luis a novoa administracion financera
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UNIVERSIDAD DE GUAYAQUILFACULTAD DE CIENCIAS
ADMINISTRATIVASESCUELA DE CONTADURÍA PÚBLICA AUTORIZADA
“LUIS A. NOBOA NARANJO”.
NOMBRE: YADAICELA BARRAGAN ALEXIS JOAO
CURSO: 6/23
DOCENTE: ING COM. FELIX ROSALES QUIÑONEZ M.B.A
GUAYAQUIL – ECUADORAGOSTO-2014
LUIS A. NOBOA NARANJO
Quito. 26 dic 96. 1996 termina con la división del más importante imperio económico
que ha existido en el Ecuador: el de Luis Noboa Naranjo, fundador de un consorcio
empresarial cuyo futuro, dos años después de su muerte, se habría decidido en los
últimos días del año, a raíz de la intervención, por parte de la Superintendencia de
Compañías, del corazón económico del imperio: la Exportadora Bananera Noboa S. A.
Aunque la negociación se ha mantenido bajo un estricto secreto, se conoce que la base
de la misma sería la entrega de las empresas domiciliadas en el Ecuador al señor
Álvaro Noboa Pontón, el segundo de los hijos varones del primer matrimonio.
Las empresas domiciliadas en el exterior continuarán bajo el control de la viuda, doña
Mercedes Santistevan Arosemena, su segunda esposa.
Detrás de la leyenda
La de Luis Noboa, el hombre que empezó como vendedor de periódicos y a su muerte
había amasado una fortuna de mil 200 millones de dólares, es de esas historias que
causan admiración en el mundo entero.
Lo cierto es que Noboa creció gracias al apoyo del entonces empresario más
importante del Ecuador, don Juan X. Marcos, uno de los hombres más influyentes del
país a comienzos de siglo.
Lo extraordinario es cómo Noboa, que había entrado al grupo como conserje del Banco
Sociedad General de Crédito, llegó a transformarse primero en uno de los ejecutivos de
Marcos, luego en su socio, y, por último, en reemplazarlo en su posición.
Si bien Noboa trabajó para Marcos tan solo durante cinco años, ambos estuvieron
vinculados posteriormente en la exportación de arroz, negocio con el que Noboa
ganaría su primer millón de sucres.
Eran los años de la gran depresión de los años treinta, que va a terminar
paradójicamente, gracias a la segunda guerra mundial, que hace que el Ecuador
exporte productos de indispensable consumo para los países beligerantes, según anota
Wilson Miño en su estudio "La economía ecuatoriana de la gran recesión a la crisis
bananera".
En esa misma época Aristóteles Onassis estaba haciendo su fortuna de la misma
manera: desafiando los peligros de la navegación en plena guerra, obteniendo grandes
ventajas en el comercio.
Durante los años bélicos, el arroz se convirtió en el producto de exportación que más
creció: según un boletín del Banco Central de 1944, para esa fecha las exportaciones
de arroz se habían incrementado en mil 500 por ciento.
Para la década de los cuarenta, Noboa se ha convertido ya en el mayor exportador de
arroz en el Ecuador.
Entre el banano, la dictadura y el exilio
Los años cuarenta fueron también el inicio del auge bananero. Desde 1946 las
exportaciones de banano comienzan a crecer motivadas por la demanda de Estados
Unidos y Europa Occidental y por el aumento de precios de la fruta.
Eran los años en que Luis Noboa era agente de la Standard Fruit Company, compañía
para la que trabaja hasta 1956, y en la que aprende el negocio. Diez años más tarde, la
Exportadora Bananera Noboa S. A. disputaba palmo a palmo con la Standard el
mercado bananero. Ya entonces, Luis Noboa Naranjo era uno de los hombres más
ricos del Ecuador.
Cuando llegó el gobierno nacionalista de izquierda del general Guillermo Rodríguez
Lara, él era ya el símbolo de la oligarquía de Guayaquil, por lo que fue perseguido, y
sus principales ejecutivos, Enrique Ponce Luque y León Febres Cordero, apresados.
El propio Noboa diría después en la única entrevista que concedió en su vida, al diario
El Universo, que en esa época vivió "una especie de exilio entre Nueva York y Europa,
que me permitió consolidar mis mercados".
En realidad, la década del setenta es fundamental para el imperio en muchos aspectos.
Para esa época, la fortuna de Luis Noboa se calculaba alrededor de 40 millones
dólares, que de pronto tuvo que dividirse en dos por el divorcio de su primera esposa,
Isabel Pontón.
Años después, Noboa contrae nuevamente matrimonio con la señora Mercedes
Santistevan Arosemena, una señora perteneciente a los más altos círculos sociales
guayaquileños y poseedora de una de las fortunas más importantes de la ciudad.
Sea porque el exilio al que le obligó la dictadura lo puso en contacto con los grandes
mercados internacionales, sea porque el matrimonio con Santistevan le brindó
conexiones que por sí quizás no hubiera logrado obtener, el hecho es que a partir de la
década de los setenta, el imperio de Noboa se disparó hasta los mil 200 millones de
dólares que la revista Forbes calculó, al momento de la muerte de su fundador, en
1994
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