mollo, n 2011 las fronteras interétnicas en el sur de santa fe
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LAS FRONTERAS INTERÉTNICAS EN EL SUR DE SANTA FE
por Norberto Mollo
FRONTERA: CONCEPTO Y EVOLUCIÓN
Hablar de la frontera con el aborigen en el desierto pampeano, de ningún modo significa una
demarcación precisa en el terreno, sino que mas bien hace referencia a un deslinde jurisdiccional de
influencias territoriales, que de hecho se ejercía. La frontera más que una línea limítrofe fue una franja
imaginara e imprecisa aceptada por la relación entre el blanco y el nativo. No solamente constituía
argumentos de defensa militar, sino que además, se comportaba como un ente permeable en cual se
daban relaciones comerciales, interétnicas, culturales, etc.
Esta secular relación que se operó desde la llegada del español en esta parte del suelo
americano, hasta el definitivo sometimiento del aborigen que se daría a partir de 1879, observaba una
contraposición de intereses. Por una lado el español, en salvaguarda de las tierras que había
conquistado y que ahora ocupaba y de su incipiente colonización, sumado a esto sus ansias de
expansión, y por la otra parte la resistencia de los naturales a perder sus dominios territoriales
históricos.
Más allá de la frontera, tierra adentro, la inmensidad del territorio habitado por las
comunidades indígenas, constituían para el hombre blanco un misterio por develar, dado el
desconocimiento que se tenía de la desértica llanura pampeana, como lo testimonia la vasta cartografía
de la época.
La frontera no fue un esquema estanco y estático, sino que fue desplazándose en el espacio y
en el tiempo. Motivos de conflictos fueron el afán de conquista por parte de los españoles y la
consiguiente colonización del suelo ocupado por el natural, como así también la resistencia aborigen,
que se manifestaba mediante incursiones sobre los asentamientos poblacionales, a la vera de la
frontera y aún detrás de ella. Existían poderosos motivos subyacentes en la actitud beligerante de los
naturales. Uno de estos fue la disminución del ganado vacuno y caballar en la zona dominada por
ellos, hecho que los obligó a acercarse a la frontera e incluso penetrar en ella, en busca de su codiciado
elemento de comercio y subsistencia. Es que a partir de entonces, promediando el siglo XVIII, al
hacerse más persistente esta situación, comienza a gestarse un nuevo enfoque de la frontera, mas
teñido de caracteres militares, de consideraciones económicas, culturales y filosóficas. Uno de los
registros cronológicos más antiguos que se conocen, acerca de la presencia hostil de los naturales, data
de 1726, en la frontera sur de Córdoba, proximidades del paraje Sauce (hoy La Carlota). En lo
sucesivo, las incursiones de pampas, aucas y serranos serían más frecuentes a lo largo de la frontera.
De tal modo: “En 1736, el gobierno de Buenos Aires decidió instalar el primer fortín en la provincia,
así surgió Arrecifes”1.
1 Comando General del Ejército. Política seguida con el aborigen (1750-1819). Círculo Militar. Buenos Aires.
1973. Tomo I. p. 110
Con el advenimiento del Virreinato del Río de la Plata, ya se pone en evidencia la dualidad de
criterios para resolver la problemática que representaban las incursiones indígenas:
Uno, eminentemente ofensivo, que proponía arremeter militarmente contra las tolderías y
lugares estratégicos que ocupaban los aborígenes, expulsándolos más allá del río Negro, aunque esto
en la práctica significara el exterminio de gran parte de los mismos. Esta acción debería ser rápida y
con resultados visibles a corto plazo.
Otro, claramente defensivo, desechaba este tipo de acción militar y apelaba a la integración
del natural al mismo territorio, asimilándolos culturalmente e incorporándolos a las costumbres,
formas de vida y pautas de trabajo del hombre blanco. Esto es promoviendo una transformación
filosófica de vida, que se podría operar en los recambios generacionales subsiguientes.
Esta disparidad de enfoques perduraría un siglo más, hasta la implementación del genocidio y
etnocidio aborigen, mediante las acciones ofensivas llevadas adelante por las fuerzas militares,
principalmente desde 1877, y finalmente en 1879, con la llamada "Campaña al Desierto" que dirigiera
el General Julio A. Roca, en contraposición al esquema defensivo sostenido por su predecesor, el Dr.
Adolfo Alsina.
LAS DISTINTAS FRONTERAS INTERÉTNICAS EN EL SUR DE SANTA FE
La frontera del Carcarañá
Sobre el límite natural que ante el accionar aborigen
representaba el cauce del río Carcarañá, desde su formación
por la confluencia de los ríos Saladillo y Tercero hasta su
desembocadura en el Paraná, había de tomar forma como
primer asentamiento poblacional en el sur de Santa Fe la
Guardia de la Esquina hacia aproximadamente 1750,
considerada durante muchos años como el deslinde territorial
de las jurisdicciones de Buenos Aires y Córdoba, por la
misma pasaba el camino real a Cuyo y el Alto Perú,
existiendo desde los primeros tiempos una posta en cercanías
del fuerte. Tanto el fuerte como la posta se hallaban en
proximidades de lo que hoy es la localidad de San José de la
Esquina. Reconstrucción del Fuerte de la Esquina
La frontera de Melincué
La solitaria permanencia de Guardia de la Esquina como avanzada fortificada santafecina
perduraría durante medio siglo, hasta que en 1777 pasaban a ocuparse los parajes de India Muerta y
Melincué, a instancias del virrey Cevallos. Hacia agosto de ese año se hallaba emplazado el Fuerte de
Yndia Muerta con una población compuesta de 42 personas, siendo el comandante de la guarnición
don Jayme Viamonte. A su vez, el 15 de noviembre de 1777 el comandante Juan Gonzalez tomaría
posición del paraje de Melincué, caracterizado por su imponente laguna, al oeste de la cual procedería
de inmediato a la construcción del Fuerte de Melincué.
Pasarían más de 80 años para que la línea de fronteras del sur de Santa Fe tomara forma mas
consistente, con la incorporación de una mayor cantidad de fortificaciones. Entre los años 1863 y 1864
se emplazaron el Fortín Los Leones, en la cañada homónima
(al norte del actual Murphy), unos 35 Km al noroeste de
Melincué y a retaguardia de la línea de frontera; además y, en
posiciones de vanguardia respecto de la línea existente, se
establecieron el Fortín Estaqueadero, a orillas de la laguna
Grigera (al oeste de Villa Cañás) y, poco más al sur, el Fortín
Chañar, éste ya en la jurisdicción de Buenos Aires, al noreste
de la laguna homónima (al este de Teodelina); sobre el camino
real y hacia el oeste de Melincué se emplazarían el Fortín La
Larga (inmediaciones de Carmen), Hinojo o Hinojal y
Zapallar (cercanías de Venado Tuerto), Loreto (al sur de
Maggiolo), Villar (algo más al oeste de Maggiolo), éste ya en
la jurisdicción de Córdoba.
Mangrullo del Fuerte de Melincué levantado en la década de 1860. Monu-mento Histórico Nacional desde 1944.
La frontera de Gainza
Durante septiembre y octubre de 1869 habría de operarse el avance de la frontera sur de Santa
Fe de modo simultáneo con la sudeste de Córdoba y norte de Buenos Aires, conforme al plan que
propone Czetz a raíz del relevamiento que realizara entre los meses de mayo y junio, y que lo contara
como partícipe directo de la ocupación del río Quinto. Dicho proyecto sugería la ocupación de los
parajes la Ramada Nueva y Laguna Nº 7, que completarían la frontera sur de Córdoba, la laguna
Langheló, que sería la cabecera de la correspondiente a Santa Fe, y la laguna La Picasa, donde se
ubicaría la comandancia de la frontera norte de Buenos Aires; esta última sin embargo se emplazaría
en el paraje Ancalóo Grande (actual General Pinto).
La nueva comandancia de la Frontera Sur de Santa Fe, el Fuerte Coronel Gainza, cuyos
cimientos levantaría el Coronel Lucio V. Mansilla, se ubicaba a orillas de la laguna Langheló, 5 Km al
este de la actual Santa Regina. La línea se completa hacia el este con las fortificaciones de apoyo:
Fortín Díaz, Fortín San Martín y Fortín Benavídez o La Verde, continuándose con los
correspondientes a la Frontera Norte de Buenos Aires: Nacional, Las Heras, Medias Lunas, Nº 3 y
Lavalle Norte. Hacia el oeste de Gainza la línea de frontera se completaba con el Fortín República y
el Fortín Nº 8, continuándose con los de la Frontera Sudeste de Córdoba: Nº 2, La Ramada, siguiendo
hasta la comandancia Fuerte Sarmiento. A vanguardia se construyó el Fortín San Genaro, en el
Médano Pasanelo, situado a unos 5 km al N.O. De la actual localidad de Emilio V. Bunge.
La frontera de Italó
El coronel Leopoldo Nelson se ocuparía en 1876 de levantar la última frontera con el
aborigen, ante la inminencia de ejecución de la llamada “Conquista del Desierto”, que llevaría a cabo
el general Julio A. Roca en 1879. Esta línea tenía su comandancia en el Fuerte Italó, emplazada en
los imponentes médanos Vutaló, 5 Km al norte de la actual localidad de Italó. Se completaba hacia el
norte con el Fortín Nelson y de allí empalmaba con los fortines de la Frontera Sur de Córdoba Fortín
Orma, Fortín Milton u Ortega y Guerrero. Hacia el sur, desde Italó, se hallaban Fortín Centinela,
Fortín Guardia Nacional, Fortín Paunero, Fortín Nº 8, Fortín Alvear, Fortín Machado, Fortín
Alsina, Fortín Undabarrena y Fortín Roca, continuándose con los fortines de la Frontera Norte de
Buenos Aires.
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