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Las Iglesias de Galacia

Mapa satelital de la zona donde se estima

habría que ubicar a las iglesias de Galacia.

La carta a los Gálatas

–junto con Romanos–

es el texto que presenta

el “evangelio paulino”

de manera más clara y

explícita.

Ambos textos

–Romanos y Gálatas–

abordan el mismo problema

teológico de fondo,

pero en circunstancias

diversas…

Gálatas, como reacción inmediata y

apasionada a un problema vivido en una

comunidad fundada por Pablo.

Romanos, como exposición serena,

completa y fundamentada del mismo

problema, a una comunidad en la que Pablo

nunca estuvo ni fue fundada por él (ni por

ningún “paulino”).

Gálatas 1,1-2

1,1 Pau/loj avpo,stoloj…

1,2 … kai. oi` su.n evmoi.

pa,ntej avdelfoi.

tai/j evkklhsi,aij

th/j Galati,aj

Pablo, apóstol…

…y los conmigo

todos hermanos

a las Iglesias

de Galacia

Parece que se trataría de lugares

pequeños y relativamente cercanos

unos de otros, estrechamente ligados

entre sí, con experiencias comunes,

a los que se les podía hablar en

conjunto.

Pablo…

…¿se dirige a los cristianos de

la provincia romana de Galacia?

…¿o se dirige a los “kéltai”

(Ke,ltai)? …es decir, a los “celtas”

instalados desde siglos en la región

Los gálatas son celtas

llegados a Asia Menor en el s.

III a.C. y que se establecieron

en la actual zona de Ankara

(antes Ancira), capital de

Turquía. En el año 25 a.C. el

territorio de los gálatas pasó a

dominio de Roma, que lo

convirtieron en provincia,

añadiéndole otros territorios.

Las iglesias a las que se dirige

Pablo están situadas en la

región natural de Galacia, no

en los territorios añadidos.

Quienes son éstos gálatas

Celtas

Fueron creadas por Pablo con ocasión de

una enfermedad que le obligó a quedarse

una temporada en este territorio durante su

viaje independiente (Gál 4,13s; Hch 16,6s).

Años más tarde, en su último viaje camino

de Éfeso, las visitó de nuevo posiblemente

para organizar la colecta en favor de los

pobres de Jerusalén (Hch 18,23; 1 Cor 16,1)

Origen de las

comunidades cristianas

de Galacia.

No se habla de

una comunidad

situada en un

lugar concreto,

sino de varias

esparcidas en

la región

natural de

Galacia.

Todos los miembros de la comunidad eran gentiles, pues Pablo

les recuerda su pasado en el paganismo (4,8; 5,3; 6,12s).

Acogieron gustosamente el evangelio (1,6.8s; 3,1; 4,6.9.13s.19),

recibieron el bautismo y Dios los bendijo con abundantes dones

espirituales (3,5).

¿Por qué les escribe?

Parece ser que Pablo…

–¿estando en Éfeso, tras un viaje

en el que habría visitado

las comunidades de Galacia?–

…llegaron a la zona de Galacia

enseñando, entre otras cosas

que los gálatas …

…debían circuncidarse (cfr. 5,2; 6,12s)

…observar determinadas fiestas (4,10)

…y practicar la “Ley” (3,2.5; 4,21; 5,4)

Los gálatas se habrían “fascinado”

con el “evangelio”

de estos predicadores.

Gálatas 3,1-2

v1 “¡Oh insensatos Gálatas! ¿Quién os

fascinó a vosotros, a cuyos ojos fue

presentado Jesucristo crucificado?

v2 Quiero saber de vosotros una sola

cosa: ¿recibisteis el Espíritu por las

obras de la Ley o porque tenéis fe

en la predicación?”.

Los gálatas –según los judaizantes–

debían ingresar como “prosélitos”

al pueblo elegido, por medio de la

circuncisión.

Pablo se opone terminantemente…

Gálatas 6,12-13

v12 “Los que quieren ser bien vistos en lo

humano, ésos os fuerzan a circuncidaros,

con el único fin de evitar la persecución

por la cruz de Cristo.

v13 Pues ni siquiera esos mismos que se

circuncidan cumplen la ley; sólo desean

veros circuncidados para gloriarse

en vuestra carne“.

También los convencen

de que deben practicar

y observar fielmente la Torá.

Pablo los refuta enérgicamente.

Gálatas 5,2-6

v.2 “Soy yo, Pablo, quien os lo dice:

Si os dejáis circuncidar, Cristo no os

aprovechará nada.

v.3 De nuevo declaro a todo hombre

que se circuncida que queda obligado

a practicar toda la ley.

Porque “Practicar la Tora” no es

solo observar el decálogo…

Eso es solo un ínfimo resumen de las

transgresiones que conllevan pena de

muerte: se trata de toda la Ley del Moisés,

el Pentateuco en su integridad, y, desde la

óptica de un fariseo observante como

Pablo (cfr. Gal 1,14; Flp 3,4-6), todas las

enseñanzas rabínicas, “condensadas” en

los 613 preceptos.

Gálatas 5,4-5

v.4 Habéis roto con Cristo todos cuantos

buscáis la justicia en la ley.

Os habéis apartado de la gracia.

v.5 Pues a nosotros nos mueve el Espíritu

a aguardar por la fe

los bienes esperados por la justicia.

Gálatas 5,6

v.6 Porque en Cristo Jesús

ni la circuncisión

ni la incircuncisión tienen valor,

sino solamente la fe

que actúa por la caridad”.

¿Cuál es la cuestión de

fondo

que se debate aquí?

Determinar cuál es el camino

y cuáles son los medios

que Dios pone en nuestras manos

para poder

conformarnos a su proyecto,

cumplir su voluntad y alcanzar

la “justicia”, esto es, la “salvación”.

Por supuesto, los “judaizantes”

defendían la vigencia

(= necesidad)

Salvífica de la “Torá”

(Gal 4,21; 5,4).

Deuteronomio 6,25

“Tal será nuestra justicia:

cuidar de poner en práctica

todos estos mandamientos

ante Yahveh nuestro Dios,

como él nos ha prescrito”.

Cfr. Salmo 119

Pablo enseña con

vehemencia que,

si bien eso es correcto,

la experiencia demuestra

que,

de hecho resulta

impracticable.

Gálatas 3,21

“Si de hecho nos hubiera otorgado

una Ley capaz de vivificar,

en ese caso la justicia

vendría realmente de la Ley”.

Por lo mismo, no consiguió mas que

hacer al hombre consciente de su pecado

y de la necesidad que tiene de la ayuda

de Dios (cfr. Rom 7, 21-24. 25).

Para Pablo, la “ayuda de Dios” es

Cristo, y enseña en consecuencia que el

hombre redimido por Cristo esta libre de

la Tora.

Gálatas 2,16

“...conscientes de que el hombre no se

justifica por las obras de la ley

sino sólo por la fe en Jesucristo,

también nosotros hemos creído en Cristo

Jesús a fin de conseguir la justificación

por la fe en Cristo, y no por las obras de

la ley, pues por las obras de la ley

nadie será justificado”.

Gálatas 2,21

“…si por la ley se obtuviera

la justificación,

entonces hubiese muerto Cristo

en vano”.

Los que pretenden

“vivir”

mediante

las obras de la Ley,

viven, en realidad,

bajo la maldición…

Gálatas 3,10

“Porque todos los que viven de las

obras de la ley incurren en maldición.

Pues dice la Escritura:

Maldito todo el que no se mantenga

en la práctica de todos los preceptos

escritos en el libro de la Ley”.

Cristo nos liberó

de la maldición de la Ley,

haciéndose él mismo maldito

por nosotros…

Gálatas 3,13

“Cristo nos rescató de la maldición

de la ley, haciéndose él mismo

maldición por nosotros,

pues dice la Escritura:

Maldito todo el que está colgado

de un madero”.

Según la comprensión judía,

el hombre, cumpliendo,

“obrando” la Torá (= expresión

escrita de la voluntad de Dios),

alcanza la justicia,

y, por lo tanto, la vida.

Torá

(voluntad de Dios revelada)

Practicarla, observarla (“obrarla”)

Justicia

(conformarme a la voluntad

de Dios)

Pero Pablo no está

de acuerdo

con esto…

El hombre no puede,

por más que se esfuerce,

cumplir la voluntad de Dios,

expresada en la Ley.

La Ley, en sí misma,

sólo da el conocimiento

de la voluntad de Dios, pero

no la fuerza interior para

realizarla.

… y, además,

para el que no la cumple

prescribe castigos.

La única posibilidad de poder

conformarse a la voluntad de Dios la

da Cristo…

que nos libera del yugo de la Ley

(Gal 5,1), nos hace justos por

la fe, y, así "justificados", hace posible

cumplir la voluntad de Dios.

Fe en la acción de Dios en Cristo

(fuerza de Dios que actúa en el creyente)

Justicia

(otorgada como don

por Dios al creyente)

Siendo justos, obramos la voluntad de Dios

(nos conformamos a su voluntad)

Cierto que la fe debe florecer,

traducirse en “obras” de justicia,

en “vida”.

FE > JUSTICIA > OBRAS

Pero esas “obras de justicia”

no son producto del esfuerzo

humano por realizar la voluntad

de Dios, sino que

provienen de la fe en Cristo.

No hay que estar enfermizamente

atado a los preceptos,

pues hemos sido liberados

y llamados a la libertad

en la justicia recibida como don.

Entonces, con ocasión de

esta misión que quiere

someter a los Gálatas a

las observancias judías,

Pablo escribe esta

carta, en medio de la

polémica.

De ahí su tono tan airado,

amenazante.

Esta es una de las cartas

que nos muestra a

Pablo mas de cerca.

Los medios

retóricos se

manejan con

fuerza y

emotividad,

incluso los mas

duros, como la

ironía, el

sarcasmo y hasta

la maldición

(cfr. Gal 1,8.9).

Pero si aún nosotros, o un

ángel del cielo, les

anunciara otro evangelio

contrario al que les hemos

anunciado, sea anatema

(maldito). Gal 1,8

Como hemos dicho antes,

también repito ahora: Si

alguien les anuncia un

evangelio contrario al que

recibieron, sea anatema. Gal 1,9

La carta a los Romanos

desarrollaráextensa y

detenidamentela teología que

que sostiene esta convicción.

* apologético personal: defiende su apostolado y predicación, que

vienen directamente de Cristo resucitado y ha sido aprobado por las

“columnas de Jerusalén”; con ello defiende su doctrina y su

comportamiento concreto.

La carta está dirigida a todas las comunidades de

Galacia, por lo que tiene carácter de carta encíclica.

La respuesta de Pablo consta de tres grandes núcleos:

* Exhortación a vivir la libertad cristiana. Cristo nos ha hecho hijos de

Dios, libres, y hay que vivir la libertad cristiana con todas sus

implicaciones, evitando tanto el legalismo como la anarquía y rechazo

de leyes. Es libertad para amar. Sin libertad no hay amor

* Doctrinal: el hombre se salva solamente por la fe en Cristo, no por

observar las leyes de Moisés ni por dar culto a ángeles, observando un

calendario especial. Ambas cosas no son más que formas de esclavitud.

I. Introducción (1,1-5)

a) Remitentes y destinatarios (1,1-2)

b) Bendición (1,3-5)

II. Cuerpo (1,6-6,10)

A. Primera parte (1,6-2,21) Apología personal

1. Desconcierto ante la situación de la

comunidad: (1,6-10)

2. Pablo, enviado de Dios, no de los

apóstoles de Jerusalén (1,11-2,21)

UN VISTAZO A LA CARTA

B. Segunda parte (3,1-5,12) El hombre se salva

solamente por la fe en Cristo

* Experiencia de los gálatas (3,1-5)

* Midrás de Abraham:

1. La bendición de Abraham desciende sobre los

creyentes (3,6-14)

2. La herencia de Abraham está vinculada a Cristo

(3,15-29)

3. Situación de los herederos antes y después del

envío de Cristo (4,1-11)

Paréntesis: Recuerdo de la relación anterior

entre el apóstol y los gálatas (4,12-20)

4. La enseñanza de la misma ley: Abraham y sus

dos hijos (4,21-31)

Conclusión: Sólo hay una disyuntiva: o Cristo o

circuncisión (5,1-12)

C. Tercera parte (5,13-6,10) Exhortación al uso

correcto de la libertad

1. El principio fundamental: libres para amar, ni

legalismo ni anarquía (5,13-15)

2. Aclaración: cooperar con el Espíritu luchando

contra la carne (5,16-24)

3. Aplicación a la vida comunitaria: libres para el

servicio en la comunidad (5,26-6,10)

III. Epílogo (6,11-18)

* El midrás de Abraham (3,6-4,31): Un midrás es la

presentación de una doctrina o un hecho a base de citas bíblicas

B. Segunda parte (3,1-5,12):

* Contiene una larga reflexión teológica para dejar claro que la

salvación es un regalo de Dios, que se recibe gratuitamente por

medio de la fe. Después de una introducción en que apela a la

experiencia de los gálatas, desarrolla el midrás de Abraham.

* Introducción apelando a la experiencia de los gálatas: han

recibido el Espíritu Santo gratuitamente por la fe, no lo han

comprado a base de cumplir leyes (3.1-5)

¡Oh insensatos gálatas! ¿Quién os fascinó a vosotros, a cuyos ojos fue

presentado Jesucristo crucificado? Quiero saber de vosotros una sola

cosa: ¿recibisteis el Espíritu por las obras de la ley o por la fe en la

predicación?...

+ Hay dos formas de conseguir algo, por

regalo o comprándolo. El hombre consigue la

amistad con Dios y la salvación gratuitamente

creyendo en Cristo, no comprándola a base

de cumplir leyes, en concreto, con todo lo

mandado en la Ley de Moisés.

En este texto emplea una lógica lejana de nuestra

forma de discurrir y por ello no fácil de entender.

Veremos primero (1) qué quiere enseñar Pablo, y

(2) después cómo lo dice.

(1) Qué enseña Pablo

+ Las leyes son buenas, pero de por sí

sólo indican lo que tenemos que hacer, sin

que den las fuerzas necesarias para

hacerlo.

El hombre, con sus propias fuerzas y sin la

gracia de Cristo, debilitado radicalmente

por el pecado, se encuentra impotente

para obedecer estos mandamientos.

En esta situación de debilidad, imponer

más leyes solo sirve para que el hombre

las desobedezca y experimente más

profundamente su debilidad.

La fuerza para cumplirlos la da Dios por

medio de Cristo. No basta saber leyes, es

necesaria la gracia de Dios.

+ Los que igualan la Ley de Moisés a Cristo la están absolutizando y atribuyéndole una fuerza que no tiene.

En este caso sólo sirve para experimentar la debilidad propia y la necesidad de la gracia que Dios ha prometido y se ha cumplido en Cristo. Esto quiere decir que no se puede

conseguir la salvación a base de cumplir leyes, pues no es ésta la finalidad de las mismas.

+ Esto vale para el AT y la Ley de Moisés, que de por sí es

bueno, pero incompleto e imperfecto. Es sólo una PROMESA

con normas para vivir durante el tiempo de la espera, que

cuando llega el CUMPLIMIENTO, pierde todo su valor. Si me

PROMETEN incondicionalmente una cantidad, la promesa como

tal es importante para mí mientras no se ha cumplido, pero

cuando se cumple, deja de tener valor. Lo importante es lo

CUMPLIDO, la cantidad recibida. La promesa queda como

recuerdo para dejar clara la fidelidad del que la hizo.

+ Dios prometió gratuitamente bendecir a Abraham

y sus descendientes.

El contenido de la promesa-bendición era Cristo,

que por medio de su Espíritu, nos hace hijos de

Dios, libres para amar.

El medio para recibirla es la fe. Todo el AT está

ordenado a ayudar a la espera de Cristo, el

cumplimiento. Una vez que ha llegado Cristo, la

promesa ya no tiene valor.

Realmente sin Cristo el AT es una realidad que

aprisiona, Cristo da la bendición prometida y libera.

No tiene sentido obligar a los gentiles bautizados a

observar la Ley de Moisés.

Es hacerles entrar de nuevo en la cárcel.

Son hijos de Abraham los que imitan su fe, los creyentes.

La bendición prometida es Cristo que nos envía su Espíritu en el bautismo y nos hace hijos de Dios y libres para amar.

1. La bendición de Abraham desciende sobre los creyentes (3,6-14)

Los creyentes son hijos de Abraham y son

bendecidos en él (3,6-9). Por la fe gratuitamente

Abraham fue justificado y hecho amigo de Dios, y

además Dios le hizo la promesa de bendecir a

todos sus descendientes, que son los creyentes.

Presentando sucesivamente diferentes

aspectos de esta enseñanza:

(2) Cómo lo enseña:

Abraham creyó en Dios y le fue

reputado como justicia. Tened,

pues, entendido que los que viven

de la fe, ésos son los hijos de

Abraham.

La Escritura, previendo que Dios

justificaría a los gentiles por la fe,

anunció con antelación a Abraham

esta buena nueva: En ti serán

bendecidas todas las naciones.

Así pues, los que viven de la fe son

bendecidos con Abraham el

creyente.

Al contrario, los que se empeñan en conseguir la salvación a base de cumplir leyes, sin la gracia de Cristo, no consiguen nada y se encuentran bajo

la maldición (3,10-12)

Porque todos los que viven de las obras de la ley

incurren en maldición. Pues dice la Escritura:

Maldito todo el que no se mantenga en la práctica

de todos los preceptos escritos en el libro de la Ley.

Y que la ley no justifica a nadie ante Dios es cosa

evidente, pues el justo vivirá por la fe; pero la ley no

procede de la fe, sino que quien practique sus

preceptos, vivirá por ellos (3,10-12).

En Cristo ha venido a los creyentes la bendición de Abraham, que es el Espíritu Santo (3,13-14)

Cristo nos rescató de la maldición

de la ley, haciéndose él mismo

maldición por nosotros, pues dice

la Escritura: Maldito todo el que

está colgado de un madero, a fin

de que llegara a los gentiles, en

Cristo Jesús, la bendición de

Abraham, y por la fe recibiéramos

el Espíritu de la Promesa (13-14).

2. La herencia de Abraham está vinculada a Cristo (3,15-29)

La descendencia de Abraham en quien se cumple la

promesa es Cristo:

Pues bien, las promesas

fueron dirigidas a Abraham y

a su descendencia. No dice:

“y a los descendientes”,

como si fueran muchos, sino

a uno solo, “a tu

descendencia”, es decir, a

Cristo (3,16).

Finalidad de la Ley de Moisés no es

anular la promesa, pues está a su

servicio. Eran normas que

manifestaban la voluntad de Dios y

ayudaban a recibir la promesa.

La experiencia hizo ver que sin la

gracia de Cristo era imposible este

cumplimiento.

De esta forma las normas

manifestaban la situación de debilidad

radical en que vivía el hombre:

Hermanos, voy a explicarme al modo humano: aun

entre los hombres, nadie anula ni añade nada a un

testamento hecho en regla... Y digo yo: Un testamento

ya hecho por Dios en debida forma, no puede ser

anulado por la ley, que llega 430 años más tarde, de tal

modo que la promesa quede anulada... Entonces,

¿para qué la ley? Fue añadida en razón de las

transgresiones hasta que llegase la descendencia, a

quien iba destinada la promesa... Según eso, ¿la ley

se opone a las promesas de Dios? ¡De ningún modo! Si

de hecho se nos hubiera otorgado una ley capaz de

vivificar, en ese caso la justicia vendría realmente de la

ley. Pero, de hecho, la Escritura encerró todo bajo el

pecado, a fin de que la Promesa fuera otorgada a los

creyentes mediante la fe en Jesucristo (3,15.17.19-22).

Consecuencia de esto es que el hombre sin Cristo

vivía en una esclavitud, situación afirmada por la

misma Escritura.

Esto ha terminado con la fe en Cristo y el

bautismo, por lo que nos incorporamos a Cristo-

descendencia y somos herederos de la promesa,

hijos de Dios, todos uno en Cristo y libres:

Y así, antes de que llegara la fe, estábamos encerrados bajo la vigilancia

de la ley, en espera de la fe que debía manifestarse. De manera que la ley

ha sido nuestro pedagogo hasta Cristo, para ser justificados por la fe.

Mas, una vez llegada la fe, ya no estamos bajo el pedagogo. Pues todos

sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. En efecto, todos los

bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo: ya no hay judío ni

griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois

uno en Cristo Jesús. Y si sois de Cristo, ya sois descendencia de

Abraham, herederos según la Promesa. (3,23-29)

Pues yo digo: Mientras el heredero

es menor de edad, en nada se

diferencia de un esclavo, con ser

dueño de todo; sino que está bajo

tutores y administradores hasta el

tiempo fijado por el padre.

De igual manera, también nosotros,

cuando éramos menores de edad,

vivíamos como esclavos bajo los

elementos del mundo (4,1-3).

3. Situación de los herederos antes y después del envío de Cristo (4,1-11)

Antes de Cristo:

Pero, al llegar la plenitud de los

tiempos, envió Dios a su Hijo,

nacido de mujer, nacido bajo la

ley, para rescatar a los que se

hallaban bajo la ley, y para que

recibiéramos la filiación adoptiva.

La prueba de que sois hijos es

que Dios ha enviado a nuestros

corazones el Espíritu de su Hijo

que clama: ¡Abbá, Padre! De

modo que ya no eres esclavo, sino

hijo; y si hijo, también heredero

por voluntad de Dios (4,4-7)

Después del envío de Cristo, hemos recibido

el Espíritu Santo, somos libres, hijos de Dios

en el Hijo y coherederos con él.

Por ello dar culto a los ángeles como necesario para

la salvación es volver a la esclavitud de antes de la

conversión cuando daban culto supersticioso a los

planetas observando los días señalados por un

calendario:

Pero en otro tiempo, cuando no conocíais a

Dios, servíais a los que en realidad no son

dioses. Mas, ahora que habéis conocido a

Dios, o mejor, que él os ha conocido, ¿cómo

retornáis a esos elementos sin fuerza ni valor,

a los cuales queréis volver a servir de nuevo?

Andáis observando los días, los meses, las

estaciones, los años.

Me hacéis temer no haya sido en vano todo mi

afán por vosotros (4,8-11).

Paréntesis: Recuerdo de la relación anterior entre el

apóstol y los gálatas (4,12-20)

Os ruego que os hagáis como yo, pues yo me

hice como vosotros. Ningún agravio me

hicisteis. Pero bien sabéis que una

enfermedad me dio ocasión para

evangelizaros por primera vez; y, no obstante

la prueba que suponía para vosotros mi

cuerpo, no me mostrasteis desprecio ni

repulsa, sino que me recibisteis como a un

ángel de Dios: como a Cristo Jesús. ¿Dónde

están ahora los parabienes que os dabais?...

¿Es que me he vuelto enemigo vuestro diciéndoos la verdad?...

¡hijos míos!, por quienes sufro de nuevo dolores de parto, hasta ver

a Cristo formado en vosotros. Quisiera hallarme ahora en medio de

vosotros para poder acomodar el tono de mi voz, pues no sé cómo

habérmelas con vosotros (4,12-15.16-19.20).

Termina el midrás comparando a

los judíos y judaizantes, que

absolutizan el AT, con los hijos de

Agar, que engendró hijos para la

esclavitud, y a los cristianos con

Sara, madre de los hijos libres.

Igual que entonces el hijo de la

esclava, Ismael, persiguió a Isaac,

el hijo de la promesa, ahora los

judaizantes persiguen a los

cristianos:

4. La enseñanza de la misma ley. Final del Midrás (4,21-31)

Pues dice la Escritura que Abraham

tuvo dos hijos: uno de la esclava y otro

de la libre... Hay en ello una alegoría:

estas mujeres representan dos alianzas;

la primera, la del monte Sinaí, madre de

los esclavos, es Agar...

Pero la Jerusalén de arriba es libre; ésa

es nuestra madre...Y vosotros,

hermanos, a la manera de Isaac, sois

hijos de la Promesa.

Pero, así como entonces el nacido

según la naturaleza perseguía al nacido

según el espíritu, así también ahora

(4,22.24.26.28-29).

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