opinion politica de bolivia
Post on 16-Aug-2015
216 Views
Preview:
DESCRIPTION
TRANSCRIPT
Manfredo Kempff Suárez
No recuerdo, durante mis muchos años de observador y de modesto
actor político, a dignatarios más provocadores que S.E. y el
Vicepresidente. Citar las pendencias públicas de S.E. sería
interminable; retos y desafíos por cualquier motivo – y sin motivo –
que han ido contra algunos de sus partidarios que tuvo la desdicha de
olvidarse de quién era el jefe. Eso, pasando por mandatarios de
naciones amigas o no – todas mucho más poderosas que Bolivia –, a
quienes criticó porque no eran antiimperialistas, porque eran
neoliberales, monárquicos, o hasta porque estaban subidos de peso.
Debemos reconocer que esta es la Bolivia actual: misteriosa e
impredecible para el mundo. S.E. ha repetido en más de una
oportunidad, no sin cierto orgullo, sobre la idea que ahora se tiene de
los bolivianos: somos como una especie de talibanes andinos.
Talibanes sólo en un sentido del término, es decir que el movimiento
indígena creado en el occidente boliviano tiene mucho de
fundamentalista (raza, idioma, costumbres, creencias) y de insurgente.
Menos mal que no somos guerreros como los talibanes, sino
revoltosos, que es distinto. Y a Dios gracias que nuestro
antiimperialismo es de palabra y no de bala. En la buena estuviéramos
combatiendo en nuestras serranías tan secretas y profundas como las
de Afganistán. Somos un país exótico más que peligroso. Somos de
interés turístico por la novedad de nuestra Revolución, más que de
avidez morbosa de corresponsales de guerra dispuestos a perder la
vida por un tiro o la explosión de una mina.
Pero nadie le gana a este Gobierno en cuestión de provocaciones y de
discursos. Haciendo alusión a teoría de la “revolución permanente”
elaborada por Trotski, podemos afirmar que en el Estado Plurinacional
de Bolivia se ha impuesto la “provocación permanente”, como método
para que S.E. se mantenga en los primeros planos mediáticos y que,
de esa manera, lidere todo cuanto el Gobierno realice, pero, por
supuesto, que sea el paladín en la defensa de sus actos, no siempre
acertados y muchas veces guiados por la ideologización antes que por
el provecho práctico. S.E. necesita un enemigo al frente o tiene que
crearlo.
El general René Barrientos lució mucho la fanfarronería oratoria
durante su vida política. Como ahora hace S.E., el presidente-aviador
gustaba de masivas concentraciones campesinas, para de ese modo
expresar libremente todo lo que sentía, con vocabulario popular, sin
remilgos. Fustigaba a sus adversarios aclamado por muchedumbres
ignaras, como hoy. Les hablaba en quechua (lo que no domina S.E.) y
bebía chicha al son de pinquillos, con mixtura, picantes y entre
polleras. Pero era un hombre simpático y generoso que sabía tratar a
sus adversarios amansándolos o ajustándoles las clavijas cuando se
ponían muy chúcaros. Era un peleador más que un provocador. Le
faltaron los recursos del Estado para contar con televisión, aviones,
helicópteros, y millones de millones para repartir. Él sacaba billetes del
bolsillo para darle a algún campesino y era suficiente despilfarro.
Hoy S.E. dice cualquier cosa y su mensaje vuela a todas partes. Tiene
la televisión estatal que no solamente lo sigue por donde va y
reproduce sus discursos, sino que hasta pone en pantalla los partidos
de fútbol que juega y que son de una pesadez insoportable. Pero
desde Chimoré, Achacachi o Cotoca, S.E. tiene micrófono y tele para
provocar a sus adversarios. Puede ser un día Obama y al día
siguiente Goni o algún traidor al MAS. O puede denigrar a cualquier
periodista. No enfrenta a sus iguales y arremete contra quien sea.
Últimamente le ha tocado el turno al Cónsul General de Chile, con
acusaciones absurdas, temerarias, infundadas, que, en todo caso,
debió tratarlas el canciller.
En la misma onda que S.E. se ha puesto el Vicepresidente. No cabe
duda que es el estalinismo puro y duro. Buscar enemigos del proceso
hasta debajo de las piedras es la consigna. El Vice se ha lanzado, en
pocos días, consecutivamente, contra Paz Zamora, Roger Cortés,
Miguel Urioste, ¡Donald Trump!, y ya no recordamos quiénes más.
S.E. y el Vice han decidido pulverizar a las otrora veneradas ONG´s y
en dúo las están arrinconando preparando el terreno para echarlas del
país. Las ofensas que ambos dignatarios han lanzado contra EE.UU.
han sido terribles durante la última década. Eso producía réditos
políticos en Bolivia y entre los autócratas díscolos afines al ALBA.
Ahora S.E. recibe al Encargado de Negocios norteamericano y
anuncia, con amplia sonrisa, como si nada hubiera sucedido, una
pronta normalización de las relaciones. Por lo menos eso no está mal.
Todo parece tan sencillo en estas épocas del Pachacutec, todo tan
normal en la nueva Bolivia racial e idiomática, que, para horror, da la
impresión que la gente está acostumbrándose. Oír hablar de la
reelección ya no produce escalofríos. Escuchar sobre los miles de
millones de dólares derrochados se tolera. Sigue adelante la
revolución del dispendio, los discursos y las amenazas.
Enrique Iglesias: “Se terminó la fiesta”12/08/2015-22:52Opinión132
Gary Antonio Rodríguez Álvarez
No es el título de una canción, ni fue el hijo de Julio Iglesias quien lo
dijo. La frase corresponde al expresidente del BID y de la Cepal,
Enrique Iglesias, respecto al sombrío panorama que se presenta para
Latinoamérica ante el fin del boom de altos precios para las materias
primas, la ralentización de China, la suba de tasas de interés en EEUU
y la depreciación de monedas locales (EFE, 07.08.15).
La Cepal y el FMI revisaron a la baja el crecimiento del PIB boliviano
para 2015 –al 4,3% y 4,5% respectivamente– mientras que el
Gobierno la bajó del 5,9% al 5%, y si bien Bolivia crece sin mucho
esfuerzo –nadie niega eso y qué bueno que así sea– viendo lo que
pasa en el mundo y el entorno, no estaría de más tomar recaudos
para afrontar el segundo semestre y de ahí en más, dado el incierto
escenario económico que se avizora.
Y es que –lamentablemente– todo parece indicar que las inquietantes
advertencias de reconocidos economistas, analistas, especialistas y
prestigiosos opinadores sobre el desempeño de la economía nacional
para 2015, se quedaron cortas. Cuando el ex ministro de
Hidrocarburos, Mauricio Medinaceli Monroy, predijo el pasado año que
la caída de las recaudaciones por hidrocarburos en 2015 rondaría los
1.300 millones de dólares, a más de uno se le erizó la piel, a mí entre
ellos. Cuando el electo presidente del IBCE, Antonio Rocha Gallardo,
quiso anunciar en su discurso de posesión que la caída de las
exportaciones globales sería de 2.500 millones de dólares, le pedí ser
cauteloso y se dijo entonces que bajarían más de 2.000 millones.
El presidente del Estado, Evo Morales, ha reconocido este 6 de
Agosto que la caída podría ser de hasta 2.500 millones. Es triste
decirlo pero, todo apunta a que será muchísimo más, pues a junio –sin
reexportaciones– han caído ya más de 2.000 millones de dólares.
¿Qué dicen ahora quienes porfiadamente insistían que al país no le
pasaría nada? Que Bolivia tiene un gran colchón en sus Reservas
Internacionales y que puede darse un mayor gasto e inversión pública
para dinamizar la demanda interna, es verdad, y que se lo puede
hacer con más endeudamiento del Estado para que la economía
crezca este año un 4,6% o más para pagar el segundo aguinaldo,
también, pero… ¿debería ser esa la gran discusión?
Si, “se terminó la fiesta”, ¿por qué no pensar más bien en cómo
cambiar el perfil primario-exportador del país? ¿Y, si la baja del
petróleo se torna estructural, en cómo capear la baja de 3.000
millones de dólares/año por exportación?
Ovidio Roca
Se dice que la historia es la memoria colectiva de un pueblo y aquello
que lo une; es por ello que los regímenes totalitarios y para
someterlos, se empeñan en robarles la memoria, quitarles el espíritu y
dividirlos.
Cuando olvidamos nuestro pasado y nuestras tradiciones, dejamos de
ser parte de una comunidad y quedamos solos e inermes. Para lograr
esta amnesia los ideólogos populistas, ya sea nazis o socialistas,
cambian la historia, reescribiéndola cada día, y así anulan la cultura y
el sentimiento que une a las personas.
A pesar de esto, la gente, el pueblo; lucha por mantener su historia y
su cultura, manteniendo el compromiso de un futuro común y
compartido. En la lucha política la oposición generalmente invita a
recordar esa historia y un pasado en el que las cosas no eran tan
malas como ahora, y como el revisar el pasado, conduce a rectificar el
presente y mejorar el futuro, el gobierno totalitario se empeña en
borrarles la memoria, en “quitarle el alma a los kharas”, como dice la
Tesis de Shinahota.
Al respecto, Hannah Arendt nos explica: “El sujeto ideal del régimen
totalitario no es ni el nazi ferviente ni el comunista convencido, sino el
hombre para el cual la distinción entre hecho y ficción y entre
verdadero y falso ha dejado de existir”.
Y siguiendo esta estrategia de cambiar la historia, últimamente en
Trinidad y cuando el masismo celebraban la toma del último bastión
opositor, el Gran Hermano se mandó el cuento del Inca Moxos: “Fue
Moxos la frontera que resistió la invasión colonial, ahí se refugiaron los
herederos del Inca Moxos, ha sido la cuna de los debates sobre la
construcción de una sociedad plurinacional post colonial”.
La realidad histórica nos enseña que los mojeños vivieron en la amazonia antes de la existencia del gran Imperio Incaico; que no existió un Inca Moxos y que los mojeños, de origen arawak, no hablaban quechua.
Para mantener nuestra identidad y no dejarse amilanar, necesitamos
conocer y difundir nuestros fastos e historias locales y no olvidarlos;
entre estas la magnífica historia de Mojos, anterior al imperio incaico y
aprender de ella.
Entre los años 800 a.c y 1200 d.c. y en la región amazónica de Mojos,
trabajó y prosperó una población de más de dos millones de personas.
Una gran civilización hidráulica, de la que tenemos mucho que
aprender, que controló las inundaciones cíclicas y las sequías. Ellos
utilizaron avanzados conocimientos de ingeniería y planificación para
controlar las inundaciones y las técnicas desarrolladas para
contrarrestarlas fueron los sistemas de camellones, lomas, canales y
terraplenes, constituyendo impresionantes sistemas de drenaje a gran
escala, asociadas a lagunas artificiales y el establecimiento de áreas
de cultivo y asentamientos humanos en las partes altas de montes
islas y lomas naturales y artificiales. Sus restos los podemos ver
claramente cuando sobrevolamos el Beni.*
Los ideólogos y escribas del Estado Plurinacional siguiendo las
estrategias de dominio comunes a todo totalitarismo, pretenden anular
en las personas quitándoles su espíritu de resistencia y su autoestima,
borrándoles su herencia cultural y su pasado. Por esto el empeño por
cambiar los signos, los nombres, las instituciones, las tradiciones, las
fiestas, los héroes.
Orwell nos muestra la importancia del manejo de la memoria histórica
como método para manipular a las masas y en su famoso libro
“1984”cita: “Quien controla el pasado, controla el futuro; quien controla
el presente, controla el pasado”. Este axioma tiene una interpretación
evidente: el futuro será de quienes han manipulado el pasado, hasta el
punto de modelarlo a su antojo. No lo permitamos.
No fue sorpresa, pero…
Marcelo Ostria Trigo
El presidente de Bolivia, Evo Morales, reunido con el Encargado de
Negocios a. i. de Estados Unidos de América en Bolivia, Peter
Brennan, dijo: “Estamos acá para retomar las buenas relaciones (?)
con el gobierno de Estados Unidos. Qué mejor que las gestiones que
hará nuestro consejero (Brennan, de EEUU) para, en el futuro,
reponer las embajadas correspondientes”. No hay duda que ha
comenzado un reacercamiento entre ambos gobiernos, hasta ahora
separados por profundas discrepancias.
No fue una sorpresa. Si Estados Unidos y Cuba están superando más
de medio siglo de hostilidades manifiestas, es fácil aceptar que dos
países, que no tienen tan larga historia de enfrentamientos, como
Estados Unidos y Bolivia, emprendan el mismo camino. La cuestión
radica en qué influyó para este viraje del actual gobierno de Bolivia. A
todas luces se trata de la influencia de lo sucedido entre Washington y
La Habana.
Está claro que ahora va a quedar una oveja negra no redimible: la
Venezuela chavista, que ya no está en condiciones de regalar dinero a
manos llenas para ganar influencias –innegablemente en Bolivia de
este modo tuvo predicamento ostensible– y alinear gobiernos contra
Estados Unidos. Hace pocos días, Cuba anunció que reponía visas de
ingreso a su territorio a ciudadanos venezolanos, lo que es sugestivo y
hace prever un paulatino distanciamiento de los dos países. Los
negocios mandan y, para Cuba, es más atractivo estar bien con un
país económicamente fuerte que con uno que sufre una crisis sin
precedentes.
Debe haber mucha ansiedad y preocupación en el gobierno de Bolivia
por la crisis que ya comienza a golpear al país. En efecto, muestra que
está resuelto a abandonar su prédica –ciertamente no efectiva– de
que los pueblos oprimidos deben unirse para acabar con el
imperialismo (estadounidense) y el capitalismo. También debe haber
pesado –y mucho– la perspectiva cierta de que, si se mantiene
enfrentado al “imperio”, el gobierno se quedaría aislado en el centro de
la región.
América Latina está cambiando. El populismo, que fue creciendo en la
los pasados quince años está en franca declinación. Venezuela se
debate en una crisis desesperante y el presidente ecuatoriano está
siendo repudiado al grito de multitudes: “¡Fuera Correa!”
Por supuesto que hay claros intereses para que se haya llegado a
este deshielo, que comenzó con la normalización de las relaciones
entre Estados Unidos y Cuba. Se llaman necesidad. Cuba necesita
abrirse para salir del estancamiento económico y, la manera de
hacerlo, fue pactando con el antiguo enemigo y, por supuesto con
concesiones, no tanto internas, sino regionales: un paulatino
alejamiento de la intratable Venezuela de Maduro y, por lo que se ve,
persuadiendo a otros –como Bolivia– que dejen su estridencia
antinorteamericana y vuelvan a la normalidad.
Este es un momento de cambio. Inclusive Brasil, que había crecido
espectacularmente en la pasada década y que fue tan permisivo con
los populistas, ya sufre una crisis que afecta al gobierno del Partido de
los Trabajadores que lidera Lula da Silva. Esto ya ha hundido a la
presidente Dilma Rousseff que tiene menos del 8 por ciento de
respaldo de la ciudadanía, haciendo que surja la pregunta: ¿Es
legítimo un gobierno repudiado por semejante cantidad de
ciudadanos?
Sí, América Latina está cambiando. Pero amigarse con Estados
Unidos no es suficiente, si sigue la corrupción, la inseguridad, las
restricciones a las libertades democráticas, etc., como sucede en
Venezuela y otros países del ALBA. La amistad con Estados Unidos
es importante, pero es esencial vivir en libertad.
top related