palabra de vida mayo 2015 ¡dios es misericordia!

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Palabra de Vida

Mayo 2015

“Pero Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, precisamente cuando estábamos muertos a causa de nuestros pecados, nos hizo revivir con Cristo”

(Ef. 2,4-5)

La Biblia hebrea, para indicar la naturaleza

de este amor de misericordia utiliza

una palabra (rahamim) que rememora el

regazo materno, el lugar de donde

proviene la vida.

Dándose a conocer como

“misericordioso”, Dios muestra la

premura que tiene por cada criatura, similar a la de una mamá por su niño:

lo quiere, está cerca de él, lo

protege, lo cuida.

La Biblia usa también otro término (hesed) para expresar otros aspectos del amor-misericordia: fidelidad, benevolencia, bondad, solidaridad.

También María, en su Magnificat, canta la

misericordia del Omnipotente que se

extiende de generación en

generación (cf. Lc 1, 50).

El mismo Jesús nos habló del amor de Dios revelándolo como un

“Padre” cercano y atento a nuestras

necesidades, dispuesto a perdonar, a donarnos todo aquello que nos

hace falta:

“hace salir el sol sobre malos y buenos,

y hace caer la lluvia sobre justos e

injustos” (Mt 5, 45)

Su amor es verdaderamente

“rico” y “grande” como lo define la

carta a los Efesios, de donde se tomó esta

palabra de vida.

“Pero Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con

que nos amó, precisamente

cuando estábamos muertos a causa de nuestros pecados, nos hizo revivir con

Cristo”.

El de Pablo es casi un grito de alegría que

nace de la contemplación de la acción extraordinaria que Dios realizó con nosotros: estábamos muertos y nos hizo

revivir dándonos vida nueva.

La frase comienza con un “pero”, como para indicar el contraste con lo que Pablo ya había constatado: la

condición trágica de la humanidad aplastada por culpas y pecados, prisionera de deseos

egoístas y malos, bajo la influencia de las fuerzas del mal, en

abierta rebelión contra Dios.

Esta situación hubiera merecido el estallido de su enojo (cf Efesios 2, 1-3). Por el

contrario, Dios en lugar de castigar a la humanidad vuelve a

darle vida: no se deja guiar por la ira sino por la misericordia y

el amor, de allí el estupor de Pablo.

Jesús ya había dejado intuir este modo de

actuar de Dios cuando narró la

parábola del padre de los dos hijos, que

recibe con los brazos abiertos al más joven, hundido en una vida

desenfrenada.

Lo mismo con el ejemplo del buen

pastor que va en busca de la oveja perdida y la

carga sobre sus hombros para

traerla de vuelta a casa,

o el buen samaritano que

cura las heridas del hombre caído en

manos de los ladrones (cf Lucas 15,

11-32; 3-7; 10, 30-37).

Dios, Padre misericordioso,

simbolizado en esas parábolas, no

solamente nos ha perdonado sino que ha donado la vida misma

de su hijo Jesús, nos ha donado la plenitud de la

vida divina. Por eso este himno de gratitud.

Pero Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que nos

amó, precisamente cuando estábamos muertos a causa de

nuestros pecados, nos hizo revivir con Cristo.

Esta palabra de vida tendría que suscitar en

nosotros la misma alegría y gratitud que en Pablo y la primera comunidad cristiana.

También con cada uno de nosotros Dios se

muestra “rico en misericordia” y

“grande en el amor”, dispuesto a perdonar y

darnos confianza.

No existe situación de pecado, de dolor, de soledad, en la cual Él no se haga presente,

no esté a nuestro lado para acompañarnos en el camino, para darnos

confianza, la posibilidad de

levantarnos y la fuerza para recomenzar

siempre.

En su primer “Angelus”, el 17 de

marzo de 2013, el papa Francisco comenzó a

hablar de la misericordia de Dios, un tema que después se tornó habitual. En esa ocasión dijo: “El

rostro de Dios es el de un padre

misericordioso, que siempre tiene

paciencia… nos comprende, nos

espera, no se cansa de perdonarnos…”.

Concluyó ese primer breve saludo

recordando que: “Él es el Padre amoroso

que siempre perdona, que tiene un corazón de misericordia para

todos nosotros. Aprendamos a ser también nosotros

misericordiosos con todos”.

Ésta última indicación nos

sugiere un modo concreto para

poner en práctica esta palabra de

vida.

Si con nosotros Dios es rico en misericordia y

grande en el amor, también estamos

llamados a ser misericordiosos con los

demás. Si Él ama a personas malas, que le son enemigas, tenemos que aprender a amar a todos los que no son “amables”, incluidos

los enemigos.

¿Acaso Jesús no dijo: “Felices los

misericordiosos, porque obtendrán

misericordia?” (Mateo 5, 7).

¿No nos pidió que seamos

“misericordiosos como es

misericordioso el Padre”? (Lc 6, 36).

También Pablo invitaba a sus comunidades,

elegidas y amadas por Dios, a revestirse de

“sentimientos de compasión, de

benevolencia, de humildad, de dulzura,

de paciencia” (Col 3, 12).

Si creemos en el amor de Dios,

también nosotros podremos amar con ese amor que está cercano en cada

situación de dolor y necesidad, que todo

lo excusa, que protege, que sabe cómo cuidar.

Viviendo de esta manera podremos ser ejemplos del amor de Dios y ayudar a todos los que encontremos

a descubrir que también con ellos

Dios es rico en misericordia y grande

en el amor.

Texto Padre Fabio Ciardi OMIGrafica Anna Lollo en colaboración con don Placido D’Omina (Sicilia, Italia)

* * * el comentario a la Palabra de Vida traducido cada mes en 96 lenguas e idiomas,

llega a varios millones de personas en todo el mundoa través de la Imprenta, radio, TV y vía internet.

Para mayor información www.focolare.org •

Este PPS, en diferentes idiomas, es publicado en www.santuariosancalogero.org

“Pero Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con

que nos amó, precisamente cuando estábamos muertos a

causa de nuestros pecados, nos hizo revivir con Cristo”.

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