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LA DECISIÓN De Eugenio Griffero.
Habitación de un sanatorio lujoso. Escena absolutamente blanca, piso,
paredes laterales y puertas. La pared del fondo una tela blanca, sobre la
que se proyectan desde atrás, dos ventanas y una puerta en tono gris. Las
Puertas reales en los laterales, contactando con la tela del fondo, paredes
desnudas, sin adornos. La puerta izquierda es la entrada a la habitación, la
derecha entrada al baño. En centro posterior de escena sillón doble
blanco de estilo, junto a él mesa baja con carpetas. Silla blanca cerca de la
cabecera de la cama. Resalta la blancura y lo despojado del espacio.
La cama con cabecera sobre pared derecha, con un hombre acostado en
ella con brazos y piernas atadas a los bordes. Uno de sus brazos canalizado
y conectado a sueros. Sobre la cabecera de la cama aparatos sofisticados
de control conectados al paciente. El personaje duerme agitado.
La iluminación es un aspecto importante de la obra, genera ritmos:
borrando las sombras de la tela, recuperándolas y proyectando desde
atrás enormes figuras estáticas amenazantes en blanco y negro de
animales o personas, durante ALGUNOS delirios del hombre. Las
gigantescas figuras son anunciadas y acompañadas por un silbido metálico
irritante, sólo percibidas por el actor.
Personajes:
Ana: Mujer joven. Viste de blanco: falda, chaqueta y zapatos de tacón
bajo. Elegantísima. Interpretación conteniendo su conmoción y
controlando sus palabras.
Enio: Hombre de 77 años. Abundante cabello desordenado. Atado. Su
interpretación es permanentemente irritada.
Duelo entre la agresividad de Enio y el control de Ana.
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(Ana abre la puerta, entra en la habitación, apoya sus carpetas en la mesa
baja y escucha los gemidos del paciente.)
Enio: (Entre sueños y ladeando la cabeza hacia ambos lados en la
almohada) No, no, no… no. No…no yo no yo no… no… no… no, no, no….
Yo no… ¡Ayyyyy! (Se despierta sobresaltado, pretende incorporarse y se
asusta por la presencia de Ana.)
Ana: Soy su supervisora de la noche…
Enio: Ayy… ayy… ayy… Me duele… (Cierra los parpados) me duele… hasta
el respirar…. Ayyy… ayyy… ayyy…. (Abre los parpados, mira hacia el telón
del fondo con temor y vuelve la cabeza hacia el proscenio)
Ana: Está despertando… le dieron un sedante y está despertando…
Enio: Ayy… me duele todo el cuerpo… todo… me duele todo…. Todo…
ayyy…. Ayy… (Voz entrecortada) ¿Quién…? ¿Quién…? ¿Quién me dio… el
sedante?...
Ana: Su médico… necesitaba dormir, no durmió dos noches… y necesitaba
dormir…
Enio: (mirada extraviada) ¿Mi médico? ¿Mi médico? ¿Quién es mi
médico? Ayy…, ayy… Yo no estoy enfermo… ayy… No estoy enfer… (Mira a
Ana. Turbiamente) ¿Y usted… quién es?
Ana: Su supervisora…
Enio: ¿Supervisora…? ¿Supervisora…? ¿No es… enfermera…?
Ana: Sí, lo soy… pero soy Supervisora…
Enio: (Voz turbia) Muy joven…. Muy… joven…
Ana: Somos sólo tres los supervisoras y veinticinco las enfermeras en este
sanatorio…
Enio: Ay… (Mira con miedo hacia el fondo) Me duele… Me duele la
lengua… todo el cuerpo… Ahh… (Se agota)
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Ana: Necesito tomarle sus constantes…
Enio: (Voz borrosa) ¿Qué…? ¿Qué…?
Ana: Su tensión y su temperatura… (Toma el brazo para aplicarle el
manguito del tensiómetro. Enio grita)
Enio: ¡¡Ayyyyyy!!
Ana: (Se asusta y se retira) Disculpe… lo haré más suave…
Enio: ¡Me va a doler igual!
Ana: Debo hacerlo…
Enio: Debe, debe, debe… ¡Este es mi Sanatorio!
Ana: Es mi deber… (Se acerca, logra ceñir el manguito, entre quejidos
suaves de Enio)
Enio: Aaaaaayyyyyy….. ayyyyyyyaayyyy (Subiendo la intensidad) Basta…
basta…
Ana: (Quitando el manguito) Ya está…, ya está… (con total temor) Ahora,
por favor, abra la boca…
Enio: Me duela la lengua, los dientes, el aire qué me entra… (agotado) Me
duele todo… (Abre la boca)
Ana: (Introduce el termómetro) Cierre los labios… (lo retira) Todo bien…
todo bien…
Enio: ¿Quién me trajo acá?… ¿Quién lo hizo?... (Grita fuertemente)
¡¡Nooooo!! (Ladea la cabeza hacia el proscenio. El zumbido y la imagen de
un dibujo de un viejo en la tela) No, no, no, no, no, …. No, no, no….
(Desaparece la imagen. Vuelven las siluetas de puertas y ventanas.
Lentamente pretende mirar y al confirmar que no está la figura queda
agotado.)
Ana: ¿Por qué ladeó la cabeza con tanta fuerza?
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Enio: Son contracturas… todo mi cuerpo está… atrapado en contracturas,
atrapado en contracturas… como mi abuelo, como mi padre, como mi
hermano… (Se agota)
Ana: ¿Quiere beber un poco de agua?
Enio: Si, si… agua si…
Ana: Sólo puedo darle una venda humedecida con agua… Un segundo…
(Entra en el baño y sale con una venda y un vaso con agua)
Enio: ¿A dónde fue?
Ana: Al baño... Sólo puede tomar agua de esta manera…
Enio: (En tanto Ana acerca la venda él retira la cabeza como con miedo del
ofrecimiento. Chupa de la venda, quejándose…) Ayy, ayy… Basta… (Ana
Vuelve al baño y deja el vaso y la venda. Reaparece.) ¿Por qué me trajeron
acá?
Ana: Se desmayó durante la fiesta de su cumpleaños…
Enio: (Repite las palabras de Ana para intentar recordar) Me desmayé… en
la… fiesta de mi… cumpleaños… me desmayé… en la… fiesta de mi…
cumpleaños…. En mi cumpleaños…
Ana: Además tuvo convulsiones…
Enio: Además… tuve…. convulsiones… además… tuve…. (Pausa. Hacia Ana)
¿Tengo… lo mismo que los míos…?
Ana: En su historia explica que sí…
Enio: (Agotado) Tengo lo mismo que los hombres de mis familia…
Ana: Han aparecido nuevos medicamentos…
Enio: No creo que para esto… Mi abuelo se ahorcó, mi hermano se tiró por
la ventana de mi oficina en un piso veinticuatro y mi padre murió aquí… en
este sanatorio… Nunca me gustaron… mis cumpleaños… nunca… nunca…
nunca los festejé… Ese día… escapaba de mi oficina… escapaba… y me
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quedaba… todo el día… encerrado… en un cine pornográfico… ayy… ayy…
mi dolor… libéreme este brazo por favor…
Ana: Está contraindicado… no puedo acceder a su pedido… abofeteó a la
enfermera de turno… ella dice que la confundió con su mujer…
Enio: Ayy… ayy… soy el dueño del sanatorio… le ordeno…
Ana: Señor Enio… no puedo hacerlo… me lo prohíben mis superiores…
Enio: Yo soy su superior…
Ana: Mis superiores médicos…
Enio: Un segundo… ayy… para mover este hombro… para moverme
mejor… ayy… ayy… (Ana con dudas se acerca al brazo libre de tubos, lo
libera y él bruscamente la toma de la muñeca) ¡Debe obedecerme! ¡Debe
obedecerme! (Agotándose. Nueva figura en la tela y sonido. Idéntica
reacción que la anterior en Enio. Ana se libera gracias al terror de Enio
frente a lo que sucede en la tela) No, no, no, no,no… no… no, no, no….
No…. No… no, no,... (Desaparece la imagen y el sonido.)
Ana: (Lo ata de nuevo. Se separa de la cama, toma su teléfono móvil.
Habla) Profesor… Está muy excitado…
Enio: (Confirmando que la imagen desapareció y con un hilo de voz.) ¿Con
quién habla…?
Ana: (Hacia Enio)…Con su psiquiatra… (Pausa.) ¿Piensa venir usted al
terminar la consulta? ¿Alrededor de las nueve?
Enio: Que no venga hoy… que no venga hoy… que venga mañana…
Ana: Profesor, el Señor Enio me indica que venga usted mañana… (Pausa)
Si, si… (Cuelga. Hacia Enio) El profesor vendrá mañana… Si aumenta el
dolor o su terror propone que le sede…
Enio: ¿Con quién está usted?
Ana: No entiendo su pregunta…
Enio: ¿Con quién está usted?
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Ana: Cuidándolo a usted…
Enio: ¿Cuidando qué?
Ana: Evitando que sufra más…
Enio: Usted sabe que esto… es… es… sin retorno…
Ana: Lo se… pero puede usted vivirlo más calmamente…
Enio: Nunca viví… en calma… nunca viví,… en calma… nunca viví en
calma… nunca viví... en calma… nunca… viví en calma… y usted pretende
ahora… que sé que tengo… lo de los míos… viva en calma…. No merece ser
supervisora… No quise ver morir a mi padre… es algo que… pesa en mi…
Ana: Yo estuve en ese momento… Era enfermera auxiliar…
Enio: (Mirándola y con miedo) ¿Qué vio?
Ana: No era semejante a su estado… Él tenía convulsiones y lloraba
llamándolo… No tenía miedo…
Enio: ¿Me… llamaba…? …No es inteligente usted…
Ana: Soy veraz…
Enio: La supervisora veraz… ¿Cómo sé que a usted, siendo tan joven…
sea… super…? ¡Usted está con ellos!
Ana: Por méritos llegué a este lugar… y sé que no podré quitar de su
mente esos “ellos” que no sé quiénes son…
Enio: Mi psiquiatra, mi esposa y mi hijo… son ellos… los que quieren
quitarme lo que logré… trabajando como un animal… como una bestia…
(Brusco estallido del sonido que aparece sin la imagen y desaparece. Pega
un alarido) ¡¡¡¡Aaaaaahhhhh!!!! ¡¿Lo oyó?!
Ana: No se escuchan ruidos de afuera…
Enio: Afuera no… ahí (señalando la tela)
Ana: (La mira, se vuelve) Si usted me permite puedo agregarle un sedante
suave…
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Enio: No… no más medicaciones… ¿Por qué me trajeron aquí?
Ana: Lo trajeron al desmayarse en su cumpleaños para hacerle un estudio
general…. Entre otras cosas encontraron que ocultaba que perdía sangre
por el ano…
Enio: (Toma conciencia) Me sacaron la próstata… Me sacaron la próstata…
(Mira a Ana) Me dijeron que no tenía nada… ¿Es cierto eso?
Ana: Según el parte médico era un simple adenoma…
Enio: ¿Cuándo me sacaron la próstata?
Ana: Hace un año…
Enio: ¿Hace un año…? Pero… me dieron radioterapia… ¿Cuándo me la
dieron?
Ana: Seis meses después de operarlo de la próstata…
Enio: Me lo dieron porque había algo…
Ana: Simplemente para asegurar al máximo la limpieza de la zona…
Enio: …No recuerdo cuando me trajeron acá…
Ana: Hace tres días… Se desmayó en su cumpleaños… Las radiaciones le
produjeron una úlcera pequeña y usted perdía sangre por el recto… y lo
ocultaba…
Enio: Miente, miente… me está mintiendo… (Imagen en la tela y sonido.
Ladea la cabeza.)…No…no si… si no miro… no está, no está…. No está….
(Desaparece imagen y sonido, se vuelve y mira con temor a la tela. Pausa.)
Me trajeron…. Aquí…. para…
Ana: Para hacerle estudios y transfusiones…
Enio: No, no, no… me quieren robar mis empresas… Mi hijo me quiere
robar todos mis sanatorios… Mi hijo y mi mujer me quieren robar mis
sanatorios… ¡Llame a mi abogado!
Ana: Realmente, lo trajeron por las transfusiones…
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Enio: ¡Llame a mi abogado, llame a mi abogado! Insisto… ¡Llame a mi
abogado!
Ana: (Confundida) ¿Cuál es el nombre?
Enio: Se llama… ¿Por qué me trajeron aquí?
Ana: A veces es difícil aceptar la palabra del otro, pero lo trajeron para
transfundirle sangre…. lo estamos cuidando… su psiquiatra quería que
usted durmiera…
Enio: ¡No tengo psiquiatra…! ¡Yo no estoy enfermo…! ¡Me tienen preso…!
La víbora de mi mujer quiere quedarse con todo… Espero que usted no
cuente lo que le digo… ¡Prométame que no lo va a decir!
Ana: No es necesario… no lo diré a nadie…
Enio: ¿Usted es mi supervisora? ¿Cuánto tiempo hace que estoy aquí?
Ana: Tres días…
Enio: No recuerdo… ¿Cómo llegue aquí?
Ana: Lo trajeron desmayado… le repito, se desmayó en su cumpleaños…
Enio: ¿Desmayado yo?
Ana: Sí, por suerte se desmayó en su casa…
Enio: ¿Mi secretaria? (Pensando) ¿Mi secretaria?
Ana: Si, la señorita Esther…
Enio: Esther… Esther… si, si… mi secretaria… ¿Llamó por teléfono? ¿Dejó
algún mensaje?
Ana: Si… (Se acerca a las carpetas) Pregunta por usted todos los días y ayer
comentó que su hijo pudo comprar el Sanatorio que les interesaba en
Alemania…
Enio: Cierto, cierto… mi hijo fue a Alemania… Sanatorio…. Compró el
Sanatorio…. Compró el sanatorio…
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Ana: Sí, otro más… usted es dueño de una cadena de Sanatorios…. Éste le
pertenece.
Enio: (Dudando) ¿Este lugar es mío? ¿Cómo no la conozco a usted?
Ana: Usted trata con los directores de los sanatorios a nivel gerencial, yo
soy sólo una enfermera jerarquizada…
Enio: Yo no recuerdo a mi padre internado….
Ana: Usted no vino al sanatorio…
Enio: ¿Y mi mujer vino a verlo?
Ana: Sí… conocí a su mujer durante la agonía de su padre… y también a su
hijo…
Enio: ¿Y no vienen, no vienen por mí?
Ana: No, me dijeron que su mujer está en Londres porque su hermana se
quebró la cadera…
Enio: ¿Sé quebró la cadera… esa bruja? ¡Mi mujer tendría que estar
conmigo…! ¡Y mi hijo también!
Ana: Su hijo está en Alemania por haber comprado un sanatorio… lo dijo
usted… y su mujer en Londres… lo dijo el psiquiatra…
Enio: ¡Miente, miente! Mi hijo compra y escapa del lugar de la compra…
tendría que estar acá… llame al psiquiatra y pregunte…
Ana: ¿Qué llame al psiquiatra… y que desea? Porque el viene mañana…
Enio: Llame a mi psiquiatra.
Ana: (Toma el teléfono. Llama) Profesor, el Señor Enio quiere preguntarle
algo… (Ana mira a Enio)
Enio: ¿Dónde están mi mujer y mi hijo?
Ana: Quiere saber dónde están su mujer y su hijo… (Pausa. Mira a Enio.
Pausa) Si, Profesor… (Cuelga el teléfono)
Enio: Lo que me va a decir es mentira…
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Ana: Le transmito lo que me dijo el Profesor…
Enio: ¿Qué le dijo el Profesor que me dijera?
Ana: Que… que le dijera… que no están en la ciudad…
Enio: ¿Cómo se lo dijo?
Ana: Me ordenó que le convenciera… que no están en la ciudad…
Enio: (Pausa.) …No quieren verme… Están en la ciudad… Y usted arriesgó
su cargo al transmitir lo que ese cerdo dijo… Ayy… ayyy…. Ayyyyyy… todo
el cuerpo me duele, todo el cuerpo me duele…. Todo el cuerpo me duele…
deme algo, de me algo… no me mate usted….
Ana: No, no, no,… (Le aplica una pequeña inyección en la cánula) Va a
descansar… va a descansar…
Enio: Gracias… dijo la verdad… pero todavía… (Pausa, durmiéndose) no
confío… en usted…
Ana: (Va hacia el sillón, se sienta, se toma la cabeza con las manos,
muestra su preocupación y disgusto, se incorpora y entra en el baño. En
ese instante Enio se despierta y comienza a gritar)
Enio: ¡Estoy sólo! ¡Estoy sólo! ¡Que venga alguien, que venga alguien!
¡Alguien, alguien!
Ana: (Entrando con una toalla mojada en la mano) Disculpe, disculpe, fui a
mojarme la cara…
Enio: ¿Quién es usted?
Ana: Soy Ana, su supervisora….
Enio: No la conozco…
Ana: (Sin entrar, deja caer la toalla en el baño) Si… le comenté que soy su
supervisora…
Enio: (Pensando) Ana… Ana… Ana… Ana… Si, si… voy recordando… ¿Y
porque fue al baño?
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Ana: Me dolía la cabeza y me mojé la cara…
Enio: Siéntese cerca… (Ana se sienta en la silla) Lo que no quieren decirme
es que durante mi fiesta de cumpleaños comenzaron los síntomas de mi
enfermedad… la que logró que mi abuelo se ahorcara, mi hermano se
tirara del piso 24 y mi padre muriera aquí… Pero ellos tenían
convulsiones…
Ana: Su cuerpo contracturado provoca dolor…
Enio: Entonces es lo mismo…. Lo heredamos sólo los hombres… ¿Cuál es
su nombre?
Ana: Ana…
Enio: ¿Ana qué?
Ana: Ana Vial…
Enio: Supervisora joven… ¿Qué hay sobre esa pared? (Señalando la pared
del fondo)
Ana: Se han pintado dos ventanas y una puerta doble para dar sensación
de no encierro…
Enio: ¿Estoy en la habitación de los locos?
Ana: Bueno… en la habitación de pacientes que pueden ser violentos…
Enio: Ana… yo creí que me salvaba de la enfermedad de mi grupo…
Cuando mi hermano decía que le hablaban de atrás… desesperado… antes
de tener convulsiones… yo pretendía convencerlo que no era cierto…
Cuando Papá decía ver un sol rojo que avanzaba hacia él para estrellarse,
al igual que mi hermano yo le decía que no era cierto… ¿Por qué yo creo
cierto que en la pared aparecen figuras aterradoras?
Ana: Su pregunta es muy adecuada… Es una característica de su
enfermedad… algo se ha roto en su mente y usted ve afuera imágenes que
lo desesperan…
Enio: ¿Puedo yo separarme de esas imágenes y mirarlas sin sentir la
desesperación que siento? Lo vi en mi hermano y en mi padre… no podían
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aceptar lo que yo les decía… en quien no pude verlo fue en mi abuelo…
pobre viejo… sufría lo nuestro y los médicos en ese momento no
reconocían la enfermedad… finalmente acolchamos el sótano y él gritaba
y nosotros lo escuchábamos desesperados en el piso de arriba… ¿Me va a
ayudar cuando vuelva nuevamente eso que siento?
Ana: ¿Y qué es lo que siente?
Enio: Es un sonido, metálico, y luego en la pared de atrás, aparecen
horribles animales y caras…. No puedo dejar de desesperarme… ¿Qué se
rompió en mi mente?
Ana: No sabría explicárselo bien, es algo como si una parte de su mente
registra la realidad y por momentos usted pierde esa posibilidad y ubica
afuera situaciones terroríficas…
Enio: ¿Qué están… dentro?…. ¿Adentro en mi cráneo? ¿Qué son….?
¿Mías? ¿Cómo el sol de mi padre y las voces de mi hermano?
Ana: Sí… son suyas… Dolorosamente la suya es torturante, como la de su
hermano, su Papá y su abuelo… forma parte de la enfermedad congénita
que padecen… ¿Lo habló esto con su psiquiatra?
Enio: Si, en mi internación lo hablé… no con él, con otro psiquiatra que él
envió… dice que son fantasías mías para ser atendido… y soy el cuarto
que tiene esas fantasías…
Ana: ¿Quién era?
Enio: El Doctor Spilker…
Ana: Es un hombre agudo…
Enio: No sabe que esto que me pasa lo vi en mi hermano, padre y abuelo…
y he leído toda la literatura médica que hay… No hay cura…
Ana: ¿Comentó esto?
Enio: Creo que ellos tienen la historia de mi grupo y deberían saberlo…
Ana: Yo presencié los alaridos de su padre frente a la creencia de que ese
sol se iba a estrellar contra él…
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Enio: Ya viene… ya viene Ana… no puedo mirar… me asusta… (Se escucha
el zumbido, las imágenes… Enio ladea la cabeza aterrado) No puedo
liberarme del miedo… sé que está en mi… pero no puedo…
Ana: (Se apoya en la pared del fondo) ¡Si está en la pared míreme a mí…!
(Enio obedece, aterrado y mira a Ana, rodeada de monstruos). La pared
sigue igual, las imágenes las forma usted, como las voces de su hermano y
el sol de su Papá… (Se corta el sonido y la imagen. Enio queda agotado.
Ana se acerca a él.)
Enio: Desapareció… desapareció… ¿Es algo bueno esto?
Ana: Creo que sí pero… no se cuan bueno es…
Enio: Es la primera vez que hablándolo con usted y entendiendo lo que le
pasó a los míos… fue más corta…
Ana: Es una película angustiante que vuelve y lo asusta… la característica
definida es que es absolutamente creíble por usted… no puede aceptar la
palabra de otro asegurándole que lo que ve no está realmente
ocurriendo… aunque ocurre en su mente… y lo ubica fuera… y se
desespera…
Enio: Ahora entiendo todo… Este entendimiento… ¿de qué me sirve?
Ana: No se… quizá desgaste un poco la situación….
Enio: (pensando) No… Estoy condenado… termino como todos los
hombres de mi familia… pero no obstante creo que mi mujer, mi hijo y mi
psiquiatra… quieren matarme…
Ana: No puedo responderle… quizá esta idea sea producto de su
enfermedad…
Enio: Usted me tiene que ayudar… ¿Cómo no hay remedios para esto?
Ana: Porque no hay muchos casos… La enfermedad tiene escasa
frecuencia y los laboratorios farmacéuticos sólo funcionan investigando
enfermedades masivas…
Enio: (pensativo) Estoy condenado…. ¿Ana, estoy condenado?
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Ana: Dolorosamente si…. Debo darle un sedante…
Enio: Si… (Le inyecta en la cánula) Esta enfermedad estuvo siempre en mi
vida… Mi abuelo…. Pobre viejo… gritaba, se convulsionaba… rodaba por el
suelo… y pretendía castigar a mi abuela…. los médicos no sabían que
hacer, querían internarlo… no quisimos y acolchamos el sótano para los
ataques… duraban unas horas y desaparecían… no sé qué le aterraba…
pero algo le aterraba… entraba en convulsiones, corría gritando y mi
hermano, mi padre y yo teníamos que atraparlo y llevarlo al sótano… El
último de sus ataques fue terrible… Al cesar los ruidos y abrir la puerta
vimos que se había ahorcado de una viga… todos descansamos en paz…
no sabíamos que esa enfermedad se heredaba… Yo creí que me salvaba…
pero lo mío comenzó en mi fiesta de cumpleaños… No me gustan los
cumpleaños… nunca los festejé… Pero mi mujer se empeñó en dar una
fiesta hace tres días… me desagrada ver gente, saludar, presentarme…
conocer a otros… (Se duerme)
Ana: (Se aleja de la cama y llama al psiquiatra) Profesor… El señor Enio
tiene momentos de gran lucidez… creo que le estamos dando demasiada
morfina… (Pausa. Enio se despierta, la mira) ¿Agregar más? Pero… podría
causar más deterioro… (Pausa) Sí… ya sé que no es mi obligación… lo que
usted indique Profesor… (Cuelga, gira y se sobresalta)
Enio: …Ahora Le corresponde a usted entender que tengo dos condenas….
Mi enfermedad y el trio de psiquiatra, mi mujer y mi hijo… ¿Con quién
está usted?
Ana: Cuidándolo a usted…
Enio: ¿Me va a dar más morfina?
Ana: Pero cuando usted se queje de dolor…
Enio: En este momento estoy en un dolor agudo inimaginable por usted y
no quiero gritar… porque la orden que le dieron es…: “si grita….
Morfina…”
Ana: Hay otros analgésicos fuertes que pueden reemplazar en ciertos
casos a la morfina… permítame emplearlos…
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Enio: Démelos ya Ana… estoy destrozado de dolor…
Ana: Voy a mezclar el analgésico con un antiespasmódico para ver si la
eficacia es mayor…
Enio: Está arriesgando mucho Ana….
Ana: No me importaría tener que irme a otro sanatorio… si esto funciona…
(Rompe dos ampollas, las mezcla y va a inyectarlas por la cánula)
Enio: ¿Esta conmigo, Ana?
Ana: Si, Señor Enio… (Inyecta las ampollas) Tenemos que esperar unos
minutos para ver el resultado… (Ana apoya su mano sobre la de Enio que
respira con suavidad)
Enio: En mi último cumpleaños… me desagradan las fiestas de
cumpleaños, agradecer y agradecer… presencias que no me interesan…
pero mi mujer mientras haya luces… Di una fiesta en mi casa… le pregunté
a mi hijo por su madre y me respondió que no lo sabía, pero su mirada se
desvió automáticamente a la habitación de huéspedes del segundo piso…
me separé de él y fui a ese lugar…. El gesto de mi hijo delató lo que vi: Mi
mujer y mi psiquiatra haciendo el amor en esa habitación. Al verlos
comencé a aullar y corrí hacia la caja de luces y bajé la palanca dejando la
casa a oscuras, sólo podía aullar y gritar: “¡Fuera, fuera!” Mi hijo guiado
por los gritos logró localizarme con una linterna y sólo recuerdo haber
despertado en este sanatorio… pero antes mi hijo pretendió abrazarme
para evitar mis convulsiones y mi cuñada, la londinense, protegió a mi hijo
de mis empujes y yo grité antes de desmayarme… “¡Son amantes!” y ella
creyendo que hablaba de ella y mi hijo respondió: “¡Sí, cerdo! ¡Y yo soy la
amante de tu hijo! ¡Gracias a mi es un hombre!”. Al despertar sentí que mi
cuñada no me mató, ni mi esposa tampoco… ahora creo que sí, que están
preparando mi muerte… no sé si mi hijo… (Duda) sí, el también… ¿Cuánto
más tenemos que esperar?
Ana: Ya debe empezar a hacer efecto…
Enio: No sé si es su mano o su mano y la medicación… pero siento un poco
menos la contractura…
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Ana: Es una suerte… postergamos la morfina…
Enio: Que sincera es usted Ana… ¿Cuál era su apellido?
Ana: Ana Vial, huérfana de la guerra…
Enio: ¿Cómo huérfana de la guerra? ¿Cuál es su nacionalidad?
Ana: No se… jugaba en el jardín de mi casa con mi gata, la veo erizarse y
mirarme con ojos terribles y una bomba destroza mi pequeña casa
muriendo todos mis familiares en ella…
Enio: ¿Qué edad tenía?
Ana: 4 años… Me vi caminando por mi pueblo destruido, abrazada a mi
gata y entre el polvo de las casas derrumbadas. Un soldado me levanta en
el aire, mi gata escapa y me introduce en un camión junto a otros niños,
quedándonos a oscuras y aterrorizados…
Enio: ¿Es ese su primer recuerdo?
Ana: No… tengo uno anterior… sólo puedo recuperar una verja baja que
chirriaba al moverse y un camino adoquinado y sombreado por glicinas y
flores que perfumaban el paso… nada más… quizá mi casa estaría al fin de
ese camino… no puedo recordar… sólo la verja crujiendo, la sombra y las
flores…
Enio: ¿Y lo del camión? ¿Dónde la llevaron?
Ana: …El camión arrancó y me dormí, creo que nos alejaron mucho de mi
pueblo…. horas después, al despertar escuché junto al camión motos
después se detuvieron y al abrir la puerta nos ayudaron a bajar a 30 chicos
que viajábamos juntos, polvorientos, con ropas rotas, miradas
enloquecidas… Eran enfermeras soldados que nos introducían en un
edificio con una bandera blanca… Nos llevaron a una sala en la que otros
30 habían llegado antes que nosotros. De entre ellos surgió un niño con
ojos azules que se prendió a mi mano y gritó: “Mi hermana, mi hermana”
y una enfermera militar anunció al grupo de los anteriores: “Vial recuperó
a su hermana” Todos se alegraban y yo no sabía si esa mano de un niño de
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tres años era la de mi hermano o no… La palabra Vial no significaba nada
para mí, ni me acordaba de mi apellido, sólo mi nombre…. Ana.
Enio: ¿Eran judíos?
Ana: No se… Rich, mi hermano, no estaba circuncidado… creo que no
éramos judíos… Desde entonces Rich y yo pasamos por grupos de
asistencia a niños de distintos ejércitos. Nos cambiaban
permanentemente de lugar siempre juntos. Nos controlaban diferentes
grupos de soldados… De adultos intentamos recuperar datos de los
pueblos donde creíamos que podíamos haber nacido y los registros
estaban destruidos…. No sé de donde somos… Rich hablaba
constantemente, pretendiendo alegrarme…
Enio: ¿En qué idioma hablaban?
Ana: Hablábamos en francés… pero rápidamente integramos el inglés,
alemán y algo de ruso…. En aquel tiempo dormíamos cuatro chicos en la
misma cama. Rich siempre de mí mano y otras dos niñas… aunque al
cambiar de grupos de supervisoras nos separaron, a las chicas las llevaron
a otro destino… A nosotros nos derivaron hacia Inglaterra, a un pueblito
de la campiña con dos mujeres solteras que nos adoptaron. El jardín de la
casa daba a un río… Han sido nuestros padres.
Enio: Comienza el sonido… no quiero mirar… no quiero mirar…
Ana: Mire… Estoy con usted…
(Enio mira a Ana y la imagen que se insinuaba desaparece…)
Ana: ¿Cómo está usted?
Enio: Agotado… Necesito de su voz… Continúe hablando por favor…
Ana: Sucedió algo grave antes de la marcha a Inglaterra... Rich adoraba a
una enfermera soldado y en la hora del recreo ella se sentaba en el suelo,
nosotros alrededor de ella y cantábamos. Rich daba unos saltos en el aire
que parecía una langosta rubia y giraba y giraba alrededor de la
enfermera. Nos separaba de la carretera una verja de púas. Todo sucedió
tan rápido… Se escuchó la frenada de un auto, una voz acostumbrada al
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mando preguntó en tono fuerte: “¿Qué es esto?” y un soldado que viajaba
en la parte posterior del auto, de pie, creyendo que el militar se quejaba
de lo visto, se acercó, derrumbó la puerta y le pegó un culatazo en la nuca
a Rich, que cayó en mis brazos. El oficial gritó: “¿Qué ha hecho usted? Ha
matado a este niño… Entregue su arma al capitán Holter y que se
comunique conmigo, usted no sigue en nuestra comitiva, ¡Arréstenlo!
Lleven a ese chico al tren hospital que está en el cruce de vías” La
enfermera preguntó si podía ir yo que era su hermana y me dejaron. En el
tren hospital le drenaron el bulto de sangre de la nuca. Yo no derramé una
lágrima, sólo quería que lo atendieran, no me desprendí de su mano... Le
salía sangre por las orejas y la nariz… el tren siguió su marcha y me dormí
en su camilla…
Enio: ¿Qué edad tenía usted?
Ana: Creo que cuatro o cinco años… Una noche, noto que la mano de Rich
aprieta la mía y dice: “Ana, Ana, me duele…” Llamé a la enfermera que le
dio un calmante y él descansó. Rich quedó ciego… y yo desde entonces fui
los ojos de él… Rich tiene conmigo y con el mundo en el que se mueve una
sensibilidad tan extraña que parece que ve… Es tan agudo que percibe en
su ceguera cosas que yo ni presto atención… (Mirando a Enio, con mezcla
de pregunta) ¿Está agitado…?
Enio: No sé lo que siento… nunca sentí algo así… Estoy conmocionado por
lo que cuenta… y se une al relato de mi cuñada diciendo: “Por mí se
transformó en hombre”… ¿Hombre? Yo intentaba lograr ganar la mayor
cantidad de dinero posible, esa era mi definición de hombre… nunca sentí
nada por ninguna mujer, ni hasta por Elena… A mi lado trabajaba como un
hombre, daba mucho tiempo de su vida a mi trabajo, se comprometía
mucho… Creo que ese es… ese compromiso… esa lucha… por mis cosas…
jamás había hecho el amor con nadie y después de varios años de trabajar
juntos una noche me invitó a su casa a cenar y lo hicimos, quedó
embarazada… me casé y no volvimos a estar juntos jamás… No sé si eso es
ser hombre… ¿A ese “hombre” se refería mi cuñada?....
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Ana: No sé… pero usted lo piensa así… Es algo extraño, lo noto a usted
como carente de historia al igual que Rich y yo…. Como hombre estoy
diciendo… como empresario usted fue admirable…
Enio: ¿Fui?
Ana: Su enfermedad y su avance… limitan su inteligencia…
Enio: ¿Fui inteligente yo?
Ana: Si ser inteligente es poseer todo lo que usted posee… y no posee…
quizás si…
Enio: Para usted ¿soy inteligente o no? Responda… Le digo que responda…
Cuando se calla no sé lo que piensa su mente y me asusto…. No sé porque
me asusto de usted Ana, cuando está cargada de fragilidades…
Ana: No lo considero inteligente… lo considero hábil en la producción de
dinero… muy hábil…
Enio: Aproveché todos los momentos de la guerra para hacer dinero…
Nuestras vidas fueron muy distintas…
Ana: Han sido y son muy distintas… Yo sin pasado definido, sin saber si Vial
es mi hermano, pero queriéndolo como a nadie en el mundo y usted con
sus logros materiales…
Enio: ¿Nada más que logros materiales?
Ana: No quiero responder… permítame no responderle…
Enio: ¿Qué hicieron en Inglaterra?
Ana: Nuestras madres de auxilio eran personas modestas pero que vivían
bien. Cantábamos por las noches, bailábamos los cuatro… Vial tenía una
percepción de mi presencia diferente a lo imaginable… en toda reunión
tiempo después cuando entraba yo, el giraba y miraba mis ojos… y me
sonreía… Algunas de mis amigas, enloquecidas con él porque era
guapísimo, creían que mentía sobre su ceguera o que al menos me veía a
mí… A los pocos meses de vivir con nuestras madres adoptivas Vial me
dijo: “¿Qué noto de raro en las habitaciones de las Mam?” el percibía que
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había una sola cama y preguntó durante la cena: “Ustedes duermen en la
misma cama igual que nosotros” Ellas respondieron “Es que cuando hace
mucho frio uno se abraza a otro y el frio desaparece” Rich respondió: “El
frio y el miedo… yo me abrazo fuerte a Ana y no tengo miedo” Las Mam
rieron y brindamos con una copita de coñac compartida entre los cuatro.
Enio: ¿Qué es lo que siento, Ana? ¿Estoy agitado? No siento rabia, pero
me agita todo su comentario…
Ana: Quizá sienta piedad por nosotros… Por Rich y por mí…
Enio: ¿Piedad? Temo que usted me traicione… Quiero decirle que si me
traiciona lleva desde mí la más terrible maldición para el resto de sus
días…
Ana: Yo no traiciono… Toda la historia de mi vida es una historia de no
traición…
Enio: La mía es una vida de sobresaltos y sospechas… sus palabras son
hermosas… pero a un “compra sanatorios” no lo convencen totalmente…
Quizá llegue a la muerte a través de usted… El trío la compromete y ellos
quedan con las manos limpias… ¿Cómo era Rich?
Ana: Rich salía todas las mañanas antes de desayunar a zambullirse en el
río de la casa de las Mams y nadaba contra corriente una hora, con nieve,
frio, calor… yo con temor lo seguía y el permanecía contracorriente en el
mismo lugar para que yo no caminara, pero cuando quería realmente
competir con la fuerza del río me decía: “Ana, ¿estás preparada?” y
avanzaba contracorriente con la velocidad de un pez… Yo estaba mojada,
muerta de frio… y con la ropa de él. A la hora exacta como si tuviera un
reloj, saltaba e íbamos a casa. En ese pueblo había una escuela para no
videntes donde cursó el bachillerato y actualmente es profesor de
natación de niños no videntes en este país y ha formado los ballets
acuáticos de no videntes que compiten en premios internacionales
ganando siempre. Algo tiene Rich… toca en el agua a sus mejores alumnos
y quedan como conectados a él con una fuerza magnética repitiendo sus
movimientos con una precisión imposible… Como profesor para niños no
videntes es una maravilla… cuando salta del trampolín el salto lo siente sin
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verlo y yo lo veo y percibo su sensación… y con palabras le transmito lo
que él no ve, modificando posturas, velocidades, ritmos en el salto…
Enio: ¿Son hermanos, Ana?
Ana: Por fin… algo de interés en algo mío… no que soy su atacante, o la
que le cuenta su historia… se interesó por algo mío…
Enio: Su voz me calma… pero el dolor persiste… Ana… Ayúdeme…
Ana: ¿A qué?
Enio: A morir, Ana… tenemos que hacerlo antes de que ellos lo hagan… y
cumplo la regla de mi familia…
Ana: Su pedido no tiene respuesta…
Enio: ¿Por qué no, Ana?
Ana: Mi papel es cuidar su vida…
Enio: Pero su turno es de las 6 de la tarde a las 6 de la mañana… quedo
indefenso en su ausencia… a igual que Rich…
Ana: Yo indiqué que las inyecciones se dieran en mi horario y busco
personalmente en la farmacia los fármacos necesarios para usted…
Enio: Presintió que estoy acosado… ¿no, Ana?...
Ana: (Pausa.) Sí, lo está… cada tarde que llego y lo veo, calmo mi temor…
Enio: Ganémosle de mano…
Ana: En eso no transijo…
Enio: ¿Tiene algo que decirme de sus Mams?
Ana: Son lesbianas… y queridísimas… Rich encontró en ellas a su madre,
yo a mis mejores amigas…
Enio: ¿Y la vida de ustedes como continuó?
Ana: ¿Qué quiere saber? Porque me interesa que quiera saber algo de
mí…
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Enio: ¿Se imaginará que un hombre que desea tan poco a la mujer como
yo y ama al dinero…? ¿Cómo siguió la vida entre usted y Rich?
Ana: A los trece años, Rich tuvo una fiebre rara, tuvimos que internarlo.
Las Mams estaban desesperadas, yo terminaba mi bachillerato que fue
muy corto para mí. Visitaba a Rich para reemplazar a las Mams y dormía
con él en su cama de hospital protegida por el permiso de la monja, que
sabía que yo calmaba a Rich. Su temperatura era elevadísima. Las Mams
hicieron una consulta con un especialista de Londres que se acercó a
nuestra localidad y revisó a Rich. Leyó su historial, pidió nuevas pruebas y
me veía a mí siempre tomándole la mano. El doctor sólo dijo: “En dos días
desaparece esto, que sólo beba agua, ninguna medicación” A los dos días
Rich estaba perfectamente, el doctor llamó desde Londres y habló con las
Mams y preguntó: “¿Notaron algo?” Las Mams temiendo cualquier
complicación respondieron que no. Les pidió que me pasaran el teléfono y
me preguntó si yo había notado algo. Mirando a Rich en la cama le dije:
“Se acostó un niño enfermo y se despertó un hombre”. Ese mismo día
volvimos a casa, yo era baja al lado de él. Él era un muchachón rubio y
hermoso. Su belleza llamaba la atención… Las Mams confirmaron su
cambio viéndolo en la casa y no en el hospital.
Enio: ¿Qué paso? ¿Creció? ¿Una revolución en su cuerpo?
Ana: Seguro… Nunca se me ocurrió esa palabra pero así fue. Todo su
cuerpo comenzó a ser hombre. Esa noche, después de cenar, se desnudó
frente a mí y me mostró su pene en erección. El preguntó: “Ana, ¿Y esto?”
Yo me desnudé y lo atraje hacia mi cuerpo… su cuerpo era sabio para
hacerlo. Hicimos el amor. Desde esa noche, todos los días hacemos el
amor. Y lo contamos a nuestras Mams que prepararon una cena especial.
Enio: (Gira la cabeza hacia otro lado para no mirar a Ana) Odio su vida
Ana… la fuerza de su vida… y tengo vergüenza por la mía… siempre fui un
prisionero del dinero… (Vuelve a mirarla) Una vez en Ginebra, no sé cómo
llegué hasta ahí… fue después de comprar un Sanatorio, siguiendo los
pasos de un anciano, entré en un Cementerio. Se detuvo frente a una
lápida antigua. Estábamos sólos en el cementerio, él se volvió y me
preguntó si venía a visitar a este escritor… Yo, sin saber que responder dije
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que sí... Había en la lápida una rara inscripción en un idioma antiguo que
el hombre me tradujo y que decía “…Y que no temieran…” Nos
despedimos y yo me fui pensando que yo jamás deje de tener miedo…
Temo al profesor a mi mujer y a mi hijo porque son de mi misma casta y sé
que están preparando mi muerte… Ana… ¿la eligieron a usted para que
me matara?
Ana: Sabe que nunca lo haría….
Enio: ¿Alguno del equipo podría hacerlo?
Ana: No tengo respuesta.
(Ana recibe una llamada telefónica, es el psiquiatra)
Ana: ¿Si? Dígame profesor… Sí, Si, se está quejando, un poco menos pero
se está quejando… le di la medicación adecuada… Si, el registro cardíaco
es normal… las contracturas son similares a las de siempre… Si… ¿Cómo?
(Pausa). Hasta mañana… (Cuelga)
Ana: (Hacia Enio) Vendrá mañana… Me pidió que le diera más morfina…
Enio: (Comienza a convulsionar) Que dolor, que dolor…. No hay parte de
mi cuerpo que no me duela… (Quejándose) Ayy, ayy… Ana… tenemos
tiempo… seamos valientes… ayúdeme a morir…
Ana: (Recibe una nueva llamada. Hacia Enio) Es una llamada personal,
¿puedo contestar?
Enio: Sí….
Ana: (Se retira del lado de Enio y se sienta en el sillón.) Hola Rich… ¿Cómo
estás? Sí, salgo a las 6 de la mañana, como siempre… ¿Qué tal tu ensayo
con el grupo nuevo? Bien, bien… (Pausa. Sorprendida, se levanta, mira a
Enio) Gracias, nos vemos a la mañana… (Cuelga, cara de sorpresa, vuelve a
mirar a Enio)
Enio: ¿Por qué me mira así? ¿Qué le ha dicho?
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Ana: Me ha dicho algo extraño… Desde que me he ido de casa hoy le ha
aparecido una idea fija… que no le abandona y que tiene que
comentármela…
Enio: ¿Qué idea?
Ana: La idea es que haga lo que deba hacer… que será bueno… (Ana toca
su vientre)
Enio: ¿Le sucede algo?
Ana: Estoy embarazada y se movió por primera vez….
Enio: Ayúdeme Ana… Ayúdeme porque es justo que le quitemos la presa a
esos miserables y el dolor a mi cuerpo… no quiero terminar como mi
abuelo y mi hermano… Somos dueños de la decisión de nuestra muerte…
Vamos… mujer audaz… cumpla con su tarea… quiero morir en sus manos…
(Pausa prolongada.) Si usted pudiera entender mi dolor…
Ana: Creo que al igual que cuando Rich salta y yo percibo las emociones
que su cuerpo siente… estoy comenzando a percibir las suyas…
Enio: Ana, mi enfermedad inevitablemente es mortal… ayúdeme a
terminarla ya… No sé porque Rich dijo algo que puede ajustarse a lo que
yo necesito. Sea valiente, hágalo. Libéreme de mi dolor… ¿Qué está
pensando Ana?
Ana: ¿Y si yo… soy enviada por lo que usted llama “ellos” para lograr que
muera?
Enio: No se Ana… pero entre ellos y usted… para acortar esto… la prefiero
a usted… ¿En qué piensa Ana?
Ana: Que no es que sea sólo usted un magnífico comprador de sanatorios,
sino que necesita ayuda… y no me está envolviendo… necesita ayuda…
Enio: ¿Me ayudará?
Ana: Estoy en lucha entre lo que pienso y mi deber… No se…
Enio: ¿Me dolerá su ayuda?
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Ana: No… no más que su propio dolor… Vuelvo a repetirle… ¿No seré yo la
trampa que prepararon ellos para abandonarse usted a que yo lo hiciera?
Enio: …Ya no me importa…. Quíteme este dolor… sáqueme de esta vida
triste….
Ana: ¿Realmente ya no le importa? ¿Y si le dijera que me prepararon para
convencerlo de su muerte?
Enio: No me importa… Prefiero que lo haga usted…
Ana: Me ha convencido… Le inyectaré potasio… y será breve… (carga las
jeringas con dos ampollas, se acerca al bulbo de la sonda) ¿Acepta
voluntariamente que yo lo haga?
Enio: Sí, Ana, hágalo….
Ana: (Antes de pincharla) Creo que esta inyección es lo mejor que puedo
hacer por usted…. Liberarlo de usted mismo…
Enio: ¿Liberarme de mí?... Es cierto Ana… libéreme de mí y de mi tortura…
(Ana inyecta la jeringuilla, se sienta en la silla blanca al lado de Enio)
Enio: Deme su mano Ana… Usted me acuna…
Ana: Relájese Enio… relájese…
(Ana mira los aparatos hasta que se anulan sus dibujos generando una
línea recta. Se incorpora al lado de él, Desconecta los aparatos, abraza su
vientre, agotada se acerca al sillón, tropieza y cae de rodillas. Recibe la
llamada de Rich.)
Ana: Estoy bien, amor, estoy bien… No, no, sólo un poco cansada… No, no
vengas ahora… pero por favor, ven a buscarme a la salida… (Más animada)
Nuestro nene se movió… Comenzó a moverse… (Pausa.) Sí, Sí, yo también
me alegro… me alegro tanto como vos… (Pausa) te espero a las seis…
(Cuelga. Se incorpora, se sienta en el sillón, disca un número)
Ana: ¿Sí, Recepción? Comuníqueme con el Profesor por favor. (Pausa)
¿Profesor? Todo acabó… avise usted a los familiares cuando desee… Daré
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orden a la recepción para que no de información a la prensa… ¿Era lo
convenido, no? Buenas noches, Profesor (Cuelga y llama de nuevo)
¿Recepcionista? Sí, el Señor Enio falleció, No avise a la prensa hasta que el
Profesor le indique. Desconecté todos los aparatos y no quiero estar sola…
¿Hay alguna enfermera libre que me acompañe hasta que lleguen los
familiares? ¿Gala? Sí, envíeme a Gala por favor… La espero.
(Cuelga. Oscuridad)
eugeniogriffero1@yahoo.es
688 659 510
Las Arenas – Vizcaya (España)
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