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LA PLENITUD DEL ESPÍRITU LIBERTADOR: EL ESPÍRITU DE
VERDAD
Juan 8:31-36
Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si
vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis
verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la
verdad os hará libres. Le respondieron: Linaje de Abraham
somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices
tú: Seréis libres? Jesús les respondió: De cierto, de cierto os
digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del
pecado. Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el
hijo sí queda para siempre. Así que, si el Hijo os libertare,
seréis verdaderamente libres.
Juan 16:13
Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda
la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que
hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que
habrán de venir.
2 Corintios 3:16-18
Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará.
Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del
Señor, allí hay libertad. Por tanto, nosotros todos, mirando a
cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor,
somos transformados de gloria en gloria en la misma
imagen, como por el Espíritu del Señor.
1. EL ESPÍRITU QUE NOS LIBERTA DEL ERROR.
a. De complejos y culpabilidades.
Desarrollados a partir de palabras y vivencias
experimentadas.
b. Prejuicios, supersticiones y tabúes.
c. Patrones de pensamiento.
d. Patrones de conducta.
1 Reyes 18:21
Y acercándose Elías a todo el pueblo, dijo: ¿Hasta cuándo
claudicaréis (heb. pasájk) vosotros entre dos pensamientos?
Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él. Y el
pueblo no respondió palabra.
2 Corintios 10:4-5
Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino
poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas,
derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra
el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo
pensamiento a la obediencia a Cristo…
Efesios 4:17-24
Esto, pues, digo y requiero en el Señor: QUE YA NO ANDÉIS
COMO LOS OTROS GENTILES, QUE ANDAN EN LA VANIDAD
DE SU MENTE, TENIENDO EL ENTENDIMIENTO
ENTENEBRECIDO, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia
que en ellos hay, por la dureza de su corazón; los cuales,
después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la
lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza.
Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo, si en verdad
le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, CONFORME A
LA VERDAD QUE ESTÁ EN JESÚS. EN CUANTO A LA PASADA
MANERA DE VIVIR, DESPOJAOS DEL VIEJO HOMBRE, QUE
ESTÁ VICIADO CONFORME A LOS DESEOS ENGAÑOSOS, Y
RENOVAOS EN EL ESPÍRITU DE VUESTRA MENTE, Y VESTÍOS
DEL NUEVO HOMBRE, CREADO SEGÚN DIOS EN LA JUSTICIA
Y SANTIDAD DE LA VERDAD.
2. EL ESPÍRITU QUE NOS LIBERTA DEL TEMOR.
a. Para decidir.
b. Para actuar.
2 Timoteo 1:6-9
Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios
que está en ti por la imposición de mis manos. Porque no nos
ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y
de dominio propio. Por tanto, no te avergüences de dar
testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino
participa de las aflicciones por el evangelio según el poder
de Dios, quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no
conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la
gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos
de los siglos,
3. EL ESPÍRITU QUE NOS LIBERTA DE AFLICCIÓN: El
Consolador.
Juan 14:15-18
Si me amáis, guardad mis mandamientos. Y yo rogaré al
Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros
para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no
puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le
conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.
No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros.
Romanos 8:16-18, 26-27
El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que
somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos
de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos
juntamente con él, para que juntamente con él seamos
glorificados. Pues tengo por cierto que las aflicciones del
tiempo presente no son comparables con la gloria venidera
que en nosotros ha de manifestarse.
Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra
debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo
sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con
gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe
cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la
voluntad de Dios intercede por los santos.
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