pasto llanero
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I. INTRODUCCIÓN
En la actualidad, la estrategia principal para el mejoramiento, formación y
conservación de los suelos es la adaptación de las gramíneas y leguminosas a los
mismos. Las praderas y pastizales que son la principal fuente económica para la
alimentación de los rumiantes, están sometidos a una presión muy fuerte ante la
creciente demanda de alimentos de origen animal en el mundo. Esta situación, es
apremiante en las regiones tropicales de América Latina y Centroamérica.
El pasto llanero (Andropogon gayanus) fue introducida en México en l987 por él,
Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas (INIA) proveniente del CIAT en
Cali, Colombia (CIAT, 1989).
El rendimiento de los pastos es producto del balance entre la tasa de crecimiento y
la de pérdida de tejido por senescencia y descomposición, éste balance cambia
con las condiciones de clima, por ello, el conocimiento de los cambios en el
crecimiento de las especies forrajeras permite determinar la frecuencia de corte o
pastoreo para optimizar la producción de forraje de alta calidad.
La estacionalidad climática es importante en la producción de forraje, debido
principalmente a un desequilibrio en el rendimiento de las plantas forrajeras,
atribuido a falta de humedad en el suelo en la época de seca y excedente en la
temporada de lluvias, en este sentido, Hernández et al. (2002) consignan que las
decisiones de manejo de una pradera deben evitar los extremos (sobreutilización o
subutilización), ya que una cobertura insuficiente limita el crecimiento y una
utilización ineficiente significa desperdicio de forraje. Ante esta situación es
necesario mantener un equilibrio, entre la cantidad de forraje producido y la
cantidad de forraje consumido por el ganado.
El objetivo del siguiente trabajo es conocer la dinámica de tallos del pasto llanero
(Andropogon gayanus) en la época de primavera en el rancho “Yecan” ubicado en
Chiapa de corzo.
II. REVISION DE LITERATURA
2.1. Generalidades
Andropogon gayanus, es una gramínea forrajera perenne de porte alto,
originaria de África. Su potencial como especie forrajera en América tropical ha
sido ampliamente evaluado, debido a su alto rendimiento, resistencia a la sequía y
a la quema; así como su adaptación a suelos ácidos e infértiles con alto contenido
de aluminio. (Sosa, 2001).
Las pruebas agronómicas de varios años en el trópico de México, han
mostrado que el pasto llanero, también posee bajos requerimientos de nitrógeno y
fósforo, es tolerante al ataque de plagas como el “salivazo” (Aneolamia postica
walker) y enfermedades comunes de los pastos. (Zapata, 2001).
Además produce abundante semilla para su repoblación natural, y se
asocia con leguminosas. También presenta buen rendimiento y persistencia del
forraje en corte y pastoreo. (Gonzalo, 2001).
En regiones tropicales y subtropicales, los cultivos que se desarrollan en
regiones caracterizadas por una estación de crecimiento prolongada, alcanzan un
desarrollo mayor de 3 m, que hacen difícil la labor de la cosecha de semillas. Sin
embargo, cuando se presentan vientos de mediana a gran intensidad al final de la
floración y en la época de maduración de las semillas, producen acamado de las
plantas y caída de espiguillas maduras, y por lo tanto pérdida de rendimiento.
(Rodríguez, 2001).
El proceso natural de floración del llanero, consiste en la aparición continua
de inflorescencias en diferentes nudos de un tallo, en diferentes tallos de una
misma planta y en tallos de plantas diferentes, dando como resultado
inflorescencias de diversas edades, o sea una floración prolongada, que no
permite la maduración simultánea de espiguillas, lo que limita el rendimiento de
semilla. (Peralta, 2007).
2.2 Descripción del pasto
EI pasto Llanero es perenne, con macollos hasta de 1.0 metro de diámetro
y una altura de 3.0 metros; las hojas son de color verde claro, sin filo en sus orillas
y están cubiertas de vellos que retienen gotas de agua del rodo, que Ie ayudan a
tener rebrote verde cuando no llueve. Tiene raíces gruesas que penetran hasta 1.
Metro 20 centímetros y raíces delgadas. Superficiales de media metro, que Ie
permiten tener hojas verdes hasta los últimos días del mes de mayo. (Salazar,
1993).
Es buen productor de semilla fértil y por medio del viento se extiende a
áreas cercanas. Produce buen rebrote después de la quema controlada y soporta
el pisoteo con un buen manejo del pastoreo. (López, 1993)
2.3 preparación del terreno
En suelos con piedra y en laderas de cerros, la preparación del suelo
dependerá del tipo de monte que se tenga y en general consiste en: tumba y
quema del monte o limpia del terreno lo cual se sugiere realizar de enero a mayo;
en estos lugares se debe tener cuidado de no mover el suelo para evitar que la
lluvia lo arrastre. (Vidal, 1993).
En terrenos ondulados y planos la preparación consiste en dar un pase de
arado y otro con rastra, con lo cual es suficiente, ya que la superficie debe quedar
con terrones pequeños para evitar que las semillas se tapen demasiado y para
ayudar a reducir la erosión del suelo. (Lozano, 1993)
2.4 época de siembra
Se sugiere que la siembra se realice en seco 15 días antes de las lluvias o
al inicio de ellas, para asegurar la germinación y el buen desarrollo del pasto.
(González, 2001).
2.5 Forma de sembrar
Para sembrar en terrenos donde puede entrar el tractor, se trazan surcos
separados de 90 centímetros a un metro, estos pueden realizarse con una
cultivadora. La semilla se tira a "chorrillo" procurando que caiga en el fondo, a los
lados y lomo del surco. EI tapado de la semilla se hará con una rama ligera,
teniendo cuidado de dejar un 30 % de la semilla sin tapar y la que se tape, quede
a un centímetro de profundidad; lo anterior es para que los aguaceros no la
entierren demasiado. (Villar, 2006)
En Terrenos de cerros y con piedras, la siembra debe realizarse haciendo
hoyos con coa, azadón o pala (igual como se hace para sembrar los coamiles) y
se forman cuadrantes de un metro cuadrado, la semilla no debe de enterrarse
más de un centímetro. (Carreta, 2002).
Para abaratar la siembra de praderas con pasto Llanero, se puede sembrar
con maíz, en surcos distanciados a 90 centímetros, tirando la semilla del pasto
entre los surcos, dejando uno libre y sembrando el otro. (Martínez, 1998).
2.6 cantidad de semilla para la siembra
La cantidad de semilla a tirar por ha. Varía según su porcentaje de pureza y
germinación. Para tener una pradera de pasto llanero con buena cobertura, es
necesario obtener una población de siete plantas por metro cuadrado después de
42 días de siembra, estas se logran al sembrar 1 kilo 200 gramos de semillas pura
germinable por Ha, por lo que, es necesario checar la germinación para ver
cuántas nacen y analizar cuanto tiene de semilla pura y restos de espigas y
pedazos de tallos. (Villar, 2006).
Se sugiere sembrar semilla que tenga de 6 a 8 meses de cosechada, ya que su
calidad es más alta. (Villar, 2006)
2.7 Fertilización
El pasto llanero es poco exigente a la fertilidad de los suelos, por lo que, no
conviene fertilizar al momento de la siembra, esto con el fin de evitar problemas
con malas hierbas en las primeras etapas de desarrollo del pasto. Una vez
establecida la pradera, si es utilizada en forma extensiva o en pastoreo continuo,
es ciertas épocas del año, al inicio de la lluvia, es conveniente una fertilización
anual con 50 kg de fosforo por ha. (Ramos, 2013).
En caso de que se decida utilizar en forma intensiva el pasto, es decir,
aumentar la carga animal. Es necesario practicar rotaciones periódicas y dividir la
pradera en potreros pequeños. El pasto llanero responde bien a la fertilización con
nitrógeno, por lo que se puede fertilizar con 100 kg por Ha durante la lluvia,
aplicando la mitad a los 15 días de iniciada las lluvias y la otra mitad en
septiembre, 20 días antes de que finalice. En suelos de mediana fertilidad o que
se hayan desmontado recientemente, se sugiere no fertilizar durante los primeros
tres años. (Castro, 2013).
2.8 Control de malas hierbas
El éxito en la siembra de pastos de introducción reciente depende de medidas
efectivas en el control de malas hierbas. El uso de semillas de buena calidad, una
adecuada preparación del terreno y época de siembra oportuna, así como el buen
tapado de la semilla son aspectos importantes a tomar en cuenta para reducir al
mínimo los problemas de malas hierbas. Pero, como generalmente se decide
establecer praderas en suelos en que ya se han sembrado otros cultivos, los
suelos se encuentran contaminados con semillas de otras plantas, por lo que, se
deben realizar deshierbe con machete o con chapeadora si el terreno lo permite, o
bien, con productos químicos (herbicida).(Santos, 2013).
2.9 plagas y enfermedades
La plaga que causa mayor daño y perdida en los pastos, es el salivazo. En
evaluaciones realizadas durante un año y medio respecto a plagas y
enfermedades el pasto llanero demostró que está libre del ataque de plagas.
(Mota, 2012).
2.10 manejo del pastoreo
Antes del primer pastoreo es necesario permitir el desarrollo y maduración de la
semilla del pasto llanero, para dar oportunidad a que haya semilla en el suelo y
exista una buena repoblación. (Dávila, 1997)
El pastoreo del pasto llanero es similar al de otros pastos en utilización; sin
embargo, como es amacollado y por su buena gustocidad, inclusive como heno, el
pastoreo debe realizarse con cuidado para garantizar el buen aprovechamiento y
duración de este pasto.(Salazar, 2003).
En praderas bien establecidas y con pastoreo continuo pueden sostenerse hasta
cuatro animales adultos de julio-diciembre, y de enero-julio entre uno y dos
animales por Ha. En la época seca antes del inicio de la lluvia, los tallos duros y
viejos se deben eliminar con pastoreo, machete o quemado; con esta última
práctica se logra un rebrote rápido y vigoroso y de alto valor nutritivo, pero no debe
efectuarse cada año, para no empobrecer al suelo. (López, 1993)
2.11 producción y cosecha de semilla
El pasto llanero produce una buena calidad de semilla, florece en
noviembre y se cosecha la primera quincena de diciembre. En lotes de
multiplicación de semilla básica se obtienen rendimientos en el mismo año de su
siembra. El manejo de estos lotes para producir semilla, consiste en realizar la
siembra en surcos a un 1 metro y medio, aplicar una quema antes de las lluvias si
existe mucho material viejo y corte o pastoreo hasta la primera quincena de
septiembre, (40 a 50 días antes de la floración) para que la floración sea uniforme
y el pasto alcance una altura de 2 metros y no se acame. (Villar, 2006).
La semilla se cosecha manualmente cuando las espigas cambian de color
crema a marrón y cuando de la mitad de las espigas se sueltan algunas espiguillas
con semillas maduras. Las espigas se cortan con una rozadera sin sacudirlas y se
junta en manojos para llevarse aun montón ordenado este debe tener una altura
máxima de 70 cm. los tallos florales cortados se colocan en dos hileras, una frente
a la otra con las puntas hacia adentro y se cubren con material vegetal como
palma de llano. (Villar, 2006).
Para el secado de las semillas, se hace una tarima de madera y sobre estas
se colocan una manta de plástico, en los cual se pondrán los montones de
espiguillas, con este se facilita la entrada del aire y se recogen las espiguillas que
se desprenden. Después de 4 días del “sudado” de la semilla los tallos cortados se
sacuden con movimientos suaves para desgranarla. (Carrete, 2002)
La semilla suelta se seca en la sombra durante 2 a 3 dias, se limpia de
restos de tallos y se encostalan en sacos de 5 kilos y se almacenan en lugares
secos y ventilados. (Martínez, 1993).
2.12 Cambios estacionales en el crecimiento y la producción de forraje
El desarrollo comprende cuatro procesos principales: crecimiento,
diferenciación, envejecimiento y muerte (Jankiewicz, 2003). El crecimiento es un
término cuantitativo, relacionado con cambios en tamaño y masa y debe
entenderse como un aumento irreversible de las dimensiones del organismo
(Hopkins, 2004).
El crecimiento de las plantas depende del ambiente y sus variaciones son
reflejo de los cambios ambientales en que se encuentran; el ambiente
caracterizado por el suelo y el clima, tiene gran influencia en el crecimiento y en el
desarrollo en las plantas y por lo tanto, en su rendimiento.
En este sentido, la adquisición de recursos ambientales (luz, CO2,
temperatura, precipitación), depende de la proporción de hojas tallos y raíces de
las plantas que, mediante los procesos fisiológicos de fotosíntesis, absorción de
agua y nutrimentos, crecimiento y desarrollo, determina la producción en pastos y
cultivos.
Por su parte, la disponibilidad de los recursos ambientales está
influenciada por factores como tipo de suelo altitud vientos y decisiones de manejo
agronómico (Valentine y Matthew, 1999, Velasco et al., 2001).
Los factores que determinan la velocidad y magnitud de crecimiento de una
especie forrajera son: clima (radiación, total de horas luz, temperatura, humedad y
precipitación), suelo (características físicas, químicas y topográficas), variabilidad
intraespecífica (potencial genético de las diferentes familias, especies y
variedades), manejo (fertilización y tipo y frecuencia de defoliación). Factores que
no actúan por separado, debido a que el crecimiento de la planta responde a una
interacción entre ellos (Perreta y Vegetti, 1997; Moliterno, 2002). Las variaciones
en las precipitaciones anuales, provocan desbalance estacional en los
rendimientos que limita la disponibilidad de forraje, principalmente en el período
poco lluvioso (Fernández et al., 2004; Gómez, 2004).
Como consecuencia, las plantas mantienen durante la sequía, una actividad
Fotosintética reducida, pero capaz de soportar el crecimiento por un tiempo mayor
(Carmona et al., 2003).
La tasa de aparición de hoja disminuye en forma considerable a medida que
se reduce la intensidad de la luz. Las gramíneas que crecen bajo un sombreado
profundo producen hojas con mayor lentitud que aquellas que lo hacen a plena luz
y existen grandes diferencias estaciónales que refuerzan la respuesta a
temperatura.
La intensidad de luz reducida, excepto cuando es muy limitante, en general
produce en las gramíneas hojas más grandes, de mayor longitud pero de menor
ancho. Este efecto puede observarse con facilidad a la sombra de los árboles y
cercos; sin embargo, este aumento de tamaño de la hoja no está acompañado por
una ganancia similar en peso seco porque las hojas crecidas a la sombra son más
delgadas, y esto también se cumple para aquellas que crecen en la base de una
pastura (Carámbula, 1983).
Las estrategias de manejo afectan las características de la planta forrajera y
la interceptación luminosa, influyendo sobre el proceso de rebrote. En general se
busca acompañar el proceso de rebrote para permitir que el forraje sea
pastoreado en una misma condición fisiológica (Pedreira et al., 2007).
La productividad de una gramínea se debe a la emisión continua de hojas y
retoños, importante proceso después del corte o pastoreo para restaurar el área
foliar de plantas y permitir la continuidad de los pastos. Comprender las
características Morfogenéticas permite la visualización de la producción, la tasa de
acumulación y la curva estimada calidad de los pastos. Para maximizar la
utilización de forraje para los animales es importante conocer todos los procesos
que implican la aparición y muerte de las hojas, por lo que se puede determinar los
intervalos de defoliación más apropiados para cada especie de la hierba y de ese
modo permitir una mayor proporción de la hoja verde ser capturado por los
animales (Santos et al., 2009), de manera que se evita la acumulación de material
senescente.
El conocimiento de la estacionalidad en el crecimiento y desarrollo de los
pastos de interés y en consecuencia de la producción de forraje en una
determinada región, es un aspecto primordial para optimizar la interacción suelo-
planta-animal-productor (a), ya que permite detectar los tiempos de mayor y menor
disponibilidad de forraje y con ello adoptar diferentes opciones de manejo con el
propósito de maximizar la disponibilidad de forraje y por ende la producción animal
(Hernández-Garay y Martínez, 1997).
En las regiones tropicales los pastos constituyen el principal recurso para la
alimentación bovina (López et al., 2007). Uno de los factores limitantes de las
gramíneas tropicales es su bajo contenido de proteína y baja digestibilidad lo que
influye negativamente en el consumo voluntario, y por lo tanto, en la producción de
carne y leche (Enríquez et al., 1999). La calidad del forraje está asociada con el
estado de crecimiento de la planta, el tipo de planta y los factores del medio
ambiente.
La temperatura y la luz afectan tanto la tasa de crecimiento de las especies
forrajeras, como la tasa y tiempo de desarrollo de los estados fenológicos, tales
como la floración (McKenzie et al., 1999). Los procesos bioquímicos y fisiológicos
básicos relacionados con la síntesis, transporte y degradación de sustancias en
las plantas están influenciados por la temperatura. No todas las especies de
pastos tienen el mismo valor óptimo de temperatura para el cumplimiento de estas
funciones (Enríquez et al., 2011).
Las condiciones particulares de un ambiente determinan los patrones de
crecimiento estacional de las especies forrajeras predominantes; en igualdad de
condiciones de manejo, las diferencias en producción anual y estacional
dependerán de la especie y sus interacciones con factores climatológicos tales
como: precipitación, tasa de evaporación, temperatura, viento, horas e intensidad
de luz, entre otros (Hernández- Garay y Martínez, 1997). De acuerdo a Hodgson
(1990), el patrón estacional típico de las plantas forrajeras, está relacionado con la
fluctuaciones estacionales de temperatura e intensidad luminosa, con excepción
de la primavera, por las altas tasas netas de producción asociadas al crecimiento
reproductivo, y durante el verano por las bajas tasas de crecimiento debidas a una
combinación de escasez de humedad y muerte de tallos, que sigue a la perdida de
tallos reproductivos. La disponibilidad de agua, puede ser una limitante, para
producir e incrementar en rendimiento de forraje (Jensen et al., 2003).
El estrés por sequía es más común en las regiones tropicales, lo que afecta el
comportamiento fisiológico y morfológico de las plantas. El efecto depende de su
intensidad y el estado de crecimiento y desarrollo de la planta (Enriquez et al.,
2011).
La tasa de crecimiento de la pradera es la integral de la tasa de crecimiento
de sus componentes, la cual es influenciada por la tasa de producción de tallos y
por sus tasas de crecimiento individual. Sin embargo, la radiación solar y la
temperatura, también influyen en la aparición de nuevos tallos que, a su vez, están
controlados por la tasa de aparición de hojas (Hernández-Garay et al., 1999;
Lemaire, 2001).
La tasa de crecimiento de los pastos alcanza sus valores más altos con el
aumento de la temperatura y la disponibilidad de agua en el suelo; en contraste, la
tasa de crecimiento disminuye en invierno a consecuencia de la baja temperatura,
lo cual explica la estacionalidad en la producción de forraje (Hernández-Garay,
1995). La tasa de crecimiento varía con la estación del año y el manejo de la
defoliación, así, Velasco et al. (2001) encontró que la máxima producción del
pasto ovillo se presenta a las 3, 4, 5 y 7 semanas en primavera, verano, otoño e
invierno, respectivamente.
En las condiciones tropicales, los elementos del clima (precipitaciones,
temperatura, radiación solar), los factores de manejo (edad de rebrote,
fertilización, riego) y la variabilidad y características de los suelos tienen gran
influencia en la adaptación y productividad de los pastos (Lorenzo et al., 2012).
2. 13 Rebrote
El aspecto relativamente constante de una gramínea durante la etapa
vegetativa, se deriva de su capacidad de autorremplazo. Cuando las gramíneas se
encuentran en estado vegetativo, los meristemos de crecimiento se encuentran a
nivel o por debajo de la superficie del suelo, fuera del alcance de los animales en
pastoreo y la tasa rebrote no es afectada y se recupera rápidamente, mientras que
en la etapa reproductiva, los meristemos de crecimiento se encuentran en la parte
aérea de la planta, inhibiéndose la formación de nuevos tallos; a este efecto se le
conoce como dominancia apical y para evitar este efecto, se requiere la
defoliación del forraje a nivel del suelo, lo cual activa nuevamente las zonas de
crecimiento.
La pérdida de este tipo de tejido, tiene un mayor efecto que la pérdida de
biomasa, área foliar o fuentes nutrimentales (Briske, 1991; Chapman y Lemaire,
1993). El potencial de rebrote de una planta forrajera se ha considerado como el
tiempo que le toma a la planta recuperar la biomasa removida después de una
defoliación (Hernández-Garay et al., 2000), o como el material que se acumula en
el tiempo sobre el nivel del suelo, después de una defoliación (Hunt, 1990).
El rebrote de las gramíneas perennes proviene de la reproducción
vegetativa y aparición de tallos, dicho proceso es influenciado por las fitohormonas
(auxinas y citocininas), disponibilidad de nutrientes, área foliar remanente,
capacidad fotosintética, competencia intra e interespecífica entre plantas, etc.
(Tomlinson y O‟Connor, 2004).
El crecimiento de un pasto involucra cuatro procesos primarios: la aparición
de hojas,aparición de tallos, formación de tallos verdaderos y la aparición de
raíces (Mathew et al., 2001). El aspecto relativamente constante de una gramínea
durante la etapa vegetativa, se deriva de su capacidad de autorremplazo.
A medida que disminuye la altura de corte, el índice de área foliar remanente es
menor, lo que ocasiona que la capacidad de rebrote sea lenta. Esto se debe a la
poca capacidad que tiene la planta recién cortada para realizar la fotosíntesis, por
lo que aumenta el uso de las reservas de carbohidratos, para llegar a un estado de
desarrollo en el cual la fotosíntesis, además de cubrir las demandas de
mantenimiento, sea capaz de aumentar la formación de tejido foliar (Bahmani et
al., 2000).Hodgson et al. (1981) Señalaron que el recambio de tallos en los pastos
es un proceso dinámico, la tasa de aparición de tallos en la pradera es estimulada
por la defoliación y es poco probable que sea limitada por la falta de yemas,
aunque destaca que tanto la tasa de aparición como el desarrollo de los tallos, son
fuertemente afectados por las condiciones de la pradera, antes y después de la
defoliación. La aparición de tallos ocurre en respuesta a cambios en temperatura y
radiación solar y es controlado por la tasa de aparición de hojas. El tallo es la
unidad básica que se utiliza en la producción de gramíneas forrajeras, que utilizan
amacollamiento como un medio de crecimiento y sobre todo de la supervivencia
(Hodgson, 1990).
La persistencia de las especies está asociada con el mantenimiento de las
poblaciones de plantas y su producción a través del tiempo (Matthew et al., 2000),
vinculada a un equilibrio dinámico y armónico entre la mortalidad y la aparición de
tallos, de manera que todos los tallos muertos son reemplazados por nuevos tallos
(Da Silva et al., 2008).
La persistencia de la pradera depende, en parte, del remplazo del material
viejo o removido por los nuevos hijuelos o vástagos, para mantener una densidad
efectiva. Lo anterior está fuertemente influenciado por los patrones de defoliación
(frecuencia e intensidad), del pisoteo (que modifica las condiciones el suelo) y del
tipo de pradera. La productividad de una pradera ha estado asociada con los
tiempos de ocupación y reposo, los cuales, tienen un efecto marcado en el valor
nutritivo, producción de forraje por unidad de superficie y, en gran medida,
determinan la carga animal utilizada (Muslera y Ratera, 1984).
Existen diferencias en el valor nutritivo entre los pastos, que además varía
de acuerdo a la edad de rebrote de los mismos; en las especies perennes en
áreas no inundables, conforme la edad del rebrote aumenta, la calidad disminuye
y el rendimiento aumenta (Quero et al., 2006).
La producción de tallos por las plantas es regulada por el índice de área foliar de
la pradera; la disminución progresiva en la tasa de aparición de hojas conforme la
pradera desarrolla, como resultado de las respuestas de la planta a cambios en
calidad de luz, es la primera causa de la reducción de la tasa de aparición de
tallos. Así, conforme el sombreado llega a ser más severo, el sitio de llenado
también llega a ser afectado (Skinner y Nelson, 1992; Lemaire, 2001).
La relación entre el crecimiento de la hoja y la aparición de tallos es
fuertemente determinada genéticamente, aunque si es muy sensible a la
adaptación fenotípica en respuesta a modificaciones ambientales (Nelson 1992,
citado por Lemaire 2001). Así la repuesta de los pastos a defoliaciones frecuentes,
que dan lugar a longitudes de vainas que se mantienen por debajo de la altura de
la defoliación, permite a las plantas mantener alguna lámina verde
fotosintéticamente activa protegida de la defoliación, y minimizar los efectos de
defoliaciones posteriores sobre el abastecimiento de carbono.
Así mismo, el reducido crecimiento de la hoja como una consecuencia del
acortamiento del tubo de la vaina, también reduce la competencia entre las plantas
por el transporte de compuestos carbonados y nitrogenados entre las hojas en
elongación y las yemas de los tallos y por lo tanto permite a las plantas mantener
una tasa de producción de tallos y cercana a un nivel potencial, determinado por el
máximo sitio de llenado (Lemaire, 2001). Al respecto, Velasco et al., (2007)
definieron el ciclo natural de ahijamiento del pasto ballico en la densidad de tallos
de este pasto, cuando se le cosecha cada cuatro semanas.
La acumulación de materia seca del forraje se reduce cuando la defoliación
se realiza con mayor frecuencia y con mayor intensidad, tanto en especies
templadas como en especies tropicales. Esta reducción es atribuida a varios
factores, como la reducción en la intercepción de luz para la actividad fotosintética,
remoción de reservas orgánicas de la planta, reducción en toma de agua y
nutrientes por las raíces y daño en los meristemos apicales (Hernández-Garay et
al., 1997; Cuesta et al., 2003 y Nascimento y Adese, 2004).
La frecuencia e intensidad de cosecha realizada por los animales, hacen a
éstas las variables más importantes en el manejo de las praderas, ya que afectan
su comportamiento morfológico y productivo, que está relacionado con el índice de
área foliar residual y el balance de reservas de carbohidratos, que afectan la tasa
de crecimiento, materia seca acumulada, densidad y peso de los tallos, tasa de
aparición y muerte de los mismos (Richards y Caldwell, 1985; Hodgson, 1990;
Richards, 1993).
El conocimiento sobre la demografía del proceso de ahijamiento y su patrón
de variación en relación con las estrategias de defoliación utilizados y las
estaciones del año favorece la identificación de gestión, optimización de
oportunidades de aparición de tallos y la muerte, requisito básico para el pasto
garantizar la estabilidad y racional y el uso sostenible de las zonas de pastizales.
El fertilizante nitrogenado tiene un efecto significativo sobre el macollaje, y se
puede utilizar en asociación con las estrategias de defoliación como un medio para
incrementar la producción y productividad de las praderas (Caminha et al., 2010).
Por el contrario, con cortes menos frecuentes las plantas desarrollan hojas
largas y reducen la tasa de aparición de tallos (Mazzanti et al., 1994; Lemaire,
2001). El aumento en la aparición de tallos como consecuencia de la mayor
incidencia de la relación de luz roja/luz roja lejana, se ha demostrado en ballico
italiano (L. multiflorum) y en ballico perenne (Gautier et al., 1999).
Santos et al. (2011) plantearon que en la calidad y productividad de los
pastos influyen factores ambientales, como la temperatura, luz y lluvias. Además
de los intrínsecos de cada planta. La temperatura y la disponibilidad hídrica limitan
el crecimiento correcto y la calidad de los pastos. Además, alteran su estructura
morfológica, fisiológica y biológica. Así, el rebrote y el rendimiento de materia seca
de una pradera después de la defoliación, dependen del área foliar remanente, la
altura de defoliación afecta de manera directa el potencial fotosintético de las
plantas y la ganancia diaria de carbono (Lemaire, 2001). Las diferencias de una
especie en el potencial de rebrote se deben a diferencias en la estructura del área
foliar remanente y al contenido de carbohidratos solubles (Perreta y Vegetti, 1997;
Clavero et al., 2000; Beltrán et al., 2002; Hernández et al., 2002; Ganderats y
Hepp, 2003).
Es por ello que Pérez et al. (2002) han demostrado la importancia de
conocer la velocidad de rebrote entre defoliaciones sucesivas, para entender el
efecto de la frecuencia y severidad de cosecha en el rendimiento. Anteriormente
Hernández et al. (1992) evidenciaron que la frecuencia de corte de alfalfa debe
definirse con base en el estado de desarrollo de la planta, para lograr persistencia
y los máximos rendimientos anuales de forraje. El meristemo apical, una vez que
ha desarrollado células, da origen a nuevas hojas embrionarias llamadas
primordios foliares, cuya formación ocurre a intervalos y en patrones regulares
alrededor del meristemo apical (Hendricson et al., 2005).
La formación celular en el meristemo apical también añade continuamente
células al tallo que se encuentra en formación. Los primordios foliares y el tallo
joven tienen un desarrollo característico que implica crecimiento y desarrollo por
división celular extensa. Los primordios foliares se alargan en forma notable, de tal
modo que pronto sobrepasan al meristemo apical y después se extienden
lateralmente para formar la lámina de la hoja. El tallo se engruesa y se alarga con
lentitud (Matthew et al., 2000; Hendricson et al., 2005).
Las diferencias en el potencial de rebrote de una especie, pueden deberse
no sólo a diferencias en la estructura del área foliar remanente, sino también al
contenido de carbohidratos solubles en la raíz (Clavero et al., 2000; Hernández-
Garay et al., 2002 y Ganderats y Hepp). La altura del cultivo, conjuntamente con la
densidad del follaje, determinan la cantidad de materia seca que se produce;
mientras que, la relación hoja:tallo, así como la diversidad entre especies
determinan la calidad de la materia seca disponible (Hodgson, 1990; Castillo et al.,
2009).
La persistencia de las praderas puede ser analizada en términos de la
contribución de la aparición y muerte de tallos a la variación en el tiempo en la
densidad de población. Matemáticamente, el comportamiento de la población así
definido puede ser descrita por el álgebra matricial (Mattew y Sackville Hamilton,
2011) o por ecuaciones diferenciales de cálculo (Louie et al., 1998). La proporción
de una población sobreviviente de un determinado período de tiempo y la tasa de
natalidad de la población debe sumar 1 para una población estable, pero si se
supone que losmenores no generan nacimientos, la tasa de aparición se requiere
para una población estable aumenta marcadamente con menor supervivencia. La
aparición y la supervivencia también pueden cambiar estacionalmente, en cuyo
caso la estabilidad poblacional necesita ser evaluado durante todo el ciclo anual
(Matthew y Sackville Hamilton, 2011). Una razón importante de los ciclos
estacionales de la aparición y muerte de tallos se puede producir por cualquiera de
flores o sin flores macollos en cuyo caso el patrón estacional de nacimiento y la
muerte dentro del ciclo anual se altera en consecuencia (Matthew et al., 1993).
2.14 Densidad de tallos
De acuerdo a Volenec y Nelson (1983), la producción de forrajes en las
praderas es función de dos componentes, el número de tallos por unidad de área y
el rendimiento por tallo. Por otra parte si se considera el reemplazo continuo de
hojas y tallos en la pradera (Hodgson, 1996), su persistencia y producción de
forraje depende del balance entre la aparición y muerte de tallos, el cual varia con
la estación del año (Covill y Marshall, 1984). Asimismo, Hernández-Garay (1995)
mencionó que dicho balance puede ser fuertemente alterado por las prácticas de
manejo, especialmente la frecuencia e intensidad de defoliación.
En especies perennes, la producción de forraje es una consecuencia de la
tasa de aparición y muerte de tallos, lo cual determina la velocidad con que una
pradera forma nuevo tejido y lo pierde por senescente y descomposición
(Valentine y Matthew, 1999). La aparición de tallos en las plantas es regulada por
el IAF de la pradera y la primera causa de reducción es la disminución progresiva
de la tasa de aparición de hojas, conforme la pradera se desarrolla, como
resultado de la respuesta de las plantas a cambios en la calidad de luz
interceptada; así, conforme el sombreado llega a ser más severo, el sitio de
llenado también es afectado (Skinner y Nelson, 1992; Lemaire, 2001).
El estudio estructural (densidad de tallos, número de hojas vivas y muertas
por tallo, tamaño de las hojas y el tallo) y morfogenética (aparición y muerte de
tallos, aparición, muerte, desapego y extensión de la hoja) variables del dosel son
eficaces en la comprensión de la mecanismos que subyacen a esta dinámica en la
estructura del dosel (Chapman y Lemaire, 1993; Lemaire y Chapman 1996;
Lemaire y Agnusdei 2000).
La persistencia de las praderas depende de la capacidad de las plantas
para renovar los tallos muertos y mantener estable la densidad poblacional de
tallos, lo que está directamente determinado por el efecto combinado de los
patrones estacionales en los procesos de aparición, muerte y supervivencia de
tallos (Hernández-Garay et al., 1999 y Ramírez et al., 2011).
Con cortes (defoliaciones) frecuentes se reduce la competencia por luz y
aumenta la proporción de luz roja/(luz roja lejana + luz azul), de modo que la
respuesta fotomorfogénica de la pradera es la formación de hojas cortas y alta
densidad de tallos. La variación en densidad de tallos es un mecanismo
importante para regular el área de la hoja de una pradera. De hecho, el IAF se
determina por la densidad de tallos, el número de hojas por tallo (valor
relativamente constante para cada especie) y el área de la hoja (subordinada a la
intensidad de la defoliación). Por lo tanto, conceptualmente, la compensación de la
densidad es un mecanismo que optimiza el IAF de la pradera (Mattew et al.,
2000).
Los estudios sobre la densidad de tallos son una buena herramienta para
predecir estas variaciones y, por lo tanto, para determinar una estrategia de
gestión para el sistema de pastoreo y mantener una densidad adecuada dirigida a
la optimización de la producción de forraje durante todo el año (Lemaire y
Chapman, 1996).
Las variaciones estacionales en las tasas de aparición, muerte y
supervivencia de tallos, son importantes para comprender los mecanismos
involucrados en la persistencia y recambio de tallos en las praderas. Los análisis
independientes de estas tasas no indican la estabilidad de la población de tallos
en determinada época; es decir, si la aparición de tallos con respecto a su muerte
es suficiente para mantener la población en equilibrio. La estabilidad de la
población de tallos de un pasto puede calcularse por medio de un índice que se
obtiene de la relación entre los procesos de supervivencia y la aparición de tallos,
y permite un análisis integral de las variaciones de la población (Bahmani et al.,
2003).
Asimismo, la densidad de tallos también se puede manipular con el manejo
en el campo; es decir, modificando la frecuencia e intensidad de defoliación se
puede incrementar el número de tallos por unidad de área, así como reducir la
muerte de los mismos, al controlar la acumulación de forraje (Hernández-Garay et
al., 1999).
En general, hay una disminución en la densidad de tallos más pesados, con
regímenes de defoliación ligera; así, aumentos o disminuciones en la densidad de
tallos, son un indicador ambiguo del vigor de la pradera y puede, en algunos
casos, reflejar el efecto de la compensación tamaño-densidad en respuesta a
cambios en la intensidad y frecuencia de la defoliación (Matthew et al., 1995).
La densidad y dinámica de tallos es un indicador de la productividad y
persistencia de la pradera, caracterizada por cambios que ocurren a través del
tiempo debido al clima y manejo (Islam y Hirata, 2005) en número, aparición y
muerte de tallos (Interrante et al., 2010). La persistencia de una pradera depende
de la capacidad de las especies para mantener alta densidad de tallos y renovar
los tallos a través del año y de manera estacional, así como, la capacidad del
macollo individual para mantener hojas vivas (Hirata y Pakiding, 2001; Da Silva et
al., 2008; Ramírez et al., 2011). Los tallos tienen longevidad limitada y el
sobrepastoreo es la causa de muerte más común, debido a que se consumen los
meristemos de crecimiento (Auxiliadora- Fialho et al., 2012).
2.15 Dinámica de tallos
El conocimiento de la dinámica poblacional de tallos durante el año es una
referencia esencial en el manejo de praderas. Con la manipulación de la
defoliación por corte o pastoreo, se pueden modificar los picos mensuales y
estacionales de aparición de tallos e incrementar la densidad de tallos y la
productividad de los pastos (Hodgson, 1990; Mathew et al., 2001).
La dinámica de tallos resalta la importancia del proceso de senescencia y
su contribución a la producción y calidad del forraje. A mayor intervalo de corte se
favorece la mayor altura de las plantas y acumulación, por la mayor acumulación
de tallos y material muerto, lo que reduce las relaciones hoja:tallo y hoja:no hoja,
alterando la estructura del forraje producido; lo que puede disminuir la eficiencia
de utilización de la pradera, el consumo y desempeño de los animales
(Ramírez et al., 2009).
2.16 Tasa de aparición y muerte de tallos
La persistencia de la pradera está directamente determinada por el efecto
combinado del patrón estacional de aparición y muerte de tallos. En una pradera
de ballico perenne, tanto su persistencia, como la producción de forraje dependen
del balance entre las tasas de aparición y muerte de tallos, el cual es afectado
especialmente por la frecuencia e intensidad de defoliación (Hernández-Garay et
al., 1999). Con cortes frecuentes se reduce la competencia por luz y aumenta la
proporción de luz roja / (luz roja lejana + luz azul), de modo que la respuesta
fotomorfogénica de la pradera es la formación de hojas cortas y alta densidad de
tallos. Por el contrario, con defoliaciones poco frecuentes las plantas desarrollan
tallos grandes y reducen la tasa de aparición de tallos (Mazzanti et al., 1994;
Lemaire, 2001).
Estudios realizados en Inglaterra, con ballico perenne, han observado picos
máximos en la tasa de aparición de tallos en primavera y otoño y después de la
floración, con defoliaciones frecuente (Colvill y Marshall, 1984).
En Nueva Zelanda, Matthew et al. (2000) indicaron que el diagrama de aparición y
muerte de tallos en las diferentes estaciones del año permite apreciar variaciones
mensuales y estacionales que a su vez ayudan a establecer estrategias de manejo
que aseguran la persistencia y productividad de las especies forrajeras.
Las variaciones estacionales en las tasas de aparición, muerte y
sobrevivencia de tallos, son importantes para comprender los mecanismos
involucrados en la persistencia y renovación de tallos en las praderas. Sin
embargo, los análisis independientes de estas tasas no indican la estabilidad de la
población de tallos en determinada época; es decir, si la aparición de tallos con
respecto a su muerte es suficiente para mantener la población en equilibrio. La
estabilidad de la población de permite un análisis integral de las variaciones de la
población (Bahmani et al., 2003).
La planeación del pastoreo ayuda a eficientar la cosecha de la hoja, antes
de que entre en una etapa avanzada de senescencia (Mazzanti et al., 1994;
Lemaire y Agnusdei, 2000). Esto asegura una alta utilización del forraje producido
y evita el deterioro de la estructura de la pradera por una excesiva acumulación de
tallos, seudotallos, y material muerto (Hodgson y Da Silva, 2002).
En ballico perenne (Lolium perenne) se demostró que el rendimiento de
forraje depende del balance entre la densidad de tallos y el crecimiento individual
por tallo, relación que depende de la altura de corte (Hernández-Garay et al.,
1999; Pérez et al., 2002).
Estudios de la tasa de recambio de tejido, ayudan a entender la dinámica
de crecimiento entre defoliaciones sucesivas, lo cual permite un manejo más
eficiente en términos de producción animal por unidad de superficie (Velasco et
al., 2001). Sin embargo, en pasto ovillo y ballico perenne la información disponible
con relación al manejo óptimo durante las diferentes estaciones del año es
escasa.
III. MATERIALES Y METODOS
3.1 localización del campo experimental
Esta investigación se llevó a cabo mes de marzo-mayo del año 2015 , en
una pradera del pasto llanero (andropogon gayanus), en el rancho “La Terna” que
es una explotación especializada en la producción de leche, ubicada en el km 6.5
de la carretera Terán - Ejido Emiliano Zapata, que pertenece al municipio de
Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, localizado en las coordenadas 16º 44’ 10” latitud Norte
y 93º 16’ 00” de longitud Oeste.
Limita al Norte con los municipios de San Fernando y Osumacinta, al Este
con Chiapa de Corzo, al Sur con Suchiapa y Ocozocoautla de Espinosa y al Oeste
con Berriozábal. Su extensión territorial es de 412.4 km2 y se encuentra a una
altitud de 550 msnm (Anexo 2). La temperatura mínima promedio en los meses de
Mayo a Octubre es de 15 a 22.5° C y la máxima promedio oscila entre 27° C y
34.5° C, en tanto que la temperatura mínima promedio en los meses de
Noviembre a Abril es de 12 a 18° C, y la máxima 24 promedio en estos meses es
de 24 y 33° C. La precipitación pluvial media anual es 957.7 mm (CONAGUA,
2014). El clima predominante es Awo (w), que indica cálido subhúmedo con lluvias
en Verano, cubre el 99.9 % de la superficie total del municipio y una fracción (0.08
%) presenta clima A (C)wo (w), semicálido subhúmedo con lluvias en Verano
(García, 1983).
3.2 diseño experimental
VII. LITERATURA CONSULTADA
1. Sosa, Rubio, Edgar Enrique, Zapata, Buenfil, Gonzalo, Pérez, Rodríguez,
José Demetrio. Fechas de precorte para la caracterización fenológica del
pasto llanero (Andropogon gayanus Kunth) en Quintana RooTécnica
Pecuaria en México [en linea] 2001, 39 (mayo-agosto) : [Fecha de consulta:
2 de mayo de 2015] Disponible en:<http://www.redalyc.org/articulo.oa?
id=61339207> ISSN 0040-1889
2. Alcántara, G. G. y Trejo T. L. (2007). Nutrición de cultivos. Colegio de
Postgraduados. 1ª Edición. Editorial Mundi Prensa. Montecillo, México S. A.
705 p.
3. Peralta-Martínez, A., Carrillo, P. S., Hernández, H. H., Porfirio, P. N. (2007).
4. Características morfológicas y productivas, en etapa de producción, para
ocho gramíneas forrajeras tropicales. Perú. 3 p.
5. Lopes Ramos de Oliveira, Fabiana, Alves Mota, Verônica, Soares Ramos,
Maira, Tuffi Santos, Leonardo David, Faria de Oliveira, Neide Judith, Castro
Geraseev, Luciana. Comportamento de Andropogon gayanus cv. 'planaltina'
e Panicum maximum cv. 'tanzânia' sob sombreamentoCiência Rural [en
linea] 2013, 43 (Febrero-Sin mes) : [Fecha de consulta: 4 de mayo de 2015]
Disponible en:<http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=33125630026> ISSN
0103-8478.
6. IGLESIAS, J.M.; MILERA, MILAGROS & GONZALEZ, YOLANDA. 1995.
Producción de semillas de Andropogon gayanus cv. CIAT-621 en potreros
explotados de forma tradicional e intensiva. Cosecha postpastoreo.
Resúmenes Taller Internacional "Producción de Semillas de Pastos para el
Trópico". EEPF "Indio Hatuey". Matanzas, Cuba. p. 21
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