la socialización política de excombatientes de grupos
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La socialización política de excombatientes de grupos armados en tránsito a la
vida civil y el papel que juegan los agentes de la Agencia para la Reincorporación y la
Normalización (ARN), antes Agencia Colombiana para la Reintegración (ACR) frente
a dicho proceso 1
Stephany Ramírez Patiño2
Mauricio Gómez Villegas3
Resumen
A partir de lo relatado por los agentes de la ACR y el análisis de la información realizado por
medio de la teoría fundamentada, se efectúa un acercamiento de tipo descriptivo a la
socialización política de excombatientes; los resultados indican que es necesario reconocerse
como ciudadano para reintegrarse y ejercer la política, así como la importancia de la
comunidad en el proceso de adaptación y reintegración, en las que se enmarcan prácticas de
participación social en pro del bienestar de la comunidad; además el acompañamiento del
profesional reintegrador y la dimensión ciudadana de la ruta como potenciadores de
socialización política y facilitadores de reintegración.
Palabras clave: Socialización política, ACR, ARN, dimensión ciudadana, excombatientes
Abstract
Based on what has been reported by the ACR/ARN agents and the analysis of the information
carried out by means of the grounded theory, a descriptive approach is made to the political
socialization of ex-combatants; The results indicate that it is necessary to recognize oneself
as a citizen in order to reintegrate and practice politics, as well as the importance of the
community in the process of adaptation and reintegration, which frame practices of social
participation in the welfare of the community; In addition to the accompaniment of the
professional reintegrator and the dimension of the city of the route as enhancers of
socialization policy and facilitators of reintegration.
Key words: Political socialization, ACR, ARN, Citizen dimension, Ex-combatants
1 Trabajo de investigación para optar al título de pregrado de Psicología de la Universidad Católica de Pereira,
Primer semestre del año 2017. 2 Estudiante aspirante a título de Psicóloga. 3 Magister en Desarrollo Humano. Docente Universidad Católica de Pereira. Asesor trabajo de grado.
INTRODUCCION
Los procesos de Desarme, Desmovilización y Reintegración
En el mundo se han registrado conflictos armados internos debido a causas políticas, desigualdad
e inequidad; y han llegado a su fin por procesos de paz y negociaciones entre el estado y los grupos
al margen de la ley con el objetivo de cesar la violencia, fase llamada postconflicto, la cual incluye
diferentes programas para el país, comunidades y excombatientes, entre ellos el programa de
Desarme, Desmovilización y Reintegración (DDR), (CCDDR, 2009). Estos programas y acuerdos
se han realizado en algunos países de África, Europa y en América Latina, en Colombia se realiza
el último acuerdo de paz en el 2012 y se firma en el 2016, aunque el proceso de DDR se ha llevado
a cabo con anterioridad.
En Colombia, los combatientes que dejan las armas y se desmovilizan de manera individual
o grupal, inician un proceso con la Agencia Colombiana para la Reintegración (en adelante ACR)
que es la responsable de acompañar a los excombatientes en su paso a la vida civil, proceso que
tiene como duración 6 años aproximadamente (ACR, s.f.). Herrera y Gonzáles (2013) indican que
el proceso de DDR en Colombia inicia hace 3 décadas con grupos como el M-19, MAQL, CRS, y
por último con las FARC; programa que a través del tiempo ha tenido cambios y propuestas
adicionales de acuerdo a las necesidades y demandas del contexto, tales como leyes, beneficios
jurídicos, económicos y propuestas de educación, salud, participación política, aunque al inició
fueron de forma asistencial, característica que según Nzekani (2013) dificulta el proceso de DDR,
como se ha evidenciado en el contexto africano, ya que limitan las estrategias de desarrollo
personal y social, y por lo tanto no es un enfoque integral.
Tras las desmovilizaciones colectivas del 2006 surge la Alta Consejería Presidencial para la
Reintegración en Colombia, se implementa el proceso DDR a largo plazo, con enfoque individual
y colectivo, se retoman experiencias de Irlanda, Sudáfrica y Angola (Cárdenas, 2006) se convierte
en una política de estado con beneficios a participantes, familias y comunidades, se agregan
recursos a la ruta (económica, social y comunitaria), es decir, se convierte en un enfoque integral,
que incluye al desmovilizado, la comunidad y otorga garantías de verdad y no repetición a las
víctimas (Herrera & Gonzáles, 2013; Cárdenas, 2006).
En el año 2011 pasa a convertirse en la Agencia Colombiana para la Reintegración, como una
“Unidad Administrativa Especial con personería jurídica, adscrita al Departamento Administrativo
de la Presidencia de la Republica (DAPRE)” (ACR, s.f: parr.13) de esa forma se garantiza la
continuidad de una reintegración social y política sólida que genera transformación en la
comunidad a través de prácticas cotidianas, (Rodríguez et.al, 2015), pues los programas de DDR
dependen y funcionan de acuerdo al contexto, y los mismos excombatientes son actores del
postconflicto (Nussio, 2013), por ello Colombia debe adaptar las experiencias, aprendizajes, de
establecer políticas claras y contar con la presencia de los diferentes actores para el buen desarrollo
del proceso de DDR.
Actualmente es un enfoque integral, humanista y no asistencial, se ha transformado y
consolidado a lo largo del tiempo. El informe de “Hechos y Estadísticas” de marzo de 2017 de la
ACR, reporta que el total de la población desmovilizada es de 58.986 personas, de las cuales
16.732 han culminado el proceso, 8.784 no ingresaron a la ACR, otros han salido del proceso o
están en investigación y 13.863 aún están en el proceso, siendo ésta la población nacional de
desmovilizados actuales con la ACR, de los cuales en Risaralda se encuentran 232.
La reintegración, el tránsito a la vida civil
Salgado & Rodríguez (2010) plantean la reintegración social en términos de reconfiguración de la
subjetividad a través de procesos integrales, construir la identidad como sujeto histórico,
desmitificar la condición de excombatiente, es decir que pase por la particularidad del sujeto y
transforme lo colectivo para involucrarse de manera activa, comprometida y se establezca una
verdadera relación con la comunidad, para generar estrategias de aceptación y compromiso a nivel
laboral y de habitabilidad para promover el respeto y confianza (Camargo, 2015).
Por otro lado, la reintegración social y económica se debe adecuar a la situación particular y
contextual del participante, reconocer sus intereses y habilidades para tener opciones significativas
y trascienda el cumplimiento de objetivos (Matiz, 2016; Mejía, 2014). Para el PNDDR la
reinserción-reintegración es un proceso en el cual el desmovilizado se inserta a la sociedad
mediante prácticas sociales y económicas que generan oportunidades similares a los habitantes de
la población civil y ayudas para su sostenimiento (acceso laboral) con el fin de que continúe en la
legalidad, y a su vez repare el daño social y económico causado (Conoir, 2011).
Cabe señalar que en términos de Rueda (2008) la reinserción o la reintegración permite al
desmovilizado ingresar a la sociedad como sujeto social y político, implica a su vez descubrirse a
sí mismo, integrarse a la vida civil y adquirir sus compromisos individuales y colectivos, a través
de las herramientas dadas por la ACR, sin embargo el proceso debe estar en constante
actualización, para que se ajuste a las necesidades y requisitos entre los actores que participan,
como el estado y los desmovilizados, y en ese sentido haga parte de una política de paz.
El proceso de socialización en la reintegración
El proceso de DDR permite al desmovilizado ingresar a la sociedad, como persona civil con
deberes y derechos, pero la socialización, es lo que permite al sujeto conocer, compartir,
identificarse con otros, transformar e interiorizar experiencias para reconstruir un nuevo mundo,
adaptarse a la sociedad con sus normas y valores, siendo la familia esencial en el proceso de
reintegración, socialización, adaptación y estabilidad al nuevo lugar y forma de vivir del
excombatiente (Sarmiento, 2011; Cuellar (2016).
A partir de los diferentes espacios de socialización, se configuran identidades y subjetividades
que movilizan al sujeto a actuar y participar en el contexto que se encuentra y al que pertenece,
estos espacios generan una cultura y posición política, mecanismo social de transformación, una
actitud frente a la sociedad de participación y reconciliación de su contexto y realidad internalizada
(Jiménez, Ramírez, 2016; Torres, 2013).
La reintegración política implica la transformación del estado legal de combatientes a
excombatientes, relación con la institucionalidad, participación activa en la ciudadanía y
democracia (Mago, 2011), en esa medida, la socialización política construye subjetividad política
por medio de prácticas individuales y colectivas para el bien común desde la familia, escuela,
instituciones, configurando ciudadanos desde la responsabilidad, la libertad y la relación con el
estado (Jiménez & Ramírez, 2016).
Según Céspedes (2013) la ACR genera procesos de socialización para favorecer la
reintegración, adquirir competencias y vivir en comunidad, -a través de talleres, visitas, asesorías,
espacios de intervención- y formar un perfil de ciudadano reintegrado, que genere una relación
entre participante-estado y garantizar la participación en él.
A partir de la revisión de investigaciones sobre procesos de desarme, desmovilización,
reintegración, acuerdos de paz, políticas de reintegración, socialización con los desmovilizados y
la Agencia Colombiana para la Reintegración, se observa que hay un desarrollo dichas temáticas,
siendo la reintegración abordada desde diferentes miradas y correlacionada con otras dimensiones
y aspectos estatales, personales, comunitarios y administrativos de la misma agencia, sin embargo
las investigaciones realizadas con los participantes de la ACR sobre socialización con énfasis en
la política son pocas y están dirigidas a la configuración de subjetividad política o solo retoman y
profundizan en la última; por esa razón surge la pregunta de investigación: ¿cómo es la
socialización política de excombatientes y el papel que juegan los agentes de la ACR en dicho
proceso?. Con el fin de comprender dicha socialización política se recurrió a la revisión de
documentación bibliográfica de la ACR, la descripción de las dinámicas de la ruta de
reintegración-dimensión ciudadana en relación a la socialización política, analizar el papel que
ejercen los agentes de la ACR en la socialización política de las personas en proceso de
reintegración e interpretar la socialización política de las personas en proceso de reintegración.
JUSTIFICACION
El acuerdo firmado entre el Estado y las FARC para la terminación del conflicto armado en
Colombia determina situaciones políticas diversas para el país y sus habitantes, una de ellas es la
implementación del proceso de Desarme, Desmovilización y Reintegración (DDR), y el ingreso y
participación en la ruta de reintegración de la ACR, que facilita el paso del excombatiente a la
sociedad, como sujeto de derechos en estado de legalidad. Los datos publicados por la ACR (2017)
sobre los desmovilizados indican que 13.863 personas están en proceso de reintegración, además
el postconflicto trae nuevos retos para la sociedad y para los profesionales de las ciencias sociales
y de la salud, ya que se requieren respuestas a las necesidades y demandas de las nuevas realidades
y hechos sociopolíticos para la construcción del tejido social y construcción de paz.
Por la tanto, en esta investigación se pretende abordar la socialización política como
mecanismo de acción y participación ciudadana cotidiana, sin necesidad de ser institucionalizada,
como vía de transformación personal y colectiva en busca del bien común, a partir del ejercicio de
la ciudadanía. Por ello se pretende conocer el alcance de la ruta de reintegración, específicamente
en la dimensión ciudadana y el papel que ejercen los agentes de la ACR para promover no solo la
reintegración, sino la socialización política del desmovilizado, haciendo manifiesta la forma en
que interpretan la realidad y la asumen, cómo se vinculan a nuevos escenarios, crean y fortalecen
relaciones y espacios sociales y políticos de participación y transformación, de qué manera surge
la identidad y la construcción subjetiva que permite dotar de sentido las nuevas condiciones de
vida.
Por otro lado, resulta fundamental conocer el desarrollo de la ruta de reintegración y la
posterior socialización política con el fin de actualizar y adecuar los programas y actividades para
que respondan a las necesidades de los desmovilizados y a las nuevas realidades y desafíos de
Colombia en el postconflicto.
MARCO TEORICO
Procesos de socialización
La sociedad se puede entender como un proceso dialectico, caracterizado por la externalización,
objetivación e internalización, en la que existen realidades objetivas y subjetivas. El sujeto se hace
miembro de la sociedad cuando internaliza e interpreta hechos con sentido, para comprender al
otro y su mundo, siendo una realidad compartida, porque se identifica, reconoce, participa y
comparte con el otro y se apropia de las diferentes significaciones (Berger & Luckmann, 2003).
Se entiende como socialización primaria la desarrollada en la infancia, inicia con la
identificación con los padres, con otros significantes y posteriormente con el otro generalizado, la
sociedad. En esa medida se internaliza la sociedad, la identidad y la realidad objetiva de manera
subjetiva. La socialización secundaria “es la internalización de submundos institucionales o
basados sobre instituciones” (Berger & Luckmann, 2003, p.172), es una reinterpretación del
pasado, por tanto se caracteriza por las relaciones posteriores con el mundo objetivo, los roles y
conocimiento de una nueva realidad que se legitima a través del lenguaje.
Las construcciones posteriores tienen un vínculo similar al internalizado inicialmente, es
decir, un carácter natural y familiar al conocimiento para que el sujeto se sienta parte de ese nuevo
grupo, pueda adoptar y comprender el rol que comparte y recibe del otro. La socialización es un
proceso continuo, en el cual se internaliza contenido e información que logra mantenerse por la
rutina de la vida cotidiana a través de procesos sociales y la relación con las personas de su entorno
que validan y reiteran su identidad y coherencia que por medio del diálogo o comunicación se
reafirma la realidad subjetiva, se mantiene y da continuidad gracias al aparato conversacional y las
estructuras de plausibilidad o aceptación que mantienen y a su vez transforman en cierta medida
la realidad subjetiva.
Adicionalmente, permita abandonar y dejar las demás realidades a las que pertenecía y que
lo sostenían, esta estructura se debe convertir en el mundo del individuo, en la cual se reinterpreta
la nueva realidad, pues hay una ruptura entre lo que era y lo que es o será, por lo tanto requiere
una reorganización del lenguaje en el aparato conversacional, donde hay un cambio en el diálogo
significativo que permite modificar la realidad subjetiva y que surjan transformaciones parciales
de ésta.
La política
Hannah Arendt (1997) realiza un desarrollo acerca de la polis y el concepto de política antiguo y
contemporáneo, equiparando política y libertad, donde el hombre ateniense era libre de sus
necesidades, igual entre otros pero superior a sus hijos o esclavos. Para los griegos la política se
refería a la convivencia humana, donde no hay dominación, siendo la libertad era política e
igualdad. En la edad moderna la política es un medio y la libertad un fin, el bien supremo es la
vida. Por contrario, en la actualidad la política deja de estar en la acción entre hombres y se ubica
en un estado, que en ocasiones es poseedor de violencia, no protege la vida ni la libertad. Arenth
menciona que el poder de los hombres reside en la capacidad de crear, de actuar, entendiendo la
acción como forma de ser y hacer en el mundo, que interrumpe los procesos naturales, sociales e
históricos.
Por tanto, a partir de lo establecido por político en la antigüedad, Arendt plantea que la política
es algo externo al hombre, es producto de su acción y su habla, “la política nace en el Entre–los –
hombres, por lo tanto completamente fuera del hombre. De ahí que no haya ninguna substancia
propiamente política. La política surge en el entre y se establece como relación” (Arendt, 1997,
p.46). En ese sentido, la libertad de actuar es la capacidad de realizar y emprender acciones en
compañía de otros pues “aquello que podría conseguirse por medios políticos; es más bien el
contenido auténtico y el sentido de lo político mismo” (Arendt, 1997, p.79).
En esa medida, la política es la acción entre hombres, por ello ni la política ni la acción son
privadas, no es natural, ni un elemento intrínseco del hombre, es algo que se construye entre las
personas, pero no por su identidad igualitaria sino por la pluralidad. En ese sentido se puede decir
que la política es producida por el hombre, es emprender una acción, un discurso, es crear o
producir algo, es una forma de libertad; sin embargo se hace político cuando aquella iniciativa se
realiza en interacción con otros y se culmina de manera conjunta en el ámbito público con el fin
de llegar a consensos o acontecimientos que interrumpen e influyen en los diferentes procesos
sociales e históricos del hombre.
Por lo tanto lo político se entiende como actividad, discurso, relación entre sujetos que
establece lo ciudadano, social y comunitario y por ello la socialización es política, debido a que el
ser humano como social hace parte de una comunidad y participa de los diferentes procesos como
gestión y dirección, que afectan y transforman las relaciones de poder y comunidad (Castilla, 2005)
(Botero, Cardona, & Loaiza, 2007)
Construcción de la categoría socialización política
La socialización entendida como fenómeno político se instituye desde la relación con los otros, en
espacios familiares, sociales, e institucionales permiten la adhesión a valores ético-políticos,
reconocer instituciones legitimas de democracia, constituir identidad colectiva formando así
sujetos políticos; “por consiguiente, hablar de socialización política es pensar en las prácticas
cotidianas de convivencia con las diferentes instituciones y actores sociales, desde la familia y la
escuela hasta empresas, instituciones sociales, organizaciones, gobierno y estado” (Jiménez &
Ramírez, 2016).
La socialización política implica identificar actitudes ciudadanas, mecanismos de acción
social para modificar el medio social y cultural, comprender el significado de convivir, humanizar,
generar espacios de participación que configuran subjetividad y sentidos para reconocer la
diversidad y construir desde lo colectivo como sujeto activo de su contexto, que determina
relaciones con el sistema político y las instituciones, promueve acciones de poder que impactan el
mundo social a través del discurso y la acción (Díaz, 2003) (Herrera, 2013) (Alvarado & Ospina,
2006) (Alvarado, Ospina & García, 2012). Por ello “la socialización política implica los espacios
y mecanismos en que aprendemos el ejercicio de nuestro poder para decidir, organizar y exigir.
Para incidir en nuestro medio social de manera efectiva” (p.27), donde se emprende la
participación, construcción y desarrollo del mundo social (Castilla, 2005).
De esta manera, el proceso de socialización política es entendido como lo que permite al
sujeto conocer, interiorizar, participar y gestionar acciones políticas que representan intereses
personales y sociales, con calificativo de participación y práctica social como producto de
decisiones personales, que genera la construcción y reproducción de nuevas realidades de sentido
y pertenencia. Para ello es necesario comprender la forma en que construyen el proceso de
socialización política, las concepciones que tienen de la política, las prácticas y participación
social.
La Agencia Colombiana para la Reintegración (ACR)
La ACR es una entidad adscrita a la Presidencia de la República, que está encargada de coordinar,
asesorar y ejecutar -con otras entidades públicas y privadas- la Ruta de Reintegración de las
personas desmovilizadas de los grupos armados al margen de la ley. Además diseña, implementa
y evalúa la política de Estado dirigida a la Reintegración social y económica de las personas o
grupos armados al margen de la ley que se desmovilicen voluntariamente, de manera individual o
colectiva (ACR, 2016)
El acompañamiento a los desmovilizados permite que puedan reintegrarse de manera óptima
a la sociedad a través de herramientas educativas, productivas y psicosociales, desde un modelo
comprensivo para ayudar a superar su condición de vulnerabilidad e iniciar la construcción de su
proyecto de vida, a través de un enfoque integral que permite comprender la realidad de la persona,
se trabaja a través de 8 dimensiones con un profesional reintegrador, que cuenta con habilidades
y características que permiten acompañar de manera óptima el proceso de acuerdo a la historia,
contexto, posibilidades, necesidades y habilidades del sujeto, con el fin de facilitar la autonomía y
empoderamiento de su propia vida.
Ruta de reintegración ACR
“La Ruta de Reintegración se define como el conjunto de condiciones, beneficios, estrategias,
metodologías y acciones definidos por la Agencia Colombiana para la Reintegración de Personas
y Grupos Alzados en Armas, concertados con la persona en proceso de reintegración, para
promover el desarrollo de capacidades, la superación de la situación de vulnerabilidad y el ejercicio
autónomo de la ciudadanía.” (Resolución 1356, 2016)
Mediante la ruta se pretende que la Persona en Proceso de Reintegración (PPR) y la ACR
establezcan un plan de trabajo con relación al proyecto de vida de la persona y los reglamentos del
proceso de reintegración, para garantizar la sostenibilidad del proceso, acciones en la vía del marco
legal y hacer ejercicio autónomo de la ciudadanía, de forma integral y multidimensional como la
personal, productiva, familiar, seguridad, habitabilidad, educativa, salud y ciudadana para
desarrollar y fortalecer capacidades.
La dimensión que se tendrá presente para el ejercicio investigativo es la ciudadana, la cual
pretende “promover el desarrollo de las capacidades de la persona en proceso de reintegración para
que conozca su situación en la civilidad y asuma los principios democráticos, la institucionalidad,
los contextos comunitarios, la responsabilidad jurídica y la contribución a la reconciliación” (ACR,
s.f. p.19-20), es decir, participación activa de la persona, el rol que asume en la sociedad, establecer
una relación legal con el resto de la comunidad, reconocer el estado y sus mecanismos de
participación, los procesos de desvinculación, reintegración y reconciliación de los cuales hacen
parte, dejando el estado de vulnerabilidad, se reconoce a la persona de manera social y jurídica,
vinculada a una comunidad cultural como constructor de ciudadanía.
METODOLOGÍA.
La investigación es de tipo cualitativo y diseño descriptivo, el método utilizado fue la teoría
fundamentada de Corbin y Strauss que hace referencia a una teoría obtenida de datos recolectados
de forma sistemática, codificados, analizados e interpretados con el fin de que surjan nuevos
conceptos, constructos cercanos a la realidad, para tener un acercamiento y generar una lectura que
permita la comprensión de fenómenos pues “la característica primordial de este método es la
fundamentación de conceptos en los datos” (Corbin & Strauss, 2002, p. 22), por ello permite una
aproximación a la comprensión de la socialización política de los excombatientes.
El trabajo se realizó por medio de entrevistas semi-estructuradas a 6 profesionales
reintegradores de la ACR – Eje Cafetero, 2 hombres y 4 mujeres que pertenecen a la ACR hace
más de 3 años, se realizaron preguntas enfocadas al trabajo realizado en la ruta de reintegración
con énfasis en la dimensión ciudadana, y también las preguntas que emergieron del marco teórico
propuesto. Tras la realización de entrevistas se llevó a cabo el proceso de codificación y análisis
para la construcción de categorías emergentes y así dar respuesta a la pregunta de investigación
por medio del discurso de los profesionales reintegradores.
PRESENTACIÓN Y ANÁLISIS DE RESULTADOS:
A continuación se presentan los resultados que emergieron a partir del análisis de los datos
recolectados en las entrevistas a los agentes de la ACR, donde se agrupó la información de acuerdo
a su contenido para la formación de categorías relacionadas con la socialización política de
excombatientes y el paso por la ruta de reintegración como facilitador de dicho proceso
Reconocimiento como ciudadano
Teniendo como referencia el discurso de los profesionales reintegradores (PR), con relación a los
cambios de las personas en proceso de reintegración (PPR) antes, durante y después de la ruta con
referencia a su identidad personal y transformación de la misma hay cambios significativos porque
“inicialmente la identificación está muy dada desde la dinámica de los grupos como tal,
casi que ya es dada desde el estar bajo el poder, bajo las órdenes de una persona, en esa
medida les da dificultad la autonomía, se les dificulta tomar decisiones frente a diferentes
temas” (PR3, 2017)
Es decir, que cuando llegan del grupo se caracterizan por ser personas inseguras,
demandantes, con miedos e inquietudes frente a su nuevo rol y la sociedad, sin embargo a medida
que avanzan en la ruta hay cambios evidentes, “ya con el tiempo pues uno empieza a ver mayor
autonomía y la capacidad de tomar decisiones” (PR3, 2017), es decir el empoderamiento en sus
acciones y actividades diarias, decidir y asumir consecuencias, estructurar sus metas y adaptarse a
su contexto, incluso poder compartir experiencias de su pasado con menos temor.
Por otro lado se evidencia que hay mutaciones con la calificación que ellos mismos se otorgan
y que en el transcurso de la ruta les permite dejar etiquetas pasadas y adquirir otras denominaciones
que le dan sentido a su historia de vida y a su ejercicio en la vida civil enmarcada en la legalidad,
en esa medida, se puede decir que empiezan a reconocerse como ciudadanos “cuando ellos mismos
se dejan de poner el rotulo de desmovilizado, es que yo soy un colombiano más” (PR1, 2017) es
decir, que ellos mismos rompan con una cadena de etiquetas concedidas en el grupo, por ellos
mismos y por la sociedad, y se identifiquen como miembros de un estado, con una nacionalidad,
y como sujetos de derechos y deberes.
Entonces es que “no solo los conozcan sino que se empoderen y tomen parte activa en ese
proceso (…) que conozcan pero que también sean sujetos activos, lo hagan, lo practiquen y que
ellos vayan y pidan o exijan sus derechos y responsabilidades” (PR6, 2017), cuando “ellos ya
solitos identifican sus necesidades, identifican las instituciones, identifican la problemática y ellos
solos hacen todos los procesos que tienen que hacer” (PR2, 2017).
Es decir cuando empiezan a hacer el ejercicio autónomo de su ciudadanía, conocen sus
derechos y deberes, emprenden la búsqueda y acción para dar solución a su situación, conocen la
institución, los procedimientos y requisitos para obtener lo que necesitan o vías alternativas de
solución, los cuales son interiorizados a través de la práctica y uso de los mismos; por ello se puede
decir que “todos en gran medida se sienten y se reconocen como ciudadanos porque ya realizan
sus cosas de manera autónoma, solos van, solos buscan, solos gestionan” (PR5, 2017). Sin
embargo la apropiación de los derechos y deberes, conocer el funcionamiento de la
institucionalidad debe ser de toda la población colombiana porque el “reconocimiento de derechos
y deberes no es ni siquiera de ellos, es de la ciudadanía en general que estamos muy bajos en esa
decisión, incluso la ciudadanía, el común de las personas no tienen conocimiento de los derechos
que hay” (PR3, 2017).
Aunque ellos reconocen que tienen “unos derechos y unos deberes y por la condición o por la
situación de su pasado tienen algunas condiciones especiales que otros ciudadanos, que eso hace
que pueda acceder a algunos beneficios o tenga unos compromisos diferentes” (PR1, 2017) lo que
indica que son una población especial, sin ser privilegiada, ya que conocen y se apropian de sus
derechos y deberes, pero también asumen la responsabilidad de haber pertenecido a un grupo
armado.
En ese sentido, reconocerse como ciudadano implica un proceso de transformación y
resignificación de acciones y decisiones personales que traspasan la subjetividad de la persona y
se constituyen a medida que se avanza en la ruta de reintegración, donde asumen
responsabilidades, se adaptan a su contexto, conocen los mecanismos de actuación y buscan
medios para hacer efectivos sus derechos.
Comunidad como facilitador de la reintegración
La comunidad entendida como el grupo de personas que comparten características con otras, como
intereses, costumbres, ubicación geográfica, es decir, comunidad de trabajo, comunidad de barrio,
entre otras, en la cual se empieza a desenvolver el desmovilizado es un espacio que permitirá la
adaptación a su contexto y el fortalecimiento de vínculos y relaciones sociales, sin embargo no
siempre es de esta forma, debido al temor y estigmatización de las personas hacia ellos, lo que
implica también un proceso de adaptación para la comunidad, como conocer un poco más la
historia del conflicto armado del país, lo que implica entonces que comprendan “porqué fue la
pelea, mucha gente entienda que tiene que ver un problema de tierras fundamentalmente, y hasta
que la gente no extienda qué es lo que se está peleando, muy difícil que le den cabida a ellos”
(PR3, 2017).
En ese sentido, en la medida que la población conoce la historia y los relatos de vida de ellos
puede tener apertura y aceptación de dicha realidad, “uno muchas veces pregunta usted le daría
trabajo a una chica desmovilizada, la gente pues…Como voy a recibir a una desmovilizada, pero
cuando ya existe una cercanía con el otro y va más allá, ya diría uno, bueno puede que sí” (PR1,
2017) es decir, que con un acercamiento o conocimiento previo se pueden generar vínculos que
fortalecen las relaciones, la confianza en ambas partes y se puede hablar de reconstrucción de
tejido social.
Que las personas de la comunidad a la que pertenecen conozcan más sobre estas realidades e
historias de vida específicas puede darse a través de las acciones comunitarias de servicio social,
aunque no siempre son públicos los autores de las mismas, sin embargo es con estas actividades
con las que se puede “empezar a involucrar a la gente de la comunidad muchísimo mejor, porque
realmente se está haciendo una reintegración, estamos haciendo que los chicos vuelvan a estar en
una comunidad y vuelvan a tener confianza y que tengan confianza en ellos” (PR1, 2017).
No obstante, las comunidades son quienes facilitan y determinan en cierta medida la
adaptación al contexto, la resocialización y el fortalecimiento de vínculos, como es el caso de los
indígenas o comunidades negras donde hay apertura a los integrantes que fueron miembros de los
grupos armados, no hay una estigmatización, rechazo o juzgamiento como suele ocurrir con otras
poblaciones, sino que hay una actitud de apertura:
“el indígena por ejemplo tiene un proceso muy bonito dentro de su comunidad (…) al menos
en las embero chami y katío de acá de Risaralda, ellos tienen la concepción de que si un
miembro se va y vuelve, debe ser acogido como un miembro más de toda la comunidad y
que hace parte pues de toda la constelación de la gran familia chami, entonces es soporte
emocional, afectivo, comunitario” (PR4, 2017).
En esa medida, la comunidad se convierte en un elemento esencial, pues es quien brinda
herramientas y facilita el proceso de reintegración al grupo que pertenece y a la vida civil, ya que
genera más posibilidades para vincularse a la misma e iniciar nuevos procesos y proyectos que lo
benefician a él y a su comunidad, entonces el trabajo comunitario, la reintegración y el
fortalecimiento de las relaciones se da en ambos sentidos.
Por ello que sea necesario trabajar con el desmovilizado y la comunidad a la que pertenece o
habita, pues en ocasiones como ocurre con la población afrocolombiana, el racismo dificulta la
adaptación y establecimiento de relaciones con otros, no solo desmovilizados sino desplazados por
el conflicto armado, donde el estado no ha cumplido en su totalidad con el respaldo y seguridad a
las diferentes comunidades garantizando inclusión y diversidad multicultural en el país. Así como
en ocasiones la comunidad no tiene apertura frente a la población desmovilizada, pues “a nivel
ciudadano las consecuencias de haber pertenecido a un grupo armado son más difíciles porque la
estigmatización, el señalamiento, a veces el no dejarlos participar en algo, en las críticas, críticas
que no son constructivas sino destructivas” (PR2, 2017).
Por otro lado, la comunidad laboral a la cual ingresa la persona desmovilizada también
determinará dinámicas personales en su reintegración, la forma en que tramita y puede expresar
su pasado, y como se adapta al entorno laboral al cual pertenece; que se ve influido por la
naturaleza de la organización, su personalidad, la capacidad de asumir nuevos retos y la
apropiación que hace de las herramientas brindadas en la ruta, además que hay un ajuste diferente
al trabajo en la población desmovilizada de las AUC hace 10 años aproximadamente y las
desmovilizaciones actuales “cuando hablamos específicamente de los grupos de autodefensas,
tuvimos conflictos a nivel laboral, porque la percepción era yo no tengo porque rendirle cuentas a
nadie más, yo no tengo porque hacer esto, hay más resistencia y rebeldía frente aceptar muchas
cosas y normas” (PR5, 2017). Por el contrario, actualmente “han sido aceptados en sus lugares de
trabajo y han sido pues apoyados (…) una vez estén allá ellos se adaptan fácilmente” (PR5, 2017)
ajustándose a horarios y dinámicas de trabajo.
Con relación a la familia, se puede establecer la relación de comunidad primera en la cual se
logra “confiar en el otro, estructurar los vínculos afectivos, identificar una red de apoyo, entonces
desde que llegan y cuando va finalizando la ruta esos aspectos son muy relevantes, en la ruta y el
proceso de reintegración” (PR5, 2017), debido a que cuando llegan del grupo armado buscan su
familia, contactarse con ella, recuperar vínculos o formalizar relaciones que permitan consolidar
su núcleo familiar, y que a su vez la familia movilice y acompañe los procesos en la ruta, para una
mejor apropiación de las herramientas y beneficios.
Acción / Participación política. El interés de generar bienestar a la comunidad
La participación política entendida como una actitud activa frente a las situaciones de su contexto,
que los moviliza a fin de realizar acciones que promuevan el bienestar y fortalecimiento de la
comunidad, emprendidas como respuesta a una situación particular y realizada entre ellos mismos
en colaboración con miembros del lugar en el que habitan, por ejemplo:
“la acción de quiero empezar a comprender la situación de mi barrio, voy a empezar a asistir
a las asambleas de la junta de acción comunal, así yo no haga parte de la junta de acción
comunal, cuando empiezan que digamos a empoderarse y asumir unos roles de la ciudadanía,
desde apropiarse de su contexto, esa acción de ejercer y de hacer parte de algo implica que
se esté haciendo política” (PR1, 2017).
En ese sentido, se pueden entender como acciones políticas y el uso de los mecanismos de
participación, los cuales están desligados del servicio social o requisitos de la ruta, por el contrario
hacen parte de una gestión personal/comunitaria pues “lo hacen de una manera silenciosa, o sea,
reconocidos en su barrio pero no con la intención de ser reconocidos en su proceso de reintegración
(…) hacen programas comunitarios, o ni siquiera proyectos, actividades que por diciembre, que el
día del niño” (PR5, 2017), también “hay escuelas de futbol, proyectos con personas de la tercera
edad, proyectos comunitarios o movimientos iniciados por ellos (…) han generado como espacios
para reconstruir comunidades” (PR3, 2017).
De acuerdo al lugar en que habitan inician acciones de participación en las cuales pueden
conocer la realidad de su contexto y proponer o acompañar iniciativas comunitarias para el
bienestar de la población, a través de la gestión de proyectos o actividades para transformar su
comunidad; los que se encuentran en áreas rurales contribuyen con el trabajo en mejoramiento de
las vías, acueductos veredales, varios se vinculan a la junta de acción comunal y participan
manifestando opiniones o ideas, otros continúan de voluntarios donde realizaron el servicio social
porque se sienten vinculados y consideran que pueden aportar algo para el bienestar de otros.
La participación política entonces puede ser el resultado de los intereses y capacidades con
las que cuenta cada uno, la forma en que se ha acompañado para potenciarlas, y las herramientas
adquiridas en la ruta; por lo tanto hay personas que son más activas en su ciudadanía y adquieren
roles más dinámicos, pues existen “algunos perfiles de personas que se han metido de lleno en
juntas de acción comunal, hacen iniciativas propias, muchos aspiran a puestos políticos, hemos
tenido representante en los consejos que interiorizan la importancia de estar activos a nivel político
y social” (PR5, 2017).
Por lo tanto, la acción política realizada en cada comunidad se entiende como actividad y
discurso establecido entre sus miembros que se reconocen como actores de un sector, y por esa
razón promueven labores como respuesta a emergencias, situaciones sociales, o fortalecimiento de
espacios y relaciones comunitarias; sin la necesidad de ejercer cargos o ser reconocidos
públicamente, pues las acciones se realizan por la pertenencia al lugar que habitan y a medida que
se entretejen relaciones desde lo ciudadano y social para iniciar procesos que impacten y
transformen en todas las vías y formas al lugar en el que se encuentran.
Por otro lado, se puede enunciar que la participación política se ve marcada por la cultura y
comunidad de origen, de manera especial con los indígenas quienes realizan también actividades
voluntarias, pero su participación política se podría decir que es más activa que la de la persona
que está ubicada en territorio urbano, “la participación dentro del resguardo es súper activa, allá
para escoger el gobernador, para escoger un cabildante todos participan del ejercicio que les
amerita ser indígenas y estar dentro de un resguardo” (PR2, 2017), sin embargo para votar en
elecciones fuera de su comunidad, como a la presidencia la participación es minoritaria en
comparación a su resguardo.
También se plantea que el “indígena tiene una organización estricta, si un gobernador mayor
da la orden ellos se ajustan a eso, pero tienen algo muy bonito y es que por encima de cualquier
gobernador esta la asamblea donde se van todos y toman las decisiones al respecto” (PR4, 2017),
es decir, que se vinculan a la comunidad con sus prácticas democráticas y políticas como se han
ido desarrollando y como un miembro más.
Asimismo, con relación a la comunidad afro descendiente, “cuando ellos tienen territorio
colectivo se hacen llamar negros y eso determina mucho al sujeto, y las negritudes se unen mucho
en el territorio y quieren mucho al territorio (…) pero no se apropian tanto de estos territorios”
(PR4, 2017). De modo que la comunidad a la cual pertenecen y el territorio en que se encuentran
determina su sentido de pertenencia, prácticas políticas y ciudadanas, el vínculo establecido con
sus pares, el compromiso adquirido con la comunidad y su acción como ciudadano, lo cual influye
en que sea mayor o menor a otros con relación al nivel de apropiación de nuevas realidad y espacios
para la transformación.
Por otra parte, la participación política y social entendida como práctica cotidiana de
convivencia implica acción y discurso en los diferentes escenarios donde se relaciona con los otros,
como familia, escuela, comunidad, organización y estado, para comprender, acercarse y si es
necesario cambiar o transformar realidades para obtener un beneficio común o general.
Acompañamiento del PR como facilitador
Teniendo en cuenta que la ruta de reintegración se define como el conjunto de condiciones para
desarrollar capacidades y que la persona pueda hacer ejercicio autónomo de la ciudadanía
superando la situación de vulnerabilidad, se lleva a cabo a través del acuerdo de actividades entre
la persona en proceso de reintegración y el profesional reintegrador (PR), en esa medida el PR se
convierte en facilitador de adquisición de herramientas y fortalecimiento de capacidades con el
trabajo en cada una de las dimensiones, por ello “la evolución de los muchachos durante esa ruta
es prácticamente 6 años y medio y tienen todo ese tiempo como para ir explorando, conociendo,
identificando muchos de los factores que ellos necesitan para defenderse” (PR2, 2017), “entonces
es muy fácil lograr tocar a las personas porque es a partir de lo que ellos necesitan más que de lo
que uno requiera que hagan” (PR3, 2017).
En otras palabras, la ruta se personaliza con cada desmovilizado, pues intenta responder y
acompañar el proceso de reintegración de acuerdo a la situación y necesidad de cada uno, por
medio de diversos recursos y alternativas que le permitan comprender e interiorizar conceptos,
experiencias, mecanismos y herramientas para generar autonomía, es decir “pasar de una situación
donde ellos tienen que cumplir siempre órdenes y ya aquí no hay ninguna orden, aquí si usted
quiere y si no asuma consecuencias en el sentido que se queda por fuera, se le cierran los
cupos”(PR4, 2017), “entonces con las personas además de brindarle las oportunidades hay que
generarles capacidades” (PR4, 2017) con el fin de que puedan ejercer de manera libre y autónoma
su rol de ciudadano en la legalidad, por medio de la formación personal y familiar, así como
generar factores protectores para ellos y su familia.
En ese sentido el PR aprende a reconocer los rasgos de personalidad, las habilidades y
capacidades de cada una de las personas que le han asignado, para acompañarla en su ruta y
potenciar sus cualidades, así como que ellos descubran y reorienten su proyecto de vida y lo
alcancen a través de la apropiación de las herramientas que la ACR les proporciona para que ellos
mismos empiecen a gestionar sus acciones.
Sin embargo el trabajo no se realiza solo con ellos, “la apuesta de la ACR ahora también es
en la comunidad, porque si yo hago el trabajo con ellos y no con la comunidad que son quienes
están aquí, quien los “reciben” -por decirlo de alguna forma- no se va completar el proceso”(PR1,
2017), por ello el trabajo se realiza de manera integral para favorecer la reintegración a la
comunidad y a la sociedad, disminuyendo el temor, la sensación de amenaza, generando espacios
y territorios de confianza y fortalecimiento de vínculos, para facilitar la adaptación al contexto con
todos los actores de la comunidad por la diversidad de población atendida y teniendo como
referencia a Risaralda como departamento receptor.
En la vía de la autonomía y relación con la comunidad, se realiza un trabajo con los PPR para
movilizarlos de la posición asistencialista y dependiente con el Estado u otras organizaciones, es
decir, modificar la forma como se relacionan con estos, para permitirles que adquieran un papel
activo y puedan aportar como comunidad en trabajo, dinero y se responsabilicen de sus acciones,
iniciando desde lo personal para proyectar y trabajar posteriormente en las demás dimensiones y
áreas humanas.
La dimensión ciudadana en la consolidación de la socialización política
La dimensión ciudadana tiene como objetivo promover el desarrollo de capacidades de la PPR que
le permitan reconocer su civilidad y asumirla en sus acciones, se realiza a través de talleres, visitas
y acompañamiento con el fin de que se acerquen, conozcan e interioricen elementos para responder
a su situación, incluirse a su comunidad, contribuir a la reconciliación y participar de manera
política y democrática.
En esa medida, hay un reconocimiento de derechos y deberes como ciudadano “también les
socializamos esos temas, que a pesar de que ellos son una población especial, ellos están dentro
de una comunidad, dentro de un país que está regido por leyes y que todos tenemos que cumplirlas”
(PR2, 2017), que comprendan y asuman que tienen derechos a los que pueden acceder y deberes
que deben cumplir, así como las condiciones que poseen con relación a los beneficios o
responsabilidades por haber pertenecido a un grupo armado.
Temas que “en algunos individuos va más allá de la parte cognitiva, del conocer, de pronto
de entender la importancia de ejercer su ciudadanía, derechos, deberes y conocer el estado. En
algunos otros si no está el interés solo uno logra que conozcan” (PR1, 2017), es decir que la
dimensión ciudadana aporta herramientas para el ejercicio de la ciudadanía, pero depende de la
apropiación que conceda cada uno a estos insumos y la forma en que hace uso de esos activos en
su civilidad y cómo los articula con sus competencias y habilidades, lo que influye igualmente en
cómo asumen un rol activo para resolver sus problemas o necesidades desde lo institucional.
Asimismo, las prácticas democráticas, el conocer el funcionamiento del Estado colombiano y
la relación con el mismo depende de la ubicación contextual y cómo interpretan los diferentes
mecanismos de participación para gestionar cambios o transformaciones a nivel personal, familiar
o social, de modo que un índice de apropiación es cuando “él sabe cuál es el conducto regular para
acceder a algún servicio que de pronto no está siendo efectivo y que sabe cómo hacer la solicitud
(…) cuando por sí mismo acude a la institucionalidad, no espera a que el profesional-reintegrador
le resuelva”(PR1, 2017). Por el contrario, están quienes no confían en la efectividad de los
mecanismos de participación por el abandono del estado en sus territorios, por el grupo al cual
pertenecieron y apatía frente a la participación y apropiación de lo político e institucional.
Servicio social – Reconciliación.
El servicio social es entendido como trabajo comunitario para generar espacios de reconciliación
y se exigen unas condiciones específicas, ya que quienes son “desmovilizados paramilitares, lo
deben hacer porque o sino no van a tener los beneficios jurídicos, eso lleva a que en ocasiones sea
un servicio por cumplir, pero también hay participantes que están interesados en hacer las cosas
muy bien” (PR3, 2017), es decir, que la posición personal frente a ciertas acciones determina el
sentido que le otorguen a la misma, por ello se realiza cuando han avanzado en la ruta y además
“se hace un proceso de sensibilización antes del servicio social, cuando se le explica a la persona
porqué, cuales son las razones, porqué es importante hacerlo (…) ahí podemos empezar a hablar
de verdaderas acciones para la reconciliación” (PR1, 2017).
Por consiguiente el servicio social adquiere un valor porque se comprende el objetivo del
mismo, entonces parte de la voluntad personal de ellos al identificar la necesidad de la comunidad
a la que pertenecen o algún otro sector al cual puedan aportar, hay acciones de servicio social
financiadas por otras entidades, la cual brinda los materiales de trabajo, y otras que se realizan
desde los recursos personales de la persona, a través de las competencias o habilidades. Por otro
lado, el servicio social al realizarse en la comunidad conlleva que se desarrolle a su vez un trabajo
de sensibilización con la comunidad para que este sea un escenario de reintegración y
reconciliación, sin embargo es necesario respetar la decisión de los PPR de ser reconocidos o no
por la población.
Se encuentran ejemplos de actividades de servicio social como “cercamiento de un colegio,
se adecuaron unas aulas pintadas, un escenario deportivo se recuperó como parte de una estrategia
de que el deporte previene el reclutamiento infantil, (PR4, 2017), también “puede ser en
embellecimiento público, si ellos saben hacer algo, enseñarles sobre algún arte, apoyo en
alimentación a población vulnerable, entre otras” (PR6, 2017) iniciativas que impactan la
comunidad para su beneficio a corto y largo plazo, así como la re-significación de lugares
esenciales para las actividades comunitarias, toma de decisiones y administración.
Si bien el servicio social está enmarcado en la ruta de reintegración, muchas de las PPR
“siguen haciendo o participando en actividades comunitarias, siguen haciendo parte de las mejoras
para la comunidad, aun desligado de ese deber de cumplir 80 horas” (PR5, 2017), es decir, que
muchos de ellos perpetúan o emprenden actividades con el objetivo de ayudar a su comunidad,
proporcionar espacios para compartir o aprender, o participar como gestores para el bienestar y el
impacto positivo en su lugar, o responder a una necesidad, aún sin reconocimiento público o de
terceros, aunque estas actividades de continuidad están ligadas a intereses personales, rasgos de
personalidad, comunidad a la que pertenecen – indígenas-, y como forma de enmendar el daño que
se pudo haber causado.
Por otra parte, en la línea del servicio social y acciones comunitarias que tiene enfoque de
reconciliación, se realizan otras actividades que no están planteadas por la ruta pero que su objetivo
principal es ese, generar “escenarios de reconciliación y construcción de paz entonces en ese
sentido nosotros identificamos perfiles, personas que vemos precisamente con ese potencial
comunitario, social, que son líderes, que quieren mostrar su historia y los preparamos” (PR5, 2016)
con el fin de mostrar su historia, la historia del conflicto armado, de evitar el reclutamiento y
posibilitar espacios de reconciliación con la comunidad, a través de foros, charlas, ejercicios en
universidades, colegios o diversas comunidades.
Sin embargo, es necesario tener en cuenta que “la reconciliación no son solo dos agentes, que
sean víctima y victimario, sino que la sociedad también está inmersa, entonces es nuestro
participante, la víctima y la sociedad como tal” (PR3, 2017), “también respetamos que las víctimas
del conflicto armado pues tengan unos tiempos para aceptar como todo el proceso, entones no lo
hacemos ni obligándolos, ni nada, sino cuando la sociedad, cuando esa víctimas o esas víctimas
están dispuestas a hacerlo” (PR5, 2017) ya que por medio de la participación de los diferentes
actores se garantiza que todos aporten su versión y su verdad y en ese sentido sea un escenario
verdadero de reconciliación.
En consecuencia la reconciliación implica que se reconozca la responsabilidad de cada actor,
el daño y la falta cometida, y asumir las consecuencias para que las acciones sean efectivas, en esa
medida todos están involucrados, el estado por no garantizar la protección y los derechos de los
ciudadanos, los grupos armados por las masacres y atentados, la sociedad por la poca vinculación
a los procesos de reconciliación e integración, por la indiferencia ante la realidad de su país.
DISCUSIÓN
La aproximación realizada a la socialización política de excombatientes a partir de lo expresado
por los profesionales reintegradores de la ACR, permitió que emergieran las siguiente categorías
para comprenderla, tales como: (1) reconocerse como ciudadano; (2) comunidad como facilitador
de la reintegración; (3) acción/participación política, el interés de generar bienestar a la
comunidad; (4)el acompañamiento del profesional reintegrador como facilitador, y (5) la
dimensión ciudadana en la consolidación de la socialización política.
Dichas categorías describen la socialización política de excombatientes que hacen parte de la
ruta de reintegración de la ACR. En esa medida, los resultados de la investigación se pondrán en
relación con otras investigaciones que, aunque no tienen el mismo objetivo o pregunta permiten el
establecimiento de articulaciones entre los diferentes resultados que apuntan a posturas similares
sin ser nombrados con la misma categoría, así como la postura teórica que sustenta esta
investigación
Por ello se dice en primera medida que ejercer la socialización política parte de reconocerse
como ciudadano, es decir, que haya una transformación en la identidad, en el paso de
desmovilizado a ciudadano, así como lo menciona Mago (2011) en otras palabras que la
socialización permite develar la transformación, consolidación de la propia identidad y los
elementos alternos a la persona que le posibilitan configurarse como sujeto de derechos y deberes,
como ciudadano, que establece relación con la institucionalidad, participa y transforma a través
del ejercicio de su ciudadanía y democracia.
En esa misma línea Berger & Luckmann (2003) indican que para la socialización es necesario
que el sujeto se reconozca, identifique, participe y comparta con otros para apropiarse de los
diferentes significados sociales, sentirse parte de un grupo y adquirir un rol en la sociedad. En ese
sentido puede identificarse con otras personas, conocerlas y re-significar experiencias para
construir nueva realidad como persona civil, facilitando la reintegración, socialización y
adaptación a su contexto (Sarmiento, 2011), pues descubre o reconoce sus posibilidades y
limitaciones, para la acción y relación.
Como menciona Zemelman (2004) es necesario recuperar o activar al sujeto, por ello que se
conforme su identidad, recupere su autonomía (citado por Alvarado, & cols, 2008); con el fin de
que tenga la “capacidad de pensar por sí mismo, sin desconocer al otro, y reconocer, crear, disponer
en la práctica los principios que orientan la vida” (Cita de Cubides, 2004: 124; citado por Alvarado,
& cols:30, 2008). Es decir, que identificándose como sujeto de derechos y perteneciente a una
sociedad, reconoce a los otros y puede emprender de manera autónoma y libre acciones que le
permitan desenvolverse en el espacio que se encuentra, interactuar y construir relación con las
personas de su contexto.
Por lo tanto el reconocerse como ciudadano implica configurar una subjetividad política,
configurar significados y procesos que movilizan al sujeto en medio de la transformación, y
relación con sí mismo, la comunidad y la institución; aunque no bien consolidada en todos, pues
como menciona Jiménez y Ramírez (2016) hay indiferencia, incredulidad y desconfianza hacia
instituciones que no estuvieron presentes ni garantizaron derechos ni protección, como lo
mencionan los profesionales reintegradores 3 y 4 haciendo referencia a que el Estado no siempre
cumplió con sus obligaciones y no estaba presente ante situaciones necesarias o de riesgo.
Sin embargo, el reconocerse como ciudadano y configurar subjetividad implica prácticas
cotidianas de autoreflexividad y cuestionamiento con relación a su propia realidad y la compartida,
para comprenderla e interpretarla (Alvarado, & cols., 2008), es decir, que le permita a la persona
retomar su historia, re-significarla, reconocer la familiar y contextual para integrarla a un nuevo
conjunto de significados que impliquen nuevas formas de relación y adaptación a la comunidad,
institucionalidad y sus funcionamientos.
De ahí que se sientan parte de una comunidad, que los acoge y en la cual es viable el desarrollo
y adaptación como ciudadanos, como lo plantea Mejía (2014) que los desmovilizados puedan
sentirse reintegrados, como parte de una comunidad que puede aceptar y asumir su realidad en vía
de la legalidad; además que no solo sea necesario el reconocimiento de ellos como ciudadanos,
sino que la comunidad a la que pertenecen o en la cual se inscriben los acepte del mismo modo,
sin atribuir etiquetas, para garantizar que haya igualdad política y social (Roldán, 2015), en otras
palabras que el rótulo de desmovilizados, excombatientes sea despojada por ellos mismos y por la
sociedad.
De ese modo, se plantea que el papel que ejerce la comunidad, como facilitar la reintegración,
la adaptación al contexto y vinculación a la misma; permite el reconocimiento como ciudadano de
manera conjunta, es decir, a sí mismo y desde la comunidad, hay sentido de pertenencia a su lugar
y lo cual permite que se construyan y fortalezcan vínculos; en consonancia con esto Roldán (2015)
y Lara (2015) manifiestan que la comunidad también intervendrá en el hecho de que ellos
permanezcan o no en el anonimato con relación a su pasado, que puedan hablar de su historia, que
se comparta y aprendan repertorios sociales y culturales donde se construyen relaciones e historia
en su contexto, para internalizarlos y adaptarse a su entorno (Berger & Luckmann, 2003).
Además, como plantean Salgado, Rodríguez (2010) y Camargo (2015) la comunidad puede
posibilitar el establecimiento de una verdadera relación, en la cual se acepta al sujeto con sus
múltiples vivencias y por ello se puede integrar a la misma con compromiso, ya que hay una
identificación compartida en la cual la reintegración, el trabajo comunitario y las relaciones se
fortalecen desde ambas partes, como ocurre con mayor frecuencia en los grupos indígenas (PR2,
PR4, 2017), y por el contrario con las personas afrocolombianas el racismo dificulta la adaptación
al contexto y creación de vínculos, en esa medida, la comunidad puede ser un elemento importante
para la reintegración y socialización o un factor que dificulte el mismo proceso, por sus
comportamientos, actitudes o discursos de aceptación o rechazo al otro.
Por otro lado, la familia es esencial en el proceso de reintegración y adaptación al contexto
social, porque como comunidad primera se convierte en red de apoyo y espacio para fortalecer y
consolidar vínculos; Sarmiento (2011) y Cuellar (2016) con relación a esto mencionan que la
familia genera estabilidad y potencializa la socialización con los demás miembros de la
comunidad, ya sea social o laboral, es decir facilita diversos procesos que permiten la adaptación
y reintegración a la comunidad, así como un papel activo en sus diferentes procesos.
En esa vía Mantilla (2016) expresa que se construye y afianza la socialización política ya que
fomenta prácticas de convivencia cotidianas entre personas, pues la familia, el trabajo y la
comunidad son promotores de transformación y adaptación. Porque comprender al sujeto de forma
integral ya sea víctima, desmovilizado o miembro de la sociedad genera construcción de
ciudadanía y comprensión de la realidad que ha vivido cada uno (Torres, 2017), por ello hay
posibilidad de crear y reconstruir el tejido social desde las relaciones familiares y comunitarias
que se gestan en lo cotidiano, en la libertad de cada uno y en la acción, participación y gestión de
actividades realizadas entre personas con el fin de transformar relaciones, situaciones o el contexto
al que pertenecen.
Según Jiménez y Ramírez (2016) el ejercicio de ciudadanía y la socialización política se
ejercen mediante la relación entre personas, la convivencia y la narración de la historia; como
mencionaba Arendt (1997) hay una acción política cuando se realiza una actividad, mediante la
acción o el discurso, donde se conoce y se construye. Es decir, lo que se denominó
participación/acción política como una forma para buscar cambiar o generar impacto en el entorno
familiar, escolar y social, lo cual se hace visible en prácticas con sentido que generan bienestar
como expresa Alvarado, & cols. (2008), que están enmarcadas en iniciativas personales y grupales
que pretenden favorecer, apoyar o solucionar diversas situaciones.
Castilla (2005) indica que la socialización política implica hacer uso de mecanismos de
participación que permitan incidir en el mundo social, en su construcción y desarrollo a través de
posturas activas, que se desarrollan en acciones o discursos que movilizan y permiten cambios
personales, sociales y comunitarios; es decir que las acciones consideradas política se establecer
en diferentes ámbitos y de acuerdo a la población a la que pertenece, pues como lo refiere el PR2
y 4 las personas que pertenecen a comunidades indígenas o negras evidencian mayor adherencia,
pertenencia, participación política y democrática a su comunidad.
Sin embargo, estas acciones transcienden a participaciones formales como el voto, y apuestan
a prácticas de servicio y reparación, de participación y reconciliación en las cuales se construye
realidad y se movilizan para actuar (Jiménez, Ramírez, 2016) (Torres, 2013); pues la participación
política se entiende como el papel activo que asume un sujeto para influir e impactar en el medio
en que se encuentra, partiendo del reconocimiento de la situación de su contexto, de la pertenencia
a su comunidad y territorio, del interés y habilidad que posee para iniciar o apoyar acciones que
beneficien su entorno.
Aunque el uso de los mecanismos de participación democrática institucionalizados permite
que el ciudadano tenga voz y voto para elegir, manifestarse; no es tan constante y prolongada en
el tiempo como la actitud y apropiación de otras personas en su contexto que generan espacios
para la transformación y construcción de nuevas realidades para el bienestar común.
Si bien lo anterior forma parte de la construcción y apropiación del rol como ciudadano,
también se ven reflejadas las herramientas adquiridas en el proceso de la ruta de reintegración y la
relación establecida con el profesional de la ACR que permiten la socialización, reintegración y
participación en su entorno, así como lo menciona Céspedes, (2013) que la ACR con su
metodología de trabajo permite la formación de un perfil de ciudadano reintegrado, partiendo de
la historia antes y durante la permanencia en el conflicto con el fin de establecer una relación con
la comunidad e institución para favorecer la participación en él.
Por otro lado, Mendoza (2016) refiere que lo realizado a través de la ruta permite superar la
situación de vulnerabilidad para ser un ciudadano activo y agente de cambio, que transita en una
convivencia y solución de conflictos de forma pacífica, el cual es el objetivo de la ruta; a su vez
Torres (2017) expresa que en ese sentido se da paso a reconstruir y re-significar la experiencia
pasada y actual construyendo entornos de paz desde la autonomía. Aspectos que van en la misma
línea de los resultados de la investigación, ya que los profesionales reintegradores manifiestan que
a nivel general la ruta de reintegración permite que los sujetos se apropien de su proyecto de vida,
hagan uso de diversas herramientas y habilidades en vía de la legalidad con una posición activa y
responsable frente a su contexto familiar y social.
Con relación a la dimensión ciudadana, la cual tiene como objetivo promover el desarrollo de
capacidades para que la persona se desenvuelva en la civilidad asumiendo principios democráticos
e institucionales; ésta a su vez es un potencializador de la socialización política, debido a que su
finalidad es permitir al sujeto apropiarse de su rol en la sociedad en vía de la legalidad,
reconociéndolo de manera social y jurídica, como sujeto de derechos y deberes, los cuales son
conocidos y ejercidos por ellos –desmovilizados-, además de fomentar una postura activa frente a
las situaciones del contexto, pues a través de esta dimensión se fortalecen y adquieren herramientas
las cuales se articulan con los intereses y capacidades del sujeto, lo cual implica que unos sean
más activos que otros en su ciudadanía (PR2, PR5, PR6, 2017).
Sin embargo al evaluar los objetivos de la dimensión ciudadana con la información de los
profesionales reintegradores, se evidencia que ellos se reconocen como ciudadanos, conocen sus
deberes y derechos y hacen ejercicio de los mismos, se logra un acercamiento y conocimiento del
funcionamiento del estado aunque haya apatía de algunos por experiencias pasadas de abandono
(PR4, 2017). Con relación al reconocimiento de las implicaciones de haber pertenecido a un grupo
armado, la mayoría lo hace, no obstante una minoría lo ve como una experiencia, no hay
sentimientos de culpa o arrepentimiento, ni interés en cambiar su ideología (PR3, 2017).
Finalmente con las prácticas de servicio social y reconciliación las cuales según los
profesionales reintegradores adquieren sentido cuando hay sensibilización previa, cuando llevan
más tiempo en la ruta de reintegración, hay personas que lo ven como una obligación; por esto se
puede establecer que no todos participan de manera activa en la democracia y en su comunidad,
ya que depende de cada persona. Sin embargo el servicio social genera espacios de acercamiento
a la comunidad y favorece escenarios de reconciliación, como lo menciona Álzate (2014) que el
trabajo comunitario va más allá de una actividad, ya que se convierte en espacio para construir
paz, en una estrategia de reconciliación y reparación del tejido social.
CONCLUSIONES
De acuerdo a lo planteado por los profesionales reintegradores de la ACR con relación a la
socialización política de excombatientes se puede establecer que las personas que participan en la
ruta de reintegración adquieren herramientas que les permite desarrollarse en la vida civil y generar
reflexiones sobre su situación actual, los hechos pasados y cómo pueden generar nuevas formas
de vida superando la situación de vulnerabilidad, por tanto el trabajo realizado a través de la ruta
y cada una de las dimensiones permite fortalecer las áreas que influyen en la vida del sujeto con el
fin de que se apropie de ellas y sea autónomo.
Con relación a la dimensión ciudadana que pretende desarrollar capacidades que permitan
reconocer la civilidad de la persona, se encuentra que proporciona elementos para que el
desmovilizado desarrolle la socialización política, entendiendo la socialización como el
establecimiento de relaciones con personas significantes, terceros, y la internalización de lo
aprendido; la política como discurso y acción realizado entre hombres que permite crear, participar
e iniciar procesos de gestión y dirección para la transformación de relaciones y comunidades; en
esa medida la socialización política es la práctica cotidiana de convivencia, de participación social
y política donde se inician procesos en los cuales el sujeto puede conocer, interiorizar, gestionar
acciones que representen intereses para el cambio y la transformación.
A partir de lo planteado a nivel teórico conceptual y por los profesionales reintegradores de
la ACR la socialización política de los desmovilizados que hacen parte de la ruta de reintegración
pasa por el hecho de reconocerse como sujeto de derechos y deberes, que hacen parte de una
comunidad y de un Estado, no obstante la socialización política implica también iniciar y apoyar
prácticas de transformación para el contexto de manera autónoma como forma de responder a las
necesidades presentadas o mejorar lo existente, por ello hay vinculación a grupos formales que
tienen como objetivo el cambio y bienestar de la comunidad, y actividades o proyectos ejercidos
por ellos mismos y en colaboración con otros que potencian prácticas políticas, sociales y
democráticas.
Dicha socialización política pasa por la subjetividad de cada uno, ya que implica intereses,
habilidades, capacidades que son reconocidos por ellos mismos y en compañía del profesional
reintegrador, que a su vez con el trabajo realizado a través de la ruta se fortalecen por medio de
actividades comunitarias como el servicio social y permite emprender posteriormente de manera
autónoma diversas acciones a favor del bienestar colectivo, pues además de hacer uso de los
mecanismos de participación, el conocimiento de la institucionalidad y el ejercicio de sus deberes
y derechos; muchos participan y se convierten en agentes de cambio en el lugar al cual pertenecen.
Estos planteamientos permiten conocer el alcance de la ruta de reintegración de manera
especial con la dimensión ciudadana y como ésta es un potencializador de la socialización política.
RECOMENDACIONES
Realizar ejercicios de investigación con las personas en proceso de reintegración para conocer
como evalúan y describen el proceso de socialización política a partir del acompañamiento del
profesional reintegrador y las herramientas otorgadas en la ruta-dimensión ciudadana-, que
permitan contrastar la información de ambas partes para determinar dicho proceso.
Fortalecer espacios comunitarios de reconciliación y sensibilización con el fin de generar
apertura social que facilite la reintegración y adaptación al contexto. Realizar acciones enfocadas
al reconocimiento de la responsabilidad social de todos los actores, tales como Estado y sociedad
civil promoviendo espacios y formas de encuentro que permitan conocer la historia del otro que
ha sido excluido y continúa siéndolo.
Además implica revisar cómo se hará el proceso de reintegración tras el acuerdo de paz, ya
que muchos no se desmovilizan sino que hacen una movilización a partido político, lo cual implica
continuar con la ideología del grupo aunque estén en la sociedad civil, por lo tanto el reto es el
trabajo comunitario con la sociedad civil con el fin de acompañar, sensibilizar y favorecer miradas
de aceptación, respeto y tolerancia a los otros, los que llegan.
REFERENCIAS
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