los acuerdos bélicos en la antigua grecia
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CURSO 2011-2012
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
El Mediterráneo en la Antigüedad Clásica.
Casero Rodríguez, Luis Eduardo
Domínguez Guerrero, Víctor Manuel
García-Page Alonso, Néstor
Herraiz Crespo, Jorge
Organero Merino, Ángel
14/12/2011
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
II
Índice.
I Introducción. (Por Luis Eduardo Casero Rodríguez)Pp. V-VI
II Los Más Antiguos Convenios Bélicos. (Por Luis Eduardo Casero
Rodríguez) Pp. VII-XX
Convenio que regula el combate singular.
Origen del procedimiento.
Propuesta y aceptación del combate.
Negociación y Ratificación del acuerdo.
El combate y sus consecuencias.
Conclusiones.
El Convenio entre Calcide y Eretria sobre la Prohibición del uso de
Armas Arrojadizas.
La guerra Lelántica.
Motivos del convenio.
El convenio y sus condiciones.
Conclusiones.
III Los Convenios para el cese de Hostilidades. (Por Ángel Organero
Merino y Néstor García-Page Alonso.) Pp. XXI-XLXXI
Acuerdos de Tregua. (por Ángel Organero Merino.)
Primeros convenios de tregua.
Diferentes tipos de tregua.
Tregua para la recogida de los muertos en combate.
negociación del acuerdo de tregua.
cierre de la tregua.
duración de la tregua.
actos permitidos durante la tregua-.
Causas para la existencia de esta tregua, el por qué de su
obligatoriedad.
Otros tipos de tregua.
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
III
Treguas para la deliberación o para realizar consultas a un tercero.
Tregua para la retirada de uno de los bandos contendientes.
Tregua para el cese de hostilidades durante períodos de tiempo
prolongados.
Conclusiones.
La Tregua Sagrada. (Por Néstor García-Page Alonso).
Origen.
Funcionamiento.
Ejemplos de tregua sagrada. La tregua olímpica.
Conclusiones.
El Armisticio.
Armisticio general.
Negociación del acuerdo.
Condiciones usuales del acuerdo.
Cierre del armisticio.
Armisticio local.
Negociación del acuerdo.
Condiciones usuales del acuerdo.
Cierre del armisticio.
Ejemplos de armisticios.
Conclusiones.
VI Convenios de Capitulación. (Por Víctor Manuel Domínguez
Guerrero) Pp. LXV-LVXXII
Terminología de los acuerdos de capitulación.
Consideraciones preliminares.
La negociación del convenio.
Condiciones de la capitulación.
Convenios de capitulación del Imperio Persa y Lidio.
Cierre de la capitulación.
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
IV
Conclusiones.
V Convenios de Índole Especial. (Por Jorge Herraiz Crespo). Pp.
LVXXII-LVXXXVI
Características y terminología.
Los diferentes tipos.
Convenios de paso.
Convenios de concesión de libre retirada.
Convenios para el intercambio de prisioneros.
Convenios sobre utilización de puertos marítimos.
Otros acuerdos especiales.
Conclusiones.
VI Bibliografía. P.LVXXXVII
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
V
I. Introducción.
El presente trabajo es un estudio de una parte de los procedimientos establecidos
en la antigua Grecia para la regulación de las relaciones entre ciudades durante los
conflictos armados: los acuerdos bélicos. Reciben este nombre los convenios concluidos
durante las hostilidades entre dos bandos beligerantes, cerrados normalmente en el
mismo campo de batalla por los comandantes militares y por las autoridades civiles,
para la reglamentación de determinadas situaciones bélicas. Tales acuerdos presentan
peculiares características que los diferencian de los llamados tratados internacionales, se
trata de acuerdos que en general se negocian y estipulan por comandantes militares, y
además entran inmediatamente en vigor y no necesitan esperar a la ratificación de los
gobiernos comprometidos en éstos. Llama poderosamente la atención la circunstancia de que a pesar de haber
existido entre los griegos sistemas organizados y coherentes de actuación y repre-
sentación en la vida política, el mundo de la civilización helénica careció por completo
de formas reconocidas y sancionadas por todos los griegos para la regulación de los
contactos de política exterior de una polis con otra.
la razón de esta incongruencia se debe a que durante mucho tiempo el estudio de
la historia había centrado sus esfuerzos en analizar las circunstancias políticas de un
determinado período como hechos aislados, y no como reflejo y resultado coherente de
un sistema y estructura definidos. En el campo de las instituciones se desarrolló una
extendida costumbre a considerar deficientes y exóticos aquellos sistemas de reglas que
no encajaban con la mentalidad de la época moderna, lo cual dio lugar a este estudio.
Empezó a reconocerse que desde el momento en que empieza a desarrollarse un centro
de cultura con un cierto nivel de civilización o un estado, de alguna importancia,
aparecen simultáneamente relaciones con el mundo exterior, que toman en el acto la
forma de todo un sistema de instituciones
Hay muchas lagunas en el estudio de las instituciones griegas relativas a las
relaciones internacionales entre las distintas ciudades. Y una de ellas es la que toca al
estudio de los convenios bélicos.
La primera dificultad es la ausencia de cualquier orientación bibliográfica en
este sentido. Es posible encontrar en las obras dedicadas a las formas sociales y políticas
de las ciudades griegas algunos apartados que se refieren a las instituciones de la guerra
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
VI
entre ellas, pero éstos presentan siempre una forma sumaria y basan sus conclusiones a
partir de unos pocos testimonios antiguos, que suelen coincidir con los hechos históricos
más relevantes de un período y que en su mayoría no informan más que parcialmente de
algunas de tales instituciones.
Se pudo iniciar un estudio de los convenios desde una base puramente
documental. El instrumento de trabajo natural e inmediato para llevar a cabo esta tarea
era la consulta directa de las fuentes griegas, literarias y epigráficas.
Es necesario realizar esta labor mediante la lectura directa de los testimonios
griegos, entre los que se demostraron de especial interés todos los historiadores
(Heródoto, Tucídides, Plutarco, Jenofonte, Diodoro, y también todos los recogidos en
sus fragmentos por Jacoby), aunque para ciertos casos hubo que considerar la obra de
los poetas líricos, trágicos y cómicos. De gran utilidad fueron los escritores de temas
tácticos y militares, como Polieno y Eneas Táctico, y el romano Frontino. La epigrafía
desempeña un papel primordial para el conocimiento de las condiciones impuestas por
una ciudad a otra después de un acuerdo de capitulación, pero sobre todo es el principal
apoyo para el estudio de la tregua sagrada en inscripciones conservadas en los
santuarios griegos y recogidas tanto en las grandes colecciones epigráficas como en los
estudios dedicados a temas específicos o regiones concretas.
Con base a los de convenios hemos procedido al estudio del sistema de
funcionamiento de cada uno de ellos, destacando la originalidad propia de todos ellos y
el papel que esta institución desempeñó en las relaciones entre los pueblos griegos, y en
su extensión con los pueblos con que éstos entraron en contacto.
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
VII
II. Los Más Antiguos Convenios Bélicos
Convenio que regula el combate singular
Se trata del más antiguo convenio de la historia de la civilización griega. Este
convenio venía precedido de un convenio bilateral, un convenio preliminar que regula
las condiciones del encuentro y de carácter obligatorio. El resultado de tal combate seria
vinculatorio para toda la comunidad.
El esquema para la reproducción del combate era:
- Proclamación en el campo de batalla.
- Aceptación del reto.
- Conversaciones para fijar las reglas del combate y las condiciones finales que se
compromete a aceptar el vencido.
- Ratificación solemne del convenio.
- Combate singular.
- El vencido acepta las condiciones estipuladas, entrando en vigor el estado de
paz.
Este convenio podría ser como una especie de armisticio en el cual el periodo de
negociaciones es sustituido por una lucha armada, dictando previamente cada uno de los
contendientes condiciones a su oponente. Finalizado el enfrentamiento armado termina
también el conflicto. Este combate singular tendría un carácter jurídico por el previo
contrato en el cual un pueblo se comprometía a aceptar las consecuencias de la
reglamentación de la lucha determinadas antes por el acuerdo.
Origen del procedimiento
La decisión de solucionar un conflicto por medio de un combate singular, es una
de las primeras manifestaciones institucionales atestiguadas en el desarrollo de algunos
pueblos indoeuropeos, y responde al deseo de reducir los males de la guerra para evitar
inútil derramamiento de sangre. Este procedimiento aparece en la tradición de los
grupos étnicos como un arcaico procedimiento jurídico que intentaba dar una rápida
solución práctica y que ayudase a la cohesión del grupo. Este combate tenía un carácter
exclusivo para los conflictos internacionales.
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
VIII
El origen del combate singular hay que buscarlo en el antiguo sistema de
solidaridad familiar y gentilicia desde cuya esfera de aplicación trascendió al campo de
las relaciones entre diferentes ramas o pueblos, lo cual no debe confundirse con la
ordalía o juicio divino. La ordalía fue una institución incorporada a los sistemas legales.
El combate singular sin embargo era aplicado en la medida en que lo deseaban los
contendientes. Lo que confiere al combate singular un carácter jurídico es el convenio
previo por el cual ambas partes se comprometían por un juramento a aceptar como
vinculante el resultado de dicho combate.
No consideraban que la divinidad fuera a ayudarles a quienes llevaran la razón,
si no que el grupo confía en que si se cumplen las normas del convenio, la habilidad y
destreza de su representante se impondrá a la del oponente. La asistencia divina, se
reducía a sancionar el juramento y a castigar al perjuro si se llegara el caso según las
fuentes de la época.
Socialmente el duelo convencional tiene sus bases en un sistema gentilicio y
patriarcal en el que se ha producido ya una división en clases. Las necesidades de una
economía agrícola y ganadera estaban compensadas con la división del trabajo y la
estructura de la propiedad. Casi no se desarrolla el comercio como una actividad
autónoma, solo aparece ligado a expediciones terrestres o marítimas cuya finalidad era
el pillaje y el saqueo de poblaciones.
Las causas de los enfrentamientos presentaban características especiales, las
adquisiciones de tierras de cultivo, la defensa por la fuerza de la propiedad de los
mismos, se llevan a cabo dentro de un estricto orden de normas aristocráticas, por lo que
las clases populares eran relegadas.
El combate singular fue un procedimiento aristocrático, por lo que este combate
singular fue utilizado en el cambio del segundo al primer milenio a.C., usado para
dirimir la propiedad de territorios y producir cambios de dinastía.
A medida que finaliza la época arcaica, el duelo convencional cayó en desuso en
todo el ámbito de la cultura griega.
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
IX
Propuesta y aceptación del combate
El sistema a seguir en esta etapa, era siempre el mismo. Se encontraban los
ejércitos frente a frente para dirimir su disputa por las armas se adelanta uno de los
combatientes, el que quiere celebrar el combate, para declarar a sus enemigos que se
haya dispuesto a resolver el conflicto por el enfrentamiento singular.
La propuesta era de tipo personal siempre, sin la ayuda de intermediarios como
podrían ser por ejemplo un heraldo. El autor de la proclamación solía ser un miembro de
la nobleza, el rey que conducía al ejército o incluso un guerrero que por su valor tenía
un lugar preponderante entre los suyos. Solo en el ejemplo más reciente que se conoce,
el combate entre trescientos agravios y otros tantos lacedemonios en el siglo VI a.C., la
propuesta no partió de los contendientes.
También solía declararse desde el primer momento la finalidad con la cual se
desafiaba al contrincante, para dirimir en el combate entre ambos el objeto del litigio
señalando también el resto de las condiciones que tendrían que cumplir el bando
derrotado.
La propuesta la recogía un igual del que la había ofrecido, dirigida normalmente
a un voluntario. En la práctica, el consejero del ejército era quien decidía quien había de
ser el representante en el combate; como por ejemplo los Heraclidas querían penetrar en
el Peloponeso e Hilio desafió en combate singular a uno de sus oponentes, el consejo
peloponesiano eligió a Equemo, rey de Tegea para la lucha.
La elección solía recaer sobre uno de los guerreros que encarnase los ideales de
la nobleza en su más alto grado. En la guerra que a finales del siglo VII a.C. enfrentó a
los atenienses con los mitilenios la propuesta de combate fue realizada por el ateniense
Frión, que fue olimpiónico, y por los mitilenios fue escogido Pítaco a quien se le
contaba entre los siete sabios.
Cuando los contendientes se hallaban vinculados con las causas que habían
promovido el conflicto, uno de ellos desafiaba personalmente al otro, llamándolo por su
nombre e indicando su predisposición a enfrentarse a él para resolver por la lucha la
disputa que origino el conflicto.
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
X
En el instante en que se hacia la propuesta, se hacían también las concesiones
que debían hacerse si el autor de ella era derrotado o lo que obtendría en caso de vencer.
La persona hacia quien iba dirigido el llamamiento salía de las filas y aceptaba el
combate y sus consecuencias.
Es importante señalar que en los casos en que en el combate interviene más de
un representante hay ciertas particularidades, ya que no existe proclamación personal,
sino los consejos militares son los que toman las decisiones de mutuo acuerdo. Cuando
la propuesta no era aceptada, no se emitía ninguna respuesta, todos los combatientes
permanecían en sus puestos hasta que su contrincante veía que no aceptaban el combate.
Negociación y Ratificación del acuerdo
Negociación.
Tras la aceptación del combate se hacía precisa la estipulación material del
acuerdo que se hacía en dos actuaciones.
En la primera serie de conversaciones, eran establecidas las normas concretas
por las cuales se tenía que regir la lucha entre los representantes. En la descripción del
sistema del convenio para celebrar el combate entre Paris y Menelao se encuentra el
ejemplo más fiel del procedimiento.
Según el esquema trazado por Homero en su tercer libro de la Ilíada, se puede
reconstruir con aproximación la primera fase de las negociaciones del convenio.
La primera y más importante regla que se establece es la de que ambos
contendiente combatirían solos, sin recibir ninguna ayuda de los compañeros de armas.
El incumplimiento de esta regla es la más grave violación del acuerdo, lo cual rompe
automáticamente el pacto y atraería sobre los culpables la cólera de los dioses que velan
por los juramentos.
Las armas utilizadas por ambos contendientes debían ser las mismas, y tenían
que establecerse de antemano en las conversaciones. Normalmente se combatía con
jabalina, espada y escudo, lo cual constituye el armamento del soldado en la época
arcaica. La utilización durante el combate de armas arrojadizas que fueran escondidas
previamente para el factor sorpresa, era una violación del contrato.
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
XI
La última regla se refería al lugar de celebración del combate. Los contendientes
debían situarse en un lugar fijo señalado previamente, a una distancia equitativa de los
ejércitos a los cuales representaban. Para esto se determinaba cuales eran las posiciones
que se iban a ocupar ambos ejércitos y cada combatiente ofrecía la espalda a sus
compañeros en el momento de la lucha.
Para que todas las normas fueran cumplidas debidamente cada parte elegiría a un
director y juntos debían no solo medir el espacio entre ejércitos pasa señalar el punto de
combate, sino también algunos momentos antes del combate, efectuaban el sorteo ara
indicar cuál era el k lanzaba primero, esto solo se hacía en caso de que se usara jabalina.
El proceso del sorteo consistía en depositar dos suertes diferentes (seguramente
dos guijarros de distinto color) identificados con cada uno de los combatientes en el
interior de un casco. Uno de los directores del encuentro, agitaba el casco asta k uno de
los guijarros salía despedido del casco. El guerrero a quien correspondiera el guijarro
seria quien lanzase primero.
Establecidos todos los puntos terminaba la fase de las negociaciones, y pasaban
a continuación los jefes militares a discutir las consecuencias del combate. En esta
segunda etapa las conversaciones eran para que ambas partes expusieran sus
condiciones, las cuales debía aceptar el derrotado, procurando la equidad de sus
exigencias. Las condiciones solían coincidir en muchos casos. Se solía pedir la
propiedad en litigio y que la parte contraria renunciara a la posible reclamación en lo
sucesivo. Siempre se añadía la condición de que ambas partes aceptarían el resultado del
combate y cumplirían las pautas establecidas.
Esta es por tanto la fase más importante del convenio, el núcleo de todo el
procedimiento que acompaña al combate singular, la razón de ser de tal institución.
Gracias a este sistema, en lugar de esperar a la batalla, tras la cual el vencedor
impondría sus exorbitadas condiciones, ambas partes se anticipan tal posibilidad
manifestándose mutuamente sus condiciones y el oponente demostraría si tiene la fuerza
militar suficiente como para reclamar y adquirir tales territorios y si el desafiado tiene la
suficiente fortaleza como para defender sus posesiones. Así pues se evita un
derramamiento de sangre y se mitigan al máximo los horrores de la guerra.
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
XII
La clausula fundamental del acuerdo se refería a la posesión en propiedad del
objeto del litigio, este quedaba o pasaba a las manos del vencedor, perdiendo o no
lográndolo el que había sido derrotado.
En los casos más recientes que se conocen, la propuesta del combate no
prosperó, por lo que el acuerdo nunca tuvo lugar, pero si se conocen las clausulas sobre
las consecuencias de la lucha. De estos se puede comprobar que la condición básica de
los acuerdos era la que determina la parte triunfante en el combate adquiriría
automáticamente la posesión del objeto de litigio que se trato siempre de la posesión de
un territorio o ciudad excepto en el caso de Menelao y Paris.
Esta clausula del convenio llevaba aneja una segunda condición que ofrecía dos
variantes, si el vencido había disfrutado de la posesión del territorio, se comprometería a
no reclamarlo en lo sucesivo, entregando su posesión al vencedor. Si por el contrario
había pretendido, alegando ciertos derechos, adueñarse de la región o ciudad, se
comprometía en esta clausula del convenio a retirarse del territorio sin intentar volver a
conquistarlo por la fuerza.
Esta clausula a veces era completada o ampliada con otras disposiciones
estipuladas en la negociación.
Así la segunda fase de negociaciones llegaba a su fin cuando ambas partes
habían fijado y aprobado las condiciones a cumplir. Aun así todas estas negociaciones
habían sido conducidas por vía oral, y no se reflejaban en ningún documento escrito, así
que el siguiente paso era la aprobación solemne de todo lo estipulado intercambiando
garantías firmes de la fidelidad de la palabra dada.
Ratificación.
La ratificación constituía la ceremonia última y necesaria para la entrada en
vigor del convenio. Esta ceremonia se componía de una libación, juramento e
imprecación, que era lo que confería al acuerdo su fuerza obligatoria. Este sistema de
sanción divina del acuerdo tiene su origen muy antiguo, posiblemente indoeuropeo. Este
acto no podía faltar en la ratificación de los convenios que regulaban un combate
singular y su resultado.
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
XIII
El acuerdo era ratificado por aquellas personas que lo habían negociado. Sin
embargo al igual que con armisticio general, la ratificación del convenio era
competencia del poder ejecutivo. Las máximas autoridades son las que realizan la
ratificación del convenio, los diferentes reyes antes de la época más primitiva hasta los
comienzos del primer milenio a.C. y a continuación desde la época arcaica los primeros
magistrados y la asamblea de la ciudad.
Cada una de las partes estaba compuesta por una coalición, los jefes de cada uno
de los pueblos que forman parte de la alianza se suman con su presencia a las
ceremonias de ratificación del convenio.
No era necesario por tanto la presencia de los guerreros que iban a combatir, este
convenio limita las operaciones bélicas a un solo y decisivo enfrentamiento armado es
un acto de política exterior que ha de ser obligatoriamente refrenado por la suprema
autoridad del gobierno. Solamente en el caso de que la persona que representa a su
pueblo en la lucha singular sea al mismo tiempo una de las autoridades políticas.
El cierre del convenio no se realizaba privadamente, sino en público con
presencia de los componentes de los dos ejércitos. Todos ellos habían depuesto las
armas y desde las filas esperan la conclusión del acuerdo y el desarrollo del combate.
Las negociaciones tenían lugar en tierra de nadie. Una vez finalizado el ritual llegaba el
momento de preparar los detalles materiales del encuentro. Los que habían intervenido
en la ceremonia de cierre se retiraban a sus posiciones y eran los comisarios o directores
lo que emprendían jurídicamente el cometido asignado. Mientras los soldados revestían
sus armas los comisarios delimitaban el área entre las filas de los ejércitos, señalaban un
lugar en el centro para el inicio del combate, y designaban cual de los dos debía lanzar
primero al ser armas arrojadizas.
El combate y sus consecuencias
Cumplidos todos los requisitos se procedía a la celebración del combate, lo cual
daba fin al conflicto y las clausulas del convenio debían ser cumplidas, entrado en vigor
como si se hubiese procedido a la conclusión de un tratado de paz.
Para que las condiciones surgiesen efecto era necesario que las reglas fuesen
respetadas. Una vez que ambos guerreros habían revestido las armas y se hallaban
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
XIV
dispuestos para la lucha avanzaban hacia el lugar de la lucha, solos y tomaban posición
frente a frente.
El combate era llevado a cabo con las armas fijadas en el acuerdo, y no se
permitía la utilización de ningún otro tipo de instrumento accesorio. Cualquier
infracción de esta regla o de la anterior, era causa de nulidad del convenio invalidando
el resultado que se hubiera dado en el combate singlar. También era ilegal el ataque
contra uno de los combatientes procedente de un miembro del bando contrario que se
hallase en las filas de su ejército contemplando el desarrollo de la lucha.
El combate no debía necesariamente acabar con la muerte de uno de los
contendientes, sino que debía acabar con el reconocimiento de la derrota por parte de
uno de ellos cuando este rehusaba continuar la lucha o emprendería la huida. Sin
embargo no existía un criterio fijo para el caso de que los dos guerreros cayesen heridos
en el enfrentamiento. Así ocurrió por ejemplo en encuentro entre Eteocles y Polínice, al
término del cual se suscitó una tremenda polémica entre agravios y tebanos, reclamando
ambos la victoria para su bando.
El combate solía acabar con la muerte de uno de los contendientes, de manera
que no pudiese suscitarse reclamación alguna ante la evidencia de la derrota. Así ocurrió
en la mayoría de los encuentros, la parte vencida aceptó sin paliativos el resultado,
facilitando con su actitud el cumplimiento de las condiciones del convenio y el
subsiguiente establecimiento del estado de paz. Hubo enfrentamientos que acabaron con
la puesta en práctica de las estipulaciones acordadas en el convenio.
No en todos los encuentros se logro llegar a un resultado que satisficiese a las
partes contendientes por considerar que una de las dos partes había violado las
condiciones pactadas durante el transcurso del combate. En este caso la guerra
comenzaba a seguir su curso y era necesario el choque entre ejércitos para determinar su
resultado.
Los problemas y disconformidades casi nunca fueron solventados por nuevas
negociaciones, normalmente ambas partes prefirieron, amparándose en la clausula que
proclamaba la ruptura del convenio si se producían irregularidades en el combate, dar
por invalido el resultado y continuar el conflicto por otros medios.
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
XV
Esto no significa que el combate singular fuese ineficaz, a pesar de los
numerosos ejemplos en que no se pudo resolver el conflicto, hay muchos e los que si se
ha llegado a resolver aceptando los resultados tras el combate.
El acuerdo regulador del combate se rebeló como un magnifico sistema para la
resolución de diferencias por medio de la negociación llevando a la práctica su misión
para la que fue concertado, que actuase decisoriamente entre los litigantes para otorgar
el objeto debatido a quien triunfase y el derrotado acatase el resultado ya que se obligo
por juramento a hacerlo. En la mayoría de los casos el resultado fue aceptado, cuando la
sanción divina era la única fuerza externa que podía mantener los acuerdos humanos,
pues la religión común entre las sociedades de aquel periodo, jugaba un papel
preponderante
Conclusiones.
El recurrir a un combate singular entre los representantes elegidos de dos grupos
enfrentados por un conflicto, estableciendo previamente un convenio bélico por el que
se acordaban no sólo las condiciones del encentro entre los dos guerreros sino también
las obligaciones a que se comprometían los vencidos, fue en la historia del pueblo
griego un procedimiento típicamente arcaico.
En la gran mayoría de los casos conocidos remontan a las edades heroica y
homérica, habiéndose conservado únicamente tres ejemplos de la aplicación de este
sistema en los siglos VIII, VII y VI a.C. El origen de esta institución, proviene de las
relaciones privadas, desde la que se utilizó en el terreno de las diferencias públicas
como un método para disminuir la crueldad de la guerra y salvaguardar los intereses
étnicos de las diferentes minas o pueblos.
Al mismo tiempo el combate singular se destaca como un sistema esencialmente
aristocrático, puesto que la elección del representante de un grupo tiene por fuerza que
recaer en un miembro de la clase dominante cuya nobleza de sangre le permitiera
afrontar con gallardía el ritual de la lucha y poner de manifiesto las altas cualidades
guerreras de su estirpe. Hasta tal punto es básica esta dependencia que en cuanto el
elemento popular comienza a participar en las tareas de gobierno de las ciudades
griegas, el combate singular desaparece casi por completo de la escena bélica griega.
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
XVI
La participación de la aristocracia queda patente en siete de los casos que se
conocen. Son muchas las razones que contribuyeron a la caída en desuso de esta
institución y a su posterior desaparición del ámbito cultural griego. Primeramente, la
evolución paralela, experimentada por la primitiva sociedad griega, frente al
aislacionismo característico de los pueblos primitivos como lo era el griego, el paulatino
desarrollo de la convivencia entre diferentes grupos étnicos, el surgimiento de ideas
filosóficas y morales en las comunidades más avanzadas políticamente, que son acep-
tadas o adaptadas por el resto, el abandono de una economía agraria y de pastoreo que
no conocía el intercambio, siendo sustituida por un comercio marítimo cada vez más
intenso, la flexibilidad e introducción de nuevas normas de guerra, el fenómeno de la
colonización, en definitiva, son los factores causantes de que el mundo de las ciudades
griegas transforme sus esquemas de vida conformándolos a tendencias y actitudes
generales, helénicas, válidas para todas ellas.
Además, durante los momentos finales de aplicación es cuando con más
frecuencia los convenios que regulaban el combate y su desarrollo fueron ineficaces,
porque se cometieron actos de deslealtad que violaban el acuerdo y a menudo el bando
vencido, para paliar su derrota, impugnaba el resultado, podría aducirse que tales hechos
se conjugaron para desacreditar estos enfrentamientos singulares. Sin embargo no pudo
ser ésta la única causa que contribuyera a disminuir el valor del combate singular,
puesto que las irregularidades cometidas en el transcurso de la lucha o a la hora de
cumplir las obligaciones contraídas al firmar el acuerdo no hay que achacarlas a la
estructura de la institución, que es perfecta y responde a una extraordinaria finalidad,
sino que son fallos imputables a la naturaleza humana, que confiaba cada vez menos en
los métodos minoritarios.
hubo sobre todo una razón más seria y profunda, a medida que se constituyen los
esquemas políticos de las ciudades griegas, que se forma el espíritu de la democracia, se
hace más patente que el azar de un encuentro, que afecta solamente a dos hombres, no
puede decidir la suerte de toda una comunidad. En caso contrario se aceptaría la
utilización de un residuo aristocrático, que no encajaba en la mentalidad popular de la
época clásica en Grecia, en donde la victoria era el resultado de una tarea y esfuerzo
comunes de todos los componentes de la polis.
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
XVII
Todo esto significa que en el siglo V a.C. el combate singular no es más que un
recuerdo de épocas legendarias y antiguas, que no tiene ya cabida en las estructuras
democráticas generales que regían las manifestaciones de la guerra. Por otra parte su
eficacia se había mostrado, en los últimos siglos de aplicación, bastante reducida,
poniendo al descubierto que su empleo no hacía más que retardar el choque definitivo
entre los dos ejércitos, ya que las diferencias latentes entre las fuerzas que se enfren-
taban obedecían a causas políticas y económicas que, a los ojos de los combatientes, no
podían ser modificadas por el simple resultado de un encuentro entre dos hombres, sino
que requerían la acción conjunta de todo el poderío militar para, una vez derrotado el
adversario, proceder a adaptarlas a las propias conveniencias.
Pero al mismo tiempo otra circunstancia pudo influir en el progresivo
desempleo de este sistema. En efecto comenzado el Siglo VI a.C. hace su aparición una
nueva institución en las relaciones internacionales griegas, que al principio se combinó
con la monomachía como un intento pacífico por poner rápido fin a los conflictos, se
trata del arbitraje en el mundo griego que puede ser considerado como el único medio
conocido en la época para evitar la guerra. El combate singular, que había exigido el
sacrificio de uno de los dos contendientes cuando menos, resuena ya como un eco
lejano en las obras de Heródoto y Tucídides. El progreso cultural de Grecia relegó al
olvido una importante tradición que, si ya no tenía razón de ser en el avanzado mundo
de las formas políticas, legales y sociales helénicas, había desempeñado sin embargo un
brillante papel en el primitivo proceso de la civilización griega.
El Convenio entre Calcide y Eretria sobre la Prohibición del uso de
Armas Arrojadizas.
La guerra Lelántica
Una de las primeras guerras de la que hay noticia que se enfrentaron entre sí
diferentes comunidades griegas es la que se suscito en época arcaica en la isla de Eubea
y que tuvo como protagonista a Cálcide y Erétria, la conocida como guerra Lelantica.
Este conflicto se dio por anotarse la posesión de la fértil llanura de Lelanto.
La cronología tiene numerosos problemas aunque se acepta por la mayoría de
los estudios que el conflicto tuvo lugar en los últimos años del siglo VIII a.C. y la mitad
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
XVIII
del siglo VII a.C. Como aliadas de cada una de ellas combatieron diferentes ciudades de
Grecia, Mileto ayudo a Eretria y los samios a Cálcide, también se asociaron beocios y
Tesalios.
Motivos del convenio
El exceso de población obligo a la isla de Eubea a buscar nuevos territorios a
colonizar para el traspaso de familias agrícolas y el fomento de comercio con nuevos
territorios. Entre las ciudades que ocuparon se encontraba Mileto, la aliada de Eretria en
el conflicto lelantico, que representa los principios de la competencia e intercambio
comercial opuestos a los sistemas de beocios u tesalios, que compartían con Cálcide. El
parentesco étnico pudo jugar un papel en ellos pero había más motivos.
Con Calcide se encontraba la aristocracia de Grecia central que por su
identificación con los esquemas sociales que rigen la isla no pueden observar impasibles
como sus subordinados seculares se adueñan de los recursos tradicionales de la vida de
los nobles, Mileto al contrario sus ideas filosóficas y morales sobre el valor inapreciable
de la libertad y la autonomía políticas en la realización del espíritu interhelenico
influyeron mucho en Eretria, que pronto desde antes del siglo VI a.C. destaco como uno
de los adalides de la democracia.
Cuando Mileto se convierte en firme defensora de la independencia griega en
Asia Menor frente al imperio presa, encabezando la rebelión contra Darío I, Eretria
acude con cinco naves, unidas a las veinte de Atenas para sumar fuerzas a su antigua
aliada. Una vez llegados a las manos, se produjo un problema. El grupo aristocrático
que condice Calcide sigue apegado a un sistema de lucha arcaico que permite solo la
participación de la nobleza en el desarrollo de los combates y que exige el cumplimiento
de condiciones rituales para su práctica.
Por el contrario habiendo sido habiendo sido eliminada la oligarquía
terrateniente de Eretria, el nuevo estrato popular que se hace cargo de la contienda ni se
haya capacitado para ejercer tal genero de combate ni desea amoldarse a este sistema,
pues necesita contar con la participación de los componentes de la ciudad al completo.
Por tanto los modelos de ejército y combate de ambas facciones diferían mucho y
entraban en conflicto por su antagonismo.
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
XIX
El enfrentamiento de dos sistemas tácticos absolutamente opuestos e
irreconciliables se hacía necesario el establecimiento de un acuerdo que unificase los
criterios por los que se rigiese la lucha, y se hacía necesario estipular ciertas condiciones
de lucha que garantizasen una igualdad en los medios utilizados, permitiendo el
combate con caballos y a pie pero con armas convencionales para el encuentro cuerpo a
cuerpo y no autorizándose el uso de aquellas que hieran a distancia.
El convenio y sus condiciones
Como paso previo al inicio de las hostilidades, ambas partes debieron de
mantener conversaciones sobre el tema, que prosperaron en el acuerdo bélico acerca del
sistema y medio del combate.
El convenio estipulo según las fuentes, estas condiciones:
1. No era licita la utilización de armas arrojadizas a distancia (dardos, lanzas:
άδήλα βέλη, ηηλεβόλα), así como de instrumentos para lanzar otras 8arcos,
hondas: έκηβόλα, ηοξα, ζθενδοναί).
2. Se permitía la utilización de la caballería como fuerza de ataque del ejército, y
naturalmente para trasladar material y hombres al campo de batalla en carros,
como el empleo de espada y lanza sin ser soltadas de la mano y en la lucha
cuerpo a cuerpo (ξίθοζ, έκ σειπορ, ζςζηαδόν).
Este acuerdo tuvo que ser aprobado, puesto que su aplicación afectaba al
desarrollo total de la guerra y su posible desenlace, y fue objeto de una atención
especial por los órganos de gobierno de cada ciudad que decretaron que dicho texto
fuese grabado en piedra para legitimar su contenido
Estrabón ha transmitido que en el Amarintio, templo de Artemisa que se hallaba
cerca de Eretria se conservaba una estela que daba fe del acuerdo. Se pidió una copia
para cada ciudad para situarla en el templo o ágora de la misma. Esto respondía al deseo
de generalizar del modo más extenso posible el conocimiento de lo estipulado. No se
sabe si la estela de Estrabón es la de Eretria o es una única que está situada en ese
templo que sería venerado por ambas gentes. El convenio había sido jurado por los
representantes de las dos ciudades y la situación de este en un lugar sagrado significaba
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
XX
que la divinidad titular del templo ejercía su tutela directa para que fuese fielmente
respetado asumiendo la tarea de castigar al perjuro que incumpliese las condiciones.
Conclusiones.
La celebración de los diferentes combates en la guerra lelantica de acuerdo con
las normas establecidas en el convenio supuso la modificación del sistema de lucha
tradicional característico de la aristocracia, que había tenido vigencia en Grecia des de
la mitad del segundo milenio a.C., y que había mantenido casi inalterable, si
exceptuamos a las ciudades griegas de Asia menor, hasta el siglo VII a.C.
El papel desempeñado por el elemento popular en la formación de cuerpos
hoplitas y de caballería, como refiere Plutarco, potencia al máximo la idea comunitaria
de participación en la lucha, lo que más adelante será aceptado como u principio básico
de la democracia, en donde el éxito o fracaso de las empresas políticas es siempre
resultado de un esfuerzo común.
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
XXI
III. Los Convenios para el cese de Hostilidades.
Los acuerdos de tregua
Primeros convenios de tregua
El acuerdo de suspensión de hostilidades puede ser el más antiguo compromiso
solemne que establecieron los griegos en sus relaciones internacionales, aunque la
forma más antigua de acuerdos bélicos lo constituyen los convenios derivados de la
esfera privada que se aplican a la resolución de diferencias por la vía pacífica entre dos
pueblos. De este modo, el acuerdo que regula el combate singular cumplía la función de
una tregua, pero al mismo tiempo era el resorte que abría un período de paz.
No obstante el acuerdo de tregua es indudable que presenta también una gran
antigüedad. Aunque las fuentes escritas no nos hubieran legado un considerable número
de testimonios en tal sentido, es claro el papel primordial de estos convenios en los
enfrentamientos armados de las primitivas sociedades. En estas sociedades es
primordial el papel del parlamentario que con un signo de inviolabilidad en la mano se
encarga de comunicar al adversario la solicitud de tregua es una constante. Signos como
agitar pieles atadas al extremo de un bastón, o ramas verdes de un árbol o grandes
hierbas son signos y símbolos que notifican las intenciones pacíficas y son siempre
respetados.
La guerra en sus primitivos estadios no era llevada siempre a sus últimos
extremos, ya que la comunidad se preocupa básicamente de la protección del individuo
y de causar el menor número de daños posible para la sociedad. Por estos motivos, en
Grecia hasta los albores de la época clásica fue utilizado el procedimiento de la
resolución de disputas mediante el combate singular, sustituido poco a poco desde el s.
VIII a. C. por el sistema del arbitraje. De todos modos, la larga serie de enfrentamientos
bélicos que desde el II milenio a. C. se venían produciendo en los territorios griegos
eran cada vez por motivos de más compleja índole. Los convenios de tregua debieron de
hallar una temprana aplicación puesto que sus fines se justificaban plenamente con el
deseo de humanizar la lucha.
Las honras fúnebres tributables a los caídos lograron imponer reglas rígidas e
inmutables, como una obligación piadosa y sagrada. Los convenios de tregua se
empleaban en la mayoría de los casos con esa finalidad, solo cuando la organización de
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
XXII
la guerra resulta más compleja vemos aparecer las primeras treguas establecidas con
fines distintos a este.
En cuanto a los ejemplos de tregua cerrada con el objetivo de recoger a los
soldados muertos y poder darles sepultura los encontramos en la edad heroica ya,
reflejados en la Ilíada. Aunque todavía antes se pueden encontrar convenios de este tipo
por ejemplo en los detalles de la tradición griega acerca de la expedición contra Tebas.
Es posible seguir las líneas generales de los hechos que nos conservan las versiones de
las hazañas de Heracles y Teseo. De acuerdo con la leyenda Adraste, el rey de Argos,
que había sido el único superviviente de los siete caudillos que marcharon contra Tebas,
se dirigió a Atenas en busca de ayuda rogando a los atenienses que colaborasen en la
tarea sagrada de enterrar a los seis hombres sin sepultura a las puertas de la ciudad
beocia por orden de los tebanos. En esta leyenda, en una versión antigua, fue el mismo
Adraste quién persuadió a los Tebanos para que permitiesen la inhumación de los
héroes argivos.
Sobre la reacción ateniense a la solicitud de Adraste, que fue atendida
personalmente por el héroe nacional Teseo, tenemos dos versiones: la más antigua de
ellas, la pacífica, por la cual Teseo había conseguido convencer a los tebanos sin
necesidad de recurrir a las armas, para recuperar los cuerpos y enterrarlos en Eleusis. El
autor parece ser Esquilo, puede que inspirado en la rehabilitación de los héroes y
leyendas atenienses emprendida por Cimón y recomendada por el oráculo de Delfos.
La otra versión, más extendida, es la guerrera, por la cual Teseo y los atenienses
tuvieron que recuperar los cuerpos de los argivos tras una lucha encarnizada. Los
atenienses pudieron tomar Tebas, pero Teseo lo prohibió porque habían acudido
únicamente a cumplir la ley sagrada del enterramiento. Esta versión es anterior en
algunos años a que escribiera Heródoto, quizá en los primeros años de la guerra del
Peloponeso, puesto que ya era conocida por este. Atenas, al fundar su imperio marítimo,
quiso proclamar bien alto sus derechos a la supremacía: tanto en la escultura como en la
pintura se representaban los hechos de Teseo.
Esta versión pronto comenzaría a hacerse popular, pero no bastaba el hecho de
que los muertos hubiesen sido devueltos por la persuasión, por lo que se introdujo la
modificación de que la ciudad impía había cedido por la fuerza de las armas. Heródoto
parece haber tomado esta variante de los lugares comunes de la elocuencia ática, pero es
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
XXIII
sobre todo la tragedia de Eurípides la que desarrolló hasta sus últimos extremos el
hecho: el veredicto de Eurípides hacia la actitud tebana es muy severo en las
Suplicantes, y en ello pudieron influir ciertos acontecimientos de la guerra del
Peloponeso. Esta versión pasó a ser en la oratoria un desarrollo obligado de todo elogio
de Atenas y sus hombres.
Junto a la versión tebana, antigua y recogida por Píndaro, en la que nada
intervienen los atenienses, sino solamente Adraste, están las dos elaboradas por los
atenienses, la pacífica y la guerrera. La fijación estaría sobre el s. V a. C., el relato de la
participación de Teseo en la recuperación de los cuerpos tendría la misma antigüedad o
aún mayor que la versión tebana, aunque ciertamente la intervención de Teseo para
rescatar los cadáveres no tuvo nunca lugar. Sabemos de la existencia de una tradición
que proclamaba a Heracles como la primera persona que devolvió a los muertos
enemigos mediante un acuerdo de tregua, y era esta una versión muy extendida al decir
de Plutarco. Las tradiciones que concernían a Heracles y los Heraclidas presentan
muchas analogías y a menudo se entrecruzan con las referentes a Adrasto. La leyenda
ateniense no tuvo inconveniente en ir relacionando a Adrasto con Teseo y atribuir a su
héroe nacional la inspiración y el mérito de haber conducido a Tebas a observar los
sentimientos de justicia y humanidad hacia los muertos, reduciendo el papel de Adrasto.
De este modo un extranjero, Adraste, llega a Atenas a solicitar asistencia al héroe
Teseo, al igual que en otros muchos episodios de la leyenda acudían extranjeros a
Heracles con estas peticiones. Era por tanto una oportunidad no despreciable para hacer
rivalizar a Teseo con Heracles y compartir sus hazañas con las del hijo de Zeus.
No conocemos el momento histórico en el que se efectuó la transferencia de la
atribución de la primera tregua conocida de la Heracleida a la Teseida. El relato llegó en
esta forma hasta el siglo XI a. C. y Esquilo introdujo la variante del enterramiento de los
cadáveres en Eleusis. De la noticia de que Heracles fue el primero que devolvió a sus
enemigos no conocemos los orígenes, ni podemos encontrar un lugar para ella en la
relación de empresas acometidas por el héroe. Aunque parece ser la más antigua
información sobre el convenio de suspensión de hostilidades que ha llegado hasta
nosotros. Por último se produce, en un estadio de evolución de la Teseida que no
podemos determinar con seguridad, pero que muy bien pudo ser durante la formación de
los ciclos épicos, la atribución a Teseo de un acuerdo de tregua con los tebanos
mediante el que se le permitió recoger los cuerpos de los argivos para darles sepultura.
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
XXIV
Antes del último tercio del II milenio a.C. se había constituido la costumbre de
devolver y reclamar a los muertos en combate. Esta costumbre, por la participación de
tebanos, argivos y atenienses, podía ser por tanto conocida y practicada tanto en el
Peloponeso como en Grecia meridional y central.
El ejemplo de suspensión de hostilidades que conocemos por la Ilíada nos
plantea el problema de si su aplicación refleja una etapa primitiva en la transmisión del
poema o por el contrario pertenece a un momento reciente, en la que la obra adopta su
forma definitiva, como pretende H. Weil. La primera de las soluciones parece ser más
exacta, pues junto al uso del convenio se nos ofrece en el resto de la obra una imagen de
trato cruel y despiadado con los cadáveres, que responde a cuestiones de estructura del
poema, y contra el que se alzan las voces de los mismos combatientes y del poeta. La
sepultura acordada por los tebanos a los guerreros caídos ante la ciudad fue un hecho de
capital importancia en la historia de las costumbres griegas.
Antes de la finalización del II milenio a. C. volvemos a encontrar otro acuerdo
de tregua con este fin, convenido por atenienses y peloponesios para la devolución del
cuerpo del rey Codro, con el que según la tradición acabó la lista real de Atenas. Del
mismo modo los tracios y beocios cerraron un convenio de suspensión de hostilidades
cuya finalidad más probable era sepultar a los caídos, auque también la retirada de los
tracios, primer ejemplo de este uso antes del I milenio a. C.
Se puede concluir que hacia el final del II milenio a. C. se había fijado ya en
toda Grecia en procedimiento consuetudinario del establecimiento de convenios que
hacían cesar las hostilidades en casos determinados, pero especialmente para recoger los
cadáveres de los combatientes y tributarles las ceremonias fúnebres. Este
comportamiento es una regla interhelénica de forzoso cumplimiento.
Diferentes tipos de tregua
Los diversos enfrentamientos bélicos que tuvieron lugar de los siglos VI al IV a.
C., nos muestran la imagen del convenio de suspensión de hostilidades como uno de los
sistemas más perfecta y asiduamente aplicados, que en el curso de todo conflicto
armado habían de llevar a cabo las partes beligerantes con la finalidad de establecer o
procurarse concesiones de tipo humanitario, que no alteran en ningún caso la marcha de
la guerra. Las obligaciones piadosas debidas a los muertos representa la forma más
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
XXV
antigua de los convenios de esta naturaleza. Aunque existen distintos posibles motivos
para llevar a cabo treguas. Los casos de tregua que se realizaron con motivo distinto a
dar sepultura a los muertos crearon precedentes que sirvieron para ocasiones
posteriores, en las relaciones bélicas entre pueblos griegos y con pueblos enemigos del
norte de Grecia y de Asia Menor. Por tanto se deben analizar distintos tipos de tregua.
Tregua para la recogida de los muertos en combate
Es el ejemplo más antiguo de aplicación de convenios de tregua. Hay dos
modalidades, con algunas variantes:
En primer lugar, cuando el acuerdo establecido por los contendientes tiene lugar en
tierra firme. Es el caso más frecuente, ya que la otra variante tiene lugar cuando en la
guerra entran en juego las fuerzas navales de ambos bandos. El esquema de
funcionamiento de esta tregua era el expuesto a continuación:
-Negociación del acuerdo de tregua: era fácilmente negociable. Se llevaba a cabo
siempre esta negociación por medio de un heraldo, el cual, con la garantía
proporcionada por su inviolabilidad reconocida por todos, como persona sagrada
protegida por Hermes, trasladaba al adversario la petición de sus jefes y regresaba a
continuación a su propio campo para comunicar la respuesta. El heraldo era la única
persona con capacidad de transmitir mensajes durante los momentos de actividad bélica.
Los parlamentarios o negociadores también necesitaban ir acompañados por un heraldo,
que extendía sobre ellos su inviolabilidad.
Las funciones del heraldo permanecieron invariables desde el II milenio a. C. hasta
la época clásica y se hallaban ya delimitadas antes del I milenio a. C. El más antiguo
ejemplo lo proporciona la Ilíada. En ella, el heraldo Ideo recibe el encargo de trasladarse
al campo aqueo para transmitir proposiciones de tregua para recogida de los muertos y
también de paz. El papel de Ideo se limita a dar cuenta exacta de las proposiciones de
Príamo y los troyanos a la asamblea de los griegos. Ideo transmite las ofertas troyanas
utilizando los mismos términos que Príamo (I1. VII, 362-263 y 372-378 = 381-397), sin
cambiar una sola expresión. Es un simple transmisor del mensaje establecido por
Príamo y por los jefes troyanos. Ideo permaneces entre los aqueos mientras estos
deliberan acerca de la oferta troyana; la oferta es la propuesta de paz a cambio de la
devolución de los tesoros que Paris trajo consigo, pero sin entregar a Helena. Esta oferta
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
XXVI
no es aceptada por ningún caudillo griego, pero sí se llega a un acuerdo en la tregua.
Ideo regresa a Troya dando cuenta de la respuesta griega (I1. VII, 397-417).
Tucídides también refiere durante la guerra del Peloponeso dos casos de actuación
de los heraldos. En el 426 a. C., atenienses y acarnanios, sus aliados, en una operación
conjunta derrotaron a lacedemonios y ampraciotas, y al día siguiente a los ampraciotas
de Idómena. El heraldo que los ampraciotas vencidos en el primer encuentro
desplazaron junto a sus adversarios fue enviado para solicitar en nombre de sus jefes la
recogida de los cadáveres. También durante el incidente de la ocupación de Delion por
los atenienses los encargados de transmitir a los beocios la petición de Atenas de de que
entregasen por medio de una tregua a los soldados caídos fueron dos heraldos,
regresando el primero de ellos a Atenas a indicación de un heraldo beocio que encontró
en el camino, que le aseguró que no conseguiría nada de sus compatriotas antes de que
el mismo hubiese regresado de Atenas. El segundo de ellos sí llegó a Beocia, dando
cuenta de la propuesta ateniense. Los beocios se negaron a conceder la tregua.
Por tanto, la función del heraldo era comunicar a una y otra parte las decisiones
tomadas por sus superiores, no tenía en ningún caso potestad para negociar. Su papel
era puramente pasivo, es simplemente el instrumento a través del cual se negocia.
-Cierre de la tregua: cuando la parte contraria da su asentimiento para que se realice
el acuerdo, el heraldo que había acudido a solicitarlo lo comunica a las autoridades de
su ejército y podía por tanto procederse a la conclusión de la tregua.
Pero antes de que se llevase a cabo la tregua se solían realizar dos operaciones
previas a la entrega de los cadáveres de los soldados del enemigo. La iniciativa de la
tregua partía siempre del ejército derrotado, ya que el ejército vencedor permanecía en
posesión del campo de batalla, pudiendo rendir con toda libertad los últimos honores a
sus propios soldados, y disponer a su gusto de los restos de todo tipo.
Los dos actos que proseguían a la victoria eran despojar a los muertos enemigos
de sus armas y objetos personales que llevasen consigo, e incluso vestidos y prendas
de abrigo. El segundo de estos actos era la erección de un trofeo, que poseía un
carácter netamente jurídico, no es una institución muy antigua, ya que parece que es el
resultado de las batallas entre hoplitas, cada vez más frecuentes a partir del s. VII a. C.
Es una costumbre de derecho aceptada por todos los griegos, el trofeo es la marca del
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
XXVII
triunfo, y el tope que los vencedores imponen a los vencidos prohibiéndoles ir más allá
de él bajo pena de incurrir en el pecado de hybris. Este trofeo se dedica a Zeus, el
vencedor reconoce que el triunfo se debe menos a sus propios méritos que a la ayuda del
dios todopoderoso. El trofeo podía ser construido en dos casos: si se había aniquilado al
adversario de tal forma que era imposible esperar una contraofensiva; o si el vencido
decidía solicitar al contrario una tregua para la recogida de los muertos, lo que
significaba que no tenía fuerzas suficientes para recuperar a sus soldados muertos por
medio de las armas. El trofeo se realizaba con materiales perecederos, nunca duraderos,
para que del vencido desapareciera más pronto el recuerdo de la derrota y evitar
posteriores discordias. Consigue rebajar en el vencedor la soberbia y la arrogancia, y el
vencido debía respetar el trofeo constituido por el enemigo.
En cuanto al despojo de los cadáveres de los enemigos, este se debe realizar antes
del cierre de la tregua. La erección del trofeo sin embargo no se debía realizar
necesariamente antes del cierre del convenio de cese de hostilidades. Los materiales con
los que había de ser construido, que eran las armas de ataque y de defensa de los
enemigos derrotados, se hallaban ya en poder del vencedor.
Finalizadas las gestiones del heraldo, y tras haber despojado el vencedor los cuerpos
de los enemigos, se cerraba la tregua. Se realizaba una ceremonia de compromiso mutuo
por medio de la libación, y la acompañaba un juramento, como sanción divina a la
obligación que se contraía, al acto del establecimiento de este acuerdo.
La potestad para cerrar con el adversario los acuerdos de tregua correspondía
siempre al jefe supremo del ejército que había tomado parte en la batalla, sin necesidad
de que se realizase ninguna consulta al poder civil del estado. La tregua era en Grecia
un acuerdo exclusivamente militar, no afectaba al curso de la contienda ni tampoco
resultaban de él implicaciones políticas.
Tenemos varios ejemplos de este hecho. La tregua homérica es cerrada por el
comandante supremo de la coalición aquea, Agamenón, y por Príamo, que ostenta la
máxima autoridad militar y también el máximo poder civil de la comunidad troyana.
En cuanto a Esparta, es un caso particular. La facultad de concluir los convenios
correspondía a aquel de los dos reyes que participase en la campaña. A partir del año
418 a. C. esta competencia se limitó por el gobierno espartano a causa de lo ocurrido
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
XXVIII
con el rey Agis, que concedió un armisticio a Argos sin contar con la opinión del resto
de los estrategas espartanos ni aliados, que habían considerado aquella como una
ocasión extraordinaria para acabar con los argivos, que se hallaban en inferioridad
militar. Esto llevó a un profundo descontento de los espartanos, y los éforos decidieron
instituir consejeros sin los cuales el rey no podía conducir a su ejército en campaña. Un
ejemplo de lo citado en Esparta lo constituye el rey Pausanias II de Esparta, que en el
año 395 a. C. convino una tregua con los tebanos en condiciones desfavorables para su
país, teniendo que retirar el ejército del territorio de Beocia, a pesar de la oposición de
los treinta consejeros que llevaba consigo. Pausanias en su regreso a Lacedemonia fue
procesado por alta traición, incoado por los éforos, y condenado a muerte. Salvó su vida
huyendo a Tegea.
Cuando el mando del ejército lacedemonio era confiado a alguien que no era uno de
los dos reyes, caso en el que no era nunca la totalidad del ejército, sino cuerpos
especiales con una finalidad concreta, la competencia para decidir treguas estaba en
manos de esta persona. Un caso de esto es la tregua establecida por los espartanos con
los habitantes de Estratos en el 429 a. C., en el que es cerrada por el navarca Cnemo.
También cuando Brasidas es destacado a la costa tracia con un grupo de tropas
espartanas se desplaza con poderes para establecer acuerdos, cerrando una tregua con
los atenienses de Torona.
Otro caso de interés es el de la tregua de suspensión de hostilidades convenida por
los atenienses y los acarnanios con los peloponesios en 426 a. C. En este caso, caídos en
el encuentro bélico los dos primeros comandantes de los espartanos, Euríloco y
Macario, se hizo cargo del mando un tercer jefe, Menedaio, que concluyó el convenio
para la recogida de los muertos.
En los pueblos y ciudades de gobierno democrático u oligárquico, pero que elegían
los estrategos entre los ciudadanos, confiaban a estos estrategos las tareas de dirigir el
ejército y la flota, cumpliendo con la mayor exactitud posible las directrices y fines que
la asamblea ciudadana se proponía para cada campaña, aunque para llevar a cabo su
función con la mayor eficacia tenían facultades para ordenar las operaciones de guerra
que más conviniesen a los intereses de su patria. Por ejemplo Nicias es quien establece
la tregua con los corintios, o Epaminondas, que desempeñaba el cargo de beotarca,
equivalente al de estratego dentro de la liga beocia, la cierra con los espartanos.
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
XXIX
Si eran varios los estrategos que dirigían las operaciones del ejército, participaban
todos ellos en la conclusión del convenio. Por ejemplo, el espartano Menedaio realiza la
tregua con Demóstenes y los estrategos acarnanios; o los acuerdos de suspensión de
hostilidades que se celebraron entre los atenienses y los siracusanos en Sicilia eran
puestos en vigor mediante el compromiso de los estrategos atenienses en conjunto y el
de los siracusanos, a quienes más tarde se les uniría el general espartano Gilipo.
La competencia para realizar estos acuerdos recaía en el comandante supremo del
ejército en cada situación, o en su subordinado si este falta. El estratego recibía un
número de tropas con la misión de llevar la guerra contra un determinado pueblo o
ciudad, pero cómo desarrollar esta misión es algo que se deja por entero a su albedrío.
Este comandante militar no incurría en responsabilidad por llevar a cabo el convenio,
pero sí podía verse procesado por haber omitido el realizarlo.
Cerrado el convenio, la suspensión de hostilidades entraba en vigor. Una vez
reunidos los cadáveres recibían el tributo de las honras fúnebres, como se debe a
hombres que han luchado valerosamente. Aunque las tareas de levantamiento de los
caídos por parte de los vencidos, podía verse alterada en algún momento por diferentes
imposiciones de los vencedores. Por ejemplo, tras la batalla de Leuctra, Epaminondas,
para evitar que los lacedemonios hicieran pasar inadvertida la magnitud de su derrota,
concedió la tregua de forma separada a cada una de las ciudades que lucharon junto a
Esparta, para que al recoger a sus compatriotas pudieran observar que el mayor número
de muertos pertenecía a los espartanos, a los que se les permitió finalmente recoger sus
cuerpos por un acuerdo de tregua.
Los caídos eran inhumados en el mismo lugar aprovechando la tregua, de corta
duración. Aunque, si el encuentro había tenido lugar en las cercanías de alguna ciudad,
y las tropas derrotadas procedían de ella, los cuerpos recibían sepultura en el solar
patrio. En algunos casos los vencidos también podían llevarse consigo los cadáveres de
sus compañeros para inhumarlos en otro lugar, como hicieron por ejemplo los
atenienses derrotados en el territorio de Éfeso en el 409 a. C. Los atenienses se
dirigieron a Notion, en donde los sepultaron. Otro ejemplo es el de los lacedemonios en
el 4118 a. C. trasladando los muertos de Mantinea a Tegea.
-Duración de la tregua: no poseemos excesivas referencias para cada caso en
particular, pero sí podemos deducir que se trataba de treguas con una duración
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
XXX
temporalmente escasa. Se ofrecían dos posibilidades a los combatientes: o bien dejar el
tiempo suficiente al enemigo para recoger los cadáveres y en su caso enterrarlos; o bien
determinar un plazo de tiempo exacto para llevar a cabo las tareas de recogida e
inhumación de los cadáveres. La primera de las soluciones ofrecía mayor comodidad al
vencido, pero podía prolongar excesivamente la tregua, por lo que resultaba en la mayor
parte de las veces elegida la segunda modalidad.
Esta práctica se podía aplicar de dos formas: si la batalla había tenido lugar en los
primeros momentos del día, considerando que aun quedaban horas de luz para recoger
los cuerpos, la tregua se cerraba para el resto de la jornada y la noche, y el acuerdo
expiraba al amanecer del día siguiente; si el combate finalizaba con el día ya avanzado,
la tregua duraba toda la jornada posterior a la batalla.
El acuerdo en ciertos casos era muy breve dado que los vencidos se retiraban
inmediatamente después de recoger a los muertos, y los llevaban consigo para darles
sepultura. Un ejemplo que se conserva demuestra que el período de tregua podía ser de
mayor duración, de este modo el general lacedemonio Brasidas, a quién los atenienses
derrotados en Torona habían solicitado la concesión de una tregua para la recogida en
inhumación de los cadáveres de un día de duración, concedió dos días para llevar a cabo
la labor. También cabe decir que en las ocasiones en las que el ejército derrotado salía
muy mal parado y se retiraba apresuradamente a un lugar seguro, el cierre del acuerdo
sufría lógicamente retrasos, y el heraldo solía llegar al comienzo del segundo día tras la
batalla, cerrándose el acuerdo para el resto de la jornada.
-Actos permitidos durante la tregua: la finalidad de este convenio era
exclusivamente poder llevar a cabo la recogida y enterramiento o cremación de los
muertos, aunque se podían llevar a cabo otros actos de naturaleza militar. Se podían
llevar a cabo sobre todo dos tipos de acciones lícitas:
-Llevar a cabo trabajos de fortificación de las posiciones ocupadas. Tenemos una
antigua muestra en la tregua establecida entre troyanos y aqueos. Era normal llevar a
cabo estas fortificaciones en tiempo de tregua, Una prueba es el hecho de que cuando
Néstor propone a la asamblea de los aqueos que se celebre el acuerdo con los troyanos,
lo hace no solo con el fin de recoger a los muertos, sino también para asegurar las
posiciones ocupadas. Otro ejemplo es el realizado por el general lacedemonio Brasidas
y los atenienses, tras la toma de Torona por los espartanos y sus aliados. La guarnición
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
XXXI
ateniense de la ciudad se refugió en el fuerte de Lecito, y Brasidas cerró con ellos una
tregua de dos días con la finalidad de recoger a los muertos, pero aprovechada por
ambos para fortalecer sus posiciones.
-Llevar a cabo movimientos de tropas. Solía tratarse de la retirada inmediatamente
después de la recogida e inhumación de los caídos en la batalla a posiciones más
seguras, en dirección a una ciudad aliada o buscando la protección de algún cuerpo del
ejército en zonas no muy alejadas, para evitar que el adversario asestara un nuevo golpe
a los vencidos al espirar la tregua. Por ejemplo, los lacedemonios en la tregua que
realizaron con los habitantes de Estratos se retiraron al territorio de los enfadas. Los
atenienses también aprovecharon este tipo de acuerdos con este fin. Otro ejemplo es la
actitud entre los lacedemonios y los arcadios en la tregua concluida en el 365 a. C.,
retirándose los lacedemonios, según Jenofonte, inmediatamente tras recoger a sus
muertos. En estos casos la retirada era rápida para conseguir mayor distancia con el
enemigo ante un posible nuevo ataque.
Otro caso es la tregua que se estableció por los tebanos con Pausanias II de Esparta
en el 395 a. C. Los tebanos habían derrotado en Haliartos a los lacedemonios del
general Lisandro, muerto en la batalla. Pausanias solicitó a Tebas recoger a Lisandro y
sus hombres, aunque con la oposición de muchos de los espartanos que preferían
hacerlo por las armas. A cambio de esta entrega de los muertos, exigieron los tebanos
que los espartanos se retirasen a Beocia y regresasen al Peloponeso, y así se llevó a
cabo. Se cerró la total suspensión de hostilidades con los tebanos, que les marcaron la
ruta a seguir para salir de Beocia, no pudiéndose apartar de esta ruta si querían que se
respetase la tregua. Otro convenio similar se llevó a cabo tras la batalla de Leuctra, pero
a diferencia del anterior fueron los mismos lacedemonios, y no los tebanos, quienes
después de su derrota solicitaron a sus adversarios una tregua para la recogida de los
muertos y a su vez cerrar la tregua para retirarse al Peloponeso.
En segundo lugar, en cuanto a los acuerdos establecidos tras una batalla naval,
poseemos información menos precisa que en tierra firme, aunque el funcionamiento
sigue siendo similar. La oferta parte también del vencido, y se realiza para proceder a
salir con las naves en busca de los que perecieron. El acuerdo se cerraba por el jefe
supremo de la flota. Una vez establecido el acuerdo entre los dos comandantes el
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
XXXII
vencedor levantaba un trofeo en la zona de la costa desde donde los barcos habían
zarpado a dirigirse para su encuentro con el enemigo.
Esta tregua también tiene otra finalidad más práctica, facilitar la recogida de los
restos del naufragio de las naves, tanto los cascos del barco como los utensilios de
navegación, ya que era posible su reutilización. Por ejemplo, los atenienses tras su
encuentro naval de Naupacto, devolvieron los muertos y los restos del naufragio a los
lacedemonios por la tregua establecida. Aunque los vencedores se podían reservar el
derecho de recoger para ser aprovechados por ellos mismos los restos del naufragio. Es
lo que hicieron los atenienses tras los combates navales junto a Pilos y Cinosema, ya
que a Atenas en estos casos le interesaba que el enemigo contara con pocas fuerzas
navales. Además los restos también servían al bando vencedor para ofrecer un presente
conmemorativo en cualquiera de los santuarios griegos más concurridos.
En el mar, la tregua se cerraría con gran rapidez por las circunstancias especiales de
las batallas navales, para que los cadáveres no se dispersaran, ni los restos de las
embarcaciones. Y en cuanto a la duración del acuerdo no conservamos detalles, aunque
no excedería de un día. Tras el combate, el vencido no efectuaba operación alguna por
un tiempo, ni se retiraba, únicamente se limitaba a quedar inmovilizado en el puerto en
el que se refugió reparando los daños y esperando la desaparición de la flota del
enemigo.
Causas para la existencia de esta tregua, el por qué de su obligatoriedad.
En Grecia, el respeto al cuerpo de los difuntos era una parte esencial de los ritos
piadosos profesados por los griegos a sus muertos. Las ceremonias llevadas a cabo
durante las honras fúnebres proceden de la tradición griega más antigua, y se hallaban
ya fijadas en el II milenio a. C. Dar sepultura a los muertos o bien quemarlos era un
deber inexcusable y sagrado para la familia del difunto, o en su defecto para el estado,
que debía asumir esta obligación si no lo podía hacer nadie más. La exposición del
muerto sobre un gran lecho, las lamentaciones fúnebres con cantos luctuosos, plañideras
y mujeres enmarañándose en pelo y golpeándose el pecho y la cabeza, la inhumación o
cremación del cadáver, constituyen un cuadro conocido de la tradición griega.
Estas prácticas, y las creencias en la vida de ultratumba, son patrimonio de los
primeros pobladores de Grecia y fueron tomando forma definitiva progresivamente con
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
XXXIII
las aportaciones de los grupos étnicos que fueron penetrando en territorio griego. El
respeto a los muertos se hallaba en la conciencia helénica desde épocas muy antiguas.
Hay una serie de problemas de fondo que debieron plantearse en el II milenio a. C.
Tanto en la Tebaida como en el ciclo troyano, la Ilíada especialmente. La fuerza de la
composición literaria se basa en la pugna entre las acciones que desencadena el impulso
desmedido en incontrolado de los sentimientos negativos y el límite que la nobleza de
espíritu impone al hombre de forma comunitaria. Por ejemplo, el episodio de Polínice y
los argivos yaciendo sin sepultura a las puertas de la fortaleza tebana justifican los
esfuerzos de Adrasto, y en la tradición de Atenas, de Teseo. El poeta de la Ilíada opera
con situaciones límite, a punto de traspasar el umbral de las reglas establecidas, para
sobrecoger el ánimo del oyente, pero la acción negativa no llegará a producirse, siendo
esta la lección moral que debe aprender el hombre. Homero se encarga de censurar, por
ejemplo, las intenciones de Aquiles con el cadáver del troyano Héctor.
El respeto a los muertos ya era algo consagrado por las creencias religiosas y
costumbres sociales de los griegos. Cuando el heraldo Ideo se desplaza a la asamblea
aquea para transmitir la solicitud de tregua por parte de Troya, Agamenón responde que
no puede oponerse a que los guerreros fallecidos reciban los últimos honores. Otro
ejemplo de ello son los funerales de Héctor y Patroclo. Tras la muerte de Héctor a
manos de Aquiles, al alma de Patroclo viene a hablar a su amigo para reconvenirle por
no llevar a cabo aún las honras fúnebres con su cuerpo ni haber efectuado la cremación,
lo que le obliga a vagar sin rumbo, viéndose rechazado por las otras almas y sin poder
penetrar en la morada de Hades. Este fundamento es el principal por el cual los griegos
no podían permitir que un cuerpo humano pudiera quedar insepulto. De este modo,
siguiendo con el ejemplo anterior, los combates de troyanos y aqueos por los cuerpos de
los caídos en combate sólo se debían a la intención de conseguir sus armas.
En esta línea, Claudio Eliano nos ha transmitido el texto de una ley ática de
considerable antigüedad, en la que se ordena que toda aquella persona que encuentre el
cadáver de un hombre debe cubrirlo con tierra y situar su cuerpo y su sepultura siempre
mirando hacia poniente. El respeto a los muertos, y el deber de entregar sus cuerpos, es
en palabras de Eurípides una antigua regla consuetudinaria instituida por la divinidad.
No se trata de una ley decretada por los hombres, sino que tiene el valor de uso,
costumbre o norma de conducta, que ligaba a los griegos unos con otros al haber
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
XXXIV
establecido y acatado estas leyes. Son por tanto estas costumbres, como indica
Sófocles, leyes no escritas, que se utilizaban como normas generales en las relaciones
mutuas entre estados, pero no habían recibido forma escrita, sino que constituían una
sólida tradición arraigada en el pueblo griego. Estas leyes tenían el valor de reglas
inmutables, en contraposición a las promulgadas por el poder estatal, cuya
promulgación se atribuía a los dioses o a tradiciones desconocidas. Además, tenían la
misma fuerza de obligatoriedad para todos los estados griegos. La no observancia o
atentado contra estos principios comunes a todo griego era causa, en el plano del juicio
humano, de acarrearse vergüenza manifiesta reconocida por toda la opinión pública, así
como severos reproches. En el aspecto religioso, las reglas no escritas llevan consigo
además su propia sanción, como consecuencia natural e inevitable en caso de que sean
violadas, con el consiguiente castigo de los dioses.
Estos principios no consisten solamente en proporcionar la recogida y
enterramientos de los cadáveres, sino también en no dar muerte a los prisioneros que lo
suplican, ni a los suplicantes, en proteger los lugares santos y consagrados a una
divinidad, y en respetar el derecho de la ciudad a la libertad y autonomía interna y en
sus relaciones exteriores, sobre todo comerciales. Junto a estos principios, la conciencia
griega formuló las “normas reconocidas por todos los hombres”, que no obligaban solo
a los helenos sino también a la totalidad del género humano. Estas reglas se hallan
formuladas ya en el s. V a. C., pero sobre todo a partir del s. II a. C., por medio de
Diodoro y Polibio, estas reglas van reemplazando poco a poco a las reglas propias de
los helenos.
El deber de entregar a los muertos era una norma que ligaba a los helenos, pero no a
todos los hombres. La solicitud de que los cadáveres de los combatientes fuesen
entregados para recibir sepultura se hallaba respaldada por las reglas comunes de la
costumbre griega, era por lo tanto sagrada y con arreglo a justicia (Euríp., Suppl. vv. 65
y 123). Eurípides resume esta actitud helénica cuando hace que Teseo responda al
heraldo de Tebas que dejando sus muertos sin sepultura los tebanos creen hacer daño a
los argivos, pero es en realidad a toda la comunidad griega a la que vejan y ofenden
(Suppl. 537 s.), considerándose los griegos incursos en la cólera y castigo de los dioses.
Por otro lado, en el caso de que uno de los dos bandos combatientes no pudiese o no
tuviese preocupación por recoger y enterrar a sus hombres caídos, correspondía a la otra
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
XXXV
parte llevar a cabo esta tarea. Esto lo llevaron a cabo los griegos con los persas tras
Maratón (Pausan. I, 32, 5) y Platea (Heród. IX, 83-84; Pausan. IX, 2, 5). Lo mismo hizo
Filipo de Macedonia tras la batalla de Queronea, dando sepultura a los cadáveres
atenienses, y Alejandro, enterrando a los enemigos caídos en la batalla de Isos (Diod.
XVII, 40, 1). Por Pausanias (IX, 32, 9) tenemos conocimiento del reproche al espartano
Lisandro por no enterrar a los soldados atenienses caídos en Egospótamos.
El deber era mayor si se trata de recoger a los propios muertos y sin resistencia del
adversario. La tregua era siempre concedida, o debía serlo. Hay un testimonio
importante, el juramento de los atenienses antes de la batalla de Platea, en el que tanto
estos como el resto de griegos antitebanos se comprometían, entre otras cosas, a no
dejar a ningún camarada caído en combate sin sepultura, en previsión de que los persas
lo impidieran.
Aunque en ciertas ocasiones no se pudo llevar a cabo, como por ejemplo en la
retirada del ejército ateniense comandado por Nicias y Demóstenes en Sicilia, que
tuvieron que poner a salvo a los supervivientes e iniciar la marcha sin dar sepultura a los
caídos frente a los siracusanos, y abandonar a los enfermos y heridos, como narra
Tucídides. Otro ejemplo son los sucesos ocurridos tras la batalla de las Arginusas en la
asamblea ateniense, que produjeron consecuencias trágicas, y tuvieron su origen en el
hecho de que una vez concluida la batalla naval una tempestad impidió recoger a los
náufragos atenienses y a los fallecidos, y sus cuerpos no pudieron recibir sepultura.
Sin embargo se podía rechazar la solicitud de tregua para recoger a los muertos en el
caso de que los vencidos hubiesen cometido actos sacrílegos o profanado un santuario.
Este fue el argumento de los tebanos para su negativa a devolver los cuerpos de los
atenienses caídos en Delion. Y este mismo argumento se empleó por la liga helénica
para no conceder el acuerdo a los focidios tras la segunda guerra sagrada, ya que habían
saqueado el santuario de Delfos (Tucíd. IV, 97-99); Diod, XVI, 25). Lo que se ignora es
si en estas circunstancias correspondía al vencedor dar sepultura a los fallecidos, o era
lícito k permanecieran insepultos. Es el único caso en el que se justificaba la negativa a
devolver los cadáveres, aunque los tebanos fueron siempre reacios a cerrar estos
convenios sin obtener compensaciones a cambio.
Por último, y ya en el plano político, algunas ciudades podían dejar sin sepultura
tanto a sacrílegos como a culpables de traición, a quienes en Esparta y en Atenas se
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
XXXVI
arrojaba, tras su ejecución, al fondo de escarpadas simas. En Atenas se trataba del
Báratro, y la costumbre al parecer es antigua.
Otros tipos de Tregua.
Tregua para la deliberación o para realizar consultas a un tercero.
No es una forma de tregua muy frecuente en comparación con el uso tan difundido
que tuvo siempre la tregua acordada para la recogida y enterramiento de los muertos.
Esta tregua la hallamos siempre en situaciones que son muy comprometidas para uno de
los bandos beligerantes, ya sea porque se encuentra asediado por el adversario o porque
este ya ha ocupado una parte del recinto de la ciudad.
La negociación del convenio difería del anterior. La tregua solía proponerse por
parte de uno de los emisarios de la ciudad sitiada, a los que acompañaría un heraldo, que
se entrevistaba con los jefes del ejército que atacaba la ciudad (cf. Tucíd. II, 71-72). La
solicitud respondía a una propuesta previa del enemigo, que requería a estos una
capitulación, o la entrega de la ciudad. El acuerdo en este caso se realizaba para permitir
deliberar acerca de estos requerimientos.
La tregua era cerrada por el comandante en jefe del ejército que asediaba la ciudad,
y por parte del bando sitiado por parte de las primeras autoridades civiles del estado
(Pol. II, 4), ya que estando estas presentes la autoridad militar no podía hacer uno de su
competencia.
En cuanto a la duración de este convenio podía variar, pero siempre era breve. Por
ejemplo, en la tregua entre Harpado y los focenses para deliberar estos sobre la
capitulación de la ciudad, Heródoto nos da la referencia de que el cese de hostilidades se
realizó por un día. Otro acuerdo de este tipo es el que realizaron los tebanos y los
plateenses, que no hubiera sido de mayor duración, solo que en este caso no se cumplió
el plazo de vigencia, ya que durante las negociaciones los plateenses comprobaron que
el número de tebanos del interior de la ciudad era menor del que se creía, por lo que
decidieron atacar por sorpresa a los tebanos. En último lugar otro ejemplo interesante es
el de la duración acordada para la tregua entre los lacedemonios y los plateenses. El
motivo de la solicitud de este convenio por parte de Platea era el de dirigirse a Atenas
para consultar si se debían aceptar las condiciones que propuso Arquídamo y guardar
neutralidad durante la guerra o bien entregar la ciudad a los lacedemonios para su
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
XXXVII
custodia. Por tanto, se trataba de una consulta para recibir órdenes de la cabeza de la
liga, Atenas. La duración de la tregua sería el número de días necesario para llegar a
Atenas con la consulta y regresar a Platea con la respuesta, por lo que les fue fijado el
número de días en que se debía realizar. El camino se podía realizar en un solo día, pero
se debió fijar en dos el número de días convenientes para su realización. La duración
final de la tregua finalmente sería de entre cuatro y seis días.
Esta tregua de los platenses con los lacedemonios nos informa acerca de los actos
permitidos durante la vigencia de la tregua. Los plateenses rogaron al rey de Esparta,
Arquídamo, que no devastase los campos mientras rigiese el acuerdo. Por tanto, estas
operaciones dirigidas contra las propiedades y campos de cultivo de los sitiados, sí se
podían llevar a cabo, y se realizaban para que los sitiados no realizaran acopio de
provisiones durante la tregua y pudieran resistir más tiempo.
Tregua para la retirada de uno de los bandos contendientes.
En esta ocasión se nos plantea un problema de interpretación de terminología griega.
Se trata de saber si un acuerdo persigue como fin esencial una suspensión de
hostilidades que haga posible la retirada de las tropas, en cuyo caso sí sería una tregua, o
bien si el convenio ha sido establecido con la única intención de retirar el ejército,
habiendo sido acordado por ambas partes que durante el trayecto las actividades bélicas
de los que se retiran cesen, así como las dirigidas contra ellos, encontrándonos en este
caso con un “convenio bélico especial”.
El segundo caso es mucho más frecuente, y se tratará más adelante. Se cerraban
normalmente este tipo de convenios especiales a continuación de una tregua.
Únicamente conservamos un ejemplo de una tregua en la que al mismo tiempo que
se establece la recogida de los muertos, también se estipulase, sin cerrar otro acuerdo
por separado, la retirada de una de las partes beligerantes. Este ejemplo es el de la
tregua que se cerró en el 395 a. C. por lo tebanos con el rey de Esparta Pausanias II, en
la que los beocios impusieron a los lacedemonios, a cambio de la concesión de sus
muertos, la retirada de Beocia. Se fijó también en este acuerdo la ruta que debían seguir
los espartanos para su retirada. En este sentido Jenofonte (Hell. III, 5, 24) refiere como
el ejército no podía penetras en los campos beocios. Las tropas atenienses que acudieron
en ayuda de los beocios controlaron muy posiblemente el paso de los lacedemonios por
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
XXXVIII
el territorio del Ática, hasta que llegaran finalmente al istmo de Corinto (cf. Jenof., Hell.
III, 5, 16-17).
Tregua para el cese de hostilidades durante períodos de tiempo prolongados.
Este tipo de acuerdos constituye un grupo interesante dentro de los diferentes tipos
de tregua, por sus características especiales. La finalidad concreta de estos convenios
era interrumpir las actividades bélicas entre los dos combatientes, para, en calma en las
operaciones de guerra, preparar su política militar en un futuro próximo. Esta forma de
tregua se acerca al armisticio general, pero la diferencia estriba en que ninguna de las
dos partes tiene intención de emprender conversaciones para la paz, como en el
armisticio. El acuerdo es cerrado por las primeras autoridades del estado, y la tregua es
únicamente un aplazamiento convenido del conflicto.
De este modo, un ejemplo la tregua llevada a cabo por los atenienses con los
beocios en el 421 a. C., o la mantenida por los calcídeos con Atenas desde el 417 a. C.,
renovables estas dos treguas cada diez días. La misión de estas treguas era establecer
una situación legal para regir el cese de hostilidades con estos pueblos, que no habían
suscrito la paz de Nicias, al contrario que otros aliados de los peloponesios.
Otro caso es el de la tregua entre Dercílidas y Farnabazo del 399/8 a. C., que fue
convenida por cuatro meses y renovada posteriormente por otros cuatro meses, y tiene
su fundamento en las condiciones especiales que se presentaban al ejército griego
trasladado a Asia Menor. Dercílidas, ante la proximidad del invierno, decide establecer
sus cuarteles lejos de las ciudades griegas, para lo que necesitó que el persa Farnabazo
accediese a una tregua que facilitaba además al espartano para retirarse a zonas
habitadas por pueblos bárbaros para obtener sustento para el invierno. También
garantizaba el acuerdo la suspensión de las hostilidades entre el sátrapa y las ciudades
griegas aliadas de Dercílidas. Posteriormente el lacedemonio renovó la tregua por cuatro
meses, para emprender una expedición sin obstáculos desde Asia Menor hasta el
Quersoneso tracio, en ayuda de las ciudades aliadas de Esparta en su lucha frente a los
tracios, y también conseguir para las ciudades griegas de la costa eolia y jónica una
situación no hostil con los persas. Estos ocho meses fueron aceptados por el persa
Farnabazo, ya que el sátrapa estaba también interesado en conseguir refuerzos y atraerse
a los griegos de la costa frente a la amenaza de Esparta.
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
XXXIX
Estas treguas tenían también un cierre característico. Las negociaciones previas eran
llevadas a cabo por medio de una embajada, acompañada de un heraldo. De esta manera
se lleva a cabo en la tregua ateniense con los beocios, y de la misma forma actúan los
corintios al desplazarse a Atenas acompañados de los beocios para intentar conseguir
ellos mismos una tregua similar. En el caso de la tregua con los calcídeos no conocemos
con precisión en que momento fue cerrada, pero pudo ser hacia el año 417 a. C., y
tampoco conocemos el sistema seguido, pero presumiblemente fue el estratego Nicias si
le fue conferida la competencia en Atenas. En el caso persa, Dercílidas envió delegados
junto a Farnabazo para la negociación del convenio.
Cuando ambas partes llegan a un acuerdo, se procede al cierre de la tregua. La
ceremonia de la conclusión del acuerdo se llevaba a cabo en una de las ciudades, y no
en el escenario de la lucha, por lo que eran las primeras autoridades estatales las que
asumían la función de cerrar en nombre de la ciudad el acuerdo. Tucídides es quién
relata el caso de la tregua con los beocios, y en el caso de la solicitud denegada a los
corintios, las cuestiones referentes a la tregua fueron llevadas directamente por los
atenienses. Por parte de beocios y corintios fue enviada a Atenas una delegación de
negociadores constituida por primeras autoridades y dotada de poderes plenos para
establecer y cerrar el convenio. En cuanto al caso de la tregua con los calcídeos, no
poseemos noticias acerca de las personas que intervinieron en la conclusión del acuerdo,
auque serían personas con competencia de sus propios gobiernos. En cuanto al caso de
Dercílidas, es distinto por la circunstancia de la actuación en Asia Menor, ya que en
estos casos se dejaba en mano del general todo lo relativo a los acuerdos con el
contrincante. El modo de llevar a cabo la tregua era exclusiva competencia del general
espartano, por lo que cerró la tregua sin necesidad de tener que informar a su gobierno
posteriormente. Por su parte, el persa Farnabazo, como el resto de sátrapas, podía
efectuar en su territorio los acuerdos que viera necesarios para su defensa.
En cuanto a la duración de este tipo de treguas, también es un caso particular.
Suelen ser muy prolongadas, pudiendo estar vigentes por varios años, más que si se
tratase de un armisticio. Aunque ninguna de las partes deseaba que el convenio
representara un obstáculo para los planes si se decidía en una situación determinada
retomar las hostilidades, por lo que los convenios se llevaban a cabo por plazos
renovables. Por ejemplo, este es el método empleado por los atenienses con los beocios
y los calcídeos, con los que la tregua era renovada cada diez días. De esta forma, era
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
XL
posible mantener en sucesivas etapas una relación pacífica prolongada. Además,
psicológicamente este sistema ofrecía la ventaja de disfrutar de una situación de hecho y
legal plenamente ausente de actos bélicos, pero a su vez cada diez días recordaba a los
contendientes que quedaban cuestiones que zanjar entre ellos.
El procedimiento que se seguía para renovar la tregua nos ofrece escasa
información. En el caso de los atenienses con los beocios, no presentaba problemas la
renovación, ya que era sencillo para un pequeño grupo de plenipotenciarios de ambas
partes encontrarse en un punto determinado o en una de las ciudades. En cuanto a la
tregua con los calcídeos, tampoco era difícil, ya que la zona de operaciones calcídea se
limitaba al norte de Grecia, y el convenio de tregua solo afectaba a guarniciones
atenienses de la Calcídica y sus cercanías, como son Esciona, Torona y Sermila, en las
cercanías de Olinto esta última, que era una de las ciudades más importantes de los
calcideos. Dercílidas y Fanarbazo establecieron el convenio por cuatro meses, y tras
concluir el invierno se alargó por otros cuatro, en similares condiciones. En cuanto a las
dos treguas de los atenienses que eran renovables cada diez días, se llevaron a cabo
durante largo tiempo. La cerrada con los beocios en el 421 a. C. se hallaba aún en
renovación en el año 415 a. C., año en el que Nicias habla ante la asamblea ateniense y
se refiere a ella. En cuanto a la tregua con los calcídeos del 417 a. C., esta tuvo menor
duración, ya que aunque en el 415 a. C. se debía hallar aún aplicada, sin embargo tuvo
que haber finalizado antes de la campaña emprendida por los atenienses frente a
Amfípolis a las órdenes del estratego Evetión un año más tarde, en la que participó
también el rey macedonia Perdicas II.
En último lugar, hay que tratar las actividades permitidas durante el período en el
que el acuerdo estaba vigente. Estas actividades permitidas eran de nuevo la recogida y
enterramiento de los muertos, las operaciones militares de tipo posicional, la retirada de
las tropas y la fortificación de puntos clave. También era posible además efectuar
expediciones y ataques contra otros pueblos, aunque fuesen vecinos o aliados de
aquellos con quién se estableció la suspensión de las hostilidades. Por ejemplo, en el
416 a. C. los atenienses procedieron al desembarco en Metona, y junto a los desterrados
macedonios refugiados en Atenas, devastaron el territorio de Perdicas II de Macedonia.
Los calcideos, pese a ser aliados del rey macedonio, y de que los lacedemonios, también
aliados, se lo habían indicado, rehusaron acudir en ayuda de su vecino para no romper la
tregua renovable que sostenían con Atenas. Otro caso es el persa, ya que Dercílidas, tras
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
XLI
su acuerdo con Fanarbazo, llevó a cabo una expedición frente a algunos pueblos
bárbaros vecinos de la satrapía, campaña que repitió también, tras renovar la tregua, con
los tracios que eran limítrofes del Quersoneso.
Conclusiones
A modo de conclusión, cabe destacar que este era un acuerdo bélico ampliamente
utilizado en Grecia, negociado en la mayoría de las ocasiones en el escenario de la
lucha, por parte de los jefes supremos de las partes beligerantes. Solamente en el caso
de que el acuerdo tenga lugar en una ciudad intervienen las primeras autoridades civiles.
El acuerdo produce una suspensión de las hostilidades que no es extensible a todos
los frentes de la guerra, y el cese de las hostilidades, excepto en el caso de las treguas
prolongadas, suele ser de duración muy breve.
Este convenio es el primer ejemplo de los conocidos en la época moderna como
acuerdos de tregua o suspensión de hostilidades. Esto significa que muchos siglos antes
de que el pueblo romano formulase principios aplicables a las relaciones con los
pueblos con quienes entraron en contacto, Grecia ya conocía en la práctica y la doctrina
reglas consuetudinarias de carácter interestatal que se hallaban delimitadas ya en su
esfera de aplicación, a modo del ordenamiento mundial del derecho bélico de hoy en
día. Por tanto, gran parte de las formas y principios característicos que rigen las
relaciones y el tráfico internacional, pese a ser determinadas por los maestros del
Derecho en los siglos XVI y XVII, tienen sus raíces en el mundo de los estados griegos
y en la herencia que recibió Roma a través del helenismo a través de estos, siendo
nosotros de este modo herederos del mundo clásico en estas normas de cultura.
La Tregua Sagrada.
La llamada Tregua Sagrada formaba parte de los procedimientos de los que
formaba parte los actos establecidos por motivo de las festividades religiosas más
importantes de la antigua Grecia. A partir del siglo IV A.C también formo parte de
algunas fiestas con carácter local, a las que mediante esta tregua se pretendía que
obtuvieran más prestigio y difusión entre el resto de ciudades griegas. Los promotores
de las fiestas religiosas no se limitaban a recomendar a los griegos que cumpliesen las
recomendaciones de los dioses, sino que de algún modo habitualmente se enviaban a
altos representantes de la administración de los santuarios y templos para cerrar
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
XLII
acuerdos con distintas ciudades griegas que estaban de acuerdo con establecer esta
tregua. Estas ciudades se comprometían a observar fielmente el periodo convenido de
suspensión de hostilidades y actos de violencia contra personas y propiedades.
Aunque este tipo de acuerdos podía realizarse en momentos en que había un
estado de paz, la finalidad del mismo estaba en prevenir la posible erupción de actos
bélicos o violentos justo para el momento en que se está desarrollando la fiesta o en sus
vísperas de celebración. Puede ser considerado por esta última razón también como un
convenio anticipado de suspensión de hostilidades, hecho con la finalidad de que sea
efectivo si se llegan a desencadenar actos bélicos o violentos, lo que no dice que
necesariamente se produzcan.
ORIGEN
La costumbre de interrumpir los conflictos bélicos por una duración variable de
tiempo para dar ocasión a la celebración sin contratiempos de las festividades más
relevantes de las ciudades griegas imbuidas en algún conflicto bélico remonta
seguramente a las primeras etapas que siguieron a las grandes migraciones étnicas.
Unos primeros momentos que ya asentaron a las distintas ramas del pueblo griego asi
como a sus centros y cultos.
La tregua sagrada derivo del principio religioso que traían las poblaciones
indoeuropeas que ocuparon la Helade. Este principio se basaba en la conmemoración de
la mitad amistosa, bondadosa y pacifica del primer nivel de los llamados ``dioses
soberanos`` indoeuropeos, que se oponía a la mitad violenta, belicosa y temible de estos
mismos dioses. En un primer momento esta conmemoración tuvo un aspecto restringido
solo a tribus y ramas concretas, careciendo de una proyección política que alcanzase al
resto de los pobladores y pueblos de Grecia. Una proyección que si alcanzaron en estos
primeros momentos gracias a oportunas decisiones diplomáticas y económicas los
cuatro grandes santuarios griegos, sobre todo el de Olimpia.
Los ejemplos existentes en las fuentes, son los que reúnen mayor antigüedad y
parecen indicar que la tregua sagrada, establecida por motivo de la celebración de
alguna fiesta, era un procedimiento potestativo y según las circunstancias esta fiesta
podía ser declarada o no y aceptada mediante un convenio entre ciudades que estaban en
periodo de guerra o en periodo de paz. La tregua era llevada a cabo durante la
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
XLIII
celebración de fiestas de carácter local en sus comienzos, pero un poco más tarde
algunas ciudades como Olimpia a la que siguieron e imitaron otras, como Corinto o
Delfos, en un deseo de universalizar todo lo posible y extender a los confines
determinadas celebraciones religiosas. Realizaron una más que intensa propaganda y
divulgación de fiestas y juegos que daba lugar a que cada cierto número de años, la
conmemoración a una divinidad, ya se convirtiera en una fiesta de carácter panhelénico.
Esto se debió tanto a la oportunidad que proporcionaban estas fiestas para hacer
contactos comerciales y políticos, como a que no se celebraban en un solo lugar y se
hacían alternativamente celebraciones en santuarios de prestigio de todo Grecia. Esto no
significaba en ningún caso que las treguas sagradas de carácter local desaparecieran.
Estos convenios locales no solo no desaparecieron sino que siguieron existiendo junto a
los establecidos para las grandes fiestas panhelénicas.
FUNCIONAMIENTO
Un tiempo antes de la fiesta un grupo especial de funcionarios del santuario en el
que iba a tener lugar una fiesta se desplazaba hasta diferentes ciudades griegas para
anunciar la próxima celebración de la fiesta y recoger en ellas compromisos solemnes
de las autoridades de esas ciudades respecto a la vigilia de normas y actitudes hacia ese
santuario y sus celebraciones de juegos y fiestas.
Estos funcionarios especiales eran dos. El primero de ellos estaba aplicado
desde época muy antigua a enunciar una fiesta que comportaba la tregua sagrada, su
misión también tenía un carácter político. Su misión política era estar dotados para
concluir y aceptar de las ciudades los acuerdos de tregua para la duración de la fiesta.
Estos funcionarios están atestiguados en las grandes fiestas panhelénicas asi como para
otras festividades de menor rango. El segundo de ellos aparece muy utilizado a partir
del S.IV A.C para designar a los emisarios enviados por el santuario para dar a conocer
en toda Grecia la celebración de una nueva fiesta o la repetición de otra ya existente.
Fiesta que puede llevar implícita en algunos casos la proclamación de una tregua
sagrada. Aunque este segundo fue sustituyendo al primero, en especial a partir del
periodo helenístico, todavía en el S. I a. C todavía existía este personaje contrapuesto al
segundo como un personaje que tenía como misión transmitir una propuesta de tregua
sagrada durante una determinada festividad de una ciudad.
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
XLIV
La tarea de estos dos funcionarios especiales portadores de la tregua sagrada,
comenzaba con larga antelación a la celebración de fiestas y juegos. La práctica seguida
era distinta según cada caso particular de cada santuario. En el resto de casos la labor
del anuncio de la tregua y de la fiesta era llevada a cabo por funcionarios religiosos del
santuario que organizaba la celebración. También la elección podía recaer sobre
ciudadanos que eran distinguidos en la ciudad por su reconocida dignidad, estos eran
habitantes de la ciudad o polis en cuyo territorio se hallaba el santuario y sus
dependencias principales. La fecha de salida de estos funcionarios no era la misma, sino
que cada cual comenzaba su marcha en una época diferente, de acuerdo con la distancia
a recorrer entre los lugares que se proponían para ser visitados. Antes de emprender su
viaje se preparaba con minuciosidad el plan de este viaje, primeramente se visitaría a las
ciudades que tenían unas mejores relaciones con la administracion religiosa del
santuario, especialmente los posesores de las casas del tesoro.
También la visita se extendería a ciudades no muy alejadas de estas o con las
que el santuario quería establecer contactos seguros, de esta manera cada una de las
teorías recibía como asignación una ruta fijada de antemano en la cual se incluían
regiones enteras de Grecia. Los enviados recibían además de las máximas autoridades
religiosas del santuario, exactas instrucciones para el cumplimiento de su misión. Estas
indicaciones debían ser lo más exactas posibles e insertadas en cartas. En una de estas
cartas se anotaba la personalidad del Teoro entre las ciudades que iba a visitar, en otra
se indicaba la ruta a seguir y se les indicaba los lugares y personas donde recibirían
alojamiento, siéndoles entregado igualmente cartas de recomendación para ellas. Otras
cartas contenían la invitación oficial dirigida a cada ciudad para que aceptase la tregua
sagrada y enviase una representación a la fiesta, junto a estas les eran entregados
borradores y guías del discurso que debían mantener ante la asamblea de las ciudades
que visitaran. Los gastos que producían los enviados eran pagados por la administracion
del santuario.
A su llegada a las ciudades se dirigían al personaje o ciudadanos a los que
llevaban los escritos de recomendación de los sacerdotes del santuario. En caso de que
en ese lugar no hubiera nadie ligado al santuario especialmente se recurría a visitar a las
principales autoridades civiles del lugar. Tras esto, los ciudadanos los presentaban los
escritos ante el consejo de la ciudad, que tomaba buena nota de su presencia y de la
misión que habían venido a cumplir para incluirlo todo en el orden del día de una
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
XLV
próxima asamblea. Se podía incluso para este fin convocar una asamblea extraordinaria
para facilitar el cumplimiento del cometido del Teoro.
Ante la asamblea el jefe de la misión desarrollaba las indicaciones dadas en
borrador por los Teocolos o Hierofantes del santuario. Se solía seguir un orden más o
menos fijo, poniendo de manifiesto los favores y la benevolencia de cada divinidad
particular, la celebración justa de una gran celebración religiosa en su honor, recordando
lazos de parentesco y amistad que hayan existido con la ciudad en la que se está y
pasando en ultimo termino a invitar oficialmente a la asamblea popular a enviar unos
representantes a la fiesta. Este es el esquema que debían seguir los Teoro junto a una
buena oratoria que lograra persuadir a cada ciudad para que asistiera a la fiesta.
El anuncio de la fiesta y la invitación eran hechos en nombre de la divinidad, no
del santuario o de la ciudad en cuyo territorio esta se encontraba. Una vez cumplida la
intervención ante la asamblea se limitaban a esperar la respuesta de la misma a la
invitación. La contestación se hacía por medio de un decreto que era votado por el
consejo y la asamblea en el que la ciudad declaraba su conformidad o no con la
aceptación de la fiesta. Los Teoros además de este anuncio iban mas alla en su misión,
debían intentar lograr que la administracion del santuario gozase también de
determinadas prerrogativas por las cuales tendrían como resultado que la afluencia de
visitantes a la fiesta fuera más numerosa y se realizase con toda seguridad lo que haría
que su prestigio aumentara sin duda.
El sistema seguido por los enviados del santuario en la forma y en la finalidad
era muy parecido al que se utilizaba en las embajadas ordinarias entre ciudades griegas
para establecer negociaciones de cualquier índole. La explicación venia en el hecho de
que no solo se anunciaba la festividad sino que se proponía también a las asambleas de
las ciudades visitadas que suscribieran diversos compromisos, que tenían fuerza y
legalidad de acuerdos interestatales. Uno de estos compromisos y más importante para
las autoridades del santuario era que este y la región donde se ubicaba el santuario
fuesen reconocidas como propiedad de la divinidad y ser libre del pago de tributos y
exacciones. Las autoridades religiosas del santuario se preocupaban especialmente de
que fuera garantizada en todas partes la inmunidad y la libre disposición de bienes y
territorios propios. Al mismo tiempo este reconocimiento del santuario suponía una
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
XLVI
renuncia al derecho de reclamar la extradición de los que se acogían allí como
suplicantes.
Otro ente de compromiso para las autoridades religiosas del santuario era la
tregua de armas que los Teoros solicitaban implícitamente en el acuerdo a cada ciudad,
para que acordasen un periodo de tiempo suficiente para que se celebrara pacíficamente
la festividad y la libre circulación y retirada de visitantes. La tregua sagrada protegía
eficazmente a la persona y bienes de quienes iban a tomar parte en la fiesta. A partir de
periodo helenístico además se estableció un compromiso solemne de no atentar nunca
contra la seguridad personal o patrimonial de los visitantes del santuario durante la
celebración de la fiesta.
No era preciso un anuncio especial de la tregua si su duración y su inicio eran ya
conocidos por todos y se mantenía firme de una vez para siempre. Pero si se considera
que los meses por los que se regía la administracion religiosa de un santuario variaban
fácilmente de un año para otro, podría pensarse que era difícil que las ciudades griegas
poder pasar sin un anuncio rápido y exhaustivo del inicio y duración de las treguas y de
las festividades. Es conocido que cada ciudad incluso perteneciente a ramas étnicas
iguales, se regían por distintos sistemas de nomenclatura y calculo de meses. Por estas
razones y por tratarse de cuestiones de gran relevancia como la guerra o la paz, los
Teoros y su función eran fundamentales ya que comparaban la fechación propia del
santuario con la de cada uno de los lugares visitados, de manera que quedasen bien
entendidas en el calendario de cada ciudad las fechas en las que ese año se regiría la
tregua sagrada de la fiesta que anunciaban.
A la par los Teoros llevaban a cabo en cuanto a la tregua sagrada una misión
muy importante como era el reconocimiento y aceptación de la tregua sagrada por una
ciudad. Este acto se convertía en un acto diplomático, negociado por los emisarios y que
constituía un autentico compromiso internacional en la política exterior de la ciudad.
Por esta razón el camino seguido durante el anuncio de la fiesta fue similar que cuando
se negociaba un acuerdo internacional en la asamblea popular. Los Teoros actuaban
como embajadores de una de las partes, presentando oficialmente su propuesta al
consejo y a la asamblea. Oídas en estos sus proposiciones deliberaban estos órganos de
gobierno acerca de la conveniencia de aceptar o rechazar lo que proponían estos Teoros.
Normalmente se aceptaba siempre la tregua sagrada propuesta y los requisitos
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
XLVII
implícitos a la misma, pero no era forzoso que se aceptara. Eso sí, decir no, no era muy
digno a ojos del resto de Grecia y esta actitud de intransigencia fue perdiéndose.
Después de ser aceptado el compromiso en la asamblea, se hacía constar la
decisión en el decreto emitido por tal motivo. En el decreto debía figurar igualmente la
notificación de las restantes ceremonias que debían acompañar a la solemne clausura del
compromiso. El acuerdo se acompañaba de libaciones y de un juramento de las
autoridades de la ciudad con el que se formalizaba el compromiso. Significaba que la
ciudad en cuestión se había comprometido con responsabilidad propia a observar la
tregua sagrada durante la fiesta anunciada para ese año. El acuerdo no era válido para
treguas de fiestas sucesivas que anunciase el santuario, solo para la ocasión en que se
acordó. Estas son las razones por las que los Teoros debían salir antes de cada fiesta
para negociar con distintas ciudades el reconocimiento de la tregua sagrada y que estas
la aceptaran.
La ciudad debía custodiar el documento del acuerdo y depositarlo en un archivo.
Los emisarios del santuario tomaban nota de él o se les daba una copia del decreto. Una
vez cumplida su misión los Teoros regresaban a su lugar de origen con las respuestas de
las ciudades invitadas a la festividad. Ya en el santuario se confeccionaba la lista de las
ciudades que habían aceptado participar, anotando aparte el reconocimiento o no de la
sagrada tregua. A vista del informe, las autoridades del templo se encargaban
frecuentemente de que el contenido fuese perpetuado grabándose en piedra. Asi se hacía
cuando una ciudad aceptaba por primera vez su asistencia a la fiesta y su conformidad
con los reglamentos de la misma. Asi el santuario estaba dispuesto en cualquier
momento de conocer los compromisos firmados por cada ciudad para con la fiesta.
También las ciudades participantes conocían ya el alcance de las obligaciones
contraídas y la fecha de inicio y final de esta. Una vez que se iniciaba el tiempo
marcado para la tregua sagrada cada ciudad con antelación mandaba poco antes del
inicio una embajada en nombre de la ciudad que asistía a los actos oficiales como
ofrendas, libaciones, procesiones, juegos, etc.…El primer acto al comenzar era la
aportación de ofrendas y libaciones en el altar de los dioses, estas se anunciaban por el
heraldo como simbólica renovación del estado de paz impuesto entre los participantes.
Respecto a las obligaciones contraídas por quienes aceptaban y
cumplimentaban los acuerdos para la tregua sagrada debemos destacar varios puntos de
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
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interés. Uno de estos importantes puntos era que quedaban prohibidos cualquier acción
bélica por parte de cualquiera que había ya suscrito el acuerdo de tregua sagrada aunque
fuera hacia otra ciudad que no hubiera suscrito aceptar la fiesta y la tregua y con más
razón si era frente a otra que si lo había suscrito. Sin embargo podían repeler el ataque si
eran atacados por otra ciudad o liga que no hubiera hecho lo mismo, sin infringir por
ello el convenio de tregua. Dentro de esta prohibición también estaba los movimientos
de tropas con ánimos ofensivos, aunque finalmente no tuviera lugar ningún conflicto.
La prohibición de conflictos bélicos se hallaba en vigor durante todo el trascurso de
tiempo de la tregua sagrada.
No bastaba con la simple interrupción oficial de las hostilidades, se hizo
recomendable la medida de extender la protección a cuantas personas acudiesen como
participantes o visitantes de la festividad. Por ello la duración de la tregua sagrada se
ampliaba un tiempo antes y después de la celebración para que estas personas pudieran
regresar a casa con toda seguridad asi como durante su estancia en el lugar de la fiesta.
También se protegía de cualquier ataque con esta tregua sagrada a propiedades y bienes
de estas personas. En época helenística se reforzó aun más estos aspectos para
garantizar una completa seguridad. Cualquier infracción de las presentes obligaciones
era castigada con dureza. Junto a estas medidas de seguridad, el santuario se reservaba
el derecho a excluir en todo momento de la fiesta a personas o ciudades por ciertas
razones políticas o de índole religiosa que no concordaban con las manifestaciones del
espíritu helénico.
Ejemplos de Tregua Sagrada. La tregua olímpica.
El ejemplo más antiguo que se conserva de tregua sagrada data de unas fechas
del II milenio A.C. Proporciona una interesante información sobre los inicios de este
procedimiento para el establecimiento de treguas sagradas. Gracias a una sencilla
historia sobre la historia del amor entre dos personajes llamados Pieria y Frigio, que
vivían en dos ciudades enfrentadas por una guerra, se tienen noticias del conflicto que
después de su fundación enfrento a Miunte con su metrópolis Mileto. Miunte fue
fundada por un grupo de jonios de Mileto, la contienda surgió a raíz de ciertas
diferencias con sus antiguos compatriotas. No fue una lucha encarnizada sin cuartel ni
mucho menos, ya que con motivo de la celebración en Mileto de una fiesta denominada
``Neleida``, se proclamaba al parecer una tregua con carácter sagrado para facilitar la
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
XLIX
asistencia de la población jonia a la festividad. La fiesta se hallaba colocada bajo la
protección de la diosa Artemisa. Según Plutarco, durante esa guerra también tuvieron
lugar otras celebraciones de índole religiosa por las que se estableció también esta
tregua sacra. Esta tregua, era al parecer de muy corta duración debido a que su
condición era de fiesta local y no de fiesta panhelénica.
Otro ejemplo, este de gran magnitud para la historia de la Grecia antigua fue la
celebración de la Fiesta Olímpica y el establecimiento de una tregua sagrada que se
convertiría en general para toda la Helade durante el tiempo de su celebración. A
comienzos del milenio I a.C se llevo a efecto una reorganización de la fiesta de Olimpia,
que hasta ese momento había siso una fiesta de carácter local. Sobre esta reordenación
hay diversas versiones que plantean un problema cronológico. Según el autor clásico
Flegòn, fueron Ifito de Elide, Cleostenes de Pisa y Licurgo de Lacedemonia, quienes
movidos por el deseo de implantar paz y concordia entre los pueblos griegos, decidieron
modificar la antigua fiesta que se estaba olvidando y organizar una nueva competición
en Olimpia. La consulta hecha en el Oráculo de Delfos se declaro favorable con la idea
y aconsejo que todas las ciudades que quisieran tomar partido en la fiesta debieran
establecer una tregua. Se produjo un anuncio general por toda Grecia y se tomo nota por
escrito de todas las normas que iban a regir desde entonces en la fiesta y juegos
olímpicos. Pero esta no será la única versión, en un debate historiográfico que se ha
extendido durante largo tiempo y en el que se han originado gran cantidad de hipótesis
al respecto.
Las normas para la nueva fiesta y el establecimiento de la denominada ``tregua
olímpica`` fueron grabadas en un disco circular de bronce, las letras estaban grabadas en
el mismo también en forma circular. Fue denominado como ``Disco de Ifito``, ya que a
este personaje se le reconoce la reorganización de la fiesta y juegos olímpicos, partiendo
de la antigua fiesta. Esta restructuración del festival olímpico se inauguró al parecer en
la fecha del 776 a.C. La fiesta de Olimpia y su tregua sagrada tuvieron al parecer en un
inicio solo local dentro del Peloponeso, pero sin embargo estos quedaron abiertos a
todas aquellas ciudades que quisieran participar en ellos a cambio de someterse a las
normas señaladas en el Disco de Ifito. Entre las normas era indispensable convenir una
tregua por la duración de la fiesta olímpica. Asi poco a poco los juegos, a la vez que
fueron adhiriéndose al acuerdo primitivo, adquirieron un carácter y una expansión
panhelénica hasta lograr reunir para época Clásica, a casi todos los griegos del
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
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continente, de Asia Menor, las islas, Sicilia e Italia, asi como los de las colonias de
Occidente hasta las del Mar Negro.
Conclusiones.
Como conclusiones para este punto de interés como es la tregua sagrada
establecer que esta tuvo sus orígenes más remotos en la época arcaica griega, época en
las que se limitaba únicamente a fiestas locales. Con estos valores y sentido esta tregua
perduro en toda la historia de Grecia ligada ante todo a celebraciones particulares y
exclusivistas propias solo de un determinado pueblo o ramo, incluso de una única
ciudad. Presenta este sistema la diferencia que la tregua es el resultado de una
convicción sagrada, arraigada en el espíritu religioso de sus practicantes por mando del
culto a ciertos dioses y no de un acuerdo realizado entre varios personajes. Se producía
la tregua después de una decisión unilateral que no tenía por qué afectar al otro
adversario. La primera fiesta que si abandono este ámbito de restricción fue la
celebración de las olimpiadas que a través de su reorganización en el siglo VIII a.C. se
vio reforzada de un carácter panhelénico. Contribuyendo la tregua sagrada a darle una
mayor estabilidad y solemnidad de la que tenía anteriormente. Siguiendo el modelo
olímpico, otros santuarios griegos extendieron su radio de acción a través de la
celebración de festividades que llevaban implícita una tregua sagrada.
Este sistema de tregua sagrada logro regular a través de acuerdos convenidos en
base a creencias religiosas, los enfrentamientos militares durante largas temporadas. Sin
embargo su eficacia no fue siempre brillante ni mucho menos. La tregua sagrada fue
una institución positiva si pero nada más que en ocasiones aisladas, en las que coincidía
un estado general en Grecia de buenas relaciones con la ciudad de la que dependía el
santuario. Para el periodo helenístico surgieron un número de fiestas considerables que
imitaban a las cuatro grandes fiestas panhelénicas, pero después de Alejandro Magno se
redujeron drásticamente. La tregua sagrada acabó tras esta época por mantenerse como
un residuo de la tradición pero sin operatividad alguna. Se acabo convirtiendo en los
casos que subsistió en una paralización o descanso corto para las actividades
mercantiles, políticas, etc., durante un breve periodo en el que duraba la fiesta. La
tregua sagrada oficial de los cuatro grandes juegos helénicos para esta época helenística
fue violada repetidas veces y manejada por las altas instancias de poder a su antojo
como un elemento más de su poder.
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
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Si es cierto por otra parte que la tregua sagrada y su institución si funciono bien
en sus momentos más antiguos, al menos hasta el siglo V a.C en las Guerras Medicas,
cuando se crearon lazos de paz y amistad entre los griegos frente al enemigo común. La
base religiosa de la institución es evidente que no fue suficiente para mantener la
cohesión entre quienes en ella participaban, pero fue un claro exponente de cómo la idea
religiosa puede influir sobre los pueblos a la hora de la búsqueda de la paz. Para
finalizar anotar las analogías que surgieron a lo largo de la historia con esta tregua
sagrada griega. Una analogía sucedió en el mundo árabe asi como en el mundo
medieval cristiano con la llamada ``Tregua de Dios`` mediante la que la iglesia quería
impedir las guerras intestinas de la Europa medieval. Surgió en Francia y se extendió
mas tarde a casi toda Europa. Se aseguraba con ella o más bien se pretendía asegurar la
paz en ciertas épocas del año.
EL ARMISTICIO
Los términos utilizados para la designación del armisticio son similares a los que
se emplean para referirse a la simple suspensión de hostilidades o a la tregua sagrada.
La aparición de esta figura institucional de acuerdo bélico es más posterior a las dos
anteriormente citadas. Estas tienen sus raíces hundidas en el II milenio a. C, mientras
que el armisticio se presenta durante el S.VII a.C. aproximadamente, a mediados de este
siglo. Para denominarla no es extraña la elección de ciertos vocablos que servían para
expresar una suspensión temporal de los actos bélicos con motivo de la realización de
determinadas acciones que exigían un cese de las hostilidades. El armisticio no era sino
uno más de este tipo de convenios.
En este apartado sobre el armisticio distinguiremos y trataremos por separado los
dos tipos de armisticio más importantes y frecuentes como fueron el armisticio de
carácter general y el armisticio de carácter local. Incidiremos pues a continuación en
las características más importantes de cada uno.
Armisticio General
El armisticio general se trata de un acuerdo que tiene como finalidad suspender
las hostilidades durante un largo periodo de tiempo y así facilitar el inicio de
conversaciones entre las partes enfrentadas en un conflicto con vistas a la redacción de
un tratado de paz duradero y definitivo. Este armisticio general se caracteriza porque
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
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suspende las actividades hostiles en todos los frentes de la guerra y como tal en sí
mismo es un acto político que solo puede ser concluido y aprobado por las principales
autoridades del estado. El contenido de esta institución podría ser válida incluso hoy en
día. Las condiciones que contienen este tipo de acuerdos siempre se cumplen
exactamente en este tipo de armisticios.
Negociación Del Acuerdo
Los contactos previos al acuerdo se iniciaban a través de un heraldo, el cual
comunicaba el deseo de una de las partes de llegar a tal acuerdo para entablar unas
conversaciones para llegara a la paz. En este primer encuentro ya ocurría a veces que
este heraldo no realizaba solo esta misión meramente comunicativa, sino que era
también acompañado por una comisión de personas elegidas especialmente por la
ciudad o liga de ciudades que se proponía a solicitar el armisticio. La explicación de
esto podía estar en la necesidad que sentía el autor principal de la propuesta de ofrecer
buenos argumentos a sus adversarios para que decidiesen la conveniencia de celebrar el
convenio. Que mejor para ello que enviar esta delegación de prohombres que podía
exponer desde un inicio las condiciones de paz que sus compatriotas o aliados estaban
dispuestos a ofrecer si la petición era aceptada y tenía lugar finalmente el armisticio.
En algunos casos podía seguirse un sistema de carácter mixto, después de la
llegada del heraldo solicitando el armisticio la otra parte destacaba una delegación para
conocer exactamente las razones de esa actitud y juzgar sobre la conveniencia de las
mismas. Pudiendo en su lugar si era oportuno, anunciar bajo qué condiciones iban ellos
a su vez a proponer la paz. Asi de este modo las dos partes conocían ya de antemano si
era una ventaja concluir el acuerdo y podían por consiguiente aceptarlo o rechazarlo sin
la necesidad de emprender conversaciones de paz que ya se sabía que no podrían ser
admitidas.
Una vez puestas de acuerdo las dos partes sobre la oportunidad de concluir el
convenio y decididas estas a ello, había que proceder a la elección de dos delegaciones,
una por cada contendiente, para que se reuniesen en un lugar determinado
conjuntamente y discutiesen cuales debían ser las condiciones por las que sus relaciones
se iban a regir durante el periodo de interrupción de las operaciones de guerra, las
clausulas del armisticio. La elección podía recaer de nuevo en las personas que habían
acompañado al heraldo para solicitar de la otra parte la conclusión de un armisticio.
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
LIII
Existía también un sistema diferente utilizado en otroras ocasiones. Este
consistía en que una de las partes elaboraba por su cuenta una relación de las
condiciones por las que estaba dispuesta a cerrar el armisticio. Esta relación era
transmitida al adversario a través de una embajada, que se desplazaba con esa finalidad
hasta el centro o ciudad de la confederación a la que se proponían tales condiciones. Asi
pues la parte que recibía la propuesta no necesitaba haber formado ninguna delegación,
sino que directamente ante la asamblea popular o el órgano consultivo de la liga, la
embajada procedente del otro contendiente exponía sus premisas, de manera que el
armisticio podía ser concluido sin más si la asamblea o el consejo de la confederación
estimaba como buenas las condiciones transmitidas.
Este sistema tenia la particularidad de que si la ciudad ante cuyas máximas
autoridades los embajadores de la otra parte exponían su propuesta no aceptaba alguna
de las condiciones expuestas, no tenían los delegados capacidad para admitir la
supresión de la condición y volver a negociar una nueva condición. Esto hacia
indispensable que el proyecto de condiciones del armisticio tuviese que ser remitido a
sus superiores para ser nuevamente reelaborado y nuevamente vuelto a ser presentado
frente a la asamblea del bando adverso, cuando estuviese acabado, habiendo tenido en
referencia las objeciones que puso a la propuesta inicial. Asi se operaba con más
tranquilidad para encontrar rápidamente entre las dos partes las condiciones por las que
las relaciones entre ambos se regirían durante el periodo de vigencia del armisticio. Las
dos partes deseaban que el convenio empezase a funcionar cuanto antes para asi poder
pasar a tratar el acuerdo para la definitiva paz.
Condiciones Usuales del Acuerdo
Estas condiciones podían ser múltiples, naturalmente las condiciones que las dos
partes habían negociado en el convenio conseguían que pasaran a formar parte de las
clausulas a observar durante el mismo. Estas clausulas se pueden reducir
fundamentalmente a tres, que son las que se encuentran con más constancia en los casos
que nos transmiten las fuentes con mayor o menor precisión:
La primera de estas tres importantes clausulas será la Clausula uti possidetis.
Cada una de las partes mantendrá durante el armisticio las mismas posiciones que
ocupaba en el momento en que el mismo sea clausurado. Se trata del mantenimiento de
un statu quo por parte de los ejércitos en las líneas que ocupaban y de las fuerzas de
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
LIV
ocupación en las ciudades o puntos fortificados que hayan ido ganando durante la
guerra mediante conquistas o capitulaciones.
La segunda será la Clausula acerca de la suspensión de hostilidades y
protección de los parlamentarios. Los parlamentarios designados por cada uno de los
bandos, con la finalidad que durante la duración del armisticio lleven a cabo las
conversaciones para encontrar un tratado para la paz que deje satisfecho a ambas partes,
pueden desplazarse con libertad de un lugar a otro, ir al encuentro de la delegación
contraria o marchar a su ciudad para recibir instrucciones de sus autoridades principales,
siendo protegidos con inmunidad contra cualquier acto de violencia de uno u otro
bando. Esta libre circulación no era disfrutada por ejemplo por los ejércitos, a no ser que
se estipulase algo contrario, para evitar que pudiese este ejército de uno u otro lado
ocupar una posición mejor a la que tenía en el momento del cierre del acuerdo. Por otra
parte si se permitía fortificar las posiciones y recibir ayuda material o en tropas de
refuerzo, siempre que para ello no hubiera la necesidad de pasar por medio de una zona
tomada por el adversario.
La tercera será la Clausula Temporal. Mediante esta clausula ambas partes
determinaban la duración exacta del armisticio. Se expresaba esta duración de manera
muy cuidada en días, meses o incluso años. En el caso de que el armisticio fuese
convenido por dos ciudades o ligas que tuvieran diferentes calendarios, se señalaba
exactamente la fecha del comienzo del acuerdo y de la suspensión de las hostilidades en
ambos calendarios. Esta situación fue muy frecuente. Cuando la diferencia entre los
calendarios no existía, bastaba únicamente con señalar una sola fecha, que coincidía con
el mismo día para ambos contendientes. El armisticio se clausuraba en el día señalado
en el texto del acuerdo y se comenzaba a calcular el periodo de validación desde ese
momento mismo. Según las costumbres griegas, la fecha de entrada en vigor contaba ya
como un día entero.
Además de estas tres imprescindibles clausulas en este tipo de acuerdos
generales, las condiciones que una y otra parte podían reconocer en el convenio son
muy variopintas. La casuística es verdaderamente importante y variaba según las
necesidades de cada bando a la hora de ponerse a negociar el armisticio. Las
negociaciones y conversaciones hechas para lograr entablar definitivamente las
condiciones del armisticio no deben ser confundidas con las que justo después de entrar
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
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en vigencia el convenio con la suspensión de hostilidades, emprendían ambas partes a
través de delegaciones para discutir los puntos del tratado para la paz, motivo clave este
ultimo por el que había tenido lugar el armisticio.
Cierre del Armisticio
Cuando ya se habían estipulado las condiciones del convenio y las dos partes se
mostraban conformes con lo expuesto en el mismo, se procedía al cierre formal del
armisticio. El sistema seguido era similar al de la tregua, a través de las solemnes
libaciones y apoyadas estas en la sanción divina del juramento. Este era el sistema
seguido cuando el acuerdo había sido negociado por dos delegaciones, una por cada
bando en litigio y formadas por personas plenipotenciarias para concluir el armisticio.
Si cuando una de las comisiones de uno de los bandos se había trasladado hasta el
centro político o ciudad del consejo de una liga, para exponer ante una asamblea o un
consejo las condiciones del armisticio y estas eran aceptadas totalmente o modificadas
en sucesivas consultas de la comisión a su gobierno, el cierre del convenio tenía lugar
después de una sesión de la asamblea de la confederación en la que se dictaba un
decreto en el que se ratifica y concluye el acuerdo propuesto por la embajada.
Este modo de proceder es lógico si se tiene en cuenta que el armisticio general
como acto político, ha de ser clausurado por la suprema autoridad de un estado. Si es
llevado a cabo en una ciudad, debe ser la asamblea como primer órgano ejecutivo, quien
a través de un decreto acepte el compromiso. Ello demuestra igualmente que la
embajada que se traslada hasta esa ciudad para cerrar el convenio está en posesión de
sus plenos poderes para cerrar el armisticio en nombre de las autoridades supremas de
su gobierno o confederación. Al mismo tiempo que la asamblea reconoce por decreto su
compromiso, se titulan a unos representantes de la misma para que en lugar del órgano
ejecutivo presten juramento ante la embajada de plenipotenciarios para el cierre de lo
enviado por el bando contrario.
La clausura del convenio tenía lugar el mismo día que se había fijado como
fecha de comienzo del armisticio y de la suspensión de las acciones bélicas. Todas las
negociaciones y ceremonias se habían hecho en los centros o ciudades de alguno de los
dos bandos litigantes, por ello era necesario con grande urgencia constituir una
comisión de armisticio que partiese con celeridad para comunicar a los comandantes de
los dos ejércitos, que permanecieran en los diversos frentes desarrollando aun
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
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operaciones de guerra, que el armisticio había sido finalizado y que debían paralizar
toda acción militar durante el tiempo acordado en el armisticio. No existían varias
comisiones para este fin sino que se encargaba de su comunicación a una sola comisión
elegida por ambos bandos.
A esta comisión le correspondía comunicar a los comandantes cuando se cerró el
acuerdo exactamente e informarles de su contenido. Asi en caso que alguna de las
acciones militares hubiera sido cometida en los días transcurridos entre la fecha de
cierre del acuerdo y la llegada de la comisión, fuesen reparadas de inmediato para no ser
consideradas como una violación del tratado de paz. Una vez las operaciones militares
habían cesado en todos los frentes y el convenio ya regía a todos los efectos, las
delegaciones de ambos bandos elegidas para traer la paz comenzaban a actuar. Tendrán
estas ahora frecuentes contactos con sus respectivos gobiernos para fijar condiciones
similares del tratado futuro. Si se llegaba a algún acuerdo antes de que expirara el
tiempo del armisticio, el tratado de paz conseguido podía ser ya firmado de inmediato,
pasando desde ese mismo instante a regirse mediante el las relaciones entre ambos
contendientes.
Al contrario, si las delegaciones no lograban hacer efectivas sus conversaciones
y esfuerzos para un tratado pacifico y no se veía solución a esta situación, se esperaba a
que terminara el plazo impuesto por el armisticio para reemprender de nuevo las
acciones bélicas. También era posible por cualquier razón que se considerara oportuna
prolongar el armisticio algún tiempo mas, en este caso ambas partes hacían de común
acuerdo una renovación por un periodo de tiempo igual o inferior del armisticio.
Armisticio Local
Es un acuerdo de suspensión de hostilidades cerrado con una finalidad similar a
la del armisticio general, permitir a ambos bandos en litigio iniciar conversaciones con
vistas de llegar a un posible tratado de paz. A diferencia del armisticio general se
produce solo el cese de operaciones militares en un sector limitado de la guerra,
continuando las acciones con normalidad en el resto de los frentes. A su vez otra
característica de este armisticio local es que el acuerdo puede ser cerrado y negociado
por el comandante del ejército sin necesidad de llamar a consultas a su gobierno.
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
LVII
La razón de existir de este convenio junto al armisticio general se explica por la
circunstancia de que en multitud de ocasiones en Grecia un ejército sufría una severa
derrota o temía sufrirla inminentemente, lo que lleva a su comandante a comunicarlo a
su gobierno. A su vez en el resto de escenarios de la guerra la situación seguía siendo la
normal en una guerra, esto inclina al bando que teme por su derrota a solicitar el
armisticio al comandante del ejército enemigo con la justificación de que quieren
entablar un acuerdo de paz. De este modo logran que el adversario no aproveche a favor
que le haya concedido o vaya a concederle su victoria, ya que las acciones quedan
interrumpidas, y pueden asi dedicar todo el tiempo que dure el armisticio a dirigir sus
esfuerzos diplomáticos para obtener del enemigo una paz mas honrosa.
Negociación Del Acuerdo
La negociación siempre era llevada a efecto o por los comandantes de ambos
ejércitos, o solo por uno de ellos con las autoridades del otro contendiente. El primer
caso se producía cuando uno de los comandantes o los dos estaban preparados por su
gobierno para iniciar por iniciativa propia la apertura de conversaciones de paz sin
informar ni solicitar permiso previo. El segundo de los casos es el que mas se encuentra
documentado en Grecia, la iniciativa solía partir del gobierno del bando que deseaba, a
causa de las circunstancias, hablar sobre la paz, proponiéndose un armisticio al
comandante enemigo. Teóricamente este no podía negarse a la demanda, primero
porque vista la situación de partida, sabía que su oponente estaba en inferioridad de
condiciones y estaría dispuesto a ofrecer a su patria ventajosas condiciones de paz. En
segundo lugar porque no podía arriesgarse a que, habiendo denegado la solicitud de la
otra parte, cambiase para su patria el signo de la guerra y su fortuna, algo que haría
recaer sobre él la indignación de sus conciudadanos y aliados.
Ambas partes para ponerse en contacto la una con la otra y empezar a negociar
el armisticio, lo hacían con similares elementos que en el armisticio general. Mediante
un heraldo y una embajada.
Condiciones Usuales del Acuerdo
Estas condiciones son en esencia las mismas que se estipulaban para los
armisticios generales. Las dos primeras clausulas del acuerdo no presentan ninguna
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
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diferencia respecto al armisticio general pero la tercera por razón de la naturaleza del
mismo convenio local está configurada de un modo diferente:
La primera clausula será la Clausula uti possidetis. Para este caso afectara
únicamente a la parte de las operaciones en la cual ha tenido lugar el armisticio. Ambas
partes mantendrán sus posiciones iniciales en el momento de cerrarse el convenio,
paralizándose toda acción de guerra. No se permite intentar posicionarse de manera más
ventajosa que la otra parte pero si reforzarse en las posiciones que ya se poseen.
La segunda clausula será la Clausula de Suspensión de Hostilidades y
Protección de Parlamentarios. En esta se especifica con claridad la prohibición total de
cualquier ataque armado de una parte contra la contraria. También se acuerda que los
parlamentarios del bando que solicita el armisticio gocen de inmunidad para hacer
traslados hasta la ciudad o centro político de la liga donde tienen que presentar sus
demandas. Se consideraba normal que estos embajadores fueran acompañados de
algunas personas del país hacia donde se dirigían, siendo estas nombradas por el
comandante del ejército que había aceptado el armisticio.
La tercera clausula será la Clausula Temporal. Sera la que presente diferencias
respecto a la tercera clausula del armisticio general. Esta se verá en cuanto a las
condiciones. El armisticio local será en teoría indefinido, no posee plazo fijo de
expiración, su término estará subordinado al cumplimiento de un requisito. Este
requisito será el regreso de los embajadores que han ido a ofrecer la paz. El armisticio
podía acabar antes si se llegaba a un acuerdo de paz, pero la condición del acuerdo
estaba siempre prevista como si esto no fuera a suceder, como asi ocurrió en
prácticamente todos los armisticios que se conservan hoy en día. Estos solían terminar
con el regreso de las embajadas sin haber logrado el objetivo de convencer al enemigo
de llegar a un acuerdo pacífico.
Señalar como fundamental en este punto que el armisticio local solía incluir una
condición que no aparecía en el general. Se trata de la denominada Clausula de
Garantía que consiste en que la parte que está en ventaja obliga a aceptar al solicitante
del armisticio como indicio de buena fe y garantía, que este no ha solicitado el convenio
con la idea de aprovecharse de la suspensión de la guerra para preparar planes ocultos y
sin tener nunca intención de llegar a un entendimiento pacifico.
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
LIX
Cierre del Armisticio
El cierre del acuerdo tenía lugar con similares solemnidades a las del armisticio
general. Sin embargo no precisaba del refrendo de las máximas autoridades de un
estado, sino que era cerrado y entraba en vigencia con el mero cumplimiento de las
formalidades por parte del comandante del ejército. Por parte del bando solicitante, con
fin de proponer la paz durante el convenio, solía ser cerrado por las autoridades civiles
máximas. El comandante del ejército podía delegar en algunas personas de su plena
confianza el poder para que cerraran el acuerdo en su nombre.
Ejemplos de Armisticios
En las siguientes líneas pasaremos a exponer algún o algunos ejemplos
destacados de armisticios que se dieron a lo largo de la historia del mundo griego
antiguo. Estos ejemplos nos han llegado a través de las numerosas fuentes escritas, de
diversos autores clásicos de gran relieve histórico, que han podido conservarse y
llegarnos hasta la actualidad para su conocimiento y estudio.
Un ejemplo característico de armisticio fue el firmado entre las potencias de
Esparta y Atenas en el año 425 a.C., en el contexto de la Guerra del Peloponeso. Este
armisticio lo conocemos gracias al autor clásico Tucidides, fue un historiador y militar
que vivió durante el siglo V a.C y que escribió mucho sobre la Guerra del Peloponeso.
En este armisticio en primera instancia los embajadores espartanos se dirigieron
ante la asamblea ateniense para proponer un tratado de paz. La finalidad era concluir un
tratado de paz y que los atenienses dejaran salir libres a los espartanos retenidos en la
isla de Esfacteria. Atenas por su parte propuso: la rendición de los hombres de
Esfacteria para ser conducidos a Atenas, que los espartanos devolvieran a los atenienses
las plazas de Nisea, Pegas, Trezene y Acia, por último los atenienses tras la restitución
de estas plazas dejarían libres a los soldados espartanos de Esfacteria y se firmaría un
tratado de paz por la duración que se decidiese en común acuerdo por ambas potencias.
Los embajadores espartanos no dieron respuesta a la petición ateniense, sino que
solicitaron que se nombrarse una comisión para discutir con calma los puntos concretos
de acuerdo. A ello se opuso Cleon, pretendiendo que si los embajadores tenían algo más
que añadir, debían hacerlo ante la asamblea. Ante la situación de intransigencia de
Atenas, los espartanos abandonaron Atenas sin haber podido llegar a un acuerdo con
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
LX
Atenas. En una afortunada operación de la guerra del Peloponeso la flota ateniense
logro aislar en la pequeña isla de Esfacteria frente a Pilos, a 420 hoplitas espartanos. A
la vista de la desesperada situación de los soldados y sin la posibilidad de un rescate con
garantías, las autoridades lacedemonias decidieron desde Pilos ponerse en contacto con
los generales atenienses Demóstenes, Eurimedonte y Sófocles. Pretendían negociar un
armisticio con Atenas que afectase solo al frente de Pilos, asi sería posible enviar una
embajada con plenos poderes a Atenas para intentar llegar a un acuerdo de paz para
poner a salvo a los hoplitas atrapados en la isla.
Los generales atenienses aceptaron y se firmo un armisticio por el que cada parte
se obligaba a una serie de compromisos mutuos: Los Lacedemonios se comprometían a
concentrar todas las naves de guerra que habían participado en la bahía de Pilos asi
como el resto de sus embarcaciones largas que tenían en Laconia para entregárselas en
depósito a Atenas. También se comprometían a no lanzar ataques contra Pilos ni por
tierra ni por mar. Los Atenienses por su parte se comprometían a permitir a los
lacedemonios que suministraran alimentos a los hombres de la isla. La ración entregada
diaria seria de dos quenices áticos de harina de cebada, dos cotiles de carne y vino, la
ración para los hilotas seria la mitad. Los envíos serian controlados por los atenienses,
comprometiéndose los espartanos a no realizar envíos a escondidas. Se comprometían
igualmente a no lanzar ataques contra el ejército asediado de la isla, pero si podían
mantener el bloqueo a la isla pero sin desembarcos en ella.
En conjunto acordaron que: Los embajadores lacedemonios encargados de ir a
negociar la paz a Atenas serian transportados a su ida y vuelta en una triere ateniense,
que el armisticio terminaría en el momento de regreso de Atenas de los embajadores
espartanos, a su llegada los atenienses devolverían las naves a Esparta en el mismo
estado en que las recibieron, en caso de incumplirse cualquier condición la parte
contraía podría considerar sin más roto el armisticio desde ese momento. Con estas
condiciones se firmo el armisticio, los espartanos entregaron las naves a los atenienses y
estos a su vez permitieron la diaria entrega de víveres a los soldados de la isla y llevaron
a sus embajadores hacia Atenas.
La duración total del armisticio fue de veinte días según nos informa Tucidides.
Después de la conclusión del mismo los atenienses se negaron a entregar las naves a
Esparta por incumplimiento del tratado, alegando ligeras y mas que dudosas
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
LXI
infracciones del tratado. Los espartanos se vieron obligados a retirarse sin conseguir su
objetivo y denunciando el proceder de los atenienses como un atentado al derecho.
Otro ejemplo de armisticio también recogido en las fuentes a través del afamado
autor clásico Tucidides y también por otro laureado autor clásico como fue Polibio, fue
el efectuado hacia el año 424 a.C entre las colonias sicilianas de Camarina y Gela. Nos
ilustra que un tiempo antes de la primera incursión de Atenas en la isla de Sicilia con
veinte naves dirigidas por los estrategos atenienses Laquete y Careades, hacia el verano
del año 427 a.C, había estallado una guerra en la isla que enfrentaba por un lado a
Leontinos, Region, Naxos, Catania y Camarina, y por el otro a Siracusa y las demás
ciudades dorias de la isla siciliana, junto a Locros y las islas Eolias. Atenas acudió a
Sicilia al recibir el aviso para ayudar a Leontinos y Region que eran ciudades con las
que había firmado tratados de alianza a mediados del S.V a.C. Con estos tratados
Atenas pretendía reforzar su posición en la isla siciliana y obstaculizar los envíos de
trigo hacia la peninsula del Peloponeso.
En un principio las operaciones no marcharon mal para Atenas y sus aliados en
la zona. Devastaron las islas Eolias, capitularon Milas y Mesina que pasaron a engordar
las fuerzas de las filas de la coalición de Atenas junto a Leontinos y Region. También la
coalición derroto a Locros y a petición de sus aliados en la isla, se envio al estratego
Pitodoro con mas naves de refuerzo y se dispuso para que también marcharan mas naves
al mando de los generales atenienses Sófocles y Eurimedonte.
Pero a comienzos del año 425 a.C las cosas empeoraron para Atenas y sus
aliados en Sicilia, ya que perdieron Mesina y sufrieron otros reveses más. El principal
problema era el planteado por Camarina, la única ciudad doria de Sicilia que luchaba
del lado ateniense, que casi se había decidido ya por cambiarse a abrazar la causa de
Siracusa. Esto obligo a los atenienses a desplazarse a Camarina. Después no se sabe
ciertamente lo que ocurrió exactamente, pero en el 424 a.C, las ciudades de Camarina y
Gela negociaron un armisticio. Al parecer fue la única solución que encontró Camarina
para escapar sin rasguños de la alianza con Atenas. El armisticio en principio se firmo
solo entre ambas ciudades dorias que eran vecinas de la costa sur de Sicilia y que
estaban en bandos enfrentados. Según Polibio la propuesta la hizo primero Gela,
agotada por la larga guerra y que fue aceptada con gran algarabía por Camarina. Su
finalidad era discutir las condiciones para el acuerdo de paz definitivo, para lo que se
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
LXII
enviaron mensajeros al resto de ciudades sicilianas que estaban inmersas en la guerra y
que eran aliadas de una y otro ciudad, para anunciar sus respectivos propósitos, de
modo que al poco tiempo todas pusieran fin a las hostilidades y suscribieran con
unanimidad el armisticio.
En Gela se reunieron embajadores de toda Sicilia para discutir la posible paz
general que se pretendía. Si consiguió el armisticio poner de acuerdo a todos los
participantes de la contienda, aconsejados por el siracusano Hermocrates, que
auspiciaba la unión de todas las ciudades sicilianas para hacer fuerza común frente a
Atenas y sus intereses imperialistas en la región . El armisticio fue sustituido por un
tratado de paz que aceptaba el statu quo y regulaba la cesión de la plaza de Morgantina
a Camarina, que indemnizo a Siracusa por ello con una cierta cantidad de dinero. Los
aliados de Atenas, con la aprobación de los generales atenienses, la asociaron al tratado
de paz. Asi se cerró el armisticio con la entrada en vigor de la paz en la zona y los
atenienses que se habían suscrito al acuerdo respetaron la paz y abandonaron Sicilia con
sus naves.
Conclusiones.
Como conclusiones para este punto del armisticio establecer que es uno de los
convenios de los que más información se conserva y además una información que se
conserva bastante completa. Mediante esta es posible reconstruir con muy buena
aproximación cómo funcionaba esta institución. Los dos armisticios que más trasmiten
las fuentes son el general y el local. Con la información que se conserva es posible
estudiar las características propias de ambos así como sus diferencias y similitudes. Se
trata de una institución relativamente más reciente si se tiene en cuenta otros tipos de
convenios como la tregua o la tregua sagrada. Surgió hacia el S.VII a.C. pero no fue
más frecuente hasta el V A.C, que es cuando las fuentes lo mencionan más
frecuentemente. El lenguaje del armisticio sin embargo es parecido al de los acuerdos
anteriormente citados.
En cuanto a sus características concluir que el armisticio general es un
convenio bélico de naturaleza más política, siendo decidido y cerrado por las máximas
autoridades civiles de la ciudad o confederación. Supone el cese total de las hostilidades
en todos los escenarios y frentes de la guerra, siendo trasmitido por una comisión de
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
LXIII
armisticio. Con una duración más bien variable, días, meses o años según el plazo
fijado. Por su parte el armisticio local no precisara de la intervención de autoridades
civiles, puede ser negociado y cerrado por un comandante del ejército. Su efecto debe
ser el suspender las operaciones de guerra pero solo en un sector aislado del escenario
general de la guerra. Su duración era ilimitada, sin plazo fijo de tiempo, terminaba solo
cuando las conversaciones de paz hubieran terminado sin tener un resultado positivo y
los embajadores encargados de entablarlas hubieran regresado a casa.
No todo son diferencias entre ambos armisticios, también guardan similitudes
como tener en común una finalidad primordial como es la obtención de una parada de
las acciones bélicas para poder iniciar negociaciones para un tratado de paz que ponga
fin al conflicto. Así como también mantener una parte de sus condiciones primordiales
como eran mantener el statu quo en las posiciones ya ocupadas por las tropas de ambas
partes en el momento del cierre del armisticio, asegurar el cese total de las actividades
bélicas durante el mismo así como garantizar una completa inmunidad a los
parlamentarios que deben discutir las bases para el futuro tratado de paz.
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
LXIV
VI Convenios de Capitulación.
Terminología de los acuerdos de capitulación
Los acuerdos de capitulación también supondrán una parte importante en lo que
respecta a los acuerdos bélicos. En este capítulo del trabajo, pues, se desarrollará las
características que los conformaban, así como se pondrán de manifiesto algunas de las
muy variadas situaciones en las que se utilizaron. Precisamente a este respecto, se puede
mencionar que el acuerdo de capitulación fue el más usado de todos los que existían en
Grecia. Su aparición es relativamente reciente, o al menos no poseemos fuentes que nos
hagan participes del caso contrario. No tenemos más que un ejemplo anterior al siglo VI
a.C, y existen serias dudas sobre su autenticidad. Resulta además bastante evidente,
además de la falta de evidencias documentales, que estos acuerdos no existieran en
periodos arcaicos, en sociedades guerreras de costumbres más primitivas.
La aparición de los convenios de capitulación es producto de una evolución de la
cultura griega, tanto a nivel social como a nivel político. Así, este tipo de convenios no
son otra cosa que una manera de reducir la crueldad inherente del conflicto bélico.
La capitulación supone un acuerdo formal, mediante el cuál las dos partes que se
hayan inmersas en un conflicto estipulan conjuntamente unas determinadas condiciones
que van a regular la situación que a continuación del acuerdo o en un futuro habrá de
disponerse en lo que respecta a las personas o sucesos entre los diferentes
contendientes. Su principal función consistía en transmitir la soberanía, propiedad…
sobre un territorio o conjunto de personas mediante un proceso legal que la totalidad del
mundo griego había reconocido como válido.
Será un convenio de carácter solemne, de modo que, a modo de certificarlo de
una manera sacral, se cerraría mediante las llamadas libaciones de seguridad, que ambos
bandos se comprometerán a observar mediante una serie de juramentos.
Para llegar al acuerdo final, por tanto, se necesitará de la celebración de unas
ceremonias que eran las mismas que se llevaban a cabo cuando se celebraba la
conclusión de una tregua, tregua sagrada, armisticio o un tratado de paz o alianza.
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
LXV
Esta igualdad en lo que respecta a las ceremonias, como ya he mencionado, nos
muestra por tanto que estos diversos acuerdos estaban emparentados en diferentes
elementos.
Consideraciones preliminares
Se puede afirmar que la capitulación es un convenio de un carácter equivalente a
la tregua o el armisticio, además de por lo mencionado anteriormente (características
comunes, al fin y al cabo) en tanto que es un convenio que repercute directamente sobre
el curso de la guerra. Puede producir diversos efectos, que pueden ser dispares, puede
suponer tanto el fin de un conflicto, como el producir un aplazamiento del conflicto, e
incluso el que el bando que en el acuerdo aparece como el que capitula no sufra ningún
tipo de perjuicio más allá de ceder alguna posición al enemigo a fin de salir indemne.
Existe por tanto una variedad amplia de consecuencias que se pueden extraer de este
tipo de acuerdos. Tanto es así que en algunas ocasiones, en el momento de firmarse el
acuerdo de capitulación, ninguno de los dos bandos imagina cuál puede ser el resultado
que, más adelante en el transcurso de la guerra, puede producir en ambos contendientes.
Existen numerosos ejemplos de lo mencionado, pero quizá el más evidente de ellos será
el que sucedió durante el transcurso de la guerra del Peloponeso: la capitulación de 200
soldados espartanos en la isla Efacteria. Este suceso, aparentemente sin una gran
relevancia, pondría posteriormente a Atenas (nada menos que diez años después del
suceso referido) en ventaja en la paz de Nicias.
Otro ejemplo de una gran relevancia será la capitulación de los atenienses en
Sicilia en el año 413 a.C.
El primer ejemplo en concreto nos puede servir para comprender por tanto lo
importantes que podían llegar a ser este tipo de convenios, tanto en el momento en que
eran suscritos como a posteriori, teniendo en cuenta las ventajas o desventajas que uno u
otro bando podía contraer derivándose de ellos. En cualquier caso, y según nos
muestran la mayoría de testimonio de que disponemos, estos convenios de capitulación,
pese a estar completamente extendidos por toda Grecia, no duraron un gran número de
años, antes al contrario: la mayoría de los casos duro un periodo de tiempo bastante
corto.
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
LXVI
En cuanto a las formas en las cuales se podía presentar los convenios de
capitulación según su contenido serían las siguientes: incondicional y estipulada.
Está última consistirá en que el acuerdo es convenido con condiciones por
ambas partes. Incondicional es aplicable cuando solamente una de las partes se entrega
sin restricciones y sin lograr nada a cambio del acuerdo que está suscribiendo. La parte
que recibe la entrega del enemigo, por otro lado, siempre imponía en estos acuerdos una
cláusula de gran importancia: el gobierno del bando que recibía la capitulación tendría
el derecho de decidir cuál sería la suerte que el adversario recibiría, en tanto que no
hubiera sido acordada con anterioridad, y que este se comprometería a aceparla con
independencia de cuál fuera la decisión que se tomara.
En cualquier caso ambos tipos son exactamente iguales exceptuando lo
mencionado, y los propios griegos no ejercían distinciones entre el uno y el otro, ya que
ambos son el resultado de un contrato o un compromiso jurado que servía como una
ligazón entre el vencedor y el bando que resultaba vencido y por tanto tenía que
capitular.
Esta es precisamente una de las grandes diferencias entre los acuerdos de
capitulación con el acto de rendición o entrega de un ejército, la entrega de una
ciudad… sin que exista previamente un acuerdo entre ambos bandos. En este caso el
vencedor no tiene ninguna obligación que deba respetar con respecto a los vencidos y
podía tomar cualquier tipo de decisión sin deber respetar ningún tipo de norma o
consideración previa. Ejemplo claro también de esta diferenciación entre los acuerdos
de capitulación y la derrota de una de las dos partes sin ningún tipo de acuerdo es, por
ejemplo, las ciudades que eran tomadas a la fuerza o a traición durante algún conflicto.
Estas tenían que ser devueltas a sus dueños originales si se firmaba un tratado de paz
entre ambas partes. No era así en lo referente a las ciudades que habían tenido que
capitular en ese mismo conflicto. Estas quedaban en propiedad de uno y otro
contendiente según se había dispuesto en los acuerdos de capitulación, ya que se daba
por hecho que la soberanía había sido transmitida libre y legalmente mediante el
acuerdo que se había establecido, y por tanto aquella ciudad debía ser y de hecho era,
por derecho, de su nuevo poseedor.
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
LXVII
La negociación del convenio
En lo que respecta a la situación en la que estos convenios podían darse lugar,
podían ser muy distintas. La propuesta de acuerdo podía llegar desde cualquiera de los
dos bandos durante un conflicto, ya que las conversaciones se podían iniciar desde
ambas direcciones. Tanto desde el bando que estaba venciendo en la contienda pero
que, por muy diferentes motivos, no quería tener que gastar más tropas o desgastarse en
continuar con las hostilidades, o en cambio la parte que iba perdiendo, ya que pese a que
saldría en clara desventaja después de acordar la capitulación (perdida de tropas,
ciudades o puestos avanzados) podía al menos conservar la vida ante un enemigo que
tenía todas las de ganar. Era pues una manera también de elegir un mal menor, algo que
permitiera a ambas partes acordar un final del conflicto.
Las relaciones se establecían por medio de un heraldo, que comunicaba al otro
bando la decisión de sus superiores (ejemplo de esto es el procedimiento seguido por los
estrategos Cleón y Demóstenes en el conflicto con los espartanos en la isla Efacteria que
se ha referido con anterioridad, en el cuál los espartanos resistían y los atenienses tenían
la certeza de que todos ellos serían muertos por las tropas de Atenas, pero como esta
ciudad deseaba tomar prisioneros en dicho conflicto, envío un heraldo a fin de comenzar
las discusiones para llegar a un acuerdo1), aunque también se podía enviar desde un
principio una embajada acompañada del mencionado heraldo (ejemplo de esto es el
sistema seguido por los atenienses en el 404 a.C contra los espartanos. Viendo que
estaban los atenienses totalmente sitiados enviaron una embajada, que los
lacedemonios descartaron, pero los atenienses enviaron después otra delegación de diez
hombres que tenían plenos poderes y que tenían plena potestad para aceptar cualquier
condición que los espartanos les quisieran imponer).
Cuando los embajadores volvían, y si no les habían dado plenos poderes como
en el caso ateniense, comunicaban las condiciones que la otra facción les había
propuesto al gobierno de la ciudad, y este decidía si debían o podían ser aceptadas o no.
Condiciones de la capitulación
Un caso extremo en los convenios de capitulación era la entrega total de una de
las partes a la otra, que puede decidir completamente lo que quiere hacer con ella.
1 Tucídides (IV, 37 ss)
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
LXVIII
Puede parecer que esto ponía a una de las dos partes en clara desventaja con
respecto a la otra, y que no parecen extraerse muchos elementos positivos de esta
concesión total. No obstante, la razón para llevar a cabo esta capitulación no estaba
carente de lógica. Tanto así, que aunque a simple vista no parece algo muy ventajoso,
fue una de las actividades más repetidas y llevadas a cabo dentro del sistema bélico
griego. La lógica de esta actividad estriba en que se confiaba que al capitular el bando
vencedor tuviera un trato más humano con el bando que había capitulado que si lo que
tenía lugar era una derrota total, forzando a ambos bandos a desgastarse, y por tanto
siendo mucho más inclemente el final del conflicto puesto que el bando vencedor
llevaría hasta el final las consecuencias de un asedio o una victoria. Además, y siempre
siguiendo esta tradición, la facción vencedora procuraba no adoptar medidas que fueran
de una gran severidad, por varios motivos, entre ellos que se vería desprestigiada si
incurría en estas actividades, y también, por supuesto, teniendo en cuenta que podía
despertar rencores en el resto de griegos, que más tarde al situarse la facción
mencionada en el otro lado del acuerdo podían seguir en su contra las mismas
actividades igual de crueles que las que ella había llevado a cabo. Algunas de las
condiciones que se imponían, pues serían las siguientes:
-Ejecución de todos o parte de los capturados.
-Retención en prisión de soldados o miembros de la ciudad que se hubieran apresado.
-Venta como esclavos de los prisioneros que se poseían.
-Transplante de ciudadanos y soldados para que se asienten en otro lugar.
-Entrega de rehenes.
-Retorno a la ciudad de aquellos que se hallaban en el exilio o los que estaban
desterrados.
-Entrega y pérdida del territorio y/o la ciudad.
-Ocupación de la ciudad y emplazamiento de una guarnición.
-Instauración en la ciudad de un gobierno adicto al régimen de quien ha impuesto la
capitulación.
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
LXIX
-Destrucción de toda la ciudad, con la conocida salvedad de destruir los templos, por
supuesto, y orden de que todos sus habitantes se dispersen teniendo que vivir a partir de
ese momento en núcleos reducidos.
-Derribo de las murallas y fortificaciones.
-Confiscación de todas las naves que poseía la ciudad que capitula.
-Control económico, político y judicial de la ciudad que capitula.
-Pago de un tributo regular.
-Pago de una indemnización de guerra.
-Disolución de una liga u obligación de abandonarla a la ciudad que ha tenido que
capitular.
Entre otras muchas que también podían darse y de hecho se daban habitualmente.
Eran condiciones muy estrictas, pero no eran todas elegidas con la misma
asiduidad, normalmente se preferían aquellas condiciones que servían como sujeción y
control en el plano militar y complementado con el plano político, de modo que se
aseguraban la adhesión de la ciudad que había tenido que capitular a los intereses y
soberanía del vencedor del conflicto.
Esto se daba cuando una de las dos partes estaba venciendo con tanta
superioridad que el acuerdo de capitulación hacía que se colocara en un espacio
predominante en las negociaciones, pero, como es lógico, también se dieron situaciones
en las que una de las dos facciones estaba en superioridad con respecto a la otra, pero no
con la suficiente claridad como para exigir al adversario la entrega total de la totalidad
de su ejercito. En estas situaciones se negociaba un contrato mediante el cuál, a cambio
de la entrega de una ciudad o posición aventajada en la guerra se concedía la concesión
de la libre retirada de todas las personas que se hallaban en el interior de la ciudad o
lugar fortificado o parte de las misma mismas. También solía darse alguna concesión
relativa a bienes u objetos de uso, posesiones...que los que dejan la ciudad pueden
llevar:
-Una capa y un vestido.
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
LXX
-Las armas.
-Las tropas mercenarias.
-Bienes personales.
-Las tropas mercenarias.
-Un número de armas.
-Una determinada suma de dinero.
En ciertos casos, incluso, se recoge que la libre retirada se concede a mujeres y
niños. Aunque, por supuesto esta retirada era establecida bajo condiciones muy firmes,
que por ejemplo, dejaban claro la ruta por la cuál los ciudadanos debían abandonar la
ciudad y demás, sin poder abandonarla ni un solo momento, a riesgo de romper las
condiciones del convenio de capitulación. Igualmente, mientras se hallaban en retirada,
estaban protegidas por el mismo convenio, y no podían ser atacadas o ultrajadas bajo
ningún concepto, y así mismo ellos tampoco podían atacar a nadie y no podían llevar a
cabo actos hostiles2.
Pese a que podían darse todos los casos anteriores lo más habitual era que
solamente se permitiera a los que tenían que abandonar la ciudad que portaran los
objetos indispensables, a fin de que, aunque habían tenido que dejar atrás sus hogares
pudieran asentarse con la mayor prontitud en un nuevo lugar, pero no con la suficiente
rapidez como para suponer un problema a corto o medio plazo, puesto que aún no
disponían de los medios necesarios para volver a suponer una amenaza3.
Los casos en que se aceptó la condición de que se pudieran retirar con armas,
barcos o mercenarios resultaron ser, curiosamente, tiranos. El por qué se permitió a
estos tiranos que partieran con tantas libertades tiene diferentes puntos de vista, pero
parece ser que en el afán por librarse de la tiranía cualquier condición que estos
impusieran era aceptada siempre y cuando se marcharan pronto y cuanto más lejos
mejor.
2 Como ejemplo de esto, mencionar la indignación que supuso en todo el mundo griego cuando
Iságoras y Cleomenes en su retirada de Atenas habiendo capitulado se hicieron con Eleusis. Se interpretó
como una traición y una falta ante lo que habían acordado en el convenio de capitulación. 3 Ver para un mayor acercamiento a estos problemas que sufrían los grupos de ciudadanos al tener
que abandonar su ciudad y tenían que buscar un nuevo lugar en el que vivir: vid. F. HAMPL, Poleis ohne
Territorium, Klio XXXII, 1939, pp. 1 ss.
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
LXXI
Existían también ciertas capitulaciones que resultaban muy equilibradas, pues
las fuerzas que llegaban al acuerdo estaban tremendamente igualadas y por tanto la base
sobre la que se podían negociar las concesiones de uno u otro bando era muy libre,
puesto que ambas partes podían tener sino el mismo interés, uno muy semejante por que
el conflicto terminara rápidamente. Ejemplo de esto podía ser el caso de Acanto y
Amfípolis con el general espartano Brasidas. Estas dos ciudades tenían un gran interés
en separarse del ámbito de influencia ateniense, que además poseía en ellas una
guarnición permanente, mientras que por su lado el general mencionado también tenía
para sus planes una clara intención de poseer esas dos ciudades. Así pues, Brasidas les
propuso unas condiciones de capitulación que eran bastante moderadas debido a que, a
efectos prácticos, ambos buscaban lo mismo con esta capitulación: desembarazar a estas
ciudades del control de Atenas. De este modo, Brasidas concedió la libre retirada a
quienes decidieron abandonar la ciudad llevando sus pertenencias, y a los que se
quedaran (incluso siendo de origen ateniense) que podrían mantener todas sus
propiedades sin ningún tipo de agravio. Lo que consiguió el general lacedemonio en
este intercambio de intereses fue que ambas plazas participarían con tropas en el ejército
de Brasidas y que tendrían que sustituir la guarnición ateniense que anteriormente había
existido por una guarnición espartana.
Convenios de capitulación del Imperio Persa y Lidio
Una vez hablado a nivel general de los convenios de capitulación en el conjunto
de Grecia, es interesante centrarse en las particularidades que en estos dos reinos
adyacentes al ámbito que estamos estudiando, puesto que al ser estamentos limítrofes
fueron muchas las situaciones en las cuales se dieron situaciones susceptibles de ser
reguladas con diversos convenios. A rasgos generales, se podría decir, que estos dos
reinos siempre tuvieron como objetivo expandirse a costa de los intereses de los propios
griegos (ejemplo evidente de ello son las guerras Médicas).
Esta política de anexión por parte de los lidios y persas solía tener una diversa
serie de estrategias, normalmente basadas en la aplicación de medidas económicas,
políticas y militares muy similares entre sí.
El reino lidio, tanto con Aliates y principalmente con Creso llevaron a cabo una
estrategia muy concreta en lo referido al Asia Menor. Obligaron a las distintas ciudades
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
LXXII
de la zona a aceptar convenios de capitulación muy ventajosos para sus intereses. Se
basaban principalmente en las siguientes medidas para las ciudades que capitulaban:
-Derribo de las murallas y demás construcciones de carácter defensivo.
-Las acrópolis debían ser desalojadas por la población local, incluidos los civiles, a los
cuales se les obligaba a vivir en la parte baja de la ciudad, puesto que estas acrópolis
pasarían a estar ocupadas por guarniciones de carácter lidio.
Estas guarniciones además se establecerán por toda la ciudad que será
literalmente ocupada.
También se llevaban a cabo otras medidas de carácter práctico, no tanto a nivel
de estrategia u organización de ciudades, que podían ser tales como:
-La imposición de un tributo que solía estar adecuado al número y calidad de las tierras
que poseía la ciudad.
-Aportación de un número de tropas al ejercito lidio como ayuda militar.
Estas eran en la mayoría de las ocasiones las imposiciones que se efectuaban en
las ciudades que habían capitulado. Los reyes lidios, por su parte, permitían que la
ciudad mantuviera una parte de su administración y de su clase política en lo
concerniente a su organización interna. Si bien es cierto que en numerosas ocasiones el
gobierno de la ciudad era desarrollado por un amigo o familiar del monarca lidio que
servía a los intereses de este, a modo de tirano o de gobernador impuesto por el rey ante
el cual habían tenido que capitular. En las pocas ocasiones que sucedió que alguno de
estos gobernantes títeres no siguieron las directrices que desde el centro del reino lidio
le llegaban fue directamente apartado del gobierno de la ciudad4.
Dicho lo cual, este tirano no tenía más que cumplir cuando así era necesario con
las condiciones que la ciudad había contraído en el convenio de capitulación, y mientras
lo hiciera adecuadamente no tendría más que seguir gobernando la ciudad bajo sus
propios designios.
4 Un buen ejemplo de esto es la capitulación de Éfeso con Creso, reteniendo el rey los bienes de
Píndaro así como a su hijo para evitar así que este intentara de nuevo hacerse con el poder.
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
LXXIII
Interesante también es el caso del Imperio Persa. A grandes rasgos utilizó un
método muy similar al utilizado por los monarcas lidios en su ámbito. Los persas lo
utilizaron tanto en Asia Menor como en Egipto, Libia… Debido a la enorme extensión
que poseía el imperio persa se debía de seguir una organización que hiciera que todas
las diversas provincias, algunas alejadas entre sí por cientos de kilómetros, tuvieran
agilidad y velocidad suficiente para desarrollar sus actividades contributivas y de
aportación de tropas al ejercito aqueménida. Así, se intentó siempre que tuvieran una
suficiente agilidad para que pudieran participar activamente en la economía persa.
Los acuerdos de capitulación bajo el régimen persa tienen bastante que ver con
esto. Todo general persa, incluido el Gran Rey, cuando comenzaba su expedición o
campaña hacia un territorio (e incluso antes de partir, como requisito previo que nos
muestra bien a las claras la organización persa en lo que se refería a estas situaciones)
solicitaban la capitulación de dicho territorio, país o ciudad, reconociendo su
dependencia con respecto del monarca persa. De este modo, y previamente a ningún
tipo de derramamiento de sangre o desplazamiento de tropas que resultaba costoso y
pesado, tanto para el territorio que debía acogerlas como para el propio ejército persa, se
intentaba esta vía que podía solucionar el conflicto aún antes de derramarse una gota de
sangre. Si el territorio aceptaba las condiciones que el Gran Rey le proponía en este
convenio, evitando que tuviera que existir una lucha armada, recibía un trato de favor
por parte del monarca. A este respecto se puede mencionar la capitulación de Mileto en
el 547 a.C. Así, esta ciudad recibió un trato de favor con dentro del imperio persa, ya
que se vio exenta de tener que pagar tributos, y además tuvo una interesante libertad
tanto administrativa como a nivel político. Únicamente se vio obligada a prestar
efectivos militares cuando así fue requerido. En cualquier caso, y dicho lo cual, el hecho
de haber capitulado con anterioridad a la llegada del propio ejército le supuso toda una
serie de ventajas en el seno del imperio aqueménida.
No obstante, no era precisamente lo más habitual que estas capitulaciones fueran
aceptadas con tanta facilidad por parte de los griegos, salvo en muy contadas ocasiones.
Era mucho más habitual que lo mencionado anteriormente que la capitulación
solamente fuera aceptada en ocasiones de causa mayor. Esto es: cuando el ejército persa
ya había iniciado el ataque o estaba a punto de iniciarlo contra una ciudad. Los persas
por su parte no aceptaban la negociación del contrato, por tanto no existía la posibilidad
de que los griegos pudiesen aportar algún tipo de cláusula o condición. De este modo
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
LXXIV
los aqueménida dejaban en la ciudad un gobernante de su confianza o controlada por
alguien que de la organización imperial que tuviera un rango más alto, como podía ser
por ejemplo un sátrapa. Estos gobernantes impuestos eran siempre y en toda situación
fieles a la monarquía persa, y por tanto no tenían ningún problema de insurrección o
similar. Además imponían un tributo a la ciudad o territorio que había capitulado y la
obligación de participar con tropas al ejercito aqueménida.
Esta ultima cláusula impuesta por los persas resulta además muy interesante,
puesto que es algo recurrente a lo largo de gran parte de la historia de los
enfrentamientos de los persas con los territorios griegos encontrar a las ciudades griegas
que estaban en el Asia Menor (Mitilene, Samos…) luchando en el bando persa en
numerosas batallas, en contra de sus propios compatriotas griegos (algo que es muy
destacable especialmente en lo que respecta a las batallas navales). Esto, que puede
chocar a primera vista, es algo que encuentra fácil explicación con estos convenios de
capitulación que obligaban a dichas ciudades a aportar tropas y demás elementos
militares cuando el imperio aqueménida así lo exigía, con total independencia de quien
fuera el enemigo.
Cierre de la capitulación
El convenio de capitulación era acordado por el jefe militar de un ejército, así
como también por el dirigente de una ciudad o territorio. Cuando se trataba de un
convenio entre dos ejércitos eran los dos comandantes o jefes militares de los
mencionados ejércitos los que llevaban a cabo el convenio. Volviendo a hacer
referencia al caso de los espartanos en la isla de Esfacteria, podemos ver como, si el jefe
militar había desaparecido en el transcurso de la batalla o por cualquier otro suceso, la
responsabilidad del convenio pasaba a su inmediato inferior, de modo que un ejercito
siempre tuviera la capacidad de aceptar, rechazar o proponer un convenio de
capitulación con independencia de las bajas que pudieran haber tenido lugar. En este
caso en concreto, tuvo que ser Estilifón, que no era al comienzo de la batalla el hombre
de más grado en la expedición espartana, quien tuvo que decidir con respecto a la
propuesta ateniense, ya que en el momento en que fue hecha era el de mayor grado de el
conjunto de los 200 lacedemonios. Epitadas, el originario líder de la expedición había
muerto, y el que había sido designado como su sustituto, Hipagretas, se hallaba
gravemente herido en aquel momento.
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
LXXV
En algunos casos, y cuando la ciudad que estaba recibiendo el sitio era de gran
importancia para los intereses del gobierno a la que representaba el ejercito el jefe
militar de dicho ejercito recibía órdenes concretas de lo que debía intentar conseguir con
el acuerdo de capitulación, ya que se podría decir que en ese caso los intereses del líder
del contingente se ven supeditados a los intereses de la ciudad o facción que le ha
enviado a la guerra.
Resulta obvio que cuando la situación era la de un ejército que sitiaba una
ciudad (y exceptuando lo anteriormente mencionado), el convenio debía suscribirse ente
el líder militar del contingente militar y las autoridades de la ciudad que se veía sitiada.
Por parte de la ciudad el acuerdo era tomado en consideración por las autoridades de la
misma. Como ejemplo de esto se puede ver lo que sucedió en Atenas en el 404 a. C,
ejemplo este que ya ha sido referido. En este caso, dos embajadas fueron a Esparta a
negociar la capitulación de Atenas. A su vuelta, estas transmitieron a la asamblea
ateniense sus condiciones, que se reunió en asamblea especial, y decidió que aceptaba
las condiciones que Esparta había decidido imponer para la capitulación.
Conclusiones
Habiendo estudiado en profundidad los acuerdos de capitulación, se puede
apreciar con claridad lo más importante que estos suponían: una regulación del arte de
la guerra que hacía que las contiendas fueran mucho más justas y equitativas, en tanto
que efectuaba una regulación. Serían por tanto una manera de hacer menos cruenta la
guerra y sus batallas, dando posibles soluciones a las situaciones que podían ocurrir, de
modo que nunca se llegara a una consecuencia tal como la derrota total (con la perdida
de efectivos humanos que eso supondría).
Así era una forma clara de que la guerra tuviera una serie de regulaciones que la
hicieran mucho más humana. Esto resulta evidente en tanto que estos convenios
aparecieron cuando la sociedad griega ya estaba más desarrollada, cuando alcanzó la
madurez que necesitaba para llegar a la conclusión de que estos convenios eran
necesarios.
De este modo, no solamente la sociedad griega disponía de ellos, sino también
otras facciones que se encontraban dentro del ámbito griego como por ejemplo el
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
LXXVI
imperio persa también disponían de estos convenios y hacía activo uso del mismo en
muy numerosas ocasiones.
Además el carácter sacral de estos convenios hacía que todos los griegos se
cuidaran muy mucho de romperlo, pues a los ojos de los dioses esto era algo impío.
Esto, por supuesto, no impidió que se llevara a cabo en algunas ocasiones, pero en la
menos de ellas, en la mayoría de los casos se cumplía a rajatabla.
El “alivio” del recrudecimiento de las acciones bélicas hace que, la gente de a
pie como pueden ser por ejemplo niños o ancianos, que sin la existencia de este tipo de
convenios así como de otros tendrían unas consecuencias muchos más severas, puesto
que el llevar hasta sus últimas consecuencias estas acciones hacía que estos sectores de
la población fueran los más indefensos.
Podemos ver pues en ellos una muestra más de la evolución de la cultura griega,
que llegó a afectar incluso al sector de la guerra y los conflictos armados.
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
LXXVII
V. Convenios de Índole Especial.
Características y terminología.
Dentro de este grupo englobamos a todos aquellos acuerdos bélicos que no se pueden
incluir dentro de ninguno de los tipos estudiados hasta ahora. Estos convenios especiales son
menos numerosos pero ello no implica que tengan un carácter de gran originalidad e
importancia ya que son testimonio del alto grado de funcionamiento y de la amplia gama de
recursos que en sus instituciones bélicas alcanzó la civilización griega.
Por lo tanto los convenios especiales son el resultado y reflejo de que los problemas
prácticos que provocaba la compleja organización militar en Grecia hallaron siempre una
solución pacifica. Estos acuerdos se llevaban a cabo por distintas situaciones que han ido
cambiando en cada época y mucho más con la modernización de la guerra. Esta es la razón de
que actualmente solo se recuerden algunos de estos convenios, como la evacuación de civiles,
heridos, cambio de prisioneros, sin tener en cuenta y olvidando que la antigua Grecia poseyó un
sistema ordenado para el establecimiento de estos acuerdos.
Estos convenios, a excepción de casos extraordinarios, son fácilmente clasificables
dentro de un tipo definido, lo que demuestra que la utilización de estos acuerdos era un
procedimiento institucional conocido y usual.
Todos estos acuerdos bélicos se establecían por el sistema tradicional, al igual que la
tregua, el armisticio o la capitulación. La negociación se llevaba a cabo por medio de un heraldo
o mensajero especial, tal y como informan las fuentes. Conforme a las condiciones que se
establecían en cada acuerdo es posible hacer varios grupos.
Con respecto a la terminología, hay que tener en cuenta que este tipo de acuerdos tendrá
la misma naturaleza que los demás, es decir, se trata de un compromiso de respetar lo acordado
que además es establecido mediante libaciones y jurado por ambas partes ante la presencia de
los dioses griegos.
Por tanto el término para definir este tipo de acuerdos será siempre el mismo, ζπονδαί,
puesto que sirve para definir los actos que se llevan a cabo al final de cada acuerdo.
Los diferentes tipos.
Convenios de paso
Las razones por las cuales se llevan a cabo son siempre las mismas y es que un ejército
necesita atravesar por un territorio para llevar a cabo una misión más allá de éste o para escapar
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
LXXVIII
de algún peligro o simplemente mejorar su situación. Tal convenio puede estar motivado por la
comodidad de evitar un rodeo pero en ocasiones el acuerdo es indispensable bajo riesgo, en caso
de no hacerlo, de graves peligros para el ejército.
. El caso más claro es el convenio de los acarnanios y los amfiloquios con los
ampraciotas en el año 426-425 a.C.5. Este convenio se llevo a cabo tras la desastrosa expedición
emprendida por el espartano Euríloco contra Acarnania y los amfiloquios (aliados de Atenas),
que fue desastrosa para los ampraciotas, aliados de Euríloco. A pesar de ello un grupo de
ampraciotas y peloponesios consiguieron refugiarse en el territorio de los agreos y desde allí
negociaron un acuerdo con acarnanios y amfiloquios una vez que los atenienses y su estratego
Demóstenes habían abandonado la región. Por este acuerdo se permitía a los ampraciotas y
peloponesios que se retirasen libremente, atravesando la región de Acarnania, con la garantía de
no ser atacados durante el camino.
Además el territorio debía de ser cruzado sin hostilidades, y puesto que la entrada de un
ejército en otro país, a no ser de que se tratara de un aliado o amigo, era una invasión
considerada como casus belli, se hacía indispensable el establecimiento de un acuerdo con los
ocupantes del mismo para que se comprometiesen a permitir el paso sin actos bélicos, clausura
que suscribía también quien solicitaba el paso. Esto obligaba a quienes llevaban a cabo el
camino a no tomar del país por el que circulaban más que aquello que les ofrecido en mercado,
y en caso de que este no existiera o los habitantes de la zona no quisieran dárselo sólo entonces
podían cogerlo ellos mismos de los campos y núcleos habitados sin violar el convenio. Así se
desprende del convenio de paso entre Tiribazo y la expedición griega de los Diez mil en el año
401 a.C.6, por el cual Tiribazo permitía el paso de las tropas griegas por su satrapía siempre y
cuando los griegos se comprometieran a no incendiar las casas a su paso y a no tomar más que
los víveres estrictamente necesarios. Este convenio sin embargo fue rápidamente violado.
Otro ejemplo es el convenio de concesión de paso entre Cambises y los árabes del 525
a.C.7 Cambises dirigió su ejército contra Amasis para invadir Egipto. Una vez en el desierto
sirio, en la franja de Gaza, surgió el problema de la falta de agua. Fue entonces cuando gracias a
la ayuda de un mercenario, Fanes, el rey persa de dio cuenta de que debía concertar un acuerdo
con el rey de los árabes. Según dicho acuerdo los árabes no considerarían a los persas sus
enemigos y además les concederían derecho de paso a través de su territorio y les permitirían
usar sus pozos de agua, para lo que seguramente dispusieran algunos guías.
5 Tucídides, III, 114, 2.
6 Jenofonte., Anáb. IV, 4, 6
7 Herodoto. III, 4, 3.
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
LXXIX
Otro ejemplo serian los convenios establecidos por Agelisao con Eropo de Macedonia y
Medio de Larisa, ambos en el año 394 a.C. Estos convenios tenían por objetivo atravesar una
serie de regiones tras la apremiante llamada que había recibido de su patria este rey
lacedemonio para acudir a Beocia.
El acuerdo era cerrado por los jefes del ejército de cada parte o, por uno de los bandos,
por la suprema autoridad del país o territorio que se va a atravesar. Así los jefes militares de los
ampraciotas tuvieron que negociar el convenio con los generales de los acarnanios y
amfiloquios que habían luchado poco antes contra ellos junto al estratego ateniense
Demóstenes; lo mismo hicieron los generales griegos de la expedición de los Diez mil cerrando
el acuerdo con Tiribazo, que como sátrapa disponía de autonomía en su territorio para cerrar
todo tipo de acuerdos bélicos.
Convenios de concesión de libre retirada
Se trata de un acuerdo idéntico en cuanto a su finalidad al anterior, pero se diferencia
porque mientras que el convenio de paso es establecido entre dos partes enfrentadas entre sí, es
decir, que no se hallan unidad por alianza o amistad, pero tampoco en relaciones abiertas de
guerra, este otro convenio es estipulado siempre después de que la guerra ha sido comenzada y
las tropas han medido sus fuerzas o se encuentran a punto de hacerlo.
La explicación de la existencia de este convenio la explican las mismas fuentes. De esta
manera después de una dura batalla o incluso antes de haberse enfrentado, los contendientes
llegan a la conclusión de que es más sensato parar en ese momento. Uno de ellos considera que
es más sensato esperar otra ocasión más favorable, o bien sabe que recibirá ayuda de algún
aliado y prefiere retirarse hasta que llegue su oportunidad, pero en su camino de regreso no
desea hallar hostilidades y por eso propone el cierre de un convenio que le garantice el regreso
seguro a casa. Su adversario por otra parte sigue temiendo a su oponente e igualmente confía en
tener otra ocasión y por ello está también interesado en llevar a cabo el convenio. Por lo tanto el
equilibrio de fuerzas y el respeto mutuo es lo que origina que este convenio tenga lugar. El
acuerdo es negociado y cerrado por los comandantes de los dos ejércitos, que pueden hacerlo
por medio de los delegados. Un ejemplo claro es el convenio llevado a cabo entre las tropas
griegas de los Diez mil y el rey persa Artajerjes II, en el año 401 a.C.8, que temeroso de la firme
resolución de los helenos a no entregar las armas y luchar hasta el final, decidió esperar una
ocasión más propicia para aniquilarlos y concluir con este convenio de libre retirada, que pronto
fue violado. El convenio fue negociado por el sátrapa Tisafernes, fue jurado y dieron su mano
8 Jenofonte., Anáb. II, 3, 25 ss
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
LXXX
diestra este mismo personaje y el hermano de la mujer del Gran Rey en nombre de éste; por
parte de los griegos juraron y dieron su mano derecha los estrategos y locagos del ejército.
Lo que más interés ofrece en este tipo de acuerdos son sin embargo las condiciones
estipuladas por las que se rige la marcha del ejército cuya seguridad ha sido garantizada. Como
la concesión de libre retirada constituía en ocasiones una de las condiciones establecidas en un
acuerdo de tregua, que de este modo extendía la suspensión de hostilidades a la retirada del
ejército contrario, podemos también basarnos en algunos de los casos de tregua que contuvieron
tal cláusula. El testimonio más importante para ello es el convenio de los Diez mil y Artajerjes
II.
Una vez cerrado el convenio se suspendían inmediatamente las hostilidades, y el
ejército que había logrado la concesión de la libre retirada podía, si lo deseaba, iniciar la marcha
cuando quisiera. Un ejemplo de ello es el convenio entre los tebanos y los peloponesios en el
año 371 a.C, por el cual los lacedemónios emprendieron el camino nada mas haber cerrado el
convenio, saliendo de noche, porque no confiaban en la palabra de los tebanos.9
Las obligaciones y compromisos de cada parte en el convenio eran:
1) quienes otorgaban la libre retirada garantizaban la ausencia de hostilidades durante el
trayecto; se comprometían también a proporcionar provisiones si el camino era largo mediante
la apertura de mercados, permitiendo en caso de que esto no fuera posible, que el ejército los
tomase de los campos, pero sin causar ningún daño.
2) quienes por el acuerdo se beneficiaban de esta retirada se obligaban igualmente a
observar una estricta suspensión de las hostilidades; a adquirir mediante pago los víveres que les
fueran proporcionados, o a tomarlos de las zonas que atravesasen sin producir daño alguno,
además de mantenerse en la ruta que había sido acordada.
Esta última obligación obedecía al hecho de que quien concedía el convenio deseaba
saber exactamente en qué lugar se hallaba el ejército que se retiraba en cada momento de su
recorrido. Jenofonte nos indica como los tebanos vigilaban el paso de los espartanos que se
retiraron después del convenio de tregua de 395 a.C, en que les fue concedida esta condición,
devolviendo al camino a aquellos que se apartaban ligeramente de él y penetraban en los
campos.
En el caso del acuerdo de Artajerjes II con la expedición griega de los Diez mil no sólo
les fue señalada a los helenos una ruta hasta las costas de Asia Menor, sino que también les
fueron proporcionados guías. Por ello los griegos tuvieron que esperar algunos días a que
9 Jenofonte., Hell. VI, 4, 25
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
LXXXI
Tisafernes regresase del lado de Artajerjes para conducirlos hasta la costa de Asia Menor, ya
que temían que si emprendían el camino sin esperar a los guías persas serian acusados de haber
violado el convenio. A la llegada del sátrapa se inicio la marcha, cumpliendo ambas partes las
obligaciones del acuerdo, hasta que Tisafernes traicionó a los griegos capturando y matando a
una parte de sus generales y capitanes, rompiendo en ese momento el acuerdo.10
Convenios para el cambio de prisioneros.
Se trata de un tipo de acuerdo muy simple, pero que sin embargo no fue muy utilizado
en Grecia. Esto hecho se debe a que las costumbres internacionales griegas consideraban al
prisionero de guerra como propiedad jurídica del vencedor, que podía por ello matarlo, venderlo
como esclavo, cambiarlo por objetos o bienes, exigir un rescate, etc. Por ejemplo el tratamiento
que recibieron los atenienses después de su capitulación en Sicilia.
Pero al lado del valor económico del sujeto en tales condiciones, se hallaba su valor
político, del que es buena muestra lo ocurrido por los prisioneros espartanos de la isla de
Esfacteria en manos de los atenienses.
Por estas razones los prisioneros solían ser conservados y sólo a cambio de unas
ventajas sustanciales se consentía su devolución. Desde este punto de vista, los convenios
10
Jenofonte., Anáb. II, 4, 9-28; 5, 1-41.
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
LXXXII
realizados para el cambio de prisioneros también ser concertarían con unas ventajosas
compensaciones, es decir los prisioneros no son canjeados por hombres en las mismas
circunstancias, retenidos por el bando contrario, sino que a cambio de ellos se exige siempre una
compensación más elevada. Ejemplo de ello es el convenio entre Hipócrates de Gela y Siracusa,
Corinto y Corcira de 493-492 a.C.11
. Este acuerdo se debió a la derrota, casi completa de no ser
por las fuerzas de Corinto y Corcira (Corinto además era la metrópoli de Siracusa y Corcira), en
la batalla del río Heloro que enfrentó a los siracusanos y a las tropas del tirano Hipócratres de
Gela. Sin embargo, gran parte del ejército siracusano cayó prisionero del tirano de Gela. Ante
esta situación Corinto y Corcira temiendo que en su ausencia consiguiera Hipócrates hacerse
con el control de Siracusa, decidieron intervenir como mediadores para alcanzar un acuerdo
entre ambas ciudades. A cambio de prisioneros siracusanos, Hipócrates logró la cesión de la
ciudad de Camarina, que pertenecía a Siracusa. Los habitantes de Camarina fueron trasladados a
Siracusa y la ciudad fue entregada vacía a Hipócrates, que encabezó como fundador una nueva
colonia que de Gela se trasladó a Camarina y volvió a dividir en lotes la ciudad.
11
Herodoto. VII, 154, 2-3. Tucídides. VI, 5, 3. Diodoro. XI, 76, 5.
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
LXXXIII
Otro convenio similar se daría en al año 447 a.C. entre atenienses y beocios12
.
Aprovechando la presencia del ejército espartano en Grecia central, grupos de beocios hostiles a
Atenas ocuparon una serie de plazas e incitaron al resto del país a sublevarse. Los atenienses
actuaron con rapidez y enviaron un ejército al mando de Tólmides que tomó y saqueo Queronea,
instalando allí una guarnición. Sin embargo no pudieron evitar que se unieran a los beocios
otros grupos enemigos de Atenas. Todo ello concluyó en la derrota de las tropas de Tólmides en
Coronea, y gran parte de su ejército cayó prisionero de los beocios. Ante esta situación Atenas
tuvo que concluir un convenio por el cual se comprometía a retirar a todos sus hombres de
Beocia, incluyendo las guarniciones de ciudades como Queronea, recibiendo a cambio la
garantía de no ser hostilizados en su retirada y además les serían devueltos los prisioneros
hechos en la batalla de Coronea.
Lo mismo ocurriría con el rey espartano Agelisao que tuvo que comprometerse en el
convenio cerrado con Medio de Larisa, del año 394 a.C.13
, a no causar ningún daño a su paso
por el territorio de la ciudad, y a cambio Medio restituiría a los dos consejeros del monarca
lacedemonio, a los que había retenido, concediendo además libertad de paso por la región de
Larisa, aunque sus tropas siguiesen hostigando a los espartanos en su marcha por el resto de
Tesalia, como indica Jenofonte.
Convenio sobre utilización de puertos marítimos.
Este tipo de convenios es de los más interesantes, ya que nos permite saber sobre las
convenciones usadas en la guerra naval. Este tipo de acuerdo era negociado y cerrado por el jefe
de la escuadra, que por necesidades técnicas necesitaba parar por algún tiempo en un puerto
extraño.
El acuerdo tenía como finalidad dar refugio por un periodo de tiempo breve a naves de
un país no amigo ni aliado en época de guerra, las cuales solicitaban este convenio para proteger
a sus navíos de las inclemencias del tiempo y para efectuar reparaciones y aprovisionarse de
víveres.
Hay que destacar como particularidad el hecho de que estos convenios se llevan a cabo
con naves enemigas por ciudades que de algún modo se hallan ligadas a un bando en lucha. Hay
varios ejemplos que ilustran este hecho, uno de ellos es el convenio entre los cranios, de la isla
de Cefalonia, y Corinto en el año 431 a.C.14
Sobre este convenio sólo sabemos, gracias al texto
de Tucídides, que una expedición corintia se dirigía contra Acarnania y que al regresar a su
12
Tucídides. I, 113, 3. 13
Jenofonte., Hell. IV, 3, 3 ss.; Ages. II, 2 ss.; Pausanias. III, 9, 13. 14
Tucídides. II, 33, 3.
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
LXXXIV
hogar hicieron una parada en la isla de Cefalonia justo en la zona de los cranios. La naturaleza
del acuerdo permitiría a los corintios la reparación de sus embarcaciones y conseguir los víveres
necesarios. Sin embargo este acuerdo fue roto por los cranios que incluso llegaron a matar a
algunos de los corintios, que se vieron obligados a irse con rapidez en sus embarcaciones. La
explicación de este hecho serian las diferencias surgidas en el momento de aplicar las cláusulas
del convenio y no el hecho de que los cranios, junto con el resto de la isla de Cefalonia, se
hubiesen sometido a Atenas.
Otro ejemplo es el convenio especial entre Teos y Atenas en el 412 a.C.15
, por el cual
Diomedonte, al mando de diez naves, llego a la ciudad de Teos, en el litoral de Asia Menor, y
firmó con sus habitantes un convenio por el que la ciudad concedía a los atenienses permiso
para fondear en su puerto, en el que podrían reparar sus naves averiadas y conseguir víveres,
todo ello a pesar de que Teos estaba ligada de un modo u otro, que desconocemos, a la alianza
del Peloponeso. Ambos ejemplos atestiguan como ambas ciudades participaban de un modo
marginal en la guerra, seguramente mediante la aportación de tropas o dinero, pero que
conservaban su autonomía política para decidir el cierre de un acuerdo bélico con otro estado.
Otros acuerdos especiales.
Debido a las situaciones que se planteaban durante los conflictos armados, se buscaba la
posibilidad de una solución pacifica mediante el cierre de una serie de convenios para cada caso
determinado.
Un ejemplo de ello, similar además a un convenio de capitulación, aunque sin embargo
sus términos son invertidos, ya que no fueron los asediados los que tuvieron que abandonar la
ciudad. En efecto se trata del convenio entre jonios y eolios del año 688 a.C.16
, que se produjo
por la ciudad de Esmirna, después de que sus habitantes hubieran albergado a un grupo de
jonios, habitantes de Colofón, expulsados de su hogar tras un alzamiento fallido. Estos
refugiados aprovecharon que toda Esmirna se había marchado de la ciudad para hacerse dueños
del lugar. Los eolios de Esmirna, junto al resto de ciudades eolias, intentaron recuperar
mediante asedio la ciudad, pero los jonios intervinieron también a favor de los colofonios,
llegándose a un acuerdo por el cual Esmirna pasaba a manos de los jonios de Colofón que se
habían encerrado en ella, los cuales se comprometían a devolver a los eolios todos los objetos
muebles que en Esmirna se encontraban. Estos eolios que se habían quedado sin patria se
repartieron entre las otras once ciudades eolias de Asia Menor, acogiéndoles como ciudadanos.
15
Tucídides. VIII, 20, 2. 16
Herodoto. I, 150. Pausanias. VII, 5, 1.
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
LXXXV
En último lugar un episodio de la guerra ateniense en Sicilia dio lugar a un convenio
especial. Después de la capitulación de las tropas del ateniense Demóstenes con los siracusanos
en el año 413 a.C.17
, fue alcanzada la parte del ejército que conducía el estratego Nicias, al que
también indujeron para que capitulara. Sin embargo Nicias no creyó que Demóstenes había
capitulado y por ello se realizó un convenio por el cual se permitía a un solo jinete ateniense
retroceder hasta encontrarse con el ejército de Demóstenes y comprobase la verdad. El convenio
fue cumplido por ambas partes, y el jinete regresó para verificar la capitulación del ejército de
Demóstenes.
Conclusiones.
Estos convenios especiales no sólo son una muestra de la clara especialización de los
acuerdos bélicos, sino también un extraordinario testimonio del complejo sistema organizativo
dentro de las instituciones que regulaban las relaciones entre los distintos estados griegos que se
encontraban en guerra.
Este tipo de convenios son relativamente recientes y más frecuentes a partir del siglo V
a.C. Su función vendrá determinada por la complejidad, cada vez mayor, que ira adquiriendo la
guerra a partir de época clásica, con nuevas situaciones que se resolverán por medio de una serie
de acuerdos pacíficos.
El sistema de funcionamiento de estos convenios especiales es el mismo para todos los
acuerdos, lo más atrayente será sin duda la originalidad de los problemas que resuelven, por
ejemplo ayudar al paso de un ejército a través de un territorio ajeno sin necesidad de usar la
violencia por medio de un acuerdo; la posibilidad de retirada a un ejército, con garantías de que
no sufrirá ataques de su adversario durante el camino, con el fin de no mantener una lucha
encarnizada que tenga consecuencias desastrosas para ambos contendientes; se acepta incluso el
cambio de prisioneros, algo muy poco frecuentes en la antigua Grecia, exigiendo a cambio altas
compensaciones; se permite a las naves de otro estado fondear en los puertos de ciudades
autónomas, a través de un acuerdo, para reparar las naves y conseguir víveres a pesar de estar
incluso alineadas en el bando opuesto. Por lo tanto todos estos tipos de convenio, junto con
algunos otros más especiales, son la muestra de una conciencia de todos los griegos para
humanizar la guerra y hacerla lo más llevadera posible.
Por lo tanto de estos convenios bélicos se puede extraer que por un lado tienen un
carácter humanitario, que tiene en cuenta el valor de la persona que forma parte de la
comunidad y, que aunque este separada de los demás griegos por razones políticas y de origen,
17
Tucídides. VIII, 82, 2-3.
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
LXXXVI
es consciente de ese pensamiento interhelénico. Por otro lado una vertiente más práctica que
trata de crear un sistema organizativo que haga posible la resolución de los problemas que
planteaban las diferentes situaciones de la guerra. Por ejemplo los acuerdos de tregua son la
mejor opción para la recogida e inhumación de los muertos, que tiene su origen en la costumbre
religiosa griega del respeto necesario a un difunto, y que además se dio con igual fuerza en
todas las épocas. Incluso alrededor de este respeto a los muertos, se llego a crear un
pensamiento colectivo según el cual se consideraba una grandísima falta de respeto denegar la
solicitud de inhumación para un cadáver; otro ejemplo más característico del periodo arcaico,
donde predominó una sociedad aristocrática, se observa como el combate singular es el más
frecuente. A través de este tipo de convenio se buscaba evitar el derramamiento de sangre,
puesto que para resolver un conflicto se acordaba que solamente dos hombres expondrían su
vida.
Los convenios constituyeron en su funcionamiento un conjunto homogéneo. Esto es
evidente tanto por el uso de una terminología común para designarlos, ζπονδαί, pero que en
cada caso ha sabido desarrollar sus propias características y consecuencias, sino también que
todos se tratan de un sistema que permite los contactos internacionales durante los conflicto
bélicos y que por ello se requiere una gran flexibilidad y rapidez en su ejecución. En efecto,
todos los convenios, pueden ser negociados y cerrados en el mismo lugar donde se produce la
batalla por las autoridades militares, obligando de esta manera a la ciudad griega que lo había
establecido a cumplirlo. El cierre de estos convenios, como el de los tratados, es el mismo por
medio de libaciones de seguridad y sancionado por juramento, teniendo como testigo a los
mismísimos dioses griegos, que además eran comunes entre los griegos.
Los convenios son por tanto la muestra de la capacidad griega para crear un sistema que
permitiese el contacto entre las diferentes ciudades griegas en épocas de guerra, además de
poder adaptar estos convenios a cada época.
Los Acuerdos Bélicos en la Antigua Grecia.
LXXXVII
Bibliografía
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