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La Frontera
mi vida con los Argies
un cuento de amistad, punk rock y globalización
Arrigo Bernardi
2015
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Conocí a los Argies en el otoño del año 2000. En octubre del
mismo año el cantante David se puso en contacto conmigo por
correo. En aquel tiempo hacía poco había acabado de sonar en
un grupo de punk hardcore, los Miriamplace, y uno de nuestros
discos había llegado a la Argentina entre las manos de David
que estaba organizando la primera gira europea del grupo.
El mensaje era amigable y lleno de errores gramaticales, y de
inmediato llamó mi atención aunque por aquel entonces, entre
el grupo y un fanzine on-line que manejaba, recibía bastantes
correos de grupos en busca de ayuda para sus giras. En el
mensaje leí que sonaban juntos desde hacía quince años,
habían sonado mucho en América Latina y que querían trabajar
lo más posible en Europa. Debo decir que entonces mi
conocimiento de la escena punk en América Latina se limitaba
a los brasileños Ratos de Porao, aunque sabía que
seguramente había mucho más. Le contesté a David que haría
todo lo posible para organizar algunos espectáculos en mi zona
y al cabo de algunas semanas recibí un cd demo. En el cd
junto a otras canciones había una que ya conocía, se trataba
de “Luna Rossa” de los Banda Bassotti, un grupo punk rock de
Roma, muy comprometido en política.
A decir verdad la canción original fue escrita por Claudio
Bernieri, y grabada por los Yu Kung, un grupo folk de Milán, a
principios de los años setenta. Esta canción trata, de manera
poética y conmovedora, de la masacre de Piazza Fontana en
Milán. El día 12 de diciembre de 1969 un grupo de neofascistas
de la región del Véneto, colocó una bomba de relojería en la
entrada del Banco Nacional de la Agricultura causando 18
muertos y 88 heridos. Esta fue sólo la primera de una serie de
estragos que ensangrentaron el país en la que luego se llamó
la estrategia de la tensión. Una estrategia estudiada para
promover la adopción de leyes represivas contra esos
movimientos que en ese período, llamado luego otoño caliente,
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reclamaban condiciones sociales más justas. Gracias a la
ayuda de los servicios secretos italianos y estadounidenses se
encubrieron sistemáticamente todas las investigaciones y aun
hoy, los culpables no han sido condenados aunque, en la
mayoría de los casos todos saben quiénes son. Uno de estos
neofascistas, Giovanni Ventura, originario de mi ciudad,
Treviso, murió estando libre muchos años después en Buenos
Aires.
Escuché varias veces la canción, cada vez a volumen más alto,
y decidí hacer todo lo posible para ayudarlos. El comienzo de la
gira estaba previsto para la primavera siguiente. Faltaban aun
varios meses y había todo el tiempo necesario para hacer
correr la voz entre amigos que podían conocer locales o
centros sociales donde el grupo pudiera exhibirse. Me había
comprometido en la escena punk rock desde cuando era un
joven adolescente, y con el tiempo había creado contactos con
distintos aspectos de la autogestión musical de mi zona y en
toda Italia. De hecho el punk se había mantenido por fuera de
los circuitos comerciales y profesionales. En gran medida por
su innata actitud anti-comercial, que ponía en primer lugar la
participación personal y la gestión directa por parte del público
de ese intercambio de informaciones, sensaciones y cultura
representado por los conciertos y la producción y distribución
de discos y casetes. Un poco también porque los que
participaban en los conciertos y producciones punk era un
número bastante reducido.
Pero debo decir que algo estaba cambiando, algunos grupos
americanos como los Offspring, los Green Day, los NOFX, los
Bad Religion y los Rancid empezaban a vender muchísimos
discos y a hacer giras en Europa según los estándares
normalmente reservados para los grupos famosos de Heavy
Metal y Rock más tradicionales. En Italia también algunos
grupos que venían del circuito punkrock empezaban a llamar la
atención de la industria musical, aunque preferían mantener un
vínculo con la ética de la contracultura alternativa, poniendo
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límites a los precios y decidiendo dónde realizar los conciertos
o adhiriendo a campañas de sensibilización.
Yo, después de muchos años pasados trabajando como
activista en varios temas, sonando en distintos grupos,
escribiendo, organizando y comprometiéndome en general,
había decidido alejarme un poco de todo eso para dedicarme a
mi crecimiento personal y profesional. Había alcanzado los 30
años de edad, había terminado mis estudios, cumplido con mi
deber militar haciendo la prestación social sustitutoria y desde
unos años había emprendido algunas iniciativas más cercanas
a mis intereses y pasiones.
En todo el mundo y finalmente en Italia también, empezaba la
nueva era de la comunicación digital, se percibía la sensación
de una aceleración en todos los ámbitos, así que la búsqueda
de nuevas oportunidades se había vuelto obligatoria.
El año 2000 en mi imaginación de niño se había plasmado, así
como para muchos de mis coetáneos, según un imaginario
tecnológico y moderno, pero al mismo tiempo libertario e
igualitario. En las últimas décadas del siglo XX, el número 2000
por sí mismo evocaba un futuro cercano, radical y mejor.
Importantes películas y series televisivas, entre otros 2001
Odisea del espacio, Espacio 1999, apuntaban a un futuro
inmediato de viajes interestelares, amistad entre los pueblos,
automatización del trabajo, redistribución de la renta, un nuevo
descubrimiento de cultura y sociedad, bienestar para todos,
integración racial y cultural.
Pero de hecho la realidad era muy diferente. Los rápidos
cambios tecnológicos y la informatización de masa habían
llevado enseguida a la creación de una burbuja especulativa
que se había tragado capitales, personas y empresas en pocos
días, destruyendo la ilusión de un nuevo mercado con nuevas
reglas. La que en inglés se llamó la dot-com bubble, o burbuja
especulativa, basada en los nuevos servicios digitales, estaba
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sacando a luz una creciente preocupación para la que se
definía, hasta ahora con entusiasmo, la New Economy.
A nivel político el 2001 empezó con las elecciones en olor de
fraude, de George Bush Junior como Presidente de los Estados
Unidos de América. Hijo del homónimo presidente, que
entonces tenía 55 años, que en los años noventa había vuelto
a abrir el frente bélico americano con la primera Guerra del
Golfo, contra el Iraq de Saddam Hussein, corriendo el riesgo de
implicar a todo el mundo, que apenas había salido de la Guerra
Fría, en un conflicto planetario.
Con su sonrisa texana, que recuerda la mueca dura y
satisfecha de su inspirador Ronald Reagan, atestiguaba el
hecho de que el siglo 21 no habría tenido reglas de
contratación muy distintas de los siglos anteriores.
En una Italia linear con la política estadounidense más que
nunca, el mismo año fue elegido, por su segundo mandato de
gobierno, Silvio Berlusconi. El magnate inmobiliario y televisivo,
después de su primer mandato de prueba, había logrado crear
una imagen política cada día más fuerte. Su partido, Forza
Italia, ya establecido como primera fuerza en el país en cuanto
a votos, se veía firmemente atado a la derecha radical que,
después de la disolución del bloque católico democrático,
encarnaba el espíritu antagonista de la izquierda, mayoritario
en el país. Y con eso se aprestaba a proyectar la nueva
convivencia social para los años siguientes.
Con más modestia, en mi ciudad había como alcalde, en su
segundo mandato, desde ya dos años, Giancarlo Gentilini, ex
bancario del partido Lega Nord, famoso por sus políticas
populistas y más que nada por sus violentas y amenazadoras
manifestaciones en contra de los extranjeros, las mujeres, los
homosexuales, la oposición y las minorías en general y por su
continuo llamamiento a la tradición, que sonaba un poco a Ku
Klux Klan. Estaba todo dado para un empeoramiento de las
condiciones que, de hecho, no tardó en llegar.
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A través de mis contactos conseguí organizar sólo un concierto,
en un local en las colinas cerca de la ciudad, un lugar
verdaderamente muy bello en el bosque, donde había también
una rampa de skate. Cuando llegué por la tarde me sorprendió
encontrar en el estacionamiento la furgoneta del grupo. Tengan
en cuenta que entonces Los Argies viajaban sin navegador
satelital ni teléfono celular, ayudándose sólo con mapas de
carta y teléfonos públicos para buscar el destino. Además aún
no existía la moneda única europea y la mayoría de los países
que visitaron no se había incorporado a la Zona Schengen, de
ahí que tuvieron que parar en cada frontera para el control de
los documentos y varias veces para un registro de la furgoneta.
Cuando entré en el local encontré el grupo en proceso de
preparación del escenario. Por fin podía encontrar en persona
a David y a los demás del grupo. Eran cuatro: bajo, dos
guitarras, voz y batería. La combinación clásica del rock. A
estos se agregaba un joven roadie o plomo, de pelo largo y
rasgos de indio, Mariano. Este último tenía la tarea de montar
el puesto de discos y camisetas. Gustavo y Héctor,
respectivamente guitarra y batería, que tenían más o menos mi
edad, hacía ya bastante tiempo que formaban parte del grupo,
mientras al bajo estaba Andrés, más joven y de larga cabellera.
El concierto frente a un centenar de personas fue intenso y me
impresionó mucho. El sonido era firme y enérgico, un punk rock
no demasiado rápido, teñido de contratiempos desde el reggae
hasta el ska, con una especial marca latina. El género musical
se podía definir Combat Rock, en honor al título del último disco
de los Clash. De hecho espontáneamente se podría establecer
un paralelo con los Clash, a lo mejor por la sonoridad, o por el
tipo de formación, o también por las dos canciones suyas que
Los Argies habían puesto en el guión, pero también a causa de
una cierta semejanza entre el cantante David y Joe Strummer,
un parecido que no era de tipo físico, pero seguramente
innegable. Él, como Strummer, tenía la indiscutible capacidad
de crear un entendimiento inmediato y empático con quienes
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escuchaban, más allá de las diferencias de sexo, origen o
experiencias, trasmitiendo de inmediato el furor y la amabilidad,
la preocupación y el entusiasmo que había en sus canciones.
Canciones impactantes. Aun para quienes no entendiera el
español, el mensaje llegaba fuerte a todos los que escuchaban,
y trataba de unidad, justicia, compromiso personal y
hermandad universal. Litros de cerveza fresca y sudor
cementaron el pacto de amistad que nació esa noche entre
Treviso y Los Argies.
Cuando terminamos el concierto nos refugiamos en mi casa
para pasar la noche. El día siguiente nos esperaba Venecia.
Los días precedentes al concierto, mi trabajo se fue al traste.
Entonces estaba trabajando de consultor para una grande
empresa de distribución de ropa que había intentado crear una
empresa subsidiaria que se ocupara del comercio electrónico,
pero más que nada tenía el objeto de cotizar en bolsa y
encontrar inversores. Pero, como en los Estados Unidos, en
Italia también se había acabado el tiempo de las vacas gordas,
y los inversores querían ver papeles y pruebas, y no se
contentaban con la palabra Internet escrita en la tarjeta de
visita. El intento de cotización fracasó y en pocas semanas
fuimos todos despedidos. Estábamos en primavera y ya no
tenía un trabajo. La sensación de libertad se impuso sobre el
sentido de precariedad y, después de preparar mi mochila, le
pregunté a David si podía acompañarlos en las últimas etapas
de la gira. Aún nos quedaba más o menos una semana por el
norte de Italia, luego Francia y España. Me acogieron de
manera verdaderamente muy calurosa, y a pesar del cansancio
debido a las varias semanas que habian pasado los cinco
aplastados en la pequeña furgoneta, recorriendo miles de
kilómetros, Los Argies aceptaron con entusiasmo mi propuesta.
La mañana en la que salimos despejaron el último asiento
disponible en la furgoneta, cerré la puerta de mi casa y
partimos en una atmósfera de alegría y conquista hacia Turín.
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Como huéspedes del histórico centro social El Paso, una
vivienda ocupada, Los Argies compartieron el palco con Los
Fastidios, un grupo de buenos amigos de Verona que, desde
entonces encontraron muchas veces en distintos escenarios de
Europa. Las casas ocupadas eran una situación bastante
nueva para los argentinos, de hecho no había nada de
parecido en Buenos Aires de donde procedían y para los
chicos de Turín era inusual acoger a un grupo de América
Latina. Además el origen de Los Argies evocaba por sí mismo
una idea de lucha por los derechos civiles y contra la opresión
que predisponía los ánimos a una acogida solidaria y calurosa,
hecho que pude comprobar luego en muchas ocasiones. El
título de la gira era “The Latin Call” (La Llamada Latina), para
subrayar la identidad del grupo. Esto llevaba consigo toda una
serie de lugares comunes sobre lo que significa proceder del
sur del mundo, el peor siendo lo que concierne la comida
picante! Me dijeron que, de hecho, muchas veces los acogían
con una gran comida a base de platos picantes, que ellos
detestaban, con la intención de hacer que se sintieran a su
gusto. Obviamente, para no ser descorteses, aceptaban todo
con gratitud y simulado entusiasmo, sufriendo con estoicismo.
Algunos días después nos perdimos por las montañas en el sur
de Francia buscando la misteriosa comuna de La Valette.
Disponíamos de pocas informaciones y de un número
telefónico, pero nadie nos contestaba. Cruzando pueblitos de
montaña cada vez más pequeños, en un panorama que se
volvía más y más boscoso, visitamos cada establecimiento
público en busca de alguna información y, finalmente,
conseguimos encontrar el pequeño centro donde teníamos que
agruparnos. Tratábase de pocas casitas a las laderas de una
montaña donde todo parecía posible excepto una fiesta al aire
libre de grupos punk-rock. Afortunadamente, un anciano
lugareño, gesticulando, nos hizo entender que lo que más se
parecía a lo que intentábamos explicarle en nuestro francés
macarrónico se hallaba al fondo de un camino en el bosque,
camino que tomamos perplejos con nuestra mini furgoneta de
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marca francesa. Después de haber recorrido algunos
kilómetros por un camino de tierra en el medio del bosque,
cuando ya estábamos a punto de desesperar, en un cruce
notamos un cartel que indicaba el fin del estado francés y la
entrada en el territorio libre de la comuna de La Valette. Todos
dimos un suspiro. No obstante y poco convencidos, seguimos
por esa dirección, cruzando poco después una estatua de
madera, un Tiki hawaiano. Unos metros más allá los árboles se
despejaban y nos apareció de repente un claro poblado de
furgonetas de cada forma y color y de muchos chicos que
descargaban instrumentos, muchos de ellos con melenas de
mohicanos. Por fin habíamos llegado.
Después de descargar la furgoneta y dejar los instrumentos en
manos de los que manejaban el único medio equipado para
seguir adelante por el largo sendero que conducía a la cumbre,
seguimos a pie juntos a esa procesión colorida e internacional.
Nos esperaba un viejo edificio en parte desmoronado que,
como descubrimos luego, había sido la sede de los despachos
de una mina abandonada, y ahora un pequeño grupo de
activistas había ocupado y abierto para el caso a una multitud
de amigos y partidarios. El concierto tenía lugar sobre un
pequeño palco improvisado de manera artesanal y con mucha
fantasía, mientras que para el grupo habían conseguido un
alojamiento en una cueva natural, pintada y amueblada en
modo acogedor y surreal. Se podían ver las estrellas y
escuchar el hocicar de nuestro vecino, un cerdo salvaje de
color oscuro. Nunca entendí el porqué de su presencia ya que
todos los habitantes al parecer seguían una alimentación
vegetariana, no obstante, su sistematización era tanto
decorosa y pintoresca como la nuestra. La sensación de
libertad que me impregnaba me infundía una especie de
tranquila e íntima satisfacción y de armoniosa euforia.
Después de recorrer muchos kilómetros, nos encontramos en
Barcelona, a tiempo para participar en un concierto que ya no
estaba. Llamamos a los que organizaban el concierto desde
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una cabina telefónica frente al pequeño squat (vivienda
ocupada) cerrado y lleno de pintadas donde teníamos que
alojarnos, y descubrimos que el concierto había sido cancelado
por motivos que ahora no recuerdo. Así que la primera gira
europea de Los Argies terminaba ahí.
Mis últimas horas en compañía de Los Argies las pasamos
entre paseos turísticos por las Ramblas y el Barrio Gótico,
acompañados de las inevitables cañas y tapas. Dentro de poco
saldrían hacia Madrid para devolver la mini furgoneta que
habían alquilado y embarcarse para el viaje de vuelta. Pero aún
nos esperaba una sorpresa antes de despedirnos. Mariano,
que cumplía veinte años ese mismo día, nos informó que no
quería volver a Buenos Aires y había decidido quedarse en
Barcelona para buscar fortuna en Europa, abandonando sus
estudios de periodista y su pobre barrio, ya que comprendía
que habría sido muy difícil alcanzar los objetivos que deseaba
en su vida.
Nos abrazamos efusivamente entre todos los compañeros al
tiempo que me "entregaban" al joven plomo, y el resto volvían a
emprender el viaje que los llevaría hasta el aeropuerto Ministro
Pistarini en Ezeiza, Buenos Aires. Todos los periódicos esos
días trataban la noticia de la huelga indefinida de los
trabajadores que bloqueaban completamente el aeropuerto,
porque estaban preocupados por la crisis desastrosa que se
preparaba para toda la Argentina.
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De vuelta a Treviso volví a mi vida cotidiana y a mis
preocupaciones, acompañado de la energía que aquellos días
de libertad me habían regalado y de todos los estímulos que
sentía con la nueva amistad con los muchachos del otro
hemisferio. Después de un par de semanas llegó Mariano. No
había encontrado trabajo y ni siquiera un alojamiento en
Barcelona y aceptó la invitación de vivir conmigo para ver si el
nordeste italiano le ofrecía mejor suerte. En aquellos días
mejoré mucho el conocimiento del idioma español y de la
historia política de Argentina y de Sudamérica, por qué Mariano
era un gran charlatán y nuestras conversaciones duraban hasta
la profundidad de la noche.
Los argumentos para discutir no nos faltaban, las noticias en
aquel periodo parecían un cielo antes de la tormenta, con
nubes siempre más oscuras y relámpagos fuertes que llegaban
siempre más seguido y más cerca.
La huelga en el aeropuerto de Buenos Aires fue solo el inicio
de una crisis política y económica que estaba atropellando a la
Argentina. La moneda, el peso, que era unido al dólar en una
relación de cambio a la par, perdía valor de hora en hora.
Después de pocas semanas los bancos prohibieron el retiro de
dinero. Millones de argentinos dejaban sus ahorros a un
destino de devaluación brutal. De hecho, de allí a poco tiempo,
el peso fue desempeñado del cambio a la par con el dólar,
perdiendo en pocos minutos gran parte de su valor. La entera
clase media del país se encontró de golpe en la miseria. En el
corto tiempo entre diciembre 2001 y enero 2002 el país ve
pasar cinco presidentes en dos semanas a un ritmo entre lo
cómico y lo psicodélico.
Después de una breve etapa de miedo y de shock el pueblo
argentino reaccionó, una parte con rabia que se manifestaba
en las calles y parques, de otro lado con la autogestión y con
iniciativas de economía y trabajo desde abajo.
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Había en Europa, en América Latina y en el mundo entero, una
sensación de angustia por una economía que cambiaba, pero
sólo en sus mecanismos de estrujamiento y desigualdad,
tratando de convertirlos en ineluctables e indestructibles.
También había un movimiento, un fermento de discusión, una
ambición de parte de los trabajadores a intervenir en debates
imponiendo puntos claves e irremovibles.
Con éste espíritu, centenares de miles de personas de todo el
mundo, participaron al contra-vértice que mediando el mes de
Julio de aquel año se tenía lugar a Génova (Italia),
simultáneamente al encuentro de los mayores líderes del
mundo occidental, el G8.
La noche anterior a los dos días de reuniones y protestas del
movimiento, tuvo lugar, en el estadio de Génova un inolvidable
concierto de Manu Chau, el artista franco-español que por
muchos años había guiado los Mano Negra. La banda de Paris
ha representado en todos los años ochenta y noventa la
continuación del legado cultural de los Clash como
internacionalismo y multiculturalismo. Como ellos pidiendo la
ciudadanía del mundo entero. El estilo era una mezcla de
rocanrol con influencias de todo el mundo, llamado Patchanka,
y llegó a ser la columna sonora del siglo XX. Ese concierto, el
alma de los organizadores, de los participantes y de los
artistas, debía confirmar y soldar un espíritu coral de
reivindicaciones y de igualdad entre los trabajadores del
mundo, que ése día estaban allí representados.
Horas después de la partida del cortejo, a la mañana siguiente,
inició la carga: brutal, despiadada y homicida. Los miles de
agentes presentes, componentes de todos los grupos de
policía existentes en Italia, atacaron enseguida el cortejo con
todas las armas posibles a disposición, dispersándolo por las
calles y callejones de Génova e iniciando desde ese momento
la caza al hombre que duró toda la noche terminando con el
homicidio de Carlo Giuliani y continuando la mañana siguiente
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con métodos todavía más brutales y sistemáticos. No fue
perdonado ninguno: jóvenes, mujeres, hombres, religiosos y
periodistas, lugares sagrados, jardines y hospitales. La policía
libre de hacer lo que mejor les parecía, sin ningún vinculo de
ley o de sentido común, al contrario, incitados por
representantes del gobierno y dirigentes del orden público,
reprimió con una brutalidad sin precedentes en el país, toda
forma de expresión política, no permitiendo a los manifestantes
ni siquiera la huida, rastrillando por días dentro y fuera de la
ciudad hasta que alguno no fuera herido, brutalmente golpeado
o arrestado. No tenían que quedar huellas o indicios de la
voluntad de oponerse al programa económico que metros más
adelante los patrones del mundo estaban decidiendo
encerrados en la Zona Rossa, la parte de la ciudad aislada por
las altas rejas y destinadas al G8.
La numerosa difusión de imágenes y videos que siguieron a
esos días, testimoniaron con inéditos aparatos videos digitales
una propaganda sobre los hechos que no sirvió para revertir la
verdad, al contrario, por lo sucedido dieron razón e impunidad a
los responsables, que significó otro instrumento de terror y
represión a las protestas. Cada uno de los dirigentes que
cometieron las violencias fue premiado por el Estado en los
años siguientes con altos cargos en la policía hasta llegar al
máximo nivel.
Las nubes continuaban su proceso a condensarse y a hacerse
siempre más oscuras.
Mientras tanto otros amigos y yo habíamos iniciado una nueva
aventura, fundando una cooperativa para la realización de
instalaciones para skateboard. Hacía muchos años que era mi
pasión junto a la música. Comenzamos a proveer material a las
administraciones públicas dónde los jóvenes ciudadanos
recurrían, dado que ese deporte se estaba difundiendo siempre
más. Establecimos nuestra base dentro de un camping en la
vecina ciudad balnearia de Lignano Sabbiadoro, construyendo
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allí un nuevo skatepark, escenario de competiciones, reuniones
y manifestaciones también de carácter internacional.
También Mariano encontró su primer trabajo europeo en el
interior del camping, como guardián nocturno. El verano, las
novedades en nuestras vidas, los amores, la rabia y la música
nos daban una sensación de coraje y determinación. Nos
abríamos camino en el nuevo milenio.
Más o menos a mitad de Septiembre nos esperaba una nueva
amonestación a nuestra atrevida y arrogante juventud. Estaba
conduciendo por las calles de Vicenza buscando un centro
invernal para la construcción de nuestras rampas, cuando en la
radio escuchamos noticias que llegaban de Nueva York y de un
atentado increíble. La única nota segura era que hablaban de
Nueva York y de un atentado. La inseguridad que parecía se
había adueñado del repórter daba la sensación de una noticia
tan grande que no era capaz de decirla. Estábamos justamente
pasando adelante del cuartel del ejército estadounidense en
Vicenza, la Ederle, pero no vimos nada de raro. Llegué a casa
de un amigo justo a tiempo para encender la televisión y ver
derrumbarse en vivo y en directo las dos torres del centro de
Manhattan, una después de la otra.
El 11 de Septiembre de 2001 marca una frontera, un límite
histórico que inaugura un periodo de miedo, sensación de
fastidio y pesimismo en confronte al futuro. El enemigo nos odia
y quien tiene dudas es un traidor. Como en siglos pasados, el
occidente es amenazado por el oriente y no hay una posición
en el medio. O estás con nosotros o estás con ellos.
Pocos meses después en Italia, la famosa periodista y escritora
Oriana Falaci, que en su juventud fue símbolo de emancipación
y progresismo, escribe el manifiesto programático del odio
hacia la diversidad, enterrando para siempre los ideales de la
generación que había elogiado en los años sesenta y setenta.
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Seguía manteniéndome en contacto con David y a ponerme al
día sobre los Argies que, una vez regresados a la Argentina,
proyectaban más conciertos y escribían nuevas canciones.
Para el mes de Diciembre harían una gira en el Estado de San
Pablo en Brasil.
Extrañaba la compañía de aquellos nuevos amigos y la idea de
compartir otras experiencias con ellos en un territorio tan
distinto al mío, me atraía de manera irresistible. Hice dos
sumas y decidí viajar a Brasil, apresurándome a comprar un
boleto de avión a un precio económico.
Antes de encontrar a los Argies a San Pablo pasé algunos días
a Rio de Janeiro, en casa de unos amigos que había conocido
en el trabajo el año antes. El Brasil me parecía una tierra
bendita adonde las inestables condiciones económicas de una
parte de la población se cruzaban con una modernidad mucho
más adelantada de lo que yo esperaba y con una humanidad
prorrumpiente hecha de cordialidad, alegría contagiosa, ganas
de divertirse y ligereza, pero también sensibilidad y profundidad
de espíritu. Y la música llenaba todos los lugares y en cada
momento interpretaba todo esto con sus distintos matices.
San Pablo es una de las ciudades más pobladas del mundo
con cerca de 18 millones de habitantes, la zona central y la
periferia están unidas entre ellas en un sistema metropolitano.
Tres regiones que rodean la capital, San André, San Bernardo
y San Caetano, juntas forman la zona llamada ABC Paulista. Mi
destinación era Mauá, una ciudad de la región de San Caetano,
dónde me encontraría con los Argies. La cita era a las diez de
la noche en la estación de ómnibus. Me habían advertido de lo
peligroso y violento de la delincuencia en Brasil y fue así que
después de haber superado el estado paranoico entré en un
estado de incredulidad. Todavía a medida que me introducía en
la periferia de la ciudad, mirando por la ventanilla de mi cómodo
ómnibus turístico, lo que veía me daba una cierta inquietud.
Todo sumado a que yo era un muchacho de provincia y ésa era
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una metrópolis modelo industrial. Fue un verdadero alivio
reconocer la sonrisa de David que me esperaba en el andén de
la estación. Junto a él, Daniel, nuestro contacto local, un viejo
amigo de los Argies. Daniel toca la batería en 88 Não, extraño
nombre de oculto significado antifascista. Para todos, aquí en
Mauá, es el líder en el escenario punk, punto de referencia en
todo momento y dificultad. Me recibió diciendo que si soy amigo
de David soy también su hermano y los demás componentes
del grupo me dirán que si soy amigo de Daniel soy uno de
ellos.
Una veloz presentación y cambios de abrazos, estamos ya en
coche por las calles de la ciudad. Me llevan a ver un poco de
vida local y a tomar una cerveza. Lo que no falta de seguro,
aparte la hospitalidad, es el sentido del humor. En efecto
después de un poco de lugares siempre más inquietantes, me
nombraron copiloto de Paulino, un muchacho de piel oscura y
gordito, muy simpático, completamente borracho y con un
revólver automático en el cinturón del pantalón. Es policía y
afuera de su trabajo, en el tiempo libre, forma parte del
personal de seguridad en un night-club, donde lo encontramos.
”Eu Policía punky rocky” me dice enseguida con una gran
sonrisa poniendo en claro las cosas.
Subo al coche con él y vamos finalmente a la casa donde los
Argies y yo estaremos alojados durante nuestra permanencia
en San Pablo. Paulino sigue hablando y gesticulando un
tiroteo, riendo y preguntándome si me gustan algunas bandas,
todas de punk rock clásico. Mientras maneja, en una mano
tiene una lata de cerveza de medio litro, y en la otra mano una
lata que me la da a mí. En cierto momento, mira por el espejito
y decide, sin motivo, que un auto de nazis nos sigue, saca el
revólver del cinturón y sigue manejando: en una mano la lata
de cerveza y en la otra el revólver.
Llegamos a una casa baja con grandes rejas, en una calle
lateral de casas todas iguales, frena, se baja, abre la puerta,
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cruza una habitación, entra en un pequeño baño y, dejando
abierta la puerta, vomita ruidosamente en el inodoro. En la
habitación se encuentran David y Daniel y un poco de gente
entre los Argies, 88 Não y varios amigos. Todos se ponen a reír
y se presentan, me ponen en la mano una cerveza y me llenan
de abrazos y golpes en la espalda. Yo estoy un poco
paralizado, pero despacio, despacio, me suelto: he superado la
prueba de iniciación para la escena punk del ABC paulista.
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Los Argies y yo estábamos alojados en la casa de Anna Paula
y Sergião, uno de los dos guitarristas de 88 Não. Un par de
habitaciones para dormir y una para los instrumentos, donde
algunos grupos del barrio ensayaban y estaban a nuestra
disposición. La casa baja, con dos pisos, con un pequeño patio,
completamente protegida con rejas, se parecía a todas las
otras de la misma calle y también de las calles alrededor.
El bajista de los 88 Não, José, es argentino. Tocaba el bajo con
los Argies en la gira por Brasil de un par de años antes, y
extasiado de aquel clima, había decidido establecerse en
Maúa, viviendo y trabajando con Daniel y su familia. Era
nuestra guía natural.
El barrio estaba dividido exactamente por un riachuelo que
pasaba a pocos metros de nuestra casa y era cruzado por un
puentecito. De aquí era nuestra zona, el barrio, y allá la favela.
No es que el barrio fuera un lugar para ricos o particularmente
moderno, pero había calles asfaltadas y casas de ladrillos. Allá
las calles eran de tierra, viviendas inestables y algunas
barracas. Aquí se podía circular, si bien siempre en compañía
de gente del lugar, allá en cambio era absolutamente prohibido
ir. Estas eran las normas dadas por mis nuevos amigos desde
el primer día. Todo esto me daba mucha tensión y, es así, que
un día de sol con los puestos del mercado que llegaban hasta
el puente, no fui capaz de pasarlo. No era sólo por mi
inseguridad sino también que me parecía una ofensa y traición
a la confianza que ellos me habían dado. Después del puente
era tierra de nadie donde ni siquiera sus amigos podían
protegerme. Sin embargo pasaban por allí mujeres, niños,
familias con la bolsa de las compras. Y también algunos
muchachos de nuestro grupo.
Para los conciertos era justo moverse en grupo, una compañía
numerosa, hombres y mujeres, con una edad variable entre los
ocho y los cuarenta años. Por diez días hemos ocupado la
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casa, yéndonos a la tarde a sonar en algún lugar del inmenso
Estado de San Pablo: bares, clubes, centros sociales o patios
al aire libre. Normalmente junto a otros grupos como los 88
Não, los Stokolma77, Tercera Clase o los Matalanamão, que
venían del nordeste del país y estaban en gira como nosotros.
Una banda punk con pantalones mimetizados y remeras, con la
piel de todas las esfumaturas del negro y del blanco. Chicos y
chicas, mujeres y niños.
Casi siempre había armas con nosotros. Las pistolas era algo
muy común, casi todos tenían una en casa, parecía una
costumbre inevitable. “Sos italiano? Mira yo tengo una Beretta”
me dijo una vez un muchacho haciéndome ver la pistola
automática de origen italiano. La violencia era algo muy temido
y esperado como si fuera un hecho ineluctable que antes o
después llegaría. Por suerte no me ocurrió nunca nada durante
el tiempo de mi permanencia. Con parrilladas, partidos de fútbol
y música estuve ocupado siempre.
A San Pablo descubrí una comunidad y un modo de vivir punk
rock completamente distinto de lo que yo estaba acostumbrado.
Llevaba muchos años involucrado en ésta escena. Estuve en el
extranjero, también en contacto con realidades distintas a la
mía. Mediante correspondencia, con punks cubanos, chinos y
de los países del este europeo en los años 80 y 90 había
encontrado la misma pasión y muchos otros sentimientos que
conocía bien, pero he sentido en la vida de ellos, conceptos
como la guerra, opresión, malestar social, que tenían un
significado distinto a los que yo les daba. Pero el escenario de
Mauá me estaba dando nuevas impresiones.
En Italia el punk había vivido varias etapas. Superada la
primera oleada a finales de los años setenta, vinculada a la
tendencia británica e importada de muchos artistas que se
enganchaban al nuevo estilo sobre todo con una óptica
comercial, llegaba la segunda camada a principios de los años
ochenta, mucho más radical. La militancia era establecida en
20
sentido total, como adhesión no solamente a un estilo estético
o artístico, sino para compartir también ideales de vida y de
lucha sólidamente ligada a movimientos políticos de la
generación antecedente. Una generación que fue fuertemente
sacudida de dos fenómenos que en particular la habían
marcado hasta destruirla: la lucha armada y la heroína.
El punk levantaba la bandera de la lucha por una sociedad libre
y planificada con la práctica de la autogestión, de la música,
que era el fondo de las ideas compartidas, y del cambio social,
administrada por ellos mismos en la organización de los
conciertos, en la producción y distribución discográfica, en las
creaciones de arte, hasta llegar a vivir, a viajar, a crear una
cultura que rechazase todos los esquemas poniendo en
discusión todos los aspectos de la vida.
Pero la escena punk no era ciertamente un jardín de rosas
alejado de la realidad, y los años ochenta, las luchas y las
derrotas habían corroído hasta lo más profundo de los ideales y
las energías. Los años noventa habían transcurridos en un
dividirse y fraccionarse del movimiento. Alguien había vuelto a
una visión estrechamente ligada a la estética y a la música, con
una búsqueda, más que al suceso, a una mediocre
sistematización económica. Alguien había elegido el alma
autodestructiva y nihilista, que también era un componente, en
clave más o menos de provocación. Otros se habían encerrado
en un mundo sectario y exclusivo en el cual los códigos se
volvían siempre más herméticos y no adherir era, en
proporción, considerado una traición. La obsesiva observación
de los códigos era el aspecto fundamental de donde salían
visiones a veces absolutamente contrarias con conceptos como
la creatividad, ciudadanía global, autodeterminación. Tomaban
la escena elementos como el machismo, la discriminación y a
veces abiertamente el fascismo, que si bien eran siempre
presente al margen del movimiento, eran hasta ahora
mantenidos afuera con fuerza. Asistíamos a la pulverización de
la escena.
21
Contrariamente, desde mi punto de vista, eran los grupos más
difundidos y comerciales que continuaban la idea de transmitir
los elementos más básicos del pensamiento rebelde,
manteniendo siempre la conexión con los rebeldes
desparramados en el resto del mundo.
Estar al lado de mis nuevos amigos brasileños me introducía a
una realidad inédita para mi standard de occidental.
Encontraba el sentido de estar juntos a través el punk que no
era otra cosa que nuestro modo natural de exprimir la música y
la cultura popular.
El último concierto del tour lo hicimos en Guarujá, hermosa
playa del litoral paulista. Los 88 Não me invitan a tocar con
ellos en el escenario. El día después abrazos, saludos, alguna
lágrima y se vuelve a Italia.
De aquel viaje traigo conmigo, aparte a muchas otras cosas, el
saber que mi encuentro con los Argies representa el inicio de
una nueva etapa de mi vida.
En efecto no pasa mucho tiempo de tener la posibilidad de
encontrarme nuevamente con David y con los otros
muchachos. En el mes de Julio, después de haberme puesto
de acuerdo con ellos por correo electrónico, tengo la
oportunidad de hacerlos sonar en el local que alquilo y
administro en Bibione, en el litoral del Véneto. En el gran patio
de un viejo centro comercial en decadencia, con mis socios
hemos preparado un bar completo con rampas para skateboard
y de un escenario donde se mostrarán unas cincuenta bandas
en poco más de dos meses. Los Argies son entre los primeros,
después sonarán muchos otros artistas entre ellos Slackers,
Asian Dub Foundation, Derozer, Kaos One, Tania Stephens y
muchísimos otros del rock, del reggae, del punk y del ska. Una
noche también los argentinos Attaque77. Ellos también
sonaron en Mauá y cuando les dije que estuve con los Argies
no lo pueden creer. “Entonces tú has visto que cosa es?” me
dicen. El verano pasa veloz dejándonos más pelados de dinero
22
que antes pero más ricos de nuevas experiencias. Al final de la
temporada hago tiempo a tomarme algunos días libres y
alcanzar a los Argies para dos o tres shows entre Alemania y
República Checa.
No dejarán más los Argies de hacer giras en Europa cada año,
preferiblemente iniciando en primavera y terminando en otoño.
Giras larguísimas, con ochenta, noventa y también más de cien
conciertos apretados en tres meses o algo más y
desparramados en un trayecto desordenado de más de treinta
mil kilómetros. Siempre con David a la guía, siempre con muy
pocos días libres.
No tener días libres significaba también reducir al mínimo los
gastos. Cuando tocas, de hecho un par de comidas y el
alojamiento están asegurados, por norma también un
reembolso de gastos y una remuneración, pero esto no es
fundamental. Siguiéndolos me doy cuenta que no es
ciertamente la ilusión del dinero o de la fama que los motivan.
Las razones son distintas, más profundas, más satisfactorias.
Los miles de kilómetros no son nunca un problema, al contrario
hay siempre la voluntad de alcanzar los lugares más lejanos,
de encontrar el mayor número de personas, de conocer
distintas culturas y modos de vivir. De cruzar la mayor cantidad
de fronteras posibles. Y donde no nos llevan los conciertos, nos
lleva las ganas de conocer. Muchas veces en una gira ocurren
desviaciones repentinas solo para visitar lugares fuera del
trayecto pero que todos queremos ver. Un ejemplo entre
muchos, el campo de concentración de Auschwitz, en Polonia.
La nación mucho más hospitalaria en cuanto atañe al número
de conciertos y al tratamiento de la banda es Alemania, a quien
van reservados muchos show. Pero otros países penetran en el
corazón de los Argies por la acogida y el calor volviéndose
después de años puntos de referencia donde nacen relaciones
perdurables para la banda. Polonia, República Checa, Hungría,
Eslovenia, Eslovaquia, Croacia, Serbia, Rumania, todos esos
23
países que hasta el año 1989 eran definidos de “detrás de la
cortina de hierro“, es decir que gravitaban en el ámbito de la
Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas (U.R.S.S.), o
bien haciendo parte del denominado “socialismo no alineado“.
En estos países, a pesar que el mensaje rebelde e
inconformista o transgresivo de los punk fuera censurado por
antisocial, desde siempre ha habido una gran atención para la
socialidad popular y la creatividad individual. Esto ha producido
una gran pasión por el rock y por la música en vivo en general y
una abundancia de espacios y de ocasiones para sonar.
Agregamos que están las cervezas mejores de Europa y que,
como dice el actual bajista de los Argies Ilán,”las mujeres que
encuentres por las calles son más lindas de aquéllas que ves
en la publicidad” y es fácil entender por qué los Argies le han
siempre dedicado un buen porcentaje de las fechas
disponibles.
Y se vuelve una costumbre para mi cada verano, tener algún
día libre, para unirme a la familia y viajar a través de Europa,
buscando de ser útil con el despacho de discos y remeras o
camisetas, descargando el furgón o simplemente sacando
fotos.
Otra costumbre de la banda, que se repite cada año, es el
cambio de la formación. No es fácil cada año tomarse tres o
cuatro meses y salir para Europa. Casi todos renuncian al
trabajo buscando otro al regreso, pero en Argentina, un poco
como en todo el mundo, no es siempre fácil encontrar un
trabajo y a veces, hallado ese justo, no se quiere renunciar. Y
después están también las novias, las esposas, hijos y todo
eso que sucede en la vida.
Así es que en la tercera gira europea llega el tercer bajista y
esta vez me encuentro enfrente a José, el bajista de 88 Não
que ha decidido dejar el Brasil y volver a la Argentina. Si bien
no se quedará en casa mucho tiempo. Poco después de su
vuelta David le propone de regresar con los Argies y salir de
24
gira. Esta vez es una verdadera alegría abrazarlo en Italia
después de los días pasados juntos en Brasil y poder compartir
un poco del viaje europeo de aquel año.
Nos encontrábamos bien José y yo, y así como era tempo
preciado para mí poder contar con él para entender Brasil, así
se estaba demostrando importante para él poder contar
conmigo para entender Europa. Hablando, viene al tema sobre
aquella versión de la Banda Bassotti, que me había dejado muy
asombrado encontrarlo en el disco de los Argies y que, era
debido a un viaje que su hermano había hecho a Roma,
llevando el disco que después José hizo escuchar a David.
Terminada la gira José y yo hablamos un poco: en Argentina
no tiene un trabajo que lo espera y lo que pudo ahorrar durante
el tour le basta apenas para comprar el billete para el regreso y
que no pudo comprar anteriormente con los demás. Decidimos
enseguida, José se queda en Treviso conmigo hasta que
encuentre un alojamiento y un trabajo, esperando la próxima
gira de los Argies.
25
4
José, a diferencia de Mariano, tiene el pasaporte europeo, así
también muchos otros argentinos y componentes que fueron
parte de los Argies. El suyo es español, gracias al origen de su
padre. De hecho en los últimos años se ha dado el permiso a
todos los argentinos que hayan demostrado de tener un
pariente directo europeo de pedir el pasaporte del país al cual
pertenecen. Un pasaporte italiano, español, alemán, suizo
significa poder circular libremente en Europa para viajar o
trabajar y, prácticamente todos los argentinos (menos el pobre
Mariano) logran recomponer la propia descendencia europea,
que en el mayor de los casos es de tres o cuatro generaciones
antecedentes.
Junto a José para en mi casa Carlita, el primer furgón europeo
de propiedad de los Argies, de la personalidad especialmente
femenina. Un viejo Ford Transit al cual le sacamos los asientos
y se transforma en un óptimo compañero de incursiones para el
montaje de skateparks y rampas que en aquéllos meses
llevábamos por toda Italia. José es útil en éste trabajo gracias a
su manualidad y experiencia. Es un buen metalúrgico y
después de algunas semanas encuentra un trabajo estable en
una carrocera al lado de mi casa, y con el nuevo sueldo alquila
una pieza en un departamento de amigos.
En éstos meses, José aprende el italiano y conoce gente
nueva, se integra perfectamente en mi comunidad en Treviso,
en el Véneto, y vive la experiencia de una nueva existencia,
después de San Lorenzo, su ciudad natal en Argentina, y
después de Mauá, en el confín de San Pablo en Brasil.
Con la llegada de la primavera se marcha para la nueva gira de
los Argies y, para José, desempolvado el bajo, termina esta
experiencia.
El primer concierto lo hacen a Treviso en un pequeño bar y,
desde aquí salen para una larga serie de presentaciones en
26
toda Europa, fuertes gracias al nuevo disco que habían
registrado en Argentina. Los veré un mes después en Rumania
en Timisoara gracias a un vuelo económico de 25 euros ida y
vuelta. Esta es otra oportunidad que me ha regalado la banda
para conocer un país donde no había ido nunca, de encontrar
viejos y nuevos amigos y de vivir el punk rock en un contexto
nuevamente inédito.
Después de la gira, José vuelve a la Argentina cerrando el
paréntesis italiano y dejándome el recuerdo y la certeza de
haber compartido el tiempo con un verdadero amigo y con una
persona de gran valor.
2006 es para mí un año particular. A fin de Mayo, en el día de
mi cumpleaños estoy en mi casa con el furgón estacionado
afuera y cargado de maderas porque estoy por salir para
Barcelona donde construiremos nuestro primer skatepark
español. Hemos decidido viajar de noche y estoy esperando la
tarde para pasar a buscar mi socio. De repente recibo una
llamada de mi amigo Christian, se lo nota muy agitado y me
dice que Stefano está muy mal, que ha perdido el conocimiento
y lo están llevando en ambulancia al hospital. Stéfano es un
amigo íntimo, compañero de mil batallas, viejo rude boy con un
par de años más que yo, amante del reggae, del punk, del ska
y de la música en general. Para nosotros es un héroe, un
maestro y un hermano mayor. Es también un artista gráfico
excepcional y ha fundado Broke, una de las primeras marcas
de confecciones street style en Italia, en los comienzo de los
años noventa. Tuvo un ictus. Aquella noche salgo para
Barcelona desde el hospital de Treviso donde todos juntos
hemos esperado que retomara conocimiento. Muere después
de mi regreso, diez días más tarde, sin haberse restablecido.
Ese día estábamos todos en el hospital, así como en los días
anteriores, esperando alguna novedad. Cuando se difundió la
noticia, comenzaron a llegar amigos de toda la ciudad. Entre
abrazos y lágrimas aquella tarde el bar frente al hospital cierra
sin que haya quedado nada en los estantes.
27
En los días siguientes, aturdidos todavía de lo que había
ocurrido, nos encontrábamos todas las noches con algún
amigo. La mayor parte de nosotros vive, incluido yo también,
como Stéfano, en el barrio de Fiera. Un barrio obrero, conocido
por su espíritu popular y orgulloso de ser una anomalía
antifascista en el interior de una ciudad que entre los años ´20
y ´40 del noveciento sostuvo el régimen de Mussolini. Además
por tradición era el barrio de los rockers. Pasábamos las
noches escuchando música, bebiendo cerveza y cocinando
carne a la parrilla. Y mirando los partidos de fútbol del mundial
que mientras tanto había comenzado. En un crecer de éxitos,
incrédulos, asistíamos a la victoria final de Italia, campeón del
mundo de 2006. Será mi último verano en el barrio de Fiera. En
octubre, de hecho, me voy a vivir al campo dejando la ciudad y
la casa donde se habían alojado tantos amigos y que, desde
algunos años se había vuelto el lugar de concentración para las
salidas de las giras de los Argies.
La gira de ese año comienza más tarde, en pleno invierno. Los
muchachos se reúnen nuevamente en mi casa, pero es todo
muy incómodo. La estación de tren más cercana está a veinte
kilómetros y no hay autobús. Yo hace poco que estoy en la
casa nueva y todavía no estoy organizado.
El furgón es otro y la formación también es toda nueva,
ninguno de Buenos Aires, quizás la primera vez. Está Christian
en la batería y Germán en el bajo, de la ciudad de Rosario de
donde es oriundo también David. Hooli, que es de la provincia
de Misiones al norte del país y limítrofe con Brasil y Paraguay,
toca la guitarra.
No puedo moverme para unirme a los muchachos en la primera
parte de la tour, pero en un momento me llega una llamada. Es
Mariano, que después de haber cambiado de trabajo en el
sector turístico y de haberse establecido en un pueblo de
montaña en la provincia de Belluno siguiendo a su novia, pudo
conseguir el permiso de residencia temporal. En tanto su novia,
28
mala jugada del destino, se ha transferido donde él había
empezado su aventura, a Barcelona. Por teléfono Mariano me
explica que la gira se alarga gracias a algunas solicitudes de
conciertos que se añadieron en último momento y la duración
requerida supera más de diez días de lo sabido, llevando la
cola de la gira a Italia, Francia y España. El problema es que el
guitarrista Hooli tiene el boleto para el regreso ya fijado y no lo
puede cambiar porque le cuesta demasiado dinero. Su
propuesta es que yo me prepare unas quince canciones en las
dos semanas que quedan antes que ellos lleguen a Treviso y
de tomar el puesto de Hooli en las últimas presentaciones del
tour. Hacía poco que yo había recomenzado a tocar después
de una larga pausa. La aventura con mi banda Miriamplace, un
combo punk rock de sonido tremendo, que se terminó en 1999.
Antes había sonado por algunos años con los Creepshow,
ligados a un sonido a mitad entre hardcore de matriz americana
y a la música que distinguía a los grupos italianos de los demás
del mundo durante los ´80. Mi nueva banda se llamaba en
aquel momento Rusty Cage, con la particularidad del
contrabajo magistralmente abofeteado por el amigo Max, que
proponía un sonido típicamente psychobilly teniendo como
ejemplo las bandas de esa vieja escuela, casi todas ingleses,
como Meteors, Guanabatz, Frenzy, King Kurt. Claro que yo
hacía un sonido sucio y torcido que balanceaban los elementos
típicos del rocanrol del contrabajo y de la voz.
La propuesta de hacer una mini gira de diez conciertos en
Europa occidental en ese frío invierno en el que apenas me
acababa de mudar a la campiña, sin mucho aviso y
previsibilidad junto a los Argies y finalmente en el escenario con
ellos, me dio una fuerte emoción, un escalofrío, algo de
inesperado que estaba ya escrito. No necesito mucho tiempo y
acepto riendo el acuerdo con Mariano.
Preparar las canciones no me costarà mucho, David me envía
acordes y canciones que conozco ya de memoria pero todavía
29
siento fuerte la responsabilidad de estar en el escenario con la
banda y por seguridad tengo hojas con la secuencia de los
acordes, que coloco cerca del amplificador.
Un par de semanas después los Argies llegan, y la primera
noche organizo un concierto en el centro social
auotogestionado que finalmente se ha logrado abrir en ciudad,
comenzamos nosotros Rusty Cage y cierran la velada los
Argies. El día después estamos ya en el furgón, con dirección
Turín como la primera vez, para el último concierto de Hooli
antes de volverse a la Argentina. Después tomo su lugar y lo
reemplazo en las demás presentaciones. Florencia, Livorno,
Vicenza, Lugano, Toulouse, Santander y por último en
Barcelona que de nuevo viene cancelada a último momento
cuando estamos ya en la ciudad.
Los conciertos pasan rápidos, así también las transferencias,
pero esta vez mi rol en la gira me da muchas satisfacciones y
emociones absolutamente nuevas, fortaleciendo aún más, mi
relación con la banda. Al concluir la gira saludamos a Germán y
a Christian que regresan a Rosario y nosotros con David
volvemos a Treviso, viajando en el furgón cruzando la costa
española, francesa e italiana hasta llegar a mi nueva casa
campestre. David mientras tanto se ha trasladado a Europa
donde pasa la mayor parte del año. Durante el viaje, al
atardecer, y a poco tiempo de haber ingresado a Italia, la radio
nos informa que el dictador chileno Augusto Pinochet ha
muerto, fue el asesino de su pueblo y colaborador de la política
industrial de los Estados Unidos. Celebramos el acontecimiento
con un brindis en una estación de servicios.
En 2007 llega para los Argies una importante oportunidad
largamente esperada. David logra incluir en el programa del
tour las primeras cincos fechas inglesas para la banda. La
relación entre argentinos e ingleses no es de las mejores desde
hace muchos años. El mismo nombre de la banda, Argies,
deriva de una expresión inglesa con un significado ligeramente
30
despectivo. Era en realidad el nombre que la prensa inglesa se
referida a los argentinos, abreviando con tono de superioridad
no de familiaridad, el nombre correcto Argentines durante la
guerra de las Islas Malvinas o Falkland, la tragedia que ha
ligado el destino de los dos países.
En 1982 Argentina pasaba los últimos años de una dictadura
militar que cruelmente ensangrentó al país, obligando al pueblo
a muchas privaciones de los más básicos derechos civiles y
exponiendo a sus habitantes a todo tipo de violencias y
amenazas que un gobierno criminal, sostenido de intereses
extranjeros, aplicó durante siete largos años.
En la orilla opuesta del Océano Atlántico en el hemisferio norte,
Inglaterra vivía los primeros años del gobierno guiado por la
primer ministro Margaret Thatcher. Un gobierno que será
famoso por haber hallado un punto de encuentro entre el
pensamiento conservador y la economía liberal. Una alianza
que pasará sobra la clase obrera inglesa como una
apisonadora regalando a la nación un nuevo record de
desocupación. Muchas fueron sus declaraciones y acciones
liberticidas como cuando en 1980 trató de prohibir por ley el
uso de la palabra Sandinista, el adjetivo con el cual se
presentaban los guerrilleros de Nicaragua en honor del patriota
revolucionario Sandino. Éste ridículo tentativo de censura dio a
The Clash la idea para el título del triple álbum de aquel año:
Sandinista!.
En el 1982 los dos países se enfrentaron con una conducta
más apta a dos matones borrachos que a dos modernas
democracias (claro que en la Argentina de entonces reinaba la
enésima dictadura militar). Una contienda bélica por el conflicto
desatado por el dominio de las Islas Malvinas, un pequeño
archipiélago en medio del Océano Atlántico de frente a la
Patagonia argentina, la enorme región al sur del país. En dos
principales islas hay un par de aldeas de pastores y
31
pescadores, una base militar inglesa y un centro científico de
estudios del mar antártico.
El gobierno militar argentino persiguiendo consentimientos
nacionalistas, decide apropiarse de las islas que eran desde
siempre controladas por Inglaterra. El gobierno inglés de parte
suya, decide inmediatamente de intervenir con las fuerzas
militares. Nació aquella que fue probablemente la primera
guerra que involucraba directamente un país europeo después
de la Segunda Guerra Mundial. ”Let’s start a war (said Maggie
one day)” de los Exploited fue el primer hit punk dedicado al
acontecimiento y cantado por los jóvenes punk ingleses
sorprendidos y ofendidos de la idea de hacer una guerra por
motivos así inútiles. Los punk argentinos no tuvieron ni siquiera
esa oportunidad ya que la dictadura impedía de todos modos la
libertad de expresión. La farsa se transformó pronto en tragedia
dejando en el campo de batalla casi un millar de jóvenes
víctimas entre los dos ejércitos.
Desde entonces no corre buena sangre entre los dos países y,
para un inglés demostrar simpatía por Argentina puede ser un
acto considerado como anti-patriótico. Probablemente también
por esto en el transcurso de las giras europeas muchos grupos
punks ingleses manifiestan su amistad y simpatía a los Argies.
Los GBH, histórica banda punk inglesa, por ejemplo, los han
elegido amigos del corazón y todas las veces que tocan juntos
es una buena ocasión para hacer fiesta grande.
Otro episodio que ha reavivado la rivalidad entre las dos
naciones sucedió durante un partido correspondiente al
mundial de fútbol en la Ciudad de Méjico en 1986. Aquel año,
durante el encuentro Argentina-Inglaterra, en instancias de
cuartos de final, el gran campeón Diego Armando Maradona
marca el primer gol para la victoria con un cabezazo algo
sospechoso, que a cámara lenta parece ser convertido con la
mano. En efecto, el campeón comentará después en modo
irónico, que la victoria era gracias a la intervención de la Mano
32
de Dios. ”The Hand of God” se titulará el disco que la banda
escocesa The Amphetameanies querrá compartir con los
Argies.
Con estas perspectivas los Argies se presentaron en el área de
aduanas inglesa del puerto francés de Dunkerque para
embarcarse en el transbordador que los llevará al Reino Unido.
En el control de los pasaportes las cosas se pusieron mal
enseguida. Dos de ellos y su roadie tenían pasaportes
argentinos y fueron separados de los otros dos músicos para
ser inspeccionados e interrogados. Los agentes británicos de
migraciones querían saber el motivo por el cual debían entrar
en el pais. Los demás Argies también fueron separados del
grupo y también interrogados individualmente. Una vez
identificados como argentinos a pesar de tener alguno de ellos
pasaportes europeos se escucha decir “sabes que significa
Argies?” es la pregunta que todos ellos se sienten formular por
la policía de fronteras. David responde en inglés “claro que lo
sé”, “no, todavía no lo sabes“ contesta la funcionaria que lo
interroga “Argies significa que no existe Inglaterra para ti”. Las
sucesivas siete horas pasan entre interrogaciones y
expectativas en la celda, con una traductora que se empeña en
explicarle a la funcionaria británica lo que ésta se niega a
aceptar, hasta que son liberados con un rechazo formal de
entrada al Reino Unido a los portadores de pasaporte
argentino. Cabe destacar que luego de este altercado, los
músicos reclamaron ante un par de embajadores argentinos en
Europa, recibiendo siempre la misma respuesta “no queremos
problemas diplomáticos con ellos, lo sentimos, no podemos
ayudarlos”
En realidad los Argies sonarán luego reiteradas veces en Gran
Bretaña, y lo harán en el más grande festival punk de Europa,
el Rebellion Festival de Blackpool así como en los pubs de
Londres y Escocia, pero tendrán que esperar algunos años.
33
5
El 24 de Marzo de 2008 me encuentro en Buenos Aires. Justo
adelante de la puerta de la pensión que he elegido para pasar
la última noche antes de regresar a Italia, después de un viaje
de tres semanas a través de la Argentina, se está formando
una gran manifestación. Estoy con Nicola, un viejo y querido
amigo, de algunos años más joven que yo. Nos conocemos
desde que andábamos en skate todos los días. Vive como yo
cerca de Treviso, pero ha nacido en Córdoba, Argentina. Su
familia tuvo que irse del país en 1976 cuando los militares
llegaron a su casa buscando a su padre. Afortunadamente no
lo encontraron porque ya se había escapado a Italia. Su madre
decide tomar sus dos hijos y con el primer avión disponible
salió del país, en un clima de miedo y desesperación, ayudada
por algunas personas generosas que se solidarizaron con la
joven mujer.
El 24 de Marzo de 1976 también en Argentina como en otros
países de América Latina se puso en marcha el Plan Cóndor,
un plan político y militar, un acuerdo de las FF.AA. (Fuerzas
Armadas) con la clase industrial sudamericana y multinacional,
más la suma del aparato militar estadounidense. El plan tenía
como objetivo la toma del poder de parte de los militares de los
más importantes países del continente, bloquear desde sus
raíces la difusión de los derechos de los trabajadores y reprimir
con sangre y terror cualquier reivindicación progresista.
Chile, Bolivia, Brasil y Argentina conocieron una sanguinaria,
cobarde y cruel represión que se revolcó en modo particular
contra los jóvenes del país destruyendo una generación entera
de la sociedad civil, garantizando un alto provecho económico y
duradero a la clase industrial, a los propietarios de la tierra y a
los colaboradores de la dictadura.
En Argentina se estableció una dictadura militar encabezada
por las más altas autoridades del Ejército, Aeronáutica y
Marina: Jorge R. Videla, Orlando R. Agosti y Emilio E.
34
Massera. En los siguientes siete años se registraron treinta mil
desaparecidos civiles, hombres y mujeres, estudiantes,
trabajadores, sindicalistas, artistas, intelectuales, religiosos,
cualquiera que figurase en la lista de los indeseables, por ser
opositor del régimen o simplemente por ser sospechado de ser
de izquierda. La mayor parte fueron asesinados y sus cuerpos
fueron enterrados en fosas comunes o desaparecidos al ser
arrojados al océano. Se supo años después que el ejército
organizaba regulares y frecuentes vuelos (los denominados
“vuelos de la muerte”) para librarse del cuerpo de los
prisioneros arrojándolos al mar desde el avión, casi siempre,
todavía vivos.
La Junta Militar gozó durante todos los años que permaneció
en el poder de apoyos internacionales sea de los Estados
Unidos como de Europa. Recibieron ayuda directa de
neofascistas italianos como Stefano Delle Chiaie y de
criminales nazis como Klaus Barbie que tenían el deber de
instruir a las FF.AA. con técnicas necesarias para torturar,
violentar y matar jóvenes, cualquiera sea su sexo. Un toque y
una torcedura más en el curriculum de quien se describía como
defensor de Dios, de la Patria y de la Familia.
Después de la derrota del Ejército Argentino en la guerra de las
Islas Malvinas (Falkland) a manos de Inglaterra, el régimen
dejó lugar a un progresivo regreso a la democracia. Por mucho
tiempo los delitos cometidos durante la dictadura quedaron
impunes y el ejército continuó condicionando los gobiernos
siguientes hasta que se llegó a hacer luz sobre lo que había
sucedido realmente y comenzar a acusar y condenar algunos
de los responsables. Después de treinta años del inicio de la
dictadura, el 24 de marzo se declaró Día Nacional de la
Memoria para la Verdad y la Justicia, una fiesta nacional
adonde todos los trabajadores dejan sus tareas, de modo que
nadie finja de no recordarse de lo que ha sucedido en ese día.
35
La manifestación lentamente se llena de gente hasta cubrir
toda la primer parte de la Avenida y de la Plaza de Mayo.
Despacio se abren los carteles, llegan las familias, grupos
organizados y pelotones de gente común que se encuentran,
se saludan, se preparan para desfilar. Cuando salimos,
estamos apretados uno contra el otro y se necesita tiempo para
que el cortejo se mueva y agarre forma porque es muy grande
y ocupa mucho espacio en la avenida. Adelante están las
Madres de Plaza de Mayo, después siguen los militantes de
muchísimas agrupaciones de Buenos Aires y de todo el país,
después decenas y decenas de jóvenes vestidas de rojo que
bailarán todo el día, mientras desfilan acompañadas de
decenas y decenas de tambores sonados por chicos y chicas.
Y también la gente común, que no está organizada, que desfila
gozando de la potencia de esta presencia colectiva y popular,
reivindicando con rabia y orgullo de amar la vida con
obstinación contra la muerte. Avanzamos siguiendo el ritmo de
los tambores, de las bailarinas y del eslogan. Somos una
marea de gente que ocupa toda la calle y empleamos horas
para poder pasar las docenas de cruces de la imponente
Avenida 9 de Julio que nos lleva a la Plaza de Mayo y a la
Casa de Gobierno. Dos ríos que se encuentran, como el Rio
Paraná que desemboca en el Rio de la Plata a pocos
kilómetros de nosotros. Verdaderamente es el mejor modo de
saludar el país, después de haberlo conocido en forma veloz,
pero lleno de emociones.
Mi segunda vez en América Latina. Argentina me ha recibido
en modo distinto que Brasil, con un atractivo europeo y
refinado.
Dos días después de haber llegado a Buenos Aires salgo para
Rosario donde se presentaban los Argies. Después de cuatro
horas de ómnibus, en la estación, tomo un taxi y me hago dejar
delante del “Sótano”, el local del concierto, y llego dos horas
antes del inicio del espectáculo. Me encuentro enseguida con
Tito, el roadie de la última gira europea, después abrazo uno
36
tras otro a toda la banda. Al bajo está José, con su mujer
Natalia, embarazada del pequeño Dante. Después veo a David.
Estamos juntos por primera vez en su casa, en su ciudad.
Presencio la entrevista que una televisión local hace a la banda
y vamos después al concierto. Un concierto de los Argies que
se hace en la ciudad de ellos, Rosario, en pleno centro y a
pocos pasos de la casa natal del Che Guevara.
El día después recorremos en coche la carretera que va a
Buenos Aires. Me entero del paro de los camioneros que crea
no pocos problemas con el bloqueo de las calles y me hago
contar y explicar todo lo que vemos.
Cruzamos los campos, inmensos, grandes extensiones de
maíz, de trigo, de soja, grandes pastizales con la presencia de
gauchos a caballo. Al costado de las calles vemos banderas
rojas y botellas con agua que señalan un capitel adonde dejar
una oferta a los santos populares como El Gauchito Gil y la
Difunta Correa. Por un largo trecho pasamos la periferia y
llegamos al centro, al local de un nuevo show. En el “Speed
King” los Argies tocan con una histórica banda de amigos, los
Muerte Lenta.
El día después me voy a Quequen, en la costa, al inicio de la
Patagonia, donde me encuentro con Nicola y Enrico y allí
pasamos una semana entre olas, leones marinos y caballos.
Después Buenos Aires, Rosario, Córdoba, para conocer las
ciudades, las familias y las casas de los amigos. En Buenos
Aires encuentro al padre de Mariano, lo tranquilizo por su hijo.
Él es un hombre fuerte que ha pasado muchas experiencias y
está muy feliz que su hijo esté encontrando su camino en
Europa. Me lleva a visitar la Catedral de Buenos Aires donde se
encuentran dos grandes estatuas de la Virgen. Una es la
reproducción de la Virgen de Guadalupe de Méjico y la otra es
de la Virgen del Buen Ayre, que lleva el nombre de la ciudad y
es su protectora, la cual estatua original se encuentra en la
Abadía de Cagliari, en Italia. Casualmente en Cagliari, Davide,
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un amigo de Cerdeña, me había tatuado la Virgen de
Guadalupe durante una temporada pasada allí para construir
una rampa. Quería una imagen que me diera seguridad, como
las virgencitas pintadas de los pescadores en los puertos y en
las embarcaciones y nunca tuve pensado que éste episodio
habría tenido una conexión, involuntario o quizás instintivo,
pero esta es la historia.
Cuando regreso me pongo a sonar con los Rusty Cage con
entusiasmo, haciendo algunos conciertos en Italia y otras veces
en el extranjero. Componemos canciones y compartimos el
palco con bandas muy buenas. Grabamos también un disco
para un sello alemán.
Mientras tanto he abierto un negocio donde vendo ropas y
skateboards, en una ciudad a treinta kilómetros de Treviso, ya
que el mercado de las rampas se reduce siempre más, tengo
que buscar algo distinto para hacer. Las comunas a quien
vendemos casi siempre nuestras rampas, para sus
establecimientos públicos, están atrapados por los
presupuestos cada vez más diminutos en lo que concierne a lo
social y faltan así nuestros principales clientes.
En boca de todos y por todas partes se habla de crisis, de crisis
económica, con insistencia. Después de la caída del mercado
norteamericano, en 2008 Europa ha sido embestida por una
gran crisis que sigue todavía hoy. Se reducen los consumos,
los sueldos, las jubilaciones. En realidad el mundo conoce una
etapa sin precedentes de apropiación de los recursos de parte
del poder financiero que produce una diferencia vertical de las
clases sociales, entre la clase obrera y la clase dirigente.
El verano siguiente no logro tener tiempo para el tour y me
tengo que conformar de alcanzar a los Argies en un solo show,
gracias al vuelo low cost, a Praga, en un Centro Social
anárquico, que resistía dentro de un edificio estilo gótico en
medio de otros más grandes, agitando una bandera negra.
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En el verano de 2010 finalmente puedo estar un poco con la
banda, mi novia me ha dejado y por lo tanto tengo tiempo libre.
Los sigo en tres distintas oportunidades. La primera vez nos
encontramos en Viena, donde los intercepto viajando en tren.
Nos vamos después en Croacia, donde sonarán en un festival
punk que se realiza en un camping abandonado en la costa.
Entre pinos marinos y de frente al mar, centenares de
muchachos y chicas acampan lo mejor posible. Un escenario y
decenas de grupos que se turnan en dos días seguidos. Luego,
un concierto en un bar, el día después en un Centro Social, y
más tarde recorrimos cientos de kilómetros para llegar a
Dresde, en Alemania, donde los Argies están invitados como
huéspedes en el backstage de un megaconcierto de los
alemanes Die Toten Hosen.
David los ha conocido mientras los alemanes estaban de gira
en Argentina allá por 1996, y a partir de ese momento nació
una fuerte amistad. Ellos son famosos en Alemania y también
en América Latina, continente donde siempre actúan en vivo
demostrando el amor de ellos por el mundo latino. El concierto
de los Toten Hosen se lleva a cabo en una gran sala de
conciertos en los suburbios. El show fue organizado por los
clubes de fans y las entradas están agotadas desde hace
tiempo. Cerca seis mil personas llenan la sala esperando sus
ídolos. La diferencia con los conciertos autogestionados de
dónde venimos es muy fuerte, pero el espíritu de la banda
alemana se demuestra punk y popular como siempre. Después
de la actuación los Argies los visitan en el camarín para un
saludo y algunas fotos de recuerdo. El día después estamos ya
en otro festival, el Pod Parou, en un pueblito de la Republica
Checa. También aquí, como había sucedido otras veces,
cuando pensamos que estábamos perdidos en medio del
campo, los personajes más extraños que vemos pasar nos
indican que hemos llegado a destino. Decenas de jóvenes
punks a pie, en coches, en furgones y camionetas con
adhesivos y letreros se dirigen hacia el gran escenario,
precedidos por una extensión de carpas. Este festival dura tres
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días y los grupos se presentan en turnos sin interrupción
durante las setenta y dos horas de duración.
Los Argies sonarán la primer noche, antes de los veteranos
ingleses Adicts, en presencia de un público entusiasmado que
baila y que se enfrenta con un charco de barro debajo del
palco, exprimiendo un sentido de liberación que parece tan
auténtico como aquéllos que podemos imaginar viendo las
películas del festival de Woodstock en los Estados Unidos de
los años sesenta.
Después de algunas semanas estoy todavía con ellos en
Austria y en Croacia. Llegamos al Centro Social
Monteparadiso, nacido de la toma de una parte de un gran
cuartel en Pula, en la extremidad de la península de Istria. De
esa ocupación nació después un acuerdo que ha concedido el
resto del cuartel a las sociedades culturales de la ciudad
croata, llenando todos esos grandes espacios vacíos con
nuevos contenidos artísticos y sociales.
Los muchachos del Monteparadiso organizan todos los años un
festival punk entre los más frecuentados de Croacia, Eslovenia
e Italia, donde los Argies son los huéspedes fijos y donde yo
también he estado años antes. He también sonado con mi
banda Miriamplace en la primera edición del festival, cuando se
hacía en un fuerte abandonado, de forma redonda y paredes
gruesas, pero sin techo, edificado en un promontorio arriba de
la ciudad. Algunos de los más viejos entre los organizadores
todavía nos recuerdan, especialmente por el hecho que el
cantante y bajista Max apareció en escena con un kimono rojo.
En Septiembre viajo en tren y me encuentro con los Argies en
Langenthal, en la Suiza alemana, a gozar de las tres últimas
etapas de la gira. Cuando llego al increíble Centro Social
ocupado en el interior de un aserradero del Seiscientos, en el
centro de un pueblo de montaña, David me advierte que hay
novedades. La primera gira asiática de Argies está establecida
para Abril del año siguiente. Están previstas fechas en Malasia,
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Filipinas, Singapur, Indonesia y Tailandia. Con su usual
entusiasmo David me invita a ir con ellos. Sería una ocasión
irrepetible. Muy pocas bandas se han presentado en aquellos
lugares, menos aún con giras autogestionadas.
Decido que tengo que estar a cualquier precio y apenas puedo
me compro el pasaje para el trecho más importante de ida y
vuelta con algunos meses de anticipo. Es la primera vez en mi
vida que planifico un viaje tanto tiempo antes de salir. De hecho
de allí a poco las cosas dan una vuelta inesperada. En esos
meses decido abrir una segunda sucursal de mi tienda en
Treviso y me encuentro con problemas de todo tipo,
principalmente aquellos económicos. Estoy poniendo todas mis
energías en el trabajo y en práctica todos mis esfuerzos y con
el mismo impulso que tenía al tomar la decisión de partir, anulo
el pasaje y en consecuencia, el viaje. Es triste, pero lo veo
como un sacrificio importante. Informo a los chicos y les deseo
mucha suerte en la nueva aventura que no puedo compartir.
“Nos vemos, hasta pronto, hasta la próxima gira”, nos decimos.
En cambio, pasarán dos años antes de encontrarnos
nuevamente. Nos vemos en el verano de 2013, en Motta di
Livenza, en el pequeño skatepark cerca de mi única tienda, ya
que en el ínterin cerré la sede de Treviso. Mientras tanto ellos
han hecho dos giras europeas y dos asiáticas, la segunda vez
incluyendo también la República Popular China y la isla de
Hong Kong, además de regresar a Filipinas, Malasia, Singapur
e Indonesia. Después del concierto en el prado a un costado de
las rampas, se detuvieron un par de días en mi casa,
aprovechando para descansar, comer y charlar.
Tantas cosas por contarse y tantas aquellas a las que yo no
pude participar personalmente. La primer vez en un país
islámico, Indonesia, así lejos por costumbres y tan
incomprensible y aburrido con sus prohibiciones establecidas a
toda la población. La China, inmensa y sumergida en una
época de cambio cultural a una velocidad vehemente y
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fascinante. Los miles de amigos de siempre reunidos junto a
aquellos nuevos. Después, las cosas personales, las casas, los
trabajos, los amores, pasan rápido los días, en el jardín con las
brasas ardientes y alguna botella de vino y la infalible excursión
a Venecia para los chicos que todavía no la habían visto y para
quien quiere verla de nuevo.
No puedo saber mucho de los Argies, aturdidos de la infinidad
de conciertos, pero por suerte Mariano me pone al día, por que
pude estar cerca de él muy seguido. Él trabaja desde hace
tiempo en Cortina d’Ampezzo, localidad célebre por el turismo
alpino de lujo en Italia, a tal punto que es desde hace más de
cincuenta años presente en el rodaje de filmaciones nacionales
e internacionales como escenario lógico para aventuras de
peligro en la nieve, desde “James Bond el Agente 007” a las
clásicas comedias italianas con Boldi y De Sica. En una de
estas comedias Mariano, durante su primera temporada como
trabajador turístico, paralelamente hace su debut como actor en
el papel de un indio Piel roja americano. La rutina de las
temporadas invernales y veraniegas le deja bastante espacio
libre en primavera y en otoño para poder viajar, con o sin los
Argies.
David, como siempre, es mucho más interesado en hacer
preguntas que de contar algo de él. Su curiosidad es febril.
Quiere conocer todo lo que puede de los lugares que visita y de
las personas que encuentra. Su interés es real, una sed de
conocimientos que refleja su amor por la vida y la humanidad.
Mi deber es ponerlo al día de la situación política en Italia. Y
cada año es siempre más difícil. David me sorprende siempre
por su capacidad de recordar todos los hechos y personas de
mi país, que es el país de la familia de su padre. Muy seguido
la situación es tan complicada que añoro los primeros años en
que comenzamos esta conversación en la que podía todavía
explicar conceptos y principios de la derecha y de la izquierda
italiana.
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Mientras tanto la representación política ha cambiado
introduciendo nuevas ideas, personajes y símbolos. Me
encuentro empachado y a tientas para explicar que un nuevo
gobierno, nacido de las elecciones ganadas de la izquierda
institucional con aquella radical, pasó por la desconfianza y la
censura de un nuevo antagonista político de gran éxito
electoral, está integrado por el representante de la izquierda
más moderada en alianza con la derecha.
Todo esto se lo digo mientras viajamos hacia Innsbruck
después de haberme recogido en la barrera de la autopista de
Desenzano, en la ruta entre Turín y Austria, mientras nos
movemos para llegar a la última fecha, la centésima, de la gira.
En particular David no entiende por qué el representante de la
izquierda lleva el mismo apellido de un famoso exponente de la
derecha. Con tristeza le explico que uno es sobrino del otro.
Todavía la tarea más ingrata será explicarle, como lo tuve que
hacer meses más tarde, que el gobierno ha cambiado
nuevamente y que se ha reorganizado encontrando un
equilibrio, eliminando viejas figuras e imponiendo otras nuevas.
El motivo de éste nuevo encuentro es para compartir un
momento de fiesta y de familiaridad, sin concertos de por
medio. Nos encontramos en Marzo de 2014 al norte de
Alemania, cercano al límite con Holanda. Discutimos de éste y
de aquél hecho de crónica y de política internacional. También
de la nueva gira que está al caer, y ahora incluyendo un mes
completo en Méjico, el gran país latino que todavía los Argies
no han visitado. Y después, será la habitual gira por Europa,
con la seguidilla de conciertos que forman una cadena siempre
más larga y difícil de organizar y de encajar. Y un nuevo disco
por terminar, grabar y producir. Y otros miles encuentros,
traslados y días que quedan por escribir y de los que quiero
formar parte.
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AGRADECIMIENTOS
Quiero agradecer a Roberto Cesaro y Emanuele Binelli para el apoyo
y l’ayuda en la escritura de la historia, Elisa Serafin para la traducción
en inglés y español, María Esther Vera y Itala Bertin para la
traducción en español, Chiara Da Riva para la traducción al alemán.
Un agradecimiento especial a Marianna Pescosta para la ilustración
de la tapa.
Un sincero agradecimiento también a todos los amigos que me han
inspirado y apoyado en estos años inolvidables.
CONTACTOS
Pueden ponerse en contacto conmigo aquí:
arrigoxxx@gmail.com
https://www.facebook.com/la.Frontera.my.life.with.the.Argies
Cada contacto se aprecia
Pueden encontrar más información sobre los Argies y sus tournée, o
comprar sus discos, a través de estos sitios de Internet:
http://www.argies.net
https://www.facebook.com/shows.argies
http://argies.bandcamp.com/
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FOTOS
Buscando La Valette, Francia 2001
Argies tocando en San Pablo Punk Festival, Brasil 2001
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Argies Vs. 88Não football match, Brasil 2001
Yo tocando con Argies!, Suiza 2006
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Pod Parou Festival, República Checa 2010
Algunos Argies y yo en Venecia, Italia 2010
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David con los young punks en Bandung, Indonesia 2012
Argies y Mariano con los kids, Filipinas 2012
48
David con un joven guardia en la Muralla China, República
Popular China 2013
Tocando en frente de un gran público en Gorlice, Polonia 2013
49
Argies, algunos amigos y yo en el show del skatepark de Motta di Livenza, Italia 2013
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