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LA M A S O N E R I A
E N A C C I O N
E D I C I O N E S T O L E D O M A D R I D , 1 9 4 1
Objeto principal de este folleto es la divulgación de las MAXIMAS E INSTRUCCIONES que la Masonería Internacional ha puesto en circulación para que el Gran Oriente Español y las logias de la Masonería Egipciana las dé cumplimiento. Estas MAXIMAS E INSTRUCCIONES, que insertamos íntegras al final, van precedidas de unas cuantas consideraciones que juzgamos necesarias.
Después de leídos y meditados nuestros comentarios y el documento que los motiva, podrán los hombres jóvenes de España, juntos con el Ejército y con la Falcaige—que la salvaron y reedifican—, ver claramente delineados los objetivos nacionales que con más urgencia reclaman el estudio profundo y el empuje irrefrenable de todos los patriotas.
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LA MASONERIA EN ACCION
¿COMO EXTERMINARLA?
I
Mucho se ha escrito en torno de la Masonería, y varios procedimientos se han ideado para localizar sus focos y extirpar de raíz este virus de la conciencia colectiva de los pueblos, ganosos, como el nuestro, de reconquistar su limpia y sana independencia.
En nuestro país, convaleciente apenas de una enfermedad terrible, aun sin cicatrizar las profundas heridas que abriera la guerra en el cuerpo de la Patria, es urgente acudir al tratamiento de la "conciencia popular", por cuyas zonas impenetrables opera a sus anchas la "peste" de la secta abominable.
No es lo más importante—con ser imprescin-7
dible—capturar a un masón, exhibirle con su ficha a la pública vergüenza y aplicarle la ley que como hombre le anule y como español le deshonre. A l cabo, esto supone una eficaz labor policíaca, pero sin más trascendencia, a los fines exterminadores de la Masonería, que la que pudiera significar, en orden a acabar con la tuberculosis, el que nos dedicáramos a capturar bacilos de Koch y a encarcelarlos. De poco servirá, por tanto, cazar masones si no cauterizamos social y políticamente aquellas zonas de la "conciencia popular" en que secretamente, y por modos insospechados, la secta diluye sus infamias; como resultaría insuficiente pretender acabar con la peste blanca persiguiendo bacilo por bacilo, y no procurásemos para las viviendas lóbregas y para los pulmones enfermos los aires puros y los raudales vivificadores y esclarecedores del sol.
Entendemos, pues, que la persecución personal, tenaz, implacable de la Masonería, regulada ya por las leyes del Nuevo Estado, debe completarse con una inteligente labor de profilaxis po-líticosocial, articulada en un sistema de resortes tanto más agudos y secretos cuanto lo sean, para conspirar contra la Patria y la seguridad del Mo-8
vimiento, los que pone en juego la terrible secta internacional.
De mis trabajos aquí y de mis andanzas por Europa extraje enseñanzas y deduje pensamientos que considero atinado rememorar en esta sazón de la reconquista integral de España.
La Masonería, en su auténtico y terrible poderío, casi pudiéramos afirmar que se tiene por invencible. Y fía la pretensión de su inexpugnabi-lidad en saber que los lugares en que adopta sus acuerdos y los hombres encargados de disponer la ejecución de las resoluciones adoptadas, en fuerza de estar situados en remotas lejanías de logias, de "valles" y de grados, de "talleres", de objetivos y hasta de los ejecutores, quedan siempre a salvo de responsabilidades y sospechas.
Evidentemente, ni los recintos en que se elaboran las consignas horrendas son antros sospechosos, ni los hombres que las forjan y las transmiten son individuos que por su condición infundan socialmente el menor recelo. En cuanto a los que las ejecutan, por regla general, ignoran de qué siniestro poder son torpes y ciegos instrumentos.
No hay que olvidar lo que fué en su origen, y tiene que seguir siendo, o no ser, la Francma-
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sonería: "Asociación secreta para la conspiración, para la subversión y para el crimen". Los pueblos de régimen liberal y democrático, las Repúblicas bárbaras, necias y crueles, como la española, coadyuvaron a hacer todavía más impenetrable el secreto de las sectas. ¿De qué manera? Organizando con carácter casi público logias y más logias, en las que una suma heterogénea de malvados, de imbéciles y de vividores acampaban sin clandestinidad, celebraban reuniones y dejaban constancia de unos acuerdos pueriles en el libro de actas correspondiente. Diabólico ardid de los supremos gobernantes de la secta, quienes la dotaban en lo externo, en lo legal, de un cuerpo y de un espíritu afines, pero falsos, con lo que "ellos", los "auténticos", el "terrible poderío" de la Masonería, se alejaba más y más de la mirada inquisitiva de los Estados y ganaba profundidad el secreto de su secta y el misterio de sus hombres.
Especie difundida por la propia Masonería, aprovechándose de los trabajos semipúblicos de tales logias y de la "indiscreción utilitaria" de los "hermanos" llamados a su seno singularmente para cumplir este designio, es aquella que no otorga a la secta más importancia que la circuns-1(1
crita a una bufonada anacrónica, intrascendente y grotesca... ¡Pasatiempo inofensivo de unos tíos locos que se asocian para rendir culto a la libertad y a la justicia mediante ritos antediluvianos!
¡Cuidado! Ese es el antifaz, uno de los múltiples arbitrios engañadores dispuestos por el genio maléfico que rige los destinos de la Masonería para contribuir a que sus verdaderos órganos vitales, tanto más poderosos cuanto más secretos, escapen a la investigación, a la vigilancia y al conocimiento no sólo del mundo "profano", sino incluso de un linaje de "hermanos" admitidos sólo para cumplir una inconsciente función de desorientación o despiste.
Parte integrante de la Masonería—¡ cómo no!— es el conjunto de logias conocidas y es la masa de hombres iniciados a ellas pertenecientes; pero es parte secundaria, de la que la secta puede prescindir sin quebrantarse. A la Masonería, bestia negra, carnicera y astuta, para dejarla exánime hay que atinarle al corazón o a la cabeza. Ningún riesgo eliminamos con esquilarle del rabo unos cuantos flecos, que eso son sus hombres y sus signos "visibles" en el mundo.
Las visceras, las garras, las fauces de la negra bestia feroz, eso ya es otra cosa. Como también
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es otra cosa, asaz interesante, estudiar en el ambiente colectivo de la conciencia de los pueblos. Según sea aquél, la Masonería se aclimata, perece o huye... Sépase, sobre todo, que en los pueblos, aun sin logias y sin "hermanos", la bestia negra halla escondrijos impenetrables e incoercibles ejecutores de sus infamias. La Masonería, en suma, sin domicilios propios ni militancias privativas, está, actúa, estraga, disuelve, socava, aniquila.
n
La Masonería en los regímenes políticos constitucionales y parlamentarios, laicos y liberales, viene a ser como un superpartido, al que afluyen sujetos de todas las procedencias ideológicas engendradas por la Libertad, pero profesos de aquella doctrina común que manda que se unan todos los hombres libres para lo que ellos llaman dar la batalla a la Iglesia, al Militarismo y a la Tiranía.
En las Democracias, cuyos Estados navegan tripulados por los partidos, la Masonería es algo así como el capitán invisible, pero efectivo, de 12
las tripulaciones. Estas difieren entre sí en las insignias, en el ritmo, en los itinerarios; pero a todas les marca una ruta común e idéntico destino el supremo poder de la secta, llamado en los momentos de crisis y en las coyunturas magnas a imponer sus fórmulas y sus soluciones radicales. Por encima de los partidos, si es menester; por encima de la nación, aunque no lo sea.
La Historia contemporánea de España y de Europa nos brinda el análisis de sucesos pavorosos en confirmación de estas teorías.
La hostilidad al General Primo de Rivera, la rebelión contra él de Universidades, Academias, Ateneos, y su derrumbe en 1929, fué Masonería. La apelación a Berenguer para en seguida denigrarle, fué Masonería. E l golpe e inmolación del Capitán Galán en diciembre de 1930, fué Masonería. La voluntaria rendición del Trono el 14 de abri l de 1931, fué Masonería. E l cumplimiento a rajatabla del infame pacto de San Sebastián, fué Masonería. E l asalto al dormitorio de un viejo jefe político, una madrugada, consumado por Azaña, Domingo y Martínez Barrio, para desposeer a la nación de un Gobierno moderado, en 1933, fué Masonería. E l indulto, a raíz de octubre de 1934, de Largo Caballero, de González
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Peña, de Companys, de Beíarmino, del odioso Farras y tantos otros traidores y asesinos, fué Masonería. E l fusilamiento aislado, solitario y sar-cástico, por aquellos sucesos revolucionarios, del sargento Vázquez, fué Masonería. La obstinación de Alcalá-Zamora en vetar al jefe de las derechas parlamentarias y en formar en sus Cortes Gobiernos sin autoridad, a base de transeúntes como Samper, Chapaprieta y Pórtela Valladares, y de atizar el fuego de las inmoralidades de los partidos centro-derecha, con la exhibición parlamentaria de los "affaires" de Straus y de Tayá, fué Masonería. E l pucherazo electoral del 16 de febrero de 1936 y la subsiguiente entrega del Poder público, por Pórtela Valladares, a la chusma engreída y ululante, fué Masonería. E l encarcelamiento de José Antonio y su traslado a la p r i sión de Alicante, ciudad de tradición liberal, bien guarnecida por masas republicanas y anarquistas, difíciles de domeñar por un golpe de audacia que libertara al Profeta, fué Masonería. E l asesinato de Calvo Sotelo, el 13 de julio de 1936, fué Masonería.
Y ocurrió que una porción de ardientes y heroicos patriotas, obedientes a la voz sagrada del
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Caudillo, cerraron contra tanta ignominia nacional.
En Europa, basta remontarse, para explicarnos el cruento y fecundo conflicto de ahora, al Tratado de Versalles, criatura típica de la Masonería universal.
Alemania, durante veinte años, no fué otra cosa que un hermoso cuerpo maniatado, golpeado, despedazado por la Masonería. Hablen por nosotros los alemanes de la República de Weimar, las terribles sacudidas comunistas, sin olvidar a los Stresseman, y con ellos, en su momento y en su peripecia, los Clemenceau, los Lloyd George, los Chamberlain, los Briand, los Benés, los Becks, los Edén, los Roosevelt, los Daladier, los Rey-naud, los Churchill . . .
De la misma manera que el Caudillo español, a los cinco años de ludibrio y de amargura, barrió impetuosamente a los internos enemigos de su Patria, el Führer alemán, a los veinte años de humillaciones y martirios, rompió el cerco en que ahogaban al Reich y descubrió a unos pueblos, invadiéndolos, que la Masonería había forjado la tragedia de Polonia, de Bélgica, de Holanda, de Francia.
E l Führer alemán, con la masa popular del 15
111 Reich purgada de maniatas, judíos y masones, ha podido, después de unos años heroicos de Gobierno nacionalsocialista, expandirse poderoso, rotundo y unánime. En la retaguardia de los ejércitos del I I I Reich, los hombres templan el acero de las armas para nuevas conquistas, y las mujeres riegan con las lágrimas que les arrancan sus muertos las plantas del laurel que ceñirán risueñas a las frentes de los que vuelvan triunfadores. Todo es puro allá: limpieza en la fe, lealtad en la marcha, firmeza y alegría en el necesario sacrificio.
¿Qué política de orden público, de represión y depuración realizó el Führer en su pueblo para ponerlo a punto?
¡Ak! Es seguro que Hit ler , como el príncipe shakesperiano, se plantearía este dilema: ser o no ser. Y fué.
Las democracias son unos regímenes que disponen los hombres para luchar ventajosamente contra el Estado, mediatizándole y envileciéndole. Por el contrario, los regímenes totalitarios son aquellos que se organizan a base de constituir los Estados en permanente guardia contra los hombres que se resisten a participar en el quehacer, en la angustia y en la gloria de la Patria.
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En las democracias todo se vuelven leyes que garantizan la libertad del hombre para arremeter contra el Estado. En los regímenes totalitarios, al revés, todas las leyes tienden a fortalecer el Estado contra la arbitrariedad libertaria de los hombres.
Las democracias son la feria, la r i fa , el barat i l l o , la subasta, la almoneda, el tumulto, los desastres de la Patria. E l régimen totalitario es el ordenamiento, el catálogo, la clasificación, la medida ; y las mercancías, como las ideas, son tasadas y administradas, no por unos u otros a beneficio de sus pandillas, sino por el Estado, en provecho general de la nación.
Delimitados los campos, marcadas las diferencias, hay que ser totalitariamente intransigentes con los hombres sueltos, o resignarse a cimentar en una conciencia popular movediza lo que precisa asentarse en firmes profundidades inconmovibles.
La Masonería, peste de la conciencia colectiva de los pueblos, vive y medra, maligna, en todos los corazones intocados por el fuego de la fe cristiana y en todos los entendimientos no alumbrados por las luces que encendiera el genio de España, para guía de la Humanidad, en el curso de su
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Historia. Los sin Dios y los sin Patria son masones. Pero lo son también—mucho más peligrosos por incontrolables—los que, no siendo ateos n i bárbaros, abjuran de su fe y desertan de sus deberes cada día porque les espolea la impaciente ambición, les i r r i ta la envidia, les humil la el mando autoritario, les ensoberbece considerarse preteridos, y resuelven sus malos humores temperamentales en negligencias lesivas, en inobediencias sistemáticas, en resistencias cínicas a acatar disposiciones superiores, en acoger y difundir especies falsas, portadoras de escándalo, que manchan o enervan la autoridad pública y la disciplina social.
He ahí, levemente diseñados, núcleos sociales que a los fines masónicos son logias activas. He ahí también sujetos sueltos que a los fines masónicos son "hermanos" eficaces, aunque no estén iniciados y admitidos en la secta.
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Rara vez la Masonería actúa por sí misma. Sólo en los países liberales, en los que una simulación de su existencia social goza de un cier-18
to estado de derecho, se exhibe con su indumento, con sus símbolos y con sus "hermanos", en intrascendentes manifestaciones cívicas y públicas ceremonias. En tales países suele la Masonería realizar también ciertos actos externos, pero todos, sin excepción, de marcado carácter f i lantrópico, desinteresado, sentimental y estudiadamente candoroso, a f i n de impresionar y conmover a las masas y de no inquietar mayormente a las instituciones del Estado y a los agentes de su autoridad.
Sustancialmente secreta, la Masonería se sabe espiada; no ignora que los Estados, donde no la ven, la presienten. Y , por táctica, se anticipa a las indagatorias ofreciéndose hacia fuera con una fisonomía y un latido vital que no son, n i muchísimo menos, su rostro y su entraña.
Fundada, pues, la Masonería para desposarse con el misterio, fecundar el crimen y, recogida en aquél, disfrutar de sus impunidades, podemos afirmar terminantemente que la Masonería no es jamás el sujeto del delito, sino el ambiente en que el hombre halló el medio y cebó el ansia de consumarlo. La tisis no es el tuberculoso postrado. La tisis es el foco infeccioso, el mecanismo del contagio, el género de vida que hiciera el en-
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ferino, que influyen, que hieren, que matan. Caii sas que permanecen y se espesan.
Con tratar a un afectado por la peste podremos difícilmente salvar la vida de un hombre. Nada más. Pero si extirpamos los focos de la i n fección, si desmontamos los instrumentos conductores del estrago, si decretamos un decente y saludable modo de v iv ir , habremos salvado a un pueblo. Nada menos.
Por eso, si es recomendable someter a un r i guroso tratamiento a los masones declarados, es urgentísima también la instalación de secretos preventorios policiales para atajar en la conciencia popular las influencias masónicas que secretamente se movilizan por ahí para ejercer, con arreglo a sus designios auténticos, el imperio /e-roz e invisible.
No esperéis jamás que la Masonería, por sí misma, n i por ninguno de sus órganos o adeptos, presente batalla. La Masonería la da, sistemática, tenaz, implacable, pero a través de órganos y de hombres en los que la Masonería i n funde su sentido, pero no imprime su huella. Más claro. La Masonería, sirviéndose de muy pocas, pero muy valiosas, infiltraciones estratégicas, proyecta sobre el pueblo, sobre la sociedad y so-
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bre el Estado—en lo político, lo social y lo económico—una serie de campañas encaminadas a objetivos disolventes concretísimos, que entidades e individualidades ajenas a la secta, pero propicias por maleables, se encargan inconscientemente de ejecutar.
Ejemplos típicos de consignas masónicas: en el Movimiento, la demagogia y el desánimo. En la Mil ic ia , rivalidades de Cuerpos, pugnas de Armas, cizañas de figuras. En la Administración, la lenidad, la simonía, el peculado, la corruptela, la prevaricación, el cohecho. En la política general, el bulo, la intriga, la insidia, la impostura venenosa. En la política personal, la calumnia, la difamación, las cuchilladas por la espalda en las reputaciones y en las almas... La Masonería socava sistemas, rae instituciones, vilipendia organismos, descalifica y deshonra a personalidades mediante la secreta puesta en marcha de fórmulas infames que encuentran dóciles y ágiles ejecutores en ese cortejo innumerable de los imbéciles, de los malvados, de los venales, de los inadaptados, de los disconformes por la envidia, por la ambición o por la vileza de una conciencia mezquina. Y si es inaplazable localizar los recónditos laboratorios de la secta y exterminar
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a los elaboradores de aquella peste, no es menos urgente cerrar contra sus torpes agentes propagadores, mediante una ley que, además de establecer penas severísimas contra la Masonería y su militancia regular, establezca asimismo penas igualmente severas para las entidades y los ind i viduos que, sin ser propiamente Masonería n i masones, impriman a sus actos, a su proceder social, económico y profesional un sentido típicamente masónico.
A estos fines defensivos del Estado y del Movimiento debiera ser declarada criminalmente masónica y, por tanto, penable con arreglo a la ley, toda acción, omisión y expresión verbal o escrita que contribuya a empañar el prestigio del nuevo Estado y la fama de sus forjadores y gobernantes.
Supuesto tal precepto, desarróllese, apliqúese al hombre suelto, a la entidad no intervenida, a las actividades, funciones, deberes, trabajos y esparcimientos de todos y cada uno de los españoles, y obsérvese en la medida que la especulación de toda laya, que el rebelde, el prevaricador, el corrompido, el indomable, el "estraperlista", el charlatán, el calumniador y el maldiciente serán 22
frenados y por la mano férrea del Estado d i r i gidos.
Es una verdad innegable que la Masonería elabora en secreto sus infamias. Pero es innegable también que sus maquinaciones prosperan porque encuentran intérpretes y aprovecbadores en la esfera pública, en hombres con los que nos tropezamos a cada paso en nuestra vida de relación. Si apoderarnos específicamente del arcano masónico es empresa ardua, no lo es, en modo alguno, apoderarse de sus desfachatados y cínicos agentes y operadores públicos. ¿Quiénes son? ¿Dónde están? ¿Qué hacen?
I V
No pretendamos localizar al masón activo y peligroso, n i a sus agentes insensatamente fidelísimos, en otros lugares que no sean los en que se desenvuelve, en sus múltiples manifestaciones, la vida del Estado. Claro está que la Masonería extiende su influencia a todas las zonas de la actividad social y hiere, si puede, el entendimiento y el destino de cuantos hombres y organismos se le ofrezcan tentadores. Pero lo positivo es consi-
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derar que la Masonería, priinordialrnente, procura ejercer su vitando poderío en el seno mismo de los Estados, ora apoderándose de los resortes del mando—como en los regímenes liberales—, ora infiltrándose, si no le es dada otra cosa, en función subalterna, pero eficacísima, en las distintas dependencias del Poder, para desarrollar, escudándose tras su falso juramento de lealtad, un pertinaz e incoercible sabotaje.
En los Estados totalitarios no debe quedar nada extramuros de la vitalidad nacional: todos los hombres de España, por tanto, estamos i m p l i cados, activa o pasivamente, en la magna función del Poder. Pero a unos españoles les corresponde el ejercicio activo de la vida de España—los funcionarios—y a otros les corresponde plegarse — e l pueblo—a las realizaciones de aquéllos.
En el pueblo, diversificado en sectores innumerables, el masón apenas si puede prosperar ejercitándose clandestinamente en la difusión de chismes venenosos y en la forja de invectivas de circunstancial infamia. Tales actividades en su propia inanidad se desacreditan y se disuelven. ¡Ah! Pero si los masones que existen desparramados por ahí, sin " ta l l e r " en que se les dé " t r a bajo" n i masa apta para crearse una clientela,
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se advierten comprendidos, interpretados y hasta protegidos por hombres que en el ejercicio de su cargo o de su autoridad, lejos de afianzar, de acrisolar los atributos del Poder de que son agentes o delegados, los enervan, los ensombrecen o prostituyen mediante deserciones, complacencias, favoritismos y lenidades, entonces aquellos masones son automáticamente llamados al trabajo sobre los materiales que por modo tan extraño se les br indan; entonces la Masonería se aposenta, dichosa, en la conciencia popular, empuña con firmeza los secretos resortes de su mando, conecta diabólicamente el potencial de la traición arriba con el de la sorda agitación abajo, y tanto más irá creciendo ésta cuanto más se ahinque aquélla en los órganos ejecutivos y administrativos del Poder.
¿Dónde están los masones? Los que discurran por los campos de concen
tración, por las cárceles, y hasta los que estén en libertad, deambuladores taciturnos por los caminos de su alma derrotada y fugitiva, con representar un riesgo latente, son, por hoy, un testimonio auténtico de que lo que eran, representaban y pretendían ha sido barrido. Esos masones, por ahora, no cuentan. Pero no cuentan a
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condición de que, así como sabemos dónde están ellos, sepamos dónde están los otros, los formados por la secta para hacer efectivos los seguros de todos los naufragios, aquellos que, sin duda, constituyen las reservas más temibles de la Masonería. No olvidemos que la secta dispone de tropas para dar sus batallas en todos los terrenos; que a la sazón es ardiente aliada de las plutocracias ; que, poseedora del dinero, es experta en todos los "camouflages" y que, adoptando la nítida pureza y las alas angélicas de los amores más altos, difunde los odios y desata las pasiones más bajas de la tierra.
¿Dónde están los masones? Hay que presuponer—en servicio del Caudi
l lo , del Movimiento y de España, y sometiéndonos al método lógico de un propósito persecutorio y represivo—que los masones están in f i l t ra dos en el Movimiento, en el Estado, en sus dependencias. Y es urgente, por tanto, ejercer una activa intervención, una tenaz, sutil y secreta v i gilancia sobre las conductas de las personas y sobre el desarrollo de los servicios.
Ya hemos dicho que contra la misteriosa maniobra el recurso más eficaz es la misteriosa i n dagación. A quienes secretamente laboran con-26
tra la Patria, a favor de las tinieblas, no debe alarmárseles con ruidosas amenazas públicas, n i debe inquietárseles con la posibilidad de que las sombras en que se envuelven para consumar su crimen sean disipadas en cualquier momento por los haces luminosos de la Justicia liberal. No. Esta Justicia resulta anacrónica. De adoptar sus métodos, el "enemigo" extremaría sus precauciones y ahorraría sus riesgos sin renunciar a sus fechorías. Es menester sorprenderle. Confiarle. Animarle, si cabe, persuadiéndole de que tr'aba-ja en un ambiente de impunidad, a la vez que secretamente se le empuja a que caiga en las redes de la Justicia totalitaria, secretamente dispuestas, donde conviene.que caiga, no con su sola responsabilidad personal, sino totalitariamente, o sea con los pertrechos documentales de sus mandantes y colaboradores.
En una palabra: contra la Masonería entendemos que hay que crear su antídoto natural : otra Masonería.
Del mismo modo que al socialismo mafxista, que al socialismo soviético, le ha dado la batalla en el mundo, y lo ha vencido, el fascio, o sea el socialismo nacional, a la Masonería internacionalista hay que combatirla y exterminarla median-
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te la creación de una Masonería nacionalista, i n tegrada por creyentes y patriotas, por falangistas y soldados. Que -abracen la religión de la unidad nacional, del culto del Estado y practiquen el rito secreto de la guardia y del sacrificio por la Patria.
Si de los cataclismos que engendra en los pueblos la secta aborrecible se encargan luego los partidos políticos de extraer beneficios y administrárselos, de los altos servicios que prestasen al Movimiento Nacionalsindicalista los juramentados de la antimasonería se encargarían los T r i bunales especiales: instruirían procedimientos sumarios y dictarían sentencias para aplicarlas.
¿Dónde están los masones? Allí donde el deber quede incumplido, don
de una orden quede inobservada, donde una legítima reclamación sea desatendida, donde un daño innecesario sea infl igido, donde un expediente haya sido extraviado, donde una zafia i n i quidad sustituya a un fallo justiciero, donde al torpe fee le ampare y al prudente se le expulse, donde se persiga al laborioso y al ocioso se le premie, donde las faltas se perdonen y no se estimen las virtudes, donde el horario para acudir se menosprecie y el que rija para marchar com-
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prenda el tiempo de toda la jornada, allí hay masones.
Los masones ¿dónde están? ¿Quiénes son? ¿Qué hacen?
Los masones están donde el servicio a España y al Movimiento se transforma en el servicio personal del funcionario y de su clientela. Los masones ¿quiénes son? Los que por encima del deber sitúan el haber; los que desertan de su mi licia y viven su molicie; los que se comportan con el Estado como si éste hubiere de entregarles stis ubres y no exigirles sus obras. Los masones ¿qué hacen? Hacen burla de España, escarnio del Movimiento, befa de la Ley, copia de v i cios y de pequeñas traiciones cotidianas que trascienden a la conciencia popular y la agitan, la apesadumbran y la amargan.
Ahí está la Masonería. Ahí está la corrupción. Ahí está la secta emponzoñando, pudriendo, desmoralizadora y disolvente.
Es necesario batir al "enemigo", salir al paso de la peste, extirpar sus focos en aquellas zonas de la vida del Estado que más atraen a los siniestros estrategas de la Masonería.
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V
Concebida la Masonería, según hemos visto, como estrago activo, permanente e invisible contra el Estado Nacionalsindicalista y, por tanto, contra las instituciones de la Patria, que el Caudi l lo ha reconquistado y que, con el Partido y con el Ejército, re-crea y consolida, no cabe otro recurso contra el sutil y poco menos que inapre-hensible enemigo que una ofensiva científica, la cual deberá situar sus órganos de acción en situación pareja a la dispuesta por la secta para los ejecutores de sus consignas. Más claro: en contra del masónico estrago, activo, permanente e invisible, dispongamos la Ofensiva Nacional Antimasónica, también activa, permanente e invisible. Frente a la secta de los traidores a la Patr ia , instalemos la religión de los juramentados por el Caudillo y por el Movimiento. Si los sectarios de la Masonería esconden la vileza de su destino y hurtan a la contemplación de las gentes la torva etiqueta de su función disolvente, escondan de igual modo los cruzados del Caudillo y de la Falange las armas de su escudo nobiliario y hurten a la zozobra de los malhechores el blasón de su patricia estirpe.
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Si la Masonería instruye a sus protervos sirvientes en la doblez moral, en la simulación cobarde, en la hipocresía v i l , para infundir confianzas y consumar así criminales deslealtades, organícese la Ofensiva Nacional Antimasónica a base de que sus esforzados adalides, de bien probada lealtad, prescindan de sus alardes para i n fundir confianza a los infieles y anularlos. ¿Está claro?
Asaz elocuente ha brotado de nuestra pluma la insinuación del sistema ofensivo que propugnamos. Pero, conscientes de la realidad histórica que vive España, y a tono con el estilo resuelto de los gobernantes que encarnan la fuerza nacional que echó a andar, cara a todas las Internacionales, el día 18 de jul io de 1936, nosotros resumimos nuestra posición doctrinal contra la Masonería en estas palabras: "Contra el secreto peligro, la secreta reacción. Contra el que se embosca, la emboscada. Contra el que actúa y no explica, la sanción adecuada sin dar explicaciones.''''
En los anteriores comentarios hubimos de sentar unos cuantos supuestos respecto a los lugares en que estratégicamente sitúa la Masonería a sus hombres de acción, y también los centros,
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corporaciones y organismos en los que el sentido masónico halla con frecuencia torpes intérpretes.
E l Presidente de la Junta Política, a través de disposiciones emanadas de su autoridad y de brillantes escritos y discursos arrancados de su claro entendimiento, ha mostrado con reiteración cuan profundamente conoce el vasto problema de adecentar, de purificar la conciencia de su pueblo. A esta tarea magna, a la que debemos contr ibuir todos los españoles, hemos aportado este somero estudio. ¿Ha sido baldío? Nada es baldío si al servicio del Bien se encamina. Y al Bien se le sirve denunciando el Mal , atajándole, exterminándole. Si éste se adentra misteriosamente en nuestro espíritu, si influye en él, si nos lo desvía y nos lo envilece, hay que v iv ir en permanente guardia, instalar sólidos parapetos en la pura conciencia nacional y defenderla de la peste masónica mediante la creación de una milicia secreta que patrulle, que se in f i l t re , que se integre, "desintegradora", en los focos de la secta, y que influya, a su vez, en la siniestra conciencia de sus agentes, hasta desenmascararlos y reducirlos.
La Masonería, en suma, es una realidad. Con-32
tra sus estragos no cabe más recurso que oponerle otra realidad, que sea, como aquélla, científica, tenaz, invisible.
Planteada así la batalla, perecería la negra secta abominable. Porque los paladines de la Ofensiva Nacional Antimasónica, además de que actuarían en el misterio, tomando para sí las mismas armas del Enemigo, esgrimirían otras armas, de las que el Enemigo carece: las armas supremas dadas a empuñar por el hombre, o sean las del amor de Dios y las del servicio a la Patria y a la Ley.
V I
U N DOCUMENTO MASONICO SENSACIONAL
Insertamos a continuación, transcrito l iteralmente, el documento encontrado entre los papeles de un hombre importante, acerca del cual se carecía de antecedentes que permitiesen considerarle como masón. Por indagaciones posteriores a su detención averiguóse que era masón de grados.
Relacione el lector cuanto llevamos dicho en 33
las anteriores páginas con las SETENTA M A X I MAS masónicas que brinda el aludido documento, y se explicará la razón de muchos fenómenos sociales y políticos de esta hora de España.
He aquí la revelación del origen de no pocos problemas tan infames como artificiosos:
" A . •. L . •. G . •. D . •. G . •. A . •. D . •. U . •.
" E l Grande Oriente Español y de la Gran Logia Española, miembro fundador de la Asociación Masónica Internacional (A . •. M . •. I . •.) del Rito escocés antiguo y aceptado, a todos los I I H . • . francmasones de España y dependencias.
"Cerrados los trabajos de la Asamblea Extraordinaria celebrada en los W . *. de Lisboa el día L4 del primer mes del año de la V . * . L . ' . 5941 (3 de abri l de 1941 de la Era Vulgar) .
" A todas las LOG . • . y T A L L . • . H H . - . y a cuantos el presente vieren comunicamos que, por haber sufrido nuestra Institución, por imperativos de su ideario y de sus normas, los ataques más violentos por parte de la reacción ultramontana y los poderes despóticos que hoy dominan nuestro país, se encuentran nuestros cuadros desorganizados y faltos de dirección, motivada especialmente por la persecución lamentable de que
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se hace objeto a nuestros QQ . •. hh . • . por quienes ignorantes de nuestro credo y de nuestra fe no conocerán jamás la luz de la verdad.
" L a Masonería no quiere fanáticos n i sectarios de ninguna clase, sino espíritus libres y comprensivos que no olviden nunca la tolerancia y el amor fraternal que deben a todos los hombres; pero no tolerará que ninguna fuerza enemiga se oponga a su obra de fraternidad universal, cuyo lema será siempre: LIBERTAD, I G U A L D A D Y FRATERNIDAD.
"La Masonería predica y practica la más amplia tolerancia y condena la violencia; pero, l legado el momento, también considera que la guerra es lícita y aun necesaria, cuando es el único medio de conseguir, defender o asegurar nuestros derechos.
"La Gran Logia Española y el Grande Oriente Español a todos los Capítulos, Cámaras y masones de grados capitulares y filosóficos S. * . E . •. P . •.
"Sabed: Que dicho alto cuerpo, en sesiones ple-narias celebradas hasta el 3 de abri l , ha tomado, entre otros, los acuerdos siguientes:
"Primero. Queda establecido con carácter provisional el Soberano Consejo de Gobierno de
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la Gran Logia Española en los W . • de Lisboa, considerándose disuelto el Gran Oriente Español y confiriéndose a sí mismo, por lo tanto, plenos poderes masónicos para España y sus dependencias.
"Segundo. Expresamos nuestro agradecimiento a la Familia lusitana por su fraternal ayuda en los trabajos de la Masonería española, que hoy atraviesa tiempos tan difíciles.
"Tercero. Es objetivo de la Asociación Masónica Universal el aplastamiento del fascismo, enemigo del perfeccionamiento humano; como consecuencia, la Familia Española deberá recoger a nuestros qq . • . hh . • . hoy dispersos y emprender una obra de captación de nuevos elementos no conocidos, que sean capaces de una mayor eficacia demoledora del régimen tiránico actual.
"Cuarto. Ha de tratarse de levantar el decaído espíritu masónico de muchos de nuestros h h . • ., que impresionados por la persecución de que son objeto, no cumplen sus deberes fraternales de ayuda a los hh . • . caídos en desgracia y faltos de recursos.
"Quinto. Se fomentará con labor sorda y constante la desmoralización de la clase obrera, campo abonado para nuestros fines, siendo en este 36
aspecto recomendable exagerar las consecuencias de la guerra, como el hambre, las enfermedades, las dificultades de transporte, etc., entorpeciendo por todos los medios al alcance de nuestros hh . • . la organización del Estado opresor.
"Sexto. Intensificar la ayuda de todas las Log . •. ta l l . ' . y hh . • . a las potencias libres democráticas que hoy están en abierta lucha contra los poderes despóticos del fascismo, para lo cual, aparte de otras planchas con instrucciones más concretas que enviará este Sob . •. Con . •. a determinadas Log . •., todos los hh . • . deberán, usando de los medios a su alcance, ayudar en todos sentidos a los servicios de inteligencia y propaganda de dichas potencias, mostrando en todo lugar, con la natural discreción, la simpatía por estas naciones, cuyo triunfo será también el t r iun fo de las ideas de amor y fraternidad universal.
"Séptimo. Una vez reanudados los trabajos de todos los masones, será muy útil para nuestros fines el sembrar el desconcierto y la desorganización, desacreditando a los hombres más representativos del Estado actual, desuniéndolos todo lo posible y creando pugnas internas entre ellos.
"Octavo. Es preciso fomentar la descomposición moral de los hombres que ocupen puestos
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destacados, empleándose procedimientos "de bolsa negra" y "affaires", para de esta forma, teniéndolos cogidos económicamente, poderlos manejar en nuestro servicio.
"Noveno. Se intensificará por todos los h h . : . nuestra acción en los Tribunales de Justicia y organismos dependientes, por ser éstos uno de los procedimientos más eficaces para salvar a muchos hh . • . perseguidos por el poder tiránico.
"Que en vuestro espíritu florezca la seguridad de que este período de persecución ha de servir para acrecentar y perfeccionar nuestra obra de amor fraternal en los humanos, ya que absolutamente todas las persecuciones sufridas por la Masonería han redundado siempre en su beneficio, porque sus más despiadados perseguidores han terminado, ganados por la pura luz de la verdad, por ser sus favorecedores más destacados.
"Recibid el tr iple abrazo fraternal. " E l Soberano Consejo de Gobierno de la Gran
Logia Española. "Dado en los W . •. de Lisboa en 3 de abril
de 1941."
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vn
Vamos, lector, a ofrecerte ahora otro aspecto de esta importante cuestión. E l documento confidencial masónico que acabas de leer nos abre nuevos e interesantes capítulos en los que queda reflejada toda la falacia, todo el engaño y miseria moral que encubre los torvos manejos de esos hombrecitos del mandil, personajillos de una picaresca tan terriblemente gangrenosa, que donde hallan medio de desenvolverse minan la vida del Estado más fuerte y poderoso.
En la terminología de la secta esta circular confidencial llámase plancha. Vemos en ella una declaración de conjunto de las dos ramas masónicas españolas: el Gran Oriente y la Gran Logia Española. E l primer organismo era indudablemente el más importante, si no por la categoría social de sus componentes, sí por el gran número de hermanos que formaban sus cuadros. Durante muchos años tuvo su sede en Madrid, en el llamado Pretil de los Consejos, a espaldas del edificio que ocupa la Capitanía General. Luego se trasladó a la casa número 12 de la calle del Príncipe. Ocupaba todo el tercer piso, y en el espacioso templo fué iniciado Azaña, siendo
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Presidente del Consejo de Ministros, el sábado 5 de mayo de 1932. En esa infausta tenida el Jefe del Gobierno Español—¡ a lo que nos llevaba la República!—-se entregó con Jos ojos vendados, maniatado, tembloroso de rencor y de miedo, a un PODER OCULTO, cuyos hilos misteriosos se perdían en el ganglio virulento de Ginebra.
La Gran Logia Española, hasta poco antes de entrar en Madrid las gloriosas tropas de nuestro invicto Caudillo, residía en la calle de Echega-ray, número 19. Este núcleo cultivaba especialmente las relaciones con el extranjero, sobre todo el intercambio de visitas entre los personajillos de la situación republicana española y los del Gran Oriente de París y la Gran Logia de Francia, centros masónicos proveedores de diputados y Gobiernos para la nación vecina del otro lado de los Pirineos, y que, naturalmente, la hicieron desembocar en la catástrofe del Frente Popular.
Pero las dos grandes ramas de la Masonería española no siempre vivieron en buena armonía. Han tenido sus diferencias—ambiciones desatadas de hermanitos, celos y codazos de arribistas, impaciencias por escalar alturas...—. Mas sometidos a la férrea disciplina de la secta, esclavizados los hermanos por los terribles juramentos que
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con frecuencia se les obliga a prestar ante el ara de los antros masónicos, sus querellas fueron siempre dirimidas por el Consejo Supremo de VA. M. /., elemento directivo de las logias, que desde Ginebra, por lo menos basta hace poco, ha movido los hilos de esa trama tenebrosa que extiende sus tentáculos subversivos hasta la entraña misma de los Estados demócratas y liberales, campo abonado para la siniestra floración de los hijos de Hiram.
Es decir, que los masones españoles—como todos los que forman en la Obediencia del grupo de naciones latinas—iban a pleitear ante ese Poder extraño y extranjero. Es su Tribunal Supremo. De él dependen directamente las Jerarquías de las logias. De ese poder reciben consignas, órdenes, mandatos...
Tengamos presente que hasta hace poco no se sabía mucho más de la Masonería sino que era —es—una sociedad secreta dirigida por un grupo de conspicuos judíos que tiene en sus mano? un tejido de múltiples resortes internacionales. Claro que por sus obras era muy conocida la secta. ¡Eso sí! Sabíamos cierto—hecho hoy ya plenamente demostrado—que los principales directivos de las logias han sido siempre reclutados
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entre los hijos de Israel. Pero ¿reclutados por quién? ¿Dónde está la entraña, lo íntimo y esotérico de la siniestra organización?
Para los que han estudiado a fondo la Masonería y buceado en sus miasmas nauseabundas, llega un momento en que la convergencia de ciertos indicios de luz indirecta hacen presentir, ver—allá, al fondo, en lo impalpable de los secretos internacionales, donde no llegan ¡jamás! las responsabilidades—a ese extraño PODER OCULTO, el SANEDRIN secreto, que fomenta, articula y desencadena todas las conmociones sociales, los cataclismos: guerras, luchas tremendas... Allá está hoy, en Inglaterra—la Masonería ha sido el instrumento más eficaz del imperialismo inglés—, manteniendo, a pesar de todo, la lucha contra la gran nación alemana, que ha expulsado de su seno a judíos y masones; allá está, en los Estados Unidos, en una presión desesperante para hacer intervenir aquel país en la conflagración. Como Wilson unos lustros atrás, hoy Roosevelt y sus tres hijos son meros agentes de los talleres masónicos, fieles cumplidores de las consignas diabólicas del Sanedrín. Dos de los grandes maestros de VA. M. I. han sido en estos últimos tiempos los judíos Cohn y Nathan, he-42
cho que vendría a corroborar la hipótesis de una suprema dirección judía en todos esos turbios manejos de la Masonería si no tuviéramos ya la confirmación por revelaciones de multitud de hechos y documentos, éstos encontrados recientemente.
Así como judíos fueron los fundadores de la Internacional: Carlos Marx, Neumeier, Friburg, James, Cohén, Lassalle, Aaron, Adler, Fran-ckel..., judíos son la mayoría de los componentes de los cuadros de las logias. La documentación hallada en los centros masónicos de Madrid y provincias nos ha confirmado plenamente lo que ya se sabía, lo que con numerosa documentación gráfica nos ofreció en sus famosos libros La Masonería al desnudo y Entre masones y marxistas el conocido escritor F. Ferrari Billoch.
Hoy ya nadie se atreve a negar la decisiva intervención de los hijos de Israel en las revoluciones sociales que hunden a los pueblos y llevan a los hogares el hambre y la desesperación. Verdad que, calculadores siempre, su prudencia —cobardía racial—les ha hecho ocultarse tras las organizaciones masónicas y las sociedades filantrópicas, sin olvidar a la pretendida nebulosa del rotarismo. Pero aun así, hebreos son
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siempre los que permanecen en las avanzarlas de las hordas revolucionarias. En ese primer ímpetu salvaje y devastador de las furias desatadas del populacho, ebrio de sangre y de destrucción, buscad siempre al agente judío. Así han podido ellos satisfacer su odio implacable contra España, sordo rencor traicionero, mantenido de generación en generación a través de siglos, desde que la Reina Isabel los expulsó de nuestra Patria.
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VIII
En las filas de los autores de la revolución rusa la cantidad de judíos era inmensa, y ellos han predominado desde el primer soviet en las organizaciones estatales de la U. R. S. S. El Consejo de Comisarios del pueblo de 1920 tenía 17 judíos entre sus 22 miembros. Igual hecho se ha producido en los demás altos cargos bolcheviques: en la Comisaría de Guerra, Interior, Negocios Extranjeros, etc., etc. Idéntico fenómeno se ha registrado en las demás revoluciones, desde la del masón Cromwell y la gran revolución francesa—el primer tiro contra los guardias suizos de las Tullerías, el 10 de agosto de 1791, fué dis-
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parado por el judío Zalkaind Hourwitz—, a la alucinante tragedia del judío Bela K u m , que estrujó a Hungría bajo el terror de una ola bolchevique internacional.
En manos de los judíos continúa la I I I Internacional, organizada también por ellos. Siguen usándola para sus fines inconfesables, pero que conocemos: desgajar las naciones y hundir la civilización occidental para realizar luego su sueño de siglos: crear el Imperio mundial hebreo. Recordemos que empezó la I I I Internacional por atacar a la Rusia zarista, la nación cuya burocracia no admitía judío alguno y cuya Banca vivía con total independencia de la Banca hebrea. Hoy toda la burocracia administrativa de los soviets es desempeñada por judíos. Nada menos que 150.000 son l«s funcionarios judíos que existen en Moscú, o sea casi todo el personal de la organización soviética moscovita. Es el mismo camino que se seguía ya en la España roja-—a través de las Brigadas internacionales—, como luego veremos.
Se ha querido ofrecer a las masas obreras del mundo el tr iunfo bolchevique como una reivindicación social del proletariado. Nada menos cierto. Es la eterna falacia en boca de los expío-
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tadores a sueldo de las revoluciones comunistas. Con la victoria de Lenin y sus secuaces, Rusia fué inmolada a la venganza israelita—¡como España!—entre oleadas de sangre, y sobre el cadáver del pobre pueblo ruso se implantó el feroz comunismo.
Es evidente que a fines de la guerra 1914-1918 la indisciplina mil i tar y social rusa había llegado a un límite insospechado. Pero también lo es que, sin un propósito, sin un plan preconcebido, la desmoralización rusa no hubiera desembocado en la poderosa organización del Kreml in , constante amenaza del mundo.
¿Quiénes ayudaron a los bolcheviques en su sangrienta revolución social?
Se puede sentar de un modo terminante esta afirmación:
E l judaismo ha sostenido al bolchevismo en masa compacta, y los fondos necesarios para la revolución social rusa han sido proporcionados por los capitalistas y los Bancos judíos.
Hace un lustro resultaba atrevido mantener tal rotunda afirmación, por la dificultad de poder aportar pruebas fehacientes, aunque era un hecho evidentísimo. Muchos secretos se han revelado en estos últimos años, y la política imperia-
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lista del autócrata rojo queda ya perfectamente delimitada sobre la pauta marcada por los famosos Protocolos de Sión, de cuya autenticidad no cabe ya dudar. Por desgracia para nosotros, los españoles, sabemos por propia experiencia la siniestra codicia del K r e m l i n por el oro. Los sótanos exhaustos del Banco de España nos ofrecen testimonio elocuente de cómo la ayuda rusa a los rojos españoles no tuvo más afán que el expolio de nuestros lingotes de oro. En las cajas fuertes moscovitas se halla buena parte de nuestras reservas auríferas, apoyo de la política de puro Estado capitalista que sigue hoy la U . R. S. S., a pesar de los veinte años de falaz propaganda... anticapitalista, realizada entre las embaucadas masas obreras por agentes comunistas a sueldo de Moscú.
¿Pero es que no sabíamos ya que los grandes financieros judíos han propagado y sostenido en todas partes el socialismo y el bolchevismo, ciegas fuerzas en apariencia contra el capitalismo?
Entre los documentos secretos reveladores—al dárseles publicidad, bien por desertores de la mala causa bolchevique, bien por incautación de archivos, etc., etc.—de interioridades de la revolución comunista, está el conocido documento
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oficial logrado por elementos de la Embajada francesa, en Washington durante la gran guerra pasada. Por él se supo que en 1916 se recibió en Nueva York , en el Estado Mayor del Generalísimo ruso A. Netchvolodoss, una información secreta de u n agente que anunciaba una reunión de rusos emigrados en el barrio Oriental de Nueva York , el 14 de febrero. La mayor parte de los asistentes eran judíos y agitadores sociales de profesión.
Se examinaron allí los medios y posibilidades de hundir a Rusia en el caos de una gran revolución social. Se dijo que el momento era de los más favorables, ya que se había preparado convenientemente el terreno. E l único obstáculo serio era la falta de dinero.
Pues bien; apenas planteada así la cuestión, algunos de los presentes empezaron a dar nombres de personas y casas importantes que simpatizaban con los planes. ¿Qué nombres y casas eran? Conocidísimos todos ellos en el mundo financiero de W a l l Street, la misteriosa fragua internacional del semitismo plutócrata: Jacobo Schill, K u h n Losb y C.a, Otto Kahn, Gugen-heim... ¡Judíos todos, claro! Por su parte, desde Estocolmo, el judío Max Warburg apoyaba igual-
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mente a Trotsky y demás pillastres, lo mismo que el grupo westfaliano-renano, importante negocio judío, y Olef Ascliberg, de la Nye Banken, de Estocolmo, y Jivotowsky, cuya hija se casó con Trotsky. Tales eran las relaciones entre los mul timillonarios judíos y los judíos proletarios.
• * * * Hace tiempo que Norteamérica es tierra de
promisión para los judíos. Hoy más que nunca. La población hebrea en los Estados Unidos no baja de seis millones. En Nueva York sólo se cuentan cerca de tres millones. Son los hijos y nietos de la inmigración israelita del pasado siglo: gente pobre, sucia, ignorante, fanática, l legada de la Rusia zarista, principalmente de las regiones polonesas. A esa gente se ha unido el nuevo aluvión de familias judías fugitivas de Europa. Pero no se crea que esas últimas, entre los cuales se hallan los Rothchilds, hayan encontrado a sus hermanos de raza tal como llegaron: hambrientos y desharrapados. N i mucho menos. E l hebreo posee una percepción muy fina para los negocios mercantiles y sabe enriquecerse rápidamente. Su posición es hoy prepotente allí.
•1<)
Desde hace cuarenta años los judíos llenan las Escuelas Superiores, las Normales... E l Colegio de la Ciudad de Nueva York es no sólo el mayor para varones de toda la Unión, sino quizá del mundo entero. E l 80 por 100 de los alumnos es de raza judía. Otro tanto podríamos decir del Hunteo's College, para señoritas. En la Banca, en el Comercio, en la Industriaren la Política, allí están ellos. Los hijos y nietos de aquellos desharrapados emigrantes rusos han abandonado ya los ghettos para invadir los barrios opulentos y ricos.
Es sabido que en todos los países donde el j u dío tiene libertad de acción tiende a apoderarse de los órganos que crean o moldean la opinión pública. En Norteamérica se han hecho dueños de periódicos, cines, radio, etc., etc. E l diario de mayor circulación de Filadelfia y otros tres de Nueva Jersey son de un judío. E l Post, de Nueva York , elemento de propaganda bolchevique, es judío, como lo es el dueño del New York Times, etc.
Y , naturalmente, toda la campaña emprendida para arrastrar a los Estados Unidos a la guerra —en la Prensa, en la radio, en el cine, en los mítines...—es labor netamente judeomasónica.
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Obra suya fué ía entrada de Tío Saín en la pasada gran conflagración. E l mismo camino llevan en el presente, con otro gran animador de la campaña: el Presidente Roosevelt, grado 32 del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, diputado hermano de la Gran Logia de Georgia y asiduo concurrente a las tenidas de la Logia Westreet, 23...
* * * Esa invasión de los Estados Unidos por la emi
gración judía empezamos a experimentarla nosotros en los malhadados años de la República. Entonces era España, por lo visto, país propicio para los torvos manejos de los sin Patria. En aluvión, como manadas de cuervos hambrientos, cayeron sobre aquella España desangrada, azotada por las tremendas luchas sociales, con asesinatos en cada esquina, entre incendios y saqueos y el encarcelamiento de las personas de bien. Era el clima de las democracias, propicio a todas las monstruosidades sociales, que aquella gente buscaba en el solar preclaro de los Reyes Católicos.
Y , naturalmente, fueron acogidos con singular complacencia por las leyes y autoridades republicano-socialistas, porque antes había habido
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tenidas eufóricas y triples baterías de júbilo en las logias de Madrid. ¡ Se obedecían las consignas de Ginebra!
E l SANEDRIN imponía la invasión judía de nuestra Patria con diabólico procedimiento. ¡La llamada partió de las mismas logias españolas! Claro que se tenía ya un antecedente. En 1880, la Gran Logia de Rumania, al reconocer al Grande Oriente Español, presidido a la sazón por Sa-gasta, ya había pedido que se levantase el decreto de expulsión que pesaba sobre los judíos desde la época de los Reyes Católicos. Aquellos miles de hebreos, al salir de España—cinco siglos después el genio político de Hitíer había de repetir en Alemania tan beneficiosa medida—, lanzaron sobre nuestra Patria su maldición, y gente abrumada por prejuicios raciales, los sefarditas, no querían volver a poner los pies en nuestra Patria hasta tanto no se derogase el Decreto que expulsó a sus lejanos antecesores. De todo ello se encargó la Masonería en el pasado siglo, y de aquí el célebre Decreto del Marqués de la Vega de Armijo , levantando la expulsión que pesaba sobre los judíos desde que nuestra gran Reina Isabel logró la Santa Unidad Española.
Así las logias de Madrid y Barcelona de los 52
desdichados años republicanos pudieron ofrecerles de nuevo acogida fraternal, y un conspicuo hermano, el entonces ministro Fernández de los Ríos, abrióles los brazos. Pero los judíos llegaron con su voz pedigüeña de siglos, su mugre y sus hipócritas lágrimas talmúdicas. En la Diputación, Ayuntamiento y Gobierno Civi l de Madrid—y en muchos otros Centros oficiales—se recibieron cartas con membretes de la Jefatura Espiritual de la Sinagoga Central de los Israelitas A. de Barcelona con la siguiente solicitud:
" A l excelentísimo... "Por las noticias de la Prensa sabe ya todo el
mundo la situación anormal creada a los judíos de Alemania. Unos cuatro o cinco m i l alemanes israelitas, huyendo de la persecución, se encuentran en Barcelona, y muchos más todavía en el resto de España.
"Todos, absolutamente, desprovistos de toda clase de medios, careciendo ellos a menudo, o casi siempre, de un lecho para dormir y hasta pan seco y ropa para vestirse.
"Con el fin de poder socorrer a estos prójimos perseguidos, le dirigimos, excelentísimo señor, el ruego encarecido:
"Que en vista del permiso del Gobierno Civi l 53
de la provincia de Barcelona, de fecha 22 de mayo de 1933; de la Generalidad de Cataluña, de 19 de junio ; del Gobierno Civi l de Castellón, de 24 de agosto; del Gobierno Civi l de Tarragona, de 16 de agosto; del de Valencia, de 26 de agosto, autorizando la aceptación de la noble ayuda a los fugitivos perseguidos, entreguen a nosotros un donativo liberal a nuestra cuenta corriente en el Banco Alemán Transatlántico de Barcelona, a la "cuenta corriente Sinagoga Central de Israel A. Barcelona".
"Quedamos muy agradecidos, y que Dios guarde a usted muchos años, seguro servidor, q. e. s. m.. Rabino Friedmann, por la Jefatura espiritual de la Sinagoga Central de Israelitas de Barcelona."
rx Así nos encontramos ya con la España roja,
sede del judaismo. Importantes cargos fueron ocupados por los
judíos, aunque no todos ellos puestos públicos de relumbrón. Recordemos a Use Wolf , Margarita Nelken, Neumann... Moscú envió a Madrid y Barcelona—los periódicos de aquella época die-
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ron cuenta de haber desembarcado en Cádiz, un mes antes del Glorioso Alzamiento—el fatídico judío Bela Khum. Luego el Kreml in remitió, como representantes de todas sus vilezas, a los también hebreos Moisés Rossemberg, aquel jorobado maltrecho de alma y de cuerpo; a León Jakobs-hon, a Al fred Loevy, mecánico judío de Hungría, etc. E l judaismo, del brazo de las fuerzas secretas de la Masonería, preparó aquel estado anárquico que precedió al 18 de jul io y la i n i ciación de la revolución marxista que cortó el v i brante clarín de Africa. Aquella pretendida Olimpíada de Barcelona, tapadero de tantos siniestros designios del Frente Popular, había concentrado en España agitadores y extremistas mar-xistas de todo el mundo. Predominaban los j u díos, naturalmente, entre aquellas pretendidas juventudes deportivas. Venían de Polonia, de Rusia, de Francia...
La invasión de España por la raza judía se realizó ya abiertamente bajo la égida siniestra de los rojos y por medio de las Brigadas internacionales, cuya masa estaba formada por el hampa internacional reclutada en los más bajos fondos de todas las naciones. Los mandos, claro, estaban en manos de judíos, venidos de Rumania, de H u n -
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gría, de Polonia... En un l ibro publicado entonces en Barcelona por la escritora hebrea Gina Meden, titulado Los judíos, luchadores de la libertad, se lee:
"Hemos visto a cientos de judíos de las B r i gadas internacionales caer con el puño en alto, amenazadores y reconstructivos ya. Soñaban con una España que no llegaron a ver. España ama a todos los judíos libres de la Rusia soviética, a los de todo el mundo. La predicción de Carlos Marx se ha cumplido..."
Numerosos locales de Valencia y Cataluña se transformaron en sinagogas, donde los semitas ?e reunían a leer el Talmud...
Fué el rabino Femando de los Ríos quien aconsejó a la pandilla de gobernantes rojos la conveniencia de intensificar la propaganda en los medios sionistas internacionales en favor de la España marxista. Declaró a Negrín que en Turquía, Grecia, Bulgai'ia, algunos países americanos y otras naciones, existían más de setecientos m i l sefarditas que vendrían a España para prestar gran apoyo a la causa republicana. La vergonzosa campaña empezó.
Companys—¡Dios le haya perdonado!—decía-
ró a un corresponsal del periódico judío polaco Hjnt:
"Las puertas de m i país eslán abiertas para los judíos, como lo están también las de m i corazón."
La Organización Sionista Internacional se empleó a fondo en su propaganda y consignas. Movió sus agentes—judíos y marxistas—, y poco después los países democráticos eran invadidos por una serie de charlatanes que, con ayuda de la Prensa y del l ibro judíos, trataron de producir un clima artificial en favor de los rojos. De las logias salían enjambres de hermanitos—escamoteado el mandil debajo de la americana—para lanzar sus bulos y hacer atmósfera.
Fué la consigna: " E l pueblo semita debe luchar por la Repú
blica española, que es la defensa de sus ideales." Para los que querían enrolarse en las Briga
das internacionales había toda clase de facilidades: facilidades para inscribirse, para el viaje, para toda clase de gastos...
En Bélgica, los judíos Priet y Eni i l Ackerman crearon una oficina de reclutamiento, y pronto fueron imitados por agentes en muchas otras naciones, codiciosos de las pingües comisiones que se repartían.
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I
Así llegó a haber diez m i l judíos en las Brigadas internacionales y sesenta m i l sefarditas en España. Los cargos directivos en las industrias de guerra y gran número de almacenes y empresas cayeron bajo su dominio, además de los puestos políticos ya indicados.
Mientras tanto, Martínez Barrio, hombre frío, forjado en la torva escuela de las logias, Gran Oriente, gran Buda del Supremo Consejo del Grado 33, se entrevistaba en París con el famoso millonario Salomón Toledo, judío aventurero i n ternacional y gran dignatario de la Masonería. Cuando estalló la guerra en España vegetaba en negocios vagos, propios de su raza, y vivía en un piso de la avenida parisiense de Mac-Mahón. Entre logia y logia cultivaba sus relaciones, y mucho antes del Congreso sefardita, que hizo reviv i r en el alma talmúdica su odio secular contra España, Toledo estableció contacto con los d i r i gentes rojos de Madrid.
Cuando en la Embajada de España en París Femando de los Ríos, Jiménez Asúa y Vidarte maquinaban todas las infamias contra nuestra Patria, Salomón Toledo, que entonces ya se hacía llamar Simón, fué allí con su adhesión y sus consejos y, sobre todo, a la caza de pingües y ver-
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gonzosos negocios, que surgieron fabulosos a cambio de la sangre de la juventud española. Acudió del brazo de un tal Máximo Meyer, Secretario de Martínez Barrio, y que llegó a ser D i rector general de lo que en Barcelona llamaban Auto-Transporte.
Mientras por un lado servía de enlace entre la Masonería francesa y la española para una acción unificada de ayuda efectiva ^ los rojos, por otro, el tal Meyer, en calidad de técnico—eso ocurría en 1937—facilitó la venta de camiones holandeses, lo que permitió a Simón Toledo, el sefardita, conspicuo de las logias, adquirir, al contado y por doscientos m i l francos, el Castillo de Monciaux, cerca de Perigneux. A l mismo tiempo, en su piso de la avenida de Mac-Mahón, Toledo cantaba con voces de sirena, al oído de Pórtela Valladares, el siniestro ex Presidente del Consejo de Ministros, para proponerle, en nombre de sus amigos de Barcelona, la devolución de todos sus bienes a cambio de su presencia en aquella farsa parlamentaria de regocijante memoria. Entre hijos de la Viuda y de venerable a venerable andaba el juego.
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¡ Cuánto queda por decir y escribir acerca de la intervención judeomasónica en la guerra de España!
La logia Plus Ultra, filial de la Gran Logia de Francia, fué el organismo centralizador de dicha intervención. Mientras los Ministros del Gabinete Blum—masones, claro—realizaban su labor. los hermanitos de la logia Plus Ultra maniobraban al unísono desesperadamente. En un documento secreto que la citada logia, a través de la Gran Logia de Francia, dirigió al Comité Federal, se revela la siguiente consigna:
"Desgraciada de la España republicana si nuestra Orden no consigue obtener del Gobierno francés, cueste lo que cueste, la reapertura de la frontera pirenaica en Cerdeña y el envío aún más intenso de armas y material ."
Este mensaje fué llevado con gran solemnidad por siete venerables maestros masones, armados con sus respectivas espadas y precedidos de un maestro de ceremonia portador del candelero de tres brazos, al sublime hermano Doignon, gran Maestre de la Gran Logia y Presidente del Comité Ejecutivo de la Asociación Masónica Internacional, y al muy venerable hermano Ar thur 60
Mil le , Primer Teniente, Gran Comendador del Gran Colegio de Ritos del Gran Oriente.
En aquellas fechas, el batallador periódico Gringoire, publicó la siguiente interesante información de tales manejos:
"Para propagar el mensaje y la distribución de los impresos se ha procedido a una movil i zación de militantes de las logias.
"La logia Los Derechos del Hombre reunió en la calle de Cadet a trescientos francmasones, que vociferaron durante tres horas sobre el tema "¿Dejaremos sin nuestra protesta que se persiga a nuestros hermanos españoles?". Se decidieron, naturalmente, por la negativa, y se hizo lo necesario acerca del Consejo de la Orden del Gran Oriente para transmitir a los Ministros masones las conclusiones acordadas.
Más tarde es en la logia Eleusis donde se habla sobre " la guerra de España y la no intervención franco-inglesa". Una orden del día y una amenaza a los Ministros ingleses y franceses que muestren tibieza por la no intervención. Celebra sesión al día siguiente, en el número 4 de la misma calle Cadet, segundo piso izquierda, la logia Jerusalén. Es una tenida de información, y el venerable Deroubaix dirige los debates.
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Después cíe la lectura del acta, el li&rmano Arthur Mi l l er pronuncia una conferencia sobre "Seis meses al servicio de la España republicana". Mi l l e r declara sin rodeos que es Ingeniero y Capitán de las Brigadas internacionales.
"Estoy en Francia—dice—por algún tiempo para cumplir una delicada misión que me ha encargado el General Miaja, Comandante mil i tar de la plaza de Madrid. Aprovecho unas horas de ocio para venir a proclamar la angustia y apuros de la España republicana y requerir vuestra ayuda por todos los medios posibles."
Mi l l e r pasa después a ciertas confidencias. Se declara comunista. Admira profundamente a Marty—el verdugo de Albacete—y su enérgica actuación en dicha capital de provincia como "Comisario Presidente de la depuración de la retaguardia".
Ante la petición de varios hermanos, ávidos de obtener informaciones, Mi l l e r hace sugestivas narraciones de atrocidades, recitadas monótonamente. Mi l ler enumera con complacencia las ejecuciones de fascistas y las destrucciones en masa de las iglesias y conventos a las que él había asistido.
En un tono irónico contesta a preguntas de 62
algunos hermanos que la famosa cárcel de Albacete estaba siempre llena, a pesar de que las sentencias bicuotidianas del Tribunal Popular las vaciasen de continuo. Mi l l e r confiesa también que el hermano Juan Negrín, avergonzado de la desbordante actividad de Marty, pidió a Moscú su relevo, y lo consiguió. A pesar de ello, Mi l l e r aseguró que los fascistas no babían perdido nada con el cambio, pues para sustituir a Marty los comunistas de Moscú habían elegido a su adjunto Vi ta l , alias Gayman, un discípulo que había de superar al maestro. Y como un hermanito i n genuo, de las cámaras de bajos grados, se asombrara de las crueldades de Marty y de Vi ta l , M i ller replicó enérgico:
"Había que depurar, y se ha hecho." Y tras esta rápida oración fúnebre por los que
Marty había hecho ejecutar, luego de haberles forzado a, cavarse ellos mismos sus propias fosas, Mi l ler reanuda tranquilamente su informe. Agregado a una sección de Ingenieros, cuenta detalladamente cómo se opera el suministro de explosivos franceses y ametralladoras Hotchkiss:
"Por los Pirineos y Puigcerdá, sencillamente." Terminó pidiendo a la logia "presionar con todo su peso a los hermanos Ministros para ayu-
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dar a la España republicana, por todos los medios legales o como sea. La logia responde a este llamamiento con un inflamado orden del día, que es adoptado por unanimidad y entre eufóricas y mutuas felicitaciones."
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Pero ¿a qué recurrir a testimonios del extranjero? ¿Es que no tenemos en nuestra propia Pa tria mult i tud de casos en que la siniestra secta masónica se nos ofrece con su intervención d i recta en las causas que motivaron la guerra española? ¿Es que su ayuda a los rojos no fué pertinaz, constante y eficacísima?
La secta combatió en España y fuera de España, mediante sus secretas organizaciones internacionales, al Glorioso Movimiento Salvador de nuestra Patria. Sabía que el triunfo de la epopeya que acaudillaba el Generalísimo Franco era el fin del dominio de las logias, y por eso todos sus esfuerzos se concentraron en una ayuda constante a los españoles anarconíarxistas. De la actuación de la Masonería contra el Movimiento es harto elocuente la siguiente información pu-64
blicada de modo oficioso por el diario catalán La Vanguardia del 15 de octubre de 1936. Sus revelaciones, nada sorprendentes en cuanto a los hechos, sólo indican una insólita imprudencia en los cautos y tortuosos hombrecitos del mandil , sin duda por creerse ya en franca impunidad. Decía así dicho periódico:
"He aquí extremos de un documento del cual recogemos los siguientes párrafos, dignos, evidentemente, de su publicidad en estos momentos:
"Los masones españoles, que no son simplemente masones, sino que están todos sujetos a una u otra disciplina política de izquierda, piden a sus compañeros de lucha, en esta cruzada por la libertad de España, que no perdure en ellos, n i un momento más, la menor sombra de duda sobre su actuación, y precisan que eran masones los que en su día, allá por el mes de marzo de este año, denunciaron al Gobierno de entonces que, con motivo de una fiesta mil i tar en Marruecos, se hizo allí, por Jefes y Oficiales reunidos, la apología del fascismo y se brindó con todo descaro por el fascio; que eran masones también los que con todo detalle pusieron al corriente a Casares Quiroga, Presidente del Gobierno y Ministro de la Guerra a la sazón, del vasto
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complot mil i tar que tramaban los Generales San-jurjo, Godet, Franco, Mola, Queipo de Llano y otros en confabulación con Portugal y a base de la sublevación de las tropas de Marruecos y Ma riña de guerra en los meses antes de estallar el Movimiento, lo que igualmente fué comunicado a otros Ministros y al Sr. Alonso Mal lo l (a la sazón Director general de Seguridad).
"Gracias a la previsión de los masones, una gran parte de los mandos de la Guardia Civi l y de Asalto estaban en manos de verdaderos republicanos al estallar la sublevación. Masones eran los que consiguieron que la mayor parte de nuestra Marina de guerra se pusiera de parte del pueblo, desarmando a los Jefes facciosos; masones los aviadores que en lugar tan heroico han dejado nuestra aviación; masones gran parte de los Jefes y Oficiales de Asalto fusilados por los facciosos en los sitios ocupados por ellos. Ved la estadística de Jefes muertos en los frentes y en los puestos de.mando, o ya simples soldados de filas, y veréis como en su mayor parte eran masones, como lo son los que mandan un gran número de columnas; masones son también la mayoría de los que en la Prensa, en la tribuna o ante el micrófono mantienen el fuego sagrado
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de la causa; masones los que dirigen la victoria desde la retaguardia; masones los que en el extranjero luchan para hacer rectificar el desastroso acuerdo de neutralidad, y los que contrarrestan el espionaje y la acción internacional fascista que se desarrolla en nuestro país. ¿Es posible, pues, poner por nadie en entredicho a los buenos masones? ¿Quién ha dado más sin pedir nada? ¿Es mucho pedir que por los demás hermanos de la lucha se considere a los buenos masones tan dignos como el que más en esta magna empresa de liberación del pueblo español?".
* * *
¡Judaismo, Masonería, Comunismo! He aquí los tres puntos de ese triángulo, símbolo máximo en los ritos de las logias. Masones y judíos son los autores y directores del socialismo y bolchevismo; hebreos han sido los que han impr i mido la marca de su cerebro al movimiento comunista moderno.
" E n nombre de la democracia republicanoso-cial—decía el hermano Asse en un llamamiento a los adeptos de la Internacional—, proclamamos en alta voz nuestra adhesión a la gran sociedad i n -
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ternacionaí de trabajadores que es la sublime Francmasonería de todos los proletarios del mundo."
Felizmente la sociedad sabe ya a qué atenerse respecto a la superchería grotesca de libertad, igualdad y fraternidad. Por dolorosa experiencia, los verdaderos fines perseguidos por la secta están ya al descubierto. La Masonería no puede hoy embaucar n i a los espíritus mendaces, que en su egoísmo habían llegado—en aquellos años de vacilaciones y claudicaciones—a la conclusión de que es más fácil ignorar que averiguar. La valiente batalla antimasónica iniciada en España, al par que la Gran Cruzada de Liberación devolvía a nuestra Patria su personalidad histórica, nos ha dado la victoria de la Ley de represión de la Masonería y el Comunismo de 1.° de marzo de 1940. Tan españolísima disposición claramente señala figura de delito el pertenecer a la secta masónica, enemiga secular de nuestra Patria, además de señalar la íntima relación que existe entre la Masonería y otras fuerzas internacionales que asimila y unifica el comunismo, y que ya expresó de modo magnífico en su libro Entre masones y marxistas el ya citado escritor F. Ferrar i Bil loch.
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En fechas anteriores al 18 de jul io era algo más difícil precisar, dada la complejidad nebulosa del tema, qué nexos podrían existir entre el hombre aburguesado y pudiente, revestido con mandil y banda jerárquica de la secta, orondo y magnífico cabe el supremo signo hebreo y los tres puntos cabalísticos, y aquel ser desharrapado, producto amargo de las masas proletarias virulentas de encono, negativas y miserables. Esa concomitancia entre elementos tan dispares queda ya establecida claramente, por desgracia, aun a traviés de la pasada vorágine de crímenes y horrores. Bakunin, el padre siniestro de la destrucción universal, es creación y producto de las logias. El anarquista arbola su divisa de libertad e igualdad, que son postulados masónicos. Marxistas y hebreos nutren los cuadros de afiliados, como ya hemos indicado. Una logia funcionaba en Barcelona—en la calle de Zurbano: Ateneo Humanidad—bajo el nombre de Carlos Marx. En las tenidas de iniciación no se podía pasar adelante si el prosélito no abominaba de las dictadura?. ¿Y Rusia? ¡Ah! La feroz y sanguinaria tiranía de los paranoicos del Kreml in era. por lo visto, un ensayo muy interesante.
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La citada Ley sobre represión de la Masonería y el Comunismo es la expresión de una meditada e inteligente resolución de cortar en España de raíz el problema, estudiado en una amplia visión de conjunto. De que masones y mar-xistas fueron al unísono para reducir a ruinas el solar de nuestra Patria, bastaría, si no hubiera tantas pruebas denunciadas, la declaración oficial de la propia secta que ya hemos citado, publicada y muy difundida en la zona roja.
Ahora, ya que no pueden los masones y mar-xistas provocar más crímenes y producir nuevas ruinas en nuestro solar, siguen las dos fuerzas internacionales coaligadas más allá de nuestras ftonteras para continuar su obra siniestra: intento de descrédito en el glorioso resurgir nacional. Es la misma actitud adoptada frente a la obra genial del Duce y al logrado esfuerzo del Führer. Ha bastado a éstos energía en sus resoluciones para contrarrestar la perversa maniobra. La Ley que el Caudillo firmó el 1." de marzo de 1940 es un arma decisiva en la batalla aquí empeñada. Buen medio combativo contra los secretos manejos y la torva inteligencia entre los de dentro y los de fuera; entre aquellos que solapada y casi
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beatíficamente—picaros y tontos—lanzan y propagan las consignas con el pérfido propósito de retardar el espléndido resurgimiento nacional, que, pese a tales enemigos, es ya una explosión de vitalidad en el ámbito de la Patria redimida.
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