (p. 33)
46 Los artículos 9 y 10 de la ley 200 de 1936 son los únicos que hacen referencia al agua, pero lo hacen para establecer la protección de vertientes naturales ante la potencial tala de bosques o similares acciones en contra del ecosistema. Las palabras ¨riego¨, ¨drenaje¨, ¨infraestructura¨ e ¨irrigación¨ no aparecen en el texto de ley.
93
de manera sostenida y estable en el largo plazo con pequeños y medianos
agricultores como base de la misma.
Esta inclinación institucional y normativa a favor de los grandes capitales facilitó
la concentración de la propiedad rural en Colombia y el mantenimiento de la relación
de poder entre terratenientes y trabajadores en décadas siguientes (Albán, 2011),
erigiéndose como el primer round ganado por los terratenientes en el siglo XX y en
consecuencia, el primero perdido por los campesinos pobres del país.
Con respecto a la promoción del riego y el drenaje, vale la pena aclarar que las
palabras ¨riego¨, ¨drenaje¨, ¨irrigación¨, ¨distritos¨ y ¨adecuación¨ no aparecen ni una
sola vez en la Ley 200 de 1936, siendo una prueba somera de la nula inclusión de
los temas relacionados con estas palabras en el articulado normativo de esta ley, lo
que quiere decir que mientras estuvo presente la ventana de oportunidad de una
reforma integral en la década del treinta, la adecuación de tierras como un todo,
pero específicamente la promoción del riego y el drenaje, no fueron ni siquiera
marginalmente incluidas como un instrumento de política pública en esta discusión
legislativa; lo cual tiene sentido si se toma en cuenta que esta ley tuvo un marco
normativo que claramente estuvo destinado a discutir la redistribución de tierras en
Colombia, mas no su adecuación.
Ley 135 de 196147
La Ley 135 de 1961 fue la respuesta normativa del Gobierno Lleras Camargo a
las intensas presiones internas y externas que durante la década del cincuenta se
47 La ley 100 de 1944 fue la respuesta política de las élites rurales a la ley 200 de 1936. Esta nueva ley se
consideró una contrarreforma dado que solo buscó promover la producción de alimentos en tiempos de escasez (finales de la segunda guerra mundial) e instauró los contratos de aparcería. Adicionalmente, en la ley 100 se amplió el plazo de explotación económica después del cual el Estado podía expropiar un predio, pasando de 10 a 15 años, siempre y cuando se comprobare que los dueños habían ejecutado contratos de aparcería que cubrieran al menos la tercera parte de la extensión inculta del respectivo predio (Machado, 2009).
94
manifestaron sobre la productividad del campo colombiano y la concentración de la
tierra.
De acuerdo con Berry (2002), la presencia del gobierno de los Estados Unidos a
través de la Alianza para el Progreso tuvo una influencia muy fuerte sobre la
decisión de intentar resolver el conflicto agrario en Colombia una vez más a través
de una reforma, y así evitar el levantamiento en armas de grupos revolucionarios
campesinos inconformes con la situación agraria del país; decisión que buscaba
beneficiar también a la burguesía industrial colombiana que veía una oportunidad
valiosa en el sector agrícola y que también presionó por este nuevo proceso.
A pesar de esto, Machado (2009) sostiene que en ese momento de la historia
agrícola del país no existía un criterio de planeación claro ni visiones de largo plazo
sobre los problemas del sector rural, lo que en retrospectiva explica por qué fue
menos complicado pensar en políticas que prometieran resolver el problema en el
corto plazo. Sostiene además que a pesar de que el presidente Lleras Camargo
tenía claro que la redistribución de la propiedad era fundamental para el sector
agrícola (principalmente para la atención de la pobreza), la reforma avanzó en
medio de dificultades técnicas, operativas, procedimentales, y con una orquestada
oposición frente a los temas que podrían generar cambios importantes dentro del
campo colombiano en ese momento (Machado, 2009).
En medio de este contexto, la respuesta institucional a esta influencia externa e
interna fue el viraje de la discusión rural en Colombia, pues esta se volcó hacia la
resolución del aumento de la productividad del sector agrícola principalmente, viraje
en el que grandes terratenientes tuvieron fuertes influencias debido a su gran poder
de lobby político (Berry, 2002). La Sociedad Colombiana de Agricultores (SAC),
conformada principalmente por grandes propietarios de tierra en Colombia, expresó
95
a finales de los cincuenta que la desigualdad en el campo colombiano era infundada
y que lo que realmente necesitaba el país era mantener la propiedad privada,
reforzarla con más inversión y una política de desarrollo económico que la
potenciara48 (Berry, 2002). Aunado a esto, la reforma de 1961 inició con una
institucionalidad bastante precaria que fue ampliándose durante los siguientes 20
años, hasta hacer crisis en los años ochenta. El Ministerio de Agricultura todavía no
se había configurado definitivamente, la proliferación de entidades desarticuladas
del control ministerial era notoria y los gremios estaban en proceso de formación
dentro de un criterio corporativista49 (Machado, 2009).
Teniendo en cuenta este contexto se llevó a cabo el análisis de la Ley 136 de
1961, norma que finalmente se erigió como la respuesta del gobierno nacional a las
presiones por una reforma agraria. Este análisis permite afirmar que hubo tres
estrategias claras dentro de la estructura de esta ley50: I) dotar al campesino pobre
de Unidades Agrícolas Familiares51 (en adelante UAF) en las que pudiera cultivar
sin más capital que su mano de obra, II) promover la colonización dirigida en
grandes extensiones con el objetivo de aumentar la producción agrícola y la
productividad del campo colombiano priorizando cultivos comerciales y adecuación
de tierras, y III) prestar servicios sociales básicos y de acompañamiento para
48 Adicionalmente la SAC desaprobaba la redistribución de tierras porque temía que esta inundara los
mercados locales y los precios de los productos cayeran eventualmente (así como el precio de la tierra) (Berry, 2002).
49 De acuerdo con Machado, las entidades prestadoras de servicios eran precarias en materia tecnológica,
de crédito y desarrollo de la comercialización e infraestructura comercial. 50 Vale aclarar que la Ley 136 de 1961 trata muchos otros temas, como la creación de procuradores agrarios,
del Concejo social agrario del fondo nacional agrario, así como descripciones de las corporaciones regionales de desarrollo y de procesos de expropiación. Las tres estrategias referidas aquí son las que institucionalmente interesan a esta investigación y la ampliación sobre los temas que no se mencionaron en este texto pueden ser revisados por el lector en la norma señalada.
51 […] dentro de ese movimiento modernizador, la reforma mantuvo la idea de conservar y fortalecer las economías campesinas –o unidades familiares sin capacidad de acumulación–, al repartir las tierras en unidades agrícolas familiares que sólo tenían capacidad para subsistir y pagar los créditos otorgados por el Estado. La tierra no se entregó de manera gratuita sino con un crédito subsidiado, excepto en el caso de la titulación a los colonos, a quienes se les reconocía el derecho a la propiedad de la tierra que venían explotando; para estos, el gasto consistía en los costos de transacción en que incurrían para obtener los títulos […]. (Machado, 2009, p. 153)
96
nuevos propietarios y productores sin importar su tamaño (estos servicios se
denominaron servicios rurales).
La primera estrategia solo es mencionada en el capítulo IX y X de la ley, y se
restringe a definir qué se entiende por UAF y las condiciones bajo las cuales el
INCORA realizaría esas asignaciones. La segunda estrategia está descrita
especialmente en el artículo 45 del capítulo IX de la ley, pues allí se describe que
una vez sean asignadas las zonas para la creación de las UAF, el resto de baldíos
¨libres¨ podrían ser vendidos a sociedades a las que el INCORA considerara ¨de
notable interés para la economía nacional¨ y su monto podía aumentar hasta 1000
ha. Adicionalmente, el artículo 33 del capítulo VIII esclarece que los baldíos
nacionales que no hicieran parte de las zonas destinadas a la parcelación de UAF
podían ser adjudicados hasta por 2500 ha a sociedades que estuvieran interesadas
en explotar productos de interés nacional, los cuales son definidos por el artículo
como “aquellos productos destinados a sustituir importaciones o a ser exportados, o
a proveer materias primas para las industrias nacionales” (Ley 136, 1961, Art. 33).
Finalmente, la tercera estrategia apuntaba a la adecuación de tierras
principalmente y a la promoción de algunos otros servicios de índole técnica para
las UAF y los baldíos adjudicados por el gobierno nacional, cuya estructuración
recae principalmente en los capítulos XII (adecuación de tierras al cultivo y Distritos
de riego) y XVII (servicios rurales). En un principio, el artículo 68 de la ley expone el
proceso de adquisición de terrenos que se beneficiarían con los proyectos de
manejo de agua para riego y proyectos de avenamiento, e igualmente la forma en
que estas mejoras se pagarían por parte del propietario en dado caso de no haber
un acuerdo de compraventa previo al inicio de obra.
97
A pesar que la ley otorgó al INCORA las funciones de adecuación de tierras con
el objetivo de mejorar la productividad en el campo, en definitiva no se explica en
qué consistiría la inversión que se iba a realizar específicamente en distritos de
riego (mejora, rehabilitación o modernización de los distritos), ni los cultivos
beneficiados, ni los métodos de irrigación que se iban a promover (por aspersión,
goteo u otro), ni siquiera se plantea una propuesta geográfica de intervención que
permitiera esbozar en dónde se iba a priorizar esa promoción del riego. De hecho, el
capítulo sobre distritos de riego se limita a estructurar débilmente las formas de
pago de las adecuaciones de tierra en general por parte de los nuevos propietarios,
así como el rol de los avalúos por parte del Agustín Codazzi, mencionando la
irrigación, pero no haciendo énfasis en ella.
En esa misma línea, el tema del drenaje específicamente no se toca en ninguna
parte de la ley, evidenciando la poca importancia que esta variable tenía en ese
momento y el desconocimiento de los beneficios de su integración con el riego y los
planes de adecuación de tierras. Adicionalmente, en estos capítulos referentes a
adecuación de tierras no se revelan las fuentes de presupuesto para este proceso ni
una estructura de inversión clara al respecto, tampoco se especifica si todas las
extensiones de tierra que adquiriera el INCORA iban a ser sujetas a mejoras de
riego, lo que no permite afirmar que las parcelas que pretendían convertirse en UAF
tuvieran incluidas obras de riego cuando fueran entregadas.
Este análisis de la Ley 136 de 1961 permite sustentar que se tomó una decisión
institucional por parte del gobierno colombiano para promover una reforma agraria
que tuviera un objetivo primordialmente económico e industrial, potenciando el
aumento de la productividad del campo principalmente, alejándose una vez más de
la planeación consciente de una política pública que propendiera por la
98
materialización de objetivos sociales como la reducción de la pobreza rural, pues la
ley claramente establecía una promoción específica y bien estructurada de los
latifundios y de los procesos de adquisición de grandes extensiones de tierra
cultivable, mientras que los minifundios y las parcelaciones de UAF fueron procesos
brevemente descritos e indefinidos normativamente, con serias debilidades con
respecto a la estructuración de un plan de adecuación de tierras52 y una promoción
minúscula y marginal del riego y el drenaje, disminuyendo su peso normativo y legal,
promoviendo un desbalance de la política agraria nacional hacia los grandes
terratenientes53 por segunda vez en menos de 30 años54.
Así las cosas, podría concluirse que para principios de la década de los sesenta,
la promoción del riego y el drenaje con fines agrícolas comenzaba hasta ahora a
establecerse como un instrumento de política pública al servicio de las nuevas
estrategias del gobierno de turno para promover el desarrollo rural y comenzar a
desligarse de la redistribución de tierra en el país. Esta conclusión es coherente con
los hallazgos estadísticos mostrados en la primera sección de este capítulo
concernientes a la evaluación del censo agropecuario de 1960, pues tanto el
análisis de la información allí descrita como de las leyes promulgadas en esa misma
52 El costo de las inversiones en mejora de tierras, financiado en parte con créditos del Banco Mundial, era
muy alto para que pequeños productores pudieran solventarlo (INCORA, 1970, citado en Berry, 2002). 53 De acuerdo con Berry (2002), para mediados de la década del setenta los dos proyectos en los que el
INCORA había invertido la mayor parte de su presupuesto tenían los mayores niveles de concentración de la tierra. Adicionalmente, Berry (2002) sustenta que los pequeños propietarios eran obligados a cumplir con sus pagos de mejora de tierras de acuerdo con lo que planteaba la ley, mientras que los propietarios bien relacionados (grandes terratenientes principalmente) lograban cancelar sus deudas a través del lobby.
54 A pesar de esto, vale la pena resaltar que una de las medidas positivas que el gobierno nacional tomó a finales de los sesenta en pro de la reforma agraria fue la promoción de las asociaciones campesinas, finalmente representadas en la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC). El presidente Lleras Restrepo vio en las asociaciones de campesinos un capital político importante para promover los objetivos sociales que se incluían en la ley 136 de 1961, pero finalmente su creación fue contraproducente (Berry, 2002), pues una vez se radicalizaron las acciones de la ANUC para presionar una reforma más beneficiosa para los campesinos sin tierra a través de invasiones, los gobiernos de la década de los setenta reprimieron a sus integrantes hasta reducir la importancia de la ANUC y desvirtuar el beneficio que las asociaciones de campesinos podrían tener en la construcción de políticas agrarias más equitativas en el país. Finalmente, la ley 136 de 1961 creó una institución muy pequeña para el reto que se le impuso (el INCORA), institución que se concentró en la titulación de predios a grandes terratenientes54 y que tuvo poco efecto en la modificación de la concentración de la tierra en Colombia (Berry, 2002).
99
década permite afirmar que en Colombia, la promoción del riego y el drenaje apenas
estaba comenzando y que por esta razón no se puede considerar que fuera el eje
transversal de una política pública como tal, sino más bien como un instrumento de
política sobre el cual se veía potencial a futuro, pero que como se mostrará más
adelante, no tuvo el apoyo suficiente para convertirse en uno de los elementos
principales de las diferentes estrategias propuestas para acelerar la producción
agrícola o mejorar la calidad de vida de los campesinos colombianos.
Los setenta y ochenta
En 1972 se firmó el llamado Pacto de Chicoral, acuerdo que tuvo como objetivo
principal hallar una solución a la problemática agraria del país que no incluyera la
expropiación de grandes propiedades ni un gasto excesivo en la adecuación de
pequeñas fincas productivas. A cambio de impuestos sobre las rentas presuntivas
de la tierra y revalorización de predios, el gobierno de turno les aseguró a los
terratenientes que no iban a continuar las parcelaciones y redistribuciones de tierra
que normas como la Ley 135 de 1961 promulgaban efusivamente (al menos en el
papel) en nombre de la productividad.
Así es como se erige en primera instancia la Ley 4 de 1973, la cual se encargó de
dificultar en mayor medida la labor del debilitado INCORA, al imponer más
requerimientos a la expropiación de tierras improductivas, lo que en últimas y
aunado a la pobre gestión institucional de la entidad, terminó por eliminar las pocas
iniciativas sociales de la reforma planteada por la Ley 135 de 196155, y abrió paso a
55 El enfoque de empresas comunitarias promovido por el pacto de Chicoral sustituyó brevemente la
redistribución de tierras individuales y fue una solución temporal pero significativa para aliviar las presiones políticas de los grandes propietarios que se oponían a la extinción de dominio (ampliación en Berry (2002),
100
la instauración del programa de Desarrollo Rural Integrado (DRI) como principal
política pública agraria del país en ese momento.
De acuerdo con Kalmanovitz y López (2006), y como se mencionó en el análisis
de la Ley 135 de 1961, las leyes cuarta y quinta de 1973, así como la Ley sexta de
1975, fueron el resultado de un viraje de fondo en el eje de la política agropecuaria
en Colombia, pues se pasó de la preocupación por la tenencia de la tierra y el
aumento del ingreso rural planteado en los años sesenta, a pensar en aumentar la
productividad en el campo e incrementar el estímulo a la agricultura comercial,
ambos objetivos de los programas instaurados por los gobiernos de las décadas de
los setenta y ochenta en Colombia, principalmente evidenciados en la estrategia de
Desarrollo Rural Integral (en adelante DRI)56.
El DRI57 fue estructurado para ocuparse de la producción de alimentos y como
respuesta a los recientes éxitos de la revolución verde en el mundo, se centró en el
uso de fertilizantes y mejores variedades de semillas, pero dejó de lado la
redistribución de la tierra y la mecanización y adecuación de tierras, afectando de
manera directa la promoción del riego y el drenaje en el país durante ese periodo.
Precisamente es a partir de la década del setenta que las inversiones públicas en
distritos de riego y sistemas de irrigación a gran escala se detienen progresivamente
página 21). Aunque fracasó, esta iniciativa dio pie para el fortalecimiento de un paradigma agrícola que venía tomando fuerza en el país, pues se dejó de pensar en la redistribución de la tierra en pequeña escala para establecer el aumento de la productividad agrícola como el tema principal de la agenda nacional para el campo.
56 El fondo para el Desarrollo Rural Integrado (DRI) nace en 1976 durante el gobierno del presidente Alfonso López Michelsen, sobre la base del reconocimiento de que el sector tradicional del agro colombiano generaba la mayor parte de los productos de consumo directo, y a la vez, presentaba los más altos índices de pobreza (Murillo, 1995). Este fondo nació paralelamente al Plan Nacional de Alimentación y Nutrición (en adelante PAN), el cual buscaba resolver las necesidades nutricionales de las poblaciones más vulnerables, mientras que el DRI constituía la estrategia productiva para modernizar y hacer más eficiente la producción de alimentos en las zonas de economía campesina (Kalmanovitz & López, 2006).
57 A pesar que la limitada descentralización administrativa del país dificultó la aplicación del programa a nivel nacional y promovió la corrupción, la primera fase del DRI (1976-1980) se considera exitosa (Berry, 2002). A pesar del buen crecimiento, Berry sustenta que la selección de los beneficiarios fue importante para esto, pues para acceder a los cuantiosos recursos del fondo del DRI se debía demostrar un potencial comercial agrícola, lo cual pone de relieve que desde sus inicios esta estrategia promovía principalmente la consecución de objetivos económicos y no sociales, como más adelante se evidenciará.
101
en el país, manteniéndose en esa tendencia hasta finales del siglo XX, tal y como se
mostró en la primera sección de este capítulo.
El DRI tenía dos aspectos claros: el productivo y el social. Se suponía que el
primero estaba atado al segundo, pues en la medida que la seguridad alimentaria se
promoviera, la calidad de vida de la población rural más pobre mejoraría (Murillo,
1995). A pesar de esto, las prioridades iniciales fueron modificándose al ir
avanzando las primeras fases, pues una vez se acaba el Plan Nacional de
Alimentación y Nutrición (PAN) en los ochenta y se le da prioridad completa al DRI,
el enfoque se concentró totalmente en los procesos productivos y la mejora de la
infraestructura de la producción. No solo Murillo (1995) sustenta esta afirmación.
Lacroix (1985) como se citó en Berry (2002) señala:
[Que] en su inicio, el DRI hizo énfasis en el aumento del nivel de vida en las
zonas rurales mediante el aumento de la producción, pero que gradualmente
la estrategia se concentró solamente en los beneficios económicos del
aumento de la producción de alimentos y excedentes comerciales, haciendo
del alivio de la pobreza un ¨beneficio secundario, bienvenido, pero no
necesario¨. (p. 49)
Por su parte, Kalmanovitz y López (2006) sustentan la hipótesis de Lacroix en
una línea similar, pues el análisis de los planes de desarrollo y políticas agrarias que
llevan a cabo para los gobiernos colombianos en el periodo comprendido entre 1950
y 2000, permite afirmar que a partir de la instauración del DRI en 1976, el enfoque
económico que se le dio a la política pública agraria en Colombia terminó de tomar
fuerza y comenzó a ser evidente su superposición sobre objetivos sociales como la
reducción de la pobreza rural, pues aunque dichos objetivos continuaban siendo
102
usados en el discurso político de los dirigentes y plasmados en algunos apartes de
los planes de desarrollo, gradualmente perdieron importancia política58.
Así las cosas, durante las décadas del setenta y ochenta en Colombia no se
exhiben evidencias normativas de una promoción sostenida del riego y el drenaje en
el país, lo cual estaba claramente ligado a las menores inversiones que desde los
gobiernos de turno se asignaron a temas relacionados con la adecuación de tierras,
pero también al hecho que estas inversiones fueran reemplazadas con el diseño de
programas enfocados principalmente en obtener los beneficios económicos de una
agricultura más productiva en su sentido más estricto.
Este viraje de política económica afectó directamente los esfuerzos que de una u
otra forma se venían haciendo en materia de riego y drenaje, pues puso a los
privados a la cabeza de estas inversiones y permitió que el flujo de capital se
destinara donde fuera más rentable en el corto plazo, y no donde fuera más
necesario, situación que tal y como se mostró en el segundo capítulo de este
trabajo, solo permite alcanzar los beneficios económicos de una agricultura de riego
en el corto plazo, mientras que los beneficios sociales, entre ellos la reducción de la
pobreza rural, no se obtienen porque el mediano y el largo plazo no están planeados
para que eso suceda, al menos desde un punto de vista enfocado meramente en los
beneficios sociales de la promoción del riego y el drenaje con fines agrícolas.
58 Ejemplo de ello es que durante las administraciones Turbay (1978-1982) y Betancur (1982-1986) el DRI y
el PAN se fusionaron, pasaron de estar bajo la jurisdicción del DNP y transitaron a ser administrados por el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural (cuyos vaivenes políticos desestabilizaron el programa y su aplicación), pero adicionalmente y dado el ajuste fiscal con el que el gobierno de Betancur y sus sucesores principalmente tuvieron que lidiar como respuesta al endeudamiento externo de los gobiernos pasados, la inversión pública en el agro disminuyó, y aunque la violencia y los problemas de vieja data continuaban golpeando el campo colombiano, la reforma agraria perdió peso como política pública y otro tipo de estrategias fueron usadas para mitigar las problemáticas. De acuerdo con Kalmanovitz y Borras (2006) un cambio importante que se dio en el plan de desarrollo de la administración Betancur, con relación a sus antecesores, fue la incorporación de una estrategia de pacificación, el Plan Nacional de Rehabilitación, PNR. Con este programa se hacía un reconocimiento oficial a la magnitud que estaba alcanzando la problemática de la violencia en el campo, al tiempo que la reforma agraria perdía importancia como política pública. El PNR era una estrategia para la pacificación de las áreas agobiadas por la violencia, especialmente guerrillera. La idea era generar presencia del Estado en esas zonas con el argumento de que la violencia se originaba en la ausencia de instituciones cívicas y públicas.
103
Finalmente, en el ocaso de la década de los ochenta y durante toda la década
siguiente sobrevivió entonces una reforma agraria con un básico enfoque orientado
al mercado, resultado de las distintas contrarreformas a la Ley 135 de 1961, a los
ensayos de desarrollo rural integrado y a un tímido intento de reactivación de la
política de redistribución de tierra a través de la Ley 30 de 198859, intento que
finalmente murió asfixiado por la escasez de recursos y la falta de un apoyo político
fuerte (Kalmanovitz & López, 2006).
Cabe mencionar que durante estas dos décadas no existe una ley hito o
importante de mencionar que tuviera que ver con lo que para ese momento se
denominaba reforma agraria (redistribución de la tierra principalmente), razón por la
cual no se hace referencia a una norma en específico. A pesar de esto, sí es posible
hacer afirmaciones sobre el contexto político y económico que se estaba
desarrollando alrededor de la adecuación de tierras y su importancia en el país,
contexto que claramente tuvo tintes más económicos que sociales y que incluyó un
periodo de indecisión frente a lo que se debería considerar reforma agraria;
situación que perjudicó la probabilidad de que esfuerzos más grandes se dieran
sobre el desarrollo rural en ese momento, pues se mostraron otros frentes en los
cuales los gobernantes y distintos actores encontraron más atractivo movilizar su
capital político y financiero, en detrimento de la promoción del riego y el drenaje con
fines agrícolas y sus potenciales efectos no solo económicos sino sociales.
Como resultado de la puja política en estas dos décadas por definir el camino que
la política agraria del país iba a tomar, la promoción del riego y el drenaje con fines
agrícolas continuó avanzando de forma incipiente y siendo utilizada marginalmente
59 Dicha ley surge en una etapa de transición del modelo clásico de reforma agraria por medio de la
intervención del Estado hacia otro de gestión descentralizada con una mayor injerencia de la comunidad en el proceso de administración y decisión sobre sus recursos (Kalmanovitz & López, 2006).
104
como un instrumento de política al servicio de la ya instaurada estrategia de
adecuación de tierras que se había instalado años atrás con el objetivo de virar la
discusión rural de la redistribución hacia una alternativa menos costosa política y
económicamente para los gobiernos de turno. A pesar de no existir leyes hito
relacionadas con reformas agrarias per se en este periodo de tiempo, los hallazgos
estadísticos expuestos en la primera sección de este capítulo relacionados con el
estado del riego y el drenaje en Colombia para 1989, aunado con el análisis
expuesto en párrafos anteriores, permiten reforzar la afirmación del uso de esta
promoción como un instrumento de política pública más que como un eje estructural
de una política agraria, situación que no se modificaría sustancialmente a finales del
siglo XX.
Ley 160 de 1994
Con la apertura económica que el país asumió desde finales de la década de los
ochenta, y principalmente a través de la Ley 160 de 1994, se le dio respaldo a una
reforma agraria con enfoque integral que promoviera la competitividad y la
internacionalización del sector agrícola colombiano, dando mayor fortaleza a la
estrategia de aumentar la productividad económica y disminuyendo el énfasis en la
redistribución de la tierra y la consecución de otros objetivos sociales, como la
reducción de la pobreza rural.
De acuerdo con Alban (2011), la Ley 160 de 1994 promovió el mercado de tierras
y el subsidio para la adquisición de las mismas por parte de campesinos a través del
mecanismo willing seller- willing buyer60, supervisado por el INCORA. Esta ley
adicionalmente promovió la colonización de nuevas tierras en el país, pero lo hizo
60 Traduce que la estrategia recayó en que existieran campesinos dispuestos a vender (willing-seller) pero
también dispuestos a comprar (willing-buyer).
105
sin tener en cuenta la fertilidad y/o utilidad agrícola de estos nuevos predios,
dejando que las tierras de mayor productividad se las pelearan narcotraficantes y
latifundistas (Albán, 2011).
En esta misma línea, Franco de los Ríos (2011) afirman que una vez concluido el
proceso de reestructuración institucional de la reforma agraria en 1987, entre 1988 y
1993 Colombia entra en una fase de impulso institucional hacia el mercado de
tierras, impulso que finalmente termina expresado en la Ley 160 de 1994, la cual
inaugura un cambio en la política de reforma agraria en el país, pues se pasa de un
proceso tradicional de expropiación y redistribución gratuita de las tierras, a un
modelo comercial de compra directa de predios por parte de los campesinos con
ayuda de subsidios financieros a dichas compras por parte del Estado (Franco & De
los Ríos, 2011), quien estaba representado por el INCORA y otras instituciones con
funciones dirigidas al desarrollo rural en ese momento.
Al respecto, Franco y De los Ríos (2011) sostienen que el INCORA se convirtió
en un simple mediador entre los compradores y vendedores de tierra durante este
periodo, encargándose de las asignaciones de subsidios a campesinos
principalmente y dejando de lado otras funciones importantes que tenía a su cargo,
entre ellas la adecuación de tierras, afectando directamente la promoción del riego y
el drenaje con fines agrícolas en este periodo.
Partiendo de lo anterior, la revisión de la Ley 160 de 1994 permite reafirmar las
visiones de los autores citados con respecto al análisis que realizan de esta norma,
pues es un documento extenso que estructura de forma específica distintos
procedimientos y reglas de juego encaminados a fortalecer el mercado de tierras en
Colombia, entre los cuales se destacan la creación del Sistema Nacional de la
Reforma Agraria y Desarrollo Rural Campesino, el proceso de adquisición de tierras
106
por parte del INCORA, el proceso de parcelación de UAF y la clarificación de los
derechos de propiedad, definición de los baldíos nacionales, extinción de dominio
sobre tierras incultas, entre otros.
En cuanto a la promoción del riego y el drenaje, en las 441 páginas que
componen la Ley 160 de 1994 se encuentra la frase adecuación de tierras 9 veces,
la palabra riego 8 veces, la palabra irrigación 8 veces y la palabra drenaje 16 veces,
evidenciando la incipiente inclusión de temas relacionados con la promoción del
riego y el drenaje a través de la adecuación de tierras dentro de la ley, al menos
desde un punto de vista semántico y literal. Adicionalmente, el análisis del contexto
en el que estas palabras y frases aparecen dentro del texto de la ley permite afirmar
que fueron usadas para describir procesos y/o acciones enmarcadas principalmente
dentro del procedimiento de valoración de predios y/o en la determinación de lo que
se denominaba en ese momento suelo agrícola de ciertas zonas geográficas en el
país, lo que quiere decir que los términos adecuación de tierras, riego, drenaje e
irrigación solo fueron utilizados como definiciones y aspectos básicos a tener en
cuenta para determinar el valor de un predio y/o su potencial de explotación, mas no
se insertaron como temas específicos y desarrollables normativamente hablando61.
Este análisis permite afirmar que normativa e institucionalmente la discusión
sobre la promoción del riego y el drenaje fue marginalmente incluida dentro de la
Ley 160 de 1994, y cuando se menciona, se hace en el contexto de un
procedimiento de determinación del avalúo de predios, que se encuentra enmarcado
en la nueva estrategia de mercados de tierra planteada por la ley, cuyo objetivo era
61 Todas las veces que aparece la palabra RIEGO en el texto, se hace con el objetivo de describir peritajes y
procedimientos para determinar el precio de un predio con respecto a su situación de irrigación. De igual manera, el uso de la palabra DRENAJE se realiza en el contexto principal de determinar el valor de mercado de un predio.
107
principalmente económico y no social, dado el contexto predominantemente
económico que parecía dominar ese momento del siglo XX en Colombia.
Conclusiones segunda sección
De acuerdo con la información revisada, en primera medida es posible afirmar
que la promoción del riego y el drenaje agrícola fue utilizada como un instrumento
de política pública marginalmente incluido dentro de las estructuras normativas de
los procesos de reforma agraria que se llevaron a cabo en Colombia durante el siglo
XX. La revisión de las normas citadas en esta sección evidenció que la adecuación
de tierras fue una temática que en general se trató con poca importancia en este
periodo, si se tiene en cuenta que el trasfondo de las reformas agrarias del país tuvo
como eje central la redistribución de tierras, ya fuera a través del Estado o del
mercado. En esa medida, el riego y el drenaje jugaron un papel reducido dentro de
la estructura normativa que el gobierno colombiano ejecutó, en aras de potenciar el
desarrollo rural del país durante la ejecución de los procesos de reforma; y cuando
fueron usados, se manejaron con el objetivo de potenciar los efectos económicos de
corto y mediano plazo que su promoción genera, tal y como se mostró en la
segunda parte de esta investigación.
El análisis de la normatividad en materia de reformas agrarias realizado también
permite afirmar que el gobierno colombiano parece haber aplicado un énfasis
primordialmente económico dentro de la estructura de los procesos revisados,
precisamente porque fue la política económica la que delimitó el camino de la
política agraria del país desde la década del setenta, por medio de la Alianza para el
Progreso y la globalización y apertura de los mercados de finales de los ochenta, no
obstante, era una estrategia que venía siendo promovida por los grandes
108
terratenientes del país desde los años treinta a través de las presiones políticas que
materializaron en cada una de las contrarreformas que lograron legalizar.
Con respecto al papel especifico del riego y el drenaje en este periodo, el análisis
realizado en esta sección compagina con aquel esbozado en el perfil de riego y
drenaje del país durante el siglo XX, pues en Colombia se comienza a hablar de
forma más continua sobre adecuación de tierras a partir de la reforma de 1961 con
el viraje de la discusión rural del país hacia los aumentos de la productividad. De
igual manera, el hecho de que a partir de 1989 y hasta finales del siglo XX la
promoción del riego y el drenaje por parte del Estado se haya mermado vino de la
mano con el contexto económico que predominó en el país durante las últimas
décadas del siglo, pues el sector privado tomó un rol más importante dentro de la
dinámica económica del campo al entrar en vigencia la apertura de los mercados, y
el Estado se desentendió de la provisión de bienes públicos a gran escala, pasando
a enfocar sus esfuerzos en otro tipo de programas como el DRI, la transferencia de
DPR a las asociaciones de usuarios y el mercado de tierras.
En ese sentido, el hecho de que el enfoque de la política pública agraria en el
país desde 1936 haya estado fuertemente influenciado por intereses económicos
principalmente, desestimó el uso de la promoción del riego y el drenaje como
instrumentos de política pública certeros para reducir la prevalencia de la pobreza
rural en el largo plazo, pues a pesar que la adecuación de tierras tuvo un boom en la
segunda parte del siglo XX, es evidente que la falta de una política pública clara de
adecuación de tierras, y una que específicamente estructurara el riego y drenaje
como elementos base de la misma, no permitió que los beneficios sociales del riego
y el drenaje llegaran, tal y como se mencionó en el segundo capítulo de esta
investigación, dado que para que esto ocurriera el gobierno nacional habría tenido
109
que proponer una estructura normativa más coherente con una visión de mediano y
largo plazo del desarrollo rural del país, visión que de acuerdo con Machado (2009),
no existía en ese momento.
Finalmente, es necesario interpretar toda la información hasta aquí expuesta en
términos del marco conceptual propuesto en esta investigación, toda vez que el
planteamiento descrito por Muller (2002) en su texto Las políticas públicas es muy
útil para decodificar las razones por las cuales en Colombia la promoción del riego y
el drenaje con fines agrícolas ha sido marginalmente incluida como instrumento de
política pública en los proceso de reforma agraria llevado a cabo en el país durante
el siglo XX, pero además, es útil para dar luces sobre posibles lineamientos de
política que el país podría aplicar en aras de construir y ejecutar una política pública
agraria que tenga como uno de sus ejes transversales la inclusión de la promoción
de riego y drenaje y que sea coherente con el marco de referencia política que el
país ha aceptado.
¨Es en función de la ubicación de un sector particular dentro de una sociedad
particular que será elaborada una política, cuyo propósito es precisamente modificar
las relaciones que mantiene este sector con los otros¨ (Muller, 2002, p. 79). Esta
breve descripción que realiza Pierre Muller de la importancia de los referenciales de
política en el análisis de las políticas públicas es apropiado para iniciar precisamente
el análisis en términos de la génesis de la política de riego y drenaje en Colombia,
teniendo en cuenta el vasto caudal de información hasta aquí descrito en este
trabajo de investigación.
Partiendo de las diferentes definiciones planteadas en el marco conceptual al
inicio de este trabajo, es necesario identificar dichas definiciones en el contexto
colombiano como punto de partida para elaborar a partir de ellas argumentos que
110
ayuden a darle robustez a las conclusiones que hasta este momento se han hecho
con respecto de la inclusión o no del riego y el drenaje con fines agrícolas como
política agraria en Colombia. Tal y como lo menciona Muller (2002), la ventaja de
escoger una definición de política pública pragmática y amplia es que permite
delimitar un objeto de investigación relativamente concreto como el conjunto de los
programas gubernamentales en los campos respectivos. Su principal inconveniente
es que no dice nada sobre la génesis social de las políticas públicas, razón por la
cual se incluyó la definición del autor citado para poder dar algunos apuntes sobre la
génesis de la política pública de riego y drenaje en Colombia.
Las dos primeras secciones de este trabajo de tesis permiten localizar un primer
punto de partida para el análisis de la existencia de una política pública de riego y
drenaje, siendo este la relevancia que los factores políticos y económicos externos
tuvieron precisamente en la construcción de las políticas agrarias de la región en el
siglo XX. Tal y como lo menciona Muller (2002), a partir de 1960 el mundo inicia un
proceso de reajuste de su referencial global a partir de las normas provenientes de
las experiencias que dejaron las crisis económicas en los países desarrollados:
limitación del gasto público, modernización del Estado, reconocimiento del rol
fundamental de la empresa y de la prevalencia del mercado. Así las cosas, sostiene
Muller, este nuevo referencial de política global tiene una rearticulación de lo social
con lo económico (priorizando el segundo) a través de las limitaciones del gasto
social y la puesta en marcha de nuevos medios de intervención, pero también
muestra una nueva dinámica entre lo privado y lo público al disminuir el rol del
Estado y la entrada en vigor de políticas neoliberales, teniendo en cuenta que
también comienza a modificarse la transacción entre el centro y la periferia a causa
de las políticas de descentralización (Muller, 2002, p. 52). Estas características son
111
inherentes al denominado referencial de mercado, referencial de política pública
que los gobiernos de países en vía de desarrollo, entre ellos Colombia, han
aceptado y legitimado al reconocer que la injerencia que cada gobierno y sus
políticas públicas tienen sobre este referencial está limitada por su posición en el
juego económico mundial. No se hará mayor énfasis en la determinación de este
referencial dado que no es el nivel de análisis objetivo de esta investigación, pero se
tomará como dado puesto que inclusive Muller racionaliza que este es el nuevo
referencial de política de las sociedades modernas62 (Muller, 2002, p.53).
Una vez aceptado el referencial global, es necesario ahondar en el referencial del
sector escogido para el análisis. En este caso se analiza el sector agrícola, pero
específicamente se analiza el sub sector de adecuación de tierras (que comprende
el riego y el drenaje), pues es este sub sector en el cual se centra este trabajo de
grado. Tal y como lo menciona Muller (2002), el referencial de un sector, que no es
nada más la imagen que del sector tienen quienes lo conforman, es proyectado,
construido y decodificado por lo que él denomina mediadores. Estos mediadores
son responsables de cotejar el campo cognitivo con el campo de poder (Muller,
2002, p.101), lo que quiere decir que son los encargados de cotejar la visión que del
sector agrícola y su rol tienen quienes conforman este sector dentro del proceso por
el cual se establece la jerarquía de los actores y sus beneficios.
La literatura revisada y expuesta en esta sección permiten identificar varios
mediadores que el sector agrícola colombiano ha propiciado a lo largo del siglo XX.
Los medianos y grandes terratenientes, los gremios (la SAC, los cafeteros,
62 Vale la pena mencionar que estas conclusiones a las que llega Muller parten de un análisis en términos de
sistema que se concentra en el agendamiento de la política pública. Adicionalmente, parte de la teoría de las organizaciones y de aquella que entiende el management público como la respuesta más coherente ante la complejidad que los procesos políticos de las sociedades modernas imponen a los análisis de política pública en
cualquier parte del ciclo.
112
arroceros, entre otros), los partidos políticos, las asociaciones de usuarios de DPR y
el presidente de la republica son quizá los mediadores más notorios y
representativos que pudieron ser identificados. La mayoría de autores citados en
este trabajo de grado concuerdan en que las élites rurales (comprendidas por
terratenientes principalmente y algunos otros grupos de presión asociados con los
gobiernos de turno y los partidos políticos) han boicoteado los diferentes intentos de
reforma agraria que se llevaron a cabo en el país debido a que el referencial de
política que se aplicó hasta finales del siglo XX en los procesos de reforma agraria
contenía de una u otra forma una modificación de la estructura distributiva de la
tierra en el país, más allá que el peso de este aspecto haya ido disminuyendo
conforme pasaban las décadas, hasta decantar en la ley 160 de 1994, documento
que termina de legitimar el referencial de mercado que actualmente se acepta.
Ahora bien, la revisión rigurosa de las leyes que rigen los distintos procesos de
reforma agraria que se llevaron a cabo en el durante el siglo XX permite afirmar que
las acciones allí descritas tienen un enfoque principalmente económico, pues
prevalecen principios como el de la productividad, la competitividad, la eficiencia
entre otros similares dentro de la esfera del sector agrícola, haciendo alusión al
citado referencial de mercado.
Con respecto a estos mediadores identificados, vale la pena recalcar que Muller
(2002) sostiene que no todos los sectores permiten ejercer la función de mediación
de la misma manera, pues depende del capital social que cada mediador posea,
factor que revela en un principio que tan legítimo es (Muller, 2002, p. 103). De igual
manera, Muller (2002) divide los mediadores en tres grandes grupos a decir:
profesionales, elites administrativas y los políticos elegidos. En principio, el primer
grupo de mediadores son los representantes de los grupos sociales estructurados
113
alrededor de una función o de un oficio ejercido dentro de un sector particular. Las
elites administrativas (EA) se definen por su capacidad de dominar la coherencia de
los sistemas de decisión. Su génesis es intersectorial y por eso allí se pueden
evidenciar más fácilmente a productores de referenciales globales. Las EA son un
eslabón fundamental de las elites políticas. Los políticos elegidos están más cerca
de articular entre si los referenciales producidos por las elites administrativas que de
crear imágenes cognitivas verdaderamente nuevas, pues su función termina
evidenciando una falta de legitimidad en términos de representación tanto de las
elites administrativas como de los profesionales, marco en el que pueden surgir
como un actor importante y decisivo.
No podemos volver el sector agrícola un sector fuerte en relación con lo global
hasta que no se desarrolle un cuerpo organizado de personas u actores
especializados en temas agrícolas que propendan por la utilidad de esa profesión.
Hasta el momento, han sido los terratenientes quienes han ejercido el papel de
mediadores y han hecho de la tenencia de la tierra una profesión per se en el
sentido político para Muller: ellos imponen el referencial de política que es mejor
para su bienestar ante los diferentes círculos de decisión a los que tienen acceso. El
estado legitima la voz de estos grupos organizados (entre ellos los gremios) al
convertirlos en puntos de referencia obligados antes de decidir sobre temas que
afecten al sector agrícola. Adicionalmente, son estos grupos de actores los que a
pesar de no representar a la totalidad de actores que conforman al sector agrícola y
sus sub sectores, terminan proyectándole al resto de la sociedad un problema
político y una eventual solución al mismo que pueden no ser reflejo de la realidad
del territorio, puesto que solamente están reflejando las necesidades de una parte
muy pequeña de la sociedad rural colombiana.
114
Comentarios finales tercera parte
A partir de la información recopilada, los análisis descritos y los comentarios
exhibidos en las dos secciones de este capítulo, es posible resumir los hallazgos del
capítulo en cuatro grandes conclusiones.
En primer lugar, de acuerdo con la definición integrada de política pública que se
planteó desde el inicio de esta investigación y focalizando la atención en la
problemática de adecuación de tierras en el país, es posible afirmar que en
Colombia no existió una política pública de promoción del riego y drenaje con fines
agrícolas durante el siglo XX, pues a pesar que evidentemente el país llevó a cabo
un conjunto de acciones implementadas dentro del marco normativo del agro
colombiano para aumentar la superficie adecuada a través de algún tipo de
irrigación y/o drenaje, especialmente en el periodo comprendido entre 1960 y 1989,
no hay evidencia que estas acciones hayan sido el resultado de una estrategia
planificada, diseñada para incluir diversos tipos de actores que pudieran aportar a la
estructuración de una política púbica con objetivos claros, dado que la promoción
del riego y el drenaje nunca ha sido expuesta como un problema colectivo,
alrededor del cual se deba edificar un marco institucional y normativo concreto.
En segundo lugar, la política pública agraria del país durante el siglo XX sí estuvo
definida claramente, en tanto que la redistribución de la tierra ejerció como el eje
central de la misma, y a partir de allí se construyó un marco normativo robusto que
constantemente fue discutido y moldeado por los actores político administrativos
dominantes en la esfera agraria, todo esto con el fin de resolver un problema
115
colectivo, más allá que la visión de la resolución de este problema haya sido
particularmente económica. Teniendo en cuenta este contexto, el análisis de la
información disponible permite afirmar que la promoción del riego y el drenaje fue
marginalmente utilizada como instrumento de política pública dentro de la estructura
normativa de los procesos de reforma agraria que se llevaron a cabo en Colombia
hasta finales del siglo XX, pues a pesar que en algunos de estos procesos ni
siquiera fue mencionado este tema (Ley 200 de 1936), a partir de la década de los
sesenta su inclusión tuvo como objetivo reforzar las estrategias paralelas a la
redistribución de tierra y mostrar (débilmente) que los gobiernos de turno estaban
haciendo esfuerzos por atacar el problema del desarrollo rural de una forma integral.
Es posible pensar que fue debido a esta marginal inclusión de la promoción del
riego y el drenaje como instrumentos de política pública que el crecimiento de la
superficie bajo riego haya sido tan lento hasta 1989, y se haya estancado hasta
finales del siglo, debido a que se pasó de tener cubierto el 2% del total de la
superficie potencialmente irrigable en su momento en 1960 a cubrir tan solo el 13%
de la misma para el año 1998, mostrando que para el año 2000 la promoción del
riego y el drenaje con fines agrícolas en Colombia era incipiente, pero con gran
potencial de mejora.
En general, sobresalen importantes factores que han permitido que esta situación
se haya preservado por la mayor parte del siglo XX, pero también algunos que han
sugerido un cambio de paradigma en la política agraria de América Latina,
igualmente a partir de la década de los noventa. Es necesario continuar la búsqueda
de literatura para fortalecer esta hipótesis, pero sobre todo para poder identificar
claramente cuáles son los factores que han permitido la estabilidad o el cambio de
la política agrícola en la región a favor o en contra del uso de sistemas de riego y
116
drenaje como una solución a los fallidos intentos de reforma agraria, al menos en
nuestro país.
En tercer lugar, teniendo en cuenta que la política económica tuvo una fuerte
influencia sobre la política agraria del país, principalmente desde la década del
setenta, es lógico encontrar que cuando la promoción del riego y el drenaje fue
incluida como instrumento de política dentro de la ley, tuvo que ser usada de una
forma coherente con la visión agraria que se tenía del país en ese momento y
ajustarse al enfoque económico de la solución que se proponía para resolver el
problema del campo colombiano, situación que llevó a que estas variables se
usaran principalmente como elementos para la determinación del valor de un predio
o como parte de una serie de elementos a tener en cuenta por las diferentes
instituciones designadas por el gobierno de turno en un futuro cercano.
De acuerdo con los hallazgos mostrados en el segundo capítulo de este trabajo,
aunque los beneficios económicos de la promoción del riego y el drenaje con fines
agrícolas son los primeros en llegar en el corto plazo, los beneficios sociales de esta
promoción solo se alcanzan en el mediano y largo plazo, siempre y cuando estos
escenarios ocurran. Se resalta que la ocurrencia de los efectos de mediano y largo
plazo depende en gran medida de la planeación y diseño de la estrategia de
promoción del riego y el drenaje, pues son las dinámicas que se desprenden de los
aumentos de productividad y producción de cultivos entre otros, las que definen
cómo serán redistribuidos esos recursos dentro de la economía campesina y cómo
se irán impactando positiva o negativamente otras variables intermedias que
conectan dicha productividad con mejoras en la calidad de vida de los campesinos.
Si todo ese esquema no es debidamente estructurado, es muy posible que en el
mediano y largo plazo nunca ocurran, lo que termina resultando en una promoción
117
del riego y el drenaje que beneficia principalmente a los terratenientes y campesinos
con acceso a tierra, sesgando el impacto hacia una población especifica. Es bajo
esta perspectiva que la información disponible sobre riego y drenaje en Colombia
permite afirmar que, en efecto, esto es lo que ha sucedido en el país, en tanto que
se ha promocionado principalmente el riego como un instrumento de política a
través del cual se pueden obtener aumentos de productividad rural, sin tener en
cuenta que su promoción puede acarrear muchos más beneficios en términos
sociales.
Finalmente, y, en cuarto lugar, es evidente que la información disponible con
respecto a la promoción del riego y el drenaje en Colombia es escasa, no solo en
términos de artículos, libros o material académico cualitativo, sino en cifras y datos
cuantitativos. El hecho que Colombia no posea estadísticas agregadas y
desagregadas por territorio, por población beneficiaria, por superficie bajo riego y
superficie efectivamente irrigada, por superficie drenada, por método de irrigación,
por cultivo irrigado sembrado, entre muchas otras, no permite materializar análisis
más robustos con respecto a la influencia que esta promoción tuvo, tiene o puede
tener sobre la reducción de la pobreza rural, siendo este el beneficio más importante
que esta investigación ha tratado de resaltar, aun cuando de la consecución de sus
beneficios económicos en primer lugar dependa esta reducción.
Es preciso mencionar que desde 1994 no se habla de una de reforma agraria en
Colombia, probablemente porque el concepto ha tenido diversos cambios y
redefiniciones, pues ya no se piensa tanto en la distribución de la tierra como base
de este proceso, sino en promover la vida digna en el campo y la promoción de
oportunidades para quienes habitan allí. Tanto Machado (2002) como Franco y De
los ríos (2011) están de acuerdo en que el enfoque de política agraria fundamentado
118
en el mero cambio de la estructura de la tenencia de la tierra, aunque ideal
teóricamente, es complicado de aplicar. Los esfuerzos realizados en Colombia para
lograrlo, como se mostró en los párrafos anteriores, fueron en su gran mayoría
enterrados por las élites rurales y su influencia política, lo que demuestra que la
redistribución de la tierra es un tema políticamente sensible en nuestro país y
siempre tendrá opositores. Sin embargo, los objetivos que con los procesos de
reforma agraria del siglo XX se intentaron obtener siguen siendo de vital importancia
para el desarrollo económico y social del país, y pueden ser alcanzados incluso si
se comienza a entender el problema agrario de manera integral.
Esto quiere decir que en la misma línea de Balcázar (2001), es muy probable que
puedan existir otras soluciones para mejorar la productividad agrícola, reducir la
pobreza rural y aumentar la calidad de vida de la población que depende
primordialmente de actividades agrícolas. Es en esta medida que una política de
riego y drenaje adecuada puede contribuir a llenar el vacío que los fallidos intentos
de reforma agraria han dejado en Colombia en cuanto a desarrollo rural integral se
trata, puesto que como fue esbozado en el segundo capítulo de este trabajo, el riego
y el drenaje combinados pueden tener enormes impactos directos e indirectos sobre
variables tan importantes como la productividad agrícola, el empleo rural, la
equidad, entre otras, resaltando especialmente su impactos sobre la disminución de
la pobreza rural, objetivo que aunque importante, nunca ha sido perseguido por las
reformas agrarias en nuestro país, y que debe ser retomado como la bandera de la
política agraria colombiana.
Por último, es pertinente resaltar que existe muy poca literatura disponible sobre
la promoción del riego y el drenaje en Colombia o al menos eso demostraron los
pocos resultados que arrojaron las constantes búsquedas académicas en diferentes
119
portales. No obstante, con lo encontrado para América Latina, aunado a lo que se
encontró para Colombia en la primera parte de esta investigación, es posible afirmar
que existe aún un marcado atraso de la implementación de la promoción del riego y
el drenaje como instrumentos de política pública importantes para lograr objetivos
que alguna vez fueron buscados por las reformas agrarias en la región.
Capítulo final. Riego y drenaje en el marco normativo del siglo XXI en
Colombia
En aras de realzar la importancia del agendamiento de una política pública
dirigida a la promoción del riego y el drenaje con fines agrícolas para la reducción de
la pobreza rural en Colombia, es pertinente mostrar que en lo corrido del siglo XXI,
los Planes Nacionales de Desarrollo (en adelante PND) de los gobiernos Uribe
(2002-2010) y Santos (2010-2014) continuaron incluyendo de forma marginal el
papel del riego y el drenaje en la agricultura, pues el análisis de estos documentos
guía bajo la óptica de la promoción del riego y el drenaje así lo evidencian.
El análisis del Plan de Desarrollo Hacia un Estado Comunitario, propuesto y
desarrollado por Álvaro Uribe Vélez en el periodo 2002-2006, evidencia que en las
284 páginas del documento no se mencionan ni una sola vez las palabras ¨riego¨,
¨drenaje¨ o ¨adecuación¨, lo cual permite afirmar que el gobierno de turno a
principios del siglo XXI no vio necesario incluir dentro de la estrategia nacional
planes o programas relacionados con la adecuación de tierras, específicamente
temas relacionados con la promoción del riego y el drenaje con fines agrícolas.
Estado comunitario: desarrollo para todos, fue el título del plan de desarrollo del
gobierno Uribe en el periodo 2006-2010. A diferencia de su gobierno anterior, en
este plan sí se incluyó la palabra ¨riego¨ 36 veces, pero la palabra ¨drenaje¨ solo fue
120
incluida en cuatro ocasiones. Con respecto al contexto en el que se incluyeron estas
palabras, el análisis del documento permite afirmar que el gobierno de turno hizo
referencia al riego para reseñar una variable importante en ese momento para
aumentar la competitividad sectorial que el programa Agro Ingreso Seguro (en
adelante AIS) propendía a través de programas como los APC (apoyos para la
competitividad) en su momento. De acuerdo con el documento Plan de Desarrollo
mencionado:
[…] los APC buscan elevar la productividad y la eficiencia de las
explotaciones agropecuarias ambientalmente sostenibles y está dirigido a
cualquier tipo de explotación productiva. Estos apoyos incluyen:
financiamiento para reconversión productiva, cofinanciación del riego,
asistencia técnica, incentivo al cambio tecnológico, fortalecimiento sanitario,
apoyo a inversiones de capital de riesgo, promoción de la asociatividad e
incentivos para la compra de cosecha nacional […]. (Departamento Nacional
de Planeación, 2007, p. 328)
A pesar de la relativa importancia que se le da al riego en este PND, el gobierno
de turno planteó que la meta de hectáreas a financiar por fondo concursal de riego,
que fue la principal estrategia planteada por ese gobierno para incentivar la
inversión privada en riego, en los cuatro años debía ser 9.400 hectáreas adecuadas,
meta que se incluyó dentro del documento sin incluir una línea base de referencia,
haciendo entender al lector que eran las primeras hectáreas adecuadas con riego
bajo esta estrategia. Otra de las metas incluidas en el plan estaba definida como
hectáreas adecuadas con riego y se esperaba adecuar 40.60763 Ha. en total en este
63 Vale la pena mencionar que el Plan de Desarrollo del periodo 2006-2010 hace énfasis en que estas hectáreas están divididas entre aquellas que serían adecuadas por la construcción del distrito triangulo del Tolima (20.607) y las que serían adecuadas por el Estado (20.000 ha) en distritos a nivel nacional en pequeña y mediana irrigación.
121
periodo de cuatro años. Este no es un dato menor, pues teniendo en cuenta que el
país desde principios del siglo XXI ha exhibido un área irrigable potencial de
aproximadamente 7 millones de hectáreas, esta meta del gobierno Uribe parece no
ser coherente con la importancia literal que se le dio al riego en el plan de
desarrollo. Con respecto al drenaje, aunque esta palabra se incluyó cuatro veces en
el articulado del PND, es posible afirmar que el contexto en el que se usó siempre
tuvo que ver con drenaje urbano, razón por la cual no se puede decir que el drenaje
con fines agrícolas haya sido incluido ni siquiera de forma marginal en el
documento. Como información relevante, el documento sostiene lo siguiente:
[…] Colombia dispone de una amplia oferta de suelos con vocación para
diferentes usos agropecuarios y abundantes fuentes de agua. Sin embargo,
la cobertura del riego es abiertamente insuficiente, solo cubre el 13% de tierra
regable, y la localización de los sistemas de producción presenta diversos
grados de conflicto con la vocación del suelo, por ejemplo, de las tierras con
vocación predominantemente agrícola se usa máximo el 40% [...].
(Departamento Nacional de Planeación, 2007, p. 330)
Esta afirmación permite decir que para 2006, el panorama con respecto a la
promoción del riego y el drenaje con fines agrícolas no se había modificado
significativamente con respecto a aquel que se vislumbraba en 1998 en términos de
porcentaje de hectáreas con riego, demostrando que este tema continuaba siendo
tratado como un eje secundario en la política pública del país durante los primeros
diez años del siglo XXI.
Siguiendo la misma línea del PND del periodo 2006 - 2010, el Plan Nacional de
Desarrollo del periodo 2010 – 2014, Prosperidad para todos, incluyó la palabra
¨riego¨ 22 veces en sus dos tomos, mientras que incluyó la palabra ¨drenaje¨ tan
122
solo en cuatro ocasiones (ambos tomos contienen más de 1000 páginas aprobadas
por el presidente Juan Manuel Santos en su momento). Como bien se menciona en
el principio de este párrafo, la inclusión de estas palabras tuvo un contexto similar al
del PND anterior, pues se toma el riego como una variable a tener en cuenta para
incrementar la competitividad de la producción agropecuaria si se mejorara la
disponibilidad de infraestructura para riego. Adicionalmente, el riego se cita64 en los
apartes relacionados con la estrategia para la continuación y fortalecimiento de los
programas de participación privada en infraestructura, en los cuales se menciona
que la provisión de servicios de infraestructura para riego ocupa el segundo lugar en
importancia dentro de esta estrategia, solo superado por la participación en la
provisión de infraestructura, mantenimiento y desarrollo de capacidades en el sector
defensa. El documento sin embargo reitera:
[…] (la) baja competitividad y productividad de algunos rubros que tienen una
contribución importante en el PIB Sectorial se debe principalmente al uso
ineficiente de los factores de producción, particularmente la tierra y el agua, al
bajo de nivel de innovación en los sistemas productivos y de la productividad
de la mano de obra rural, y a los altos costos de producción […].
(Departamento Nacional de Planeación, 2007, p. 229)
[Para 2010] existe una subutilización de tierras óptimas para la agricultura y
una baja cobertura de la infraestructura para riego, lo que se evidencia en
que del total de la superficie con vocación agrícola y silvoagrícola (21,5
millones de hectáreas) sólo se utilizan 4,9 millones de hectáreas (figura III-
64 El riego también es citado para discutir sobre la ineficiencia con respecto al uso del agua en diferentes
apartados del PND, discusión que termina en la elaboración del artículo 64, que menciona un subsidio de energía para los distritos de riego, siempre y cuando se demostrara que el distrito utilizaba equipos electromecánicos para su operación, siendo comprobado esto por las empresas prestadoras del servicio.
123
25), y del total de la superficie regable sólo el 14,3% cuenta con riego
(MADR, 2010) […]. (Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, 2013, p. 5)
Especificando que ese 14,3% solo tiene en cuenta la cobertura geográfica que
los distritos de riego construidos hasta ese momento tenían, pues no se incluye
dentro del cálculo las rehabilitaciones o los proyectos en construcción durante este
mismo periodo de tiempo. Esta afirmación permite decir que entre 2006 y 2010 solo
se avanzó 1,3 puntos porcentuales en la relación de hectáreas con riego sobre el
total del área irrigable en el país, teniendo en cuenta el comentario similar que el
PND del 2006-2010 hizo y que fue citado anteriormente (Colombia tenía el 13% de
la superficie irrigable cubierta para 2006).
Con respecto al drenaje, la situación es similar a la que se mostró dentro del PND
del periodo anterior, pues esta palabra fue incluida en solo cuatro ocasiones,
refiriéndose en tres oportunidades el drenaje urbano y una cuarta oportunidad para
referirse al ¨[…] drenaje tributario que propicia los elevados índices de informalidad,
evasión y elusión […]” (Departamento Nacional de Planeación, 2007, p. 784),
evidenciando que para el periodo 2010 – 2014, el gobierno de turno no consideraba
la promoción del drenaje con fines agrícolas como parte integral de la promoción del
riego con fines agrícolas.
El anterior análisis con respecto al contexto en el que el riego y el drenaje fueron
mencionados en los tres planes nacionales de desarrollo que se llevaron a cabo en
Colombia en el periodo 2002-2014, permite afirmar que la promoción del riego y el
drenaje con fines agrícolas fue un tema poco mencionado en el marco normativo del
país en los primeros años del siglo XXI, y que su avance con respecto a lo logrado
en el siglo XX ha sido escaso en materia de hectáreas adecuadas con riego
(siempre con respecto al área irrigable potencial), pues el panorama se mantuvo
124
similar a aquel que el país dejó en 1989, en la media en que se pasó de tener
cubierto el 13% del área irrigable potencial en ese entonces, a mostrar que se había
adecuado con riego tan solo el 14,3% de dicha área potencial en 2014.
Aunque la promoción del riego y el drenaje con fines agrícolas continúa teniendo
un amplio potencial en materia de agendamiento como política pública debido a su
marginal inclusión como instrumento de política pública dentro del marco normativo
del país, es necesario evidenciar si la pobreza rural y su reducción siguen
erigiéndose como una meta deseable actualmente, en aras de mostrar al lector que
existe hoy en día una potencial conexión e integración de la promoción del riego y el
drenaje con fines agrícolas con la disminución de la pobreza en el campo
colombiano.
Pobreza rural en el siglo XXI en Colombia
De acuerdo con Ramírez y Rodríguez (2002), antes de 1930 las problemáticas
relacionadas con la pobreza en general eran atendidas por la iglesia y sus entidades
adscritas en ese momento. Sin embargo, afirma que a partir de la crisis de 1929 y el
fracaso de la reforma de 1936, comenzó una migración de campesinos pobres hacia
las grandes ciudades, se incrementaron los índices de natalidad y se generalizó la
aplicación de la medicina moderna, todas responsables en cierta medida de las
mejoras en los indicadores de pobreza desde 1930 hasta 1950. De acuerdo con
este autor, desde mediados de los años cincuenta el país experimentó una
disminución de los niveles de pobreza medida con el indicador de necesidades
básicas y desarrollo humano, pero “solo hasta mediados de los sesenta, los
indicadores de pobreza con respecto de los ingresos empezaron a mostrar las
tendencias de desarrollo del bienestar del país” (Ramírez & Rodríguez, 2002, p. 88).
125
Colombia inició la década del sesenta siendo una nación particularmente rural y
con un gobierno de turno que se debatía entre un reformismo agrario y la ejecución
de planes como "Operación Colombia" del profesor Lauchlin Currie como se citó en
Ramírez y Rodríguez (2002) que presentaban la solución a la pobreza como un
desconocimiento del subdesarrollo rural, el cual, a pesar de ser doloroso había que
alentarlo para aunar todos los esfuerzos en una economía urbana que absorbiera
los excesos de mano de obra campesina. El Estado se la jugó entonces con la
reforma agraria expresada en la Ley 135 de 1961, que terminó siendo más un
instrumento político que un cambio social y dejó el camino libre para las propuestas
de modernización urbana que eran lideradas por el sector exportador, pero sobre
todo, por el sector de la construcción de vivienda65.
A principios de los años setenta, casi la mitad de la población colombiana
vivía en el campo. La agricultura pesaba cerca del 20 % del PIB total, las
exportaciones de origen agropecuario representaban el 75 % del total de las
exportaciones del país, y el café desempeñaba un papel determinante en el
comportamiento macroeconómico de la nación. (Perfetti, 2009, p. 5)
Así, aunque para esa época ya no se podía hablar de que Colombia era un país
rural, la suerte de su economía seguía dependiendo de la agricultura66. Casi cuatro
décadas después el panorama económico se había modificado sustancialmente,
porque el sector agropecuario representaba en 2009 alrededor del 10% del PIB
65 Para 1978, el decil más rico de la población recibía el 47.9% de los ingresos totales, mientras que la
mitad más pobre tan sólo obtenía el 12.4%; en 1995, la primera porción había alcanzado el 51% y la segunda se mantenía en 12.4%. Es importante señalar que las tendencias redistributivas han estado afectadas por variaciones opuestas en los sectores urbano y rural, por lo que los efectos sobre los indicadores nacionales en la distribución del ingreso fueron moderados para casi las dos décadas. (Ocampo, 1997 como se citó en Ramírez & Rodríguez, 2002, p. 100)
66 A mediados de la década, entre 1974 y 1978, en el gobierno liberal de Alfonso López Michelsen se
implementan acciones socio-productivas como el Plan de Desarrollo Rural Integrado (DRI) y el Plan de Alimentación y Nutrición (PAN). Un aspecto contraproducente en este Gobierno fue la reducción del gasto público, porque se disminuyó así la cantidad de recursos dirigidos a erradicar la pobreza. (Ramírez & Rodríguez, 2002, p. 92)
126
total, las exportaciones agropecuarias representan el 19% de las exportaciones
totales, y el café constituía tan solo el 5,7% de las exportaciones totales.
A pesar de este cambio de paradigma económico, para 2010 en las áreas rurales
colombianas todavía vivían cerca de 12 millones de personas, lo que en ese
momento representaba al 26% de la población colombiana (Perry, 2010). El 62,1%
de ellos, es decir, 7.351.418 de personas, vivía en la pobreza, y el 21,5% de la
población rural (2.545.177 personas) vivía en pobreza extrema o indigencia. Esta
información permite afirmar que cerca de las dos terceras partes de los moradores
rurales en Colombia para 2010 eran pobres y más de la tercera parte de los pobres
rurales se hallaba en la indigencia rural en ese momento (Perry, 2010). Estas
estadísticas concuerdan con aquellas que con base en la encuesta continua de
hogares (ECH, 2006) del DANE, muestran que la brecha total de ingresos a nivel
nacional en 2009 era de 20,2%, mientras que a nivel rural alcanzaba un 29,6%; la
severidad de la pobreza total se mantenía en tan solo 12,2% mientras que la rural
ascendía a 18,5%, evidenciando que el problema de la pobreza en Colombia tenía
un marcado carácter rural finalizando la primera década del siglo XXI (Perfetti,
2009).
Adicionalmente, para finales del año 2008, el 64,5% de los ocupados del sector
rural estaban dedicados a las actividades agropecuarias. Las diferentes ramas de
actividad económica a las que se dedicaban los ocupados rurales:
[Eran] comercio, hoteles y restaurantes (12,1%) y servicios varios (12,0%). La
industria manufacturera albergaba tan sólo el 5,6% de los ocupados rurales;
la construcción y la explotación de minas y canteras, juntas, ocupaban un
poco menos de lo que hacía la industria para ese momento. Esto determinó
127
que el 74,8% de los jefes de los hogares rurales tuvieran como rama de
actividad las actividades agropecuarias. (Perfetti, 2009, p. 7)
Posteriormente, para 2010 el sector agropecuario continuaba siendo el principal
empleador del sector rural, “con más del 60% de los ocupados, siguiendo en
importancia el comercio (12%), los servicios (9%) y la industria (7%)” (Perry, 2010,
p. 2).
De acuerdo con la Misión para la Transformación del Campo (2014), el sector
agropecuario muestra en el último cuarto de siglo un comportamiento
decepcionante, de hecho, uno de los más decepcionantes de América Latina.
Su participación en el PIB ha colapsado y lo ha hecho con particular rapidez
durante los sub-períodos de relativamente buen desempeño económico
general, 1990-97 y 2003-13, indicando que se ha roto la correlación entre las
fases de crecimiento del sector agropecuario y de la economía en general
que eran típicas antes de la apertura económica. Aún en el período de mayor
crecimiento económico reciente del país, los años 2003-07, la expansión del
sector fue apenas la mitad del que experimentó el PIB y muy inferior a los
ritmos de crecimiento que prevalecieron antes de 1980. (Como se citó en
Ocampo, 2014, p. 12)
De acuerdo con dicha Misión, la evolución de las instituciones e instrumentos de
la política rural y agropecuaria explican en gran medida los resultados económicos y
sociales observados, tanto positivos como negativos desde 1990. Esta afirmación
concuerda con la conclusión a la que el Banco Mundial ha llegado analizando la
influencia en la reducción de la pobreza de los programas Fondo de Desarrollo
Rural Integrado (DRI), el Plan Nacional de Rehabilitación (PNR), el INCORA y la
Caja de Crédito Agrario, pues afirma que los principales obstáculos encontrados por
128
estos programas en materia de eficacia estuvieron relacionados con la debilidad
institucional y con la concepción deficiente de las políticas aplicadas, al igual que
con el recorte de presupuesto de que han fueron objeto durante el siglo XX (May,
1996).
Por otro lado, en materia social la mayor participación de los departamentos y
municipios en las rentas nacionales, gracias al proceso de descentralización que
adoptó el país a partir de la Constitución Política de Colombia de 1991, se ha
reflejado en un aumento en el gasto social en los pequeños núcleos urbanos y en
menor medida, en las zonas rurales.
En materia presupuestal, el deterioro fue marcado a partir de 1998. De
presupuestos equivalentes al 4,7% del PIB sectorial en 1990-97, el gasto del
sector agropecuario se redujo a entre 1 y 2% por varios años y solo en 2012
se retornó a niveles de gasto similares a los de comienzos y mediados de los
años 1990. Esto estuvo acompañado por un cambio en la composición del
gasto, caracterizado por el aumento en los subsidios directos a costa de las
inversiones en desarrollo rural, y además por bajos niveles de ejecución.
(Ocampo, 2014, p. 18)
¿Sigue vigente la pobreza rural como problema en Colombia?
El último Censo Nacional Agropecuario llevado a cabo en el país permite afirmar
que el índice de pobreza multidimensional ajustado en el área rural dispersa
ascendía a 44,7% en 2014. Esta estadística, junto con las demás que se han
exhibido en los anteriores párrafos, permite afirmar que la pobreza rural es una
problemática vigente en Colombia aún en el siglo XXI, que sigue teniendo un
marcado sesgo rural y que dirigir políticas públicas destinadas a su mitigación
129
continúa siendo de vital importancia para mejorar la calidad de vida de las personas
que viven en el campo colombiano actualmente. En este sentido, Perry (2010)
concluye que la pobreza rural en Colombia continuaba siendo un problema de
magnitud considerable en 2010 y que la acción gubernamental en la materia no
había tenido un impacto significativo para reducirla.
[…] en conclusión, durante todas estas décadas, el campo colombiano no ha
contado con las suficientes políticas de desarrollo rural y social capaces de
compensar los sesgos provenientes de las políticas comerciales y de apoyo a
la producción […] en el modelo general de desarrollo del país, la agricultura
ha sido esencialmente funcional a las necesidades de crecimiento de los
sectores urbanos e industrial, además, dicho modelo incorpora una visión
esencialmente productivista de las actividades agrícolas. El modelo de
desarrollo agrícola seguido en Colombia durante los últimos 55 años, ha
creado las condiciones para que en el país no se logren mayores avances en
materia de reducción tanto de la pobreza como de la inequidad en el campo
colombiano.
La confluencia de una serie de fenómenos como el estancamiento en la
generación de empleo en el campo, la creciente oferta de mano de obra rural,
la relativa estabilidad de los jornales rurales, el cambio técnico ahorrador de
mano de obra, el aumento de la productividad agrícola, la discriminación a los
cultivos generadores de empleo y la falta de apoyo y estímulo a éstos, junto
con unas políticas de gasto público que poco apoyo le han brindado al sector
rural en la creación de bienes públicos y en la formación y desarrollo de
capital humano y social, han determinado las condiciones necesarias para
130
que en el campo colombiano prosperen la pobreza y la inequidad como
fenómenos endémicos del medio rural […]. (Perfetti, 2009, pp. 10-11)
La conclusión exhibida, escrita por Perfetti (2009), se incluyó de forma literal y
completa para resaltar un aspecto que esta investigación también ha tratado de
exaltar de manera relevante, y es el hecho de que la influencia de la política
económica ha sido evidente sobre el diseño y ejecución de la política agraria
nacional y que esto ha llevado al país a adoptar un enfoque de desarrollo rural
sesgado en detrimento de los campesinos pobres y la búsqueda de una solución
efectiva e integral para la reducción de la pobreza rural en el largo plazo. La revisión
de parte de la literatura asociada con la pobreza rural en Colombia permite afirmar
que esta sigue siendo una problemática vigente en la actualidad, y que, si bien se
han realizado esfuerzos importantes por atacarla, aún existen espacios para
potencializar mejores estrategias en torno a la mitigación de la pobreza en el campo,
entre las cuales debería tomar un rol importante una política pública clara y bien
planeada que promueva la promoción del riego y el drenaje con fines agrícolas ya
sea como un instrumento importante dentro de esta política o que tome esta
promoción como base estructural de una nueva política pública que esté diseñada
para atacar tanto el problema de la prevalencia de la pobreza rural como el
desarrollo sostenible del campo colombiano y el aumento de su productividad..
Comentarios finales y recomendaciones
La agricultura ha sido históricamente una actividad prioritaria en la economía
colombiana. Aunque su contribución al producto nacional ha disminuido en la
medida que el país ha logrado mayores niveles de ingreso per cápita, el
progreso agrícola seguirá siendo esencial para el crecimiento económico, la
131
generación de empleo, el desarrollo rural y, especialmente, para la mitigación
de la pobreza. (Lozano & Restrepo, 2015, p. 2)
El texto citado hace parte del único artículo académico encontrado en Colombia
que utiliza estadísticas oficiales y lleva a cabo estudios de caso para evidenciar a
través de la utilización de modelos de emparejamiento (Propensity Score Matching)
que los distritos de riego y drenaje han afectado positivamente el rendimiento de la
tercera parte de los cultivos evaluados en su investigación, pero que el mejor
acceso a los centros de acopio y la red de vías terciarias también afectan
positivamente las áreas sembradas de la mayor parte de los cultivos, concluyendo
que “[…] una reasignación de los recursos del Estado hacia la provisión de
infraestructura rural es crucial para el desarrollo agrícola del país […]” (Lozano &
Restrepo, 2015, p. 1).
A pesar de que el estudio de Lozano y Restrepo (2015) prueba, para el caso
colombiano, que el riego y el drenaje sí tienen efectos positivos sobre la
productividad, el enfoque de la investigación es netamente económico, en tanto que
los autores se concentraron en medir los aumentos en productividad antes que en
evaluar el impacto social de la provisión de infraestructura de riego y drenaje,
reforzando la idea de que eventualmente habrá un efecto spillover sobre los
campesinos pobres a causa de este aumento generalizado de la productividad, una
vez se reorienten los recursos hacia la infraestructura agrícola (liderada por los
distritos de riego y drenaje de acuerdo con los autores).
Aunque es importante tener en cuenta los resultados del artículo citado, también
es necesario dar una mirada crítica al enfoque del texto, pues es evidente que tal y
como lo hemos anotado en muchos apartes de este trabajo de grado, el impacto
social del riego y el drenaje ha sido muy pocas veces analizado en el mundo, y
132
nunca ha sido analizado para Colombia, evidenciando dos aspectos principalmente:
i) que hacer ese tipo de estudios con la escasa información estadística que tenemos
disponible en el país es casi imposible, a menos que se levanten datos en campo
para cada estudio de caso y ii) que el enfoque que se la ha dado a los pocos
estudios existentes sobre riego y drenaje en el mundo, incluyendo Colombia, es
económico.
El anterior hallazgo cobra importancia en este trabajo al permitir afirmar que el
gobierno colombiano debe hacer mayor énfasis en la obtención y elaboración de
información estadística confiable y agregada sobre riego y drenaje, teniendo en
cuenta la multiplicidad de variables que deben ser elaboradas para que en el futuro
se puedan realizar estudios con una mayor fortaleza cuantitativa, en aras de dar
robustez a los hallazgos relacionados con el impacto que la promoción del riego y el
drenaje tiene sobre la reducción de la pobreza rural, la cual aunque tiene mayor
disponibilidad de datos y mayores referencias estadísticas, tampoco es una
panacea para homogenizar cálculos y llegar a conclusiones poco sesgadas debido a
la variedad de métodos disponibles para analizarla.
De igual manera, el gobierno colombiano debería incluir análisis
multidisciplinarios, principalmente sociales y políticos, dentro del diseño y
elaboración de una política pública agrícola que quisiera no solo fomentar el
desarrollo rural sino disminuir la prevalencia de la pobreza en el campo colombiano;
pues como se dejó claro en este trabajo, no se puede alcanzar ese objetivo solo
materializando los beneficios económicos de la promoción del riego y el drenaje en
el corto y mediano plazo, dado que los principales receptores serán los campesinos
con tierra y los grandes terratenientes, en detrimento de las personas que realmente
configuran la estadísticas de pobreza en el campo colombiano. Ahora bien, ¿el
133
gobierno colombiano ha tomado alguna de estas recomendaciones en el último
tiempo?
El primer punto del Acuerdo Final firmado entre las FARC y el gobierno
colombiano el 24 de noviembre de 2016 lleva como nombre “Hacia un Nuevo
Campo Colombiano: Reforma Rural Integral”, y en él hay una referencia específica
hacia la promoción del riego y el drenaje con fines agrícolas dentro del punto 1.3
llamado “Planes Nacionales para la Reforma Rural Integral” que vale la pena citar
de forma completa.
1.3.1.2. Infraestructura de riego: con el propósito de impulsar la producción
agrícola familiar y la economía campesina en general, garantizando el acceso
democrático y ambientalmente sostenible al agua, el Gobierno Nacional
creará e implementará el Plan Nacional de Riego y Drenaje para la economía
campesina, familiar y comunitaria. Para el desarrollo del Plan se tendrán en
cuenta los siguientes criterios:
La promoción y aplicación de soluciones tecnológicas apropiadas de riego
y drenaje para la economía campesina, familiar y comunitaria, de acuerdo
con las particularidades de las zonas, del proyecto productivo y de las
comunidades.
La recuperación de la infraestructura de riego de la economía campesina,
familiar y comunitaria.
El acompañamiento a las asociaciones de usuarios y usuarias en el diseño
y formulación de los proyectos de riego y drenaje.
La asistencia técnica y la promoción de las capacidades organizativas de
las comunidades para garantizar el mantenimiento, la administración y la
sostenibilidad económica y ambiental de los proyectos de riego y drenaje.
134
La promoción de prácticas adecuadas para el uso del agua en el riego.
La preparación para mitigar los riesgos originados por el cambio climático.
(Wikisource, s.f., p. 45)
Aunque en el documento completo del Acuerdo Final la palabra ¨riego¨ es
mencionada 11 veces y la palabra ¨drenaje¨ tan solo 5, es el primer documento
oficial del gobierno colombiano en donde se hace referencia al riego y al drenaje
como elementos integrados y complementarios, pero también el primero en donde al
menos se hace un pequeño esbozo de los elementos que a la luz de esta
investigación son cruciales para la elaboración de una política pública dirigida a la
promoción del riego y el drenaje con fines agrícolas.
A pesar de lo anterior, en el esquema que se plantea en el Acuerdo Final no es
posible determinar si el gobierno colombiano dirigirá nuevamente esta promoción
para la consecución de objetivos netamente económicos, o si estos serán solamente
una condición necesaria pero no suficiente para los planes que se tienen en el
campo colombiano, sobre todo con respecto a la reducción de la pobreza rural. Tal y
como se mostró en este trabajo, el corto plazo siempre ocurrirá y los aumentos de la
productividad en el campo siempre se darán una vez se implemente el riego y el
drenaje con fines agrícolas, pero esto no significa que los beneficios ¨goteen¨ sobre
los campesinos pobres en ese mismo periodo de tiempo. Aunque es un buen punto
de partida, la elaboración de este esquema, en los términos en que este trabajo de
grado se ha erigido, no es suficiente para garantizar que la promoción del riego y el
drenaje con fines agrícolas eventualmente reduzca la pobreza rural en el largo
plazo.
A pesar de que evidentemente el Acuerdo Final tardará algunos años en
materializarse y hasta ese momento no se pueda hacer una evaluación de sus
135
resultados a priori, no parece existir una relación directa entre esta promoción y la
búsqueda de la reducción de la pobreza rural, punto principal que este trabajo ha
querido dejar como recomendación de política pública; pues se ha demostrado que
la consecución de beneficios económicos a través del riego y el drenaje es una
condición necesaria pero no suficiente para reducir la pobreza rural, a menos que
estén claramente indicadas y diseñadas las estrategias necesarias para que esta
promoción continúe siendo inyectada con capital económico y político por mucho
tiempo, para permitir que el largo plazo ocurra y los campesinos pobres se
beneficien de este esquema y eventualmente mejore su calidad de vida.
Finalmente, este trabajo de grado tuvo la intención de analizar el problema del
desarrollo agrícola en Colombia desde otro punto de vista, enfocándose únicamente
en la promoción del riego y el drenaje en el país, y cómo ha sido su tratamiento en
los últimos 80 años, esto con la intención de mostrar una explicación con un
enfoque alternativo al que muchos académicos colombianos le han dado, por
ejemplo, al análisis de las reformas agrarias del siglo XX, a los Planes de Desarrollo
Nacional, entre otros.
Como una última reflexión de esta investigación, es pertinente resaltar el
potencial que la promoción del riego y el drenaje con fines agrícolas tiene para ser
tenido en cuenta como un instrumento poderoso dentro de las diferentes políticas
públicas dirigidas al sector agropecuario, principalmente por sus efectos positivos y
comprobados sobre la productividad y otras variables económicas relacionadas con
la producción, pero también dentro de las políticas públicas dirigidas a disminuir la
prevalencia de la pobreza rural en el país, también por los efectos indirectos que
esta promoción puede tener sobre esta variable en el largo plazo. Ahora bien,
combinar ambos efectos en una sola política pública significaría cambiar al
136
paradigma que se tiene con respecto al sector agrícola y la interpretación del
problema público del mismo, pues se necesitaría repensar la intervención
económica del estado en materia de desarrollo rural hacia una de corte más social,
en la cual tenga cabida la utilización de este instrumento en todo su potencial.
Aunque los hallazgos de este trabajo revelaron que Colombia no ha desarrollado
una política pública clara y concisa con respecto a la promoción del riego y el
drenaje; así como también que cuando hubo alguna promoción esta fue incluida de
manera marginal como instrumento de política pública en los marcos normativos de
las reformas agrarias del siglo XX en el país, que el enfoque que ha tenido esta
marginal promoción ha sido principalmente económico y de corto y mediano plazo,
que principalmente se han beneficiado campesinos con tierra, grandes
terratenientes y élites rurales con esta promoción, que contamos con muy poca
información estadística al respecto del riego y que el drenaje para fines agrícolas ha
sido prácticamente ignorado en nuestro país; esto no significa que no haya potencial
de mejora en todos estos aspectos, debido a que el objetivo principal de este
trabajo, una vez iniciado, fue mostrar al lector que existen temas que han sido poco
estudiados, pero que podrían elevarse como ejes transversales del desarrollo
económico, político y social de Colombia en las próximas décadas y que vale la
pena continuar investigándolos. Este es uno de ellos.
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