periodismo y propaganda de guerra. ambigüedades y contraposiciones

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  • 7/25/2019 Periodismo y Propaganda de Guerra. Ambigedades y Contraposiciones

    1/7

    La Trama de la ComunicacinISSN: 1668-5628

    latramaunr@gmail.com

    Universidad Nacional de Rosario

    Argentina

    http://www.redalyc.org/revista.oa?id=3239
  • 7/25/2019 Periodismo y Propaganda de Guerra. Ambigedades y Contraposiciones

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    Pgina215/ FLORES, Gastn Nicols, Periodismo y propaganda de guerra. Ambigedadesy contraposiciones enLa Trama de la Comunicacin,

    Volumen 12, UNR Editora, Rosario, 2007

    Periodismo y propaganda de guerraAmbigedades y contraposiciones

    Por: Gastn Nicols Flores

    Sumario:El periodismo de guerra y la propaganda de guerra sur-gieron apenas hubo medios de comunicacin de masas,

    y rpidamente se relacionaron. Durante el siglo XX esta

    relacin fue cambiando pero siempre se mantuvo activa, y aprincipios del siglo XXI plantea un importante desafo tico

    y profesional a muchos corresponsales y periodistas: cul

    es la lnea que separa periodismo y propaganda durante un

    conflicto armado.

    Descriptores:

    guerra, periodismo, propaganda, corresponsal, guerrilla

    Summary:War jour nalism and war pro paga nda emer ged soon af termass media were available, and rapidly stablished a relatio-

    nship. During the twentieth centur y that relationship changed

    but always remained act ive, and in the beginning of thetwenty-first century it presents an important ethical and

    professional challenge to many correspondents and

    jour nalist s: what is the line th at sep arat es jour nalism and

    propaganda during an armed conflict.

    Describers:war, jo urna lism, pr opag anda , cor resp onde nt, guer rilla

    Licenciado en Comunicacin Social. Adscripto al Seminario Conjeturas sobre el Sujeto: Reflexiones sobre los vncluos sociales ypolticos en la cultura meditica Ctedra Bla(st) - Facultad de Ciencia Poltica y RRII - Universidad Nacional de Rosario

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    Periodismo suele ser sinnimo de seri edad, riguro-sidad y una muy repetida objetividad; propaganda deguerra suele ser sinnimo de manipulacin, mentirasy engao. Sin embargo, ambos conceptos muchas

    veces se unen r pida y f cilmente en m oment os deconflictos blicos, generando una ambigedad mani-

    fies ta.Este camino es largo, y abarca ya ms de un siglo,

    desde que los medios de comunicacin masivoscomenzaron a narrar lo que suceda en los camposde batalla, rpida y precisamente, dejando lugar a unareaccin pblica frente a las decisiones to madas porlos gobiernos. Es equivocado pensar al periodismo deguerra como un opuesto a la propaganda: en realidadla segunda es una respuesta a la contundencia delprimero, que en determinados momentos puso en pro-blemas a las dirigencias militares y polticas al r evelarsus errores. Y actualmente el perio dismo de guerra esuna respuesta a la propaganda, en la medida en queel periodismo debe alejarse de los estereotipos dela propaganda y continuar su misin desmitificadora(sean cuales sean los mitos).

    Inversamente, se puede pensar que la propagandade guerra tiene que ver con el medio de c omunicacin

    de masas ms primitivo, el rumor o el boca a boca(ms un mtodo que una tecnologa), luego se fundicon la cobertura periodstica aprovechando el augede nuevas tecnologas. En este sentido, el periodismono sera ms que una redefinicin de aquel rumor queno poda demostrar su veracidad; tal vez incluso unaredefinicin superadora.

    Propaganda y manipulacinLa propaganda de guerra, de todos los tipos, puede

    servir para muchas cosas: legitimar una agresin,exaltar a la p oblacin, pedir apoyo de la poblacin pro-pia o de un pas ocupado, compensar a una poblacinhambrienta y dolida explicando que ese sufrimientosirve para algo. En este sentido, los usos son losmismos que hace dcadas, aunque en la act ualidad,

    la principal misin es explicarle a la poblacin porqulas FFAA entran en combate, incluso si no hay m otivos

    aparentes o firmes para hacerlo. La propaganda deguerra, entonces, es crucial antes de un conflicto, para

    justif icar lo; y durante, p ara c onvence r a la poblac inde que puede ser ganado.

    Sin embargo, otro propsito importante de la pro-paganda es explicarle al enemigo la falsedad desu causa, dndole motivos para dudar y finalmentedejar las armas. Esta misin es tal vez la ms difcil,

    por obvias razones, y no pocas veces ha fallado.Principalmente por no comprender al target, si utili-zamos el trmino de marketing. Existen numerososcasos, pero es interesante profundizar en dos deellos. Aunque pueda parecer extrao, ninguno deellos sugiere un choque de culturas, o la estereoti-pacin-degradacin del oponente a nivel cultura, sinosencillamente una falla al comprender al gn aspectoprincipal de la mentalidad del oponente, de su formade vida o, un caso particular desde Vietnam, estarpeleando dos guerras diferentes.

    Uno de los casos ms recordados es el de los Aliadosdurante los ltimos das de la Segunda Guerra Mundial.Mucha de la propaganda estadounidense e inglesaestaba apuntada a remarcar, tanto a civiles como amilitares enemigos, la locura de Hitler. En mensajes

    radiados, volantes arrojados desde el aire y otrosmedios, pedan a los oficiales y soldados que serindieran en lugar de s ervir a un individuo que llevabaa Alemania a la destruccin. Luego de mucho tiempode mantenerse en esta actitud, sin ningn resulta-do, los encargados de la inteligencia comenzarona interrogar a los oficiales; muchos de ellos eranreconocidos por su capacidad militar y su oposicino indiferencia frente al nazismo y en general a todatendencia poltica.

    Los aliados no podan entender cmo ofic iales ins-truidos y apolticos se guan combatiendo por un rgi-men como el nazi. La respuesta t ard en llegarles, yera sencilla. Todos los soldados y oficiales alemaneshaban jurado obediencia a Hitler en persona. La

    firm e lealta d a la palabra empea da (una tradicin, no

    solamente militar, que en la cultura alemana era muyimportante) era lo que mantena a los oficiales obede-

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    ciendo y dando rdenes que no hacan ms que alargarlo inevitable. La misma cost umbre haba incluso frena-do repetidas veces los intentos de asesinato de Hitlerplaneados por los altos mandos. Estas personas se

    vean a trap adas en l a e ncruc ijada mo ral de intent arsalvar a su pas o de mantener firme su palabra y notraicionarla. En este caso, no comprender totalmentela dimensin simblica de un gesto aparentemente tan

    sencillo hizo que se perdiera mucho tiempo con unaidea equivocada.El otro caso, ms que solamente perjudicar el desa-

    rrollo de una estratgica campaa de propaganda,sencillamente configur una matriz de pensamientototalmente errnea que mantuvo activa la guerrade Vietnam por aos y aos. All donde los EstadosUnidos vean una lucha contra el comunismo, los

    vietna mitas, habiend o su frid o el colo nialism o des demucho tiempo antes, vean una lucha por la indepen-dencia. La base comunista del movimiento creado porHo Chi Minh era irrelevante, en el sentido de que esosgrupos deseaban const ruir un pas independiente decolonialismos (tradicionales o novedosos) e inclusolejos de la inf luencia directa de otros pases comunis-tas como la URSS y China.

    Mientras EEUU no poda perder soldados debido alescaso apoyo popular a la guerra, cimentado en partepor los medios, Vietnam del Norte no escatimabasangre por lograr ese ideal de independencia. Comolo han mencionado algunos funcionarios y autorida-des militares vietnamitas luego de la guerra, si bienel precio fue alto, ellos estaban dispuestos a seguiradelante: ninguna clase de propaganda, apoyada o noen hechos, iba a desviar su accionar, c ostara las vidasque costara. No se trataba de un gobierno desptico(como el de Stalin) que obligara a sus soldados a entraren el combate; sino una causa nacional que todos co m-partan como propia, por la que no faltaban voluntariosincluso para las tareas ms peligrosas1.

    En este caso, poco p odan hacer tambin los inten-tos de propaganda para demostrarle al Vietcong o al

    norvietnamita (fuera soldado o civil) la corrupcin omalignidad del comunismo. Y es que existen prcticas

    e imaginarios difciles e imposibles de promover oimplantar en un conflicto blico, si del otro lado hayprcticas e imaginarios mucho ms fuertes, como lalealtad, la obediencia o un ideal mayor de independen-cia o libertad. En estos cas os, hay que plantearse elpeso que tiene la propaganda de guerra en diferentescontextos, y tambin su grado de eficacia.Vemos aqu uno de los m ayores er rores al ha blar de

    propaganda de guerra: pensarla como una forma demanipulacin directa, segn lo trazado por la TeoraHipodrmica. Tal vez esto tiene que ver con que,

    justam ente, muchas de las ms fa mosa s y ex tensa scampaas de propaganda de guerra tuvieron comoescenario la Segunda Guerra Mundial, momento en elcual esta teora estaba en su cspide, pero tambinen la que encontr su punto de declive.

    Sin embargo, la propaganda de guerra est all paravender una idea, como un come rcial: la false dad orealidad de la idea es otro asunto. No son pocos loscasos en los que un gobierno ha tenido que utilizar lapropaganda de guerra para explicar una accin militarque tiene una buena justificacin, pero que no tieneapoyo popular. Sin ir ms lejos, Vietnam era una causapolticamente comprensible desde el punto de vista de

    la Guerra Fra y la Teora del Do min, pero las auto rida-des fallaron estrepitosamente en hacer que esa luchafuera la del pueblo estadouniden se en conjunto, el cualno pudo apoderarsede dichos motivos. Algo que socurri en la S egunda Guerra del Golfo (la liberacinde Kuwait) y en parte en la Tercera.

    La Segunda Guerra Mundial vio el nacimient o yapogeo de este nuevo tipo de lucha propagandstica,

    junto con otro s avances t ecnol gicos. Por lo gener al,los gobiernos totalitarios, incluso antes de ingresara la guerra, tenan grandes instituciones estatalesdedicadas a un tipo de propaganda. Tanto es as queen Alemania, la propaganda era considerada como uncuarto frente, y serva para dos grandes prop sitos. Elprimero, pasivo, era mantener a las tropas y los ci vilescon la moral alta; el segundo, ms activo, era con fundir

    al adversario, conjugando a la prensa con las laboresde contraespionaje e inteligencia.

    Claro que tambin se entrelazaban las accionesdel cuarto frente con las dems ramas militares: fueas como la invasin a Polonia fue justificada como uncontrataque alemn debido a la poltica belicosa del

    vecino pas, que en realidad se estab a prepar andopara ser inevitablemente invadido.

    Este tipo de mentiras y los mtodos que se usabanpara presentarlas eran ambos bastante burdos. El sis-

    tema general que tenan estos organismos estatalesera negar las virtudes del enemigo y reemplazarlaspor vicios; as, por ejemplo, a los japoneses se leshizo creer que los estadounidenses eran vagos ycobardes, algo que les aseguraba el desprecio de l apoblacin y la promesa de una rpida y fcil victoria;tambin les aseguraban que eran sanguinarios, locual evitaba que los soldados pensaran en rendirse.Los xitos del enemigo eran minimizados o pasadospor alto, y los fallos, errores o derrotas propias erandisfrazadas por victorias que ensalzaban el coraje yla entrega por la patria. De esta manera, una aplas-tante derrota se converta en una victoria del esprituguerrero nacional, o en una demostracin de la fuer zade la raza o la sangre. El mismo esquema se repitiuna y otra y otra vez, tanto para las t ropas en el frente

    como para los ciudadanos, incluso cuando la situacinreal era evidentemente tan mala que solamente losms fanticos, y a veces ni ellos mismos, po dan creercabalmente dichas palabras.

    Se puede poner mejor esta situacin en palabrasdel contraalmirante Franco Maugeri, jefe del Serviciode Inteligencia Naval italiano: "Cualquier escaramuzao patrulla con xito era ampliada, exaltada e infladahasta que adquira las proporciones de un Gettysburgo Trafalgar. Y las noticias de los triunfos aliados sereducan u omitan por completo. Empezam os a dudar,luego a desconfiar y por ltimo a descreer de las decla-raciones oficiales emitidas por nuestro gobierno"2.

    Este tipo de maniobras eran tpicas de un gobiernoautoritario, que llegaba a pensar que una orden impl-cita de los medios era que los oyentes creyeran esos

    datos. Los cuales, generalmente, eran diferentes ototalmente opuestos a la realidad que se perc iba.

    Tal vez el caso ms pattic o fue el itali ano, en donde,concientes de que la gente com enzaba a escuchar laBBC y La Voz de Amrica (algo p enado severamente),el gobierno lleg a ordenar que en todos los lugarespblicos se sintonizaran las noticias oficiales a las13 y 18 horas de cada da, y que las personas, paraestar atentas a la informacin, deban dejar de comer,beber o lo que estuvieran haciendo y se pusieran

    de pie. Obviamente, el pblico en general pas poralto estas rdenes, incluso cuando podan acarrearencarcelamiento y la muerte.A la larga, la gente per ciba que aquella exage racin

    era imposible, como lo seala Maugeri. Son conoci-dos los muchos chistes que comenzaban a circularen Italia y Alemania, acerca de polticos corruptos,la escasez de comida, la inminente derrota. Estaprctica era la nica manera de ac eptar aquella rea-lidad, de construir formas de lucha contra una auto-ridad que pretenda imponer hechos imposibles. EnJapn, una cultura diferente y el aislamiento terrestreposiblemente repercuti en un crecimiento muchomenor de rumores y datos que venan del frente ynegaban la realidad oficialmente construida; si huboprcticas antipropagandsticas, no hay datos sobre

    ellas. Sin embargo, hay que tener en cuenta cmoestas prcticas, dependiendo de las caractersticasde cada cultura, iban minando lenta o rpidamente laaceptacin de aquellas realidades impuestas por lasnoticias oficiales.

    El ltimo intento serio de la propaganda de guerraitaliana fue, justamente, imitar la voz del espectadorpromedio. Al ver que nadie obedeca las ridculasreglas ya enunciadas, crearon a la "Voz Fantasma".Se trataba de un personaje ficticio que interrumpaa los locutores radiales en mitad de l a programacin.Supuestamente del lado del pblico, y defensor de la

    verdad, desaf iaba a v iva voz a l os come ntar istas adecir a no mentir sobre l o que suceda en Italia y en el

    frent e. Se daba enton ces un interca mbio de argumen-tos entre ambas parte s. Al comienzo, esta estrategia

    funcio n, ya que la gente crea que fina lmente algui ense arriesgaba a decir la verdad. Sin embargo, todo fue

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    perdiendo credibilidad y popularidad: las preguntas ycuestiones planteadas p or la Voz Fantasma, siempreeran respondidas con demasiada agudeza. Aquldefensor de la opinin pblica era siempre derrotadocon un mejor argumento, y pronto todos se dieroncuenta de que aquello no era ms que un teatro radialbastante burdo3.

    Del lado aliado, la cuestin de la propaganda dio

    lugar a ms debates, ya que la existencia de sectoreslibres, como los medios de comunicacin privados,permita una cierta cuota de disenso. Es cuestinconocida que Churchill, veterano administrador britni-co durante la Gran Guerra, era tambin defensor de lamentira, el engao y la manipulacin meditica durantela guerra. Esto no cay nada bien en la administracinde la BBC, la cual era tanto un medio de c omunicacinconvencional, como un medio de comunicacin entreunidades infiltradas en territorio enemigo. Curiosocaso que se repiti luego en algunas ocasiones, mien-tras la BBC desbarataba las mentiras alemanas connuevas afirmaciones y tambin inclua nuevas noticias,era utilizada por las Fuerzas Armadas para transmitirmensajes codificados a unidades de la resistencia,espas y saboteadores, en pases ocupados.

    Los roces entre la cpula de la BBC y Churchill yotros polticos dio sus frutos. Con el tiempo, todosse dieron cuenta de que la independencia periods-tica era importante. La BBC se autocensur muchas

    veces, sin duda, pe ro no p or eso dejaba de cr itic ar aveces a l gobier no.

    Todo esto llev a lo que los Aliados llamaronprop a-ganda with facts (propaganda con hechos): aunquelos detalles fueran recortados y adornado s, la verdadgeneral no se ocultaba, y los hechos fundamentaleseran comentados sin problemas. La interpretacinde estos hechos, en todo caso, era harina de otrocostal, pero la verdad subyacente resultaba muchoms creble.4

    Fue por eso que la BBC se mantuvo como una fuentetan creble de noticias, tanto en el Reino Unido como

    en pases ocupados y las mismas Alemania e Italia.Cuando las mentiras de los gobiernos autoritarias

    eran repetidas demasiadas veces, el pblico sencilla-mente se cansaba y cambiaba de dial.

    La cobertura mediticaEsto nos lleva al anlisis de cmo los medios cubren

    los conflictos armados, a veces condicionados a obe-decer reglas que no favorecen para nada su supuestaobjetividad, y de hecho pueden convertirse, voluntaria

    o involuntariamente, en rganos de prensa guberna-mental.Los conflictos armados estuv ieron lejos del pblico

    general de muchos pases hasta que los medioscomenzaron a hablar de ellos. Esto se logr gracias alos avances tanto en transporte como en comunica-cin: una persona especialmente encargada poda iral frente (generalmente muy l ejano, ya que los pasesdesarrollados tenan colonias en todas partes delmundo, en donde surgan los problemas) y aprove-char los medios de comunicacin para contar lo quesuceda.

    Se reconoce como el primer peri odista en cubrir unconflicto de gran envergadura al ingls William HowardRussell, que fue despachado a cubrir la guerra entreInglaterra, Francia, Turqua y Rusia por la pennsula de

    Crimea, situada en el Mar Negro, en 1854. Los avancesde la tecnologa haban llevado al telgrafo, el cual per-mita a un corresponsal comunicarse eficientementecon su diario, el ya por entonces poderoso TimesdeLondres, situado en el otro extremo de Europa. Esteaparato produjo sin duda alguna un enorme cambioen la sociedad moder na: en lugar de tener que enviaruna carta que tardara semanas en llegar a destino,cualquiera poda enviar sus pensamientos a todaspartes. La informacin llegaba tan rpidamente quepoda transformar algo, causar alguna sensacin enel pblico, ingresar en la opinin pblica, crear agenday llevar eventualmente a cambios polticos.

    Posiblemente debido a la novedad de la te cnologa,Russell no parece haberse enfrent ado a ningn tipo decensura. Sus relatos contaban todas las ineptitudes

    de los mandos brit nicos: regularmente llegaban susdenuncias sobre la falta de camas para los enfermo s

    y del abrigo para los soldados, mientras los oficial estenan chefs privados, sirvientes hindes y buenos

    vinos. Las cru entas cr nicas del cor respo nsal bri tni-co conmocionaron a todos en su pas. Lo que sucediluego fue paradigmtico: el ofic ial ingls a cargo, LordRaglan, tuvo que renunciar, al igual que su jefe elministro de Guerra. Russell, sin embargo, sigui en sudespacho. La vieja guerra haba terminado gracias a

    la enorme red de cables telegrficos, el cdigo morsey los pequeos aparatos que enviaban las sealeselctricas.

    El jefe de Russell, John Delane, director del Times,dej en claro algunas frases que se convirtieron enclsicos para cualquier corresponsal: "el deber dela prensa es hablar; el de los estadistas, guardarsilencio. [...] El deber del periodista es buscar la

    verdad por sobre todas las c osas, y pre senta r a su slectores, no aquello que los estadistas desearan queconociesen, sino la verdad, hasta donde le sea posiblealcanzarla"5.

    Habiendo aprendido la leccin, no es de extraarque en el siguiente gran conflicto blico comenza-ran a pensarse serias limitaciones para la coberturameditica en el frente. La Primera Guerra Mundial fue

    incluso ms cruda que las anteriores, lo cual queddemostrado al poco tiempo de su inicio. Enormes can-tidades de hombres murieron en los primeros meses,nuevamente a causa de graves fallos estratgicos,ineptitud y la falta de voluntad para cambiar lo que no

    funcio naba. Los nuevos apara tos de comunic acinno hicieron ms que facilitar y posibilitar un mayoracercamiento a esta realidad.

    Llegado el momento, el Primer Ministro ingls, LloydGeorge, describi con gran precisin las causas deesta censura: "si la gente realmente supiera lo que ocu-rre, la guerra se detendra maana. Pero, por supuesto,no saben y no pueden saber. Los corresponsales noescriben la verdad y la censura no la dejara pasar"6.

    No es inocente la frase; en ese momento era comnque murieran miles de hombres por da en acciones

    militares intiles y mal planeadas. Es imposible pensarque en la actualidad alg o as sucediera, y es ta mbin

    algo difcil de pensar que la opinin pblica del momen-to lo admitiera. Para el f inal de la guerra, de no habermediado la llegada de ciertas tecnologas (como ladel tanque) y la entrada de EEUU en el conflicto, es deesperarse que tarde o temprano ambos bandos tira-ran la toalla, completamente incapaces de continuarpeleando en gran medida por la escasez de hombrespara empuar las armas.

    En el perodo de posguerra no solamente se mejorla tecnologa, sino que tambin la idea de la propagan-da y el periodismo c ambi totalmente. La prensa fuelimitada de mayor manera en muchos pases, sobretodo en los que tenan regmenes totalitarios.

    En la Segunda Guerra Mundial, algunos contendien-tes mantenan a sus corresponsales de guerra dentrode la estructura militar, para asegurarse as una suertede censura automtica, doblemente impuesta. Por unlado, el mismo patriotismo del periodistainterf eraen lasituacin; por otra parte, el est ar metido en una estruc-tura mucho mayor que l haca que fuera obviam enteimposible hablar de temas controversiales.

    Los gobiernos totalitario s tenan sencillamente uni-dades de propaganda dentro del organigrama, ya

    fuera n unidades militar es o civil es. Mientr as tant o,

    los estadounidenses y otros pases democrticos,en menor medida, tenan perio distas "embedded", esdecir, intro ducidos dentro de las unidades militares.Fotgrafos y cronistas acompaaban a los soldadosen desembarcos y combates de todo tipo, narrandohistorias de valor propio y c rueldad del enemigo. LasFFAA de EEUU tambin tenan dentro de su estructuracorresponsales, fotgrafos y periodistas militares,pero estos trabajaban para publicaciones internas,como el peridico Stars & Stripes, pensado para sol-dados en todos los f rentes. De esta manera, a veces elperiodismo y la propaganda se mezclaban sutilmente,pero de manera separada para civ iles y militares, cosaque no suceda en pases autoritarios com o la URSS y

    Alema nia, en d onde el Estado cent raliza ba la p ropa-ganda en diversas organizaciones pro pias.

    Terminada esta guerra, en los siguientes conf lictosimportantes se dio un proceso similar. Sin embargo, un

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    caso especial, que no se ha v uelto a repetir y segura-mente nunca ms veremos, fue la guerra de Vietnam,en la cual no existi ningn tipo de censura sobre losperiodistas y corresponsales, ya fueran estadouni-denses o de naciones neutrales. Esto se debi a que,en realidad, EEUU nunca declar la guerra a Vietnamdel Norte: esa atribucin era parte del Congreso,quien nunca estuvo de acuerdo con las acciones mili-

    tares en esa regin. Como ha sucedido muchas ot rasveces, los presid entes de la poca supieron rodea resta prohibicin constitucional y enviar soldados alsudeste asitico.

    Sin el pas en guerra formal, las autoridades milita-res no podan efectuar ningn tipo de c ensura sobrela cobertura de los medios privados; como muchopodan censurar a sus propios periodistas (esto puede

    verse en pelculas como Good Morning VietnamyFullMetal Jac ket, ambas basadas en personajes reales).

    Esto sent un curioso antecedente, ya que exis-tan realmente dos versiones de la misma realidad,dentro del mismo pas. Leyendo las experiencias delos corresponsales de la poca, podemos ver cmose recreaba all el dilema de la responsabilidad y latica profesional. Mientras muchos periodistas se

    mantenan apostados en Saign y repetan las noticiasdadas por los organismos de prensa de las FFAA, lascuales tenan generalmente buenas noticias (o m alasnoticias con un enfoque posit ivo), otros se animabana salir al campo de batalla, visitar aldeas, hablar consoldados y ver sus acciones. Al no existir limitacio-nes, estos corresponsales pudieron traer noticias ycrnicas realmente coloridas, interesantes y reve-ladoras sobre lo que realmente estaba ocurriendo,mostrando un contraste muy grande con respecto ala visin oficial.

    No es extrao entonces que el pblico estado-unidense, generalmente acostumbrado a una visinunificada e inevitablemente positiva del papel quesus FFAA cumplan en el mundo (principalmente laderrota del nazism o), se haya sentido tan ofendida al

    ver cier tas notas y f otogra fas espec ialment e dura sy crticas. Nuevamente, como en el caso de Russell,

    estas crticas y e ste sentimiento de enojo determina-ron la aparicin de numerosos problemas p olticos alos gobiernos de turno.Al hablar de Vietn am, hablam os sin dud a de l c on-

    flic to arma do ms imparci almente cubier to de todoel siglo XX. Pero en las primeras guerras del siglo

    XX I, la cuest in es muy diferen te. La inter vencinen Afganistn y la Tercera Guerra del Golfo de 2003

    reinauguraron el proc edimiento ya utilizado anterior-mente: los periodistas embedded, incorporados a lasunidades militares que avanzaban por Irak.

    Estos corresponsales, generalmente de los pasesbeligerantes, tenan dos grandes ventajas: estaban

    frent e a la accin, pudien do seguir de cerc a el avancedel combate, y mantenindose dentro de la lnealogstica, lo que les daba proteccin, comunicacin,alimento, transporte, abrigo, etc., en un ambienteparticularmente hostil como es el desierto. El precioa pagar, sin embargo, es alto para algunos dentrode la misma profesin: se cubren solamente ciertasnoticias, y aunque no haya una censura post erior, hayuna fuerte imposicin de agenda.

    Esto haca que muchos periodistas, particularmentede pases no beligerantes, fueran enviados de manera

    independiente, como muchos otros perio distas solanhacer en conflictos anteriores. Fueranfree lanceo no,se atrevieran a ingresar en territ orio afgano o irak sinms recursos que los que ellos y sus cadenas de not i-cias pudieran proporcionarles. Esto implica reunirseen grupos para asegurarse un mnimo de seguridady colaboracin, obtener alimento y agua donde ycomo se pueda, contratar servicios de personaspoco conf iables (para proteccin, gua o transporte),recorrer territ orio inseguro por desconocimiento o porobligacin, etc... En este sentido es muy recom endablela lectura del libro "Diario de guerra" de ElisabettaPiqu, quien fuera corresponsal del diario La Nacinen Afganistn e Irak. Su testimonio habla a las clarasdel compromiso profesional y de lo s terribles desafosque tienen este tipo de trabajo s.

    Qu obtenan a cambio, estos osados per iodistas,al no acceder a ser introducidos en las unidades

    militares? Mayor libertad, en la medida en que podanentrevistar a quien fuera y donde fuera. Piqu, porejemplo, dedic espacio a retratar la vida de las muje-res afganas bajo el yugo de la ley de los talibanes. Alestar asentados en una sola regin, pueden escribirms sobre el da a da de sociedades culturalmentemuy diferentes, funcionando como antroplogos en

    miniatura . No pocas veces, incluso, cruzaron la lnea

    entre el ver y el actuar, que tanto debate tico ha sus-citado en no pocos perio distas. La periodista cuenta,por ejemplo, cmo invirti tiempo y dinero (adems dearriesgar a vec es su propia seguridad) para lograr queuna mujer afgana consiguiera independizarse del yu gode sus parientes varones7. Este tipo de inmersin enla realidad del pas en guerra es totalmente imposibledesde otro punto de vista. Los per iodistas asignados aunidades militares deben s eguir el combate all desdedonde estn, y pueden no tener tanto tiempo parasentarse a conversar con civiles, quienes puedencreer ms fcilmente que son espas. Esto los se gregatambin, de alguna manera, al limitar sus fuentes. Sinembargo, les permite mostrar de primera mano laexperiencia de las unidades militares, lo cual no estampoco algo negativo.

    Obviamente, otra de las grandes ventajas de loscorresponsales independientes es que se puedentomar temas controversiales, como el dao a civilesque causa la guerra. En el c aso de Piqu, tambin senotan declaraciones de personas que en ningn casohubieran podido hablar de ciertos temas.

    Prensa y propaganda de guerra en el siglo XXIEn este punto, parecera que los corresponsales

    de guerra se encuentran atrapados entre dos fue-gos: mantener una cierta tica profesional, haciendoperiodismo, o convertirse de alguna manera en pro-pagandistas.

    Claro que esta lgica tan directa encierra muchasaristas que es necesario analizar. Como hemos

    visto, l a cuest in radica en un a elecc in pers onal. Un

    periodista puede rechazar ser enviado dentro de unaunidad militar; los medios que envan corresponsales

    independientes suelen pedirles que vuelvan y, comonos cuenta Piqu, ellos mismos no quieren irse, inclusocuando sus vidas corren peligro y estn asqueados dela situacin, porque lo consideran una gran experien-cia. Pareciera haber en ese trabajo una fascinacinsimilar a la que experimentan los soldados cuando sonsacados del campo de bat alla y desean volver a l.

    Es un error considerar al periodista embeddedcomo

    una especie de propagandista o traidor a la ticaprofesional, de la misma manera que es un error creerque el periodistafree lanceo el corresponsal indepen-diente dar una cobertura ms objetiva e imparcial.Se trata en todo caso de dos formas diferentes deenfrentar el mismo desafo profesional, dos mtodosque dan resultados diferentes y que tienen problemasy ventajas diferentes.

    El periodista incorporado a las unidades de com-bate vive, aunque no lo parezca, un peligro similar alcorresponsal independiente. Aunque tenga acceso amuchos recursos, todava corre riesgo ya que est enuna zona de combate, y para peor, suele estar muycerca del frente. Debe afrontar, de alguna manera,las mismas incomodidades y peligros que viven lossoldados. A pesar de que no pueda escribir sobre

    ciertos temas, su labor como propagandista no estasegurada: ciertos medios dan ms libertad que ot ros,y en definitiva no son siempre las Fuerzas Armadas o elgobierno los que imponen todas las limitaciones.

    El corresponsal independiente o freelance tienepocas limitaciones profesionales, pero s tiene limi-taciones fsicas. Tiene contado acceso al dinero ya todos los recursos que puedan comprarse con l.Debe manejarse en zonas desconocidas en dondemuchas veces no se habla su idioma. Esto lo llevaa unirse con otros profesionales. Un poco ms lejosdel combate, tienen la posibilidad de contar lo quesubyace detrs del enfrentamiento blico crudo, en smismo: hambre, destruccin, masacres de civiles, etc.Esta otra mirada, sin embargo, es todo lo que pue deobtener, ya que, salvo que medie una casualidad,

    un corresponsal de este tipo no puede acercarse alcombate.

  • 7/25/2019 Periodismo y Propaganda de Guerra. Ambigedades y Contraposiciones

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    Pgina 225/La Trama de la Comunicacin - Volumen 12 - 2007Pgina 224 / Periodismo y propaganda de guerra - Gastn Flores

    Otra cuestin aparece en los ltimos tiempos, frutodel tipo de conflicto localizado que se experimentadesde Vietnam. Las guerras de objetivos limitadoso consignadas a la obtencin de un objetivo polti-co algo confuso (o muy especfico, pero difcil deconcretar) hacen que los ejrcitos deban mantener

    fuer zas de o cupacin durante aos en el pas en elque combaten.

    La guerra de guerrillas requiere fuerzas terrestresmuy mviles, pero al mismo tiempo ha determinadoque casi todos los grandes conflictos de los ltimosaos (Vietnam, Afganistn, Irak en 2003) sean guerrasen donde dichas fuerzas terrestres quedan inevita-blemente empantanadas. En la Segunda Guerra delGolfo, los periodistas que cubran el avance militartenan historias reales para contar, y las escenas de laliberacin de Kuwait eran similares a las de la liberacinde los pases europeos en la Segunda Guerra Mundial.La cobertura de estos periodistas eran rpida, porquelos sucesos eran rpidos, y si bien podan ser edito-rializados, haba una necesidad enorme por emit irlosy sacarlos al aire.

    Esa urgencia en la cobertura atenta cont ra la auto-censura: cualquier toma es particularmente valiosa si

    no est repetida o si no aparec e en las noticias de lacompetencia. En este sentido, los periodistas incor-porados a las unidades militares sirven muy bien a lahora de transmitir la naturaleza de un conflicto blicodeterminado y dejarnos imgenes memorables que losidentificarn en el futuro.

    Sin embargo, en conflictos como los de Vietnam, laocupacin del pas, que suele durar aos, y la faltade objetivos polticos firmes (o de firmes manerasde lograr dichos objetivos) crea otras condiciones.Los periodistas, incorporados o no, dejan de estarexpuestos al frenes del c ombate, y deben llenar suspginas o enviar fotografas sobre otros temas. Lamenor velocidad de los acontecimientos permite unaaplicacin ms extensa de la censura, propia o ajena,y de una editorializacin ms elaborada; pero al mismo

    tiempo, la convivencia mucho ms extensa con elambiente permite que ciertas situaciones permeen

    ms fcilmente el discurso del corresponsal.Como sucedi en Vietnam, aunque en menor medi-

    da, los periodistas pueden dedicarse a cubrir otrasnoticias no necesariamente amparados ya por lasinformaciones oficiales. Esto contina siendo unaopcin personal adems de editorial. De todas mane-ras, como en el caso de otros gneros ambiguos, esnecesario mantener una cier ta vigilancia, una lectura

    de contenidos profunda, a la hora de se guir la cober-tura de todo tipo de conflictos armados.Vemos entonc es q ue pr opaga nda y peri odismo de

    guerra son dos caras de la misma moneda; una mone-da inevitablemente manoseada y con los bordes yagastados. Una propaganda que no siempre es mani-pulacin directa, y un periodismo que no siempre esserio y objetivo.

    Notas1. BROYLES, William, "Los espectros de los bombaderos" y "Las som-bras del tiempo", en Dossie r Nam - Testimonios 11. Regreso a Vietnam , ,Planeta de Agostini, Barcelona, 1988.

    2. ADAMS, Henry H., "Una nacin al borde del abismo", en Italia enguerr a (tomo II), Ediciones Folio S.A., Barcelona, 1998.3. Op. cit.

    4.SOHR, Ral, "La guerra por las ment es", subcaptulo "La propagan da",en La guer ras q ue nos espera n,Ediciones B, Chile, 2000.5.SOHR, Ral, "La telaraa del terror", en op. cit.6. SOHR, Ral, "La guerra por las mentes", subcaptulo "La censura",en op. cit.7.PIQU, Elisabetta, "Afganistn", enDiario de guer ra - ap untes de u nacorresponsal en el frente, Afganistn 2001 - Irak 2003, Grupo EditorialNormal, Buenos Aires, 2003.

    Registro BibliogrficoFLORES, Gastn NicolsPeriodismo y propaganda de guerra. Ambigedades y contra-posiciones, enLa Trama de l a Comun icacin Vol. 12, An uario delDepar tament o de C iencias de la C omunica cin . Facultad de CienciaPoltica y Relaciones Internacionales, Universidad Nacional deRosario. Rosario. Argentina. UNR Editora, 2007.

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