la nociÓn de asistencia tÉcnica a la escuela.docx
Post on 12-Dec-2015
213 Views
Preview:
DESCRIPTION
TRANSCRIPT
LA NOCIÓN DE ASISTENCIA TÉCNICA A LA ESCUELA
Profr. Odín Castañón Castañeda
a. Un recorrido por la noción del Servicio de Asistencia Técnica a la Escuela
El Sistema Educativo Nacional se encuentra constituido por varios elementos que en su
conjunto y, aparentemente, en interdependencia trabajan para hacer realidad el derecho a la
educación y el máximo logro educativo para todos los mexicanos. Todos los elementos, en
apego al estado de derecho, funcionan de tal forma que lo que se hace en un ámbito en
particular, repercute en los demás elementos, incidiendo en los procesos y resultados en los
demás ámbitos. Es innegable que para que la totalidad del sistema funcione eficientemente
(en relación con los objetivos y metas planteados en la política educativa) es imprescindible la
determinación de los factores que influyen en el funcionamiento de cada elemento en
particular, pero también es fundamental que se pueda esclarecer cómo esos factores son
resultantes de la configuración de la totalidad del sistema. Dicho de otro modo, si no se
identifican, clarifican y operacionalizan las problemáticas y las características de los
componentes del sistema, difícilmente se podrán atender las causas de un mal
funcionamiento del sistema, ocasionados por un desempeño que podría calificarse o valorarse
como “de poca calidad”.
Lo que es indudable es que, al margen de los actuales planteamientos incluidos en el marco
legal en cuanto a la calidad educativa y la profesionalización de la carrera docente, es
realmente necesario ahora, como ha sido desde siempre, que los docentes, directivos y
escuelas cuenten con respaldo institucional que se concrete en estrategias de ayuda
contextualizada para identificar sus dificultades y necesidades y para actuar en su resolución
o en la mejora de sus procesos.
Reconociendo la problemática y la acusada necesidad, resultante de la revolución en
entendimiento de los procesos de reforma, innovación y cambio escolar, anteriores
administraciones educativas federales se propusieron crear un sistema de apoyo a las
académico a las escuelas, sobre la base del conocimiento que varios investigadores han
construido en el ejercicio de la labor de asesoramiento a centros educativos, de la
consideración de las investigaciones y las experiencias en el ámbito internacional. Un sistema
de ayuda como el denominado Sistema de Asesoría Académica a la Escuela (SAAE),
antecedente más próximo (en términos de temporalidad) del denominado SATE.
Las políticas para la calidad educativa y el Sistema de Asistencia Técnica a la Escuela
La reflexión anterior viene a colación dado que, desde el punto de vista del autor de este
ensayo, el Sistema Educativo Nacional se encuentra en un punto de quiebre, un momento en
el que se deben analizar reiterativa y exhaustivamente desde cada ámbito en el que incide,
por cada actor educativo que labora para ello, para proveer de información que sirva para
determinar qué, cómo y con qué se deberían o podrían atender las necesidades individuales y
colectivas para, por un lado, lograr los propósitos y metas educativas, y por otro, dotar de
efectividad (eficacia y eficiencia) al sistema en su totalidad.
Se ha planteado, como aspecto medular de la actual “Reforma Educativa”, que el concepto de
“Calidad” en el Artículo 3° de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos es el
sustento, el medio y el fin para la transformación tanto de los procesos como de los resultados
del Sector, a partir de lo que se hace en cada componente o nivel de la estructura educativa
(los elementos del sistema) en aras de lograr la mejora de los aprendizajes de los alumnos.
Se ha establecido una política que tiene la pretensión de favorecer la atención del fin
primordial de la escuela (desde un enfoque meritocrático) que determina que únicamente
quienes demuestren ser idóneos para la labor educativa, como educadores o formadores, que
sean capaces de ofrecer educación “de calidad” serán beneficiados con plazas docentes, con
promoción y reconocimiento. Esta política para la calidad educativa tiene como sustento el
supuesto de que la efectividad del sistema depende de la calidad de los “conocimientos” de
sus elementos mínimos, que son los docentes.
Referentes normativos
A la luz de esta postura política para la calidad educativa, queda claro que cada una de las
personas que son “medidas y pesadas” mediante el examen de oposición no deben resultar
“defectuosas”, sino que deben haber consolidado su conocimiento para ejercer la docencia
teniendo como momentos de valoración, de inicio, el día y la hora en que sustenten el examen
de oposición; y periódicamente (cada uno y/o dos años) en el momento en que las
Autoridades Educativas Locales realicen la evaluación para determinar si “sirven” para ejercer
la docencia o no, estableciendo que al término de un periodo de dos años la Autoridad
Educativa Local evaluará el desempeño para determinar si en la práctica favorece el
aprendizaje de los alumnos y si cumple con las exigencias propias de la función docente y
que, en caso de que se identifique su insuficiencia en lo que llama “nivel de desempeño de la
función docente, se hará acreedor a la recisión de su contrato laboral sin responsabilidad para
nadie.
Lo anterior tiene relación con el hecho de que en el texto de la Ley General del Servicio
Profesional Docente (LGSPD), se determina que “Las funciones docentes, de dirección de
una escuela o de supervisión de la Educación Básica y Media Superior impartida por el
Estado o sus Organismos descentralizados deberán orientarse a brindar educación de calidad
y al cumplimiento de sus fines”, aclarando que quienes se desempeñen en esas funciones (en
esas tareas) “… deben reunir las cualidades personales y competencias profesionales para
que dentro de los distintos contextos sociales y culturales promuevan el máximo logro de
aprendizaje de los educandos…” de conformidad con los perfiles, parámetros e indicadores
que garanticen la “idoneidad” de los conocimientos, aptitudes y capacidades de quienes se
interesen por ejercerlas. (D.O.F., 2013).
En este tenor, la LGSPD, en su artículo 13, señala que la citada Ley tiene como propósitos
mejorar la “práctica profesional”, mejorar la calidad de la educación (en un marco de inclusión
y diversidad) asegurar la idoneidad de los conocimientos y capacidades del personal docente,
de dirección y de supervisión sobre la base de la evaluación, estimular a los docentes
mediante opciones de desarrollo profesional, asegurar un “nivel suficiente de desempeño” en
docentes, directivos y supervisores, otorgar apoyos para que el personal que acceda al
Servicio Profesional Docente desarrolle sus fortalezas y supere sus debilidades, garantizar la
superación profesional a través de políticas, programas y acciones específicas y, desarrollar
un programa de estímulos e incentivos para favorecer el desempeño eficiente del servicio
educativo y la revaloración del magisterio. Este artículo de la Ley plantea las intenciones de la
administración federal para con los individuos que, con o sin vocación, independientemente de
las motivaciones y las intenciones, se integren al servicio educativo y/o se encuentren en
servicio (los qué), pero no permite percibir las formas en que concretará esas intenciones. Lo
que queda como presunción es que tendrá que diseñarse e implementarse una estrategia
para lograr que supervisores, directores y docentes sean siempre considerados idóneos, con
lo cual se supone se requerirá apoyo permanente, sistemático y preciso para garantizar el
cumplimiento de esos propósitos.
A la luz de lo anterior, viene al pensamiento lo que en la LGSPD se plantea que será el
“mecanismo” de apoyo para concretar los propósitos, que se ha denominado Servicio de
Asistencia Técnica a la Escuela (SATE), el cual básicamente se configura en su “esencia” y
carácter (casi podría afirmarse que también en sus alcances) sobre la base de la Ley. En su
esencia, porque el espíritu de este actual (y más bien eventual y futuro) sistema de apoyo
resulta de lo que en la ley se define que es y para qué ha de servir, limitándolo a la
configuración de lo que serán apoyos para que todos los docentes que ingresen por primera
vez al Servicio Profesional Docente o los que demuestren insuficiencia, sean capacitados para
transformarlos en docentes idóneos, para ayudarles a transitar desde la insuficiencia hacia la
idoneidad; en su carácter, porque la ley le confiere rasgos puntuales, como mecanismo
externo proveniente de la autoridad, que se inserta en la escuela como algo impuesto, no
solicitado, que llega a intervenir al detectarse que en la escuela “algo está o funciona mal”,
que “los profesores no son de calidad, su práctica no es profesional” y esto es el problema
que debe resolverse para lograr que el servicio que ofrecen las escuelas sea de calidad
(relevante, pertinente, equitativo, eficaz y eficiente), con lo cual se pueden inferir sus alcances.
b. La asesoría
El concepto “asesoría” puede considerarse (tal como muchos que manejamos en el ámbito
educativo) polisémico. Pero si algo es seguro y necesario es que requiere desambiguación.
De tal modo que, para iniciar con la consideración de lo que es y lo que no, de cuáles son sus
propósitos y los ámbitos en los en los que se implementa, así como algunos de sus rasgos,
comencemos por plantear definiciones para, concordando con Nieto (2001), simplificar la
terminología.
¿Qué es la asesoría?
Es amplio el repertorio de definiciones que se han elaborado para esclarecer, para explicar o
para describir el concepto asesoría y el fenómeno que representa.
Aunque quizá el panorama actual pudiera hacernos pensar en que hay ya consenso en
cuanto a lo que debe entenderse por asesoría, se nota que la definición ha dependido de
varios factores. Nieto (2001) plantea que el área de conocimiento o disciplina académica
desde la que un autor realiza la sistematización del fenómeno educativo (optando por ciertos
presupuestos conceptuales al uso o privilegiando determinadas dimensiones del
asesoramiento) condiciona la naturaleza del fenómeno (la asesoría) así como las relaciones
de sus múltiples componentes.
De entrada todavía hoy podemos notar que, cuando alguien se refiere al asesoramiento
puede estar haciéndolo para referirse sin distinción a procesos como capacitación, innovación,
investigación, diálogo entre pares, apoyo, visita técnica, supervisión, evaluación,
ordenamiento, regulación, prescripción o a alguna otra tarea mediante la cual se le acerca
información a algún actor educativo (Bonilla). Es decir, continúa teniendo “muchas
connotaciones, por lo cual Jesús Domingo Segovia (2009) considera que el asesoramiento no
constituye todo un cúmulo de prácticas de apoyo, pero que no todas ellas desarrollan
actividades ni realizan roles que se puedan considerar propiamente asesoría, ya que en los
hechos esas prácticas siguen respondiendo más a las necesidades de la administración
educativa que a las de las escuelas, a sus procesos, contextos y problemáticas.
Siguiendo a Nieto podemos advertir que el asesoramiento es considerado un fenómeno actual
o ideal que forma parte de la realidad educativa, concretamente definido como “…un proceso
de ayuda basado en la interacción profesional y orientado a la resolución de problemas de la
organización” (Nieto y Portela, 1999) como un servicio indirecto porque incide sobre los
beneficiarios de la institución pero al servir al profesional que trata con ellos.
Desde este punto de vista, también se ha planteado que la asesoría es “…un proceso de
colaboración profesional entre colegas, destinado a resolver problemas de la práctica docente
y a mejorar el aprendizaje de los alumnos, así como para promover condiciones favorables de
gestión y organización escolar.
Lo que se requiere, para definir y caracterizar a la asesoría que es deseable, es conveniente
realizar una reflexión acerca de si quienes realizan labores de asesoría en el SEN comparten
como convicciones que el foco de la asesoría es la mejora del aprendizaje de los alumnos,
que su horizonte es la mejora de la calidad con equidad (aunque a mi parecer la equidad es
un parámetro de la calidad), que debe pasar por la reflexión sobre la formación de los
maestros en la acción, que debe estar dirigida al desarrollo profesional de los docentes y al
fortalecimiento del centro escolar, que es diferenciada, al igual que las problemáticas y
necesidades que atiende.
En el contexto actual, entonces, existe un escenario en el ámbito educativo que podría
posibilitar la clarificación de los propósitos, contenidos e implicaciones de la asesoría con
base en la normatividad y en la estructura educativa.
De tal suerte que se puede afirmar que la asesoría es:
- Un proceso pactado, aceptado por asesores y asesorados, basado en el interés,
participación, voluntad y consentimiento mutuo.
- Un proceso que implica planeación, evaluación y competencia.
- Un conjunto de acciones que se fundamenta en el interés mutuo por conocer lo que se
pretende mejorar, cambiar o transformar.
- Un proceso que implica construir mediante la colaboración las propuestas a desarrollar
- Un proceso que implica acompañamiento (ir al lado del otro, sin fundirse ni sustituirse o
excluirse).
- Un proceso que se desarrolla en el marco de una relación de igualdad, es decir,
basado en la colaboración profesional entre iguales.
- Un proceso de mediación entre los requerimientos de la administración y las
necesidades de directores y docentes.
Propósitos de la asesoría
Si nos situamos en el contexto actual y consideramos las necesidades que requieren ser
atendidas para lograr la mejora de la calidad con la que operan las escuelas, con la que
actúan los docentes y con la que aprenden los alumnos con ayuda de los docentes,
deberemos considerar como finalidades o propósitos aquellos que, en su carácter de
estrategia de apoyo externo, se dirigen a ayudar a los docentes a partir de la colaboración,
considerando los rasgos expuestos anteriormente. Es decir, el servicio de apoyo debe
configurarse para su correcta operación persiguiendo lograr favorecer los cambios
necesarios para, fundamentalmente y como fin último: mejorar los aprendizajes de los
alumnos. Pero reconociendo que ese resultado deseado sólo puede ser logrado mediante
una práctica asesora que haga factible: 1) ayudar a los asesorados a reflexionar sobre sus
prácticas y sus resultados; 2) promover el diálogo crítico entre pares para potenciar sus
competencias profesionales; 3) colaborar para proponer y establecer nuevas formas de
relación, organización, mediación y trabajo en el aula y en la escuela. Lo que se plantea
como finalidad de la asesoría es apoyar de manera sistemática a los colectivos escolares,
a la escuela en su conjunto para que, con base en la consideración del contexto y las
necesidades particulares, logren la transformación impulsando proyectos de innovación y
cambio permanente, en los cuales los logros paulatinos y las dificultades se conviertan en
las bases de proyectos de mejora progresivamente más finos y ambiciosos.
Los documentos normativos señalan que los propósitos generales de la asesoría a los
centros educativos serían (DGFCMS, 2005, cit. Por Bonilla, 2009).
• Impulsar y apoyar la mejora continua de los procesos educativos fundamentales que
afectan la enseñanza y el aprendizaje de los niños y jóvenes que asisten a las escuelas de
educación básica. • Promover y apoyar los procesos formativos necesarios para el
desarrollo intelectual y profesional de directivos y docentes a través de la reflexión
sistemática y científica sobre sus prácticas educativas y sus consecuencias.
• Promover acciones para que directivos y docentes comprendan y se apropien
críticamente de planes y programas de estudio, dominen el enfoque intercultural y los
enfoques de enseñanza, y manejen adecuadamente los enfoques teóricos y
metodológicos de los materiales de apoyo a la enseñanza.
• Promover entre directivos y docentes la comprensión del contexto social en que se ubica
la escuela y el respeto por la filiación cultural de los alumnos y sus comunidades, así como
apoyarles en el diseño de estrategias diferenciadas para atender a la diversidad.
• Ayudar a directivos y docentes en el diseño, puesta en marcha y evaluación de
propuestas para solucionar los problemas educativos que enfrentan cotidianamente en la
escuela y en el aula.
• Impulsar y orientar la coordinación del trabajo colegiado en las escuelas para la
evaluación de la situación educativa del plantel, la mejora de la organización y gestión de
la escuela, el intercambio de experiencias educativas y el establecimiento de alianzas con
los padres de familia y otros miembros de la comunidad en favor de la educación de los
alumnos.
• Orientar a los directivos y colectivos escolares en la administración y el uso óptimo de los
recursos materiales, tecnológicos, financieros y funcionales (formación, tiempo) de los que
disponen.
Ámbitos y escenarios de la asesoría
El carácter solidario de un sistema de apoyo a las escuelas (dado que la pretensión es
ayudar desinteresadamente a las escuelas para que mejore la calidad del servicio que
ofrecen) puede ser dirigido en función de los destinatarios, la naturaleza de la necesidad o
problemática. Esta diversidad de criterios que fundamentan la implementación o la solicitud
de asesoría hace propicio pensar que la asesoría puede desarrollarse en ámbitos
variados, atendiendo las finalidades anteriormente expresadas, en escenarios y formas
diversas, de tal suerte que se puede hablar de asesoría en escenarios dentro de la zona
escolar, de la escuela y del aula.
La asesoría, por ejemplo, puede implantarse para brindar apoyo en alguna de las
dimensiones de la gestión, consideradas ámbitos de acción asesora.
En el ámbito organizativo, se puede prestar ayuda para valorar si la forma en que se
relacionan los integrantes del colectivo escolar para gestionar los ambientes escolar y
áulico es propiciatoria de logros verificables, si el estilo de liderazgo del director es
adecuado para generar sinergia e involucramiento; si la forma en que se comunican los
docentes favorece la generación de acuerdos y compromisos en torno a los objetivos y
metas institucionales, y en consecuencia, si la forma de organización genera una política
institucional que promueva el logro educativo.
En el ámbito administrativo, la asesoría se implementaría para generar apoyo
consensuado para mejorar los procesos de generación y aprovechamiento de recursos
financieros y materiales, mediante la consideración de las formas en que los miembros de
la organización actúan en beneficio o en perjuicio de la misma.
En el ámbito pedagógico, un proceso de asesoría se desarrollaría para apoyar a los
directores y a los docentes a observarse, a criticarse y a reflexionar sobre la forma en que
trabajan para llevar a la concreción el currículo en la cotidianeidad
La asesoría debe brindarse a los colectivos escolares aprovechando ocasiones como las
sesiones del CTE, las de directores y las que defina la modalidad educativa pero,
indudablemente, fortaleciendo la capacidad de trabajo de los directores. De ahí la
importancia de las reuniones del Consejo Técnico de Zona, creando momentos de
valoración de las acciones impulsadas por los directores, considerando las dificultades que
enfrentan y buscando opciones de solución a través de la retroalimentación de los propios
pares directivos.
De acuerdo con Bonilla, Guerrero y Santillán (2009: 48-49) “La asesoría puede impulsarse
desde dentro y fuera del plantel. Al interior, es posible desarrollarla mediante grupos de
profesores que, por su formación y experiencia profesional, cuentan con elementos que
aportan a sus colegas, además de que disponen del tiempo suficiente para planear la
asesoría y darle seguimiento y evaluación… con el respaldo institucional de la dirección y
la supervisión escolar”, por lo que la asesoría externa a la escuela tendría que estar
coordinada y canalizada por la supervisión escolar, para aprovechar el conocimiento
profundo de las necesidades de las escuelas y de la oferta de asesoría por parte que el
personal de la supervisión pueda haber construido y esté en posibilidad de ofrecer para su
aprovechamiento por parte del asesor. En este caso, al igual que en el de la asesoría
interna, es necesario que los asesores cuenten con experiencia y formación profesional,
además de tiempo suficiente para la planeación, el seguimiento y la evaluación de los
procesos de asesoría que se implementan.
El ciclo de asesoría
Como proceso, la asesoría se configura como una secuencia de varias etapas o
momentos que sirven para organizar temporal y logísticamente las tareas o actividades,
los contenidos y los recursos, para hacer oportuna, significativa, sistemática y efectiva la
ayuda que se brinde. Hablamos del “Ciclo de Asesoría” para referirnos a “…un camino en
línea espiral que consiste en abrir y cerrar momentos claros y delimitados…” que
constituye una forma de estructurar el pensamiento para la acción mediante acciones
interrelacionadas no necesariamente secuenciadas en relación antecedente-consecuente,
que posibilita la detección de situaciones inesperadas y la determinación estratégica de
acciones.
El primer momento del ciclo de asesoría lo constituyen las estrategias y actividades con el
objetivo de generar confianza para construir un ambiente que propicie el diálogo sobre los
problemas que pretenden resolverse con profesionalismo. Para lograr esto se hace
indispensable considerar que el trabajo se desarrollará en un ambiente laboral y
profesional en el que conviven personalidades diversas entre las cuales se presentan
tensiones y conflictos, por lo que el asesor deberá movilizar sus capacidades para
favorecer el trabajo colaborativo, la resolución y prevención de conflictos, para negociar, su
asertividad, su objetividad y para ayudar a señalar y recomendar un rumbo definido a partir
de la singularidad de los integrantes y de su misión colectiva con oportunidad y pertinente.
Así que, por ejemplo, si se requiere asesoría para un grupo de directores desde su
actividad en el CTZ, se tendrá que considerar que las decisiones que toman están
basadas en principio en las prescripciones de la supervisión escolar, que a su vez
responde a las emanadas de la autoridad educativa local, pero que son considerados
autoridades y líderes que pueden tomar decisiones que impactan en la comunidad escolar,
por lo que para lograr establecer una relación de confianza, se necesita actuar como un
acompañante que comprende las necesidades de un director y estar a su lado para
orientar sus decisiones, no determinándolas ni forzándolas.
El segundo momento se organiza en torno a la “identificación de las necesidades de
asesoría”, especialmente las referidas a los problemas de aprendizaje y mediación, que
implican el análisis y conocimiento de la información sobre los problemas educativos,
sobre las propuestas de mejora que han realizado, así como las características de los
docentes, los apoyos con los que cuenta la escuela y la zona y la forma en que apoya la
supervisión escolar, la instancia regional y estatal.
El tercer momento se dedica al diseño de un plan de asesoría, considerado éste no como
un documento en el que se enlistan las actividades dentro de un cronograma, sino como
uno que tenga el objetivo de ordenar las ideas y estructurar todas las experiencias en
torno a lo que se pretende lograr y que sea funcional para todos los que se beneficiarán.
En el momento de realizar el diseño de un plan de asesoría se debe cuidar incluir
propósitos orientadores, acciones pertinentes y factibles para resolver la discrepancia,
responsabilidades y tiempos para realizarlas involucrando a todos los integrantes de la
escuela en función de sus intereses y sus competencias.
En el cuarto momento se desarrolla el plan de asesoría, se verifica puntual y
sistemáticamente el cumplimiento de los acuerdos para impulsarlos, se acompañan las
actividades y se valora qué tanto se ha avanzado para reorientar o corregir. Se hace
necesario el diseño y empleo de instrumentos para la recopilación de información para
realizar la evaluación de manera permanente y situada.
En el quinto momento (que no necesariamente es el último) se realiza la retroalimentación
empleando la información recopilada de forma permanente, con lo cual se posibilita la
identificación de nuevos desafíos que se establecen sobre la base de los logros y,
principalmente, las problemáticas detectadas y las necesidades y áreas de oportunidad
generadas por la acción colegiada dirigida a mejorar lo que hace la escuela a partir de la
actividad de cada miembro del colectivo.
Conclusiones
La noción de asistencia técnica a la escuela que se intenta construir en el marco de la
Reforma Educativa impulsada por el Gobierno Federal actual debe estar sustentada en los
estudios, investigaciones y propuestas que han ayudado a definir lo que es, lo que no es y
lo que debe hacer un servicio orientado a esa tarea.
El marco legal (la CPEUM, la LGE, la LGSPD) deberá servir como referente, pero no como
prescripción, para crear lineamientos que doten de direccionalidad a la acción de las
figuras que se incluyan como actores del SATE, dado que la configuración que adquiera el
mismo no debe depender de las prescripciones (no debe imponerse; no debe llegar de
afuera) de la autoridad como mandato, sino de la consideración de las competencias de
quienes trabajarán en él para apoyar con pertinencia y efectividad a los centros escolares.
Así mismo, los referentes teóricos y las experiencias recientes que definen actualmente lo
que es asesoría tendrán que ser reflexionados a fin de dotar de coherencia, de viabilidad y
factibilidad, así como de unidad, al servicio que se diseñe.
top related