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Post on 05-Feb-2016
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prohíben el «paso a lo semejante- que permite aplicar a un órgano lo que se ha observado para otro, o a una droga lo que se ha experimentado para otra. La influencia de la filosofía escéptica en los médicos empíricos, sea la de los pirronianos o la de la Academia escéptica de Arcesilao, ha parecido evidente a muchos comentaristas. Pero de hecho esta cuestión, muy difícil, está lejos de haberse dilucidado como, por lo demás, muchas otras. Queda por hacer la historia de la escuela empírica, pero esta es una tarea que choca con múltiples obstáculos de los cuales el menor no es una prevención tenaz entre los historiadores modernos en contra de los médicos empíricos.
La lectura atenta de los testimonios y especialmente de los de Galeno, nos muestra diferencias significativas entre los médicos empíricos. Así Filino había adoptado una posición extrema rehusando considerar tan siquiera lo que la tradición denomina causas evidentes: heridas, excesos alimenticios... En el mismo sentido, si bien todos los empíricos estaban formalmente de acuerdo con el precepto según el cual había que rechazar el recurso a los argumentos racionales en medicina, los miembros de la secta estaban lejos de entenderse sobre el sentido preciso de esta proposición. Si un médico como Serapión de Alejandría (siglos III-II a.C.), que Celso presenta como el fundador de la escuela empírica, condenaba todo uso del razonamiento en cuestiones médicas, algunos empíricos posteriores, como Heráclides de Tárenlo (siglo i a.C.), no eran tan radicales. Preconizaban una especie de razonamiento que denominaban «epilogismo» que oponían al «analogismo- de los dogmáticos. El epilogismo, además de sus virtudes refutativas cuando el médico empírico esta frente a sus adversarios, puede permitirnos descubrir fenómenos y relaciones ocultas, pero únicamente los fenómenos y las relaciones que, en otras circunstancias, se pueden «observar». Lo que queda es por lo tanto el rechazo a pasar por medio de la inferencia de la observación sensible a entidades perceptibles exclusivamente por medio de la razón. Con Menodoto (siglos i-n de nuestra era), el empirismo llegó a un uso inductivo de la razón que presenta una apariencia muy moderna.
Hay que tomar en serio a los empíricos. No son ni sofistas que pretendan llevar a cabo un pulso dialéctico -construir un sistema mé
dico que no recurra en absoluto a la razón-, ni reaccionarios que añoran la medicina arcaica anteriora la medicina racional. Son médicos que dirigen a los sistemas nosológicos anteriores o contemporáneos críticas a los acentos a la vez positivistas y bachelardia- nos. No se trata de animar a los médicos a que se componen como animales «sin razón-, sino de rehusar lo que los filósofos llaman la demostración (apodeixis). Por ejemplo, se ha criticado mucho el rechazo de la anatomía por pane de los empíricos y, especialmente, de la disección; pero en realidad se limitaron a poner el dedo en la contradicción, señalada más arriba, entre el virtuosismo teórico de la nueva medicina y su incapacidad para gestionar los dividendos terapéuticos de ese virtuosismo.
La tercera de las grandes escuelas médicas de la Antigüedad, la escuela metódica, fue fundada por médicos que, aunque eran tan antidogmáticos como los empiristas, no se contentaban con la crítica empírica del dogmatismo. Los mismos antiguos no están de acuerdo en la identidad del fundador de la escuela metódica. Para unos es Temisón de Laodicea en el siglo i a.C., para otros Tésalos de Tralles en el siglo i de la era cristiana. Pese a algunos trabajos pioneros, como el De Medicina Metbodica de Próspero Alpino (1611) y la Historia de la Medicina de Daniel Leclec (1723), no es hasta hoy en día que nos apercibimos del interés de un sistema médico que, desde la Antigüedad, ha sido objeto de recios ataques, especialmente de parte de Galeno. Por lo tanto es seguro que aparecerán trabajos importantes pues el historiador de los metódicos cuenta con textos completos escritos por médicos metodistas, como los de Sorano de Éfeso (siglos i-ii d.C.), Celio Aureliano (tal vez siglo v), aunque no hemos conservado una exposición autónoma de la doctrina de mano de un médico metódico.
Al igual que los empíricos, los metódicos piensan que el médico debe prescindir de explicar los estados mórbidos infiriendo realidades ocultas a partir de realidades evidentes. Adoptan sin embargo una actitud diferente ante estas realidades ocultas: mientras que los empíricos sostenían que estas realidades no existen, los metódicos no se pronuncian en este punto, y dicen que estas realidades ocultas, existan o no, son inútiles para el médico. Recuperan algunas nociones
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