los pobres y la teología de la liberación
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8/13/2019 Los pobres y la teologa de la liberacin
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UNIVERSIDAD CENTROAMERICANAJOS SIMEN CAAS
LOS POBRES Y LA TEOLOGA DE LA LIBERACIN ENGUSTAVO GUTIRREZ Y JOS MARA CASTILLO
TRABAJO DE GRADUACIN PREPARADO PARA LAFACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES
Y HUMANIDADES
PARA OPTAR AL GRADO DE
LICENCIADO EN TEOLOGA
PORFREDY ESTUARDO CABRERA VENTURA
MARZO, 2006SAN SALVADOR, EL SALVADOR, CENTROAMRICA
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UNIVERSIDAD CENTROAMERICANAJOS SIMEN CAAS
RECTOR
Lic. Jos Mara Tojeira
SECRETARIO GENERAL
Lic. Ren Alberto Zelaya
DECANA DE LA FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALESY HUMANIDADES
Lic. Silvia Azucena de Fernndez
DIRECTOR DEL TRABAJO
Ma. Jos Vicente Espinoza
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NDICE
INTRODUCCIN. 04
CAPTULO PRIMERO
LOS POBRES Y LA TEOLOGA DE LA LIBERACIN
EN GUSTAVO GUTIRREZ.
I. La realidad del pobre. 061. Pobre y pobreza.. 072. La irrupcin de los pobres.. 08
Un universo complejo 09
3. La situacin presente. 11
a) Un siglo fascinante y cruel 12
b) Un mercado sin condiciones. 13
c) Cuestiones abiertas 13
II. El quehacer teolgico. 141. Significacin bblica de la pobreza............................................................................... 15
a) La pobreza: estado escandaloso 15b) La pobreza: infancia espiritual. 18c) Ensayo de sntesis: solidaridad y protesta........ 22
2. En la ruta del pobre........ 25a) El lugar de una reflexin... 27b) Un memorial. 28
3. Teologa y anuncio del Evangelio. 29Preferencia y Gratuidad. 30
4. Teologa como hermenutica de la esperanza... 315. Tareas presentes para la Teologa.. 33
a) Frente a la complejidad del mundo del pobre... 33
b) Globalizacin y pobreza 34
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III. El anuncio del Reino de vida..... 361. Amigos de la vida.. 36
a) Liberar es dar vida. 37
b) Por el camino de la pobreza y el martirio.. 39
2. Creemos en el Dios de la vida... 41
3. Espiritualidad de la liberacin... 42
CAPTULO SEGUNDO
LOS POBRES Y LA TEOLOGA DE LA LIBERACIN
EN JOS MARA CASTILLO.
Introduccin. El quehacer teolgico y los pobres... 44
I. Problemas fundamentales que los pobres plantean a la teologa........... 461. Problema hermenutico. 46
a) Quines son los pobres?..................................................................................... 47
b) Pensar a Dios desde los mrgenes del sistema 49
2. Problema tico. 50
a) Justicia. Justicia romana y justicia bblica... 50
b) Pecado de omisin... 52
3. Problema Eclesiolgico............... 54
II. Una teologa desde los pobres (Teologa de la liberacin).. 571. El elogio de la debilidad.. 58
a) El rechazo a la debilidad.. 58
b) Debilidad y enfermedad en tiempos de Jess.. 59
c) Teologa de la debilidad.. 60
d) La debilidad de Dios.... 61
2. El orgullo religioso.. 63
3. Una teologa desde los pobres. Qu es comulgar con la debilidad?.............................. 66
a) Una teologa desde los pobres. 66
b) Comulgar con la debilidad.. 68
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III. Estructuras fundamentales de una teologa desde los pobres 691. La vida. 70
a) La vida: el tema central en el Nuevo Testamento... 70
b) Reino de Dios: el evangelio de la vida.... 70
c) El centro es, ante todo, esta vida. 71
c.1. Vida y religin... 72
c.2. Vida y fe. 73
c.3. Vida y salvacin. 74
2. La libertad 75
a) Optar por la libertad. 75
b) El sentido de la libertad cristiana 76c) La libertad que urge hoy...................................................................................... 78
3. La utopa.. 79
a) Utopa: una consecuencia necesaria 79
b) Cristianismo y utopa...81
c) Esperanza cristiana.. 82
d) Utopa e Iglesia 83
CAPTULO TERCERO
COMPARACIN DEL PENSAMIENTO DE GUSTAVO GUTIRREZ Y JOS
MARA CASTILLO SOBRE LOS POBRES Y LA TEOLOGA DE LA
LIBERACIN ... 85
CONCLUSIONES. 88
BIBLIOGRAFA... 90
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INTRODUCCIN
Si tomas en prenda el manto de tu prjimo, se lo devolvers al ponerse el sol, porque con l
se abriga; es el vestido de su cuerpo. Sobre qu va a dormir, si no? Clamar a mi, y yo lo
escuchar porque yo soy compasivo Ex 22, 25 26.
Este texto del xodo nos recuerda a todos un asunto de humanidad: la solidaridad y
atencin que debemos a los pobres. Como cristianos debemos saber que esa es la constante
interpelacin que nos hace la tradicin bblica.
Debo decir que este breve pasaje es uno los que inspira el escrito de Gustavo Gutirrez
Dnde dormirn los pobres? y, a su vez, motiva la presente sntesis teolgica. Para Gustavo
Gutirrez este texto invita a hacernos unas preguntas que nos ayudan a ver lo que est en juego
en el momento actual: Dnde van a dormir los pobres en el mundo que se prepara y que, en
cierto modo, ha dado ya sus primeros pasos? Qu ser de los preferidos de Dios en el tiempo
que viene? Qu papel tiene el Evangelio y la fe de los pobres en un tiempo alrgico a las
certezas y a la solidaridad humana? Qu significa hoy hacer la opcin preferencial por los
pobres en tanto que camino hacia una liberacin integral?
Este trabajo de sntesis intenta recoger las tareas y retos del quehacer teolgico a partir
de la realidad de los pobres en el mundo de hoy. Con la salvedad que la teologa llevanecesariamente la marca del tiempo y el contexto eclesial en que nace. Se trata de una
aproximacin teolgica que invita a la disponibilidad y a la apertura para tomar nuevos
caminos, nuevos conocimientos, nuevas maneras de enfrentar los problemas que preocupan
en la actualidad.
Para tal finalidad se ha pretendido presentar el pensamiento teolgico latinoamericano
en la figura de Gustavo Gutirrez (reconocido como el fundador de la Teologa de la
Liberacin) y en la perspectiva del pensamiento teolgico europeo a Jos Mara Castillo para
quien la situacin de los pobres es un asunto de justicia que no se puede obviar si no se quiere
caer en incoherencia e inhumanidad. Ambos autores estn convencidos que los pobres son
para los cristianos reveladores de la presencia de Dios y que la teologa, antes que hacer o
ensear algo a los pobres, tiene mucho que aprender de ellos, ya que por muchos aos no ha
sido escuchado su clamor. Sealan que se tiene una deuda para con ellos porque realmente han
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sido olvidados, inclusive, para la teologa. Encontraremos, en ambos, a lo largo de este trabajo,
muchas ms semejanzas que diferencias en su esfuerzo por hacer teologa desde los pobres.
En este sentido recordamos cmo la teologa de la liberacin atendiendo a los signos de
los tiempos hizo suya la opcin preferencial por los pobres. El quehacer teolgico desde y
ms an por las clases sociales explotadas, las razas despreciadas, las culturas marginadas
forma parte de los derechos de los pueblos. Se trata del derecho a pensar su fe en el Dios que
quiere de ellos hombres y mujeres libres. Reflexin que desdey no para los pobres viene a ser
una real contribucin al proceso transformador de la historia. A este respecto es bueno
recordar lo que dice Jos Mara Castillo que detrs de una buena teora hay una buena
prcticapero, agregamos,ubicada desde las vctimas de la historia.
No est de ms mencionar que en todas ests iniciativas hay algo que lamentar y no
deja de sorprender porque cuando algunos telogos y sus teologas han empezado a tomar enserio a los pobres, en no pocos ambientes eclesisticos y en personas religiosas, se ha
suscitado recelo y rechazo. Pero si realmente queremos ser fieles al Evangelio se ha de decir
que el asunto de los pobres es crucial para los cristianos y merece toda atencin y respeto.
Estas son, brevemente presentadas, algunas de las lneas que se han querido esbozar en
est sntesis teolgica.
Con la fe en el Dios que dice: He visto la opresin de mi pueblo en Egipto, he odo
el clamor que le arrancan sus opresores y conozco sus angustias! Voy a bajar para liberarlo
del poder de los egipcios. Lo sacar de este pas y lo llevar a una tierra nueva y espaciosa, a
una tierra que mana leche y miel (Ex 3, 7-8), se intenta que este trabajo contine siendo un
eco para las nuevas generaciones que con esperanza creen que otro mundo es posible. Que el
reino de Dios, reino de amor y justicia se construye, hoy y aqu, sin exclusiones de ninguna
ndole.
Quiero terminar la introduccin del presente trabajo con las palabras, del escritor
francs George Bernanos, que tambin han inspirado la realizacin de esta sntesis teolgica:
Los pobres salvarn al mundo. Y lo salvarn sin querer. Lo salvarn a pesar de ellos
mismos. No pedirn nada a cambio, sencillamente porque no saben el precio del servicio que
prestan.
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CAPTULO PRIMERO
LOS POBRES Y LA TEOLOGA DE LA LIBERACIN
EN GUSTAVO GUTIRREZ.
Pero los pobres no solamente son personas que carecen de cosas. Ser pobre es una manerade ser humano. Los pobres tienen una manera de pasar el tiempo libre, de hacer amigos, derezar, de rer, de pensar, de hablarser pobre es todo un mundo. Con esta expresin no seniega que el pobre forma parte de una clase social explotada, de una raza marginada, de unacultura discriminada, de un gnero no suficientemente apreciado. Lo que se intenta es hacerver que hay un mundo del pobre, y que el compromiso con ste significa entrar en dichomundo. Implica no slo estar comprometidos con una clase social o con una culturadeterminada, sino entrar en el mundo del pobre, lo cual trae consigo algo importante, laamistad. No hay autntica solidaridad con el pobre si no hay amistad con l.
(Gustavo Gutirrez)
I. La realidad del pobreGustavo Gutirrez al momento de analizar la pobreza, tiene claro que se habla de una
colectividad que vive desde la conflictividad social y sufre las injusticias del opresor. Afirma
que esa es la condicin de los pobres en Amrica Latina.
El autor asegura que la condicin de explotacin que sufre esta colectividad ms la
presencia en ella de la ideologa dominante, cultiva sin duda el temor, el arribismo, labsqueda de soluciones individuales y egostas a los problemas. Pero existe una fuerza ms
importante y decisiva que surge de esa misma situacin de explotacin: la voluntad de cambio
radical y la potencialidad revolucionaria. Por eso mismo dir Gutirrez:
No bastasealar el despojo y la opresin en que viven las clases populares,es necesario ver que ellas crean las condiciones objetivas para que el puebloinicie el camino de la lucha por sus derechos, por la toma del poder en unasociedad que se niega a reconocerlos como seres humanos. En esa lucha el
pueblo va tomando conciencia de ser una clase social, sujeto activo de larevolucin y de la construccin de una sociedad distinta. Esa capacidadrevolucionaria debe ser desarrollada y organizada en vistas a su eficaciahistrica1.
1Gustavo Gutirrez,Acordarse de los Pobres, Fondo Editorial del Congreso del Per, Lima, 2004, p. 36.
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En este apartado el autor pasa a profundizar la realidad y, a la vez, la complejidad del
mundo del pobre.
1. Pobre y PobrezaSegn Gustavo Gutirrez, en tiempos recientes, una serie de acontecimientos histricos
y nuevas formas de anlisis de las realidades histricas provocaron una mutacin importante
en el modo de entender la realidad de la pobreza. Por muchos aos la pobreza fue considerada
casi un hecho natural, independiente de la voluntad humana: nacer pobre o rico no slo era una
condicin, sino que se trataba de un destino.
El autor hace la observacin de que han sido diversos hechos los que han llevado a
otro planteamiento:
la visibilidad de la miseria y marginacin de muchos, la aparicin demovimientos en defensa de los trabajadores y de quienes no tenan acceso alempleo, las demandas por el respeto a la dignidad humana de toda persona, laperspectiva de los derechos humanos, el empeo por forjar un orden socialjusto y el nacimiento de las ciencias sociales proporcionaroninstrumentosdestinados a conocer mejor los mecanismos econmico-socialesy las categoras culturales en juego2.
Para l, todos estos elementos jugaron un papel decisivo en el cambio de enfoque
mencionado. A la par de esa nueva visin est la creciente conciencia que los pueblos pobres
del mundo tomaban de su situacin. Sus capacidades y su cultura cumplen una funcin capital
en ese proceso.
En palabras del autor:
Cada vez se vea ms ntidamente que la pobreza era el resultado de la formacomo se haba organizado la sociedad, en sus diversas manifestacionesporconsiguiente, gana espacio el convencimiento de que su transformacin oabolicin se halla en nuestras manos. El punto de vista apunta a unaresponsabilidad colectiva, con un acento en quienes en la sociedad tienenmayor responsabilidad y privilegios. As de simple y de revolucionario 3.
Gutirrez lamenta que esta perspectiva no se haya convertido en una opinin
generalizada en el mundo de hoy, y muy especialmente en ambientes cristianos. Para el autor
2Ibid.,p. 265.3Ibid.,pp. 265 66.
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existe en la actualidad una fuerte resistencia a percepciones de la realidad como sta, pues
resulta sumamente cuestionadora y conflictiva. Lo confirma cuando dice:
en nuestros das asistimos a un empeoso e interesado esfuerzo porregresar, de alguna manera a una de las ms manoseadas razones que
fueron esgrimidas en el pasado para explicar la pobreza: los pobres mismosson los responsables de la situacin en que viven. Si en otros tiempos se decaque era el castigo debido a sus faltas morales, ahora se dir que es suresponsabilidad por falta de competencia, desidia o pereza4.
Insistir diciendo que estos no son ms que pretextos para no ver cara a cara la
realidad, pero que no logran impedir que el anlisis de las causas estructurales de la pobreza
haga su camino.
Por otra parte, Gutirrez seala que, hoy en da se perciben con claridad las
dimensiones mundiales de la situacin de pobreza en que se encuentra la gran mayora de lahumanidad. En el pasado las personas slo conocan la pobreza que tenan cerca, en el lugar en
que vivan o, a lo sumo, en su pas. Las condiciones de vida no permitan tener un
entendimiento suficiente de la extensin del estado de las cosas. Debido a la facilidad de
informacin que se fue adquiriendo la situacin cambi cualitativamente. Hoy en da, nos dice
el autor, lo que antes era distante y remoto se ha hecho prximo y cotidiano.
Enfatiza Gutirrez que hoy la ignorancia de las causas de la pobreza, as como la
percepcin de su complejidad, se tenga o no una experiencia directa de ella, no puede serdisculpada. Debe convertirse en un elemento importante para apreciar la calidad humana y
cristiana de la solidaridad con el pobre.
2. La irrupcin de los pobresPara Gustavo Gutirrez la Iglesia latinoamericana ha tenido un rasgo caracterstico: la
participacin de los cristianos en el proceso de liberacin. Expresin de un gran
acontecimiento histrico: la irrupcin de los pobres. Para l, la poca actual lleva la marca
de la nueva presencia de los que se hallaban ausentes en la sociedad y en la Iglesia.
Ausentes, dir, de ninguna o escasa significacin, y adems sin posibilidad de manifestar ellos
mismos sus sufrimientos, sus solidaridades, sus proyectos y sus esperanzas.
4Ibid.,p. 266.
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Nuestro autor indica que la situacin comienza a cambiar, como resultado de un largo
proceso histrico en las ltimas dcadas en Amrica Latina. Pero tambin en frica, en Asia y
en las minoras raciales (negros, hispanos, indios, rabes, asiticos) de pases ricos y tambin
de pases pobres. A ellos se aade la nueva presencia de la mujer, en especial la de las capas
populares, doblemente explotada, marginada y despreciada. Los hechos son complejos, no
exentos de ambivalencias, pero son, sobre todo, desafiantes y provisores.
Como lo expresa cuando dice:
La teologa de la liberacin est estrechamente ligada a esta nueva presenciade los que siempre estuvieron ausentes de nuestra historia. Ellos se han idoconvirtiendo poco a poco en sujetos activos de su propio destino, iniciando unfirme proceso que est cambiando la condicin de los pobres y oprimidos deeste mundo5.
Un universo complejo
Gustavo Gutirrez aade que hablar de pueblos dominados, clases sociales explotadas,
razas despreciadas y culturas marginadas fueron una frmula frecuente para hablar de la
injusta situacin de los pobres en el marco de la teologa de la liberacin. Seala que con ello
se buscaba hacer notar que hablar del pobre era hablar de una colectividad social. Por la
movida situacin latinoamericana con frecuencia muchos subrayaron casi exclusivamente
slo el aspecto social y econmico de la pobreza. El autor est convencido que se hace
necesario sealar est dimensin de la realidad, si no se quiere pasar superficialmente por
encima de la situacin del pobre, pero afirma igualmente que es necesario tambin estar atento
a otras vertientes.
As dir expresamente:
En efecto, los numerosos y crecientes compromisos con los pobres nos hanhecho percibir mejor la enorme complejidad de su mundose trata en realidadde un verdadero universo en el que el aspecto socio-econmico con serfundamental no es el nico. La pobreza significa, en ltima instancia, muerte.
Carencia de alimento y de techo, imposibilidad de atender debidamente anecesidad de salud y educacin, explotacin del trabajo, desempleopermanente, falta de respeto a la dignidad humana e injustas limitaciones a lalibertad personal en los campos de la expresin, lo poltico y lo religioso,sufrimiento diario6.
5Ibid., p. 562.6Ibid., p. 563.
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Gutirrez seala que la pobreza es adems una situacin destructora de pueblos,
familias y personas, que Medelln y Puebla califican de violencia institucionalizada (a la que
se suman en varios lugares las igualmente inaceptables violencias terroristas y represivas).
Al mismo tiempo, insiste en decir que la pobreza no slo consiste en carencias:
El pobre tiene muchas veces una cultura con sus propios valores; ser pobre esun modo de vivir, de pensar, de amar, de orar, de creer y esperar, de pasar eltiempo libre, de luchar por su vida. Ser pobre hoy significa igualmente, cadavez ms, empearse en la lucha por la justicia y la paz, defender su vida y sulibertad, buscar una mayor participacin democrtica en las decisiones de lasociedad, as como organizarse para una vivencia integral de su fe (Pueblan. 1137) y comprometerse en la liberacin de toda persona humana 7.
Todo eso constituye, repite el autor, el complejo mundo del pobre. La miseria y la
opresin son una realidad inhumana y cruel, y por ende contrarias a la voluntad de vida delDios de la revelacin cristiana, que no debe impedir ver los otros aspectos que tambin
manifiestan la hondura humana y una fortaleza del mundo del pobre. En esta percepcin
estriba para Gutirrez uno de los cambios ms profundos en la manera de ver la realidad de la
pobreza y por consiguiente el juicio global sobre ella.
Por otro lado nuestro autor no quiere dejar de lado el proceso que se ha vivido al tomar
conciencia del problema racial en Amrica latina. Para l una de las mentiras sociales en el
continente es afirmar que no existe racismo. Y dice: Tal vez no haya leyes racistas como en
otros pases, pero s existen costumbres racistas hondamente acentuadas, hecho no menos
grave8. La marginacin y el desprecio hacia las poblaciones indias y negras constituye un
gran desafo para la comunidad cristiana.
Adems afirma que se ha comenzado a despertar lo inaceptable e inhumano de las
condiciones en que vive la mujer. Una de las ms sutiles dificultades para percibirla, seala
Gutirrez, es su carcter casi annimo hecho costumbre; hasta el punto que cuando se
denuncia su situacin aparece gente un poco extraada. Seala que crece el nmero de
personas comprometidas con esta reivindicacin, al mismo tiempo que se ahonda en elconocimiento de un estado de cosas intolerable.
Para Gutirrez es imposible encarar la pobreza que se vive en Amrica Latina sin
seguir el desarrollo de los problemas ms acuciantes y sin una atencin a lo que permite
7Ibid., p. 563.8Ibid.,p. 564.
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ubicarlos en el extenso y entramado contexto internacional. Enfatiza que cuestiones como las
de la impagable deuda externa apuntan con precisin a lo que est detrs de ella y afinan los
medios de anlisis.
Se constata, segn el autor, que la pobreza es una condicin humana compleja y no
puede tener sino causas complejas tambin. La sensibilidad ante los nuevos retos implica
cambios en el enfoque sobre los caminos a seguir para superar autnticamente los conflictos
sociales que se mencionaban antes, y construir como lo exige el mensaje cristiano un mundo
justo y fraterno.
3. La situacin presenteLo primero para Gustavo Gutirrez est en constatar que la pobreza se ha acrecentado
cruelmente. La brecha entre las naciones ricas y pobres es mayor que la existente hace un parde dcadas; lo mismo ocurre entre sectores similares en los pases latinoamericanos. Esto ha
llevado a la movilizacin o casi desaparicin de las capas medias que se hunden en la pobreza,
dando lugar a lo que se designa como el neodualismo: la poblacin se coloca de modo
creciente en los dos extremos del espectro econmico y social. El autor seala que para
muchos hablar de los aos 80 es referirse a una dcada perdida. Sin embargo, es tambin en
este perodo que dichos pases aprendern a perfilar mejor sus estrategias para aliviar o
solucionar sus problemas.
Para Gutirrez el pasar de los aos ha permitido conocer mejor la situacin concreta
del pobre y oprimido de Amrica Latina. Asegura que los factores raciales, culturales y de
gnero son cada vez ms importantes, para dibujar mejor la condicin del pobre. Gracias a ese
compromiso se toma conciencia de modo creciente de que hablar de pobreza, en ltima
instancia, significa muerte, muerte injusta y temprana.
De all, que para l, la reafirmacin de la vida sea el primer derecho humano y, desde
un punto de vista cristiano, un don de Dios que se debe defender. Recuerda cmo esta
reafirmacin de la vida comenz a marcar la experiencia y reflexin a finales de la dcada del
70 (en el Per y en Amrica Central) y se ha convertido en el impulso de muchos esfuerzos y
compromisos. Afirma, por ello, que esto ha permitido recuperar la perspectiva evanglica
sobre el carcter idoltrico del lucro econmico promovido por: un capitalismo salvaje que
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pisotea la dignidad de los seres humanos y los convierte en vctimas de un culto cruel y
sacrlego9.
a) Un siglo fascinante y cruelHace poco, comenta Gustavo Gutirrez, Enrique Iglesias, presidente del Banco
Interamericano de Desarrollo (BID), deca que el siglo venidero ser un siglo fascinante y
cruel. Esta frase resulta cuestionante y atractiva. Si se lee ms de cerca, ella revela para el
autor, la trgica realidad que expresa.
Es verdad, dice Gutirrez:
Se ha abierto, en efecto, gracias al extraordinario desarrollo de la ciencia yla tcnica, una poca fascinante. Con una posibilidad de comunicacin (al
menos de informacin) entre las personas como nunca haba conocido lahumanidad, y con una capacidad de dominio de la naturaleza que supera loslinderos de nuestro planeta y hace realidad lo que hasta hace poco parecaciencia ficcin. A ello se suma una oportunidad de consumo ilimitado ytambin, desgraciadamente, un potencial de destruccin que puede alcanzar atodo el gnero humano. Como seres humanos y como creyentes no podemossino valorar y admirar esos avances, pese a los nubarrones que se divisantambin en el horizonte10.
Sin embargo, asevera, el tiempo que viene ser fascinante nicamente para las personas
que poseen un cierto nivel social y participan en los niveles de punta del conocimiento
tecnolgico. Pues para los ltimos, los pobres, no corre la misma suerte. A ellos aplica
principalmente el segundo adjetivo de la frase.
As cuestiona Gutirrez cuando afirma:
El siglo prximo ser cruel, efectivamente para los insignificantes de lahistoria. Su pobreza y su marginacin si no hacemos un inmenso esfuerzo desolidaridad aumentar, habr una mayor miseria y sern ms numerosos losque vivan en ella, como lo demuestran todos los ndices de los organismosinternacionales al respecto11.
Nuestro autor afirma que el futuro inmediato no ser, en verdad, fascinante y cruel para
las mismas personas. Esto hace ms urgente el desafo que presenta este tiempo, y mayor la
9Ibid.,p. 200-110Ibid., pp. 147-48.11Ibid., p. 148.
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interpelacin de la fe en el Dios de Jesucristo que ama a todos y llama a proteger a los ms
pequeos.
Para G. Gutirrez se trata de un pueblo pobre que, si bien ha sido afectado por hechos
que han debilitado considerablemente su presencia y energas, se niega a la mutilacin o
manipulacin de su esperanza.
b) Un mercado sin condicionesEl autor hace caer en la cuenta que se vive en la actualidad una poca cada vez ms
dominada por la economa neoliberal. Un mercado sin restricciones, llamado a regularse por
sus propias fuerzas, pasa a ser el principio casi absoluto de la vida econmica. Para Gutirrez
el clebre y clsico dejar hacer, de los inicios de la economa liberal, postula hoy en forma
universal que toda intervencin de poder poltico para regular el mercado e, incluso, paraatender a necesidades sociales va en detrimento del crecimiento econmico y redunda en dao
de todos. Si se presentan dificultades en la marcha econmica, la nica solucin es ms
mercado.
Como nos dice claramente el autor:
Las grandes empresas transnacionales (el elemento dominante en el presenteorden econmico) y los pases ricos presionan a los ms pobres para que abransus mercados, privaticen sus economas y lleven a cabo lo que se designa como
ajustes estructurales. Los organismos internacionales (Banco Mundial, FondoMonetario Internacional) han sido eficaces agentes en esta integracin de laseconomas dbiles a un mercado nico. La conciencia de la interdependenciaen cuanto tal puede tener mucho de positivo, pero la forma que ella revisteactualmente es de una asimetra que subraya las injustas desigualdadesexistentes. El elemento de punta en la globalizacin de la economa es elcapital financiero que navega por el mundo atravesando fronteras con unamovilidad increble, en pos de nuevas y mejores ganancias. Las economasnacionales incluso las de de los grandes pases se desdibujan 12.
c) Cuestiones abiertasPara Gustavo Gutirrez las preguntas surgen en cantidad:
Qu posibilidades hay de liberarse de los condicionamientos presentes en laescena internacional y que impiden la construccin de un mundo humano yjusto? Quines son los nuevos actores sociales, quines son actualmente los
12Ibid., p. 149.
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pobres? Son capaces los pases del Sur de presentar y llevar adelanteproyectos propios en funcin de su tradicin y de sus necesidades? Cmoasegurar que las naciones pobres puedan tener acceso al conocimientocientfico y tecnolgico que traza hoy una importante lnea divisoria entrepobreza y riqueza? Cul es el balance que debemos hacer de la discusin
sobre la teora de la dependencia? Qu papel juega la memoria histrica deestos pueblos en su combate por la justicia? Cmo entender la pobreza ydibujar mejor sus causas? Qu papel puede jugar la economa de mercado,dentro de los marcos recordados, en el establecimiento de una sociedad justa?Cules son las utopas y los caminos movilizadores para quienes quieren salirde una situacin de marginacin y abandono? Qu relacin establecemos hoyentre liberacin y desarrollo?13.
En relacin al papel que juega la teologa en el escenario mundial, se pregunta:
Tiene sentido seguir haciendo teologa en un mundo de miseria y opresin?La tarea hoy no es ms de orden social y poltico, de acciones y estudios en
ese campo? Se justifica dedicarle tiempo y energas a la construccinlaboriosa de una inteligencia de la fe en las condiciones de urgencia en que sevive en Amrica Latina?14.
No hay para el autor, formulacin de una interrogante que no contenga ya un esbozo de
respuesta; la perplejidad total no enuncia preguntas, no tiene energa para hacerlo. Pero es
claro que la tarea mayor est por emprenderse, asegura.
II.
El quehacer teolgicoGustavo Gutirrez plantea que si bien es importante y urgente tener un conocimiento
serio de la pobreza en que vive la gran mayora de los pueblos de Amrica Latina, as como
las causas que la originan, el trabajo teolgico propiamente dicho comienza cuando se intenta
leer esa realidad a la luz de la Palabra.
Como bien lo expresa cuando dice:
El significado bblico de la pobreza constituye por eso una de las piedrasangulares, y primeras, de la teologa de la liberacin. Se trata claro est deuna cuestin clsica del pensamiento cristiano, pero la nueva presencia de lospobres a la que hemos aludido la replantea con vigor15.
13Ibid.,p. 201.14Ibid.,p. 71.15Ibid., p. 568.
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Para Gustavo Gutirrez pobrezaes un trmino tanto equvoco como ambiguo; por lo
mismo, si se quiere precisar la nocin o nociones que hay detrs, se hace necesario profundizar
lo que la tradicin bblica revela de dicho trmino.
Seala que una pieza clave para la comprensin de la pobreza en esta lnea teolgica es
la distincin asumida despus en Medelln en el documento de Pobreza en la Iglesia de tres
acepciones de pobreza: la pobreza real como un mal, es decir no deseada por Dios; la pobreza
espiritual en tanto disponibilidad a la voluntad de Dios; y la solidaridad con los pobres al
mismo tiempo que la protesta contra la situacin que sufren.
Ese es para Gutirrez el contexto de un tema central en la teologa de la liberacin y
hoy ampliamente aceptado en la Iglesia universal: la opcin preferencial por el pobre.
Recuerda que Medelln hablaba ya de dar preferencia efectiva a los sectores ms pobres y
necesitados y a los segregados por cualquier causa (Pobreza no. 9).A continuacin el autor presenta a modo de sntesis lo que en la tradicin bblica se ha
entendido por pobreza.
1. Significacin bblica de la pobreza16Seala Gustavo Gutirrez que la pobreza es un tema central tanto en el Antiguo como
en el Nuevo Testamento. Considera posible profundizar en el tema, siguiendo las dos grandes
lneas de pensamiento que parecen imponerse: la pobreza como un estado escandaloso y la
pobreza como infancia espiritual17.
a) La pobreza: estado escandalosoGustavo Gutirrez seala que la pobreza es para la Biblia un estado escandaloso que
atenta contra la dignidad humana y, por consiguiente, contrario a la voluntad de Dios.
Afirma que este rechazo se revela con toda la claridad en el vocabulario empleado:
En el Antiguo Testamento, el trmino menos usado para hablar del pobre esrash, que tiene un sentido ms bien neutro pobre es, por eso, el ebin, el quedesea, el mendigo, aquel a quien le falta algo y lo espera del otro. Es tambinel dal, el dbil, el flaco; la expresin los flacos del pas (el proletariadorural), se encuentra con gran frecuencia. Pobre es igualmente el ani, el
16Cfr.Ibid., pp. 91-105.17Gustavo Gutirrez retoma el punto de la significacin bblica de la pobreza en el Dios de la Vida, 2da. Edicin,
caps. 6 y 7.
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encorvado, el que est bajo un peso, el que no est en posesin de toda sucapacidad y vigor, el humillado. Es tambin, finalmente, el anaw,de la mismaraz que el vocablo anterior, pero que tomar ms fcilmente una acepcinreligiosa: el humilde ante Dios. En el Nuevo Testamento, el trmino griegoptojs es empleado para hablar del pobre. Ptojs significa el que no tiene lo
necesario para subsistir, el miserable obligado a la mendicidad
18.
Para el autor el indigente, dbil, encorvado, miserable, son expresiones que nos
remiten a una situacin degradada e insinan ya una protesta: no se limitan a una descripcin,
son una toma de posicin. Enfatiza que la indignacin es el clima en el que se describe una
situacin de pobreza, y seala su causa: la injusticia de los opresores. As lo expresa un texto
de Job:
Los malvados remueven los postes, roban el rebao y su pastor. Se llevan el asno de los
hurfanos, toman en prenda el buey de la viuda. Los mendigos tienen que retirarse del camino,
a una se ocultan los pobres del pas. Cual los onagros del desierto salen, empujados por el
hambre de sus cros, y buscan una presa sobre la estepa rida. Cosechan en el campo inicuo,
vendimian la via del malvado. Desnudos andan, sin vestido; hambrientos llevan las gavillas.
No tienen muelas para exprimir el aceite; pisan los lagares y no quitan la sed. Pasan la noche
desnudos, sin vestido, sin cobertor contra el fro. Calados por el turbin de las montaas, faltos
de abrigo, se pegan a la roca. Se le roba al hurfano su campo, se toma en prenda la tnica del
pobre. Desde las ciudades gimen los que mueren, el herido de muerte pide auxilioAn no es
de da cuando el asesino se levanta para matar al pobre y al menesteroso (Jb 24, 2-12.14).
Gutirrez recuerda que en la Biblia la pobreza no es una fatalidad; en ella interviene la
accin de aquellos que el profeta condena:
As dice Yahv: Por los tres crmenes de Israel y por los cuatro, ser inflexible! Porque venden
al justo por dinero y al pobre por un par de sandalias; los que pisan la cabeza de los dbiles, y el
camino de los humildes tuercen!... (Am 2, 6-7).
El profeta Isaas lo dir claramente: hay pobres porque hay seres que son vctimas de
otros humanos:
Ay de los que decretan decretos inicuos, y los escribientes que escriben vejaciones, excluyendo
del juicio a los dbiles, atropellando el derecho a los pobres de mi pueblo, haciendo de las
viudas su botn, y despojando a los hurfanos! (Is 10, 1-2).
18Ibid.,pp. 92-93.
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Seala el autor que tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento se denunciar
toda forma de explotar a los pobres:
Condenan el comercio fraudulento y la explotacin (Os 12, 8; Am 8, 5; Miq 6,10-11; Is 3, 14; Jer 5, 27; 6, 12); el acaparamiento de tierras (Miq 2, 1-3; Ez
22, 29; Hab 2, 5-6); la justicia venal (Am 5, 7; Jer 22, 13-17; Miq 3, 9-11; Is.5, 23; 10, 1-2); la violencia de las clases dominantes (2 Re. 23, 30-35; Am 4,1;Miq 3, 1-2; 6, 12; Jer 22, 13-17); la esclavitud (Neh 5, 1-5; Am 22, 6; 8, 6); losimpuestos injustos (Am 4,1; 5, 11-12); los funcionarios abusivos (Am 5, 7; Jer5, 28). En el Nuevo Testamento tambin se condena la opresin de los ricos, enparticular en el evangelio de Lucas (6, 24-25; 12, 13-21; 16, 19-31; 18, 18-26);y en la carta de Santiago (2, 5-9; 4, 13-17; 5, 1-6)19.
Para Gutirrez no se trata slo de una denuncia de la pobreza: La Biblia habla de
medidas positivas y concretas para impedir que la pobreza se instale en el pueblo de Dios 20.
En el Levtico y el Deuteronomio se encuentra una legislacin orientada a impedir laacumulacin de riqueza y la explotacin (ayudar al hurfano, al forastero y a la viuda Dt 24,
19-21; Lev 19, 9-10; Lev 23, 22; Ex 23, 12; Dt 5, 14; medidas para el ao sabtico y el ao
jubilar Ex 23, 11; Lev 25, 2-7; en el sptimo ao los esclavos recobrarn su libertad Ex 21, 2-6
y se condonarn las deudas Dt 15, 1-18; el sentido del ao jubilar Lev 25, 10s; Dt 23, 16-21;
24, 5-22).
A partir de ac, seala el autor, se pueden descubrir los motivos principales para el
rechazo de la pobreza: en primer lugar, se contradice el sentido mismo de la religin mosaica.
Moiss sac a su pueblo de la esclavitud, la explotacin y la alienacin de Egipto, para
llevarlo a una tierra en la que pudiera vivir con dignidad humana. La misin liberadora de
Moiss liga estrechamente la religin de Yahv y la supresin de la servidumbre:
Dijeron pues, Moiss y Aarn a toda la comunidad de los hijos de Israel: esta tarde sabrn que
es Yahv quien los ha sacado de Egipto; y por la maana vern la gloria de Yahv. Porque ha
odo sus murmuraciones contra l; pues qu somos nosotros para que murmuren en nuestra
contra? Y aadi Moiss: Yahv les dar est tarde carne para comer, y por la maana pan enabundancia; porque Yahv ha odo sus murmuraciones contra l; pues qu somos nosotros? No
van contra nosotros sus murmuraciones, sino contra Yahv (Ex 16, 6-8).
19Ibid.,p. 94.20Ibid.,p. 94.
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Dios es el nico propietario de la tierra dada a su pueblo (Lev 25, 23.28), el nico
Seor que salva a su pueblo de la servidumbre y que permite que caiga nuevamente en ella (Dt
5, 15; 16, 22; Lev 25, 42; 26, 13). En el Deuteronomio se evoca el ideal de un pueblo fraterno
donde no deberan existir los pobres. Aceptar la pobreza y la injusticia es recaer en la
situacin de servidumbre, anterior a la liberacin de Egipto.
Adems, si el estado de esclavitud y explotacin en que se hallaba el pueblo judo en
Egipto es repudiado, es porque va en contra del mandato del Gnesis (1, 26; 2, 15):
El hombre y la mujer, creados a imagen y semejanza de Dios, estndestinados a dominar la tierra. Ellos no se realizan sino transformando lanaturaleza y entrando, consecuentemente, en relacin con otros sereshumanos; slo as todos llegan a una plena conciencia de s mismos, comolibertad creadora que se conquista ella misma en el trabajo. La situacin de
explotacin e injusticia que implica la pobreza, hace del trabajo algo servil ydeshumanizante. El trabajo, aliena, en vez de liberar, an ms esclaviza. Poreso cuando se pide un trato justo para el pobre, el siervo y el forastero, serecordar que Israel tambin fue forastero y esclavo en Egipto (Ex 22, 20; 23,9; Dt 10, 19; Lev 19, 34)21.
Finalmente seala Gutirrez que hombres y mujeres no slo han sido hechos a imagen
y semejanza de Dios. Son, adems, el sacramento de Dios22.El autor quiere con esto hacer
notar que en la tradicin veterotestamentaria oprimir al pobre es atentar contra Dios mismo.
Conocer a Dios es obrar la justicia entre los seres humanos. Por eso mismo, la pobreza refleja
una ruptura de solidaridad entre personas y de comunin con Dios. Segn lo presentado por l,
la pobreza es expresin de un pecado, una negacin del amor. As es como se vuelve
incompatible con el advenimiento del Reino.
Para Gustavo Gutirrez se puede concluir que la pobreza es un mal, un estado
escandaloso; un escndalo que en la actualidad adquiere enormes proporciones. Suprimirlo es
para el autor acercar el momento de ver a Dios cara a cara, en unin con los otros hombres.
b) La pobreza: infancia espiritualEl autor presenta la segunda lnea de pensamiento sobre la pobreza en la Biblia:
21Ibid.,p. 96.22Ibid.,p. 96.
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La pobreza como infancia espiritual. En este sentido, Pobre es el cliente de Yahv, la
pobreza es un poder de acoger a Dios, una disponibilidad a Dios, una humildad ante
Dios23.
Seala Gutirrez que el vocabulario empleado es el mismo que para hablar de la
pobreza como un mal. Los trminos para designar al pobre van recibiendo un sentido religioso
cada vez ms exigente y preciso. Es, sobre todo, el caso de anaw que, empleado en plural
(anawin), designar en forma privilegiada al pobre espiritual.
Relacionado con los pobres, el autor, recuerda que las repetidas infidelidades del
pueblo de Israel a la Alianza llevan a los profetas a elaborar el tema del pequeo resto (Is 4,
3; 6, 13; 7, 3):
Compuesto por los fieles a Yahv, el pequeo resto ser el Israel del futuro.
De su seno surgir el Mesas y, consecuentemente, las primicias de la NuevaAlianza (Jer 31, 31-34; Ez 36, 26-28). A partir de Sofonas (siglo VII a.C.)aquellos que esperan la obra liberadora del mesas sern llamados pobres24.
Gutirrez hace notar cmo el trmino adquiere as un sentido espiritual. La pobreza
ser presentada en adelante como un ideal:
Busquen a Yahv, ustedes todos, pobres de la tierra, que cumplen sus normas; busquen la
justicia, busquen la pobreza (Sof 2, 3).
El autor invita a caer en la cuenta que la pobreza, entendida as, es lo opuesto al orgulloy a una actitud de suficiencia; es sinnimo de la fe, de abandono y confianza en el Seor.
Aade que este sentido espiritual se acentuar con las experiencias que vive Israel, posteriores
a la poca de Sofonas: Jeremas, por ejemplo, se designar l mismo como un pobre (20, 13:
ebin) al cantar su accin de gracias a Dios. La pobreza espiritual ser una condicin de la
cercana a Dios:
si todo lo hizo mi mano, y es mo todo ello. Orculo de Yahv. Y en quin voy a fijarme?
En el pobre y contrito que tiembla a mi palabra. (Is 66, 2).
Pasa ahora a sealar cmo los salmos ayudan a precisar esta actitud religiosa:
23Ibid., p. 97.24Ibid.,p. 97.
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conocer es buscar a Yahv (9, 11; 34, 11); abandonarse a l y acogerlo (10,14; 34, 9; 37, 40); esperar en l (25, 3-5; 21; 37, 9); temer al Seor (25, 12.14;34, 8.10); observar sus mandamientos (25, 10). Los pobres son los justos, losntegros (34, 16.20.22; 37, 17-18); los fieles (37, 28; 149, 1). Lo opuesto alpobre es el orgulloso, el enemigo de Yahv y del desvalido (10, 2; 18, 28; 37,
10; 86, 14)
25
.Dando un salto al Nuevo Testamento expresa Gutirrez que la pobreza espiritual es
presentada por las bienaventuranzas neotestamentarias. La pobreza que Mt 5, 1
(bienaventurados los pobres de espritu) declara bienaventurada es la pobreza espiritual, tal
como se la entiende a partir de Sofonas: total disponibilidad ante el Seor. Es la condicin
para acoger la palabra de Dios. Tiene el mismo sentido que el tema evanglico de la infancia
espiritual. Dios se autocomunica como amor, para acogerlo es necesario ser pobre, nio
espiritual. No hay una relacin directa con las riquezas. Pero ac el autor busca aclarar el
sentido, es decir, se est ms bien, ante algo ms profundo: no tener otro alimento que la
voluntad de Dios. Es la actitud de Cristo; es a l, en efecto, a quien se refieren
primordialmente todas las bienaventuranzas.
La versin de Lucas (bienaventurados los pobres), nos dice Gutirrez, presenta
mayores problemas de interpretacin. Los intentos por resolver esas dificultades siguen dos
lneas diferentes. Lucas es el evangelista de mayor sensibilidad a las realidades sociales. Por
eso expresa el autor:
Tanto en su Evangelio como en los Hechos de los apstoles, los temas de lapobreza material, de la puesta en comn de los bienes, de la condenacin delos ricos, son frecuentes. Esto ha hecho pensar espontneamente que lospobres a quienes bendice, son lo opuesto a los ricos que condena, es decir,aquellos que carecen de lo necesario. La pobreza de que se habla en laprimera bienaventuranza sera entonces la pobreza material26.
Pero esta interpretacin, expresa Gutirrez, encuentra dos dificultades. Por un lado
llevara a canonizar una clase social. Los pobres seran los privilegiados del Reino, hasta el
punto de tener asegurado su acceso a l, no por opcin voluntaria, sino por una situacinsocio-econmica que se impone a ellos. Para algunos todo esto sera poco evanglico y
contrario a las intenciones de Lucas. Al extremo opuesto, dir el autor, pretendiendo salvar
este obstculo, se sostendr, que la primera bienaventuranza opone el mundo presente al ms
25Ibid.,p. 98.26Ibid.,p. 99.
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all: los sufrimientos de hoy sern compensados en la vida futura. La salvacin extraterrena es
el valor absoluto que desvaloriza la vida presente. Pero con esto se estara pretendiendo,
simple y llanamente, que Lucas sacraliza la miseria y la injusticia, y predica por consiguiente,
la resignacin a esa situacin.
Se busca, seala el autor, una explicacin en una perspectiva distinta, en el evangelio
de Mateo. Como l, Lucas se referir a la pobreza espiritual, como apertura a Dios. La alusin
a la pobreza real es aceptada en tanto que va privilegiada hacia la pobreza espiritual. Los
pobres, materialmente hablando, seran bienaventurados porque en ellos surgen ms
fcilmente ciertas disposiciones espirituales de acogida al Reino27.
Esta segunda lnea de interpretacin le parece a Gustavo Gutirrez que minimiza el
texto de Lucas:
No es posible, en efecto, esquivar el sentido concreto y material que tiene,en este evangelista, el trmino pobre. Dicho trmino designa, en primer lugar,a aquellos que viven una situacin social caracterizada por la carencia debienes de este mundo, e incluso por la miseria y la indigencia. Ms an, setrata de un grupo social marginado, con un matiz de opresin y de falta delibertad28.
Bienaventurados los pobres porque de ustedes es el Reino de Dios, no quiere decir,
aclara Gutirrez, acepten su pobreza que ms tarde esa injusticia les ser compensada en el
Reino de Dios. Si se tiene la fe en que el Reino de Dios es un don que se acoge en la historiapara que sta sea llevada a su plenitud; y si se piensa, como el tema de las promesas
escatolgicas lo indica, que el Reino de Dios trae necesariamente consigo el restablecimiento
de la justicia en este mundo, hay que pensar que Cristo declara bienaventurados a los pobres
porque el Reino de Dios ha comenzado: Cumplido es el tiempo, y el reino de Dios est
cercano (Mc 1, 15).
En palabras del autor:
se ha iniciado la supresin de la situacin de despojo y pobreza que lesimpeda ser plenamente seres humanos. Se ha iniciado un Reino de justicia,que va incluso ms all de lo que ellos podran esperar. Bienaventurados son,porque el advenimiento del Reino pondr fin a su pobreza creando un mundofraternal. Bienaventurados son, porque el Mesas abrir los ojos de los ciegos
27Ibid.,p. 100.28Ibid.,p. 100.
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y dar pan al hambriento. Situndose en una perspectiva proftica, el texto deLucas emplea el trmino pobre en la tradicin de la primera gran lnea depensamiento que se ha abordado: la pobreza es un mal, y por ello,incompatible con el Reino de Dios; con un Reino de Dios que entra de lleno enla historia y abarca la totalidad de la existencia humana29.
c) Ensayo de sntesis: solidaridad y protestaAsevera Gustavo Gutirrez:
La pobreza material es un estado escandaloso. La pobreza espiritual es unaactitud de abertura a Dios, de infancia espiritual. Haber precisado estas dosconcepciones del trmino pobreza despeja el camino y permite avanzar haciauna mejor comprensin del testimonio cristiano de pobreza, gracias a unatercera acepcin: la pobreza como un compromiso de solidaridad y protesta 30.
Las dos interpretaciones respecto de la pobreza (material y espiritual) quedandescartadas para el autor. En primer lugar, como bien lo indica la tradicin bblica, la pobreza
material es algo repudiable. No se puede hacer de ella un ideal cristiano ya que sera aspirar a
una situacin reconocida como denigrante para la humanidad. Seala Gutirrez que sera, por
otro lado, estar a contracorriente de la historia, ir contra toda idea de progreso y creacin de
mejores condiciones de vida. Sera, igualmente, justificar la situacin de injusticia y
explotacin que sufren los pobres.
En segundo lugar, el anlisis de los textos bblicos sobre la pobreza espiritual ha hecho
ver que la pobreza no es directamente y en primer lugar un desprendimiento interior de los
bienes de este mundo sino una actitud espiritual que para ser autntica debe encarnarse en una
pobreza material.
Como bien lo expresa el autor:
La pobreza espiritual es algo ms profundo y global, es ante todo una totaldisponibilidad ante el Seor. Su relacin con el uso o la propiedad de bieneseconmicos es ineludible, pero secundaria y parcial. La infancia espiritual,poder de acoger no recepcin pasiva define la postura total de la existencia
humana frente a Dios, los seres humanos y las cosas 31.
29Ibid.,p. 101.30Ibid.,p. 101.31Ibid.,p. 102.
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En esas condiciones, dice Gutirrez, cmo entender la significacin evanglica del
testimonio de una pobreza real, material, concreta? Apoyndose en la Lumen Gentium, que
invita a buscar en Cristo el sentido ms profundo de la pobreza cristiana, cita lo siguiente:
Como Cristo realiz la obra de la redencin en pobreza y persecucin, de igual modo la Iglesia
est destinada a recorrer el mismo camino a fin de comunicar los frutos de la salvacin de los
hombres. Cristo Jess, existiendo en la forma de Dios, se anonad a s mismo, tomando la
forma de siervo (Flp 2, 6-7), y por nosotros se hizo pobre siendo rico (2 Co 8, 9); as
tambin la Iglesia, aunque necesite de medios humanos para cumplir su misin, no fue
instituida para buscar la gloria terrena, sino para proclamar la humildad y la abnegacin,
tambin con su propio ejemplo (No. 8).
Comenta Gutirrez que con ello se recuerda que la encarnacin, muerte y resurreccin
de Cristo son un acto de amor y por lo mismo libre. El hecho de asumir la condicin servil y
pecadora del hombre es presentado por San Pablo como un gesto de empobrecimiento
voluntario: Conocen bien la generosidad de nuestro Seor Jesucristo, el cual, siendo rico,
por ustedes se hizo pobre a fin de que se enriquecieran con su pobreza (2 Cor 8, 9).
En palabras del autor:
Es el aniquilamiento, la kenosis de Cristo (Flp 2, 6-11). Pero la condicinpecadora, y sus consecuencias, no es asumida, evidentemente, paraidealizarla, sino por amor y solidaridad con quienes la padecen y pararedimirlos del pecado, para enriquecerlos con su pobreza, para luchar contra
el egosmo humano, contra todo lo que divide a las personas, contra lo quehace que haya ricos y pobres, propietarios y no propietarios, opresores yoprimidos32.
Recogiendo lo anterior Gutirrez ve que la pobreza es un acto de amor y de liberacin.
Si la causa ltima de la explotacin y alienacin del ser humano es el egosmo, la razn
profunda de la pobreza voluntaria es el amor al prjimo. La pobreza cristiana tiene sentido
slo desde el compromiso solidario con los pobres, con aquellos que sufren miseria e
injusticia, a fin de contrarrestar los efectos del mal que stas ltimas representan.
No se trata segn el autor de idealizar la pobreza sino de asumirla como lo que es;
como un mal y protestar contra ella, esforzndose por abolirla. Gutirrez cita a P. Ricoeur que
dice, no se est realmente con los pobres sino luchando contra la pobreza. Slo desde la
solidaridad con los pobres (hecha gesto concreto, estilo de vida, ruptura con la clase social de
32Ibid.,p. 103.
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origen) se puede contribuir a que ellos tomen conciencia de su situacin de explotacin y
busquen liberarse. Para el autor la pobreza cristiana adems de ser expresin de un amor
solidario con los pobres ha de ser, al mismo tiempo, protesta contra la pobreza.
En este punto Gutirrez recuerda que el programa del Mesas se convierte en el
programa para los cristianos. Comenta cmo la comunidad de bienes en la Iglesia de los
primeros tiempos es presentada por Lucas como un ideal:
Todos los creyentes vivan unidos y tenan todo en comn (Hch 2, 44), nadiellamaba suyo a sus bienes, sino que todo lo tenan en comn (4, 32). Y todoesto lo hacan profundamente unidos, teniendo un solo corazn y una solaalma...33.
Gustavo Gutirrez invita a estar atento al vocabulario empleado. El trmino pobre
puede parecer, adems de impreciso e intraeclesial, un poco sentimental y, finalmente,asptico:
El pobre, hoy, es el oprimido, el marginado por la sociedad, el proletario quelucha por sus ms elementales derechos, la clase social explotada y despojada,el pas que combate por su liberacin34.
La solidaridad y protesta de que habla el autor tienen hoy un evidente carcter poltico,
en tanto que tienen una significacin liberadora. Presenta una cuestin lgica, pues si se opta
por el oprimido se opta contra el opresor. Gutirrez est convencido que en Amrica Latina,
solidarizarse con el pobre significa correr riesgos personales e incluso poner en peligro la
propia vida. Eso les ocurre a muchos cristianos y no cristianos comprometidos en el proceso
de liberacin latinoamericana.
El autor hace ver que slo rechazando la pobreza y hacindose pobre para protestar
contra ella, podr la Iglesia predicar algo que le es propio:
la pobreza espiritual; es decir, la apertura del ser humano y de la historia alfuturo prometido por Dios. nicamente de este modo, podr cumplir
honestamente y con posibilidades de ser escuchada, la funcin proftica dedenuncia de toda injusticia que atente contra las personas, y la prdicaliberadora de una real fraternidad humana35.
33Ibid.,p. 104.34Ibid.,p. 104.35Ibid.,p. 105.
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Termina sealando el autor que solamente una autntica solidaridad con los pobres y
una real protesta contra la pobreza puede dar un contexto concreto y vital a un discurso
teolgico sobre la pobreza. La falta de un compromiso suficiente con los pobres, marginados y
explotados es, quiz, la razn fundamental de la carencia de una slida y actualizada reflexin
sobre el testimonio de pobreza.
Asegura Gutirrez que para la Iglesia latinoamericana en particular este testimonio de
cercana y solidaridad con el pobre es hoy una prueba de la autenticidad de su misin, como a
continuacin se ver.
2. En la ruta del pobreGustavo Gutirrez seala que la Iglesia latinoamericana en su esfuerzo por responder al
reto de la nueva presencia de los pobres se ha exigido a s misma una profundizacin de lainteligencia que posee de la fe en Jess. Esto la ha llevado en el desarrollo de la teologa de la
liberacin a precisar que su interlocutor es el pobre, el no persona; es decir aqul que no es
valorado como ser humano con todos sus derechos.
Para el autor una de las primeras aproximaciones en su manera de entender el quehacer
teolgico fue la afirmacin de que se trataba de una reflexin crtica sobre la praxis a la luz
de la Palabra de Dios36. No se puede negar que en ese compromiso influyeron las
experiencias de los mismos oprimidos que comenzaban a convertirse en agentes de su destino.
l afirma que se trata de una prctica solidaria y liberadora inspirada por el Evangelio.
Razn tiene cuando dice:
Esta prctica liberadora busca transformar la historia en la perspectiva delReino, acogindolo desde ahora y sabiendo que su plenitud no se dar sino msall del tiempo. En esa transformacin, expresin del amor, los aspectossociales ocupan un lugar capital en el continente en el que las estructurassocioeconmicas sirven a los poderosos en desmedro de los dbiles de lasociedad. Pero lo que entendemos por prctica liberadora no se reduce a
dichos aspectos. La complejidad del universo del pobre y del insignificante nosobliga a estar atentos a otras dimensiones de la vida cristiana en la medida enque ella responde a los requerimientos del amor total de Dios37.
36Ibid.,p. 573.37Ibid., p. 575.
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Para el autor se hace necesario tener la amplitud de visin y el coraje necesarios para
entrar en el mundo de los pobres y responder a sus variadas aspiraciones de justicia y amistad
gratuita.
Indica Gutirrez que en este camino ha aprendido mucho:
las diversas experiencias de insercin en el mundo de los pobres han aadidoa un conocimiento terico una percepcin mayor de dimensiones sencillas,pero profundamente humanas, sin las cuales no hay verdadero compromisoliberador38.
Adems, afirma que en la experiencia de estos aos ha probado que la solidaridad con
los sectores pobres no ha estado exenta de la tentacin de imponerles categoras ajenas a ellos
y del riesgo de darles un trato impersonal. A este propsito seala que: Sin amistad con ellos,
sin un compartir la vida con los pobres, no existe una verdadera prctica liberadora, porque
no hay amor sino entre iguales39.Hablar de liberacin es referirse a un proceso global al que
nada escapa.
Por otro lado, para el autor, la vida cristiana como aceptacin del don del Reino, es
compromiso y tambin oracin. El pueblo latinoamericano lucha por la justicia y es al mismo
tiempo un pueblo que cree y espera. La oracin es presentada por l como una forma
privilegiada de estar en comunin con Cristo. Situar esta comunin en la perspectiva
liberadora requiere una gran sensibilidad para captar y cultivar la dimensin celebrante y
contemplativa de pueblos que encuentran en Dios al Padre y la fuente de su reclamo por la
vida y la dignidad. Gutirrez invita a caer en la cuenta que la conjuncin de esas dos
dimensiones, oracin y compromiso, constituye lo que l llama praxis. Dir que de dicha
praxis procede la teologa de la liberacin.
El autor considera que para la teologa de la liberacin la ruta ms ancha y desafiante
para pensar a Dios se llama seguimiento de Jess.
Nos lo dice cuando comenta:
Hablar de Dios supone vivir en profundidad nuestra condicin de discpulos deAquel que dijo precisamente que era el camino (cf. Juan 14, 5). Esto nos llev asostener que, en ltima instancia, el mtodo (el camino) del discurso sobreDios es nuestra espiritualidad. Es decir que la distincin entre dos momentosen el quehacer teolgico no es slo una cuestin acadmica, es ante todo un
38Ibid., p. 575.39Ibid., p. 575.
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asunto de estilo de vida. Una manera de vivir la fe. Estar inserto en la vida denuestro pueblo, compartir sus sufrimientos y alegras, sus intereses y combates,as como su fe y su esperanza vividas en comunidad cristiana, no es unaformalidad necesaria para hacer teologa, es una condicin para ser cristiano.Y por ello alimenta desde su raz una reflexin que quiere dar razn del Dios
de la vida en un contexto de muerte injusta y temprana
40
.
a) El lugar de una reflexinGutirrez afirma que la matriz histrica de la teologa de la liberacin est presente en
la vida del pueblo pobre y en particular en la de las comunidades cristianas que surgen en el
seno de la Iglesia latinoamericana. Desde esa vivencia dice que la teologa de la liberacin ha
buscado leer la Escritura y estar atenta a las interpelaciones siempre nuevas que la Palabra de
Dios formula al proceso histrico de estos pueblos.
Como manifiesta nuestro autor:
Revelacin e historia, fe en Cristo y vida de un pueblo, escatologa y prctica,constituyen los puntos que al ponerse en movimiento dan lugar a lo que se hallamado el crculo hermenutico. Se trata de profundizar en la fe en un Diosque se hizo uno de nosotros en un momento dado de la historia paraconvertirse en nuestro permanente futuro. Esa fe que nos llega a travs de laTradicin debe ser reflexionada teniendo en cuenta la experiencia y elcompromiso de quienes acogen la liberacin en Cristo41.
Asegura Gustavo Gutirrez que los desafos mayores para la teologa de la liberacinvendrn de las exigencias evanglicas que se presentan hoy en el devenir del pueblo oprimido
y cristiano. En tanto que reflexin crtica a la luz de la Palabra, ella explicitar los valores que
animan la prctica de las comunidades cristianas. Se tendrn tambin que corregir posibles
desviaciones, tanto de quienes menosprecian las exigencias de insercin histrica y de
promocin de la justicia que implica creer en el Dios de la vida, como de aquellos que olvidan
aspectos centrales de la existencia cristiana necesarios para una accin poltica inmediata.
La teologa de la liberacin, enfatiza Gutirrez, tiene claro que sin compromiso
permanente con los pobres se est lejos del mensaje cristiano; quiere contribuir a que el
compromiso liberador sea cada vez ms evanglico, eficaz e integral. Afirma que la teologa
est al servicio de la misin evangelizadora del Pueblo de Dios, por eso se ubica en el interior
40Ibid., p. 578.41Ibid., p. 579.
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de la Iglesia en la que recibe la revelacin y se alimenta de los carismas de profeca, gobierno
y magisterio que se dan dentro de ella orientando sus esfuerzos de comprensin de la fe.
b) Un memorialPara concluir este apartado Gustavo Gutirrez quiere que se entienda el discurso
teolgico. ste no tiene sentido ni razn de ser si no se traduce en una praxis. En ese caminar
se juega la suerte el tipo de teologa que se postule, dice el autor.
Es interesante recordar un texto evanglico que, en cierto modo, resume lo que quiere
trasmitir el autor. Alude al pasaje conocido como la uncin de Betania, tomado de Marcos 14,
3-11; su versin parece particularmente significativa. Pero es bueno tener en cuenta que el
relato se encuentra en los cuatro evangelios, lo que prueba la impronta que dej en la memoria
de los seguidores de Jess.
Nuestro autor comenta lo siguiente:
Ante el gesto de una mujer annima, lo que da un sentido especial a la escena,de verter un frasco de perfume sobre Jess, los asistentes, quiz los discpulosentre ellos, la critican por el despilfarro de dinero. El argumento que esgrimenpretende asumir enseanzas de Jess: Se poda haber vendido este perfumepor ms de trescientos denarios y habrselo dado a los pobres.Jess toma ladefensa de la mujer y les replica: Ella ha hecho una obra buena en m. Eltrmino que traducimos por bueno es kalos, que tiene el sentido hermoso. Eso
es lo que esa persona ha hecho: un gesto hermoso, con todo lo que la palabrasupone de gratuidad, de algo que sale de la utilidad inmediata.Respondiendoa la murmuracin de los presentes, Jess dice: A los pobres los tendrnsiempre con ustedes, cita del libro del Deuteronomio(15, 11), frase a la cualagrega una referencia a lo cotidiano de la vida cristiana: y podrn hacerlesbien cuando quieran; pero a m no me tendrn siempre.La responsabilidadhacia los pobres es de todos los das, la solidaridad con ellos y la bsqueda dela justicia es permanente. Un poco ms abajo, el Seor precisar en qu haconsistido la accin en cuestin: Ella ha hecho lo que ha podido.Se haanticipado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura.Jess est en la vsperade ser encarcelado y ejecutado, se halla en una situacin de indefensin, nada
puede hacer ante los poderes de su tiempo, que ya lo han condenado a muerte.Es una vctima que no puede detener la amenaza que se cierne sobre l. Seencuentra en un momento nico e irrepetible de su vida; nada pueda hacertampoco la mujer, insignificante por mujer y por annima, salvo expresarleafecto y desearle sin ninguna eficacia, por ahora vida con su hermosogesto42.
42Ibid.,pp. 276-77.
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Gutirrez rescata del texto las dos grandes dimensiones de la existencia cristiana: la
justicia y la gratuidad. La gratuidad del amor recuerda que todo autntico amor es, en la raz,
gratuito. Y la prctica de la justicia como el reconocimiento de los derechos de todos, en
especial de los ms pobres. Jess mantiene vigente la atencin y la solidaridad con el pobre, sutestimonio lo muestra con claridad. Por su parte, la mujer annima expresa un afecto sin
condiciones, deseo de vida, amistad pura y simple. Sin gratuidad no hay verdadera solidaridad
con los pobres, ellos no tienen slo necesidades materiales, buscan ser tratados como personas
iguales en dignidad, aspiran a ser acogidos y comprendidos. Son, por eso, particularmente
sensibles a gestos desinteresados de amistad.
En este contexto, afirma Gutirrez que se comprende y se puede medir la profundidad
de la frase final de Jess en este episodio: Les aseguro: dondequiera que se proclame la
Buena Nueva, en el mundo entero, se hablar tambin de lo que sta ha hecho para memoria
suya.Lo que se entiende menos (o tal vez s se entiende) seala Gutirrez es lo poco que se
ha hablado de ella a lo largo de dos mil aos de anuncio de la buena nueva
3. Teologa y anuncio del EvangelioGutirrez se expresa respecto de la fe y la teologa:
La fe es una gracia. Acoger ese don es colocarse tras los pasos de Jess,poniendo en prctica sus enseanzas y continuando su proclamacin del Reino.En el punto de partida de toda teologa est el acto de fe. Pensar la fe es algoque surge espontneamente en el creyente, reflexin motivada por la voluntadde hacer ms honda y ms fiel su vida de fe. Pero sta no es asunto puramenteindividual, la fe se vive siempre en comunidad43.
En el caso de la teologa de la liberacin, seala el autor que, como toda inteligencia de
la fe, ella nace en un lugar y un momento precisos buscando responder a situaciones histricas,
mviles por naturaleza que desafan y, a la vez, abren nuevas rutas a la tarea evangelizadora de
la Iglesia.Como es bien sabido, recuerda Gustavo Gutirrez, la teologa de la liberacin naci de
una intensa preocupacin pastoral y, por lo mismo, ligada a la vida de la Iglesia, a sus
documentos, a su celebracin comunitaria, a su inquietud evangelizadora y a su compromiso
43Ibid., p. 140.
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liberador con la sociedad latinoamericana, en particular con los ms pobres de sus miembros.
El autor afirma que la contribucin fundamental de la teologa de la liberacin gira
alrededor de la llamada opcin preferencial por el pobre. Ella ordena, ahonda y,
eventualmente, corrige muchos compromisos asumidos en estos aos, as como las reflexiones
teolgicas vinculadas a ellos.
Preferencia y gratuidad
Para el autor la realidad de pobreza y la marginacin nos mueven a hablar de justicia y
a tener presentes los deberes del cristiano al respecto. Por ello afirma que no hay que perder de
vista lo que hace que la opcin por los pobres sea una perspectiva tan central. Seala que la
gratuidad del amor de Dios es el fundamento ltimo de dicha preferencia.
Gutirrez quiere dejar claro que:
El trmino mismo de preferencia rechaza toda exclusividad y busca subrayarquines deben ser los primeros no los nicos en nuestra solidaridad. Estpico frecuente en nuestra reflexin teolgica, comentando el sentido de lapreferencia, decir que el gran desafo viene de la necesidad de mantener almismo tiempo la universalidad del amor de Dios y su predileccin por losltimos de la historia. Quedarse solamente con uno de estos extremos esmutilar el mensaje evanglico44.
Por eso, dice el autor, la opcin por los pobres, es una opcin por el Reino de Dios que
anuncia Jess. Para l la razn definitiva del compromiso con los pobres y oprimidos no est,
en consecuencia, en el anlisis social que se emplee, ni en la experiencia directa que se pueda
tener de la pobreza, o en la compasin humana. Expresa que la opcin es teocntrica y
proftica pues hunde sus races en la gratuidad del amor de Dios y es requerida por ella.
Asegura Gutirrez que si el pobre es preferido no es porque sea necesariamente mejor
que otros desde el punto de vista moral o religioso, sino porque as es Dios. Invita a que se
descubra cmo en toda la Biblia est presente este amor de predileccin de Dios por los
dbiles y maltratados de la historia. Pone de ejemplo el pasaje de las bienaventuranzas dondese ve claro que la preferencia por los pobres tiene su fundamento en la bondad gratuita del
Seor.
Razn tiene nuestro autor cuando dice:
44Ibid., p. 145.
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La opcin preferencial por el pobre no es, slo una pauta pastoral y unaperspectiva de reflexin teolgica, ella es tambin, y en primer lugar, unaandadura espiritual, en el sentido fuerte de la expresin. Un itinerario en elencuentro con Dios y con la gratuidad de su amor, un caminar en presenciadel Seor por el pas de la vida(salmo 116, 9). Si no se va hasta este nivel de
espiritualidad, del seguimiento de Jess; es decir, hasta el corazn de la vidacristiana, no se percibe el alcance y la fecundidad de dicha opcin45.
A este respecto, Gutirrez invita a descubrir cmo la Biblia enfatiza el lazo entre el
amor a Dios y el amor al prjimo, porque maltratar al pobre es ofender a Dios. Esa lnea de
fuerza se afirma en los evangelios y culmina con el texto mateano del juicio ltimo (25, 31-
46). La vida cristiana, para l, se mueve entre la gracia y la exigencia.
Concluye el autor diciendo que el compromiso con el pobre no se limita al espacio
social; dicha solidaridad encierra tambin, y como algo primordial, un contenido
profundamente espiritual y un fundamento cristolgico. Tiene una relacin indisoluble con las
verdades fundamentales de la fe. Afirma que dicho compromiso resulta un criterio capital y
fecundo para comprender, desde la fe, los tiempos que hoy se viven.
La teologa de la liberacin como tal ha tenido en cuenta los sufrimientos, pero tambin
las alegras y las esperanzas de los pobres. La situacin que viven los pobres no les quita su
condicin humana y no hay personas que no tengan momentos de gozo, por ms frgiles y
pasajeros que parezcan. A continuacin Gustavo Gutirrez presenta cmo la teologa de la
liberacin en el discernir los signos de los tiempos siempre encuentra motivos para seguiresperando.
4. Teologa como hermenutica de la esperanzaPara Gustavo Gutirrez dar razn de la esperanza es parte esencial del testimonio que
debe dar todo cristiano (1 Pedro 3, 15). En ese mbito se sita la teologa, ella es siempre una
interpretacin de los motivos que se tienen para esperar. En eso consiste su profeca, lo que la
hace siempre alerta a los signos de los tiempos.
La esperanza es, en primer lugar, nos dice Gutirrez, un don de Dios; ella pertenece a
sus planes para con la humanidad. Jeremas lo recuerda con firmeza transmitiendo el mensaje
del Seor: Yo conozco mis designios sobre ustedes: designios de bienestar (hebreo: shalom) y
45Ibid., pp. 145-46.
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no de desgracia, de darles un porvenir y una esperanza (29, 11). Comenta Gutirrez que no
era una esperanza fcil para el profeta, ya que su nacin, prxima a caer en ese entonces bajo
la dominacin de una potencia enemiga, estaba devastada y presa del desaliento. Se ve claro,
seala el autor, que Jeremas sufre con su pueblo, pero el ofrecimiento que un familiar le hace
de comprar un terreno, cuando nadie espera nada del futuro del pas, le hace comprender que
Dios desea que acepte la oferta para expresar con ese gesto concreto, e incomprensible en las
circunstancias actuales, que aun en medio de una gran desgracia es posible esperar tiempos
mejores.
A este respecto dir Gutirrez:
El testimonio de Jeremas es aleccionador. Los momentos que hoy se viven noson fciles tampoco, en particular para los ms dbiles de la sociedad. Nos
hemos referido ya a las enormes y crecientes distancias sociales, culturales yde conocimientos que separan a pueblos y personas. A ello podemos aadir queasistimos, igualmente, a un formidable empeo para convencer a todos, yespecialmente a los pobres, de que estamos viviendo una poca radicalmentenueva, con poca, si alguna, relacin con el tiempo inmediatamente anterior.Nada o casi nada de lo vivido hasta estos das sera relevante en adelante.Estamos en un nuevo comienzo46.
No se trata, dir nuestro autor, de negar los enormes cambios ocurridos en este tiempo.
Hay, sin duda, valores importantes que rescatar. Pero presentar las cosas en trminos absolutos
y de manera poco crtica puede llevar a borrar la memoria de los pobres y a generarescepticismo respecto de las posibilidades reales de cambio en el sistema vigente. Para
Gustavo Gutirrez no es posible aceptar, por ejemplo, el hecho de la globalizacin del
mercado, tal como luce hoy, como si fuera el mejor y nico camino. No se puede ocultar que
con la globalizacin se han acrecentado las injustas desigualdades. Recuerda cmo las nuevas
formas de exclusin han reforzado, por su parte, la condicin de insignificancia de los pobres.
El autor est convencido que frente a la complejidad del mundo presente se convoca a
todos a vivir las incidencias de lo que conlleva el seguimiento de Jess. Invita a todos apercibir cmo en los acontecimientos de la historia se insinan, tambin, nuevas y
prometedoras pistas para la convivencia social, para la vida de fe y para encontrar los caminos
46Ibid.,pp. 274-75.
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que permitan acoger el don de la esperanza. La teologa, en la medida en que es una
interpretacin, una hermenutica de la esperanza, tiene un papel importante que jugar.
5. Tareas presentes para la teologaSe concluye todo este apartado del quehacer teolgico con las siguientes tareas que
presenta Gutirrez a la teologa de hoy da.
La condicin de los pobres, afirma Gustavo Gutirrez, precisamente porque cala hondo
en la inhumanidad, se presenta como un urgente desafo a la conciencia humana y cristiana.
Para l, nadie (independientemente de su ubicacin geogrfica o social y su universo cultural o
religioso) puede pretender no ser interpelado por ella.Como bien manifiesta el autor, la pobreza es la negacin de vida de Dios, es una
situacin que toca el corazn de la revelacin hecha en Jess. Se est para Gutirrez ante un
asunto que entra de lleno en el mbito de la reflexin teolgica. No obstante, una buena parte
de la teologa acadmica tiene, todava hoy, dificultad para reconocerlo.
Dir que el cuestionamiento procedente de los ltimos de la sociedad no se queda en
los umbrales del trabajo teolgico, incide en temas debatidos por largo tiempo y lanza la
reflexin teolgica por nuevas avenidas.
a) Frente a la complejidad del mundo del pobreEs firme el convencimiento de Gutirrez, pese a todas las limitaciones y obstculos que
se conocen, especialmente en la actualidad, de que los pobres mismos deben asumir su
destino.
Por eso mismo el autor expresa:
no basta tener conciencia de la complejidad de la realidad del pobre, esnecesario profundizarla, entrar en el detalle de la diversidad y advertir sufuerza interpeladora. Tampoco es suficiente tomar nota de la condicin de otrodel pobre, ella debe asimismo ser estudiada ms en detalle y considerada entoda su desafiante realidad. En ese proceso nos encontramos, gracias sobretodo a los compromisos concretos asumidos en y desde el mundo de la pobreza,marcada mayoritariamente entre nosotros, lo hemos hecho ver ya, con lavivencia de un modo u otro de la fe cristiana. La reflexin teolgica se
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nutre de esta experiencia cotidiana, que lleva ya algunas dcadas, ysimultneamente la enriquece47.
Gutirrez seala que hoy se le presentan a la teologa nuevos retos:
De variadas maneras hemos sido testigos en este tiempo del vigor y lacontundencia que adquiere la voz de estos pueblos, de la riqueza cultural yhumana que son susceptibles de aportar, as como de las facetas del mensajecristiano que nos permite ver descarnadamente. A esto se aade el dilogo conotras concepciones religiosas, las que pudieron sobrevivir a la destruccin delos siglos anteriores, minoritarias hoy no obstante igualmente respetablesporque en ellas se encuentran comprometidos seres humanos pero que, sinpretender recrearlas artificialmente, estn presentes con su acervo cultural yreligioso48.
Por lo mismo, para el autor, no se deben dejar de lado las reflexiones teolgicasparticularmente exigentes y nuevas que vienen de esos universos. Como lo son aquellas que
provienen de la inhumana e inaceptable condicin de la mujer en la sociedad, en especial la
que pertenece a los estratos sociales y tnicos ms marginados; en este terreno se asiste para el
autor a ricas y nuevas perspectivas teolgicas llevadas adelante sobre todo por mujeres, pero
que importan y cuestionan a todos.
Para Gutirrez lo ms importante es que el discurso sobre la fe no pierda de vista la
globalidad de lo que est en cuestin en la condicin de todos los pobres, ni descuidar el
terreno comn del que parten y en el que discurren los lenguajes y reflexiones de la teologa de
la liberacin: el de los pobres y el anuncio de su liberacin integral.
b) Globalizacin y pobrezaInsiste Gustavo Gutirrez que no estamos con los pobres si no estamos contra la
pobreza. Se ha de atacar de raz las causas de la condicin que oprime a una parte tan
importante de la humanidad. No se trata de un rechazo meramente emocional, es necesarioconocer lo que motiva la pobreza en el nivel social, econmico y cultural.
Cmo lo manifiesta el autor al hablar del sistema actual:
47Ibid.,p. 609.48Ibid.,p. 609.
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El neoliberalismo econmico postula un mercado sin restricciones, llamado aregularse por sus propios medios, y somete toda solidaridad social en estecampo a una dura crtica, acusndola no slo de ineficaz frente a la pobreza,sino incluso de ser una de las causas de ella una de las derivaciones de estepensamiento, y de las ms dolorosas y agudas, es el de la deuda externa que
tiene maniatadas y agobiadas a las naciones ms pobres. Deuda que creciespectacularmente, entre otras razones, debido a tasas de inters manejadaspor los mismos acreedores49.
Por otro lado, afirma Gutirrez, se asiste en este tiempo a un curioso intento de
justificacin teolgica del neoliberalismo econmico. Se comparan, por ejemplo, las
corporaciones multinacionales con el Siervo de Yahv a quien todos atacan e insultan, y, sin
embargo, de ellas vendran la justicia y la salvacin.
Entonces muestra el autor cmo una reflexin teolgica a partir de los pobres,
preferidos de Dios, ha de imponerse. Seala que se debe tomar en cuenta la autonoma propia
de la disciplina econmica y al mismo tiempo tener presente su relacin con el conjunto de la
vida de los seres humanos. Por lo mismo para l se debe evitar entrar en el juego de ciertas
posiciones actuales:
no habr que perder de vista que el rechazo ms firme a las posicionesneoliberales se da a partir de los contrasentidos de una economa que olvidacnica y, a la larga, suicidamente al ser humano. En particular a los quecarecen de defensas en este campo; es decir, hoy a la mayora de la
humanidad. Se trata de una cuestin tica en el sentido ms amplio deltrmino, que exige entrar en los mecanismos perversos que distorsionan desdedentro la actividad humana que llamamos economa50.
En este apartado de la globalizacin y la pobreza, invita el autor a colocar tambin las
perspectivas abiertas por las corrientes ecolgicas ante la destruccin del medio ambiente. A
partir de estas corrientes muchos hombres y mujeres se han sensibilizado y abierto a todas las
dimensiones de la vida, manteniendo un respetuoso vnculo con la naturaleza. Para l el asunto
no afecta nicamente a los pases desarrollados, cuyas industrias causan tanto dao al hbitat
natural de la humanidad; toca a todos, tambin a los pases ms pobres. Imposible hoy en da
reflexionar teolgicamente sobre la pobreza sin tener en cuenta todas estas realidades.
49Ibid.,p. 612.50Ibid.,p. 613.
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Ahora presentar Gustavo Gutirrez el tercer y ltimo punto que quiere resaltar de la
teologa de la liberacin y su relacin con el mundo del pobre. Se refiere al anuncio del Reino
de vida. Realidad en la que encuentran su razn de ser y sentido no slo las reflexiones de esta
lnea teolgica sino sobre todo los pobres, ya que son sus destinatarios principales.
III. El anuncio del Reino de vidaPara Gustavo Gutirrez el anuncio del Reino es revelacin sobre Dios, es palabra sobre
su amor libre y gratuito que no depende de las disposiciones ticas y religiosas de sus
destinatarios. Este es el sentido del Reino de Dios que se revela por la prctica de Jess:
Prctica mesinica que invierte no slo los valores, sino realidades histricas,
funciones sociales (1 Sa 2, 4-8; Lc 1, 51-53)Esta prctica lo lleva a unamuerte violenta, expresin de la solidaridad con la muerte que sufren losoprimidos de ese mundo la resurreccinmarca la afirmacin de la vida nofrente a una muerte ocurrida al final de sus das, sino una muerte antes detiempo, una ejecucin. La resurreccin confirma a Jess como el Cristo, elMesas, y hace definitivo su mensaje de justicia y de vida que desafa a unasociedad homicida51.
En este sentido, para Gustavo Gutirrez, ser discpulo de Jess es hacer vida su prctica
mesinica, su mensaje, su amor a los pobres, su denuncia de la injusticia, su compartir el pan y
su esperanza en la resurreccin. La comunidad cristiana, formada por los que se apropian esaprctica mesinica de Jess, crea relaciones sociales de fraternidad acogiendo as el don de ser
hijos del Padre. Convencida que dicha prctica mesinica es el anuncio del Reino de Dios en
la transformacin de las condiciones histricas de los pobres y es palabra de vida respaldada
en el gesto liberador.
1. Amigos de la vidaGustavo Gutirrez recuerda que los cristianos tienen la tarea de ser testigos del Cristo
resucitado y afirma:
Ese testimonio nos convoca permanentemente como Iglesia porque constituyeel centro mismo de su misin. Saber que la vida, y no la muerte, es la ltimapalabra de la historia, constituye la fuente de la alegra del creyente que
51Ibid.,p. 35
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experimenta as el amor gratuito de Dios. Comunicar esa alegra esevangelizar. Se trata de transmitir comunitaria y personalmente la BuenaNueva del amor de Dios que ha transformado nuestra vida52.
Para nuestro autor la teologa ha de estar al servicio de la proclamacin del Reino de
amor y justicia. Ninguna dimensin humana escapa al alcance del Reino que est presente enla historia, transformndola, al mismo tiempo que la lleva ms all de s misma. Gutirrez
afirma que la teologa de la liberacin parti de mostrar la significacin del anuncio del
Evangelio en el acaecer histrico de Amrica Latina. De esa inquietud surgi y ella alimenta
de forma permanente su esfuerzo.
Sin lugar a dudas, seala Gutirrez, el mayor logro de la Iglesia de Amrica Latina en
estos ltimos veinte aos es haber retomado con gran energa su misin evangelizadora y
liberadora. En ese contexto invita a comprender el significado de la opcin preferencial por el
pobre, as como de las experiencias y reflexiones a que ella ha dado lugar.
Hace notar, tambin, que este testimonio provoc una inevitable resistencia e incluso
una fuerte hostilidad para con una Iglesia consciente de la necesidad de proclamar y construir
una paz basada en la justicia para todos, y en especial para quienes hoy sufren ms el despojo
y el maltrato.
Gutirrez expresa acertadamente:
La Iglesia latinoamericana lo ha hecho de mltiples maneras a lo largo yancho de la regin, e incluso ha comenzado a hacer or su voz ms all de suspropias fronteras. A eso llam el Concilio Vaticano II a toda la Iglesia,hacindose eco del Evangelio mismo. Lo propio de la comunidad cristiana es irpor el mundo y hacer discpulos a todas las naciones (Mt. 28, 19), esto harque no se satisfaga nunca con lo obtenido. Salir constantemente de s mismapara mirar hacia delante, en espera de la venida del Seor53.
a) Liberar es dar vidaGustavo Gutirrez es consciente que el proceso histrico latinoamericano y las
experiencias de muchos cristianos han llevado a la reflexin teolgica a hablar de la salvacinen Cristo en trminos de liberacin. Citando a Medelln dir que esto significa escuchar el
sordo clamor (que) brota de millones de hombres, pidiendo a sus pastores una liberacin
que no les llega de ningn punto (Medelln, Pobreza No. 2). Un clamor que conduce a una
52Ibid., p. 584.53Ibid., p. 585.
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clara fidelidad al mensaje del Dios que acta salvficamente en la historia liberando a su
pueblo de todo tipo de servidumbre. Continuando la lnea de Medelln y Puebla, recuerda el
mensaje que el Papa dirigi a los obispos del Brasil: Los pobres de este pas, que tienen en
Uds. a sus pastores, los pobres de este continente son los primeros en sentir la urgente
necesidad de este evangelio de la liberacin radical e integral. Ocultarlo sera defraudarlos y
desilusionarlos (Carta de abril de 1986).
Gutirrez est convencido que el corazn de la revelacin bblica y la aspiracin
profunda del pueblo latinoamericano condujeron a hablar de la liberacin en Cristo y hacer de
ella el contenido medular de la evangelizacin. Tiene claro que se trata del anhelo de
liberacin que nace de los pobres. Para el autor se trata de una liberacin entendida desde tres
niveles o dimensiones:
Hablamos por eso de tres niveles o dimensiones de la liberacin en Cristoa) Liberacin, ciertamente, de situaciones econmicas y sociales de opresin y
marginacin que obligan a muchos (de alguna manera a todos) a vivir encondiciones contrarias a la voluntad divina de vida
b) No obstante, liberarse de estructuras socio-econmicas opresoras no essuficiente, se requiere una transformacin personal que ayude a vivir enhonda libertad interior frente a todo tipo de servidumbre, esa es la segundadimensin. En ella se juega el proyecto de construcc
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