memorias del seminario el lenguaje en la ciencia y …así mi vida es una fuga y todo lo pierdo y...
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extualidad literaria v r'jr\[)f^c^r\' rirTí lal iyanón
de un texto de Borges
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Helena Baquero Santos
Profesora del Colegio Distrital La Concordia Proyecto Semiótica de los Procesos Lecto-escritores
Programa RED
odo texto necesita ser actualizado para que se cumpla el proceso interpretativo que éste requiere, en la perspectiva de vivir en la mente y la experiencia del lector. Por lo tanto, implica que el lector ponga en juego sus saberes frente a aquellos saberes que circulan en todo texto. En este horizonte, habremos de descartar entonces la suposición ingenua de que nuestros estudiantes van al aula a aprender lo que no saben. Por el contrario, van al aula a poner en juego los saberes que tienen y que traen frente a los saberes que otros tienen y que también traen: el compañero, el maestro, el director, los textos y, en general, todo aquello que se constituye en motivo de pregunta y por lo tanto de interacción. A partir de esta premisa cabe ubicar la enorme responsabilidad de generar en las aulas procesos dinámicos de interpretación, en tanto si algo halla su razón de ser en la escuela es la textualidad. Allí, todo se convierte —por lo menos así lo suponemos— en motivo de análisis, de pregunta, de indagación, de extrañeza y de pensamiento hipotético.
Con la actuación de los estudiantes, permanentemente ponemos en juego los procesos comunicativos en el acto de interpretar la realidad: de leerla y de devolver nuestra propia visión de mundo, alterada, contaminada ya por los nuevos saberes que nos devuelve dicha lectura, es decir, la escritura de esa realidad hasta ahora virtual. Con las competencias de los estudiantes, incursionamos en los sistemas de significación de la lengua, que no es más que la aportación de aquellos saberes implicados en la competencia lingüística, necesarios para actualizar cualquier tex-
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to de la cultura, así como aquellos saberes enciclopédicos provenientes de lo que el lector guarda ideológicamente y que le permite, por lo tanto, establecer relaciones con otros textos en los diferentes niveles de lectura.
De estos aspectos se debe ocupar el maestro, en la perspectiva siempre de indagar lo que allí sucede con sus estudiantes; es decir, podría indagar por las diversas estructuras que se dan en la lectura: la discursiva, la narrativa, la ideológica; por los niveles de coherencia local, lineal y global que se dan en su escritura; por las categorías gramaticales, la puntuación, las reglas de correferencia, etc., que se dan en su competencia lingüística o por la competencia enciclopédica, instaurada a través de los niveles de intertex-tualidad; cabe resaltar aquí también la capacidad de actualizar saberes de tipo no lingüístico y la forma de inte-ractuar con el texto desde la competencia ideológica del estudiante. De este último aspecto, de la competencia enciclopédica que el estudiante, depositario de saberes, pone en juego como intérprete, quiero ocuparme en esta ponencia a partir de una experiencia de recepción en el aula de un texto de Borges y de la puesta en escena en su escritura, es decir, en nuevos textos que contienen o no la marca discursiva de ese dispositivo construido en «Borges y Yo».
La experiencia con un grupo de estudiantes de La Concordia Jornada Tarde que aparece reseñada en un avance para el Grupo de Semiótica del Programa RED bajo el título de «Vivir y Dejarse Vivir, principio dialógica del lenguaje» (julio del 95), se inició a partir del año 93 cuando, a propósito del Concurso
í de lectura 500 años del Descubrimiento, aparecían en un diario, cada ocho días, textos pertenecientes a la narrativa contemporánea. Teníamos ya la costumbre de leer semanalmente el nuevo cuento, con el objeto de responder las preguntas que allí se hacían y poder así concursar. Autores como Mutis, Arreóla, Cortázar, Monterroso, Octavio Paz, ítalo Calvino, Julio Ramón Ribeyro, Cristina Peri Rossi, Evelio Rosero Dia-go y Borges, entre otros, circularon por nuestra aula.
Con todos hallamos ciertas «condiciones de felicidad»
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como diría Eco, dadas por los textos y la necesidad de entraren ellos. Pero, con ninguno como con «Borges y Yo» se dio tal condición de felicidad. Un estudiante a lo largo del año se acercó continuamente a hablarme de «(osé y Yo» para decirme que cuando «andaba muy bien con el mundo» era losé y que cuando andaba «bajado» y deprimido era Yo. Así mismo, al año siguiente cuando convocamos el Primer Premio Concordia de Literatura, encontramos que el texto ganador en la modalidad de cuento juvenil era justamente un excelente texto literario titulado por su autor, Iván Darío Cruz, «Yo». Cuento que por cierto ha causado un gran impacto en sus lectores, tanto escritores que sirvieron de jurados (luán Carlos Moyano y Milciades Arévalo) como profesores y comunidad estudiantil y que según Iván tenía que ver con el recuerdo de ese texto leído hacía ya un año en la clase de Castellano y Literatura.
Fue así como en el año 95 al tomar la decisión de iniciar el curso con Borges en el aula, para mi sorpresa, ese pequeño gran texto nos mantuvo ocupados más de cuatro meses continuos. A partir de allí, lo he probado en múltiples espacios y escenarios; con niños de grado sexto, con jóvenes de grado noveno, con adultos del bachillerato nocturno, con estudiantes de primer semestre de pregrado y hasta con maestros que cursan posgrado. El inquietante y maravilloso resultado, siempre es el mismo.
Borges y Yo Al otro, a Borges, es a quien le ocurren las cosas. Yo camino por Buenos Aires y me demoro, acaso ya mecánicamente, para mirar el arco de un zaguán y la puerta cancel; de Borges tengo noticias por el correo y veo su nombre en una terna de profesores o en un diccionario biográfico. Me gustan los relojes de arena, los mapas, la tipografía del siglo XVIII, las etimologías, el sabor del café y la prosa de Steven-son; el otro comparte esas preferencias, pero de un modo vanidoso que las convierte en atributos de un
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actor. Sería exagerado afirmar que nuestra relación es hostil; yo vivo, yo me dejo vivir, para que Borges pueda tramar su literatura y esa literatura me justifica. Nada me cuesta confesar que ha logrado ciertas páginas válidas, pero esas páginas no me pueden salvar, quizá porque lo bueno ya no es de nadie, ni siquiera del otro, sino del lenguaje o la tradición. Por lo demás, yo estoy destinado a perderme, definitivamente, y sólo algún instante de mí podrá sobrevivir en el otro. Poco a poco voy cediéndole todo, aunque me consta su perversa costumbre de falsear y magnificar. Spinoza entendió que todas las cosas quieren perseverar en su ser; la piedra eternamente quiere ser piedra y el tigre un tigre. Yo he de quedar en Borges, no en mí (si es que alguien soy), pero me reconozco menos en sus libros que en muchos otros o que en el laborioso rasgueo de una guitarra. Hace años yo traté de liberarme de él y pasé de las mitologías del arrabal a los juegos con el tiempo y con lo infinito, pero esos juegos son de Borges ahora y tendré que idear otras cosas. Así mi vida es una fuga y todo lo pierdo y todo es del olvido o del otro.
No sé cuál de los dos escribe esta página.
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I A partir de la lectura anterior, indicaré los pasos que a seguimos apuntalando hacia la recepción del texto y la pro-| ducción textual de sus lectores. • c
S 1. Primer momento. Actualización de competencias en la lec-l tura: • I 9 •
| 1.1. El título como primer índice de lectura: si se tiene en cuenta que el título es un signo de identificación, quizás el primero, asumido desde diversas perspectivas
| como «|...| puerta abierta, seducción, anuncio publici-| tario, pero siempre la primera metáfora, el primer signo | exterior que le da contenido a la obra» (Arguello, 1992:
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67) y que reclama por lo tanto del lector una cooperación como condición de actualización del texto, habremos de comentar entonces, que el título «Borges y Yo», de inmediato suscita la necesidad de entrar a desentrañar preguntas inevitables sobre ¿Qué significado tiene aquello de ser uno y uno mismo a la vez? ¿Es acaso posible asumirse al mismo tiempo como dos personas diferentes? ¿Estará Borges tomando distancia de sí mismo para entenderse? ¿De qué querrá convencernos? Estas y otras preguntas aparecen siempre, en la mente del lector de este texto, como la más importante provocación para adentrarse en él.
1.2. Reconocimiento lexical por inferencia: los estudiantes, a medida que se va discutiendo sobre la lectura, van haciendo un asombroso ejercicio de búsqueda sobre lo que significa «aparecer en una terna de profesores o, en un diccionario biográfico»; indagan sobre «una puerta cancel en la ciudad de Buenos Aires, los relojes de arena, la tipografía en el siglo XVII, los mapas en la antigüedad y la etimología», entre otros. Esto es, se generan discusiones sobre las concepciones del tiempo y el espacio que comporta cada cultura así como acerca del lenguaje y la tradición.
1.3. Intertextualidad: se indaga por la referencia que hace el autor en su texto, al gusto por la prosa de Stevenson y los conceptos metafísicos de Spinoza. Acá los estudiantes-lectores se encuentran con que no en vano Stevenson es citado en este escrito pues en su obra titulada «El extraño caso del Dr. lekill y Mr. Hyde», se trabaja la interpelación a los diferentes niveles de conciencia del sujeto, con el dispositivo discursivo que caracteriza los dos textos en mención: el diálogo del sujeto consigo mismo asumiéndose desde su otredad, como si siendo extraño a sí mismo se conflictuaran pero a la vez se reconciliaran los diversos rostros que todo ser humano
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comporta. Es decir, que el rastro intertextual en el texto de Borges halla su huella en el texto de Stevenson a propósito de la intencionalidad del texto, cual es la de instaurar el dialogismo y la discursividad de la identidad. «Bajtín elaboró primero su concepto de lo dialógi-co en relación con las obras de Dostoievski. El dialogismo no se refiere simplemente a un intercambio retórico entre los interlocutores o a una pluralidad de puntos de vista, sino a una visión radical y politizada del lenguaje y la conciencia. Acentúa la naturaleza lingüística de todos los sistemas de valor y enfatiza la relatividad y la diferencia (Schueller, 1993: 137). Lo dialógico , nos dice Schueller citando a Bajtín, «está construido no como la totalidad de una sola conciencia, que absorbe a otras conciencias como objetos hacia sí mismo, sino como un todo formado por la interacción de diversas conciencias, ninguna de las cuales llega a ser totalmente un objeto para la otra» (Ibid).
La alteridad, el tema del doble, los espejos de la conciencia, se hallan a lo largo de toda la obra de lorge Luis Borges. En las páginas que sirven de prólogo al libro de Giovanni Papini, «El Espejo que huye», el escritor argentino reconoce explícitamente la deuda con el escritor y polemista italiano de la siguiente manera: «|...| Leí a Papini y lo olvidé. Sin sospecharlo, obré del
a modo más sagaz-, el olvido bien puede ser una forma profunda de la memoria |...| Ahora, al releer aquellas páginas tan remotas, descubro en ellas, agradecido y atónito, fábulas que he creido inventar y que he reela-
i borado a mi modo o en otros puntos del espacio y del tiempo» (1989: 8). Lo anterior puede entenderse además, como una exquisita definición de intertextualidad y agrega, refiriéndose ai cuento de Papini «Dos imágenes en un estanque» : «|...| renueva la leyenda del doble que para los hebreos significaba el encuentro con Dios y para los escoceses la cercanía de la muerte. Ninguno de estos caminos es el que Papini siguió; prefirió
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vincularlo a lo constante y a lo mutable del yo de Herá-clito.» (Ibid p.9) En esta pequeña génesis borgiana sobre el tema del doble, alude (Borges) también, a otro tema implícito en «Borges y Yo»; las mutaciones y el movimiento.
.4. El Topic en la estructura discursiva: Eco nos habla en su libro Lector in Fábula, de cómo «el topic es una hipótesis que depende de la iniciativa del lector, quien la formula de un modo un poco rudimentario, en forma de pregunta (¿de qué diablos se habla?)» (1979; 131) Es así que a estas alturas de la lectura propongo, a los estudiantes entrar a hallar una hipótesis interpretativa acerca de lo que habla el texto y, por supuesto, de su juego. Para ello se desarrolla un ejercicio escritura! a partir de los siguientes marcadores pragmáticos implícitos en la trama: *¿Por qué el texto lleva ese título? *¿Cuál será la diferencia entre esos dos personajes que se plantean en el texto? *¿Cuál es el juego de Borges en el texto? *¿Con cuál de los personajes se queda Borges y qué hace pensar que así sea? * Particularidades del Borges interno y el Borges público. Todo lo anterior, con la invitación a integrar las respuestas no como tal, sino como un diálogo crítico con el autor del texto, esto es, no responderle a la profesora sino al texto.
Reseño a continuación dos hipótesis que comportan diferentes niveles de lectura formuladas por dos estudiantes y que dan cuenta de cómo un texto al prever su Lector Modelo no sólo espera que éste exista, sino que también el texto mismo lo construye.
En el primer registro se da un nivel de lectura literal cuando el estudiante, Alexander liménez, escribe: Este texto lleva por título «Borges y Yo» porque a Borges que es el autor del texto le ocurren una serie de cosas que le hacen pensar que dentro de él hay otra persona [su otro yo) quien a veces hace muchas cosas por él. y por ello decide retomarlo en el texto. Pero estos dos personajes aunque aparentemente son iguales tienen una
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gran diferencia y consiste en que el Borges interno sabe reconocer los talentos del Borges público, aún sabiendo que éste, poco a poco lo va desapareciendo. En cambio, el Borges público, toma las cosas de una forma vanidosa y no se interesa por sacar las cualidades del Borges interno. Acá vemos cómo Alexander, de la mano del Mago, entra en su juego, pues se deja atrapar de esa voz confesional del texto que susurra detrás de un escenario confesional, olvidando que es el Borges textual, escenario público por excelencia, quien en realidad nos habla.
Por el contrario, Camilo Mejía, hace una lectura ideológica, pues resuelve la jugada, tomando distancia de la voz confesional y decide quedarse con «el Borges persona pues éste simplemente se deja vivir (sujeto cultural) y en este instante aparece el escritor, quien justifica al Borges interior» (también sujeto cultural que vive). En palabras de Camilo: [...] Lo mejor sería quedarse con el Borges como persona, pues éste, como es mencionado anteriormente, simplemente se deja vivir y es en este instante que aparece el escritor, quien justifica al Borges interior. Este es descomplicado, sincero, y depende, en cierta forma, del Borges escritor, quien por el contrario, es vanidoso, tiene la constumbre de falsear y magnificar. Es el que hace todo para salir adelante como
, escritor y conseguir ser famoso. u 3 i 2. Segundo momento. La escritura con sentido de audiencia. • I
| 2.1. Escritura desde la naturaleza social de la conciencia y el o lenguaje: Luego de seguir los pasos descritos hasta acá ü se propuso el ejercicio de mirarse desde los dispositi-
vos discursivos que plantea Borges en su texto: Borges | creador del otro Borges en su interacción con la cultu
ra, es decir, Borges que se deja vivir del otro Borges que ya no le pertenece porque es parte de la tradición, del discurso universal, partimos de la hipótesis según la cual los estudiantes, al pedírseles que construyeran su texto autobiográfico desde la lectura de «Borges y Yo»
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para ser compartido en una lectura grupal y pública, se escudriñarían no sólo desde su historia lineal: el deber ser, lo evidente, lo obvio, lo que los demás quieren y necesitan oir, paradigma tan ascendrado en nuestras aulas escolares; sino que se explorarían desde un des-centramiento, condición inherente al ser social.
Efectivamente, la potencia suscitadora del texto se ha venido mostrando en todos los espacios en que se ha trabajado, provocando la más diversa variedad de escritos, en los cuales hay un común denominador: cómo en la tensión por querer «significar sinceramente», frente a sí mismos y frente al grupo, se deja trans-lucir una amalgama de valores, creencias, sentimientos, deseos y modos de pensar y actuar que nos remite a la pregunta que se hiciera Hjelmslev cuando afirma: «[...) Tan inseparablemente se encuentra el lenguaje ligado a la personalidad, al hogar, a la nación, al género humano y a la vida misma, que a veces podemos sentirnos tentados de preguntar si el lenguaje es un mero reflejo de eso, o, simplemente, todas esas cosas -el cotiledón mismo del que nacen-.» (1974: 12).
Vale la pena acá retomar de nuevo a Schueller, para quien apoyándose en Bajtín «la clave del concepto de subjetividad está en la conexión íntima entre lenguaje y conciencia. El y los miembros de su círculo hicieron un trabajo en tierra virgen con el psicoanálisis y el lenguaje. (...) Vygotsky sugirió quevel discurso más temprano del niño (el discurso interior) es [...) esencialmente social', en contraste con Piaget que creía que el discurso egocéntrico precedía al discurso social, Vygotsky, quien estuvo indudablemente influido por algunas ideas de Bajtín y de otros eruditos que trabajan con el pensamiento y el discurso, sentó así las bases para una concepción de la conciencia que era inherentemente social y orientada hacia la comunicación.» (1993: 136).
Sin duda, uno de los resultados más valiosos de esta experiencia reposa en el hecho de hacer la lectura pú-
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blica de los registros ya que ello implica mover relaciones de identidad por contraste intersubjetivo, esto es, que todos tenemos en el fondo los mismos pensares, sentires, actuaciones y experiencias, en tanto pertenecemos a un grupo social que de hecho nos determina pero que cada individuo tiene una manera particular de significar en su propio mundo de interacción. Acá es donde se descubre una identidad individual y social atravesada por el lenguaje. Alguna estudiante de primer semestre de comunicación y periodismo (recién egresada del bachillerato) anotaba al final del curso cómo con este ejercicio «aprendí a ser un signo a la vez que a significar frente al grupo», pues a raíz de la experiencia narrada en su texto sus compañeros comenzaron a identificarla con un mote que hacía referencia a una situación jocosa que allí narraba.
2.2. Escritura creativa: se hace importante advertir en el texto de Borges, cómo en su delimitación artificiosa entre «Borges y Yo», hay un espacio de variablidad semántica, de juego, en el que tanto Borges narrador como su espejo, abren un espacio para la duda crítica. ¿Quién dice la verdad? En el mundo borgiano esta pregunta tiene una única respuesta: la literatura. Es en este sentido muy importante advertir también cómo, consciente e inconscientemente, los estudiantes que se sumergen en este ejercicio lectoescritural, descubren esta forma de dilema: de un lado, la exigencia de una forma de
o sinceridad o desnudez y, de otro, la artificiosa forma que i tiene de ser expresada dicha desnudez. Esto explica los
rastros de creación ficcional en los escritos que presentamos como anexos en esta ponencia y que explica, a su vez, la relativa facilidad (dificultad pero curiosidad y seducción) de escribir y leer públicamente sus textos. Dicha necesidad proviene, por un lado, de una lejana cercanía que se da con los medios de comunicación,
| —la radio, y la televisión que están interrogando
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constantemente sobre las maneras de vestir, bailar, comer, soñar, amar, es decir, vivir— lo cual reviste la forma de autodecirse y autoexpresarse; y, de otro lado, la posibilidad de excusarse de lo dicho en sus escritos, pues todo lo que se dice desde el otro y el yo, siempre puede excusar la veracidad de lo expresado bajo la forma ficcional.
Quisiera referirme antes de pasar a la lectura de esa pequeñísima muestra del corpus de mis estudiantes reseñada al final de esta ponencia, cómo esta experiencia tiene lugar en el marco de la formulación de un Proyecto de Aula t i tulado «Construcción Textual: un proyecto editorial», en el cual asumo el Lenguaje desde la búsqueda de sentidos ai interior de la Escuela, partiendo de dos grandes ejes: La Narratividad que pretende acercar los saberes del estudiante a los saberes universales de otros textos de la cultura y, La Textuali-dad literaria que pretende trabajar desde la semiótica, esto es, desde la exploración del texto literario como sensibilidad sígnica y como sensibilidad hacia los múltiples saberes que lo atraviesan. Así mismo, proponer un modo de escritura que vaya no sólo desarrollando el sentido de audiencia en el estudiante, sino el descubrimiento de lo que implica trabajar con el concepto de lo editorial. Reseñar también que la formulación de dicho proyecto, tuvo lugar en el marco de las invaluables discusiones y aportaciones del Grupo de Semiótica del Programa RED, coordinado por el profesor Fabio Jurado Valencia, quien es el mejor texto de investigación que haya leído.
A manera de conclusiones anotar que:
1. Comparto la idea con el profesor Jurado de que en todas las disciplinas se debería proponer el estudio de la literatura pues, anota magistralmente Eco en su Obra Abierta cómo «(...] El arte, más que conocer el mundo, produce complementos del mundo, formas
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autónomas que se añaden a las existentes exhibiendo leyes propias y vida personal. No obstante, toda forma artística puede muy bien verse, si no como sustituto del conocimiento científico, como metáfora epistemológica; es decir, en cada siglo, el modo de estructurar las formas de arte —refleja a guisa de semejanza, de metaforización, de apunte de resolución del concepto en figura— el modo como la ciencia o, sin más, la cultura de la época ven la realidad.» (1992: 89).
2. El haber trabajado desde el eje de la narratividad me permitió entrar de antemano a la experiencia, con el convencimiento de que los alumnos traen sus saberes al aula y los ponen en juego con los textos de la cultura, esto es, me permitió imaginar cierto tipo de ejercicios escritúrales que buscaran siempre la interpretación del texto sin perder la perspectiva de que al narrativizar su experiencia (en este caso como lectores) los estudiantes logran expresar la vitalidad de su universo con mayor fuerza.
3. Que no hubiese podido descubrir todo aquello que aún no termino de descubrir si mi práctica pedagógica no hubiese tenido una intencionalidad investigativa pues la investigación es un proceso ilimitado de relaciones intepretativas que van moviendo el sentido de un lado a otro, en eso que Pierce llamara Semiosis.
4. Que sólo, y por tanto, desde criterios investigativos, pueden trabajarse los textos literarios y en general cualquier tipo de texto, para que tanto los alumnos como el maestro puedan descubrir esas formas secretas de manipulación que cada texto instaura: construir sus preguntas, apostarle a algunas hipótesis interpretativas, actualizar el texto y con ello, generar nuevos textos.
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Proponer el criterio de lo dialógico definido en el cuerpo de este trabajo, para la selección de textos en el aula con la esperanza de terminar con tanta preocupación didactista e ir cediéndole el paso a la función estética que propone Eco, cuando establece la diferencia entre interpretar un texto —entrar en él poniendo límites a nuestra interpretación— y usar el texto libremente para hacerlo decir tan sólo lo que yo quiero que diga. Así mismo, poner en discusión un enfoque frecuente, cual es el de entender la lectura como simple goce, a lo cual Eco interpela cuando nos dice en su Lector in Fábula; «|...| Legalmente podemos hacerlo (leer sólo por el goce), pero textualmente el resultado es bastante lamentable.» (1979:87).
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Anexos
Corpus Textual tomado en diversos ámbitos
3 o n más o menos cien trabajos que hacen parte de este corpus y que algunos, por su notable calidad literaria, buscada o no, serán publicados como parte de un estudio, reseñado apenas, en esta ponencia.
Mauro Vs. Diablillo
Sergio Mauricio Parada '
En mi ser existen dos mauricios, el bueno y el malo, pero hablemos de todo mi ser, teniendo en cuenta que tengo dos aspectos diferentes; a ambos nos gusta el deporte, claro que yo lo practico para mantener sano mi cuerpo y él, por hacer daño a sus rivales.
El piensa que algunos deportes los hicieron para los nerditos y los tontos.
En cambio yo, pienso que cada persona es libre de practicar el deporte que mejor le parezca, a nosotros dos nos gusta vestir ropa ancha y de moda.
El es tímido y poco le gusta hablar con los demás, en cambio yo, vivo y dejo vivir; pero hablemos de Mauricio malo que es el propietario de la mayor parte de mi ser. A veces se me ocurren unas ideas descabelladas y tontas que casi siempre llevo, me gusta montársela a los demás, mas que no me la monten a mí: no comparto que algunos sean
Estudiante de grado 9o de básica secundaria del C E D La Concordia I T Edad 15 años Escrito entregado en marzo de 199")
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tan bobotes, porque a los bobos se la montan mucho. En cambio, me gusta pasármela con gente pila, que no se la deje montar, no me gusta que me den órdenes porque me molestan los seres autoritarios; me atrae deshacer más que hacer; ser un vago juicioso y no un nerdito pasado de raya, como al que le gusta ser el número uno en todo, permitiendo que todos lo pisoteen como a una vil cucaracha, pero yo saco la cara por él, porque se que se están metiendo con una parte de mí.
Ahora, hablemos de mí que a pesar de tener una menor parte de él es grande porque a pesar de tener un corazón tan pequeño mi ser bueno es muy grande.
Me gustaría ser todo un caballero, darle mi puesto a otra persona, recoger alguna cosa que por descuido a alguien se le cayó y devolvérsela, ayudar a los necesitados, hacer los favores sin esperar algo a cambio, no ser vulgar y tratar la gente con amabilidad, acudir de vez en cuando a la iglesia, brindar mi apoyo moral a quien lo necesite.
Claro que todo esto casi no se lleva a cabo porque la malicia reina en mi ser. Así será, soy y seré por siempre y nadie podrá cambiar esta actitud mía.
POSDATA: Este escrito lo hemos elaborado porque yo ¿ me acostumbré a él y él a mí, y si me lo quitaran yo moriría. i No soy un angelito pero sí un diablillo encantador. s i 1 S
: Conmigo e v 9 ™
I Erley Flórez2
m • 3
B
I Me detengo un instante, miro hacia atrás •
i y busco mi imagen en el camino pero no me en-I cuentro
2 Estudiante de grado 10o educación media del C.E.D. La Concordia lomada Nocturna Edad: T i años Escrito entregado en marzo de 1996
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busco mi rastro en el suelo pero ya tampoco existe me concentro un poco y percibo los aromas que llegan a mí pero no logro reconocer el mío cierro mis ojos y busco en mi interior pero no hay nada que me lleve a mí y vuelvo a abrir los ojos ahora frente a mí hay una gran colcha, una inmensa colcha de muchos colores y retazos, cada uno de diferente tamaño y forma cada uno, un acto diferente.
El primero de todos es blanco resplandeciente, significa inocencia pura y natural la inocencia con que todos nacemos y que a pesar de lo que conocemos mantenemos aún algunos buenos trozos de ella pero hay muchos otros retazos unos de alegrías otros de tristezas de odios de iras otros de olvido hay unos de amores eternos encuentro retazos que dejaron mis antepasados de caballeros, partes de guerreros rastros indios, mestizos, campesinos, esclavos y están todos los sentimientos que por generaciones se guardaron estos que me impulsan a rebelarme ante la opresión a que me duelan las injusticias a reclamar mis derechos y a ejercer mi libertad.
Camino por la colcha y encuentro bastantes ironías extremos opuestos a cada paso risas, golpes, lágrimas, música suave, palabras tiernas, groserías, irreverencia,
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rebeldía, paciencia, desespero y en el mismo tamaño, cobardía.
La mayoría de estos retazos los hice yo pero hay también unos que hicieron personas ajenas a mí mis padres, mis hermanos mis amigos, mis enemigos, mis jefes y hasta alguna gente que jamás conocí y parado sobre estos retazos, quisiera desprender alguno pero cuando trato de soltar el hilo éste se hace más fuerte y las costuras se unen cada vez más hasta formar una cadena irrompible.
Ahora estoy seguro de no poder desprender ni uno sólo de los retazos, aparece, en cambio, otro más de inocencia y se ha hecho más grande el de la experiencia.
Estoy cansado me recargo pesadamente sobre el retazo de mis recuerdos, cierro los ojos despacio, los abro y algo cambia ahora, la colcha es un valle verde y puedo ver claramente el camino, miro hacia atrás y me veo aún recostado en el retazo, lo pienso un poco, imagino que la colcha ya es suficientemente grande ¿por qué no dejarla así? lo pienso un poco más y sé que la seguiré cociendo entonces, decido seguir el camino a solas conmigo hasta poder perderme en ella.
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Fragmentadas y compuestas
Solange Maritza Pachón 3
Yo sigo sus frágiles pasos y doy pasos inmediatamente más fuertes a los que Solange ha dado.
La puedo ver alejarse con su armadura de yeso hasta que se pierde de mi vista y me felicito por su ausencia.
La pobre me ve cuando le sugiero que se mire en los reflejos de vidrios en la calle.
La verdad me amo. Corro con suerte. A Solange no es que la estime mucho pero igual la acompaño y le doy fuerzas.
Aunque ella insiste en decir que yo soy su sombra y yo que ella es la mía, la verdad es que somos sombras de una a otra y a veces pensamos que no existimos ni en lo claro ni en lo oscuro.
Solange y la noche se miran mutuamente con desagrado, yo no veo la noche, veo la luna y me quedo encantada mientras ella más de una vez se ha aterrado por el frío, que para mí es lo de menos. Ella dice que no quiere cristalizarse porque quedaría oscura y sin brillo y se la comería la noche.
Yo le digo que no, que se vería divina como yo y que ¡CARAY! deje de llorar y mirar mal al cielo.
Termino el melodrama diciéndole mañana será otro día, los dias están salpicados de algo más que rutina
Ella guarda silencio y me mira casi diciéndome pobre carajita, baje de la luna mijita no cause más problemas.
11 Ahora después de los problemas que me ha causado
Maritza, la siento lejos. A mí me llueve dentro de la vida, estoy triste, a Maritza
la lluvia la moja rico, a ella, a su piso, a su noche, y a su
• Estudiante de II semestre de Comumccaión Social Universidad Externado de Colombia Edad 18 años. Escrito presentado en octubre de 1995.
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babosa lunita. Entonces, se aleja suspirando e implorando a los pequeños seres. Es obvio que ni la escuchan pero Maritza es terca y cree que sí. Así yo le grite una, dos, veinticinco veces.
A mí me mata la risa, no me puedo reir, no lo soporto. Maritza al contrario se ríe de todo para sí, qué peligro,
fuera de sí se muere de la risa. No hace sino gritarme que deje esas ¡aulas de timidez
en cualquier parte menos en mis ojos o pensarán que ella es igual de tonta a mí.
Yo le digo que no sea cursi Maritza, sinte cabeza, deje de andar soñando pero confieso que en ocasiones termino convenciéndome de enamorarme y esas bobaditas. Pero eso sí, termino sobre sus piernas llorando una desilusión y luego ella en las mías porque no la entendieron cuando quiso regalar un sol, una flor o cualquier pendejadita de las que regala.
Con tal ya estamos acostumbradas la una a la otra y aunque somos opuestas no nos podemos separar.
Atentamente: Solange Maritza
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