onatibia, teodoro de mopsuestia, mistagogo de la comunión eucarística
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7/25/2019 Onatibia, Teodoro de Mopsuestia, Mistagogo de La Comunin Eucarstica
1/7
PRASE, 244, 2001, 293-305 _
TEonORO DE MOPSUESTIA,
MISTAGOGO DE LACOMUNIN
EUCARSTICA
IGNACIO OATIBIA
Veamos cmo presentaba la comunin eucarstica a sus nefitos
Teodoro de Mopsuestia
1
,
uno de los grandes mistagogos de la Iglesia
-
7/25/2019 Onatibia, Teodoro de Mopsuestia, Mistagogo de La Comunin Eucarstica
2/7
El mtodomistaggico
Teodoro tiene perfectamente claros la finalidad que persigue la
mistagoga y el camino que se hade seguir para alcanzar ese objetivo.
La
f inalidad no
es otra
que,
como
lo est
indicando la misma
etimologa
del trmino, conducir a los fieles al misterio, ensear les a
participar en los misterios. Para ello el mistagogo se propone como
objetivo dar a conocer la fuerza del sacramento , su grandeza, su
razn de ser.
Conviene que de ahora
en
adelante, tal como
lo
demanda el ritual,
anunciemos cul
es
la fuerza del sacramento y
de los
ritos que en l
se
realizanyel porqu
de
cada
uno
deellos, a
fin de que
habiendoconocido
su
razn
de ser
recibis con gran caridad
lo que
va a suceder XII,
1 .
Est bien que en adelante recibis la enseanza relativa a
lo
que se
hace
en el sacramento mismo, porque,
si
aprendis
su
razn
de ser
estaris
en perfecta posesinde unadoctrinanada despreciable XIII,
1 .
Con la
graciadeDios
me
aplicarhoya presentaros
el
alimentoque os conviene;
es necesario que conozcis su naturaleza y aprendis con exactitud su
grandeza XV, 1 .
Para
que las explicaciones del catequista encuentren un asidero
firme, es preciso que los oyentes empiecen
por
conocer los ritos
en
su
materialidad. De ah las continuas llamadas de atencin sobre los ritos,
lasincesantes recomendacionesparaque todosmirencon recogimiento
y t emor a lo que se est
haciendo
XV, 29), para que contemplen con
los ojosde lafe elmemorial XV, 20), etc. Se comprende que no dejara
pasar
sin comentario
adecuado
la monicin que hace el dicono
en
el
momento
de dar
inicioa
la
parte principal de
la
celebracin eucarstica,
la
ofrenda propiamente dichade la oblacin XV, 45):
El pontfice pasa a celebrar la liturgia, mientras el heraldo de la
Iglesia, -e s decir, el dicono cuyas palabras
dan
a conocer claramente
todo lo que conviene que hagan los asistentes para comprender los
signos sacerdotales que les son ofrecidos- grita primeramente: Mirad
a laoblacin . Deesta manera exhorta a todos a mirar atentamente a la
oblacin, porque cuanto acaecer interesa a toda la comunidad XV,
44). De acuerdocon esta recomendacin, lamirada
de
todos
se
ha fijado
en lo que se est realizando XVI, 2).
294 Ignacio Oatibia _
La
importancia de este primer paso
que
se pide
a
los
fieles
se
desprende de la naturaleza y funcin que
cumplen
estos ritos.
Segn
el
variado vocabulario
empleado por
Teodoro, son figuras typoi),
signos atah),
misterios
raza), smbolos ,
imgenes
eikon),
imitaciones , recuerdos ... de la economarealizada
por
Jesucristo .
Es decir, tienen
como funcin
remitir conducir :
XVI,
10) a los
participantes, medianteel lenguaje simblico, a realidades de otro orden
histrico-salvficas oescatolgicas),que lessern comunicadasa travs
de los misterios de la Iglesia; despertar en ellos el recuerdo XV,
3), llevarlos al recuerdo XV, 29) de dichos acontecimientos. Esta
interpretacin de los signos litrgicos aparece claramente reflejada en
el ritual 3 que
comenta
nuestro autor
cf.
sobre todo el
texto
del libro
que precede a la homila XV).
Este sacramento)
es
una especie
de
imagen deaquella inefable
economa realizada por Cristo nuestro Seor en la que tenemos la
visin y la sombra
de lo
que aconteci. Por eso, al ver al pontfice, nos
representamos en el corazn, como en una imagen, a Cristo nuestro
Seor que viene a salvamos y a dar su vida en sacrificio por nosotros.
Por medio
de
los diconos,
que
estn al servicio de cuanto se realiza,
dibujamos en nuestra mente las potencias invisibles que ofician en esta
liturgiainefable
...
Lavisin
que se
formaennuestramente
es
unarealidad
tremenda para los espectadores XV, 24). Estas mismascosas nos llevan
tambin a
r e o r ~ r
la pasin
de
nuestro Seor XV,
29).
Teodoro supone que esta contemplacin de los r itos se hace, no
slo con los ojos de la carne , sino tambin con los ojos de la fe: . ..
considerando con nuestros ojos, por la fe, estos recuerdos XV, 20).
Slo
aspodr
darse
el
siguiente paso, que consiste
en
representarse
interiormente el misterio salvfica al que remiten los signos litrgicos.
Nuestro autor atribuye granimportancia a este momento,
ajuzgarpor
la
variedadde expresiones que utiliza parasignificarlo y porla insistenciaen
quelo hace. Se tratade: dirigirla miradadelalma XVI, 3), recordar
XV, 29),
representar
en el corazn XV, 8;
XVI,
20), representar
3 En la cabecera de cada una de las cinco homilas sobre los sacramentos
XlI-XVI) aparece un
pasaje de
una especie
de ritual ;
Teodoro se
aplicaa comentar
con
todo detalle la liturgia all descrita. En el ms. Mingana estos pasajes aparecen
bajo el
epgrafe texto
del
libro .
Teodoro Mopsuestia, mistagogo. la comunin - 295
-
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3/7
interiormente, con
la imaginacin
(XV, 20), representarnos
en
el
corazn como en una imagen (XV, 24; XVI, 28),
dibujar
en nuestra
mente , esbozar como en una imagen l a s emej anza
de esa liturgia
anglica (XV, 27), v er a Cristo que ahora es conducido y va a la pasin
(XV, texto), dejarnos llevar a ver todava que muere, resucita y s.ube al
cielo: algo que tuvo lugar en otro tiempo
por
nosotros (XV, 20), ver
por
medio de estas
ofrendas XVI, 11), ver por medio
de
figuras a
Cristo
que
es
condenado
ahora
(XV, 25).
Asoma aqu la difci l, pero trascendental tarea mistaggica de
la educacin al lenguaje
simblico:
la de
capacitar
a los fieles para
leer en
los
smbolos
litrgicos la historia salvfica que estos narran y
actualizan.
Queda
el ltimo paso, el definitivo: entrar en el misterio salvador,
participar de
l lo
ms plenamente
posible. A indicarles y facilitarles el
camino hacia esta meta tendern las recomendaciones que nuestro mis
tagogo
har
a sus
oyentes
sobre las condiciones
de
acceso al misterio.
A partir del
rito
de la comunin.
El
r itual que le servade guin para su catequesis
describe
asel
rito
de l a
comunin de los fieles:
A partir de este momento nos apresuramos todos a tomar la
oblacin...; cada uno de nosotros se adelanta, con los ojos bajos y
las dos manos extendidas; alarga, pues, la derecha para recibir la
oblacinque se le ofrece, poniendo lamanoizquierda bajo laderecha. Al
drsela, el pontfice dice: El cuerpo de Cristo (se hace lo mismo para
tomar elcliz). T le respondes: Amn .Tomas laoblaciny laingieres
para participar en los misterios
(XVI,
texto del libro).
El
comentario de nuestro autor es
muy
sobrio.
La
formade recibirla
comuninle sirve para reflexionar sobrela actitud interiorque se espera
de los
comulgantes en este preciso
momento.
Los
gestos que realiza
deben ser,
ante
todo, expresin de fe, reverencia y amor.
Bajando los ojos, salda una especie de deuda adorando; de esa
manera hace una especie de profesin de fe de que recibe el cuerpo
del Rey que, por su unin con la naturaleza divina, vino a ser Seor del
universo y es adorado por toda la creacin. Con el gesto de extender
las dos manos reconoce verdaderamente la grandeza del don que va a
296 - gnacio Oatibia
_
recibir; el poner la mano izquierda bajo la derecha es muestra de gran
reverencia (XVI, 27). Consus palabras, el pontfice
te
ensea a nomirar
las apariencias, sino a imaginar en tucorazn en qu se ha convertido lo
que
le fue
presentado
que, porla venidadel Espritu Santo,
es
el cuerpo
de
Cristo. Es ascomo debes presentarte, con una gran reverencia
con
un grande amor,teniendo en cuenta la grandezade
lo
que se te
da
bien
merece el temor por razn de la grandeza de su dignidad
el amor por
razn de la gracia. Con
tu
respuesta ratificas las palabras del pontfice y
sellas las palabras del que da
Pero t, cuando lo hayas recibido en tus
propias manos, adoras el cuerpo -e s decir, reconoces el seoro de quien
ha sido puesto en tus manos-, recordando aquellas palabras quenuestro
Seor resucitado de entre los muertos dijo a sus discpulos:
Se me ha
dado pleno poder en el cielo y en la tierra
(XVI,
28).
Ms adelante vuelvenuestro autor sobre el rito de l a comunin, esta
vez usando como trampoln l a v is in de la brasa del profeta Isaas (6,
6-7), que interpreta tipolgicamente como el indicio
y la
revelacin del
misterio que se
nos
deba transmitir (XVI, 36), es decir, de la Eucarista:
Del mismo modo que el serafn se acerc, purific al profeta y
le quit todos sus pecados, as tambin debemos creer nosotros que
en la comunin de los santos misterios nos son totalmente canceladas
nuestras deudas, si nos arrepentimos de nuestros pecados, sentimos
dolor y tenemos compuncin en nuestro corazn (XVI, 36). El serafn
tom la brasa no con las manos, sino con una tenaza; esta visin pone
de manifiesto que tambin ellos temen acercarse a los misterios, si no
tienenalgnintermediario. Peroa ti ser elpontficequien, por sumano,
te dar los misterios diciendo: El cuerpo de Cristo . Tampoco l se
cree digno de tomar y dar dones tan grandes; pero l, en vez de tenazas,
tiene la gracia espiritual que recibi para hacerse
p o ~ t f i
y que le da
seguridad (parresia) para dar a otros tamaos dones.
Ellos
coge con su
mano,
de
maneraqueuno los recibetambinen susmanos confiadamente.
No sientemiedo porla grandeza
de
los dones; sientems bienconfianza
por la gracia... Cuando ves
al
pontfice que
te
da con sus manos este don
con una gran seguridad a causa de la gracia del Espritu santo que hay
en l para este ministerio, es preciso que tambin t tengas confianza y
lo recibas con gran esperanza (XVI, 38).
En
todos
estos
pasajes, y
en
otros
muchos que
podramos aducir
p. e., XVI, 21-22 . 25 . 28) , que se refieren al rito
de
la
comunin,
advertimos una sensibilidad nueva anteel misteriolitrgico, caracterizado
Teodoro e Mopsuestia mistagogo de
l
comunin
-
297
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como
mysterium tremendum , que empezabaa difundirsl;: p I D f ~ n t o n l e s
en aquel la regin de la Iglesia y cuyas primeras manifestaciones
encontramos precisamente en los escritos de nuestro autor y en los de
su amigo
Juan
Crisstom0
4
Ante
el cuerpo del Rey que,
por
su unin
con
la naturaleza divina,
vino
a ser Seor del universo y es adorado por
toda la creacin XVI, 27), la actitud que mejor cuadra es la de cierto
temor reverencial .
Sin
embargo en esos mismos
textos,
como
si quisiera precaver
el peligro de un cierto distanciamiento ante el misterio que se t ~ V . U
seguir de tal actitud peligro que luego realmente se materializara
la historia), Teodoro aconseja a los comulgantes que no renuncien
sentimientos y gestos de mayor ternura y confianza que les venan de
la tradicin:
Nos acercamos con dulzura y gran gozo a Cristo nuestro Seor
resucitado de entrelosmuertos y, enlamedida de nuestras posibilidades,
lo estrechamos fuertemente
... Se nos
daa cadauno de nosotrospara que
lo estrechemos y lo abracemos con toda nuestra fuerza y
le
mostremos
nuestro amor, como mejor sepa cada cual XVI, 26). Con un amor
grande y sincero fijas tus ojos enl en elcuerpo) y lo besas y presentas
tus plegarias a Cristo, Seor nuestro, ahora tan cercano a ti, porque
ya
gozas de la gran confianza parresia)
que
anhelabas XVI, 28). Cf.
tambinXVI,
25.
Alimento espiritual
Estas actitudes y disposiciones interiores respecto de la Eucarista
debenbrotar espontneamentede
una
adecuadaconcepcinteolgicadel
sacramento.
Comparta
esta conviccin el Mopsuesteno; su mistagoga
se caracteriza
por
una gran densidad teolgica.
Son dos los aspectos
que
l inculca especialmente a susnefitos: la
Eucarista, alimento espiritual y
la
Eucarista, memorial de la pasin del
Seor.
Ambos
aspectos estn,
en
su mente, estrechamente relacionados
entre sy ambos
tienen
una
fuerte
incidencia
en su mistagoga de la
comunin eucarstica.
4
Cf. J.
QUASTEN, Mysterium tremendum en AA.Vv.,
om
christlichen
Mysterium Zum Gediichtnis von Odo Casel
Dsseldorf,
1951, 66-75.
298
gnacio
Oatibia
_
Aunque el ritual no le diera motivo paraello, consagraal primero
de los dos temas la Eucarista como alimento del bautizado- gran
parte de laprimeracatequesissobrela Eucarista XV, 1-14)
Y
continuar
haciendocontinuasalusiones al alimentoespiritual , alimentodivino ,
alimento inmortal y santo , alimento inefable a lo largo de las dos
homilas.
Hace
amplio uso de
una
analoga tomada del mundo de la zoologa,
que le permite presentar conv incen temente es ta d imens in de la
Eucarista y recalcar al mismo tiempo la estrecha conexin de este
sacramentocon el bautismo piezatambin importantede sumistagoga,
como veremos hasta la saciedad).
En estemundo hay dos cosasque hacenque tengamosel
ser,
asaber,
el nacimiento y la alimentacin. En efecto, porel nacimiento recibimos
el ser,
mientras que por la alimentacinconseguimos mantenemos
en
el
ser,
pues, si faltael alimento, a
los que
nacen
les
esperainevitablemente
la corrupcin XV, 4). Como quiera
que en
el bautismo hemos nacido
pormediode figuras y signos, es necesario
que
ahora recibamos tambin
por medio
de
las mismas figuras una alimentacin adecuada a nuestra
condicinactual,parapodermantenemos
en
elser recibido enel bautismo
XV,
5 .
Cf. tambin
XV,
1-3.7.8;
XVI,
23 Y 30.
Pero no
contentocon afirmarque debe haber correspondencia entre
el gnero del nacimiento y el gnero de laalimentacin y que, por tanto,
a un nacimiento espiritual
por
l a v a del sacramento le conviene un
alimentotambinespiritual
y
sacramental cf. XV,6), introduce
un
nuevo
elemento
en
la analoga, que le permitir ahondaran ms enla relacin
bautismo-Eucaristae introducirel segundo temacapitalde su catequesis
eucarstica la Eucarista
como
memorial de la Pasin).
Todo animal nace naturalmente de otro animal y recibe tambin
su alimento del cuerpo que
10
engendr. As
10
estableci Dios desde
el principio: que todo animal que engendre a otro animal tenga en s
el alimento que conviene a los que engendre. Tambin nosotros, que
hemos recibido en figura la gracia divina, conviene que recibamos el
alimento igualmente de donde nos viene elnacimiento XV,
5 .
Ya
que
por la muerte de Cristo nuestro Seor hemos recibido un nacimiento
sacramental, conviene que recibamos, por lamismamuerte, el alimento
del sacramento de inmortalidad. Tenemos
que
alimentamosde la fuente
misma de la que hemos nacido, segn acostumbran todos los seres
Teodoro de Mopsuestia mistagogo
de l
comunin
- 99
-
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5/7
animados al nacer: son naturalmente alimentados por los que los han
engendrado XV, 6 ).
Comunin con
la
Pascua del Seor
Hemos
visto que, sin salirse de la susodicha analoga, su
razonamiento
le
ha l levado a presentar
la
Eucarista adems como
memorial
de laPasin
delSeor: nacidos
en
elbautismo a unavidanueva
por haber participado sacramentalmente en la muerte-resurreccin de
Cristo, slopodremos alimentar
esa
vida nuevacontinuandocomulgando
en la
eucarista
con
Cristo muerto y resucitados.
Esta conexin lgica entre los dos grandes temas de la teologa
eucarstica
-alimento
y
memorial-
estaba ya explcitamente formulada
en
el ritual que utilizaba
elMopsuesteno
como falsilla para sus
explicaciones. Ante todo es preciso saber esto: que tomamos como
alimento una especie
de
sacrificio que realizamos . Con estas palabras
inicia la descripcin dela celebracin eucarstica.
De acuerdo con toda la tradicin anterior, Teodoro afirma que la
Eucarista es
segn
la
tradicin
de
Nuestro Seor, el memorial de su
muerte y resurreccin XVI, 18; cf. XII, 6;XV, 20; XVI, 3.10. 18)6
y
,por
serlo, se le puede considerarcomo verdadero sacrificio:
Est claro que en la liturgia realizamos como un sacrificio. En
efecto, la obra del pontfice de la Nueva Alianza consiste en ofrecer
este
sacJjificio
mediante el cual
se
manifiesta la naturaleza
de
la Nueva
Alianza . Es, pues, evidentemente un sacrificio, pero no uno nuevo ni
uno que el pontfice ofrece como suyo propio, sino que es un memorial
de
aquella inmolacin verdadera
XV, 15). Cf.
XV,
19-20.
Este
sacrificio
abarca segn Teodoro, la
totalidad de
la Pascua
del Seor: muerte resurreccin ascensin y exaltacin a la derecha
del Padre:
5
La
presencia
del agua,
evocadora de la
pasin, en
el simbolismo de ambos
sacramentos hay agua tambin en la composicin del pan y en el cliz de vino) le
permite afirmaruna
vez ms la
conexin entre estos dos sacramentos de
la
iniciacin
cristiana; cf. XV,
14.
6
Cf.
tambin
In Michaeum
3,
3-4:
PG 66,
62ID-624D;
In
Jo
6,
27:
VOST
p.
;
In 1
Cor 11,
33-34:
ST B p.189.
3 gnacio Oatibia _
Es una especie de sumo sacerdocio
el
que ejerce Cristo
efectivamente y como sacrificio no ofrece a Dios otra cosa que a s
mismo, entregndose a la muerte por todos. Pero l resucit el primero
de
entre los muertos, subi al cielo y
se
sent a laderecha deDios
XV,
16; cf. XV, 15: XVI, 3).
Para Teodoro, como para los escritores de su poca,
la
Eucarista es
memorial
de la Pasin
en cuanto que toda
la
liturgia
eucarstica en
su
conjunto simbolIza y actualizaglobalmenteel misterio de Cristo cf. XII,
6).
Pero esono quita que, fundndose en
1
11,26,
vea esta referencia
simblica ms concretamente en la accin misma de comer y beber, es
decir, en el r ito
mismo de la
comunin:
Pablo)muestra que recibirla oblaciny participar de losmisterios
es
conmemorar
la
muerte
de
nuestro SeorXV, 6). Comiendo>:bebiendo
hacemos memoria de la muerte
de
nuestro Seor y pensamos que esas
acciones son recuerdo
de su
pasin XV, 15).
No
obstante, y sin desdecir
10
que acabamos de constatar, tenemos
que aadir
que
Teodoro es el primer
testigo
de una tendenc ia
ms
alegorizante,
que har
escuela, en
la
interpretacin
de
este
simbolismo
y que
pretende
establecer una
correspondencia
entre algunos ritos
concretos y determinadas fases del misterio pascual.
Segn esto,todos los ritos que precedena la epclesis, incluidos los
gestos y las palabras del Seor en el relato dela institucin, se referiran
directa
y
exclusivamente
a
momentos
concretos
de l a pas in
XV,
25-27;
XVI
15-16).
En cambio la epclesis y los ritos directamente
relacionados
con la comunin
la commixtio ,
la
f racc in del pan, y
la
misma
comunin) los interpreta invariablemente
en
relacin
con la
resurreccin de Crist0
7
Igualmente tambinahora,cuandovieneelEsprituSanto, creemos
que
el pan y el vino presentados reciben comouna uncin por la gracia
que viene sobre ellos. desde esemomentocreemos queson
el
cuerpoy
la
sangre
de
Cristo, inmortales, incorruptibles, impasibles e inmutables
por naturaleza, como ocurri al cuerpo de nuestro Seor pormedio de
la resurreccin XVI 12). El pontfice parte el pan, como tambin lo
7
Este salto del
simbolismo a
la
alegora
Teodoro
lo
encontr
ya en
el
texto
del
libro
que
comentaba.
,
_
Teodoro
de
Mopsuestia mistagogo de
la
comunin
-
3 1
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6/7
hizo nuestro Seor, l el primero, partindose en diversas apariciones,
aparecindose ora a uno, ora a otro, ora a muchos a la vez, de manera
que todos podan acercarse a l (XVI,
18 .
En cadauna de las partculas
Cristo, Seornuestro, seacercaa quien lo recibe.l nos saluda,nosrevela
la resurreccin (XVI, 20). Cf. tambin XV 11; XVI, 17.26.
Como se ve Teodoro no olv ida
en
su catequesis la dimensin
personalista:
lacomunin
eucarstica
como
encuentropersonal
con
Cristo
resucitado expresado
en
trminos
altamente realistas y sugestivos.
Cadaunodenosotros, al tomarun trozo, creefirmementequerecibe
a Cristo entero. Si la hemorrosa, al tocar la orla del manto, que
no
era
una parte del cuerpo, sino del vestido, recibi un don divino, cmo
no vamos a creer que en una parte de su cuerpo le recibimos a l todo
entero?As tambin, cuando nos abrazamos, nos besamos normalmente
enla boca, que es unapequea partedel cuerpo, y a pesarde ello creemos
abrazartodo el cuerpo. Igualmente lasmanos,
i
cuntasveces lascogemos
y caminamosjuntos Y a travs de esta parte del cuerpo manifestamos
nuestra unin los unos conlos otros (XVI, 19).
Factor de unidad
Un detalledel ritual delacOJ;nuninproporciona aTeodoro la ocasin
para inculcar
a sus nefitos la
igualdad
de todos ante
el
sacramento y
la
dimensin eclesial dela comunin:
Es verdad que los que estn cercadel altar y son los encargados de
esta divina liturgia se acercan al altar para recibir el alimento divino,
mientrasque losdems loreciben lejosdel altar. Pero esto noquiere decir
que haya diferenciaen cuanto
al
alimento mismo, ya que es nico el pan
ynico el cuerpo deCristo nuestro Seor... Todos recibimos igualmente
el nico pan, porque todos formamos el nico cuerpo de Cristo y somos
alimentados conel mismo cuerpo y lamisma sangre (XVI, 24).
Este
efecto de la comunin eucarstica lo encuentra
ya anunciado
nuestro autor en la epclesis de comunin segn la bella interpretacin
quenos dade ella:
El pontfice pide tambin que venga la gracia del Espritu Santo
sobre toda la asamblea , para que, as como por el nuevo nacimiento
fueron constituidosen un solo cuerpo, sean tambinahoraconsolidados
como en un solo cuerpo por lacomunin enel cuerpo
de
nuestro Seor
3 2 gnacio Oatibia
_
y para que,
en
la concordia, la paz y la aplicacin a las buenas obras,
formen una sola cosa, a
fin
de que todos nosotros, con el corazn puro
y
orientado hacia Dios, no recibamos la participacin del Espritu Santo
para castigo nuestro, divididos en nuestras maneras de ver y dados a
disputas, envidias y celos, y menospreciando las buenas costumbres,
sino que aparezcamos dignos de recibirla, porque nuestra alma mira
hacia Dios en la concordia, la paz
y
la aplicacin a las buenas obras
(XVI,
13
Tambindesde
esta
perspectivadescubreTeodoro
la
conexin tantas
veces
sealada entre la comunin eucarstica
y el
bautismo:
As como por el nuevo nacimiento y por el Espritu todos hemos
venido a serel nico cuerpo deCristo, astambin por el nico alimento
de los santos misterios con el que nos nutre la gracia del Espritu Santo
entramos en la nica comunin deCristonuestro Seor... Cuando todos
nosotros nos alimentamos con el mismo cuerpo de nuestro Seor
y
por
medio de este alimento, entramos en comunin conl, nos convertimos
todos en el nico cuerpo de Cristo, y as recibimos la comunin y la
conjuncin conl, que
es
nuestracabeza. En efecto... [en 1
Ca
10,
16]
el
apstol ensea que, tomando el cuerpo y la sangre de nuestro Seor,
nos unimos a ellos y as, cuando los recibimos, nos mantenemos en
unin con l, ya que nosotros mismos somos el cuerpo de Cristo y
por esta comunin estrechamos an ms la que recibimos porel nuevo
nacimiento del bautismo (XVI, 24).
Alimento de
inmortalidad
Esta polar izacin en la idea de la resurreccin le permite
da r
a su
catequesis
de lacomunin eucarsticauna cargaescatolgica
muy
fuerte,
en
consonancia
po r lo
dems
con
la orientacin
fundamental de su
pensamiento teolgico. Para Teodoro, la Eucarista es, por encima de
otra
cosa
alimento de inmortalidad un alimento espiritual
para
la
subsistencia
dela
vidafutura (XVI,33; ef.XV, 8).Nos
comunica
ya desde
ahora los bienes futuros , es decir,
la
inmortalidad, la incorruptibilidad,
la impasibilidad y la inmutabilidad
de
las que
plena
y definitivamente
gozaremos slo
en la
otra vida.
As como, enla resurreccin, l a venida de la naturaleza del Espritu
vivificante hizo al cuerpo (de Cristo) inmortal y capaz de
dar
a otros la
inmortalidad
XV
cf.
XV, 10),asahora
la venidadelmismoEspritu
Teodoro e Mopsuestia mistagogo de l comunin - 3 3
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7/25/2019 Onatibia, Teodoro de Mopsuestia, Mistagogo de La Comunin Eucarstica
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sobre el pan y el v ino los convier te
en
el cuerpo y la sangre de Clisto,
inmortales, incorruptibles, impasiblese inmutablespor naturaleza XVI,
12), capaces igualmente de dar a otros la inmortalidad. Obviamente,
a cuantos se ace rcan a t an gran sacramento se aconseja una actitud de
expectacin, esperanzay alegra XV, 8-9).
La inmortalidad que esperamos
y
que aqu se nos promete, la
recibimos en signos sacramentales, por medio del pan y del cliz XV,
11 .
No debemos dudar
en
absoluto que tambin nosotros, comiendo
el
pan sacramental, recibiremos la inmortalidad, porque,
si
bien el pan no
tiene esa naturaleza, cuando recibe
el
Espritu Santo
y la
gracia que
de
l
proviene, es capaz de conducir a cuantos
lo
comen a la fruicin de
la
inmortalidad XV, 12).Por estacomuninsomos transportados, con
gran
suavidad, congran alegray unafirme esperanza, a aquella grandeza
que
esperamosalcanzarcon l enelmundovenideromerceda laresurreccin
XVI, 16 . Cristo nuestro Seor nos da la prenda de los bienes futuros
porcuya causa nos acercamos a este misterio sagrado; as es como,
con
un
alimento espiritual, nos nutrimos con el
don
de la inmortalidad
XVI,
20). Puso ante nosotros el pan y
el
cliz:
son su
cuerpo y
su
sangre, por
los quecomemos el alimentode la inmortalidadypor los que se derrama
sobre nosotros la gracia del Espritu Santo y nos alimenta con vistas a
hacernos inmortales e incorruptibles
en
esperanza XVI, 25).
La gracia del Espritu Santo
En
definitiva, tal
como
lo enuncia el ltimo texto que acabamos de
citar, laEucarista es alimento de inmortalidad porqueconfiere la gracia
del Espritu Santo , que es el verdadero alimento con que nos nutriremos
durante toda
la
eternidad XV, 2).
Para
el tiempo presente, el sacramento
es figura , prenda y primiciade aquel alimento verdaderoque nos espera
despus de laresurreccindelacarne.LaEucaristaes alimento
espiritual
segn la expresin favorita de Teodoro; es dondel Espritu Santo .
Segn su catequesis, cuanto acontece en la celebracin eucarstica
es por obra del
Espritu Santo .
Esta accin del Espritu se hace notar
especialmente
en
y
por la
comunin eucarstica.
Nuestro
autor encuentra
aqu una nueva oportunidad para recalcar
a sus nefitos laestrecha relacin existente entre
la
comunineucarstica
y el bautismo.
El alimento que conviene a este nacimiento del bautismo) es la
graciadelEspritu,que concedea cuantos
han
nacidoparala resurreccin
304 - Ignacio Oatibia _
perdurarverdaderamente XV,
2 .
Pormedio del bautismohemos nacido
como en figura, en la esperanza del nacimiento futuro. Ahora recibimos,
como una prenda, las primicias de la gracia del Espritu Santo que
entonces poseeremos, mientras esperamos recibirla en plenitud en el
mundo venidero y confiamosque nos har inmortales e inmutables XV,
3). En esta comunin con los misterios, hemos recibido tambin las
primicias del Espritu Santo, que en el bautismo ha sido para nosotros
como
un
nuevo nacimiento
y
que, porla recepcin del misterio, creemos
recibir como alimento
y
subsistencia de la vida XVI, 30). Cf. tambin
XVI,
23.
25.
En sus lneas generales, en cuanto a contenidos y procedimientos,
la catequesis de
la
comunin eucarstica que Teodoro de Mopsuestia
impartaa sus nefitos puede parecerperfectamente equiparable con
la de
otros famosos mistagogos delos siglosIV y V
No
cabeduda, sin embargo,
deque presentatambin rasgos peculiaresmuypronunciados, quese deben
probablementea la fuerte personalidadde nuestro autorya la originalidad
de su sntesis teolgica. Sealar dos aspectos relevantes que podran ser
quizs de especial inters en esta hora en que instancias superiores nos
invitan a recuperaralgunos valores
de
la mistagoga patrstica.
Destacara en primer
lugar la
densidad teolgica y
la
coherencia
interna de la imagen de la comunin eucarstica que Teodoro transmite
a sus oyentes.
Ha
sabido enfocar sobre este momento todos los haces
de luz
que promanaban
de las distintas facetas del misterio eucarstico:
en la comunin el creyente vive la Eucarista
en
plenitud.
Ha
logrado
tambin presentarla perfectamente situada :en el conjunto delmisterio
cristiano,
en
relacin
con
el pasado, presente y futuro
de la
historia
de
la salvacin; en el interior
de la
celebracin eucarstica, en relacin con
la
ofrenda del sacrificio; en
la
iniciacin cristiana,
en
relacin con el
bautismo. No cabe pedirmayor cohesin doctrinal.
Merece
tambinmencinaparte elrol queatribuye alEsprituSanto
en
la
economa
de
la
salvacin, en los
sacramentos
en
la
Eucarista
en particular y, ms
concretamente
en la comunin eucarstica. Me
temo que las pginasprecedentes no reflejan adecuadamenteeste punto
importante.
IGNACIO
OATIBIA
Facultad Teolgica de Vitoria-Gasteiz
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