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Obstétricas
Formación y Ejercicio Estado de situación en Argentina
1 Obstetricia
Presentacio n
En el presente documento1 realizaremos una breve contextualización histórica relativa
a la formación y el ejercicio en obstetricia en nuestro país, un análisis de algunos
indicadores directamente relacionados con el ejercicio de estas/os profesionales así
como recomendaciones de organismos internacionales y compromisos asumidos por el
país directamente vinculados con el ejercicio de esta profesión.
Antecedentes
La formación en obstetricia ha atravesado un proceso histórico que no podemos
recuperar sin considerar su relación constitutiva con la medicina: Un proceso
atravesado por relaciones de hegemonía-subalternidad que lleva más de dos siglos y
que – aunque con transformaciones - continúa vigente.
En nuestro territorio el proceso de medicalización del parto puede rastrearse de
manera muy incipiente en documentos de fines del Siglo XVIII y principios del XIX
(González, 1990; Cowen, 2008; Guerra Araya, 2011; Vassallo, 2016) Estas fuentes
expresan las discusiones y posicionamientos entre actores poderosos de la época:
religiosos, médicos y gobernantes (todo ellos, hombres) acerca de las vidas de las
mujeres embarazadas y parturientas, así como también de quiénes las acompañaban
en esas instancias: parteras, comadronas y matronas. La fiscalización y los intentos por
regular el ejercicio de las parteras se iniciaron antes que los proyectos de formación
institucional. Desde 1821 con la fundación de la Universidad de Buenos Aires y la
creación de un departamento de Medicina se establece que las parteras debían
concurrir a un curso, la “Escuela de Parteras”. A partir de 1822 el Tribunal de Medicina
tendrá, entre sus atribuciones, avalar a quiénes asistieran partos (González, 1990;
Cillio, 2004; Cowen, 2008). Después de algunos años en que la Universidad no funcionó
1 Por Clara Gilligan (Observatorio Federal de Recursos Humanos. Dirección Nacional de Capital Humano).
2 Obstetricia
por falta de apoyo económico, en 1852 se retoma la actividad de formación en
obstetricia. Para el acceso se demandaba leer y escribir, requisito inalcanzable para la
mayoría de las parteras: sujetos que tenían doblemente vedado el acceso a la
escolarización por su condición de mujeres y su pertenencia a sectores populares
(González, 1990; Cillio, 2004; Vassallo, 2016). Esta situación comenzaría a modificarse
paulatinamente con la sanción de la Ley 1420 en 1884.
La medicalización de la reproducción y el afán por la hospitalización de los
nacimientos, implicaron la profesionalización femenina. Más allá de los intentos de
intervención, las mujeres parían en sus casas con la asistencia de otras mujeres
cercanas o de parteras. En Buenos Aires funcionaba en 1875 una escuela de parteras
que continuaba la experiencia preexistente, con apoyo estatal intermitente y un bajo
número de egresadas. A la par se incorporaron extranjeras que revalidaban su título y
enfermeras hospitalarias que ejercían como parteras en la práctica. Las parteras
diplomadas trabajaban “en el Hospital de Mujeres dependiente de la Sociedad de
Beneficencia, con mujeres de sectores populares. A pesar de que la atención era
gratuita: en 1871, cuando la población de la ciudad pasaba los 170000 habitantes, sólo
se atendieron 73 partos” (Di Liscia 2005: 110). En este contexto, las tasas de
mortalidad hospitalaria a causa de epidemias y de infecciones continuaban siendo
altas (Di Liscia 2005).
Sin embargo podríamos decir que este proceso de medicalización del parto – esto es,
su definición y abordaje en tanto evento de intervención médica – no se concreta
hasta entrado el Siglo XX y de la mano de la consolidación del Estado-nación. En
Argentina, este Estado en desarrollo impulsó la institucionalización de la medicina,
situando la atención sanitaria como cuestión médica por sobre otros abordajes
coexistentes que se subalternizaron (Nari 2004; Di Liscia 2005). En línea con ello, se
crea la Escuela de Partería anexa a la cátedra de obstetricia de la Facultad de Medicina
en Buenos Aires en 1882 (Nari, 2004) y subordina formalmente la formación y ejercicio
a la directiva médica.
El sistema público sanitario que comenzó progresivamente a desarrollarse en nuestro
país, implicó la materialización de agentes, instituciones e intervenciones concretas:
3 Obstetricia
producto y a la vez productoras de ese Estado en construcción. Este proceso,
atravesado por profundas y permanentes diputas y transformaciones, continúa
vigente. La medicalización de los partos y nacimientos reconfiguró los objetos y
campos de la intervención profesional: La consolidación de la medicina como saber
legítimo implicó que comadronas y parteras – encargadas de la atención de la mujer
embarazada, parturienta y puérpera - subalternizaran sus saberes y quehaceres para
transformarse en parteras diplomadas cuya actuación debía traducirse en actividades
de colaboración de la tarea médica.
El caso de la Universidad Nacional de Córdoba durante este período es destacable. En
la Facultad de Medicina, entre 1884 y 1918 se diplomaron 87 mujeres2: 78 de ellas
como parteras y una con título de obstétrica. Las mujeres participaron directamente
del proceso histórico de creación de nuevas facultades desde la década de 1870 en
esta Universidad, así y todo la Reforma Universitaria de 1918 las ha omitido como
agentes de este proceso de institucionalización (Requena, 2016; Oliva, 2018)3.
En 1910, se crea en La Plata la Escuela de Parteras y Maternidad de la Provincia de
Buenos Aires, la segunda del país. Adoptaba el mismo plan de estudios que la
Universidad de Buenos Aires y, entre los requisitos de ingreso, se estipulaba que las
ingresantes fueran únicamente personas de sexo femenino de entre 18 y 35 años que
contaran con autorización paterna, del tutor o marido (González, 1990; Cillio, 2004). En
estas experiencias iniciales la formación duraba dos años, y los contenidos incluían
nociones teórico-prácticas de obstetricia, conceptos de anatomía, fisiología y
puericultura. Las asignaturas eran dictadas por médicos diplomados, reforzando en
prácticas concretas una estratificación jerárquica definida (Graschinsky y Giles, 1994).
El llamado proceso de profesionalización de las parteras fue contemporáneo a la
creación de las instituciones educativas de medicina y al afianzamiento de las
corporaciones médicas en general pero, en particular, en la participación directa en el
Estado (González, 1990; Graschinsky y Giles, 1994; González Leandri, 2004; Ramacciotti
2 De las ocho restantes seis se titularon como Farmacéutica y dos como Doctora en medicina y cirugía. 3 Sobre esta temática se sugiere Cortés, Nuria & Freytes, Alejandra; Índice de las primeras mujeres
egresadas en la Universidad Nacional de Córdoba. 1884 – 1950, Editorial de la UNC, Córdoba, 2015. El recurso está disponible en http://archivodelauniversidad.unc.edu.ar/ediciones-del-archivo/publicaciones/
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y Valobra 2017). A la par de ello instalaron la preocupación por la formación científica
y la regulación del ejercicio de la partería. (González, 1990; Graschinsky y Giles, 1994).
La Medicina se ha constituido en una corporación poderosa en nuestro país encarnada
en la participación directa de los médicos, en tanto integrantes de la dirigencia política
y del aparato estatal desde los inicios de consolidación del propio Estado (González
Leandri 2004). En este marco, el rol adjudicado a las mujeres estuvo ligado a los
cuidados y a prácticas que, se asumía, no requerían calificación: parteras, enfermeras
visitadoras y puericultoras (Nari, 2004; Di Liscia 2005). En un contexto patriarcal
estructurador del orden doméstico y de la fuerza de trabajo, la profesionalización de
las mujeres estuvo plagada de marchas y contramarchas (Martin 2012).
Durante la segunda década del siglo XX se elevó la matrícula en la Escuela de Parteras
de Buenos Aires. Así y todo, el número de parteras continuaba siendo bajo y se
concentraba mayormente en espacios urbanos del Litoral. En su mayoría los partos
seguían ocurriendo en los hogares. En muchos de ellos la intervención médica había
ganado terreno pero, más que nada, bajo el formato de algún tipo de control. Sin
embargo gran cantidad de los nacimientos continuaban siendo asunto privado (Di
Liscia 2005).
Entre las décadas de 1920 y 1940 comienza a desarrollarse otro modelo de Estado que
incorpora activamente el abordaje médico en la agenda pública y que implicó la
preocupación por las altas tasas de mortalidad infantil y un descenso de la natalidad.
Este proceso se expresa especialmente en la progresiva y sostenida institucionalización
de los nacimientos (Nari 2004; Di Liscia 2005) y, de la mano de ello, en la
profesionalización de las mujeres en tanto trabajadoras del sector salud. Dentro de
ellas, las parteras pero también las asistentes sociales y visitadoras (Di Liscia 2005). Así
como otras profesiones socio sanitarias, la partería se asociaba a la idea de sacrificio
femenino. La conceptualización de sus competencias como extensión de sus
actividades naturales, desvalorizaba sus tareas, redundando en una desestimación de
la capacitación y los derechos laborales. Las mujeres empiezan a asumirse como
soporte de la implementación de políticas sociales y mano de obra barata, cuando no,
gratuita. (Ramacciotti y Valobra 2017). La profesionalización de las mujeres en tanto
5 Obstetricia
recurso humano para los sectores de educación, salud y atención social se convirtió en
la base de toda una serie de políticas de mejoramiento en las condiciones materiales
de vida de sectores populares. Sin embargo, su capacidad de intervención se hallaba
constreñida por la limitada disponibilidad de recursos materiales a los que podía
acceder la población; constituyendo una realidad muchas veces contradictoria a las
indicaciones y prescipciones sanitarias (Di Liscia 2005).
La intervención del Estado fue determinante para que durante la mitad del siglo XX la
mortalidad infantil descendiera un 20% durante el período 1946-1955, cuando se hizo
extensiva la institucionalización de los partos (Lehner 2012). Durante el mismo
período, en 1948, la Ley 5374 establece el traspaso de la Escuela de parteras de la
Provincia de Buenos Aires a la órbita nacional (Cillio 2004). Contemporáneamente se
registran iniciativas en otras jurisdicciones del país, tal es el caso de Jujuy. En 1946 se
creó en esta provincia la Escuela de Parteras y Enfermeros, dependiente de la
Dirección Provincial de Sanidad y que funcionaría en el Hospital San Roque. La
enseñanza era gratuita y se otorgaban los títulos de parteras idóneas o enfermeros
(según el caso) que tuvieron validez provincial (Jerez 2018)4.
Hasta la década de 1960, la legislación validaba el ejercicio liberal de la profesión. La
partera ejercía en su consultorio particular y era quién determinaba la necesidad - o no
- de intervención médica. Progresivamente, cuando los partos suceden casi
exclusivamente en instituciones, la presión corporativa médica se consolida (González
1990). Estas transformaciones se cristalizan en la legislación que restringe el ejercicio
liberal de la obstetricia: La ley 17132, sancionada en 1967 - y vigente aún hoy -
configura formalmente el ejercicio de las obstétricas como actividad de colaboración
de la medicina. A su vez, se cierran escuelas de obstetricia de varias provincias en este
período. Durante los ‘70 la dictadura intensifica este proceso. Dentro de este contexto
la carrera en la Universidad Nacional de La Plata es una excepción a ello, que gracias a
convenios de reciprocidad con Perú continúa en funcionamiento (Cillio 2004). En el
caso de la Universidad de Buenos Aires, cuando se reabre años después, se intenta
4 Lamentablemente tenemos acceso a trabajos que recuperan principalmente las experiencias en
Buenos Aires y La Plata, con lo que suelen perderse estas experiencias contemporáneas que podrían mostrarnos un mapa más completo de la situación a nivel nacional.
6 Obstetricia
subsumirla a la formación en Enfermería. Este proceso no es experimentado de forma
pasiva. Por el contrario, se constituye en 1963 la Federación de Obstétricas de la
República Argentina (FORA) para consolidar el ejercicio y la autonomía de la profesión
(González 1990). La actividad gremial y la demanda por normativas que legislen
específicamente un campo profesional, continúa vigente y da cuenta de un reparto de
tareas e incumbencias inacabado, en disputa y construcción permanente (Gilligan y
Salsa Cortizo 2016).
Estado de situacio n
Las dificultades históricas en la reducción de la mortalidad materna evidencian que
persisten las desigualdades en el acceso a la atención de salud. El Objetivo de
Desarrollo del Milenio (ODM) 5 propone como metas reducir, entre 1990 y 2015, la
mortalidad materna en tres cuartas partes y garantizar para 2015 el acceso universal a
la salud sexual y la salud reproductiva. El ejercicio profesional de las obstétricas está
íntimamente relacionado con lo que muestran estos indicadores. Fortalecer la
formación para garantizar competencias de partería es una estrategia esencial para
contribuir a las metas contempladas en el ODM 5 (OPS, 2010).
Las normativas relativas a la educación en partería pueden contribuir a garantizar la
formación igualitaria de este recurso humano. Esto tendría un impacto directo en el
acceso a la salud de las mujeres, ya que el rol de las parteras profesionales en la
garantía de la salud sexual y la salud reproductiva es imprescindible. En este punto
pertinente recordar de qué hablamos cuando nos referimos a la mortalidad materna
en tanto indicador:
“Muerte materna: Es la defunción de una mujer mientras está embarazada o dentro de los 42 días
siguientes a la terminación del embarazo, independientemente de la duración y el sitio del embarazo,
debido a cualquier causa relacionada con o agravada por el embarazo mismo o su atención pero no por
causas accidentales o incidentales.” (DEIS, 2018: 24)
Como hemos mencionado, si bien puede observarse una tendencia sostenida al
descenso, la reducción de esta causa de mortalidad no ha alcanzado las metas
7 Obstetricia
acordadas y contribuye a revelar la persistente desigualdad de género. En el siguiente
gráfico se muestra esta tendencia general para el período contemplado por el ODM 5:
En línea con ello, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) retoman la persecución
de estas metas. En el ODS 3 Salud y Bienestar: Salud infantil y salud materna, se
propone:
“Meta 3.1: Para 2030, reducir la tasa mundial de mortalidad materna a menos de 70 por cada 100.000
nacidos vivos” (…)
“Meta 3.7: Para 2030, garantizar el acceso universal a los servicios de salud sexual y reproductiva,
incluidos los de planificación de la familia, información y educación, y la integración de la salud
reproductiva en las estrategias y los programas nacionales.”
El ODS 5 hace lo propio en cuanto a eliminar la desigualdad de género:
Meta 5.6: “Asegurar el acceso universal a la salud sexual y reproductiva y los derechos reproductivos”
En este sentido, el interés internacional en el rol de la partera profesional sigue siendo
evidente en las estrategias mundiales para la salud de la mujer. Las obstétricas
necesitan un marco normativo que garantice explícitamente su ejercicio y les permita
un desarrollo permanente. Estos documentos señalan que en determinados contextos
estas normativas son sumamente restrictivas, y que priorizan intereses profesionales-
corporativos por sobre el acceso de la población a una salud de calidad. En línea con
ello, se realizan propuestas concretas para el campo de la formación:
“el programa de enseñanza, adiestramiento y capacitación para ese país debe preparar a la partera
profesional con las competencias necesarias para desempeñar la gama amplia de funciones allí
indicadas a fin de convertirse en partera profesional registrada o legalmente autorizada (…) La
Fuente: Elaboración OFERHUS en base a información de la DEIS 2018.
8 Obstetricia
formación debe estar regulada por órganos acreditados de la calidad de la enseñanza de acuerdo a la
realidad de cada país. (OPS, 2010:41)
Considerando esta serie de compromisos, en los apartados que siguen sintetizaremos
la situación en cuanto a la Formación y el Ejercicio de la partería en nuestro país. Por
último, analizaremos el impacto que tienen algunas de sus tareas sobre la salud en
general y, particularmente; sobre la salud sexual y reproductiva de personas gestantes.
Formacio n y Ejercicio
La regulación actual del ejercicio profesional es potestad de la autoridad sanitaria de
cada jurisdicción. En algunos casos, esta tarea es delegada en Colegios de Ley. Sin
embargo no es uniforme: ni todas las profesiones están colegiadas, ni todas las
provincias delegan la matriculación en los Colegios, en otros casos coexisten ambas
situaciones. Esto configura un contexto diverso, a nivel nacional, de actores que
intervienen en la regulación del ejercicio (Ministerio de Salud de la Nación, 2015).
En el caso del ejercicio de las obstétricas, el estado de situación respecto a la
normativa vigente es la siguiente: A nivel nacional, como mencionamos antes, la Ley
17132 define su ejercicio en tanto tarea de colaboración de la medicina. Sin embargo,
el ejercicio está regulado en las distintas jurisdicciones por cada una de las leyes
representadas en la Figura 1 (con número y año de sanción). Del total de este corpus
normativo, sólo 5 jurisdicciones tienen en vigencia leyes de regulación del ejercicio
específicas para esta profesión, tal como se visualiza en la Figura 2.
En cuanto a la formación, la oferta es principalmente universitaria, aunque también se
ofrece en nivel técnico en algunas jurisdicciones. Además, existen modalidades de
complementación curricular para completar la formación de grado. En la Figura 3 se
grafica la ubicación de las sedes de estas carreras así como el tipo de Gestión. De
acuerdo a la información publicada en la Guía de Carreras Universitarias5, en la
5 Departamento de Información Universitaria, Secretaría de Políticas Universitarias, Ministerio de
Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología de la Nación. Disponible en: http://guiadecarreras.siu.edu.ar/
9 Obstetricia
actualidad son 11 las sedes de estas carreras6 de las cuales 7 son de gestión estatal. En
cuanto a la evolución de nuevas/os inscriptos/as y egresadas/os de Licenciatura en
Obstetricia, la Figura 4 muestra una leve tendencia ascendente para el período 2012-
2016. Por último, en la Figura 5 destacamos que continúa siendo una profesión en la
que mayoritariamente se forman mujeres.
6 Se excluyen de este total la oferta de carreras que otorgan los títulos intermedios, los ciclos de
complementación y a la Universidad de Catamarca cuya carrera no se encuentra vigente actualmente.
Fuente: Elaboración OFERHUS en base a http://www.legisalud.gov.ar y http://www.saij.gob.ar
En Formosa la Ley 1186/1996 y en Mendoza la Ley 7974/2008 modifican la normativa vigente.
Figura 1. Normativa vigente por
jurisdicciones
Figura 2. Normativa específica de la
profesión
10 Obstetricia
Fuente: Elaboración OFERHUS en base a información del Ministerio de Educación, Cultura,
Ciencia y Tecnología. Carreras de grado: http://guiadecarreras.siu.edu.ar/
Figura 3. Sedes
de carreras
Fuente: Elaboración
OFERHUS en base a
información del
Ministerio de
Educación, Cultura,
Ciencia y Tecnología.
2016
Figura 4. Nuevos/as
inscriptos/as y
Egresados/as en
Obstetricia
11 Obstetricia
El impacto de la práctica de estas profesionales sobre la salud es sumamente
significativo si consideramos la última publicación de Estadísticas vitales (Ministerio de
Salud y Desarrollo Social de la Nación, 2018) de la Dirección de Estadísticas de
Información en Salud. En los gráficos que siguen, analizaremos específicamente la
información acerca de nacidos vivos según la persona que atendió el parto7.
Como vemos en la Figura 6, a nivel nacional las parteras han asistido un 30% del total
de los nacimientos. Sin embargo la variación entre jurisdicciones es muy acentuada. A
modo de ejemplo de ello se muestra la situación de dos jurisdicciones (en la Figura 7 y
en la Figura 8) con totales de Nacidos vivos que podrían ubicarse en un rango
relativamente próximo, pero con una participación sumamente diversa de uno y otro
conjunto profesional en cada caso8. Por último, en la Figura 9 mostramos la marcada
variación jurisdiccional en el porcentaje de nacimientos asistidos por parteras en el
país.
7 A efectos de facilitar la visualización de la proporción de partos atendidos por parteras, se unificaron
en el porcentaje denominado “Otres” a los partos atendidos por: Enfermera, Otro agente sanitario, Comadre, Otros, Sin atención, Sin especificar (Ministerio de Salud y Desarrollo Social de la Nación, 2018) 8 Ello podría obedecer no sólo a la disponibilidad de uno/a u otro/a profesional en la jurisdicción, sino
también; a razones interpretativas en el proceso de registro. Ya que, de acuerdo con el Informe Estadístico de Nacido Vivo del Sistema de Estadísticas Vitales, (http://www.deis.msal.gov.ar/wp-content/uploads/2016/01/Norm_InstNV.pdf): “Si hubiese sido atendida conjuntamente por más de un profesional, por ejemplo, un médico y una enfermera y partera, se registrará el de mayor responsabilidad técnico-profesional en el parto. Se debe marcar una sola alternativa”.
Figura 5
Fuente: Elaboración
OFERHUS en base a
información del
Ministerio de
Educación, Cultura,
Ciencia y Tecnología.
2016
12 Obstetricia
Figura 6
Figura 7
Figura 8
13 Obstetricia
Por último, es pertinente señalar que en 2018 se acordó la Estrategia de Recursos
Humanos para la Salud Universal 2030, que se propone orientar el diseño de políticas
de recursos humanos en salud, un actor fundamental en relación con los objetivos de
la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Entre sus líneas estratégicas, se propone
intensificar la planificación y, para ello, es esencial la disponibilidad de sistemas de
información:
“El fin último de estos procesos es disponer, en todo momento y en el lugar adecuado, de las personas
necesarias, con las competencias adecuadas, con la actitud adecuada, haciendo el trabajo adecuado, al
coste adecuado y con la productividad adecuada (…) Sin duda ello supone un gran un reto al que se
enfrentan los sistemas sanitarios” (Ministerio de Salud de la Nación 2015: 3-6)
Es en línea con esta propuesta de construcción y análisis de información, que desde el
Observatorio Federal de Recursos Humanos (Dirección Nacional de Capital Humano)
avanzamos en la sistematización y análisis de datos que fortalezcan esta línea de
trabajo.
Figura 9
14 Obstetricia
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