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Posiciones teóricas en el estudio de los diarios íntimos del siglo XX1
Izabella BADIU
El diario íntimo es uno de los géneros que conoce un auge constante para el público a lo
largo del siglo XX y parece haber seguido las metamorfosis tanto de los gustos de los
lectores de una década a otra como de la escritura de quienes lo practican. En todo caso,
el diario, por la pluralidad de formas que reviste, resulta de difícil definición, lo que
vuelve imperativamente necesario el recorrido aquí propuesto, especialmente para poner
al día los cuestionamientos, las definiciones y las aproximaciones que ha suscitado este
género tan difícilmente clasificable. A partir de la sexta década del siglo XX y hasta
hoy, el diario íntimo ha sido objeto de numerosos debates y ha sido reivindicado por
diferentes disciplinas humanistas. En el disenso general, cada uno continúa sus
investigaciones con los instrumentos que le son propios, y nos parece que un repaso de
la crítica podría servirnos enormemente antes de lanzarnos a nuestro propio recorrido en
el desciframiento de esta forma de expresión, para evitar tanto las repeticiones como
para situarnos inteligentemente en relación a las normas ya bien establecidas por las
voces de autoridad en este dominio.
1.1 Definición
La expresión diario íntimo da miedo. Teóricos y críticos se miran con desconfianza a la
hora de hablar del género y es una práctica corriente eludir la definición o definirlo más
por la negativa que por la afirmativa. Por lo general se le asigna al diario, considerado
íntimo o no, el término propiamente menos incómodo y más englobante que varía entre
escritos y escrituras del yo. Así, es más fácil ubicar la esfera amplia donde ese tipo de
textos, ninguno parecido a otro, se incluye: “Las fronteras entre géneros literarios
resultan, entonces, muy imprecisas para estas escrituras que han escapado a los teóricos
clásicos y sobretodo se han desarrollado por fuera de las Artes poéticas [...] Las
escrituras del yo se inflitran en todas partes y ponen en cuestión los límites —he aquí
uno de sus intereses”2. Retenemos de la anotación de Béatrice Didier la ausencia de
“arte poética” y, en consecuencia, de definición rigurosa del género como la
1 Izabella Badiu: “Enjeux théoriques dans l’étude des journaux intimes du Xxe siècle”, en www.arches.ro/revue/nº4art00.htm.
2 Béatrice Didier “Les écritures du moi” in Précis de littérature européenne (sous la direction de Béatrice Didier), Paris, Presses Universitaires de France, 1998, p. 455.
variabilidad, la libertad de las formas de expresión del yo. Sin embargo, en el mismo
artículo, la muy reputada crítica parece referirse más puntualmente al diario íntimo en
tanto que forma privilegiada entre las escrituras del yo porque “el esquema es rico en
virtualidades que el acabamiento de la obra obliga a sacrificar. Pero entonces, las notas
tomadas en un cuaderno o en una hoja suelta al azar de los días es, precisamente, en lo
que consiste el diario, adquiriendo derecho de ciudadanía en la República de las Letras.
Por otra parte, hay siempre una relación entre expresión del yo y formas
fragmentarias.”3 He aquí, entonces, una definición actualizada del diario (data de 1998)
que pone en valor sus potencialidades y, sobretodo, que ofrece las dos principales llaves
de su lectura: fragmento para la forma, yo para el contenido.
Esta puesta al día puede ser también útil porque delimita bien el diario en el seno de la
variedad de los escritos personales y, así, nos obliga a remontar el hilo de las
definiciones para investigar más puntualmente en cada uno de los sub capítulos que
forman el gran número de estudios que la crítica, más bien parsimoniosamente, ha
destinado a la consideración del diario íntimo.
La misma Béatrice Didier, en una obra fundadora para el estudio del diario íntimo —-
Le Journal intime, PUF, 1976— prefirió a una definición de trabajo un número de
cuestiones y sobretodo una clasificación del diario. Entonces faltaba comprender que,
entre el diario de prisión y el diario de viaje, diario de enfermedad y diario de la droga,
diario espiritual y diario filosófico, diario literario (a la manera de Léautaud) y diario de
una obra (a la manera de Guide) o, incluso, diario de sueños, aunque ciertas constantes
pueden ser constatadas de un autor a otro, al no existir norma el diario íntimo puro no
existe.
Más recientemente, Philippe Lejeune, que no ha cesado de estudiar el fenómeno desde
los años 80, siempre ha insistido, en todas sus publicaciones, sobre el diario íntimo
como hecho viviente, que es, antes que nada, una práctica y una actitud de escritura ante
la vida. Al solo objetivo declarado de sus investigaciones le resta “hacer ver el diario
íntimo en su complejidad y su variedad, y encontrar una solución entre otras a los
problemas que todos, diaristas o no, deben afrontar”4. Así, desde el inicio, su
3 Ibidem, p. 458.4 Philippe Lejeune, “Cher cahier...” Témoignages sur le journal personnel, Paris, Gallimard, 1990, p. 28.
terminología juega sobre dos términos “diario íntimo” y “diario personal”, donde el
segundo, menos subjetivo, engloba y precisa el primero —un poco contaminado de
historia y preconceptos. A lo largo del tiempo y de las investigaciones, pasando por la
situación contextualizada de las muchachas en el siglo XIX (Le Moi des demoiselles.
Enquête sur le journal de jeune fille, Seuil, 1993), el diario personal se enriquece con
diversas connotaciones: la de borrador y la de herbario (Les brouillons de soi, Seuil,
1998), y más recientemente sostiene, con el diario en computadora y en Internet, los
medios masivos (“Cher écran...” Journal personnel, ordinateur, Internet, Seuil, 2000).
Nos parece importante retomar aquí la definición del diario-herbario no sin recordar que
no es una práctica un poco obsoleta. La crítica intenta convencernos de lo contrario, de
la obsolencia del momento en que numerosos diarios de hombres y mujeres de edades
diferentes, todavía hoy contienen entre sus páginas elementos exteriores muy variados,
fotos, cartas y otros documentos como flores secas, un pedazo de lana, o el envoltorio
de un bombón. La función de un diario tal sería la de “incorporar el exterior a la
intimidad reuniendo el entorno de sí [...] los elementos del mundo exterior que hemos
decidido volver signos de nuestra identidad o jalones de nuestra historia”5.
Metafóricamente, y ciertamente aplicable a un gran número de diarios, se puede
considerar el diario como un herbario en la medida en que “la escritura quizá diseca
pero conserva aquello que ha decidido ‘recoger’”6. La materia de lo cotidiano es así
cuidadosamente preservada por la escritura.
1.2 Problemas y enfoques
1.2.1 Nacimiento y evolución de un género. La historia literaria.
En ningún caso queremos trazar una historia del diario íntimo, tema que alimentaría sin
duda la materia de una tesis doctoral. A lo sumo, trataremos de poner en relieve un
esquema del desarrollo del diario a través de la atención que los críticos han querido
prestarle a los diferentes momentos de su historia.
Para empezar, es necesario tratar de comprender la posición de Roger Caillois que, en
1946, escribe dos artículos extremadamente virulentos contra el diario íntimo
5 Philippe, Lejeune, Les brouillons de soi, Paris, Seuil, 1998, p. 369.6 Ibidem, p. 367.
—“Journaux d'écrivains” et “Procès des journaux intimes” recopilados en Chronique de
Babel, Denoël-Gonthier, 1981— que no sería, según él, más que la expresión de un
dejarse ir imperdonable. Entre los numerosos reproches que él hace, especialmente al
Diario de Guide, vamos a retener la recusación del diario como género, su falta de
construcción y la ausencia de coherencia en las ideas, y el hecho de que, en general, el
diario es desdeñado, visto que “esas migas innumerables no alimentan ni sacian hambre
alguno”. Remitiéndose al libro de Jean Dutourd, Le Complexe de César (R. Laffont,
1946), muy crítico también, Caillois continúa sus invectivas: “ Creo que, más que arte,
la vanidad y la pereza encuentran aquí su cuenta” y “El espíritu de sobrevaloración y de
exhibición que preside a los diarios íntimos muere de sus propios excesos” Se ve aquí
cuánto el punto de vista de Roger Caillois es todavía deudor de una imagen tradicional
de la literatura que supone una ética —elección de temas dignos y esfuerzo de creación
— y el trabajo de estilo. Pero no es menos cierto que este mismo testimonio negativo
deja entender que el diario íntimo conoció un auge inevitable a mediados de siglo.
En consecuencia, en el siglo XX, es imperativo relevar el peso que el “género
autobiográfico” en su totalidad tiene en las propuestas de los escritores así como
también en la demanda del público. Nunca la necesidad de confesión ha sido tan
considerable, a tal punto que, el género en cuestión, no contento con ofrecer sus mejores
ejemplos y los más numerosos, también ha penetrado largamente las modas y las
técnicas de creación propiamente literarias, es decir ficcionales. Verdaderamente, “no
hay una escritura que no sea nacida, precisamente, de una conciencia desgraciada, de
una tensión, de un íntimo conflicto o de una contradicción irresoluble, y la escritura es
el lugar donde, lejos de disolverse, por el contrario se afirman estas contradicciones y
esta herida esenciales, y es en la medida en que se vea más rechazado, más contestado,
que el escritor de la confesión podrá encontrar una más urgente incitación”7.
La crítica anglosajona ha tomado el hábito de hablar de género autobiográfico, en el que
engloba todas las especies posibles, memorias, autobiografías y autoficciones hasta el
diario, esto es así porque es necesario comprender “autobiography” como un término
genérico para todas las escrituras del yo. Los anglosajones toman conciencia muy tarde
del estado de evolución del género diarista. “The private diary, which tends to become 7 Jacques Borel, “Problèmes de l'autobiographie” in Positions et oppositions sur le roman contemporain, Actes du Colloque organisé par le Centre de Philologie et Littératures romanes de Strasbourg, Paris, Klincksieck, 1971, p. 89-90.
the favourite genre of the twentieth century, voraciously absorbing the philosophical
treatise and the novel itself, was born of the rage for sincerity which causes many
modern devotees of literature furiously to burn their very idol, literature.”8Queda sin
decidir si el diario íntimo intercepta otros tipos de discursos, especialmente el aforístico
como lo recuerda el mismo exégeta.
En un estudio sobre la confesión literaria, Marcel Lobet sitúa el giro decisivo en la
historia de la literatura —cuando el diario íntimo toma ventaja por sobre los géneros de
ficción— en el momento del Nouveau Roman, precisando que “desde entonces se
podría decir que crece el favor de un género literario que traduce la imperfección
humana con más sinceridad que la novela: el diario íntimo en su forma aguda de
confesión. Porque choca, como el novelista, contra el muro de lo indecible, el autor de
un diario no dice todo. Sin embargo da la impresión de alcanzar una verdad humana que
la novela más profunda no puede más que rozar. Un hombre habla entonces de sí mismo
sin delegar sus facultades a un héroe, sin un intérprete que deforma siempre un poco el
mensaje en el que él está.”9
La relación entre ficción y diario íntimo, el préstamo que ella le da, testimonia el rol
importante que el diario cumple en los modos de expresión del escritor como también
en la conciencia del público. En este sentido, La náusea de Sartre parece convertirse en
la más perfecta definición del fenómeno. Quizá nos aproximamos a descubrir la teoría
del diario íntimo en una novela...
Es la tesis monumental de Alain Girard (Le journal intime et la notion de personne,
PUF, 1963) la que, sentando las bases de la forma del diario íntimo, por una parte
establece que se trata de un género literario y, por la otra, abre la puerta, o bien una
pequeña caja de Pandora, a todos los métodos de aproximación que han aparecido
posteriormente a propósito del diario. Desde el punto de vista histórico, en pleno S. XX,
“estamos en el momento en que se pasa del Diario íntimo al Diario a secas”10 y, nosotros
podríamos agregar aquí que, si la fórmula diario íntimo persiste no es por convención,
sino porque es un hecho: la publicación devino moneda corriente.8 Henri Peyre, Literature and Sincerity, New Haven & London: Yale University Press, Paris: PUF, coll. Yale Romanic Studies - Second Series 9, 1963, pp. 210-211.9 Marcel Lobet, Ecrivains en aveu. Essais sur la confession littéraire, Bruxelles: Brepols, 1962, p. 10. 10 “Discussions” in Cahiers de l'Association internationale des études françaises: “Le journal intime”, n° 17, Paris, “Les Belles Lettres”, mars 1965, p. 273.
Otra tesis que trata el corpus de los diarios de escritores en la primera mitad del S. XX
apoya esta misma idea del pasaje del diario de dominio íntimo al dominio público:
“reconciliando la confidencia y el testimonio, el diario del S. XX se ubica
sucesivamente en el grupo de textos compuestos y escritos como obras literarias.”11
Elisabeth Bruss retoma los propósitos de un crítico ruso para recordar que “The very
existence of a fact as literary depends on its differential quality, that is, on its
interrelationship with both literary and extra-literary orders.... What in one epoch would
be a literary fact would in another be a common matter of social communication.... Thus
one has the literariness of memoirs and diaries in one system and their extra-literariness
in another.”12 Es precisamente esto lo que Roger Caillois no había comprendido en su
tentativa de situar el diario en un contexto literario que ya estaba terminado en el
momento de su toma de posición. Lo hemos visto, el diario íntimo pertenecía ya al
establishment de la literatura hacia el año 1950.
Más cerca nuestro, lo veremos en detalle más adelante, Philippe Lejeune extiende más
el campo de estudio del diario íntimo haciéndolo salir de los encuadres restrictivos de la
literatura para postular que es una práctica social y militante, en una aproximación más
abierta, diremos, con un término a la moda al menos: interdisciplinaria.
Si en los primeros tiempos de la toma de conciencia del diario íntimo en tanto que
género potencial —su esplendor entre los escritores del S XIX— se pudo constatar que
era un lugar privilegiado para confesar la melancolía, es necesario saber que esta
propensión hacia la meditación y el cuestionamiento del mundo y del ser es una
constante en la temática del diario íntimo. Ella tomará otras denominaciones a medida
que se avance en el siglo de la velocidad.
1.2.2. La forma del diario // La poética
11 Jerzy Lis, Le journal d'écrivain en France dans la première moitié du XXe siècle. A la recherche d'un code générique, Poznan, Wydawnictwo Naukowe UAM, 1996, p. 24.12 Elizabeth W. Bruss, Autobiographical Acts : The Changing Situation of a Literary Genre, Baltimore and London, Johns Hopkins University Press, 1976, p. 5.
Más allá de su auge en el S XIX que lo erige a rango de género, el diario íntimo es
difícil de circunscribir de manera rigurosa. Sus rasgos distintivos —que se detallan más
abajo— no alcanzan a describir unas normas o las condiciones necesarias y suficientes
que podrían fijarlo. Dos razones principales concurren en esta indeterminación del
diario como forma de escritura. Primeramente, el diario en tanto expresión de un yo
tiene tantos rostros como existen diaristas, —“el género mismo del diario [...[ se
descompone en tantas variedades como redactores hay”13.
La segunda razón resulta de un fascinante debate entre Georges Poulet y Jean Rousset a
propósito de la tesis de Alain Girard. En la medida en que vuelve hacia la interioridad
humana e intenta sorprenderla “el Diario íntimo será, en esa persecución, no un género,
una forma, sino la ausencia de forma que es nuestro fondo, nuestra profundidad
interior”14. O, precisamente, “este carácter informe (esta “informidad”) será por
excelencia una obra literaria. Porque esta falta de forma profunda es la de nuestro
espíritu”; y entonces “hay una forma de la falta de forma (de la “informidad”), esto es
precisamente la que el Diario íntimo nos enseña”15. En nuestra opinión, esta cuestión
revela la verdadera aporía del diario íntimo: su forma y su contenido son indisociables y
no se pueden discutir separadamente. Es muy útil precisar ahora hasta qué punto la
forma del diario está determinada por los “hábitos, manías, juegos...” del autor y cuánto
la materia de la anotación le debe al hecho de ser encerrada en una página de diario. Al
fin de cuentas, es verdad que el diario íntimo tiene la forma del informe psicológico
porque él “pertenece al sujeto mismo, a la persona que escribe, hace cuerpo con ella, y
no puede ser separado, no tiene nada de juego o de obra de arte”16.
Es necesario en el presente cumplir la promesa y cumplirla en lo más simple: aunque el
diario sea un género desprovisto de coacciones formales y presto a recibir en sus
páginas de todo un poco, se caracteriza por algunos elementos de base que son
recordados en el inicio de todos los tratados que lo toman por objeto.
Como su nombre lo indica, el diario íntimo está hecho de anotaciones diarias que se
presentan cronológicamente. Esta regla de lo cotidiano no puede ser tomada muy
13 Alain Girard, “Le journal intime, un nouveau genre littéraire?” in Cahiers de l'Association internationale des études françaises: “Le journal intime”, n° 17, Paris, “Les Belles Lettres”, mars 1965, p. 107.14 Georges Poulet, “Discussions”, art.cit., p. 270.15 Jean Rousset, “Discussions”, art.cit., p. 271.16 Alain Girard, art.cit., p. 100.
estrictamente visto que revela la imposibilidad física y lógica de cumplirse
constantemente. Esto para decir que el diario comporta cortes, períodos más o menos
largos de silencio. El hecho de marcar puntualmente la fecha precisa de la nota
autentifica la escritura como transposición de una realidad vivida que pertenece en
primer lugar a una persona que accidentalmente puede también ser escritor. De lo que
resulta que no hay configuración de tiempo en el diario —“el tiempo que marca es el
tiempo de la realidad, pesado, sin redención”— y todavía menos estructura narrativa
—“a medida que la intimidad se profundiza, el hecho se reduce, hasta el momento en
que ya no se pueden encontrar más elementos de la estructura del relato”17.
La ausencia de construcción, de toda estructura del diario va a la par con su forma
discontinua, primer elemento característico constatado por el lector. “La fragmentación
es la fatalidad del género”18. Nosotros ya hemos hablado de una cierta falta de forma
(informidad), volveremos largamente sobre la cuestión de la escritura fragmentaria y
abierta que profesa el diario.
Los discursos pertenecen al “yo” del autor y nada más que a él. El diario íntimo es, por
excelencia, sin falta y sin excepción, la escritura de la primera persona del singular.
“Por este ‘yo’ soberano, el diario adquiere asimismo una unidad que no tiene el yo del
cual él es, sin embargo, el soporte y el inventor. Por más diversa que sea las realidad
que el “yo” recubra, la palabra es siempre la misma, dotando a la individualidad del
autor de una apariencia de unidad, tranquilizadora quizá, en todo caso, capaz de dotar al
entorno de las otras palabras de un sentido...”19
En cuanto a las nociones de íntimo y privado que tanto han hecho glosar a los críticos,
es necesario, en nuestra opinión, aceptar la idea de que, independientemente de lo que
relata el diarista —cosas y hechos exteriores o incluso sensaciones e ideas todas
interiores—, el filtro de su subjetividad se interpone entre la realidad y su anotación. Lo
que cuenta en más alto grado es la “refracción en su conciencia” de todo lo que es para
él perceptible. Ciertamente, una inclinación hacia la introversión es constatable en una
abrumadora mayoría de diaristas, lo que no prohibe en absoluto a las naturalezas
extrovertidas de tener uno que no resultará por esto un “diario externo”. De otro modo 17 Béatrice Didier, Le Journal intime, Paris, PUF, 1976, p. 160.18 Jean Rousset, Le Lecteur intime. De Balzac au journal, Paris, Corti, 1986, p. 159.19 Béatrice Didier, op.cit., p. 155.
no se verá bien la diferencia entre un diario externo y una crónica o registro del día. La
tentación, entonces es convenir con Béatrice Didier que “la palabra ‘íntimo’ casi no ha
sido conservada más que para descartar todo equívoco con el periodismo, pero carga
una connotación un poco desusada y un romanticismo lavado, que corresponde a un
aspecto del diario, pero a un aspecto solamente”20. Se continuará hablando de diario
íntimo por convención, sabiendo que la expresión puede cubrir una larga paleta de
asuntos desde los íntimos a los públicos.
Otra característica, paradigmática por lo que parece, del diario íntimo es su capacidad
de examinarse, como si el texto, a instancias de su autor que escruta su yo para
transcribirlo, le hubiera prestado esta manera de auto-reflexión. “Parto de la hipótesis de
que el diario íntimo se escribe y se lee de otro modo que cualquier otro texto y que
provee una primera llave de lectura por la abundancia de sus enunciados reflexivos, esto
será incluso un primer rasgo genérico: el diario es un texto que habla de sí mismo, se
mira y se cuestiona, se constituye frecuentemente como diario de diario”21.
Al fin de cuentas es necesario retener que todo diario presenta una configuración que le
es íntima y que las tentativas de describir una poética de este joven género, por
necesarias y loables que sean, deben tener en cuenta el más alto grado.
1.2.3. Las reglas de juego. Función del diario // la poética (continuación)
Una primera cuestión que se plantea con urgencia es la de saber por qué se escriben
diarios íntimos, qué es lo que los desencadena. Como se dice comúnmente “que los
géneros felices no tienen historia”, se puede afirmar que no hay diario que no sea salido
de una crisis, de un momento de ruptura en el largo río tranquilo de la vida. La
demostración no es fácil pero se intentará. El yo es relacional, no puede definirse de otra
manera, el diario íntimo es la escritura del yo. Por consecuencia, el diario se define por
la relación entre el yo y el mundo, o esta relación que cada uno aprende a administrar a
su manera en la necesidad de decirse, de escribirse, de transcribirse si no hay un
conflicto en la base — “Normal conditions do not produce the journal intime; nor does
20 Ibidem, pp. 8-9.21 Jean Rousset, op.cit., p. 155.
success.”22—. Principalmente, el diario íntimo es una necesidad absoluta, el medio de
liberar a la persona.
Es necesario, sin embargo, escapar a la determinación negativa —muy expandida por el
modelo del humor de Amiel— del diario íntimo en tanto que exutorio (derivativo),
porque la enfermedad del poder creador puede ir hacia la ausencia de obra. Haciendo
uso del muy buen sentido Jones propone la solución siguiente: “If we substitute the idea
of obstruction for that of affliction, we acquire a category which will cover the cases
considered without being limited to their specific pathological reference”23 Pero incluso
ese término de obstrucción no es suficiente para circunscribir la variedad de
inadecuaciones entre el yo diarista y los otros.
Frecuentemente es mejor atenerse a lo más general. En este sentido Béatrice Didier
propone como motivación de la empresa diarista, simplemente “la necesidad de
escribir”. Nosotros diríamos que esta necesidad puede particularizarse según provenga
de una situación específica (de crisis) de historia personal o del orden psicológico, o
bien provenga de un hábito profesional para los escritores o aun del puro placer de
escribir.
Se tratará ahora de descubrir, en la inmensa variedad de sinónimos que cada crítico hace
el esfuerzo de dar, las funciones del diario íntimo según un esquema que sea
suficientemente explícito.
Funciones no literarias Funciones literariasTerapia Memoria Reflexión Ejercicio Archivo
confidente personal sobre sí de estilo asuntos y motivosrefugio matricial familiar filosófica croquis anécdotasdescarga Del entorno
profesionalreligiosa
En primer lugar, están las funciones no literarias, por así decir psicológicas, que se
aplican a todo diario, poco importa si está escrito por un profesional o no. Salta a la
vista la función terapéutica de la escritura íntima. El sólo hecho de expresarse por la 22 Percy Mansell Jones, French Introspectives from Montaigne to André Gide, Cambridge, Cambridge University Press, 1937, p. 94.23 Ibidem, pp. 100-101.
escritura parece consolar al diarista fijando el desconcierto, lo que permite un cierto
desapego. Philippe Lejeune insiste sobre la connotación negativa del término terapia
que induce a creer que el diario sería una práctica enfermiza (idea frecuente, es cierto) y
propone llamar a esta función “higiene espiritual” porque “el diario es una práctica
cotidiana que ayuda a vivir, como la pira, la plegaria o la gimnasia”24. Según los autores
el diario es un amigo, confidente, consolador, consejero, curandero, en todo caso
interlocutor. “In all the cases we have mentioned, the Journal has become a confidant,
sometimes a comforter and a consolation. This is a sentimental role, but its obscure
raison d'être is remedial. [...] The keeping of an intimate diary can become a kind of
catharsis.”25. Es también un refugio donde el diarista está confinado por circunstancias
poco complacientes y, en este sentido, Béatrice Didier hace jugar toda una serie de
metáforas del seno materno. Sea como sea, el diario termina por ser el receptáculo de
todo lo que porta dificultad, dolor, mal de ser para el diarista y en este sentido deviene
una descarga que libera y tranquiliza. El otro aspecto que responde a esta carga negativa
del diario íntimo, bajo cierto ángulo, es el hecho de reunir todo lo que en una vida
merece ser consignado para la personalidad.
Llegamos entonces a la función mnemónica. El diario es, en gran medida, un ayuda
memoria, una preciosa herramienta contra el olvido. Llega a ser una funda forzada a
contener la diversidad inimaginable de trazos de una vida. En este sentido, hemos
precisado en el cuadro, que se puede tratar de anotaciones que van desde aspectos más
personales que es necesario guardar en la memoria o incluso de momentos significativos
de la historia familiar. Yendo todavía más hacia fuera, el diario llega a consignar los
hechos relevantes para el desarrollo socio-profesional del diarista y una forma
particularmente desarrollada de esta función se encuentra en los diarios literarios tipo el
de Goncourt o el de Léautaud.
Finalmente, el diario es el lugar privilegiado de la meditación y de su expresión. En la
tregua de la redacción del diario, el diarista enumera cuestiones que van desde las más
íntimas a las más generalmente humanas, cubriendo las inquietudes existenciales que
llegan hasta la reflexión filosófica, muchas veces sin caer en la cuenta de la amplitud de
24 Un Journal à soi, ou la passion des journaux intimes, catalogue d'exposition établi par Philippe Lejeune avec la collaboration de Catherine Bogaert, Lyon, Association pour l'Autobiographie et le Patrimoine autobiographique et Amis des Bibliothèques de Lyon, 1997, p. 12.25 Percy Mansell Jones, op.cit., p. 94.
la problemática formulada. Algunos hablan en el diario de “examen de conciencia”,
expresión que quizá sería necesario ampliar y ver el recorrido que lleva a la conciencia
de si. A lo largo de este trayecto, inevitablemente, la mirada interior conduce las
problemáticas más generales y amplía el horizonte porque “la observación interior es,
en definitiva, el principio activo”26.
Además, sin necesariamente particularizarse como diario espiritual, los diarios plantean
suficientemente el problema de la relación con la trascendencia. Por una parte confesor
de las inquietudes más íntimas, por otra, solución de reemplazo para una ocasión
perdida o jamás encontrada pero experimentada como posible y/o necesaria el diario
íntimo no deja de interpelar la trascendencia.
En segundo lugar, están las funciones literarias o estéticas, las más frecuentes en los
diarios de escritores, pero también, por qué no, en los diarios de artistas. Se trata aquí de
lo que frecuentemente se llama, en términos generales, laboratorio de la obra. El diario
es el lugar para ejercitar el estilo, especie de disciplina y de entrenamiento en los
momentos de baja creatividad. “La escritura cotidiana es un ejercicio propedéutico:
como las escalas del pianista preserva la ‘digitación literaria’, prepara el oficio del
escritor”27. Razón para hablar negativamente de ella, como un remedio al paso ante la
imposibilidad de producir otro tipo de textos.
Si del lado formal se puede hablar de croquis en las notas del diario, desde el punto de
vista del contenido se puede hablar de “depósito de ideas, de proyectos; de temas que
serán utilizados posteriormente”28. Los elementos reunidos pueden estar además ya
formateados para una escritura por venir que los transforme o bien ser del orden de la
notación cruda o de la anécdota verdadera que podrá ser posteriormente objeto de una
ficcionalización. Por otra parte, con esta colección de asuntos prestos a ser desarrollados
regresa la idea de registro para memoria y esta vez en el orden de la preocupación
profesional al punto que se puede hablar de archivo. De este modo se cierra el círculo, a
pesar de que no todo ha sido dicho, ni tampoco podría serlo.
26 Alain Girard, op.cit., p. 536.27 Jean Rousset, op.cit., pp. 172-173. Cette même idée, y compris la formules “faire ses gammes” se retrouve chez Alain Girard, loc. cit.28 Béatrice Didier, op.cit., p. 19.
Alain Girard prefiere una conclusión sintética a su capítulo sobre las funciones del
diario íntimo subrayando que, en el fondo, todas ellas se resumen en una sola que
responde a la necesidad del individuo “amenazado en sus cimientos más profundos”, y
especialmente que el diario “es la creación de sí por sí”29.
1.2.4. Contenido // Estudios temáticos
Sin dar una definición rigurosa del diario íntimo el artículo del mismo título en el
Dictionnaire des œuvres du XXe siècle habla del interés, el estilo y sobre todo “los polos
dominantes” de este tipo de texto. Descartando de su título el adjetivo “íntimo”, muy
evocativo de una práctica del siglo XIX ya superada, se subraya que “aunque la
intimidad no figura más que episódicamente en el título, el intimismo no constituye
menos la trama esencial”. Sin embargo, en un tono generalizador y pedagógico, se
señala que “el contenido de los diarios varía demasiado poco con el tiempo, los temas
obligados permanecen: la vida afectiva y personal, la vida social, la vida intelectual” y,
más adelante: “cada diario acentúa a gusto uno de estos tres polos dominantes”30.
Una interrogación más específica parece entonces necesaria para delimitar el contenido
de esta especie de desván. “¿Existe una temática propia del diario íntimo? A primera
vista la respuesta no puede ser otra que no. Este género, formalmente tan estricto,
admite cualquier contenido, se habla de todo y de cualquier cosa, de lo insignificante y
de lo esencial, la coacción es nula. Todo está sometido a una condición formal: la voz
enunciativa, la misma del principio al fin, que dice yo y no puede decir más que yo y
ahora.”31 Sin embargo, la misma crítica relaciona la cualidad de esta trama insaciable del
diario que tiene mucho de la efeméride siendo “la inscripción de la sensación bruta, de
la notación veloz sobre lo vivo, de todo lo instantáneo con que se teje una jornada, de lo
que frecuentemente se olvida de un día a otro, o al menos se pierde su sabor.”32
De manera general, el diario recubre lo cotidiano y en tanto que tal deviene el registro
minucioso de la vida. “El diario se adhiere al hilo de la existencia, no recompone el
curso de una vida, no es una anamnesis (una evocación voluntaria del pasado) sino la
paciente y meticulosa recensión de una vida día a día, no va del presente al pasado sino 29 Alain Girard, op.cit., pp. 542-543.30 Dictionnaire des œuvres du XXe siècle. Littérature française et francophone, sous la direction de Henri Mitterand, Paris, Dictionnaires Le Robert, 1995, p. 252.31 Jean Rousset, op.cit., pp. 217-218.32 Ibidem, p. 162.
que se realiza en el instante de la enunciación más o menos instantánea e, incluso si se
utiliza la mediación de la escritura, prende su raíz en la inmediatez”33. De esta situación
depende el lugar delicado donde el diario empieza a confundirse con la vida, a
sustituirla a veces, o incluso a tomar las características de su autor, inflexión bizarra que
confunde cuerpo del texto con psiquis del diarista.
Además de las consideraciones generales y vagas que acabamos de ver, ciertos críticos
han ido a lo más particular para demostrar cuánto el contenido del diario íntimo depende
de una contexto singular, sea histórico y social, sea personal.
Alain Girard, por ejemplo, muestra que, a fuerza de ser los observadores de una realidad
que cambia apenas, los diaristas tocan de manera general temas tan recurrentes que uno
se ve tentado de llamar clichés: “la huida del tiempo, la dificultad de comunicarse con
los otros, el amor imposible, el fracaso de sus ambiciones, el lugar ínfimo que ocupan
entre los autores, la muerte que acecha. Todos temas eternos de la inquietud humana,
pero sentidos y tomados en una nueva perspectiva”34.
Para otro tipo de aproximación, entre los estudios más puntuales, es práctica la tesis de
Michel Braud La Tentation du suicide dans les écrits autobiographiques, 1938-1970
(PUF, 1992) que dedica una larga parte al diario íntimo y a la expresión de la pérdida
del sentido, del malestar de vivir, y a la investigación que viene a ilustrar entre 1930-
1970.
Estas mismas connotaciones negativas de la temática del diario parecen impresionar a
Béatrice Didier cuando habla de la propensión al Thanatos de una mayoría de diaristas.
“El diario consigna la muerte, la muerte de los otros, el progreso de la muerte en el
diarista, e incluso cuando parece abordar otros asuntos, es siempre la muerte su centro,
su sola preocupación, porque este género literario reposa únicamente sobre la
inscripción del sentido”35. Se ve cómo la teórica parece encontrar indisociable el
contenido del diario de su puesta en forma, razón sin dudas para ella de privilegiar una
33 Jean-Philippe Miraux, L'Autobiographie. Écriture de soi et sincérité, Paris, Nathan, 1996, p. 13.34 Alain Girard, art.cit., p. 103.35 Béatrice Didier, “Le journal intime : écriture de la mort ou vie de l'écriture” in La Mort dans le texte, sous la direction de Gilles Ernest, colloque de Cerisy, Paris, PUF, 1988, p. 145.
aproximación al diario a partir de gran número de grillas de lecturas, entre otras la
sociocrítica y el psicoanálisis.
En materia de temas y de asuntos de predilección en el diario íntimo, la única empresa
posible es la de tentar ciertas comparaciones entre diaristas de una misma generación. Si
ellas no se atienen al universal humano, la sola constancia en las anotaciones diarias
pueden hacer surgir contextos exteriores comunes y preocupaciones similares en un
mismo momento.
1.2.5. El destinatario del diario // teoría de la lectura
Aussitôt posé que le journal est un genre de par le fait de sa publication en tant que livre
(cf. supra), la problématique de sa destination et de sa réception se font jour. Ya
establecido que el diario es un género de par (genre de par), el hecho de su publicación
en tanto que libro (cf. supra), hizo aparecer la problemática de su destinación y de su
recepción. Estas dos partes de la teoría de la lectura encuentran algunas consideraciones,
pobres ciertamente, en los críticos que se han inclinado sobre el diario.
Desde un punto de vista poco tradicional, y considerando que no hay gesto enunciativo
sin la presunción de un receptor, se insiste sobre el hecho de que siempre existe un
destinatario por lo menos virtual: “El diario es finalmente una vasta correspondencia
con un desconocido, el lector futuro, improbable y cierto a la vez”36.
La crítica anglosajona ha sabido sistematizar mejor esta perspectiva en los cuadros de
una teoría comunicacional. Por principio y de manera general: “Surrounding any text
are implicit contextual conditions, participants involved in transmitting and receiving it,
and the nature of these implicit conditions and the roles of the participants affects the
status of the information contained in the text. Literature as well as « ordinary language
» (if that spurious distinction may be allowed to stand for the moment) has its «
illocutionary » dimension. [...] Just as speaking is made up of different types of action
carried out by means of language, the system of actions carried out through literature
consists of its various genres.”37
36 Béatrice Didier, “Les écritures du moi” in Précis de littérature européenne (sous la direction de Béatrice Didier), Paris, Presses Universitaires de France, 1998, p. 461. 37 Elizabeth W. Bruss, op.cit., pp. 4-5.
En cuanto al género autobiográfico en su totalidad, las cosas parecen complicarse “by
the fact that autobiography is an act of communication, and that the readers who look on
as the autobiographer explains himself have their own explanations and impressions of
the writer. [...] Every autobiographer must face the possibility that he is tacitly in
competition with his audience, although he may not confront the problem directly or
might assume that there is perfect agreement and sympathy. Perhaps he even tries to
establish agreement by voluntarily assuming the perspective of his own reader. Yet
there is no certainty that his willed disinterest will coincide with the genuine interest off
his audience...”38. Constatamos que un juego muy complicado de lecturas se instala entre
este autor que se transforma en lector, que muta en lector y un lector que cree conocer
íntimamente al autor-personaje debido el pacto autobiográfico.
En lo que concierne de manera específica al diario íntimo el propósito de Jean Rousset
intenta poner un poco en claro esta situación ambigua. En un artículo devenido canónico
—“Le Journal intime, texte sans destinataire ?” in Poétique, n° 56, 1983— esboza una
escala ascendente de abertura del diario hacia un destinatario. Así, desde un primer
grado de cerrazón que es la pura auto-destinación, pasando por la pseudo-destinación a
un alocutor virtual, retórico diríamos nosotros, se pasa hacia la abertura, reducida en
principio a un lector/destinatario privado (el ejemplo es el de los diarios conjuntos o
conjugados) y después, de máxima, a la publicación. En respuesta a este artículo
Mireille Calle-Gruber enfrenta oblicuamente el problema de la textualización del
destinatario “al que se situaría en tanto que función en el esquema del intercambio
discursivo, lo que permitiría estudiar su rol en la economía del texto”. La intención de
atraer el diario íntimo hacia el espacio literario donde se juegan todas las puestas en
escena discursivas y las modalidades de ficcionalización de los autores como de los
destinatarios es suficientemente transparente. Lo cierto es que la conclusión beneficia al
diario cuya especificidad sería la “curiosa relación entre un artificio exacerbado de la
comunicación, de un lado, y, de otro lado, un efecto de real singularmente eficaz”39
Para volver a la realidad del diario en tanto que libro es necesario preguntarse cuál es el
perfil de su destinatario real. ¿Es que existe un público, un horizonte de expectativa
38 Ibidem, p. 170. 39 Mireille Calle-Gruber, “Journal intime et destinataire textuel” in Poétique, n° 59, 1984, pp. 390-391.
específico para este género de escritura? Aparte de la constatación muy general del auge
del diario y las estadísticas de las editoriales hemos podido encontrar dos indicaciones a
modo de respuesta a este aspecto de la recepción.
Elisabeth Bruss pone en evidencia el hecho de que el gusto contemporáneo va hacia el
diario íntimo en tanto que testimonio de una construcción identitaria: “As a culture, we
have not yet lost our appetite for seeing how individuals go about constructing their
experiences from the inside, what resources they bring to the task, and what we might
appropriate from them or learn by their example to avoid.”40
Según Philippe Lejeune, el diario íntimo por su desarrollo y su estatus de d'œuvre à part
entière hacia el que tiende ha podido generar en su curso el nacimiento de un nuevo tipo
de lector: “una nueva raza de lectores apareció: curiosa y paciente, que ama colarse en
la vida de otros, aprende a leer entre líneas, y saben que un diario es como un buen vino:
hace falta tiempo para desarrollar todos sus aromas”41
Es necesario creer entonces que la intención del escrito íntimo se reencuentra por la
necesidad de lectura. El vacío cotidiano transpuesto al diario no tiene sentido sino es
compartido: diaristas y lectores se encuentran ante una misma necesidad.
1.2.6. Diario manuscrito versus diario publicado // genética
Esta problemática está conducida en primera instancia por el desenvolvimiento histórico
del diario: “estamos en el momento en que se pasa del diario íntimo al diario a secas [...]
quizá no haya más, propiamente hablando, diario íntimo, en la medida en que el escritor
tenga la segunda intención, más y más presente, de publicarlo”42. En nuestros días, la
publicación de un diario no es solamente posible sino cierta, verdaderamente
preestablecida antes de su escritura.
La primacía del diario publicado es puesta en evidencia también por Jerzy Lis que nos
da una aproximación muy interesante sobre los paratextos del diario, en la ocurrencia
del “discurso prefacial”43. Una explicación sobre la composición del diario-libro parece
40 Elizabeth W. Bruss, op.cit., p. 163. 41 Un Journal à soi, ou la passion des journaux intimes, catalogue d'exposition, éd. cit., p. 13.42 Alain Girard, art.cit., p. 273.43 Jerzy Lis, op.cit., pp. 178-189.
ser requerida por el género mismo. No solamente del prologuista, que es quien edita el
texto, describe los detalles de las supresiones o ajustes y, de manera general, toda la
información ligada a las elecciones del texto y a la puesta a punto de la edición, e
incluso la historia de su escritura. Comenzando por las etapas de redacción, con datos,
estaciones y años, justificando las lagunas o silencios por los acontecimientos de la vida
del diarista; continuando por las particularidades materiales del soporte manuscrito,
tales como el formato, la calidad, la textura, el color del cuaderno o de las hojas;
finalizando con las anécdotas o la leyenda, según los casos, ligadas a la historia y a la
transmisión del manuscrito, el trabajo del editor/prologuista es laborioso y supone
investigaciones de importancia. Y no en último lugar, después de tomar contacto con el
manuscrito, el prologuista avanza en su propia definición del género y a través de
comparaciones con otros textos similares subraya la singularidad del diario íntimo.
Philippe Lejeune ataca frontalmente la “Génesis del diario” consagrándole un capítulo
entero en su obra Les Brouillons de soi. Él ya había dicho en otra parte “del mismo
modo que una transcripción deja evaporar la voz, la impresión pierde una buena parte
de lo que expresa un cuaderno manuscrito [...] Existe incompatibilidad de humor entre
el diario y la forma libro. Editar un diario es querer hacer entrar una esponja en una caja
de fósforos”44. En consecuencia “el estudio genético de un diario parece, por definición,
sin objeto. Un diario, si es verdaderamente un diario, no tiene pre-textos (d'avant-
texte)”45. En esta situación y antes de enfrentar las consecuencias que entraña la
publicación, la crítica propone una solución exclusiva para el diario: porque el segundo
término de la comparación falta es posible comparar el diario consigo mismo, es decir
comparar entre ellas las entradas cotidianas, seguir los cambios al interior de las
unidades de estructura. De tal suerte que “el diario permite ver en vivo cómo una
escritura se engendra a sí misma por repetición (la tendencia a la auto-imitación es muy
fuerte) o por variación”.
Todo esto resulta verdadero, el hecho de la publicación entraña la posibilidad de la
comparación entre manuscrito y edición, de lo que se desprende que raramente se llega
a respetar el diario en tanto que texto en el mismo nivel que una novela o un poema.
“Desde que enfrenta una publicación el texto del diario no aparece más que como un 44 Philippe Lejeune, “Au pays du journal” in Nouvelle Revue française : “Le Journal intime”, n° 531, Paris, avril 1997, pp. 53-54.45 Philippe Lejeune, Les brouillons de soi, éd. cit., p. 317.
pre-texto (avant-texte), un borrador que conviene terminar, un enfermo que es necesario
ayudar a vestirse”46. Ante la imposibilidad de cambiar esta práctica corriente en lo que
concierne a la publicación de diarios, ya sea por el mismo autor o por un editor, Philippe
Lejeune emprende un estudio de procedimientos de reescritura desde una óptica
invertida “considerando el trabajo efectuado como una destrucción y valorizando el
punto de partida”47.
A estas dos posibilidades de aproximación al diario que abre la genética se agrega una
tercera, que Lejeune evoca igualmente pero sin adoptarla, es la que se llama
comúnmente taller de obra y donde se ve el diario como pre-texto (avant-texte) de otros
escritos.
En esta perspectiva muy limitativa, Gérard Genette clasifica el diario íntimo como un
“épitexte intime” al margen de los pre-textos (avant-texte) y sometido de tal suerte a la
sola función de laboratorio de obra propiamente dicho. Parece impensable tener un
diario por amor al diario y una idea tal no merece análisis. Así, el diario íntimo es
reducido a un útil en los estudios genéticos y todavía resulta claudicante porque “o bien
los escritores consideran su diario más como un complemento, verdaderamente un
derivado de la obra, en el que anotan de preferencia, íntima o no, los hechos exteriores a
su trabajo”48.
Para concluir este punto, no nos resta más que adherir a la última palabra de Lejeune:
“es sobretodo la relación muy especial que el diario mantiene con el tiempo y con la
verdad la que lo sustrae de los estudios genéticos: él es su propia génesis.”49
1.2.7. El aporte de la sociología y de la psicología
Hemos podido constatar, con Philippe Lejeune, que el diario íntimo esta lejos de ser el
único privilegiado heredero (“apanage”) de la literatura, por el contrario, en tanto que
práctica y actitud ente la vida se sitúa en una suerte de cruce de una mirada
interdisciplinaria que comparten varias ciencias humanas. La sociología y la psicología
parecen sacar un máximo de beneficio del estudio de los diarios íntimos.
46 Ibidem, p. 323.47 Ibidem, p. 327.48 Gérard Genette, “Journaux intimes” in Seuils, Paris, Seuil, 1987, pp. 358-359.49 Philippe Lejeune, op.cit., p. 330.
Sin entrar en el detalle de las técnicas sociológicas recordemos, sin embargo, el auge
renovador, resultado de una necesidad de recuperación impuesta por la sociedad pos-
industrial, que conocen los relatos de vida precisamente en torno de los años ‘70-’80 en
tanto que “primera materia de una ciencia social transdisciplinaria”50. La historia del
individuo deviene ejemplar para todo un grupo porque ayuda a mejor definir los tipos
sociales.
Poniendo en un pie de igualdad al narrador autobiográfico y al diarista, porque la misma
necesidad de decirse está en la obra tanto de uno como de otro, la sociología subraya el
peligro del “retocado”, de la distorsión de la verdad. Cierto, para la literatura, la
verificabilidad de hechos y gestos es una preocupación de segundo orden. Y si “toda la
cotidianidad de la existencia está condicionada por estos fenómenos de media
sinceridad, la ocultación de lo real (total con el efecto de bloqueo, parcial con el efecto
de pantalla) es sin duda el aspecto más importante de la aprehensión de lo real”51 y no
queda más verdad que la de la visión personal del diarista, “su” verdad tan limitada que
ella quizá nos interese sólo en tanto que lectores de diario.
Más puntualmente, la cuestión del diario íntimo visto por las sociología es abordado por
Malik Allam en su obra Journaux intimes. Une sociologie de l'écriture personnelle
(L'Harmattan, 1996) prologada por Philippe Lejeune. Varios aspectos merecen ser
retenidos. El diario íntimo es antes que nada “el soporte de una práctica de escritura
personal” y, en tanto que tal, la sola lectura no es suficiente para la comprensión y la
puesta en perspectiva sociológica de esta práctica. Esto porque se prefiere la
investigación sociológica como instrumento de trabajo aplicado al conjunto de
escrituras personales que representan un fenómeno cultural que se hipostasia
diferentemente en la historia. Las reflexiones propiamente sociológicas que derivan del
estudio de un corpus de diarios íntimos de gente común muestran que “por la reflexión
de su diario, el individuo cambia, inventa o hace variar sus modelos de reacción y de
acción, sus representaciones del mundo social” y esto participa “en la base del cambio
social”. Dicho de otro modo, el individuo participa “en la definición de la vida social
por el trabajo sobre su propia vida”.50 J. Poirier, S. Clapier-Valladon, P. Raybaut, Les récits de vie. Théorie et pratique, Paris, PUF, 1983, pp. 13-21.51 Ibidem, p. 58.
Una aclaración útil nos es aportada relativa al diario íntimo visto como una escritura de
la crisis en la medida en que el estudio sociológico releva una frecuencia significativa
de “situaciones de desequilibrio, donde las personas son confrontadas a la necesidad de
producir nuevas representaciones capaces de entrar en coherencia con su realidad social
y afectiva del momento”.
Como la sociología misma lo admite, es difícil hacer la división con lo que pertenece al
trabajo del psicólogo. Es quizá tiempo de ver cuál es la contribución de esta otra ciencia
humana a la exploración del diario íntimo. Pero es sin duda fácil de adivinar: lo que
puede interesar esencialmente al psicólogo / psicoanalista es la función terapéutica del
diario personal.
Sobre este tema, que él ha tratado en varios artículos, Guy Besançon concluye así: “ de
numerosos críticos se ha subrayado que el escrito íntimo se dirige a un interlocutor
ideal, en parte fantasmático y en relación con la historia propia del sujeto [...] Tiene sin
dudas para su autor una cierta función terapéutica, la de la escritura, la de la catarsis
particularmente al nivel de la dimensión depresiva que nos ha parecido constantemente
presente [...] pero las condiciones mismas en la que el diario se elabora, el solipsismo en
que está encerrado su autor, limitan ineluctablemente las modificaciones profundas del
Yo, y, más que sacudir las resistencias, elemento indispensable en un verdadero cambio,
las refuerzan más.”52 Los efectos del diario parecen entonces muy pesimistas, porque a
despecho del presunto destinatario —elemento necesario de la transferencia para Freud
— las otras características de este tipo de escritura impiden los virajes decisivos de la
personalidad, de donde venga quizá también la impresión de machaqueo que se tiene
frecuentemente. Queda, como para toda literatura diríamos nosotros, el efecto de
catarsis de los primeros tiempos de nuestra cultura que opera en igual medida sobre el
autor y sus lectores casi inevitables.
Pero, por su definición, se espera del diario menos un efecto espectacular que la simple
constancia en tanto que práctica. No siendo una obra, no es considerado como tal, es
suficiente que exista, simplemente. Es una constante: “Para afrontar el sufrimiento
52 G. Besançon, “Remarques sur la fonction autothérapeutique du journal intime” in Psychologie médicale, vol. XIX, n° 9, septembre 1987, p. 1505.
inherente al estado de crisis, cualquiera sea la naturaleza de esta crisis, para combatir la
duda, la angustia, la desesperación o el vacío interior que le están fatalmente asociados,
una categoría de individuos, sin distinción de edad ni sexo, deciden espontáneamente
empezar un diario”53. Más tarde, regresa al yo para desplegarse cotidianamente sin otro
objetivo ni de parte del diarista, ni de parte de su eventual publico. Brevemente, “Al
centro del diario íntimo, el “yo” irreductible que asegura la unidad, se contempla en sus
pensamientos, sus emociones y sus opiniones. En busca de su identidad, se interroga,
llevado por la necesidad imperiosa de encontrar sus razones de vivir y de descubrir un
sentido a su destino”54
1. 3. Cuestiones dejadas en suspenso. Aperturas. Necesidades.
Si se puede hablar de diario íntimo de un extremo a otro de su historia y de su
diversidad en un momento dado es también porque él ha devenido un género: “es
probable que alguna cosa se modifique en él, y que sus funciones sean desplazadas,
como sucede con cualquier institución viviente, sin que por eso sus rasgos
fundamentales hayan desaparecido.”55
Más todavía, “el diario íntimo es una moda. Es entre muchos otros, un hecho de
civilización que define nuestra época, y que concierne a cada uno de nosotros, intimista
o no”. Su paradójica vocación de universalidad viene precisamente de su sustancia que
no cesa de presentar “en un mundo desacralizado, deshumanizado quizá, al individuo
[que] se interroga tanto sobre su destino y descubre lo que llamamos hoy la angustia y el
absurdo.”56
En contextos parecidos, estimamos que una de las primeras necesidades que impone el
estudio del diario íntimo es la de establecer el cuadro de su estado actual; ver si él
guarda siempre esa vocación universal y situar el mensaje del tiempo que él transmite.
Dicho de otro modo, la historia literaria debe seguir la Historia e intentar sin duda una
ampliación de su visión y de sus herramientas. En mucho, las investigaciones de
Philippe Lejeune van precisamente en ese sentido en una tentativa de atrapar el
53 Claude Bonnafont, Ecrire son journal intime, Paris, Retz, 1982, pp. 12-13.54 Ibidem, p. 16.55 Alain Girard, art.cit., p. 104.56 Ibidem, p. 103.
auténtico diario del “Señor / Señora Todo el mundo” y eventualmente archivar el más
grande número de manuscritos posibles. El letrado con sus preconceptos de literaturidad
del escrito íntimo parece desterrado de tal proceso en beneficio del socio-historiador.
Sin embargo, considerando sus propias investigaciones en torno del diario íntimo
sustentadas en una decena de años, Philippe Lejeune reconoce “mi búsqueda tiene un
costado negativo” por haber constatado que “el diario es un marginal, sin domicilio
teórico fijo. Se le hace raramente el favor de un estudio”57. Su experiencia le permite
alimentar buen número de entradas y de pistas de investigación, pero elige subrayar una
“es un campo inmenso, todavía poco explorado, en particular en el dominio de la
poética”. O, a riesgo de repetir, la aproximación literaria al diario es la más difícil
porque es la menos rigurosa a causa de su naturaleza compleja y por lo menos ambigua:
texto en tanto que reflejo de una psiquis.
Preservando el espíritu de la dificultad, y para no cerrar completamente esta vía
afirmando la imposibilidad de una poética de lo informe y de la no obra que el diario
íntimo continua ilustrando, es necesario observar sus mecanismos de construcción y de
funcionamiento. Sería necesario sin dudas intentar descifrar, caso por caso, si las
técnicas y las figuras propiamente literarias importan en el diario como en cualquier tipo
de escritura. En este sentido nos parece importante reparar en el uso de la
intertextualidad en los escritos íntimos. Es un asunto que no ha sido abordado si no es
para la definición extraña y restrictiva de la autobiografía en tanto que “autobiocopia”
del mismo Philippe Lejeune. Nos sorprendemos igualmente del poco análisis sobre el
estilo diaristico especialmente marcado por la repetición y frecuentemente por la
profusión de leitmotivs personales. Cada diarista podría ser descripto en función de un
refrán que combine la obsesión personal con una fórmula fijada en general o
comportando un mínimo de variaciones. Estas y otras cuestiones necesitan de un largo
estudio aplicado sobre los textos, prueba de que la poética tiene todavía cosas en el
tintero.
En la línea de un estudio interesante y rico cuyo objetivo era “proponer una geografía
del pensamiento suicida entre 1930 y 1970 aproximadamente, en el cuadro
57 Philippe Lejeune, “Tenir un journal. Histoire d'une enquête (1987-1997)” in Poétique n° 111, Paris, septembre 1997, p. 375.
autobiográfico”58, sería sin duda útil diseñar mapas temáticos similares que podrían
reagrupar sobre un eje vertical las recurrencias en los diarios de una misma época a
despecho de, o paliando, la abundancia sobre el eje horizontal de los temas abordados
por cada diario. Este sería seguramente el lugar de reencontrar, si lo hay, las constantes
universales que ya han sido interrogadas.
En materia de finalidad del diario y costumbres de escritura, en su obra de síntesis Jerzy
Lis propone una idea muy interesante que merecería ser retomada y verificada para un
gran número de diarios y para épocas diferentes. Señalando la práctica de diaristas-
lectores de la primera mitad del siglo XX que leen muchos diarios, tanto anteriores
como los que pertenecen a compañeros o colegas, la crítica afirma que “vistos bajo el
ángulo del modelo a seguir, los diarios son leídos por los escritores con la intención de
alimentar el propio texto. Numerosas reflexiones hechas por los otros reflejan
exactamente las ideas del lector y, gracias a la precisión de juicios, ellas contribuyen a
la elaboración de un saber-hacer diarístico que tiene consecuencias en la evolución del
género”59. Esta práctica de lectura es duplicada, según la misma crítica, en los más
audaces diaristas, para destinar el suyo a los lectores privilegiados. Hay quienes hacen
leer fragmentos de sus diarios y hablan abiertamente: “la instauración del intercambio
profesional desmitifica este tipo de escritura, reconforta a los interlocutores y confirma
que sostener un diario importa tanto como la creación de otras obras”60. La literatura
rumana contemporánea conoce un fenómeno similar en los años ‘70-’80 en el seno de
la Escuela de Tîrgoviste —nombre de un círculo de escritores que compartieron un
cierto número de principios comunes de escritura en la ficción como en la redacción del
diario. Una parecida actitud poiética puede funcionar pero únicamente en un cuadro
restringido y bajo climas espacio-temporales reducidos porque, tales relaciones
endogámicas y esa manera de proceder no puede tener otro resultado que el agotamiento
y la muerte del género.
La relación entre el texto del diario y su práctica y, de manera más general todavía, la
actitud y la manera de vivir del diarista parecen ineludibles y se ve hasta que punto con
el diario íntimo uno se encuentra realmente frente a un hecho de civilización. Es
58 Michel Braud, La Tentation du suicide dans les écrits autobiographiques, 1938-1970, Paris, PUF, 1992, coll. Perspectives critiques, p. 12. 59 Jerzy Lis, op.cit., p. 69.60 Ibidem, p. 81.
interesante cómo un sociólogo pudo destrabar la necesidad del estudio de textos en
vistas de un análisis que prestaría sus herramientas a varias ciencias humanas todavía a
definir.
A continuación de su investigación sobre los diarios íntimos, el sociólogo Malik Allam
indica algunas entradas al estudio sobre los textos, opuestas a la suya, que pueden
enriquecer la comprensión del fenómeno llamado diario. Así, será útil “buscar los lazos
entre la forma de escritura (¿tipos de relatos, de discursos, articulaciones en torno a
alguna temática?) en la cultura en la que se sitúan sus autores”, él estima igualmente que
un estudio sobre los textos y las representaciones del mundo contenidas en ellos podría
precisar las correspondencias entre tipos de escritura y tipos de situación favoreciendo
la escritura”61. Puesta en contexto, marcación de la weltanschauung, lazos temáticos y
formales entre escritura y vida son otras tantas problemáticas que el diario íntimo
provoca sin considerar el tipo de estudio que supuestamente lo encuadra.
A la luz de estos comentarios, es necesario en consecuencia asumir la dificultad y los
límites de una lectura de los diarios íntimos contemporáneos con las herramientas
literarias que tenemos y concluir así esta simple puesta al día.
61 Malik Allam, Journaux intimes. Une sociologie de l'écriture personnelle, Paris, L'Harmattan, 1996, p. 227.
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