paideia
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Introducción
La Filosofía de la Educación pretende una comprensión fundamental, sistemática
y crítica del hecho educativo. Este carácter específicamente filosófico de
la asignatura, distinto del que ofrece una Teoría General de la Educación, debe
despertar en el estudiante un claro asombro investigador, una perplejidad activa y
una reflexión en profundidad que permitan conocer el hecho educativo desde
sus presupuestos antropológicos y filosóficos. Tarea no fácil, pero tarea
posiblemente gratificante y necesaria. Filosofía de la Educación; es
la disciplina que estudia el comportamiento de la educación a la luz de
las leyes que regulan el desarrollo de la sociedad humana, desde que el
hombre apareció en la tierra, hasta el momento actual y de las que gobierna cada
formación económica-intermedio social en particular; disciplina que además,
estudia las diferentes concepciones del mundo y la formas como ellas conciben el
hecho educativo, en sus elementos y movimientos fundamentales. La Filosofía de
la Educación puede considerarse como el saber teleológico de la educación. La
consideración de la finalidad conforma nuestra disciplina, de manera que no sólo
consta del estudio del fin de la educación, sino también del estudio del sujeto y de
la propia acción educativa, pero contempladas desde la perspectiva de la finalidad.
¿Para qué se educa? Tal es la cuestión última en la Filosofía de la Educación. La
filosofía de la educación trata de comprender o interpretar la educación en relación
con la realidad sin perder el punto de vista de esta realidad, reflexiona sobre
su naturaleza, esencia y valores de la educación. El hombre es el único ser
educable. Este ser es simultáneamente biológico, psíquico y social. Pero no lo es
en forma pasiva sino activa. Está frente al mundo provisto de una actividad
espiritual, de una concepción de la vida. A través de esta idea básica encuentra la
explicación de muchos "por qué", aparte de la posibilidad de enfocar a la realidad
como a un todo. En primera instancia la filosofía es, pues, una concepción del
mundo y de la vida que repercute sobre la conducta. Esto sucede no sólo con la
filosofía de los "filósofos profesionales", sino también con la "filosofía" del hombre
común. Toda teoría filosófica conduce a una actitud e intenta explicar
unitariamente la realidad. Por eso dice que la filosofía es una reflexión totalizadora
en cuyo campo entran tanto lo natural como lo humano. De lo dicho se deriva la
importancia de la filosofía para la educación. Si ésta pretende formar al hombre en
su integridad, ¿quién más que la filosofía puede darle una idea de esa integridad?
El educador no puede emprender su misión, si antes no se ha trazado por lo
menos un esbozo del punto a que se debe llegar, es decir una "imagen" del
hombre a formar. Por eso, esencialmente, la filosofía que fundamente
la acción educativa debe ser una "filosofía de lo humano".
Concepto
La Filosofía Educativa, también llamada Filosofía Pedagógica y Filosofía de la
Educación se puede describir como un campo de investigación y
deenseñanza académica que limita el alcance de este ámbito a las actividades de
un pequeño grupo de profesionales que trabaja esta área específica. Estos
llamados "filósofos educativos" se encuentran en los países de habla inglesa y, en
menor grado, también en algunos países de la Europa continental, y normalmente
están relacionados con las escuelas universitarias de educación o pedagogía.
Dado que la educación es el proceso de formación del hombre en la vida social y
para la vida social, o la asimilación de las experiencias que preparan para la vida
humana, se entenderá que la Filosofía de la Educación estudia las leyes, las
situaciones y los fenómenos del mundo, del hombre, de la sociedad y de
la cultura en relación con el proceso de la formación humana a partir de las
posiciones filosóficas.
A la filosofía educativa corresponden numerosas posiciones y actitudes de orden
ideológico y político que son bastante frecuentes no sólo entre las personas
dedicadas a las labores educativas formales, como son los maestros,
administradores y supervisores escolares, sino también, entre otros, como los
gobernantes, políticos, empresarios, sindicalistas, obreros, padres de familia y
dirigentes juveniles. En fin, la filosofía de la educación trasciende el plano de la
formalidad institucional, abarcando las posiciones ideológicas
y políticas reveladoras de lo que hacen, sienten y piensan todos los hombres en
relación con la educación, por cuanto el hecho educativo extra-escolar, como
sucede con el escolar, está condicionado por el hecho histórico general. Si bien
pocos seres humanos son filósofos de la educación, en cambio nadie deja de
incursionar, en uno u otro nivel y forma, en las esferas del discurso filosófico-
pedagógico.
Como quehacer científico, la filosofía educativa presenta diversos grados,
dependiendo esto de la mayor o menor importancia con que en ella se manejan
los factores especulativos, de teoría científica, de practicismo o de utilitarismo.
La filosofía educativa tiene sus manifestaciones en las formas y en los niveles con
que los educadores, tratadistas y demás personas interesadas en la educación,
enfocan y aplican las diversas disciplinas, siendo notorios los casos de
la antropología, la psicología, la historia y la sociología, por los altos niveles de
afinidad y la interacción que presentan con importantes aspectos de la realidad
educativa.
Las contradicciones ideológicas que han caracterizado a las diversas sociedades,
ocasionan gran diversidad de enfoques y de interpretaciones en el campo
científico, lo que a su vez provoca que la filosofía, ligada ampliamente a todas
las ciencias y en general a las actividades humanas, sea ladisciplina que encierre
un mayor nivel de heterogeneidad en su contenido. La filosofía de la educación no
escapa a esta situación, por lo que sus textos varían mucho en sus enfoques y
contenidos aún dentro de grupos que han parecido tener una ideología común.
con la revolución cultural que se fraguó a lo largo del siglo V a. C. nació en Grecia
la construcción de un ideal de vida que proponía a todos los hombres, como
meta:la paideia, una educación que ha de perseguir la virtud (areté).
"Es mejor una vida breve gozando de una alta virtud que una larga existencia
en reposo indolente, preferiría vivir un sólo año por un fin noble, que una
larga vida por nada, prefiriría cumplir una sola acción grande a una serie de
pequeñeces insignificantes". Aristóteles
Aristóteles
Nació en Estagira (Macedonia) en el año 385/4.
Uno de los más grandes filósofos de la antigüedad y acaso de la historia de la
filosofía occidental. Inventor de la anatomía y la biología.
En el 367/6, cuando tenía diecisiete años, se trasladó a Atenas sin perder la
ciudadanía de Estagira, donde ingresó en la Academia platónica para estudiar.
Platón debía tener unos cincuenta años por aquel entonces, y Aristóteles debió ser
uno de sus discípulos más brillantes ("el lector" le llamaba Platón).
Paideia (παιδεία), es una palabra griega que significa educación, designando con
ello la plena y rigurosa formación intelectual, espiritual y atlética del hombre. Con
la inclusión del sentido de formación del espíritu humano, se dotaba al hombre de
un carácter verdaderamente humano.
El filólogo alemán Werner Jaeger le dio un sentido más preciso y más evocador en
su gran obra: “Paideia o la formación del hombre griego”. Paideia es para él una
formación otorgada a la vez por la ciudad y por una enseñanza formal que está en
armonía con lo que enseña la ciudad de manera informal: podemos imaginarnos a
un filósofo griego explicando la idea de armonía a sus discípulos ante una obra de
música o un templo, siendo estos mismos la encarnación de la idea. Se podría
resumir así la paideia: tan solo podemos formar (en el sentido de concebir) sobre
las ideas por las cuales fuimos formados (en el sentido de modelar)... y vice versa.
Comentando a Platón y Protágoras, Jaeger escribió: "la armonía y el ritmo de la
música deben comunicarse al alma para que, a su vez, ésta se vuelva armoniosa
y obedezca a las leyes rítmicas." (Paideia, p.361)
Victor Hugo mencionó esta simbiosis entre el hombre y la ciudad de la manera
siguiente:
"Yo, el templo, soy legislador de Éphèse;
El pueblo al verme comprende el orden y se alivia;
Mi educación son las palabras de un código, mi frontón
Piensa como Thalès, habla como Platón,
Mi pórtico sereno, para el alma que sabe leer,
Por la vibración pensativa de una lira."
El mismo Jaeger nos invita a inspirarnos en la historia para entender bien
la paideia:
"El concepto de paideia tal y como ocurre con otros conceptos de gran
envergadura (la filosofía o la cultura, por ejemplo), se niega a dejarse encerrar en
una fórmula abstracta. No se entiende toda la riqueza de su contenido hasta
después haber leído su historia y ver, a través de sus vicisitudes, cómo ha llegado
a su acepción definitiva. Al servirme de una palabra griega para una cosa griega,
quise hacer comprender que se debe considerar la palabra paideia con los ojos de
los Griegos y no con nuestros ojos de hombres modernos. Es imposible evitar el
empleo de expresiones actuales como civilización, cultura, tradición, literatura, o
educación. Pero ninguno sustituye realmente lo que los Helenos entendían por
paideia. Cada una sólo informa de uno de sus aspectos: si no es tomándolas
todas juntas, no las podremos emplear para expresar el sentido completo de la
palabra griega. Por otra parte, la esencia misma del humanismo y la actividad
humanista se base en la unidad original de todos estos aspectos –que es lo mismo
que expresa el término griego - y no sobre la diversidad que la evolución moderna
destaca y precisa. Los Antiguos estaban persuadidos que la educación y la cultura
no constituyen una teoría abstracta o un arte formal, distintos de la estructura
histórica objetivo de la vida espiritual de una nación. Pensaban que se encuentran
en la literatura, expresión verdadera de toda cultura superior.
Paideia viene de niño, pero va mucho más allá de la acción educativa que se
pueda ejercer sobre este. Es de difícil traducción, podríamos decir civilización,
cultura, tradición, literatura o educación, sin lograr una expresión acertada. Va más
allá de los aprendizajes particulares. Se dirige hacia un núcleo humano a
desarrollar, en función de valores del espíritu.
Lo más cercano que podemos decir es que un hombre culto es aquel que se
ocupa de su propia paideia y la de su medio.
El pensamiento de Platón sobre educación y política tiene en su centro un
acercamiento a lo educativo como un hecho humano fundamental, que se resume
en el término paideia. La areté, objeto de toda paideia y de todo arte político, se
resume en el conocimiento y práctica del bien y la justicia. Ni paideia ni política
son actividades indiferentes en sí, sino que son formas de ser y de vivir un ideal
virtuoso. Aparece siempre una constante en los diálogos platónico: no existe
política sin paideia y toda paideia se orienta a la construcción de la sociedad y del
estado.
Al leer “La República” podemos ver en ella una descripción del estado ideal y ver
la descripción de formas y niveles de educación que Platón va proponiendo.
Sin embargo, no esto lo que a él le interesa. Lo que le importa es mostrar la
paideia como centro de la actividad social. No trata de discernir y explicar que tipo
de educación se necesita para la sociedad que aspira, sino al revés. Una sociedad
tiene sentido en la medida en que hace posible la paideia de las personas.
Entonces, el esfuerzo ha de dirigirse a lograr un estado en el que los ciudadanos
puedan desarrollar su areté cabalmente, como una forma de vida. Si la areté es
conocimiento y práctica del bien, la sociedad ha de ser reconstruida en torno a ese
principio, a través de la paideia.
Platón no da las recetas para diseñar una sociedad perfecta, sino que intenta
hacer reflexionar sobre temas que considera cruciales para salvar el espíritu
griego de su época, que se encuentra en crisis.
Creo que este llamado a la reflexión sobre determinados hechos y verdades es
una intención que debe estar vigente en nuestros días. ¿Acaso no es esta la
propuesta de Paulo Freire?
¿Cabe pensar en la educación sin tener en cuenta su dimensión política?
¿Podemos acusar a la teoría pedagógica de Paulo Freire de ser política, o,
justamente, alabar ese punto?
Veamos que nos dicen al respecto posturas más contemporáneas que la
platónica.
¿Se puede encarar a la educación y a la escuela como una realidad histórica,
susceptible de ser transformada intencionalmente por la acción del hombre? ¿Es
posible una teoría de la educación que capte críticamente a la escuela ( y al
docente) como un instrumento capaz de contribuir a la superación de la
desigualdad social, de la marginalidad, de los distintos tipos de opresión?
Creo que no podemos permitirnos la ingenuidad de no percibir los condicionantes
objetivos de la sociedad en la que se da el hecho educativo. Pero tampoco
podemos entender a la educación como la que reproduce la desigualdad de la
sociedad a la que pertenece. Esta visión sólo genera desánimo e impotencia.
La teoría que necesitamos debe superar posturas ilusas e ingenuas y posturas
pesimistas. Debe entender que luchar contra la desigualdad e inequidad desde la
escuela significa comprometerse en el esfuerzo de garantizar a todos una
educación de calidad, en las condiciones históricas actuales. Y eso es lo que han
comprendido las pedagogías crítico-transformadoras, donde ubicamos a Paulo
Freire. Veamos de que se trata. Bajo la influencia del pensamiento neomarxista,
se inicia la pedagogía crítica, en la cual podemos señalar dos etapas. La primera
de ellas se identifica con la “pedagogía de la reproducción”, a partir del concepto
clave que usa para su interpretación de la realidad. Establece un estrecho
paralelismo entre las relaciones sociales que la escuela establece y promueve y
las relaciones de dominación y subordinación sociales que se desprenden de lo
económico. La escuela y el curriculum operan reproduciendo la estructura social,
cultural y económico-ideológica. Son “aparatos ideológicos del Estado” (Althusser)
Este énfasis puesto en la idea de la dominación es el punto débil sobre el que se
constituye la crítica que articula el paso a la segunda etapa, las pedagogías
crítico-transformadoras, que cambian el lenguaje de la mera crítica por el de la
posibilidad. Se subrayan los elementos que van a permitir una acción respecto de
las estructuras socio-político-económicas. Ante todo, se insiste en el carácter
activo del hombre y en las instancias de contradicción y ruptura. Estas son las
categorías claves. Las pedagogías crítico-transformadoras se articulan en torno a
tres nociones: conflicto, lucha y resistencia. La escuela ya no es vista como un
reflejo del orden económico sino como un ámbito político-cultural con cierto grado
de independencia, que permite entenderla como alternativa de contradicción al
macro-contexto.
Los dos objetivos básicos de la educación en esta perspectiva son el desarrollo de
una mentalidad crítica y la potenciación de los actores sociales para el cambio (Mc
Laren), para lo cual es preciso redefinir el rol docente como el de un intelectual
público (Giroux) cuya tarea es la mediación entre personas y grupos, para lo cual
es preciso la toma de conciencia de que la educación es una tarea política, que no
puede hacer abstracción de las cuestiones de valor y poder. Se requiere que tanto
el docente como el alumno puedan reconocerse como agentes históricos, sociales
y culturales. Un elemento central es tener en cuenta las voces de los
protagonistas, inseparablemente unidas al contexto social y cultural. El
conocimiento es contextual, es la conciencia de los elementos socio-culturales que
han ido configurando las propias categorías de pensamiento y de lenguaje.
La tarea crítica une teoría y praxis: la praxis es la transformación de la experiencia
social y dicha transformación exige la crítica. Por eso todo conocimiento es
contextual. En la “práctica crítica” se unen teoría y praxis. Dicho con las palabras
de Fenstermacher, que llama a esta postura enseñanza emancipadora , “... el
emancipador ve el mundo social como un lugar de lucha continua y opresión en el
que aquellos que tienen poder, privilegio y status se afirman cada vez más y
aquellos que se perciben como personas inferiores aceptan su destino y su
debilidad. Los emancipadores sostienen que las escuelas son instrumentos de
reproducción social en los cuales las clases inferiores aprenden a ser obreros
dóciles que cumplen órdenes y donde se entrena a las clases superiores para el
liderazgo y el ejercicio del poder. El punto esencial de la enseñanza emancipadora
es, pues, liberar los espíritus de los estudiantes de la influencia inconsciente de
ideas opresivas sobre su clase, su género, su raza o su condición étnica porque
esas ideas los paralizan, los debilitan y los separan de las oportunidades de lograr
una vida mejor” 2
Para concluir, por si aún quedan dudas, diría que debemos reconocer a Paulo
Freire como el autor (y el actor) que enunció el rol del docente emancipador en
Latinoamérica. En sus obras nos presentó sus ideas políticas, filosóficas y
pedagógicas. También las prácticas pedagógicas que elaboró para estimular y
sostener la “conciencia crítica” en la gente. Más que estrictamente marxista o
revolucionario creo que fue un humanista, vinculado a movimientos genuinamente
latinoamericanos (como el caso de la Teología de la Liberación).
Su aporte arraigó debido a su doble mensaje político y profético. Utópico (hace
falta recuperar el componente utópico para la educación). Nos habla de hacer
posible el sueño de los pueblos. Esperanzado. Nos dice que la espera sin
esperanza es una espera vana, no puede materializar sueños. La esperanza se
realiza en la acción. Creo que la mejor definición de Paulo Freire es la que él hace
de sí mismo: “sustantivamente político y sólo adjetivamente pedagogo”.
Como docentes, debemos recuperar la naturaleza política de la educación, sin que
esto signifique reducirla a la práctica política. No podemos dejar de preguntarnos
cómo conseguir que la educación sea significativa, que se convierta en crítica y
emancipadora. ¿Qué es lo que hace que una práctica social sea educativa?
Porque tanto en la escuela como fuera de ella se dan prácticas sociales
deshumanizante.
Con esto termino, pero es una pregunta que creo vale la pena que nos hagamos:
¿Para qué tipo de sociedad estoy trabajando? ¿Qué tipo de sociedad les voy a
dejar a mis hijos y alumnos? O, mejor, ¿qué hijos y alumnos le voy a dejar a la
sociedad?
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