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MARCO DE REFLEXIÓN PARA EL EJERCICIO DEL
ANÁLISIS DE CONTEXTO EN LA UIA – JEP DESDE LA
PARTICIPACIÓN DE LAS VÍCTIMAS
Mariana Rojas Ochoa
Universidad Nacional de Colombia
Facultad de Ciencias Humanas, Departamento de Trabajo Social
Bogotá, Colombia
2020
MARCO DE REFLEXIÓN PARA EL EJERCICIO DEL
ANÁLISIS DE CONTEXTO EN LA UIA – JEP DESDE LA
PARTICIPACIÓN DE LAS VÍCTIMAS
Mariana Rojas Ochoa
Trabajo final de especialización presentado como requisito parcial para optar al
título de:
Especialista en Acción Sin Daño y Construcción de Paz
Director (a):
Helbert Esteban Muñoz Murillo
Línea de Investigación:
Acción Sin Daño
Facultad de Ciencias Humanas, Departamento de Trabajo Social
Bogotá, Colombia
2020
A todas las voces silenciadas en el
marco del conflicto armado colombiano.
A Martha Inés y Luis Gonzalo.
Resumen y Abstract IV
Resumen
La puesta en marcha de la justicia transicional representa uno de los mayores retos
frente a un conflicto de más de medio siglo. Es así como la investigación penal en
este escenario ha tomado como un referente metodológico el análisis de contexto;
esto con el fin de responder, no solo a la identificaron de los máximos responsables,
sino para brindar una verdad procesal donde se garanticen la totalidad de los
derechos de las víctimas. Así, este trabajo final busca brindar un marco de reflexión,
desde la Acción Sin Daño, para el desarrollo de los análisis de contexto que se
realizan en la Unidad de Investigación y Acusación de la Jurisdicción Especial para
la Paz, lo anterior, partiendo de la necesidad de hacer central la participación de las
víctimas en dicho proceso.
Palabras clave: Justicia Transicional, análisis de contexto, participación,
víctimas, conflicto armado, Acción Sin Daño.
Abstract
The implementation of transitional justice represents one of the biggest challenges
in the context of an armed conflict of more than fifty years. That is why the criminal
investigation has taken the context analysis as a methodological reference in order
to respond, not only to the identification of the perpetrators, but to provide a
procedural truth that guarantees all the rights of the victims. Thus, this final work
seeks to provide a framework for reflection and thought, based on the principles of
the Do No Harm, for the realization of the context analyzes that have been developed
inside the Special Jurisdiction for Peace – UIA. The foregoing based on a need to
make the participation of the victims of the armed conflict central in said process.
Keywords: Transitional Justice, Context Analysis, participation, victims, armed
conflict, Do No Harm.
Contenido VI
Contenido
1. El análisis de contexto como metodología de la investigación penal ........ 7
1.1 El análisis de contexto en el ámbito internacional ..................................... 8
1.2 El análisis de contexto en el ámbito nacional .......................................... 10
1.3 La Jurisdicción Especial para la Paz: principales retos a la luz del acuerdo
final 13
2. La ASD, el enfoque dialógico y la mirada de la transformación de
conflictos en la lectura del contexto .................................................................. 18
2.1 El enfoque de Acción Sin Daño ............................................................... 19
2.1.1. Los mínimos éticos ............................................................................... 20
2.1.2. Lectura cuidadosa del contexto ........................................................... 25
2.1.3. El daño a la luz de la ASD ................................................................... 28
2.2. El enfoque dialógico ................................................................................ 31
2.3. La lectura del pasado desde la transformación de conflictos ................... 34
3. Pautas reflexivas para el ejercicio del análisis de contexto desde la
participación de las víctimas .............................................................................. 42
3.1. Pautas en el marco de la dimensión experiencial para el análisis de contexto
46
3.1.1. La esfera personal: El lugar de enunciación y el conocimiento situado 46
Contenido VII
3.1.2. La esfera pragmática: El quehacer reflexivo ........................................ 47
3.2. Pautas en el marco de la dimensión analítica para el análisis de contexto
50
3.2.1. La lectura del fenómeno victimizante y de las narrativas en torno a la
violencia: La creatividad al servicio de la comprensión ................................... 50
3.2.2. La lectura del impacto individual y colectivo del fenómeno .................. 53
4. Conclusiones ................................................................................................ 55
Contenido VIII
Lista de figuras
Pág.
Gráfica 1. Ámbitos de participación efectiva y significativa de las víctimas en el
marco de un proceso de justicia transicional ......................................................... 16
Gráfica 2. Pautas reflexivas para el ejercicio del análisis de contexto ................... 43
Contenido IX
Lista de tablas
Pág.
Tabla 1. Participación de las víctimas en la construcción de análisis de contexto. 23
Tabla 2. Tipos de daños ........................................................................................ 30
Tabla 3. Metas de cambio en la Transformación del Conflicto ............................... 37
Tabla 4. Tipos de violencia .................................................................................... 52
Contenido X
Lista de Símbolos y abreviaturas
Abreviaturas Abreviatura Término
JEP Jurisdicción Especial para la Paz UIA Unidad de Investigación y Acusación FGN Fiscalía General de la Nación ASD Acción Sin Daño DPI Derecho Penal Internacional CIDH Corte Interamericana de Derechos Humanos CPI Corte Penal Internacional DDHH Derechos Humanos
Introducción
La masividad de las atrocidades que han tenido lugar en el marco del conflicto
armado en Colombia impone a la JEP un serio desafío tanto al momento de
administrar justicia, como al de cumplir con la obligación de esclarecimiento y logro
de la verdad, contenida en el artículo 9 de la Ley Estatutaria1. En ese marco, las
diferentes estrategias para la investigación penal suponen un reto en la medida en
que estas deben contribuir a construir aproximaciones judiciales que ayuden a
comprender y explicar el origen, la evolución del conflicto armado interno, las
diversas expresiones de violencia que en éste se articulan, las formas como ellas
impactaron a la sociedad colombiana, y aún más importante, estrategias de
investigación que garanticen la participación activa de las víctimas en el proceso
penal, con el fin de garantizar su centralidad.
Es así como el análisis de contexto resulta fundamental en el ejercicio de la acción
penal en el marco de la justicia transicional, ya sea en los procesos dialógicos o
adversariales que en esta se presenten. Puesto que es a partir de esta metodología
de investigación desde la cual se reconstruyen las memorias del conflicto y se edifica
la verdad procesal que contribuirá a la reparación y el goce efectivo de los derechos
de las víctimas.
Por tales razones hacer evidentes las narrativas de las víctimas sobre los fenómenos
de la violencia y sobre los daños que estos causaron, es primordial para garantizar
su centralidad y para aportar en la comprensión de las dinámicas del conflicto, pero
1 La Ley Estatutaria fija parámetros claros para la atención de las víctimas y la materialización de sus derechos. Así mismo, se garantizan plenamente los derechos de las víctimas a lo largo de todos los procesos en la JEP.
2 Introducción
también para entender que la participación de las víctimas es clave para transformar,
a largo plazo, los diferentes niveles y expresiones del conflicto armado, tanto los
aspectos visibles, como aquellos que resultan estructurales.
Esto partiendo del análisis de contexto y de su funcionalidad, la cual de manera
general busca estructurar los fundamentos para imputar responsabilidad penal a los
individuos por su participación en una actividad penal colectiva basándose en el
análisis de tres etapas: (i) caracterización del accionar y de las políticas criminales
de los actores armados, (ii) caracterización de las dinámicas geográficas,
temporales, estratégicas, culturales, sociales, políticas y económicas que
permitieron el surgimiento, accionar y duración en el tiempo de los actores armados,
y (iii) caracterización de los fenómenos de victimización y del daño sobre las
víctimas.
Es necesario resaltar que esta última etapa ha sido recientemente introducida en los
análisis de contexto, lo anterior porque, aunque el análisis parte de los hechos
victimizantes, es decir desde el caso particular, su objetivo se ha enmarcado sobre
todo en la develación de la conducta criminal y no en la develación de la afectación
individual o colectiva de las víctimas. En ese sentido, y si bien ha servido para
evaluar los efectos de la reparación, su alcance ha sido incipiente.
Estas etapas, señaladas con anterioridad, buscan de manera concreta: a)
determinar quiénes fueron los actores involucrados y comprender los planes
criminales que se venían ejecutando (patrones macro criminales) (Decreto 3011,
2013) e identificar máximos responsables; (b) explicar el surgimiento, la actuación y
prolongación en el tiempo de los actores armados (Centro Internacional para la
Justicia Transicional, 2014, pág. 32); y (c) determinar que los hechos victimizantes
guarden relación con el conflicto armado interno (Sentencia URT, 2015), así como
develar los patrones de victimización ligados a las conductas criminales y,
finalmente, evidenciar los daños como consecuencia directa de los patrones de
victimización.
La importancia de este último componente radica fundamentalmente en las nociones
de la justicia restaurativa la cual está orientada a la restauración del daño causado
Introducción 3
y a la reparación de las víctimas afectadas por el conflicto, especialmente para
acabar la situación de exclusión social que les haya provocado la victimización y
atender prioritariamente las necesidades y la dignidad de las víctimas desde un
enfoque integral que garantice la justicia, la verdad y la no repetición de lo ocurrido
(Acto legislativo 01, 2017).
Es por lo anterior que considero importante centrar mi trabajo final sobre esta última
fase del análisis de contexto, partiendo de la siguiente pregunta: ¿cómo desde el
enfoque de Acción Sin Daño se puede reflexionar sobre pautas que permitan la
participación real de las víctimas en los procesos de caracterización de los
fenómenos de victimización y del daño desde el ejercicio de análisis de contexto?
La anterior pregunta resulta pertinente en la medida en que las herramientas que se
han usado generalmente para la construcción de esta etapa están centradas sobre
todo en una participación incidental de las víctimas2 o en la participación desde un
rol testimonial, el cual se enmarca en el desarrollo de actividades como la toma de
entrevistas judiciales, la toma de declaraciones juramentadas y diligenciamiento de
formatos judiciales de denuncia. Esto ha reducido su agenciamiento y ha propiciado
que sus relatos sean incluidos en función de corroborar los hechos y develar el modo
de operar de estructuras criminales, dejando de lado su voz en el relato sobre el
impacto del conflicto armado como elemento fundamental para la búsqueda de la
verdad.
En esa medida mi objetivo es desarrollar, a la luz del enfoque de Acción Sin Daño,
pautas que permitan reflexionar sobre la participación de las víctimas en el marco
de la metodología de análisis de contexto en la Jurisdicción Especial Para la Paz –
UIA. Lo anterior desde una perspectiva dialógica que permita comprender las
narrativas en torno a la violencia y sus impactos, así como la importancia de la
lectura del pasado como mecanismo para la transformación. Esto con el fin de: a)
Evidenciar la importancia de incluir el enfoque de la Acción Sin Daño para garantizar
2 Entendida como mecanismos de participación donde las víctimas sólo pueden realizar incidentes sin poder hacer seguimiento real de sus quejas. En este sentido, es el impacto participativo activo de las víctimas más débil. Revisar la redacción.
4 Introducción
la centralidad de las víctimas. b) Reflexionar sobre la participación de las víctimas
en la construcción de los análisis de contexto como un proceso dialógico que permita
comprender las narrativas que toleraron, naturalizaron o animaron la ocurrencia de
los fenómenos de victimización y el impacto en el tejido social individual y
comunitario. Y c) Presentar la importancia de la lectura del pasado y de hacer
memoria como un mecanismo para la transformación, basado en el entendimiento
de las consecuencias del conflicto en las dimensiones personales, relacionales,
estructurales y culturales.
Por lo descrito anteriormente, considero que mi propuesta es pertinente en el curso
de esta especialización porque el Enfoque de Acción Sin Daño brinda un marco a
partir del cual cobra importancia una perspectiva que busca reconocer el
“protagonismo de nuevas voces, nuevos significados y nuevos actores” (Universidad
Nacional de Colombia, et al. , 2011, p. 20) capaces de dar cuenta de sus
necesidades sobre la construcción de la verdad, la reparación y la reconciliación, así
como de sus potencialidades y agenciamientos en el marco de este proceso.
Igualmente, la posibilidad de crear herramientas que permitan entender el daño en
relación con el contexto y desde una lectura del pasado como un problema abierto
y dinámico, y no como inventario cerrado y archivado, pone en sintonía las
reflexiones de la ASD, primero, con el enfoque de derechos humanos en la medida
en que los DDHH se constituyen como indicadores clave para “valorar acciones,
intervenciones e instrumentos que pretenden generar paz y desarrollo; en criterios
de goce efectivo de derechos” (Universidad Nacional de Colombia, et al. , 2011, pág.
35), y segundo, con la posibilidad de reevaluar y monitorear de manera constante
los impactos (positivos y negativos) del relacionamiento con las víctimas en el marco
de la construcción de los análisis de contexto.
En esa medida, el enfoque de ASD me permite brindar pautas que al interior de la
Jurisdicción Especial Para la Paz incentiven la capacidad de autocrítica y la
disposición de apertura al cuestionamiento. Asimismo, me permite reflexionar sobre
la capacidad para desaprender esquemas de análisis poco efectivos en el marco de
la Justica Transicional, y, a partir de la comprensión de realidades complejas,
incentivar la actuación siempre en dirección del bienestar y la protección de las
Introducción 5
víctimas. Igualmente, esta perspectiva hace un llamado sobre la capacidad para
“vigilar” el impacto nocivo de las acciones encaminadas al esclarecimiento de la
verdad judicial propiciando un entendimiento complejo de los contextos sociales,
políticos, económicos y culturales (Rodriguez, 2008).
Lo descrito anteriormente es posible solo si se entiende, desde la institución, que la
construcción de los análisis de contexto son en síntesis la clave para la compresión
de las diversas dimensiones de la reparación y la satisfacción de los derechos de
las víctimas, y la clave para el esclarecimiento y reconocimiento colectivo de lo
sucedido en el marco del conflicto armado. En esa medida, si el contexto es
entendido como aquel mecanismo que permite hacer el juzgamiento de los máximos
responsables, mi propuesta busca evidenciar que el análisis de contexto, desde la
participación de las víctimas, además de garantizar justicia, también busca
garantizar la reconciliación, esto porque avanzar hacia la paz sin impunidad
devuelve la confianza de los ciudadanos en la justicia (Fernández, 2015). En
síntesis, y como lo dice Fernández, “en el contexto de transición la reconciliación
significa un nuevo pacto social en el cual se da la mayor satisfacción posible a las
víctimas, la mayor justicia posible, pero fundamentalmente donde se haga explícita
la voluntad de todos los actores de enfrentar sus responsabilidades y de hacer
compromisos con un futuro compartido” (Fernández, 2015).
Es así como la realización de este trabajo estuvo compuesto por tres momentos: una
primera fase a partir de la cual realicé el desarrollo de los principales referentes
conceptuales, donde retomo principalmente el enfoque de Acción Sin Daño, el
enfoque dialógico y los principios del diálogo, así como los aportes de John Paul
Lederach para la transformación de conflictos. Posteriormente, para poder
comprender la dimensión histórica y práctica del análisis de contexto y con el fin de
evidenciar los principales retos a los cuales se enfrenta la construcción de análisis
de contexto respecto a la participación de las víctimas, tuve una serie de diálogos y
reflexiones con los analistas del Grupo de Análisis, Contexto y Estadística de la
Jurisdicción Especial para la Paz – UIA, los cuales me permitieron comprender los
principales retos y vacíos respecto a la aplicación del enfoque de ASD en relación
con la participación de las víctimas en los procesos de construcción de los informes
6 Introducción
de contexto al interior de la Unidad de Investigación y Acusación de la JEP. Así, en
un tercer momento, partiendo del análisis teórico y de las experiencias de los
funcionarios, realicé la construcción de una serie de pautas, que se concentran en
el desarrollo de la tercera fase el análisis de contexto. Dichas pautas tienen dos
dimensiones: una experiencial y una analítica.
Bajo este entendido, el presente trabajo de especialización se estructura en cuatro
capítulos: Un primer capítulo donde se abordarán los referentes teóricos y penales
del análisis de contexto en relación con su función internacional y nacional y la
participación de las víctimas; un segundo capítulo donde se desarrollarán los
criterios orientadores y los refrentes teóricos del enfoque de Acción Sin Daño, el
enfoque dialógico y la trasformación de conflictos; un tercer capítulo donde se
presentaran las pautas producto de la reflexión y de los análisis realizados; y
finalmente un capítulo de conclusiones.
1. El análisis de contexto como
metodología de la investigación penal
El análisis de contexto como herramienta metodológica tiene antecedentes tanto
nacionales como internacionales. Es entendido como una metodología de
investigación que surge de la evolución de conceptos existentes en el derecho penal
internacional y el derecho internacional de los derechos humanos, tales como
designio común3, empresa criminal conjunta4, modus operandi y práctica y patrón5
(Torres Pineda, 2018, p. 150 - 153). Esta metodología fue trasplantada al derecho
interno con el fin de que cimentara la estructuración de los fundamentos para imputar
responsabilidad penal a los individuos por su participación en una actividad penal
colectiva. En ese sentido, el análisis de contexto ha sido calificado como una
metodología útil, sobre todo en procesos de justicia transicional (Barbosa & Bernal,
2015, p. 23).
3 Fue utilizado por primera vez en el ámbito de la investigación de actividades penales colectivas, por parte de las comisiones y cortes militares creadas por los aliados tras su victoria en la Segunda Guerra Mundial. La responsabilidad penal derivada del concepto exigía la existencia de evidencias de que el acusado era consciente de que su conducta había contribuido al delito de alguna manera y un elemento físico un tanto ambiguo. 4 Es una doctrina que fue acuñada y utilizada por la Corte Penal Internacional para la Antigua Yugoslavia en el caso Tadic, y luego por la Corte Penal Internacional para Ruanda. Ella establece un modelo de responsabilidad penal personal derivado de la comisión de un delito colectivo. 5 Estas nociones han sido utilizadas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos con el fin de encontrar una base para imputar responsabilidad internacional a los Estados miembros del Sistema Interamericano de Derechos Humanos por violaciones a derechos humanos cometidos por autoridades estatales.
8 Marco de reflexión para el ejercicio del análisis de contexto en la UIA – JEP
desde la participación de las víctimas
1.1 El análisis de contexto en el ámbito internacional
El contexto ha sido utilizado tanto por órganos de protección de derechos humanos
como por aquellos encargados de determinar la responsabilidad penal por crímenes
internacionales. En concreto, la Corte Interamericana de Derechos Humanos y las
cortes y tribunales competentes en materia de Derecho Penal Internacional (DPI)
son ejemplo de ello (FLACSO, 2017). Bajo este horizonte, la Corte Interamericana
ha usado el análisis de contexto para analizar:
a) Una serie de hechos en el marco de los cuales suceden las violaciones que
no son aisladas.
b) Violaciones a derechos colectivas, masivas o sistemáticas.
c) Determinados hechos que conforman una práctica prevaleciente en una
época concreta frente a un grupo de personas con un vínculo en común.
Por otra parte, respecto al derecho penal internacional el tratamiento dado a la
cuestión del contexto ha sido diferenciada respecto a la CIDH. En concreto, porque
el uso del “contexto” se deriva de la naturaleza misma de los crímenes
internacionales por sus efectos e impactos, y porque además de ser derecho
internacional, se trata de la materia penal y, por consiguiente, hay que tener en
cuenta principios y características particulares que deben ser considerados
(FLACSO, 2017).
En este ámbito el “análisis del contexto” es necesario para la evaluación de los
crímenes previstos por el Estatuto de Roma de la CPI (1998). Su referencia es
expresa tanto en dicho tratado como en el documento denominado “Elementos de
los Crímenes” de la CPI (2002). En ese sentido, el contexto debe acreditarse
necesariamente porque los “elementos contextuales” son prerrequisitos que deben
ser configurados para que los tribunales ejerzan su competencia sobre un caso
determinado (Fiscalía v. Fatmir Limaj y otros, Sentencia de Juicio, 2005).
Los tribunales penales internacionales como el de la antigua Yugoslavia, Ruanda o
la misma CPI no contemplan una definición precisa de “contexto” (FLACSO, 2017).
Sin embargo, la CPI ha mencionado que el contexto sería aquella situación o aquel
entorno en el que deben ocurrir los elementos objetivos y subjetivos de cada crimen,
en particular los establecidos en el Estatuto de Roma, para que dichos actos puedan
ser considerados crímenes de lesa humanidad, de guerra o genocidio (Fiscalía vs.
Germain Katanga, Sentencia de Juicio, 2008; Fiscalía v. Thomas Lubanga,
Sentencia de Juicio, 2012; Situación en la República de Kenia, 2010).
En sintonía con ello, “los tribunales penales internacionales especiales establecieron
que el contexto se refiere a todos aquellos elementos que son indispensables para
probar los crímenes internacionales previstos en sus estatutos” (Fiscalía v. Kordic y
Cerkez, Sentencia de Juicio, 2001; Fiscalía v. Jean-Paul Akayesu, Sentencia de
Juicio, 1998; Fiscalía v. Jean-Paul Akayesu, Sentencia de Apelación, 2001).
Bajo estas aclaraciones existen una serie de supuestos bajo los cuales opera el
análisis de contexto en el derecho penal internacional (FLACSO, 2017):
1) La existencia de un conflicto armado (internacional o interno);
2) un plan o política conforme a la cual tales crímenes se hubiera cometido
(sistematicidad);
3) la comisión de crímenes a gran escala (generalidad); y,
4) el ataque a la población civil.
Así, dentro del Derecho Penal Internacional, la Sala de Primera Instancia de la Corte
Penal Internacional, en Sentencia del 14 de marzo de 2012, en el caso de Lubanga,
emplea el concepto de contexto con el fin de lograr los siguientes fines:
(i) determinar los límites geográficos y temporales del conflicto armado, en el cual se
cometió el reclutamiento de menores; (ii) comprender las causas de las hostilidades;
(iii) probar la existencia y la clase de conflicto armado; (iv) ayudar a establecer la
responsabilidad penal del acusado; (v) acreditar el elemento psicológico del crimen
de reclutamiento de menores; (vi) establecer que, si bien el condenado no reclutó
directamente a los menores de edad, sí tenía el control y mando sobre la
10 Marco de reflexión para el ejercicio del análisis de contexto en la UIA – JEP
desde la participación de las víctimas
organización criminal; y (vii) demostrar la participación del acusado en el diseño y
ejecución del plan criminal (Ramelli Arteaga, 2013, p. 22).
1.2 El análisis de contexto en el ámbito nacional
En Colombia, la entidad que introdujo el “contexto” como metodología de
investigación penal en el ámbito nacional fue la Fiscalía General de la Nación - FGN.
Sin embargo, la entidad que retomo esta metodología como un elemento propio del
quehacer jurídico en materia transicional fue la Sala Penal de la Corte suprema de
Justicia, en la sentencia del 28 de mayo de 2008 sobre el caso de William Carrascal,
alias El Loro. En esta sentencia, la Corte exigió al Tribunal de Justicia y Paz y a la
Fiscalía General de la Nación que las imputaciones tuvieran en cuenta los aspectos
contextuales de cada delito, para que se elaborara una narrativa del contexto y con
ello se contribuyera, tal como lo establece la ley 975 de 2005, a construir la verdad
histórica de los hechos (Barbosa, 2015).
De ahí que, la justicia incorporara el análisis de contexto dentro de las labores de los
magistrados de altas cortes, con varios propósitos (UIA, 2018):
• En la sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia se utilizó para
reinterpretar la conexidad del delito de “concierto para delinquir agravado” con
crimenes de lesa humanidad (caso Álvaro García Romero y Cesar Pérez
García).
• En la sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia se utilizó para
redefinir los criterios de valoración de la prueba testimonial dentro del proceso
penal contra aforados constitucionales. (Sentencias de Mario Uribe Escobar y
Luis Humberto Gómez Gallo).
• En el Consejo de Estado se utilizó para adecuar las formas de imputación
frente a los daños sufridos por civiles en medio de tomas guerrilleras (establecer
si fue “falla del servicio”, “riesgo excepcional” o “daño especial”).
Ahora, si bien la aplicación del análisis de contexto es reciente en la investigación
penal colombiana, resulta importante comprender el marco normativo que la
sustenta en aras de identificar el alcance de la participación de las víctimas. El primer
instrumento normativo es el Acto legislativo 01 del 31 de julio de 2012, por medio del
cual se establecieron los instrumentos jurídicos de la justicia transicional en el marco
del artículo 22 de la Constitución Política. Este instrumento está compuesto por
cuatro preceptos que consagran tres nuevos artículos transitorios definitorios de
nuevas herramientas para la Justicia Transicional dentro de los cuales se encuentra
el análisis de contexto y la construcción de patrones de macrocriminalidad.
Posteriormente se tiene la Ley 1592 de 2012, por medio de la cual se realizó la
modificación de la ley 975 de 2005, y que fue diseñada con dos objetivos principales:
(i) Transformar de manera definitiva el enfoque de investigación, procesamiento
y judicialización que se venía aplicando en los procesos de Justicia y Paz para
asegurar la concentración de esfuerzos en la investigación de los máximos
responsables y en la develación de los patrones de macrocriminalidad.
(ii) Articular estos procesos con los demás instrumentos de justicia transicional
para velar por la satisfacción efectiva de los derechos de las víctimas.
En ese orden de ideas la participación o el rol de las víctimas se define desde los
elementos integradores del análisis de contexto, tales como la aplicación de “criterios
de priorización en la investigación y el juzgamiento” de las conductas objeto de la
ley. En consecuencia, sobre la participación de las víctimas se anuncia:
i) La necesidad de incorporar un nuevo precepto sobre “enfoque diferencial”
contemplado para reconocer que hay poblaciones con características
particulares debido a su edad, genero, raza, etnia, orientación sexual y situación
de discapacidad; sin prejuicio de la aplicación de criterios de priorización.
ii) Se modifica el art. 15 de la ley 975 sobre “esclarecimiento de la verdad”, para
sustituir la investigación de todas las conductas punibles por la investigación
12 Marco de reflexión para el ejercicio del análisis de contexto en la UIA – JEP
desde la participación de las víctimas
mediante priorización, con garantía, en todo caso “del derecho de defensa de
los procesados y la participación efectiva de las víctimas6”.
iii) Los criterios de priorización estarán dirigidos a esclarecer el patrón de macro
criminalidad en el accionar de los grupos armados organizados al margen de la
ley y a develar los contextos, las causas y los motivos de este, concentrando los
esfuerzos de investigación en los máximos responsables. Para estos efectos, la
Fiscalía General de la Nación adoptará mediante resolución el “Plan Integral de
Investigación Priorizada.
Posteriormente, el decreto reglamentario 3011 del 26 de diciembre de 2013
menciona que, en procesos penales especiales de justicia y paz, la investigación y
el juzgamiento de los casos deberán tener en cuenta el contexto, la gravedad y
representatividad de los hechos, el grado de afectación a los distintos bienes
jurídicos, el grado de responsabilidad del presunto responsable y la configuración de
un patrón de macrocriminalidad.7
En ese sentido, las metodologías sobre el contexto se centran en la recepción de
versiones libres colectivas o conjuntas, con el fin de que los desmovilizados que
hayan pertenecido al mismo grupo puedan aportar un contexto claro y completo que
contribuya a la reconstrucción de la verdad y al esclarecimiento del patrón de macro
criminalidad (UIA, 2018). Nuevamente la participación de las víctimas es nula en los
procesos de develación de los contextos y patrones del crimen.
Ahora bien, con respecto a la labor de la Fiscalía General de la Nación, la
investigación criminal en contexto permite no solo comprender cualquier fenómeno
6 Participación que se concibe como el eje fundamental de aplicación y desarrollo de la legislación de víctimas: la Ley 1448 de 2011, o Ley General de Víctimas y Restitución de Tierras, y las leyes étnicas contenidas en los Decretos Ley: 4633, de Víctimas de Pueblos Indígenas; 4635, de Pueblos Negros, Afrocolombianos, Raizales y Palenqueros; y 4634 de Pueblos Rrom o Gitanos. Además, de la Sentencia T-025 de 2004, y demás jurisprudencia, legislación y normas complementarias y concordantes. 7 Decreto reglamentario 3011 del 26 de diciembre 2013. Art. 4
delictivo cuyo centro de gravedad sea una organización o red, sino también construir
explicaciones sistemáticas sobre la actuación de las organizaciones criminales. En
ese sentido, el análisis contextual es decisivo para:
a. La identificación de situaciones que deben ser investigadas y los casos que
deben ser seleccionados en relación con los planes criminales de determinada
organización criminal.
b. Soportar y orientar la investigación sobre hechos concretos.
c. Formular la imputación a los presuntos responsables.
d. Sustentar la acusación ante los jueces de conocimiento.
En lo que concierne al contexto socio histórico, el lineamiento general sustenta que
la emergencia de organizaciones criminales está asociada a factores sociales,
culturales, políticos, económicos, ideológicos, geográficos, y/o militares;
íntimamente ligados a la evolución histórica de conflictos sociales. Es importante
tener en cuenta que, generalmente la construcción del contexto sociohistórico se
hace a partir de fuentes secundarias. Así nuevamente el papel de las víctimas es
poco mencionado.
1.3 La Jurisdicción Especial para la Paz: principales
retos a la luz del acuerdo final
Acorde con la ley 1922 de 2018, la Jurisdicción Especial para la Paz será competente
de manera exclusiva y prevalente para conocer de las conductas delictivas
cometidas por causa, con ocasión o en relación directa o indirecta con el conflicto
armado, por agentes del Estado no integrantes de la fuerza pública y terceros civiles
que se hayan sometido voluntariamente a esta.
En ese sentido, el principal reto que enfrenta la Jurisdicción Especial para la Paz es
garantizar la centralidad de las víctimas, su reconocimiento y la satisfacción de sus
14 Marco de reflexión para el ejercicio del análisis de contexto en la UIA – JEP
desde la participación de las víctimas
derechos a la verdad, la justicia y la reparación como principios de orden
constitucional e internacional y líneas rectoras del Acuerdo Final8.
Lo anterior en el marco de una justicia restaurativa la cual, a diferencia de la justicia
ordinaria (retributiva), que busca principalmente castigar al ofensor, y no considera
a la víctima como parte del proceso penal; tiene la finalidad de que el ofensor se
haga responsable por sus actos y repare a la víctima, para lo cual ella debe ser
central en el proceso. En esa medida, la justicia restaurativa busca que las víctimas
y los victimarios se reconcilien y se reintegren a sus comunidades, restaurar el daño
causado, reparar a las víctimas del conflicto armado y acabar con la exclusión social
derivada de la victimización. En ese sentido, y como principio fundamental de la
Acción Sin Daño, la justicia restaurativa, sumada a la verdad y a las garantías de no
repetición, ayuda a atender las necesidades y a respetar la dignidad de las víctimas.
En dicho contexto, la JEP debe: (i) satisfacer el derecho de las víctimas a la justicia;
(ii) ayudar en la construcción de la verdad sobre el conflicto, ofreciendo dicha verdad
a la sociedad colombiana; (iii) proteger los derechos de las víctimas; (iv) contribuir al
logro de una paz estable y duradera; y (v) adoptar decisiones que otorguen plena
seguridad jurídica a quienes participaron de manera directa o indirecta en el conflicto
armado interno(Acto legislativo 01, 2017).
Lo anterior supone brindar una comprensión amplia del conflicto armado y sus
dinámicas. Es decir, la comprensión del conflicto armado no solamente como un
escenario estrictamente bélico o militar, sino como una complejidad o red de causas
y factores subyacentes de carácter económico, histórico, social, político y cultural
que interactúan en diversidad de escalas y que producen impactos
desproporcionados y diferenciales respecto de ciertos grupos sociales.
Así mismo, pone un reto sobre la necesidad de garantizar una justicia restaurativa
efectiva que dé cuenta de la diversidad de contextos de impronta colectiva en los
8 Ver Acuerdo Final punto 5.1.3.
que se enmarca la multiplicidad de memorias con vocación judicial sobre el
sufrimiento asociado a las violaciones e infracciones de los DDHH. Para ello, se hace
necesario contribuir a inscribir la singularidad de acontecimientos traumáticos en un
contexto histórico global.
La justicia restaurativa y la participación de las víctimas se presenta como una
ventana de oportunidad en el marco de un arduo proceso de posconflicto y en esa
medida esta última se configura como un elemento vital para generar los cambios
que la sociedad colombiana necesita. Si bien, en relación con la cuestión de
persecución penal, todavía se discute el rol de las víctimas en la búsqueda de
justicia, el punto 5 del Acuerdo de Paz firmado entre el Gobierno nacional y las Farc-
Ep hace hincapié en esta necesidad de participación de las víctimas como único
mecanismo idóneo para la concreción de una paz estable y duradera (Comision
Colombiana de Juristas , 2017).
Bajo este entendido existen cuatro ámbitos de participación efectiva y significativa
de las víctimas en el marco de un proceso de justicia transicional (Comision
Colombiana de Juristas , 2017):
16 Marco de reflexión para el ejercicio del análisis de contexto en la UIA – JEP
desde la participación de las víctimas
Gráfica 1. Ámbitos de participación efectiva y significativa de las víctimas en el
marco de un proceso de justicia transicional
Así, de todas las formas posibles de participación directa que se han desarrollado
en el marco de la justicia transicional (Empoderamiento total, Colaboración directa,
Aporte de información y Expresión incidental) el reto de la JEP es garantizar una
participación basada en el empoderamiento total de las víctimas, entendida esta
como participación a todos los niveles de los mecanismos de justicia transicional –
desde la concepción, hasta la elaboración y la implementación – con poderes reales
de decisión, lo que conlleva la obligación por parte del Estado de otorgarles los
espacios para hacerlo. Esta es entonces la forma más desarrollada de participación
• Esta requiere la participaciónactiva de los individuos, y enel Acuerdo se ve reflejadocomo propósito en las tresinstancias del SIVJRNR yamencionados, a saber: laCEV, la UBPD y la JEP.
Búsqueda de la verdad
• Esta sólo es efectiva si lasvíctimas y sus familias sonefectivamente involucradosen el proceso y reciben lainformación apropiada sobresu participación en el mismo.
Persecución penal
• La participación de lasvíctimas tiene una relevanciafundamental, pues son sóloellas las que conocen susnecesidades. En este sentido,sólo serán exitosas lasmedidas de reparaciónconsultadas con la sociedadcivil y las víctimas estandoefectivamente involucradasen el diseño de losprogramas. Lo anterior con elpropósito de que las medidassean proporcionales al dañosufrido y contribuyan alreconocimiento de lasvíctimas como titulares dederechos.
Reparaciones
• Las reformas institucionaleshan de inspirarse en lanecesidad y losrequerimientos de lapoblación y, específicamente,de las víctimas, que deberíanser activamente involucradasen los procesos para que lasinstituciones y la legislaciónelaboradas prevenganviolaciones futuras y que losagentes públicos seanseleccionados de una maneraque permita la garantía delEstado de derecho.
Garantías de no repetición
posible, y supone una vocación transformativa ofreciendo mecanismos guiados por
las víctimas (Comision Colombiana de Juristas , 2017).
De este modo, lo que se busca es evitar replicar las formas de participación
incidental9 de las víctimas, propia de los procesos de Justicia y Paz, por ejemplo, en
el incidente de reparación. En esa medida se debe garantizar la plena aplicación de
la participación teniendo como base las siguientes concepciones (Comision
Colombiana de Juristas , 2017): cognitiva, para generar diferentes versiones de una
misma realidad; política, para empoderar a la población marginada; e, instrumental,
para proponer nuevas alternativas.
9 Entendida como mecanismos de participación donde las víctimas sólo pueden realizar incidentes sin poder hacer seguimiento real de sus quejas. En este sentido, es el impacto participativo activo de las víctimas más débil.
18 Marco de reflexión para el ejercicio del análisis de contexto en la UIA – JEP
desde la participación de las víctimas
2. La ASD, el enfoque dialógico y la
mirada de la transformación de conflictos
en la lectura del contexto
Como referentes centrales para el análisis, primero considero importante retomar el
enfoque de Acción Sin Daño, haciendo énfasis en los mínimos éticos, la lectura
cuidadosa del contexto y los tipos de daño. Asimismo, es importante tomar el
enfoque dialógico como eje central de las pautas propuestas y finalmente el enfoque
de trasformación de conflictos de John Paul Lederach. Estas categorías permitirán
entender las falencias que han presentado hasta el momento los procesos de
análisis de contexto en la investigación penal y a su vez abrir un horizonte para
comprender la forma en que la participación de las víctimas en estos procesos de
construcción puede permitir una comprensión integral de las narrativas y los
impactos de las violencia, como un componente fundamental para la construcción
de verdad; y como un elemento trasformador del conflicto a largo plazo, en la medida
en que puede abrir caminos para pensar los escenarios futuros para la
reconstrucción, la reconciliación y la reparación, desde una interpretación y lectura
participativa del pasado.
2.1 El enfoque de Acción Sin Daño
A fin de situar las pautas de análisis de contexto que serán presentadas más
adelante, se retoma el enfoque de Acción Sin Daño (en adelante ASD) como pilar
para comprender los alcances de estas. En ese sentido, considero importante
retomar tres ejes sobre la ASD. El primero sobre los planteamientos acerca de los
mínimos éticos; el segundo acerca de la lectura cuidadosa del contexto y finalmente
sobre la importancia de reconocer los tipos de daños que puede causar el
desconocer la importancia de los elementos señalados con antelación.
El enfoque de ASD tiene como antecedentes la preocupación por la valoración de
los impactos ocasionados por las acciones humanitarias a lo largo de la década de
noventa, haciéndose especialmente relevante a partir del genocidio en Ruanda
(Rodriguez Puentes, 2010, p. 8). Así, el enfoque de ASD propone una reflexión que
implica la constante confrontación entre la ética y las acciones de los proyectos
humanitarios y otros proyectos de cooperación o institucionales que tienden a
promover el desarrollo y la paz (Rodriguez, 2008, p. 3).
En ese sentido, la ASD busca hacer un llamado sobre los impactos de las
intervenciones, en la medida en que estos pueden exacerbar conflictos, generar
dependencias y anular las capacidades de las personas. No obstante, pueden
también estas intervenciones promover la resolución pacífica de los conflictos y las
tensiones, generar independencia y autogestión, y potenciar las capacidades locales
de paz (Bolivar Jaime & Vásquez Cruz, 2017, p. 19). En ese sentido, siempre que
se busque intervenir en los procesos y la vida de los “otros”, sobre todo en
situaciones de conflictos, es posible propender por la reducción de las tensiones y
por fortalecer las capacidades de las personas para buscar opciones pacíficas para
resolver los problemas, pero también es posible ocasionar más daños a partir de la
acción externa, tanto a personas como a comunidades. Es así como las
intervenciones realizadas pueden producir ambos efectos (Rodriguez, 2008).
Teniendo estas reflexiones como punto de partida se desarrolló el Collaborative for
development action, el cual a través del proyecto denominado capacidades locales
20 Marco de reflexión para el ejercicio del análisis de contexto en la UIA – JEP
desde la participación de las víctimas
para la paz y liderado por Mary Anderson, evidenció que “cuando la ayuda
humanitaria se realiza en el contexto de un conflicto violento, se vuelve parte de ese
contexto y, en consecuencia, parte del conflicto” (Rodriguez Puentes, 2010, p. 9).
Así, la ASD como referente conceptual de trabajo en Colombia, la cual empezó a ser
implementada como iniciativa de COSUDE a partir de 2004, retoma consideraciones
tanto metodológicas como conceptuales del Do No Harm. En ese sentido, retoma la
lectura del contexto a partir de la compresión de los divisores y conectores, la
reflexión acerca de los mensajes éticos implícitos, y propone, adicionalmente, la
necesidad de evaluar la consecuencias de las acciones dese el punto de vista de los
valores y principios que las orientan, considerando, además de otros criterios, unos
principios mínimos, evidenciados en acuerdos y valores deseables de convivencia
humana en condiciones de pluralidad e interculturalidad, fundamentados en las
nociones de dignidad, autonomía y libertad (Universidad Nacional de Colombia, et
al. , 2011, p. 20). Bajo este entendido se asume la ética como una teoría moral que
brinda un marco de referencia para determinar y valorar lo que se considera bueno
o correcto en las acciones de ayuda humanitaria e intervenciones de corte
institucional.
2.1.1. Los mínimos éticos
Se entiende como parte de la ética en el enfoque de ASD aquello que, retomando la
ética médica, obliga a: (i) no producir un daño mal, (ii) a prevenir, (iii) a retirar lo que
haciendo daño y a (iv) promover aquello que hace bien. Sin embargo, si bien la ética
médica hace una lectura del médico por fuera de la enfermedad del paciente, en el
enfoque de ASD los proyectos e intervenciones actúan sobre una realidad dada de
la cual se hace parte, es decir no se es un actor externo.
Bajo esta importante premisa, los mínimos éticos son comprendidos en el campo
humanitario y de desarrollo, como un entrecruce de valores y normas morales, que
pueden llevar a pensar en aquellos elementos que regulan el quehacer y la
responsabilidad en el alcance de la ejecución de proyectos, lo anterior como parte
de una perspectiva que propende por evitar males o daños no deseados; dichos
mínimos éticos son la dignidad, la autonomía y la libertad. (Rodríguez, 2010, p. 28).
Respecto a la dignidad se parte de una noción sustentada bajo el principio ético de
Kant, según el cual los seres humanos son fines en sí mismos, es decir, no tienen
precio ni valor relativo, sino valor interno y por lo tanto, no pueden ser reducidos a
un nivel instrumental, es decir, se parte de la valoración de que el ser humano no
puede ser rebajado a un medio para el alcance de fines ajenos, ni siquiera aquellos
de carácter institucional (Rodríguez, 2010, p. 70). La dignidad hace un llamado a los
profesionales a que siempre que sea posible, los involucrados en estas acciones
sean parte activa de los procesos; procesos que deben ser sustentados en un
acompañamiento de los y las profesionales para el aprovechamiento de las
estrategias de reparación. Así, la importancia de concientizarse sobre la premisa de
que los seres humanos no son medios sino fines en sí mismos, permite abordar la
intervención humanitaria desde una óptica que reconoce que lo importante no es
cumplir con lineamentos y estadísticas, sino por el contrario centrar los esfuerzos en
potenciar el beneficio a las comunidades desde la acción con dignidad. (Rodríguez,
2010, p. 70).
Por otra parte, la autonomía es entendida como la capacidad de los individuos de
procurar sus propias soluciones. En ese sentido, resulta importante señalar lo
expuesto por Rodríguez (2010), al afirmar las dificultades de planear a espaldas de
los actores sociales de los contextos de intervención, quienes siempre tienen algo
que decir sobre lo que desean y necesitan, “muchas veces los agentes
institucionales siguen solamente el concepto de los técnicos y los profesionales, sin
intentar siquiera un intercambio de saberes” (Rodríguez, 2010, p. 50). Lo anterior
evidencia la importancia de planear con los actores sociales, así como el imperativo
de conocer los contextos y conflictos para tener como resultado una conciliación
entre la mirada técnica y las expectativas de la comunidad. Por lo descrito, la
aplicación de este mínimo ético plantea retos sobre cómo poner en diálogo los
derechos universales con los valores específicos, tradiciones y culturas de la
comunidad, y en cuanto a la forma en que se debería mediar la necesidad de cumplir
22 Marco de reflexión para el ejercicio del análisis de contexto en la UIA – JEP
desde la participación de las víctimas
metas institucionales con los intereses y la capacidad de decisión de los actores
locales.
En el quehacer institucional es casi una generalidad que se dejen de lado los saberes
locales y se posicionen por encima los saberes técnicos, sin antes reflexionar sobre
la autonomía de los pueblos y comunidades. En ese sentido, en el sector público, es
evidente que la falta de participación de la comunidad es la primera causa del fracaso
de muchos proyectos, especialmente en aquellos referidos al restablecimiento,
escenarios en los cuales las personas se ven obligadas a acogerse a las opciones
que les presentan sin tener vocación ni habilidades para ello (Rodríguez, 2010, p.
53).
Por su parte, la libertad es comprendida como un conjunto de capacidades que se
relacionan con las oportunidades efectivas que tiene una persona para elegir. Así,
“la libertad positiva de las personas o lo que efectivamente una persona puede llegar
a “ser” o “hacer” dentro de un conjunto de oportunidades reales, se constituye en un
referente central tanto para la garantía de la dignidad, como para el ejercicio de
autonomía” (Rodríguez, 2010, p. 51).
Por consiguiente, la libertad puede ser entendida como “la noción positiva de tomar
decisiones sobre los estilos de vida que se desean en arreglo a los propios planes,
propósitos y proyectos” (Rodríguez, 2010, p. 73), en este sentido, la libertad implica
que las personas tengan oportunidades efectivas para poder escoger y también sean
parte activa de las decisiones y procesos en las que se vean involucradas (Sen en
Rodríguez, 2010).
Estos mínimos éticos descritos plantean una serie de retos en la medida en que
exigen la participación de los involucrados. En ese sentido, las capacidades locales
resultan ser uno de los valores más importantes para lograr que las intervenciones
estén en sintonía con las prioridades y necesidades de las comunidades. El enfoque
de ASD plantea que el cambio solo será posible en la medida en que la población
afectada se apropie de las respuestas de ayuda y en la medida en que las agencias
e instituciones se comprometan a rendir cuentas a los afectados. Así, la apropiación
significa tener la capacidad para tomar decisiones o tener dominio sobre la respuesta
(Rodriguez Puentes, 2010, p. 53). Podemos traducir esto en los términos de
participación basada en el empoderamiento total de las víctimas para el caso de la
justicia transicional.
En esa medida, resulta importante pensar, desde un ejercicio comparado, la
participación de las víctimas en la construcción de análisis de contextos, desde las
siguientes tipologías propuestas por la ASD:
Tabla 1. Participación de las víctimas en la construcción de análisis de contextos
Tipología de
participación en los
procesos de la FGN y
Justicia y Paz
Descripción
Tipología deseable de
participación en el
marco de la UIA-JEP
Descripción
Participación «pasiva» Se informa a los
afectados de lo que
sucede y de lo que
pretende la acción.
Participación
interactiva/participación
total
La población afectada
participa en el análisis de
necesidades,
en la concepción del proyecto
y en los procesos de
toma de decisiones. Se trata
de una participación
verdadera.
Suele hacerse a través de
organizaciones
representativas.
La participación total en el
marco de la aplicación de
justicia transicional es
entendida también como
participación a todos los
niveles de los mecanismos de
justicia transicional –de la
concepción hasta la
elaboración y la
implementación– con
poderes reales de decisión, lo
que conlleva la obligación por
parte del Estado de
24 Marco de reflexión para el ejercicio del análisis de contexto en la UIA – JEP
desde la participación de las víctimas
otorgarles los espacios para
hacerlo.
Participación
mediante suministro
de
información
Se pregunta a la
población, pero no se
le involucra de ningún
otro modo en el
proceso.
Apoyo a iniciativas
locales
La población local toma la
iniciativa, que es apoyada por
las
agencias humanitarias e
instituciones. Supone el nivel
máximo de participación.
Consultas con la
población
La obtención de
información está más
planificada y la
comunidad
expresa sus ideas y
demandas.
Fuente: Categorías tomadas textualmente de: (Rodriguez Puentes, 2010, p. 54)
Lo mencionado permite entender la construcción de paz, y por ende la comprensión
de los pasados violentos, desde la participación de los actores como un aspecto
fundamental para sentar las bases de la reparación de las comunidades y como
herramienta de transformación social. Al respecto sobresale la visión expuesta por
John Paul Lederach quien, desde su concepto de la imaginación moral, afirma que
son las mismas comunidades las que son capaces de elevar sus procesos por
encima de los ciclos de la violencia en la que viven (Lederach, 2008, p. 66). Es decir,
es desde los espacios de participación donde las propias comunidades tejen sus
procesos de superación, duelo y reconstrucción.
Para el autor, son estos procesos los que tienen una capacidad transformadora pues
poseen la cualidad de ser realizados por personas que buscan una forma de
responder en un momento dado, a patrones históricos de animadversión y violencia.
Así, estos momentos suponen instantes decisivos hacia un nuevo horizonte que
tiene como característica redefinir tanto el espacio, como las relaciones de los
actores. Lederach resalta la capacidad de los actores en estos procesos para
imaginarse a sí mismos en relaciones y para imaginar la voluntad de aceptar la
complejidad, a través de iniciativas con alto grado de creatividad y de voluntad para
arriesgarse. Esto tiene como resultado iniciativas de paz definidas por momentos
que crean y posteriormente sostienen cambios constructivos (Lederach, 2008, p.
72).
2.1.2. Lectura cuidadosa del contexto
Una lectura cuidadosa del contexto y la comprensión de este es fundamental para
entender la realidad sobre la cual se actúa. En ese sentido comprender el contexto
es imprescindible para descifrar, lo mejor posible, la complejidad a partir de las
interacciones que allí se dinamizan. Es fundamental comprender lo institucional,
político, comunitario, cultural, social y económico, dilucidando las interacciones y
relaciones que tienen lugar en el ambiente. Lo anterior permite acercarse a una
mirada objetiva, “evitar prejuicios o descomponer la realidad en el simplismo del
“blanco y negro,” “los buenos y los malos” […] logra desentrañar las causas de los
fenómenos sociales y políticos para servir según criterios de pluralidad y diversidad,
y desde un pensamiento complejo” (Rodríguez, 2010, p. 51).
Comprender el contexto, significa identificar los conflictos existentes, respecto a su
estructura, sus actores y sus dinámicas. Asimismo, resulta importante identificar las
capacidades locales de paz, es decir, los conectores y los divisores; esto con el fin
de “prever acciones que mitiguen o transformen los factores de división, así como
acciones que fortalezcan las capacidades locales existentes y los activos presentes,
en un horizonte de construcción de paz” (Fundación para la Cooperación Synergia,
2011).
En esa medida, el contexto de cualquier tipo de conflicto se determina por interactuar
con dos tipos de elementos: 1. divisores y fuentes de tensión, y 2. conectores y
capacidades locales. La intervención externa siempre tendrá un efecto positivo o
negativo sobre estos dos tipos de factores (Rodríguez, 2010, p. 10), nunca el
proceso de intervención o acompañamiento es neutral. Reconocer las realidades
que dividen y conectan a las poblaciones requiere un análisis y comprensión del
contexto, demanda por parte de las instituciones un diagnóstico sobre cómo influyen
las acciones de intervención, si estas fortalecen los conectores y reducen los
26 Marco de reflexión para el ejercicio del análisis de contexto en la UIA – JEP
desde la participación de las víctimas
divisores dentro de la comunidad, consolidando los procesos de paz, o si se obtienen
los resultados contrarios y se debilitan esos procesos.
Según Anderson “aún en sociedades en guerra civil, que rompen los patrones
cotidianos, varios aspectos de la vida siguen conectando a la gente y no la divide.
La historia, la cultura, el lenguaje y las experiencias comunes; las instituciones y los
valores compartidos; la interdependencia económica y política; y la manera parecida
de pensar y de actuar existen en todas las sociedades, incluso en las que sufren la
guerra civil” (Anderson, 2009).
Conocer el contexto permite, entonces, entender la forma en que operan las
costumbres y las tradiciones de cada cultura; las distintas pautas de
comportamiento; los orígenes y la trayectoria de los conflictos presentes o latentes
en el medio; los tejidos sociales y las redes de solidaridad y apoyo constituidos
(Rodriguez Puentes, 2010). Sin embargo, esta lectura no solo debe comprender un
análisis descriptivo, al contrario, debe comprender que el reconocimiento y las
formas de interacción en la realidad intervenida implican una (i) actitud de atención,
(ii) de interacción y de (iii) evaluación constante. Lederach (Lederach, 2008)
denomina a esto el respeto y la capacidad de conexión con el medio. Para el autor
el reto consiste en “[…] aproximarse al contexto con cuidado y respeto; andar
midiendo los pasos; observar y escuchar a quienes conocen el escenario; no
pretender conocer las soluciones ni dar recetas preconcebidas; comprenderse a sí
mismo como parte de un todo mayor” (Lederach, 2008, p. 169).
Así, bajo esta premisa, el acompañamiento de instituciones tiene la capacidad de
reforzar o debilitar los elementos e interacciones que se dan en los contextos de
intervención. Es así como, para este trabajo final, resulta fundamental propiciar una
reflexión en torno a la manera en que se pueden ejecutar actividades capaces de
promover escenarios armónicos que brinden legitimidad y credibilidad, y que, por
tanto, aporten a la promoción de la paz. En ese sentido, los esfuerzos se deben
concentrar en construir confianza y emprender actividades diseñadas para fomentar
armonía entre los grupos que tienen lugar en un escenario de conflicto (Anderson,
2009, p. 137).
Por lo anterior, la ASD se pregunta por aquellas acciones que, desde una lectura
inadecuada del contexto, son capaces de reforzar bloques locales de poder, y
finalmente, excluir a ciertos grupos y favorecer a otros. Es por esto por lo que resulta
primordial tener en cuenta que “trabajar a través de las estructuras locales siempre
conlleva el riesgo de reforzar el poder de sistemas dominados por intereses
estrechos y destructivos, en detrimento de la mayoría de la gente” (Anderson, 2009,
p. 150).
Para el objeto de este marco de reflexión que se propone es importante centrar la
mirada justamente en dos aspectos:
Primero, en las consecuencias de empeorar las divisiones entre grupos en conflicto.
Así, resulta pertinente preguntarse por las consecuencias de centrar los análisis del
daño y del contexto de los hechos violentos en las versiones de los responsables y
no en las versiones y relatos de las víctimas ¿podemos pensar que esta acción es
un potencial divisor entre estos dos grupos en conflicto? El enfoque de ASD dirá que
es frecuente que las acciones confirmen o refuercen prejuicios, por ejemplo, esto se
hace evidente en las violencias que parecen justificarse cuando del lado del
victimario hay relatos que legitiman el exterminio de algunos grupos sociales.
Entonces, las divisiones entre dos grupos pueden empeorar: (i) cuando se realiza
un análisis inadecuado; (ii) cuando involuntariamente se toma partido por uno de los
dos lados y (iii) cuando no se realiza seguimiento o monitoreo de los efectos de los
diálogos y encuentros entre miembros de los lados en conflicto (Rodriguez Puentes,
2010, p. 60).
Y segundo, en contribuir a la polarización de las posiciones. Desde la ASD se hace
una lectura en donde desde la intervención se puede conducir al refuerzo de las
asimetrías de poder detrás de los conflictos o a legitimar el Statu Quo que
sistemáticamente crea desigualdades de un grupo a otro.
28 Marco de reflexión para el ejercicio del análisis de contexto en la UIA – JEP
desde la participación de las víctimas
2.1.3. El daño a la luz de la ASD
El daño en el enfoque de ASD es leído desde la ética, desde la cual se hacen
preguntas por la responsabilidad y las consecuencias de los actos y la forma como
se ejerce responsabilidad sobre los mismos.
Desde una perspectiva jurídica, el daño representa un perjuicio por la acción de
otros, es decir, es la alteración negativa de la persona en sus derechos y garantías.
A esta visión se le aúna una perspectiva íntegra que reconoce nuevas concepciones
del ser humano y del derecho, articulando así las normas jurídicas, la vida humana
social y los valores. De este modo “el ser humano es concebido como una unidad
psicosomática constituida y sustentada en su libertad, de tal manera que cualquier
daño ocasionado a la persona, afecta indiscutiblemente todo su ser” (Rodriguez
Puentes, 2010, p. 14).
Sin embargo, más allá del daño que afecta los bienes materiales susceptibles de ser
medibles y cuantificables, existen otras formas donde no todo daño se traduce en el
menoscabo de los valores económicos. En ese sentido, hay daños marcados por el
dolor, el miedo, el sufrimiento emocional, la afrenta, la aflicción física o moral. De allí
se destacan nociones como daño a la persona, daño moral y daño al proyecto de
vida. Es desde esta perspectiva que resulta relevante acercarse a una noción que
valora no solo los daños objetivos, sino que valora también los daños a nivel
subjetivo o de la persona, abre la posibilidad de incluir daños capaces de lesionar al
ser humano en su dimensión psicosomática o en su “proyecto de vida” o libertad
(Rodríguez, 2010, p. 15).
Sobre el daño psicomático es importante resaltar que este está compuesto por el
daño biológico, el daño psíquico y el daño a la salud o al bienestar de la persona:
“El tradicionalmente llamado daño “moral” es un aspecto del daño psíquico, en tanto
perturbación psicológica no patológica, dolor, sufrimiento, indignación, rabia, temor,
entre otras manifestaciones emocionales. El daño psicosomático comprende el
“daño biológico” o la lesión en sí misma, y el “daño al bienestar” que, como
consecuencia de aquél, afecta la vida ordinaria (Rodriguez Puentes, 2010).
Por su parte el daño al proyecto de vida tiene un valor existencial, en la medida en
que atiende a la idea de realización personal integral. Este concepto va más allá de
comprender al ser humano como unidad psicosomática para entenderlo como ser
en libertad, capaz de proyectar su vida personal y colectiva, según sus inclinaciones
y vocaciones. En este sentido, se considera que la frustración o menoscabo al
proyecto de vida es el mayor daño ocasionado a una persona (Rodriguez Puentes,
2010).
Esta visión permite aproximarse a una dimensión humanista de la aplicación de la
justicia, donde se valora y se tienen en cuenta todas las dimensiones de la vida
humana, e invita a reflexionar sobre los alcances y responsabilidades a la hora de
pensar, por ejemplo, de los procesos de reparación y reconciliación que buscan el
bienestar de las comunidades, responsabilidades y efectos que se pueden traducir
en daños predecibles y evitables o en daños inevitables y justificados.
Así lo que plantea la ASD es que, en un escenario de conflicto prolongado como el
colombiano, no sólo la guerra y los actores armados lesionan o dañan a las personas
y las comunidades. También las acciones destinadas a proteger, ayudar y ofrecer
bienestar a las personas pueden producir casi siempre de manera involuntaria,
efectos no deseados, impactos negativos que configuran diferentes tipos de daños.
En esa medida se hace necesario comprender (i) los daños causados por los mismos
conflictos y (ii) los potenciales daños causados por las actividades de intervención.
Es este último, el daño se debe reflexionar desde la siguiente premisa: “ningún
proyecto que se realiza en una zona de conflicto puede existir o actuar al lado o por
fuera del conflicto” (Rodriguez Puentes, 2010, p. 19). El módulo 2 de ASD ejemplifica
los siguientes daños como producto de las intervenciones:
30 Marco de reflexión para el ejercicio del análisis de contexto en la UIA – JEP
desde la participación de las víctimas
Tabla 2. Tipos de daños
Tipos de daños
Se profundizan conflictos y divisiones entre las partes.
Se contribuye a fortalecer a alguno de los actores del conflicto,
legitimándolo o permitiendo desviación de recursos del
proyecto para sus fines bélicos.
Se transmiten mensajes equívocos fomentando la confusión,
el caos y en ocasiones, el oportunismo.
Se introducen y acentúan diferencias y desigualdades.
Se fomentan dependencias nocivas.
Se exigen comportamientos y actitudes (contrarias a las
propias) como condición de acceso a servicios y recursos.
Se introducen necesidades y demandas ajenas a los modos
de vida.
Se propician o coadyuvan proyectos sin el mínimo de
condiciones favorables para conservar y proteger la vida
dignamente.
Se elaboran y aplican normas de manera desconectada de las
necesidades de las comunidades y su cultura.
Fuente: (Rodriguez Puentes, 2010, p. 19)
En ese sentido, y retomando lo mencionado con anterioridad, la ASD se enfoca en
aquellos daños de orden ético. Dicho de otro modo, en los daños remitidos a la lógica
de la auto revisión y el control institucional (Rodriguez Puentes, 2010, p. 20).
Así, existen daños que pueden atribuirse a los marcos normativos, las políticas y las
estrategias institucionales. En esa medida, quienes, en nombre de las instituciones,
o para este caso, en nombre de los marcos normativos, intervienen en cada uno de
los niveles se debe ser especialmente cuidadoso para optimizar los beneficios y
prevenir/reducir posibles daños.
Según este enfoque, los sistemas institucionales actúan como marcos de referencia
de la ejecución de programas y proyectos, sin embargo, estos marcos siempre están
sujetos a diferentes interpretaciones por parte de los tomadores de decisiones,
según factores de orden político y también subjetivo.
Bajo este entendido, cobra especial importancia, en el marco de esta reflexión,
aquellos daños causado por: (i) el desconocimiento del contexto, las historias, la
cultura, todo aquello que es valioso para las comunidades; (ii) la distancia entre
instituciones y comunidades; (iii) la falta de gestión del conocimiento: no se
identifican ni se asumen aprendizajes de experiencias; y (iv) la imposición de
objetivos y principios institucionales sin concertación con las preferencias de las
comunidades.
En resumen, el tener unos mínimo éticos que guíen el accionar y comprender las
implicaciones de darles la prioridad e importancia que requieren las comunidades;
el ser conscientes de que la lectura de los contextos permite establecer una visión
objetiva sobre las dinámicas y actores para fortalecer aquellas capacidades que
pueden asegurar el éxito de una intervención; y comprender las dimensiones del
daño, si se omiten o se dejan de lado los elementos señalados, brinda un marco de
análisis, referencia y acción, capaz de emprender nuevas formas de hacer y de
relacionarse en la tarea diaria de la aplicación de justicia en el marco de la transición.
2.2. El enfoque dialógico
El enfoque dialógico capta las características esenciales de los procesos de diálogo
para describir un código de conducta para los practicantes de diálogo y una calidad
de la interacción que pueda resultar efectiva a la hora de generar cambios positivos
en múltiples situaciones, no solo en aquellas designadas formalmente como diálogos
(PNUD, 2008). Esta perspectiva resulta fundamental como categoría de análisis en
la medida en que propicia un modo de entender el trabajo de promover, organizar y
facilitar los procesos de diálogo, que para este caso concreto se traducen en traer
los relatos de las víctimas sobre las violencias y sus impactos en el marco del
conflicto armado.
32 Marco de reflexión para el ejercicio del análisis de contexto en la UIA – JEP
desde la participación de las víctimas
Así, para promover un proceso que sea incluyente y beneficioso, deben ser pilares
de la conducta el respeto por el otro, la empatía, la apertura a los diferentes puntos
de vista y la transparencia. En ese marco, las instituciones y los gobiernos han
reconocido la idea de que es necesaria una mayor participación para abordar
problemas sociales complejos y fuertemente arraigados. Sin embargo, no es
suficiente con reunir a la gente, sino generar espacios de entendimiento y cambio.
La necesidad, en esa medida, esta aunada a mejorar los procesos de diálogo para
que permitan generar cambios amplios y sostenibles. La base de esto está
sustentada en la necesidad de ocuparse de la complejidad, coordinar los
significados, producir innovación y posibilitar la deliberación a la vez que producir
resultados sostenibles. En ese orden, el objetivo del diálogo “no es defender, sino
indagar; no es discutir, sino explorar; no es convencer, sino descubrir” (PNUD, 2008,
p. 20).
Esto resulta importante si tenemos en cuenta que el objetivo de la construcción de
relatos en el marco del análisis de contexto resulta ser justamente el indagar sobre
las circunstancias y descubrir aquello que ha afectado individual y colectivamente a
las víctimas. En esa medida, el diálogo busca reunir muchas voces, historias,
perspectivas, realizar una indagación, exploración y descubrimientos compartidos,
realizar una escucha profunda para fomentar el respeto y el entendimiento, y
propender por una formación de significado colectivo y construcción del
conocimiento.
De este modo, se hace necesario referenciar los principios rectores que resultan
fundamentales a la hora de comprender el alcance del diálogo, entendido este como
un proceso que implica una comprensión mutua y la identificación de puntos en
común, a partir de lo cual la meta es comprender diferentes perspectivas y aprender
de ellas; donde las personas hablan principalmente desde su propio entendimiento
y experiencia y donde esta se dibuja hacia el horizonte de un entendimiento común
(Ropers, 2018). El primero es la inclusividad, entendida como la necesidad de que
todos aquellos que hacen parte de una situación problemática puedan formar parte
o verse representados en un proceso de diálogo. Lo anterior se encuentra
relacionado con la necesidad de que las personas se apropien tanto del problema
como de aquello que se ocupará de este, así, se señala que la idea es recurrir a una
perspectiva de voces y a un proceso multiactor (PNUD, 2008, p. 27). En ese sentido,
“para alcanzar la inclusividad, debe irse más allá de la simple noción de crear un
grupo diverso de participantes del diálogo. “No se trata solo de acomodar facciones
alrededor de la mesa”, sostiene Jessica Faieta, del PNUD. “Sentarse a la mesa no
implica estar en igualdad de condiciones” (PNUD, 2008, p. 27).
Igualmente debe existir una apropiación compartida, esto se trata de lograr que el
proceso de diálogo no sea, un instrumento de un solo actor; por ejemplo, del
Gobierno, para ganar tiempo o cumplir con una agenda. Bajo esa idea el diálogo no
deberá constituirse como una discusión semántica sobre cómo redactar un acuerdo,
sino como una discusión de peso sobre problemas fundamentales (PNUD, 2008, p.
29).
Asimismo, se resalta el aprendizaje, donde lo significativo está no solo en hablar,
sino en la capacidad de interacción, es decir la apertura a la experiencia de oír y
reflexionar “sobre lo que otros tienen para decir, sobre lo que ellos mismos dicen y
sobre las nuevas comprensiones y perspectivas que obtienen como resultado”
(PNUD, 2008, p. 29).
Otro aspecto resulta ser el de humanidad entendido como la empatía, la necesidad
de ponerse en el lugar del otro. Así, “al igual que en el aprendizaje, crear un ambiente
que favorezca esta clase de interacción humana entre los participantes es un
aspecto central del trabajo de diálogo. Muchos practicantes se refieren a este
ambiente como un “espacio seguro” y hacen hincapié en forjar un grado de confianza
en el proceso que lo hará posible” (PNUD, 2008, p. 31). Sobre la confianza es
importante resaltar que esta es difícil de adquirir y generalmente se va sumando en
la medida en que se van reconociendo gestos de credibilidad (Oficina del Alto
Comisionado para la Paz OACP, s.f.). Finalmente, es necesaria una perspectiva a
largo plazo, en la cual exista un compromiso y un trabajo encaminado a consolidar
una cultura de diálogo generando capacidades en las comunidades.
34 Marco de reflexión para el ejercicio del análisis de contexto en la UIA – JEP
desde la participación de las víctimas
Teniendo en cuenta lo anterior, el enfoque dialógico cobra especial relevancia en la
medida en que permite entender aquellas interacciones que no son concebidas
formalmente como procesos de diálogo. Este código de conducta propende por que
las diversas perspectivas se puedan sentir lo suficientemente incluidas,
empoderadas y ‘seguras’ para ser transparentes en su propia comunicación; es
decir, busca que los actores que participen en estas interacciones estén abiertos a
comprender lo que los otros tienen que decir y sean capaces de tener una
perspectiva de largo plazo sobre los problemas que se les presentan. Así, el enfoque
dialógico describe la calidad particular de la interacción, tanto en el contexto de un
proceso de diálogo formal como en cualquier otro contexto (PNUD, 2008, p. 34).
2.3. La lectura del pasado desde la transformación de
conflictos
En este punto resulta importante señalar la forma en que la participación de las
víctimas en la construcción del análisis de contexto, desde el enfoque dialógico, tiene
la posibilidad de actuar en diferentes niveles del cambio. Para este tema en particular
resulta importante la forma en que desde el enfoque dialógico se pueden traer a la
luz aquellos relatos invisibilizados y silenciados, aquellos que están directamente
relacionados con las causas estructurales del conflicto, para abrir un horizonte de
posibilidad en el camino de entender el impacto de la guerra tanto de forma individual
como colectiva. Así, desde este enfoque es posible pensar que las características
visibles de un fenómeno son tan sólo una pequeña parte de su totalidad, y que es
importante tomar conciencia de los aspectos que no pueden verse fácilmente, para
pensar en la reconciliación en un marco de tiempo ampliado.
Esto está relacionado con la propuesta de Lederach respecto de la necesidad de
tener diferentes modos de observar los conflictos sociales. Según Lederach resulta
fundamental comprender los conflictos para su transformación, desde una forma
específica de mirar para poder dar significados. De esta manera, para poder
comprender el panorama íntegro se sugieren tres lentes que posibilitan la creación
de un mapa integral: el primero para ver la situación inmediata; el segundo, para ver
más allá del problema presentado, es decir, hacia los patrones más profundos de
las relaciones, incluyendo el contexto en el cual se manifiesta el conflicto; y el
tercero, un lente que funciona como marco conceptual para mantener estas
perspectivas juntas y para conectar el problema con los patrones más profundos de
las relaciones. Este marco puede aportar elementos para tener una comprensión
global del conflicto, a la vez que permite crear una plataforma para atender tanto los
problemas presentados, como los cambios que se necesitan en el nivel de los
patrones más profundos de las relaciones (Lederach, s.f.). Lo anterior permite,
entonces, identificar el contenido, el contexto y la estructura de las relaciones.
En ese sentido, ¿podemos pensar qué la participación de las víctimas en la
construcción de análisis de contexto puede ser pensada como un importante paso
en el camino de la transformación del conflicto? Para dar respuesta a esto Lederach,
dirá que existen cuatro dimensiones que se ven afectadas por los conflictos: la
personal, la relacional, la estructural y la cultural. Considero que es desde allí desde
donde se puede brindar un marco de entendimiento a la lectura del pasado como
elemento trasformador de estas cuatro dimensiones.
Desde una dimensión personal es posible evidenciar que los cambios en medio del
conflicto involucran la totalidad de la persona, incluyendo las dimensiones cognitiva,
emocional, perceptiva y espiritual. Algo similar sucede desde una dimensión
relacional, donde es posible, desde los relatos, y desde la visualización de ellos, ver
más allá de la tensión en torno a asuntos visibles para poner el foco en los cambios
subyacentes producidos por el conflicto.
Según Lederach, esto incluye los patrones de percepción de las personas, lo que
desean, lo que persiguen, y la manera como estructuran sus relaciones
interpersonales al igual que las intergrupales. El conflicto cambia las relaciones, y
en esa medida la participación interactiva y el apoyo a iniciativas locales en el marco
de la aplicación de justicia, la construcción de verdad, la reparación y las garantías
de no repetición, puede constituirse como un elemento que permita hacer evidente
cómo en medio del conflicto las víctimas se perciben a sí mismas, a las demás
personas y a sus expectativas, así como cuáles son sus esperanzas y miedos en
36 Marco de reflexión para el ejercicio del análisis de contexto en la UIA – JEP
desde la participación de las víctimas
sus vidas y en sus relaciones, sus patrones de comunicación y de interacción. Sobre
esto dirá Lederach: “el aspecto propositivo de la transformación implica intervenir
con la intención de minimizar la comunicación deficiente y maximizar el mutuo
entendimiento. Esto incluye tratar de exteriorizar explícitamente los temores
respecto a la relación, las esperanzas y las metas de las personas involucradas”
(Lederach, s.f., p. 18).
Igualmente, esta lectura desde una dimensión estructural provee la posibilidad de
resaltar las causas subyacentes del conflicto y los patrones y cambios que genera
en las estructuras sociales, políticas y económicas. Leer el pasado, desde esta
postura permite analizar las condiciones sociales que hacen que el conflicto aflore y
la manera en que éste afecta el cambio en las estructuras sociales existentes y en
los patrones de toma de decisiones, y permite un mejor entendimiento de las causas
subyacentes y de las condiciones sociales que crean y fortalecen las expresiones
violentas del conflicto (Lederach, s.f., p. 18).
Asimismo, la visibilización de los relatos en torno a los impactos de la dimensión
cultural permite comprender los cambios producidos por el conflicto en los patrones
más amplios de la vida comunitaria. Lo que se intenta es comprender de qué manera
el conflicto afecta y cambia los patrones culturales de la comunidad, y cómo la suma
de estos patrones compartidos afecta la forma en que las personas entienden y
responden al conflicto en una situación dada (Lederach, s.f., p. 19).
En ese sentido, el entendimiento y la lectura del pasado, teniendo como premisa
estas cuatro dimensiones, hace posible evidenciar las metas de cambio propuestas
por Lederach:
Tabla 3. Metas de cambio en la Transformación del Conflicto
Dimensiones Metas de cambio en
la Transformación del Conflicto
relacionadas con la lectura del pasado
Personal
- Minimizar los efectos destructivos del
conflicto social y maximizar su potencial
para el crecimiento y bienestar de la
persona como ser humano individual a
nivel físico, emocional, intelectual y
espiritual.
Relacional - Minimizar la comunicación deficiente y
maximizar el entendimiento.
- Exteriorizar y trabajar los temores y
esperanzas relacionados con los
sentimientos y la interdependencia en la
relación.
Estructural Entender y abordar las raíces y las
condiciones sociales que dan lugar a
expresiones violentas o dañinas del
conflicto.
- Promover mecanismos noviolentos que
reduzcan la confrontación negativa y
minimicen la violencia hasta eliminarla.
- Promover el desarrollo de estructuras
que satisfagan las necesidades humanas
básicas (justicia material) y maximice la
participación de las personas en la toma
de decisiones que afectan su vida (justicia
instrumental).
Cultural - Identificar y entender los patrones
culturales que contribuyen al surgimiento
de
expresiones violentas del conflicto.
- Identificar y construir a partir de
mecanismos y recursos dentro del ámbito
cultural para responder y manejar
constructivamente los conflictos.
Fuente: tomado textualmente de (Lederach, s.f.)
38 Marco de reflexión para el ejercicio del análisis de contexto en la UIA – JEP
desde la participación de las víctimas
Lo anterior porque el ejercicio de hacer memoria, de leer el pasado, recae no solo
en la necesidad de aportar de manera histórica a la concepción de los hechos
pasados, sino en el deber de propiciar una relación de reconciliación con ese tiempo
anterior traumático y propiciar espacios futuros de reconciliación (Ricoeur 2004, pág.
119). La importancia de hacer públicos los relatos que han sido invisibilizados yace
en que a partir de ellos se pueden empezar a exteriorizar y trabajar los temores y
esperanzas relacionados con los sentimientos; entender y abordar las raíces y las
condiciones sociales que dan lugar a expresiones violentas e identificar y entender
los patrones culturales que contribuyen al surgimiento de nuevas expresiones
violentas.
Fernández (2015) menciona que la memoria se encuentra en tensión con la
esperanza de la reconstrucción del continuo entre lo que no debió pasar, pero pasó,
y lo que puede ser pero que no se cree que vaya a cambiar (Fernández, 2015, p. 8).
Para el autor, memoria y esperanza deben ser posibles a la vez, porque sin una de
ellas la consecuencia es la inestabilidad y la insostenibilidad de los procesos.
Algunos enfoques de la reconciliación ponen el énfasis en la superación, en el
horizonte de futuro, ya sea porque el pasado es demasiado doloroso o porque es
políticamente conveniente no hablar de ello, o simplemente en otros enfoques no es
posible abrir futuro sin afrontar el pasado, es decir, sin la verdad de lo sucedido. Sin
embargo, sin un ejercicio de memoria o de lectura del pasado no existe posibilidad
de futuro, y sin una perspectiva de futuro la memoria puede causar más sufrimiento.
Así ,“hacer memoria es el primer paso para la dignificación y sanación de los sujetos
afectados por la violencia, las víctimas directas e indirectas, lo cual implica la
atención, la asistencia y la reparación integral, así como velar por la satisfacción de
los derechos violados (reconstrucción de las condiciones de vida) y por las
condiciones interiores de los sujetos, la superación del trauma en el caso de la
víctima y de la culpabilidad en el caso de los agresores” (Fernández, 2015, p. 9).
Lo que plantea Fernández resulta importante en la medida en que no basta con
realizar una simple lectura del pasado. Por el contrario, este acto de hacer memoria
debe estar orientado a reconstruir las posibilidades de vida juntos, es decir, para
afirmar que hay algo después de la violencia, la posibilidad de hacer las cosas de
otra manera y vivir en paz. Para el autor este ejercicio se trata de
“sentar las bases para un proceso de transformación que debe combinar la elaboración
del pasado con la necesidad de continuar. En cada situación específica, la correlación
entre pasado y futuro es distinta. Es posible que las visiones de futuro compartido no
alcancen a suplir las necesidades de una sociedad en un periodo inmediatamente
posterior a la violencia, ni a superar el peso de un pasado doloroso. También es posible
que el abordaje colectivo del pasado, por duro que sea afrontarlo, sea el que termine
abriendo las perspectivas de un futuro compartido. (Fernández, 2015, p. 9)”.
En esa línea, Lederach menciona la importancia del tiempo en la construcción de
paz, para el autor es importante pensar la forma en que se transita de los actuales
patrones de crisis hacia relaciones deseadas y más constructivas en el futuro, así,
la respuesta está en atender no solo a las soluciones sustantivas (aplicación de
justicia), sino en la necesidad de un diseño estratégico de los procesos de cambio
en diferentes niveles y con diferentes personas. Por lo anterior, es necesario
“comprender los patrones del presente, imaginar un futuro deseado y diseñar
procesos de cambio” (Lederach, 2008, p. 267). Así, resulta fundamental comprender
a un nivel profundo las narraciones en el marco de la violencia; para Lederach, que
la violencia rompa las narrativas, no significa que la historia sea estática, la historia
está viva y requiere de reconocimiento y atención. El reto, según esta perspectiva,
se encuentra en cómo iniciar el proceso para generar un espacio en el que la historia
ocupe su lugar y empiece a entretejer un puesto legítimo entre las historias de los
otros, es decir, una visión prolongada de una historia viva. Bajo esta lógica, la
narrativa tiene la capacidad de crear, incluso de sanar y es necesario darle a esa
narrativa un lugar y una voz (Lederach, 2008, p. 269).
Para esto Lederach propone hablar de una matriz expandida hacia el pasado como
una forma de explorar una comprensión holística de los escenarios de conflicto
violento. En esta matriz se incluyen: (i) los acontecimientos volátiles recientes, a los
que las personas suelen referirse para explicar por qué la situación actual se
desarrolla de tal manera. Estas expresiones recientes ponen sobre la mesa las
expresiones más visibles de los conflictos políticos, militares, sociales o económicos.
40 Marco de reflexión para el ejercicio del análisis de contexto en la UIA – JEP
desde la participación de las víctimas
Posteriormente, del círculo de acontecimientos recientes se abre paso a una (ii)
esfera de la historia vivida, esta noción intenta captar una visión más expansiva del
tiempo, es lo que se ha experimentado directamente durante la vida y la clave reside
en que no son experiencias que fueron transmitas por otras personas, sino que
corresponden a una historia que se ha visto, tocado y experimentado (Lederach,
2008, p. 270).
Lederach afirma que, en escenarios de conflicto prolongado, comprender las
historias personales desde una historia vivida permite entender la forma en que estas
experiencias crean, recrean y refuerzan la historia de la vida colectiva inmersa en
pautas que acompañan la comunidad. Por otra parte, un tercer circulo temporal es
el (iii) contexto de la memoria o historia recordada. Esta es la historia que se
mantiene viva y presente por lo que se recuerda del mapa topográfico temporal de
un grupo. Es el paisaje de la memoria social que se mantiene vivo y los
acontecimientos de este paisaje conforman una memoria colectiva. Por último, la
memoria más profunda es (iv) la narrativa. Este planteamiento resulta especialmente
relevante para este trabajo de grado porque, es la narración la que produce una
historia formativa de quienes somos como pueblo y lugar; así, desde una perspectiva
de narrativa se busca comprender el modo en que la gente llega a ver su lugar en el
mundo y en el espacio, la narrativa es la explosión profunda y formativa de la propia
historia (Lederach, 2008, p. 272). Este componente del pasado sugiere, entonces,
explorar la interpretación y comprensión del sentido en una visión expandida del
tiempo y el desarrollo de la identidad de grupo a lo largo de generaciones
remontándose a las historias sobre el origen.
Esta mirada integral del pasado, y por consiguiente la mirada que se propone para
abordar el análisis de contexto en la investigación penal, tiene entonces la posibilidad
de explorar los retos que plantea la construcción de la verdad en el ámbito procesal,
entendida esta como un mecanismo de reconcomiendo colectivo de: lo que sucedió,
quién sufrió, quién fue responsable y cómo se ha de pagar por esas
responsabilidades (Lederach, 2008, p. 273). En ese sentido, la importancia de
incorporar esta mirada radica en que, desde el análisis de contexto, está en juego el
intento por instaurar la verdad pública para que las comunidades afectadas hallen
su lugar, su voz y su historia y la exigencia de responsabilidades adecuadas.
42 Marco de reflexión para el ejercicio del análisis de contexto en la UIA – JEP
desde la participación de las víctimas
3. Pautas reflexivas para el ejercicio del
análisis de contexto desde la
participación de las víctimas
Teniendo en cuenta lo desarrollado, y bajo el propósito de contribuir y disminuir
efectos de daños posibles en la construcción de los análisis de contexto de la
Jurisdicción Especial para la Paz – UIA, se presentan a continuación unas pautas
que permiten reflexionar sobre la necesidad de la participación de las víctimas en la
fase de caracterización de los fenómenos de victimización y del impacto10.
Es importante resaltar que la construcción de estas pautas nace de las
conversaciones y diálogos con mis compañeros, a través de las cuales pude
evidenciar dos dimensiones sobre las cuales era necesario proponer una serie de
herramientas de reflexión que permitieran conectar los planteamientos teórico-
conceptuales con el quehacer cotidiano al interior de la Unidad de Investigación y
Acusación de la JEP. De esta manera, estas pautas resultan pertinentes en la
medida en que permiten desmontar una serie de imaginarios relacionados con la
10 Como se mencionó en líneas anteriores esta fase busca determinar, por una parte, que los
hechos victimizantes guarden relación con el conflicto armado interno (Sentencia URT,
2015), por otro develar los patrones de victimización ligados a las conductas criminales y
finalmente evidenciar los daños como consecuencia directa de los patrones de victimización.
aplicación de justicia, así como las formas de aplicación de las
metodologías de investigación penal. Por consiguiente, esta serie de
pautas están dirigidas a los analistas del Grupo de Análisis, Contexto y
Estadística de la UIA, quienes a su vez formulan las metodologías
pertinentes para el abordaje de cada caso concreto, sea este individual
o colectivo. Así, son los analistas los que están llamados a entender las
implicaciones del abordaje del análisis de contexto y la participación de
las víctimas, desde la ASD, en el marco de dos dimensiones
fundamentales: la experiencial y la analítica.
Gráfica 2. Pautas reflexivas para el ejercicio del análisis de contexto
Pautas reflexivas para el ejercicio del
análisis de contexto desde la participación
de las víctimas
Dimensión experiencial
Esfera personal
Esfera del quehacer cotidiano
Dimensión análitica
Lectura del fenómeno victimizante y la
develación de las narrativas en torno a la
violencia
Lectura y caracterización del impacto individual y
colectivo del fenómeno victimizante
44 Marco de reflexión para el ejercicio del análisis de contexto en la UIA – JEP
desde la participación de las víctimas
• Dimensión experiencial: Estas pautas se plantean como un marco de
referencia general, que invita a replantear el lugar de los analistas y su
relacionamiento con las víctimas y a evidenciar la importancia de tejer diálogos con
estas desde la escucha, así como comprender el análisis de contexto más como un
fin en sí mismo que como un medio para alcanzar unos requisitos en el escenario
de la aplicación de justicia. De las
reflexiones y diálogos con mis
compañeros se evidenció que antes
que proponer una serie de pautas
concretas para las etapas de
caracterización del fenómeno
violento y la caracterización del
daño, era necesario desmontar una
serie de actitudes preexistentes y
transformar comportamientos para la
materialización de principios como la
autonomía, la dignidad y la libertad
frente a la participación de las víctimas, esto en dos esferas: (i) la esfera personal,
en tanto analistas con un conocimiento y prácticas situadas y (ii) la esfera del
quehacer, o esfera pragmática, en la cual esos conocimientos y prácticas situadas
se materializan y se relacionan con otros saberes y formas de comprender el mundo.
• Dimensión analítica: Igualmente, del diálogo con mis compañeros surgió la
importancia de presentar una serie de elementos reflexivos orientados
específicamente a las etapas más cruciales de la elaboración de los análisis de
contextos, estas son: (i) la fase de la lectura del fenómeno victimizante y la
develación de las narrativas en torno a la violencia y (ii) la fase de la lectura y
caracterización del impacto individual y colectivo del fenómeno victimizante. Las
pautas relacionadas específicamente con estas dos fases cobran especial
importancia, y se diferencian del eje de abordaje anterior, en la medida en que,
primero, a partir de estas se busca entablar una correspondencia entre la
compresión del conflicto y la violencia en sus diferentes dimensiones (estructural,
cultural y directa) de la mano con los
principios de la ASD, y segundo,
porque más allá de la pertinencia de
los conceptos, visiones, principios y
metodologías aportadas por la
especialización, es necesario
propiciar otras formas de
entendimiento frente al conflicto
armado y sus afectaciones a fin de
satisfacer plenamente los derechos
de las víctimas respecto de la verdad,
la justicia y la reparación, lo cual, sin
una lectura compleja y creativa del fenómeno de victimización y de sus impactos,
difícilmente se puede lograr.
Bajo ese entendido, desde esta propuesta reflexiva el objetivo es abrir un marco de
compresión acerca de la centralidad de las víctimas y la importancia de la apuesta
por la aplicación de una justicia restaurativa, desde la cual debería proponerse no
solo el no hacer daño, sino fortalecer las capacidades de las personas y de la
institución, así como fortalecer escenarios de diálogo y concertación que potencien
la comprensión del conflicto armado desde el mismo momento de la aplicación de
justicia.
En ese sentido, estas pautas enmarcadas en lo experiencial y lo analítico pretenden
hacer una diferenciación a través de reflexiones en torno a nuestro lugar de
enunciación y nuestras prácticas, así como a quiénes escuchar, de qué forma
hacerlo, a quiénes empoderar y reconocer, y qué forma de acompañamiento brindar.
Todas estas reflexiones, teniendo siempre presente el lugar desde el cual se
originan, es decir, del tipo de institución de la cual se hace parte y cómo desde este
lugar se puede aportar a la transformación de la compresión sobre el conflicto
armado.
46 Marco de reflexión para el ejercicio del análisis de contexto en la UIA – JEP
desde la participación de las víctimas
3.1. Pautas en el marco de la dimensión experiencial
para el análisis de contexto
3.1.1. La esfera personal: El lugar de enunciación y el
conocimiento situado
En las conversaciones con mis compañeros fue recurrente la preocupación sobre su
lugar de enunciación, en tanto sujetos con imaginarios y experiencia previas al
relacionamiento con las víctimas. En esta esfera, la reflexión está encaminada a
asumir, en tanto analista, una postura política frente a la necesidad de la
participación de las víctimas como una máxima para la transformación en las formas
de comprensión del conflicto armado. En ese sentido, resulta fundamental situarse
como analista: entender desde
qué lugar se habla, qué
referentes propios están en
juego, qué interpretaciones y
nociones nos habitan.
Asimismo, resulta importante
trabajar desde una ética del
cuidado, fundamentada no solo
en el yo, sino en el otro. Esto
invita a reflexionar sobre la
instrumentalización de las
víctimas en los procesos de
aplicación de justicia: ¿Es la
participación de las víctimas
una participación que empodera, que amplía la forma de comprender el fenómeno,
o es solo un requisito para cumplir con lo que establece la normativa? Lo anterior de
la mano con la necesidad de asumir una conciencia plena sobre la responsabilidad
del quehacer propio. Para esto es fundamental autoevaluar la forma en que se da el
relacionamiento con las víctimas ¿Estoy escuchando y comprendiendo lo que ellas
quieren decir? O ¿tan solo estoy replicando lugares y discursos comunes sobre lo
que se supone debe ser la participación de estas en el ámbito penal?, pero además
entender el marco de sentido del diálogo y del intercambio entre el analista y la
víctima. ¿Qué espera la víctima de este ejercicio? ¿Qué emocionalidades están en
juego?
Lo anterior de la mano con una reflexión sobre la postura ética del análisis de
contexto. Esto significa comprender que la elaboración del análisis de contexto es
una apuesta por una verdad judicial que explique, es decir busca ir más allá de la
verdad procesal como recuento lineal de lo sucedido. Es la búsqueda de la verdad
como una apuesta por el reconocimiento y entendimiento de aquello que se debe
transformar (imaginarios, conductas, formas de tramitar los conflictos) para poder
pensar una paz estable y duradera.
Así, se busca pensar el análisis de contexto más allá de la producción de un texto
escrito, es decir, comprender el análisis de contexto en el marco de la investigación
penal como un proceso de construcción colectiva donde tienen un lugar la oralidad
y la creatividad. Reconocer otras formas de narrar lo sucedido desde un diálogo
intercultural que da lugar a la comprensión diferenciada de los efectos y entramados
del conflicto.
3.1.2. La esfera pragmática: El quehacer reflexivo
Retomando a Lederach, es necesario conocer de manera completa el contexto
donde se va a actuar y acercarse con respeto al “alma del lugar”. Preguntarnos en
que contexto de violencia vamos a trabajar, sobre que fenómenos victimizantes y
cuáles son las particularidades del contexto en el cual se encuentran las víctimas.
Asimismo, surge la necesidad de involucrar a las víctimas en el diseño de las
medidas y metodologías que se van a incorporar en la aplicación de justicia para
poner sobre la mesa sus expectativas respecto de la reparación y la reconciliación.
En ese sentido, se hace necesaria su participación desde la concepción hasta la
48 Marco de reflexión para el ejercicio del análisis de contexto en la UIA – JEP
desde la participación de las víctimas
elaboración del documento de análisis de contexto. Es importante hacer énfasis en
la importancia de garantizar a las víctimas el acceso a información completa y en
términos comprensibles por ellos y ellas, así como partir siempre del respeto por la
dignidad y la autodeterminación de estas.
En esa medida, es necesario comprender el trabajo del análisis de la información
más allá de la noción de priorización. Es importante reflexionar el para qué y por qué
de la recolección y procesamiento de la información, esto debe superar la idea de
surtir estas etapas como simples pasos para alcanzar una meta y responder a unos
tiempos específicos de la aplicación de justicia. Debe invitarse a la reflexión sobre el
análisis y la recolección de la información como un fin en sí mismo capaz de suplir
las expectativas y los
derechos de las víctimas.
Por lo anterior, resulta
importante entender cuál es
la apuesta ética y política de
las víctimas y comprender
sus procesos identitarios
posteriores a los hechos
violentos como un marco
fundamental para entablar
relaciones respetuosas y
formas de entendimiento
íntegras. Es importante
comprender su trasegar y sus cambios, la forma en que su posición y visión de
mundo se transforma. Así como, comprender la forma en que ellas y ellos quieren
que sea contada su historia. Es importante ir más allá de la formalidad y explorar,
anulando los prejuicios, los relatos invisibilizados, ocultados y silenciados. Los
ejercicios de memoria suponen un develar y un evidenciar que debe contener las
aspiraciones de las víctimas frente a la verdad oficial.
Lo anterior, propiciando espacios donde la información que es experta se encuentre
con las narrativas “otras”. El fin de esto es poder construir narrativas polifónicas que
superen los saberes técnicos y las concepciones lineales de la historia, para dar
paso a visiones de mundo diferentes. Entender que es necesario abandonar la
posición experta y evitar el mecanicismo frente a los relatos que se naturalizan y se
legitiman desde una mirada rápida y superficial. Esto, ayuda a comprender la
participación incidental de las víctimas como un daño a partir del cual se menoscaba
el derecho a una verdad plena. Es por esto, por lo que reproducir la participación
incidental de las víctimas repercute en la reproducción de una verdad que solo
responde y funciona para los procesos judiciales. Lo importante de esta reflexión es,
entonces, entender la participación como una herramienta discursiva y del lenguaje
para extender los efectos de la verdad judicial a la verdad reparadora.
Para esto es necesario entender la necesidad de una escucha activa que propicie la
empatía y la expresión honesta, de la mano con la flexibilidad para romper los
paradigmas epistemológicos que presuponen que, a mayor participación menores
niveles de eficacia en términos de cumplimiento en el proceso de aplicación de
justicia. Para esto es importante identificar los obstáculos que se presentan en el
camino de la participación y construir estrategias de acción simplificadas que
permitan construir soluciones a problemas y situaciones inesperadas; es decir, tener
la capacidad de replantear las metodologías de análisis de la información de ser
necesario, sin realizar un análisis de costo sobre el trabajo adelantado.
50 Marco de reflexión para el ejercicio del análisis de contexto en la UIA – JEP
desde la participación de las víctimas
3.2. Pautas en el marco de la dimensión analítica para
el análisis de contexto
3.2.1. La lectura del fenómeno victimizante y de las narrativas
en torno a la violencia: La creatividad al servicio de la
comprensión
Para la lectura del fenómeno victimizante es importante entender cuál es el marco
global de relaciones y patrones en los cuales se da el fenómeno y los ciclos de
violencia, así como el escenario en el que se fomentan y se arraigan las narrativas,
entendiendo estas en un marco temporal donde el pasado y el futuro no se desligan
el uno del otro. En esa medida, es importante entender el fenómeno no solo como
la lectura de un suceso pasado, sino como una ventana de entendimiento que
permite imaginar, en palabras de Lederach, un futuro deseado y a partir del cual se
pueden elaborar procesos de cambio futuro. El reto está en reconocer y construir
una narración imaginativa que tenga la capacidad de vincular el pasado y el futuro.
Según Lederach, el arte y el espíritu de ese vínculo va más allá de “contar historias”,
en esta lógica, la rehistoria como narración imaginativa busca la historia y el
significado social más profundo, no solo de lo que ocurrió, sino de como esas
historias están conectadas en un viaje mucho más profundo para descubrir lo que
esos acontecimientos significan para lo que somos como comunidad (Lederach,
2008, p. 279).
Para esto es importante resaltar la importancia de la oralidad y las prácticas
populares. Muchas comunidades tienen diversas formas de relatar lo sucedido. Un
diálogo intercultural, en ese sentido, invita a poner sobre la mesa aquellas otras
formas subalternizadas de comunicación, las cuales tienen contenidos de alta
frecuencia para la comprensión de los fenómenos de la violencia: ¿Que nos dicen
los tejidos, la música después de un hecho violento, los murales, las expresiones
culturales?
Es importante, asimismo, potenciar la construcción dialógica del conocimiento, y
comprender que cada uno tiene algo que decir y que cada relato es una parte en el
rompecabezas del fenómeno, dejando de lado la construcción de este a partir de
elementos aislados, dispersos y desconectados. En ese sentido, es importante
comprender las diversas formas en que las comunidades entienden su territorio y
sus nociones de tiempo y espacio. Lo que para nosotros puede parecer un suceso
pasado, para ciertas comunidades puede constituir su presente y repercutir de forma
directa en su futuro: ¿Cómo puedo hacer una lectura del pasado sin hacer cortes
lineales? ¿Cómo puedo pensar una arqueología del fenómeno que me aporte la
totalidad de concepciones que hay en juego y la forma en que estas se relacionan
unas entre otras?, esto
permite pensar el conflicto
como un ecosistema que es
racionalmente dinámico.
Lederach planteará la
importancia de identificar el
paisaje y sus elementos
naturales como parte también
de las narrativas de la
violencia y de la
transformación futura. Así, es
fundamental entender que las
narrativas no se hacen solo
para la comprensión del pasado, sino con miras a fortalecer también los procesos
comunitarios futuros. Esto significa comprender el fenómeno victimizante como una
oportunidad para responder a los síntomas (Lederach, s.f.).
Otro aspecto relevante es el de reconocer a todos los actores del contexto como
sentipensantes y reconocer que las líneas entre víctimas y victimarios son difusas,
se entremezclan. Es importante evitar el esencialismo sobre las posturas de los
actores en conflicto. Para esto hay que desmitificar y aclarar el discurso identificando
52 Marco de reflexión para el ejercicio del análisis de contexto en la UIA – JEP
desde la participación de las víctimas
las tácticas, estrategias, motivaciones (estructurales, directas y simbólicas) que
llevaron al uso de la violencia para conseguir ciertos objetivos, esto sin caer en un
uso del lenguaje que estigmatice, polarice y genere prejuicios sobre grupos,
poblaciones y comunidades. Es decir, ser capaces de diferenciar entre la persona,
el proceso y el problema, escuchar los relatos, sentimientos, necesidades y
soluciones tal y como estas se expresan sin prejuicios, juicios o evaluaciones.
Igualmente, es importante favorecer los espacios creativos y de producción colectiva
que permitan la construcción dialógica del fenómeno desde el fomento de otras
formas de narrar. Desde la creatividad es posible propender por una comprensión
integral de las narrativas teniendo en cuenta tres dimensiones interdependientes:
Violencia directa (visible); Violencia estructural (invisible) y Violencia cultural
(invisible) (Oficina del Alto Comisionado para la Paz OACP, s.f.).
Tabla 4. Tipos de violencia
Violencia directa
¿Qué manifestaciones de violencia visible
ha generado el conflicto? ¿Qué acciones
ha logrado contener o detener esta
violencia?
Violencia estructural
¿Qué formas de injusticia e inequidad,
exclusión social y política caracterizan este
conflicto? ¿Qué situaciones económicas,
sociales y políticas deben cambiar para que
esta situación se corrija?
Violencia cultural
¿Cuáles pautas culturales, formas de
pensar o creencias de las partes mantienen
o justifican la violencia directa y la violencia
estructural? ¿Cuáles pautas culturales,
ideas o formas de pensar que son parte de
la idiosincrasia de nuestro territorio
tendríamos que fortalecer para
contrarrestar aquellas que sostienen y
justifican la violencia?
3.2.2. La lectura del impacto individual y colectivo del
fenómeno
Sobre la lectura del impacto individual la mayoría de las experiencias de los analistas
se concentraron en la necesidad de generar espacios de diálogo intercultural para
comprender de manera amplia los efectos diferenciados de la violencia y que sus
perspectivas de reconciliación sean, en esa medida, diferenciadas. Así, se hace
necesario conectar las necesidades y valores universales y humanos para saber los
efectos de estas y desde allí buscar la transición de la narrativa de “víctimas” a
narrativas de sobrevivientes” (Universidad de los Andes, 2010).
En esa medida, resulta fundamental entender que el entorno humano, temporal y
espacial transforman el habitar de las víctimas de una forma dinámica y permanente,
y que el daño debe ser entendido como una herida producida socialmente: las raíces
no están en el sujeto, sino en la sociedad.
Esto se encuentra ligado a la
necesidad del reconocimiento
plural del daño como base de
reconstrucción del tejido social
y de la transformación de las
violencias estructurales y
culturales. De este modo, es
importante no homogenizar los
impactos ni las vivencias,
entender la trayectoria vital y
los recursos de afrontamiento
de las víctimas y comprender
que el daño no solo es
comprender el efecto, es la comprensión de la realidad en tres dimensiones:
individual, familiar y comunitaria, estableciendo distinciones entre la exploración
histórica y anecdótica de los relatos de dolor y los relatos desde la recursividad, las
posibilidades, las excepciones y capacidades (Universidad de los Andes, 2010).
4. Conclusiones
En conclusión, el ejercicio reflexivo aquí propuesto, tanto conceptual como
propositivo, busca hacer evidente, primero, la importancia de incluir el Enfoque de
Acción Sin Daño para garantizar la centralidad de las víctimas en los diferentes
procesos de la aplicación de justicia; segundo, busca abrir un posibilidad para
reflexionar sobre la participación de las víctimas en la construcción de los análisis
de contexto como un proceso dialógico que permita comprender las narrativas que
toleraron, naturalizaron o animaron la ocurrencia de los fenómenos de victimización
y el impacto en el tejido social individual y comunitario; y tercero, presentar la
importancia de la lectura del pasado y de hacer memoria como un mecanismo para
la transformación, esto basado en el entendimiento de las consecuencias del
conflicto en las dimensiones personales, relacionales, estructurales y culturales.
Así, la participación de las víctimas en la metodología de análisis de contexto resulta
ser clave para transformar, a largo plazo, los diferentes niveles y expresiones del
conflicto armado, tanto los aspectos visibles, como aquellos que resultan
estructurales.
En esa medida, el Enfoque de ASD permite abrir ese horizonte de posibilidad no solo
de una forma teórica, sino también práctica, con el objetivo de poder brindar pautas
que hagan posible un viraje en la forma en que se vincula a las víctimas en los
procesos penales en el marco de la justicia transicional. Es importante resaltar que,
si bien estas pautas pueden parecer amplias y generales, su alcance está
determinado por los imaginarios circulantes que tienen los analistas sobre la
participación de las víctimas, los cuales se limitan a la participación incidental
abordada en un inicio de este documento. En esa medida, propiciar prácticas de
relacionamiento diferentes ameritaba desplazarse a los conceptos y nociones
fundamentales de la ASD.
Así, esta serie de recomendaciones está más orientada a la reflexión que a un paso
a paso metodológico, busca, en ese sentido, invitar a los analistas a un proceso de
introspección sobre su quehacer cotidiano, procurando transformar
comportamientos para habilitar la materialización de los principios de la ASD en los
procedimientos propios de la metodología de análisis de contexto.
A. Anexo: Cartilla pautas para la reflexión
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